La fiesta que nunca acaba| 6 Habitantes de los bloques| 14 Ojos prestados| 18
13.01.2013 LA REVISTA DOMINICAL DE
EL HERALDO
MATT DILLON
DE HOLLYWOOD AL CARNAVAL DE LAS ARTES |4 REVISTA # 1519
13.01.2013 LA REVISTA DOMINICAL DE
EL HERALDO
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BLOQUES DE LA CIUDADELA 20 DE JULIO, B/QUILLA
SECCIONES 6
Que lo sabe pensar
Plástica/Loochkartt
Álvaro Suescún, conocedor de la vida y obra del pintor barranquillero Ángel Loochkartt (1933) ofrece su visión de las fantasías que regala continuamente el artista a través de sus obras. A Loochkartt, cuya obra tiene una fuerte carga de erotismo, ganador del Primer Premio del Salón Nacional de Artistas de Colombia (1986), se le tributará un homenaje en el Carnaval de las Artes, evento que lo convidó a realizar su afiche oficial al que ha denominado ‘Se prendió el carnaval’.
El lema “La reflexión como espectáculo” cobra vida del 24 al 27 de enero, en Barranquilla, con el Carnaval Internacional de las Artes. 20 invitados nacionales y 16 de 10 países llegan para hablar de sus procesos creativos en cine, teatro, pintura, literatura, diseño gráficos y todas las artes en general. Y porque sin creación no hay espectáculo, la Fundación La Cueva, por séptimo año consecutivo, con licencia hasta para ponerle al Pensador de Rodin el turbante de nuestra fiesta carnestoléndica, presenta este evento, con entrada libre. En nuestras páginas, varios de los expositores, así como otras narraciones, para deleite de todas las edades.
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Teatro/Pé de Vento
No hay palabras, pero sí muchos gestos, golpes, música. Así es Pé de Vento, compañía brasileña que desde 1999 explora el universo ‘clown’ a través de puestas en escena. Vienen al Carnaval de las Artes. 12
Artes gráficas/ Valerio Bindi
Selección gráfica de los trabajos del ilustrador y artista italiano Valerio Bindi, quien en los últimos diez años se ha dedicado a la producción de instalaciones multimediáticas y la animación digital. También estará en Barranquilla en el Carnaval de las Artes. 21
On the Road
Crónica de Alfredo Baldovino sobre un argentino que le dio la vuelta al mundo con su morral a cuestas y escribió un libro. Una compatriota lo compró y lo contactó por ‘mail’. Ella abandonó su trabajo y se fue a recorrer América al lado suyo. Estuvieron en Barranquilla, de paso hacia Venezuela.
LATITUD, LA REVISTA LATITUD, DOMINICAL LA REVISTA DE DOMINICAL EL HERALDO DE # EL 1519 HERALDO # 119 Director Consejero
Juan B. Fernández Renowitzky Presidente
Francisco Posada Carbó Editor General (e)
Óscar Montes Jefa de Redacción
Escriben en este número
Alfredo Baldovino Álvaro Suescún Toledo Efraim Medina Reyes Jaime de la Hoz Simanca John Better Jorge Monteleone Julio Lara Bejarano Ramón Illán Bacca
Rosario Borrero Gerente
Elaine Abuchaibe Auad
Director de Arte
Fabián Cárdenas
fabian.cardenas@elheraldo.co
Edición, Selección de Textos e Imágenes
Martha Guarín R.
martha.guarin@elheraldo.co Imágenes: AP, Efe, The Place, archivos particulares. Archivo Histórico del Atlántico Archivo EL HERALDO Archivos Fundación La Cueva Portada: Matt Dillon/actor, director de cine de EU, invitado al Carnaval de las Artes 2013/ Foto: The Place Contraportada: Omar Figueroa, Turcios
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EL BAILE DEL ANGELITO. PUBLICADA EN ROULIN Y BOUSSINGAULT, MEMORIAS DE VIAJE, BOGOTÁ 2004.
Ritual fúnebre donde se aprecia el sincretismo cultural de negros, indígenas e hispánicos.
EL HERALDO
ACUARELA DE JEAN BAPTISTE DEBRET, ‘LA CIUDAD Y EL TRABAJO’.
Trabajadores libres, dedicados a la artesanía.
Historia gráfica de Barranquilla II entrega
A
finales del siglo XVIII Barranquilla contaba con un poco más de 400 casas, y dentro de los oficios que más tenían ocupación estaba el de navegante y boga. Pero su aspecto no distó mucho del que apreciamos en la acuarela central, que data del 15 de septiembre 1844 y es el primer registro gráfico que se tiene de la ciudad. Ambienta la iglesia de San Nicolás y lo que fue en ese momento la plaza principal. Habían pasado más de dos décadas desde el final de los procesos de Independencia cuando gracias a la valerosa actuación de sus habitantes se logró su elevación a la categoría de Villa, el 7 de abril de 1813. No obstante, la Villa de Barranquilla siguió siendo un caserío sin mayor importancia económica, que se perfilaba por su estratégica ubicación. Lo que sí fue determinante en ese momento fue la variedad de gente que la habitaban, convirtiéndose en un lugar sin abolengos nobiliarios, donde cualquier persona libre pudo encontrar asiento.
Archivo Histórico
‘BARRANQUILLA’, PUBLICADA EN EL LIBRO ‘EDWARD WALHOUSE MARK’, BANCO DE LA REPÚBLICA, EL ÁNCORA EDITORES, BOGOTÁ 1997.
Acuarela de Barranquilla en 1844, con habitantes en la Plaza y la originaria iglesia de San Nicolás.
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THE PLACE
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Por Julio Lara Bejarano *
amiliarizado con la agenda mediática del entretenimiento, supongo que Matt Dillon agotó las respuestas para todo tipo de inquietudes sobre su pasada relación con Cameron Díaz. Por eso, y siendo quizá tan trivial la sola mención, me dedicaré aquí a dos cosas relevantes. En primera instancia, a confirmar la presencia del actor nominado al Oscar en la próxima versión del Carnaval de las Artes de Barranquilla y, con posterioridad, a recorrer su filmografía en una suerte de imitación de aquella película en la que un titiritero descubre un portal que –literalmente– conecta con la cabeza de otro célebre actor. Así las cosas, con expectativas que superan (¿respetan?) los linderos de la fama y el show business, y contra la opinión de quienes difieren
En la agenda del Carnaval de las Artes 2013 está Matt Dillon, actor, director y guionista nominado al Oscar, Globo de Oro y Bafta.
Puertas de Carnaval para Matt Dillon
en no llamar ‘creador’ a uno de los mayores responsables de la mimesis en el oficio de la representación escénica, el intérprete que encarna la verdad del guión frente a la cámara, giremos un primer pomo para introducirnos en la mente de Matt Dillon, una de las memorables apuestas actorales de su generación, que contó con la complicidad del director de El padrino, Francis Ford Coppola, en los inicios de su carrera. Primera puerta: Las ventajas de una colisión
Un vehículo volcado en la carretera, a puro punto de ignición. Combustible derramado, incinerándose aceleradamente mientras que un policía intenta socorrer a la única ocupante atrapada. Hasta ahí todo es normal, la típica ‘salvación de último minuto’ en el cine, pero apenas momentos antes fuimos testigos de la manera indecente como el oficial John Ryan, interpretado por Matt Dillon, acosó a la mujer (Thandie Newton) en presencia de su pusilánime esposo (Terrence Howard). He ahí el conflicto, el “no me toque” que ella le lanza, colocando la vida de ambos en severo riesgo, pues no hay tiempo para mucho en Crash (Vidas cruzadas), la película que le reportó a Dillon su nominación al Oscar, al Globo de Oro, Bafta y Screen Actors Guild Awards en 2004, recibiendo además el premio Independent Spirit por segunda ocasión y sendos reconocimientos de Las Vegas Film Critics Society y la Dallas-Fort Worth Film Critics Association. Bajo la dirección de Paul Haggis quedaban sepultados
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Segunda puerta: Realismo sucio.
