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13.04.2014 LA REVISTA DOMINICAL DE

 El trabajo cultural es su religión | 6  Una chica “de la casa” | 12  El hijo del Cañaguate | 18

EL HERALDO

ISSN 2357-3171

REVISTA # 1584

A Í S E O P E D O A T I Z E R L G A R UN U T A N A POR L


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EL HERALDO

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FESTIVAL DE ARTE ESTUDIANTIL RUI ROBLEDO

CONTENIDOS 6

Fomento al talento estudiantil

De los cuarenta años que lleva de estar viviendo en Barranquilla, Hugo Morales le ha dedicado 25 al fomento de las artes y la cultura desde el Festival de Arte Estudiantil Ángela Morales. Semblanza de este gestor cultural, desde su niñez en el Tolima, de donde es oriundo. Juan Carlos Rueda aborda también en su relato la manera como la lectura, desde su corta edad, incidió en el proyecto de vida de Hugo Morales. 21

¡Arriba, Luchín!

Con testimonios de Marcos Coll y Toto Rubio, el periodista deportivo Ahmed Aguirre plantea cómo el arquitecto y exfutbolista Luis Sánchez Bonett, mejor conocido como Luchín, sigue llevando una vida activa en lo académico y en lo deportivo, pese a que padece el síndrome de Parkinson. El deporte y la templanza mantienen en vigor a Luchín. Víctor Del Vecchio, compañero de Sánchez Bonett en las selecciones Atlántico en los años 70 y 71, y quien aún comparte momentos de fútbol en las canchas de La Magdalena, Cevillar y Las Palmas, dice que cuando lo ve jugar se acuerda “de aquellos tiempos en torneos nacionales como el de Medellín en 1970. Hace nueve años lo vi jugar en estado tembloroso, pero ahora me siento sorprendido por su recuperación”.

Berna, en ‘Babelia’ ‘Verano en rojo’ y ‘Margen de error’, dos títulos del género de novela negra de autoría de Berna González Harbour, hacen parte de las realizaciones literarias de esta reconocida periodista española que en breve asume como directora de ‘Babelia’, suplemento cultural de ‘El País’, de España, el primer diario del mundo hispanohablante. Berna le concedió en Madrid una entrevista a Alba Pérez del Río, en clave periodística y personal.

LATITUD, LA REVISTA LATITUD, DOMINICAL LA REVISTA DE DOMINICAL EL HERALDO DE # EL 1584 HERALDO # 119 Director Consejero

Juan B. Fernández Renowitzky Presidente

Francisco Posada Carbó Director

Marco Schwartz Rodacki Gerente

Escriben en este número

Adlai Stevenson Samper Ahmed Aguirre Acuña Alba Pérez del Río Alonso Sánchez Baute Elkin Núñez Cabarcas Juan Carlos Rueda Mario Williams Ramón Illán Bacca Tina Celis

Elaine Abuchaibe Auad Jefe de Redacción

Rosario Borrero

Director de Arte

Fabián Cárdenas

Los escritos de los colaboradores y columnistas solo comprometen a quienes los firman.

Diseño Grafico

Hernán Herrera

Edición, Selección de Textos e Imágenes

Martha Guarín R.

martha.guarin@elheraldo.co Imágenes: AP, Efe, Archivo EL HERALDO, Archivo Histórico del Atlántico, Archivo Histórico de Antioquia, archivos particulares, Néstor De Ávila, Rai Robledo. Reproducciones: Carlos Cordero, Josefina Villarreal, José Torres. Portada: Obra poética y la pintura ‘Solflor’, de Norman Mejía. Contraportada: Omar Figueroa Turcios


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Recordando a Norman Mejía con sus prosas pavorosas La adrenalina que solía descargar en su obra pictórica también está en la poesía que el artista frecuentemente hacía. Su viuda la da a conocer por primera vez y se refiere a una de esas piezas en las que aborda una de las realidades en materia medioambiental en Colombia.

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Por Tina Celis

e cumplen 24 meses de la larga ausencia y partida del pintor Norman Mejía. Maestro, pensador, compañero, amigo, amor, hermano, y guerrero incansable de la lucha contra un destino que se le imponía. “Me niego a tener el síndrome de Van Gogh”, decía. Cuando conocí a Norman, su presencia me impactó, y cuando lo escuché hablar me sorprendió. Su lenguaje, sus temas e historias eran tan diferentes a todo lo escuchado. Era divertidísimo e inteligente en su hablar y en su actuar. Sus relatos te llevaban a lugares recónditos de su mente y de sus vivencias, no existían

temas vedados para él, hablaba de todo y con todos, era tan interesante que te hacía vivir lo vivido y experimentado por él; siempre había una expectativa de lo que iba a suceder en sus narraciones, entrelazando un relato con otro, con una lucidez, gracia y coherencia fascinantes. Y yo estaba ahí, como hipnotizada, atrapada en su aventura. Al final todo terminaba en donde comenzó y el círculo se cerraba. Y la sensación era de haber estado montados en una montaña rusa, como definiría Norman años más tarde nuestra experiencia en los Estados Unidos. Pero esa es otra historia. Y allá afuera, las horas habían pasado y el mundo no existía. Para conmemorar el aniversario de su partida he escogido uno de sus escritos, porque para quienes no lo saben, Norman, además de pintar, escribía. No le gustaba llamarse poeta sino letrista, escribía en prosa, y estas “prosas pavorosas”, como él decía, las cantaba y las llamaba “psicodramas auditivos”; a esos psicodramas auditivos les ponía música y las cantaba. Sus composiciones eran muy variadas, hablaba de sí mismo, de la vida, de los dramas humanos, de nuestras experiencias,

AUTORRETRATO DE NORMAN MEJÍA/REPRODUCCIÓN: JOSEFINA VILLARREAL


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REPRODUCCIONES CARLOS CORDERO

De autoría de Norman Mejía, las pinturas ‘Última cena’ y ‘Vertical L mental o el cantante’.

del camino que habíamos empezado a recorrer juntos. Su pensamiento y filosofía los exteriorizó haciéndome su confidente y cómplice, transmitiendo sus visiones, canalizaciones, alegrías, sueños, fantasías, temores, conflictos e ilusiones, para que en el futuro, sin saberlo nosotros, me convirtiera en la fuente de una ideología personal construida a base de experiencias, análisis y conocimientos. Era una persona con mucha conciencia social, vivía muy conectado con todo lo que sucedía en el mundo y a su alrededor a través de los noticieros y de personas con las que se comunicaba, generalmente por teléfono. Los últimos años de su vida decidió no volver a salir, por razones que serán motivo de otras charlas, y esto originó que por su sedentarismo ganara peso y como consecuencia, obesidad mórbida; enfermedad que hería su orgullo y vanidad. En una ocasión le escuché decir que los seres humanos

‘El río’ o ‘Jugo nacional’ Cuando el río Magdalena Por fin se le entrega al mar No es agua lo que le vierte Sino jugo nacional

Porque solamente así Podemos asegurar El poder sobrevivir De una forma natural.

Este jugo se compone De toda la porquería Y de todos los abusos De nuestra ciudadanía

Cuando la humanidad regrese A un simple primitivismo Tenemos que alimentarnos Solitos nosotros mismos

Mucho ensucian las empresas Poderosas del consumo Y a sus jefes no les importa Los desechos ni los humos

Así que cuiden a sus tierras Y a nuestros ríos también Que es lo único importante Que tenemos a nuestro haber.

Todo está contaminado Busquemos la solución Solamente así podremos Alcanzar la salvación De este lindo medio ambiente Que es toda nuestra nación

De ahí nos viene la comida Y el agua para beber Para darles a nuestros hijos Que la vida continúe y así Poder transcender Igual que Simón Bolívar Y no como Santander.

Nuestros países hermanos No se equivocaron tanto Y por eso ellos tienen Su tierra que es…….. Un encanto. Aquí nos falta conciencia No sé qué nos pasará Si seguimos destruyendo Nuestra nacionalidad Tenemos que reaccionar Y no cruzarnos de brazos No podemos continuar Matándonos a balazos Como tampoco podemos Adaptarnos al fracaso Todos tenemos que estar A la altura necesaria Para poder habitar En una Colombia agraria

deberían escoger un lugar en sus países o en el mundo para dirimir sus diferencias o conflictos, y todo el que quisiera pelear por alguna causa, debería irse a ese lugar y ahí resolverían sus discrepancias sin afectar a seres inocentes, ajenos a las

Yo me cago en toas las leyes Ellas no sirven pa’ na’ Porque cuando les conviene Ellos las pueden cambiar Para hacer sus fechorías Y así poder robar má$$$ El que se aprende esas leyes Son los que más aprovechan Porque en ese laberinto Siempre encuentran una brecha Para salir muy airosos tienen Muchas artimañas y hacen Todo lo que quieren Sin saber a cuántos dañan A esos le llaman barones De la alta suciedad Y solo tienen cojones Pa’ robarse a los demás.

luchas de poder, ideología, clase, color o raza, lo que me pareció genial. Recuerdo que en nuestra historia reciente, cuando la guerrilla intensificó el conflicto, atacando con sevicia a los colombianos, en carreteras,


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pueblos y ciudades, lanzando o detonando bombas, y las frecuentes pescas milagrosas, teniéndonos a todos sitiados, sometidos y en jaque por sus ansias demenciales de “poder joder” inmisericordemente, con un baño de sangre, dolor y muerte que parecía no tener fin, Norman comentó: “Para contrarrestar todo este absurdo, además de militarizar las carreteras del país, para evitar

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los secuestros y bombas que se intensifican en época de vacaciones, y hacen que la gente se vea obligada a permanecer en las ciudades, se deben crear caravanas escoltadas por militares por tierra y aire, y así recuperar un derecho universal que ha sido violado ”. Más tarde, algo similar se realizó. También, en el año 2008 o 2009, cuando hubo esas grandes inundaciones al sur del departamento del Atlántico, me comentó que se deberían hacer estudios de suelo, donde se escogieran zonas bajas inundables en el Departamento, para evitar esas grandes tragedias, y en época de sequía se utilizara ese reservorio, supliendo así las necesidades de la región. Porque el río Magdalena, de todas formas, siempre en poca o gran cantidad, estará vertiendo sus aguas al mar. Y no se justifica que haya escasez en la región, ya que Colombia tiene el privilegio de ser una potencia hídrica, a nivel mundial. Encuentro muy apropiado para la situación este escrito, porque va muy acorde con lo que está viviendo Colombia, y por qué no, el mundo en diferentes partes. No debemos olvidar que todos vivimos en este planeta y lo malo que hagamos aquí o en cualquier lugar nos afecta a todos por igual. Los versos que presento hacen parte de sus composiciones que más admiro.

