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REVISTA # 1580

16.03.2014 LA REVISTA DOMINICAL DE

EL HERALDO

ISSN 2357-3171

 Nooteboom, de viaje por el Caribe | 3  Beckett, en la Cátedra Europa | 6  El tugurio más alto del mundo | 8

NO ES TAN BLANC0 COMO SE VE

El Ártico es un enorme vertedero químico y petrolífero, un territorio disputado por varios países. En el otro extremo del globo, en el Antártico, solo se permiten actividades con fines científicos.


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‘TORRE INFINITO’, EN COREA DEL SUR/EFE

SECCIONES 8

Cátedra Europa

La ‘Torre de David’

Un edificio proyectado para 190 metros en Caracas no pudo ser concluido a raíz de la crisis bancaria de 1994. Seis años más tarde comenzó el saqueo de sus ventanales y el proyecto empezó a tornarse socialmente incontrolable debido a que allí se acomodaron más de 750 familias, dándole un carácter de pauperización que llegó a su cresta en el 2010 cuando sucedieron las inundaciones en el litoral central. En contraste, esta semana Corea del Sur anuncia que construirá el primer rascacielos invisible del mundo.

CORTESÍA UNIVERSIDAD DEL NORTE

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“Gato suelto y feliz”

El novelista Ramón Illán Bacca, nuestro habitual columnista, presenta en esta edición un cuento desconocido entre nosotros. Titulado ‘Gato suelto y feliz’, hace parte de su último libro de cuentos, editado por la Universidad de Caldas. El prólogo es del escritor y filósofo Orlando Mejía Rivera, Premio Nacional de Cultura, en la modalidad de novela, del Ministerio de Cultura (1998), con ‘Pensamientos de Guerra’. 22

Luis Ospina, en Ficbaq

Autor de los documentales ‘Andrés Caicedo: unos pocos buenos amigos’, de películas como ‘Pura sangre’ y ‘Soplo de vida’, Luis Ospina, figura del cine colombiano, estará como invitado en el II Festival Internacional de Cine de Barranquilla, Ficbaq, del 21 al 29 de marzo próximo. Julio Lara Bejarano, crítico de cine y formador de públicos, se refiere a varias de sus producciones.

Con cuatro galardonados con el Nobel de Literatura, uno de Física y otro con el Nobel de la Paz, Irlanda ganó su independencia del Reino Unido en 1922. Este estado miembro de la Unión Europea es el invitado a la Cátedra Europa 2014 de la Universidad del Norte, donde del 17 al 22 de marzo se llevarán a cabo más de 60 eventos y estarán 230 conferencistas representando a 21 países. En esta edición, un vistazo a la muestra gráfica dedicada a Samuel Beckett, nobel de literatura 1969.

LATITUD, LA REVISTA LATITUD, DOMINICAL LA REVISTA DE DOMINICAL EL HERALDO DE # EL 1580 HERALDO # 119 Director Consejero

Juan B. Fernández Renowitzky Presidente

Francisco Posada Carbó Director

Marco Schwartz Rodacki

Escriben en este número

Adlai Stevenson Samper Adriano Guerra Alba Pérez del Río Deyana Acosta Madiedo Joaquín Mattos Omar Julio Lara Bejarano Ramón Illán Bacca Ricardo Segura

Gerente

Elaine Abuchaibe Auad Jefe de Redacción

Rosario Borrero

Director de Arte

Fabián Cárdenas

Los escritos de los colaboradores y columnistas solo comprometen a quienes los firman.

Diseñador Gráfico

Hernán Herrera B.

Edición, Selección de Textos e Imágenes

Martha Guarín R.

martha.guarin@elheraldo.co Imágenes: AP, Efe, Archivo Histórico del Atlántico, archivos particulares, Archivo EL HERALDO, José Torres Cortesías: Angélica Santamaría, Karen Lamassonne Ilustraciones: Ronny Pérez. Portada: Excursionistas en Scoresbysund, en el océano Glacial Ártico/Schutterstock Contraportada: Omar Figueroa Turcios


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FOTOS: ANGÉLICA SANTAMARÍA/CORTESÍA

Recientemente, el poeta y escritor holandés recorrió varios lugares de nuestra región, lo que incluyó un “viaje aventurero” por el río Magdalena. Aquí nos habla también de su magistral poesía. Entrevista exclusiva para Latitud, la Revista Dominical de EL HERALDO.

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Por Joaquín Mattos Omar

os días del Hay Festival fueron fantásticos – me dijo Cees Nooteboom–, Cartagena es una maravilla, siempre quiero volver. No es ésta mi primera visita, en mi libro Cartas a Poseidón ya hablo de Cartagena. Estuve también en Barranquilla, he pasado un día muy feliz en Coveñas con una amiga de Barranquilla, y hemos hecho también un viaje aventurero a Mompox, en un champán desde Magangué. Un amigo mío, Michael Jacobs, publicó un libro sobre el río Magdalena, The Robber of Memories, que en español sería El ladrón de memorias. Hace dos meses murió Michael, gracias a él he visto el río Magdalena, inolvidable. Cees Nooteboom es uno

de los grandes poetas contemporáneos que existen hoy por hoy en el mundo. Para comprobarlo, basta leer la muy panorámica antología Luz por todas partes, editada en Colombia en 2012 por la Casa de Poesía Silva, de Bogotá, por iniciativa del director de esta institución, Pedro Alejo Gómez, quien firma además el prólogo del libro, y con traducción, introducción y notas del

español Fernando García de la Banda. Es la de Nooteboom una poesía honda, sutil y exquisita, rica en referencias culturales y escrita en un lenguaje condensado, comprimido. En su poema “Cebo”, dice: “Las palabras, con sus formas claras u oscuras / me volvieron más oscuro o más claro”. Ciertamente, en su obra hallamos poemas

“Mi obra no sería completa sin mi poesía, y de cierta manera la poesía me ayuda a escribir como escribo”, respondió Nooteboom.

“oscuros”, pero también otros que tienen incluso un tono “eufónicamente coloquial”, para decirlo asimismo con un verso suyo. Seguramente, en él, cada poema mismo impone ser oscuro o ser claro. Sin embargo, el periodismo (sin excluir del todo el especializado) y el grueso del público sólo conocen y hablan de sus novelas, sus libros de viajes y sus ensayos, que han

Cees Nooteboom, de viaje por el Caribe colombiano


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EL HERALDO sido publicados por grandes sellos editoriales. Sus libros de poesía, en cambio, han sido recogidos, sobre todo, en ediciones de bibliófilo con pequeñas tiradas, pese a que, para el propio Nooteboom, según García de la Banda, “la poesía es su género predilecto, la ‘oficina central’ de su empresa”. Por eso le pregunté al poeta holandés que, entre los géneros que integran su obra, cuál considera él que merece mayor reconocimiento. “Eso es como preguntar a un padre cuál de sus hijos prefiere”, contestó. “Seguro que espero que a la gente que ama mis novelas también les gusten mis poemas, pero la verdad es que las novelas son mas leídas que los poemas. Eso lo tenemos que aceptar. Leer poesía es simplemente –sobre todo en el caso de mi poesía– más difícil que leer un relato de viajes”. Y agregó: “Pero mi obra no sería completa sin mi poesía, y de cierta manera la poesía me ayuda a escribir como escribo… las palabras en la poesía se aventuran más lejos en el gran dominio de la lengua, descubren nuevas posibilidades. Cuando estoy escribiendo una novela, estoy completamente dentro de ese trabajo, no puedo escribir otra cosa. Pero sí puedo leer poesía y también escuchar música”. Cees Nooteboom (en neerlandés, Cees es el hipocorístico de su nombre de pila, Cornelis; y Nooteboom significa ‘nogal’) nació en La Haya en 1933, pero reside desde hace casi 60 años en Ámsterdam, a la que llama en un poema “su líquida ciudad”. Pero, en su caso, “residir” resulta apenas un decir, pues desde los 17 años inició un interminable cruce de fronteras que lo ha llevado y traído por los cinco continentes. “Viajero soy, de camino al descanso”, dice él mismo en un poema;

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No es ésta mi primera visita, en mi libro ‘Cartas a Poseidón’ ya hablo de Cartagena. Estuve también en Barranquilla, he pasado un día muy feliz en Coveñas con una amiga de Barranquilla, y hemos hecho también un viaje aventurero a Mompox, en un champán desde Magangué”.

El escritor William Ospina, Angélica Santamaría, quien acompañó a Nooteboom en su viaje por la Costa, y el poeta holandés.

¿viajero, querrá acaso decir, hasta el final mismo del camino de la vida? Por otra parte, en su hermoso poema “Guante, año, foto”, leemos: “Cien imágenes, y adicto a ellas”. Y, en efecto, su poesía tiene un marcado carácter iconográfico: buena parte de ella recrea o describe o simplemente tiene como punto de partida pinturas, dibujos, grabados y fotografías de distintos artistas visuales, que van desde Domenico di Michelino, Paula ModersohnBecker, Max Neumann, Cees Andriessen, Sjoerd Bakker y Francesco Clemente hasta Helmut Newton, Ricard Terré, Eddy Posthuma de Boer y Thomas Ruff. Al indagar por esa tendencia suya a refigurar con palabras obras de arte visuales, dijo: –Sí, yo vivo a través de mis ojos, lo visual siempre me inspira, siento la necesidad de transportar a una forma literaria lo que veo. Lo hago, creo, para comprender mejor lo que veo. Formular lo visto me da claridad, me ayuda a ver siempre más. –Por cierto –le señalé–, en el poema “Esto”, dice usted: “Ver todo, no entender nada, el lema del pintor”. ¿Comparte, como poeta, ese lema? –Este lema –dijo– lo he encontrado en un artículo sobre el pintor alemán Gerhard Richter, alguien que hace pinturas muy diferentes las unas de las otras, desde retratos muy realistas hasta geometrías y abstracciones. He visto unas exposiciones suyas en Alemania y Londres, y me ha extrañado que obras tan diferentes entre sí sean de solo una persona. Me parece que lo que quiere decir el lema se refiere a la solución del secreto, quiere decir que siempre hay que seguir buscando. Lo que he querido expresar con el poema “Esto” es que estamos siempre


