Dominical

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DOMINICAL REVISTA # 1488

EL HERALDO

La batalla del libro en la era digital En un futuro no muy lejano, a escondidas, los ancianos sufrirán como niños la desaparición de los libros impresos. Hereje.X

COEXISTENCIA PACÍFICA |Joaquín Mattos | 03 BYE BYE, BOOK |Efraim Medina Reyes | 04 LAS HOJAS MUERTAS | Thierry Ways| 09

1.4.2012


2 | REVISTA DOMINICAL | 1.4.2012 | EL HERALDO

ÍNDICE SECCIONES 03 Opinión, por Joaquín Mattos Omar

Para no caer en vértigo

Lo que le conviene a la humanidad es una conciliación entre el papel y el digital. 04 Puntos de vista, por Efraim Medina Reyes

Peligran los lectores

Desde Italia, donde reside, el autor cartagenero presagia los cambios que traerá, hasta en la dinámica del pensamiento, el libro digital. 07 Literatura, de Paul Brito

¿Ratones cultos?

Un ratón de biblioteca se ve amenazado por la arremetida del libro electrónico. La ingestión de tantos volúmenes ha degenerado en una paranoia parecida a la del famoso hidalgo de La Mancha. 08 Educación, por Evaristo Mestra Martínez

Una alternativa para ver

Puntos de vista sobre el aporte del libro y las bibliotecas digitales en la vida de limitados visuales que visitan la Biblioteca Meira Delmar.

En la misma balanza

09 Debate, por Thierry Ways

Lo leí en el celular

La lectura no es solo un acto intelectual, también lo es sensorial. No obstante, el alto costo ambiental que arrastra la producción de medios impresos conduce a puerto seguro al formato digital.

De la escritura sobre piedra al papiro hubo un largo trecho que se expande en estos tiempos hacia el infinito digital. El papel y el libro, como su hijo mayor, quedarán a juicio de muchos como objetos incunables, de veneración, mientras que la tecnología prosigue en su negocio para convencer a las nuevas generaciones de que el digital es superior. Será de sabios aprender a convivir con ambos géneros, por simple respeto al ser humano.

12 Análisis, por Carlos Serrano Castro

Hay que exigir

Más que una defensa al impreso o digital, el editor de medios interactivos de la FNPI plantea abrir la mente para detectar la calidad de la escritura. 14 Libros, por Richard L. Brandt

Un click

Fragmento del libro de Editorial Planeta sobre las estrategias de Amazon para la venta de libros.

REVISTA DOMINICAL # 1488 | dominical@elheraldo.com.co Director Consejero

Juan B. Fernández Renowitzky Editor General

Ernesto McCausland Sojo Jefes de Redacción

Rosario Borrero y Óscar Montes Gerente

Elaine Abuchaibe Auad

Escriben en este número

Edición, Selección de Textos e Imágenes

Paul Brito Richard L. Brandt Joaquín Mattos Omar Efraim Medina Reyes Evaristo José Mestra Martínez Carlos Serrano Castro Thierry Ways

martha.guarin@elheraldo.com.co

Director de Arte

Fabián Cárdenas

fabian.cardenas@elheraldo.com.co

Martha Guarín R.

Imágenes y fotos: ‘Hereje’, Thinkstock, AFP, AP, Vanexa Romero y Archivo El HERALDO. En portada: Ilustración de Roberto ‘Hereje’ Rodríguez, artista y caricaturista barranquillero.


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Coexistencia pacífica

LA LETRA Y LA HERIDA

Por Joaquín Mattos Omar

S

i en el debate sobre el libro impreso vs. el libro electrónico (formulado así, en forma sucinta y con resonancias deportivas), resultan de interés los simples testimonios de los lectores, he aquí el mío: yo, que no soy un nativo digital, me he adaptado sin el menor inconveniente a los e-books. De hecho, en el disco duro de mi Mac tengo una biblioteca que, si bien no iguala todavía en número de volúmenes a la otra –la que conservo en estanterías de madera–, va creciendo en forma gradual. Pero tampoco soy un friqui de este moderno formato. Y llego aquí a uno de los puntos de la cuestión que me llaman la atención. No entiendo por qué los entusiastas del libro digital le dedican tanta energía a su amor por este soporte como a su odio por el libro impreso. Pareciera que en su caso ocurrieran dos cosas: una, que no son amantes del libro en cuanto tal, con independencia de su soporte; y dos, que más que acoger y defender el libro digital, lo que quieren es combatir a toda costa el libro impreso hasta verlo desaparecer por completo de la faz de la Tierra. Creo que ese furor no es digno de ésa ni de mejores causas. Dado que en este debate han tomado parte ya las mentes más lúcidas de nuestro tiempo, tenemos claras cuáles son las ven-

tajas relativas (o diferenciales) de uno y otro soporte. Y entre ellas, hay unas cruciales que han sido señaladas por Umberto Eco: el e-book supera al libro de papel en capacidad de difusión (puesto que puede distribuirse a través de Internet), pero el segundo supera al primero en capacidad de preservación del contenido. A este respecto, Eco nos recuerda que en algunas bibliotecas de Europa se conservan libros con 500 años de antigüedad y manuscritos que datan de hace mil años; en cambio, observa también el semiólogo y novelista italiano, de todos los soportes digitales utilizados hasta ahora para almacenar información, “o bien sabemos que son rápidamente