Norman y Tina paseando a sus sobrinos, en Barranquilla, en 1985.


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EL HERALDO Por Juan Carlos Rueda Gómez Especial para Latitud

L @juankyeru

a Fundación para el fomento y promoción del arte y la cultura, Fundar, con sede en Barranquilla, recibió a comienzos de este año una certificación de la Unesco que la reconoce como entidad cultural fundamental en el desarrollo humano. El reconocimiento se hace a través de la Federación de América Latina y el Caribe de Asociaciones, Centros y Clubes, Flacacu. Este espaldarazo institucional del organismo cultural de la ONU es muy difícil de conseguir ya que hay que tener una larga trayectoria y mostrar resultados en el campo de la gestión cultural. Al frente de Fundar, creada en 1994, está su director y gestor permanente, Hugo Morales, un tolimense de 68 años que hace más de cuarenta asumió su curramberidad, condición que demuestra con sus actos de amor por Barranquilla, donde realiza desde hace veinticinco años el Festival de Arte Estudiantil Ángela Morales. Además, Hugo hace parte del Congreso Iberoamericano por una educación de calidad, como miembro organizador y ponente. Subir a la cima de esta montaña donde se encuentra ahora ha sido arduo, casi doloroso. Pero el rudo entrenamiento que le dio la vida desde niño lo ha blindado contra el rechazo, el señalamiento, los tropiezos y la escasez de recursos estatales, algo recurrente en nuestro país, donde la cultura es la ‘hija de menos madre’, sobre todo para los politiqueros, que manejan a su antojo los dineros públicos, porque invertir en arte y cultura no es buen negocio, sobre todo si la masa crece con la levadura de la formación intelectual y reconoce quiénes merecen o no ser gobernantes.

Precoz lector de Vargas Vila –¡A ver, Morales!, ¿qué está leyendo ahí a escondidas?...tronó la voz de barítono del padre Mejía, profesor de religión y, de ñapa, prefecto de disciplina del Colegio Claret, de El Líbano, Tolima, mientras el aludido, de escasos once años, trataba, sin lograrlo, de esconder el libro que mantenía en su mano izquierda, debajo del pupitre, mientras con la derecha trataba de librarse de la mano del sacerdote, que, cual tenaza, le halaba de una de sus orejas, tan fuerte que casi lo saca del asiento, mientras con la otra trataba de quitarle el libro.

6 Obviamente, el fornido, riguroso y temido clérigo ganó el forcejeo. Sin soltarle la oreja, acercó su cara a la del pequeño y le soltó la sentencia envuelta en un aliento acre, con suficiente fuerza como para que sirviera de lección a los demás estudiantes: –¡Queda expulsado del colegio por sacrílego, por hereje! Solo a usted se le ocurre ponerse a leer Aura o las violetas, y justamente en la clase de religión. ¿Es que no sabe que quien escribió esta porquería fue excomulgado por el Vaticano, porque es un ateo, una vergüenza para el país? Corría el año de 1957 y las obras de José María Vargas Vila, el autor en mención, todavía

Perfil de Hugo Morales, organizador desde hace 25 años del Festival de Arte Estudiantil Ángela Morales.

El trabajo cultural es su religión


7 circulaban clandestinamente y nadie admitía en público su lectura. Aún estaba fresco el escándalo generado en 1900 por la novela Ibis y otros textos de contenido erótico, junto a algunos donde tocaba abiertamente la temática de la homosexualidad, el ateísmo y cáusticas críticas a las ideas políticas de derecha, que desembocaron en un ácido enfrentamiento con la jerarquía católica y el gobierno nacional, llegando incluso al punto de ponerle precio a su cabeza por parte del entonces presidente Rafael Núñez y a su expulsión de Venezuela y Estados Unidos.

El pequeño ‘comelibros’ y ‘saltacursos’ Nada de eso era sabido por Hugo Morales, el Hugo Morales rodeado por algunos de los afiches de su evento anual.

estudiante de tercero de primaria, rebelde y precoz en materia de lecturas, que desde que abrió las páginas de Aura o las violetas no se despegó de ellas, simplemente porque le apasionaba leer, y cuando el padre Mejía quemó el libro en el patio del plantel sintió que las llamas también lo consumían a él. Ya habían pasado por sus manos, sus ojos y su alma La Aliada y La Odisea, de Homero; Rojo y Negro, de Stendhal; la mayoría de obras de Julio Verne y los veinte tomos de El Tesoro de la Juventud, esa especie de Google impreso de mediados de siglo en el que los jóvenes encontraban respuesta a todo. Pues bien, el bagaje intelectual de Hugo no fue tenido en cuenta por los curas claretianos y lo echaron sin atenuantes ni apelación posible. Se fue cabizbajo a casa de su abuela, Elisa Leaño, quien asumió su crianza desde que él tenía dos años de nacido y murió su madre, Temilda Morales, quien le había dado su apellido en ausencia del padre engendrador. Doña Elisa no solo le dio todo su respaldo sino que esa misma tarde le consiguió cupo en la escuela pública de El Líbano, donde al practicarle el examen de admisión lo subieron al cuarto grado y al terminar el año fue recomendado al rector del Instituto Técnico Industrial para entrar a cursar el primero de bachillerato. “Vivo agradecido eternamente del padre Mejía porque me hizo un gran favor al expulsarme, ya que en dos años avancé tres cursos”, cuenta sonriente Hugo, mientras espera en el lobby de un hotel de la ciudad a un empresario que le ha prometido apoyo económico para la fundación y el festival. Retoma la conversación para apuntar que a los quince años él ya estaba en tercero de bachillerato, lo cual no era normal en esa época.

Políticamente incorrecto Pero el hecho de que en su nuevo colegio valoraran su

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nivel intelectual no convirtió a Hugo Morales en una ‘fierecilla domada’ ni mucho menos. Su condición de líder natural lo llevó a asir la bandera de la inconformidad frente a la deficiencia de varios profesores que no estaban a la altura de la institución y se les enfrentaba constantemente, llegando a sufrir lo que ahora llaman matoneo. “Como yo no tragaba entero y cuestionaba la calidad de la enseñanza, entonces me descalificaban y me señalaban de comunista y revolucionario, así que convoqué a una huelga estudiantil y paralizamos el colegio por varios días. Logramos el objetivo de que cambiaran a los profesores, pero a costa de mi cabeza, ya que de manera soterrada me cobraron la rebeldía con bajas e inmerecidas calificaciones. Así, acabé perdiendo el año y mi abuela me dijo que no me podía dar más estudio, por lo que me tuve que ir a Bogotá a trabajar con un tío que tenía una fábrica de zapatos y nunca más volví a estudiar. Ahora lo hago para fomentar la cultura”.

Zapatero y teatrero Como todo provinciano que es arrojado de repente a una gran urbe, Hugo Morales quedó impresionado pero a la vez cautivado por ese mundo hasta entonces desconocido. Los trolebuses eléctricos que lanzaban chispas a lo largo del recorrido y las grandes librerías del centro lo mantenían encantado. A los ocho días de estar haciendo oficios menores le pidió a su tío Jesús Morales que le diera materiales para hacer un par de zapatos. Su pariente se los negó argumentando que se podían desperdiciar en sus inexpertas manos. Hugo se las arregló para entrar a la bodega y, a escondidas, durante la noche, logró su cometido. Al día siguiente, don Jesús encontró un flamante par de zapatos en su escritorio y preguntó quién había elaborado algo tan bien hecho. Tímidamente, su sobrino

El Festival está dedicado a Ángela, la hija de Hugo, quien murió en un accidente de tránsito.

asomó la cara entre los demás trabajadores y levantó la mano. Eso fue suficiente para que lo ascendieran a oficial zapatero, ganando por producción. Durante los siguientes tres meses trabajó dieciséis horas diarias y cuando tuvo suficientes ahorros montó su propio negocio, dedicándose a elaborar una especie de botas pantalón de cuero, que servían como calzado y prenda de vestir a la vez. Tuvieron mucho impacto, especialmente entre los hippies de la época, que esperaban hasta un mes para obtener un par, y Hugo, sin haber cumplido la mayoría de edad, llegó a generar hasta seis empleos. Pero en su sangre bullía el deseo de pararse frente al público a expresar lo que sentía, a través de sus dotes histriónicas, ya demostradas desde la primaria cuando hacía llorar a la concurrencia recitando la “Elegía a la madre muerta”, que en su condición de huérfano, le hacía estallar en llanto antes del final, contagiando al auditorio. Esta primera experiencia artística lo motivó en la adolescencia a organizar veladas literarias, poéticas y