5 en busca de algo preciso que se nos escapa, el misterio de la existencia, el gran porqué de todo. En mi poema a lo mejor el zorro conoce la respuesta, es una manera de explicar el lema. Los zorros son muy listos, el zorro es mi animal preferido. (Su respuesta me hace recordar el título de un libro de cuentos suyo: Los zorros vienen de noche). Pero así como Nooteboom tiene numerosos poemas de espectador, también tiene muchos poemas de lector. En el caso de estos últimos, se trata de diálogos íntimos que el poeta establece con textos de poetas y filósofos de distintas épocas y lenguas, diálogos que a veces cobran la forma de glosas o de paráfrasis. Entre esos autores figuran Hesíodo, Lucrecio, Virgilio, Li Ho, Descartes, Matsuo Bashō, Shelley, Wittgenstein, Wallace Stevens y Ungaretti, entre otros. –Sobre sus lecturas de poesía y filosofía –le pregunté al respecto–, ¿prefiere usted escribir ensayos o prefiere escribir poemas? –Creo que de vez en cuando –dijo– me expreso mejor en un poema que en un ensayo, o en una entrevista. No es fácil para mí hablar en español sobre estas cosas… en un poema se pueden concentrar pensamientos de manera que uno mismo se da cuenta de lo que ha pensado. Parece raro pero la poesía puede dar más claridad que un artículo de muchas palabras. No pasa muchas veces pero cuando sucede es siempre un momento de gran felicidad. Entre los poetas a los que Nooteboom les ha dedicado poemas se hallan también los argentinos Borges y Roberto Juarroz; a César Vallejo y a Pablo Neruda, por su parte, les consagró sendos textos en su libro Tumbas de poetas y pensadores. Eso me llevó

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William Ospina, Nooteboom y Pedro Alejo Gómez, director de la Casa de Poesía Silva, en dicha institución, en Bogotá.

a querer saber si, además de ellos, hay otros poetas hispanoamericanos que le gusten. Dijo: –He traducido también a Vicente Huidobro y a Nicolás Guillén (El gran zoo), pero con la poesía no pienso exactamente en nacionalidades. He traducido a muchos poetas, incluso a Pavese, Blas de Otero, Gil de Biedma, Vicente Aleixandre, no siempre libros enteros pero poemas sueltos como de Enzensberger y de otros poetas alemanes. En este momento estoy leyendo un libro de William Ospina, Por los países de Colombia, ensayos

Parece raro pero la poesía puede dar más claridad que un artículo de muchas palabras. No pasa muchas veces pero cuando sucede es siempre un momento de gran felicidad”.

sobre poetas colombianos… en su libro descubro mucho que para mí es nuevo, poesías de Silva, de Aurelio Arturo, de León de Greiff. Creo que para vosotros la poesía neerlandesa también sería algo sorprendente. Un poeta que siempre me ha inspirado es Jan Jacob Slauerhoff, un médico de a bordo y gran viajero que murió joven en los años treinta y que en su tiempo tradujo a Rubén Darío. El día que estaba preparando esta entrevista (cuya realización debo a la gestión de Pedro Alejo Gómez y Angélica Santamaría) era el miércoles 12 de febrero, y en los medios de comunicación y en la redes sociales se estaba recordando mucho que en esa fecha se cumplían exactamente 30 años de la muerte de Julio Cortázar en París. Yo sabía que aquel triste día Nooteboom se encontraba justamente en la capital francesa. Así que fue inevitable que le pidiera si podía recordarnos su impresión del momento en que se enteró de la muerte del autor de Rayuela. –Lo que más recuerdo – dijo– es la muerte de Borges que ocurrió cuando yo estaba de viaje por España para escribir mi libro El desvío a Santiago. Recuerdo que ese día compré diarios franceses, ingleses y por supuesto alemanes, ya los títulos de las necrologías formaban un poema globalizado. –Y añadió–: Cortázar es para mí sin duda uno de los grandes. En mi libro Tumbas, describo su tumba en París. Había una botella de absenta sobre la tumba y me he imaginado que Cortázar a la medianoche bebió un trago de esa botella. Así de mágicamente solidaria, como la de un habitante del Caribe, puede ser la imaginación de Cees Nooteboom.


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Samuel Becket, el irlandés

ramaturgo, novelista, crítico y poeta, el irlandés Samuel Beckett (19061989) fue uno de los más importantes representantes del experimentalismo literario del siglo XX, dentro del modernismo anglosajón. Galardonado con el Nobel de Literatura en 1969 “por su escritura, que, renovando las formas de la novela y el drama, adquiere su grandeza a partir de la indigencia moral del hombre moderno”, es considerado figura del denominado Teatro del Absurdo. Su obra cumbre en ese terreno lleva por título

Esperando a Godot. Alumno y discípulo de James Joyce. Otro episodio vital en su vida fue recibir en 1961 el Premio Formentor , que le concedió el Congreso Internacional de Editores, junto a Jorge Luis Borges. En 1929 publicó su primer cuento, Conjetura, y en 1933 se publicó su primera antología de relatos. Vivió en París a finales de los años 30, donde sobrevivió a crisis personales. Al inicio de la II Guerra Mundial se unió a la resistencia francesa. Al final del conflicto regresó a Dublín, donde se dedicó a escribir. Entre los títulos sobresalen Molloy, Malone muere y El innombrable.

Beckett se convirtió en un consumado deportista en el colegio y en la universidad, descollando en rugby, críquet, tenis, golf y boxeo.

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EL LEGADO Beckett revolucionó el panorama teatral de la posguerra y es al mismo tiempo norte y guía para muchos novelistas, pintores y artistas visuales, de tal modo que constituye un inmenso legado literario. Junto con Yeats y Joyce, es uno de los tres escritores irlandeses del siglo XX que han contribuido a cambiar para siempre la literatura, al punto que el ejemplo de Beckett perdura como el de alguien que de manera valiente y resuelta ha sabido explorar los rincones más oscuros y desolados de la experiencia humana; con justicia se ha dicho de él que miró la medusa a la cara y no se convirtió en piedra.

‘ESPERANDO A GODOT’

Además de una exposición sobre su vida y obra, Cátedra Europa en su edición 17 destaca al dramaturgo, escritor y poeta irlandés Samuel Beckett, nobel de literatura 1969. Una exposición sobre su vida y obra y conferencias a cargo de expertos de Francia, Irlanda y Argentina.

FAMILIA Nació un Viernes Santo, un 13 de abril de 1906, en el próspero pueblo de Foxrock, ocho millas al sur de Dublín. Fue el segundo hijo de William y Mike Beckett. Era una familia de clase media formada por profesionales protestantes. Bill Beckett, un aparejador de éxito, era un hombre robusto, amable y cariñoso, a quien Beckett se sentía muy unido. Solían ir a dar largos paseos juntos por las colinas de Dublín y Wicklow, un paisaje omnipresente en la obra del escritor. Durante el levantamiento de Pascua de 1916 el padre de Beckett lo llevó a él y a su hermano a la cima de una colina desde donde se veían los incendios en el centro de la ciudad. Esa imagen permanecería para siempre en la mente de Beckett. La temprana muerte de su padre, en 1933, dejó en él un terrible vacío y le proporcionó el tema más importante de su obra: la naturaleza arbitraria e inmerecida del dolor humano. May Beckett era cariñosa y dominante, “y su desmesurado amor” influyó sobremanera en el desarrollo de su hijo.

‘Esperando a Godot’ fue escrita entre octubre de 1948 y enero de 1949 como una especie de distracción mental de la tarea, tal como él la veía, de escribir en prosa. Suzzane se puso en contacto con el actor y director francés Roger Blin, y finalmente lograron reunir el dinero suficiente como para representarla en un pequeño teatro parisino en enero de 1953. El éxito despertó una controversia de carácter internacional así como un generalizado interés. Situada en un escenario desnudo, a excepción de un árbol, con dos personajes que intercambiaban diálogos insustanciales mientras esperaban a un personaje que nunca llegará, la obra provocó hostilidad y confusión. Cuando una versión inglesa traducida por el propio Beckett (como la casi totalidad de sus trabajos) se puso en escena en Londres en 1955, la primera reacción del público y de la crítica fue desdeñosa. Sin embargo, ‘Esperando a Godot’ llegaría a ser proclamada como la pieza teatral más revolucionaria e influyente del siglo XX.


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Por Adlai Stevenson Samper

a cosa empezó en el auge económico de la década de los setenta en una Caracas que se desbordaba de petrodólares y cosmopolitismo. Autopistas, autos modelo del año, jamones de Dinamarca en los abastos de los portugueses, whiskies de todas las marcas, coronados por los espléndidos malls de aquellos años: el Concresa, en Prados del Este; Tamanaco, Chacaíto y una clase media que solía viajar con suma facilidad al exterior auspiciado por el sobrevaluado bolívar. En ese ambiente de la primera presidencia de Carlos Andrés Pérez, Luis Herrera Campis, Jaime Lusinchi y el segundo periodo de Pérez se forjaron fortunas al calor de las transacciones financieras y del control de los ingresos de la industria del petróleo, entre ellas la de Jorge David Brillembourg Ortega, que se había alzado con suma audacia con el control del Banco Metropolitano y que inició un proceso de control al poderoso grupo Polar- Banco Provincial comprando el 40% de las acciones, confiado en que su suegro, Miguel Ángel Capriles, que tenía 5%, se le uniría para lograr el control mayoritario en la asamblea. Pero tal alianza familiar no fructificó y Capriles –propietario del holding mediático del mismo nombre–, decidió venderles sus acciones al enemigo de Brillembourg: el Banco Provincial. De malas para este banquero, de profesión arquitecto, admirado por sus trabajadores y famoso por las fiestas todo pago en el Caracas Hilton, dueño de dos famosas caballerizas de carreras, el Haras Tamarú, en La Rinconada, atendido por chalanes chilenos, y el Davia Farm de Kentucky, Estados Unidos, con ejemplares ganadores de varios derbis. Además, junto a su esposa Tanya Capriles tenía una colección de arte de primera

línea con obras de Diego Rivera, Botero, Wilfrido Lam, Roberto Motta, Armando Reverón, Rufino Tamayo y Morales, entre otros, que rotaba, por su importancia, por galerías y museos de Estados Unidos y América Latina. El tipo estaba hecho, en otras palabras. Pero se le cruzaron en su camino las crisis políticas y económicas de finales de los noventa, justo cuando había emprendido la obra que transformaría el Centro de Caracas junto al populoso sector del barrio Sarría y San Bernardino en una nueva y emblemática Wall Street latinoamericana.

