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REVISTA # 1579

9.03.2014 LA REVISTA DOMINICAL DE

EL HERALDO

ISSN 2357-3171

VALIOSAS

 Ideas en blanco | 4

 ‘Flow’ de voces ancestrales | 12

 Las Úrsulas de Sibarco | 18


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@JOXCORR

DISEÑO: HERNÁN HERRERA

VALIOSAS

Mención de Honor para artículo publicado en Latitud El Premio de Periodismo Mariscal Sucre en su vigésima edición le otorgó Mención de Honor al periodista sucreño Blas Piña Salcedo por su crónica “Nazarenos de Tolú para toda la vida, aún muertos”, publicada el 31 de marzo de 2013 en Latitud, la revista dominical de EL HERALDO. Piña Salcedo, habitual colaborador de esta publicación, es licenciado en Filología e Idiomas, de la Universidad del Atlántico, actualmente profesor de inglés y Técnicas de la Investigación en la Universidad de Sucre. La ceremonia se realizó el 1 de marzo en el Salón Malibú del Hotel Boston. El jurado estuvo conformado por Mábel Lara, de Caracol TV; César Galvis, productor del Canal 13, y Pedro Mendoza, corresponsal de AP. La distinción al mejor trabajo en prensa fue para el periódico ‘Al Día’ Sincelejo, de esta casa editorial, por la serie “Historias urbanas”, producida por Daniel Restrepo, Laura María Toscano, Edith María Guerra y María Victoria Bustamante. También recibió galardón José Luis Cruz con una fotografía sobre movilidad en Sucre, publicada en EL HERALDO.

Todas

Referenciamos los procesos de vida de Ceferina Bánquez, Jenifer Donado, Dilia Viloria, Dilia Castro, Jenny Marketou y Frida Khalo, para unirnos al Día Internacional de la Mujer. Además, Blas Piña, uno de nuestros colaboradores, comparte su premio con Latitud, la Revista Dominical de EL HERALDO.

LATITUD, LA REVISTA LATITUD, DOMINICAL LA REVISTA DE DOMINICAL EL HERALDO DE # EL 1579 HERALDO # 119 Director Consejero

Juan B. Fernández Renowitzky Presidente

Francisco Posada Carbó Director

Marco Schwartz Rodacki Gerente

Elaine Abuchaibe Auad Jefe de Redacción

Rosario Borrero

Escriben en este número

Adlai Stevenson Samper Adriano Guerra Celia Sierra David Lara Ramos Deyana Acosta Madiedo Enrique Patiño John Better Juan Carlos Rueda Néstor Martínez Celis Roberto McCausland Dieppa Director de Arte

Fabián Cárdenas

fabian.cardenas@elheraldo.co

Los escritos de los colaboradores y columnistas solo comprometen a quienes los firman.

Edición, Selección de Textos e Imágenes

Martha Guarín R.

martha.guarin@elheraldo.co Imágenes: Ap, Efe, archivos particulares, Archivo EL HERALDO, José Esteban Rolong, David Lara, Juan Carlos Rueda, Adlai Stevenson, Casa Azul (web). Archivo Historico del Atlántico/ @tornnilo, @joxcorr, Pinturas: Jenifer Donado. Contraportada: Omar Figueroa Turcios


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SCHUTTERSTOCK

Y Dios me hizo mujer Y Dios me hizo mujer, de pelo largo, ojos, nariz y boca de mujer. Con curvas y pliegues y suaves hondonadas y me cavó por dentro, me hizo un taller de seres humanos. Tejió delicadamente mis nervios y balanceó con cuidado el número de mis hormonas. Compuso mi sangre y me inyectó con ella para que irrigara todo mi cuerpo; nacieron así las ideas, los sueños, el instinto. Todo lo que creó suavemente a martillazos de soplidos y taladrazos de amor, las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días por las que me levanto orgullosa todas las mañanas y bendigo mi sexo. Gioconda Belli, poeta nicaragüense, 1948


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Por Enrique Patiño

uando las ideas escasean, sirve agarrarse de todo. El domingo pasado, en la entrega de los Premios Óscar, la presentadora Ellen DeGeneres invitó a varios actores de las primeras filas de la ceremonia a tomarse una foto, que terminó por convertirse en la más compartida de la historia de Twitter. Solo faltaba un colombiano. Y apareció esta semana, metido entre los famosos de la foto. Aunque se trataba de un montaje según el candidato de Opción Ciudadana Jorge Franco Pineda, resultó el mejor ejemplo de aquello a lo que suelen apelar los candidatos colombianos cuando de armar una campaña política se trata: mucha publicidad y poco contenido. Igual, su campaña original tampoco decía mucho: “Grandes decisiones, grandes cambios”.

¿Ideas en blanco?

Es probable que usted ya haya elegido a su candidato o depositado su voto pero estas elecciones, carentes de debate, han estado invadidas de publicidad con campañas pobres en ideas.

¿Usted en realidad votaría por alguien con un lema de campaña así, que no deja en claro qué decisiones tomaría o cuáles serían esos cambios? No es el único cuyo nivel de propuesta es tan bajo. Al contrario: es la generalidad. El aspirante por el conservatismo a la Cámara por el Cesar Ricardo Quintín le hizo “un homenaje” al fallecido presentador Fernando González Pacheco y usó su foto con la etiqueta #Pacheco para promocionar su candidatura. El candidato de la Alianza Verde al Senado Fabio Cifuentes, por su parte, se ganó la antipatía de Falcao cuando en sus carteles publicitó: “Falcao sí va al Mundial. Fabio Cifuentes sí va al Senado. Nada es imposible para Dios”. Si de verdad usted vota por un lema de campaña así, dudamos de su buena fe. La verdad sea dicha: la mayoría no se toma el trabajo de ver sus propuestas sobre seguridad, educación o zona franca, sino que se queda con la publicidad. El candidato a Cámara por el Atlántico del Mira Héctor Padilla tiene otro de esos lemas de campaña que no dicen nada: “Nuestro compromiso es con todos”. Menos mal. Un candidato elegido a Cámara cuyo compromiso no sea con todos estaría grave. “¿Qué tal si cambiamos?”, se pregunta una mujer llamada


5 Janca en su aspiración a la Cámara. Lo que no dice es cuál sería el cambio ni en qué consiste. También están los cómicos. Como Jorge Acevedo, que montó su campaña con un estribillo sobre el ritmo del Gangnam Style que repite el lema de “Jorge Acevedo a la Cámara… 103... Centro Democrático... 103”. Se hizo famoso en las redes sociales en su aspiración a la Cámara por Norte de Santander. Mucho ritmo y pocas ideas en una campaña que necesitaba gente que se hiciera notar por algo más que estribillos: hay 1.557 opciones a Cámara y 776 para el Senado. Daniel Quintero, del Partido Liberal, se lanzó desde un puente con una cámara sobre el casco, hizo bungee jumping para promover su campaña y grabó una cuña radial que dice, imitando la voz de Uribe: “Al que vote por el L116… le doy en la cara, marica”. La verdad, Uribe está que le da en la cara. Al igual que a Alirio, “el otro Uribe”, como reza el lema de ese candidato defensor de los derechos humanos que además añade “El perseguido por el DAS, no el perseguidor”. Juan Pablo Salazar aparece delante del Pibe Valderrama y habla del “¡Crespower!”, con el lema de campaña “No nos reservamos el derecho de admisión” y “El exceso de plata es perjudicial para la democracia. Esta campaña no viola los topes”, que en medio de todo es lo más coherente hasta este punto de la nota.

Hasta desnudos, pizza,y patadones y condones. Marlon Monsalve, candidato a la Cámara por Caquetá, decidió salir desnudo en su foto de campaña como “señal de transparencia para combatir la corrupción”. La candidata al Senado Paloma

Valencia les ofreció una pizza en su lema a los jóvenes: “Pizza con Paloma”. El humorista Ricardo Lozano, conocido como Alerta, apela al chiste y le da una patada disfrazado de karateca al candidato Roy Barreras con el lema “Un patadón a la politiquería”. El mismo Roy Barreras repartió 50 mil condones y su publicidad sugerente en la que decía “Métela toda por la paz”. Más profundo, imposible.