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EL HERALDO teatrales en el barrio Dulima, de El Líbano, con los hermanos Carlos Orlando y Jorge Eliécer Pardo, quienes posteriormente se destacarían como excelentes escritores. Hugo tenía su zapatería artesanal en el barrio Simón Bolívar, y organizó un grupo de teatro barrial, escenificando durante cuatro años seguidos la historia de los Tres Reyes Magos, que atraía mucho público. Un día fue contactado por los miembros de El Grifo, un naciente colectivo teatral, que lo invitaron a vincularse, lo cual aceptó de inmediato y participó en el montaje de La Maestra, obra de Enrique Buenaventura. Con sus compañeros se matriculó en un taller teatral que conduciría el dramaturgo Carlos José Reyes, en la Casa de la Cultura del barrio La Candelaria, donde hizo contacto con su director, Santiago García, incorporándose a lo que posteriormente se convertiría en el famoso Teatro La Candelaria, participando en grandes montajes y codeándose con figuras de las tablas como Patricia Ariza y el poeta Raúl Gómez Jattin, quien tuvo importante figuración en el medio dramatúrgico nacional entre finales de los sesenta y comienzos de los setenta. En ese ambiente se hizo amigo de Jorge Vanegas, actor bogotano que en una reunión le presentó a su hermana Mercedes, una gran mujer que desde hace 43 años es su compañera, con la que ha tenido cuatro hijos, Ricardo, Hugo, Camilo y Ángela, quien falleció el 9 de marzo de 2000, por la irresponsabilidad de un conductor borracho.

ahorros, Hugo se metió de lleno en la actividad artesanal elaborando calzado, correas y bolsos, totalmente a mano. Viendo que su gremio estaba desunido, se sumó a la creación de la Asociación de Artesanos del Atlántico, siendo elegido miembro de la primera junta directiva. Pero el teatro seguía ahí en guardia, esperando una oportunidad. Esta se dio cuando conoció a Teobaldo Guillén, quien dirigía el grupo teatral de la Alianza Colombo Francesa. Al poco tiempo, Morales dirigió el montaje de la obra El Rescate, con la cual participaron en el Festival Internacional del Drama en Aruba, donde Guillén obtuvo el galardón de mejor actor, el primer premio internacional ganado por el teatro local. Un par de año después, Hugo decide realizar un evento anual que sirva para fomentar el interés por el teatro, la danza y la música entre los estudiantes, usando estas disciplinas para implementar una educación integral en la formación de nuevos líderes, sensibles y creativos. Entonces funda el Teatro Abierto de Barranquilla, para que sirva de marco institucional al evento, montando además numerosas obras y obteniendo grandes éxitos. A esta altura de nuestra charla ya han pasado más de tres horas y varias tandas de café en la recepción del hotel, mirando por reflejo hacia las escaleras cada vez que se sienten pasos, a ver si baja el esperado personaje que con mucho entusiasmo se declaró mecenas de la cultura. En vista de que no llega, Morales ha decidido no esperar más y, con un gesto de impotencia y decepción, me invita a marcharnos. Justo en ese momento aparece el flamante ejecutivo y se nos acerca. –Qué pena, señor Morales, pero no le tengo buenas noticias. Su festival nos parece excelente, pero hemos revisado el presupuesto de publicidad y la verdad es que este año no podemos ayudarle. Tal vez para el próximo podamos apoyarlo. Al salir, me toma del brazo y con voz enronquecida me dice: “¿Usted sabe

Zapatero, a tus zapatos Cuando Hugo y Mercedes tomaron la decisión de unir sus vidas disfrutaron una corta luna de miel en Cali y luego llegaron a Barranquilla con la idea de viajar a Francia en barco, pero el primer embarazo marcó el aplazamiento y posterior cancelación de ese romántico proyecto. Al acabarse los

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Facsímil del reconocimiento de la Unesco a través de la Federación de América Latina y el Caribe de Asociaciones, Centros y Clubes, para el Festival que organiza Hugo Morales.

cuántas veces me ha pasado esto? No sé qué responderle y no hace falta, él mismo lo hace: todas las que usted imagine. Por esta razón es que al terminar la octava edición del festival tomé la decisión de no hacerlo más porque me dejó lleno de deudas y tuve que sacrificar mi patrimonio familiar para cubrirlas. Entonces le pedí a mi hija Ángela que me ayudara a recoger y archivar lo que había quedado: las fotos, videos y demás cosas. De pronto ella, al verme tan triste, me dio un abrazo y llorando me dijo: papi, esto no puede morir; el festival es como un hijo tuyo, igual que mis hermanos y yo. Dime, ¿tú nos dejarías morir así nada más? “Eso fue suficiente para retomar fuerzas, cuenta Hugo evocando el momento. Juré que el festival se haría al menos mientras yo viviera, aunque tuviera que empeñar mis zapatos. Ángela se convirtió en un motorcito que no se apagaba nunca y todo el tiempo estaba dándome ánimos, preguntándome cómo iban las cosas y motivando a sus hermanos para pegar afiches, armar escenografías, repartir volantes o llevar boletas a los colegios. Por ello, cuando salió de nuestro plano físico le rendimos tributo bautizando el festival con su nombre”. Ya van

veinticinco quijotadas hechas realidad, y Morales con su equipo humano preparan la número veintiséis de este evento que cada año reúne más de ciento cincuenta colegios de Barranquilla y municipios del Atlántico y otros departamentos, permitiendo a miles de jóvenes la posibilidad de mostrar su talento artístico. Por allí han pasado muchos que luego se han destacado a nivel nacional e internacional, como Daniella Mass, la llamada Princesa del Liripop, quien afirma que el Festival de Arte Estudiantil Ángela Morales “fue fundamental para mi formación artística y humana, por lo cual siempre estaré agradecida”. Carlos Ramos Maldonado, actual decano de Comunicación Social de la Universidad Autónoma del Caribe, afirma que “el aporte de Morales y su certamen anual es vital para la formación estructural de la juventud barranquillera. Desde que yo era docente en el Centro Social Don Bosco y luego como secretario distrital de Educación, he sido testigo del impacto positivo que deja en quienes participan”. Al acercarse la Semana Santa, Hugo Morales sigue adelante con su viacrucis anual, como escenificando cada paso de su pasión por la cultura. Envía cartas a la empresa privada en busca de apoyo y haciendo rendir el escaso aporte estatal que recibe, para seguir blindando a los jóvenes con una gruesa capa que impida la entrada de esos mortíferos proyectiles que son la drogadicción, la delincuencia, la prostitución y la alienación proyectada desde medios de comunicación irresponsables. “Es que el trabajo cultural es mi religión. Soy fiel a él y a la promesa que hice a mi hija Ángela. No importa cuánto pese esta cruz, siempre la llevaré a cuestas”, concluye Hugo. Ojalá que con el reconocimiento de la Unesco pueda empezar a disfrutar muchos sábados de gloria.


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JESÚS RICO

Entre los platos típicos de la zona costera del Atlántico, en Puerto Colombia, sobresale el pescado, en muchas variedades, pero en especial la mojarra. La venta de productos del mar genera para muchas familias el sustento económico y su labor es fundamental para que las playas y el municipio reciban permanentemente visitantes de Barranquilla y el Departamento, así como turistas.

La mojarra, el gran plato marino porteño Patrimonio Cultural del Departamento del Atlántico Dentro del patrimonio gastronómico de la región norte del departamento del Atlántico tenemos el típico plato que es característico de los pueblos muy cercanos al mar: la famosa mojarra. Es uno de los más apetecidos en todo lo ancho de la costa porteña. Cada centro recreacional, improvisadas casetas y sitios de interés lo tienen en su lista de servicios. La pesca para su obtención es muy fácil y se realiza de forma artesanal, utilizando una caña con carretel, nylon y anzuelos adherida a una carnada, en este caso peces pequeños. De consumo masivo, este pescado se sirve acompañado de rodajas de plátano verde, que en nuestra región se denominan patacones, y del ya legendario arroz con coco. A simple vista la mojarra se identifica por tener un cuerpo ovalado, aplanado por los costados, cabeza de forma angular, su color es plateado con franjas de color oscuro detrás de su cabeza y otras en su cola. La preparación de este exquisito plato se hace en los mismos sitios de consumo, con los tradicionales adobes característicos de la región, y esta tarea recae en las manos femeninas, y el producto final para degustarlo sale de improvisadas cocinas de negocios familiares.

PUERTO COLOMBIA

Tubará

Barranquilla

Galapa

Soledad Malambo

Juan de Acosta S/grande

Baranoa Polonuevo Usiacurí

Piojó

Santo Tomás Palmar de Varela

Luruaco

Sabanalarga Ponedera

Repelón

Candelaria Manatí

Santa Lucía

Campo de la Cruz

Suan

La mojarra es adobada con limón y sal al gusto y se frita con abundante aceite hirviendo.

Otra de las pasiones gastronómicas de esta zona costera es la langosta, la cual, para su reproducción y pesca, tiene varios puntos en el litoral. Muy cerca de las costas porteñas se consigue ese crustáceo, emparentado con los cangrejos y pertenecientes a los decápodos (por tener diez pares de patas). Desde los acantilados de Punta Roca hasta más cerca de Salgarito se ha demarcado un espacio vital para la caza artesanal de esta especie marina, la cual se identifica como langosta espinosa o de roca. Su hábitat en estos fondos rocosos descienden a los 100 metros de profundidad.