En 1989 estelarizó ‘Drugstore Cowboy’, de Gus Van Sant.
Fotograma de ‘Crash’, filme que le mereció una nominación al Oscar.
Dillon escribe, dirige y protagoniza ‘La ciudad de las sombras’.
aquellos choques de opinión tras participar en Wild Things (Criaturas salvajes) y en Algo pasa con Mary (There’s Something About Mary), recordando que la versatilidad es una de sus mayores condiciones profesionales, permitiéndose bordear la comedia y el absurdo como el drama formal, congratulándose así con el gran público y con la crítica especializada por mera elección personal.
“Escribir puede atraparte. Algunos escriben lo que les habría gustado a sus lectores. Oyen elogios y los creen. Solo hay un juez de la escritura, el propio escritor. Si se deja mecer por los críticos, los editores, los lectores, está acabado. Cuando le mece la fama, flota en el río como la mierda”, filosofía de Hank Chinaski, su recordado rol en Factótum (Bent Hamer, 2005) para nada incongruente con la mentalidad del actor, y en total consonancia con la de Charles Bukowski, cuyo álter ego nos presenta las dificultades de un novelista, cuentista y poeta obligado a ganarse la vida en múltiples empleos mal remunerados que interfieren (y ofenden) su primordial interés creativo. Tenemos entonces una sobria puesta en escena de corte independiente en coproducción con Noruega, en la que le acompañan Lili Taylor y la galardonada Marisa Tomei, sosegada pero pintoresca, sucia y reflexiva, con la atmósfera citadina como trasfondo de la inspiración que mece a escritores, actores y demás artistas por igual. Tercera puerta: Brillar en blanco y negro
La impresión que dan es la del clásico muchacho con cabello engrasado buscando desesperadamente su lugar en el mundo, pero los personajes de Dallas Winston y Rusty James en Rebeldes (The Outsiders, 1983) y La ley de la calle (Rumble Fish, 1983) se proponen algo más. Están a la espera de mejorar su condición, de superar el rumbo que les trazó el destino,
Como el detective Healy, en ‘Algo pasa con Mary’.
de evadir la fatalidad del entorno y vindicar su herencia de sangre. Dillon asume con beneplácito la confianza de Francis Coppola en estas dos obras catalogadas por el propio director (en especial la segunda mencionada) como “filmes de arte para jóvenes”, codeándose con Micky Rourke, Diane Lane, Tom Cruise, Nicolas Cage, Rob Lowe y Patrick Swayze (figuras que con sus altos y bajos darán de qué hablar en su ascenso), abriéndose paso fértil en la industria mainstream tras primeras pequeñas (cuasi anónimas) experiencias con personajes grises que en adelante serán de su preferencia; caracteres tamizados por la virtud de mantenerse a flote en medio de la pérdida a la que están sujetos, efectuando sacrificios que lejos de aspirar a la condición de mártir les humanizan frente al vicio moral de anhelar lo que les está vedado de origen. Cuarta puerta: En el ojo del huracán
La voz del creador genera un eco. El monólogo interior del actor suele derrapar en otro tipo de expresiones. La
del narrador, por ejemplo. En 2002, Dillon escribe, protagoniza y dirige La ciudad de las sombras (City of Ghosts) –con un elenco que incluye a James Caan, Natascha McElhone, Gérard Depardieu, Stellan Skarsgård y Rose Byrne– para internarse en el oscuro mundo de las estafas de seguros. Las inclemencias del clima en la costa este norteamericana generan la ola dramática que obligará a Jimmy (Dillon) a emprender un periplo hacia la exótica Camboya, en busca de Marvin (Caan), su antiguo mentor en el fraude profesional, al verse involucrado en solitario en una investigación judicial por millonarios desfalcos a víctimas del huracán Gabriel. Aquí el actor/director se coloca por segunda vez tras la cámara (la primera fue en TV con un capítulo de la serie Oz) para manifestar a la prensa que “lo que más disfruto de escribir y dirigir es ver cómo se transforman los personajes, de los bosquejos a sus encarnaciones en la pantalla”. Igualmente reconoció que quedó tan fascinado con la gente y la cultura del país, al visitarlo en 1993, como impresionado por las historias acuñadas bajo el régimen del partido comunista de Kampuchea y por su época de colonialismo francés. Algo de aquello ejerce como caldo de cultivo para este filme, recibido con discreción por la crítica, pese a que Entertainment Weekly lo reseñara como “una flexible, intrigante y hermosamente escenificada película”. Lo cierto es que, al exhibirla en la programación cinematográfica del Carnaval de las Artes, serán los cinéfilos barranquilleros quienes la juzguen. Quinta puerta: El laberinto del piso siete y medio
Escasamente delineado en este texto, el plano de una vivienda con cuatro habitaciones, algunas con más de dos armarios, de entre cincuenta y cuatro que componen su trabajo como actor –tomando en cuenta dos filmes actualmente en preproducción y participaciones en series como Modern Family– me queda claro que establecer la metáfora de la película de Spike Jonze (Being John Malcovich) con la vida de Matt Dillon puede lucir afanoso o desproporcionado para algunos, pero al final se me antoja necesario. Pues en su trayectoria, ¿qué otra cosa hace un actor sino acudir a esos recovecos de la mente para encontrar algo de sí que creyó dejar olvidado en algún cuarto de San Alejo? * Crítico de cine, formador de públicos
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EL HERALDO Por Álvaro Suescún T.
e prendió tu carnaval, la obra que ilustra esta VII versión del Carnaval de las Artes, es una puesta en escena de Ángel Loochkartt, la representación más fidedigna de un momento álgido de nuestra fiesta, acaso un redivivo tropel callejero en donde se concentran los más diversos personajes citadinos enfundados en su autoridad de ocasión, el mandato festivo que congos, arlequines, pájaros, funámbulos, colombinas, marimondas, monocucos sacapresasdelcaldero, ejercen para que la vida enfrente el garabato de la muerte en un espectáculo de gozo y de placer, y con ellos diablas y diablos, gaiteros, flautistas y cañamilleros, un alud de celebrantes que converge en una orgiástica batalla floral. Nadie como él más autorizado para hacerla. Los entendidos lo exaltan como el pintor más representativo de nuestra fiesta, para esa estadística sin medidas y sin cálculos que ninguno lleva no es difícil deducirlo, pues su obra está íntimamente ligada al goce cotidiano, a la alegría del danzante, a la guacherna callejera y al disfraz. Su pintura toda está hecha con los colores de una fiesta que nunca acaba, es del gozo y de sus múltiples caretas el protagonismo en una escena inacabable. Su presencia más común es el tono del colorido expresionista que serpentea y ondula en cada acción del Carnaval. Hace cincuenta años ilustró, con una notoria carga satírica reforzada en el vértigo del movimiento, el primero de sus Congos jadeantes, la emoción cromática en ritmo de drama con la que otorga
la importancia debida a una tradición temática que, quizás por ser de raigambre popular, había sido desechada por nuestros artistas. Desde entonces esas figuras alargadas, melifluas, convergentes en la expresión de su erotismo y de la felicidad, desfilan con sus pasos zigzagueantes por los caminos de maizena de sus lienzos, abordados una y otra vez –como suele suceder cuando se comparten licor y rumbas– por los personajes más aplaudidos de la ruta carnavalera que, recargados en el poder de su erotismo, lo esparcen a sus flancos sin inhibiciones y sin medida. Loochkartt nació aquí, en
6 esta ciudad se hizo pintor, en la Universidad del Atlántico dirigió la Escuela de Bellas Artes, y en emblemático sitio de intelectuales concurrentes que era La Cueva, supo lo próximo que está de todo hombre el amanecer en el protagonismo de muchas noches de bohemia. Su trayectoria pictórica está demarcada por diversos ciclos temáticos. Sus períodos, apreciablemente distintos, varían: El pájaro madrugador, juguetes de la magia sideral inspirados en la era espacial. De Rubens a mí, homenaje gráfico al pintor flamenco; las etapas de la historia reflejadas en su propio ciclo vital, retratos, autorretratos y bodegones
Ángel Loochkartt pintó para esta séptima versión del Carnaval de las Artes una obra que condensa el espíritu de esta tierra que lo vio nacer.