Apelando a la piña, plastilina y pa' lante. La candidata al Senado por el Partido de La U Maritza Martínez distribuyó piñas en una bolsa blanca con su nombre y su número. “El Llano en el Senado” es su lema. No merece mayores comentarios. La candidata al Senado Natalia Parra Osorio construyó su imagen con plastilina, puso animales (es defensora de la causa) y sacó un lema al menos con elaboración: “Poli (é) tica, política con ética”. Pero la generalidad es la falta de ideas antes que el humor. Lo mismo le cae en Córdoba al Ñoño Elías dice: “Pa’lante!!! Ñoñomanía”.Si no es pa’lante, ¿entonces para dónde? La vieja campaña de Frucomanía llevada a su más pobre y política expresión. “La Cámara es con Inés”, dice la conservadora Inés López Flórez. Y ya. Luz Estela Cáceres, para el Senado, solo dice “Compromiso y lealtad”. Es lo mínimo que se le pediría, sin duda, si llega a ganar su curul. Lo mismo, y más, se le pide a la candidata a la Cámara Aida Merlano, quien solo argumenta “Corazón, fuerza, acción” en sus pancartas con corazones rosas. . Musa Besaile, aspirante al Senado por Córdoba, es otro de los que no sale de lo obvio: “Seriedad y cumplimiento”. Si no fuera serio y no cumpliera

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Los precarios mensajes dejan poco que desear. Algunos han regalado desde condones hasta piñas”.

Aludiendo a la “transparencia para combatir la corrupción” un candidato en el Caquetá posó desnudo.

no debería ni aspirar. Álvaro Ashton ofrece “Bienestar y progreso”. El liberal a la Cámara Mauricio Gómez apenas dice: “Por un Atlántico de primera” y la joven cartagenera Nadia Blel Scaff, aspirante al Senado, solo reza “+Súmate”. No sabemos a qué. La cuestionada cordobesa Yasmina Pestana pone la frase de frases: “Le tocó al pueblo…” porque se sabe que hasta ahora nunca le ha tocado y seguramente seguirá sin tocarle. De colofón añade “Firme con la India”. Arleth Casado dice escuetamente “Siempre con todos”, una frase tan ambigua como incierta que no revela ninguna propuesta. Astrid Sánchez, heredera de la casa Sánchez de Montes de Oca, resalta que “Unidos volveremos”, otra ambigüedad más genérica que el pan. Otra de pasado cuestionado, la candidata a la Cámara Carmen Palencia, dice que será “La voz de las víctimas”, mientras el cantante Fruko asegura que será “cultura, transparencia y sabor”.

¿Y las propuestas? Lo curioso es que gente con menos experiencia pero más ganas, como la expresentadora Rosa María Corcho o la actriz Marcela Posada, tienen ideas concretas y propuestas claras, mientras gente con experiencia como el magdalenense Raúl Vives salen con perlas como “Todos por el Magdalena”, el sucreño y aspirante a la Cámara Nicolás Guerrero se queda con “Para avanzar por la dignidad” o el guajiro Alfredo Deluque simplemente dice “Trabajando por mi Guajira”, como si esa no fuera su misión y la de todos los guajiros. El cesarense Chichi Quintero asegura que irá “hasta el final”, menos mal. Y Primeria Barrios, también de La Guajira, cierra este rosario con su lema “La princesa wayuu por nuestra tierra”. Y eso que se quedan decenas de candidatos por fuera con lemas tan precarios y manidos como “El cambio es ahora”. ¿Y las propuestas? Buena parte tiene algún programa de gobierno o ideas concretas de posibles proyectos de ley. Pero eso no lo sabe el electorado en una época en la que lo visual prima y lo que se queda en la mente es la imagen y el lema de su campaña publicitaria. Por eso preocupa la precariedad de sus mensajes y dejan mucho que desear sus candidaturas. Si son tan precarios en lo que quieren transmitir, son entonces también folclóricos y pobres en el fondo. O bien, desprecian a la gente o confían tanto en su maquinaria política que desprecian la inteligencia de la gente a la hora de elegir. Sea como sea, están mal. Y empobrecen una pobrísima campaña falta de fondo en la que, con razón, el voto en blanco ha ganado tanta opción frente a las ideas en blanco.


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Una charla interrumpida con Nelson Henríquez

Por John Better

elson Henríquez apareció en el lobby del hotel del Prado acompañado de Nelson Jr, uno de sus hijos. Llevaba puesta una pinta muy al estilo años setenta, camisa gris brillante y un pantalón de lino color negro algo ancho en las botas. Eran las once de la mañana de mediados de enero de 2012, el cantante visitaba Barranquilla como invitado de honor a la VI edición del Carnaval Internacional de las Artes y se preparaba para un ensayo que tendría minutos después. Su presencia no pasó desapercibida, un nutrido grupo de viejos fans se acercaron al ídolo para pedirle una foto o un autógrafo, él, sin afanes, los atendió uno a uno. A las once y media de la mañana el popular intérprete venezolano tenía programado un ensayo antes de lo que sería su reaparición en la ciudad luego de años de ausencia. Luego abordó el vehículo que lo conduciría hasta su ensayo en el teatro Amira de la Rosa. –Bueno, ¿y qué es lo que quiere usted saber de mí? –dijo el músico que apenas con 18 años arribó a la Billo’s Caracas Boys, una de las orquestas latinas más influyentes y que hizo escuela durante más de 40 años y por la que pasaron cantantes como Rafa Galindo, Cheo García, Felipe Pirela, entre muchos otros. Aunque antes de esto, Henríquez tuvo un efímero paso por la orquesta de Gregorio Garrido, caraqueño, quien fuese el alma de una de las agrupaciones venezolanas más reconocidas y con mucho ritmo en los años 50 y 60: Garrido y sus solistas, mítica compañía que acogió a muchos cantantes de

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diferentes nacionalidades como Tito Guízar, María Antonieta Pons, Nicolás Urcelay y Libertad Lamarque. P ¿Cuándo fue la primera vez que cantó profesionalmente? R Tendría unos 14 años, lo hice en una emisora de Caracas llamada Radio Catatumbo, ahí presentaban a nuevos talentos, esa fue la primera vez, me presenté cantando un tema que inmortalizó Julio Jaramillo llamado Nuestro juramento. Rumbo al teatro, el maestro miraba la ventana y comentaba lo distinta que veía a Barranquilla. Retomando la charla reveló que su vena musical le venía del lado materno; rememoró a Oda Hilda, su madre, quien guitarra en mano solía cantarle canciones cuando él era solo un niño. –Mi madre poseía la voz más dulce que haya escuchado, de solo recordar su voz, mire cómo se me pone la piel –dijo estremecido el cantante enseñando los vellos de sus brazos totalmente electrizados. Nelson Henríquez era un hombre sensible, lo afirmaba constantemente, contradictoriamente, cuando estuvo frente a mí, su expresión era dura y distante, parecía no importarle nada en el mundo. Sin embargo, en el escenario era capaz de romper esa coraza y hacer estremecer a miles de fanáticos.

¿Cómo recuerda su paso por la Billo’s? Yo recuerdo la época de la Billo’s con agrado, fueron dos años inolvidables, los que me dieron la fuerza para emprender mi carrera solista. Estos comentarios los hizo Henríquez poco antes de empezar el ensayo en el teatro. El maestro llegó a la tarima donde la orquesta del artista local Hugo Molinares le aguardaba. Todos los músicos presentes reverenciaron a la leyenda en escena. Él, sin más preámbulos, dijo a Molinares que empezaran el ensayo con Mi vieja Barranquilla, la sentida composición de Esther Forero que junto a Rafael Campos Miranda y Escalona, el artista venezolano consideraba los más sobresalientes músicos y compositores del Caribe colombiano. La música empezó a sonar, los emblemáticos acordes invadieron cada rincón del recinto;

Con apenas 18 años de edad, se unió a la Billo's Caracas Boys, una de las orquestas más influyentes de Latinoamérica. Estuvo simbólicamente atado al recuerdo de Barranquilla y de su carnaval y fue el venezolano que más le cantó a la Arenosa.