POR HELKIN ALBERTO NÚÑEZ CABARCAS

Archivo Histórico Secretaría Departamental de Cultura


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A

Por Adlai Stevenson Samper

Vista parcial de la iglesia de San Nicolás de Tolentino, en el Centro de Barranquilla/ Foto Orlando Amador. Abajo, el templo hacia el año 1900.

los tres años de iniciada la labor de párroco de Carlos Valiente en la iglesia de San Nicolás, tras observar el estado de destrucción en que había quedado tras la conflagración militar de la revolución radical liberal de 1885, cuando había sido utilizada como torreón fortificado, decide empuñar todo su esfuerzo en proveer de una iglesia decente para su feligresía. Siendo un sacerdote querido por toda la población, tal propósito no era difícil. Conseguir que cada uno de los barranquilleros pudiera apropiarse de esa idea y aportara lo suyo fue el paso inicial. De hecho, el principal aporte lo daría el mismo Valiente, convencido de que sus conocimientos de arquitectura e ingeniería pudieran servir a la causa. Así que en septiembre de 1885 comenzaron los trabajos de la iglesia de San Nicolás. En ese sentido el primer reto estilístico ideológico de Valiente era qué tipología necesitaba el edificio para una ciudad de las condiciones de Barranquilla con sus 25.000 habitantes, donde los extranjeros controlaban la economía, no eran católicos, y junto a ellos había un grueso número de ciudadanos liberales masones que si bien no eran enemigos recalcitrantes de los curas –como sí sucedió en otras partes de la república–, también tenían sus intereses particulares frente a los eclesiásticos. La elección de tipología arquitectónica de Valiente fue la gótica, como esas mismas grandes y misteriosas catedrales de la antigüedad, construidas por logias de artesanos que sembraban la piedra con símbolos hermenéuticos. De hecho, en esa elección hay todo un

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mensaje implícito de Valiente, una declaración sobre cómo quería él que se presentara la iglesia en Barranquilla. En otros proyectos suyos usó este mismo estilo. En el de San Nicolás también confluyeron otros factores, como fue el asomo de la ciudad al próximo siglo XX, la necesidad de incorporar ese espíritu finisecular de progreso a los trazados urbanos presentando un nuevo proyecto de convivencia que superara los esquemas pueblerinos. Ya veremos cómo se hacen todas estas operaciones. Una de ellas fue la autorización del alcalde Daniel Olaciregui, con la anuencia del cabildo, para que la casa cural pudiese construirse de forma decente, alinderando de esta forma la calle Ancha (actual Paseo Bolívar) con un trazado disímil, producto de la escorrentía de los arroyos. Esa fue la primera intervención indirecta de Valiente sobre esta calle, pues posteriormente, este nuevo alinderamiento sería recogido por el alcalde Antonio Abello, diseñando un esquema tipo bulevar. Veamos cómo Valiente diseña, y de qué forma, la iglesia de San Nicolás, según el testimonio del sacerdote Pedro María Rebollo: “Tenía esta las tres naves centrales, que aún conserva, de arcos bajos, de medio punto la central, y el presbiterio, de techo mediano, se estrechaba en el centro, dos costados del presbiterio y en la parte trasera era la sacristía, sobre el cual se levantaba la casa cural, que tenía balcón corrido en los tres lados con techos de paja de cañón, sostenidos por pilares a la usanza española. Por primera providencia procedió a conseguir que se le diera terreno detrás de la iglesia, para construirla nueva casa cural, en lo que favoreció eficazmente el alcalde Daniel Olaciregui, haciéndose autorizar del cabildo (como todavía se le decía) para alinear la acera

Valiente, frente a San Nicolás


11 oriental de la calle Ancha, en ese alineamiento quedó cedido el solar en que construyó el curato nuevo, anchado más tarde por el sucesor del que esto escribe. Procedió enseguida a tumbar el antiguo curato y el techo y arco toral del presbiterio, y levantó el nuevo de cuatro arcos ojivales, con techos de azotea y cielo raso de madera, decorado de pinturas. Sin descansar en todo el año 1886, contando como contó con la cooperación monetaria de los feligreses entusiasmados, remató esta primera obra con la colocación del altar mayor de mármol blanco, primero que se erigió en Colombia. Debióse este altar íntegramente a la generosidad y religiosidad de una familia que ocupaba una posición primaria en el comercio y en la sociedad de Barranquilla: los señores Vicente y Santiago de la Hoz, y principalmente su hermana Doña Luisa, quienes constituían la casa Comercial De la Hoz Hermanos. Ellos no solamente donaron el altar, sino también las tres imágenes, del Sagrado Corazón de Jesús, la Inmaculada Concepción y San José. También los candeleros, los jarrones, el sitial de bronce dorado y otros adornos, e importaron los baldosines del presbiterio, que fue también el primer material de esta especie que entró en nuestro país”. Valiente hace las nuevas naves de la iglesia. Tal proceso es descrito por los historiadores Vergara y Baena: “Siendo párroco el presbítero Carlos Valiente, quien se había echo cargo de ella en 1882, se dio principio a los trabajos de ensanchamiento y ornamentación. Fue el mismo presbítero Valiente quien dirigió los trabajos con una consagración insuperable, ayudado por el general José Félix Fuenmayor, notable arquitecto que dejó a su muerte en Barranquilla testimonios diversos de competencia y su amor por esta tierra de sus

El presbítero Carlos Valiente fue uno de los grandes constructores de la Arenosa, aunque ahora su nombre y obra, por avatares de su modestia, se haya dispersado. Propició el levantamiento de iglesias, la llegada de órdenes religiosas católicas, la construcción de hospitales de caridad, colegios, asilo, orfanatos y cementerios. Todo lo que Barranquilla carecía a finales del siglo XIX y las primeras tres décadas del XX. Renunció a altas dignidades mostrando un singular talante de hombre ecuánime y abierto, pues fungió como presidente de la masónica Sociedad Hermanos de La Caridad. Valiente falleció en 1937. Ofrecemos apartes de su vida, detallada en el libro ‘Barranquilla y el legado del padre Carlos Valiente’, de Ediciones Uninorte, y autoría de Adlai Stevenson.

nietos. Entre estas obras fueron las principales las siguientes: extensión del edificio hacia su parte occidental, en un perímetro de 14 metros cedidos para ese fin por el Concejo Municipal; la construcción del presbiterio, de la casa cural y erección de un altar de mármol, ofrenda de la señorita Luisa de la Hoz. Trabajó como maestro

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Portada del libro .

albañil en esas obras el señor Eladio Hernández. En 1894, el presbítero señor don Pedro Revollo continuó los trabajos de modernización de la iglesia. Ensanchó el perímetro de ella hacia los lados norte y sur e hizo otras muchas mejoras notables. Cambió el techo, que era de tejas, por otro que ofrecía mejor vista. En estas obras cupo a las señoras de Barranquilla parte principalísima, como fueron ellas las que arbitraron los medios para allegar fondos, los que unidos a los auxilios decretados por la Asamblea Legislativa del departamento de Bolívar, permitieron la realización de tan importantes trabajos. Fue maestro albañil el maestro Manuel Gutiérrez”.

Para los actos de consagración del nuevo templo vino el obispo Eugenio Biffi, desde Cartagena, en el mes de diciembre de 1886, consagrando el altar el 6 y el 8, con velitas encendidas y celebrando la primera misa pontifical. El altar vino desde Francia. Así mismo las tres estatuas del Sagrado Corazón de Jesús, la Inmaculada y San José. También el pavimento de baldosines, el sitial de bronce donado para la Divina Majestad y candelabros y jarrones del mismo metal. En este sentido, la dupleta Valiente-Revollo logra consolidar la transformación material y espiritual de la iglesia de San Nicolás, pues a pesar de la salida del primero, reemplazado por el segundo, siguen en procura de su mejoramiento. Es así como en 1905 se da inicio a la nueva obra del frontispicio de la iglesia de San Nicolás, la cual queda a la altura de un metro. Cuenta Revollo los sucesos: “Estaba conseguido en Bogotá el ofrecimiento del Dr. Francisco P. Manotas, de sacar del gobierno del general Rafael Reyes un buen auxilio nacional para esa obra de ornato público. Nombrado aquel poco después ministro de Obras Públicas, cumplió su promesa, cuando ya había sido reemplazado en el curato de aquella parroquia (1907). Hízose cargo monseñor Valiente de la obra, como presidente de una junta Ad Hoc de la cual era tesorero Don Próspero Carbonell. La dirección fue suya, siguiendo los planos que el arquitecto Mastellari, ingeniero departamental, bondadosamente me había hecho”. Ante la negativa de Valiente en 1885 para habitar la casa cural de San Nicolás, esta quedó ocupada por los sacerdotes coadjutores que lo acompañaron en su labor de párroco: los presbíteros Manuel de Prado, Alfredo Vigeant, Venancio Ramos, Felipe Acevedo y Rosas, Renato Chaigneau, Luis María Beleño y Antonio Sarmiento. Del paso del presbítero Carlos Valiente por la iglesia emblemática de Barranquilla queda una placa de mármol del lado derecho mayor de la fachada. Desde el preciso momento histórico que Carlos Valiente se posesiona como párroco de San Nicolás de Tolentino, Barranquilla contó con una iglesia acorde al desarrollo que mostraba en la esfera nacional una invaluable perspectiva de fundamentó para todos los cambios urbanos que se avecinaban.


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Una chica “de la casa”

Por Alba Pérez del Río

partir del próximo 4 de mayo dirigirá Babelia, el suplemento cultural de El País (España), el primer diario del mundo hispanohablante. Berna González Harbour (Santander, 1965) es pequeña de estatura, y tiene un rostro afable y una mirada tierna. Cuando la escuchabas hablar en la Cadena Ser (participó durante algunos años en la tertulia “A vivir que son dos días”), sentías como radioescucha que había llegado el sosiego, el reposo. Intervenciones inteligentes, cortas, precisas y con ese tono de reposo que parecía no abandonarla nunca. Quizá en esa contención y en ese saber mirar y escuchar para luego intervenir radique su éxito, pues ha sabido mantenerse arriba desde que se alistó a cubrir revoluciones y conflictos armados con tan solo 23 años. Aunque estuvo seis años de periodista “díscola” trabajando fuera de la “casa” (en España cuando quieres decir que alguien es de la empresa, dices “es de la casa”) como corresponsal en Moscú y luego como colaboradora de diversos diarios de su Santander natal, su figura está íntimamente ligada al diario El País, el periódico en el que ha fraguado su sólida carrera profesional. Regresó a ese periódico en 1996, pero no con las manos vacías. Había sido premiada con el accésit del Premio José Hierro por su relato “Viaje al fondo de un embudo”, en el que retrataba la vida de un heroinómano. Su relato fue tan bien logrado que los jurados

