Italia en la 2a. Guerra Mundial

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Italia en la Segunda G Guerrra Mu undiall (http:///italiaenla aguerra.blogspot.co om.ar/)

Alberrto N. Manfrredi (h) nació ó en Buenos s Aires, el 9 de enero de e 1957. Cas sado y padre e de dos hijas, h es técn nico superio or en Adminiistración Eco onómico Fin nanciera.


INDICE PRÓLOGO

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LA GUERRA ÍTALO-TURCA (1911-1912

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EL IMPERIO COLONIAL ITALIANO

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EL ADVENIMIENTO DEL FASCISMO

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LA INVASIÓN DE ABISINIA

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185ª DIVISIÓN AEROTRANSPORTADA "FOLGORE"

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132ª DIVISIÓN BLINDADA "ARIETE"

63

133ª DIVISIÓN BLINDADA “LITTORIO”

73

Xª FLOTTIGLIA MAS

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LA BATALLA AERONAVAL

108

LA CAMPAÑA DE RUSIA

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131ª DIVISIÓN BLINDADA "CENTAURO"

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LA GUERRA SUBMARINA

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PALABRAS FINALES

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ANEXO I. TEXTO DEL PACTO DE ACERO

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ANEXO II. TEXTO DEL PACTO TRIPARTITO

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ANEXO III. DISCURSO DE MUSSOLINI A LOS CAMISAS NEGRAS

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ANEXO IV. DISCURSO DE HAILE SELASSIE

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PRÓLOGO

La Segunda Guerra Mundial fue el acontecimiento bélico más grande de todos los tiempos, superior incluso a la Gran Guerra y a las campañas de Napoleón. Mucho se ha escrito desde su finalización, millares de libros y artículos, enciclopedias y tratados, estudios y tesis. Se han elaborado incontables documentales, la mayoría falseando datos y manipulando las imágenes y se rodaron centenares de películas y series televisivas, todas ellas tendenciosas, subjetivas en extremo y empalagosamente sensibleras. Casi todo ese material tiende a demostrar que la victoria ha sido patrimonio exclusivo de ingleses y norteamericanos, relegando a un segundo y tercer plano al resto de los aliados, sean franceses, polacos, checoslovacos, griegos, yugoslavos, belgas, holandeses, daneses, noruegos, finlandeses e incluso rusos. Ni siquiera otros súbditos de la Corona como los canadienses, sudafricanos, australianos, neozelandeses e hindúes han sido tomados en cuenta a la hora de abordar los sucesos pues para Hollywood y la historiografía británica, apenas aparecen como simples "partenaires" de sus amos imperiales. El coraje, la astucia, el valor y la nobleza son parte del temple anglosajón. El resto apenas aporta algo. Los alemanes son tenaces, guerreros y arremetedores porque son germanos, pero esas condiciones se ven opacadas por la brutalidad del régimen nazi; los japoneses son asesinos, suicidas y fanáticos insensibles con los que no se puede ni siquiera razonar y los rusos, que llevaron la peor parte, unas bestias salvajes que si no hubiera sido por la ayuda norteamericana (de la que recibió Gran Bretaña a partir de 1940 nada se dice), hubieran terminado arrollados por Hitler. Así se ha escrito la historia de la guerra y así se seguirá escribiendo. No hay películas para las hazañas polacas, para los paracaidistas checos, para los combatientes franceses y los partisanos yugoslavos; solo fugaces referencias y si las hay, es porque son producciones propias pues las pocas menciones que Hollywood y las películas rodadas en el Reino Unido hacen de ellos son apenas para mostrar que fueron un simple complemento de las “proezas” anglosajonas. No vamos a negar el papel de los norteamericanos en la contienda; que su entrada en combate marcó el fin del Eje y que acometieron proezas en los tres frentes donde debieron combatir; tampoco el accionar de los comandos británicos, la abnegación de su pueblo y la importancia que tuvieron sus ejércitos (sobredimensionada, por cierto); pero no podemos comparar ni por asomo el sufrimiento de la sociedad británica con el que padecieron las naciones ocupadas por Alemania y Japón.

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Otras víctimas (o beneficiados sería más acertado decir) de la falta de análisis y objetividad de aquellos que se dedicado a estudiar la guerra han sido los austríacos, quienes marcharon en los ejércitos del III Reich a la par de sus hermanos alemanes, acometiendo las mismas hazañas (solo basta recordar a Otto Skorzeny) y perpetrando los mismos crímenes. Películas como “La Novicia Rebelde” nos han hecho creer que fueron tan víctimas de sus vecinos como el resto de Europa pero lo cierto es que han sido la misma cosa pues no se debe olvidar que su pueblo votó masivamente la incorporación al Reich y que a partir de entonces, fueron parte de la agresión germana. Quienes han llevado la peor parte en toda esta historia han sido los italianos. Existe toda una escuela historiográfica que tiende a dejarlos en ridículo por su supuesto bajo desempeño en la guerra, una falsedad que intentaremos desmitificar en el presente trabajo . Todo lo referente a Italia y Mussolini es descripto con el mayor de los desprecios. A Hitler se lo condena por sus crímenes pero se lo admira. Aún sus más acérrimos detractores no dejan de admirarlo. A la junta militar de Japón se la trata con indiferencia, como a fanáticos belicistas que lanzaron a su nación a una ofensiva criminal y suicida. Con Italia, en cambio, han sido implacables, humillándola, ridiculizándola, haciendo hincapié en sus calamitosas derrotas como no se ha hecho con las británicas y francesas, desdeñando e incluso ocultando sus victorias y acciones heroicas. En ello el cine y la cultura italianos han tenido mucho que ver, al entrar en el juego de sus detractores. Indro Montanelli, por ejemplo, genial escritor e historiador toscano, ha dicho alguna vez que su pueblo no ha sido nunca guerrero; que el italiano jamás fue soldado, una afirmación que rechazamos y desmentimos pues solo basta rememorar el Imperio Romano y sos proezas militares o traer a la memoria los grandes guerreros medievales con Roger de Flor a la cabeza, las proezas de condotieros, la epopeya de Alberto da Giussano, que le propinó una humillante derrota a Federico I Barbarroja; los almirantes de Venecia, los navegantes de Génova, Pisa, Ancona y Amalfi y los numerosos guerreros que las península aportó a las cruzadas y los ejércitos españoles, sin dejar de mencionar a aquellos que se batieron durante la unificación de Italia y el Risorgimento. Solo como ejemplo, en su biografía Mussolini, el escritor inglés Peter Neville se refiere a las derrotas italianas como “humillantes”, “vergonzosas”, “calamitosas” y “bochornosas”, sin ahorrar calificativos. Y eso es común en todos los autores de ese origen. Ese guante ha sido recogido en todo el mundo y se lo ha potenciado hasta extremos casi ridículos, sin ningún rigor científico, ni objetividad y, lo que es peor, sin realizar un profundo análisis de los hechos. Cuando se habla de los descalabros italianos siempre se aplican términos degradantes pero cuando los mismos son británicos, se los oculta, se los manipula y se los tergiversa para engañar a la opinión pública. De ese modo, la “humillante derrota” de los ejércitos peninsulares se transforma en “abnegada resistencia hasta agotar la munición”, cuando los vencidos son británicos; las “presurosas huidas” de las fuerzas fascistas son siempre “estratégicas retiradas” cuando de sus pares ingleses se trata, las “deshonrosas rendiciones” de los italianos son “capitulaciones con honores” cuando los que claudican son los súbditos de su majestad y así sucesivamente, en todos los casos. Mussolini es siempre “circense”, “grotesco” y “ridículo”, no así Churchill con su abultado vientre y sus protuberantes cigarros, MacArthur con su caricaturesca pipa “popeyesca” o Patton, con sus revólveres en la cintura al estilo “lejano oeste” y sus palabrotas de arrabal, no acordes a un hombre de su elevada posición. Cuando se habla de las acciones de Italia en la Segunda Guerra Mundial casi siempre se hace referencias a sus desastres en Francia y Grecia pero se soslaya la epopeya de sus unidades en el desierto y el frente ruso, donde soportaron con estoicismo los rigores del clima y de la lucha, conteniendo incluso el avance soviético para permitir la presurosa retirada alemana después de Stalingrado. Eso sí, Dunkerque, como hemos dicho, fue una “retirada heroica”, aun cuando Hitler la permitió, lo mismo los desastres británicos en Noruega y el oriente, donde su flota fue vapuleada por los japoneses, al igual que la de franceses, holandeses e incluso, norteamericanos, quienes evacuaron presurosamente las Filipinas para no ser masacrados. Así han abordado los hechos autores de diversos países del mundo, casi todos “refritando” lo escrito por británicos y en menor medida, norteamericanos y alemanes, pero ninguno más suelto y desvergonzado que el pseudo-analista mexicano Salvador Borrego, multifacético periodista y escritor,

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autor de un voluminoso folletín pro-nazi, sobrecargado de observaciones bizarras y paranoicas, quien degrada a las fuerzas italianas a lo más bajo, calificándolas de cobardes, débiles y poco predispuestas. ¡Tan luego él, cuyo país perdió el 75% de su territorio (la parte más valiosa) contra un ejército que por entonces, 1845-1848, era inferior en número y armamentos al suyo y la única acción de envergadura de sus fuerzas armadas en los tiempos modernos fue masacrar milicianos y fieles católicos durante la guerra cristera. Británicos, franceses, norteamericanos y españoles se han reído a más no poder del descalabro de las fuerza italianas en Adua (1896) y se han regodeado al referir sus detalles, recalcando que fue el mayor desastre que una potencia europea ha sufrido contra fuerzas coloniales a lo largo de la historia, pero no pueden explicar las vergonzosas derrotas de Isandlwana, donde 20.000 zulúes armados con lanzas y escudos arrollaron a 16.900 británicos provistos de cañones y fusiles, al comando del general Chelmsford (el cine y la literatura inglesa se han encargado de mitificar la catástrofe, reduciendo el número de soldados europeos a cifras risibles para dar pie al mito del “heroico sacrificio” y la “inmolación”); Dien Bien Phu y Annual, donde franceses y españoles fueron humillados por fuerzas más débiles, ni de la derrota del mítico teniente coronel Custer a manos de Toro Sentado y Caballo Loco (también magnificada por el cine y luego desmitificada por documentales elaboradas por estudiosos estadounidenses), amén del bochorno que sus todopoderosas fuerzas sufrieron en Vietnam, de la derrota de Nelson en las islas Canarias, frente a una débil guarnición militar y una partida de pobladores vigorosos, guiados por un anciano (allí fue donde perdió su brazo) y la deshonrosa capitulación de las fuerzas británicas ante el pueblo de Buenos Aires, en 1807, cuando algunos de sus oficiales debieron disfrazarse para huir. Este trabajo solo intenta destruir lo que hábiles forjadores de mitos han echado a rodar una vez finalizada la gran conflagración. Es un reconocimiento al heroísmo de unas fuerzas armadas pobremente equipadas que aún así, supieron hacer frente a la adversidad y combatir sin claudicar a enemigos poderosos, fuertemente pertrechados y numéricamente superiores.

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LA GUERRA ÍTALO-TURCA (1911-1912)

Baterías italianas en Trípoli El 26 de septiembre de 1911, el gobierno italiano, que ambicionaba extender su imperio ultramarítimo en África, envió un ultimátum a Turquía, exigiendo el cumplimiento de ciertos acuerdos comerciales y su retirada de Trípolitania y Cirenaica, que conformaban los actuales territorios de Libia. Gobernaba en Estambul, un régimen militar ultranacionalista, entronizado por la Revolución de los Jóvenes Turcos, que pretendía hacer del otrora poderoso imperio otomano, una nación fuerte y europea, por lo que su respuesta a las exigencias de Roma fue el envío de tropas a Libia, para reforzar sus posiciones y hacer frente a la inminente invasión. Cubiertas sus espaldas por una serie de acuerdos firmados con las potencias europeas, a saberse Francia, Inglaterra, Austria, Alemania y Rusia, Italia decidió apoderarse de la región por la fuerza y en ese sentido, ordenó el alistamiento de tropas, buques y aviones, decidida a iniciar la guerra y mostrarle al mundo su potencial. Los italianos movilizaron un cuerpo expedicionario integrado por 34.000 hombres, distribuido y organizado de la siguiente manera: 1º Cuerpo de Ejército formado por dos divisiones compuestas por de dos brigadas que completaban igual número de regimientos y secciones de ametralladoras; dos escuadrones de caballería, un regimiento de artillería de campaña provisto de cuatro cañones de 75 mm, una compañía de zapadores y el correspondiente Servicio de Transporte e Intendencia. Apoyaban a esta unidad tropas de soporte compuestas por dos regimientos de bersaglieri con sus correspondientes secciones de ametralladoras, un regimiento de artillería de montaña con cuatro piezas de artillería, un grupo de dos compañías de artillería de sitio, un batallón de ingenieros compuesto por dos compañías de zapadores, una compañía de comunicaciones (telégrafos) y la sección de Intendencia.

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Con esa fuerza lista para entrar en acción, Italia le declaró la guerra a Turquía (29 de septiembre de 1911) e inmediatamente después lanzó la invasión sobre Libia, argumentando falsos ataques a pobladores peninsulares en Trípoli y Cirenaica.

La conquista de Libia El imperio otomano alistaba sus ejércitos y unidades navales cuando el 3 de octubre recibió la noticia del bombardeo del puerto de Trípoli y el posterior desembarco de 1500 infantes de marina (10 de octubre), que arrollaron a las defensas sin mayores complicaciones. Los turcos tardaron demasiado en concentrar sus fuerzas en Trablusgarp (la periferia de la ciudad) y eso les costó caro. Los italianos se apoderaron de Tobruk, Derma y Khoms casi sin resistencia y avanzaron sobre Bengasi, dispuestos a aniquilar al enemigo. Sin embargo, no contaban con que la población árabe se iba a plegar masivamente a los turcos y eso frenó en parte su avance, cuando sus fuerzas de tierra se vieron rodeadas por la caballería beduina y las unidades otomanas que totalizaban 28.000 combatientes. Pese al elevado número de los atacantes, los italianos lograron sostener sus posiciones hasta la llegada del Regimiento de Infantería 57 y eso selló la suerte de sus adversarios. Fuertemente posicionados, el 30 de noviembre los peninsulares rechazaron un nuevo asalto y el 4 de octubre, su flota bombardeó Tobruk previo al desembarco de nuevas tropas, que en su arremetida, lograron rechazar a 20.000 defensores hacia el interior del país. Al día siguiente, los invasores conquistaron Trípoli, luego de una valerosa carga de la infantería de marina que posibilitó el desembarco masivo el 11 del mismo mes. El 18 cayó Derna, el 20 fue el turno de Bengasi y el 21 de Horns, lo que le permitió a los italianos penetrar en el interior del territorio libio sin hallar prácticamente resistencia

Trinchera italiana en Tripolitania

Paralelamente, la Regia Marina bombardeó posiciones turcas en los Dardanelos y los Balcanes, arrasando Prevesa, sobre la costa occidental griega, el 29 de septiembre, Gomenitza el día 30 y San

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Giovanni di Medua, al norte de Albania, el 5 de octubre, asegurando, de ese modo, su dominio en los mares. Arrollado por el poderío italiano en Libia, lo turcos se replegaron para dar paso a la guerra de guerrillas que iniciaron los beduinos. Poco habituados a operar en ese terreno, los invasores se hicieron fuertes en las plazas y los oasis que habían conquistado y pasaron a la guerra defensiva en espera de que la situación mejorase y el frente se estabilizase. Entre diciembre de 1911 y mayo de 1912, obtendrían resonantes victorias en Ain Zara (4 de diciembre de 1911), Magreb (27 febrero 1912), Due Palme (12 marzo 1912), Zanzur (8 junio 1912), Sidi Said (28 junio 1912), Misurata (8 julio 1912), Sidi Ali (14 julio 1912) y Sidi Bilal (20 septiembre de 1912), sellando la suerte de otomanos y árabes.

La guerra en el mar Italia obtuvo una resonante victoria en el mar, no solo al apoyar los desembarcos en Trípoli, Tobruk y otros puntos del litoral cirenaico y tripolitano, sino al incursionar exitosamente en el Mediterráneo oriental y el Mar Rojo, donde los turcos sufrieron una apabullante derrota. La Regia Marina, al comando del almirante Enrico Millo, logró hundir el grueso de su par otomana, representada por sus cruceros y acorazados “Antalya”. “Ankara”, “Alpagot”, “Hamidiye” y “Avnillah”, privando a sus oponentes del control de los mares En el Mediterráneo oriental la situación fue similar. Con el objeto de afianzar sus posiciones en Libia y distraer fuerzas enemigas hacia otros frentes, Italia inició acciones en el Dodecaneso, las costas del Líbano y el Mar Rojo, que llegaron a inquietar a Francia y Gran Bretaña, que tenían posesiones en el área e incluso a la misma Austria que temía un ataque turco en represalia por su apoyo a la política de agresión italiana, un absurdo si se tiene en cuenta que el gobierno de Estambul apenas podía con la acometida peninsular.

La armada italiana bombardea posiciones turcas en los Dardanelos A comienzos del mes de abril de 1912 el gobierno italiano logró convencer a sus pares alemanes y austríacos que su influencia en el Egeo era beneficiosa para sus intereses e inmediatamente después, inició los preparativos para acciones de mayor envergadura.

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El 24 de abril de 1912, el almirante Paolo Thaon di Revel, presentó un plan para conquistar las islas de Stampalia y Lemno que al ser aprobado, puso en marcha una vasta operación naval. De esa manera, la flota italiana, integrada por los destructores “Regina Margherita”, “Benedetto Brin”, “Emanuele Filiberto”, “Ferruccio”, “Saint Bon”, Pisa y “Amalfi” y los torpederos “Perseo”, “Pegaso”, “Climene”, y “Procione”, bombardeó posiciones turcas en el Estrecho de los Dardanelos, arrasando sus defensas y posibilitando una serie de desembarcos como el que tuvo lugar el 28 de abril, en la isla de Stampalia (Astypalaia), frente a Turquía continental, donde sus tropas de infantería casi no hallaron resistencia.

La lucha en los Dardanelos Inmediatamente después, los italianos se lanzaron a la conquista de Rodas, que según fuentes de Inteligencia, se hallaba defendida por una guarnición de 5000 efectivos y al menos diez piezas de artillería. Sin embargo, al producirse las primeras acciones, se descubrió que el número de defensores apenas llegaba a 1300, provistos de escasa artillería porque su grueso había sido retirado con anterioridad. El otrora poderoso imperio otomano no podía contener la invasión y sus fuerzas cedían en todos los frentes. Para concretar el asalto a la gran isla, el alto mando italiano movilizó dos regimientos de infantería, los aguerridos 34° y el 57°, que en esos momentos se hallaban estacionados en Tobruk; dos batallones del 4° Regimiento de Bersaglieri, un batallón de Alpinos, cuatro piezas de artillería de 75 mm y 70 mm y dos secciones de ametralladoras, además de los correspondientes pelotones de comunicaciones, ingenieros y sanidad, un total de 9000 hombres decididos a todo, al mando del teniente general Giovanni Battista Ameglio. La flota, por su parte, abandonó sus bases naturales en la península y el norte de África y enfiló hacia el Mediterráneo oriental, al comando del vicealmirante Marcello Amero d’Aste Stella. El 22 de abril el general Alberto Pollio, jefe del Estado Mayor italiano, otorgó a Ameglio libertad de acción, y de esa manera se lanzó la ofensiva con una variante: el reemplazo de la bahía de Trianda, en la costa occidental de Rodas, como punto de desembarco, donde los turcos habían concentrado sus defensa, por Kallithea, en la costa nororiental. La operación comenzó el 2 de mayo, cuando los transportes “Toscana”, “Verona”, “Sannio”, “Cavour”, “Europa”, “Bulgaria” y “Valparaíso” zarparon de Tobruk, llevando a bordo tropas y equipo. Iban escoltados por unidades de la 2ª División Naval y de la 1ª Escuadra integrada por los acorazados “Regina Margherita”, “Luigi Filiberto”, “Benedetto Brin” y “Saint Bon”, además de varios torpederos que debían prestar cobertura a la infantería de marina. El “Regina Margherita” y su escolta, el torpedero “Ostro”, debían efectuar una maniobra de diversión aproximándose al litoral en un punto alejado del objetivo, para simular un desembarco en tanto el crucero “Duca di Genova” haría lo propio en Trianda, como parte de la misma maniobra de distracción. Paralelamente, unidades de la 1ª Escuadra debían patrullar el litoral turco y el de las Cícladas para interceptar cualquier intento de la flota enemiga de dirigirse a Rodas. El 4 de mayo de 1912, flota italiana llegó a Kalitea y apuntó con sus poderosas piezas hacia los objetivos. Previamente, el vicealmirante Amero despachó varios botes con una avanzada, bajo la protección de la artillería naval, pues necesitaba medir el potencial de las defensas turcas. Los comandos italianos echaron pie a tierra y después de dos horas de reconocimiento enviaron la señal a los buques indicando que el terreno se hallaba despejado. Era la indicación que se esperaba a bordo para dar inicio a la operación. La infantería de marina desembarcó bajo la protección de las baterías del “Regina Margherita” y se apoderó del cabo Voudhi y el cabo Kum Burum, donde los bersaglieri tomaron posiciones apostando sus piezas de artillería. Una maniobra similar tuvo lugar en la costa noroccidental, que fue cubierta por los acorazados “Regina Elena” y “Coatit”. Los invasores se apoderaron de Koskino y Arguru, después de reducir fácilmente a las fuerzas turcas e inmediatamente desùés se dirigieron hacia Psithos, donde se encontraba el grueso de las tropas defensoras. Mientras eso sucedía, el cazatorpedero “Alpino”, al comandado del capitán

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Gustavo Nicastro, ingresó en el puerto de Rodas e intimó al gobernador turco a deponer las armas. En lugar de acatar la orden, el funcionario otomano abordó una lancha y huyó hacia Lindos, donde terminó apresado el 28 de mayo, por la tripulación del “Ostro”.

Comando italiano en Derma

El 5 de mayo por la mañana, el almirante Leone Viale mandó a su jefe de estado mayor, contralmirante Camilo Corsi, para que tomase posesión de la capital de Rodas. El alto oficial naval desembarcó con una nutrida escolta y a las 14.00 mandó izar el pabellón tricolor. Los italianos desplegaron varias unidades hacia la costa turca, para evitar cualquier acción desde Bodrum, pero la falta de reacción del enemigo posibilitó completar la ocupación de las islas del Egeo, acción que se llevó a cabo entre el 6 y el 20 de mayo. El crucero “Pisa” se apoderó de Calino; el “San Marco” de Lero, los cruceros “Duca degli Abruzzi” y “Amalfi” hicieron lo propio en Patmo, Calchi y Emporio y la 1ª División de Acorazados cubrió los desembarcos en Nisino, Scarpanto, Kos y Piscopo. La conquista de la isla de Psithos, requirió de un operativo mayor, porque las fuerzas que la defendían eran superiores. Para ello, el general Ameglio, programó lanzar a tres columnas al ataque, la principal directamente al objetivo y las dos restantes, conformada la primera por el 4º Regimiento de Bersglieri al

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mando del coronel Iginio Maltini y la otra por el Batallón Alpino Fenestrelle al del mayor Rho, para caer en un sincronizado movimiento de pinzas desde Kalapetra y Plotania.

Altos oficiales turcos junto a tropas beduinas. Las fuerzas otomanas fueron desbordadas en todos los frentes El 15 de mayo, la infantería de marina pasó de los transportes “Bugaria” y “Sannio” a los botes y bajo la cobertura de los acorazados “Regina Margherita” y “Saint Bonse, se apoderó de Cala Warda y Malona, ocupando posteriormente el interior de la isla, luego de arrollar a las defensas turcas apoyada por la artillería del acorazado “Luigi Filiberto”. La guarnición turca de Psithos capituló casi sin resistencia, cediendo a los italianos todo el Dodecaneso. Las fuerzas invasoras apenas perdieron dos hombres de 57° Regimiento de Infantería y un oficial y cinco bersaglieri del 4° Regimiento, además de cinco heridos que sufrió el primero y los veintiocho que tuvo el segundo. Las fuerzas turcas tuvieron setenta y una bajas, de las cuales veintitrés fueron fatales.

La guerra aérea Italia fue la primera nación del mundo en utilizar la aviación en la guerra. Lo hizo un año después de inaugurar la primera escuela aeronáutica militar de Centocelle, en el Lacio, muy cerca de Roma, que estuvo a cargo del primer aviador militar del país, teniente Mario Calderala Al estallar la guerra, el alto mando movilizó al Batallón Italiano de Aviación, al comando del capitán Carlo Piazza, a bordo de tres buques mercantes que lo condujeron hasta el puerto de Trípoli, el 15 de octubre de 1911. Lo integraban tres monoplanos Nieuport, dos Bleriot XI, dos biplanos Farman e igual número de monoplanos Taube.

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Monoplano Bleriot. Los italianos fueron los primeros en utilizar la aviación en combate Como base de operaciones, el comandante Piazza, escogió un área deshabitada al sur de la ciudad, donde se montaron galpones, hangares, depósitos y tiendas de campaña para pilotos y personal técnico. Finalizados los trabajos, el 21 de octubre la escuadrilla comunicó al comando que estaba lista para entrar en operaciones y dos días después, el a las 16:15, su comandante recibió del jefe de la Primera División, la orden de efectuar un reconocimiento aéreo de al sur del oasis de Zanzur, donde se tenían indicios de presencia enemiga. Dos horas después, a las 18.15, partió un segundo aparato al mando del capitán Riccardo Moizo, para cumplir idéntico cometido. La aviación militar acababa de nacer. El 25 de octubre una fuerza combinada de árabes y turcos, abrió fuego por primera vez en la historia contra aviones enemigos, averiando al monoplaza Nieuport del capitán Moizo, forzándolo a hacer un aterrizaje de emergencia. El 1 de noviembre fue un día clave en la historia de la aviación mundial. Durante la mañana de aquella jornada, el teniente Giulio Gavotti, a bordo de un monoplano Etrich (según otras versiones lo hizo a bordo de un Tauber), llevó a cabo el primer bombardeo aéreo de la historia al arrojar manualmente cuatro granadas Cipelli de 2 kgs cada una, sobre las posiciones turcas en Ain Zara y tres sobre el oasis Tajiura. El efecto que causó fue traumático para sus enemigos pese a que los daños no fueron tan severos. Los estallidos espantaron a los caballos y destruyeron parte del equipo y dejaron conmocionada a la tropa, que no esperaba un ataque de esas características. “Primer lanzamiento de bombas desde un aeroplano” anunció con grandes titulares el “Corriere de la Sera” dos días después en tanto el poeta Gabriele D’Annunzio escribió: Se oye en el cielo un silbido de bombas, Pasa en el cielo un pálido buitre, Giulio Gavotti lleva sus bombas.

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La Cipelli italianas fueron reemplazadas por la Haasen de elaboración sueca y las Bontempelli, también itálicas, éstas últimas dotadas de una estría helicoidal que las hacía girar sobre su eje y las hacía caer vertical mente desde cualquier posición que se las arrojase. En diciembre de 1911 se llevó a cabo el primer ataque de infantería con apoyo aéreo, acción que tuvo lugar durante la arremetida sobre Ain Zara y en los primeros meses del año siguiente, Piazza y Gavotti efectuaron algunos vuelos nocturnos, que se vieron coronados con la misión de reconocimiento que en horas de la noche llevó a cabo el capitán Marenghi (2 de mayo de 1912). Pocos días después el mismo Marenghi realizó el primer bombardeo nocturno de la historia al atacar posiciones turcas en el desierto. La única baja fatal que experimentaron los pilotos italianos fue la del subteniente Piero Manzini, cuyo aeroplano se estrelló el 25 de septiembre de 1912 durante un raid de exploración. Los italianos también utilizaron dirigibles y globos para efectuar patrullajes y atacar al enemigo en diferentes puntos, acciones que han quedado registradas por las cámaras de los corresponsales de guerra y dieron la vuelta al mundo.

Una victoria arrolladora Arrolladas en todos los frentes, superadas en armamento, técnica y espíritu combativo, las fuerzas turcas acabaron por colapsar y el 18 de octubre de 1912, a más de un año de iniciado el conflicto, capitularon. Ambas naciones firmaron el Tratado de Ouchy, también llamado Primer Tratado de Lausana, en la que Turquía se vio obligada a ceder Libia a los vencedores, a retirar sus fuerzas militares y el personal de gobierno de la región y pagar una indemnización por daños de guerra.

Desembarco italiano en la isla de Rodas Italia expandió su imperio en África, y al obtener el control de Cirenaica y Tripolitania, aseguró su dominio sobre un vasto sector del Mediterráneo, además de ganar una amplia porción de tierras fértiles al norte de Libia, que fueron entregados a los colonos peninsulares e incrementaron su poder de producción. Durante los combates, murieron 14.000 turcos y árabes, en tanto unos 5.500 resultaron heridos de diversa consideración. Además, Turquía perdió buena parte de su flota y las islas del Dodecaneso que le dieron a Italia el control de las rutas comerciales en el Egeo y en cierta medida, el acceso al Mar Negro, además, su posición se vio notablemente debilitada, no solo en África, con la pérdida total de sus dominios sino en los Balcanes, donde griegos, albaneses y búlgaros se hicieron fuertes aprovechando su estrepitosa derrota. Italia, por su parte, perdió 3.400 hombres y tuvo 4200 heridos pero además de haber incorporado un amplio territorio, pudo experimentar nuevas armas y formas de hacer la guerra, siendo la primera

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nación en utilizar la aviación como arma de ataque, según hemos visto y la que, algunos años después, llevaría los tanques al desierto, cuando el general Rodolfo Graziani atacó el oasis Kufra, durante su campaña contra los rebeldes libios, entre 1930 y 1931.

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Imágenes

Soldados turcos

Los bersaglieri al ataque

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Vicealmirante Marcello Ameri d'Aste Stella, comandante de la Regia Marina

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Tte. General Giovanni Battista Ameglio, comandante de las fuerzas de tierra

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Mustafá Kemal Atatürk, junto a altos oficiales de su estado mayor

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Ismail Enver, comandante turco

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Beduinos libios masacrados por los italianos

Capitán Carlo Piazza Comandante de la aviación italiana

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Teniente Giulio Gavotti. Llevó a cabo el primer bombardeo aéreo de la historia

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Capitán de Aviación Riccardo Moito

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Dirigibles italianos bombardean posiciones turcas en el desierto

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Un dirigible italiano se prepara para una misión de ataque

Fuentes -Brissa, José, La Guerra Ítalo-Turca (1911-1912); Editorial Maucci, Barcelona, 1912. -Romano, Sergio; La quarta sponda. La guerra di Libia, 1911/1912, Casa Editrice Bompiani, 1977. -Gramellini, Fabio; Storia della Guerra Italo-Turca 1911-1912, Acquacalda Comunicazioni SRL, Forlì, 2005. -Schiavulli, Antonio; La guerra lirica. Il dibattito dei letterati italiani sull'impresa si Libia (1911-1912), Ravenna, Giorgio Pozzi Editore, 2009.

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EL IMPERIO COLONIAL ITALIANO

Tripolitania y Cirenaica, la Libia italiana

Con la conquista de Libia y las islas del Dodecaneso, Italia incrementó considerablemente su imperio ultramarino, incorporando los nuevos territorios a Eritrea y Somalía, en el denominado Cuerdo de África, que controlaba desde la segunda mitad del siglo XIX. La presencia italiana en el continente negro data de 1884, cuando después de firmar un acuerdo bipartito con el Reino Unido de Gran Bretaña, tomó posesión del puerto de Massawa, sobre la costa del Mar Rojo, al norte de Abisinia, un región controlada desde tiempos inmemoriales por árabes y turcos. La llegada del primer contingente peninsular tuvo lugar de manera pacífica, el 5 de febrero del año siguiente, cuando un contingente armado de 1500 efectivos al comando del coronel Tancredo Saletta desembarcó en la antigua capital, reforzado una semana después por un nuevo batallón de 962 efectivos de los que 42 eran oficiales, más un tercero el 24 del mismo mes, con los que Italia pudo completar la ocupación del litoral abisinio, entre Massawa y Assab. Potencias orientales como Turquía y Egipto vieron amenazados sus intereses en la región pero sus protestas no hallaron eco, por lo que el último de esos dos países optó por las tropas que tenía apostadas, sin hacerlas combatir. Italia había hecho pie en el África Oriental y eso elevaba su prestigio en el concierto de las naciones. Mucho había tenido que ver en todo este asunto la empresa naviera “Florio & Rubattino”, que en 1869 había comprado la bahía de Assab, génesis de la penetración peninsular en el área. En 1889 los peninsulares tomaron posesión de Asmara, en pleno altiplano eritreo y hacia allí trasladaron su capital en 1887, acercándose peligrosamente a los límites del imperio etíope.

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La llegada paulatina de 80.000 colonos a la flamante colonia (la mayoría oriundos de Sicilia, Calabria, Nápoles y Lombardía), cambió por completo la fisonomía de la región, lo mismo su potencial productivo. Los italianos se dedicaron a embellecer las ciudades que ocuparon, construyendo magníficos edificios como el Teatro de la Ópera, el Cine Impero (1937), el hotel Pensione África, la gran Catedral de San José, en Asmara (1922), el Palacio de Gobierno (1897), la Municipalidad de Asmara (1930), la iglesia ortodoxa, plazas, paseos, carreteras, puertos y la línea ferroviaria entre Massawa y el comando militar de Saati (1887), que en 1911 extendieron a Asmara y es aún hoy el único servicio con el que cuenta ese país. En 1886 hicieron pie en Somalía, luego de que Roma obtuviera ciertas concesiones comerciales por parte del sultán de Zanzibar. Se trataba de un vasto territorio de 500.000 km2 al este de Etiopía, que dominaba el acceso al Mar Rojo desde el océano Índico. En esos momentos, el extenso territorio se hallaba gobernado por el sultán de Geledi, sucesores de los primeros gobernantes musulmanes que se apoderaron de la región en el siglo VII d.c., entre ellos, los emires coreichitas de Yemen y sus pares de Omán, que se los arrebataron. En el siglo XVI navegantes portugueses desembarcaron en sus costas y sujetaron a unos pocos pueblos ribereños pero presencia en la zona fue breve.