La fiesta que nunca acaba SERGIO TRUJILLO/CORTESÍA
El artista es uno de los homenajeados en este Carnaval de las Artes.
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de las Perdidas en el tiempo, acontecimientos muy particulares que escribieron con pintura su visión subjetiva de La historia universal, también naturalezas, objetos, composiciones expresionistas hasta llegar a Los guerrilleros”, dibujos que iniciaron la apertura orgásmica, una carga explosiva de sentimientos encontrados, batallas y desafíos del cuerpo que se desenvuelven contundentes, expresivos, en otras series que marcan un nuevo derrotero de sus signos, ritos y mitos, como la fertilidad en un gran punto que aturde por los movimientos de su interior y de culminación que dibujan episodios en los que los protagonistas son Los travestis, sus Sibilas, una recurrente Pepita, la permanencia de Los ángeles, Las amadoras de Bolívar y esa amplia serie de Los hampones. Los demás son personajes de color local en tonos accidentados, dibujos a base de grafismos
fortalecidos en la transgresión. Sus pinturas eróticas de la serie de Los travestis son mujeres con rasgos masculinos u hombres ‘feminizados’ en pinturas dibujadas y lanzadas contra el lienzo, delirios del artista en gran formato y con marcos paisajísticos, parejas en tensión dinámica plagadas de dramatismo y de incomprensión, trabajadas con esa fortaleza de la que hace ostentación, casi rayando en la virulencia. En el todo hay una gran diversidad de personajes con un entorno que casi exaspera por la tensión que se siente en esa pintura. Ese es el Loochkartt de nuestro tiempo, un gran artista que nos obsequia su dinámica de las formas en contrapuntos cromáticos, él mismo, tal vez ángel o tal vez congo, revitaliza este ambiente de catástrofe fragmentando la inercia e incitando a los nuevos cultores de las artes plásticas en nuestro medio.
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‘Con las maletas hechas’, del grupo Pé de Vento Teatro, de Brasil, estará en Barranquilla en el VII Carnaval Internacional de las Artes, del 24 al 27 de enero de 2013.
En escena, Vanderléia Will y Lily Curcio.
Dos cómicas de alto vuelo
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Por Jorge Monteleone*
a comicidad física se desarrolló en la commedia dell’arte, cuando los actores improvisaban escenas graciosas llamadas lazzi: sucesión de gags que provocaban la veloz risa del público. Por ejemplo, el uso del ‘bataccio’, instrumento de madera para dar un golpe violento sobre el cuerpo o las asentaderas del rival, que hacía un ruido exagerado pero ficticio. Su traducción al inglés, slapstick, gestó el nombre de un género que el cine mudo popularizó: la slapstick comedy. Es esa comicidad directa basada en caídas, persecuciones, enredos absurdos, explosiones y todo tipo de recursos humorísticos basados en lo corporal, pues este humor depende de la mímica y no de la de la palabra, con excepción de los ruidos o las exclamaciones. La ejercieron con maestría desde Harold Lloyd y Chaplin hasta Buster Keaton y Los tres chiflados y continuó hasta hoy, con Benny Hill o Rowan Atkinson (Mr. Bean). La slapstick comedy fue la base de miles de cartoons, los viejos y queridos dibujos animados donde dos antagonistas se persiguen y se acosan y donde brillaron artistas como Chuck Jones (el del pato Lucas, el gato Silvestre o el Coyote), Tex Avery (el de Droopy y el lujurioso lobo) o Hanna-Barbera (los de Tom y Jerry).
BREVE HISTORIA El espectáculo se estrenó el día 21 de marzo de 2003, en Florianópolis, capital del Estado de Santa Catarina (Brasil). Con más de 600 representaciones, ha recorrido el mundo. Ha participado, entre otros, del XII Festival Internacional de Humor (Madrid 2007), IV Festival Internacional de Payasas (Andorra, 2007), XXII Festival Iberoamericano (Cádiz, 2007), XXII Festival Internacional de Teatro
Esta vasta tradición, que solo nos evoca momentos felices, brilla nuevamente en la pieza cómica creada y dirigida por Pepe Núñez, con asistencia de Sergio Machado y Luis Carlos Nem: Con las maletas hechas. De malas prontas, su título original, fue estrenada por la compañía brasileña Pè de Vento, de la cual forman parte Vanderléia Will y Lily Curcio. Tuvo desde el 2002 más de 600 representaciones, largas temporadas en Brasil, premios en festivales internacionales, y el favor del público, que se regocija con el idioma universal de la muda gestualidad en la intensa hora de duración de esta pieza desopilante. La sola presencia de dos ‘sofisticadas damas’ genera una inmediata adhesión risueña: al ritmo de un tango, una morocha vestida de negro (la notable Vanderléia Will) y con un penacho de pelo erizado, llega con aires de superioridad y cargada de valijas a un aeropuerto para esperar su avión en un banco. Al poco tiempo una rubia vestida de rojo (Lily Curcio), con su bolso de viaje, sus lentes oscuros y un gigantesco abanico chasquea con ademán imperial, avanza hacia allí al ritmo de Glenn Miller. Busca sitio en el mismo banco, en ese no-lugar de los aeropuertos, donde priman el anonimato y el estar de paso, lejos de toda identidad propia pero en el más puro ejercicio de la convivencia con el semejante. Y en ese banco, las mujeres comienzan su escrupulosa guerra personal
Hispano (Miami, USA 2007), XIII Finta, Festival Internacional de Teatro, Tondela (Portugal). Además, en el 2007, en el 6º Encontro Internacional de Palhaços, Anjos do Picadeiro, Salvador de Bahía, Brasil. En 2008 viajó por Argentina, Portugal, España y Noruega, y participó del Festival de Mujeres Payasas (Clownin) en Austria, así como de la Muestra Internacional de Teatro EOZ, en Cuernavaca, (México), y del 40° Festival Internacional de Teatro de Londrina (Brasil).
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mientras esperan la partida de su vuelo a New York. El mínimo fastidio que se inicia con el roce del codo acabará en una violencia desatada, con la cual ambas mujeres quieren, sencillamente, exterminarse. Lo harán como dos animales que se persiguen sin fin, como los dibujos animados de un cartoon que acaban por utilizar la dinamita cuya mecha lanzará amenazantes chispas en escena, antes del fin. La peripecia que lleva de un extremo al otro es sumamente cómica y no da respiro a los divertidos espectadores. No falta nada: ni el ejercicio del absurdo, ni los sopapos ni la crema chantilly en la cara, ni mucho menos los números de circo, como los cuchillos arrojados o la mujer en la caja atravesada por gruesas espadas. Esa situación payasesca que festejamos como si no fuera parte de lo real tiene un reverso inquietante, que corresponde a la ley sin ley que rige el mundo y amenaza la vida: la intolerancia y la escalada de violencia. Dos mujeres, como
hermanas enemigas, transforman la espera del viaje al corazón de la civilización occidental en una guerra sin cuartel. Su único valor es el exponencial “ojo por ojo y diente por diente”, cuyo único destino es el exterminio del semejante y la propia desaparición. Que dos cómicas critiquen la irracional violencia cotidiana por la feliz vía del humor físico, en la tradición de la slapstick comedy, es un hallazgo teatral donde confluyen un gesto vanguardista con el arte más popular y cosmopolita. La cuidada mímica caricaturesca, el justo empleo del tiempo, la oportunidad de la réplica y el simpático desparpajo de estas actrices y clowns brasileñas son un ejercicio de alto vuelo cómico para el cual no será necesario esperar ni desesperar: su arte es abierto, accesible y generoso en un espectáculo altamente recomendable. *El autor publicó este artículo en el diario ‘El Día’, de Argentina.