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13 creyeron que el autor era un drogadicto y se sorprendieron cuando la vieron llegar con su rostro afable y su mirada tierna. La vuelta a su antigua “casa” significó trabajos de más sosiego –por entonces estaba estrenando maternidad– y luego de responsabilidad. Tiene el currículum del que sabe lidiar con las alturas, y del que es sólido profesionalmente y muy eficaz. Sus sucesivos nombramientos en cargos de responsabilidad así lo atestiguan. Ha sido jefa de Internacional, subdirectora de la edición dominical, subdirectora del diario, subdirectora de la sección “Vida y Artes”, subdirectora de Internacional –con el cometido de aunar web y papel– y subdirectora del diario en general para integrar web y papel. Su último nombramiento se produjo hace una semana, lo que la llevará a caminar por los senderos de la cultura. Ella está feliz con el nuevo encargo, y dice tomarlo con renovadas energías. Es primavera, estamos en el pequeño jardín trasero de su casa en Madrid. Hace sol y hay que aprovechar. Bebemos té –esa es una tradición familiar que ella no perdona. Su madre es inglesa– y charlamos sobre su trayectoria profesional y sobre su reciente ingreso en el mundo de la novela negra. Berna está casada y tiene dos hijos. P Su carrera es una montaña que no ha parado de escalar. Estar escalando siempre debe resultar muy fatigante. ¿Nunca ha sentido deseos de detenerse y tomarse un respiro? R Claro que sí, de hecho lo hice. En un momento dado, después de pasar varios años cubriendo conflictos como la caída del comunismo en la Europa del este y el derrumbe

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Berna González Harbour empieza a ejercer el 4 mayo como directora de ‘Babelia’, suplemento de libros del diario ‘El País’, de España. Entrevista con esta reconocida periodista, además exponente del género de la novela negra. de la Unión Soviética, incluidos los estallidos armados que se produjeron en esos años, decidí parar. Necesitaba parar. Me tomé un tiempo para volver a casa desde Moscú, donde era corresponsal, y para volver a cargar las pilas en Santander, mi ciudad. Así pude reequilibrar el peso que debe tener la vida privada junto a la profesional, la balanza que nos debe hacer mejores personas. P ¿Qué son para usted el fracaso y el éxito? R Para todos los que somos perfeccionistas, y yo lo soy, en todos los pasos de la vida siempre es tentador encontrar algo de fracaso. Logramos escribir un artículo y siempre podríamos haberlo hecho mejor, siempre pudimos haber tenido mayor impacto. Lo mismo con la vida personal. Pero hace mucho aprendí a quedarme con lo positivo: lo conseguí, alguien lo leyó, a alguien le gustó. Por tanto creo que el fracaso y el éxito no existen, son solo modos subjetivos de percibir la realidad. En cuanto al éxito, el único posible es vivir feliz, satisfecha con los míos y con lo que hago, no fallarles y disfrutarles, a los míos y a mi trabajo. P Tener cargos de responsabilidad implica muchas horas de trabajo, sobre todo en el mundo del periodismo. ¿Có-

mo ha hecho para conciliar la vida laboral con la familiar? R Hay un momento en que tienes que aprender a poner coto, tener claro los límites, irte del trabajo por una reunión del colegio o para repasar las tablas de multiplicar. Y que los hijos sepan que, aunque su madre esté ocupada, ellos siempre serán prioridad, siempre me podrán decir: ven. Saber cómo les ha ido en un examen será siempre una buena razón para salir de una reunión. P De todos los frentes periodísticos en los que ha estado, ¿cuál ha resultado el más gratificante? R Creo que lo más gratificante es iniciar algo, cambiar y reinventarse. He disfrutado muchísimo de Internacional, de conocer, leer y aprender de todos los países y áreas del mundo. También, especialmente de “Vida&Artes”, la nueva sección que lanzamos en El País en 2007 para trasladar al lector debates y tendencias sociales, para lanzar preguntas y tratar de responderlas con todos los ángulos a nuestra disposición. He disfrutado del trabajo en web, de aprender a actuar con el factor inmediatez, que no existía antes en los periódicos. Y ahora estoy disfrutando ya de la idea de encargarme próximamente de Babelia. Reinventarme de nuevo, y hacerlo en el ámbito cultural,

me parece el mejor reto que hoy me podrían plantear. P Usted ha formado parte del equipo fundacional del paso del papel a la web del diario ‘El País’, y ha ocupado varios cargos en la consolidación de ese cometido. ¿Qué busca ese nuevo lector que navega por el ciberespacio?, ¿qué lo diferencia del lector de papel? R El lector web busca la profundidad, como en el papel, pero busca también la inmediatez, esa es la gran diferencia. El lector web no quiere esperar a mañana para conocer las claves de una información. Las quiere hoy. Y eso nos ha llevado a transformarnos en esta revolución digital. Lo importante es mantener la calidad en un ritmo de más rapidez. P ¿Cómo vislumbra el periodismo del futuro? R Soy muy optimista en ese sentido: nunca hemos tenido mayores audiencias, tan globales, tan exigentes. La fidelidad es difícil en la web porque el lector tiene muchas opciones. Si no le das la noticia que busca, la encontrará en otro lado. Y eso te obliga a mejorar. El periodismo en web sí vive en la aldea global. P Hace un par de años incursionó en el mundo de la novela negra con ‘Verano en rojo’ y este año ha regresado con ‘Margen de error’. Dos novelas en dos años. Teniendo en cuenta los cargos de responsabilidad que ocupa, su familia… ¿con qué tiempo escribe? R He llegado a la conclusión de que el tiempo es un estado mental. He vivido tiempos sabáticos o de paro (estar sin trabajo) en los que no pude escribir, inventar historias o


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EL HERALDO concentrarme en ellas. Y he vivido muy ocupada logrando a la vez madrugar para escribir. La respuesta es concreta: escribo, fundamentalmente, en vacaciones, en verano, cuando todos duermen y yo madrugo. Pero la respuesta menos concreta es la otra: cuando logras compartimentar la vida, cuando tienes el motor arrancado la novela tiene lugar. P ¿Por qué eligió escribir novela negra? R Me sentí cómoda en los cánones del género, me servían para retratar la realidad como quiero. P El premio Nadal, Fernando Marías, ha escrito sobre el personaje central de su novela: “La comisaria Ruiz ha venido a la literatura negra para quedarse”. Siendo que en la segunda novela hemos visto bastante maltrecha de salud a esa infatigable comisaria, ¿sí cree que se quedará por mucho tiempo? R Esa es mi intención. Cuesta mucho más crear personajes que tramas, y una vez que los has creado, ¡no puedes dejarles morir tan fácilmente! Deseo seguir trabajando a mi personaje, hacerle crecer y ponerle a disposición de muchas más tramas que, en el fondo, son una excusa para pintar la realidad. P ¿Cuáles son sus autores preferidos en este género? R Camilleri es mi maestro más querido, lo llevo en el corazón porque fue capaz de dar cabida en la novela negra al humor y al carácter latino maravilloso, gallardo y capaz de reírse de uno mismo. Lo conjugó todo. Además, Black, Connelly, Indriadson, Tana French, Chandler… son muchos los grandes. P

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La vocación de ‘Babelia’ es como la de ‘El País’: global, internacional, muy latinoamericana. Internet solo debe ser el medio para llegar a ese fin que es la audiencia global”.

La fidelidad es difícil en la web porque el lector tiene muchas opciones. Si no le das la noticia que busca, la encontrará en otro lado. Y esto te obliga a mejorar: El periodismo web sí vive en la aldea global”.

ratura universal se quedaría y con cuál de la contemporánea? R Melville y Proust escribieron para ampliarnos los horizontes, creo que ambos despiertan en el lector la evocación de otros mundos más complejos y borrosos. ¿Contemporánea? Acabo de leer un libro maravilloso de Anouk Markovits que me ha traído al paladar lo mejor de Bashevis Singer. P Teniendo en cuenta que a partir del próximo 4 de mayo usted será la responsable de ‘Babelia’, ¿qué es para usted una buena crítica? R La buena crítica es la más difícil: la que conecta con el lector y sabe transmitirle los elementos que necesita para juzgar por sí mismo si debe leer o no leer ese libro. El lector no es un niño en el colegio al que le imponen los libros; es un ser libre que debe poder elegir por sí mismo. Se trata de darle las herramientas para que él decida. P ¿Qué es para usted un buen libro? R Interesante pregunta, muy difícil de responder. El buen

libro es el que sabe conectar con el lector porque este se podrá reconocer de alguna u otra forma en él. El que sabe retratar la realidad. El que crea personajes perdurables a los que odiar o amar. Y el que está bellamente escrito. P ¿Habría que modernizar los suplementos literarios? Y si es así, ¿qué cambios habría que introducir para lograrlo? R Es difícil generalizar, no me atrevo a sentar cátedra. La clave como siempre en periodismo es: hagamos buen periodismo, honesto y libre de ataduras, independiente y lleno de curiosidad. P ‘Babelia’ no está en la web. Aún circula solo en papel. ¿Tienen planes en web? R La vocación de Babelia es como la de El País: global, internacional, muy latinoamericana. Internet solo debe ser el medio para llegar a ese fin que es la audiencia global. P Si tuviera que elegir entre el oficio de periodista y el de escritora, ¿con cuál se quedaría? R Vivo los dos como complementarios y no me gusta tener que elegir. Soy periodista y no me veo sin serlo. Ahora también soy escritora y aunque cada cambio parece exigir nuevas fuerzas y amenazar esa realidad, sé que nunca podré renunciar. Escribir novela es mi refugio, mi placer y nada podrá evitar que mantenga encendida esa llama tan íntima y particular. P Para terminar, ¿qué es lo que la hace más feliz? R Lo primero, algo que parece tan simple y es sin embargo tan caro y difícil de lograr: estar a gusto con los míos y mi trabajo. Si hablamos en términos concretos de una actividad: escribir.


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María Félix, la Doña

Por Ramón Illán Bacca

En Barranquilla también estuvo. Según Alfredo de la Espriella, en el Country Club”.

