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REVISTA # 1539

2.06.2013 LA REVISTA DOMINICAL DE

EL HERALDO

VIDA EN LA PLAZA DE MAJAGUAL |12

 El diablo sale en Corphus Christi | 4

 Ciclo: mujeres en el arte | 10

 Historia de una terraza | 20


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dise ño

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‘UNA TARDE EN CARTAGENA’/FOTO JAVIER GARCÍA

SECCIONES 06

Rec ono cim ient o al

Aquel mayo del 68

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Con testimonios de algunos participantes y observadores en Colombia de las situaciones que dominaron la famosa escena mundial de Mayo del 68, la periodista española Paula Romero reconstruye desde Barranquilla episodios estudiantiles universitarios, expectativas y consecuencias de aquel movimiento, que aún con visos de violencia se catapultó como una etapa de soñadores o, como dice uno de los entrevistados, el profesor José Daniel Sánchez, “en una revolución de los sueños, del sexo, del amor, de las opciones y reivindicaciones más fundamentales del ser”. 10

Ciclo: Mujeres en las Artes

El columnista de Latitud, el pianista, compositor y director de orquesta barranquillero Roberto McCausland Dieppa inicia la serie ‘Ciclo: Mujeres en las Artes’. En la primera entrega analiza la seducción artística femenina, empezando con Cleopatra, inmersa en el Imperio Romano. A ella le dedicará dos ediciones. 18

Literatura infantil

Irene Vasco, Luis Bernardo Yepes y Nora Carbonell, reconocidos en el ámbito literario de Colombia, fueron los jurados del Concurso de Cuento Infantil Comfamiliar Atlántico 2013, en el que resultó ganador Luis Mallarino, radicado en Barranquilla y reconocido como poeta. Les contamos quién es este cartagenero y qué hace en su cotidianidad esta promesa de las letras colombianas.

LATITUD, LA REVISTA LATITUD, DOMINICAL LA REVISTA DE DOMINICAL EL HERALDO DE # EL 1539 HERALDO # 119 Director Consejero

Juan B. Fernández Renowitzky Presidente

Francisco Posada Carbó Editor General (e)

Óscar Montes

Escriben en este número

Alba Pérez del Río Blas Piña Salcedo Helkin Núñez Cabarcas Jairo Soto Hernández John Better Armella Paula Romero González Roberto McCausland Dieppa

Jefe de Redacción

Rosario Borrero Gerente

Elaine Abuchaibe Auad

Edición, Selección de Textos e Imágenes

Martha Guarín R.

martha.guarin@elheraldo.co Imágenes: Giovanny Escudero, Javier García, Luis Rodríguez, Jairo Soto Hdez., Archivo EL HERALDO, archivos particulares, Archivo Histórico del Atlántico. Ilustración de Carlos Gustavo Forero Támara, tomada del libro de cuento infantil ‘El abominable monstruo devorador de papel higiénico... y su pandilla’./Editorial Comfamiliar del Atlántico

Director de Arte

Portada: Plaza de Majagual, en Sincelejo /Foto José Cruz

fabian.cardenas@elheraldo.co

Contraportada: Omar Figueroa Turcios

Fabián Cárdenas

Los escritos de los colaboradores solo comprometen a quienes los firman.


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LA ESTATUA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, ‘EL PROTECTOR DE BARRANQUILLA’

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n marzo de 1947, un grupo de prestantes damas barranquilleras, bajo la coordinación de la Diócesis local, desarrollaron el plan de habilitar una estatua al Sagrado Corazón de Jesús, y se diseñan los primeros esbozos y los mecanismos para su financiación. Los primeros aportes fueron depositados en bancos de la ciudad y la iniciativa de la estatua daba una altura de once metros. La Junta Pro-Monumento logra su misión cinco años después de aquella filantrópica labor y llegaba procedente de Italia la monumental estatua del Redentor; la estatua hecha en su totalidad de mármol de Carrara llegaba en el momento justo que la ciudad y el Departamento se preparaban mediante decretos asociarse al cincuentenario de la consagración oficial de la República de Colombia al Sagrado Corazón de Jesús, de conformidad con lo dispuesto en la Ley 1a. de 1952; tales fundamentos asociados a tan trascendental suceso justificaba estrechar los vínculos espirituales de la región con la Iglesia Católica. Es 20 de junio de 1952, el pabellón nacional es izado en las oficinas públicas y privadas y lugares residenciales, la orden departamental llegaba a las alcaldías e inspecciones para ejecutar programas especiales en “honor de la conmemoración de la consagración de la patria al Sagrado Corazón de Jesús”. El lugar escogido para la colocación de la monumental imagen fue una decisión y gestión de la presidenta de la Junta Pro-Monumento, doña Cecilia Echeverría DíazGranados. El sector denominado Ciudad Jardín es un sitio donde se tiene pleno dominio de la

Historia gráfica de Barranquilla XXII entrega* ciudad por ser uno de los sectores más altos, el cual cobijaría la imagen protectora de Barranquilla. Una vez bendecido por monseñor Julio Caycedo y Téllez, el monumento fue identificado por muchos años como el Cristo Elevado, ya que dominaba todo el escenario espacial de la ciudad. El fervor cumplía 50 años y las festividades se concentraban en el Barrio Abajo, donde se encuentra la iglesia de su advocación y la procesión era cada día más numerosa. A mediados de la década de los 80 la estatua queda abandonada en su nueva nomenclatura, carrera 42E entre calles 80 y 82, todo era maleza; muchas empresas privadas ayudan en su ornato y embellecimiento ya que el lugar era considerado ‘el pulmón’ de La Arenosa. Popularmente, El Sagrado lo empiezan a denominar

Acto de entrega de obras de remodelación del Parque Sagrado Corazón de Jesús. (Diario del Caribe, octubre 13-1980).

Esbozo primario del monumento. (Fondo Prensa ‘Diario La Prensa’, marzo 8-1947).

como El Santo Cachón, por ser testigo obligado de encuentros de oscuros idilios amorosos. El parque remodelado por gestiones privadas, en este caso la firma Café Universal, es bendecido por el obispo Ugo Puccini Banfi, el 12 de octubre de 1980, y se sigue con el ornato y embellecimiento por muchos años; actividades culturales y lúdicas son incorporadas en la zona, en plena década de los 90. En la actualidad viene de otra recuperación por parte de la Alcaldía Distrital y la empresa Triple A; cuenta con una variedad de árboles frutales, zonas verdes amplias y zonas de recreación para los niños. A su alrededor, por la expansión demográfica urbana, rodean al santo casas y edificios multifamiliares. (*) Helkin Alberto Núñez Cabarcas Funcionario Archivo Histórico del Atlántico


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Hay diablos que salen en Corpus Christi Como una reafirmación de las creencias del dominio del bien sobre las fuerzas del mal, y tras asistir a una misa solemne y procesión, hombres ataviados con ropajes coloridos y máscaras danzan públicamente en Valledupar, con la intención de rendirse ante el Santísimo.

4 Texto y fotos: Jairo Soto Hernández*

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esde la perspectiva de un significado mágicoreligioso donde se reafirman las creencias del dominio del bien sobre las fuerzas del mal —a través de diferentes rituales, en los cuales luego de una misa se realiza una procesión con el Santísimo Sacramento por las calles— se celebra desde hace más de un siglo la festividad del Corpus Christi en Valledupar, capital del departamento del Cesar. Estas celebraciones se convirtieron en una oportunidad para unificar lo espiritual con lo social a través de la festividad,

en la cual participan danzas rituales protagonizadas por los llamados ‘diablos’, quienes se atreven a vestirse del temido Lucifer ataviados con ropajes coloridos, cascabeles, sonajeros y máscaras de colores llamativos, con la intención de rendirse ante el Santísimo. Los Diablos danzantes del Corpus son una de las expresiones culturales de mayor significado y tradición en el Caribe colombiano, muestra de la diversidad cultural y evidencia de la influencia europea, indígena y africana, la cual se mantiene viva hoy gracias a la memoria colectiva de sus miembros, quienes la han conservado de generación en generación, siendo Benito Galindo su precursor en 1879, tradición que se sigue en cada uno de los tres grupos de esta danza que existen en la ciudad: el comandado por Silvio Jiménez, considerado hoy el gran capitán de los Diablos; el grupo de los herederos de José María Corzo, dirigidos hoy por Salvador Corzo, quien perteneció por 25 años al grupo de Silvio, y el tercer grupo lo lidera Eladio Calderón, hijo de Antonio Calderón, quien, a diferencia de Silvio y Salvador, no danza vestido de diablo sino que acompaña el recorrido de civil. Los rituales se inician la víspera del Corpus Christi, cuando a las doce del mediodía el capitán Silvio Jiménez,

Al finalizar la procesión, el sacerdote bendice a los danzantes, quienes a medida que danzan al compás de los acordes de tambores, maracas y acordeón, al llegar a los altares de la procesión le hacen versos al Santísimo.