¿Podrá la memoria de un e-reader o una memoria USB durar 500 años? Hummm, quién sabe. El soporte puede ser cualquiera, lo importante es preservar la escritura; y con ésta los textos; y con los textos, los diferentes géneros.

perecederos o bien no sabemos todavía cuánto durarán, y probablemente nunca lo sepamos”. ¿Podrá la memoria de un e-reader o una memoria USB durar 500 años? Hummm, quién sabe. Creo, por eso, que el libro de papel y el digital deben alcanzar un estado de coexistencia pacífica, pues es lo que más le conviene a la humanidad. Es, además, lo más justo para las distintas clases de lectores que existen, quienes podrán ejercer su hábito cada cual a su manera. Sabemos que los hay que gustan de leer de manera sucesiva, lineal, ajustados a un pensamiento intencionado, y que no toleran, por tanto, que nada los distraiga del curso fluido del texto, ni siquiera una anotación de pie de página; ahora sabemos también que los hay que, en lugar de leer a la manera clásica, prefieren navegar por el texto (o mejor, por el hipertexto), haciendo a cada tanto interrupciones para seguir todos los enlaces que sean posibles, de un modo tal que suele rayar en el vértigo. Pienso, en definitiva, que el soporte puede ser cualquiera y que lo importante es preservar la escritura; y con esta, los textos; y con los textos, los diferentes géneros en que estos se han organizado. Dicho de otro modo, lo importante es preservar los poemas, los cuentos, las novelas, los aforismos, las crónicas, los ensayos (literarios, filosóficos, científicos), las tesis. El soporte… bueno,sinotenemosmásremedio que escribir el poema en una roca o en la corteza de una ceiba, allí lo escribiremos.


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PUNTOS DE VISTA

BYE BYE,

BOOK

Por Efraim Medina Reyes*

D

entro de algunas semanas se publica mi nueva novela cuyo título es Lo que todavía no sabes del pez hielo, así que el tema del libro y su futuro, objeto de este artículo, me viene como anillo al dedo. Hace veintidós años, cuando empecé a escribir con cierta regularidad, no me planteaba este oficio como opción de vida, era simplemente un modo de expresar mis malestares, pero tenía claro que debía vivir de cosas concretas como graduarme de médico o montar un bar de rock en el centro histórico de Cartagena. Por razones que no vienen al caso mi proyecto de ser médico se hundió, y poco más tarde, tan solo tres meses después de haberlo inaugurado, tuve que cerrar el bar que iba a hacerme millonario. Me quedé sin título, sin bar, sin novia y con pocos amigos, y no me quedó otro remedio que refugiarme en mis poemas y relatos. Sin embargo, debieron pasar muchos años para que mi pasión por escribir se convirtiera en una solución económica. En el 2002, hace diez años, publiqué

por primera vez en un sello profesional y ya por entonces se decía que el libro en su forma tradicional estaba en plena agonía. Por suerte la agonía ha sido más larga del previsto y las vitrinas de centros comerciales,almacenesdecadena, aeropuertos y, por supuesto, las librerías y bibliotecas siguen hospedando a este enfermo que se resiste a morir. Borges, que quizá sea el ser humano que más ha amado los libros, decía que todas las cosas que existen son

extensiones e imitaciones de la naturaleza humana, por ejemplo el teléfono es una extensión del oído, y la cámara fotográfica, de la vista, etc., etc. Para él el libro es la única cosa agregada al mundo y por esto lo asumía como el más imprevisto y leal compañero de nuestra aventura en los confines del Universo. Lo cierto es que la batalla entre el libro tal y como lo hemos conocido y sus réplicas virtuales sigue abierta. Cada día se escriben muchos artículos al respecto y en la mayoría impera el pesimismo y la resignación. ¿De verdad es tan oscuro el panorama? En 1999 el libro en su formato clásico fue el objeto más vendido por Internet en USA, con un porcentaje del 11%. En ese momento los libros habían superado incluso a los programas informáticos (10%) y la venta de CD musicales (8.7%), toda la alharaca de la muerte del libro había quedado en veremos porque quien debía ser su asesino había contribuido a su

“Si mientras leemos ‘La Divina Comedia’ van a pasar ante nuestros ojos avisos de MacDonald’s o de Levis Strauss, nuestra autonomía y autodeterminación serán reducidas a cero”.


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Bye bye, book

difusión y renovado la pasión humana si no por la lectura al menos del libro como objeto, regalo, elemento decorativo, etc., etc. La pregunta es qué ha sucedido desde entonces y, como ya sabemos, la respuesta todavía es incierta. El libro de papel sigue vigente, y no vayan a confundir libro con literatura, me refiero a todas las manifestaciones humanas que encuentran una forma de expresión a través del libro y que, a pesar de las cada vez más sofisticadas nuevas tecnologías, siguen aferradas a él. Como si las palabras, esas partículas visibles de nuestra mente, solo se sintieran a gusto grabadas sobre aquella fibra de origen biológico. El dilema es cuánto más podrá estar a flote en las turbias aguas de Internet ese barco de papel que es el libro y en qué momento vendrá devorado de ese escualo terrible llamado E-Book, Kindle y demás criaturas electrónicas por el estilo. Un dilema aún mayor es qué consecuencias tendrá para el aprendizaje y el pensamiento humano esta revolución. Porque es muy probable que el cambio de formato tenga una influencia definitiva tanto sobre la dinámica de nuestro pensamiento como la forma de expresarlo, y de este modo estaría en juego el lenguaje y todo eso que todavía llamamos

¿Será Internet la nueva Biblioteca de Alejandría o una feroz y maligna Babel?, pregunta el autor de este artículo, el novelista Efraim Medina, quien confiesa que se compró un Kindle, que reposa en su mesa de noche y solo lo usa para apoyar el libro que está leyendo.