La ‘Torre Confinanza’ El proyecto era ambicioso, igual que su promotor. Diseñado por Enrique Gómez, el complejo constaba de 6 edificios de diversas alturas, un atrio comercial con lobby y salas de reuniones), la Torre A de 190 metros de altura que incluía un helipuerto, la Torre B que era un apartotel, el edificio K, edificio Z y el edificio de estacionamiento de tipo hummy (rampa) con catorce niveles para que los automóviles de los usuarios del complejo estuviesen resguardados. Una maravilla que hablaría simbólicamente de la pujanza del sector financiero venezolano, que empezó a ser construido en 1985 hasta que la crisis bancaria de 1994 lo paralizó totalmente, dejándolo en triste obra negra. Para colmo de males, en 1993 falleció David Brillembourg dejando detrás suyo problemas de toda índole que arrastraron al imponente edificio a un estado de abandono. Al iniciarse la década del 2000, el edificio comenzó a ser saqueado sistemáticamente en sus ventanales de cobre para ser vendidos en el mercado negro, cayendo los vidrios con gran estropicio sobre las calles aledañas, entre ellas con la vecindad de una iglesia cuyos fieles espantados con el espectáculo decidieron

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La ‘Torre de David’, el tugurio más alto del mundo cambiarse de parroquia. El edificio Confinanza aparecía en la silueta de Caracas como un gigante desnudo, expuesto en sus impudicias, fiel testigo de la escasez de dinero para invertir en proyectos inmobiliarios de semejante talante.

La ‘Torre de David’ Con la llegada del chavismo y el socialismo del siglo XXI, se acentuaron todos los desfases que se habían ocultado durante décadas con los cortinajes del progreso y el cosmopolitismo. Los ranchos, esa enorme ciudad reptando por los cerros caraqueños, se desbordaron sobre sí mismos después de encontrarse arrinconados, tomándose una ciudad que hasta entonces le había sido negada. Una revancha de espacios que comenzó con la ocupación de los espacios disponibles en donde quiera que los hubiese, y la Torre Confinanza los tenía de sobra. En el 2007 se inició la ocupación del edificio por más de 750 familias apostándose en sus diversos niveles y espacios, ante la mirada

La edificación, con su diseño original así como facetas de su estado reciente y ambiente tugurizado, tras la permanencia de cerca de 500 familias.


9 aprobadora del gobierno y la falta de dolientes económicos, pues todas esas entidades propietarias (Fogade y Corpolago) se encontraban en perfectos problemas y lo que menos les interesaba en ese momento era encontrarle una salida al gigante de San Bernardino. La situación llegó a la legitimidad política cuando ocurrieron las inundaciones del 2010 en el litoral central de Caracas, cerca a La Guaira, quedando más de 100.000 familias sin techo. En una de sus célebres conferencias televisadas, Hugo Chávez dio la orden: “Invito a todo el pueblo a buscar galpones. A buscar galpones, compadre!... Hay unos 1.000 o 2.000 galpones y edificios abandonados en Caracas. ¡Vamos por ellos, que Chávez los expropiará y los pondrá a la orden del pueblo para construir viviendas dignas”. El pueblo, los habitantes de los ranchos le hicieron caso. Bajaron a ocupar edificios como la torre de la desaparecida aerolínea venezolana Viasa y los estudios viejos de Radio Continente. Una avalancha de caraqueños que había dejado de vivir en los cerros en una especie de apartheid y recién recuperaban una ciudad que también podía ser suya. La torre de David Brillembourg fue bautizada con su nombre y en su interior se inició un proceso de autoconstrucción de redes de servicios públicos dentro de la precariedad de estructuras de gran altura en donde muchos espacios y escaleras carecen de pasamanos. Controlada por una cooperativa habitacional denominada Los Caciques, en cada piso de los 28 habitados –el resto del total de 45 pisos se encuentra deshabitado por las largas jornadas que significan su ascenso en escaleras– con comisarios, tiendas, peluquerías, servicio de transporte en moto hasta el piso 10 usando las rampas del parqueadero, canchas

de deportes, iglesias y bares con una población total de 30.000 personas. Algunos de los residentes afirman que les han dado mala fama y que allí no ocurren atracos, violaciones, tráfico de drogas ni boleteo, pero cuando ocurrió el secuestro de un funcionario diplomático de Chile hace tres años, el rastreo de la llamada salió de la inmensa mole. Fue allanado a medianoche y revisado centímetro por centímetro en sus 45 pisos. El edificio se encuentra lleno de recovecos que solo conocen sus habitantes, que montan en los lugares más insólitos gimnasios para ejercicios justo al borde de un abismo de 35 pisos o suben hasta el helipuerto para bailar hip hop y trance en medio de las alturas caraqueñas. A la larga confiesan sentirse felices, pues encontraron un hogar allí, en una zona en donde ni en el peor de sus desvaríos hace más de cuarenta años hubiesen soñado que podían vivir. Tan contentos, que una de las inquilinas reconoció que tenía más de dos años de no bajar a ras de suelo pues no estaba para esos ejercicios y allá, en las benditas alturas que dominan el panorama de la ciudad, encuentra de todo.

‘Torre Superstar’ La torre ha sido objeto de estudios sociológicos, urbanísticos y arquitectónicos. Es un conglomerado social temible por los residentes de los barrios San Bernardino y la zona de Los Caobos, en donde se encuentran centros culturales como el Ateneo, teatros y museos, sugiriendo algunos de sus vecinos que los llamados Tupamaros, afectos al régimen que andan en su caballería rugiente de motos por diversas zonas de Caracas, tienen su refugio dentro de la torre. Verdad o mentira, todo hace parte del proceso de lo célebre que se ha vuelto la edificación con todo lo que ello representa para sus inquilinos,

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En Caracas, la construcción del edificio de 190 metros no alcanzó a culminarse. Es una cruel metáfora de la metamorfosis de Venezuela. El chavismo decide que algunos destechados lo ‘tomen’ en el 2010.

que aceptan a regañadientes ser analizados como un caso rara avis: ocupantes del tugurio más alto del mundo. La popular serie televisiva Homeland (la preferida de Obama), en su tercera temporada fue rodada en el edificio, girando la trama alrededor de su vida social. En realidad los exteriores fueron filmados en Caracas, pero los interiores, en Puerto Rico, pues los productores adujeron problemas de seguridad dentro de la Torre de David. Y como si esto fuera poco, en el año 2013 el estudio de arquitectura Think Tank presentó un proyecto sobre este edificio que ganó el premio León de Oro de la prestigiosa Bienal de Venecia de arquitectura, promoviendo una oleada de críticas en Venezuela, pues mostraba una imagen precaria de ese país en el exterior. Lo cierto es que el edificio es una cruel metáfora de la metamorfosis de un país con las reservas más grandes de petróleo del mundo, sumido en encrucijadas políticas y una peligrosa dicotomía social puestas en evidencia por los pobladores de la Torre de David, ese falansterio proletario que alguna vez soñó el socialista utópico de Fourier vuelto realidad en los callejones del Caribe.


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Por Ricardo Segura

i se cumplen los plazos previstos, entre 2014 y 2017 un nuevo edificio de casi medio kilómetro de altura destacará sobre el paisaje urbano de Incheon, la tercera ciudad más grande de Corea del Sur, ubicada a unos 30 kilómetros al suroeste de la capital, Seúl, con más de 2.5 millones de habitantes y considerada el mayor centro de transporte del país, al contar con el puerto más importante de la costa oeste y el aeropuerto más grande de ese país asiático. Sin embargo, quienes deseen admirar esta colosal estructura no siempre lo conseguirán, porque la Infinity Tower (Torre Infinito, en español) estará equipada con un innovador sistema de tecnologías ópticas y de iluminación que la tornan invisible, en parte, al hacer que sus formas se desvanezcan y se confundan con el entorno a la vista de un observador. En 2013 la firma GDS Architects (gdsarchitects. com) , de Pasadena, California, (EEUU) recibió del gobierno surcoreano el permiso para construir este edificio de 450 metros de altura, cerca del aeropuerto internacional de Incheon. Es “el primer rascacielos invisible del mundo”, según GDS. Las empresas de arquitectura GDS, junto con Samoo Architects y A&U, ganaron el primer premio en un concurso patrocinado por la desarrolladora pública de viviendas y terrenos Korea Land Housing, para proporcionar el diseño y la ingeniería de un edificio destinado a convertirse en el punto de observación más elevado de ese país.

Modelo innovador “En vez de simbolizar la prominencia, como otra más de las más altas y mejores torres del mundo, nuestro objetivo es proporcionar la primera torre invisible, mostrando una tecnología innovadora y un modelo completamente nuevo de lo que se entiende por una torre de observación”, ha señalado el arquitecto Charles Wee, presidente de GDS. Según Michael Collins, director de diseño de esta compañía, Infinity contará con la tercera plataforma de observación más alta del mundo y se volverá invisible a través del uso de un sofisticado sistema dotado de luces led y cámaras ópticas. La megatorre no será literalmente invisible, sino que se camuflará aprovechando su entorno y pasando desapercibida para la vista del observador cuando sus operadores lo decidan.

El primer rascacielos invisible del mundo


11 El mecanismo de camuflaje de Infinity es similar, conceptualmente, al de los camaleones, animales cuya rugosa piel tiene la capacidad de adoptar en cada momento el color y el aspecto del espacio inmediato que los rodea, en lo que se conoce como mimetismo. En el caso de la torre coreana, su capacidad para mimetizarse se logrará con un sistema de iluminación led de alta tecnología incorporado a su fachada, el cual utilizará una serie de videocámaras que enviarán imágenes en tiempo real a la superficie reflectante del edificio. Dieciocho cámaras situadas a distintas alturas en seis lados del edificio captarán a cada instante imágenes de los alrededores, que serán proyectadas también en ese mismo momento en cientos de pantallas led instaladas en otras tres secciones del edificio. Las pantallas led son dispositivos compuestos por diodos emisores de luz de distintos colores que generan imágenes estáticas o en movimiento, similares a los utilizados en paneles indicadores, informativos, publicitarios y de alta resolución de video a todo color, por ejemplo en grandes conciertos musicales. Según CNN, las imágenes serán ajustadas, rotadas y unidas mediante un procesamiento digital para generar una gigantesca imagen panorámica “de una sola pieza” que aparecerá en las filas de pantallas led, creando la ilusión de que el edificio desaparece de la vista, al difuminarse sus formas en el entorno. Básicamente el paisaje y todo aquello que esté ocurriendo a espaldas del edificio será proyectado a través de imágenes digitales en su parte frontal. De ese modo, quien

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la observe en esos momentos desde la distancia, y desde ciertas direcciones, tendrá la sensación de mirar a través de la torre.