5 vestido de diablo, llega hasta la puerta de la iglesia de la Inmaculada Concepción y entre un rebatir de campanas le recita versos al Santísimo. Luego realiza el recorrido tradicional que al siguiente día hará la procesión al Santísimo, haciendo las paradas en los lugares de ubicación de los altares. La tradición establece que en este recorrido lo acompañen los otros miembros de las danzas del Corpus, pero el único que porta el vestido ritual de diablo es el capitán. El día de la celebración, ante el toque de llamada, a las seis de la mañana, se produce la llegada de los Diablos a la casa de Silvio Jiménez; primero lo hacen los miembros de la danza, quienes uno a uno hacen su arribo y saludan de manera reverencial al capitán de esta; posteriormente llega el grupo liderado por Salvador Corzo, integrado por unos doce diablos, quienes danzan y solicitan la bendición al gran capitán; luego Salvador Corzo, solo, danza con rápidos pases y juego de brazos y espuelas; se detiene e improvisa el siguiente verso: Esto me da sentimiento Y también me da melancolía Por mi padre hice este juramento A Dios que sí fue mi compañero Mi padre Antonio María.

Al finalizar esta parte de la ceremonia, todos los diablos entran a la vivienda de Silvio Jiménez y se ubican alrededor del altar, con lo cual dan inicio a un místico ritual que incluye una serie de oraciones y actos reverenciales ante Dios. Previo a la partida para la procesión, el capitán ofrece a todos los diablos un desayuno tradicional, que incluye carne molida y arepas, fieles a la tradición impuesta por los pioneros de la danza. Los dos grupos de danzantes se dirigen al atrio de la catedral, generosamente adornada y con asistencia plena, y se inicia el pago individual de promesas y ofrendas.

Los Diablos permanecen atentos y disciplinados al desarrollo de la misa desde el atrio, dando demostraciones de humillación, sin ingresar al templo. “(…) aquí no ha habido tradición que los Diablos entren al altar mayor, por eso nosotros (los diablos) permanecemos en la puerta de la iglesia durante la eucaristía” (Silvio Jiménez, entrevista, 17 de julio de 2010). Al finalizar la misa se da inicio a la procesión, encabezada por el sacerdote con la custodia, bajo un palio y con la presencia de los tres grupos de diablos danzantes se realiza el recorrido por las calles del barrio Cañahuate, en el cual están incluidas las estaciones en los altares callejeros, adornados con palma, flores e imágenes religiosas, ubicados en la ruta de la procesión, donde tiene lugar la representación de la lucha entre el bien y el mal, ante la mirada de propios y extraños, quienes en improvisado

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redondel observan a los diablos sacudirse en puntas de pie, en juegos de espuelas y brazos, y haciendo versos al Santísimo Sacramento en cada estación. En cada altar se realiza una ceremonia con oración y danza por parte de los Diablos. Según Silvio Jiménez, capitán de los Diablos de Valledupar, “(…) al finalizar la procesión salimos a darles los agradecimientos a las personas que nos han colaborado, visitamos las casas viejas donde los Diablos anteriormente visitaban y ahí danzamos y le dedicamos versos a la familia” (entrevista, 16 de julio de 2010). Caja, maracas y acordeón marcan el danzar de los Diablos, los cuales recorren los altares armados al paso de la procesión, con cuatro rutinas de baile de para atrás, sin darle jamás la espalda al Santísimo. El sonido de las castañuelas, las espuelas y el tintinear de los cascabeles de bronce amarrados a sus rodillas y a sus polleras acompañan esta danza de Diablos del Valle de Upar. Silvio Jiménez recuerda con mucha nostalgia: “(…) yo vi bailar a Felicito Jiménez y a Benito Galindo en cabriolas con botellas; hoy nadie se atreve a bailar así, pues esto tiene su mística” (entrevista, 17 de julio de 2010). Los Diablos Danzantes de Valledupar llegan al cementerio para cantarles y bailarles a sus familiares fallecidos y presentarles a sus nietos, en señal de que la tradición de bailar ante el Santísimo continuará. Con acordeón, tambor y maracas bailan y hacen versos en la entrada del cementerio para recordar a los parientes fallecidos, danzarles y reflexionar sobre los hechos cotidianos. Los Diablos danzan ataviados con pantalón corto, estilo bombacho, de satín color rojo, camisa roja manga larga terminada en arandelas, una pollera típica, bien adornada con cascabeles y campanillas, un peto en el pecho cubierto

con espejos y cascabeles, medias largas rojas y zapatos negros con espuelas metálicas de jinete. En la cara, una máscara montada en un hexágono de cartón fortificado, elaborada con una malla de alambre muy delgado, tiene en cada uno de los extremos superiores un par de cachos pintados de color negro o rojo. En la malla son dibujados los ojos y la nariz, y una gran lengua de tela, que llega casi hasta el pecho; la máscara está unida a un cuero de ovejo lleno de espejos, moños de cintas variados e imágenes de santos y vírgenes, el cual les cubre la espalda. En toda la representación de la danza del Corpus, los diablos son actores y sus funciones rituales siempre son dramáticas e histriónicas; ellos mantienen viva una tradición centenaria, por lo cual debería ser declarada por el Ministerio de Cultura Patrimonio Cultural de Colombia. *Docente Universidad del Atlántico, autor de varios libros, entre ellos ‘El diablo en la cultura popular del Caribe colombiano’. jairosotohernandez@hotmail.com

Los diablos danzantes de las tres agrupaciones que existen en Valledupar no permanecen en la puerta de la iglesia durante la Eucaristía.

Al finalizar el recorrido, van al cementerio para saludar a sus deudos.


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PODER Cuando la imaginaci贸n estuvo al


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Esta es una nota con foto de ‘Diario del Caribe’ donde se reflejan algunas protestas estudiantiles de la época./ Archivo Histórico del Atlántico.

Por Paula Romero González

ayo del 68 fue y es un sueño para los jóvenes que 45 años después siguen creyendo que la utopía es posible”. José Daniel García Sánchez es un barranquillero que vivió los albores del movimiento estudiantil en la Universidad Nacional de Colombia. Hoy, lejos de los jeans acampanados, de las tardes agitadas en el campus, o las asambleas estudiantiles, es doctorado en Ciencias de la Educación y profesor de la Universidad del Atlántico. Ahora se sienta a hablar de aquellos años con una amplia sonrisa, recordándola como una época de expresión y reivindicación cultural donde la imaginación de cientos

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de jóvenes estuvo, como demandaban los eslóganes, al poder. Casi medio siglo después, los acontecimientos de mayo del 68 se siguen reconociendo hoy como una gran revolución cultural. En Colombia, la movilización estudiantil, motivada por las revueltas europeas, llegó tres años más tarde, y en 1971 miles de jóvenes engrosaron las filas de una lucha contra la opresión del sistema. Las décadas de los 60 y 70 estuvieron muy marcados por una creciente violencia política, económica y social en el mundo entero, como consecuencia de la crisis global. En diferentes frentes se disputaban un Tercer Mundo recién nacido a la independencia y ahogado en la pobreza, el conflicto contra Vietnam, la guerra de liberación de Argelia, el movimiento de Patricio Lumumba en el Congo, el levantamiento de la Primavera de Praga, la revolución cultural impulsada por Mao Tse Tung en China, la revolución cubana, de fuerte calado en América Latina, y un sistema enfrentado internacionalmente en dos bloques contrapuestos y basado en la amenaza nuclear. Por otro lado, en el ámbito ideológico se desarrollaba una serie de corrientes antiimperialistas, anticapitalistas, neomarxistas, castristas, troskistas, maoístas, estructuralistas y freudianas que desembocaban en Herbert Marcuse y en la Teoría Crítica de Theodor Adorno. A su vez, la muchedumbre pauperizada del campo y las ciudades de los países oprimidos, particularmente sus jóvenes intelectuales, fueron sensibles a estas influencias emancipadoras, donde confluyó la cultura hippie y los aires exaltados de los cincos continentes deseosos de libertad. Todos estos factores fueron

caldo de cultivo para agitar a una sociedad que caminaba anacrónica entre los intereses excluyentes de una clase dominante y unas políticas económicas de apertura muy disonantes a las necesidades reales de la comunidad.