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PUNTOS DE VISTA comunicación, incluyendo, cómo no, las sensaciones, los sentimientos y por ende la percepción del mundo y de nosotros mismos. Hay quienes ya afirman que la revolución del libro digital estará acompañada de mutaciones genéticas. Según ellos, nuestro cuerpo seguirá el rumbo de nuestra mente para adaptarse a esta nueva realidad, esto equivale a decir que con el libro de papel se irán también nuestras fantasías y estilos de vida. Quizá al pensarlo en frío parezca imposible, pero basta dar una mirada al reciente y remoto pasado para saber que no son simples especulaciones. En unos cuantos siglos pasamos de los manuscritos propiamente dichos a la invención de la imprenta con sus lógicas consecuencias, y ahora estamos abocados al libro digital. Así como la llegada de la imprenta cambió para siempre nuestro modo de aprender y expresarnos, es normal que las nuevas tecnologías nos deparen grandes sorpresas, lo curioso es que tantos analistas no lo sientan como la democratización de la conciencia y el desarrollo de la libre opinión sino como la multiplicación de la ignorancia y la estupidez. ¿Tienen ellos razón o

es solo paranoia? ¿Será Internet la nueva biblioteca de Alejandría o una feroz y maligna Babel? ¿Acabará Google Books con el mercado del libro obligándome a abrir de nuevo un bar? La verdad es que hace ya unos años que empecé a trabajar con el ‘enemigo’, y en el mundo virtual he encontrado muchas alternativas y estímulos a mi pasión de escribir. Creo que se escribe con la ilusión de establecer un diálogo, y lo digital hace que ese diálogo sea inmediato. Pero de un blog a un dispositivo de lectura hay mucho trecho, sobre todo si la política principal de quienes venden estos dispositivos es insertarles publicidad. Cierto que sucede lo mismo cuando leemos una revista o vemos la televisión, pero hasta ahora el libro era otra instancia y otra dimensión del espíritu y, como yo lo entiendo, un espacio hecho a la medida de nuestra conciencia. Si mientras leemos La Divina Comedia van a pasar ante nuestros ojos avisos de MacDonald’s o de Levis Straus nuestra autonomía y autodeterminación serán reducidas a cero. La ansiedad consumista ahogará nuestra imaginación y aplastará

las ideas, estaremos finalmente indefensos ante la avalancha de productos inútiles y seremos las víctimas perfectas que esos mercachifles soñaron. Lo que arguyen los vendedores es que la publicidad bajará el precio de los dispositivos, es el modo en que nos proponen que les vendamos el alma. Para ellos el libre albedrío no cuenta, se trata de vender y si para lograrlo tienen que llenar de vallas los parajes del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha nada los va a detener. Mi respuesta ante esto es la resistencia armada de libros de papel, ahora parece que el mundo está lleno de ellos, pero la avanzada electrónica los irá destruyendo más rápido de lo que podemos imaginar. En este panorama, la industria editorial (en innegable crisis) dará su lugar a métodos menos humanos y más prácticos y rentables. La pregunta que surge es qué sobrevivirá del viejo mercado del libro. Los autores por ahora están a salvo, al menos hasta que los libros digitales logren

escribirse por sí mismos. La figura del editor pasará a la de mánager, deberá más que nada defender la imagen del autor en un mundo lleno de autores. Los que de verdad peligran son los lectores, la facilidad de crear sus propias historias los irá convirtiendo poco a poco en escritores, y de esa forma el mundo estará inundado de libros virtuales que nadie leerá o al editor-mánager le corresponderá la labor de negociar intercambio de lecturas entre autores. De momento los libros normales siguen saliendo con regularidad y dignidad, sus colegas virtuales no han logrado intimidarlos y el público lector los sigue acogiendo con cariño. Yo he comprado un Kindle, está allí en mi mesa de noche y de momento solo lo uso para apoyar el libro que estoy leyendo. Espero no se sienta ofendido. * Autor, entre otros libros, de ‘Érase una vez el amor pero tuve que matarlo’ y ‘Técnicas de masturbación entre Batman y Robin’.


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El ratón letrado

LITERATURA

Por Paul Brito*

E

l ratón letrado vive tranquilo en una gran biblioteca familiar alimentándose de las páginas que va royendo poco a poco. Las que más disfruta por estos días son las láminas de colores de El libro de la selva, el papel mantequilla de la Biblia y la portada de El palacio de la luna, de Paul Auster. Un día, hablando con MauS, un ratón cibernético que vive atado al computador de la casa, se entera de la amenazainminente de los libros electrónicos, unos delgados aparatos donde se pueden descargar millares de libros. Al ver que el ratón letrado se pone pálido como una hoja en blanco, MauS trata de calmarlo. Le dice que los libros electrónicos no necesariamentetienenquereemplazar a los de papel, pero el ratón de biblioteca, que se ha vuelto un poco dramático y delirante por tantos libros digeridos, está seguro de que el señor de la casa terminará deshaciéndose de los ejemplares de la biblioteca. ¿Cómo no, si ahora un artefacto del tamaño de un libro de bol-

De cómo un ratón de biblioteca sucumbió ante la llegada del libro electrónico.