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Mi madre poseía la voz más dulce que haya escuchado. De solo recordar su voz mire cómo se me pone la piel”.

algunos murciélagos salieron de los recovecos del lugar como si la nostalgia los sacudiera de su noche incesante. Pero a menos de media canción algo no encajaba, Henríquez lucía descoordinado, incómodo. –No hay conexión entre mi papá y la orquesta, ¿ves la señas que está haciendo?, ¿no las entienden?, mi padre le está diciendo al de las trompetas que no está en la nota adecuada –comentó su hijo Nelson Jr. El cantante detuvo el ensayo y le ordenó a la orquesta cambiar a otro tema, la canción elegida fue La cometa, de Rafael Campo Miranda. Algunos trabajadores del teatro aplaudieron la decisión y bailaron en los pasillos, escoba en mano, el clásico de Campo Miranda. A pesar de que el ensayo no duró más de media hora, el maestro se veía exhausto, respiraba dificultosamente. Al preguntarle si se sentía bien, no dudó en responder que estaba mejor que nunca, pero evidentemente los años no habían pasado en vano. A la salida de su práctica, alguien se le acercó con un viejo vinilo con un Henríquez treintañero y conquistador. –Tenía cara de desordenado, pero no se equivoquen, era un hombre muy disciplinado, nunca me gustaron los excesos –dijo mientras ponía su firma sobre la vieja carátula y posaba para un par de fotos con otro grupo de fans que le esperaba. Antes de salir del teatro se sentó a descansar, sacó un


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pañuelo y secó el sudor que empapaba su cara. Estoy bien, comentó a una pregunta que nadie hizo. P ¿Cómo

llega al repertorio de música popular del Caribe? R Las emisoras colombianas se oían en Maracaibo, era imposible no escuchar esas bellas canciones que han hecho ustedes, y cuando las oía, me decía, ‘un día tengo que cantarlas yo’ –quizá presintiendo el éxito que tendría en Colombia y parte

de América Latina cantando cumbias, porros y aires vallenatos. P ¿Qué opina del término ‘chucu chuco’ que han acuñado a su música? R Que es una ofensa para demeritar a aquellos artistas extranjeros que quisimos llevar los aires colombianos a otros lugares del mundo. P ¿Qué concepto tiene de Pastor López? R Mire, no quiero comprometerme con nada de

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lo que diga, pero la música que hice en aquellos años habla por sí sola. La charla fue interrumpida por su hijo Nelson Jr, a quien le urgía llevarse a su padre. Los acompañé hasta el parqueadero. En ese breve camino Nelson Henríquez retomó las estrofas de Mi vieja Barranquilla. Ya no había orquesta que le acompañara, pero las brisas y el ambiente festivo de la ciudad en aquel enero de 2012 eran suficientes. Subió a la carro, desde la ventanilla se

Nelson Henríquez durante el Carnaval Internacional de las Artes 2012.

asomó y dijo: esta charla la continuamos luego. Esa noche le vimos por última vez en Barranquilla, cantando los temas que tanto hicieron bailar a muchos durante décadas... la charla quedó pendiente. El pasado domingo de carnaval, Nelson Henríquez murió debido a complicaciones de un cáncer de pulmón que padecía. Queda su música, miles de discos vendidos y la gloria, la divina gloria. @johnbetter69


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Por Adlai Stevenson Samper

omo dice la canción, la vida es un carnaval que gozamos por un rato en que somos inmensamente felices y en donde creemos que alcanzamos el cielo con las manos a golpe de tambores y bailes. Como un fantástico delirio del que no quisiéramos salir nunca, embebidos del delicioso aroma que muestra los pormenores del amor, mientras la ciudad pasa y la danza del Congo Grande de Barranquilla muestra sus ancestrales movimientos sobre las calles adornadas de jolgorio. Eso le sucedió a Maribel Torres, una morena barranquillera de 50 años, y su pareja, Helkin Larada, un paisa de 55, que alcanzaron por breves instantes la dicha de saber que habían encontrado su porción de felicidad en su exacta media mitad en las brumas no tan perfectas de este mundo. No fue una historia fácil la de los dos. Como tampoco se explica ahora Maribel, justo cuando parecía que la dicha se encontraba “atrapada” en sus manos, se le fugara triste en las vísperas del mismo carnaval que alguna vez los había unido.

Maribel Torres Maribel se casó con su novio de toda la vida con quien llevaba 23 años de unión y que le dejó tres hijos. Dos viejos amigos de barrio que intentaban salir adelante hasta el aciago día en que a su esposo, agente de la Policía, lo mataron en un atraco delante de su hijo menor, que en ese momento tenía 5 años. Todo un drama para el pequeño, que fue tratado por terapeutas para sacarlo del trauma vivido y que obligó a Maribel a recurrir a las argucias del trabajo para mantener a sus hijos y dos más que le dejó una hermana fallecida. Cinco

en total. Todo un ejercicio de estrategia para sacarlos adelante, vendiendo zapatos, almuerzos y haciendo tortas. Hace 8 años aceptó, más a manera de desestresarse que de contentura festiva, ingresar a la mítica danza del Congo Grande, la más antigua de Barranquilla, fundada por Joaquín Brachi, que tiene su sede cerca a su casa en el populoso barrio Los Andes. Se reencontró con la bailadora que había sido, con esa vocación de carnavalera barranquillera saliendo del duelo y de las angustias de crianza de sus muchachos que ya habían crecido. Soñó que podía otra vez, entre tambor y baile, ser nuevamente feliz. Pero solo era eso. Un secreto anhelo.

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El mar se lleva las cenizas de un amor carnavalero

Helkin Larada Tres rotundos fracasos amorosos llevaba Helkin Larada Londoño, un paisa de 55 años. El último vivido dramáticamente en Italia con una coterránea suya con quien peleaba a menudo vía telefónica pues le impedía comunicarse con su hijo menor de 13 años, causándole, después de estas llamadas, grande aflicción. A la larga tenía otros hijos pero ya eran mayores de edad y tenían su vida totalmente realizada. Helkin venía cada año a Colombia a visitar a su anciana madre en la ruta Roma-Bogotá, en donde le tocaba esperar en el aeropuerto para tomar el avión que lo llevaría a Medellín. Maribel se encontraba ese mismo día en la sala de pasajeros esperando el avión que la traería a Barranquilla. En el trafago, el ruido atronador de las llamadas por los altavoces sus miradas se encontraron. Todo cesó a su alrededor. Como si un viento nuevo hubiese petrificado todo lo que se encontraba en ese mágico ámbito. “¿Me puedo sentar a su lado?”, le preguntó Helkin. Y Maribel, que no se reponía de la sensación que algo estaba

El director de la danza del Congo Grande de Barranquilla y Maribel, con familiares de Helkin que llegaron de Medellín para despedirlo conforme a su voluntad. Él ingresó a la danza motivado por el amor.

cambiando desde hacía unos segundos en el universo, le dijo que sí, que bien pudiera, que no tenía ningún problema al respecto. Había pensado, segundos antes, sobre la impresionante apostura del hombre, trastornada por una mirada y unas palabras de cada uno sobre cada cual, entregándose teléfonos y prometiéndose llamadas para continuar el encanto, pese a la distancia. Así pasó. Llamadas, conferencias vía skype, cada vez más largas, descubriendo que tenían tantas cosas en común que bien valía la pena ser compartidas, colocándose una cita en un carnaval hace tres años.

Te amé con gran delirio Maribel había hablado con Adolfo Maury, director de la

danza de El Congo Grande, para que cuando viniera su amor, “el amor de mi vida”, como le decía, le dejará desfilar con ellos como si fuese un integrante de toda la vida. Un congo más nacido en otra parte, pero que debería arraigarse bailando con gran delirio en la ruedas ancestrales de los toques de garabato. “Cuando él llegó estábamos en precarnavales”, recuerda Maribel. “Era un viernes de Guacherna y Adolfo le puso un disfraz de la selva para que saliera bailando con la danza. Siempre le había dicho de lo que significaba para mí Barranquilla y el carnaval, y él quería conocer por qué me gustaba tanto a mí. Ambos nos enamoramos de una forma casi increíble”. Le enseñó los pases de bailes. Las rutinas coreográficas. Salieron en esos carnavales en la Batalla de Flores, la Gran Parada


9 El último día de enero de 2014, después de un ensayo en la danza del Congo Grande de Barranquilla, Helkin sintió un agudo dolor en el pecho. El lunes de carnaval su compañera, integrante de la danza, esparció sus cenizas en Sabanilla.