“Seamos realistas, pidamos lo imposible”. “Mayo del 68 no tuvo cronológicamente una reacción inmediata, sino que las repercusiones del mayo francés se dieron en espacios y tiempos distintos. Los japoneses lo vivieron más o menos entre el 68 y 69. Los norteamericanos, antes, en una unión entre los hippies de los años 60 y el movimiento estudiantil denominado la ‘nueva historia norteamericana’. En América Latina las repercusiones tampoco fueron simultáneas a los sucesos de París. En Colombia lo que se dio fue una especie de sala que se une con los movimientos que en ese momento tienen gran repercusión, como la revolución cubana y el guevarismo, que conecta con las ideas del mayo francés”, comenta Harold Ballesteros, profesor de la Universidad Autónoma del Caribe. Harold fue presidente del Consejo Estudiantil del Instituto Politécnico Municipal, en el Valle del Cauca, donde se dieron consecutivas huelgas, paros educativos y una fuerte resistencia del estudiantado. “Paralizamos casi ocho meses la Universidad y hubo una especie de consolidación de conciencia de miles de estudiantes de la región y del país. La represión del Gobierno fue tan dura que muchos tuvieron dos opciones: o nos dejábamos matar o agarrábamos un arma y nos enfrentábamos al Estado. Fue entonces cuando vimos vaciarse los salones de clases y muchos compañeros se marcharon al sur


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EL HERALDO para engrosar diferentes grupos guerrilleros como el M-19, liderado por Jaime Bateman, que había sido muy atractivo por la óptima utilización de la publicidad”. Por aquel entonces había varias brechas abiertas que evidenciaban la crisis de la sociedad colombiana. Por un lado se daba un modelo de alternancia bipartidista entre liberales y conservadores, conocido como el Frente Nacional, que pretendía instaurar una aparente democracia tras la caída del general Rojas Pinilla. Por otro, se planteaba el problema de la tierra y una reforma agraria inconclusa, con fuertes focos de violencia, desempleo y pobreza, mientras que la economía extranjera comenzaba a hacer mella territorial. En los años 60 surgen varios grupos guerrilleros motivados por la ola de revolución internacional, como el Ejército de Liberación Nacional (ELN), el Ejército Popular de Liberación (EPL), o las Farc, que combaten contra la dura represión del Estado. A su vez, el Gobierno lanzó un proyecto educativo conocido como el Estatuto Docente, donde se contemplaba una serie de recortes a los presupuestos, una optimización de la enseñanza y la consecutiva privatización de los centros educativos. En 1970 las urnas dieron a Misael Pastrana como Presidente de Colombia, en medio de unas crecidas protestas de varios sectores, como el movimiento indígena, el paro de los obreros y la clase trabajadora o las huelgas universitarias. Es al tenor de ese contexto cuando los estudiantes colombianos, con los ojos puestos en el movimiento de Tlatelolco (México, 1968), el de Córdoba (Argentina, 1969), conocido como el Cordobazo, y el pionero mayo francés de la vanguardista capital parisina,

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comienzan a movilizarse desde instituciones públicas y privadas. Las universidades Nacional y del Valle fueron pilotos en las políticas de penetración de acuerdos educativos norteamericanos y, por tanto, las primeras en reaccionar.

“Prohibido prohibir” El 7 de febrero comenzó la huelga estudiantil en la Universidad del Valle. Diecinueve días después, las protestas fueron duramente reprimidas por el Ejército colombiano, dejando un total de 20 muertos en el enfrentamiento. Misael Pastrana declaró de inmediato el Estado de Sitio, implicando controles a la radio, ley seca y medidas de seguridad. En solidaridad con los estudiantes, la Universidad Nacional secundó el paro estudiantil, y aquello motivó a la comunidad universitaria para que se levantara en múltiples protestas por todo el país, desde la Universidad de Nariño hasta la del Atlántico, en Barranquilla. Fue entonces cuando salieron a relucir los debates que habían estado guardados bajo la ‘ley del silencio’. Aspectos de tipo académico o financiero eran los que más preocupaban a la comunidad universitaria, que exigió la eliminación de los representantes del sector privado y de la Iglesia en el consejo superior universitario y rechazó la penetración de la cultura norteamericana y su intromisión en las políticas nacionales de Educación Superior. “En ese momento, la Universidad del Valle tenía unos convenios con fundaciones norteamericanas que estaban experimentando en algunos barrios pobres de Cali, convirtiéndolos en conejillos de indias. Recuerdo que nos levantamos contra la Fundación Rockefeller y otras que estaban en ese entonces desarrollando

experimentos científicos para el control de la natalidad”, apunta Harold. El epicentro del debate en el movimiento estudiantil lo definió el Programa Mínimo, que sentó las bases de un proyecto sólido de acuerdo con el Gobierno. “Fue aprobado en el segundo de los varios encuentros nacionales de estudiantes realizados aquel año. Comprendía el conjunto de las reivindicaciones claves de estudiantes y profesores”, comenta Marcelo Torres, dirigente estudiantil de la Universidad Nacional y alcalde hoy de Magangué, Bolívar, en una entrevista a la revista Teorema. Los pilares de ese programa estaban auspiciados por las reivindicaciones y propuestas ya promovidas en el Manifiesto de Córdoba (Argentina), en 1918, donde se llamaba a formar un cogobierno entre el universitario y el profesorado, la libertad de cátedra y de investigación, la autonomía de la universidad,

Registro del diario ‘El País’, de Cali, del día que comenzaron las primeras revueltas violentas en Colombia. En Cali se concentró con mayor fuerza el movimiento estudiantil, y fue allí donde hubo más bajas de estudiantes.

El Proyecto de Reforma Educativa generó huelgas y paros estudiantiles, durante meses, en diversas universidades.


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Debido a las huelgas universitarias, Pastrana Borrero declaró el Estado de Sitio. (El País, de Cali, Archivo de Internet).

unas oposiciones de carácter público y la democratización de la educación. “De los diferentes encuentros estudiantiles que se realizaron a lo largo de 1971, el cuarto, organizado en la ciudad de Cali, se llevó en la clandestinidad; y el quinto, que pretendía ser en la ciudad de Barranquilla, acabó realizándose en Bogotá a finales de mayo, debido a que varios líderes del movimiento fueron apresados”, aclara Mauricio Vargas, estudiante de psicología y promotor del blog ‘Movimiento Estudiantil 1971’.