Así es la torre Altura

450 metros

Dedicada al entretenimiento La torre puede ‘desvanecerse’ en distintos grados de potencia

Un jardín en el cielo EEl Jardín Botánico ‘‘sky-walk’ será su máxima atracción y m ppermitirá un rrecorrido a través de uuna rampa circular eelevada.

Está situado entre los 285 y los 320 metros de altura.

Forma de diamante Una estructura de módulos triangulares de 28 metros de largo y la fachada revestida de vidrio le dan una apariencia de diamante gigantesco.

¿Cómo funciona? Ilustraciones no a escala

(silueta 1 Unazul)observador mira la torre y una

de las videocámaras (punto naranja) registra lo acontecido a espaldas de la misma.

Según GDS, los responsables del Infinity podrán controlar y ajustar las proyecciones en las pantallas y alterar el nivel de potencia del sistema para conferir al edificio distintos niveles de invisibilidad. De esa forma podría verse claramente durante la mañana y dar la sensación de haber desaparecido por la tarde. De acuerdo a esta compañía, las instalaciones interiores de este complejo arquitectónico se destinarán, sobre todo, a actividades de entretenimiento y atracciones para los visitantes. Se situarán a diferentes niveles, e incluirán una serie de plataformas de observación, un cine, un teatro, una montaña rusa, restaurantes, cafeterías y bares, además de un área cubierta de visualización, situada a 397 metros sobre el nivel del suelo. “Tras haber visitado varias torres de observación del mundo, sentimos la necesidad de ir más allá en

El edificio de 500 La imagen se proyecta en tiempo real en las 2 pantallas led de la fachada expuesta a la vista del observador.

el observador, 3 Para la torre se difumina

y se aprecia la imagen ilusoria de la persona y el auto en primer plano.

Contará con un sofisticado sistema de luces led y 18 cámaras ópticas.

EL HERALDO - EFE

metros, en Corea del Sur, se camuflará para pasar desapercibido para la vista del observador, cuando sus operadores lo decidan.

Una de las atracciones será el jardín ‘sky walk’, que se iniciará a 285 metros de altura y llegará a los 320 a través de una rampa circular elevada”.

vez de limitarnos a aportar solo una plataforma de observación más, y por eso vamos a acompañarla de quioscos interactivos, pantallas y simulaciones para crear una experiencia más satisfactoria”, ha declarado Collins a la revista especializada en tecnología Gizmag. Una de las atracciones estrellas de Infinity será el jardín sky-walk, que se iniciará a 285 metros de altura y llevará a la gente a través de un jardín botánico que llegará a los 320 metros, a través de una rampa circular elevada. Aunque marcar un nuevo récord de altura en estructuras verticales no es su enfoque principal, se prevé que ocupará el sexto lugar en la lista de las torres más altas del mundo, después de la SkyTree, en Tokio (Japón); la torre de televisión de Cantón, en Guangzhou (China); la CN, en Toronto (Canadá); la torre Ostankino, en Moscú (Rusia), y la Perla Oriental, en Shanghái (China), según indican desde GDS. La estructura de la torre coreana contará con series de grandes soportes de acero y módulos triangulares de 28 metros de largo, que darán como resultado una fachada revestida de vidrio con una serie de sorprendentes formas angulares como si fuera un gigantesco diamante, según Gizmag. “La torre no presenta riesgo para los aviones porque tendrá luces rojas intermitentes y todos los aviones se acercarán al aeropuerto de Incheon recorriendo corredores de aproximación estándar”, ha adelantado Michael Collins. Según este directivo de GDS, tampoco será una amenaza para las aves, porque el diseño de su fachada contribuye a proteger a estos animales y tiene el potencial de incorporar sistemas de alerta subsónica, que emitirán sonidos de baja frecuencia para disuadir a los pájaros de que se aproximen: la misma tecnología que emplean muchos aeropuertos en sus pistas de aterrizaje.


Blanco

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EL HERALDO

Por Alba Pérez del Río

uenta Miguel-Anxo Murado, en sus maravillosas y detalladas crónicas del Ártico, que en la localidad de Longyearbyen (Islas Svalbard), situada en el punto más septentrional del mundo, está prohibido morirse en su territorio. Así que si te encuentras allí y tu vida corre peligro, el gobernador local te embarca de inmediato en un avión hacia Noruega para que te puedas morir a tus anchas. La orden no es un capricho del gobernador, sino un acatamiento de lo que les impuso la naturaleza de esta gélida región del mundo hace más de cincuenta años. Un día cualquiera, los habitantes de Longyearbyen se encontraron con la macabra escena de que sus muertos volvían a estar entre ellos en el cementerio local, a la vista de todos los isleños. Los cadáveres estaban igual a como habían sido enterrados: sus cuerpos permanecían incorruptos. Imagino que la escena fue dura de enfrentar. Bastante tiempo y esfuerzo empleamos en enterrar de manera definitiva a nuestros muertos para que ellos vengan y se regresen solos. Pero sirvió como material de investigación científica. El fenómeno se conoce como permafrost, que sirve para definir la expulsión que realiza el Ártico de todo aquello que se ha enterrado bajo su suelo. Aparte de esta dureza, los habitantes de Longyearbyen deben soportar otras, como sus cinco largos meses de noche polar, sus calles cubiertas de nieve en invierno y de barro en verano, y el asecho de los temibles osos polares. En Longyearbyen, la gente se aburre mucho, bebe desaforadamente y proliferan los niños y los bares. Las islas Svalbard poseen la mayor reserva de osos polares del mundo. Cuenta AnxoMurado que todas las personas que residen en Longyearbyen –por lo general, científicos o mineros del carbón, que no suelen superar los dos años de estancia– tienen que volverse expertos tiradores. En cualquier momento, puedes ir caminando por una de sus calles y

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En la Antártida hay un tratado que protege las focas y recursos vivos marinos. Allí el artista brasileño de la fotografía Sebastiao Salgado le hizo homenaje a la naturaleza con la serie ‘Génesis’.


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El Ártico es una zona muy disputada por varios países debido a que se dice que en el Polo Norte hay gas y petróleo. Mientras, en el Antártico solo están permitidas actividades con fines pacíficos.

Las ilsas Svalbard, en el Ártico, poseen la mayor reserva de osos polares del mundo. Allí está prohibido matarlos, pero nadie está obligado a dejarse devorar por ellos. Abajo, Groenlandia, también en el Ártico, en verano. Contrario a la creencia popular, la población no vive en iglús sino en casas de madera.

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verte en el afán de tener que enfrentarte a un oso polar. Un descomunal oso polar que, de seguro, aquel día habrá pegado un sacudón a su pelambre amarilla, tras abandonar su glaciar, para darse un paseo por la ciudad y tomar algún apetitoso bocado. Al parecer, los humanos les gustamos mucho –como almuerzo, digo– y la advertencia en caso de verte enfrentado a tamaña adversidad es que no tengas la loca idea de salir despavorido porque la fiera te puede agarrar en un santiamén. Un oso polar puede desarrollar la velocidad de un avezado ciclista y levantar un animal de 200 toneladas como el que echa a volar la pluma de un pavo real. Así que lo recomendado es que, por ejemplo, le tires tus guantes para que se entretenga. En caso de que esto no funcione, te toca desenfundar y de ahí que tengas que aprender a disparar. Matar osos está prohibido, pero nadie está obligado a dejarse devorar por ellos. En el Ártico, también puedes tener espejismos al igual que en el desierto. Puedes llegar a ver tierra donde solo hay glaciares, y varias lunas como si fuesen realidades. A este efecto óptico ocasionado por una refracción luminosa se le conoce como falta Morgana. El Ártico también te puede ofrendar regalos excepcionales, como el de poder ver una

ballena azul, de esas que tienen el corazón del tamaño de un Volkswagen, 12 o 15 surtidores para echar el agua que se tragan hasta seis metros de altura y una probable edad de doscientos años. Una experiencia para no olvidar, como la que pudo experimentar el cronista Anxo Murado, y de la que deja testimonio en su fantástico relato. En el Ártico, concretamente en Scoresbysund, la parte más remota de Groenlandia, vive una población esquimal de mil habitantes. Contrario a la creencia popular, no viven en iglús, sino en casas de madera, y visten con ropas deportivas occidentales. Los esquimales son esencialmente cazadores. De focas, morsas, caribúes y, algunas veces, de osos polares. Scoresbysund es colonia de Dinamarca y fue el gobierno de este país el que quiso transformar este ímpetu de caza de los esquimales, supongo que para lograr preservar la fauna de esta región del mundo. Sin embargo, el experimento no resultó: los que abandonaron cayeron en depresión, se suicidaron, se alcoholizaron o volvieron un infierno sus hogares (violencia doméstica). Lo suyo, pues, es que les dejen salir a cazar que, al parecer, es lo que ellos entienden como vida. Curiosamente, la gente de Scoresbysund –al que solo es posible llegar en avión, en días despejados, o en barco, en época de deshielo– está muy apegada a su terruño. Los que se van de la localidad suelen regresar porque estar lejos de su pueblo les ocasiona grandes depresiones. El Ártico, entonces, cuenta con su propia gente: los esquimales. Son ellos los que han encontrado en ese polo helado e inhóspito su sentido de pertenencia. Según Miguel-Anxo Murado, mires para donde mires en el Ártico solo se ve hielo. Y aunque todo se muestra tan blanco, el Océano Glacial Ártico es uno de los más contaminados del planeta: recibe desechos de la industria rusa y norteamericana; en sus aguas se han detonado bombas atómicas experimentales; los submarinos nucleares se pasean por sus fondos y


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a estos van a parar los vertidos de los oleoductos de Alaska y de las industrias farmacéuticas de Siberia. El Ártico es una zona del planeta muy disputada por varios países. Se reclaman como sus dueños: Rusia, Dinamarca, Groenlandia –para cuando realice su sueño de independizarse de Dinamarca–, Canadá, Noruega y Estados Unidos. Se dice que esto obedece a que en el Polo Norte hay petróleo y gas. Aunque los informes geológicos hablen de que el petróleo en caso de explotarse intensamente solo alcanzaría para suministros de tres años. Imagino que da igual. La cuestión es colonizar. A los osos polares, los múltiples icebergs, las noches eternas, el frío glaciar, las pocas ballenas azules que quedan... Colonizar un universo blanco que ya se encargaron de contaminar.