Massawa en el siglo XIX En 1840 los británicos celebraron una serie de acuerdos con los reyes locales y se establecieron en la parte norte del país, aunque tardaron casi tres décadas en dominarlo. Los italianos comenzaron a penetrar rápidamente en el territorio, asegurando sus posiciones mientras rodeaban amenazadoramente al imperio etíope. En 1924 los británicos les cedieron la parte sur de Jubaland, que hasta el momento pertenecía a Kenya y de ese modo tomaron el control del importante puerto de Kismayo, en la desembocadura del río Juba. En 1905 el sultán de Zanzibar les venció Mogadiscio y veinte años después, iniciaron acciones de guerra contra los sultanes de Mijertein y Obbia y tras dos años de campaña, lograron anexar sus dominios, acrecentando, de ese modo sus territorios en el cuerno africano. Era cuestión de tiempo, ante la creciente presencia itálica en la región, que los etíopes se sintieran amenazados. El 5 de marzo de 1889 Menelik II fue coronado emperador de Abisinia, nombre con el que se conocía a Etiopía en aquellos años y para consolidar su poder, firmó con Italia el Tratado de Wuchale (2 de mayo), con el que pretendía asegurar sus recientes conquista de Amhara y Trigray, al noroeste del país, acuerdo que los europeos interpretaron a su conveniencia, declarando que el mismo establecía su protectorado sobre la gran nación africana, hecho que desencadenó en la Primera Guerra Ítalo-Etíope, en 1894. La misma comenzó en diciembre, con la rebelión de Bahta Hagos, jefe tribal del norte abisinio, que se alzó contra quienes un año antes habían sido sus aliados en la guerra contra Mohamed Ahmad, el célebre Mahdi del asedio de Khartum. La constante apropiación de tierras por parte de los europeos y el mal trato de la población nativa por parte de colonos y militares fueron las causas de su cambio de actitud. Los italianos, al mando del mayor Pietro Toselli, invadieron el norte de Abisinia y al llegar a Halay aplastaron la rebelión, matando a su cabecilla (19 de diciembre). Tras los resultados de esa ofensiva, el general Orestes Baratieri, comandante supremo de las fuerzas militares italianas en África, se lanzó en

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persecución del Ras Mangesha, un aliado de Batha Hagos y lo aniquiló en la batalla de Coatit, que tuvo lugar en el mes de enero del año siguiente. Al tiempo que aplastaban la rebelión, los italianos derrotaron a los sudaneses que seguían al célebre Mahdi y eso los llevó a suponer que podían encarar la conquista de Abisinia. Enterado de esas intenciones, Menelik, que había estado adquiriendo armamento moderno a británicos y franceses, movilizó su ejército de 150.000 hombres y lo lanzó contra los invasores que en esos momentos penetraban las fronteras por el norte. El 7 de diciembre de 1895 tuvo lugar la batalla de Amba Alagi, donde los abisinios derrotaron a las avanzadas italianas, forzando al grueso de su ejército a regresar a Eritrea y al resto a atrincherarse en el fuerte de Maqele, que aún se hallaba en construcción. El jefe de aquella sección, general Giuseppe Arimondi, decidió dejar allí una pequeña guarnición de 200 hombres, reforzados por un millar de askaris (tropas nativas al servicio de Italia) y se dirigió con el grueso de sus fuerzas hacia Adigrat, con la intención de unirse al general Baratieri. Las tropas etíopes sitiaron Maquele el 6 de enero de 1896 pero a pesar de superar varias veces en número a sus defensores, no lograron capturarla. La resistencia italiana fue tenaz y recién cedió cuando el 21 de enero, agotadas sus municiones y provisiones, los defensores recibieron de su Estado Mayor, la orden de capitular. Menelik fue condescendiente con los vencidos a quienes les permitió retirarse hacia Eritrea, llevando sus armas y estandartes, pero mandó amputar manos y pies de los askaris, por considerarlos traidores. Decididos a dar el golpe de gracia a las fuerzas aborígenes, los italianos concentraron el grueso de sus fuerzas en las alturas de Adua; 15.000 efectivos reforzados por 5000 askaris, distribuidos en cuatro brigadas, con 56 piezas de artillería de distinto calibre. Contra ellos, se abalanzó una marea humana de 120.000 guerreros, entre infantes y caballería que para peor, contaban con buen número de cañones. Fue una arrolladora victoria en la que el factor sorpresa jugó un papel primordial. Casi seis mil hombres sucumbieron ese día en el campo de batalla, incluyendo heridos y desaparecidos y otros 4000 fueron hechos prisioneros. Los abisinios, por su parte, sufrieron la pérdida de 10.000 combatientes, un número extremadamente elevado que solo pudieron soportar por la enorme diferencia numérica que tenían a favor.

Dominios italianos en el Cuerno de África Esa fue la célebre batalla de Adua, que hoy los historiadores abordan como un descalabro sin precedentes, pero que en nada se diferencia de los desastres sufridos por otras potencias coloniales,

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tales los casos del Paso de Jäiber (1842) donde los británicos fueron arrollados por los afganos e Isandlhwana (1879), donde acabaron masacrados los zulúes del rey Cetshwayo (sobrino del gran Shaka); Annual (1921), célebre desastre en el que las cabilas rifeñas del norte de Marruecos aniquilaron a las tropas españolas; Dien Bien Phu (1954), la humillante derrota francesa en Indochina y otros ejemplos que han demostrado que ninguna nación, por más poderosa que fuera, estaba exenta de ser vencida por fuerzas nativas. La derrota de Adua no fue el fin a la presencia italiana en el Cuerno de África. Por el contrario, con el paso de los años el mismo se fue consolidando y con el advenimiento del fascismo alcanzaría su punto máximo en cuanto a poder y expansión. Colonos peninsulares siguieron llegando en buen número y de ese modo, actividades como la agricultura, la ganadería, el comercio y la producción aumentaron de manera considerable. Finalizada la Primera Guerra Mundial, los italianos intentaron que las naciones vencedoras, entre las que se encontraban, les adjudicaran la colonia alemana de Camerún, en el África ecuatorial, sobre el golfo de Guinea, lo mismo el vasto territorio del Chad, que pertenecía a Francia, pero esas ambiciones se vieron frustradas con el Tratado de Versalles que adjudicó a ambas regiones la a nación gala (Chad ya le pertenecía). En 1901 Italia fue una de las potencias europeas que intervinieron en la China durante el alzamiento de los boxers. De esa manera, logro la adjudicación de una concesión comercial de 46 hectáreas en la ciudad de Tianjín (antigua Tientsin), posición que logró incrementar luego de la Primera Guerra Mundial, al incorporar la que había pertenecido a Austria. Establecimientos menores en Shangai, Pekín y Hankow se perdieron durante la Segunda Guerra Mundial. Durante la Gran Guerra, pese a que los historiadores anglosajones insisten en concentrarse en el desastre de Caporetto, Italia obtuvo resonantes victorias, que a la postre, le dieron el control sobre el Trentino, el Tirol del sur, la Venecia Julia y la ciudad de Zara, en Dalmacia (Croacia). Destacan entre ellas, la primera y sexta batalla del río Isonzo (donde el frente contra los ejércitos austro-húngaros se había estabilizado), Piave y Vittorio Veneto, las dos última contundentes, en las que el genio estratega del general napolitano Armando Díaz, dio como resultado la derrota definitiva del Imperio AustroHúngaro y un considerable incremento territorial italiano, que le permitió avanzar sobre los Alpes y controlar buena parte del mar Adriático.

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EL ADVENIMIENTO DEL FASCISMO

Benito Mussolini En 1922 Italia se hallaba convulsionada. El 28 de octubre los fascistas entraron marchando en Roma y Benito Mussolini se hizo del poder. Fue una entrada triunfal, al estilo de las antiguas legiones imperiales, cuando llegaban de sus campañas victoriosas. La columna fascista marchaba desde el día 22, con los Camisas Negras, la temida fuerza de choque del flamante régimen, a la cabeza, convergiendo masivamente por los caminos, las carreteras y las vías férreas, cumpliendo con el mandato de su Duce, algunos a pie, otros en tren, miles en automóviles, ómnibus y camiones, intentando mostrar su adhesión al flamante líder y su ideología. Lo hacían desde todas las regiones, atravesando pueblos y ciudades, montañas y llanos, plantaciones y marismas, desplazándose por las mismas tierras que habían visto desfilar victoriosos a César, Mario, Sila, Craso, Pompeyo , Augusto y los Escipiones, escenarios de legendarios combates y hechos de relevancia universal, como solo Italia los ha producido. Mussolini instauró una verdadera revolución popular, promulgando leyes que beneficiaron al sector proletario y rural, implementando programas sociales y vigorizando la producción. Su ideología encontraría admiradores en diferentes partes del mundo y su régimen pronto halló réplicas basadas en su modelo, tales los casos de la Alemania nazi, la España Falangista y la Argentina justicialista. El nuevo régimen no tardó en mostrar su faceta autoritaria y extremista. Los partidos de izquierda fueron combatidos con violencia, se persiguió a la oposición, se clausuraron periódicos y se controlaron los medios de difusión. Entre sus principales objetivos figuraban la dignificación de las clases trabajadoras, el impulso de la industria y la instauración de un nuevo Imperio Romano en base a nuevas conquistas militares. El 24 de noviembre el Parlamento le confirió a Mussolini plenos poderes en materia administrativa, económica y militar, el 14 de enero los Camisas Negras fueron institucionalizados y el 19 de diciembre se firmaron importantes acuerdos con la Confederación General de la Industria Italiana y su par de las corporaciones fascistas. El Duce mostró su política intervencionista cuando el 31 de agosto de 1923 lanzó una violenta ofensiva sobre la isla griega de Corfú, en el mar Jónico, en represalia por la muerte de cuatro oficiales italianos en la frontera grecoalbanesa.

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La flo ota italiana in ntegrada por los acorazados “Andrea a Doria”, “Giu ulio Cesare”, “Conte di Ca avour” y “Cia ao Duilio o”, se posicio onó frente a las costas y abrió fuego o con sus ca añones (29 de d agosto) en tanto desd de avion nes de la Reg gia Aeronauttica se lanzaban paracaíd das para tom mar la capitall y otros punttos de la isla a.

Un as specto de la a Marcha so obre Roma (22 al 29 de octubre de 1922) Atena as denunció ó la agresión n en la Sociedad de Na aciones y obtuvo el apo oyo de Lond dres en tantto Franccia propuso resolver r el assunto por lass vías diplom máticas. s tropas lel 2 27 de septie embre, después de que la Conferen ncia de Emb bajadores qu ue Italia evacuó sus dió sobre el asunto, a recon nociera sus reclamos r de indemnización y obligara a a Grecia a cumplirlos. decid Con e el advenimie ento de Hitlerr al poder, en Alemania, la situación pareció favo orecer a Musssolini. El 14 y 15 de e junio de 10 035, ambos líderes se reu unieron, prim mero en Stra y luego en Venecia, V parra tratar varia as cuesttiones, la principal, el pro oblema austtríaco ya que e los nazis de d ambos pa aíses estaba an dispuesto a fusion narse para dar d origen al III Reich. En un primer mo omento, el líder fascista a se opuso al proyecto o enviando incluso dos divisiones de d infanttería a la fro ontera austría aca para ase egurar la ind dependencia a de ese paíss, pero más tarde, viend do que los austríac cos querían el anschlusss (la fusión n con Alemania), camb bió de posicción y tras la remiliitarizar la re egión del Sa arre (17 de enero e de 19 935), comen nzó a trazar planes para a expandir su s imperrio.

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Grupo de Camisas Negras, fuerza de choque del fascismo

La bandera con el Fascio (haz de varillas)

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LA INVASIÓN DE ABISINIA

Soldados italianos en Etiopía La llegada de Mussolini al poder aceleró los planes para la tan ambicionada conquista de Etiopía. Para ello, era imperioso obtener el apoyo de las potencias europeas dado que, acometer semejante operación, requería tener las espaldas cubiertas. La neutralidad de Francia y Austria quedó asegurada luego de varios acuerdos, sobre todo, en el caso de aquel último país, por el apoyo inicial del Duce a la causa de los independentistas, quienes veían su seguridad seriamente comprometida por el creciente movimiento nazi local, que propugnaba la fusión con Alemania1. No ocurrió lo mismo con Gran Bretaña, cuyos intereses en el África Oriental se veían amenazados por la presencia italiana. Mientras Italia alistaba sus fuerzas armadas, el 5 de diciembre de 1934 se produjo el incidente de Ual Ual cuando un grupo de guardias fronterizos etíopes abrió fuego contra soldados peninsulares comandados por el capitán Roberto Cimmaruta que, de acuerdo a algunas fuentes, habían violado el pasadizo de libre tránsito que Roma y Londres habían acordado dejar abierto para que los somalíes pudiesen transitar por Abisinia en dirección a Eritrea y la Somalia Británica. En la acción (para muchos provocada por los italianos), murieron treinta personas y eso fue el argumento del que se valió Mussolini para lanzar la invasión. En esos momentos, reinaba Haile Selassie, quien se hacía llamar “rey de reyes” y “descendiente del 2 rey Salomón.”. El país, una de las tres naciones independientes del continente , era en extremo pobre y retrasado, carente de industria, una infraestructura adecuada, servicios sanitarios y sistemas de comunicación. Su economía estaba basaba en una elemental actividad agrícola-ganadera, el trueque de mercancías y el comercio; la carencia de alimentos, el analfabetismo y la mortalidad infantil eran elevadísimos, su red de caminos casi inexistente y su nivel de vida entre los más pobres del mundo. Además, regía un abusivo sistema feudal y continuaba vigente la esclavitud, que constituía una de las actividades más lucrativas de su comercio. Aún así, el emperador poseía un ejército de 800.000 hombres, sin contar la guardia imperial que sumaba cerca de 4000 efectivos. Pese a su número, el armamento de esa fuerza era en extremo anticuado, incapaz de hacerle frente a una invasión como la que estaba a punto de caerle encima. El grueso de su arsenal lo constituían sus fusiles Mannlicher de procedencia austríaca, doscientos cañones anticarros Pak 35/36 de procedencia alemana, provistos por Hitler, después que Mussolini boicoteara la incorporación de Austria al Reich y ocho bombarderos Potez 25 adquiridos a Francia3; algunas ametralladoras y unos pocos morteros. Su par italiano, pese a no contar con armamento moderno como el que disponían Alemania, Francia y Gran Bretaña, era muy superior al del país africano y consistía en varios cuerpos de tropas de montaña

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(alpini), unidades especiales de fusileros (bersaglieri), las fuerza coloniales, reforzadas por los askaris eritreos y somalíes y efectivos de los camisas negras del Partido Fascista, que totalizaban cerca de 350.000 hombres, además de 595 aviones, 795 tanques Fiat Ansalco CV 3/35 y 800 cañones. Dividida en dos columnas, esa poderosa fuerza debería penetrar en Etiopía desde Eritrea, al mando del mariscal Emilio de Bono y Somalía dirigida por el veterano general Rodolfo Graziani, el mismo que había aplastado a sangre y fuego el alzamiento de los rebeldes libios encabezados por Omar Mukthar, en 19234. Mientras el emperador Haile Selassie alistaba apresuradamente sus fuerzas armadas, el 2 de octubre de 1935 Mussolini anunció desde los balcones del Palazzo Venezia, en Roma, que Italia había puesto en marcha una operación militar destinada a la conquista de Abisinia. El mundo entero puso atención a lo que sucedía tanto en la Ciudad Eterna como en el campo de batalla, esperando el inminente comunicado de que la invasión había dado comienzo. El ámbito internacional y sobre todo, la Sociedad de Naciones con sede en Ginebra, observaban con preocupación el desarrollo de los acontecimientos y se preparaba para lo que parecía una escalada de violencia imparable. A las 05.00 del 3 de octubre de 1935, las tropas italianas al mando del mariscal De Bono, cruzaron el río Mareb, frontera natural de Eritrea con Etiopía y ocuparon todo el sector de Adua cuya capital tomaron al tercer día de marcha. Casi al mismo tiempo, el segundo ejército, al comando de Graziani se posesionó fácilmente de la región de Ual Ual, el área semidesértica, de tierras rojizas, donde el año anterior se había producido el recordado incidente que dio pie a la tan ansiada invasión.

3 de octubre de 1935. Las tropas italianas penetran en Etiopía La estrategia etíope era sencilla y al mismo tiempo desesperada: dejar entrar a los invasores y permitirles llegar a las regiones desérticas del interior para iniciar la guerra de guerrillas tendiente a desgastarlos. Pero no contaban con que, además de su armamento mucho más moderno, los italianos de armas y recursos que nadie conocía. En tanto la ineficiente Sociedad de Naciones se reunía en Ginebra para tratar el tema, el emperador anunció al pueblo etíope que el país estaba siendo invadido y que se habían iniciado los aprestos para rechazar la agresión.

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Poco le importó a Italia ser declarado “país agresor” por la unión de naciones y que cuarenta y ocho naciones anunciaran sanciones económicas contra ella. La mayoría se iba a retractar y solo Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos las pondrían en práctica, estableciendo embargos de armamento e incrementos en el precio de los productos y materias primas que salían para la península. Los italianos sitiaron Aksum, la antigua capital del imperio abisinio que en la –Edad Media se extendía desde Yemén hasta Sudán5, ciudad sagrada en cuyo principal templo se guarda la legendaria Arca de la Alianza y en su incontenible avance, fueron tomando, una tras otra numerosas ciudades y localidades, entre ellas Adrigat e Inticho. Mientras tanto, en el sur, Graziani se desplazaba velozmente por el desierto de Ogadén donde, inesperadamente, más de 1200 etíopes, enemigos del emperador, se pasaron a su bando. La campaña parecía arrolladora y se tornó incontenible cuando el 15 de octubre De Bono capturó Akusm y una semana después, los askaris de Somalía hicieron lo propio con Geladi. A medida que avanzaba, el ejército invasor se daba cuenta que la resistencia se hacía cada vez más fuerte y que se empezaba a tonaba difícil abastecer a sus avanzadas. Eso ponía en peligro la distribución de combustible, razón por la cual, el Duce cursó un cable urgente a De Bono para que acelerase la conquista del sector norte a costa de lo que fuere. La orden no se hizo esperar; el mariscal adoptó todas las medidas y en una arremetida imparable, capturó Mek’ele, lo que le permitió controlar toda la región de Tigrè, vital para el transporte de suministros. Pese a sus éxitos militares, De Bono fue sorpresivamente reemplazado por el mariscal Pietro Badoglio, jefe del Estado Mayor, un oficial mucho más enérgico y decidido que se había destacado en la Primera Guerra Mudial en la captura del monte Sabotino (marzo de 1916)6. Aprovechando ese momento, el 15 de diciembre los etíopes lanzaron un fuerte contraataque desde el río Tacazzé que les permitió recuperar el Paso de Dembeguina y frenar momentáneamente el avance enemigo. Pero los italianos tenían prisa por concluir su campaña y estaban decididos a todo. En primer lugar, recurrieron a un ingenioso mecanismo de abastecimiento lanzando sobre las avanzadas que venían por el desierto de Danakil, desde de Eritrea, setenta y dos ovejas y dos toros sostenidos por paracaídas . La otra novedad implementada por el alto mando peninsular fue el uso del gas mostaza para ser lanzado desde sus aviones, con el que causaron una terrible mortandad no solo en las tropas enemigas sino incluso, entre la población civil. El 20 de enero las fuerzas de Roma obtuvieron la decisiva victoria de Tembién, que les permitió capturar el paso de Uarjeu y quebrar el cerco abisinio. Graziani, por su parte, logró reanudar el avance y arrollar a los etíopes en GenaleIenz ocupando inmediatamente después la ciudad de Negele. En 1936 las cosas empeoraron para el emperador Haile Selassie. En febrero, la invasión alcanzó el macizo de Amba Aradam, arrasando las posiciones locales con fuego de artillería y aviación. La acción forzó a sus defensores a replegarse, posibilitando que el enemigo se apoderase de puntos clave como Enderta y volviese a arrollar sus defensas en la segunda batalla de Tembién. En marzo los italianos estaban en Uroq Amba y poco después alcanzaban la carretera que conducía a la capital. Ocurrió entonces que numerosas tribus que habían sido víctimas del sistema esclavista del régimen imperial, se alzaron contra el soberano y se unieron a los atacantes. A los etíopes no les quedó más remedio que contraatacar confiados en la diferencia numérica que tenían a favor y así llegaron a Mai Ceu, cerca de Tigrè, intentando contener la arremetida, pero por más empeño que pusieron, sobre todo en sus ataques frontales, los tanques, la artillería, la aviación y las mortíferas ametralladoras ligeras modelo 30 italianas destrozaron sus vanguardias e hicieron una masacre en el grueso de su tropa (31 de marzo de 1936). La Guardia Imperial fue prácticamente diezmada y el grueso de las tropas debió huir. Fue el golpe de gracia de las fuerzas del negus en el norte, que dejó el camino expedito para la conquista de la capital. Mientras tanto, en el sur, Graziani ocupó la provincia de Harar e ingresó triunfante en la ciudad de Degeh Bur, arrollando a las fuerzas defensoras que como sucedía en todo el

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frente, comenzaban a colapsar. La estrategia etíope había fracasado y al emperador no le quedó más camino que abandonar Addis Abeba. Después de analizar la situación, el cuerpo de ministros llegó a la conclusión de que el soberano debía abandonar el país y así ocurrió; Haile Selassie recogió a su familia y partió hacia Jerusalén, llevándose consigo a los principales de la corte. Permaneció allí algunos meses y luego pasó a Gran Bretaña, donde vivió hasta la finalización de la Segunda Guerra Mundial.

Palazzo Venezia, Roma. Mussolini anuncia al mundo la invasión de Etiopía En el mes de junio de 1936, el gran soberano viajó a Ginebra para denunciar en la Sociedad de Naciones la agresión a su país, echar en cara de los presentes la actitud permisiva de las potencias y dejar al descubierto la inoperancia e inutilidad del organismo internacional. Lo hizo el 30 de ese mes pero no pudo finalizar su discurso porque un nutrido grupo de fascistas que se habían trasladado hasta el lugar para boicotear su presencia, comenzó a abuchearlo y lo forzaron a dejar el recinto. Antes de retirarse, el negus lanzó una exclamación que a la larga resultaría profética: “Hoy nos ha tocado a nosotros. Mañana serán ustedes”. Tras una serie de enfrentamientos y luego de que su artillería y aviación batieran a las últimas defensas, el 5 de mayo de 1936 los italianos entraron en la capital del imperio y con el encuentro de sus dos ejércitos en Dire Daua, cuatro días después, la conquista de Abisinia llegó a su fin. Ese mismo día, Mussolini habló ante una multitud fervorosa desde los balcones del Palazzo Venezia anunciando al mundo que el glorioso Imperio Romano acababa de resurgir y que el rey Víctor Manuel III era su soberano. La campaña le había costado a los italianos cerca de 13.000 muertos y 12.000 heridos. Los etíopes llevaron la peor parte con 275.000 bajas fatales y un número indeterminado de heridos, prisioneros y desaparecidos. Mussolini abolió la esclavitud y de manera inmediata ordenó la construcción de hospitales, salas de primeros auxilios, carreteras, puentes, accesos y escuelas. Durante la campaña de Etiopía, los tanques y los aviones jugaron un papel primordial. Como hemos dicho, la Regia Aeronáutica desplegó 595 aparatos que operaron desde los numerosos aeródromos que Italia había construido en Eritrea y Somalía y los que luego puso en funcionamiento en la misma Abisinia. Los aviones que utilizó fueron los biplanos IMAM Romeo Ro-1 y Ro-37, monomotores Caproni Ca-97, Ca-101, Ca-111 y Ca-137, cazas biplanos Fiat CR-20, bombarderos bimotores Savoia Marchetti S.M 75 “Marsupiale” y bombarderos Fiat BR.20 “Cicogna”.

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En contraposición, Etiopía desplegó una pobre fuerza de apenas quince aparatos, tripulados mayoritariamente por pilotos extranjeros. La misma disponía de cinco cazabombarderos Potez 25 adquiridos a Polonia, tres Fokker F.VII de origen alemán, dos Beechcraft Staggerwing norteamericanos, un Junkers W33 y un Heinkel HD.21 también germanos, un Farman 190 y otro 192 franceses, un De Havilland Dragon y otro DH.60 Moth vendidos por Gran Bretaña, un Weber Meindl Van Ness de procedencia austríaca, un Breda Ba-15 y un Fiat AS-1, ambos de fabricación italiana. De los Boletines Oficiales que conservan la Biblioteca y Hemeroteca del archivo histórico de la Aeronáutica Militar Italiana hemos obtenido los nombres, grados y acciones de varios pilotos italianos que tomaron parte en la campaña, destacando por su arrojo y decisión. Mario Servetto, oriundo de Genova, Mariscal de 3ª clase, muerto al efectuar un aterrizaje de emergencia a causa de un incendio, durante la batalla de Scirè (2 de marzo de 1936); Rodolfo Venezze, natural de Padua, capitán del un escuadrón de observación aérea, llevó aa cabo audaces incursiones sobre territorio enemigo; el capitán Felice Mazzetti, uno de los primeros extranjeros en ofrecer sus servicios como voluntario, nacido en de San Urbano, Argentina, fue comandante de un escuadrón de patrulla y como tal combatió en Tembién Scirè y el lago Asianghi donde su avión recibió 52 impactos de metralla. Con gran habilidad pudo maniobrar y alcanzar las líneas propias, donde aterrizó después de sortear con mucho peligro una serie de montañas. El capitán Mario Barbi Cinti, nacido en Roma, comandó una escuadrilla de bombardeo integrada por aparatos monomotores Caproni, destacando en el frente eritreo (batalla de Mai Ceu) y el lago Ascianghi, Tuvo una participación decisiva en la conquista de Aussa y en Dancalia, desafiando constantemente el fuego de las antiaéreas enemigas. El mayor Riccardo Cimmaruta, oriundo de Bovino, Foggia, fue ascendido por sus acciones durante la campaña. Destacó en Eritrea, en el lago Asenghi, Scioá y Tembién bombardeando y ametrallando las líneas enemigas, volando temerariamente a baja altura en apoyo de las tropas empeñadas en combate. Alcanzado por una ráfaga de metralla en Tembién, dañadas partes vitales de su aparato, debió efectuar un aterrizaje de emergencia después de sortear una serie de vicisitudes que pusieron en peligro su vida. El 28 de julio de 1936, el mayor Cimmaruta se ofreció voluntariamente para volar busca de un destacamento de oficiales cercado y atacado por fuerzas guerrilleras. Partió desde la base aérea de Gondar y volando a baja altura, recorrió una amplia zona controlada por el enemigo, desafiando el fuego antiaéreo. Ascendido a teniente coronel, fue designado comandante de la base aérea de Gondar, donde se encontraba destinado cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. El capitán Carflo Azzali de Sabbionetto, efectuó vuelos rasantes sobre el enemigo en Tembien, Endertá y Ascianghi, encabezando su patrulla; su aparato sufrió graves daños durante una de esas incursiones. El capitán Alessandro Bavassano, natural de Finale Ligure, llevó a cabo78 misiones de guerra al frente escuadrón de bombarderos monomotores. Demostrando gran pericia en la batalla del lago Ascianghi, se ofreció como voluntario para destruir un nido de ametralladoras, misión que llevó a cabo a vuelo rasante aún con su avión averiado. El primer teniente Giovanni Maria Bergonzzi, de Pisa, fue piloto de apoyo y complemento y en tal caractes integró escuadrillas de observación y cobertura destacando por su arrojo durante la batalla de Selaclacà, en la que siguió combatiendo pese a tener su avión averiado. Antonio Paggini, de Caltagirone, teniente de un escuadrón de observación, participó en numerosas misiones de ataque a baja altura; su par, Ruffilo Vitali Vitale, de Buia, estuvo a punto de perecer al estallar su motor durante una misión a área poco conocida, durante la batalla de Tseghedè (25 al 30 de marzo de 1936). Logró salvarse saltando en paracaídas y después de caminar cinco días por zonas desérticas, escaso de provisiones, en medio de poblaciones hostiles, logró alcanzar las líneas propias y pasar valiosa información.

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Bombarderos Fiat BR.20 "Cicogna" en una misión de ataque

Otros pilotos destacados fueron Renato Danieli, de Verona, Mariscal de 2ª clase; el sargento mayor radiotelegrafista Romano Zannini de Milán, los sargentos mayores Roberto Pederielli, oriundo de Cento y Constante Simonetta, de Milán, que participó en las acciones de Scioa ametrallando a tropas etíopes que acaban de cortar la vía ferroviaria en Scioa; el sargento Diego Guerrinio de Oggiono, el sargento radiotelegrafista Carlo Garofalo, de Nápoles, el sargento Angelo Mamolo, de Peonis, quien destacó por sus acciones en la batalla de Scioa y en la acción de monte Furi, donde fue recibido por fuego reunido del enemigo que pese a ser alcanzado, logró sortear, Rocco Dolce natural de Rocca d’Arce, sargento valeroso, herido acción en paso de Agumbertà cuando volaba a baja altura ametrallando posiciones enemigas, el mayor Nino Bixio Camassa, de San Vito dei Normanni y el teniente Mariano Talanti, de Ferrara. El mayor Guido Mattioli, natural de Strada, fue herido en una pierna al ser alcanzado por una esquirla durante una misión de bombardeo sobre una concentración etíope, aún así, logró completar la misión y regresar a sus propias líneas, donde fue evacuado a un puesto sanitario. Por su parte, el mayor Mario Sarrocchi de Roma, tomó parte voluntariamente junto con Riccardo Cimmaruta, en la expedición destinada a encontrar al destacamento de oficiales cercado y atacado por fuerzas enemigas. Alcanzó la posición bajo violento fuego antiaéreo y regresó sano y salvo para pasar valiosa información Entre los pilotos que cayeron en acción recibieron reconocimiento el subteniente Domenico Pisani, natural de Stilo, muerto en combate en Somalía cuando piloteaba un aparato plurimotor; el sargento mayor electricista, Luigi Zitto, de Brindisi, jefe electricista de la escuadrilla S-81, con 250 horas de vuelo en misiones de combate, pereció cuando su avión fue abatido en Scioa; Ernesto D’Elia, oriundo de Roma, 1º Aviador mecánico del Escuadrón 81, también abatido durante la batalla de Scioa; Rodolfo Rodinetti, de Livorno, radiotelegrafista, se distinguió en Eritrea y Somalía y fue derribado cerca de Addis Abeba donde pereció con el resto de la tripulación y Vittorio Emanuele Bruno, de la isla de Pantellería, aviador armero con 76 horas de vuelo, destacado en Eritrea y Somalía, pereció al ser abatido cerca de Addis Abeba.

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La Guardia Imperial, tropas de élite del emperador Haile Selassie

Son de destacar las acciones de otros tres bravos pilotos que por el coraje demostrado en el frente, merecieron sendas condecoraciones. El subteniente Lazzaro Spallanzani, de Reggio Emiliapiloto de un monomotor, efectuó arriesgadas misiones de reconocimiento hasta 300 kilómetros de distancia de las líneas propias, desafiando incluso condiciones atmosféricas adversas; Libero Ricchi, de Santa Agata Feltre, sargento radiotelegrafista, jefe de servicio radiotrelegráfico de escuadrilla, quien llevó a cabo una audaz incursión tras las líneas enemigas, saltando en paracaídas en la región montañosa de Ciulul, plenas de obstáculos, donde estableció un servicio de radiotelégrafo junto a una pequeña guarnición, aislada y amenazada y finalmente el coronel Umberto Baistrocchi, de Castellmare di Stabia, comandante de la base aérea de Addis Abeba, quien desafiando el cerco en torno a una edificación cercada por el enemigo logró rescatar a un grupo de soldados que había sido rodeado. En lo que respecta a la Fuerza Aérea Imperial de Etiopía, poco y nada fue lo que pudo hacer. Al momento de comenzar la guerra, los aparatos, con su configuración verde y el León de Judá en amarillo pintado en el fuselaje, se hallaban dispersos en diversos aeródromos próximos a Addis Abeba, a saberse, Dabat, Akaqi, Jan Meda y Dessiè. Su comandante, el francés Andrè Maillet organizó como mejor pudo el escaso número de aparatos de los que disponía, planificando misiones de observación y reconocimiento aéreo, transporte y evacuación de heridos, sin buscar una el combate directo. Su plantel de pilotos estaba integrado por gran número de extranjeros, aunque al menos media docena de ellos eran etíopes, entre los primeros, los franceses Thierry Maignal, Paul Corigé, Gastón Vedel y René Drouillet; los norteamericanos John Robinson, Hubert Julian y John Spencer, el británico Charles Hayter, el alemán Ludwig Weber, el ruso Mishka Babitchev y el sueco Carl Gustav Von Rosen y entre los segundos, Asfaw Alí y Bahru Kaba. La única acción de guerra con la que contaba el arma aérea etíope había tenido lugar el 31 de marzo de 1931, durante una rebelión militar contra el emperador, oportunidad en la que tres Potez 25

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ametrallaron a los sublevados y dejaron caer sobre ellos unas pocas cargas explosivas. En los años que siguieron, la fuerza se dedicó a efectuar misiones de transporte y entrenamiento, perdiendo cuatro aviones, primero el Fiat AS-1, luego uno de los Potez 25, tiempo después el De Havilland DH-60 Moth y finalmente uno de los Fokker VII. El 8 de noviembre de 1935, a los pocos días de iniciada la invasión, los italianos se apoderaron de otro Potez estacionado en el campo de aviación de Macaillé. El 6 de diciembre destruyeron otros dos en el aeródromo de Dessiè y en enero de 1936 derribaron al Breda Ba.15.

Andrè Maillet, comandante de la fuerza aérea abisinia junto a pilotos etíopes El 24 del mes siguiente, Charles Hayter se disponía a llevar a cabo una misión de reconocimiento a bordo del De Havilland Dragon cuando a poco de elevarse se estrelló, pereciendo al instante, junto a su acompañante etíope. mes después, el 27 de marzo, los italianos destruyeron los dos Fokker restantes durante sus raids aéreos sobre Beles y Kores y el cuarto Potez 25, que quedó fuera de servicio por los graves daños que sufrió durante el ataque a Aqaqi, ocho días después. Ese mismo día, los invasores se apoderaron del Weber Meindl Van Ness estacionado en Jan Meda y en mayo destruyeron el Heinkel HD.21al bombardear con gas mostaza el campo aéreo de Djimma, provocándole graves quemaduras al sueco Von Rosen, que se hallaba sentado al comando, listo para despegar. Los etíopes solo lograron preservar el Junker W33 que el 3 de mayo de 1936, escapó hacia Sudán, poco antes de la caída de Abisinia. El mundo observaba con preocupación la escalada belicista que estaban desencadenando las fuerzas fascistas y todo hacía prever que se avecinaban tiempos difíciles. El 7 de marzo de 1936, Hitler había remilitarizado Renania, en claro desafío a lo establecido en el Tratado de Versailles (28 de junio de 1919) y el Pacto de Locarno (16 de octubre de 1925). Un mes y medio después de finalizada la guerra de Etiopía, tropas rebeldes al mando del general Francisco Franco, cruzaron el estrecho de Gibraltar e iniciaron la sangrienta guerra civil que llevaría al régimen falangista al poder y por entonces, se tenían los primeros indicios de que Japón iniciaba aprestos para invadir China. Nada hacían las potencias por

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conte ener esa ava alancha y en n la Sociedad de Nacion nes solo se teorizaba t y se redactaba an postulado os vacío os, que nadie e tenía en cu uenta a la horra de la verd dad.