“Las ideas se combaten con ideas” Tras nueve meses de tensión y lucha en las calles, el movimiento estudiantil tomó un nuevo rumbo. Una reiterada oleada de manifestaciones y enfrentamientos callejeros volvió a recorrer el país en los días de octubre, los más

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violentos tuvieron lugar en Medellín y Barranquilla. En el albor de los conflictos, Misael Pastrana cedió a la petición de los estudiantes y el 23 de ese mes expidió el decreto oficial que constituía el nuevo gobierno universitario. A principios de 1972 se llevó a cabo el cogobierno, aunque apenas se prorrogó un semestre. “El cogobierno solo tuvo tiempo de realizar una labor preparatoria y allanar algunos obstáculos. No pudo ni siquiera empezar su papel más importante como instrumento de la revolución: la tarea de determinar el contenido de la enseñanza”, responde Marcelo Torres a la revista Teorema. “Aquel descalabro se debió al estado de confusión y de desorganización reinantes entre el estudiantado. Contribuyeron decisivamente las fuerzas extremoizquierdistas, quienes desataron contra el Moir y la Juventud Patriótica una feroz campaña influyendo en la abstención de la masa estudiantil. El cogobierno sucumbió así entre el fuego cruzado del Gobierno y el ultraizquierdismo”. Mayo del 68 fue una “convulsión de la sociedad francesa que se expresó en los estudiantes, pero que equivocaron el camino porque no dejaron que el movimiento obrero o campesino se expresara como tal, sino que trató de sustituirlo todo. La descreencia de toda institución. No había ninguna propuesta de asumir el control del Estado. Algo similar ocurre con el actual movimiento de los ‘indignados’, a lo que Zygmunt Bauman dice que con las emociones se puede acabar todo, pero con las emociones no se construye nada”, finaliza su relato Harold.

“La imaginación al poder” Muy pocos son los estudiantes que hoy conocen la historia de sus mayores, pocos los que entonan el mensaje “Papá, cuéntame otra vez”

del cantautor español Ismael Serrano. Pocos los que creen en la transformación real a partir de un sueño, pero muchos los que aspiran a alcanzar aquella utópica Isla de Tomás Moro. Los años que siguieron en el sistema educativo en Colombia no mejoraron y muchos analistas denominaron los ochenta como la “década perdida”. El movimiento se vino a menos debido a su anárquica dirección y los influjos sociales que se estaban desarrollando paralelamente fuera de las aulas apagaron los fueros esperanzadores de los estudiantes ansiosos de cambio. La violencia hizo estragos en la realidad colombiana, mientras que los debates se abrieron en torno a dogmatismos y fundamentalismos donde predominaba la intolerancia por las ideas ajenas, cobrando el alto precio de vidas humanas. No fue hasta 2011 cuando el movimiento estudiantil volvió a resurgir en Colombia con la unión de miles de estudiantes, docentes y sindicatos que paralizaron indefinidamente la Universidad hasta la caída del Proyecto de Reforma de la Educación Superior en el gobierno de Santos (la Ley 30). Un aliciente que llenó las esperanzas de miles de jóvenes que vieron cómo la lucha organizada es posible. Para otros, viejos en edad pero jóvenes en espíritu, los años de la imaginación continúan vigentes. Sin embargo, en el sosiego de la experiencia y en el aprendizaje de la vida han encontrado una nueva forma de ver el poder. “Por aquel entonces nos decían que la revolución estaba a la vuelta de la esquina, han pasado 45 años y todavía no ha llegado”, señala el profesor José Daniel Sánchez, “la revolución llega como la planteaba aquel mayo, empezando por uno mismo. Una revolución de los sueños, del sexo, del amor, de las opciones y reivindicaciones más fundamentales del ser”.


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productiva agropecuaria de muchas veces el tamaño del Imperio Romano, la riqueza comercial bancaria sin precedente, logros artísticos científicos todos registrados en sus bibliotecas, escuelas de medicina, salones de las artes, con la sofisticación y elegancia social griega, surgió por última vez debido a Cleopatra. Cleopatra VII, de carácter real, mágica, amorosa, seductiva, fue la hija predilecta de Ptolomeo Auletes, proviene del aúlos, instrumento musical precursor del oboe. Ptolomeo fue un gran intérprete debido a que música como las matemáticas y la gimnasia formaban la base de los estudios académicos reales. Como todas nuestras protagonistas, Cleopatra tuvo una relación íntima especial con su ‘padre héroe’, su padre. Observando las cualidades independientes, el carácter fuerte pero dulce, y la suma inteligencia de su hija ‘princesa’, le dedicó tiempo, atención, y de muy joven la llevaba en sus viajes de negocios. Este ‘padre héroe’ inseparable de su ‘princesa’ le conseguía puestos menores en las asambleas gubernamentales locales para darle experiencia. Ptolomeo ‘Auletes’, como muchos de sus familiares griego egipcios, reconocía el valor de la negociación sobre el conflicto. El Rey Faraón, más ‘poeta’ que ‘político’, decía que su hija tenía el don del negocio y la sabiduría de la justa y buena política. Cleopatra Philopator ‘Auletes’, la única familiar con conocimiento natural de la lengua y costumbre local, aprendió las buenas relaciones con sus súbditos, la disciplina diplomática mediterránea, la costumbre epicúrea de la buena vida social ofreciendo las mejores fiestas en el mundo mediterráneo. Tal como en la cultura Caribe, en el Egipto ptolemaico reconocían la educación, los derechos, el manejo de finanzas, la propiedad, derechos civiles y la libertad decisiva femenina.

Cleopatra instintivamente reinó como un hombre y festejó como una diosa. Los romanos de la época nunca la entendieron y para que su ejemplo no se infundiera entre las mujeres del imperio, al morir nuestra diva, y a sabiendas, cambiaron la historia y acabaron con su legado femenino y político. Como ocurre comúnmente con nuestras grandes mujeres, su padre desaparece a temprana edad. Al cumplir Cleopatra los 17 años su padre muere y la deja encargada con su hermano de un imperio en decadencia. Como si fuese poco y como siempre, el Mediterráneo en medio de guerras civiles y su familia tratando de dividir las tierras, nuestra gran seductora piensa en el legado de Alejandro el Grande ante sus súbditos, y sus tierras, comprometiéndose a restablecer el imperio egipcio según las metas sociales, económicas establecidas por sus antepasados. Tal como nuestras mujeres del Caribe, Cleopatra era una seductora natural. Ella gozaba de una sutileza sensual casi espiritual. Se vestía con colores hondos, togas sugestivas sensuales pero siempre cubierta. Caminaba como una ninfa; sirena esbelta envuelta en un aura mística, elegante, con movimientos suaves, calculados y esbeltos; jamás de prisa. Sus cabellos siempre elegantemente entrenzados, estilo el cual popularizó, recogidos en una especie de moño inspiraban un aire real. El maquillaje que la faraón utilizaba acentuaba su delicadas expresiones faciales. Con su mirada onda ante su piel ligera y la mística femenina, Cleopatra deslumbraba a los hombres. Su voz era inolvidable y es su leyenda. Como si fuera esto poco, nuestra gran dama, ya reina y de personalidad artística, actuaba en libertad total y sin ninguna aprensión. De todas las personalidades, la artística es la más sensible, sensitiva y difícil. Aunque son pocos los hombres y mujeres con este tipo de personalidad, estas personalidades tienen la capacidad de ‘sensualizar’, es decir leer o percibir lo que otras personas a sus alrededores tienen en mente, piensan y o están por hacer. De esto, la irascibilidad de todas nuestras divas, y la facilidad de Cleopatra de ‘esclavizar’ o ‘seducir’ a sus hombres por medio de los ciclos seductivos.

EL HERALDO

Ciclo: Mujeres en las Artes LA SEDUCCIÓN ARTÍSTICA FEMENINA

En el Imperio Romano (Parte I)

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Por Roberto McCausland D.*

a energía femenina inspira, crea arte y artistas, naciones, imperios y legados en el comercio, las ciencias, matemática y política. Con este artículo abrimos el Ciclo Mujeres en las Artes, y empezamos gozando con el gran legado político de la última descendiente de Alejandro el Grande de Macedonia. Esta protagonista es la única heredera reina de la familia Ptolemeo, los dueños y administradores del imperio legado por Alejandro, nacida fuera de Macedonia. Educada en literatura greco-romana y medio oriental, parlante de nueve lenguas, todas necesarias para administrar su imperio, esta patrona de la diosa Isis era versada en ciencias militares, fluviales, astronomía; creó un sistema contable agrónomo y comercial, conocedora y patrona de las artes, administró, engrandeció e hizo próspero un imperio en decadencia, convirtiéndolo en el área más próspera del Mediterráneo y luego el mundo occidental. Sin insurrecciones ni rebeliones, dado a su sistema de distribución de dineros internos, la hija predilecta del rey músico Ptolomeo Auletes XII, la sexta Cleopatra pero denominada séptima, recibe el honor de ser la ‘creadora’ de la seducción femenina sin ser una femme fatale. En Egipto y Grecia se toma el café árabe con azúcar, Roma es el territorio del espresso... El imperio egipcio ptolemaico, codiciado por su capacidad

*Pianista barranquillero, compositor y director de orquesta.