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La progresión del folclor
El artista barranquillero, en plena promoción de su sencillo ‘Al Caribe volveré’, del álbum ‘The Caribbean Computer’, es uno de los grandes invitados al Carnaval Internacional de las Artes.
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Por Efraim Medina Reyes*
Humberto Pernett es sinónimo de musicalidad en tiempo moderno, con toque folclórico.
n el barrio Colombia de Barranquilla nació Humberto Pernett hace treinta y tres años, y en su música ha conservado todos los sonidos de su infancia mezclando la potencia del folclor y de los ritmos antillanos con las corrientes alternativas del jazz y la música electrónica. Inquieto e hiperactivo por naturaleza, Pernett es un incansable y carismático creador de atmósferas sonoras donde prima lo sensorial. A los seis años inició su formación musical en el Conservatorio de Bellas Artes de su ciudad natal y, siendo ya un adolescente, viajó a Bogotá para estudiar composición e historia de la música en la Universidad Javeriana. Como tantos otros músicos de su generación tuvo sus escarceos con el rock en la escena bogotana, pero más tarde regresaría a Barranquilla para reencontrarse con sus raíces y con base en ellas y lo aprendido crear su propio estilo. En 2003, Pernett es invitado a integrar la prestigiosa banda colombiana Sidestepper, y con ellos realiza dos giras que incluyen países como Estados Unidos, México y Canadá. En el período posterior a estas giras, Pernett experimenta con instrumentos de última tecnología que hoy son esenciales en su propuesta. Convertido en solista viaja a Europa y participa en algunos festivales. A su regreso al país se presenta en el
IX Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, un magnífico escenario donde obtiene la aprobación del público y de la crítica especializada. Entre tantos artistas con los que ha compartido tarima cabe mencionar a Calle 13, que lo eligió para su gira por Colombia. Richard Blair, creador de Sidestepper, lo ha definido como un emblema de la evolución de
nuestra música. Después de sus logros artísticos alrededor del mundo, siendo incluso portada de una revista en Japón, Humberto Pernett llega a su entrañable Barranquilla invitado por el VII Carnaval Internacional de las Artes, que se realiza en la ciudad del 24 al 27 de enero. Pernett presentará su segundo sencillo, Al Caribe volveré, del álbum The Caribbean Computer, que grabó
junto a la orquesta japonesa Sukiyaki, con la que compartió escenario en el Festival de Música del Mundo de Nanto, Japón. * Autor, entre otros libros, de ‘Lo que todavía no sabes del pez hielo’, ‘Érase una vez el amor pero tuve que matarlo’ y ‘Técnicas de masturbación entre Batman y Robin’. http://www. facebook.com/pages/Efraim-MedinaPagina-Oficial/115903968452946
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Lecturas en vacaciones
Por Ramón Illán Bacca
Después de todo, hacer síntesis de los cuentos quita el deleite de su lectura”.
L
os buenos propósitos de leer los libros apartados para estas vacaciones fueron rebasados por la brevedad del tiempo. Pero encontré que los temas de los libros leídos son: el absurdo de la existencia, el anhelo heroico, la nostalgia de lo que pudo ser y no fue y la tristeza por quedar siempre al borde de las metas deseadas. Temas tratados desde los antiguos egipcios hasta nuestros días. Las encuestas hechas en estos días nos dicen que Barranquilla es la ciudad más feliz y alegre del mundo. (Al recorrer esos andenes llenos de escombros, de vehículos que cortan el paso y motocicletas que atropellan al indefenso peatón pienso en los versos de un joven poeta que dice: “Barranquilla es como la vida, llena de obstáculos”). Las obras leídas y que comento, todas de autores nuestros, no respiran optimismo. Flagelación y entredicho, de Roberto Sarmiento, un investigador de la historia regional, nos muestra cómo en Santo Tomás, a pocos kilómetros de Barranquilla, se da una exteriorización dramática de conflictos y desenlaces interiores de personas encapuchadas que pretenden purgar la noche triste del alma. El libro de Sarmiento nos cuenta los hechos, el lector debe buscar los significados. La imagen en el espejo, de Roberto Ferro, es su última novela. El autor no ha recibido como debiera la atención de la crítica y del público lector en sus tres novelas. (La ciudad y los demonios y Vendrá la muerte y tendrá tus ojos son las otras dos). En ellas nos hace meditar sobre qué tanta es la felicidad que decimos tener. La última obra, cuyo subtítulo es “Historia de un crimen nunca resuelto”, tiene como telón de fondo el espantoso crimen de las Kaled en unos carnavales a principios de los ochenta. Los protagonistas, una pareja de un barranquillero y una alemana –amigos de las víctimas– son hijos de hogares disfuncionales que después de buscarse a sí mismos no se encuentran. El crimen, ajeno a ellos, va a incidir totalmente en sus destinos. Queda la impresión al terminar la lectura que este crimen puede ser revelado pero jamás explicado. Si hay una persona a quien Barranquilla le deba
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mucho en el campo de la cultura es a Heriberto Fiorillo. El Carnaval de las Artes, del cual es el fundador y su alma, nos abrió como nunca las puertas del mundo cultural en todas sus expresiones. Hemos visto un poeta como Luis García Montero, un escritor como Lemebel, y hemos visto bailar con solo el acompañamiento de palmas a La Tongolele. (Después en un almuerzo ella me contó cómo, temblorosa, se había refugiado en un consulado de Estados Unidos para escapar del acoso sexual del dictador Leonidas Trujillo). La Fundación La Cueva publica todos los años un álbum con la memoria del evento del año anterior. También publica los cuentos de escritores invitados que recorren el país todo el año leyendo sus textos. Cuentos de la Cueva por Colombia, en su tercer volumen, nos trae cuentos de 12 escritores muy representativos. Los temas son los que van desde el antiguo Egipto hasta nosotros, eso sí, con un toque de color nacional. Paul Brito, en El forastero y con un final abierto, nos confirma ese toque filosófico que emplea con frecuencia. La respuesta implícita nos deja la duda de cuál era la pregunta. En Santa Nicole Kidman llena eres de gracia, John Junieles nos habla de un joven desaparecido; Pedro Badrán, en La magia del Joe Domínguez, trata el ascenso y caída de un mafiosillo de barrio; Fiorillo, en El encanto de la espina, del amor de una pareja que solo se realiza en su madurez, un viejo tema que lo reescribe y vuelve alegre y lozano. Tomás González, en El viaje infinito de Carola Dickson, escribió una parábola con la grandeza y dificultad de interpretación que tienen ellas. Y así el resto. Después de todo, hacer síntesis de los cuentos quita el deleite de su lectura. El ensayo biográfico sobre Rafael Escalona en Encantos de una vida en cantos, de Ariel Castillo Mier, es una obra imprescindible para comprender “el gran misterio del arte verdadero que a fuerza de ser empecinadamente local se vuelve universal”, como dijo Belisario Betancur. Castillo deshoja esa afirmación y estudia con una prosa operativa el dicho muy citado de “Escalona escribió su biografía en sus cantos”. En esta investigación biográfica se muestran luces y sombras del compositor, un hombre que sin saber tocar un instrumento ni leer una partitura se constituyó en nuestro compositor más conocido y más popular en el país y en el mundo. El libro de Ariel se vuelve así el ‘eje de referencia’ para cualquier trabajo que sobre Escalona se escriba en el futuro.