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y en las fiestas de Galapa y Santo Tomás. Un descubrimiento de una dimensión de música, amor y carnaval que hasta entonces era solo un delirio hermoso en la soledad de cada uno de ellos. Se vino para Barranquilla a vivir con Maribel y sus hijos, a quienes les cayó bien aquel tipo encantador enamorado de su madre y de todo lo que ella hacía. Estuvo tres años con ella con sus respectivos carnavales. Bailados y amados hasta el cansancio en una especie de ensoñación que ninguno de los dos creía que fuera a terminar. Pero terminó.

Lo que el carnaval une que el carnaval no lo separe El 31 de enero del 2014, un sábado después de un ensayo del Congo Grande de Barranquilla, Helkin se sintió mal. Un agudo dolor de pecho. Terrible. Opresivo. Que obligó a medianoche a llevarlo de urgencia a un hospital. Allí estuvo hasta las 6 de la mañana, cuando salió rumbo a la casa. Ese fin de semana se dedicó a observar las prácticas del grupo, enviándole besos con las manos a Maribel en su baile, entusiasmado porque ahora, cuando se pusiera en buen estado de salud, calle pa’ qué te aguanto: se las bailaría toditas al lado de su querida “Negra linda”. El lunes 3 de febrero, Maribel recibió una aciaga llamada. A Helkin le había dado un infarto. Como pudo corrió hasta el hospital donde alcanzó a verlo entubado, con los ojos rojísimos, alcanzando a musitarle adolorido: “Negra, si me enfermo y te enfermas, ¿quién nos cuidará?”. Enseguida cerró los ojos y falleció. Fue uno de los momentos más tristes de la vida de Maribel, que todavía no alcanza a reponerse que su anhelada felicidad se le hubiera escurrido de tan mala forma, dejándola en una tristeza de la que todavía no se repone.

La danza del Congo Grande, de Barranquilla solidaria, le ha pedido que baile para que aleje el fantasma de la pena, pero Maribel se resiste a no verlo cruzándose entre los otros congos, mandándole besos, correteándola entre risas y llevándola de la mano. Este año la danza llevó un cartelón mostrando aquella historia de amor de la costeña y el cachaco a manera de recordatorio melancólico. Así que este martes 4 de marzo, cuando el carnaval apagaba sus fastos en su lucha del eterno retorno, la danza del Congo Grande salió en una ceremonia del adiós en las playas de Sabanilla, en donde en tantas tardes habían paseado agarrados de las manos, para depositar las cenizas de Helkin, tal como fue su última voluntad. Llegaron sus familiares de Medellín, su hija, recorriendo todos abrazados la playa mientras Adolfo, director de la danza, musitaba una oración entre el vaivén del oleaje. Fue el preciso momento en que Maribel, con la cajita de madera aprisionada, la abrió soltando al viento las cenizas hasta confundirse con las aguas encrespadas del Caribe. El auténtico epitafio de un sueño de amor carnavalero que había sido forjado desde siempre con gran delirio y que Maribel nunca olvidará.

Helkin y Maribel disfrutando en Sabanilla.


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Por Roberto McCausland Dieppa

urante los meses ‘barloventos’ (de brisas) en el Caribe, nos abastecernos espiritualmente. Esto lo reflejamos no solo en nuestras vidas familiares sino también en el campo social, y en nuestro trabajo. Este año, más que nunca, cuando el hemisferio norte pasa por un invierno tan crudo e ‘infernal’ en Estados Unidos, el Mediterráneo, África, especialmente África del Norte, despedimos por estos días la celebración más importante de la temporada: el carnaval. Muchos olvidamos qué tan regidos y apegados somos a los ciclos naturales, al rito del ‘anuncio del principio de la primavera’, fuesen festivales bacanales, carnavales en Roma, Venecia, o en la antigua Grecia o el Caribe. El reconocimiento de la energía primal en nuestras vidas es in-negable. Esta energía básica humana y concreta, ya reconocida, cumplida y aceptada da entonces campo para la buena vida social, personal y religiosa, como describen Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, en el Libro del buen amor, y los tratados de la buena salud y cohabitación’, de Maimónides. De las celebraciones saturnales (fin de año) hasta el rito del comienzo de la primavera, es decir el carnaval, y de los más de cinco mil ochocientos años de cultura mediterránea y luego caribe, surge un carácter aparentemente gracioso y chocarrero, pero en realidad

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El rey del carnaval

Bajo diferentes compases musicales y personajes en distintas partes del mundo, el carnaval llega a su fin. El autor encuentra lazos comunes con el Caribe: herencias africanas y mediterráneas.

idóneo, capaz, poderoso y riguroso en su objetivo. Principalmente, engendrado de Baco y Dionisio, un reflejo de nuestras ligas primales, y nuevamente, como mucho de nuestra cultura caribe, de origen clásico-griego, este rey, presunto dios de la noche, espíritu burlador y de la mala poesía. Pero se encuentra aún en nuestras leyendas. En la mitología, este personaje crea sátiras del dios Zeus o Apolo, recalcando su amor por el poder y la procreación; se burla de Afrodita imitando su sensualidad y su gusto por las sandalias exóticas –algo personal del género–; a Hephaestus (Hefestos), el Vulcan ‘herrero’, dios de las armas, lo enloquece tanto que Apolo envía al exilio a este descendiente de Baco. Un celoso juez y crítico burlador ‘mágico’, a este emprendedor y descarado personaje Sófocles le escribe; Luciano le da la capacidad magistral sobre Atenas; Platón utiliza el humor ‘viperino’ para abatir a políticos, y Alberti recalca su importancia social para el mantenimiento del orden. Al igual, escritores como Thoreau, Swift y Bacon manejan este personaje como Robert Schumann en sus escritos musicales utilizaba los caracteres ‘filisteos’: para justificar y renovar nuevos estilos. Nada menos que el gran Goethe, en su magnus opus Fausto recrea la ‘transformación’ humana de este protagonista comediante dedicado a obtener resultados deseados sin responsabilidad social. Luego, Franz Liszt lo envuelve en carácter de bailarín violinista gitano, seductor de damas de ‘czardas’ –los bares y casetas de baile popular. Cada martes de carnaval, el día de la muerte de Joselito, el Caribe colombiano, en Petersburgo del siglo XIX, aparece Pietro, o Petruschka,


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FOTOS JOSÉ ESTEBAN ROLONG

una marioneta tradicional rusa con alma y espíritu de nuestro celoso burlador. Petruschka, en ‘Mágica’ vida se enamora de una bailarina; a fuerza y sarcasmo, la pierde. Todos los martes de carnaval ‘Petroburgesinos’, este emprendedor marioneta monarca, entra en vida y muere para retornar en un próximo carnaval. Pero, la realidad es que parece ser obstinante e inmortal. Reaparece como el ‘bárbaro mago’, salvaje juez supervisor del rito en el cual una bailarina orgullosamente muere por el exceso de baile en la mitología carnavalesca rusa. Las leyendas, el ballet y su música ‘Petruschka’ y ‘El rito del comienzo de la

primavera’ quedan legados universalmente por Igor Stravinski en sus grandes ‘ballet russes’. Igor lleva la expresión primal, salvaje, ruda y sensual a las grandes salas de música y danza. Nuestro obstinante rey reaparece como Kaspar en Alemania, Pulcinella en Francia, Jakel en Dinamarca, Punch en Inglaterra, Vacilache en Rumania, Vitez en Hungría y para nosotros en Barranquilla, el folclórico rey Momo del Carnaval. Desde la mitología griega a nuestras vidas quién pensaría que nuestro carnaval no solo mantiene y guarda nuestra idiosincrática música, danza, lengua y leyendas sino que al igual es un continuum del

legado cultural humano universal engendrado en los cientos de años de cultura mediterránea y caribe, y en realidad cultura universal. Me encuentro conversando con Ismael Piñeres, productor de programa de radio en Uninorte FM Estéreo, sobre temas en común, música clásica y autóctona –concretamente, historias que producen cuentos y luego se van convirtiendo en leyendas recurrentes, creando cultura vigente. Repasamos la liturgia carnavalesca de nuestra ciudad y ... !Eureka!... Desde la Guacherna y la Lectura del Bando, pasando por la Batalla de Flores, siguiendo al desfile del rey Momo, y culminando con la recurrente muerte de Joselito y su resurrección anual, ‘el rito del comienzo de la primavera’ y nuestro carnaval con sus danzas y expresiones entrelazan dos culturas aparentemente distantes. Fuera de todo, en la expresión corporal en vivo de las danzas en las dos culturas es inesperadamente similar, casi igual en instantes. Descubriendo las escondidas ligas comunes entre culturas aparentemente distantes enriquezcamos nuestra propia experiencia y

gocemos en nivel aún más profundo nuestra herencia mediterránea, africana, europea, es decir mundial, que es el carnaval y su sentimiento humano. Roberto McCausland, pianista y director de orquesta, escribe los domingos, una vez al mes para Latitud. Este artículo también se reproduce en la misma frecuencia, por Uninorte FM Estéreo 103.1 Mhz , a las 6:00 p.m. http://www.uninorte.edu.co/ emisora/index.asp Vea: http://www. robertomccauslanddieppa.com http://www.youtube.com/ watch?v=bh8Jg1urQRk http://www.youtube.com/ watch?v=YSturklh-Mo


