Es hora de morir Henry Padilla Londo単o
Camine y contemple las huellas en el mar, me rodearon las olas, el viento soplo violento, agitando mi pensamiento, mi alma desfalleció. De vencedor vengo, de los que andan sobre las olas, pero la oscuridad, el viento, y mi pensamiento, me hunden en el temor de mi soledad. Morirás, no volverás a ver la vida. Me grito el temor, mientras asustado en pánico yo lo miraba. Te atreviste a andar sobre las aguas y ahora morirás, dijo gritando en alegría, y yo casi llorando, me entregaba a mi desesperanza.
Recordé a quienes había ayudado, ¿qué será de ellos ahora? El rostro de los míos nublo mi pensamiento, qué pensarían de mí, que los había estado engañando. Y sobre las olas del mar se escribió una palabra, que rompió como una espada mi corazón, tan lejos tenía llegar para entender: “Yo”, estaba escrito con la luz de la luna, y mis ojos no podían dejar de mirar esas dos letras que golpeaban mi alma.
Era hora de morir, era la hora de partir. Me deje entonces a las olas del mar, y me hundí de a poco en las aguas oscuras y profundas. Me rodeo la muerte, me abrazo y me dio un beso en el alma.
Me rodeo la oscuridad, fui sacado de la tierra de los vivientes. En medio del mar, olvidado de todos, allí me acordé de mi Dios. Era necesario morir, para vivir, era necesaria la muerte. Su mano me tomo, no había palabra, pero su mano era segura y poderosa, me levanto de lo más profundo, pero no a mí, porque yo quede en el fondo.
Ahora era otro, “Ahora vivirás para mí”, dijo la voz, y me levanto en sus manos, “Cristo te da nueva vida” y con su poderosa fuerza me saco a la vida.
Mis pasos me llevaron sobre olas del mar, en medio de la noche, hable al viento, mande las nubes del cielo, volé en medio de los escogidos de Dios. Y vi unas palabras escritas sobre la faz de las aguas, “Cristo en nosotros” Henry Padilla Londoño