sillo puede albergar hasta diez bibliotecas como la suya? ¿Cómo no, si ahora en un solo grano de arena se podrá ver toda la playa, como soñaba Borges? Se pone histérico. No piensa quedarse cruzado de brazos mientras su imperio se viene

abajo. Por eso decide envenenarse con un libro de Paulo Coehlo y dos de Jaime Bayly. Cuando el ratón villano Mauricio Sagaz se cerciora de que está muerto, se quita el disfraz de mouse de computador con el que llegó a la casa hace unas

semanas, frota sus paticas delanteras y se lame los bigotes como saboreando de antemano esta nueva biblioteca que le ha quedado para él solo, y que ya ni el dueño de la casa revisa por estar metido en Internet. Autor, entre otros libros, de ‘Los intrusos’, editorial UIS, 2008; ‘Pluma de Mompox’, 2011).

Ilustración de Roberto ‘Hereje’ Rodríguez titulada ‘El ratón iletrado’.


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ENTREVISTA EDUCACIÓN

Libros para oír Por Evaristo José Mestra Martínez*

L

os humanos somos seres ávidos de conocimientos. Ante muchas cosas, sucesos y eventos queremos saber más de ellos, ampliar su información, aprender y hasta disfrutar de la vida sabiendo más de lo que vemos y oímos. Si bien nuestra memoria es privilegiada, esta tiende a ser limitada para recuperar y guardar todos de sucesos en el mundo circundante, de ahí el surgimiento de los libros. El libro ha sido por esencia el soporte perdurable para plasmar los conocimientos. Se puede decir que su gran valor es la contribución al progreso de las generaciones de millones de humanos receptores de los más diversos mensajes. En estos nuevos tiempos la tecnología de punta, representada por la multimedia, es la que nos ha permitido trascender a la definición del libro impreso en papel. Para quienes presentan una limitación visual, sean ciegas o con baja visión, el libro digital se ha convertido en la alternativa de acceso a la información escrita, a la cual antes solo la podían interpretar mediante el sistema de lectura y escritura Braille; en el peor de los casos nunca la podían percibir, a veces porque no sabían leer, otra razón era que “no había alguien que les hiciera el favor de leerles” –comenta Breiner Méndez Aragón, un ciego barranquillero de 20 años de edad, quien a los 6 años estuvo involucrado en un absurdo accidente que le quitó la vista en su totalidad. Como todas las personas alfabetizadas, con ceguera, mediante el Braille leía, sobre todo textos académicos. Uno de esos días maravillosos que tanto le ocurren en el mundo de la informática

de títulos, su fácil portabilidad y la facilidad de acceso, y sobre todo porque es gratuito. En este tiempo en que los medios informáticos están al alcance de todos, el libro digital es una excelente alternativa, pero hace falta promover su uso, especialmente por quienes se ocupan de fomentar la lectura. Haciendo uso del software lectores de pantallas, cada día más accesible entre la comunidad de personas con ceguera, estos lectores pueden leer escuchando los libros. “Las letras son convertidas en sonidos hermosos y sublimes”, afirma Ramón Santiago, operador de la Sala de Tecnología Accesible de la Biblioteca Meira Delmar, donde existe variedad de títulos digitales al alcance de cualquier persona, contribuyendo así a la independencia y autonomía social. El libro digital es fundamental para integrar a las personas con limitación visual en la actual era del conocimiento y la información, “así puedo decir que por fin soy un ratón de biblioteca”, afirma Breiner, uno de los tantos usuarios asiduos de la Sala de Tecnología Accesible.

El libro digital es una herramienta que contribuye al desarrollo de las personas con limitación visual, y a un verdadero ejercicio de inclusión social. descubrió el libro digital. Encontró que varias bibliotecas ofrecen títulos en este formato, haciendo así posible el acceso a la información para personas con ceguera. Una de ellas es Tiflolibros, biblioteca digital argentina con más de 10.000 títulos en versión digital, a la que se puede acceder solo registrándose como persona con limitación visual. La Biblioteca Meira Delmar de Barranquilla, consciente del aporte del libro digital y de las ventajas que brinda a las personas con ceguera, ofrece este formato para usuarios que llegan diariamente de municipios como Soledad, Malambo, Sabanalarga, Luruaco, Suan y de la misma Barranquilla. Si bien el libro en Braille es una forma de acceder a la información, presenta varias desventajas, títulos restringidos a lo académico, gran volumen de hojas, alto costo y acceso a ellos, son algunas de las condiciones que enfrentado a las ventajas del libro digital, hacen ganancioso a este último: por su gran variedad

Foto Vanexa Romero *Fonoaudiólogo, especialista en rehabilitación visual Once, España. evaro28@hotmail.com

Breiner disfrutando la lectura de un libro.


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EL HERALDO

Debate

A Las hojas

muertas Por Thierry Ways*

ninguno de los asistentes a la charla que dio en el Hay Festival de Cartagena de este año Jonathan Franzen, consagrado por la revista Time como el “gran novelista norteamericano” del momento, le quedó ninguna duda acerca de lo que el autor opina de los libros digitales. Arrojó al suelo una copia de su última novela, Libertad, y dijo: “¿Ven? ¡Esto no lo podría hacer con un iPad o un Kindle porque lo arruinaría enseguida! Mientras que este libro lo puedo incluso mojar y después de secarse seguiría funcionando.