9.03.2014 LA REVISTA DOMINICAL DE

EL HERALDO Texto y fotos David Lara*

J La obra

Jenny Marketou con la cantadora Ceferina Bánquez, quien participa en su producción.

enny Marketou presentó en la Primera Bienal de Arte Contemporáneo de Cartagena su obra titulada Flows, que aborda el tema de la música ancestral, con una clara reflexión sobre su complejidad y su resistencia en el tiempo. Algunas notas de prensa establecen que la obra de Marketou trata “sobre la importancia de la cumbia”. Sin embargo, solo se escucha lumbalú, bailes cantaos y bullerengue. De hecho, como ella misma asegura, fue su idea inicial, pero al comenzar su investigación “encontró voces que cautivaron su sensibilidad”, y el proyecto tomó un nuevo giro. La obra puede verse en el segundo piso del antiguo Colegio de la Presentación, hoy convertido en hotel y galería. Es una videoinstalación, con imagen y sonido únicos. Comienza con un chelista sentado, encuadrado del cuello hasta las piernas; las manos cruzadas sobre su instrumento en posición de espera. Hay un corte, aparece Rosalina Cañate en su casa en Palenque, canta a capela un lumbalú. Sigue Graciela Salgado (voz insigne de la agrupación Las alegres ambulancias), y Dolores Salinas (conocida por su interpretación del tema La maldita vieja). Pasa también Petrona Martínez. Se muestran escenas de la primera noche de velorio de Graciela Salgado, fallecida el 14 de septiembre de 2013 en su natal San Basilio. También cantan a capela Ceferina Bánquez y Cecilia

12 La obra de Jenny Marketou

El ‘flow’ de las voces ancestrales

Una mujer nacida en Grecia, que vive en Brooklyn, Nueva York, creó una videoinstalación a partir de las voces femeninas esenciales del Caribe colombiano que han entronizado bailes cantaos, el lumbalú y el bullerengue. Con intervenciones del chelista Christopher Hoffman, quien ha trabajado para figuras del cine como Martin Scorsese, la obra hace parte de la Primera Bienal de Arte Contemporáneo de Cartagena.


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SOBRE JENNY MARKETOU

Imágenes del velorio de Graciela Salgado, cantadora fallecida, cuya voz hace parte de la producción ‘Flows’.

Silva, dos cantadoras de generaciones diferentes, pero que comparten la tradición musical de la región baja de los Montes de María. La presentación de cada una de las cantadoras es seguida por la corta intervención del chelista, quien parece improvisar con su instrumento. Al final, el chelista aplaude, como muestra de regocijo y agradecimiento.

El origen Marketou llegó a Colombia en noviembre de 2013 con la idea de hacer un trabajo sobre el origen de la cumbia. Consultó con expertos y recorrió. Estuvo en San Jacinto, Bolívar; conversó con Juan Chuchita Fernández y Toño García. Estuvo en Punta Brava, islas del Rosario, y compartió con el

Jenny Marketou es una artista interdisciplinaria. Posee un BA en Literatura Comparada de Kapodistrian Univeristy, en Atenas. Una maestría en Bellas Artes del Pratt Institute, en Brooklyn. Ha sido profesora de Arte en distintas universidades de Nueva York. Ha trabajado temas como la migración, la diáspora. Usa el video, la ‘performance’, la grabación de audio, siempre tratando de establecer una cercanía con sus protagonistas. Sus trabajos han sido incluidos en la Bienal de Arte de Atenas (2013); Centro de Arte Contemporáneo en Escocia (2013); Museo Reina Sofía, Madrid (2010); Venecia (2010); Tercera Bienal de Sevilla (2009), entre otros. Este año fue premiada con una residencia artística en Helsinki, Finlandia.

gaitero Sixto Salgado, Paíto. Creyó tener buen material y comenzó su reflexión en torno a los músicos que había escuchado. Quedó impresionada con la vitalidad de los artistas y el deseo de mostrar sus habilidades. Se conmovió con sus condiciones de vida, y le llamó la atención cómo el gramófono dorado del Grammy se enredaba con la precariedad en la que viven Juan Chuchita y Toño García, ganadores en la modalidad de Mejor Álbum Folclórico en 2006. “Eso fue sorprendente para mí, porque son importantes para la cultura

de su país, no voy ahora a juzgar cómo viven, quizá es lo que prefieren, pero son referentes, y deberían vivir, con todo respeto lo digo, en otras condiciones”. ¿Cómo a una mujer nacida en Grecia, que vive en Brooklyn, Nueva York, le interesó el tema de las música tradicional colombiana? “Cuando estaba en Brooklyn —dice—, y recibí la llamada de Bertha Sichel, curadora de la muestra, comencé a pensar en el tema. En Brooklyn, el movimiento de músicos es muy fuerte y muchos de los sonidos que escuchaba provenían de Colombia. Pregunté por el nombre del ritmo y me decían That’s cumbia, fue entonces cuando me propuse hallar sus orígenes”.

Lumbalú y bullerengue El proceso creativo de una obra de arte conceptual puede llegar a ser tan azaroso como certero. Escoger un tema está ligado, sin duda, a sensibilidades personales. ¿Cómo fue esa decisión en el caso de Marketou? “Nací en Atenas —comenta—, en medio de una familia llena de creadores, poetas, artistas y músicos. Luego, cuando me fui a vivir a Nueva York, me di cuenta de que la música es un medio muy poderoso para que la gente exprese sus ideas y sus identidades. Me dije, voy a trabajar sonidos, músicas, hacer una videoinstalación, y comencé a investigar sobre la cumbia y Cartagena”. Supo que había sido uno de los puertos de comercio de esclavizados más importantes de España, y que el aporte afro estaba también en la cumbia. “Gracias a Simón Mejía, productor de la agrupación Bomba Stereo, escuché mucha cumbia en Señal Radio Colombia, revisé archivos de videos, visité artistas como Paíto, Toño García y Juan Chuchita, entre otros, gente maravillosa. Luego estuve en Palenque, y escuché el lumbalú de Rosalina Cañate, y la investigación tomó otro giro… Después estuve con Ceferina Bánquez y Cecilia Silva, y fue revelador. Me cautivaron de inmediato con sus voces afros, originarias esenciales, de resistencia”. En la obra Flows las protagonistas son las cantadoras. Hay también un actor secundario al que jamás le vemos el rostro. Solo su mano izquierda sobre el diapasón del chelo, y la mano derecha, que con el arco frota las cuerdas tratando de imitar las texturas de las voces que ha escuchado, no hay melodía, solo notas sin compás.

El chelista ¿Qué hace un chelo, representación de la cultura europea, de la música clásica, en una obra que


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Fotograma del instante en que aparece el chelista Christopher Hoffman, artista sobresaliente de la escena norteamericana, en la producción ‘Flows’. Abajo, imagen del velorio de Graciela Salgado, en Palenque, lugar que visitó la artista Jenny Marketou para producir la videoinstalación.