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Al igual que Joe Arroyo cuando decía: ¡Sincelejo, Panorámica de la Plaza, cuando va entrando la noche.

Plaza de Majagual, para que no me olvides!, muchos son los que tienen iguales motivos para pronunciar esa exclamación, diariamente.

Plaza de Majagual

Donde palpita el corazón de Sincelejo

H

Por Blas Piña Salcedo

asta hace pocos minutos el sol parecía una gigante moneda rojiza suspendida en el cielo. Después, lentamente se ocultó en el horizonte. Las sombras cayeron sobre la ciudad. Los comerciantes, que ya se encuentra en sus puestos de trabajo, encendieron las luces de sus negocios. El alumbrado público está en su plenitud. Estudiantes con sus uniformes de diario caminan sin prisa alguna hacia sus casas y se entrecruzan con vendedores informales. La

gente se mueve. Unos para vender, otros para comprar alimentos. Allí se consigue de todo: comidas rápidas, arroz con pollo, carnes, arepas, pollo en todas las modalidades, café, peto, mecatos, accesorios para celulares y hasta bollo limpio con ajonjolí. Es la célebre plaza de Majagual de Sincelejo, la cual cobra vida desde las 4 de la mañana, cuando hombres y mujeres llegan para hacer aeróbicos. Eliécer, así, a secas, como lo conoce todo el pueblo, empieza a ofrecer un delicioso peto. Pero también hay otros vendedores que alcanzan auge ofreciendo deliciosos jugos y comidas. La Plaza de Majagual parece


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FOTOS JOSÉ CRUZ

Eliécer, el de la famosa fórmula del peto; un ciudadano que no quiso dar su nombre posó al ver la cámara, y Óscar Chinchilla con su esposa Elsa, en su pizzería.

decir: “La noche es mía”. Es cuando en ese lugar se da el mayor movimiento. Familias enteras, enamorados tomados de la mano y turistas que quizás únicamente han escuchado hablar de ese lugar a través del grito fuerte de Joe Arroyo, y de muchos otros artistas que la citan en sus canciones, o que quizás de la mano de la historia saben que allí hubo fiesta, pero de la brava, de esa que se hace con los bravíos toros y los que se lanzan tras ellos corriendo en abarcas tres puntá y con un capote que se puede denominar arresto, o que otros llaman el camino seguro a la muerte. Eso es parte de la historia, porque la Plaza de Majagual

Escenas del compartir, que se repiten a diario.

ofrece el solaz, la recreación o el olvido para aquellos perturbados por asuntos que nos roban la paz. Ubicada en lo más alto de Sincelejo, entre las calles 28 y 29, se remonta a tiempos inmemoriales y por una o varias razones está íntimamente ligada al alma de la mayoría de los sincelejanos de todos los tiempos, y de personas de otras tierras que un día decidieron venir a vivir a la capital del departamento de Sucre. Surgió a finales del siglo dieciocho, como la mayoría de las plazas: por generación espontánea. En un principio, en lo que hoy es su frente solo había un camino por el cual transitaban hombres y burros en busca de agua del viejo Pozo de Majagual. Después, los habitantes del barrio La Narciza y lo que hoy es Alfonso López abrieron caminos por

dos sitios paralelos, pero distantes unos 120 metros el uno del otro, con el fin de acortar sus desplazamientos hacia el centro de la población, especialmente los domingos y los días de fiestas, con el fin de asistir a las misas del sacerdote español Pascual Custode, quien impulsó la consagración de la ciudad a San Francisco de Asís. Luego construyeron casas a la orilla de los caminos mencionados, dejando un amplio espacio de más de 100 metros que poco a poco fue utilizado por muchachos y adultos para jugar fútbol o béisbol y para celebrar fiestas. Casas de palma y bahareque fueron levantadas posteriormente en los cuatro costados. En los comienzos de los años mil novecientos fue construido en uno de sus flancos el Cine Dorado, y en el año 1964 comenzó en ese lugar

el Colegio Departamental de Bachillerato Antonio Lenis. Allí ha permanecido hasta el día de hoy. Ubicada a cinco cuadras del centro de Sincelejo, en el barrio del cual tomó el nombre, en los años 50 y 60 la Plaza fue el epicentro de las Fiesta en Corraleja, lo que quiere decir que en sus arenas cayeron docenas de heridos y muertos, pero a pesar de ello en las noches se vestía de fiesta para ser anfitriona de bandas de músicos y bailadores de fandango, como Pola Becté, que hizo historia por sus armónicas habilidades para bailar hasta el amanecer. Por eso hay una escultura en su honor. Cuando las fiestas finalizaban, la Plaza se convertía en cancha para los campeonatos municipales de fútbol. Después era punto de partida o de llegada de marchas de protesta, procesiones y cabalgatas. También fue escenario de batallas campales de piedras y gases lacrimógenos entre los estudiantes del Colegio Antonio Lenis y la Policía, a finales de los años 60 y 80. Enmarcada por la hoy Institución Educativa Antonio Lenis, por una iglesia católica que queda al frente del colegio, y hacia el fondo por una cuadra de viviendas, tiene en uno


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FUENTE DE INGRESOS Y DE INSPIRACIÓN El cantautor Rubén Darío Salcedo sostiene que la Plaza de Majagual siempre ha sido para él una fuente de ingresos y de inspiración. Afirma que en una noche de luna llena, después de un día de intensos ensayos, se vino a relajar en una de las esquinas y haciendo remembranza se inspiró para componer Fiesta en Corraleja, ese porro que le ha dado la vuelta al mundo y que ha sido grabado por más de 50 agrupaciones y orquestas, contando entre esas a la Filarmónica de París. Fue en este lugar del corazón de Sincelejo donde el compositor Salcedo vio por vez primera a la chica que le hizo inspirar la canción La colegiala. En ese mismo escenario la recuerda. “Iba para el colegio y yo estaba allá en esa esquina –dice señalando con el dedo el lado frontal de la plaza– cuando la vi pasar con el bolso de los libros –todavía no eran las siete de la mañana–, me había levantado temprano con el fin de comprar unos fritos para el desayuno”.

PEDREAS ESTUDIANTILES La Plaza de Majagual también fue escenario de violentos encuentros entre policías y los estudiantes del Colegio Antonio Lenis, a partir del año 1968, cuando la influencia de las luchas estudiantiles de Europa y la revolución cubana permeó hasta los tuétanos a los estudiantes de América Latina. Los jóvenes del Lenis, liderados por Ismael Menco –aventajado estudiante del noveno grado que por sus capacidades intelectuales y por su rendimiento académico había sido promovido un año

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antes del sexto al octavo grado– habían sido convencidos de la injusticia social galopante y de la necesidad de luchar por los intereses del pueblo y, en consecuencia, estaban siempre prestos para participar en las grandes movilizaciones nacionales. Consignas e himnos revolucionarios irrumpían en los aires de la Plaza de Majagual y no habían terminado de bloquear una calle o de romper los vidrios de los vehículos cuando aparecían en una de las esquinas los piquetes de policías antidisturbios y se formaba la grande.

