Este diagnóstico cualitativo apuesta por una comprensión de los procesos de educación no formal que nacen de la iniciativa de los mismos jóvenes en sus interacciones con la comunidad y la ciudad que a diario viven, las cuales hay que entender como formas de creación de experiencias culturales que reclaman y se apropian del derecho a la ciudad y a las artes en las calles. Se trata de prácticas artísticas que, al mismo tiempo que promueven un uso estético del espacio urbano, interrogan de manera permanente su estatuto público.