14 reivindica la tradición? Para Marketou es un elemento reflexivo en la construcción de la obra: “La tradición del bullerengue y el lumbalú no se enseña. Graciela Salgado, que es maravillosa, o Dolores Salinas, ni siquiera aprendieron a leer y a escribir, pero hablaban su propia lengua, eso es resistencia. Esa tradición afrocolombiana es inmensa, será siempre una seña de identidad. Voces no elaboradas, crudas, en el mejor sentido de la palabra, quise contrastarlas con la presencia de un chelista que es algo muy clásico, occidental, institucionalizado, porque tú necesitas mucha educación, práctica, es un contraste entre la cultura afro y la colonización occidental. Él no busca hacer una melodía, le pedí que las escuchara para que intentara improvisar con su chelo”. Marketou precisa que el chelista (cuyo rostro jamás vemos) es Christopher Hoffman. Un artista sobresaliente en la escena musical norteamericana. Arreglista, productor, compositor de bandas sonoras para especiales de HBO, quien ha trabajado para importantes personalidades del cine como Martin Scorsese, Michael Moore

Gracias a Simón Mejía, productor de la agrupación Bomba Stereo, escuché mucha cumbia en Señal Radio Colombia, revisé archivos de videos y visité artistas como Paíto, Toño García y Juan Chuchita, entre otros”.

o Ryan Scott, entre otros. Al momento de la edición de Flows, Marketou le pidió al chelista que improvisara a partir de las voces. Era pedirle que hiciera lo mismo que hacen las cantadoras. “Cuando estaba grabando a Ceferina —recuerda Marketou— no tuve que pedirle que cantara, ella misma comenzó a cantar, es algo que fluye de ellas sin ninguna elaboración. Me dije “She flows” (fluye), porque es como una corriente, va entregando su flow sin que nadie se lo pida, es natural. Flow significa muchas cosas, es libertad, es un fluido que tú no puedes detener. Y ellas tienen flow, es algo que corre dentro de ellas, que no puedes definir ni atrapar, es una fuerza ancestral, esa fuerza interna que habita en ellas, la música es un fluido que comunica, así no conozcas la letra. No hablo español, no sé qué dicen sus letras, pero siento ese mismo fluido dentro de mí, es la comunicación que la música entrega, fluye de un cuerpo hacia otro, eso es la música para mí”.

Los aplausos Christopher Hoffman (el chelista) escuchó inicialmente las voces de Rosalina Cañate, Cecilia Silva y Ceferina Bánquez, y dijo al instante, recuerda Marketou: “No sé si pueda hacer lo que me pides, y me dijo algo que fue para mí un descubrimiento: me dijo que la voz de Cecilia Silva era más elaborada, más construida, y que le produjo más conexión. Pude entenderlo, Cecilia ha estudiado canto, Ceferina y Rosalina no han ido a ninguna escuela. Christopher (el chelista) se sintió imposibilitado de hacer algo con las voces de Ceferina y Rosalina. Al día siguiente, cuando estábamos en el estudio me dijo: estas mujeres son maravillosas, encantadoras, naturales, nada elaboradas (raw, fue la palabra que usó) y elogió a cada una de ellas. Igual lo hizo la realizadora Marija Stojnic, de Serbia, y que produce películas sobre música folclórica”. El día de la apertura, el editor de la prestigiosa revista Art in America, Richard Vine, se acercó a Jenny Marketou y le comentó que era una obra muy profunda, sólida, y que le había gustado mucho. Allá, en Estados Unidos, Marketou espera que la próxima edición de Art in América traiga una reseña crítica sobre su obra. Acá creemos que su trabajo está hecho con la sensibilidad de un creador honesto y que la crítica que ella espera, vendrá, como en la escena final de su trabajo, cargada de aplausos y agradecimientos. *Periodista y abogado. Docente de la Universidad de Cartagena.


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El comercio de las emociones

Apropiándose de la iconografía de la publicidad, Jenifer Donado involucra en sus pinturas a la mujer y la avaricia por el consumo de productos. Un placer que dejó de ser pecado en la sociedad actual.


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Por Néstor Martínez Celis*

esde el 8 de marzo de 1975 las Naciones Unidas celebra el Día Internacional de la Mujer. Esta conmemoración, más que celebración, ha brindado la oportunidad de incrementar el apoyo a los derechos y la participación de las mujeres en las esferas política y económica de las distintas sociedades del mundo. La reflexión que siempre se hace por esta fecha bien podríamos realizarla partiendo de la obra de una artista del Caribe que muestra un lado particular de lo femenino. En las pinturas de Jenifer Donado siempre hay una mujer protagonista, joven, hermosa, que en cada cuadro vive una situación diferente, como las que experimenta cualquier mujer inmersa en su cotidianidad. La obra examina el fenómeno de cómo se maneja el placer en nuestra sociedad y se vende como motivante del acto de vivir. Trastocando el viejo precepto religioso, la artista presenta su serie de “Los siete placeres capitales”, los que, en muchos casos, se llegan a convertir en metas para la obtención de la felicidad. Ella se apropia de la iconografía de la publicidad y el mercadeo de productos en la sociedad del capitalismo postfordista ( sistema de producción que se encontrarían en la mayoría de los países actualmente) para construir unas imágenes cargadas de deseo, pero que a la vez están impregnadas del cuestionamiento al hiperconsumismo y una crítica velada a las mujeres consumistas, acríticas y banales. En grandes formatos y con una paleta saturada y contrastante, sus pinturas atraen la mirada. La estructuración de la imagen con signos contemporáneos, el colorido audaz de gran riqueza de matices, texturas e intensidades y la utilización del cuerpo femenino predisponen para que se produzca una fluida comunicación con el espectador. Esa es la intención de la artista, quizá por ello las formas se desprenden del lenguaje de la ilustración y de la historieta y el colorido se acerca al ambiente fulgurante del Caribe, con una energía cromática como solo se puede visualizar en el trópico canicular. Egresada del Programa de Artes Plásticas de la Universidad del Atlántico, Jenifer Donado es una joven artista que ha logrado posicionarse en el campo de la plástica regional. Entre otras distinciones, fue la única artista del Caribe finalista del 5º Salón de Arte Joven Embajada de España-Colsanitas, seleccionada entre 641 artistas de diferentes ciudades de Colombia. Aunque sus pinturas tienen un sustrato feminista, Jenifer se desprende de ese feminismo duro y militante de épocas recientes de la

La artista desarrolla su investigación sobre la creación y manipulación de imágenes por parte de los centros de poder, como los medios de comunicación.

historia del arte y con fino humor, de esos que corroen lentamente, plantea la problemática actual de muchísimas mujeres que, sin pensarlo, y menos reconocerlo, se ven sometidas a la dictadura del mercado y de la utilización falaz. Ella utiliza su propio cuerpo, de manera similar a Cindy Sherman, para representar los diversos roles femeninos y exponer su idea artística, pero a diferencia de la artista norteamericana, Jenifer muestra sus facciones y las de sus amigas, es decir la podemos reconocer inmediatamente en la superficie de la tela. Pero estas hermosas mujeres que habitan sus pinturas no deben verse como autorretratos de la artista sino como encarnaciones de los distintos papeles que juegan muchas de nuestras mujeres en esta sociedad del capitalismo transestético. La artista desarrolla su investigación sobre la creación y manipulación de imágenes por parte de los centros de poder, que ponen a circular calculadas ideas sobre la mujer contemporánea utilizando la televisión y todos los medios de comunicación de masas. Por ese camino, una de las estrategias que más le molesta a la artista es el llamado comercio de emociones, mediante el cual se pone a rodar toda una maquinaria mediática para inducir y producir estados emocionales que favorecen la venta de productos (muchos de ellos innecesarios) y crear ejércitos de compradoras. Es lo que muestra la obra Avaricia, donde la codicia es un impulso económico y el deseo fetichista está ligado a lo afectivo. *Artista visual, curador y profesor investigador de la Universidad del Atlántico.