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LAS HOJAS MUERTAS El libro de papel es un objeto inmejorable. No nos pueden inducir cada año a comprar una versión nueva y mejorada, como hacen con los aparatos electrónicos. Por eso los capitalistas lo odian”. Franzen se quejó también de la sensación de permanencia que le falta a los textos publicados digitalmente. En ellos todo puede ser cambiado, dijo, todo es maleable. No existe esa inmutabilidad de la tinta seca sobre el papel que tiene el libro tradicional, que es en últimas lo que le confiere autoridad. “El gran Gatsby es una obra terminada, magnífica. No necesitamos un Gran Gatsby versión 2.0”. Esto era en un bello teatro de construcción renacentista (el Heredia de Cartagena, más conocido así que por su nuevo nombre, Adolfo Mejía), en medio de un festival de literatura; éramos un público de lectores y de amantes de los libros, por lo que Franzen fue interrumpido varias veces por risas aprobatorias y fue despedido con una ovación cerrada del teatro entero de pie. Yo también aplaudí, por supuesto, y mis vecinos de butaca, y los que estaban delante de mí y detrás, y los que estaban encima de nosotros en los palcos y las galerías, todos contentos de oír a un escritor famoso endosar con su prestigio nuestro objeto de culto, a nuestro artefacto predilecto que, en la última década, está asediado por profetas que vaticinan su deceso y por la competencia que le ha llegado bajo forma de bits: esas leves perturbaciones en una corriente eléctrica que pretenden dar al traste con la piedra angular de nuestra civilización. Fue un pequeño momento de victoria para el libro de papel, pero estábamos, todos nosotros, y también Franzen, ingenuamente equivocados si pensábamos que sería trascendente. Pues por fuera de nuestro teatro cerrado los medios impresos seguían perdiendo la batalla. Cuántas cosas no habríamos rescatado del olvido si el amor

El formato digital dejará atrás el gran despilfarro de recursos naturales para producir medios impresos, los cuales no desaparecerán del todo, seguirán como objetos de culto, de colección, como depositarios de la nostalgia. por algo bastara para salvarlo. Pero no basta, y aún algo tan aparentemente inmortal —tan esencial para nuestra civilización como lo han sido los frutos de la imprenta— puede desaparecer o replegarse, como les sucede a ciertas especies frente a las presiones ambientales. Hoy, los medios impresos están rodeados de presiones tan poderosas que es inevitable que sucumban. La más fuerte es la presión financiera. De la idea al papel hay un camino de varias etapas que cuestan dinero: el tiempo del autor o los autores; la búsqueda de una editorial; la revisión del texto por parte de editores; la impresión y la encuadernación; el mercadeo, para que se despierte suficiente interés en el consumidor; los viajes para hacer lecturas y dar charlas sobre la obra, y la distribución física del libro (o diario, o revista) desde la bodega de la imprenta hasta la librería, quiosco o punto de venta. El medio digital elimina inmediatamente algunas de las etapas más costosas —impresión, encuadernación, distribución—,

pero en materia de reducción de costos se puede ir aún más lejos. Al existir la posibilidad de que cualquier autor escriba (o dibuje, o fotografíe), convierta su obra a formato electrónico, la publique y la distribuya directamente, desde su propia casa, a un lector en cualquier parte del mundo, desaparece la necesidad de la editorial, de editores y correctores. Y como la obra ya existe en el espacio digital, se puede dar a conocer a través de redes sociales, cuyo alcance supera vastamente el poder de cualquier instrumento de mercadeo tradicional, lo que elimina también el eslabón publicitario de la cadena. Así, el texto puede (seguramente no siempre se querrá trabajar sin editores ni publicidad, pero lo importante es la existencia de esa opción) alcanzar un ideal de información pura, inmaterial, liberado no solo de las prisiones del papel y la tipografía, sino también de las del mercantilismo y la mercadotecnia. En eso se equivocaba Franzen en su salida sobre los capitalistas. Sin duda sí quieren que desechemos periódicamente los aparatos que tenemos y que compremos el nuevo modelo, el nuevo iPad, el nuevo Kindle. Pero El gran Gatsby, Cien años de soledad, El Quijote y La Ilíada seguirán siendo los mismos. A menos que algún día inventemos máquinas capaces de hacerlo, no habrá un Gatsby 2.0 sin que alguien se siente a escribirlo. Esa condición de información pura le otorga al texto digital una inmediatez de distribución que sí valorarán los lectores, incluso los más tradicionalistas. En nuestro medio siempre ha sido complicado conseguir muchos textos: novelas que han pasado de moda; libros técnicos publicados en tirajes pequeños; traducciones de libros extranjeros que se publican en España pero no llegan acá, y ni hablar de textos publicados en otros países y otros idiomas. El formato electrónico remueve esa dificultad y la reemplaza con una panacea: la librería infinita, universal, en la que eventualmente se conseguirá cualquier texto, por viejo, remoto