MEDIO SIGLO CON PETO EN LA PLAZA Entre los personajes permanentes de la Plaza está Eliécer, con más de setenta años de edad a cuestas, quien aún mantiene el vigor para el trabajo. Se estableció en la Plaza en 1962. Al año siguiente fue testigo del nacimiento del Colegio Lenis y del final de las corralejas en esta plaza en el año 64; de los comienzos de músicos famosos y de las disputas de mujeres por un amor infiel. La Plaza para él ha representado y representa su modus vivendi. El peto helado que vende goza de tal prestigio que los sincelejanos y los que están fuera de esta ciudad hacen manifiesta su nostalgia por el terruño a través de un

Dos ángulos de la Plaza, un sector de venta de comidas y, abajo, la fuente, que le brinda al ambiente su cuota de frescura para paliar las altas temperaturas.

deseo insaciable del peto de Eliécer, que cuando se consume produce una inefable sensación de confort en todo el cuerpo. Cantantes vallenatos como Rafael Orozco, Farid Ortiz, Jorge Oñate y Poncho Zuleta hacen parte del largo listado de su clientela. Su venta en una de las esquinas de la Plaza aglomera diariamente a docenas de personas ávidas de desayunos o de meriendas. Con su negocio, este conocido vendedor de peto levantó tres hijos. Un poco cansado de tanto trajín confiesa que para él la Plaza de Majagual es “lo más grande, lo más querido”. Como Eliécer, allí también instaló su ‘centro de operaciones’ Tomasita Ruiz, reconocida fritanguera que durante 30 años afirmó que de la Plaza de Majagual solo la sacaban muerta. Y así sucedió.

Dicen que murió de tristeza recordando las corralejas que habían sido suspendidas en el año 80 como consecuencia de la caída de los palcos que dejó más de 200 muertos y miles de heridos.

OTROS QUE VIVEN DE LA PLAZA Muchas personas viven de lo que les producen sus negocios en este punto. Todos están instalados en locales que fueron construidos durante su remodelación. Otros negocios funcionan formalmente en los alrededores. Es el caso de Ramón Rosario, de aproximadamente 49 años de edad, quien en vista de que no encontraba empleo en ninguna parte, en 1992 decidió instalar en inmediaciones de la Plaza una venta de perros


15 calientes, hamburguesas y pizzas. Después, cuando se llevó a cabo la remodelación, le adjudicaron un local que va pagando mensualmente. Le va tan bien que logró levantar y educar a cuatro hijos: una auxiliar de enfermería, otra fisioterapeuta, otro auxiliar administrativo y la última está terminando de estudiar facturación. En un buen día se gana entre $80 mil y 100 mil pesos. Ramón, en una expresión de gratitud, afirma: “Para mí la Plaza de Majagual lo representa todo en mi vida”. En una noche en que el invierno amenazaba con meterse de lleno en Sincelejo, encontramos en su negocio a Óscar Chinchilla, natural de El Banco, Magdalena, y quien vivía en Barranquilla, donde la vida no marchaba como él lo anhelaba, por lo que aceptó la invitación de uno de sus hermanos para vivir a Sincelejo. Instaló en la Plaza un negocio de comidas rápidas, el cual atiende con su esposa Elsa, también en un local adjudicado. Por su parte, Ladislao Pérez, en su madurez, decidió dedicarse a la venta de jugos. Gana menos que el resto de sus vecinos de la Plaza, pero se nivela por las mañanas vendiendo frutas en el Mercado. Salvador Rodríguez, sampuesano, de ancestros indígenas, se especializó en arroz con pollo y pollo asado. Se inició en el Centro de la ciudad y posteriormente se trasladó a la Plaza, en donde lleva 15 años en un local adjudicado por el Municipio. “Vivo de esto y he logrado criar a cuatro hijos”, expresó.

LOS CORRALEROS DE MAJAGUAL En los alrededores de esta Plaza también se planeó y fraguó la célebre agrupación Los Corraleros de Majagual. La razón: en una calle vecina vivía Rubén Darío Salcedo y, según

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La plaza alberga un monumento a Pola Becté, famosa fandanguera.

él mismo afirma, a su casa iban diariamente Alfredo Gutiérrez, Calixto Ochoa, Lizandro Meza, Aniceto Molina, Eliseo Herrera –el de los trabalenguas–, los hermanos Benítez, César Castro, Chico Cervantes, Nacho Paredes y otros. Hacían parte de diferentes conjuntos musicales y gozaban de gran prestigio. Un día a alguien se le ocurrió hacer una propuesta que arrojó grandes resultados. “Conformemos una agrupación en grande, integrada por todos nosotros que se llame Los Corrales de Majagual”. La iniciativa cayó muy bien y fue llevada ante Antonio Fuentes, máximo directivo de la disquera que llevaba su apellido. Fuentes acogió la idea pero cambió Corrales por Corraleros debido a que brindaba un mejor efecto sonoro.

VESTIDO NUEVO Durante la administración del alcalde Jaime Merlano, entre el 2004 y el 2007 se planeó, gestionó y comenzó la remodelación del lugar, y se oficializó el nombre de Plaza Cultural Majagual, así como el uso que se le daría:

La Plaza de Majagual, escenario de corralejas. Corría el año de 1951.

actividades exclusivamente de tipo cultural. Se construyeron gradas cuya disposición es alegórica a las corralejas cuadradas que allí se levantaban. También se levantaron locales comerciales en donde ubicaron a los vendedores ambulantes que se encontraban en la Plaza Olaya Herrera, y a quienes vendían informalmente en la Plaza de Majagual. La inversión en su remodelación fue de $3.130 millones de pesos. Se le instaló una concha acústica para facilitar el trabajo de músicos y actores. Cuenta además con parqueadero vigilado para 200 vehículos.

El baldosín del piso tiene un diseño que evoca el entretejido de las figuras del sombrero vueltiao. Inaugurada la noche del 16 de julio del 2008 por el entonces alcalde Jesús Paternina Samur, con la presencia de artistas nacionales, entre ellos Joe Arroyo, quien ayudado por sus antiguos compañeros subió con dificultad la tarima, fue escenario para la entrega de la condecoración Orden Mariscal Sucre. Allí, El Centurión de la Noche cantó con gran esfuerzo, evidenciando debilidad, cansancio y deterioro. Sin embargo, en esa noche, después de haber pisado ese suelo que tanto significó para él en sus comienzos como artista, se esforzó para deleitar a los miles de asistentes y, visiblemente emocionado, en medio de los aplausos, exclamó, igual que en varias de sus grabaciones musicales: “¡Plaza de Majagual… Sincelejo, para que no me olvides”. Periodista.blas@gmail.com


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Con el paso de los años, Cartagena se hace cada vez más interesante, más mágica y especial. Llena de contrastes, El Corralito de Piedra, aún inspira a los fotógrafos que aprovechan cada espacio para convertir cada toma en una postal especial para deleite de propios y del mundo entero. Ayer, este territorio, Patrimonio de la Humanidad, celebró 480 años de su fundación.

480 años de Cartagena Fotos Javier García /El HERALDO-AL DÍA


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18 FOTO DE LUIS RODRÍGUEZ, CON MONTAJE DE ILUSTRACIÓN DE AUTORÍA DE CARLOS GUSTAVO FORERO TÁMARA

Luis Mallarino

Cuesta arriba con la literatura infantil

E

Por John Better

l muchacho dice que se le ha hecho difícil su intento de convertirse en una reconocida estrella de la música vallenata, uno de sus primeros sueños antes de convertirse en escritor. _ ¿Y usted canta?, le indago en la apacible estancia de su casa ubicada en el sur de Barranquilla. – Aunque no cante –es su respuesta, rememorando aquel viejo programa de televisión colombiana. Es Luis Mallarino, quien hace un par de semanas

fue declarado ganador de la XXI edición del Concurso de Cuento Infantil Comfamiliar del Atlántico. Lo suyo es la escritura, la poesía, la prosa. Su pasión inicial por el vallenato, especialmente por los temas de quienes él considera serios compositores del género, le viene del lado materno. Su progenitora, Beatriz Beleño, solía escuchar canciones de Diomedes Díaz, canciones que el pequeño Luis se aprendía de memoria y cantaba una y otra vez en su antigua casa de Cartagena, ciudad en la que nació. Por asuntos de trabajo,

su familia se traslada a Barranquilla. Su padre, Julio Mallarino, profesor de educación física por aquel entonces y hoy docente de la Universidad del Atlántico, insta a Luis, quien contaba con 8 años, a la lectura, no solo obsequiándole libros sino que también le daba consejos que le ayudarían a encaminarse en el camino de las letras: escribe todo lo que te suceda durante el día, le dijo su padre, y Luis, decidió entonces llevar un diario. ¿Qué pasó con la música?, ¿cuándo desistió de ello? –le pregunto–, a lo que responde: –Amo profundamente