Imág genes

Haile e Selassie I Emperadorr de Etiopía

Marisscal Emilio De D Bono

3 39


Benito Mussolini

General Rodolfo Graziani

40Â Â


Mariscal Pietro Badoglio

Oficiales etíopes

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Estación de Montevarchi (Toscana). Soldados italianos parten hacia Etiopía

Columnas italianas desde Somalía

al

mando

del

general

Graziani

penetran

por

el

sur,

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Tropas italianas

El emperador Haile Selassie junto a una bomba sin estallar

y

el

prĂ­ncipe

heredero

43Â Â


Un Caproni Ca.101 se prepara para atacar una columna etíope

Pieza de artillería italiana

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Mussolini junto al general Graziani

El emperador Hasile Selassie en un puesto de ametralladoras

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Tanque Italiano Fiat Ansalco CV.3/35

Monomotor Potez 25 de la ÇFuerza Observese el León de Judá en su fuselaje

Aérea

Imperial

Etíope

Monoplano Weber Meindl Van Ness etíope

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Caproni Ca.111 de la Regia Aeronautica

Fokker F.VII similar a los de la Fuerza Aérea etíope

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Caza bombardero Fiat CR.20 en misión de ataque

Un Savoia Marchetti S.M 75 "Marsupiale" como los que se utilizaron en Abisinia

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Teniente coronel Riccardo Cimmaruta comandante de la base aérea de Gondar. Realizó numerosas y arriesgadas misiones de guerra. En la foto junto a su Fiat CR.20

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Piloto norteamericano John Robinson de la Fuerza Aérea etíope junto a personal auxiliar femenino en el aeropuerto de Addis Abeba, saludando a un funcionario del gobierno imperial

Tanque italiano Fiat Ansalco CV.3/33 provisto de lanzallamas

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30 de junio de 1936. Haile Selassie I denuncia la agresión de Italia a su país en la sede de la Sociedad de Naciones

Notas 1

Para favorecer sus planes, Mussolini boicoteó la anexión de Austria a Alemania en la conferencia de Stresa, celebrada en 1934. Se trató de un gran triunfo diplomático para el líder fascista ya que logró que ni Gran Bretaña, ni Francia abordasen la cuestión etíope. 2

La otras dos eran Liberia y Sudáfrica que, si bien había declarado su independencia en 1931, pertenecía al Commonwealth y reconocía al rey de Inglaterra como soberano. 3

La fuerza aérea etíope estaba al mando del aviador francés André Maillet.

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Graziani se ganó el apodo de “el carnicero de Fezzan” por su brutal modo de proceder con los libios. Fue el primero en llevar los tanques el desierto, durante la incursión contra el oasis Kufra y en implementar campos de concentración para alojar a prisioneros y pobladores civiles. 5

En el año 2008, arqueólogos alemanes hallaron en Aksum el palacio de la Reina de Saba.

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185ª DIVISIÓN AEROTRANSPORTADA "FOLGORE"

Paracaidistas italianos en acción Entre los soldados que mayor capacidad de combate demostraron en el desierto africano destacan con especial brillo los integrantes de la 185ª División Aerotransportada “Folgore”, constituida por el alto mando fascista el 1 de septiembre de 1941, como 1ª División de Paracaidistas. La unidad de 3000 efectivos fue organizada por el general de división Enrico Frattini en la base aérea de Tarquinia (Toscana), una de las tantas ciudades-estado de la antigua civilización etrusca y quedó conformada de la siguiente manera: Jede del Estado Mayor: Coronel Riccardo Bignami. 185º Regimiento de Artillería al mando del Coronel Ernesto Boffa 186º Regimiento de Paracaidistas a cargo del coronel Pietro Tantillo . -V Batallón de Paracaidistas (mayor Giuseppe Izzo). -VI Batallón de Paracaidistas (mayor Gian Maria Bergonzi). 187º Regimiento de Paracaidistas al comando del coronel Luigi Camosso. -II Batallón de Paracaidistas (mayor Mario Zanninovich). -IV Batallón de Paracaidistas (teniente coronel Alberto Bechi Luserno). -IX Batallón de Paracaidistas (mayor Aurelio Rossi).

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-X Batallón de Paracaidistas (capitán Amleto Carugno). Unidades asignadas: -III/1º Eugenio di Savoia Grupo Artillería Celere. -I/3º Duca D’Aosta Grupo de Artillería Celere. -I/21º Po Grupo de Artillería Motorizado (División Trieste) . -III/26º Rubicone Grupo de Artillería (División Pavia). -IV/26º Rubicone Grupo de Artillería (División Pavia). Reagrupamiento Ruspoli (teniente coronel príncipe Marescotti Ruspoli di Poggio Suasa). VII Batallón. VIII Batallón.

Para muchos analistas e historiadores, la “Folgore” fue la unidad italiana más aguerrida y mejor entrenada de la Segunda Guerra Mundial. Por su desempeño en la segunda batalla de El Alamein, Churchill calificó a sus efectivos como “leones” durante uno de sus discursos en la Cámara de los Comunes y Rommel los contó entre sus cuadros más valerosos, sobre todo a la hora de emprender acciones de riesgo. Algunos de sus integrantes habían tomado parte en la campaña de Grecia, saltando sobre las islas de Cefalonia y Zante, en el mar Jónico, el 30 de abril de 1941 e incluso se dice que participaron en la violenta ocupación de la isla de Corfú, el 31 de agosto de 1923. Entrenados para operar junto a sus pares alemanes como tropas de asalto durante la invasión de Malta (Operación Hércules), al no ejecutarse esa misión fueron desplegados en el desierto egipcio, para operar como infantería de reemplazo a las órdenes de Rommel. Sin embargo, a poco de llegar, demostraron ser hombres capacitados y extremadamente motivados, pese a la inferioridad de equipo con el que contaban (una constante en las fuerzas italianas a lo largo de la contienda) y a la falta de apoyo de su alto mando. Los paracaidistas italianos llegaron a Egipto tremendamente motivados y su desempeño demostraría al mundo su grado de preparación. La mitad de la unidad abordó diversos transportes aéreos en la base de Galatina, en la Puglia y aterrizó en los aeropuertos de Tobruk y Derna, sobre la costa oriental de Libia pocas horas después. El resto, fue transferido en tren hacia Atenas y tras un viaje de dos semanas, abordó los aviones que los esperaban para trasladarla al norte de África, sin sus paracaídas, que se hallaban almacenados en la base aérea de Derna. La unidad carecía de servicios divisionales, salvo los sobrantes de la destruida División Sabratha, y contaba con escasas reservas de agua. Tampoco disponía de artillería pesada adecuada, los suficientes fusiles automáticos y otros componentes necesarios para la lucha en el desierto pero aún esos inconvenientes, sus cuadros estaban preparados para hacer frente a un enemigo poderoso, muy superior en número y armamento. En Tobruk y Derna, los paracaidistas italianos abordaron una columna de camiones Fiat y a través de la Via Balbia, la gran ruta costera construida por el gobierno fascista, se dirigieron a Egipto, llegando a la base logística de El Dabah, en horas de la noche.

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Paracaidistas de la 185 División "Folgore" vuelan hacia Libia La primera acción en la que la división entró en combate fue Alam-Halfa, al sur de El Alamein, cuando el Africa Korps de Rommel, una simple unidad de apoyo a las fuerzas italianas organizada especialmente por Hitler el 12 de febrero de 1941, intentó envolver al VIII Ejército Británico al mando del general Harold Alexander, pronto a recibir refuerzos. Finalizaba agosto de 1942 cuando Rommel decidió fortificar sus posiciones y destinó a la “Folgore” al sector sur, para cubrir una línea de 15 kilómetros de extensión, entre la depresión de El Qattara que se extiende en territorio egipcio desde Deir-el-Munassib y el Oasis Siwa hasta el litoral mediterráneo, a 50 bajo el nivel del mar. El general Frattini distribuyó la división de la siguiente manera: los batallones II y IV del 187º Regimiento a las órdenes del coronel Luigi Camosso y el mayor Mario Zanninovich fueron desplegados para cubrir los pasos del Carro y Camello; el V y el VI, integrantes del 186º Regimiento, los sectores de Bal-el-Qattara y El Taqa, respectivamente y el IX y X, también del 187º, cerrando la saliente ubicada entre Deir-el-Qattara y Qaret-el-Abd, en tanto los batallones VII y VIII del Reagrupamiento Ruspoli, al comando del príncipe Marescotti Ruspoli di Poggio Suasa (ostentaba el grado de teniente coronel) hacía lo propio en Deir Umm el Khawawir. Las palabras que el coronel Camosso apuntó en su diario de guerra reflejan el sentir de aquellos bravos combatientes:“Poner los pies sobre aquella arena significó para mi una profunda emoción escribiría el jefe de la unidad en esos días- Excavando en uno de los pozos que había servido de trinchera, encontramos una serie de objetos pertenecientes a paracaidistas muertos en batalla, en particular un puñal, algunos bossoli y un paquete de cigarrillos en perfectas condiciones, marca ‘Macedonia Extra’ que se fumaban en aquel tiempo”. Los primeros asaltos británicos, a cargo de tropas australianas y neozelandesas fueron rechazados con éxito por los italianos quienes, lejos de permanecer estáticos, planificaron una serie de operaciones tras las líneas enemigas tendientes a debilitar su dispositivo defensivo y disminuir su moral.

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Uno de esos golpes tuvo lugar la noche del 29 de agosto, cuando cumpliendo directivas del alto mando italo-germano, la “Folgore” puso en parcha la Operación Caballo, tendiente a envolver a los ingleses atrincherados en torno a El Alamein en un vigoroso movimiento de pinzas. Siguiendo las directivas, Frattini, el coronel Camosso, jefe del 187º Regimiento movilizó a los batallones IX y X, al mando de los mayores Aurelio Rossi y Amleto Carugno, ordenándoles capturar la elevación denominada Quota 101 en Deir Alinda.

La División "Folgore" al asalto de Tobruk Los paracaidistas se lanzaron a la carrera en plena batalla, trepando la pendiente mientras hacían fuego con sus armas automáticas, en tanto el soldado Scotti, cumpliendo una orden impartida por el mayor Rossi, hacía sonar la trompeta para dar brío a los asaltantes. El combate fue duro en extremo, llegando por momentos al combate cuerpo a cuerpo y tal fue el ímpetu de la carga italiana, que los británicos abandonaron sus posiciones y se retiraron, dejando en el campo buena parte de sus pertrechos. Durante el ataque, cayó mortalmente herido el mayor Rossi, veterano de la Primera Guerra Mundial y de la campaña de Abisinia, nacido en Roma el 15 de enero de 1898. Rossi era todo un símbolo de la “Folgore”, una suerte de leyenda para sus hombres. Durante la gran guerra, siendo un joven teniente de apenas 20 años, había sido herido en tres ocasiones cuando servía para los “arditi” en el Piave, ganando la medalla al valor militar. Tras ofrecerse como voluntario para la campaña de Etiopía, sufrió heridas en dos oportunidades conquistando igual número de condecoraciones por su valor en combate . Durante aquella carga, cayó también el subteniente de paracaidistas Giovanni Stassi, quien en su haber contaba con numerosos tanques y camiones destruidos, lo mismo el bravo mayor Amleto Carugno, cuando avanzaba a la cabeza de sus hombres, siendo reemplazado inmediatamente por el capitán Fabio Rugiadi, quien pese a ser herido en dos ocasiones, siguió adelante incentivando a sus cuadros. Una granada que estalló a escasos metros le destrozó el brazo derecho forzó su evacuación y le provocó posteriormente la muerte por hemorragia en el hospital de campaña. Ausente Rommel por problemas de salud (se había trasladado a Alemania), el general Georg Stumme, que lo sustituía, organizó una reunión para estudiar la contención de la ofensiva aliada. El alto oficial germano encargó una serie de patrullas ofensivas tendientes a debilitar la retaguardia enemiga, oportunidad en la que elogió el accionar de la valerosa división italiana y ordenó a las restantes unidades estudiar sus métodos.

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De esa manera, reducidos pelotones de hombres rebasaron el perímetro de las defensas británicas y asestaron duros golpes a sus espaldas, capturándoles armas, municiones, agua, alimentos y suministros, especialmente fusiles A/T que serían empleados con éxito en acciones futuras. Incluso durante una de esas incursiones, los italianos tomaron prisionero al general George Herbert Clifton, comandante de la 6ª Brigada Neozelandesa, junto a su plana mayor, incursión audaz que se llevó a cabo cuando las tropas del Commonwealth intentaban cercar al X Ejército Italiano. Comprendían los británicos que se enfrentaban a hombres formidables, muy diferentes a los que habían visto en otras batallas y en ese sentido, adoptaron las medidas pertinentes para neutralizarlos. El 30 de septiembre las tropas aliadas intentaron neutralizar a la “Folgore” lanzando sobre sus posiciones a una poderosa sección blindada encabezada por el Real Regimiento de la Reina y al 7ª Brigada Blindada “Ratas del Desierto”, pero la combativa división italiana los obligó a retirarse presurosamente, dejando sobre el terreno numerosos muertos y heridos. Los británico tardaron un mes en reponerse y repetir la operación, lanzando nuevamente a sus divisiones acorazadas sobre la división itálica y si bien, en un primer momento, lograron quebrar sus perímetro defensivo, terminaron por ser contenidas y rechazadas, sufriendo en su retirada numerosas pérdidas en hombres y equipo, sobre todo tanques y cañones, sin contar a las decenas de muertos de los reales regimientos de la Reina, Derbyshire, London Yeomanry y sobre todo, los Royal West Kent. Al día siguiente, los británicos enviaron contra los italianos a su 44ª División y los franceses a su célebre Brigada de la Francia Libre junto a la División Griega pero las tres fueron rechazadas e incluso perseguidas con gravísimas pérdidas. Volverían a repetir la maniobra la noche del día siguiente pero la férrea resistencia de la “Folgore” los obligó a huir nuevamente, dejando en el campo numerosos muertos y varias unidades blindadas destruidas.

Soldados de la "Folgore" accionan una pieza antitanque durante el asedio de Tobruk Lo más impresionante tuvo lugar la mañana del 23 de octubre, cuando el alto mando británico, desesperado por no lograr destruir a la unidad y abrir una brecha por ese sector, lanzó sobre ella a su 4ª Brigada, compuesta por los regimientos 4º y 6º de Húsares, los Greys y la 1ª. Sección Krcc. Pensaban romper finalmente su línea defensiva y avanzar sobre el grueso del Africa Korps pero se encontraron con una resistencia aún más feroz que los obligó a retirarse presurosamente. En su huida, los británicos perdieron 22 tanques y más de 1000 hombres, de los cuales 400 fueron hechos prisioneros. Para contenerlos, los italianos utilizaron sus cañones antitanques 47/32 e incluso bombas de manufactura casera.

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La noche del 26 de octubre (20.45), los británicos llevaron a cabo un violento bombardeo a lo largo de toda la línea enemiga, concentrándolo preferentemente sobre el sector defendido por la “Folgore”. En vista de ello, Frattini dispuso mover al 187º Regimiento de norte a sur para reforzar el dispositivo, designando para esa misión al teniente coronel Alberto Bechi Luserna, en remplazo del coronel Camosso, que había sido herido en combate. De esa manera, partieron a la carga el II Batallón al comando del mayor Zanninovich, el IV, ahora comandado por el capitán Felice Valletti-Borgnini, el IX reforzado con lo que quedaba del X, a las órdenes de capitán Pasquale Chieppa y el Reagrupamiento Ruspoli, al mando del príncipe Ruspoli di Poggio Suasa del que dependían el VII Batallón del capitán Carlo Mautino de Servat y el VIII del mayor Giulio Burzi. Tras ellos hizo lo propio el 186º Regimiento al mando del coronel Pietro Tantillo, reforzado por el VI Batallón del mayor Giusepe Izzo y el VI de su igual en el rango, Gian Maria Bergonzi. Contra ese dispositivo, volvieron a arremeter los aliados, adelantando a sus unidades más aguerridas, a saberse los regimientos Green Howards, Royal West Kent, el 4/8th Húsares Btn. y la Caballería Household, además de la Brigada de la Francia Libre las que, si bien lograron rebasar a las primeras líneas con las unidades blindadas de la Household, fueron contenidas y una vez más, británicos y franceses tuvieron que retroceder mientras algo más al norte, la 25a División Motorizada “Bologna” arrollaba a la fuerza expedicionaria hindú. Para el día 27, los aliados apenas habían logrado la mitad de sus objetivos y debido a las terribles pérdidas sufridas, se vieron obligados a suspender la operación. Era evidente que no podían con los italianos y además, el número de bajas superaba en mucho las cifras calculadas. La Operación Lightfoot había fracasado.

Mussolini pasa revista a la 185 División Aerotransportada "Folgore" El alto mando aliado debió reprogramar su estrategia y, de esa manera, comenzó la planificación de una nueva operación, denominada “Sobrecarga”.

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Por el lado italiano, la situación era crítica ya que pese a aquella parcial victoria, los daños y bajas también eran considerables y lo que era peor, ni ellos ni sus aliados alemanes podían esperar refuerzos ya que Hitler y Mussolini hacía tiempo que los habían dejado librados a su suerte. El dispositivo de defensa de Rommel seguía siendo el mismo: la 15ª División Panzer por el norte, con la División Acorazada “Littorio” inmediatamente detrás y la 21ª División Panzer reforzada por aguerrida la División Acorazada “Ariete” por el sur, ambas apoyadas por las divisiones “Folgore” y “Brescia”. Los británicos pusieron en marcha la Operación Sobrecarga y el 2 de noviembre lanzaron al ataque el grueso de sus divisiones, a saberse, la 7ª. División Acorazada "Ratas del Desierto", las divisiones de Infantería 44 y 50 y una vez más, la abnegada Brigada de la Francia Libre, concentrando su arremetida sobre las líneas defendidas por la valerosa “Folgore”. En la primera embestida, los italianos mantuvieron sus posiciones pero a medida que el tiempo transcurría, comenzaron a sentir los efectos de la presión. Dado que resultaba imposible reforzar el sector, el día 3 Rommel les ordenó replegarse 25 kilómetros hacia el oeste, directiva que la unidad cumplió de manera ordenada pese al castigo que estaba recibiendo, mientras remolcaba algunos de sus vehículos a través de las dunas. Fue una marcha lenta y extremadamente dificultosa que, sin embargo, no atemperó el ánimo de los paracaidistas. Comprendiendo que los embates para diezmarla eran inefectivos, los mandos británicos y franceses optaron por una medida extrema, tendiente a desmoralizar a tan bravo adversario. Por medio de grandes megáfonos, comenzaron a lanzar intimaciones a la rendición, alabando el coraje y la determinación del enemigo: “¡Ustedes son soldados valerosos. Si se rinden tendrán el honor de las armas, pero si continúan luchando serán aniquilados. No tienen ninguna posibilidad de resistir..!”, pero a cada exhortación, la respuesta de los italianos siempre fue la misma: -¡¡Folgore!! Cuatro días duró la batalla, con los británicos intentando doblegar a sus adversarios y los paracaidistas itálicos resistiendo con tenacidad. El 6 de noviembre, los tanques aliados rodearon lo que quedaba de la división y comenzaron a cañonearla con extrema dureza. Camosso y sus paracaidistas resistieron con un valor inusitado y solo cuando sus reservas de municiones se agotaron, dejaron de disparar. Siguiendo instrucciones de su superior, los oficiales procedieron a destruir las armas aún operables y procedieron a alinearse en posición de firmes, en espera del enemigo, muchos de ellos derramando lágrimas de impotencia. Apenas habían sobrevivido 272 soldados y 36 oficiales. La actitud de los paracaidistas italianos despertó la admiración de sus oponentes quienes una vez aceptada la dimisión, procedieron a informar la novedad a sus mandos, quienes a su vez, retransmitieron el mensaje a Londres, dando cuenta del bravo comportamiento de aquellos, comportamiento que movió a Churchill a pronunciar palabras de elogio en el Parlamento: “Los italianos han combatido muy bien, en particular la División ‘Folgore’, que ha resistido más allá de toda posible esperanza. En verdad, debemos inclinarnos ante aquellos leones de la Folgore”. Los relojes marcaban las 14.35 de aquel luctuoso viertes 6 de noviembre cuando los británicos, en formación de honor, saludaron las armas y las insignias de la heroica división de paracaidistas. Al día siguiente, el general Hughes se dirigió hasta el sector donde se hallaba prisionera la oficialidad italiana y una vez ante su par, el general Enrico Frattini, le hizo el saludo militar y luego estrechó su mano: -Había oído rumores de que el comandante de la Folgore había muerto, me alegra saber que no es cierto. -Gracias- fue la simple respuesta.

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Pero hubo grupos de paracaidistas que se negaron a deponer las armas y después de eludir el cerco aliado, se unieron a lo que quedaba de las fuerzas ítalo-germanas que se retiraban por el desierto, para seguir combatiendo. La 185 División Aerotransportada “Folgore” estuvo a la altura de su glorioso pasado romano, demostrando la misma fuerza, disciplina y coraje de sus ancestros legionarios, aquellos que conquistaron el mundo y forjaron el mayor imperio de la antigüedad.

Imágenes

Paracaidistas italianos saltan sobre la isla griega de Corfú (31 de agosto de 1923). Muchos de ellos integrarán la 185 División Aerotransportada "Folgore"

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La "Folgore" antes de partir hacia el frente

Paracaidistas fascistas en Montecasino

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Soldados italianos en la batalla de El Alamein

Paracaidista italiano

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Insignia de la División

ntes Fuen -Dom menico Camo osso, Biograffía de un sold dado. El últim mo de El Alamein, UNI Service, 2011. -"La Folgore F in Affrica setten ntrionale", htttp://www.paracadutistimonza.org/ind dex.php?optio on=com_con ntent&view=a article&id=10 0 3&Ite emid=472 -Brun no De Camills, "La Battag glia di El Alamein e la 'Fo olgore' (66 anni dopo)", periodico p "La a Civetta", añ ño XIII, ffebrero/marzzo 2008.

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132ª DIVISIÓN BLINDADA "ARIETE"

Tanques de la División "Ariete se desplazan por el desierto La División Blindada “Ariete” fue la unidad italiana más poderosa de Segunda Guerra Mundial. Su campo de acción fue el desierto africano, donde demostró estar a la altura de sus pares alemanas, las 15° y la 21° Panzer de Rommel, pese a disponer de blindados mucho más antiguos y débiles y de armamento mucho más obsoleto. Aún así, durante la Operación “Venezia”, el “Zorro del Desierto” la destinó a la captura de Bir Hakeim, objetivo clave para alcanzar la victoria. Su aniquilamiento fue muy lamentado por el mariscal alemán, que en sus memorias apuntó “Con la Ariete perdemos a nuestros más antiguos camaradas italianos, de los que, es obligado reconocerlo, habíamos siempre recibido más de aquello que podían dar con su escaso armamento”. La unidad fue organizada el 1 de febrero de 1939, sobre la base de la recientemente disuelta 2ª División Blindada del ejército italiano y la 131ª División "Centauro". La misma quedó conformada de la siguiente manera: 32 Regimiento de Tanques: -1 Batallón de Tanques L (luego 2). -2 Batallón de Tanques L (luego 4). -3 Batallón de Tanques L (luego 11). 8 Regimiento de Bersaglieri: -2 Batallón Motociclista. -5 Batallón Motorizado. -12 Batallón Motorizado.

132 Regimiento de Artillería Acorazada: -1 Grupo. -2 Grupo . -3 Grupo (todos 75/27). -132 Compañía Mixta de Ingenieros . -132 Sección de Sanidad . -132 Sección de Intendencia.

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-132 Sección Postal. -70 Sección de Carabineros. -672 Sección de Carabineros.

Primeros destinos El primer comandante de la “Ariete” fue el general Carlo Vecchiarelli, reemplazado en 1940 por el general Ettore Baldassarre y su destino inicial, la región militar de Brescia donde la sorprendió el inicio de la guerra. Pocos días después, el alto mando fascista la envió a Fossano, en el Piamonte, para incorporarla al VI Ejército, cuyo comando decidió dejarla en reserva durante la campaña del sur de Francia. Desplegada posteriormente a Savona, se incorporó al IV Ejército e inmediatamente después, comenzó a reemplazar sus tanques L por los mucho más modernos M13/40. La división fue enviada a Trípoli el 24 de enero de 1941 para sumarse al Cuerpo Móvil de Maniobras “Italia”, luego transformado en el XX Cuerpo Motorizado Italiano. La “Ariete” tendrá una destacada actuación en el desierto, sobre todo durante el sitio de Tobruk y la campaña de El Alamein.

Una columna de la "Ariete" avanza en Libia La batalla de Mechili

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En la mañana del 4 de abril de 1941, antes de que despuntara el sol, la División Blindada “Ariete” se puso en marcha junto a la 5ª División Ligera alemana, rumbo al puerto de Bengasi. Las tropas se hallaban descansadas y la moral era alta. Al mismo tiempo, el 3 Batallón de Reconocimiento Alemán inició su avance por la Vía Balba, la célebre carretera costera construida por los italianos, dejando al 5º Regimiento Panzer como reserva. En las primeras horas de la mañana, la División “Ariete” y 5ª División Ligera se toparon con pequeños focos de resistencia británicos que demoraron un tanto el avance. En vista de ello, Rommel decidió sobrevolar la zona y para ello abordó su avioneta Fielser Storch dispuesto a hacer un relevamiento y evaluar personalmente la situación. Para su tranquilidad, notó que los británicos no eran la cantidad que él esperaba y por esa razón, decidió actuar de inmediato. Se dice que sumamente enfadado con sus oficiales, tomó un papel y con su pluma garabateó sobre él unas palabras que se apresuró a lanzar por la ventanilla, cuando el avión sobrevolaba una de sus columnas. Sus oficiales se apresuraron por recoger el mensaje y al leerlo, una extraña mezcla de vergüenza e impotencia se apoderó de su ánimo: “Si no empiezan a moverse, bajo. Rommel”. Heridos en su amor propio, los oficiales impartieron las órdenes a los gritos y como catapultados, alemanes e italianos reiniciaron la marcha, arrollando cada uno por su lado a las atemorizadas líneas aliadas. Cuando los relojes señalaban las 21.00 horas, la División “Ariete” entró violentamente en Ben Gania y Bir Tengedir, cerca de Derma, bloqueando las vías de escape del enemigo Al mismo tiempo, una poderosa columna formada por tanques del 5º Regimiento Panzer al mando del teniente coronel Herbert Olbrich, apoyada por grupos de la “Ariete” y dos batallones de tiradores de la 17 Divisiones de Infantería Motorizada “Pavia”, se desplazó por el desierto para alcanzar Mechili, hacia donde Rommel pensaba focalizar su ataque.

Blindados italianos avanzan hacia Mechili El mismo se inició el 8 de abril luego de que el África Korps abriera fuego ligero de artillería sobre diferentes sectores. Inmediatamente después y a gran velocidad, se lanzaron al asalto por la derecha, la 5ª División Ligera alemana y la abnegada “Ariete” italiana, desbordando a la 2ª División Blindada británica por los flancos.

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Las tropas del imperio huyeron hacia el oeste pero Rommel, que sobrevolaba la zona en su avión, los ubicó y advirtió a Olbricht para que las interceptara. Viendo a las fuerzas del Eje caerles encima, los británicos entraron en pánico y se dispersaron desordenadamente, perdiendo el rumbo. Los tanques de Olbrich y las tropas de elite Bersaglieri, hicieron una matanza con ellos y solo algunas unidades dispersas lograron huir hacia Tobruk y Alejandría. En un desesperado intento por recomponer la situación, el 9 de abril de 194,1el alto mando aliado lanzó un desesperado contraataque sobre la carretera de Derna con la 2ª División Blindada Real, sin embargo, las tropas del Eje lograron contenerla y destruirla por completo, adueñándose, de ese modo, de toda la región de Mechili. El desempeño de las unidades italianas en esta batalla elevó notablemente su moral e incrementó su prestigio frente a sus aliados alemanes. El desempeño de sus zapadores y equipos de suministros, amén del de sus unidades motorizadas, serían vitales a lo largo de los meses que precedieron a la caída de Tobruk.

Mersa Matruh El 26 de junio de 1942, durante la invasión de Egipto por las fuerzas del Eje, los italianos marcharon sobre Mersa Matruh, lanzando a la División “Ariete” por el sur, en apoyo de la 90 División Ligera alemana y a la 21 División Panzer. Ante el avance italo-germano, los británicos y sus aliados, apostados en Sidi Hamza abandonaron sus posiciones y escaparon, dejando atrás 300 prisioneros que habían preferido rendirse antes que luchar. La acometida continuó al día siguiente cuando a punto de ocupar Sidi Hamza, el Africa Korps se topó con la 50ª División de Infantería británica, que la contuvo. Para su fortuna, la infantería italiana frenó el intento de avance de la 2ª División neozelandesa, obligándola a retirarse en tanto la “Ariete”, seguida por la 15ª División Panzer arrollaba a los defensores de Minqar Quaim, y se apoderaba de la localidad, luego de batir sus defensas con intenso fuego de artillería. El general británico Claude Auchinleck, comandante del 29 Brigada India, no lo pensó dos veces e impartió la orden de retirada, la que se hizo de manera presurosa , permitiendo al Africa Korps a apoderarse de Ras Hawai y cortar la carretera de Alejandría. El sacrificio de los soldados hindúes en su intento de contener al avance italo-alemán, le permitió al XIII Cuerpo de Ejército Británico huir hacia Fuka pero la infantería italiana y las tropas germanas cercaron al X Cuerpo Británico, colocándolo de espaldas al mar en una situación desesperada. Acribillados por las descargas de artillería y viendo que iban a ser masacrados, a las 15.30 del 28 de junio, las fuerzas de su majestad arrojaron sus armas y levantaron los brazos al tiempo que agitabas banderas blancas en señal de rendición. Seis mil hombres se entregaron a alemanes e italianos en tanto el grueso de las fuerzas británicas huía por las arenas en dirección de Alejandría, dejando a sus espaldas un millar de bajas, entre muertos y heridos entre tanques que ardían, camiones destrozados y vehículos inutilizados.

La hazaña de Bir-el-Gobi A mediados de noviembre de 1941, los británicos pusieron en marcha la Operación Crusader, intentando perforar el dispositivo ofensivo de las fuerzas del Eje en torno a Tobruk, para envolverlas por el sur. Para ello, el VIII Ejército debía alistar al XIII Cuerpo de Infantería y a la 7ª División Acorazada “Ratas del Desierto”, con la intención de avanzar sobre el sector defendido por la 132 División Acorazada “Ariete”, de brillante desempeño hasta el momento. La unidad italiana debía dar de frente contra el XIII Cuerpo en tanto la “Trieste” haría lo propio sobre Bir-Hacheim.

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Tanque italiano M-13 con su dotación las tropas alemanas combatieron codo a codo con sus pares italianos, enfrentándose a un enemigo mucho más numeroso y mejor pertrechado. Vale aclarar una vez más, que el ejército italiano era básicamente una fuerza de infantería que contaba con un equipo bastante obsoleto, especialmente en materia de comunicaciones y un armamento anticuado para la época. No disponía de suficientes camiones y su artillería, en general, databa de la Primera Guerra Mundial, cuyo alcance no superaba los 10 kilómetros. Solo las divisiones blindadas contaban con cañones antitanques de 88 mm provistos por los alemanes y para peor, sus tanques M13/40, unos 230 en total, databan de la década del treinta y, por consiguiente, su blindaje no era el adecuado. Aún así, tal como apunta Rommel en sus memorias, los italianos lucharon valerosamente y las victorias que obtuvieron permitieron neutralizar al enemigo y posibilitar el triunfo final. De todas las unidades que conformaban las fuerzas peninsulares, la División “Ariete” era la más preparada ya que sus oficiales habían sido entrenados en Alemania y estaban compenetrados con las tácticas de sus aliados. El día indicado, cuando el sol comenzaba lentamente a descender, las tropas al mando del general Ludwig Crüwell iniciaron su avance hacia el sector norte de la línea de Gazala, en dirección a Acroma, apoyadas por un tenaz fuego de artillería. Mientas eso sucedía, el Africa Korps y el XX Cuerpo Motorizado italiano finalizaba su concentración en torno a la Rotonda de Cegnali, listos para poner en marcha la Operación Venecia. El plan era temerario y consistía en el desplazamiento nocturno de diez mil vehículos a lo largo de 50 kilómetros, con el firme propósito de rodear las posiciones británicas. Para asegurar la marcha de semejante cantidad de unidades, se habían establecido previamente puntos de reabastecimiento de combustible que permitirían un avance constante.

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A las 06.00 del 26 de mayo, cuando aún era de noche, las tropas del Eje alcanzaron el sector sur de Bir Hakeim y se dispusieron a completar la segunda parte de la operación, es decir, envolver al enemigo dentro de su dispositivo defensivo. Durante mucho tiempo se sostuvo que el extravío de la 101 División Motorizada “Trieste” había alertado a los aliados, al ingresar en los campos minados que protegían la zona de la Brigada 150 al sudoeste de la Rotonda Ualeb, pero hoy se sabe que los ingleses seguían los movimientos de Rommel desde mucho antes y por esa razón, estaban preparados. Pero su gran error fue creer que el ataque llegaría por el centro y no por el sur, y eso les costó caro.

Carro blindado A las 06.30 la División “Ariete”, al comando del general Giuseppe De Stefanis, se desplazó velozmente por el flanco izquierdo arrollando a la 3ª Brigada de Infantería Motorizada hindú que fue castigada con fuerte cañoneo de sus tanque y una vigorosa carga de las tropas de elite Bersaglieri (apoyadas por 60 tanques Fiat M14/41), que hizo trizas sus defensas, matando a 500 hombres y tomando a otros 600 prisioneros. Mientras tanto, por la derecha, la 9ª División Panzer, apoyada por las unidades de reconocimiento, cayó sobre el 7ª Brigada Motorizada destruyendo sus cuarteles y depósitos de suministros en tanto la 15ª perforaba el centro de la 4ª Brigada Blindada que como las demás unidades aliadas, contaba con los modernos tanques norteamericanos Grant M-3, muy superiores a los del Eje y mucho más modernos. La resistencia aliada en ese último punto fue algo más firme y eso obligó a la 21 Panzer acudir en su poyo de su flanco izquierdo, hecho que debilitó un tanto el dispositivo alemán. Al caer la noche, la situación de Rommel era comprometida al verse atascado entre Bir Lefa y Rigel Ridge, lo mismo la División “Ariete” que se había visto obligada a frenar su avance frente a Bir Hacheim y la 90ª Ligera alemana, atacada fuertemente por la Blindada 4 británica. El 29 de mayo el avión en el que viajaba el general Crewell supervisando al XX Cuerpo Motorizado Italiano fue derribado. Su lugar fue ocupado por el recién llegado mariscal Albert Kesselring, quien quedó extremadamente satisfecho cuando, luego del fracaso alemán, al intentar abrir una brecha a través de los campos minados de la línea Gazala, la 101 División Motorizada “Trieste”, al comando del general Francesco La Ferla, logró el cometido al perforar el dispositivo defensivo que constituía la Línea Gazala abriendo un corredor que resultaría vital cuando al día siguiente Rommel emprendiera un repliegue táctico hacia Sidi Muftah para reagrupar sus unidades de combate. La tarde del día 30 el alto mando alemán llevó a cabo una reunión de capital importancia. Allí, además del “Zorro del Desierto”, se encontraban presentes el mariscal Kesselring y su ayudante, el mayor Nicolaus Von Below, para planificar las siguientes acciones. La situación era crítica, con Rommel rodeado por fuerzas enemigas muy superiores en número y allí estaba cuando el 5 de junio el general Neil Methuen Ritchie lanzó el contraataque. Sin embargo, la acometida británica fue tan torpe y desorganizada, que las fuerzas del Eje lograron rechazarla, batiéndola con nutrido fuego de artillería, especialmente el de sus piezas de 88 mm.

