Mi vida pende de un hilo. Carmen acariciaba las píldoras que había conseguido para quitarse la vida. Las miraba con dolor en su rostro, meditando, intentando encontrar fuerzas para hacer lo que ella pensaba era la salida. Intentaba pensar, encontrar escusas, pero todo parecía que apuntaba al mismo punto. ¿Qué sentido tenia la vida? ¿Tendría que vivir así toda la vida? Lo único que la detenía, era su hija, quedaría sola, no podía pensar mas allá, pero el dolor en su corazón era tal que pensaba que era mejor, quizás ella tendría otro camino si quedara sola, pensaba ella. Mientras Carmen estaba en esa situación, una batalla se efectuaba en el ambiente espiritual. Estaba rodeada por seres de oscuridad, que la atravesaban y clavaban las garras en su alma, gritando cosas mientras podían y no eran repelidos por dos ángeles que luchaban todo lo que podían para detenerlos. -Nos pertenece… decía uno de estos seres de oscuridad, su pecado es nuestra habitación, ella ha querido vivir así. No era mucho lo que seres de luz podían hacer, Carmen estaba siendo atacada por seres que usaban su pecado como su habitación, como su alimento. Si ella pudiera deshacerse de su pecado, entonces ella misma podría vencerlos, pero el pecado estaba unido a su alma por medio de raíces, que se introducían en todo su ser, llegando a cada milímetro de su ser.
La única fortaleza de los ángeles de Dios, era las oraciones que la mamá de Carmen hacia a diario por su hija. -Déjenla, una hija de Dios la reclama, decían. Los seres eran rechazados momentáneamente pero parecía que volvían con más fuerzas. Los dos ángeles se miraron, sabían que solo podían soportar un poco más de tiempo, mas seres de oscuridad llegaban y atormentaban a Carmen con sus pensamientos, sus sentimientos. -Mejor que dejes a tu hija, tu solo le traes mala suerte, grito un ser de maldad. -Lo mejor que puedes hacer es dejar este mundo, así vas a descansar, le dijo otro ser mientras acariciaba sus sienes. -Déjenla, una hija de Dios la reclama, gritaron los ángeles, encontrando la burla de los demonios. Carmen parecía mirar al vacío, con su mano extendida, sin pensar en nada en realidad, los pensamientos cruzaban su interior sin ella poder controlarlos. Un sonido llego poco a poco a sus oídos, hasta que cayó en cuenta que era el teléfono que estaba sonando insistentemente. Lo miro sin querer contestar, pero por alguna razón se paro y avanzo hasta el teléfono. -Hola.. -Hija… Sentí llamarte… ¿Cómo estas?
Carmen lloro por un momento. -Hija, todo va a cambiar, el Señor te ama. En ese momento en el mundo espiritual una bomba de luz exploto alrededor de Carmen, lanzando con gran fuerza los demonios. -Me siento morir mamá. Ya no quiero vivir. -Mi pequeña, todo va a pasar. Ahora todo esta oscuro, pero ya vas a ver que todo cambia. -Eso me has dicho pero nunca pasa nada, grito ella mirando furiosa el teléfono. -Es que nada va a pasar si tú no vas a Cristo y llevas tus pecados, tu sufrimiento. Él tendrá cuidado de ti hija. Ahora la pieza brillaba fuertemente y los ángeles brillaban en toda su luz. Pero la luz emanaba de otra parte, no era de los ángeles, ni de Carmen, era como si las palabras que salían por el teléfono se convirtieran en poderosos dardos de luz. El sitio era rodeado por seres de maldad que miraban ahora desde la distancia, y blasfemaban, gritaban todo lo que podían, intentando ser escuchados, pero la luz era muy poderosa para resistirla. -Hija, la solución es Cristo. Yo te voy a contar algo que tú no sabes. Una vez, cuando aun eras niña, yo tuve una situación muy difícil. Me quería morir, y quise acabar con mi vida. Pero conocí a Jesús, a ese Dios vivo, que me saco de mi oscuridad, él rehízo mi vida, él me saco de la mas profunda oscuridad a la luz verdadera. Hija, yo no siempre
he sido como tu ahora me ves, pero doy gracias a Dios por lo que soy ahora, porque ahora conozco a Jesús, y sé que él te va a ayudar. Es mas, fue él el que me impulso a llamarte ahora, es él el que esta preocupado por ti. Él te ama hija, te ama más de lo que yo te amo. -Mamá, todo esta al revés. Y yo, yo he hecho cosas que me avergüenzo contar. -Hija, todos hemos pecado, todos. Pero el cargo nuestros pecados, él te amo tanto que tomo tu pecado, por grande que parezca y murió por eso. Eres libre hija, solo recibe su libertad. Y vas a ver como todo se arregla. Vamos, yo estaré a tu lado, caminaremos las dos. Ahora la luz inundaba varias cuadras a la redonda. Los ángeles ahora tenían su rostro doblado a tierra y estaban de rodillas. Otro ser se movía en medio de la luz, y miraba a Carmen mientras escuchaba las palabras de su madre. -¿Que tengo que hacer mamá? -Lo primero es recibirlo en tu corazón, pedir perdón por tus pecados y dejar que el entre en tu vida. -Pero yo no quiero ir ahora a Iglesias… -No hija, lo podemos hacer ahora mismo. ¿Crees que Jesús vive y murió por ti? ¿Crees mi amada Carmen, que Jesús te ama? -Si mamá, yo te creo a ti, y creo que Jesús es el único que me puede ayudar. La mamá lanzo un grito de júbilo y volvió a decirle:
-Repite conmigo Carmen: -Si.. -Señor Jesús, perdona mis pecados, perdóname, tú sabes que he pecado mucho. Carmen repetía mientras lloraba. -Yo creo que tú moriste por mis pecados y creo que resucitaste para darme vida. Ahora te recibo en mi vida como mi Señor y Salvador. Mientras Carmen repetía, el Señor que ahora se veía con claridad en medio de la luz, puso su mano sobre ella y le dijo. -Yo te amo hija, limpio todo tu pecado, lo hice en la cruz, y te doy nueva vida. En ese momento, de Carmen empezó a fluir un pequeño rio de luz, muy pequeño al momento, pero que empezó a aumentar poco a poco. Hasta que en un momento Carmen grito a toda voz: -Señor, dejo mi vida en tus manos, tú eres mi Señor y mi Dios. Entonces como un poderoso rio de luz inundo el lugar. Al otro lado del teléfono, se escuchaba llanto, llanto de alegría y adoración.
Esto que acabo de escribir, me lo ha inspirado el Señor, para llevar un mensaje a todo aquel que este en una situación desesperada. La
única decisión que debes tomar en una situación desesperada es ir a Cristo. El Señor te ama. Lo que he escrito aquí, no lo debes ver como ficción, esta historia es real. Recibe a Jesús, y el abrirá un camino nuevo delante de ti, un camino por el que tu nunca has caminado. Si lo quieres recibir, has la misma oración que Carmen hizo, hazlo de corazón, y tu vida cambiara por completo. El Señor te ama, y tienes un hermoso futuro por delante. El Señor te bendiga y llene de alegría.
Henry Padilla Londoño