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lgunos medios de comunicación han recordado que de estar viva María Félix cumpliría cien años. Es de las pocas estrellas del espectáculo que después de muerta siguen vigentes. ¿Por qué? Es de esas cosas inasibles, difíciles de explicar, pero que todos sabemos que se da así. “María Félix es una Pancho Villa con faldas”, así la definió el escritor Carlos Fuentes. “Era tan bella que hacía daño”, dijo de ella el escritor francés Jean Cocteau. A su vez, María Félix se definió cuando dijo: “Una mujer original no es aquella que no imita a nadie sino aquella a la que nadie puede imitar”. En las muchas películas en que actuó –algunas de un argumento muy malo, pero que la presencia de ella las salvaba de la catástrofe– siempre hay una frase de ella imborrable: “Flores, flores. Duran un instante y hay que agradecerlas toda la vida”, o aquella de “por qué me van a investigar, si yo no soy Porfirio Díaz o Emiliano Zapata, a esos se les investiga, a una actriz se la inventa, una actriz es sueño”. Tengo una duda sobre una frase, pero si no fue de ella pudo haber sido: “No hay nada más eficaz que un escrito obsceno para promover la alfabetización. Todos quieren leerlo”. Pero no hay que pensar en María Félix como una pensadora, ella era una gran presencia. Al llegar a La Habana, la recibió el presidente Prío Socarrás, y ya había tenido su altercado con un periodista, que apenas ella bajó las escalerillas del avión le preguntó: “¿Usted se cree la Divina Garza? A lo que ella contestó: “No me creo, yo soy la Divina Garza”. En ese instante y dentro de la multitud, una mano atrevida fue reptando… En Prosa de prisa, su libro de crónicas donde relata este pasaje, el poeta cubano Nicolás Guillén nos dramatiza el hecho:“Ella se detuvo, pálida, confusa. Luego enrojeció hasta la raíz del cabello. ¡Pero es imposible! Murmuró al cabo. ¿Qué había pasado? Algo insólito y lamentable. Aprovechando la jadeante confusión, una cálida mano masculina se deslizó de modo inconveniente por el cuerpo de la artista que apenas pudo reprimir un grito de asombro, pero por supuesto no reprimió su desagrado”. El hecho desató el desplante ostensible de la

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actriz, que estuvo distante y altanera en todos los homenajes que le hicieron. El Gobierno hizo toda clase de declaraciones rechazando el hecho. Cuando llegué a Medellín, a la universidad, se recordaba la famosa gira de la actriz por este país. A pesar de ser homenajeada en el palacio presidencial por Rojas Pinilla, en la Capital de la Montaña, un sector la recibió con los calificativos de “Jezabel” y “Pecadora pública”. Aunque dudó en ir, al final se presentó en la plaza de toros, totalmente colmada. En Barranquilla también estuvo. Según Alfredo de la Espriella, en el Country Club, ella buscaba lugares oscuros y usaba largos tules. Hizo pocas declaraciones, pero lanzó ironías a sus malquerientes. No hubo manos impertinentes a su llegada a Barranquilla, esa mano ya había estado a la llegada de Isabel Bulla, una soprano local, que al llegar en la década del cuarenta y al sentirse investigada dio un alarido tal que rompió vidrios de los ventanales del aeropuerto de Soledad. La fuente es oral, “se non è vero è ben trovato”. María Félix ha sido personaje en algunos intentos de biografías o de novelas en donde se adivina que ella es el tema .Entre nosotros, Juanita Samper escribió, en la colección de la Librería Panamericana, una bien documentada biografía, la misma actriz en su autobiografía Todas mis guerras escribió un libro muy entretenido y diciente. Hay publicaciones de otros autores con más datos y nuevos enfoques. Carlos Fuentes en su novela Zona sagrada intentó relatar un amor incestuoso entre una diva, muy parecida a María, y su hijo. A la Doña no le gustó pero, como siempre, dio un comentario tenaz: “El perfume del incesto no lo tiene otro amor”.

María Félix, en agosto de 1955 en Medellín. De gafas, Andrés Soler. (Postal de la Secretaría de Educación y Cultura. Archivo Histórico de Antioquia).


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La sequía se ensaña En el departamento del Atlántico, de sus 18 ciénagas cinco se han secado y se pronostica –según estudios del Departamento de Ciencias de la Universidad del Atlántico– que la Ciénaga del Rincón o Lago del Cisne, en las fotos, sería la sexta en llegar a esa situación. Uno de los caminos para evitarlo es el dragado, para que alcance a recuperar el vaso de su profundidad histórica de siete metros ( foto abajo, a la derecha). Mientras tanto, la sequía se ensaña. Fotos y texto: Mario Williams García/cortesía


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EL HERALDO Por Alonso Sánchez Baute

E @sanchezbaute

nero de cañaguates florecidos en Valledupar. Ventea una brisa fuerte que ayuda a soportar el desafiante calor de las tres de la tarde. Aníbal Martínez Zuleta me recibe, muy juvenil y elegantemente vestido con pantalones verdes y mocasines cafés, en la biblioteca de su casa de la que resalta, entre textos de derecho, su gusto por la literatura clásica, mientras el resto de paredes está tapizado con originales de –entre otros– Alejandro Obregón y Álvaro Barrios. Próximo a cumplir los 90 años, su voz sigue siendo clara y recia, mientras que su rostro luce alegre y radiante. “Tengo el entusiasmo de la creación de la Región Caribe y estoy feliz porque se celebró aquí en la ciudad un congreso entre los gobernadores de la costa, quienes están de acuerdo con esta idea, que vengo trabajando desde hace doce años”. Como Richard Nixon quien –20 años luego de haber renunciado a la Presidencia de EEUU por cuenta del escándalo de Watergate–, se convirtió

en uno de los estadistas de mayor respetabilidad mundial, Martínez Zuleta, condenado hace varias décadas por delitos contra la administración pública luego de una sonada controversia con Consuelo Araújonogera, es hoy una de las voces autorizadas de Valledupar. No en vano fue el segundo alcalde de elección popular de los vallenatos, una de las administraciones más recordadas por haber gestado la mayor reforestación de la ciudad a partir de avenidas como la de Los Trupillos; y planificar la ronda del río Guatapurí, convertida hoy en zona de salud y recreación. Además de buen humor, conserva una memoria de excepcional lucidez, capaz de devolverse hasta los vericuetos de su niñez y de las pocas calles que para entonces cruzaban el Cañaguate –donde nació–, El Cerezo, el Centro, La Guajira y La Garita, los únicos barrios con los que contaba Valledupar, una ciudad que, en menos de un siglo, pasó de tener dos mil a quinientas mil almas. Fueron contados los vallenatos –Rafael Valle Mesa, Ciro Pupo Martínez, Clemente Quintero– que en ese entonces abandonaron el pueblo hacia el interior

A sus casi 90 años, Aníbal Martínez Zuleta mantiene verbo y pensamiento aguerrido. En este reportaje, un recuento de su vida, travesías políticas y opiniones sobre la actualidad.

El hijo del Cañaguate

18 El dos veces ex contralor de la República fue el segundo alcalde de elección popular en Valledupar.

del país, un trayecto que con frecuencia tomaba dos o tres días, contando con el pésimo estado de la carretera hasta Barranquilla y la oportunidad de que el avión a Bogotá saliera a tiempo. La mayoría de amigos de su generación, hijos de terratenientes dedicados a la ganadería, no dieron importancia a la educación superior. “Yo le rindo un culto tremendo a mi abuela, quien era lavandera y siempre dijo

que nosotros teníamos que estudiar. Primero mandó a mi hermano mayor a Bogotá, quien se graduó como médico laureado; luego partí yo, al terminar el bachillerato en el Liceo Celedón”. Al llegar a la capital, el primer vestido que tuvo fue un préstamo de su amigo y paisano José María Castro Palmera, quien fuera confidente y socio de Alfonso López Michelsen y uno de los vallenatos más


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Tan pronto pude me compré un vestido de paño; en la mañana vestía como lord y en la tarde era un jornalero”.

FOTOS NÉSTOR DE ÁVILA

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importantes en toda su historia. “Estudié en la universidad al tiempo que trabajaba. El 9 de abril trajo como consecuencia la unión liberal y a Pedro Castro Monsalvo lo nombraron ministro. Su hermano Juancho, que era el más político de ellos, me quería mucho y me consiguió un trabajo en el Ministerio. Me tocaba empacar los libros y la correspondencia para luego llevarla al correo en una especie de carretilla, pero yo prefería cargar los libros al hombro porque si aparecía una persona conocida podía esconder la cara. Tan pronto pude me compré un vestido de paño: en la mañana vestía como lord y en la tarde era un jornalero”. En su paso por la facultad de Derecho de la Universidad Nacional, las dificultades económicas lo obligaron a convertirse en buen estudiante como una manera para lograr ser becado durante toda la carrera. “Además, sin quererlo, conseguí un padrino increíble, el doctor Gustavo Orjuela Hidalgo, un procesalista muy severo que un día me encontró discutiendo con un teniente de la Policía que decía que los costeños éramos delincuentes y amigos del contrabando. Le contesté que, siendo él boyacense y chulavita, debía ser asesino. El doctor Orjuela me mandó a callar y yo seguí peleando, de modo que me retó para rajarme en los próximos exámenes. Pero yo me dije: ‘Usted a mí no me raja por nada’, y eso me obligó a estudiar mucho. Y así fue: me calificó con 4.5”. Ese mismo profesor luego lo hizo juez Municipal de Bogotá y, más adelante, juez de circuito. Ocurrió en la época de los grandes oradores penalistas del país y él aprovechó para darse a conocer a nivel nacional, a través de las audiencias públicas, en casos de repercusión en la prensa y la televisión como el del célebre Pájaro Azul, aquel delincuente a quien nadie se atrevía ni a defender ni a acusar. “Yo le dicté auto de detención y eso aumentó mi prestigio en Bogotá”, afirma orgulloso.