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Rommel junto a un oficial italiano La Brigada Acorazada 22 se vio obligada a huir presurosamente y en vista de ello, Rommel lanzó a la “Ariete” en su persecución, destruyendo todos sus regimientos. A la mañana siguiente, las fuerzas del imperio británico contabilizaban 600 muertos y más de 4000 prisioneros, además de 150 tanques capturados junto a numeroso armamento. Alemanes e italianos continuaron castigando duramente al VIII Ejército de Ritchie y así llegó el 8 de junio, cuando ambas fuerzas llegaron a Bir Hacheim, listas para dar el golpe final. Después de analizar todas las alternativas junto a su estado mayor, Rommel impartió la orden de avance. Siguiendo su plan, la División “Ariete” se posicionó frente a la 1ª Brigada de la Francia Libre que defendía la plaza y se lanzó al ataque, escoltada por los panzer que acaban de llegar de Sidi Capuzzo . Las primeras acometidas fueron rechazadas por los valerosos defensores franceses, provocando la destrucción de numerosos tanques, por lo que fue necesario movilizar a la 15º División Panzer, la 90 Ligera alemana y la 101 División Motorizada “Trieste”, apoyadas por los Junkers Ju-87 Stukas de la Luftwaffe y los Macchi C-202 Folgore de la Regia Aeronautica, que sometieron a duro castigo a los defensores ingleses, franceses y sudafricanos que intentaban sostener la posición. Los tanques británicos se retiraron tan presurosamente, que dejaron solos a los cuatro regimientos de infantería a los que debían apoyar que, en menos de una hora, fueron aniquilados. Dado el vigor del ataque, Ritchie, comprendiendo que Rommel lo estaba sometiendo a una lucha de desgaste y que sus posiciones estaban siendo rebasadas, razón por la cual ordenó la retirada hacia el este, dejando el camino abierto a alemanes e italianos.

La División “Ariete” en la batalla de Tobruk Antes de comenzar el ataque a Tobruk, Rommel dejó a la División “Ariete” acantonada como reserva en El Adem. Por el lado aliado, la confusión era general, de ahí la decisión del general Auchinleck, de que sus defensores, todos ellos australianos, se retirasen hacia Egipto o se dispusiesen a resistir hasta la muerte. Por entonces, las fuerzas aliadas huían hacia el este intentando escapar de Rommel y las noticias que llegaban a Alejandría, El Cairo e incluso Londres, eran en extremo desalentadoras. El ataque a Tobruk comenzó el 10 de abril de 1941, con las divisiones italianas “Brescia” y “Trento” a la cabeza. Aprovechando la densa polvareda que sus carros levantaban la 5ª División Ligera y la 15ª División Panzer se movilizaron para atacar atacaron por el sur y el sudeste respectivamente.

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Durante su avance, el general Heinrich Von Prittwitz, que dirigía la acometida alemana, se introdujo por error en una trinchera británica y murió acribillado, lo que obligó a Rommel a designar como reemplazante al general Joannes Streich. La maniobra culminó exitosamente y el día 11 Tobruk quedó completamente sitiada, con su puerto a merced de las fuerzas del Eje . Alemanes e italianos ocuparon, una a una, las localidades de Bardia, Sollum, Sidi Suleiman y Fuerte Capuzzo, donde la resistencia fue nula y desde esas bases, en especial el puerto de Bardia, submarinos alemanes y lanchas torpederas itálicas patrullaron las aguas próximas para impedir la aproximación o partida de naves aliadas. Integraban sus fuerzas, en ese momento, la 5ª División Ligera (luego 24ª División Panzer Alemana), la 15ª División Panzer, la 90ª División Ligera alemanas, la 27ª División de Infantería “Brescia”, la 53ª División de Infantería “Savona”, la 102ª División Motorizada “Trento” y la 132ª División Motorizada “Ariete”. El 15 de mayo, el alto mando británico puso en marcha las operaciones “Brevity” y “Scorpion”, tendientes a romper el bloqueo sobre tan importante bastión y de manera sorpresiva cruzaron la frontera entre Egipto y Libia al comando del general Archibald Wavell. De esa manera, la 7ª División Blindada se apoderó del Paso de Halfaya pero al intentar hacer lo mismo con Fuerte Capuzzo y Sollum, fracasó. En vista de ello, Rommel confió el asedio de Tobruk al general italiano Giuseppe De Stefanis y partió al frente de la 5ª División Ligera y la 15ª División Panzer, aplastando a los británicos en un combate frontal. El asedio de Tobruk se prolongó durante todo aquel año y comienzos del siguiente cuando se sucedieron violentos combates aéreos sobre su puerto en el que los Stukas y los Macchi Folgore mantuvieron a raya a los cazas británicos en tanto, en horas de la noche, bombarderos alemanes Heinkel He-111, dejaban caer sus cargas sobre las posiciones británicas, reduciendo a la población prácticamente a escombros. La batalla de Tobruk se prolongó hasta el 21 de junio a las 05.50.

Tte Luigi A. Pascucci Heroico oficial de la "Ariete"

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Formaciones de Stukas. Heinkel 111 y Macchi Folgore iniciaron un violento bombardeo que finalizó a las 7.00, cuando Rommel ordenó el avance de su infantería y de la 21ª División Panzer. Mientras eso sucedía, la 15ª División Panzer cortó la carretera entre Tobruk y El Adem con la finalidad de impedir la fuga por ese lado y las decididas divisiones motorizadas “Trieste” y “Ariete” iniciaron su desplazamiento, siendo ellas las primeras en cruzar los campos minados que rodeaban la ciudad. Sus ingenieros volaron varios sectores de la muralla y por allí se filtró a toda carrera la infantería ítaloalemana seguida de cerca por sus blindados. Mientras esas tropas combatían encarnizadamente por las calles de la ciudad, paracaidistas alemanes aterrizaron junto a los muelles para cerrar toda salida por mar. Británicos y sudafricanos intentaron hacerse fuertes en diferentes puntos de la ciudad pero acabaron por sucumbir y rendirse a los pelotones alemanes e italianos. En el sector portuario, los alemanes instalaron una batería y comenzaron a disparar contra los barcos que evacuaban tropas y civiles, alcanzando a una de esas naves fue que se hundió a la vista de quienes combatían en tierra. En vista de la situación, los defensores arrojaron sus armas e izaron banderas blancas. Inmediatamente después, Rommel ordenó irradiar el siguiente mensaje destinado al comando del Eje: “La fortaleza de Tobruk ha capitulado”. Los relojes señalaban las 6:00 horas del 21 de Junio de 1942 cuando 35.000 soldados aliados se rindieron ante italianos y alemanes.

El Alamein Durante la primera batalla de El Alamein, la División “Ariete” no tuvo demasiada actuación porque al haberse adelantado a la 101 División Motorizada “Trieste”, que debía cubrir su flanco derecho, recibió todo el peso del ejército neozelandés (2ª División) y el de la 7ª División Blindada, por lo que debió retirarse luego de sufrir grandes pérdidas, en busca de la 17 División de infantería “Pavía”. La “Ariete” pasó el total de sus tanques a la “Trieste” y el 6 de julio fue retirada del frente, para ser reforzada con nuevas tropas y tanques procedentes de Trípoli. Una vez reabastecida, regresó a la lucha (14 de julio) para incorporarse a las fuerzas de reserva en la batalla de Alam Halfa como parte del XX Cuerpo de Ejército italiano. Durante la segunda acción, la agrupación acorazada italiana y sus pares “Trieste” y “Littorio” iniciaron una acometida vigorosa hacia El-Halmiriya intentando abrir el camino a Alejandría, en tanto el resto de las fueras de Rommel era inmovilizado en el norte por una verdadera lluvia de fuego (06.45). Sin embargo, protegido por una inesperada tormenta de arena y la 18 Brigada de Infantería, logró desprenderse del enemigo y retomar el avance, esta vez en dirección este, atacando Deir el-Shein (13.00). El 3 de julio Rommel inició la marcha hacia el litoral, ordenándole a la “Ariete” y la “Trieste”, tomar la ruta del sur para enfrentar al VIII Ejército británico (XIII Cuerpo). Los enfrentamientos fueron de tal magnitud, que la división quedó reducida a solo seis blindados y dos cañones, llegando al combate cuerpo a cuerpo contra las tropas neozelandesas de la 2ª División. Pasado el mediodía, la valerosa unidad de combate había dejado de existir. Su desempeño fue más que honroso y como reconocieron posteriormente los altos oficiales del estado mayor alemán, fue decisivo a la hora de iniciar la embestida contra las fuerzas aliadas, superiores en número y armamento y pertrechadas, como se ha visto, con tanques y combustible provisto por el gobierno norteamericano que desde el primer momento, aún antes de involucrarse en la guerra, apoyó a los británicos tanto en Europa como en el norte de África.

Fuentes: -Erwin Rommel, Memorias. “Capítulo X Persecución en Egipto”, Altaya (2008), p. 242-251

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-David Fraser, Erwin Rommel el Zorro del Desierto. “Capítulo 16 El final de la línea”, Esfera de los Libros (2004), p.391-397 -Jon Latimer, El-Alamein. “Capítulo 3 La Caída de Tobruk”, Inédita Editores (2004), p. 100-108 -Editores de S.A.R.P.E., Crónica Política y Militar de la Segunda Guerra Mundial. “Debo vencer”, S.A.R.P.E. (1978), p. 802-804 -Peter Ayers Wimbrow, III, “Rommel to the rescue”, 18/02/2011 (http://www.coconuttimes.com/articles/Remembering-WWII/ROMMEL-TO-THE-RESCUE). -132ª División blindada "Ariete". http://www.zweiterweltkrieg.org/phpBB2/ viewtopic.php?f=27&t=5957 -Jon Latimer, El-Alamein, Inédita Editores (2004), p. 111-463 -Erwin Rommel, Memorias, Altaya (2008), p. 279-300 -David Fraser, Erwin Rommel el Zorro del Desierto, Esfera de los Libros (2004), p. 397-440 -La Batalla de El-Alamein”, Planeta Deagostini (1959), p. 191-196 -David Solar, El Ocaso de los Dioses. “Capítulo 2: El-Alamein: Demasiado para el Zorro del Desierto”, La Esfera de los Libros (2005), p.67-80

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133ª DIVISIÓN BLINDADA “LITTORIO”

En 1936, los italianos organizaron la 4ª División “Littorio”, que fue enviada a España en apoyo de las fuerzas falangistas del general Franco, integrando el denominado Cuerpo de Tropas Voluntarias. Su acción en esa contienda tuvo ribetes destacados, siendo de destacar su participación en el frente aragonés, en marzo de 1938, donde forzó la retirada de la C Brigada perteneciente a la 11ª División, al mando del general Enrique Lister, operación que comenzó el 19 de aquel mes, cuando la unidad italiana inició su avance hacia Torrecilla, Codoñera y Torrevilla, causando serias bajas al enemigo. Finalizada la Guerra Civil Española, el alto mando italiano reestructuró sus fuerzas, transformando a la “Littorio” en una división acorazada (noviembre de 1939), asignándole el 33º Regimiento Blindado, el 12° Regimiento de Bersaglieri y el 133° Regimiento de Artillería. Su primera acción de combate fue en el frente de los Alpes (1940), durante la Invasión italiana a Francia, contenida exitosamente a poco de cruzar la frontera. En el mes de marzo, la unidad fue transferida a los Balcanes, para tomar parte en la invasión de Yugoslavia como parte del Segundo Cuerpo Italiano y en 1942 pasó al norte de África, donde se cubriría de gloria como “escudera” de la 15 División Panzer alemana, una gloria que hasta sus aliados germanos ha intentado ocultar en su propio beneficio. La unidad llegó a Trípoli en el mes de enero de 1942 e inmediatamente después pasó a Bengasi, sin alcanzar a participar en la batalla de Gazala por hallarse todavía incompleta. Sustituido el 33º Regimiento Blindado por el 133º, fue incorporada al XX Cuerpo del Ejército Italiano y de ese modo, subordinada a la autoridad del mariscal Rommel. La recién llegada unidad quedó constituida de la siguiente manera: 133º Regimiento de Tanques 1er Batallón Blindado 2º Batallón Blindado 3er Batallón Blindado 6º Batallón Blindado

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5º Regimiento de Infantería Bersaglieri 21º Batallón Mecanizado Bersaglieri 23º Batallón Mecanizado Bersaglieri 36º Batallón Mecanizado Bersaglieri

3er Regimiento de Artillería 133º Regimiento de Artillería 3er Grupo de Tanques 'Lancieri di Novara'

Una vez desplegada en el frente, su comandante, el teniente coronel Gervasio Bitossi, recibió su primer orden de batalla indicando posecionar su unidad en el flanco derecho de la 15ª División Panzer. Por entonces, un oficial italiano había dado con la clave que los norteamericanos utilizaban para comunicarse con las fuerzas británicas que luchaban en el norte de África y la misma fue enviada a Roma y Berlín con el objeto de descifrar los informes codificados que se emitían en El Cairo. Eso facilitó notablemente los planes de Rommel. La noche el 28 de junio de 1942, durante la primera batalla de El Alamein, Rommel lanzó a sus unidades hacia Mersa Maruth, paso previo a la toma del importante enclave egipcio. Su captura se debió, pura y exclusivamente al accionar de la división acorazada italiana que con su fuego de sus cañones y ametralladoras pesadas, forzó la huida de la vigorosa 10ª División hindú que defendía Wadi Nagamish. Los alemanes no han hecho ninguna referencia al suceso, adjudicándole el mérito de la acción a su 90ª División Ligera, a la que durante décadas se la tuvo por responsable de la captura de aquel importante enclave pero estudios recientes realizados por investigadores británicos, han permitido determinar que fueron los dos batallones del 7° Regimiento de Bersaglieri y la 133ª “Littorio” quienes cercaron a las fuerzas aliadas, cargaron sobre ellas y las obligaron a rendirse, tomándoles más de 6.000 prisioneros, 40 tanques y una cantidad indeterminada de suministros. El 26 de junio Rommel decidió poner en marcha su célebre doble tenaza, lanzando a la 21ª División, la 90ª División ligera y la División Blindada “Littorio“ directamente hacia el objetivo. Las unidades partieron esa misma noche, con el XXI Cuerpo italiano avanzando por la costa y la 90ª Panzer y el X Cuerpo italiano, en línea paralela, algo más al sur. En la mañana del 27, los alemanes giraron hacia el norte y la “Littorio” lo hizo en dirección sur, con el firma propósito de envolver a la 5ª División Blindada hindú. La acción, como se ha dicho, fue contundente y eso permitió a las fuerzas del Eje proseguir su marcha hacia la costa, en dirección a Ras Hawala, cerrando el cerco sobre Marsa Matruth, sobre la que cargó el grueso de las fuerzas italianas. El 2 de julio, Rommel decidió lanzar al Africa Korps al ataque, decidido a capturar la altura de Ruweisat, pero a media mañana, sus fuerzas se toparon con el 23º Batallón neozelandés que las detuvo. Intentos posteriores se estrellaron contra el fracaso, más cuando en horas de la noche la RAF llevó a cabo violentas incursiones aéreas, forzando a los alemanes a retirarse. El día 6, los neozelandeses cargaron a la bayoneta en Ddeir el-Qatani, logrando adelantarse hasta Mungar Wahla y al día siguiente atacaron junto a ingleses, escoceses y galeses a la División “Littorio” pero fueron rechazados y obligados a retirarse. Lo mismo le ocurrió al general Auchinlek por la noche, al lanzar a la 24ª Brigada Australiana contra la 15ª Panzer.

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Tanque italiano de la 133 División Blindada "Littorio"

Alemanes e italianos se hicieron fuertes en el paso de Qartet Abu Saq y Mungar Wahla y eso les permitió a lanzar el día 8 a las divisiones “Brescia” y “Pavía” sobre Ruweista y Alam el-Dihmaniya respectivamente mientras la artillería alemana batía El-Mreir. Contraataques hindúes y británicos contra las divisiones acorazadas italianas no lograron resultados y terminaron por ser rechazados. El 9 de julio, las divisiones 21ª Panzer y “Littorio” se posesionaron de Kaponga, recientemente abandonada por los neozelandeses en tanto la División “Brescia” seguía su avance hacia el norte para capturar Deir Umm Khawabir. En las primeras horas del siguiente día, el Grupo II/1 de Artillería Celere italiano, al mando del bravo mayor Leopoldo Pardi, fue desafectado de la 21ª División Panzer, donde servía desde el comienzo de la campaña, para ser incorporado al 7º Regimiento Bersaglieri de la 102ª División Motorizada “Trento”, afectada al frente septentrional, en espera de un inminente ataque por ese sector. Pardi gozaba de la más alta estima entre los oficiales alemanes, por su heroica actuación en la defensa del paso de Halfaya, razón por la cual, cuando supieron de sus graves heridas al ser atacado por la 9ª División de Infantería Australiana, que rodeó y casi aniquila su unidad, todos ellos lo lamentaron profundamente. Enterado Rommel de lo ocurrido, puso a su servicio su médico personal e incluso su vehículo todo sector y su avión para que fuera evacuado del frente pero el 12 de julio, Pardi falleció para pesar del gran mariscal alemán y su Estado Mayor, quienes elevaron plegarias en su memoria.

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Mayor Leopoldo Pardi Como si de un homenaje a su memoria se tratase, la “Littorio” alcanzó ese día El-Taqa, en el extremo sur del dispositivo ofensivo, después de contener y rechazar un ataque de fuerzas blindadas británicas. Esa misma noche, la valerosa División “Pavia” alcanzó Ruweisat y algo más al sur, el 19º Regimiento de Infantería y el 1 Regimiento de Artillería de la 27ª División Motorizada “Brescia” lograban afianzar sus conquistas y rechazar el ataque de las 4ª y 5ª brigadas neozelandesas, provocándoles considerables pérdidas. El día 10, los aliados llevaron a cabo un violento contraataque después de contener una acometida del 5º Regimiento Panzer en Alam Nayil. En Deep Well la 4ª Brigada Acorazada británica atacó a la División “Littorio” y la obligó a buscar refugio en Bab el-Qattara, pero al día siguiente, las artillerías combinadas de las divisiones “Pavia” y “Brescia” rechazaron a los tanques británicos y la infantería neozelandesa, obligándolas a dar media vuelta y desperdigarse por el desierto, dejando numerosos muertos y heridos en el camino, amén del equipo destruido. Comprendiendo que los alemanes no iban a poder brindar apoyo a sus aliados italianos, el general Claude Auchinleck decidió golpear a estos últimos con la 2ª División de Infantería neozelandesa, pero debió suspender el asalto porque los mandos del país oceánico no lograban ponerse de acuerdo. Según su parecer, su división blindada no iba a poder coordinar un asalto con la infantería por falta de adiestramiento. Finalmente, el día 13 se decidió llevar a cabo la acometida. La infantería neozelandesa recibió la directiva del general William H. E. Gott de ocupar el punto 63 próximo a Ruweisat y la 5ª Grigada hindú, la del general William H. Ramdsen, indicando ocupar la porción oriental hasta la colina 64, sobre la derecha. Durante las acciones del mes de agosto, las fuerzas italianas combatieron con el mismo vigor. El 31 por la noche, las unidades británicas esperaban en vano a los vehículos del tren logístico para que los abastecieran de combustible cuando sus defensas fueron atacadas por el enemigo aunque la agresión logró ser contenida. Aprovechando ese momento, Rommel reorganizó sus fuerzas recurriendo a sus unidades de reserva y con la División “Littorio” cubriéndole la espalda, se lanzó al ataque posicionando a las divisiones “Ariete” y “Trieste” en la retaguardia, cerrando la formación. Pese a la derrota que sufrieron las fuerzas del Eje, que en vano esperaron los 5000 galones de combustible que se fueron a pique frente a las costas de Libia al ser torpedeados los buques cisterna que los transportaban, las divisiones peninsulares hicieron prodigios, cubriendo los flancos de sus pares alemanas y acometiendo en medio de una lluvia de fuego. Durante la segunda batalla de El Alamein, el 23 de octubre de 1942, los italianos volverían a dejar en alto el honor de sus fuerzas armadas cuando los aliados pusieron en marcha la Operación “Sobrecarga”, oportunidad en que la División Littorio, reforzada por un Batallón Bersaglieri, volvió a jugar un papel fundamental, prestando cobertura a la 15ª División Panzer durante la captura del punto señalado como colina 28. Mientras eso sucedía, sus pares “Ariete”, “Brescia” y “Folgore” hacían lo propio con la 21º en El Daba.

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La acometida italiana logró desalojar de sus posiciones a la 2ª sección del 17º Batallón australiano que la defendía en tanto la División “Trieste” avanzaba resueltamente hacia Fuka, victorias que los apresurados historiadores de posguerra suelen adjudicar pura y exclusivamente a los alemanes.

Los Bersaglieri toman por asalto una posición británica (ilustración británica) El 28 de octubre los panzer de la 15ª División y los tanques de la “Littorio” arrollaron a la 133ª Brigada británica que intentaba recuperar las posiciones perdidas, tomándoles numerosos prisioneros, pero en los días que siguieron, las fuerzas aliadas, provistas de combustible y mucho más numerosas, lograron revertir la situación, sobre todo gracias a la acción de la RAF, abortando un intento de Rommel de penetrar por el norte. De esa manera, comenzaron a recuperar terreno e hicieron retroceder a las fuerzas del Eje. El 4 de noviembre las divisiones “Littorio”, “Ariete” y “Trieste” fueron atacadas por la 1ª y 10ª divisiones blindadas británicas hasta su aniquilamiento. Radio Berlín anunció ese día: “…los italianos lucharon hasta el último hombre”, en tanto el periodista Harry Zinder, corresponsal de la revista “Time”, escribió en su libreta de notas: “Los italianos lucharon mejor de lo que se esperaba. Para ellos, fue una decepción terrible la actitud de sus aliados alemanes. Habían peleado una gran batalla. En el sur, la famosa división Folgore luchó hasta la última ronda de municiones. Dos divisiones blindadas y una motorizada que habían sido intercaladas entre las formaciones alemanas supusieron que se les permitiría retirarse junto a las 21ª, 15ª y 19ª Panzer de Rommel, pero eso no fue así. Cuando se hizo evidente para Rommel que tenía pocas esperanzas de sostener sus posiciones entre El Daba y la frontera, sus tanques dieron media vuelta y se retiraron, dejando a los italianos solos, combatiendo en la retaguardia […]. Los italianos fueron traicionados por sus aliados alemanes y se alegraron de no tener que luchar más junto a ellos. Habían combatido bien; incluso los oficiales británicos elogiaron sus cualidades”. Nada de esto dicen la mayoría de los historiadores al abordar la campaña del desierto. Solo se limitan a generalizar, adjudicando los logros y las proezas a los alemanes y mencionando a los italianos muy de soslayo, por lo general, cuando de derrotas se trata. Pese a que el moderno ejército italiano a reconstituido varias de las unidades militares que se desempeñaron en la Segunda Guerra Mundial, la heroica 133ª División Blindada “Littorio” no ha sido reorganizada, debido a que su nombre está en extremo asociado al fascismo, una actitud errada si se tiene en cuenta que se trató de una unidad de combate, ajena a cualquier crimen y atrocidad que se le pueda endilgar al régimen

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Oficiales bersaglieri en Libia .

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Segunda batalla de El Alamein (octubre/noviembre de 1942) Fuentes -Davis Aldea, The Battle of Mersa Matruhhttp (//www.comandosupremo.com/mersa.html/2). -Harry Zinder, “A Pint of wather per man”, “Time magazine”, 16 de noviembre de 1942.

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Xª FLOTTIGLIA MAS La heroica 10ª Flotilla de Vehículos de Asalto italiana

Lanchas torpederas de la Xª Flottiglia MAS La Xª Flottiglia MAS (Décima Flotilla de Vehículos de Asalto) es, sin duda, la unidad de élite más importante de las fuerzas que Italia desplegó durante la guerra, célebre por las arriesgadas misiones que sus comandos llevaron a cabo tras las líneas del enemigo. Sus osadas incursiones, sus exitosos ataques y la audacia demostrada por sus hombres la convirtieron en leyenda y aún hoy es recordada con admiración tanto por sus contemporáneos, como por el enemigo, que supo reconocer en ella a una de las fuerzas de combate mejor preparadas de la Segunda Guerra Mundial. Sus orígenes se remontan a la Gran Guerra, cuando en una de las últimas acciones bélicas, a solo diez días de su finalización, dos buzos tácticos de la Regia Marina, Raffaele Paolucci y Raffaele Rosetti, ingresaron a bordo de un torpedo tripulado en el puerto de Pula, sobre la costa dálmata (Croacia) y hundieron el acorazado austríaco SMS “Viribus Unites” y al carguero “Wien”, de la misma nacionalidad, colocando bajo sus cascos varias minas magnéticas. Los buzos italianos fueron hechos prisioneros y su torpedo “Mignata” confiscado por las autoridades imperiales, pero el objetivo se había logrado dejando preocupados a los mandos beligerantes. Cuatro meses antes (10 de junio de 1918), dos lanchas torpederas de la Regia Marina, al comando del capitán Luigi Rizzo, habían hecho lo propio con el acorazado SMS "Szent István" de la armada austro-húngara, surto en la isla de Premuda, sobre las costas de Dalmacia. Finalizada la contienda, el reino de Italia le encomendó a la Regia Marina la organización de una unidad de ataque para misiones especiales tras las líneas enemigas. El elegido para llevar a cabo el cometido fue el príncipe Junio Valerio Borghese, descendiente de la nobilísima familia sienesa-romana a la que perteneció el Papa Paulo V, quien puso manos a la obra de manera inmediata.

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Borghese, egresado de la Academia Naval de Livorno en 1922, fue designado comandante del submarino de 620 toneladas “Scire”, en 1933, donde revistaba cuando se le encomendó la misión de organizar la unidad especial. Acérrimo fascista, identificado plenamente con el régimen que había alcanzado el poder el mismo año de su egreso como cadete, el noble romano puso manos a la obra con determinación y al poco tiempo dio con dos especialistas que habrían de hacer historia junto a él, los ingenieros navales Teseo Tesei y Elios Toschi, quienes en esos momentos trabajaban en un proyecto que parecía amoldarse perfectamente a la misión encomendada. Tesei, nacido en la isla de Elba en 1909 había ingresado en la Academia Naval de Livorno en 1925, donde llamó la atención de sus superiores por su perseverancia e inventiva. Allí conoció al ingeniero naval Elios Toschi con quien, conversando sobre la audaz incursión que Paolucci y Rosetti habían llevado a cabo en las costas dálmatas a poco de la finalización de la Primera Guerra Mundial, comenzaron a pergeñar un proyecto que, a la larga, habría de ser incorporado por la Marina Real para llevar a cabo acciones en una guerra que aún nadie imaginaba. Menos de un año después, Tesei y Toschi terminaron la construcción de un primer prototipo que en el mes de octubre de 1935 fue probado con éxito en el puerto de La Spezia. Inmediatamente después, fue organizado en secreto el Grupo H que recibió el encargo de perfeccionar el dispositivo y sobre todo, su modo de empleo pues para entonces, Italia ya había se hallaba a punto de iniciar acciones militares en Etiopía y se avecinaban tiempos de conflicto que tenían en estado de alerta a todas las marinas de Europa. En vista del éxito alcanzado por el mini-sumergible, Marina dispuso la construcción de otros dos y el montaje de una base secreta en la desembocadura del río Serchio, en las costas toscanas, donde el arma fue evaluada y probada en numerosas oportunidades. De ese modo nació el SLC “Maiale” (cerdo en italiano), un nuevo torpedo humano al que se le había incorporado un dispositivo especial que permitía a los tripulantes respirar bajo el agua durante dos horas. Se trataba de un aparato mucho más dinámico y versátil que el utilizado por sus connacionales en la Primera Guerra Mundial que, sin embargo, debió ser puesto en “stand by” durante un tiempo cuando los dos ingenieros navales recibieron nuevos destinos: Tesei como oficial y luego director maquinista de submarinos y Teschi en el arsenal de La Spezia, en tierra. Sin embargo, en sus tiempos libres, continuaron trabajando hasta lograr perfeccionar su invención. El nuevo prototipo estuvo listo a comienzos de 1938. Se trataba de una suerte de injerto de minisubmarino, motocicleta y torpedo de 7,30 metros de eslora, propulsado por un motor eléctrico de1,6 CV que accionaba la hélice. Podía sumergirse a más de 40 metros y llevar a bordo dos hombres sentados sobre su fuselaje a una velocidad de 3 nudos, con un alcance máximo de 15 kilómetros. Los tripulantes llevaban una suerte de traje de neoprene, máscara y tubos de respiración que les permitían superar las dos horas de inmersión sin desprender burbujas, para no alertar al enemigo.

El SCL (Sciluro di Corsa Lenta – Submarino de Carrera Lenta), disponía de un tablero de control donde se encontraba la palanca de mando que accionaba las aletas de dirección y profundidad, un reloj, compas magnético, voltímetro, señalizador de profundidad y estabilidad y dos aparímetros. Disponía de de dos asientos y un receptáculo para guardar herramientas. En 1938, Borghese y los dos ingenieros organizaron la 1a Flottiglia MAS que con el ingreso de Italia en el Eje, tras la firma del Pacto de Acero (22 de mayo de 1929), recibió órdenes de alistarse en previsión de una posible entrada en guerra.

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Príncipe Junio Valerio Borghese Comandante de la Xª Flotiglia MAS Las primeras acciones de la unidad tuvieron lugar a poco la entrada de Italia en la conflagración. La primera operación fue proyectada contra el puerto de Alejandría, principal base naval británica en el norte de África. En la oportunidad, el alto mando naval mandó alista el submarino “Iride”, que debía llevar a bordo cuatro SLC “Maiale”, encabezando una flotilla compuesta por una motonave y una lancha torpedera, pero la operación fue abortada cuando un sorpresivo ataque inglés, el 22 de agosto de 1940, hundió al sumergible y provocó daño a otras unidades. La segunda misión fue programada para el 24 de septiembre, cuando se le encomendó al príncipe Borghese, comandante del submarino “Scirè”, un ataque a Gibraltar (Operación B-G.1), pero la misma fue cancelada por el alto mando a último momento. Se programó entonces la Operación B.G.2 para el 30 de septiembre de 1940, son el “Scirè” escoltado por el submarino “Gondar”, que en plena travesía fue hundido por el HMS “Stuart”, contratiempo que obligó a su compañero a regresar a su base. Fue necesario esperar hasta marzo de 1941 para poner en marcha una nueva misión de ataque, después de reestructurar a la unidad y trazar nuevas estrategias. Nacía de ese modo la Xa Flottiglia MAS, cuya primera misión fue un golpe comando en el puerto cretense de Suda. Para el mismo, se le encomendó a la Regia Aeronautica efectuar una serie de misiones de reconocimiento sobre el objetivo, que confirmaron la presencia de numerosos buques británicos. De esa manera, el 25 de marzo zarparon de la isla de Zeran el pleno mar Egeo, los destructores “Sella” y “Crispi”, llevando a bordo tres SCL “Maiale” cada uno en sus compartimentos cilíndricos sellados, provistos de una carga de 300 kg de explosivos. A las 23.00 las unidades de mar italianas penetraron lentamente en la bahía y media hora después, cuando se hallaban a 10 millas del objetivo, bajaron al agua a los seis Maiale y se alejaron, para no ser detectados. Los torpedos humanos, guiados por el teniente Luigi Faggioni, se aproximaron cautelosamente a la rada, sorteando primeramente la red submarina que cubría su perímetro, practicando varios cortes y cuando se hallaban a menos de tres millas de la costa, seleccionaron el objetivo, el HMS “York”, el cisterna noruego “Pericles” de 8300 toneladas de desplazamiento, un buque mercante y un petrolero. Los SCL se aproximaron a los cascos muy lentamente, y una vez debajo de ellos, sus tripulaciones procedieron a colocar las minas explosivas, fijándolas a las quillas con cables y después de regular sus relojes para que las espoletas les dieran el tiempo suficiente para alejarse, giraron y se retiraron.

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En momentos en que los incursores salían de la rada, las cargas explosivas detonaron, sacudiendo el área con inusitada violencia. Mientras los buzos, con la ayuda de las tripulaciones, izaban los SCL y los fijaban en sus respectivos compartimentos, los buques enemigos comenzaron a hundirse. Los destructores italianos se alejaban en dirección a sus bases cuando la tripulación del HMS “York” hacía esfuerzos supremos por encallar la nave en un barranco de la bahía y evitar su pérdida. El “Pericles” y las otras dos naves, no tuvieron la misma suerte, el buque noruego quedó parcialmente sumergido, con su quilla apoyada en el fondo, pero el mercante y el cisterna se perdieron inexorablemente bajo las aguas. Los comandos italianos habían propinado un golpe formidable.

Ing. Naval Teseo Tesei Después de descartar dos incursiones contra Edda y Gibraltar, el comando naval italiano puso en marcha la Operación Veletta-2 sobre el puerto del mismo nombre, en la estratégica isla de Malta, pero la misma encontró a los británicos preparados (25 de julio de 1941) y la Regia Marina perdió un total de 33 efectivos, 15 de ellos muertos y los 18 restantes capturados, además de veinte torpedos humanos hundidos. Uno de los marinos muertos durante la incursión fue nada menos que Teseo Tesei, lo que constituyó un golpe sumamente grave para la Xa Flottiglia y la armada en general. A raíz de ello,l alto mando decidió efectuar una nueva reestructuración de la unidad, designando para comandarla al capitán ucraniano Eugenio Wolk, un descendiente de la nobleza rusa, que tras la revolución comunista había migrado con su familia hacia la península. El príncipe Borghese creyó que se trataba del hombre ideal para dirigirla y en ese sentido, lo convocó una mañana a su despacho para incorporarlo. Wolk, que hasta el momento se desempeñaba como director de la Escuela de Buzos de la Academia Naval de Liovorno, y al poco tiempo se hallaba al frente de la unidad, incorporando como novedad un cuerpo de hombres-gamma que había estado entrenando. Fue él quien planificó la Operación B.G.4 contra Gibraltar. La misma se llevó a cabo el 20 de septiembre de 1941 y arrojó como resultado el hundimiento del mercante artillado “Durban” y los petroleros “Denbydale” y “Fyona Shell”, otro golpe demoledor para las fuerzas de Su Majestad. El acción más espectacular de la Xa Flottiglia MAS tuvo lugar entre el 18 y el 19 de diciembre de 1941 en el puerto de Alejandría y ha quedado registrada en los anales de la historia naval militar como uno de las misiones más audaces y mejor planificadas de todos los tiempos.