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Debate o exótico que sea. Y entregado al instante, sin tener que esperar meses a que el librero, por medio de su cadena de contactos, consiga el volumen en Estados Unidos o Europa. Dígase lo que se diga, a un lector de verdad le será imposible resistirse a ese atractivo. La presión final es muy de nuestro tiempo, tanto que creo terminará por imponerse aun si la nostalgia del papel supera las presiones económicas y la practicidad del formato electrónico. Desde que existe la posibilidad de bajar en segundos un texto al iPad, al Kindle o al computador, la compra de libros físicos se ha convertido en un indelicado egoísmo ambiental. La lectura no es solo un acto intelectual, es también una interacción sensorial, y por eso nos gustan de los libros su peso, su encuadernación, la textura de su papel. Pero a la sensibilidad moderna esa fantasía táctil se le convierte en un lujo culposo cuando imagina la manera como esos libros son fabricados y transportados; cuando imagina los contenedores llenos de árboles talados; cuando piensa en el peso, siempre sorprendente, de la acumulación de las hojas, que hay que mover por mares y autopistas con litros de hidrocarburos quemados. Todos los días las decenas de hojas —de árboles— que componen el diario de la mañana, transportadas de un lado a otro en camiones, repartidas en motos, cada una de ellas infinitesimalmente empujando hacia arriba el precio del petróleo y reduciendo el área de los bosques. Sé que la realidad puede ser otra, que el impacto ambiental se puede mitigar e incluso volver positivo, a favor de los bosques, pero para el ambientalismo moderno muchas veces es la percepción lo que cuenta, y la percepción es la de un gran despilfarro de recursos. Por todo eso, el libro de papel y los demás medios impresos seránampliamentereemplazados por formatos digitales, pero no desaparecerán del todo. Seguirán existiendo como objetos de culto y de colección, y como depositarios de la nostalgia. Y a pesar de las presiones para volvernos todos

lectores digitales, seguiremos existiendo los fetichistas, los aplaudidores de Franzen, los defensores del viejo códex. Somos como aquellos fanáticos de fútbol que siempre opinan que su equipo va a ganar, sin importar frente a qué contrincante, ni en qué condiciones, ni qué tan irracionalmente lo crean. Un periodista le pregunta: —Señor, ¿y usted cómo cree que va a quedar el marcador entre Pelotillehue y la selección de Brasil, ahora que Lionel Messi aceptó la ciudadanía brasileña y se unió a los auriverdes? Y el hincha del equipo condenado le contesta: —¡Vamos a ganar! —y añade, como si la diferencia mínima le aportara verosimilitud a la respuesta—: dos a uno. Enamorados de nuestro equipo y dispuestos a aferrarnos a lo imposible: así estamos los fanáticos del libro. Pero afuera del teatro en el que nos refugiamos la realidad es cruda: Amazon.com, el gran librero en línea, el mayor del mundo, ya vende más textos para su dispositivo Kindle que libros impresos. Los editores de la venerable Enciclopedia Británica anuncian su desaparición en papel, después de no haber logrado vender las 8.000 unidades de la última edición. La hegemónica Eastman Kodak fue doblegaday llevadaala bancarrota por la competencia digital. Los periódicos de EU y Europa han visto diezmarse sus ventas en formato impreso, a medida que la gente se informa cada vez más vía Internet, en sus computadores, teléfonos y tablets. Unos días después del Hay conversé con un amigo escritor, uno de los grandes lectores que conozco y poseedor de una hermosa biblioteca políglota, compuesta de textos comprados alrededor del mundo. Un fetichista, como Franzen, como yo. Uno de esos seres que disfruta de pocas cosas tanto como de entrar a una librería a hojear tomos, que sabe que mucho entra por los

Frente a la realidad del libro digital, editores, correctores y editoriales están en riesgo de desaparecer, así como el eslabón publicitario que rodea el mercado del libro convencional.

sentidos en esos paseos por las estanterías: el olor vegetal del papel; la rugosidad de las hojas; el ruido que producen al pasarlas; la ligera resistencia que ofrece un libro nuevo al ser abierto por primera vez; la calidad de la tipografía; la forma de los párrafos; la elasticidad del lomo; el diseño de la portada. Le pregunté si ya había leído Libertad, pues después de la charla de Franzen había quedado con ganas de leerla. Me dijo que sí, que la había leído de un tirón hasta el final. Pero la novela aún no se conseguía en las librerías locales, así que le pregunté dónde la había comprado. —Por Internet —me contestó—, la leí en el celular. *Escritor y empresario. Vive en Barranquilla.tw@thierryw.net


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ANÁLISIS

Una industria pixelada Por Carlos Serrano Castro*

E

l mundo editorial está fuera de control. Las librerías cada vez venden más pastelitos y menos libros; las editoriales gastan fortunas en promocionar sus propios premios y en tomarle fotos a sus autores con la mano en la barbilla; cada día desaparecen periódicos y revistas impresas y, mientras tanto, sus directores se quedan calvos pensando cómo sacarle así sea un centavo a sus lectores por el contenido que les brindan en la web; los editores se pelean con Google por los derechos de autor, y todos en coro se quejan de la piratería, las descargas ilegales y la crisis económica.

Lo que todo el mundo está leyendo no es necesariamente un producto de alta calidad. Ante la avalancha de ofertas, hoy es preciso saber qué es leer, qué es un buen texto.