La política Otro que lo ayudó en su carrera, esta vez sin conocerlo, fue Alberto Lleras Camargo al nombrarlo, primero, en el equipo de jueces y magistrados que adelantó el proceso luego de la caída de Rojas Pinilla y, luego, como secretario de Gobierno del Magdalena. De esa época su memoria archiva otra anécdota que lo ayudó en su ascenso como figura pública: “Nacho Vives era un hombre inteligente y brillante. Tenía un movimiento muy antiguo y fregado en Santa Marta y se le metió que tenía que tumbar al alcalde de Santa Marta, una persona muy distinguida en la ciudad. Nacho

tenía atrincherado detrás del ferrocarril a entre siete y diez mil personas dispuestas a todo, alimentados con ron Caña. Al otro lado estaba el Ejército con ametralladoras, dispuestos a hacer respetar la decisión del gobernador, a quien ese día le dio una diarrea y le tocó pedir licencia, encargándome a mí de semejante problemón. Le pedí a mi escolta que me acompañara a hacerle una propuesta a Vives. Le dije: Si quieres, me puedes matar, pero eso no va a favorecer tu vida pública. Mi propuesta es que te dejes poner preso y con eso aumentas tu prestigio. Lo discutió con sus aliados. Estuvo preso durante unos cuatro meses y salió heroico porque el alcalde terminó renunciando”. Este evento lo catapultó a la política, abandonando para siempre el Derecho. Su nueva carrera la comenzó siendo diputado y, luego, una y dos veces representante a la Cámara por el Magdalena. Eran finales de los sesenta y en Valledupar cada vez crecía más la idea de la creación de un nuevo departamento. El pueblo entero se alió en esta gesta, trazando estrategias y desbordando simpatías. La casa de Carlota de Baute, donde vivían Alfonso Araújo Cotes y Lucho Alonso, se convirtió en un fortín del MRL, el movimiento liderado desde Bogotá por López Michelsen. Sin medios periodísticos ni recursos económicos, luego de las ponencias favorables de Luis Eduardo Adamo y Germán Bula Hoyos, el Cesar se alzó como nuevo departamento, un éxito que se completó con el nombramiento de López como su primer gobernador. “Tuvimos el gesto, no digo de grandeza pero sí de desprendimiento, de que la Gobernación –que le correspondía a cualquiera de nosotros– se le entregara a él.


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EL HERALDO Eso nos permitió nacer con un padrino muy importante”. Martínez Zuleta fue elegido otras dos veces representante a la Cámara, esta vez por el Cesar, antes de asumir como Contralor General de la República, cargo que ocupó durante los períodos de López Michelsen y Turbay Ayala.

Pérdidas familiares No toda su vida ha estado cubierta de triunfos y sonrisas. En un accidente de autos, en 1971, murió Raúl, su hijo mayor. “Estudiaba en el colegio y había alcanzado buenas calificaciones. Como premio le regalé un BMW. Un día se pasó de tragos. Tenía 16 años pero era brillante y lo querían mucho porque era muy atento y cordial. Le gustaba la política y era buen orador”. Su vida cambió por completo a partir de esta pérdida. De hecho, es el único tema, a lo largo de la entrevista, que Martínez Zuleta intenta pasar por alto, dejando claro que su recuerdo todavía lo afecta. “Quedé impotente, no podía ni siquiera caminar. Ha sido el golpe más duro recibido en mi vida. Luego se me mataron los otros dos hijos varones y la guerrilla secuestró a mi hija María Cleofe. Pero nada me afectó tanto como la muerte de Raulito”. A pesar de que hoy lo rodean su esposa Ana Julia, sus cuatro hijas, sus doce nietos y dos bisnietos, y de que los golpes y las tragedias han ayudado a hacer de la suya una familia muy unida, admite cierta soledad: “No tengo un hijo varón, ese que uno aspira que siga sus pasos. Y es claro que todavía me hace falta, incluso para los quehaceres de la finca, pues ya yo estoy muy cansado”.

Lo que opina sobre: El Cesar y Valledupar

*En la Gobernación hay un muchacho juicioso, estudioso,

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Aníbal Martínez Zuleta dice que le rinde culto a su abuela, quien era lavandera y planteaba como mensaje la importancia de estudiar.

pero la que manda es la mamá. La felicito por su empuje, pero ella debe reconocer que carece del conocimiento o de la experiencia de un profesional, o de expertos en el manejo de lo público, para la planificación o la organización del presupuesto. *A Fredys Socarrás lo elegimos alcalde bajo el criterio de que, como cañaguatero, es un vallenato raizal. Ha hecho buena imagen ante los medios en Bogotá, pero ha descuidado las necesidades de la ciudad. En dos años de gobierno no hemos visto nada de lo que prometió… Ni de lo que sigue prometiendo, pues al parecer sigue en campaña. *No nos sirvió la experiencia de la quiebra del algodón. A la ciudad está llegando demasiada gente y todo está muy acelerado, sin planificación. Si vas a la Gobernación, a los bancos, a la Alcaldía no conoces a nadie. Eso tiene de bueno como de malo. Me preocupa terminar perdiendo la idiosincrasia, las costumbres, la moral del ente vallenato. *En el tema de la

construcción, hay un desarrollo incontrolado, que crece como espuma pero del que luego solo quedará la burbuja. *Si se presentara algún problema en el tema del carbón, ¿cómo se solucionaría el problema de desempleo de toda esa gente?, ¿quién compraría todos esos apartamentos que, masivamente, están construyendo? *Valledupar es una ciudad amable. Diría que la más alegre y hospitalaria del país. Es también la más arborizada. Sin embargo carece de parques. No hay planes adecuados, ni a pequeña ni a larga distancia. Para colmo, el río Guatapurí ya no existe. Su caudal se está contaminando. Con el crecimiento desbordado de la ciudad, que incluso ya cuenta con área metropolitana, ¿de dónde saldrá el agua para prestar ese servicio? *Aquí es alcalde el que tenga la plata para comprar los votos. La gente vota si le dan los $20.000. Hago un llamado a los que ya estamos viejos para evitar la compra de votos. Hay que ponerse de acuerdo

para trabajar de manera unida, como hacen los antioqueños. El Gobierno nacional y las próximas elecciones

*Voté por Santos. Es un hombre de una audacia peligrosa. No sé hasta qué punto sea aconsejable su reelección. Si se consigue la paz, maravilloso, pero no creo que se dé porque ya la guerrilla ha hecho metástasis con unos movimientos similares. *No me gusta que haya esa laxitud con respecto a la guerrilla luego de haber cometido delitos de lesa humanidad. Uno de los graves problemas del país es la falta de justicia, la impunidad, la corrupción de la justicia y el problema de la salud. Mientras esos puntos no tengan soluciones de raíz, el país no va a salir del atolladero. *Con Santos, el Gobierno nacional volvió a olvidarse de las regiones, a darnos la espalda preocupándose tan solo por el entorno de la Plaza de Bolívar y del Country Club... es que la burguesía de Bogotá es muy tragona, tal cual lo estamos viendo con las regalías. *El error más grande que está cometiendo el presidente es establecer una legalidad electoral para la guerrilla. Está corriendo las fronteras, va a modificar el código electoral para hacer factible que ellos vayan al Congreso de la República. Es lo que ellos estaban pidiendo: territorio. ¡Eso es gravísimo! Tampoco sabemos lo que les está entregando con tal de hacerse a la reelección. Y eso asusta mucho. El presidente está demasiado comprometido con tal de quedarse en el poder”.


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Desafiando el síndrome de Parkinson

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A la memoria del doctor Jorge Daza Barriga, neurólogo y quien fuera el médico especialista del protagonista de esta historia LUIS SÁNCHEZ BONETT

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Por Ahmed Aguirre Acuña

ace 18 años su cuerpo detectó los primeros síntomas de lo que hoy conoce el mundo como síndrome de Parkinson. Muy extraño en un joven de costumbres sanas, practicante de deporte y sin ningún vicio conocido. Fue un campanazo de alerta que lo estremeció de miedo y vergüenza. Pero así mismo como se percató del mal, sintió la responsabilidad de aceptar el reto. Contó con el respaldo de su familia. Hoy ese mal que en el mundo afecta a miles de seres humanos –si bien no ha sido desterrado del todo de su cuerpo– sí ha cedido poco a poco, ante la voluntad férrea del personaje de esta historia, que a base de dedicación deportiva ha avanzado enormemente. Nuestro personaje es Luis Sánchez Bonett, tan reconocido por su vocación innovadora en el arte de la arquitectura como reconocido ha sido en la práctica del fútbol. Este arquitecto empezó como futbolista de las selecciones del Atlántico en torneos nacionales, preseleccionado por Colombia a torneos suramericanos. Formó parte del Club Millonarios de Bogotá en 1970. Lo admirable en Luis Sánchez Bonett, mejor conocido como Luchín, es su tenacidad para enfrentar el terrible mal que a muchos otros ha derribado sin contemplación. Para él,

lo primero es reconocer que se padece la enfermedad, inocultable por la pérdida de condiciones motoras y el dominio de sí mismo, que se vuelve casi siempre incontrolable en piernas, brazos y especialmente en las manos.

El fútbol, gran soporte “Empecé a jugar el fútbol a los 17 años, en un comité sin peso alguno en la Liga de Fútbol del Atlántico, “el comité del Paraíso”, y en un equipo igualmente desconocido: la Defensa Civil de Boston. De ahí pasé al Independiente, igualmente del mismo barrio. Si bien estaba en un ámbito desconocido, existía un grupo humano con unas características muy significativas, todos éramos estudiantes, vivíamos en el barrio Boston, un barrio de clase media, pero además era un grupo de calidades futbolísticas excepcionales. Entre otras cosas fuimos los precursores de las medias sin el tobillo y de los cabellos largos. Era apenas obvio: nuestro punto de referencia estaba fijado en El Gráfico, revista argentina”. Los nombres de Victorio Márquez, Kike Osorio, Víctor Delvechio, Efraín

Luis Sánchez Bonett, exfutbolista de Millonarios, arquitecto de profesión, entrega su testimonio de cómo vence día a día la enfermedad. Voluntad y práctica deportiva, su receta.