Sebastiao Salgado y ‘Génesis’ Por estos días, el muchas veces premiado Sebastiao Salgado nos vuelve a maravillar con un nuevo trabajo presentado en el CaixaForum de Madrid. En esta ocasión con Génesis, que él describe como “un homenaje al esplendor de la naturaleza. Al viajar a pie, en embarcaciones, avionetas o globos, mientras fotografiaba volcanes, icebergs, desiertos y junglas, contemplé un mundo que no había cambiado en milenios”. La nueva exposición del fotógrafo brasileño –compuesta de 245 fotografías en blanco y negro– te deja sin aliento. Su propósito al salir en búsqueda de estas –tardó ocho años en reunirlas– era encontrar, a través de un inalterado universo de regiones, tribus, fauna y flora, los orígenes del mundo. Aquello que permaneciera intacto y alejado

Un iceberg reposa majestuoso en el Antártico.

del mundo moderno. La primera fotografía que recibe a los visitantes es la de un iceberg. Un imponente y endiabladamente bello iceberg, que más que una materia terrenal parece una creación divina. Salgado es un artista de la fotografía y un gran trabajador de su oficio. No en vano y, según cuenta él mismo, se puede pasar horas en un mismo lugar dedicado solo a observar. Y eso se nota. Su iceberg me hace olvidar el mundo inhóspito descrito por Miguel-Anxo Murado y enseguida pienso que uno no debería morirse sin haber pasado por la inigualable experiencia de haber conocido alguno. A pesar de haber leído que esto solo es posible enrolándote en un crucero para millonarios, a bordo de un rompehielos. Y a pesar de haber leído que pagas grandes sumas por ir a ver hielo, hielo y más hielo. Pero soy humana y sucumbo y olvido lo leído hace apenas un par de semanas, ante

En Islas Svalbard, sus habitantes soportan cinco meses de noche polar y conviven con el ‘permafrost’, conocido como la expulsión del Ártico de todo lo que se ha enterrado bajo suelo.

la imagen de algo que se me muestra como excepcionalmente bello. Aunque al acercarme a la leyenda que explica la fotografía, me doy cuenta de que este majestuoso iceberg no es del Ártico. Podría serlo, puesto que son iguales a los que acompañan las crónicas de Anxo Murado. Pero no, el de Salgado, aparte de ser una foto de enorme belleza, es del Antártico. Para ser más precisos, del mar de Weddel, entre la isla Paulet y las Shetland del Sur. No sé si es casual o ex profeso que el iceberg de Salgado haya sido del sur y no del norte, en el marco de una exposición que pretende hacer una gran llamada de atención sobre lo que se ha preservado como auténticamente natural y primigenio en nuestro planeta. Pero lo cierto es que mientras el Ártico –ya lo hemos visto– es un enorme vertedero químico y petrolífero (que ojalá nunca se deshiele porque nos mataría no solo por ahogo sino por envenenamiento) disputado por muchos, el Antártico está preservado y reglado. Y lo está bajo lo que se conoce como el Sistema del Tratado Antártico, firmado por 50 países, después del pulso de fuerza de siete de estos que en su día reclamaron su soberanía. Con este tratado se ha acordado proteger a las focas antárticas, los recursos vivos marinos de esta zona y su medio ambiente, y restringir toda actividad militar. El Antártico solo pueda ser utilizado con fines pacíficos. Por supuesto, están terminantemente prohibidos los vertidos de ningún tipo, las explosiones atómicas y los ensayos de cualquier clase de armas. Allí solo están permitidas, básicamente, actividades con fines científicos. Da la impresión que la experiencia con lo sucedido arriba –en el norte– ha hecho que el sur sea tratado de una forma más razonable y con más consideración. Aunque, a pesar de estar todo muy reglado, el capítulo soberanía ha quedado abierto. De tal manera que los países que antes de la firma del tratado se reclamaron como codueños de esta porción del planeta siguen poseyendo el derecho de reclamar soberanía llegado el caso. Pero la expo de Salgado nos trae más lugares, fauna, flora y grupos humanos que, a juicio del fotógrafo, permanecen inalterados desde el comienzo de los tiempos. Podemos deleitarnos o impresionarnos con los montones de pingüinos barbijos reunidos en la isla Zavodovski; las ballenas francas australes; el alucinante lago sobre el cráter del volcán Bisoke; los senecios gigantes de África; los 10 millones de caimanes que habitan en El Pantanal; los cactus de lava de las Galápagos; la intimidante pata de las iguanas marinas; los zorros voladores de Madagascar; los gigantes árboles de 40 metros de altura de


la Isla Siberut, entre muchos otros, así como diferentes etnias que –según el fotógrafo brasileño– todavía conservan sus costumbres originarias y su hábitat. Aunque, a decir verdad y sin el ánimo de querer demeritar la expo de Salgado y el enorme esfuerzo de este por querer mostrarnos la belleza de lo incorrupto, algunas de ellas ya han sido permeadas por el mundo moderno. Y no de la mejor de las maneras. Tal es el caso de la etnia mursi, que habita en el sur de Etiopía, en las fronteras del Parque Nacional de Omo. Sus mujeres, bellamente retratadas por Salgado, han convertido su particularidad en un negocio. Cobran por entrar a su asentamiento y porque las fotografíes, y se tornan irascibles si no lo haces porque cada instantánea representa dinero. Poco, el equivalente a 5 céntimos de euro –aunque recordemos que están en África y que el euro es una moneda fuerte–, pero eso les sirve para pagar necesidades de abastecimiento. Las mursi, por tradición y al llegar a la pubertad, realizan un corte bajo en su labio inferior, que taponan con un corcho o un trozo de madera para que la incisión no se cierre. La idea es que esa abertura en el labio se vaya agrandando con los años hasta hacer posible

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que les quepa un plato de arcilla o madera de hasta 15 centímetros de diámetro. Mientras realizan el estiramiento del labio inferior, las mujeres deben cuidar de no romperlo porque esto les haría perder atractivo sexual ante sus hombres. De acuerdo con lo que he leído, no todas alcanzan los 15 cm, pero las que lo logran se hacen merecedoras de las mejores dotes a la hora de casarse. El pago se hace con reses –50 se llevará la que logre los 15 cm–, con miel y, desde hace algunos años, con Kalashnikov. Hecho este último que no desentona con los mursi, considerados como una de las tribus más agresivas de África. Al parecer, mantienen conflictos con casi todos sus vecinos. Los mursi han querido ser desalojados a la fuerza de sus territorios. Por esto, y con la ayuda de algunas ONG de protección de indígenas, han aprendido a gestionar el turismo atraído por sus particularidades. Y no solo esto. Tienen su propia web: www.mursi.org Tampoco los zo’é, igual y hermosamente retratados por Salgado, se han conservado ‘puros’. Son una etnia de una región apartada de la Amazonía, descubierta en los años 70 cuando las autoridades brasileñas intentaban levantar planos de lo que sería la carretera Perimetral Norte (BR-210). Tienen la particularidad –además de concederle mucha importancia a la higiene; al parecer, todos los caminos que conducen a su poblado pasan por riachuelos– de llevar colgando de sus barbillas –tanto hombres como mujeres– palos de unos 20 centímetros que, a juicio de ellos, les confieren hermosura. Los primeros contactos con los blancos fueron muy perjudiciales para ellos, pues adquirieron enfermedades a las

que algunos sucumbieron. Gracias a la asistencia médica prestada por el Estado, los zo’é, se han fortalecido y hoy vuelve a ser una población en crecimiento. Hoy en día su población asciende a unos 275 indígenas. Al parecer, el gobierno de Brasil quiere preservar el aislamiento de esta pequeña etnia. Pero ellos –que ya llevan años de contacto con los blancos– desean poder conocer a otros indios, otras ciudades y otros objetos. Y se dejan visitar. Hay documentales sobre ellos, en actitud pacífica y cariñosa con los que los visitan. También podríamos hablar de los nenets de Siberia, otra de las tribus bellamente fotografiadas por Salgado. Una buena parte de ellos ya no es el pueblo nómada de antaño, aislado y dedicado a los rebaños de renos. Debido a que los pastos para sus renos se han visto reducidos, como consecuencia de la expansión del petróleo y el gas, un 41 por ciento de la

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tribu se ha tenido que vincular a otros trabajos como los de las industrias químicas y petroleras. Y ya hace más de setenta años, muchos de ellos fueron obligados a integrarse en comunidades y dejar de ser nómadas. Es decir, perdieron su esencia, aquello que fueron originariamente. La bella exposición de Salgado me ha llevado a reflexionar sobre el manejo de la fotografía y la realidad. En muchas ocasiones, estas suelen funcionar complementándose. Sin embargo, me parece que en el caso que nos ocupa –y en algunos supuestos que hemos expuesto– son dos elementos enfrentados. Quizá el deseo de convertir en estética la realidad que nos circunda menoscaba la propia realidad. Y esto me lleva, nuevamente, a las maravillosas y descarnadas crónicas del Ártico de Miguel-Anxo Murado. Con las que en el caso de enfrentar y conocer realidades, me quedo.