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Valerio Bindi es un ilustrador y artista d sus imágenes con una sólida base de d somete a distintas técnicas de alterac propia. Es uno de los invitados d
Los trazos
del c贸mic, de origen romano, que trabaja dibujo formal y fotograf铆a, y que luego ci贸n manuales y digitales, con est茅tica del Carnaval de las Artes 2013.
s de Bindi
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VANEXA ROMERO/EL HERALDO
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Brian, el ‘clown’, no se siente a gusto viviendo aquí, pese a que nació hace 24 años en este lugar.
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Habitantes de Los Bloques Al interior de ‘Los Bloques’ del populoso sector de la Ciudadela 20 de Julio de Barranquilla hay interesantes historias de vida que contrastan con el deterioro exterior del conjunto habitacional que alberga 199 viviendas.
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Por John Better
a Ciudadela 20 de Julio nació como un proyecto urbanístico moderno en el sur de Barranquilla, en donde se levantaron 199 bloques de concreto, edificios de 4 pisos, dotados de 2 estancias habitacionales por cada nivel. Un día de la Independencia de 1980 fue inaugurado este complejo arquitectónico que le dio cierto nivel de desarrollo a esta zona de la ciudad, que por aquel entonces era un terreno baldío rodeado de monte y basuras. Treinta años después, los Bloques han recibido sin clemencia el paso del tiempo. Caminar por sus laberínticos callejones es develar realidades tan tremendas, que van desde presenciar chicos consumiendo
drogas a pleno día, espacios convertidos en basurales, o ver con resignación los estragos del vandalismo que sin misericordia arruina aún más las fachadas de los edificios. A esto se le suma una problemática actual: algunos inquilinos han optado por extender sus apartamentos, sacando balcones, terrazas y patios traseros, convirtiendo la zona en un pastiche arquitectónico que reduce el espacio público, creando recovecos que invitan a que la delincuencia haga de las suyas. Quizá el hecho de que nunca hubiese una administración en este complejo residencial apresuró también su decadencia. Los Bloques de la Ciudadela son una especie de ciudad sin murallas que consta de 4 sectores, algunos más organizados que otros. Sus habitantes son tan diversos, que puede uno encontrar residiendo en sus interiores a artistas, defensores del medio ambiente, aspirantes a reinas, escritores frustrados, grafiteros, vendedores del mercado público o modistas que soñaron con ser sicólogas. Aquí una pequeña muestra:
Brian, el ‘clown’ Bloque 108
“No quiero que mis sobrinos, que son como mis hijos, crezcan en un barrio donde hay ladrones, los adolescentes son marginados por otros adolescentes y los niños juegan en un suelo sucio de condones, con residuos de marihuana y vómito de borrachos pensionados. No deseo que crean que el mundo es esta pequeña isla de bloques enmohecidos que para mí son como prisiones”, dice Brian
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el precio de ser protagonista de la lengua de una que otra ama de casa sin oficio, donde la mezquindad y la envidia son el pan de cada día. No lo quiero de ninguna forma, pero tampoco puedo evitarlo ni evadirlo porque sería huir a una problemática que hace parte solo del ser humano, y que es fomentada por la sociedad en este mundo capitalista que poco a poco sectoriza ciudades, barrios, familias y fragmenta el amor. Quiero que los míos crezcan en una vecindad, en una sociedad en paz, no en un intento de cosmopolita que simplemente fracasó”. Concluye el clown mientras maniobra en el aire tres pelotitas de colores.
le paga lo acordado, toma su traje y se marcha complacida. Eludis, de casi 50 años, se hizo modista gracias a una tía que le enseñó el oficio desde muy chica. Hace 18 años vive en los Bloques y ha sido testigo del deterioro tanto físico como social que viene sufriendo el sector. Las drogas y la inseguridad son los problemas más frecuentes, declara Eludis. Su taller de confección es pulcro e iluminado; sobre una mesa reposan infinidad de telas que han traído clientas desde diferentes lugares. De pocas palabras, y aunque talentosa en su oficio, su verdadero sueño
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refiriéndose a la situación actual del entorno en el que vive. Este chico de 24 años, pelo desaliñado y con una barba que no logra ocultar su halo de inocencia, antes de dedicarse al mundo del teatro estudió matemáticas, luego desistió de esa idea y empezó a trabajar como recreacionista. Un día, casi por accidente, pasó de ser el que recogía la utilería de la empresa de diversiones para tomar un micrófono y animar una fiesta. Allí descubrió que lo suyo es el teatro. Al poco tiempo se rodeó de un grupo de mimos. En la actualidad forma parte de la compañía Viva Di Teatro, donde se desempeña como clown y también como actor. Nació en los Bloques de la Ciudadela 20 de Julio. Conoce este lugar como la palma de su mano y no le tiembla la voz para denunciar el estado en que vive su comunidad. “No deseo que las nuevas generaciones supongan la vida como la que vivieron los adultos de la Ciudadela 20 de Julio, donde los vecinos forman querellas por la pavimentación de una calle o la construcción de un ‘policía muerto’. Donde las ventanas tiemblan cada sábado por la noche y domingo hasta el mediodía, por el fuerte volumen de los equipos de sonido. Donde tienes que pagar
Eludis Luna, la modista Bloque 109
Juana Cueto llega puntual a recoger un vestido que lucirá dentro de poco en la boda de una sobrina. Doña Eludis se levanta de la silla que tiene dispuesta junto a su máquina de coser y va en busca del encargo de su clienta. Es un vestido de seda fucsia, que hace contraste con el tono oscuro de la piel de la señora Juana. –Quedó divino –dice Juana. –Gracias –apenas responde la modista, quien cuenta ya con 30 años de experiencia. Juana
El paso del tiempo y la falta de mantenimiento por parte de propietarios e inquilinos afean el entorno.
Eludis Luna vive hace 18 años en la Ciudadela.
era otro. –Me hubiese gustado ser una gran sicóloga –argumenta. –¿Por qué? Pero su respuesta es un rubor evidente en su cara. Prefiere guardarse las razones. Luego apunta que igual es feliz con la vida que lleva ahora. Ha podido levantar a sus hijos, dos de ellos ya universitarios. Aclara que no solo con su trabajo sino con la ayuda de su marido, Adalberto González, veterano profesor de sociales del Liceo Los Laureles. Si bien los Bloques en su aspecto físico tienen en su mayoría fachadas desaliñadas, es justo en sus interiores donde
17 se devela el verdadero espíritu de cada persona, de cada familia que allí habita. En el caso del espacio que habita Eludis, es un lugar acogedor, ordenado y, por qué no, con ciertos privilegios que saltan a la vista. –Pero algo sí te digo, esta es una de las mejores zonas –dice la modista, como si diera la última puntada magistral a esta conversación.