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EL HERALDO Barros, Wilmar Cabarcas, Luis Consuegra, Jorge Castellanos, Marcos Castellanos, Johny Castellanos y Alejandro Escolar bien los recuerda Luis Sánchez. Ellos –dice– pronto fueron escogidos en diversas selecciones para representar al Departamento. “Éramos amantes del fútbol lírico, pero también del rigor táctico o ‘estratégico’, como se dice hoy en día, pues contamos con la suerte de tener dos personajes no solo llenos de sabiduría del fútbol sino capaces de orientarnos como personas: Ramón Collante y Marcos Coll. Ambos eran adelantados en el fútbol. En el rigor de los entrenamientos a los jugadores se les permitía inventar y realizar cualquier cantidad de las famosas ‘jugadas de laboratorio’. Era algo novedoso en el fútbol del Atlántico que Marcos Coll y Ramón Collantes, seguidores del fútbol-arte, no solo practicaban sino que disfrutaban plenamente. Ellos veían el fútbol como una manifestación cultural. De ahí que casi todos los que formaron parte de ese equipo que por los años 70 se llamaba Independiente, culminaron estudios profesionales en diversas áreas: Derecho, Administración de Empresas, Arquitectura, Ingeniería Eléctrica y otras más. Luis Sánchez combinaba entonces sus estudios de Arquitectura con el fútbol, en un proceso muy privativo. Fue llamado a la Selección Atlántico en 1969 al Campeonato Nacional de Mayores en Pasto. Allí se codeó con Boricua Zárate, Fernando Romero, Muñeca Donado, Pocholo Herrera, Ariel Valenciano, Chachi Polo, Nieto Sánchez, Wulfran Campero Cervantes, Charol Jiménez y Agustín Arroyo. Más tarde fue llamado al Seleccionado Juvenil de los años 70. En esta última selección estuvieron también Victorio Márquez, Del Vecchio, Efraín Barros, Gustavo Maldonado, Sarmiento, César de la Hoz, Cassiani, Álvaro Meléndez, Wilfrido Leyva, Gastelbondo, Lozano, Güete. Terminado el partido 3-3 con Meta y que Atlántico debió haber ganado fácilmente, López Frettes, que estaba de veedor, le dijo a Marcos Coll: “Estate tranquilo, que tienes un gran equipo”. El Campeonato Suramericano que debía realizarse en Caracas fue aplazado y Luchín ve truncado su ilusión de estar en la Selección Colombia. Entonces Marcos Coll le da una carta de recomendación para los Millonarios, que dirigía el médico Ochoa. Al día siguiente estaba ya entrenando con figuras de la talla de Basílico González, de los paraguayos Paniagua y Julio Gómez, de los argentinos Suviat, Lavezzi, y de Segrera, Maravilla Gamboa, Willington Ortiz, Alejandro Brand, Jaime Morón, Florián, Chonto Gaviria y Gabriel Hernández. Estaba rodeado de cracks. Una sola temporada estuvo en Millonarios. En realidad en él no existía el “hambre de fútbol,

Ejemplo digno de admirar TOTO RUBIO

“El caso de Luchín es digno de admirar. La sociedad entera debe conocer casos que sirven de ejemplo, que en medio de dificultades se puedan superar. Lo conocí en 1970 cuando llegó a Millonarios recomendado por Marcos Coll. De una tremenda capacidad, inteligente para jugar y sin duda con muchas posibilidades, pero en esa época no cabía ni una aguja en Millos porque había un tremendo equipo. Luchín transformó la dificultad en el éxito. Con esa fuerza de voluntad y con la capacidad natural demuestra cada día que es un hombre ejemplo de vida, de superación. Ojalá quienes padecen esta enfermedad reciban este gran ejemplo de voluntad y de vida”. MARCOS COLL

El olímpico Marcos Coll tuvo la oportunidad de dirigirlo en la selección del Atlántico en 1970 . “Lo recuerdo muy bien, era uno de esos jugadores estilo Pibe Valderrama, con tremenda calidad y con una visión periférica para colocar el balón. Me impresionó tanto que lo recomendé al doctor Ochoa en Millonarios, aunque él prefirió sus estudios universitarios. Su enfermedad desde hace casi 20 años la ha asumido con un coraje único y ha sido capaz de irla venciendo con su voluntad y con la práctica del deporte. Cada vez que lo veo jugar en las canchas abiertas me emociona y me sorprende por sus condiciones tanto futbolísticas como mentales. Es un digno ejemplo para todos”. JORGE DAZA BARRIGA

Para el neurólogo Jorge Daza Barriga, Luchín era su paciente estrella. Era común escuchar frases como: “ mi benemérito profesor, la mejor medicina es la que usted aplica, el fútbol y el ejercicio”. El lunes 27 de enero el neurólogo Jorge Daza Barriga debía hacer un control médico a Luchín. Días antes de ser asesinado el médico gozó a carcajadas un video breve en el que se ve a Luchín jugando fútbol. El video registra el momento en que Luis recepta el esférico, entrega de primera a su colega el arquitecto Erik Vengoechea, este la abre hacía Víctor, Luis emprende veloz carrera desde la línea divisoria del campo, se abre hacia la izquierda, toma las espaldas del defensor y en área chica de certero frentazo anida el balón en la red... ¡Gol! “Atónito, perplejo, sorprendido, siguió paso a paso los 30 segundos del video como si fuera un anticipo del Mundial 2014. Saltaba de alegría, sus carcajadas como cascadas dibujaban en su rostro el paisaje del éxito, esa fue la última consulta a la que asistí con el neurólogo, dos días antes de que lo asesinaran”, recuerda Luchín.

En la parte superior, primero a la izquierda, Luis Sánchez Bonett integrando la Selección del Atlántico en 1969. En ese equipo estaban, entre otros, Ariel Valenciano, Efraín Barros y Víctor Del Vecchio.

no tenía el hambre de comida que caracteriza a casi todos los boxeadores humildes que aspiran a ser campeones del mundo. Para él, el fútbol no era más que el ejercicio del juego, de ese pasatiempo en el que se divertía y divertía. Y aunque era consciente de la gran calidad y virtudes técnicas que poseía y le eran reconocidas, prefería seguir adelante en sus estudios de arquitectura. De tal manera que transcurrido un año, los sucesos que impregnaron a nivel social y político al planeta fueron más agradables que el motivo que me había llevado hasta ese punto en el fútbol”. En una crónica escrita por él en el año 2000 bajo el título de “Lecturas urbanas”, en el que se refiere a la problemática de


23 Barranquilla frente al TLC, la Inseguridad y el POT y publicada bajo el auspicio del Observatorio del Caribe Colombiano y la Universidad del Atlántico, resalta como aquellos gritos del espacio público de “Millos, Millos, Millos” de cuando militó en la escuadra bogotana, fueron cambiados por otro grito que se tomaba no las tribunas, sino las calles bajo el eco de crear “un, dos, tres”, que fue la consigna del Che Guevara en su filosofía de crear muchos Vietnam en Sur América. Estudiante de la Universidad Piloto de la capital del país, para Luis Sánchez, por su condición entonces de líder estudiantil, era mucho más importante analizar la crisis política de Francia, el movimiento estudiantil en el mundo, los 68 muertos que dejó la protesta social de México por el cambio en lo tradicional y la crisis universitaria de Colombia de esos tiempos tormentosos.

Lo político le había ganado al fútbol “Toda esa situación social creó en mí el convencimiento del deporte con cultura”, dice Luis Sánchez, quien sostiene que hoy en día el proceso globalizador que impregna a la sociedad el deporte y en particular el fútbol, domina el rendimiento-resultado sobre la cultura corporal lúdica; es decir, el deporte está asociado al consumo de eventos deportivos, que hacen perder un discurso sobre el hombre, la naturaleza, la vida, la muerte, la religión, como la búsqueda diferente de una sociedad tal como lo hacían los griegos. “Este proceso de aprendizaje del que muchos somos partícipes, que va más allá de lo meramente físico-atlético para internarse en lo psíquico, en la autoestima, en el reconocimiento a la potencia de la personalidad. En mi caso, esto me ha permitido controlar la enfermedad de Parkinson, pues

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cada vez que acaricio un balón es un reto por ganar el respeto dentro y fuera de la cancha. Pero igualmente en el espacio de reflexión de la ciudad, a través del evento académico que desde la facultad de Arquitectura vengo impulsando en la Universidad del Atlántico, para hacer de ella un ágora donde se discuta su problemática”. Hace aproximadamente 5 años adelantó un proceso de tratamiento médico en el Centro Internacional de Tecnología en La Habana, Cuba. Recuerda que lo primero que le dijeron los especialistas fue que de esta enfermedad nadie moría. Y lo más sorpresivo fue que el primer instrumento que le dieron fue un balón de básquet; y el espacio físico, una pista atlética de dimensiones reducidas, e igualmente toda una implementación de estática, escaladoras, barras y balones abdominales. Se traslada de una verdadera concentración deportiva donde se trabajaba de lunes a sábado, de ocho a doce del día y de dos a seis de la tarde. Ahora, la cancha de San José, en Barranquilla, donde habitualmente juega partidos sin importar el canicular sol dominical, es para Luchín como el Wembley donde los ingleses se mostraron orgullosos por muchísimos años. Mientras se recrea colocando pases para gol o driblando rivales con su especial virtud para dominar la redonda, siente que su corazón explota de emoción porque, como diría el poeta Benedetti, “recibo el regalo de sonrisas, las manos que me aprecian, la gente que posee el sentido de justicia, la importancia de la alegría: a esto los llamo mis amigos”. Para Luchín, la ciudad el lugar de lo público por excelencia se constituye también en un ámbito donde la autoestima encuentra también su forma de manifestarse. Por esta razón el reconocimiento como arquitecto del año 2012, otorgado por la Sociedad Colombiana de Arquitectos, Seccional Atlántico, es valorado por él como ese gran trofeo que alguna vez obtuvo en un campeonato nacional. Sin abandonar el deporte, continuó sus estudios y se especializó en México en la UNAM, además de adelantar y hasta el día de hoy, en la Universidad del Atlántico su labor docente e investigativa. Siempre está en construcción de la autoestima.


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