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Para llevarla a cabo, el príncipe Borghese escogió a los hombres más capacitados de la unidad, por saberlos capaces de acometer las acciones más audaces, con disciplina y sangre fría. Fueron ellos, Emilio Bianchi, Vincenzo Martellotta, Mario Marino, Spartaco Schegart, Antonio Marceglia y su comandante, el marqués Luigi Durand della Penne. Hasta ese momento, los buques británicos se habían convertido en la pesadilla para la Regia Marina en el Mediterráneo, ya que desde el comienzo del conflicto, habían hundido miles de toneladas de cargamento transportado por los numerosos convoys italianos y alemanes que se aventuraban por sus aguas. Por esa razón, era imperioso hacer algo a la mayor brevedad posible para contrarrestar aquel contundente accionar que impedía el reabastecimiento de los ejércitos propios en el norte de África. A mediaos de noviembre, personal naval del puerto de La Spezia introdujo con sumo cuidado tres Maiale en los compartimentos cilíndricos sellados del submarino “Scirè” y pocas horas después, la unidad naval se hizo a la mar, al comando del valeroso príncipe Borghese. Después de dos días de navegación, el sumergible asomó su periscopio por entre las aguas del Mediterráneo oriental y pudo apreciar el puerto de Alejandría en todo su esplendor, con su ajetreada actividad y las unidades de superficie amarradas en sus muelles. Borghese volvió a introducir le periscopio y acto seguido, impartió las primeras órdenes. Había que guardar el mayor silencio posible y esperar la llegada de la noche para lanzar el ataque. La tripulación ocupaba sus puestos cuando los marinos de la dotación procedieron a retirar los torpedos de sus receptáculos, muy lentamente, con mucho cuidado, para que los comandos del marqués Durand della Penne pudiesen hacer la inspección de rutina y, de ser necesario, los ajustes pertinentes. Finalmente, en plena obscuridad, el “Scirè” inició su aproximación e ingresó lentamente en la bahía para lanzar los SCL. El marqués Durand y Emilio Bianchi abordaron el Nº 1y una vez fuera, navegaron sumergidos hacia la rada en la que se hallaba surto el HMS “Valliant”; Marceglia y Schergat lo hicieron en dirección al HMS “Queen Elizabeth” y Martellotta y Marino hacia un carguero de 16.000 toneladas de desplazamiento que no estaba en los planes porque su blanco, el portaaviones HMS “Eagle”, no se encontraba en el lugar. Los torpedos humanos viajaron en inmerción hasta su primer escollo, las mallas metálicas antisubmarinos dotadas de cargas explosivas que los británicos habían tendido a la entrada del puerto, además del considerable número de centinelas que vigilaban día y noche. Navegando con mucha cautela, Durand y Bianchi llegaron hasta el HMS “Valiant”, pero en ese preciso instante, su Maiale se hundió, llevándose consigo al segundo hacia las profundidades. Sin desfallecer y haciendo un esfuerzo sobrehumano, Durand se sumergió y extrajo del torpedo la carga explosiva y la subió hasta el casco de la nave, fijándola a la quilla con sus correspondientes cables. Agotado, salió a la superficie y entonces vio a su compañero casi sin vida debido a que a causa de una falla en su mecanismo, sus tanques casi no le pasaban oxígeno.

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Personal naval italiano procede a embarcar un SCL Maiale en un submarino

Sujetándolo con fuerza nadó hasta un muelle cercano, pero en el preciso momento en que se disponían a salir del agua, fueron descubiertos y capturados. Los comandos italianos terminaron en la sala de un edificio en la que fueron interrogados por varios oficiales, pero solo se limitaron a dar sus nombres, rangos y número de serie. Los británicos despertaron al almirante Cunningham (hermano del general que combatía contra Rommel en el desierto) y le informaron la novedad. El alto oficial dispuso que los dos prisioneros fueran encerrados en los compartimientos ubicados en los niveles inferiores del “Valiant” y allí los dejaron, esperando que atemorizados, dijesen si la nave estaba en peligro y el lugar donde habían colocado los explosivos. Mientras tanto, la operación seguía adelante. En las primeras horas del 19 de noviembre, Marceglia y Schergat colocaron sus cargas bajo el casco del cisterna “Sagona” y se retiraron. A las 06.00 de la mañana, antes de que saliera el sol, una terrible explosión conmocionó a la milenaria ciudad fundada por Alejandro Magno y pareció sacudir hasta los cimientos las instalaciones portuarias. El buque comenzó a arder y enseguida se escoró, para comenzar a hundirse lentamente en la rada. El estallido también dañó al destructor HMS “Jervis” que en esos momentos trasvasaba combustible desde el petrolero a sus tanques. En medio de la conmoción, en el HMS “Valiant”, el marqués Durand della Penne mandó llamar su comandante, el capitán Charles Morgan, para decirle que debía evacuara a su dotación porque en menos de diez minutos, el buque iba a volar por los aires. Morgan volvió a preguntar en qué lugar se encontraba amarrada la carga, pero el italiano se negó a contestarle. Entonces, sin perder tiempo, el oficial británico ordenó a su tripulación abandonar inmediatamente la nave y así ocurrió. Cuando los relojes señalaban las 06.20 una nueva explosión sacudió el sector portuario y la nave de guerra comenzó lentamente a inclinarse hacia babor mientras una densa columna de humo emergía desde sus niveles inferiores.

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En el apuro, los británicos habían olvidado de echar llave al camarote en el que se encontraban detenidos Durand y Bianchi y eso les permitió escapar a tiempo. Mientras lo hacían (06.24), un tercer estallido hizo volar al HMS “Queen Elizabeth”. La misión se había cumplido al pie de la letra, pero los comandos italianos acabaron por ser capturados en diferentes puntos del acceso al puerto y enviados a un campo de prisioneros. Pero el alto mando británico estaba por demás preocupado y no era para menos, ya que en menos de dos meses habían perdido cinco acorazados y varios buques cisterna y eso ponía en riesgo su supremacía en el mar Mediterráneo. En el mes de marzo de 1942, el almirante Arturo Ricciardi jefe del Estado Mayor de la Regia Marina, dispuso el envío hacia el Mar Negro de una sección de la Xa Flottiglia MAS destinada a operar en el frente ruso, respondiendo a una solicitud del almirante Reader, comandante en jefe de la flota alemana, cursada por cablegrama el 14 de enero de ese mismo año. La integraban cuatro lanchas torpederas del denominado Gruppo Flottiglia MAS e Motosiluranti, de 24 toneladas de desplazamiento, seis sumergibles de bolsillo CB de 35 tn, cinco buques torpederos e igual número de barcos de asalto, con los que quedó constituida el Escuadrón 101, al comando del capitán de fragata Francesco Mimbelli. La flamante unidad se puso en camino por vía terrestre en el mes de mayo, encabezando un convoy de 28 vehículos, que partió del puerto de La Spezia el 25 de abril. La extensa caravana llegó a Viena el día 30 y después de descargar sus naves de los camiones y tractores en los que habían llegado a la gran capital de Austria, siguió por el Danubio hasta el puerto rumano de Constanza, donde hizo su arribo al día siguiente, pasando inmediatamente a las bases navales de Yalta y Teodosia, (Crimea) que serían su asiento de operaciones durante la primera fase de la campaña. El radio de acción de las unidades italianas iba a ser el cuadrante señalado por la ciudad de Sebastopol, en la costa occidental de Crimea, las base navales de Novorossijsk y su par de Tuapse. La primera acción de envergadura que la Flottglia llevó a cabo en su nuevo destino tuvo lugar la noche del 11 de junio de 1942, cuando los MAS hundieron un vapor de 5000 toneladas de desplazamiento y dos días después, averiaron un transporte de 10.000 tn que luego la Lufftwafe de encargó de mandar a pique. En respuesta a esa acción, la fuerza aérea rusa, apoyada por unidades de superficie, bombardeó Yalta, destruyendo el submarino CB que comandaba el subteniente Farolfi. Sin embargo, aquel golpe no iba a hacer mella en el espíritu de los italianos. El 15 del mismo mes, los sumergibles CB Nº 2 y Nº 3 hundieron a los submarinos soviéticos S32 y SHCH 306 cuando navegaban sobre la superficie y el 18 atacaron una poderosa columna integrada por dos barcazas de transporte de tropas repletas de soldados y seis cañoneras que se desplazaban en dirección a Sebastopol. Los italianos torpedearon uno de los transportes y tres de las cañoneras, mandándolas al fondo del mar, lo que les permitió capturar más de cuarenta prisioneros, pero en la acción pereció el bravo subteniente Ettore Bisagno, que fue alcanzado por un disparo cuando se desplazaba en el MAS 571. Durante la captura de Sebastopol y Balaklava, los italianos destacaron por su coraje y arrojo, asombrando, incluso, a sus aliados alemanes y rumanos. En la oportunidad, el capitán Salvatore Todaro, oriundo de Messina, embistió numerosas veces contra transportes navales que intentaban evacuar personal especializado, logrando abortar sus intentos. Más de 65 misiones llevaron a cabo las unidades italianas durante las acciones que se desarrollaron en las aguas en torno a Crimea, superando incluso a sus sumergibles CB y torpederos. Fue tal el coraje y la valentía desplegada por los peninsulares, que el propio almirante Karl Georg Schuster, comandante del Grupo Sur de la armada alemana, cursó un telegrama de felicitación a su par italiano, el almirante Ricciardi, resaltando “…el espíritu combativo de la tripulación italiana a las órdenes del Capitán Mimbelli”.

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CF Francesco Mimbelli Llevó a cabo audaces misiones contra los rusos en el Mar Negro

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El avance de las fuerzas del Eje en Rusia, en la que combatían 250.000 italianos, permitió a la X Flottiglia MAS desplazar su base hacia Iwan Baba e incursionar en el Mar de Azov. Su misión en el nuevo sector: contener los ataques navales del enemigo provenientes del este. Tal vez la acción más espectacular de la campaña que la Xa Flottiglia llevó a cabo en el Mar Negro fue el hundimiento del crucero pesado CCCP “Molotov”, al comando del contralmirante Nicolai Y. Basisty y la puesta fuera de combate del cazatorpedero CCCP “Kharov”, al sur de Kerch, la noche del 2 al 3 de agosto, cuando las naves rusas intentaban cortar el paso a un grupo de transportes alemanes. Las torpederas 568, al mando del subteniente Emilio Legnani, 569, al del subteniente Ferrari y el 573, dirigida por el capitán Castagnacci, se aproximaron cautelosamente a las naves soviéticas cuando las mismas disparaban sus poderosos cañones contra Teodosia e Iwan Baba y cuando estuvieron a distancia les lanzaron sus torpedos. El del subteniente Legnani impactó directamente en la proa del “Molotov”, abriendo una profunda vía de agua en su casco que inició su inclinación hacia babor.

Mientras la nave comenzaba a hundirse, el “Kharov” se lanzó en persecución de la 568 disparándole con toda su artillería pero su comandante, rápido de reflejos, ordenó a la tripulación preparar las diez bombas de profundidad que formaban parte de su armamento y después de regularlas a profundidad mínima para que hicieran explosión en el momento preciso, las hizo lanzar al agua, una detrás de otra, detonando con una sucesión precisa, cuando la nave rusa pasaba encima de ellas, provocándole varias fisuras en el casco que lo forzaron a virar y alejarse en dirección a su base. Legnani, por su parte, llegó sano y salvo a Yalta pero su MAS presentaba varios impactos en su estructura, que obligaron al personal técnico a trabajar aceleradamente para dejarlo nuevamente operativa. Las unidades 573 y 560 regresaron a su base, sanas y salvas, en las primeras horas del 3 de agosto. En cuanto al “Molotov”, los rusos debieron remolcarlo hasta el puerto de Sotchi, donde permaneció inactivo durante varios meses. Las torpederas 571 y 573 fueron hundidas junto a una barcaza durante una ataque de la aviación soviética la tarde el 19 de septiembre, luego de una visita del almirante Reader a la base de Yalta; las 567. 569 y 572, sufrieron graves daños pero logaron ser reparadas

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La situación en el frente oriental se iba complicando para las fuerzas del Eje, razón por la cual, la falta de combustible prácticamente paralizó las operaciones de la Xa Flotiglia en el Mar Negro. Aún así, se las ingeniaron para seguir golpeando en el dispositivo enemigo y de esa manera, entre los meses de enero y abril de 1943 llevaron a cabo algunas acciones ofensivas, apoyando el intento alemán de establecer una cabeza de puente en Novorossjisk, donde participaron siete de sus torpederas MAS. Pese a la embestida, sus intentos en la zona de Anapa, no darían resultados. Las pérdidas de los puertos de Iwan Baba y Teodosia puso fin de la presencia italiana en el Mar Negro y el comienzo de la debacle germana. Aún así, se lanzaron algunas ofensivas el 13 de mayo, que se complementaron con la acción de los sumergibles que desde la reconquista de Sebastopol por los rusos, tenían la misión de controlar el tráfico naval desde el Bósforo. Uno de ellos, comandado por el teniente Armando Sibille, hundió con sus torpedos a un submarino ruso sin identificar.

Salvatore Todaro Las unidades sobrevivientes de la Xa Flottiglia MAS recibieron la orden de replegarse hacia el puerto rumano de Constanza y allí se encontraban, en muy mal estado, cuando en 1944 los rusos se apoderaron de la región La unidad naval italiana tuvo destinos en frentes distantes, como el del lago Ladoga, al sur de Finlandia, en la frontera con Rusia, hacia donde fueron enviadas por vía terrestre a través de Austria y Alemania las MAS 526, 527, 528 y 529, de la recientemente organizada 12ª Escuadrilla, junto a los 90 efectivos que la integraban, encabezados por el capitán de corbeta Giuseppe Bianchini. El derrotero que los comandos italianos comenzó en La Spezia, el 25 de mayo de 1942 y finalizó en el mar Báltico, después de atravesar Innsbruck, Munich, Berlín y Stettin (actual Szczecin), donde las lanchas fueron desembarcadas para navegar primero hasta Helsinski y luego a Vijpuri, donde volvieron a ser cargadas en vehículos alemanes para seguir por tierra hasta Punkasalmi y desde allí hasta el puerto de Lahdenpohja, a orillas del Ladoga. En ese punto, las MAS volvieron a ser echadas al agua para navegar hasta su base, en el puerto lacustre de Sortanlahti, donde arribaron el 21 de junio, luego de recorrer 3105 kilómetros en 26 días, bajo la supervisión del capitán Orazio Bernardini. Sin perder tiempo, los comandos italianos iniciaron una serie de patrullas y misiones de reconocimiento hasta que, en el mes de octubre, se vieron a abandonar el lago, que comenzaba congelarse, para trasladarse hasta la base que les había sido asignada en Reval, sobre las costas de Estonia. En esos cuatro meses, sostuvieron diecisiete enfrentamientos armados en los que hundieron un cañonero Clase 1 (lancha torpedera MAS al comando del subteniente Renato Bechi) y un carguero de 1300 tn, además de dañar a otras unidades, incluyendo un convoy. En enero de 1943, los rusos lograron abrir un corredor al sur del Ladoga, y de ese modo, pudieron aprovisionar no solamente a las fuerzas que tenían acantonadas en aquel sector, sino a la misma Leningrado, que había padecido un pavoroso cerco de meses, que redujo su población de 3.200.000 de habitantes a 2.500.000.

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El 14 de julio de 1942, la Xa Flottiglia llevó a cabo en Gibraltar uno de sus golpes más espectaculares (Operación B.G.5) cuando una docena de buzos destruyeron cuatro buques de la flota británica que llevaban un total de 10.000 toneladas de suministros en sus bodegas. Para lograrlo, agentes encubiertos italianos alquilaron una casa en Villa Carmela, localidad próxima a Puente Mayorga (Algeciras) y poco después, comenzaron a recibir, a través de Francia, las cargas explosivas con las que pensaban hundir a las unidades surtas en la base. La noche del 13 de julio, el buque nodriza “Olterra” se aproximó sigilosamente al objetivo y tras detener sus máquinas, abrió su compuerta sumergida y dejó salir a los seis torpedos-humanos que comandaba el alférez Agostino Straulino. En plena travesía, bajo las obscuras aguas de Gibraltar, los Maiale y enfilaron hacia sus objetivos. Trabajando con gran pericia, los doce hombres-gamma sujetaron sus explosivos a las quillas del SS “Meta”·, el SS “Shuna” y el “”SS “Barón Bouglas” y luego se dirigieron hacia el SS “Empire Snipe”, para efectuar el mismo procedimiento.

Un buzo italiano emerge de un submarino Las explosiones no solo conmocionaron al personal de la base sino que estremecieron a los pobladores de Algeciras que al asomarse por las ventanas y mirar en dirección al peñón, vieron a las cuatro embarcaciones envueltas en llamas . Golpeados nuevamente en una de sus principales bases del Mediterráneo y heridos en su amor propio, los británicos presentaron quejas al gobierno español, acusándolo de complicidad con las fuerzas del Eje y redoblaron su vigilancia, rodeando a la base con trampas explosivas, destinadas a evitar nuevas incursiones. Aún así, el 29 de agosto los italianos regresaron y hundieron en sus narices al HMS “Eridge” y en la madrugada del 15 de septiembre hicieron lo propio con el mercante “Ravens Point” al que enviaron al fondo del mar con toda su carga (Operación B.G.6). No tendrían la misma suerte el 7 de diciembre, cuando intentaron repetir la operación, perdiendo tres Maiale y cinco de los seis efectivos que los tripulaban El 12 de diciembre los comandos navales italianos golpearon nuevamente en otro punto clave de las fuerzas aliadas, en esta oportunidad el puerto de Argel, hundiendo en medio de terribles explosiones a cuatro naves surtas en sus muelles. Los hombres-gamma y sus Maiale llegaron a bordo del submarino “Ambra”, cuyo comandante, el capitán de corbeta Mario Arillo, se posicionó frente a la capital argelina y cuando los relojes de a bordo daban las 19.40 del día 11, abrió sus exclusas y dejó salir a los dos primeros buzos para que lo guiasen hasta el interior de la bahía. El desplazamiento bajo las aguas se hizo en el más completo silencio y llevó cerca de tres horas hasta que el comandante encontró la posición adecuada para abrir sus exclusas y dejar salir a los tres torpedos humanos con sus seis tripulantes y los diez hombres-rana que debían llevar a cabo tareas de observación y apoyo.

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La maniobra de salida de los Maiale comenzó a las 22.34 y finalizó a las 23.04. La consigna era clara; una vez finalizado el ataque, el “Ambra” esperaría hasta las 03.00 del día siguiente y si ninguno de los comandos se presentaba, se retiraría hacia aguas abiertas, dejando a los hombres de la Flottiglia librados al su azar. El primero de ellos experimentó fallas y no pudo llegar al objetivo, razón por la cual, sus tripulantes procedieron a destruirlo y luego se dirigieron hacia una playa cercana, donde, al cabo de una hora, fueron capturados. Pero para los aliados ya era tarde porque en ese preciso momento, las bombas explotaron, desencadenando un verdadero pandemónium. Los cargueros “Armattan”, “Berto”, Empire Centaur” y “Ocean Vanquisher”, se fueron a pique desprendiendo densas columna de humo, con todo su cargamento a bordo. Pero las cosas no salieron del todo bien. Tal como se había estipulado, el “Ambra” aguardó hasta la hora indicada y más aún, emergiendo de tanto en tanto, para ver su sus hombres se aproximaban. Sin embargo, al ver que ninguno aparecía, viró y se alejó en dirección a La Spezia ignorando que el total de los comandos había sido capturado. Al día siguiente, murió en combate el capitán de corbeta Salvatore Todaro, al intentar un ataque comando contra el aeropuerto de Bona, sobre el litoral de Argelia, durante la Operación BO.G.1, que el mismo había planificado. El bravo comando italiano se desplazaba desde su base en el puerto de La Goleta (Túnez), a bordo de la nave de apoyo "Celofe", cuando fue ametrallada por un caza británico. El 8 de mayo de 1943 la Xa Flottiglia MAS asestó un nuevo golpe en Gibraltar, cuando sus hombresgamma hundieron a los cargueros “Pat Harrison”, “Camerata” y “Mashud”, regresando todos al “Olterra”. La operación más resonante de la Xa Flottiglia la llevó a cabo un solitario comando naval en varios puntos del litoral turco, el valeroso teniente Luigi Ferraro, eximio nadador, quien se ofreció voluntariamente para acometer la empresa. Desde hacía varios meses se tenía la certeza de que la neutral república de Turquía estaba suministrando cromo a las fuerzas aliadas, a través de buques mercantes griegos. En la primera semana de junio de 1943, Ferraro se presentó ante el cónsul italiano en la ciudad turca de Alejandreta (Iskenderun), Dr. Ignazio di Sanfelice, para enseñarle su pasaporte diplomático y su reciente “nombramiento” como agregado en misión especial. Sanfelice, ignorante de todo, le dio la bienvenida y después de presentarlo ante los empleados y funcionarios que allí trabajaban, lo condujo hasta el que sería su despacho. Ferraro se acomodó en su nuevo alojamiento, guardando con mucho esmero la valija que gracias a su inmunidad diplomática no había tenido que abrir en ninguno de los controles que tuvo que atravesar e inmediatamente después, salió a dar un paseo para “conocer” la ciudad, especialmente su puerto. El único que sabía de su misión era el canciller Giovanni Roccardi, en realidad un agente encubierto del Servicio Secreto de la Reale Marina, quien brindó al recién llegado toda la colaboración que le fue requerida. l 30 de junio por la noche, Ferraro tomó su maleta y se encaminó sigilosamente al sector portuario. Una vez allí, a resguardo en un lugar solitario, extrajo su traje de hombre-rana y después de sujetar dos alforjas a su cinturón, se introdujo en el agua para cubrir a nado los 2300 metros que lo separaban del “Orión”, transporte griego de 7000 tn que desde hacía un par de días cargaba el preciado metal en sus bodegas, bajo el cual sujetó las cargas explosivas que llevaba consigo. Fue necesario esperar una semana para que el buque abandonara la rada y saliera a aguas abiertas, donde los mecanismos de tiempo hicieron detonar las bombas, mandándolo a pique en menos de una hora.

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El hundimiento del “Orión” conmocionó al Alto Mando británico que lo creyó víctima de un submarino o una mina.

El valeroso teniente Luigi Ferraro

Una semana después, Roccardi le comunicó a Ferraro que en el puerto de Mersin acababa de fondear el carguero “Kaituna”, de 5000 tn, y que estaba listo para embarcar un nuevo cargamento de cromo. El día 9, abordaron ambos el automóvil de la legación y se dirigieron a ese destino, donde llegaron en horas de la tarde. Anochecía cuando Ferraro descendió y buscó un lugar adecuado para colocarse su traje de hombrerana y sumergirse en las templadas aguas. Mientras lo hacía, Roccardi se alejó, combinando una hora para pasarlo a buscar. Dos días después, el “Kaituna” navegada hacia Chipre cuando una de las cargas que llevaba sujeta bajo su casco estalló, provocándole dañándolo de consideración (la segunda no lo hizo), que lo obligaron a emitir varios S.O.S. Al ser revisado, una vez en puerto, los altos mandos aliados se dieron cuenta de lo que estaba ocurriendo. Aún así, en la madrugada del 31 de julio, Ferraro repitió la operación con el buque inglés “Sicilian” pero su capitán logró salvar a la nave porque antes de partir, siguiendo las instrucciones, mandó inspeccionar su casco y halló los explosivos. El fracaso no desanimó a los comandos italianos. El 2 de agosto, nuevamente en Alejandreta, Ferraro se sumergió en las aguas del puerto y nadó hasta el carguero noruego “Fernplant”, de 7000 toneladas, bajo el cual ató dos nuevas cargas explosivas. El buque zarpó el 4 de ese mes pero para asombro del buzo y de Roccardi, que observaban lo que ocurría desde cierta distancia, regresó a las pocas horas, navegando a escasa velocidad. Los italianos temieron entonces, un incidente diplomático con Turquía si la nave estallaba allí pero para su alivio, nada sucedió y a las 18.00 del día siguiente la vieron alejarse nuevamente, para perderse de vista a la distancia. Ya en aguas abiertas, una tremenda explosión abrió amplio boquete en su casco y la nave junto con su cargamento, fueron a dar al fondo del mar.

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El 8 de agosto, Ferraro simuló un ataque de malaria y de ese modo pudo regresar a su patria, habiendo cumplido con creces su misión. Junto con su colega Roccardi, eran responsables de la pérdida de 24.000 tn de un valioso cargamento mineral, del que los aliados esperaban dar buena cuenta. Pese a que Mussolini se hallaba detenido en la isla Maddalena, al norte de Cerdeña, desde el 25 de julio, la Xa Flottiglia MAS continuaba siendo leal al Alto Mando fascista, que no reconocía la autoridad del general Badoglio ni la del rey Víctor Manuel. De ahí que, pese al vuelco que había experimentado Italia tras el arresto del Duce, durante un tiempo, la unidad continuó efectuando incursiones contra las fuerzas aliadas. El 24 de agosto de 1943, el buque nodriza “Olterra”, volvió a aproximarse a Gibraltar para dejar salir de sus entrañas a tres Maiale con seis hombres a bordo, quienes se aproximaron sigilosamente al petrolero “Topshovdi”, de 10.000 tn, y a los piróscafos “Stanridge” (6000 tn) y “Harrison Gray Otis” (7000 tn), los tres acoderados en uno de los muelles y los hundieron, haciendo detonar poderosas cargas explosivas bajo sus cascos. Fue una de las últimas misiones de la unidad como tal y un nuevo golpe al dispositivo británico, que volvía a demostrar su vulnerabilidad frente a los ataques de la aguerrida división italiana. Tras la firma del armisticio, el 8 de septiembre de 1943, la Xa Flottiglia MAS mantuvo su fidelidad al Duce y después de prestarle juramente, se incorporó a la recientemente creada República de Salò, desconociendo la autoridad del nuevo gobierno italiano al acordando con los alemanes seguir combatiendo para las fuerzas del Eje.

Efectivos del la Xª Flottiglia MAS convertidos en fuerza de choque y represión e la República de Salò Su devoción al Duce se mantuvo hasta el final En la reunión que el príncipe Borghese mantuvo con los mandos germanos a poco de su llegada a Salò, se estableció que la unidad mantendría su uniforme, su bandera, sus insignias, el mismo reglamento disciplinario y sus tribunales militares.

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Lo alemanes estuvieron de acuerdo y de ese modo, la Flottiglia se transformó en una fuerza de represión destinada combatir a los partisanos comunistas y llevar a cabo acciones de tipo comando, tanto terrestres como navales, más allá de las líneas enemigas. Tras una reunión con Mussolini, Borghese dividió a su fuerza en trece batallones y tres grupos, incorporando soldados del ejército, paracaidistas, bersaglieris, tropas de montaña, efectivos de artillería y zapadores hasta totalizar 12.000 efectivos, incluyendo las aguerridas combatientes femeninas e incluso, niños buceadores, que prestaron valiosa colaboración. Hay quienes no encuentran explicación al hecho de que un hombre de la elevada condición del príncipe haya abrazado con tanto fervor la causa fascista y que sobre el final haya transformado a su valerosa unidad en una banda de carniceros y también hay quienes sostienen que fue un hombre leal, patriota y consecuente con su línea de pensamiento. Lo cierto es que el noble aristócrata, furioso admirador de Benito Mussolini, organizó a la Flottiglia estructurando una aguerrida fuerza anticomunista denominada División Décima, que fue incorporada a la Marina Nacional Republicana de la siguiente manera: Batallón “Lupo” Batallón “Fulmine” Batallón “Barbarigo” Batallón “Sagitario” Batallón “Serenísima” Batallón “Longobardo” Batallón “Castagagnacci” Batallón “Pegaso” Batallón “San Giusto” Batallón “Risoluti” Batallón “Vega” Batallón de Paracaidistas y Nadadores Batallón de Zapadores Alpinos “Valanga” 2º Grupo de Artillería “Da Giussano” 3º Grupo de Artillería “Colleoni” Servicio Auxiliar Femenino Comenzó de ese modo una despiadada guerra antipartisana en la que ambas partes demostraron valor y extrema crueldad.Una de las acciones de mayor riesgo que llevaron los integrantes de la División fue el rescate del Batallón “Fuimine”, que había quedado aislado en Tarnova Di Selva, por su par de Zapadores Alpinos “Valanga”. También destacaron por su combatividad y ardor los buzos y tropas mixtas aerotransportadas del Batallón de Paracaidistas y Nadadores, un millar de efectivos que dio encarnizada pelea a los partisanos en el Piamonte, Treviso, Vicenza, Lombardía y la región del Lago di Como. También combatieron a los partisanos yugoslavos en Goritzia, Eslovenia e Istria, penetrando profundamente en territorio Serbio y Croata junto a sus pares de los batallones “Fulmine” y “Lupo”, en extremo aguerridos y crueles. La División Décima cometió crímenes de guerra en Forno, donde ahorcó a 68 partisanos, en Borno Ticino, donde hizo lo propio con 12 civiles y Castelleto Ticino, fusilando a cinco civiles acusados de colaborar con las fuerzas aliadas. Tiempo después, redujeron a cenizas al pueblo de Guadine y en Crocetta del Montello rociaron con gasolina a varios militantes comunistas y los prendieron fuego. El 20 de febrero de 1944, una torpedera de la Xa Flottiglia MAS hundió al transporte norteamericano USS PC.545 y durante la batalla de Anzio, hizo lo propio con el crucero británico HMS “Penélope”, matando a 415 integrantes de su dotación. Fue su última presa de envergadura en el mar aunque no el fin de su accionar ya que algunas de sus lanchas torpederas llevaron a cabo misiones en las costas de la Provenza francesa durante la Operación “Dragón” así como también en Niza, Cannes, Mónaco y Capo Ferrato, en el sur de Francia, donde en horas de la noche del 25 de agosto de 1944, hundieron a dos torpederos estadounidenses y el 17 de abril del año siguiente, averiaron al buque francés “Trombé”.

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Un oficial naval saluda a un niño buceador de la Flottiglia

Otra de las innovaciones que aplicó el fascismo fue haber incorporado a sus filas a mujeres combatientes, algo que en aquellos días solo el ejército ruso practicaba. Y fue precisamente en la Xa Flottiglia MAS donde estas sirvieron en mayor número una vez instaurada la República de Salò. La mayoría de ellas eran jóvenes provenientes del Fascio Femenino de la Obra Nacional de Maternidad e Infancia y la Academia Femenina de Educación Física, que luego se incorporaron a las fuerzas armadas, sobre todo el Servicio de Avistamiento Aéreo de la Aviación Militar, La Unión Nacional para la Protección Aérea, Primeros Auxilios, Enfermería y el escalón de Mensajería. Cuando los alemanes crearon para Mussolini la República de Salò, numerosas jóvenes se enrolaron en el Ejército Republicano, para servir al Duce ahí donde él las necesitase. Pese a que el general, Graziani, comandante en jefe de las Fuerza Armadas del flamante estado, se opuso a su incorporación, las mismas fueron aceptadas y destinadas a diversas unidades, 300 de ellas a la Xa Flottiglia MAS donde formaron al Servicio Auxiliar Femenino. Las restantes, integraron secciones en el Ejército Republicano, la Guardia Nacional Republicana, las Brigadas Negras, el Ejército “Liguria”, las divisiones “Littorio”, las divisiones “Alpina” y “Monte Rosa” y la Legión “Muti”. Se llevaron a cabo desfiles en las principales ciudades de la Italia fascista y se aplaudió la iniciativa desde varios sectores, incluyendo la prensa. El asiento principal de las unidades femeninas fue el cuartel general de Venecia, donde tenía su comando Piera Gatteschi Fondelli, una ferviente fascista a la que se le concedió el rango de generala. Las condiciones para el ingreso era tener entre 18 y 45 años, aprobar el examen de patriotismo y moral y poseer un título elemental básico además de la autorización de la familia para incorporarse a la fuerza.

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Una vez aceptadas, las combatientes eran sometidas a un riguroso programa disciplinario que incluía ejercicios físicos, lucha y defensa personal, prácticas de tiro, higiene y conocimientos técnicos. Aprobado el curso, efectuaban el juramento a la bandera y al Duce y recibían sus diferentes destinos. Su uniforme consistía en guerrera y boina color caqui, pollera del mismo tono, que a veces reemplazaban por el pantalón, camisa negra, cinturón, medias y borceguíes, además de las insignias. La indumentaria, en el invierno, incluía capote, un grueso sobretodo, guantes y era de color verde. El Servicio Auxiliar Femenino se dividió en seis grupos: “Roma”, “Italia”, “Brigate Nere”, “Fiamma”, “Giovinezza” y “18 de Abril” y cuando inauguró su nuevo cuartel general en Como, los tres últimos pasaron a formar parte de su plantilla. La mayoría fueron destinadas al frente, en la Línea Gótica y el Pó, donde desempeñaron funciones sanitarias en calidad de enfermeras, operadoras de radio, secretarias, archivistas, telefonistas, telegrafistas, mensajeras, intérpretes y cocineras, pero también tomaron parte en numerosos combates en montañas, regiones boscosas y ya sobre el final, ciudades y pueblos, en éstos casos, como francotiradoras, empleando con habilidad sus fusiles y pistolas. Finalizada la guerra, muchas de ellas fueron capturadas y fusiladas, otras violadas y humilladas de diferentes maneras; la mayoría eran rapadas al ras y luego atadas a estacas para ser paseadas desnudas por las principales calles de las ciudades, por lo general en la parte posterior de algún camión. La gente, en esos casos, se ensañaba con ellas golpeándolas, escupiéndolas, pateándolas e insultándolas. Para escapar de esos linchamientos, más de trescientas se entregaron a las fuerzas armadas inglesas y norteamericanas, quienes las alojaron en el campo de prisioneros de Scandicci, donde permanecieron internadas hasta comienzos de 1946.

Combatientes del Servicio Auxiliar Femenino de la Xa Flottiglia MAS De ellas, además del nombre su comandante, la mencionada generala Piera Gatteschi Fondelli, nos han llegado los de otras combatientes como el de Franca Barbier, estudiante de 21 años, devota fascista, que combatió valerosamente en Champorcher y murió fusilada por los partisanos el 25 de julio

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de 1944; Silvia Polettini, otra estudiante de la misma edad, quien pereció al ser alcanzada por las ráfagas de un caza norteamericano cuando atendía a soldados italianos y alemanes en la ciudad de Rovigo (región del Véneto); Angelina Milazzo, universitaria de 22 años, nacida en Bocconi, en la región de la Emilia-Romaña, caída en cumplimiento del deber mientras cubría con su cuerpo a dos mujeres mayores durante un ataque aéreo en la estación ferroviaria de Garbagnate; la veneciana Fede Arnaud Pocek, comandante del Servicio Auxiliar, Brunilsa Tanzi, nacida en Milán en 1912, asesinada el 17 de enero de 1947 por la agrupación terrorista de tendencia comunista Volante Rossa, que el mismo día dio muerte también a Eva Maciacchini, que militaba en la Escuadra de Acción “Mussolini” y Nella Ruina, quien rescató a 18 personas que habían quedado atrapadas dentro de una casa, mientras la fuerza aérea estadounidense bombardeaba Brescia, el 2 de marzo de 1945. La Xa Flottiglia también incorporó niños de entre 8 y 15 años de edad, que prestaron servicio en el cuerpo de buceadores, suerte de grumetes que en los momentos álgidos de la batalla, en los últimos días del régimen, también accionaron sus armas. Tal fue el prestigio del que gozó la unidad de comandos, tal lo alto a que llegó su nombre, que la Italia monárquica del rey Víctor Manuel y el mariscal Badoglio organizó un cuerpo similar con veteranos combatientes que habían servido en sus filas, pero que habían abjurado del fascismo, la Fuerza de Asalto Marítimo, comandada por el marqués Luigi Durand Della Penne, aquel que había comandado la exitosa incursión contra el puerto de Alejandría en 1941. Como jefe de la flamante unidad, Durand Della Penne logró hundir en la Spezia al crucero "Bolzano". d ela escuadra de la República de Salò, aunque después de esa operación no pudo concretar otros a golpes de envergadura. La la X Flottiglia MAS fue una de las unidades de combate más aguerridas y valerosas de la Segunda Guerra Mundial. Sus audaces golpes comando en medio del dispositivo enemigo hoy son leyenda u sus acciones han servido de inspiración de todas las marinas del mundo. 1941.