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Por Ramón Illán Bacca

l dramaturgo y dueño de la librería “La Alegría de Leer”, Juan Fadrique Panero, conocido por todos como Jota, salió esa tarde a la calle con un descuidado “ya vengo”. La frase la recibió con dudas, María Luisa Maldonado su esposa y por eso al cerrarse la puerta detrás de su marido corrió a una ventana y detrás de las celosías lo examinó con atención. Vestía con su saco habitual de dril blanco y un pantalón de caqui, también llevaba un pequeño maletín con sus cuadernos en los que con su pluma de tinta violeta escribía sus obras de teatro, famosas porque nunca habían sido montadas en un escenario, aunque en ocasiones se disfrazaba y representaba algunas escenas delante de su mujer, única espectadora conocida. Al verle doblar la esquina la mujer se devolvió y se santiguó frente a un cuadro atribuido a un pintor de la Colonia. El cuadro entronizado en la sala del piano era objeto de rezos apresurados para que su marido no siguiera en los malos pasos que, su prima Clotilde Camero –pariente a quien veía todos los días– le había comentado esa misma semana. Había gata encerrada, posiblemente algunas de las muchachas del servicio doméstico que los domingos por la noche daban vueltas por los lados de la Intendencia Fluvial. Se decía que los camarotes de los vapores surtos en el río servían para clandestinos encuentros amorosos. Algo peor podía ser –y la mujer fue presa de espanto– cuando Clotilde sugirió que podía ser gato y no gata encerrada y que los encuentros eran en realidad con algunos de los muchachos que rondaban por el mismo lugar. “Cállate, no digas una palabra más” gritó y dejó de oír lo que Clotilde insinuaba. Esa noche el librero no volvió y aunque al amanecer Sixta y Ubaldina, las domésticas de la casa, salieron a buscar noticias, al mediodía no se sabía aún nada. Peor fue cuando a pesar de la búsqueda el resto de la semana y la denuncia ante la policía no se encontró ningún rastro del librero. A los diez días hubo una nota confusa en La Prensa sobre un cadáver encontrado en el caño de la Auyama. El cuerpo estaba tan descompuesto que fue imposible reconocerlo, aunque los jirones de las vestiduras indicaban

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Relato de carnaval que se desarrolla en la Barranquilla de los años 20 donde priman cuestionamientos enmascarados. Es una historia en donde lo que no se narra se configura como la almendra de lo narrado. Hace parte del último libro de cuentos del autor, publicado en 2012 por la Universidad de Caldas con el mismo título.

que era una persona que vestía un saco de un color indefinido. Clotilde se acercó al Cementerio Universal para averiguar algún dato, alguna pista, algún indicio, pero los sepultureros enterraron al muerto en forma rápida y sin mayores ritualidades. Ante su reclamo alegaron que las órdenes perentorias eran de sepultarlo cuanto antes. Todo esto era una terrible preocupación para el alcalde Sebastián Revueltas desde la misma mañana de la desaparición. Había llamado al jefe de la policía y preguntado

en forma directa si era cierto que en su ronda la policía había disparado y matado al librero que no se había detenido a las voces de alto cuando salía con un muchacho de uno de los camarotes del vapor La consentida. Empeoraba el asunto que el joven había sido empleado como señuelo por el mismo alcalde para tener la oportunidad de declarar al librero “extranjero indeseable” y expulsarlo del país. Tenía a ese hombre de letras –para él un pervertido sodomita– entre ceja y ceja desde que percibió que los editoriales del diario opositor La Barricada, leídos y degustados por un público creciente, eran escritos por el librero y no por el director del periódico, que ni de lejos podía tener esa prosa florida y erudita. Como de costumbre la policía se había ido más allá de las instrucciones y en vez de entregarle un hombre a quien señalar y vejar por inmoral le traían un cadáver. “¿Y ahora cómo justificamos el muerto? Le preguntó al jefe de la policía que nervioso había maltratado con las manos su sombrero hasta volverlo inservible. “¿Usted sabe la importancia del general Bustos, el suegro del muerto? ¿Sabe usted que fue un héroe de la guerra de los mil días y uno de los padres de este departamento?” El alcalde siguió en una andanada creciente zahiriendo al subalterno que sudaba a chorros mientras seguía con las botas entrechocadas frente a él. Después de unos minutos en silencio, el jefe de la policía Marcos Faz de Piedra dijo balbuceando:

“Gato suelto y feliz”

Digamos que no hay muerto. Podríamos decir que el hombre se escapó con una mujer en un vapor rumbo al interior del país. El alcalde lo miró con desconcierto al principio, después se rió un poco por lo bajo y al final le dijo: “Marcos, usted ha dicho algo excelente, pero…” –continuó después de reflexionar un poco– “nuestro hombre no se debe ir al interior del país con la mujer sino al exterior, el gran pero a su idea es que necesitamos testigos de haberlo visto partir y además, que sean testigos creíbles…” Cuando el jefe Faz de Piedra iba a salir, un tanto feliz de haber salido del mal paso con una fácil solución, el alcalde lo llamó de nuevo y le dijo: “Tiene manos libres para hacer que nuestro ‘doble’ nunca cuente la verdadera historia”. Faz de Piedra maldijo el día que había empezado a trabajar con este alcalde su ex - compañero de armas, pues los trabajos sucios siempre le tocaban a él. II El joven Donaldo Magué, “el gato” para sus amigos, fue despertado esa misma noche de julio en su celda y llevado a la oficina de Haroldo Tristán De Caro, director de la cárcel. Este le ordenó sentarse y empezó a leerle los cargos por los cuales estaba allí: seducción de campesinitas por los lados de la Intendencia Fluvial, cheques


sin fondos por pequeñas cuantías, entrega de artículos defectuosos en negocios de ventas, fugas de los burdeles sin pagar. El director lo miró con atención. El joven tenía una cara amable, lejos del afiche del delincuente nato que colgaba en una pared de la oficina. Lo importante en él era su leve parecido con el librero – algunos de la llamada “gente de la noche” lo habían confundido con frecuencia –y además era actor de una compañía de teatro muy popular y de vida precaria. Era además un experto en el manejo de la utilería de teatro. “Nuestro hombre”, pensó Faz de Piedra mientras lo observaba. El policía, sentado en la silla del director de la cárcel le pidió que representara al librero y dramaturgo Panero. ¿Lo conocía? El actor le contestó que de vista pero que no eran amigos. El jefe Faz de Piedra quedó sorprendido,

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pensaba que todos los del gremio estaban relacionados. Un tanto aliviado le explicó que el hombre aunque mayor que él y más grueso, debía ser representado en el momento en que se embarcaba en el Bernardo del Carpio, un trasatlántico con llegadas a algunas islas del Caribe y con destino final, Barcelona. De aceptar quedaría libre y se archivarían sus expedientes. De no hacerlo se le haría la vida más difícil. Donaldo, “El gato” aceptó. A los fotógrafos que tomaban fotos a los pasajeros en la escalerilla del trasatlántico se les advirtió, por unos hombres mal encarados, que tomaran unas fotografías al joven actor en forma que diera la impresión de espontaneidad y de sorpresa. Todo un reto en esa época de fotos fijas. El italiano Floro Manco logró tomar las fotos como se quería. En la escena también se veía una mujer joven en actitud de espera. Fue así como en forma simultánea a la aparición del cadáver en el caño, le llegó un sobre a María

Luisa Maldonado con las fotos y el mensaje “Se fue con otra”. La esposa ofreció misas por el regreso de su marido ante las miradas conmiserativas de sus vecinos. A Clotilde, una lectora impenitente de novelas policíacas y asidua participante de reuniones espiritistas, nada de eso la convenció. Ahí había un gato grande encerrado. Como experta en taquigrafía la contrataban con

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frecuencia en la casa de los notables para tomar nota de las reuniones políticas. Allí había oído comentarios nada gratos sobre “Jota”, y también señalamientos de posibles crímenes del alcalde y su mano derecha Faz de Piedra. Esa tarde en casa de un político opositor oyó la discusión sobre esa


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EL HERALDO fotografía borrosa, aparecida en La Prensa, que en un artículo ensalzando el progreso y pujanza de la ciudad y el movimiento del puerto, lograba mostrar una figura parecida al desaparecido librero en el momento de embarcar el Bernardo del Carpio. Clotilde, que en la noche anterior se había desvelado leyendo las aventuras de Rocambole, decidió investigar y visitar a las personas conocidas que habían estado en el momento del supuesto embarque. Todos dijeron haber visto una persona parecida al librero pero no podrían afirmar que lo era. “Se veía más joven y más delgado”, coincidieron. Sara, una de las hermanas del joven arquitecto Jorge Villaseca que se iba a Barcelona a estudiar la obra de Gaudí, manifestó que lo había rozado y con seguridad no era el librero español, pues ella había comprado textos en “La Alegría de Leer”, y conocía bien al dueño. El hecho de que en “el callejón de los meaos” cualquier noche y cuando salía de las novenas a San Nicolás dos hombres mal encarados le dieron una paliza mientras le advertían que no se metiera en lo que no le importaba, hizo que Clotilde pusiera en una balanza la verdad y su propia supervivencia. En un principio ganó esta última.

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III La persona que después de su presentación en el Teatro Cisneros habló por primera vez del éxito en Barcelona del escenógrafo Panero fue la bailarina Tórtola Valencia, en su paso por la ciudad. “La última vez en Barcelona actué en una escena de baile y fui la más aplaudida, un paisano de ustedes, Jota Panero, realizó la puesta en escena”. Nadie creyó que esa señora cuarentona, cargada de carnes y enfundada en unos vestidos estrechos que parecía iba a estallar, se hubiera destacado de nuevo en la danza de la serpiente. Pero ella insistió frente al periodista y aún más le dio una fotografía con ella contorneándose en el escenario y en la que se alcanzaba a ver una media cara detrás de las cortinas que ella dijo ser la de Jota Panero. La fotografía en el periódico causó conmoción en la alcaldía donde todavía seguía gobernando el alcalde Revueltas, algo que para sus enemigos políticos era lo más cercano a la eternidad. Este ordenó a Faz de Piedra que decomisara el periódico pero el policía le dio buenas razones para disuadirlo, entre ellas el que desataría el interés sobre un caso olvidado. De todas maneras se le confiscó la foto al diario y se le prohibió al periodista que le hiciera más reportajes a la repolluda bailarina. En casa de la mujer del desaparecido, ella y Clotilde compraron varios ejemplares que mostraron a sus conocidos que no se pusieron de acuerdo en que esa cara correspondiera al “esfumado”, como lo llamaban cada vez que se referían a él. Decidida, Clotilde le escribió al joven pintor Villaseca pero este ya estaba estudiando en París, donde se decía estaba triunfando, pues había expuesto en un salón de “Rechazados”. A instancias de Clotilde se convocó para hacer una sesión espiritista e invocar el espíritu de Panero. Si estaba muerto acudiría y más aún se le podría preguntar quiénes eran sus asesinos. Si estaba vivo no acudiría y así se haría más claridad sobre