Pero en medio de esa algarabía hay alguien que conserva una sonrisa plácida, que celebra que se le haya venido encima una avalancha de letras y que esté comenzando a entender cómo funciona este caótico paraíso del buen lector. Sí, lectores desprevenidos como usted y yo tenemos la fortuna de ver cómo la discusión entre libros impresos vs e-Books cada vez nos pertenece menos. Lo nuestro es conseguir lo que más nos guste, a un precio justo y sobre todo rápido, ya sea en papel, en pixeles o por ósmosis. Mientras empresarios y defensores de intereses propios se pelean entre sí, vamos conformando un ejército de lectores voraces dispuestos a conseguir alguien que nos cuente una buena historia, a como dé lugar. En la era digital la escasez no es sinónimo de valor, todo lo contrario, representa soledad y tristeza. Hoy no interesa tanto ser el único en haberse leído tal libro, hoy lo que importa es poder compartirlo –sin el temor de que no se lo devuelvan–, discutirlo de tú a tú con el autor e incluso modificarlo y crear una obra propia... para compartirla, discutirla y que alguien más la transforme como mejor le parezca. Así funciona la red y hasta el


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Una industria pixelada

Los editores de medios digitales no pueden cometer el mismo error que los de los sellos disqueros.

momento el e-Book es el formato que mejor se adapta a esa lógica. Son más baratos, nunca se agotan, no ocupan espacio y no los ataca el comején. De todos modos, el e-Book no necesita nadie que lo defienda. Por otra parte, sería igual de fácil mencionar las bondades de un libro impreso. Es problema de las editoriales, los agentes literarios, los autores y los ingenieros decidir si trabajan todos juntos o se canibalizan. Ya verán si no se ponen de acuerdo para liberar los contenidos, para quitarle trabas a la distribución, para arriesgarse a publicar textos y formatos no convencionales, para pensar menos en el dinero y más en el placer de leer. No podemos hacer nada si los editores se niegan a ver el ‘tsunami digital’ que se les viene encima, como lo ha llamado Frédéric Filloux, director del French ePresse consortium, en su blog del

diario The Guardian. Es asunto de ellos si quieren quedar por fuera del juego. Nuestro deber como lectores es otro. El poder de decisión y la gran oferta de la que hoy gozamos las audiencias nos obliga a ser conscientes de que podemos darle el rumbo que queramos a la nueva industria de los libros. Debemos mostrarles a los editores que no pueden cometer el mismo error que cometieron los sellos disqueros. Jean François Fogel, estudioso de los medios digitales y maestro de la FNPI, lo deja claro con este ejemplo: “Los editores de música pensaron primero en proteger sus contenidos en lugar de enseñarle al público a disfrutar de la música en un soporte digital. Perdieron dos veces: primero, porque la audiencia de todos modos consiguió la música, a pesar de la voluntad de encerrar el contenido. Y segundo, porque la audiencia no ha aprendido a pagar”. Se trata de exigir que nos ofrezcan los

contenidos que nos interesan, que nos ayuden a conectarnos con quienes compartan esos intereses, que se sintonicen con nuestras realidades más cercanas y, una vez más, que piensen menos en el dinero y más en ablandarnos el corazón y el bolsillo con lecturas exquisitas. Pero tenemos más tareas. Con aparatos del tamaño de una billetera en los que caben mil libros, el reto para un buen lector es mantenerse firme ante la abundancia de contenidos. Como dice el cronista argentino Martín Caparrós, maestro de la FNPI, se trata de controlar “esa ansiedad de tener, al mismo tiempo, demasiados futuros en la mano”. Con programas de computador en los que cualquier persona puede publicar un libro en 3 minutos, el desafío es afinar los sentidos para detectar quién escribe algo que valga la pena leer. Con poderosos algoritmos que nos muestran lo más popular y lo que “todo el mundo está leyendo”, la pregunta es si nos interesa hacer parte de esa multitud. Ante pantallas que hablan, vibran y saltan con figuras en 3D, la cuestión es abrir la mente y pensar: ¿qué es un libro?, ¿qué es leer? *Editor de medios interactivos de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano. Twitter: @carliserrano


14 | REVISTA DOMINICAL | 1.4.2012 | EL HERALDO

LIBROS

Por Richard L. Brandt

¿Está acabando Amazon con las librerías?

Amazon.com no va a dejar a las librerías fuera del negocio. Barnes & Noble está abriendo una nueva gran tienda cada cuatro días. Borders lo está haciendo cada nueve días. Jeff Beff Bezoz (1998).

B

arnes & Noble ya no abre un par de tiendas nuevas casi cada semana. Recientemente ha dedicado su tiempo a cerrarlas. A principios de 2010, la mayor cadena de librerías cerró la última B. Dalton, que había adquirido en 1986 y que, en su momento, impulsó ochocientas tiendas. Barnes & Noble acumuló 107 millones de dólares en pérdidas durante los primeros nueve meses del año fiscal en 2010. Borders Group Inc., la segunda mayor cadena de librerías, ha sufrido igual que un gerente con gripe porcina. Ha perdido un total de 605 millones de dólares en los últimos cuatro años. La compañía anunció el 30 de diciembre de 2010 que retrasaría los pagos a algunos editores mientras intentaba refinanciar su deuda. Con el fin de mantenerse competitivo, el segundo mayor accionista de Borders Group, William Ackman, de Pershing Square Capital Management, planteó una estrategia inusual: comprar Barnes & Noble, una compañía de más del doble de su tamaño. En diciembre de 2010, Ackman propuso un precio de cerca de 960 millones de dólares y dijo que estaba dispuesto a ayudar a financiar el trato. La esperanza era que combinando dos compañías en apuros se crearía una economía a escala para mantener la competitividad reduciendo costos. La compra total de acciones pareció una posibilidad remota a los analistas cuando se anunció, pero muestra el alcance de las tácticas que las grandes cadenas están dispuestas a tener en cuenta para seguir a flote.