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Texto y fotos: Juan Carlos Rueda Gómez

ace algunos meses, la hija de un amigo me pidió que le ayudara a redactar un análisis literario de Cien años de soledad, especialmente del personaje de Úrsula Iguarán. Le pregunté si había leído el libro y me respondió: –¡Noooo, hombeee ! ¿Quién va a gastarle tiempo a semejante cosa tan larga? Mi respuesta fue que no podía alcahuetearle esa barbaridad. Si no había leído la obra, de nada le serviría que yo le ayudara. A los pocos días me llamó y, en tono jactancioso y triunfal, me dijo: –No hizo falta que me ayudaras. Busqué la tarea en internet y saqué un nueve. Le pregunté la dirección de la web donde halló la tarea y allí encontré el siguiente texto, refiriéndose a esa mujer, columna vertebral de la dinastía de los Buendía: “La madre y el eje de la familia Buendía. Incrédula, etérea y fantasmal, deambula como si caminara adherida a las paredes. Es autoritaria, dedicada y laboriosa, lo que provoca que contraste fuertemente su temperamento y el de su esposo”. Una descripción escueta, lacónica, hasta pobre, diría yo, para una mujer que en el mundo mítico de Macondo resume lo que son nuestras mujeres. Y con eso obtienen una nota mentirosa que ayuda a conseguir un diploma engañoso, para estudiantes tipo morcilla: no son más que un océano de conocimientos con menos de un centímetro de profundidad, es decir iguales a una tripa rellena de arroz, sangre y condimentos. Pero quedan convencidos de que son jamón y de la máxima calidad. A esos estudiantes que odian la lectura, yo les recomendaría, si les mandan a leer la obra

Las Úrsulas de Sibarco Doña Dilia Viloria cumplirá 94 años el próximo 25 de marzo y todavía madruga para producir 400 bollos de yuca diariamente, en compañía de su nieta de 44 años de edad. Para ellas es igual si se celebra o no el Día Internacional de la Mujer.

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19 magna de nuestro nobel y si no, también, que se tomen la molestia de encontrar siquiera una de tantas Úrsulas de carne y hueso, que minuto a minuto, día tras día, luchan con denuedo para mantener a flote su hogar, su familia, sin importar cuán numerosa sea. Justamente encontré dos mujeres que, si nuestro máximo escritor las hubiese conocido, Úrsula no se llamaría así sino Dilia. Una tiene 94 años y su nieta, del mismo nombre, 44. Viven en Sibarco, un pequeño corregimiento de Baranoa, Atlántico. Dicho poblado es un enclave mokaná con cerca de mil años de existencia y sin fecha precisa de fundación hispánica, según el historiador local, Esteban Barrios. Cuenta la leyenda que en sus alrededores nació otra gran mujer, la India Catalina, la primera nativa de este lado del mar que llegó a España, convertida en la esposa de Alonso Montañez, sobrino del conquistador Pedro de Heredia. Allí también nació el 24 de junio de 1805 el único presidente afrocolombiano, Juan José Nieto, que gobernó al país del 25 de enero al 18 de julio de 1861. Doña Dilia Viloria cumplirá 94 años el próximo 25 de marzo. Con una lucidez a prueba de cualquier trampa de la memoria, recuerda que fue en la finca El Mohán, vereda de Morrosquillo, territorio mokaná hoy perteneciente a Tubará, donde nació y se crió hasta que se casó. En ese lugar lleno de árboles de ciruela ‘huele huele’, una variedad de exquisita fragancia, ya extinguida, que ella ayudaba a recolectar. Por supuesto que también se cultivaba guandú, millo y yuca, componentes de la dieta básica campesina, a la cual adjudica su buena salud, que le sirvió para parir y criar doce hijos, de los cuales

En Sibarco, corregimiento de Baranoa, Atlántico, viven doña Dilia y su nieta que, como el personaje Úrsula de ‘Cien años de soledad’, trabajan duro para sacar adelante a la familia.

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sobreviven once, y que espera le permita celebrar 100 años, no de soledad sino de vida plena, rodeada de hijos, nietos, bisnietos, tataranietos y cuadrinietos, que están bastante cercanos. –Ahora las mujeres viven haciendo dieta –dice doña Dilia con una sonrisa que ilumina cualquier recinto y compensa sus escasos 150 centímetros de estatura, haciéndola ver más grande–. Mi papá, Arturo Viloria, criaba y mataba cerdos y esa manteca la guardábamos en canecas para usarla en la preparación de toda nuestra comida, ¿y usted me ve enferma? –pregunta con un gesto en el que mezcla una buena porción de picardía con un tris de desafío. Me cuenta que su gran estado físico se lo debe a las largas jornadas pilando maíz o millo en el pilón ancestral tallado en el corazón de un guayacán. Cuando había un breve descanso tenían que ir a traer agua del pozo o de un arroyo

cercano, si no era que había que desgranar maíz o guandú o hacer bollos para llevar a vender en Barranquilla todos los días. “Nunca me he enfermado de gravedad, afirma con la fuerza de su voz, que se mantiene bien sonora, como si no estuviera a punto de cumplir un siglo de vida. Ahora todo el mundo anda enfermo de artritis o del colon, ¡claro! Si se la pasan comiendo chucherías y harinas de fábrica. Ya nadie muele el maíz p’ sus arepas o el millo o la yuca pa’ sus bollos. Además, se jartan de gaseosas y eso es muy dañino –concluye, mientras ayuda a su nieta, la otra Dilia, la única que ha mantenido viva en esta familia “la ciencia bollera de Sibarco”, actividad que ha hecho famoso al pueblo en todo el Caribe y gran parte del interior del país. –Abuela, ayúdeme a envolver estos bollos, que estoy atrasada, la olla está hirviendo y ya casi llegan otras dos cargas de yuca y hay que pelarla, pero toca envolver en bijao porque el capote de maíz se acabó –dice Dilia, la nieta de 44 años, mientras le llama la atención a sus nietos, tataranietos de la gran matrona, que juegan en el inmenso patio de la vivienda que ha levantado a punta de bollo e’ yuca, así como Úrsula Iguarán construyó la inmensa casona de los Buendía haciendo animalitos de caramelo, pudines, bizcochuelos, merengues, galletas y toda clase de golosinas. ¿Cuántas matas de yuca habría que arrancar, cuántos ralladores, hojas de maíz y pitas de fique harían falta para producir 14.308.000 bollos? Ese es el estimativo que estas dos menudas mujeres hacen, basándose en los noventa y ocho años que suman las dos en este oficio, amasando y cocinando un promedio de 400 diarios, que actualmente se venden en el mismo Sibarco y a veces queda un excedente que se reparte entre Baranoa y Barranquilla a cuatrocientos pesos los medianos y a seiscientos los grandes, esos mismos que el consumidor paga casi al doble, quedando así la mayor parte de la ganancia en manos de los intermediarios. Estas dos mujeres han levantado con su esfuerzo una prole numerosa. Doña Dilia Viloria tuvo doce hijos. Pero el caso de su nieta es una clara demostración de por qué en el Caribe no hay gamines: cuando en la familia muere alguien dejando hijos huérfanos, estos son repartidos y cobijados por sus parientes para que no padezcan necesidades ni corran el riesgo de quedar desamparados en la calle. Claro que Dilia Castro aplica el sentido de la solidaridad de una manera que desconcierta y despierta admiración, con una actitud tan humilde, sin aspavientos, que da la impresión de que para ella es lo más normal del mundo.


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20 Tuvo solo dos hijos, Miriam y Samir, pero al poco tiempo se separó de su primer marido. Coincidencialmente, Danilo Corro, que siempre estuvo enamorado de ella desde que eran adolescentes, también había terminado su relación de pareja y empezó a cortejarla. “Me tocó gastarme bastantes cajas de cerveza en la cantina que ella abrió en la esquina de su casa”, dice Danilo entre carcajadas, mientras pela dos sacos de yuca. Hoy es el músculo que le ayuda a mantener esta empresa familiar que produce entre 400 y 900 bollos diarios, dependiendo de la disponibilidad de la yuca, materia prima indispensable que a veces escasea, sobre todo en los veranos largos. Hace varios años, Dilia compró un lote de ochocientos metros cuadrados, al lado de la casa de su abuela, haciendo caso omiso de quienes le decían que era demasiado grande para ella, sus dos hijos y su nuevo marido, pero ella decía que era mejor hacer una casa grande porque de pronto la familia venía a visitarla en diciembre o

Doña Dilia y su nieta Dilia en el proceso de producción. La ilusión de ambas es tener una estufa industrial a gas para dejar de cocinar con leña, que tanto daño les hace a sus pulmones y al ecosistema.