el asunto. La sesión hecha con Fanny Mary y su hijo, directores de la revista Lumen, fue un fracaso. El espíritu de Jota no se presentó sino vino un espíritu burlón que se dedicó a hablar en un idioma que Fanny dijo ser caldeo. Rosa Luisa y Clotilde asumieron el ridículo pues como dijeron a los que quisieron oírlas “Para encontrar a Jota estamos dispuestas a tocar todas las puerta aunque sean las del más allá”. Para ese momento solo correspondía que María Luisa diera el salto transoceánico y se fuera a España. Clotilde seguiría con sus indagaciones, eso sí, con mucha cautela después de la advertencia. No se pudo. María Luisa se resbaló al frente de su casa donde un imprudente había arrojado unas cáscaras de plátano y hubo que ponerle un aparato en el cuello y andar con muletas. El viaje se aplazó indefinidamente. A Clotilde le fue peor, un hombre pretendidamente enloquecido la atacó con un cuchillo cuando estaba por los lados del Teatro Cisneros. Se pudo defender a sombrillazos mientras la socorrían algunos transeúntes. Tuvo heridas en los brazos y otra más profunda en el pecho. La hospitalizaron en el Hospital San Juan de Dios. Allí fue a visitarla la mujer que la había citado. Resultó ser la esposa de uno de los policías que acompañaron a Donaldo Magué después de su actuación en la que hacía el papel del Jota Panero subiendo la escala del Bernardo del Carpio. “Usted me puede ayudar” fue el saludo de la joven mujer de nombre Carmen. Enseguida le contó cómo Ricardo, su joven esposo, había desaparecido días después de la actuación del “gato” y que

sus preguntas en la policía quedaron sin respuesta. Mi marido –aclaró– no cumplió la orden de darle una paliza al actor que lo dejara en muy mal estado, mejor muerto. “¿Y el otro policía?, indagó Clotilde, convertida ahora en Ágata Christie, autora que jamás había leído. “Dicen que se fue huyendo a la capital” y “¿qué fue del gato?” Carmen no supo qué contestarle. Así que –pensó Clotilde– había tres desapariciones o posibles asesinatos. Faz de Piedra debería responder algunas preguntas pero, ¿a quién acudir? De que no tenía aliados estaba en el hecho diciente de cómo habían soltado a su atacante al momento de pisar la estación de policía. Mientras se hacía esa pregunta en su cama del hospital recibió una carta anónima. Decía que era fácil dar con el paradero en Barcelona de alguien que se decía llamar Jota Panero pues con frecuencia se colocaba una especie de tocado que decía ser de “la danza del torito”, además siempre tenía la cara empolvada en tal forma que constituía una máscara. Al principio había sorprendido, pero después en la cosmopolita Barcelona se había vuelto una presencia habitual en el ambiente teatral de la ciudad. En el teatro Romea se le había apodado “Tres manos” por aquello de la mano derecha, la izquierda y la mano de maquillaje en la cara. Se suponía una historia sórdida y pecaminosa detrás de todo. Estuvo pensativa pero, ¿ella y María Luisa atravesarían el océano en busca de un empolvado desconocido? Decidieron escribirle de nuevo al pintor Villaseca para pedirle que si por casualidad se daba una vuelta por Barcelona, buscara a “Tres manos”.


19 Pasaron meses y no hubo respuesta a ninguna de sus cartas. Estaban en un punto muerto cuando supieron por los periódicos que Tórtola Valencia había vuelto a Ciénaga. (Se decía que su vuelta se debía al buen pago en la capital del banano, y por otro lado en la sección de chismes de la farándula se hablaba de un joven mulato, un Apolo del Trópico, que la tenía subyugada). Clotilde y María Luisa hicieron el viaje de noche de Barranquilla a Ciénaga en el vapor Ibis, por un caño del río, en medio de gritos y reyertas de los borrachos y jugadores de dominó en cubierta. Llegaron el sábado de carnaval con miles de disfrazados dando vueltas alrededor de la estación del ferrocarril. Fue fácil localizar a la vedette española en la pensión “Sarita”, frente a la plaza principal. Tórtola estuvo amable pero no dio muchos datos. Sabía que el de la cara enharinada era Juan Fadrique Panero porque así aparecía en el pasaporte registrado ante las autoridades. Que a pesar de sus actitudes extravagantes era un excelente tramoyista y utilero de teatro y que nadie le había visto la cara sin empolvar, excepto la policía. Ante la foto que le mostró Rosa Luisa de su marido solo atinó a decir “No le he visto nunca la cara al descubierto, pero aquí se ve un hombre más gordito”. Se devolvieron a Barranquilla esa tarde en el vapor Flor de fango. Todos los ruidos habían cesado en el sopor del mediodía y el retardado girar de los abanicos en cubierta cuando se empezaron a oír las notas de un arpa que tañía un músico español. Fue en ese momento que Clotilde despertó de su siesta a su compañera de camarote y le dijo: “Él estaba allí”. Al principio

María Luisa no entendía nada. “¿De qué hablas?, ¿por qué me despiertas?”. En forma atropellada pero después con calma Clotilde le aclaró. El encapuchado que estaba cerca mientras conversábamos con Tórtola, ese era Jota. ¿Qué te hace suponer eso? Preguntó una María Luisa ya muy interesada. Que al hablar con nosotras le quitó categoría a Panero, ahora no es escenógrafo sino utilero. Debe haber sido su amante y ahora está entusiasmada con el joven de Ciénaga. Además en un momento y cuando estábamos de espaldas, el disfrazado se quitó la careta para dar paso a una cara empolvada. Lo vi en el espejo pero solo ahora tengo conciencia de ese hecho. Personas empolvadas con maicena es lo que hay en carnaval. Sí pero no están al lado de Tórtola como asistentes. Ese

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por dónde continuaría la gira de Tórtola. Después de un arpegio del arpista en cubierta fue cuando la gran pregunta surgió: –“Bueno y cuando lo encontremos, ¿qué?” – exclamó en un grito atormentado María Luisa. “A ti te corresponde tomar una decisión”, fue la respuesta apodíctica de Clotilde. Esa misma noche, casi a la medianoche las dos mujeres decidieron disfrazarse con capuchones que alquilaban en la tienda “La Celestina” e irse al “Salón Carioca”. Las guiaba una corazonada y además la necesidad de celebrar la caída del alcalde destituido ese mismo día. “Se cayó el bajá”, decía uno de los diarios, en un despliegue que opacaba la foto de la reina del carnaval. Salvo los empujones y ciertos pellizquitos de los porteros entraron sin problemas al Carioca. Allí estaba Tórtola bailando con su mocetón, tenía la cara descubierta y era la imagen viva de una anaconda devorando un toro. El “Tres manos” no se veía por ninguna parte. Un tiroteo se desató en el momento en que un disfrazado de gato de Cheshire sacó a bailar a María Elvira. Un militar borracho le había quitado la caperuza a la enmascarada con quien bailaba. Inmediatamente se desbordó a los lados de la careta una frondosa cabellera pero también se destacó la manzana de Adán. ¡Una afrenta, otro hombre! El capitán, ese era su grado, sacó entonces su arma de dotación y disparó varias veces, por fortuna con mala puntería. Todo el mundo se tiró al suelo. Mientras rodaban en el suelo las dos mujeres se tropezaron con un hombre de cuerpo fibroso. Estaba disfrazado del filósofo Kierkegaard. Al levantarse y como hipnotizadas solo pudieron exclamar: ¿Jota? Y la respuesta fue ¿Ustedes?

hombre era de su elenco y por su máscara no puede ser otro que “Tres manos”. La conversación quedó interrumpida, y ya no había forma de devolverse. Les esperaba Barranquilla y el carnaval. No sabían tampoco

IV Han pasado dos años y el hombre que dice llamarse Juan Fadrique, alias Jota Panero, vive con su legítima esposa María Luisa Maldonado. Se han mudado de casa y viven en Puerto Colombia en una colina apartada de todos. Los anteriores vecinos dicen que el hombre se parece pero se ve más joven que el librero desaparecido. La esposa se ve sin embargo muy feliz cuando va de compras al mercado y se encuentra con las antiguas vecinas. Clotilde administra la librería, ahora más floreciente en una extraña ola de lectores que se ha desatado en la ciudad. Sin embargo, Clotilde, que había afirmado en una fiesta que ella era “soltera pero no ignorante”, apareció un día embarazada. El rumor era que el autor era el mismo Jota Panero. Cuando se les ve a los tres, a Rosa Luisa, Clotilde y Panero, caminar por la playa todos afirman que no hay tal gato encerrado sino un gato suelto y feliz.


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JOSÉ TORRES

Champeche es un corregimiento del municipio de Baranoa, Atlántico, que se consolidó en la segunda mitad de siglo XIX, alimentado demográficamente por las poblaciones de Usiacurí, Baranoa y Sabanalarga. En él se desarrolla el Festival de la Ciruela, creado en 1989 por el señor Efraín Brochero, cuyo objetivo central ha sido la difusión de los saberes asociados a las diferentes formas de preparación de esta fruta, pero también es un claro ejemplo de emprendimiento de este pueblo, donde cada rincón vibra durante los 4 días de las festividades y donde en cada casa, calle o esquina se establecen actividades que aprovechan la llegada masiva de visitantes.

El olor de la ciruela de Campeche

Patrimonio Cultural del Departamento del Atlántico

Puerto Colombia

Tubará

Barranquilla

Galapa

Soledad Malambo

Juan de Acosta S/grande

BARANOA Polonuevo Piojó

Usiacurí

Santo Tomás Palmar de Varela

Luruaco

Sabanalarga Ponedera

Repelón Candelaria Manatí

En el 2014, del 23 al 25 de marzo, el Festival de la Ciruela llega a su XXVI versión. Como todos los años, habrá tarde folclórica y se seleccionará a los mejores cultivadores y recolectores del fruto, en cuya pulpa se encierra simbólicamente el espíritu emprendedor de los habitantes de Campeche.

