A mi amigo Los golpes y desprecios de todos han llegado a mí, todos se suman al grupo y en medio de la multitud estoy completamente solo. Bien puedo vivir solo si tu vienes a mí. si tú me abrazas eso me basta. Los golpes de mis cercanos son los que más me duelen, los míos, mi carne y mi sangre me han dado la espalda. Pero bien podría seguir soportando insultos y agravios, solo necesito de ti Señor. ¿Cuánto tiempo poder soportar? ¿Qué vendrá después? Todos los días los golpes de mis conocidos llegan sin cesar, no necesito mis manos para contar mis amigos, mi único verdadero amigo es a quien dirijo mis palabras. Tú le has dado calor a mi vida, tu sacaste mi vida del oscuro abismo y me diste a conocer el amor. Tu mi Dios has sido mi amigo. mucho mejor amigo de lo que yo soy. Cuando yo falte tu estuviste a mi lado. Cuando la locura quiso venir a mí, hablándome con voces de confusión, tú me abrazaste, me tomaste en tus brazos, me sacaste a lugar espacioso, allí curaste mis heridas. Pusiste tu mano sobre mí y me llamaste tu hijo. Me levantaste en tus brazos y jugaste conmigo, como un Padre juega con su hijo. Entonces olvide lo que había sido y mis ojos se abrieron a la luz. Amigo mío, perdona si los golpes que recibo nublan mi pensamiento, y mi alma llora por tu ausencia, clamando a gritos de soledad, perdona amigo mío. Ahora escribo para recordar, para calmar mi alma. No me has dejado solo, amigo, mi Señor, mi Dios, mi Jesús. Henry Padilla Londoño