La composición musical es otra posibilidad que busca continuar explorando el poeta Mallarino, en la foto con montaje de la carátula de su libro de cuentos ‘El abominable monstruo devorador de papel higiénico... y su pandilla’.

la música, aprendí a tocar guitarra y escribía mis propias canciones, inspirado en grandes compositores como Rafael Manjarrez, José Alfonso Maestre y Roberto Calderón. Luego estuve en algunos concursos municipales en Soledad y Campo de la Cruz, pero me fue como perro en misa, digamos que tuve un divorcio con la música, me peleé de muerte con la guitarra y empecé a hacer poemas. Mallarino dice ser un chico tímido, y afirma que la poesía le sirvió en cierto modo para vencer la cobardía de acercarse a las mujeres. En una página de internet,


19 llamada El Aleph, en honor al extraordinario cuento de Borges, es donde Luis empieza a publicar sus primeros poemas. Transcurría el año 2002. Llevaba con rigor su actividad como escritor al tiempo que estudiaba Química y Farmacia, profesión a la que hoy en día está dedicado, y que reconoce le quita un poco de tiempo a su labor de escribir. Para el año 2005 se arriesga y pone sus poemas a consideración de los jueces en el Concurso Nacional de Poesía Isaías Gamboa, donde obtiene una merecida mención de honor. Tiempo después, la escritora Fadir Delgado, cabeza visible de la Fundación Casa de Hierro, decide invitarlo al espacio Poetas bajo Palabra. En 2006 hace su primer recital, evento donde el joven poeta descubre los encantos y tropiezos de la escena local. –En aquella presentación conocí a muchos autores jóvenes de entonces; empecé a involucrarme con ellos, asistiendo a talleres literarios como los que dirigían poetas reconocidos como Margarita Galindo o Antonio Silvera, y también empecé a darme cuenta de cómo eran los personajes llamados poetas. –¿Y cómo eran? –le disparo. Mallarino responde con el fragmento de uno de sus poemas: Los poetas son esto: seres siniestros que se enorgullecen de sus llagas, de sus pústulas, sus laceraciones. Seres que se agrietan cuando ríen. Seres que se hinchan, se ulceran, se encarnizan y van a los eventos a mirarse entre sí –envidiosos, asesinos– y dicen: tengo una llaga en prosa que ganó premio, y sonríen y se agrietan. Luis Mallarino tiene algo infantil, como de niño en un rincón del aula de clases de su infancia, posee un aura de quien no quiebra un plato. Es tranquilo, habla como esos pequeños que tienden a amortiguar las palabras con la lengua. Además de hacer poemas, el

Luis Mallarino, con el ejemplar de “El abominable monstruo que comía papel higiénico... y su pandilla”, con el que ganó en el 2011 el Concurso de Cuento Infantil Comfamiliar Atlántico.

autor empezó a escribir prosa para la apoca en que formó parte del Taller Renata, que dirige Antonio Silvera. En dos ocasiones sus relatos han sido galardonados con el afamado Concurso de Cuentos de Comfamiliar. “Es muy divertido escribir para niños, ignoraba que poseía la facultad para poder hacerlo, aunque no quiero ser etiquetado como un autor de cosas infantiles, lo que hago es literatura y eso es todo”, comenta Mallarino. Tiene dos libros inéditos de cuentos y poesía, además del libro titulado El abominable monstruo que comía papel

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higiénico... y su pandilla, que fue el primero de sus cuentos para niños en ser premiado por Comfamiliar. Allí cuenta la historia de una pandilla de monstruos que deciden asaltar un pueblo entero; cada uno de ellos tiene predilección en comer algo específico, el que comía papel higiénico se roba todas las existencias en un supermercado, creando así situaciones hilarantes en la vida de los habitantes. El texto fue inspirado en una amiga del autor que tenía una secreta afición: robar papel higiénico de los supermercados. En esta reciente edición del

Un cartagenero, químico farmacéutico y además poeta, radicado en Barranquilla –que no desea ser etiquetado como escritor de literatura infantil– acaba de ganar por segunda ocasión el Concurso de Cuento Infantil Comfamiliar del Atlántico.

En la biblioteca de Comfamiliar, leyéndole a un grupo de estudiantes.

Concurso de Cuento Infantil de Comfamiliar, el autor vuelve a ganar, esta vez con un relato titulado La venganza del salchichón cervecero, escrito a la manera de los diarios que Mallarino llevaba en su infancia. Trabajó un tiempo como promotor de lectura, lo que lo llevó a desarrollar talleres con muchos pequeños, les leía y organizaba obras de teatro. “Creo que es un público exigente al que no hay que mirar por encima del hombro, a ellos hay que contarles las cosas de la forma más seria y natural posible, y sobre todo escucharlos, que es algo que he aprendido ahora que soy padre, y lo comprendo más cuando escuchó a mi hija Maine, de 4 años”, comenta el premiado escritor. En cuanto a su relato La venganza del salchichón cervecero, próximo a ser publicado e ilustrado por su hermana, la artista plástica Beatriz Mallarino, cuenta con algo de recelo su trama: “Esto me da un poco de pena, pero bueno, en parte, el personaje tiene algo de mi padre, quien era profesor, pero también es una mezcla de profesores tiranos que he conocido a lo largo de mis años escolares. Entonces aquí todo gira en torno a ese docente de matemáticas al que un grupo de estudiantes suelen hacerle un sinnúmero de travesuras, hasta ahí les cuento”. A la fecha, Luis Mallarino tiene un par de libros inéditos, uno de poemas y otro de relatos. Su producción poética ha sido incluida en antologías nacionales y extranjeras. La más reciente, Postal de oleaje, antología de poetas colombianos y mexicanos nacidos en los ochenta. Pero Luis no es un tipo de afanes. “No tengo ninguna prisa en publicar, mi misión ahora es tratar de que las cosas que escribo tengan la contundencia necesaria para que eso suceda en un futuro, el único afán que tengo es hacer cosas buenas, libros fantásticos”, concluye Mallarino. *@turbajackson


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E MADRID

Por Alba Pérez del Río

“Poder pasearte sin temor por las calles de tu ciudad o sentarte tranquilo en tu terraza a tomar el fresco, son derechos inalienables que los barranquilleros jamás debieron dejar de exigir. Frente a eso no cabe ni la apatía ni el desánimo”.

Historia de una terraza

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n sus buenos tiempos, la terraza era un sitio muy apetecido de la casa. El abuelo solía disfrutarla por las mañanas, sentado en una vieja mecedora y acompañado de un pequeño transistor que le permitía seguir la actualidad sin los ruidos propios de una casa que ponían patas arriba para poder airear y limpiar. De tanto en tanto, el abuelo paralizaba las labores domésticas para anunciar que se había quedado dormido y que alguien, un ratero sigiloso y atento a sus descuidos, había vuelto a llevarse su inseparable radio y con esta su feliz conexión con el mundo exterior. Entonces, la madre se enfadaba con los pequeños a los que se les había encomendado el cuidado del anciano, reñía a la empleada para descargar su rabia contra el astuto ladrón y se quejaba de que por la tarde tendría que volver a bajar al Centro para reponer lo robado. Por su parte, el abuelo volvía a recluirse en su habitación y se echaba a dormitar en posición fetal y dándole la espalda a la puerta desde la que le llegaban infructuosos requerimientos para que se acercase a comer. Sin radio, lo que pasase a su alrededor poco o nada le