EL HERALDO | 1.4.2012 | REVISTA DOMINICAL | 15

¿Está acabando Amazon con las librerías? Los competidores y los editores piensan que Bezos es impecable. Otros en la industria editorial (editores, minoristas y autores, por ejemplo) le consideran un estratega brutal y sienten que su modo de vida está continuamente amenazado por su reducción de precios y sus presiones para obtener libros a bajo coste. Parece dispuesto a destruir la industria editorial con la que arrancó si así se mantiene en cabeza. ¿Está destruyendo Amazon las librerías? Si las grandes cadenas están sufriendo por causa de una mala economía, Amazon es inmune al virus de la recesión. Mientras las cadenas se encogen, Amazon crece. En 2010, los ingresos del último trimestre crecieron un 36 por ciento, hasta los 12.950 millones de dólares, mientras que los beneficios lo hicieron en un 8 por ciento, hasta alcanzar los 416 millones de dólares. En ese mismo período, los ingresos de Barnes & Noble solo aumentaron un 7 por ciento, hasta los 2.300 millones de dólares, mientras que sus beneficios cayeron un 25 por ciento, hasta los 61 millones de dólares. Borders Group informó de un descenso en los ingresos de cerca de un 18 por ciento, hasta los 471 millones de dólares, en el tercer trimestre de 2010 (que

El periodista especializado en tecnología e Internet Richard L. Brandt, desde su libro ‘Un click —Jeff Bezos— y el auge de amazon.com’, de editorial Planeta, devela secretos de cómo esa organización ha simplificado los procesos de compra, por la web, incluyendo libros.

terminó en noviembre), y unas pérdidas de 74 millones de dólares, casi el doble de sus pérdidas con respecto al año anterior. Borders Group se declaró en bancarrota en febrero de 2011. Evidentemente, Amazon hoy en día vende mucho más que libros, pero sigue siendo la mayor librería sobre la faz de la tierra. En el tercer trimestre de 2010, desglosó sus ventas en electrónica y medios de comunicación, los cuales principalmente consisten en libros y en música. Dado que Borders Group y Barnes & Noble también venden música, es justo comparar sus resultados con los ingresos de Amazon en cuanto a medios de comunicación en el tercer trimestre de 2010. Los de Amazon aumentaron un 14 por ciento, hasta los 3.350 millones de dólares, mientras que los Barnes & Noble descendieron un 18 por ciento, hasta lo 1.900 millones de dólares. El problema al que se enfrentan las librerías es un mercado ferozmente competitivo. En su memento fueron las mismas grandes cadenas las que causaron problemas a las librerías independientes. Otros minoristas (como Wal-Mart) también han hecho mella al introducirse en el negocio de los libros. Pero todos saben quién es el máximo responsable de que el negocio de la venta de libros se haya vuelto tan duro. Hoy, dice Oren Teicher, director gerente de la Asociación Americana de Libreros, la competencia claramente proviene de Amazon. ¿Y qué ocurre con los inversores que decidieron que a Amazon la matarían las grandes cadenas? Entre la oferta inicial de acciones de Amazon en 1996 y la de 2010, las acciones de Barnes & Noble han bajado un 29 por ciento (con altibajos parecidos a los de las olas en una playa de Waikiki). Mientras que las Borders Group han descendido un 96 por ciento, las acciones de Amazon han subido un 10.320 por ciento. Basándose en los precios de las acciones a finales de 2010, Barnes & Noble tenía un valor de 852 millones de dólares; el de Borders Group era de 65 millones de dólares y

el Amazon de 81.000 millones de dólares. Si Amazon está quemada se trata de unos restos de los más caros. La táctica principal que Bezos emplea es bastante simple: precios bajos. Es difícil argumentar contra esa estrategia. ¿Quién no quiere precios más bajos? Ciertamente, encaja con la promesa de Bezos de poner a sus clientes por delante de los demás. Pero los competidores no están satisfechos con las estrategias de Bezos. “Amazon es un competidor que juega con unas reglas completamente diferentes”, sostiene Teicher, de la Asociación Americana de Libreros. A Bezos, según dice, “no le importan realmente los libros. Los usa como artículos de cebo para vender todo lo demás. Consigue clientes para venderles todo lo que les pueda vender. Se ha convertido en un experto en hacer promociones (de otros productos) a los clientes una vez que ya los tiene en la página”. Además, según reivindican los competidores, los precios baratos satisfacen a los amantes de los libros a corto plazo, pero muchos hacen daño a la larga. Hacer descuentos complica mucho las cosas a los minoristas, a los editores y, sí, a los escritores, a la hora de obtener beneficios. Cuanto mas se reducen los márgenes de beneficios de los editores, más se centran en los autores que pueden llegar a las listas de los más vendidos. Lo mismo se aplica a las librerías que necesitan hacer grandes movimientos de libros para mantenerse en el negocio. “Obviamente, los descuentos sustanciales tanto en las tiendas físicas como en las digitales son contraproducentes para los consumidores, los editores y los minoristas. Al final, acabas con menos opciones. Está claro que si sigues aplicando descuentos sobre el producto, acabará habiendo menos producto”, sostiene Teicher.

*Este texto es un fragmento del capítulo ¿Está Amazon acabando con las librerías?


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CONTRAESCAPE

El dilema mayor es qué consecuencias tendrá para el aprendizaje y el pensamiento humano esta revolución.

Desde que se puede bajar un texto al iPad, Kindle o al computador, la compra de libros físicos se ha convertido en un indelicado egoísmo ambiental.

El ratón letrado se pone pálido. Decide envenenarse con un libro de Paulo Coehlo y dos de Jaime Bayly.

Efraim Medina Reyes

Thierry Ways

Paul Brito


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