El que renunció a ser periodista, y Víctor, el ecologista Bloque 110
Si hay alguien que tiene cosas que contar y decir en esta ‘isla de edificios’ es el periodista Manuel Salvador Cantillo, que luego de ser catedrático y de trabajar en programas de radio, despertó un día y decidió no ser más un comunicador: “Todo es una ilusión. Todo es un escape, desde las drogas hasta las religiones”, dice. –¿Ser periodista era una de esas ilusiones a las que se refiere? –El periodismo es para difundir las tragedias, es para educar, para cambiar y transformar. Las noticias se repiten día a día, solo cambian los nombres de las mujeres asesinadas, los niños violados o los pueblos arrasados por la violencia –dispara el exconductor del programa radial ‘La silla caliente’. Al abandonar su carrera periodística, Manuel empezó un trascurrir por diferentes oficios, desde administrador de un gimnasio hasta vendedor de queso en el Mercado Público; esta última experiencia lo marcó de por vida porque, según él, allí conoció verdaderos seres humanos, aquellos que a su parecer no están alienados ni envenenados por la manipulación mediática. Manuel Salvador se disculpa por tener lentes oscuros en el interior de su vivienda, ya que hace poco lo operaron de la
vista. Para este hombre de hablar directo, los Bloques no son más que una urbanización tugurial, con personas que piensan que viven en estratos elevados. Una propiedad horizontal donde abusan de los espacios públicos. Pero por un momento deja el pesimismo y rescata cosas de su entorno, afirmando que lo más bello que tiene el lugar es su gente joven, sus niños, a quienes considera gente solidaria, al igual que algunos vecinos que con orgullo nombra, como doña Eufrosina o la señora Lucy, a quienes considera como personas que brindan a los otros un cariño inconmensurable. Al mismo tiempo, viaja al pasado y recuerda que hace 20 años los habitantes del sector eran una familia que cuidaban los unos de los otros; rememora con tristeza el hecho de que aquellos vecinos se han ido poco a poco, extraña las tardes de juego, de cuando los hijos de todos los que moraban en el sector hacían de las calles un hermoso carnaval. Él trae estos recuerdos a colación porque la situación actual es diferente, los nuevos vecinos se confinaron en sus propias estancias, y fueron estos quienes cercaron con terrazas y rejas aquellos espacios donde antes se reunía el vecindario. Y sobre ese tema de espacio público y ambiental, encontramos a un hombre para el que las partes ecológica y urbanística son su dolor de cabeza desde cuando hace algunos años empezó una de las problemáticas que más aquejan en los emblemáticos edificios amarillos de la Ciudadela. Él es Víctor Montero Aponte, asesor en materia ambiental de varias firmas empresariales de la ciudad. Con él hicimos un recorrido por distintas zonas de los Bloques y observamos más de cerca los problemas de basuras, invasión del espacio público y consumo de drogas
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Víctor Montero Aponte creó con sus vecinos un espacio fértil dentro de la Ciudadela.
Manuel Salvador Cantillo considera que muchos de sus vecinos sienten que viven en estratos elevados.
en el sector. La invasión del espacio público es lo más evidente debido a que algunos inquilinos, principalmente los que residen en las plantas bajas han construido terrazas y patios, haciendo que el espacio entre bloque y bloque se reduzca, en especial las zonas de tránsito ahora son arbitrarios callejones donde imperan las basuras y heces humanas y animales. “Estos callejones son ‘boca de lobo’ para asaltantes y toda clase de desquiciados sexuales”, comenta indignado el ambientalista, especializado en la Universidad de La Habana. Luego nos conduce hasta una sombreada zona verde que anteriormente fue utilizada como basurero público. Es un pequeño oasis lleno de árboles de ciruela, guanábana, limoneros y hasta platanales, que años atrás era la zona más deprimente del sector. Gracias a su iniciativa y a la de varios vecinos lograron lo que parecía imposible. Pero para Víctor estos son paños de agua tibia, ya que la problemática se extiende en los 4 sectores que conforman esta pequeña ciudad caótica, donde en cada pared pueden leerse en grafitis y consignas el Vietnam que viven a diario los moradores de lo que otrora fuese el orgullo de los barrios del sur barranquillero. johnbetterarmella@hotmail.com
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La historia de superación de un hijo de Juan de Acosta que le llamó la atención hasta al escritor uruguayo Eduardo Galeano.
Los ojos prestados de Manuel Alba
E
Por Jaime De La Hoz Simanca
n Los hijos de los días, su más reciente libro, el escritor Eduardo Galeano escribe que Manuel Alba pide prestados los ojos a sus amigos. Y allí mismo explica que la última imagen que vio este joven, invidente hoy, fue la de Diego Maradona en el Mundial del 86 realizando cabriolas fantásticas y pases de torero que culminaron con el segundo gol con que Argentina derrotó a Inglaterra. El autor de Las venas abiertas de América Latina solo
menciona en su texto el nombre de Manuel Alba Olivares. Y agrega, sin más detalles, que se trata de un colombiano ligado estrechamente al instante en que el diez argentino “bailando, con la pelota pegada al pie, dejó a seis ingleses perdidos en el camino”. Primero recibí un correo de
Fernando Jaramillo –director de memorabiliaggm, el portal dedicado a García Márquez– en el que adjuntaba otro del periodista argentino Alejandro Duchini, de la revista El Gráfico, quien indagaba con desesperación por aquel joven que Galeano no solo había mencionado en su libro, sino en
la presentación del mismo en la Feria Cultural de Buenos Aires. Me acordé haber entrevistado a Manuel a principios de la década de los noventa, cuando dirigía un equipo de fútbol en el estadio Moderno de Barranquilla. Supe que era de Juan de Acosta, un municipio ubicado a 40 kilómetros
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Duchini, quien habló en la distancia con Manuel acerca de los pormenores de aquella mención del escritor uruguayo, gran amante del balompié y quien lamenta en su obra El fútbol a sol y sombra que, frente al mal juego escenificado en los estadios del mundo, resulten fanáticos que se pasean en las tribunas solicitando, con su sombrero extendido, “una buena jugadita, por favor”. Los caminos cruzados del azar me obligaron a subir las minúsculas montañas que circundan Juan de Acosta, y llegar luego al corazón de aquel pueblo histórico donde Manuel Alba es un ídolo, al igual que Ángel Alfonso Molina, autor del famoso tema El cóndor legendario, que interpretan los hermanos Zuleta: “Soy folclor, soy alegría; soy tristeza y desengaño…”.
de un día del año 1986, después de dormir plácidamente, abrió los ojos y solo vio oscuridad. Un mundo de tinieblas se le derramó encima mientras en su imaginación comenzaban a danzar franjas extendidas de colores y rostros de familiares, amigos y futbolistas famosos. La ceguera fue gradual. En realidad, desde los cinco años debió usar lentes gruesos que le permitieran ampliar la visión, pues, de manera temprana, una extraña miopía se apoderó de su mirada. Así creció, realizando los mejores esfuerzos para descubrir el mundo que se abría frente a su vista. Se movía con la agilidad propia de los niños de su edad, y la limitación visual no era obstáculo para desempeñarse como portero de fútbol, ni para dejar de observar las espectaculares atajadas de René Higuita, su ídolo. El 22 de junio de 1986 se sentó frente al televisor del viejo Bienvenido Arteta para observar el partido de cuartos de final entre Argentina e Inglaterra en el Mundial de México. Imágenes en blanco y negro en su cerebro, jugadores desplazándose como piezas móviles de ajedrez, juego de fantasía, coreografía en el estadio azteca y un jugador con
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ALFONSO CERVANTES/CORTESÍA
Cuando los ojos se apagan
Cuando se extinguió la luz de sus ojos, la música vallenata se convirtió en su refugio.