importaba. En las tardes, había nuevamente ración de terraza. Las mujeres del hogar se apropiaban de ella para sentarse a conversar con las visitas pues era la mejor forma, decían, de tomar el fresco y de tomarse un buen tintico. Por la noche, la terraza despejada desde el sardinel hasta la puerta de entrada pertenecía por completo a doña Virginia. El cedro centenario que aún vive en el lado izquierdo del antejardín puede dar testimonio de ello. Doña Virginia se agazapaba detrás de la cortina de su casa para poder fisgonear la vida de sus vecinas adolescentes que regresaban de madrugada, tras una noche de fiesta. “Doña Virginia, ¡ya puede irse a dormir!”, le gritaban, quizás buscando que la mujer se sonrojara por su mala costumbre. De haber vivido en su tiempo, David Teniers la hubiese incluido en su serie de fisgones y doña Virginia estaría hoy colgando de una sala del Museo del Prado. ¡Qué lástima! En época de aguaceros, la terraza era pública. Pertenecía a todos los jóvenes y niños del barrio que venían a disfrutar de los potentes chorros que se precipitaban como furiosas cascadas desde sus gárgolas. En la vida de la ciudad, un padre de familia salía en calzoncillos a la búsqueda

y caza de un ladrón que se había llevado en un saco las porcelanas del salón de su casa o las ondeantes sábanas que se estaban secando en el patio. Salía sin más, sin nada que lo amparase, en busca de un ladrón cuya única arma era la velocidad enloquecida de sus piernas. Si es que lograba escapar, se salvaba de la tunda que le aguardaba por intentar apropiarse de lo ajeno y por haberle echado a perder la siesta a otro. Cuando el abuelo murió, en la terraza se hicieron presentes dos mecedoras vienesas que, habiendo sido restauradas para las mujeres mayores de la casa, fueron mayormente utilizadas por dos recién estrenadas universitarias: una joven de la familia y una compañera suya de clase, ambas poco amantes del encierro y muy dadas a la ensoñación. La posesión de la terraza se prolongaba durante tardes enteras y meses completos. Los meses que debían preparar los exámenes de derecho, que era la carrera para la que se preparaban. La necesitaban, la terraza, así como las mecedoras, para poder aprender cómodamente y al aire libre, por ejemplo, las lecciones del profesor Maurice Duverger sobre cómo se organizaban las distintas instituciones políticas en diferentes puntos de Europa



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22 FOTOS GIOVANNY ESCUDERO

y Latinoamérica, así como el significado y la importancia del Derecho Constitucional. En realidad, entre mecida y mecida y entre estado y estado de aquellos estudiados por aquel manual, el epicentro de los comentarios revoloteaba sobre el imaginario y los deseos de dos jóvenes inquietas de una pequeña ciudad de provincia. Se hablaba de la posibilidad de vivir independientes en una suerte de comuna en la que, por supuesto, estarían incluidos los amigos más queridos, y de la necesidad de conseguir una casa grande que se autofinanciase con el alquiler de las múltiples habitaciones que esta debería tener para poder lograr el objetivo libertario. Y se hablaba también de la necesidad de ir a recorrer mundo enrolándose como cocineras en un barco que las llevase a realizar rutas tan maravillosas como las narradas en Hijos de Torremolinos, el best seller de James A. Michener, de los años setenta. En esta otra época, y desde la terraza, se había escuchado decir que en la esquina de la casa un raponero le había arrancado a una muchacha una cadena de oro que llevaba puesta. Y el tema, que se abordó durante días entre los integrantes del barrio, en la terraza se agotó en poco tiempo pues las jóvenes universitarias lo valoraron como un susto feo del que habría que cuidarse, y nada más. La casa familiar se vació durante un largo tiempo –sus miembros se fueron yendo, se fueron casando– y la terraza quedó desnuda, desprovista de las figuras de las dos jóvenes estudiando y riendo, mientras se mecían en esas dos hermosas antigüedades vienesas. Pasados unos años, la terraza fue remozada por una de las universitarias y su marido, que se instalaron en la casa familiar tras un agotador periplo vital. Colocaron en ella un mecedor de madera de dos plazas al que devolvieron su color blanco original, el mismo

color que emplearon para repintar la fachada de la casa. Terraza y casa recobraron ese aire tropical que distingue a las casas del Viejo Prado. Los nuevos inquilinos también se ocuparon del antejardín. Sembraron un eucalipto uvero para reemplazar el árbol de caucho que había sido mandado a arrancar de raíz por motivos que nunca se tuvieron claros. El lado izquierdo no hubo que tocarlo: ahí seguía el viejo cedro. También se sembró un árbol de trinitaria, en un costado de lo que antes había sido el garaje y parece que los viejos setos de coral lo agradecieron porque llenaron de colorido la terraza con el rojo intenso de sus bellas flores. Las dos universitarias pudieron volver a disfrutar de esta renacida terraza y de la hermosa casa tropical que la albergaba. Fue en un reencuentro que se produjo pasados muchos años, al volver una de ellas a la ciudad. Las amigas se volvieron a sentar en la terraza a tomar el fresco como en los viejos tiempos, y a ponerse al día sobre lo acontecido en sus vidas de mujeres adultas. Al verlas allí charlando como siempre, un ex compañero de universidad que pasaba por allí en su coche tuvo la impresión de que acababa de ver un espejismo. Curioso,

dio marcha atrás a su vehículo para cerciorarse de que la vieja imagen se había vuelto a reproducir y que era real. ¡No me lo puedo creer!, exclamó sorprendido por el hallazgo. Sonriente, se bajó de su coche y pidió que le trajeran de adentro una de las mecedoras vienesas para que la recreación del pasado se completara de la manera más fidedigna posible. Tiempo después de este feliz encuentro, cuatro hombres sudorosos irrumpieron por sorpresa en la terraza en la que se encontraba la nueva pareja de inquilinos departiendo con familiares y amigos. En un santiamén, les quitaron dinero y joyas y, amenazando a sus víctimas con pistola en mano, se dieron rápidamente a la fuga. En la siguiente visita de la vieja amiga a la casa de la terraza, el reencuentro con la pareja transcurrió en el salón de la vivienda iluminado por la luz que entraba a través de los ventanales que daban al patio de árboles frutales. La puerta de la calle se había abierto solo para entrar y las ventanas de barrotes torneados permanecían herméticamente cerradas. Algún delincuente podía asomarse, pistola en mano, y obligarles a abrir la puerta de la calle y asaltarlos con una inusitada violencia desconocida hasta entonces

Barranquilla tiene gran futuro económico, según serios organismos internacionales. Sus ciudadanos deberían sentirse tranquilos en sus casas, pero solo lo consiguen tras sus propias rejas.

por los habitantes de la ciudad. Por todas partes se hablaba de que te atracaban con pistolas, afilados cuchillos de carnicero, metralletas y hasta granadas. Todo un horror andaba suelto por las calles sin que nada ni nadie pareciese estar capacitado para ponerle fin. En su última visita a la ciudad, la amiga viajera dudó sobre cuál era la casa frente a la que el taxista debía detenerse. La terraza de su juventud había sido tapada por una enorme reja blanca de aluminio, muy parecida a la de las casas contiguas. ¡Qué tristeza tan grande que se hubiese ocultado la belleza de esa casa tropical! ¡Y qué tristeza tener que vivir de aquella manera! La explicación vino de inmediato. La inseguridad se había incrementado de manera demencial y a los dueños de la casa no les había quedado más remedio que meterse en una jaula. Tenían que proteger sus vidas, a pesar del encierro que ello comportaba. El pasado mes de abril el diario inglés The Financial Times aseguraba que Barranquilla ocupa el puesto número ocho de las ciudades con mayor proyección comercial de toda Latinoamérica. Un lugar con mucho futuro económico. Sería lamentable que la prosperidad que se avecina no camine de la mano del bienestar que proporciona vivir bajo el imperio de la seguridad, de la protección a tu vida y a tus bienes tal y como está contemplado en las leyes que el Estado no debería dejar de cumplir. Poder pasearte sin terror por las calles de tu ciudad o sentarte tranquilo en tu terraza a tomar el fresco son derechos inalienables que los barranquilleros jamás debieron dejar de exigir. Frente a esto no cabe ni la apatía ni el desánimo. No vaya a ser que con la prosperidad que se augura, Barranquilla se convierta en una tierra de vaqueros sin ley a los que solo interese encontrar y llevarse oro.



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