«No me hagas culto, hazme lúcido; la cultura domestica, la lucidez desenmascara». Sobre esta idea pivota la trama de una novela que nace, crece y explota en el rostro del lector con la saludable intención de desenmascarar a políticos, banqueros, especuladores, estafadores, o a ciertos jueces, publicistas y periodistas, entre otros inquilinos de la fauna ibérica...