Ilustraciones

Buzos italianos a bordo de un Maiale

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Portada del libro de Beppe Pegolotti

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Personal de la Xª Flottiglia en 1939. De izq. a der., marqués Luigi Durand della Penne (subtte), Cap. Teseo Tesei, Cap. Bruno Falcomatà, CF Paolo Aloisi, Tte. Gian Gastone Bertozzi, Tte Gino Brindelli, Cap. GUstavo Maria Stefanini y el guardiamarina Giulio Centurione, todos héroes de la unidad

Ataque al puerto de Alejandría la noche del 18 al 19 de diciembre de 1941

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Puerto de Gibraltar, los Maiale se aproximan a un objetivos

El príncipe Borghese junto al Dos nobles al servicio del fascismo

comandante

Sforza

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El teniente Luigi Ferraro con su traje de hombre-rana

La Xª Flottiglia y uno de sus niños buceadores (Imagen: Luce)

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Efectivos de la XÂŞ Flottiglia combaten contra los partisanos en el norte de Italia

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Un integrante de la Xª Flottiglia Mas, acusado de crímenes de guerra, es fusilado por soldados aliados

Generala Piera Gateschi Fondelli Servicio Auxiliar Femenino de la División Décima

Reclutas femeninas efectuando ejercicios físicos

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Combatiente del Servicio Auxiliar Femenino de la Flottiglia

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Enrolamiento femenino en Turín (1944)

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Integrantes del Servicio Auxiliar Femenino despiden a tropas fascistas en una estación ferroviaria

La comandante Fede Arnaud Pocek (al centro) junto a un grupo de reclutas

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La generala Piera Gateschi Fondelli pasa revista a las tropas femeninas en Milán (1944)

Rosa Amodio, del Servicio Auxiliar Femenino a punto de ser fusilada por los partisanos

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B AERONAVA A AL LA BATALLA

11 de agos sto de 1942. El portaaviones británico HMS "Eaglle" se hunde e en aguas d del Mediterrráneo uerra naval en e el Mediterráneo come enzó el 10 de e junio de 19 940, cuando o Benito Musssolini anunc ció La gu desde e los balcone es del Palazzzo venecia, en e Roma, la entrada de su s país en la a guerra. Por entonces, e la armada italia ana era en extremo e anticcuada si se la comparab ba con las ottras potencia as s, occid dentales. Suss submarinoss, la mayoría a de la Prime era Guerra Mundial, M no habían h sido modernizado m sus b buques no se e hallaban eq quipados con n instrumenta al adecuado y lo que era a peor, carecían de radarr y much ho menos de e radioteléme etros para de espistar el ra astreo de lass naves enem migas. Aún a así, confiado os en el suministrfo o de combu ustible que el régimen aliado de Rumania se e había com mprometido a ntizar, los ita alianos saldríían al mar pa ara enfrentar con inusita ada determin nación, aún en e inferiorida ad garan de co ondiciones, a las marina as más pode erosas del mundo, m a sab berse, las de el Reino Unido, Esatado os Unido os y Francia.. omento de comenzar c lass hostilidades s, Italia disponía de seis s acorazados s, siete cruce eros pesado os, Al mo quincce livianos, noventa n y cua atro destructtores, ciento diecisiete su ubmarinos, sesenta y cinco lanchas de d asalto o, dieciseis cañoneras y treinta y tres torpede eros además s de las do oscientas veintiseis nave es auxiliares, entre la as que desta acaban remo olcadores, ca argueros, pettroleros y dra agaminas. c con n 2492 aero onaves de combate, c un na fuerza co oniderable, bastante b má ás Apartte de ello, contaba mode erna que la fllota, cuyos cazas, c bomba arderos, torp pederos, hidrroaviones y transportes t y habían sid ya do proba ados durante e la guerra de e Etiopía. Los p primeros enfrentamiento os con la arrmaba britán nica tuvieron n lugar en las l primerass veintucuatrro horass, tanto en ell mar Medite erraneo como o en el Mar Rojo R y el océ éano Índico, donde d unida ades del Rein no Unido o tomaron po or sorpresa a sus pares de d la Regia Marina captu urando más de un millón n de tonelada as de bu uques, tanto o en alta ma ar como ama arrados en diferentes d pu uertos, el 35% del tonela aje total de la marin na mercante peninsular. Pero los italianos no tardarían n en devolver el golpe. En la as horas sigu uientes, un centenar c de submarinoss recibieron la orden de abandonar sus bases de d paz y posicionarrse en las rutas de ab bastecimientto que la Royal R Navy solía utilizar tanto en el Meditterráneo com mo en el Ma ar Rojo. El hu undimiento de d la lancha patrullera “B Berta”, frente e a las costa as de Libia puso en n alerta a lo os diferentes destacamentos, que se mantenía an en esperra de nueva as entes del Altto Mando Na aval. directtivas procede El ca apitán Francco Tosini-Pittoni, coman ndante del submarino “Bagnolini”, recibió insttrucciones de d patrullar los alred dedores de la isla de Creta, C hacia donde partió en la madrugada dell 12 de junio, nzando su de estino tras occho horas de e navegación n. alcan

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Parecía que su misión no iba a arrojar resultados y la tripulación ya comenzaba a aflojar sus músculos cuando el operador del sonar advirtió al segundo de a bordo que tenía unos ecos en su pantalla. Inmediatamente se le comunicó la novedad al comandante Tosini-Pittoni quien de inmediato, ordenó subir el periscopio para observar. Efectivamente allí, a la vista, recortadas sus siluetas contra el cielo gris, se distinguían las siluetas de cuatro destructores que navegaban directamente hacia ellos. Con mucha sangre fría y demostrando notable pericia, el capitán dejó que los buques pasasen encima suyo y al cabo de unos minutos volvió a asomar el periscopio para descubrir a dos cruceros que se desplazaban inmediatamente detrás de aquellos. Sin perder tiempo, ordenó cargar torpedos y disparar. Solo uno salió pero fue suficiente. El proyectil impactó a la altura del puente y de esa manera, el HMS “Calypso”, comenzó a inclinarse lentamente hacia la derecha para desaparecer bajo las aguas una hora y media después, llevándose al fon do del mar sus 4200 toneladas junto con los cuerpos sin vida de 39 tripulantes.

Mussolini pasa revista en el acorazado "Littorio", detrás suyo los almirantes Iachino y Ricciardi El “Bagnolini” se retiró rápidamente mientras su dotación lanzando vivas por el éxito obtenido en tanto el resto del convoy se daban a la tarea de perseguirlo y recoger a los sobrevivientes. El 13 de junio, el submarino británico HMS “Odín” entró en el golfo de Tarento con la intención de atacar a los buques allí apostados pero al ser localizado por el destructor italiano “Strale”, fue hundido con cargas de profundidad, pereciendo toda su tripulación. Tres días después, el submarino francés “Morse” chocó con una mina itálica y también se fue a pique y pocas horas después, los torpederos

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“Clio” y “Circe” de la Regia Marina, dieron cuenta del HMS “Grampus”, hundiéndolo y matando a los 59 hombres de su dotación. Estos éxitos iniciales se vieron empañados por la destrucción del sumergible “Provana”, que al ser embestido por el cañonero francés “La Curieuse”, frente a las costas de Orán (Argelia), se partió en dos, falleciendo al instante el total de su dotación. El buque galo, debió buscar urgentemente la protección del puerto africano porque al perder parte de la proa, corría el riesgo de hundirse. Logró llegar a salvo pero quedó fuera de combate por el resto de la contienda. El día 19, el submarino británico HMS “Orpheus” se desplazaba frente a Tobruk, cuando el destructor italiano “Turbina” apuntó sus cañones y lo envió al fondo del mar, Veinticuatro horas después, el sumergible HMS “Phartian” torpedeó a su par italiano “Diamante” y también lo mandó a pique. Uno de los sucesos más impresionantes de esa parte de la lucha ocurrió el 27 de junio frente a Famagusta, sobre las costas orientales de la isla de Chipre, cuando las baterías costeras británicas averiaron seriamente al submarino “Luzzi”, dejándolo fuera de combate. Viendo que su nave se hallaba irremediablemente perdida, su comandante, el capitán Lorenzo Bezzi ordenó a la tripulación evacuar la nave y cuando vio a sus hombres sobre los botes salvavidas, seguros a la distancia, accionó sus exclusas y hundió el sumergible con él en su interior. Como los antiguos generales romanos, prefirió morir antes que entregar su unidad al enemigo. A dos semanas del comienzo de las acciones, la guerra se hallaba en su apogeo y parecía crecer en intensidad. El 28 de junio, los marinos italianos fueron protagonistas de otra proeza. Ese día, tres destructores de la Regia Marina, el “Espero”, el “Zeffiro” y el “Ostro”, navegaban hacia Libia, llevando en sus bodegas una valiosa carga de armas, a saberse, 30 cañones antitanque, 360 toneladas de municiones y 486 efectivos del ejército que debían reforzar a las filas del Eje en el desierto . Hacía cinco horas que navegaban cuando en las proximidades de la isla griega de Zakyntos, en el mar Jónico, las naves peninsulares se toparon con un convoy británico que transportaba suministros hacia Alejandría. Lo encabezaba el portaaviones HMS “Eagle”, escoltado por los acorazados HMS “Royal Sovereing” y HMS “Ramillies” y cinco cruceros, el HMS “Liverpool”, el HMS “Gloucester”, el HMS “Neptune”, el HMS “Orion” y el australiano HMAS “Sydney”. Alertados los británicos por la presencia de buques enemigos, hicieron sonar las alarmas y lanzaron a los cruceros en su persecución. La batalla comenzó a las 18.30, con los italianos en muy mala posición debido a la lentitud de sus abarrotadas unidades y la inferioridad que experimentaban en materia de artillería. Por esa razón, viendo que todo estaba perdido, el comandante del “Espero”, capitán Enrico Baroni, decidió inmolarse atrayendo sobre sí a sus perseguidores para que sus compañeros pudiesen seguir navegando y alcanzasen el objetivo. Por esa razón, desacelerando sus máquinas, se retrasó adrede, colocándose a modo de escudo para abrir fuego con sus cañones. Se inició entonces un violento intercambio de disparos mientras la tripulación y lo soldados arrojaban por la borda los cañones y el resto de la carga para que no cayesen en manos enemigas. Fue una lucha desigual, titánica, heroica, en la que el pequeño destructor italiano enfrentó durante más de dos horas a las poderosas unidades navales británicas que en total sumaban una cincuentena de cañones de grueso calibre, contra los cuatro de 120 mm, de a bordo.

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Crucero pesado "Gorizia" de la Regia Marina disparando contra la flota británica Recién a las 20.40, un impacto del “Sydney”, dio en su línea de flotación y el “Espero” comenzó a hundirse rápidamente, aunque sin dejar de disparar (lo hizo hasta el último momento). Perecieron con él 180 hombres, entre ellos, su bravo capitán, en tanto otros 47 fueron recogidos por la nave australiana, que se acercó para brindarles ayuda y seis más, a bordo de un bote, pidieron continuar por sus propios medios después de recibir agua y alimentos, hasta ser recogidos días más tarde por embarcaciones propias. Un día después de la proeza del capitán Baroni, un cazabombardero británico hundió al submarino “Rubino”, de destacada actuación en la Guerra Civil Española, cuando navegaba en dirección a África. Perecieron todos sus tripulantes, lo mismo que los del “Argonauta”, cuando fue alcanzado por destructores de la misma nacionalidad frente a Tobruk, no así el “Ueli Scebelli”, atacado al oeste de Creta, cuya dotación logró evacuarlo antes de que desapareciese definitivamente bajo las aguas del mar. Los italianos tuvieron su desquite ese mismo día (8 de julio), cuando el “Guillermo Marconi” lanzó sus torpedos y hundió al HMS “Escort”, destructor de 1350 tn, que tomaba formaba parte de un ataque a los aeródromos de la isla de Cerdeña. El torpedo abrió un agujero de 20 pies (6,1 m) de ancho entre las dos salas de calderas, matando a dos miembros de la tripulación. Los británicos intentaron remolcarlo hacia Gibraltar pero a los tres días de navegación, en la mañana del 11 de julio, el buque se inclinó hacia babor y se fue al fondo del mar. Pese a que las acciones parecieron decrecer un tanto en el mes de julio, el día 16 el torpedero italiano “Albatros” hundió al HMS “Phoenix” aunque cuatro días después, la Regia Marina perdió a dos de sus destructores, el “Ostro” y el “Nembo”, junto al carguero “Sereno”, cuando cazas Swordfish del portaaviones “Eagle”, bombardearon Tobruk. El golpe de gracia a la Royal Navy durante la primera fase de la guerra aeronaval lo aplicó el destructor “Ugolino Vivaldi”, cuando a las 23.05 del 1 de agosto de 1940, se apartó del convoy que formaba y hundió al submarino HMS “Oswald” a 12 millas náuticas al sur del cabo Spartivento (Reggio Calabria), pereciendo tres de sus tripulantes. Gran Bretaña debió retirar sus naves del Mediterráneo para defender sus costas del ataque alemán, cuando se inició la Batalla de Inglaterra. De ese modo, las aguas del antiguo Mare Nostrum se vieron

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expeditas para la Regia Marina que por algún tiempo, pudo seguir proveyendo a las tropas del Eje en el norte africano. Las pérdidas del Reino Unido y Francia fueron de consideración ya que los italianos mandaron a pique a un crucero, un destructor y seis submarinos contra los tres destructores, los seis submarinos y el carguero que aquellos lograron poner fuera de combate, además de una de sus lanchas patrulleras. El 27 de noviembre de 1940 tuvo lugar la batalla del cabo Teulada, cerca de las costas de Cerdeña, donde la flota británica, comandada por Sir Andrew Cunningham se enfrentó con la italiana, al mando del almirante Inigo Campioni. Su resultado fue indeciso ya que apenas llegaron a dañarse un buque cada uno de los bandos, sin demasiadas consecuencias. Entre el 27 al 29 de marzo de 1941, se produjo un nuevo choque en el cabo Matapán, en las inmediaciones de Creta, donde la Regio Marina, al comando del almirante Angelo Iachino fue derrotada por el mismo almirante británico. Eso hizo suponer, tanto al Almirantazgo como a las otras marinas beligerantes, que el mar Mediterráneo volvía a manos aliadas, pero el 17 de diciembre de 1941, almirante Iachino pudo devolver el golpe al derrotar a su par británico, Philip Vian, en el golfo de Sirte (Libia) y recuperar el control de las rutas de abastecimiento.

Almirante Angelo Iachino La flota italiana, integrada por cuatro transportes (uno era alemán) y ocho destructores de escolta, zarpó de Nápoles con destino a la costa africana, el 16 de diciembre de 1941. En el estrecho de Messina, que separa a Sicilia de la Italia continental, se les incorporaron el acorazado “Duilio Cesare”, los cruceros pesados “Aosta”, “Attendolo” y “Montecuccoli” y cuatro destructores más y poco después hicieron lo propio los acorazados “Littorio”, “Giulio Cesare” y “Alejandro Doria”, los cruceros pesados “Gorizia” y “Trento” y otros diez destructores, necesarios para contener los constantes ataque a mercantes que llevaban a cabo las unidades de superficie y submarinos británicos. El 17 por la mañana, un avión patrullero inglés con base en Sidi Barrani (Egipto) detectó a la formación enemiga y radió el mensaje a Malta. El comando naval de la Royal Navy adoptó las medidas del caso y tras una serie de urgentes reuniones despachó para interceptarlo al almirante Cunningham, que zarpó al frente de seis cruceros, catorce destructores y un mercante, apoyados por el destructor australiano HMAS “Nizam” y el holandés “Isaac Sweers”. Su misión era sorprender a la flota enemiga y atacarla pero el sorprendido terminó siendo él cuando a las 17.40 Iachino lo detectó cuando se desplazaba a 20.000 millas al noroeste del Cabo Sirte. Sin perder tiempo, los acorazados italianos abrieron fuego alcanzando al destructor HMS “Kipling” y a su par australiano HMAS “Nizam”, que sufrieron daños de distinta consideración. Perdido el factos sorpresa, Cunningham ordenó dar media vuelta y alejarse a toda máquina, dejando la vía expedita a sus contrincantes pero al llegar la noche, arrepentido de su decisión, decidió regresar para dar batalla. En las primeras horas del día 18, los buques de la Royal Navy se aproximaron al puerto de Tripoli sin darse cuenta de que estaba ingresando en un campo de minas submarinas. Fue una decisión fatal.

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El crucero pesado HMS “Neptune” tocó uno de los artefactos y el estallido que provocó estremeció la noche. Su comandante ordenó efectuar urgentes maniobras de retroceso y al hacerlo dio con otras dos minas que le destrozaron el casco y lo dejaron a la deriva. El HMS “Aurora” intentó aproximarse para rescatarlo y sacarlo a remolque, pero también estalló al dar con otro de los mortíferos artefactos subacuáticos, sufriendo gravísimos daños, además de la muerte de un centenar de tripulantes. Cuando el HMS “Penélope” quiso hacer lo mismo, también resultó destruido, lo mismo el HMS “Kandahar”, que se incendió y hundió, llevándose al fondo del mar los cuerpos de 73 marineros. En vista de tal desastre, Cunningham al resto de las unidades virar hacia Malta y estando tan próximo al amanecer, dio máxima potencia a sus máquinas y se alejó, temeroso de los cazas y bombarderos italianos. Justo en ese momento, el “Neptune” dio vuelta de campana y se hundió, pereciendo con él 767 hombres de su dotación. Otros treinta quedaron boyando sobre las aguas y de ellos solo uno sobrevivió1. La flota italiana logró su cometido al atracar en Trípoli con su carga intacta en tanto su par británica, además de un millar de muertos, perdió un crucero pesado y un destructor, que se fueron a pique, y otras cuatro unidades, los cruceros pesados HMS “Aurora” y HMS “Penélope”, el destructor HMS “Kiplingy su par australiano, el HMNS “Nizam”, que quedaron gravemente dañadas por el efecto de las minas. En el mes de marzo de 1942, se produjo en el cabo de Sirte una segunda batalla en la que la Royal Navy volvió a sufrir un nuevo descalabro. El día 20, la Regia Marina se hizo a la mar para interceptar un nuevo convoy de aprovisionamiento que navegaba desde Alejandría, con destino a la isla de Malta. Lo escoltaba una fuerza de apoyo que operaba desde Tobruk, totalizando entre ambas treinta navíos, incluyendo tres submarinos y cuatro mercantes. A casi 30 nudos de velocidad, los buques italianos ubicaron a sus adversarios casi en la entrada del cabo, tomándolos por sorpresa. Intentando cubrir a los cuatro cargueros, el HMS “Carlisle” desplegó una cortina de humo al tiempo que los cruceros HMS “Dido”, HMS “Cleopatra”, HMS “Penélope” y HMS “Euryalus”, se lanzaban al ataque alistando su artillería. Los italianos les ganaron de mano y a las 14.35, abrieron fuego desde 16.000 millas de distancia intentando levantando gruesas columnas de agua muy cerca de las embarcaciones. Durante un par de horas, ambas flotas esquivaron los proyectiles pero a las 16.43, un proyectil de 205 mm dio en el puente del HMS “Cleopatra” matando a quince marineros. Los destructores HMS “Havock”, HMS “Lively” y HMS “Kingston” fueron dañados cuando intentaban torpedear al “Littorio”, pereciendo 39 tripulantes.

Almirante Andrew Cunningham

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Carente de radar y viendo que llegaba la noche, Iachino impartió la orden de repliegue, en un sabio intento por preservar sus unidades. Los buques viraron y se alejaron sabiendo que los británicos, con sus radares podían dar con ellos de un momento a otro. La noche del 22 al 23 de marzo sobrevino una feroz tormenta que causó estragos en la flota italiana, hundiendo a los destructores “Scirocco” y “Lancierre” y provocando la muerte de 470 marineros2. En la mañana del 23, la aviación combinada del Eje se abatió sobre la armada británica que navegaba presurosamente hacia Malta, hundiendo a cuatro cargueros a solo 8 millas de La Veletta. En momentos en que ingresaba al puerto, un quinto buque, el destructor HMS “Southwold”, se llevó por delante una mina italiana y también se fue a pique. La victoria italiana fue abrumadora. De las 25.000 toneladas que transportaba el convoy, apenas 5000 lograron alcanzar los muelles a un elevado costo de pérdidas3. Los últimos resultados habían demostrado que la armada británica no era el arma poderosa que todo el mundo creía y por sobre lo que todo el mundo suponía, que los italianos, pese a su revés en la frontera con Francia, estaban dispuestos a dar pelea y que lo estaban haciendo con determinación aún en inferioridad de condiciones. El Almirantazgo debía extremar medidas si lo que quería era evitar el colapso ya que, además de las graves pérdidas que estaba sufriendo en el campo de batalla, había comenzado a perder el control de las rutas de suministro. Mientras tanto, la Operación “Vigorous”, estaba en marcha, con un total de once buques mercantes, ocho cruceros livianos, veintiséis destructores, nueve submarinos, dos dragaminas, cuatro corbetas, dos naves de rescate, un buque auxiliar y cuatro embarcaciones menores. El convoy partió de los mencionados puertos con destino a Tobruk, al comando del almirante Phillip Vian, escoltado por los cruceros “Kenya” y “Kilindini” provenientes de Haifa. Durante su paso entre Creta y África, el convoy sufrió los primeros ataques aéreos, que se concentraron principalmente en los 11 cargueros. La aviación italiana dañó a dos de ellos, forzándolos a regresar a Tobruk en cuyas inmediaciones, otras aeronaves lo enviaron a pique. Para entonces, una segunda flota italiana, comandada por el almirante Giuseppe Fioravanzo navegaba desde Tarento intentando interceptar al convoy. La integraban 2 acorazados, 2 cruceros pesados, igual número de cruceros livianos, 12 destructores y 8 submarinos alemanes. Por primera vez, desde el inicio de la guerra, los italianos disponían de un radar, provisto por sus aliados germanos, que fue instalado en el puente de mando del destructor “Legionario”. El 14 de junio otros dos transportes fueron hundidos por aviones torpederos italianos y el 15, submarinos alemanes con base en el puerto libio de Derma, hundieron al HMS “Easty” y el HMS “Newcastle”. Para contrarrestar la embestida, a las 05.00 cazas británicos despegaron desde la base aérea de Malta y tras una serie de ataques vigorosos, dañaron al crucero pesado “Trento”. El buque quedó casi a la deriva y debió ser asistido por el “Antonio Pigafetta” en tanto el grueso de la Regia Marina se lanzaba en persecución del convoy británico. A las 09.10, el submarino HMS “Umbra” ubicó al crucero y lo atacó, pereciendo más de la mitad de su tripulación al ser arrastrada por el gigante de hierro durante el hundimiento.

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Alte. Phillip Vian n a hora desp pués, una formación f de e Stukas (Junkers Ju-8 87) proceden ntes de Cre eta, hundió al Media destructor HMS “Airedale” “ y dañó grave emente al crrucero HMS “Birmingham m”. En horass de la tarde, bomb barderos Savvoia-Marchettti SM.79 dettectaron al destructor d australiano HM MAS “Nestor”” y lo atacaro on con extrema e viole encia. Los aviones a descendieron varios metross y a vuelo rasante soltaron sus proyectiles pa ara pasar po or encim ma de su esttructura y ale ejarse hacia el noroeste. Sus bomba as destruyero on sus calde eras y sala de d máqu uinas y lo de ejaron flotand do al garete. A las 05.30 0 el HMS “Ja avelin” se le e aproximo para p retirarlo a remo olque pero pasadas p las 05.00, el de estructor terminó por hu undirse, por lo que su tripulación t fu ue transfferida al “Javvelin”. Fue ttan demoledor el ataque de las fuerzzas del Eje, que q en horas s de la noch he de aquel 15 1 de junio, el coma andante británico decidiió abortar la a misión y emprender e el regreso a Alejandría. La Operació ón “Vigo orous” había fracasado pero p no había finalizado ya que dura ante su replie egue, el sub bmarino U-20 05 alemá án hundió al HMS “Herm mione” al sur de Creta. Viend do que la flota enemiga se s retiraba presurosame p ente de la zo ona, el almira ante Fioravanzo, ordenó a sus b buques emprrender el regreso a Tare ento. Durantte el trayecto o, un Welling gton de la RA AF detectó su s pasó y atacó la fo ormación, da añando sin mayores m conssecuencias al a crucero “L Littorio”, que llegó a puertto por sus propios medios, m inclusso sin amino orar su velocidad. Los británicos b ha abían perdid do un crucerro, tres desttructores, do os buques mercantes m y un torpederro adem más de resulttar con serio os daños otro os tres cruce eros y dos mercantes. m Sus oponente es de la Regia Marin na apenas tu uvieron un crucero pesad do hundido y un acorazad do ligero dañ ñado. más que los historiadores británicos se afanen en e querer demostrar que la derrota d de sus fuerza as Por m no fue tan contun ndente, el desscalabro de la flota aliada fue total, ar Mediterrán neo dejó de ser un “lago británico”, ta al como ellos s se ufanaba an en asegurarlo y forzó a El ma Inglatterra a retira ar algunas de sus unid dades de su uperficie de los océanos s Índico y Pacífico, P parra reemplazar las pé érdidas sufrid das en las proximidades p s de Malta, Creta C y al norrte de África, una decisió ón en el corto plazo le costó y fue la causa de su derrrota frente a Japón. que e ediados de agosto a de 19 942, el Alto Mando M italian no recibió información de el Servicio Secreto S en la as A me que sse daba cuen nta de que un u convoy aliado, procede ente de Gibrraltar, se dirig gía a La Vele etta, en la isla de M Malta, transpo ortando un valioso v carga amento de combustible c con destino a las fuerza as del generral Montgomery, que e combatían a las tropas del Eje en el desierto afrricano. Inform mado el Com mando de la Regia Marin na, este se reunió r de inm mediato para a planificar una u operación, desig gnado una ve ez más al alm mirante Albe erto Da Zara, el héroe de e la gran victtoria naval del 12 al 15 de d junio en las cerca anías de Maltta, para acom meter la difíccil misión y neutralizar a la l fuerza ene emiga. Sin p perder tiempo o, al almiran nte Da Zara impartió las primeras dirrectivas, orde enando el alistamiento de d las un nidades que e necesitaba movilizar pa ara batalla: lo os cruceros “Trieste”, “G Gorizia”, “Muzzio Attendolo o”, “Bolzzano”, “Euge enio di Savvoia” y “Raimondo Mon ntecuccoli” y los subma arinos “Dandolo”, “Emo o”, “Coba alto”, “Daga abur”, “Aksum m”, “Alagi”, “Avorio”, “B Bronzo”, “Brin” y Giadia a, reforzadorr por el U-7 73

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alemán y varias escuadrillas de Junkers Ju-78 y Ju-88, bombarderos-torpederos Savoia Marchetti SM.79 y cazas Rigone. La pérdida del legendario submarino “Scirè” frente a las costas de Palestina (Haifa) había representado un duro golpe para la fuerza de submarinos de la Regia Marina, ya que se trataba de su unidad más emblemática, pero en pocas horas tendrían su revancha durante la espectacular batalla aeronaval que iba a tener lugar entre Túnez y la isla de Malta, al sur de las islas Pantellería, entre el 11 y el 15 de agosto de 1942, con consecuencias catastróficas para los aliados.

Submarino italiano "Aksum" Las acciones comenzaron el día 11, cuando los petroleros norteamericanos USS “Ohío” y USS “Oklahoma”, enviados por el presidente Roosevelt en respuesta al urgente pedido de ayuda efectuado por el Alto Mando británico, llegaron a las inmediaciones de la isla de Malta, escoltados por catorce unidades navales de superficie (Fuerza de Tareas Z). Alertadas las diferentes unidades del Eje, fueron puestas en alerta todas sus escuadrillas aéreas (más de 700 aviones alemanes e italianos) con base en las islas de Sicilia y Cerdeña al tiempo que se despachaban hacia alta mar dieciocho submarinos de la Regia Marina con la misión de patrullar todas las rutas de acceso por las que podía llegar la formación enemiga, entre la mencionada isla y el continente africano . El 11 de agosto, el sumergible italiano “Uarsciek” informó a su base que acababa de detectar a la flota aliada y atacó. Los buques británicos esquivaron los torpedos y el submarino se alejó, pero para entonces, su par alemán U-73 había alcanzado la zona y torpedeó al portaaviones HMS “Eagle”, enviándolo al fondo del mar con 260 de sus tripulantes. Casi al mismo tiempo, 36 aviones despegaron de la cubierta del HMS “Furious”, con destino a la isla de Malta. Siguiendo los planes trazados por el Alto Mando Naval, cuando la última de las aeronaves partió, el portaaviones giró y se alejó en dirección a Gibraltar. Poco después, unidades de superficie aliadas logaron hundir a un sumergible italiano y eludieron con habilidad el ataque de una poderosa formación aérea alemana, sin embargo, no tendrían tanta suerte al día siguiente, cuando oleadas de aviones Savoia-Marchetti, Junkers Ju-88 y cazas Macchi, se abalanzaron temerariamente sobre el convoy aliado y le provocaron gravísimos daños, sobre todo los italianos, quienes usaron sus novedosas Motobombas, de caída en zig-zag, frenadas por sus paracaídas, que les permitía burlar la artillería antiaérea enemiga con suma facilidad. En ataques sucesivos, los alemanes lograron hundir varias unidades navales, una de ellas el transporte norteamericano USS “Deucalión”. Casi al mismo tiempo, cazas Rigone italianos averiaron al portaaviones HMS “Victorious”, que fue atacado horas después, por el submarino “Emo”, de la misma nacionalidad, aunque logró eludir los proyectiles.

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Un crucero británico intenta esquivar las bombas de la aviación italiana Ese día, los italianos utilizaron por primera vez un hidroavión no tripulado, dirigido a control remoto, que en pleno vuelo se desvió hacia la costa africana y se estrelló. Una hora después, quince Savoia-Marchetti escoltados por una formación de Junkers Ju-87, atacaron al emblemático portaaviones HMS “Indomitable”. Los cazas alemanes acribillaron su cubierta con sus cañones pero fueron repelidos por las baterías antiaéreas de a bordo, no así los bombarderos italianos, que lograron asestarle tres de sus bombas, provocándole daños gravísimos. Cerca de las 17.00, los submarinos italianos “Dessi” y “Axsum” torpedearon al destructor HMS “Foresight y a las 19.45 hicieron lo propio con los cruceros HMS “Nigeria” y “HMS “Cairo”. El primero se hundió después de ser abandonado por su tripulación pero el segundo, aunque seriamente dañado, logró retirarse hacia Gibraltar. Otro submarino peninsular alcanzó con un torpedo al USS “Ohío”, provocando un incendio de consideraciones que la tripulación logró sofocar después de mucho esfuerzo. Mientras el buque se alejaba de la zona a 13 nudos de velocidad, los Junkers alemanes hundieron al USS “Empire Hope” y al USS “Clan Ferguson” que estalló en vuelto en llamas. Poco después, los italianos alcanzaron con un torpedo aéreo al USS “Brisbane Star” y un de sus submarinos torpedeó al HMS “kenya”, dejándolo fuera de combate. El 13 de agosto, ocho buque torpederos italianos efectuaron un certero ataque en Cabo Bon (Túnez), después de atravesar aguas repletas de minas, hundiendo al crucero británico HMS “Manchester” e incendiando al mercante USS “Santa Elisa”, que terminó por irse al fondo del mar una hora y media después. Otras unidades de la Regia Marina torpedearon y hundieron al mercante SS “Almería Lykes” donde pereció toda su tripulación y a los cargueros británicos “Glenorchy”, y “Wairangi”. El que logró escapar pese a los daños fue el USS “Rochester Castle”, que según algunas versiones, recibió el impacto de un torpedo que, al parecer, estalló después de rebotar contra el casco. Mientras tanto, las escuadrillas de Junkers Ju-87 y Savoia-Marchetti continuaban sus demoledores raids hundiendo al carguero SS “Waimarana”, que se hallaba repleto de combustible para aviones. El estallido que se produjo en sus bodegas fue de tal magnitud, que mató a 70 de 107 tripulantes, pereciendo otros diez en las siguientes horas, a causa de las heridas.

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Bombarderos-torpederos Savoia-Marchetti SM.79

También sufrió ataques implacables el SS “Ohio” que además de las bombas y la metralla, recibió el impacto de dos Junkers abatidos que rebotaron sobre el agua y chocaron contra su casco. El estallido de sus calderas lo dejó a la deriva y con varios marineros muertos a bordo. Aún así, fue remolcado hasta el puerto de La Veletta, en la isla de Malta, donde ingresó el 14 de agosto ante la mirada curiosa de numerosos pobladores. De resultas de las acciones de la gran batalla de Pantellería, italianos y alemanes hundieron trece unidades navales enemigas, a saberse, el portaaviones británico HMS “Eagle”, los cruceros “Manchester” y “Cairo” de la misma nacionalidad, el destructor inglés “Foresight”, que debido a los terribles daños que presentaba fue echado a pique por decisión de sus mandos; los mercantes norteamericanos USS “Santa Elisa” y “Almería Lykes” y sus pares británicos “Clan Ferguson”, “Dorset”, “Deucalión”, “Glenorchy”, “Empire Hope”, “Wayrangi” y “Waimarama”. El mercante estadounidense USS “Ohío”, sufrió daños que lo dejaron fuera de combate por el resto de la contienda, en tanto, el portaaviones inglés HMS “Indomitable”, los cruceros “Nigeria” y “Kenya”, de la misma nacionalidad y los mercantes británicos “Rochester Castle” y “Brisbane Star”, soportaron averías de distinta consideración. Las fuerzas del almirante Da Zara, por su parte, perdieron dos submarinos, el “Cobalto” y el “Dagabur”, los cruceros “Muzio Attendolo” y “Bolzano” tuvieron daños de gravedad y el submarino “Giada” resultó con algunas averías. Pantellería fue una rotunda victoria italiana que, por supuesto, analistas británicos y norteamericanos han intentado minimizar argumentando que pese a haber derrotado a sus enemigos, las fuerzas el Eje no supieron dar el golpe definitivo sobre la isla de Malta. Sin embargo, la elevada cantidad de buques hundidos o dañados y las pérdidas sufridas disminuyó considerablemente el tráfico marítimo aliado hacia el norte de África, aligerando la presión sobre las fuerzas de Rommel, que pronto quedarían abandonadas a su suerte por parte de Hitler y Mussolini.