de Barranquilla, enclavado sobre colinas que parecen perderse en la inmensidad del mar Caribe. Y me enteré, además, que su ilusión era estudiar derecho, conformar un conjunto vallenato y dirigir un espacio radial. Los datos, fragmentados y en desorden, los entregué a
Ahora Manuel está a mi lado. Ladea su cabeza buscando no sé qué con su vista perdida. Su voz, estentórea y rápida, se esparce con la carga ligera de los recuerdos, y su respuesta es instantánea, sin esguinces ni rodeos. Dice que en la alborada
movimientos de ballet: Diego Maradona. De repente, los ojos vivos de Manuel vieron convertir el último gol que jamás olvidará. Lo refiere en voz baja, lo narra en voz alta y lo acompaña con los pases y los nombres de los jugadores que precedieron aquella joya del balompié. Tenía doce años cuando sus ojos fueron iluminados por el gol de El Pelusa. Días después, con el recuerdo del famoso gol que a veces parpadeaba en su memoria, decidió ir al desaparecido Parque Muvdi, de moda en ese entonces por sus toboganes y piscinas. Se lanzó una y otra vez, alborozado por la vida que le daba tanto, pero ignorando que el cloro acentuaba su miopía, y que los golpes contra el agua estaban cegando su vista. Ocho días más tarde, sus ojos se apagaron para siempre. “El doctor Gilberto de la Espriella, prestigioso oftalmólogo, me practicó una cirugía, pero fue imposible unir la retina con la córnea. Se acabó el dinero para continuar adelante y entonces todo quedó quieto. Me refugié en la casa”, dice. Desde ese momento sobrevino un breve calvario. Debió aprender a caminar a tientas, imaginando claridad en medio de túneles negros; soportó instantes de angustia aguda cercanos a la desesperación y la rabia… Algunas mañanas se aliviaba con los sueños, pues también aparecían en ellos la luna, el sol y las estrellas, y el mar y la rubia Catalina que lo habían deslumbrado meses antes de que se blanqueara su mirada. –¿Estar ciego es una forma de morir? –No –responde. –¿Qué opinas de la muerte? –A veces han muerto personas cercanas, pero yo no lo acepto. Vivo ese momento como si esos muertos estuvieran vivos. A la muerte no le tengo miedo, pero
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me angustia no saber cómo serán las cosas del mañana. –¿Sabes que existen automóviles para ciegos? ¿No te interesa? –No, no. Me interesa más bien conseguir una mujer para que conduzca ella.
Vallenato de caché En la cabeza de Manuel Alba se amplían cada vez más dos breves playas que anuncian la calvicie total que sobrevendrá con el paso de los años. La voz es firme y segura. Así se siente a través de las ondas que sobrevuelan el espacio de Juan de Acosta después de originarse en la estación radial donde mantiene, contra viento y marea, un programa musical: ‘Vallenato de caché’. Desde su rincón de paredes encementadas, detrás de un vidrio gigante sin polarizar y al borde de un inmenso monte que se desparrama hacia el mar, Manuel dicta cátedra de música vallenata. Su memoria elefantiásica le permiten recordar compositores de temas legendarios, portadas de acetatos sin tiempo, cantantes de ayer y hoy, versos de canciones, y las historias ocultas detrás de esos momentos de amor o de traición que interpretan los cantores del folclor. Cuando la noche extinguió la luz de sus ojos, Manuel se refugió en las canciones vallenatas. Fue una especie de catarsis que poco a poco eliminaron los malos recuerdos y las perturbaciones que comenzaban a atormentar su alma. El Binomio de Oro, los Hermanos Zuleta y Diomedes Díaz se constituyeron en acompañantes de su nueva vida. Por eso no olvida Sueños de conquista, composición de Rosendo Romero que canta Rafael Orozco; Adiós a la compañerita, de Poncho Zuleta… Ni a Sol y Luna, el tema que lo convenció, de una
Siempre que pisa una cancha de fútbol recuerda tiempos felices, como cuando dirigía un equipo en el Estadio Moderno de Barranquilla.
vez por todas, que Diomedes Díaz es el mejor cantante de la música vallenata. Sin embargo, advierte que también podría hablar de otras músicas, de otros cantantes y de otros autores; pero, prefiere que esas ocurrencias, producto de sus viejas lecturas, y las nuevas, por intermedio de terceros, sean expresadas en ocasiones especiales, en conversaciones privadas y con interlocutores de confianza. Esa es la razón que lo impulsa a tomarme del brazo y alejarse de sus amigos para decirme que algún día supo del escritor argentino Jorge Luis Borges, y se enteró de que el autor de Ficciones había quedado ciego a los 56 años después de haber escrito versos memorables de los cuales recita el siguiente fragmento: Demócrito de Abdera se arrancó los ojos para pensar; el tiempo ha sido mi Demócrito. Esta penumbra es lenta y no duele;
fluye por un manso declive y se parece a la eternidad. También cuenta, ahora sí con emoción, que otro de sus grandes ídolos es el tenor italiano Andrea Boccelli. Y roba minutos a su mirada sin tiempo para recordar que Boccelli quedó ciego debido a un accidente ocasionado por el fútbol, mezclado con problemas congénitos. Enseguida remata con Leandro Díaz, ciego de nacimiento, de quien no se explica de qué manera pudo componer el siguiente verso que cita de memoria: Si ven que un hombre llega a La Jagua coge camino y se va pa´ El Plan. Estén pendientes que en la Sabana vive una hembra muy popular; es elegante, todos la admiran y en su tierra tiene fama. “A finales de los años noventa inicié el programa en la emisora Juan de Acosta Estéreo. Pero hace cuatro años me convertí en mánager y cantante del conjunto Vallenato
Universal. Ya hemos grabado dos producciones y eso nos ha permitido recorrer varios pueblos para tocar en parrandas”, dice Manuel poco antes de regresar a su espacio radial para programar canciones de Jorge Oñate y referir su historia musical, al igual que la de sus canciones. En la cabina lo espera el compositor Ángel Molina, quien le enseñó a leer en los tiempos del estrabismo que, años después, habría de desencadenar la ceguera. Molina, que también le enseñó filosofía y Constitución Política, solo afirma que Manuel Alba es un buen abogado, un insigne verseador de tarima, un destacado líder de la asociación de discapacitados. Y más que eso –remata–, un hombre ejemplar que toca la guacharaca con la misma sabiduría de la que hace gala cuando habla en privado del autor de La Ilíada y La Odisea, Homero, el ciego.
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A ON THE ROAD.
estas horas Juan Pablo Villarino y Laura Lazzarino habrían podido estar en sendas oficinas comiendo un sánduche con los pies cruzados sobre el escritorio. Deben ir caminando, no obstante, por una carretera cualquiera en espera de un aventón. Son argentinos, como el ochenta por ciento de los autoestopistas del continente, pero basta entablar una conversación con ellos
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Corazón viajero, errabundo amor…
Probar suerte, estar juntos, descubrir el mundo y luego narrarlo, los motivos de vivir de Juan Pablo Villarino y Laura Lazzarino, en la foto, en su viaje a la Antártida.
Por Alfredo Baldovino Barrios
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para advertir que no son unos simples andariegos sin oficio. Viajan juntos a dedo desde abril de 2010 y desde entonces no se separan para nada. Tienen a su cargo sendos blogs de viaje con un significativo séquito de seguidores, y en medio del vértigo de la carretera encuentran un espacio para remitir artículos a diferentes periódicos y revistas del continente. Al tiempo venden postales fotográficas y una versión reducida del libro que escribió Juan luego de arriesgar el pellejo mochileando en el Medio Oriente. Después, prosiguen su camino.