durante el festival del bollo y el guandú que se celebra en enero. Y esta premonición resultó cierta, aunque de manera dolorosa ya que su madre murió joven y ella tuvo que asumir la crianza de sus once hermanos, a quienes sacó adelante con su industria casera. Posteriormente se repitió el drama familiar al fallecer su hermana mayor, Karina Isabel, en el parto de su hija Karina, de cuya crianza se hizo cargo, junto a la de su hermano Guillermo. Estas dos ejemplares mujeres, la una con unas cuantas arrugas más que la otra, pero con la misma entereza y el amor por la familia y el trabajo, dicen desconocer cuándo se celebra el Día Internacional de la Mujer. Eso las tiene sin cuidado, ya que jamás esperan un reconocimiento por lo que es natural en ellas: trabajar y cuidar de los suyos, los hayan parido o no. Si los estudiantes que tienen que hacer algún trabajo de investigación sobre mujeres ejemplares, sean de ficción como Úrsula Iguarán o de carne y hueso como tantas que hay en nuestras ciudades y campos, se detuvieran a analizar y conocer el valor de esas anónimas luchadoras que abundan y son pilares de nuestra sociedad, en vez de preguntarle a míster Google, para después, a punta de copialina, ganarse una nota, que a la postre va a resultar desafinada, tendrían un sentido más claro y ético de la vida. Felicidades, Dilia Viloria y Dilia Castro, en este y todos los días de la mujer, que ustedes dignifican con su trabajo, entrega y honradez. Y ojalá alguna entidad estatal les haga realidad el deseo de tener una estufa industrial a gas para no seguir cocinando los bollos con leña, que tanto daño les hace a sus pulmones y al ecosistema. natubarajr@gmail.com


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FOTOS @JOXCORR

Artesanías en palma de iraca en Usiacurí Patrimonio Cultural del Departamento del Atlántico

@TORNNILO

En Usiacurí , algunas de las puntadas que se pueden encontrar en los tejidos que allí elaboran son: mimbre, catatumba, estera, cuatro pasadas, ojito de perdiz, fondo de silla, tres pasadas, nudillo de cuatro pasadas, rombo bordado, panal, flores con pétalos, flor estrella de mar y flor bordada. Con ello, los artesanos de este municipio lograron conseguir el Sello de Calidad Icontec. Pero su preparación continúa, ahora los más jóvenes le apuntan al bilingüismo para poder atender la demanda de visitantes extranjeros Puerto Colombia en busca de artesanías y de las Barranquilla posibilidades turísticas de Usiacurí.

Tubará

Galapa

Soledad

Malambo Juan de Acosta S/grande

Baranoa Polonuevo Piojó

USIACURÍ

Santo Tomás Palmar de Varela

Luruaco

Sabanalarga Ponedera

Repelón Candelaria

Manatí

Campo de la Cruz Santa Lucía Suan

Usiacurí funde sus raíces en el pasado indígena, y durante el periodo hispánico fue encomienda y luego corregimiento. Para 1856 se elevó a la categoría de Municipio, logrando a inicios del siglo XX fama nacional por sus aguas medicinales y por la presencia del poeta Julio Flórez, quien llegó en busca de salud y tranquilidad. Esta población se ha convertido –gracias a su peculiar composición topográfica de lomas y ensenadas– en un pesebre vivo. A ello se suma la Casa Museo Julio Flórez, los pozos de aguas medicinales, el mirador del Sagrado Corazón y el Bosque de Luriza.

POR ADRIANO GUERRA Y DEYANA ACOSTA MADIEDO Archivo Histórico Secretaría Departamental de Cultura

Sus habitantes además han logrado perfeccionar, a través de generaciones, los saberes asociados a la elaboración de artesanías. Si bien la mayoría de poblaciones con un fuerte pasado indígena transmiten de generación en generación los legados de alfarería y artesanía, en Usiacurí la elaboración y manejo de la palma de iraca se remonta a la segunda década del siglo XIX, convirtiéndose en la actualidad en la mayor fuente de ocupación que involucra a todas las edades, desde los niños de 5 años hasta los adultos mayores. Tanto, que a la entrada del municipio se encuentra el ‘Monumento a la Araña’, elaborado por Yino Márquez y que simboliza el espíritu tejedor.

Para mantener y perfeccionar el legado, sus pobladores se organizaron en cooperativas productivas, donde además se capacitan y se instruyen sobre las diferentes formas de elaboración de los tejidos para lograr productos artesanales de máxima calidad y belleza. Las técnicas más utilizadas son el tejido trenzado y ensamblado, implementando herramientas como agujas, tijeras, pinzas y alicates, con lo cual han conseguido una combinación de colores en tonos amarillos, rojos, azules, verdes, morados, cafés y naranjas, entre otros, cuyos resultados se materializan en más de 100 productos. La mayoría de estos colores son extraídos de hojas, semillas, raíces, cortezas y minerales.


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La japonesa Miyako Ishiuchi reproduce la apasionante personalidad de la pintora mexicana a través de la fotografía.

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Por Celia Sierra

a poética de la artista japonesa Miyako Ishiuchi reproduce el dolor, la creatividad y la apasionante personalidad de la mexicana Frida Kahlo a través de la fotografía de algunas de sus prendas, recientemente descubiertas, que dibuja uno de los más originales y dulces retratos de la pintora. El libro Frida by Ishiuchi (Editorial RM), que ahora ve la luz, recoge entre sus páginas imágenes de ortopédicos corpiños cuajados de vivas ilustraciones, zapatos de distinta altura que sortearon los efectos de la polio o faldas estampadas y bordadas con vivos colores, que, desde la ausencia, retratan a Kahlo (1907-1954). Miyako Ishiuchi, reconocida fotógrafa con una trayectoria marcada por la realidad fragmentada, documenta las prendas descubiertas en la casa de la pintora en 2004, que permanecieron ocultas casi medio siglo en un baño, cerrado tras la muerte de la pintora por instrucciones de Diego Rivera. «El cuerpo de Frida se habituó a su débil condición física. Sus vestidos fueron los instrumentos que utilizó para arroparlo», comenta la artista japonesa en el prefacio del libro.

Frida


23 FOTOS EFE

‘Las dos Fridas’, autorretrato de la artista mexicana, muestra los largos trajes que usaba.

La artista japonesa fotografió en detalle las prendas

Con luz natural y una cámara analógica, la artista instaló su set de fotografía en el patio de la que fue la casa en que nació, vivió y murió Kahlo, La Casa Azul, que hace las veces de su museo y donde reposan sus cenizas. Sin retoque, ni postproducción, las fotografías que aparecen en Frida by Ishiuchi, bañadas por una tenue luz dorada, no tienen trampa ni cartón, salen directamente del ojo de la artista. A través de los detalles de prendas –un pequeño roto, un tacón más alto que otro, una falda hasta los tobillos–, Ishiuchi retrata los testimonios que en ellos dejó la enfermedad de la polio y el accidente de tráfico que sufrió a los 18 años. La belleza de las faldas del traje de tehuana (atuendo de mujeres de Oaxaca que solía llevar) contrastan con el dolor de su camisón de hospital y la crudeza de sus muchos corpiños de yeso, que ella misma pintaba con alegres motivos o con combativos símbolos comunistas. Entre todos los objetos y prendas, llama la atención un lápiz para ceja que la mexicana utilizó para destacar aún más su reconocible línea cejijunta, o los primorosos encajes y lentejuelas de uno de sus trajes más elegantes. La mayoría de las prendas son sedas y algodones, ya que su delicado cuerpo no podía

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Un tacón más alto que otro, una falda hasta los tobillos, Ishiuchi retrata los testimonios que dejó la polio y el accidente que la artista sufrió a los 18 años. CASA AZUL/PÁGINA WEB

cargar con telas pesadas: «Frida se vio obligada a convivir con la debilidad de su piel, carne y entrañas», reseña la artista japonesa, que a través del detalle emprende un peculiar viaje a través del tiempo. Pero las prendas que aparecen en esta obra, junto a varios objetos personales como joyas y maquillaje, no solo hablan del dolor que sufrió a lo largo de su vida, también de su particular estilo que la ayudaría a convertirse en uno de los íconos más presentes del siglo XX. «Frida era consciente del poder de la vestimenta para

construir y expresar su personalidad», argumenta en esta edición Circe Henestrosa, comisaria de la exposición que vio la luz tras el descubrimiento de estas prendas, y quien sostiene que la mexicana adoptó el traje tradicional tehuano «para estilizar su figura y construir su identidad mediante la discapacidad, la etnicidad, la moda y el vestido». Enferma, dolorida, sensual, coqueta o combativa, todas estas facetas de la extraordinaria artista que fue Frida Kahlo han quedado impregnadas en su ropa como si de una de sus obras se tratara. «Me pinto a mí misma porque a menudo estoy sola y es el tema que mejor conozco», solía decir.

Kahlo, vista por su ropa


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