Santa Lucía

Campo de la Cruz

Suan

La ciruela potencia el trabajo de la población. Debido a sus variedades, es útil para la producción de productos alimenticios y golosinas, pero además su semilla se emplea para artesanías. La acogida del Festival ha desencadenado el Reinado Intermunicipal de la Ciruela. Bailes y concursos se organizan también alrededor de esta fruta, cuyo exquisito aroma invade al corregimiento, de manera especial durante los cuatro días del festival.

POR ADRIANO GUERRA Y DEYANA ACOSTA MADIEDO

Archivo Histórico Secretaría Departamental de Cultura

El Festival de la Ciruela es una manifestación que le ha dado identidad a Campeche, incluso a nivel nacional. En razón a que su temporalidad lo ubica entre el carnaval y la Semana Santa, se conjugan la sacralidad con la tradición de elaborar dulces y festejos enmarcados por el folclor. Dentro de esta transmisión de saberes y experimentación, los campechanos han logrado, bajo la organización de microempresas, la elaboración de productos con una alta calidad, como los vinos, donde ya algunas de sus marcas son reconocidas. También producen tortas y dulces, todo muy apreciado por los que transitan por la carretera La Cordialidad.


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Por Julio Lara Bejarano*

edro Manrique Figueroa, pionero del collage en Colombia, no existe en la pantalla, pero es nuestro tigre de papel, tanto como los Estados Unidos lo fue para Mao Tse Tung. Como quiera que el collage sí existe y me permite ensamblar las partes aisladas, traigo a colación retazos del artículo “Ficciones de la vida real”, que escribí a propósito de dos películas; una de ellas La desazón suprema, de Luis Ospina, para detenerme en él y no precisamente en Un tigre de papel, donde habita el personaje de Manrique, sino en el retrato incesante del escritor Fernando Vallejo, filme que pretendo tributar al tiempo que opto por la autocita, amparado en la presencia del realizador caleño en el II Festival Internacional de Cine de Barranquilla, Ficbaq, que tendrá lugar del 21 al 29 de marzo. Apenas justo iluminarle la alfombra a uno de los mayores exponentes del cine colombiano. Mejor aún parafrasearlo: “Ojo a su cine”.

Colcha de retazos: Ficciones de la vida real Gabo sostiene que “la vida no es la que uno vive sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla”. Y tanto más cierto cuando quien recuerda es la cámara y quien cuenta es el montaje. Ahí nos enfrentamos a una simulación de la vida que no tiene parangón porque los hechos no son discutibles pero sí su exposición. Pongamos de ejemplo a (…) un escritor frentero que le extirpa sus penurias a toda una nación. Y esta suerte de musicalidad en la prosa es apenas justa para entrañar la metáfora en imágenes de (…) La desazón suprema: retrato incesante de Fernando Vallejo, con (…) Luis Ospina (…) construyendo el plano de una vida tridimensional, ambivalente, humana. (…) En otro lado está la desazón de un autor que –citando a su colega Antonio Caballero– siempre dice lo mismo porque dice la verdad; uno que ha preferido evadir las mirillas del narrador omnisciente y elegido la primera persona para contar su mundo con las vísceras blindadas y municiones verbales a cuestas: Fernando Vallejo. Luis Ospina elabora un fresco, un retrato que lejos de cesar procura rearmarse, colorearse y fundarse en latigazos de franqueza salmodiados con la dulzura de los versos y la prosa del referido, al tiempo que contrasta con la dureza de un relato bufo, denso, impío, repetitivo, obsesivo, viperino, luciferino, sordo, necio, obsceno, terco, excéntrico, paranoico y demás, tal cual reza el fragmento de Entre fantasmas (1993), de la autoría de Vallejo. En el camino, percibimos múltiples facetas de este, en sus acercamientos a la política, al cine, a la biología, enseñándonos el ángulo más humano que sus detractores prefieren restarle para seguir demonizándolo.

El laboratorio de Ospina

Respecto a la conformación de la estructura, Ospina le responde al guionista Carlos Henao en Kinetoscopio: “Las cinco novelas de El río del tiempo me las leí como un todo y las clasifiqué por temas: en donde Fernando se refería al cine, a su familia, a la política, al sexo, a su niñez, a la felicidad; así saqué frases y otras cosas. Entonces sí tenía algo bastante organizado y me fui con un cuestionario de más de 100 preguntas. (…) En un momento yo pensé que la película podía estructurarse como si transcurriera en un solo día, pero afortunadamente abandoné esa idea. Encontré otra estructura que me gustó más, y se hizo más acorde al tema de un escritor; decidí hacer la película con la estructura de un libro, con un prólogo y nueve capítulos”. De este modo, el director construye su detenimiento, armando el rompecabezas de Vallejo, superando la etapa testimonial directa o indirecta y aludiendo a metáforas audiovisuales que refuerzan el sentido, la sensación y componen la catarsis del espectador al hallar puntos de congruencia o de enfrentamiento. La observación, tanto como el personaje registrado, no es pasiva, y mucho menos dócil; en consecuencia el resultado es más comprometido con la experiencia que con la apariencia del mismo, lo que se le agradece con creces en medio de tan disperso mar de versiones polarizadas respecto al firmante de La virgen de los sicarios. (…) La verdad pincelada con lo que algunos pudiesen designar como pequeños toques de ficción constituye el denominador común (…), mediada por una representación estética cuya pretensión no es diluir lo real con la espectacularidad (…) sino ejercer un dominio equilibrado de la plástica para tonificar los objetivos propuestos por la narración en términos de


23 generación de sentido y de valor del registro. Con ello la poesía está en la misma hoja de ruta que la información. La diferencia, sin embargo, es que la segunda cede ventaja y se subyuga al trabajo formal para ofrecerse en últimas de modo rebelde, iconoclasta, por fuera del molde diseñado en serie. Representar no es una prohibición, como tampoco el camino está vedado a recursos propios de la ficción cinematográfica, como los flashbacks y los montajes por semejanza o por contraste, el tratamiento del color, del sonido y la musicalización. Ospina (…) es consciente de ello y asume el respeto por el valor testimonial de sus personajes, por el detenimiento de su cámara ante sus corazonadas y desazones, todo en un punto medio donde el espectador no infiere en la narrativa y la técnica dramática que

subyace a las vidas filmadas. Un sitio en el que, sin darnos cuenta, también habitamos nosotros, escribiendo a diario guiones invisibles de vidas aparentemente intrascendentes (las propias), a la espera de un título y un metraje que nos reinterprete en pantalla para dejar huella en la Vía Láctea mundana a veinticuatro cuadros luz por segundo.

Corte final: La verdad revelada En 1987, cineastas de todo el orbe respondieron a una encuesta sobre sus motivos para hacer cine. A la pregunta de ¿por qué filma usted?, Ospina adujo las siguientes razones: “porque soy muy nervioso para robar, porque detrás de la cámara oculto mi timidez, por la persistencia de la visión, por terquedad, porque el cine es una fijación, es un misterio

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Análisis de algunas de las realizaciones del caleño Luis Ospina, uno de los invitados a la segunda edición del Festival Internacional de Cine de Barranquilla, Ficbaq, que se realizará del 21 al 29 de marzo.

KAREN LAMASSONNE/CORTESÍA LUIS OSPINA

Para hacer cine hay que tener fe. En el cine, fe es creer en lo que no se ha revelado”.

gozoso, es la alquimia, la bolsa negra, es el oficio de tinieblas del siglo veinte, es una fijación de emociones en emulsiones, es una revelación de lo negativo a lo positivo, porque el cine es creación y re-creación; pero tres llamaron especialmente mi atención, a modo de sentencias inapelables: “Para hacer cine hay que tener fe”, “En el cine, fe es creer en lo que no se ha revelado” y “Hago cine en el Tercer Mundo para encontrar el plano sur-americano capaz de revelar nuestra imagen subdesarrollada”. De todo lo anterior da fe el propio cineasta, autor del libro Palabras al viento: mis sobras completas, cuyo humor negro, satírico y sarcástico aún impregna mis recuerdos de un fugaz encuentro mutuo años atrás para curar –en compañía de otros colegas convocados– lo que sería la Maleta de películas del Plan Audiovisual Nacional del Ministerio de Cultura de Colombia. En aquel entonces las charlas rondaron la cinefilia en tono rayano con el placer estético y anecdótico, jamás desprovisto de apuntes cordiales, apacibles pero enfáticos cuando ameritó. Ni el patetismo del sombrío panorama capitalino –a través de un ventanal en pleno mediodía– escapó a sus comentarios con el leve volumen de quien no acostumbra a cargar a cuestas con un palmarés que incluye a Biarritz, Oberhausen, Cartagena, Sitges, La Habana, Bilbao, Huesca y Toulouse, entre otros importantes festivales internacionales. Definitivamente no. Quien fuese codirector del Cine Club de Cali, cofundador de la revista Ojo al cine, y habitual colaborador de las publicaciones Kinetoscopio, Arcadia, El Malpensante y Número, acostumbra dejar huellas incólumes salvo por su cine en imágenes y palabras. Los largometrajes Pura sangre (1982) y Soplo de vida, al lado de los cortos Agarrando pueblo (1978), En busca de María (1985) y Ojo y vista: peligra la vida del artista (1988); los documentales Andrés Caicedo: unos pocos buenos amigos (1986), Nuestra película (1993), La desazón suprema: retrato incesante de Fernando Vallejo (2003), Un tigre de papel (2007) y la serie De la ilusión al desconcierto (2007) engrosan una filmografía tan variopinta como las 69 posiciones para ver el cine o “cinemáximas” que propone en su libro. Por lo tanto, la mente de Ospina se nos presenta al estilo de su Pedro Manrique Figueroa en Un tigre de papel: “En mis uno noventa metros de estatura cabe cualquier contraste y contradicción que pueda ser imaginable”. Cabría también la obviedad del alter ego camuflado en el mismo sistema métrico. Pero dejemos que sea el Ficbaq una inmejorable oportunidad para seguir creyendo a pie juntillas, igual que Ospina, en lo que no se ha revelado; mientras nos habituamos a digitalizar la nueva verdad, dolorosamente exenta de positivo fotográfico. * Crítico de cine y formador de públicos. Jefe de prensa – Cinemateca del Caribe.


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