Relato de un encuentro experiencias de viajeros. Así que En noviembre de 2009, Laura, en ese entonces de 25 años y licenciada en Hotelería y Turismo, se enteró por un lector de su blog que andaba circulando en el mercado un libro de viajes de un compatriota suyo que se estaba vendiendo bastante bien. Quedó altamente intrigada. A sus 22 años había hecho su primer viaje en solitario hasta las ruinas de Machu Pichu, en Perú. Luego siguieron Centro América y la India, y acababa de renovar la visa para irse a Nueva Zelanda. De allí que la apasionaran tanto los textos que narraban las
adquirió el libro y no se pudo despegar de él. Una tarde, cuando regresaba a su casa en el subte de Buenos Aires, leyó algo que le removió las entrañas: “¿Dónde encontraré a mi princesa vagabunda?”. Y de alguna manera sintió que la pregunta iba dirigida a ella, cuyos compañeros sentimentales nunca habían podido acompañarla en su sueño de viajar por todo el mundo. Pero pronto cayó en cuenta de que el libro había sido escrito cinco años atrás. Seguramente — pensó al tumbarse en su cama— el hombre había encontrado ya
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a la dueña de la sucia zapatilla de cristal. Con todo, no se desalentó. Consiguió su mail y le escribió. Al poco tiempo recibió una respuesta. Con el paso de los días los correos adquirieron el tono de dos personas que se conocen desde hace mucho tiempo. Finalmente, tras dos meses de correos febriles, él formuló la propuesta que ella estaba esperando: —Qué pensás si hacemos dedo juntos. Digo, por 10 días, qué sé sho. A Laura se le escapó una sonrisa al otro lado del ordenador. El lugar del encuentro sería la ciudad de Salta. Una noche de mediados de marzo se levantó sobresaltada al soñar que caminaba por la nieve, rodeada de una manada de alces, de la mano de Juan. La espera se le hizo una tortura. Hasta que a comienzos de abril vio desde la ventanilla de un avión las luces del aeropuerto de Salta.
Buscando a la princesa vagabunda. Para la fecha en que Laura le escribió el primer mail, Juan Pablo llevaba tres meses de haber salido de Argentina y estaba a gusto con la hospitalidad de los bolivianos. Quizá —pensó al apagar el computador— quizá esta vez sí sería posible encontrar a su princesa vagabunda. Juan Pablo Villarino había nacido en Mar de Plata en 1978 y a los 19 años se había colgado por primera vez un morral a cuestas para probar suerte en la carretera. Un año más tarde entró a la universidad a estudiar psicología. Pero a veces se quedaba con la mirada perdida en el salón de clases oteando inexistentes cerros nevados. En 2004, cuando estaba escribiendo la tesis para graduarse, se le presentó la oportunidad de mudarse a Irlanda y no lo pensó dos veces. Ejerció diversos oficios y ahorró lo suficiente para empezar a
Laura y Juan Pablo, en uno de sus recorridos, poco tiempo después de haberse conocido en abril de 2010.
cumplir su gran sueño: viajar por todo el mundo. En 2005 subió a un velero en Belfast, Irlanda del Norte, y comenzó un viaje que terminaría dos años más tarde, cuando decidiera regresar a casa de sus padres en Mar de Plata. Durante todo ese tiempo no dejó de escribir. Tenía una columna semanal en un periódico de Lituania y otro de Rumania. De manera que en más de una ocasión se vio apurado en una estación de tren o en la banca de un parque tratando de organizar sus notas de viaje para remitir su columna al periódico. El resto de tiempo libre lo dedicaba a estampar en su diario los acontecimientos más importantes del viaje. Fruto de toda esa experiencia sería el libro que llegó a las manos de Laura, Vagabundeando en el eje del mal, donde recoge las impresiones de su paso por Medio Oriente. Extraordinario es una palabra que pierde todo sentido para Juan, después de haber hecho
autoestop al lado de hombres con fusiles de alto alcance en Afganistán, de dormir en las tiendas de los beduinos en el desierto sirio, de subir a carros manejados por monjes budistas en el Tíbet o de cantantes de ópera en Suecia, y de terminar bailando en una fiesta de bodas de gitanos en Rumania cuando solo pedía un aventón al bus donde venían los familiares de la novia. Deambuló por todos los países de Europa, a excepción de Grecia, Portugal y Bielorrusia, sobreviviendo con un promedio de cinco dólares diarios en el bolsillo. Viajó por toda Escandinavia, donde un matrimonio de ornitólogos le colocó un anillo de rastreo en el dedo como a las aves migratorias. Visitó los países musulmanes, y dio el salto hasta la China después de vivir dos meses en Tailandia y de pasar por la India y por Egipto. Encontró amigos por todos lados, un plato de comida en cada mesa, una manta y una bendición para el camino.
Encontró también, de vez en cuando, el cuerpo dócil de una mujer, una carta de despedida en la mesita de noche y el rastro huidizo de su perfume en la funda de la almohada. Juan Pablo entonces salía nuevamente a la carretera a buscar, a seguir buscando a su princesa vagabunda.
¿Nos vamos a Alaska? Habían dormido en sendas carpas la noche en que se vieron por primera vez en el aeropuerto de Salta, y continuaron tratándose al día siguiente con el mismo tono amigable de los correos, pues ninguno de los dos quería dar pasos en falso. Sorpresivamente los dedos se rozaban de manera accidental en el asiento trasero del Renault al que subieron esa tarde, y ninguno de los dos se esforzaba por impedirlo, pero nada más. Fue a la salida de un pueblo, bajo un árbol donde habían armado sus carpas, tres días después, donde él se armó de
valor y besó a Laura. Entonces la timidez inicial cedió el lugar al desparpajo de un par de adolescentes. Mientras tanto iban tocando a su fin los días de prueba. Laura estaba a gusto con Juan pero aún no se resolvía a posponer su viaje a Nueva Zelanda. Él, por su parte, sabía que podía perder una nueva oportunidad de calzar la preciada zapatilla de cristal si no iba al grano de una vez por todas: —Vente conmigo a Alaska —le dijo. Fue en ese momento cuando ella recordó el sueño que tuvo a mediados de marzo, rodeada de un grupo de alces, en la nieve, y apoyó la mejilla en el pecho de Juan.
Buen viento y buena mar. Después de abandonar un salario de mil dólares al mes en una agencia de viajes, y armada de su portátil y su
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cámara fotográfica, Laura tiró sus dados al lado de Juan en la orilla de la carretera. Fue allí donde realmente empezó todo. En Ushuaia hicieron parte de la tripulación de un barco que se dirigía hacia la Antártida, en compensación al compromiso hecho con la empresa naval de darles publicidad en su blog. Subieron luego por Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador y los lindes con Brasil. En el Amazonas fueron acogidos por la etnia shuar, famosa por reducir las cabezas de las tribus enemigas, con un extraño procedimiento, y por la chicha preparada con escupitajos de yuca que ponían a fermentar. Yo los conocí a su paso por Colombia. Había añadido a Juan a mis contactos dos años atrás, y le había puesto mi casa a la orden. Una tarde de mediados de noviembre se identificó a través de mi celular, y dos
horas después lo recogí junto a Laura a pocas cuadras de mi casa. Mientras converso con Juan sobre las vicisitudes del viaje, ella me pide prestado el computador y empieza a escribir correos a todas partes con una facilidad pasmosa. Parece que acaban de aprobar su artículo sobre la Antártida en una revista argentina y no cabe de la dicha. Después se van a dormir. Cómo puede funcionar una relación en esas condiciones es algo que yo no alcanzo a explicarme. En la casa, riñes con tu esposa y siempre cuentas con la opción de instalarte en el cuarto de al lado. Pero en la carretera las cosas deben ser a otro precio. Por eso me parece una proeza sostener una relación de dos años en la carretera, donde cada día se te hace una eternidad. Por la mañana, me informan que tienen pensado escribir un libro a cuatro manos a su
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regreso a la Argentina. Laura me pregunta si puede acceder al computador de mi cuarto de estudio. Le digo que adelante y pronto las palabras empiezan a salir de sus dedos como las balas de una metralleta. —¿Ves este mapa? —me pregunta Juan señalando un grupo de islas en el Caribe—. Allí es donde iremos después de pasar por Venezuela. Llegada la hora de partir salgo a despedirlos. Aprovecho que Laura se queda rezagada acomodándose el morral para hacerle a Juan una última pregunta para esta crónica: —¿Podrías decirme para ti qué es el amor? —Claro, cuando el cuerpo empieza a convertirse en un lastre, cuando estorba. Seguidamente estrecha mi mano con fuerza, le doy un abrazo a Laura y los veo desaparecer al fondo de la carretera.
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