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Ilustraciones

El portaaviones HMS "Ark Royal" es atacado por la aviación italiana

El HMS "Bedouin" se hunde

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La flota italiana ataca en el cabo de Sirte (Libia)

El carguero norteamericano USS "Waimarama" estalla en el horizonte

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Almirante Alberto Da Zara

Cazas italianos bombardean la isla de Malta

Notas Fue rescatado por una patrullera italiana. 2 Otros cien náufragos quedaron a la deriva, de los cuales apenas 19 serían rescatados. 3 Los resultados de aquel segundo choque en el cabo de Sirte fueron contundentes. El Reino Unido había perdido un crucero, un destructor, cuatro cargueros (todos hundidos) y había sufrido serios daños en un crucero y tres destructores además de la pérdida de 128 marineros. Italia, por su parte, tuvo dos destructores hundidos y 470 tripulantes muertos a causa de una tormenta. 4 ¿Debemos hablar de retirada o huida? 5 En un hecho independiente de ambas operaciones, el 12 de junio de 1942, el submarino alemán U-77 hundió al destructor británico HMS Grove cuando navegaba al norte de Sollum (05.37). Dos oficiales y 108 clasificaciones murieron, hubo 60 sobrevivientes. 1

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LA CAMPAÑA DE RUSIA

Cuando en el mes de diciembre de 1940, Hitler comenzó a pergeñar la Operación “Barbarroja”, destinada a invadir Rusia, el mundo no imaginaba que estaba a punto de presenciar una de las campañas militares más grandes de todos los tiempos. Puesto al tanto por su par germano en los primeros meses de 1941, Mussolini pensó que la intervención de Italia en la invasión era indispensable para fortalecer su posición, sobre todo después de su inesperada derrota en Grecia. El alto mando alemán vio viable la propuesta, avalando su decisión en la importante cantidad de efectivos que la península podía aportar y en las victorias que estaba logrando en el Mediterráneo y el norte de África.

1941 Entre los meses de abril y junio de 1941, Mussolini organizó un poderoso Cuerpo Expedicionario destinado al frente ruso. Lo componían tres de sus mejores unidades del, a saberse, la 52ª División de Infantería Motorizada “Torino”, la 3ª División Celere “Amadeo Duque de Aosta” y la 9ª División Motorizada “Pasubio”, además de una brigada de Camisas Negras1. Se trataba de excelentes unidades de combate que pese a estar muy bien adiestradas y preparadas para la lucha, no podían compararse con sus pares alemanes en cuanto a equipo, armamento y medios de transporte. Sin embargo, suplirían esas carencias con un impresionante espíritu de sacrificio y un valor sin límites, que pronto dejarían ver en el campo de batalla. Los 60.000 hombres del Cuerpo Expedicionario Italiano, más los 5500 vehículos y 4000 caballos y mulas fueron puestos al mando del general Giovanni Messe2, junto con la reducida fuerza aérea integrada por 80 aparatos que la Regia Aeronautica desplegó en la zona de operaciones (cazas, bombarderos, transportes y reconocimiento). Con la idea de incrementar el número de combatientes, el Ejército abrió numerosas oficinas de reclutamiento hacia las cuales acudieron voluntarios de toda la península, tal como estaba sucediendo en España con la División Azul, salvo que en mucho mayor número. Los expedicionarios partieron hacia el frente en julio de 1941, desde diferentes estaciones ferroviarias (Milán, Turín, Bolonia, Verona, Treviso). Su primera escala fue Hungría, donde las tropas echaron pie a tierra para bajar sus vehículos de los convoyes y seguir por tierra hasta la aliada Rumania, desde 3 donde partirían directamente al frente, a bordo de sus transportes .

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La insuficiencia de medios obligó a trasladar a las divisiones de a una, con el consabido desgaste de rodados y combustible, hecho que provocó el retraso de las divisiones motorizadas alemanas que las esperaban para sincronizar sus movimientos.

Gral. Giovanni Messe Una vez en la zona de operaciones, el general Messe pasó revista a las unidades y procedió a tomar contacto con sus pares alemanes, quienes lo recibieron como a uno de sus camaradas, formación especial incluida. La fuerza aérea soviética comenzó a entorpecer el avance alemán por el norte, destruyendo los puentes sobre el río Dniéper. Para repararlos, dos batallones de pontoneros italianos se dieron a la titánica tarea de tender una hilera de barcos amarrados entre sí,y fijar largas vigas de hierro y madera sobre los mismos, fuertemente ajustadas. Los nuevos legionarios emulaban a sus ancestros romanos, cuando en los tiempos de César tendieron dos gigantescos puentes sobre el Rin, durante la campaña contra los germanos que el gran conquistador emprendió entre los 55 a 53 a.c. Los pontoneros y el equipo de ingenieros trabajaron con oficio y celeridad, bajo el constante fuego de la artillería y la aviación, demostrando un valor fuera de lo común. Eso permitió el paso de tropas, equipo y vituallas y de esa manera, el avance hacia el este se reanudó. Después de estudiar detenidamente la situación, el general Von Kleist llegó a la conclusión de que era imperioso quebrar los bolsones de resistencia que los soviéticos habían establecido en el camino a Stalino y para ello lanzó al ataque a la 52ª División de Infantería Motorizada “Torino”. El 21 de septiembre, con los primeros vientos de otoño soplando inmisericordemente, los italianos sortearon varios campos minados y chocaron con las posiciones enemigas, quebrando sus líneas y forzándolas a retroceder. La mencionada unidad siguió su marcha hacia el sur en tanto el grueso del Cuerpo Expedicionario, encabezado por el general Messe, hacía lo propio hacia Pretikovka, intentando cumplir con los plazos impuestos por el mando germano. En veloz carrera, los bersaglieri cayeron sobre las tropas soviéticas que se retiraban en desbandada y les tomaron 10.000 prisioneros además de una considerable cantidad de armamento. El ardor que las fuerzas del general Messe habían demostrado mereció los elogios de Von Kleist y obligó a los rusos a cambiar sus tácticas de combate, aplicando también en ese frente la estrategia de “tierra arrasada”, incendiando sus pueblos y aldeas, segando los pozos, devastando los campos y desabasteciendo las ciudades que se veían obligados a abandonar, tal como lo estaban haciendo en el

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sector de los ejércitos "Centro", camino a Moscú y como había sucedido durante la invasión de Napoleón en 1812. La siguiente misión que Von Kleist encomendó a los italianos fue ocupar el estuario del Donetz, con sus plantas industriales y metalúrgicas, sus materias primas y su importante producción.

Efectivos de la División Celere avanzan por la estepa La escasez de medios, no impidió a los italianos continuar su avance, aún cuando sus trenes, cargados de pertrechos, debían detenerse para dar prioridad a los convoyes alemanes. Mantener el ritmo de las operaciones implicó un gran esfuerzo, pero el mismo se mantuvo y eso les permitió llevar a cabo valerosas acometidas por la estepa, que dieron como resultado la retirada del enemigo hacia el este, y su aproximación a Stalino, con su importante nudo ferroviario, punto que los soviéticos se afanaban por preservar a toda costa. En el mes de agosto Hitler y Mussolini visitaron el frente.Llegaron juntos a bordo del cuatrimotor FW Cóndor, el avión personal del Führer (serie Nº 2600) y recorrieron los amplios sectores ocupados en torno a Uman (Ucrania); primero las posiciones alemanas y luego las italianas. Desde el 23 de agosto, los alemanes cercaban Kiev y se esperaba su caída de un momento a otro pese a que las fuerzas defensoras estaban ofreciendo dura batalla. Entre el 28 y 29 de septiembre se libró la batalla de Petrikovka, que señaló el final de la primera etapa de las operaciones. Se trató de una rotunda victoria del Eje, en el que las unidades itálicas estuvieron particularmente combativas, con la División "Pasubio" convergiendo desde Tsarichanka por el norte, adelantando sus 79º y 80º regimientos que en su acometida tomaron varias poblaciones, entre ellas Alushkovka, Shulgovsky y Kolgospavska. La "Torino", por su parte, hizo lo propio desde el sudeste, enviando delante dos batallones del Regimiento 81º, en un movimiento convergente con la 63ª Legión, que se apoderó de Goryanovskoye y el grueso de la unidad que ocupó Kurilovka, a metros del Dniéper, frente a las posiciones de la División Celere, al otro lado de la orilla. En cuanto a esta última división, su comando lanzó en apoyo dos de su más aguerridos regimientos de bersaglieri, el 20º, que cruzó el río a la altura de Domotkan y el 25º que lo hizo en dirección a Kurilovka, para seguir inmediatamente después hacia Petrikovka. Para el mes de octubre, las lluvias, los vientos y las heladas comenzaron a tornar los caminos intransitables. Apenas unos pocos vehículos con cadenas lograban desplazarse por el fango y las primeras nevadas hicieron dificultosa la situación, aún así, los ejércitos peninsulares lograron ocupar un frente de 100 kilómetros en la rivera oeste del Wolska en tanto los rusos intentaban establecer una cabeza de puente en las inmediaciones de Petrograd, con la intención de detener el avance hacia Stalino.

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Un vehículo de la 52ª División de Infantería Motorizada "Torino" arrastra un acoplado Decidido a eliminar ese foco, el 9 de octubre Von Kleist lanzó hacia allí a la Brigada de Camisas Negras "Tagliamento", reforzada por un grupo de artillería, otro de motociclistas bersaglieri y una división alemana. Los rusos fueron derrotados después de tres días de intensos combates y una vez más, obligados a replegarse hacia el este. Los italianos, aprovechando esa coyuntura, continuaron el avance hacia Pavlograd al tiempo que los alemanes se desplazaban más al sur, en dirección a Mariupol. El plan elaborado por el mando alemán se estaba cumpliendo. Ahora quedaba por delante la captura del estuario del Donetsk y la toma de Stalino con el apoyo del Cuerpo Alpino Austríaco. Se libraron combates encarnizados, aldea por aldea, con los italianos arremetiendo valerosamente bajo las lluvias, la nieve y el fuego de la artillería en un frente de 100 kilómetros de ancho por 200 de profundidad. Los encabezaba la División Celere, reforzada por el Regimiento de Caballería "Savoia", el Regimiento 3 Bersaglieri y los Lanceros de Novara. Por su parte, la "División "Pasubio" alcanzó Pavlograd, donde se detuvo un tiempo para esperar que los pontoneros tendieran nuevos puentes sobre el río Vovcha, mientras la División "Torino" aguardaba detrás. La caída de Kiev en poder de los alemanes, el 26 de septiembre, fue un duro golpe para los soviéticos. Por entonces, las fuerzas italianas se apoderaban de la región del Donetsk, con sus plantas petroquímicas y metalúrgicas, sus acerías y sus minas de carbón y hierro y eso dejaba abiertas las puertas del Cáucaso a los ejércitos del Eje. Fue una arremetida colosal, con combates en extremo violentos, en los que los alemanes no participaron. Ocupada tan estratégica región, el 1 de noviembre la 3ª División Bersaglieri se abalanzó sobre las fuerzas soviéticas, aniquilando completamente su resistencia. En Kirovka, la División "Pasubio" quedó rodeada por varias unidades el Ejército Rojo pero a costa de mucho sacrificio, logró quebrar el cerco y continuar el avance, apoyada por otras unidades, entre ellas la Regia Aeronautica, que operaba desde Stalino. La División "Torino", por su parte, logró penetrar 120 kilómetros en territorio soviético, abriendo una brecha para los restantes componentes del Cuerpo Expedicionario que marchaban hacia el corazón del Don. Lo hizo a través de caminos difíciles, anegados por las lluvias y la escarcha, por momentos

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sometida a fuertes temporales de viento y nieve, al tiempo que las compañías de ingenieros trabajaban con tesón, adaptando la trocha ferroviaria de Ucrania a la del resto de Europa con el objeto de facilitar el transporte, una obra titánica si se tiene en cuenta la extensión de la red. Mientras tanto, columnas enteras de camiones empantanados eran arrastradas por tractores y en ausencia de ellos, por decenas de soldados que hundidos en el fango hasta las rodillas, hacían esfuerzos sobrehumanos para sacarlos de aquella trampa que la naturaleza les había tendido. Ante el cariz que tomaba la situación, con sus hombres extenuados por las marchas agotadoras, el general Messe solicitó al comando alemán un alto en la marcha, para recobrar fuerzas y reorganizar el Cuerpo. Después de analizar la solicitud, Von Kleist argumentó, no sin razón, que era imperioso continuar con las operaciones hasta diciembre y por esa razón, solicitó a su par italiano que continuase el avance en dirección al Don. Pese a la falta de víveres y a una indumentaria adecuada para la campaña de invierno, el general Messe comprendió que el planteo era acertado y ordenó al grueso de su ejército continuar la marcha. Su visión de militar y estratega lo había llevado a adoptar medidas precautorias que, a la larga, resultaron beneficiosas para la tropa, una de ellas la adquisición de miles de frazadas y mantas durante su escala en Rumania, previendo una campaña mucho más larga de lo que el Alto Mando alemán había calculado. Aún así, los soldados marchaban con borceguíes de verano, sin los aislantes correspondientes y los casos de "pie de trinchera" comenzaban a ser una preocupación, por lo numerosos. Lo mismo los fusiles y ametralladoras que a causa del congelamiento, se bloqueaban constantemente. Aún así, el ejército invasor italiano continuó su arremetida por Ucrania, con las divisiones Celere y "Torino" lanzadas en primera línea hacia Rostov, ciudad que los rusos habían recuperado y en la que preparaban una gran contraofensiva.

Pueblo por pueblo, aldea por aldea, los italianos avanzan implacablemente hacia el este Para el alto mando en Moscú era indispensable contener al enemigo en ese punto porque, de no hacerlo, las fuerzas invasoras irrumpirían en Rusia por el sur y nada contendría su avance hacia Stalingrado.

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Superado el escollo de Stalino, los italianos ocuparon el estuario del Donetsk y allí se dispusieron a pasar el invierno, conformando una línea fortificada que tuvo sus acantonamientos en los principales pueblos, aldeas y ciudades de la región. Allí se encontraba el grueso del Cuerpo Expedicionario cuando el 5 de diciembre los alemanes llegaron a las puertas de Moscú y el mariscal Zhukov lanzó la gran contraofensiva que los puso en retirada. La noticia cayó como una bomba entre las fuerzas invasoras, pero mientras el Grupo de Ejércitos "Centro" se replegaba bajo toneladas de explosivos y nieve, 200 kilómetros hacia el oeste, en el sur las fuerzas del Eje, que incluían a rumanos, búlgaros y croatas, mantuvieron sus posiciones en espera de los acontecimientos. Aprovechando el momento, Mussolini decidió incrementar el contingente italiano disponiendo el envío de otras siete divisiones (8º Ejército Italiano), más un nuevo contingente de la Regia Aeronautica, con el que el número de efectivos peninsulares en el frente oriental se elevó a 250.000 hombres. Como el general Messe criticó la medida, por entender que no era factible aumentar el número de combatientes sin antes recibir el equipo y armamento adecuado, el Duce lo removió, reemplazándolo por el general Italo Gariboldi, quien asumiría el mando el 10 de julio de 1942. Pero antes de eso, tuvo lugar la gran Batalla de Navidad (25 de diciembre de 1941), cuando los soviéticos lanzaron una contraofensiva que se inició con fuerte fuego de artillería. Las líneas italianas resultaron las más castigadas pero pese a no contar con el armamento adecuado y la indumentaria propia de esa época del año, lograron reagruparse y recuperar el terreno que se habían visto obligadas a ceder. La lucha fue cruel, con temperaturas de hasta -40º bajo cero, bajo un sielo plomizo, sobre campos cubiertos de nieve. La División 18 Bersaglieri y el Batallón 5º de Artillería fueron los que soportaron los más duros embates, pero lograron resistir las cargas enemigas por espacio de diez horas y de ese modo, abrieron una brecha que le permitió al grueso del Cuerpo Expedicionario, lanzar una nueva ofensiva y evitar la pérdida de Stalino. El accionar de los bersaglieri, así como el de la artillería, el cuerpo de lanceros y la caballería, quienes acudieron a tiempo para cerrar la brecha, fue lo que decidió la victoria. En los combates cuerpo a cuerpo, los italianos perdieron 400 hombres, entre muertos y desaparecidos, otros 300 perecieron congelados y 700 resultaron con heridas de diversa consideración. Aún así, lograron rechazar al enemigo y dejar expédito el camino a Stalingrado. 1942 A finales del mes de febrero llegó al frente el Batallón de Alpinos Esquiadores ”Monte Cervino”, tropas de elite muy bien equipadas, especializadas para la lucha en la nieve y la montaña. Mientras eso ocurría, en Italia se preparaba el 2º Cuerpo Expedicionario, es decir, el 8º Ejército, que arribaría al teatro de operaciones en el mes de julio, integrado por las divisiones ”Sforzesca”, “Ravenna”, “Cosseria” y un segundo cuerpo alpino que quedaron sujetas al general Messe. Le seguirían las divisiones “Julia”, “Tridentina”, “Cuneese” y “Vicenza”, esta última formada por tres regimientos de infantería y el de Camisas Negras “23 de Marzo”. Paralelamente, la flota italiana entró en operaciones en el Mar Negro, con sus lanchas torpederas, submarinos, buzos y torpedos-humanos (Ver:”Xa Flottiglia MAS”). Ni bien alcanzó el frente, la combativa División “Tridentina” inició su marcha hacia el Cáucaso, para apoyar a las tropas alemanas que hacia allí se dirigían, topándose con dura resistencia por parte de los soviéticos en territorio próximo al Don. Una inesperada contraorden iba a detener ese avance pues era necesario reforzar el dispositivo defensivo-ofensivo a orillas del gran río, un frente de 270 kilómetros que deficientemente cubierto por tres divisiones del 29º Cuerpo del Ejército Alemán.

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La Regia Aeronautica apoya el avance de la División "Pasubio"

Fue a raíz de esa situación que se decidió posicionar al Cuerpo Expedicionario italiano en la línea media del Don, incluyendo a los alpinos de la “Tridentina”, desplegados de esa manera en un medio que no era suyo. En la primavera de 1942, el general Messe fue condecorado por el alto mando alemán, lo mismo el valeroso regimiento de bersaglieri que hasta el momento, había demostrado un rendimiento altamente profesional. Ni bien llegaron al teatro de operaciones, se les ordenó a las divisiones “Julia” y “Cuneense” marchar hacia el sector norte del dispositivo para reforzar sus posición es, coincidiendo su llegada con el arribo de la “Tridentina”, que regresaba del Cáucaso. Poco después, las tropas recibieron la visita del secretario general del Partido Fascista, que fue aclamado por todos los combatientes, especialmente los componentes del Regimiento de Camisas Negras “23 de Marzo”. Lo hizo poco antes de que los rusos lanzasen la violenta ofensiva del 20 de agosto sobre la línea del Don, dando comienzo a una serie de combates en la que los italianos, se retiraron de sus posiciones en varias oportunidades pero volvieron a recuperarlas nuevamente, empujando a los bolcheviques más allá de las aguas heladas. Las acciones comenzaron a las 02.30 de ese día, cuando cinco divisiones de infantería rusas, apoyadas por su artillería y un centenar de tanques, se movilizaron en dirección al sector que ocupaba el 54° Regimiento de Infantería “Umbria”, en cercanías de Simowskij, lanzando sus fuerzas transportadas hacia la margen derecha del río, en una zona contigua a la que ocupaba “Sforzesca”. Los italianos rechazaron dos intentos de penetración pero al producirse el tercero, después de seis horas de duros enfrentamientos, se vieron obligados a retirarse, seguidos por los batallones restantes. A las 07.30, el general Messe, organizó un grupo de combate que puso al mando del mayor Gerardo Conforti, para reforzar las posiciones de la División “Sforzesca”, que estaba siendo duramente castigada; una primera sección de escuadrones, las 1ª y 3ª Secciones de Ametralladoras y la 3ª Batería de Artillería a Caballo comandada por el capitán Carlo Bodo di Albretto. El grupo se dirigió al punto 213, próximo a Tschebotarewskij, para reconocer el flanco e iniciar acciones sobre Bobrowskij.

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Una patrulla de bersaglieri se desplaza a través de una plantación Ante el inminente contraataque soviético sobre Sesimowskij, a las 13:30 horas el general Michele Vaccaro, comandante de la División “Sforzesca”, ordenó a su columna adelantarse hacia el Don para cubrir el flanco de la infantería. Una vez alcanzado el punto 213,5, el 2º Escuadrón continuó su avance a pie, mientras el 1º exploraba el sector señalado e informaba a su comando que el 54º Regimiento de Infantería no estaba en Bobrowskij porque se había retirado acosado por la artillería enemiga. La caballería italiana recibiría sobre sí el fuego constante de los cañones . En la madrugada del 21 de agosto, los rusos reiniciaron el ataque sobre las posiciones de la “Sforzesca”, en dirección al punto 232,2. Después de diez horas de combate, los soviéticos arremetieron sobre el batallón de Camisas Negras con la intención de aniquilarlo pero los bravos cuadros fascistas lograron frenarlos y mantenerse firmes, sin ceder terreno. En vista de ello, el grueso de la División “Sforzesca” recibió instrucciones de establecer un punto fuerte en Tschebotarewskij , desplegando las tropas disponibles sobre la derecha, y en cumplimiento de esa directiva recibió sobre sí todo el peso del enemigo que, percatado de su desplazamiento, se lanzó al ataque. Lejos de lo que el Alto Mando del Ejército Rojo suponía, la infantería italiana logró reponerse de la sorpresa y ocupó los puntos asignados. El 22 de agosto de 1942, el Regimiento “Savoia” dejó sus posiciones en Kotowskij y se dirigió a Tschebotarewskij, desde donde logró controlar el punto 232,2 mientras la otra sección continuaba combatiendo junto a los camisas negras de la “Tagliamento”, en el punto denominado Fontanelle, de acuerdo al plan elaborado por el general Messe. A las 03.30 del 23 de Agosto de 1942, la 14ª División de Guardias rusa atacó a lo largo de toda la línea, pero fue contenida por los italianos a costa de de mucho sacrificio y pérdidas humanas; casi seis horas después (10.00), las fuerzas fascistas rechazaron un segundo ataque al que siguió un tercero en horas de la tarde, también infructuoso. El alto mando soviético veía con asombro como las tropas italianas resistían firmes en sus posiciones, demostrando una resistencia que por momentos, parecía superar a la de los alemanes. Cerca del mediodía, el Regimiento “Savoia” hizo reconocimiento del terreno hasta Isbuschenskij y ocupó el importante punto 213,5, para interceptar desde allí el suministro de las columnas enemigas. En la madrugada del 24 de agosto (03.30), el coronel Alessandro Bettoni Cazzago envió un pelotón al mando del mando del sargento Ernesto Comolli, para explorar los alrededores de un granja donde se suponía que el enemigo hubiera montado una emboscada. La noche anterior, 2000 soldados soviéticos habían rodeado la posición (punto 213,5), y se aprestaban a lanzar un nuevo ataque.

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El pelotón solo vio campos cultivados con girasoles y ya se disponía a regresar cuando el cabo Virginio Bottini vio a un soldado enemigo y dio la voz de alarma. Un soldado de apellido Petroso (o Petruzzo) disparó y abatió al efectivo enemigo y eso desencadenó un feroz intercambio de disparos. Las ametralladoras italianas abrieron fuego y las piezas de artillería al mando del mayor Mario Albini y el Capitán Paolo Solaroli di Briona batieron las posiciones que ocupaba el enemigo. Viendo que la diferencia numérica y el armamento pesado beneficiaba a los rusos, el coronel Bettoni, se dispuso a cargar contra las líneas soviéticas al frente de sus 700 jinetes pero aconsejado por su segundo, el mayor Pietro Piscitelli, dispuso el envío de un escuadrón. Se produjo entonces la famosa “Carga de Isbuschenskij” del heroico 2º Escuadrón de Caballería, que quedaría registrada en los anales de la guerra como una de las acciones más temerarias llevadas a cabo por las fuerzas del Eje. Recibida la orden de ataque, el teniente Armando De Leone, mandó a sus hombres montar sus caballos y alzando su sable con la diestra, ordenó cargar sobre el flanco izquierdo enemigo. Junto a él se encontraba el mayor Darío Manusardi, que hasta unos días antes había encabezado el escuadrón.

Los bersaglieri se lanzan al ataque Al grito de “¡A la carga!”, los bravos jinetes, emulando a sus ancestros de Roma que mil ochocientos años antes habían conquistado esa misma región, lanzaron al unísono su grito de guerra, “¡Savoia!”, y se abalanzaron sobre las líneas bolcheviques.

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Al verlos venir, los rusos abrieron fuego y de ese modo, uno a uno, fueron cayendo sin vida decenas de jinetes, dejando a sus cabalgaduras galopando solas en el fragor del combate, muchas de ellas heridas. El teniente Leone rodó por tierra al caer muerto su caballo y en vista de ello, el mayor Manusardi tomó el mando y continuó la carga, con el escuadrón reducido a la mitad. Absorto y orgulloso ante semejante accionar, el coronel Bettoni ordenó al 4º Escuadrón realizar un ataque frontal desmontado en apoyo de aquellos centauros y así se lanzaron al ataque los regimientos “Rubino”, “Abba”, “Compagnoni” y “Toja”, apoyados por nutrido fuego de ametralladoras. Para entonces, el 2º Escuadrón había alcanzado las líneas enemigas y hacía estragos en su primera fila, pero batido desde diferentes posiciones, rodeado por una marea de combatientes rojos, con los cascos de sus corceles cubiertos por la sangre del enemigo, se replegó dispuesto a efectuar una segunda carga. Conmovidos ante semejante espectáculo, los hombres de la División “Savoia” le rogaron al coronel Bettoni que enviase un segundo escuadrón en apoyo de aquellos bravos y entonces, el oficial ordenó al 3º Escuadrón a las órdenes del capitán Francesco Marchio que se lanzase al ataque. El mayor Alberto Litta Modigliani, del 2º Escuadrón pidió ser de la partida y con los pocos hombres que le quedaban, se lanzó detrás de sus camaradas, seguido por el subteniente Emilio Ragazzi, quien movido por el ímpetu, desoyó la orden de permanecer en su posición. Decenas de jinetes perdieron la vida al ser acribillados por las ametralladoras bolcheviques pero eso no detuvo su carga. Una explosión de mortero mató al teniente Ragazzi y una ráfaga de metralla hizo lo propio con el teniente Mario Mentasti. Litta, por su parte, fue herido en una pierna, pero aún así, logró alcanzar un nido de ametralladoras. Llegó caminando, como mejor pudo, pero resultó muerto a los pocos metros. Fue necesario que el sargento Negri se hiciese cargo del escuadrón porque todos los oficiales habían sido abatidos. De esa manera, con el temerario suboficial a la cabeza, los jinetes realizaron su última carga y arrojando sus granadas y blandiendo sus sables, eliminaron los últimos focos de resistencia, haciendo estragos entre los efectivos rusos, que se dieron a la fuga dejando a sus espaldas un tendal de cadáveres propios. De esa manera, la División “Savoia” despejó la posición, rechazando a tres batallones soviéticos hacia el otro lado del río, en tanto la División “Sforzesca”, al mando del general Vaccaro, resistía las vigorosas arremetidas enemigas, evitando que la línea defensiva se quebrara (lo haría durante diez días). Tres batallones soviéticos fueron destruídos y varios de sus cazas derribados por la Regia Aeronautica. Recién el 1 de noviembre, luego de feroces combates en los que primaron violentos duelos de artillería, a la unidad no le quedó más remedio que replegarse, forzando a la “Tridentina” a acudir en su ayuda. La llegada de esos refuerzos permitió recuperar las posiciones y obligó a los rusos a emprender una nueva retirada. La acometida de la caballería italiana dio una tregua de 24 horas, muy necesaria para reponer fuerzas. Recién el 25 de agosto, por la mañana (05.30), el enemigo volvió a atacar, lanzando una masiva ofensiva tendiente a envolver la posición y aislarla de su comando y de la unidad de artillería que le daba apoyo. La caballería se puso en marcha en dirección a Kotowskij, dividida en dos grupos, sin el apoyo de la infantería, pero demostrando gran coraje, logró llegar por el sur de Kotowskij. Mientras eso ocurría, la Legión Tagliamento y el 54º Batallón de Infantería resistían valerosamente el empuje del enemigo; sin embargo, con el paso de las horas, la carencia de municiones y víveres se hizo notar y eso decidió a su comando a planificar una nueva incursión destinada a perforar el cerco en busca de una salida hacia el suroeste, en busca de Gorbatowo ó cualquiera otra posición donde hubiera tropas propias. La embestida se llevó a cabo se hizo con la fuerza dividida en tres: el LXXIX Batallón de Camisas

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Negras a la izquierda, el LXIII reforzado por elementos del LXIII Batallón Antiaéreo al centro y el 54° Batallón de Infantería a la derecha.

Puesto de ametralladoras pesadas La arremetida italiana fue vigorosa y después de varias horas de combate cuerpo a cuerpo, el dispositivo soviético logró ser debilitado y en horas de la tarde perforado, lo que permitió a sus fuerzas (o lo que quedaba de ellas) alcanzar Gorbatowo, para ponerse a disposición de la División “Sforzesca”. En la mañana del 26 de agosto, los camisas negras de la Legión “Tagliamento”, un total de 420 hombres dirigidos por 14 oficiales, recibieron instrucciones de desplazarse hacia las alturas que dominaban Gorbatowo, por el noroeste y ocupar el punto 228 que dominaba los valles de Kriuscha y Zuzkan. Sabiendo que la población se hallaba en poder del enemigo, su comandante despachó a un grupo de exploración para reconocer el terreno. La sección se aproximó cautelosamente al objetivo y tras un imprevisto golpe comando, se apoderó de él y lo retuvo hasta ser relevada por una sección del 54ª Regimiento de Infantería (28 de agosto). Dos días después, su comandante envió una compañía del LXIII Batallón de camisas negras, encabezada por el soldado ayudante Luigi Baradello, con la misión de reforzar el punto 228 que en esos momentos era batido por la artillería enemiga. Durante su desplazamiento, Baradello logró tomar a un prisionero que fue conducido hasta el puesto de mando para ser interrogado. La sección se replegó al día siguiente, cuando efectivos del Batallón “Vestone”, de la División Alpina “Tridentina”, llegaron para relevarla y recién el 2 de septiembre de 1942, le llegó el turno a la sección “Tagliamento”, que hasta ese momento había sostenido el enclave a costa de mucho sacrificio, lo que llevó al comando de la división a enviarlo hacia la retaguardia para emplearlo como reserva. Desde el 20 de agosto hasta el 30 del mismo mes, el 53º Regimiento de Infantería contuvo con denodado esfuerzo los intentos del enemigo por penetrar el perímetro defensivo en Jagodnij, sobre la margen derecha del Don, lo que le valió, por su desempeño, la Medalla de Plata al Valor. La unidad había logrado formar una barrera inquebrantable que pese a su inferioridad en número y armamento, se defendió con esmero durante diez días, desgastando al enemigo y obligándolo a abandonar la lucha.

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Tal fue el desempeño de las unidades italianas, que finalizado el combate, varias de ellas fueron condecoradas. El gallardete de la Legión “Tagliamento” recibió de manos del general Gariboldi, la medalla de oro por su heroico comportamiento en el frente, lo mismo el 3º Regimiento de Bersaglieri, cuyo comandante, el coronel Aminto Caretto, moriría dirigiendo un ataque al centro de las posiciones enemigas. Durante el acto, oficiales y tropas nazis efectuaron una formación especial, reconociendo con altura la gallardía y coraje de sus aliados. Durante esa fase de la campaña, los Camisas Negras se apoderaron de varias ciudades, tomando numerosos prisioneros y capturando un valioso botín en vituallas, provisiones y armamento. La llegada de un nuevo invierno obligó a las tropas a excavar trincheras y montar refugios, no solo para resistir los embates del enemigo sino también para protegerse del clima infernal. El arribo de las tropas croatas, al mando del general Víctor Pavicic, fue saludado jubilosamente por los italianos porque constituían un refuerzo importante. Habían sido adiestrados y equipados en Italia y una vez en el frente se los incorporó como reserva, a la División Celere, que había tenido que resignar parte de su personal para reforzar los cuerpos de caballería. Por entonces, los alemanes combatían ferozmente en Stalingrado aunque sin lograr doblegar a sus defensores. Entre noviembre y diciembre de 1942, la situación en la línea del Don era la siguiente: la División “Tridentina” se hallaba posicionada al norte, junto al ejército húngaro, a la altura de Pavlosk; algo más al sur, la División “Vicenza” vivaqueaba entre Rossosc y Motrovannovka, seguida por la “Julia”, siempre sobre la margen izquierda del río, y luego por la “Cuneese”, la “Cossería”, la “Ravenna” y la “Pasubio”. Inmediatamente después, se hallaban las posiciones de la 298ª División alemana, y más allá sus pares italianas “Torino” y Celere. La 27ª División Acorazada alemana se hallaba estacionada al oeste de Kantemicova, lista para hacerle frente a la cabeza de puente soviética y la 62ª División lo hacía en Arbusov. Al sur de las posiciones de la División Celere, se hallabanm las de la “Sforzesca”, la 4ª y 5ª alemana hacia el oeste y el 33 Cuerpo del Ejército Rumano inmediatamente después, completando de esa manera el perímetro defensivo-ofensivo destinado a contener los inminentes ataque y aliviar la situación de la Wehrmatch en Stalingrado. El ataque ruso se desencadenó el 11 de diciembre, sobre los puntos que ocupaban las divisiones “Cuneese” y “Ravenna”.

En horas de la madrugada, tres cuerpos del Ejército Rojo, integrados por ciento veinticinco batallones (cinco de ellos motorizados), comenzaron el avance mientras su artillería acribillaba la línea defensiva, accionando sus trescientos cañones antitanques, sus doscientos lanzacohetes Katiushas y sus mil piezas de artillería de distinto calibre. Los italianos, por su parte, contaban con muchos fusiles de la Primera Guerra Mundial, que apenas disparan entre siete y ocho proyectiles por minuto, los rusos, en cambio, se hallaban armados con fusiles ametralladoras Pulemyot Degtyaryova Pekhotny DP-28, cuya cadencia de fuego es de cien disparos por minuto. Era la Operación “Pequeño Saturno”, que el Alto Mando soviético venía preparando desde hacía meses, destinada a quebrar las líneas italianas, destruir sus depósitos y estrechar su cerco Pese a esas diferencias, la resistencia de las fuerzas fascistas fue heroica, tanto, que solo la División “Cosseria” sufrió un millar de bajas fatales. Con el 6º Ejército alemán acorralado en Stalingrado, el 18 de diciembre de 1942 comenzó la retirada de las fuerzas estacionadas en el Don. Tanques e infantería cayeron sobre ellas como perros de presa, intentando provocar el mayor daño posible.

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Blindado italiano envuelto en llamas . Con temperaturas de -40º, la División “Tridentina” se aferró a las posiciones, al norte de donde se habían atrincherado los regimientos alpinos y cubrió la retirada del grueso de las fuerzas, resistiendo denodadamente hasta el 15 de enero. A su derecha, el cuerpo acorazado alemán que intentaba desesperadamente frenar el avance enemigo comenzó a ceder, por lo que, la División “Julia” inició un movimiento desde el sur, para prestarle ayuda y cubrir su retirada. Los esfuerzos que se hicieron fueron sobrehumanos, pero el Ejército Rojo, como un torrente incontenible, abrió una brecha de 200 kilómetros de ancho en las defensas del Eje y penetró 180 kilómetros dentro de su dispositivo, arrollando todo lo que se le cruzó en el camino. Con los restos dispersos de las unidades invasoras, alemanes e italianos conformaron dos bolsones de resistencia, uno al norte y otro al sur y presentaron dura batalla, sobre todo los cuerpos alpinos, quienes lograron frenar, al menos en parte, la acometida enemiga. Como afirman acertadamente los productores del documental El Ejército Italiano en el Frente Soviético, siempre se dijo que tras el primer ataque, los peninsulares abandonaron el combate y se dieron a la fuga, afirmaciones falsas que han hecho circular historiadores británicos e incluso alemanes después de la guerra. Nuevas investigaciones, basadas en documentos desclasificados por el gobierno ruso en los años noventa, han dado por tierra con esa versión. Las fuerzas itálicas se aferraron a sus posiciones más tiempo incluso, que la alemanas y en los combates que tuvieron lugar, perdieron la mitad de sus efectivos y casi todo su parque automotor. En vista de ello, los bolcheviques intentaron envolverlos en un movimiento de pinzas, pero alpinos y bersaglieri lograron quebrarlo y salieron de la trampa. En el bolsón norte, la situación fue mucho más difícil porque los rusos lograron cercar Abrusov, forzando a alemanes e italianos a combatir como leones. Tal fue el ardor de aquellos hombres que atacando a la bayoneta calada, lograron hacer retroceder a los rusos y salir del atolladero. El 23 de diciembre las fuerzas del Eje quemaron sus banderas para evitar que cayesen en manos del enemigo, reviviendo las tremendas escenas de 1812 cuando Napoleón, tiempo antes del cruce del Beresina, hizo lo propio con sus enseñas. Combatiendo cuerpo a cuerpo, italianos y alemanes volvieron a quebrar el cerco y escaparon hacia el oeste, alcanzando ese mismo día la vía férrea de Milerov, que los condujo a Cerkovo, algo más al norte.

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Por entonces, los alpinos de la División “Julia” intentaban retener sus posiciones en Novokalitva, a metros del Don, logrando bloquear el avance ruso en un frente de 100 kilómetros, apoyados por el ejército húngaro y lo que quedaba de las divisiones “Cuneense” y “Tridentina” en Kleskaya. De esa manera, lograron contener al enemigo, evitando que aniquilase al grueso de las tropas en retirada. En Cerkovo, la División “Torino” se apoderó de los depósitos de alimentos de la población y eso vino a aliviar en parte la desesperante situación de las tropas pues hubo reparto de víveres y se logró descansar algunas horas. Aprovechando ese momento, el comando italiano organizó una nueva línea defensiva con 7000 y estableció un puente aéreo para evacuar heridos y congelados. El mes de enero se abatió sobre las tropas en retirada con toda su crudeza y horror. La temperatura descendió a los -40º bajo cero, la nieve bloqueó los caminos y el hielo y los vientos hicieron de la marcha una pesadilla. Aprovechando esa coyuntura, los bolcheviques lanzaron todo el peso de su fuerza, batiendo las rutas de escape con su artillería y aviación. El 14 de enero, el Ejército Rojo comenzó a presionar sobre la 384ª División de Infantería alemana, mientras la División “Julia” recibía órdenes de retirarse para dejar sus posiciones a la “Alpina”, que pasó a cubrir un frente de 25 kilómetros de norte a sur. Allí se encontraba posicionada aquella unidad cuando se produjo un nuevo ataque soviético, una fuerte embestida apoyada por fuego de artillería y tanques que pese a las graves pérdidas que infligió, no logró doblegar la resistencia italiana. Los soviéticos lograron perforar las defensas alemanas y de ese modo, alcanzaron el puesto de mando alpino en Rossosh. En vista de ello, los esquiadores de la Brigada “Monte Cervino” se lanzaron a la carrera para enfrentar temerariamente a los tanques, destruyendo a varios de ellos al dañar sus orugas con impactos de granadas. Con el apoyo de la Luftwaffe, lograron contener el ataque por un tiempo pero la irrupción de nuevos blindados, los forzó a abandonar Rossosh, lo mismo que la División “Tridentina” con sus posiciones.

Esquiadores alpinos de la Brigada "Monte Cervino" se lanzan al ataque Habiendo recuperado Stalingrado, los rusos avanzaban implacablemente hacia el noroeste, dispuestos a aniquilar lo que quedaba de la fuerza invasora en el Don. En vista de esa situación, el general Nasci decidió trasladar su puesto de mando desde Rossosh a Podgornoje, donde había llegado la División “Tridentina”, a la que una vez allí, le ordenó retirarse. El grueso de las fuerzas del Eje se replegaba hacia el oeste con la División “Vicenza” cubriéndoles las espaldas por la retaguardia. Eran 100.000 efectivos que se desplazaban penosamente por las estepas heladas, bajo inclementes lluvias y persistentes nevadas, azotadas por los vientos huracanados y temperaturas infernales que solo los rusos eran capaces de resistir. Una hilera infinita de hombres que

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serpenteaba sobre la gruesa capa de nieve, cayendo, resbalando, cargando heridos en carros, trineos y camillas, pasando junto a cadáveres congelados y vehículos destruidos, la mayoría consumidos por el fuego y acribillados por la metralla. De esa manera, las largas columnas atravesaron primero el río Olchova, para alcanzar Scheljakino y luego la línea de Warwarowka a Nikolaiewka. Venían de perder 9000 hombres, sin contar a los heridos y los congelados, retrocediendo junto a 7000 alemanes y todo el ejército rumano, casi todos carentes de armamentos, hambrientos, enfermos y agotados. Era la retirada de Napoleón que volvía a la luz, en el mismo lugar y frente a los mismos enemigos. Pero había quienes aún se mantenían en alto el espíritu de lucha. Eran los alpinos, que combatiendo constantemente, cubrían a las tropas que se retiraban hacia el oeste presurosamente, incluyendo a los efectivos alemanes. Tal fue su ardor y espíritu de sacrificio, que Radio Moscú llegó a decir que eran la única fuerza que aún se mantenía firme en el frente. “Únicamente el cuerpo alpino italiano debe considerarse no vencido en el frente ruso”. En plena retirada, la División “Tridentina”, apoyada por elementos dispersos de otras unidades, logró capturar Skororyb, lanzándose al combate a bayoneta calada. Su arremetida puso en retirada a los soviéticos y permitió apoderarse de una buena cantidad de víveres y armamento. Durante los combates, se vio a los alpinos enfrentar a los tanques con sus granadas en las manos y morir aplastados por sus orugas, del mismo modo en que siberianos y mongoles lo habían hecho en el sector de Ejércitos “Centro”, durante el avance germano hacia Moscú; los sobrevivientes fueron cercados y miles de ellos hechos prisioneros4. La columna invasora se retiraba hacia Karkowka, sobre el río Teiorcaj, donde el 21 de enero, se vio obligada a destruir los tanques y camiones que le quedaban por falta de combustible. Miles de heridos y mutilados fueron cargados en trineos, carros y camillas para ser conducidos lejos del frente, mientras la nieve y la escarcha se acumulaba sobre ellos. En esas condiciones cruzaron el Kalitva por Olichovatka y Scheljakinno, intentando eludir los constantes cercos que les tendían los rusos, quienes a marchas forzadas habían llegado a Valujki. Los ataques que el Ejército Rojo lanzó desde ese punto, redujeron la columna fascista considerablemente5. Aún así, la División “Tridentina”, al mando del general Luigi Reververi, cargó a la bayoneta calada y logró capturar Scheljakinno, desalojando a los rusos en combates cuerpo a cuerpo. No tuvieron la misma suerte los alpinos que permanecieron en Warwarowka para contener el avance bolchevique en ese sector. Sus posiciones fueron arrolladas y muy pocos lograron sobrevivir6. Esa misma noche, los rusos reconquistaron Scheljakinno, provocando una desbandada general. El 20 de enero los bersaglieri, que habían combatían duramente en Pavlolgrad, alcanzaron las líneas que habían ocupado los alemanes. El 23, el cuerpo alpino se dividió en dos secciones para tomar rumbos diversos. Se produjo entonces la batalla de Valujki, donde tras feroces enfrentamientos, los alpinos capturaron la posición para volver a perderla al caer el sol, durante una nueva acometida soviética en la que cayeron miles de prisioneros. Alemanes, austríacos, croatas, húngaros, rumanos e italianos dispersos huían casi a la desbandada, intentando salir de Rusia lo antes posible, dejando a sus espaldas a la División “Tridentina” para cubrir sus espaldas. En Nikitowka, los batallones italianos se detuvieron para pasar la noche y reanudaron la marcha al día siguiente muy temprano, en dirección a la frontera de Ucrania. Al pasar por la aldea de Arnautowo, situada sobre una colina, las baterías soviéticas abrieron fuego y castigaron duramente lo que quedaba del Batallón “Val Chiese” de la División “Bergamo” y de la Compañía 46 del Batallón “Tirano”, que comandaba el coronel Giuseppe Adami, perteneciente al 5º Cuerpo Alpino. Pero los rusos dejaron de

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castigar esa posición y eso les permitió a los sobrevivientes retirarse en dirección a Nikolajewka, en plena región montañosa, donde los bolcheviques tenían apostadas su artillería pesada. En ese punto se produjeron feroces enfrentamientos en los que las fuerzas del Eje llevaron la peor parte. Como venía sucediendo desde el 18 de enero, los rusos, recurrieron una vez más a su aviación para bombardear y ametrallar a las unidades que presentaban resistencia. A una orden del general Reververi, los alpinos, a marcha forzada, se encaminaron hacia la retaguardia para cubrir proteger a las tropas que huían con un nuevo contraataque sobre las posiciones enemigas.

Los cadáveres de soldados alpinos yacen congelados en la nieve

El bravo militar, vestido como un soldado más, cubierta su cabeza con un gorro de piel ruso, trepó a lo alto de un tanque alemán y desde ahí ordenó a sus hombres que lo siguieran: -¡¡Tridentina… adelante!! Rusos e italianos se trabaron en combates cuerpo a cuerpo y cargando con tremendo ímpetu, los alpinos lograron destruir sus piezas de artillería y sus nidos de ametralladoras, poniendo una vez más a sus adversarios en fuga. El 31 de enero las avanzadas del Eje llegaron a Wosnessenoeka, donde subieron a los heridos más graves en las pocas ambulancias que pudieron encontrar y poco después llegaron a Shebekino, a metros de la frontera con Ucrania, perseguidos de cerca por el Ejército Rojo. Ucrania, la ansiada meta, estaba al alcance de la mano; Rusia, había quedado atrás. Solo restaba un poco más de sacrificio, y estarían a salvo en medio de una población que veía en los soviéticos más una amenaza que una liberación, personas piadosas que les proveyeron alimentos, abrigos, frazadas y hasta cobijo. Y luego el regreso a la patria, a bordo de 17 trenes. El Cuerpo Expedicionario Italiano había combatido con valor, sacrificio y entrega, cubriendo a sus pares tanto en los avances hacia Stalingrado y el Cáucaso, como en la terrible retirada, donde en su esfuerzo por contener al enemigo logró proteger, incluso, la retirada de las fuerzas alemanas. Las osamentas de 90.000 hombres quedaron para siempre en las estepas heladas (30.000 de ellos 7 congelados); 54.000 terminaron en los campos de prisioneros del norte de Rusia y Siberia , otros

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43.000 resultaron heridos y mutilados y varios más desaparecieron sin dejar rastros8. Pero el honor de Italia había quedado en alto. Sus divisiones, como las que se batieron en el desierto o las aguas del Mediterráneo, supieron ponerse a la altura de sus gloriosa tradición romana.

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Imágenes

El Cuerpo Expedicionario Italiano parte hacia el frente

Mussolini pasa revista a las tropas

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Contingente italiano llega al frente en Rusia

Puesto de ametralladora

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Efectivos de la División "Tridentina"

Blindados italianos se desplazan por las estepas

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Mussolini llega al frente ruso piloteando el avión personal de Hitler

Tanque italiano

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Soldados de la División "Pasubio" en acción

Una pieza de artillería dispara contra el enemigo

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Un oficial saluda a sus camaradas muertos después de una batalla

Tanque italiano Fiat M/14

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La División "Tridentina" intenta contener el avance ruso

Un tanque italiano junto a un grupo de bersaglieri

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La terrible retirada del Don

Otra vista de la retirada

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La retirada invernal. Las fuerzas del Eje experimentaron una catastrófica derrota

Notas 1 Estos combatientes fueron el equivalente italiano de las Waffen-SS. 2 General Giovanni Messe, militar italiano nacido en Mesagne (Puglia) el 10 de diciembre de 1883, en el seno de una familia humilde (su padre era albañil). Ingresó en el ejército en 1901, a los 17 años y con el grado de teniente participó en la guerra ítalo-turca durante la conquista de Libia (1911-1912), donde demostró tal valor, que alcanzó el grado de comandante. En 1927 fue designado jefe de una unidad de Bersaglieri con el grado de coronel. Durante la invssión de Etipía fue ascendido a mayor general. 3 En Hungría, las tropas italianas fueran recibidas por el primer ministro Ladislao Bárdossy y por el Nuncio apostólico, monseñor Angelo Rotta. 4 La mayoría fueron enviados a campos de concentración en Siberia y el norte de Rusia, junto alemanes, austríacos, rumanos, croatas y húngaros. 5 Al decir fascista, nos referimos a las fuerzas del Eje en general. 6 También se los condujo a campos de prisioneros. 7 Uno de los campos de concentración más importantes en el norte de Rusia estaba ubicado en la ciudad de Tambov.

Fuentes -Giorgio Gaza, Urla di vittoria nella steppa: fronte russo 1943: gli alpini del "Val Chiese" a Scheljakino, Malakejewka e Arnautowo, Milan, Mursia, 1996 -Nuto Revelli, “Nikolajewka: la vittoria della disperazione”, diario “La Stampa”, Nº 22, enero de 1963. -“Cento Milla stelle sull Don….in loro Riccordo….Nell ricordo degli eroi”. (http://www.centomilastellesuldon.it/ricompense-valor-militare.html).

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131ª DIVISIÓN BLINDADA "CENTAURO"

El 20 de abril de 1939, el Alto Mando del Ejército Italiano creó la 131ª División Acorazada “Centauro”, cuyo asiento de paz fue la ciudad de Cremona. La nueva unidad incorporaba elementos de la 1ª Brigada Acorazada así como efectivos de otras agrupaciones menores, totalizando 4000 efectivos, 163 tanques L y 24 cañones de distinto calibre. Tras un período de entrenamiento en Siena, a mediados de año fue desplegada hacia Albania para reforzar el XXV Cuerpo de Ejército estacionado en Tirana. Estuvo allí posicionada hasta la invasión a Grecia, el 28 de octubre de 1940, cuando entró en operaciones dividida en dos columnas. La división fue lanzada al ataque, en dirección a la cuenca de Kalibaki, encabezada por el 31º Regimiento Blindado y el 5º Regimiento de Bersaglieri, pero pese a que combatió con determinación, logró ser contenida y no alcanzó su objetivo de quebrar las líneas enemigas. Durante la contraofensiva griega, se le encomendó cubrir la retirada de las divisiones “Modena” y “Ferrara” y una vez cumplida la misión, pasó a otros frentes hasta su retiro, el 4 de febrero de 1941. De regreso en Italia, la división recibió el refuerzo del 1° Regimiento de Bersaglieri y los flamantes tanques Fiat-M14, que sustituyeron a los viejos L. Equipada con sus nuevos blindados y con y cañones de 105/28, intervino en la campaña de Yugoslavia, como parte del XVII Cuerpo de Ejército Italiano, encabezando el avance hacia Ecútari, la antigua capital albanesa, próxima a la frontera con Montenegro para seguir desde allí a Prini That y Prini Banush, donde arrolló a las fuerzas locales. Tras haber quebrando el perímetro defensivo de las fuerzas yugoslavas, la división se apoderó de Kopliku e inmediatamente después, de la importante ciudad costera de Ragusa, en la Dalmacia (actual Croacia), donde el 17 de abril cerró la pinza con la vanguardia de la 133.ª División Blindada “Littorio”, que venía de Zadar, sellando la suerte de las fuerzas locales. El 11 de mayo, la “Centauro” fue embarcada en Ragusa y regresó a Italia, para someterse a una nueva reorganización. A poco de su llegada, le fueron desafectados el 1° Regimiento de Bersaglieri y el 31º Regimiento Blindado, para incorporarse en su lugar el 131° Acoradazo, que había sido equipado con varios tanques tomados a los franceses inmediatamente después de su capitulación. Al poco tiempo, el Alto Mando decidió reincorporar el 31.° Regimiento Blindado, que acababa de ser equipado con nuevos

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tanques Fiat-M14 y luego enviar a la unidad completa a las regiones del Piamonte y el Friul, donde debía unirse al XXII Cuerpo de Ejército, al mando del general Carlo Calvi di Bergolo.

Tanques de la División "Centauro" en la batalla de Gafsa (Túnez) En agosto de 1942, la División “Centauro” recibió la orden de alistamiento y poco después fue transferida a Libia, los hombres por vía aérea y los medios por mar. En el mes de noviembre pasó a Túnez para combatir valerosamente en Gafsa, el Paso de Kasserine y Auadi Akarit, engrosando a otras agrupaciones tanto del ejército italiano como del alemán. De esa manera, los tanques de los batallones 14° y 17° Batallón pasaron a reforzar el Raggruppamento Cantaluppi, junto a los sobrevivientes de las gloriosas divisiones “Ariete” y “Littorio”. Su desempeño en el Paso de Kasserine fue tal, que el propio mariscal Rommel tuvo palabras de elogio para ella, en especial su 7º Regimiento de Bersaglieri, en uno de cuyos ataques, cayó abatido su comandante, el bravo coronel Luigi Bonfatti. La unidad fue sorprendida el 20 de marzo de 1943, cuando el II Cuerpo de Ejército norteamericano lanzó un sorpresivo ataque sobre la ciudad de Gafsa, en la que se encontraba estacionada. Pese a la confusión inicial, logró resistir durante doce días las embestidas estadounidenses y aún lo hacía cuando el 31 de marzo fue relevada por la 21ª División Panzer. Pese a su estoicismo y valor, pese a haber contenido el ataque de fuerzas muy superiores en número y armamento y haber sobrevivido, la “Centauro” quedó prácticamente desecha, razón por la cual sus tropas de elite bersaglieri fueron incorporadas al célebre Kampfgruppe Manteuffel y lo que quedaba de sus tanques a la 10ª División Panzer. El 5 de abril de 1943, luego de la derrota de las fuerzas del Eje en la Línea de Mareth, la abnegada 131ª División Blindada “Centauro” fue oficialmente disuelta.

Organización en 1939 31º Regimiento de Carros Ligeros: - 1º Batallón de Carros Ligeros. - 2º Batallón de Carros Ligeros. - 3º Batallón de Carros Ligeros. - 4º Batallón de Carros Ligeros. 5º Regimiento Bersaglieri. - 22° Batallón Motociclista Bersaglieri. - 14º Batallón Motociclista Bersaglieri. - 24º Batallón Motociclista Bersaglieri.

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131º Regimiento de Artillería Autopropulsada: - 1º Grupo. - 2º Grupo. - 3º Grupo.

131ª Sección Sanitaria. 31º Batallón de Ingenieros. 79º Sección de Carabinieri. 80º Sección de Carabinieri.

Organización en 1942 31º Regimiento de Carros Medios: - 14º Batallón de Carros Medios. - 15º Batallón de Carros Medios. - 17º Batallón de Carros Medios. 5º Regimiento Bersaglieri. - 21° Batallón Motociclista Bersaglieri. - 14º Batallón Motociclista Bersaglieri. - 24º Batallón Motociclista Bersaglieri. 131º Regimiento de Artillería Acorazada: - 1º Grupo (75/27).[1] - 2º Grupo (75/27). - 3º Grupo (105/28).[2]

131ª Sección Sanitaria. 31º Batallón de Ingenieros. 79º Sección de Carabinieri. 80º Sección de Carabinieri. 554º Grupo Semoventi (75/18)[3]

Mandos General Giovanni Magli: "Desde el verano de 1940 hasta febrero de 1941". General Gavino Pizzolato: "Desde febrero de 1941 a marzo de 1942". General Carlo Calvi di Bergolo: "Desde marzo de 1942 hasta la disolución de la División".

Fuentes “Dall'Africa Orientale all'Rsi: storia di una Divisione” (http://www.ilduce.net/speciale30.htm)

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LA GUERRA SUBMARINA

Un submarino italiano ingresa en la base naval de Betasom Al momento de estallar las hostilidades, Italia poseía una flota de submarinos relativamente modesta, bastante atrasada con respecto a la de sus vecinos alemanes, británicos y franceses. La velocidad de sus unidadesn no era la óptima, apenas 12 a 13 nudos; sus motores eran exesivamente ruidosos y sus torres demasiado grandes, lo que los hacía bastante visibles a la distancia. Además, sus torpedos de aire comprimido dejaban estelas perceptibles, muy fáciles de detectar al momento de aproximarse a la presa. Pese a esos inconvenientes, la flota de sumergibles italiana se hizo a la mar y provocó más daño del que se podía esperar de un arma tan anticuada con respecto a la de otras naciones beligerantes. Al momento de estallar las hostilidades, el comandante de la flota de submarinos era el almirante Mario Falangola, sucedido poco después por el veterano de la Primera Guerra Mundial Antonio Legnani, un hombre experimentado, que sabía mucho de guerra submarina. A ambos, en su momento, se les elevaron las mismas instrucciones: destruir el mayor número de naves enemigas, preferentemente petroleros y mercantes, con el objeto de cortar o al menos disminuir el tráfico de carburantes y suministros hacia el norte de África. Alemanes e italianos venían planificando desde hacía tiempo una acción común, tanto en el Mediterráneo, donde además de sus propias bases, esperaban contar con las que podía ofrecerles España, suerte de aliado encubierto del Eje y en el océano Índico y el Mar Rojo, donde Italia contaba con varios puertos en Eritrea y Somalía, consolidados después de la conquista de Etiopía . Ese era el clima imperante cuando los días 20 y 21 de junio de 1939, se llevó a cabo en Friedrichhafen, la reunión entre el almirante Erich Reader, jefe del Estado Mayor de la Armada alemana y su par italiano, el almirante Domenico Cavagnari, quienes acordaron el uso de submarinos en ambos frentes e incluso, en el océano Atlántico, ante la inminente guerra con Francia y Gran Bretaña. La flota italiana actuaría de manera independiente de su aliada pero cada una acudiría en ayuda del otro, en caso de ser necesario. Con el inicio de las hostilidades, las unidades submarinas italianas recibieron la orden de alistamiento para hacerse a la mar desde las bases navales de La Spezia, Cagliari, Nápoles, Lero, Messina y Augusta. Llevaban instrucciones presisas en cuanto al modo de proceder y los objetivos a atacar y la moral de la stripulaciones, a bordo era elevada. El 12 de junio de 1940, el submarino “Bagnolini”, al comando del capitán Franco Tosoni-Pittoni, localizó al crucero británico “Calypso” cuando navegaba en cercanías de la isla de Creta y lo envió a pique con

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todo su cargamento y 39 de sus tripulantes, después de alcanzarlo con un solo torpedo (Ver: “La Guerra Aeronaval”). A aquel primer éxito le siguieron la pérdida de submarinos propios, media docena en el Mediterráneo y cuatro de ellos en el Mar Rojo1, atribuyéndose las mismas a un defecto de fabricación que fue corregido de manera inmediata: la pérdida de cloruro de metileno de los equipos de aire acondicionado durante las inmersiones prolongadas, lo que a la larga provocava el correspondiente intoxicamiento en la tripulación.

El submarino "Da Vinci" se hace a la mar Una de las odiseas más dramáticas experimentadas por un sumergible italiano durante la Segunda Guerra Mundial fue la que vivió el “Capponi”, al comando del capitán Romeo Romei, bravo marino nacido en las costas croatas, que luego de atacar con éxito un numeroso convoy enemigo en cercanías de La Veletta (isla de Malta), se sumergió para escapar de las cargas antisubmarinas que se le comenzaron a arrojar a poco de lanzar sus torpedos. El submarino sufrió importantes averías en su casco, en las hélices y su compás giroscópico, pero logró escapar. Pasadas un par de horas, volvió a emercer, pensando que el enemigo se había retirado pero grande fue la sorpresa de su comandante cuando a través de sus prismáticos vio avanzar sobre sí un buque antisubmarino británico, listo para abrir fuego con sus cañones. Comprendiendo que no había escape ni tiempo para efectuar una inmersión, los tripulantes intenaron engañar a sus adversarios saludando desde la torreta, como si se tratase de una unidad amiga. El ardid no dio resultados y cuando el buque enemigo estuvo a distancia, abrió fuego, acribillando su estructura en varios puntos, al tiempo que las baterías costeras hacían lo propio, elevando gruesas columnas de agua al impactar a escasos metros de la nave. Sin perdida de tiempo, el capitán Romei ordenó inmersión y mandó poner proa hacia la entrada del puerto, con la idea de posicionarse allí en el más completo silencio, en espera de que sus perseguidores desistieran de la búsqueda. Mientras lo hacía, ordenó expulsar parte del copmbustible, en un intento por engañarles, haciéndoles creer que la nave habíam sido averiada, pero el mismo no dio resultado y las cargas antisubmarinas siguieron estallando a su lado por varios minutos.

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La espera en inmersión se hizo en extremo prolongada y el aire comenzó a viciarse con el cloruro de metileno, provocando la asfixia y la tos de los marineros. Finalmente, al caer la noche, el sumergible volvió a ascender y después de asomar su silueta con extrema precaución, logró evadirse y llegar a destino. Los analistas consideran un error la solicitud italiana de mantener a su fuerza de submarinos independiente de su par alemana porque de haber aceptado ponerse bajo su mando, se hubiese visto beneficiada por la modernización de sus unidades y su reequipamiento con tecnología mucho más avanzada. Pero respetando esa voluntad, Hitler y Reader, acordaron el 25 de julio de 1940, conceder la autonomía solicitada y dejar que sus aliados operasen por su cuenta. Lo que sí se convino fue utilizar la base naval que los germanos habían establecido en el puerto francés de Burdeos, para que los sumergibles de la Regia Marina operasen también dese allí, evitando el paso por Gibraltar, y con ello al amenaza que represnetaban las fuerzas británicas. Fue el asiento de las unidades submarinas de Roma, a la que los italianos denominaron “Betasom”, cuyo comando quedó subordinado al almirante Angelo Parona. El primer submarino en cruzar el estrecho de Gibraltar fue el “Finzi”, que en la noche del 11 de junio pasó frente a la base británica en inmersión, sin ser detectado. Le siguieron el “Calvi” y el “Veniero” y luego el “Cappellini”, que al ser interceptado por los ingleses minutos antes de dejar el mar Mediterráneo, se vio forzado a buscar refugio en el puerto de Ceuta, enclave español al norte de Marruecos, sobre la costa africana. La primera unidad italiana en llegar al puerto de Burdeos fue el “Malaspina”, que pasó en inmersión frente a Gibraltar la noche del 3 de agosto a las 21.00 y echó ammarras en el sector asignado, dos días después. Le siguieron el “Tazzoli, el “Calvi” y el “Finzi” y a ellos las siguientes unidades: “Bagnolini”, “Giuliani”, “Tarantini”, “Marconi”, “Da Vinci”, “Baracca”, “Emo”, “Torelli”, “Marcello”, “Dandoloi”, “Mocenigo”, “Veniero”, “Barbarido”, “Nani”, “Morosini”, “Faà di Bruno”, “Capellini”, “Bianchi”, “Brin”, “Glauco”, “Otaria”, “Argos” y “Velella”. Las dimensiones de algunos submarinos italianos, como el “Malaspina”, llamaron poderosamente la atención del Gran Almirante Karl Doenitz, por lo poco maniobrables y excesivamente pesados que eran, de ahí el planteo del comando alemán, de efectuar algunas modificaciones para su mejor desempeño. Las mismas se practicaron en los meses siguientes, adaptándoseles sus torretas e instalándoseles equipo más moderno. A las unidades italianas se les adignó un área en el Atlántico, que no debía superar los 42º de latitud. En cumplimiento de esa directiva, las mismas se hicieron a la mar, hundiendo un total de ocho mercantes, uno de los cuales pertenecía a un país neutral (Suecia), otros dos a un aliado encubierto (España) y otros dos a naciones que aún no habían entrado en la guerra (Grecia y Yugoslavia), por lo que fue necesario un urgente replanteo para evitar inconvenientes mayores2. En vista de ello, varios oficiales itálicos viajaron a Polonia, con el objeto de tomar cursos en la escuela que los alemanes habían montado en Gotenhafen, sobre el Mar Báltico3 y eso, junto a las adaptaciones a las que habían sido sometidas las naves, pareció mejorar las cosas. Por pedido del comando de la Regia Marina, los alemanes ampliaron el radio de acción de los submarinos peninsulares a un sector comprendido entre los 51º00’ y 58º 20’ de latitud norte, por 17º y 27’ de longitud oeste, un área de mayor actividad en el Atlántico septentrional. El 13 de febrero de 1941, el submarino “Cappelini”, al comando del valeroso capitán siciliano Salvatore Todaro, destacado comando de la Xa Flottiglia MAS, se posicionó frente al puerto de Freetown, en Sierra Leona, sobre la costa occidental de África y hundió al crucero HMS “Emeneus”, de 7000 tn de desplazamiento, que en esos momentos transportaba cerca de 3000 efectivos4.

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Sala de máquinas

Las acciones se reanudaron con el “Bianchi” operando exitósamente junto a una escuadra de sumergibles alemanes, que el 24 de febrero de 1941, hundió a un buque inglés del tipo “Adrastus” y dos días después hizo lo propio con dos piroscafos de la misma nacionalidad. La guerra naval se tornó más intensa en 1941, con numerosas pérdidas por ambos bandos. Veintiún submarinos alemanes fueron destruídos al intentar cruzar el estrecho de Gibraltar, en tanto los italianos perdieron varios en diferentes acciones, algunos de ellos el “Tarantini”, hundido el 15 de diciembre de 1940 por el sumergible británico “Thunderbolt”; el “Nani”, enviado a pique por una corbeta de la misma nacionalidad, al sur de Islandia (3 de enero de 1941); el “Marcello”, que cortó comunicación el 6 de febrero sin dar más noticias; el “Galilei”, capturado por el patrullero “Moostone”, el “Torricelli”, enviado a pique por su propia tripulación al ser atacado por el cazatorpederos británico HMS “Koutbum”; el “Galvani”, hundido en el Golfo Pérsico; el “Macallé”, que encalló en las costas del Mar Rojo al saturarse su interior de cloruro de metileno y varios más. Aún así, los otalianos lograron hundir una docena de piroscafos y un total de 100.000 toneladas, que fueron a dar la fondo del mar con parte de sus tripulaciones. El 11 de noviembre de 1940, la RAF bombardeó el puerto de Tarendo, hundiendo tres acorazados, el “Littorio”, el “Cavour” y el”Duilio”5. Un mes después, Alemania e Italia le declararon la guerra a los Estados Unidos y a razíz de ello, el radio de acción de los submarinos del Eje se amplió hasta las mismas aguas deEstados Unidos, el Caribe, las islas Azores y Brasil. No pasó mucho para que entraran en combate.

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El Gran Almirante Doenitz saluda a las tripulacionmes italianas en Betasom. A su lado, el almirante Angelo Parona (Burdeos, 1942) Los primeros en llegar a la nueva zona asignada fueron el “Morosini” y el “Da Vinci”, con algunas dificultades para trasvasar combustible. Aún así, las unidades de la Regia Marina obtuvieron importantes resultados, hundiendo un total de 21 naves mercantes entre el 20 de febrero y el 12 de abril de 1942 (125.000 toneladas), que ampliarona 47 al finalizar el año. Como contrapartida, fue destruido el submarino “Calvi”, que navegaba al mando del capitán de fragata Primo Longobardo, cuando se enfrentó con un convoy enemigo. El 20 de mayo del mismo año, el “Barbarigo”, comandado por el capitán de corbeta Enzo Grossi, torpedeó y mandó a pique frente a las costas de Brasil a un acorazado norteamericano clase “Maryland” (o “California”), de 32.000 toneladas de desplazamiento, dotado de ocho piezas de 400 mm. Ascendido al grado de capitán de fragata, el 6 de octubre de ese mismo año Grossi destruyó otro acorazado de la misma bandera, en esta ocasión del tipo “Mississippi”6. Para entonces, el “Da Vinci”, había hundido 17 buques enemigos, enviando al fondo del mar más de 120.000 toneladas decarga y hierro 1943 fue un año en extremo dificil, con las fuerzas del Eje replegándose en todos los frentes. Alemanes e italianos retificaron sus acuerdos decidiendo en el mes de marzo que los submarinos italianos debían pasar a desempeñar tareas de transporte, dejando las misiones más complejas a los U-Boots alemanes por ser mucho más versátiles y evolucionados. Algunas de esas misiones incluyeron derroteros en extrempo arriesgados hacia el Extremo Oriente, para condudir material destinado al Japón. El moderno submarino “Cagni” fue uno de los primeros en emprender una de aquellas travesías a las que le siguieron el “Barbarigo, “Giuliani”, “Cappellini”, “Torelli” y “Tazzoli”. Producida la crisis del 8 de septiembre de 1943, en la que Italia cambió de bando, los sumergibles italianos quedaron sujetos al control alemán, pero volvieron nuevamente a sus dueños cuando tras el rescate de Mussolini en el Monte Sasso, se estableció en el norte la República Social de Salò y el fascismo mantuvo su alianza con Alemania. Designado comandante de la base de Betasom (Burdeos), el mencionado comandante Grossi, los submarinos italianos volvieron a hacerse a la mar.

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Durante un viaje al Extremo Oriente, el “Tazzoli” navegaba por aguas del Atlántico, camino a Singapur, bajo el mando de su nuevo comandante, el capitán de corbeta Giuseppe Caito7, cuando el 20 de mayo desapareció sin dejar rastros. Menos de un mes después (15 de junio), el “Barbarigo”, corrió la misma suerte en aguas de Indonesia. Por su parte, el 26 de julio de 1943 el “Giuliani” llegó a destino, en el puerto de Singapur, pero producido el armisticio del 8 de septiembre, pasó a manos de los japoneses, que se lo entregaron a los alemanes,quienes cambiaron su nombre por UIT-23. Empleado en misiones de patrulla, fue localizado en en aguas próximas a la península de Malasia por el submarino inglés “Tallyho” y hundido el 14 de febrero de 1944. También el “Cappellini” y el “Torelli” pasaron a manos japonesas, quienes los capturaron en Singapur el 23 de julio y el 25 de agosto de 1943 reepectivamente, y se los entregaron a sus aliados alemanes, quienes los rebautizaron UIT-24 y UIT-258, para operar con ellos hasta el final de la guerra.

Submarino italiano bajo ataque Era el final de un ciclo; el último capítulo de la odisea submarina italiana, cuyos resultados superaron todas las espectativas: 32 submarinos en operaciones que llegaron a totalizar 197 misiones de patrulla y combate en los océanos Atlántico e Índico, con un total de 593.864 toneladas de carga y buques enviadas al fondo del mar además de otras cinco naves de envergadura seriamente dañadas, entre ellas, un cazatorpedero británico y dos acorazados norteamericanos, ello sin contar sus acciones en el mar Mediterráneo, donde entre 1940 y 1941 la balanza se inclinó favorablemente hacia la Regia Marina. Pese a sus limitaciones y su escaso grado de preparación, al momento de comenzar la lucha, los marinos italianos se lanzaron a la batalla cumpliendo con creces su misión.

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Imágenes

El "Bagnolini" inicia inmersión

El "Barbarigo" frente a las costas de Brasil

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Capitán Enzo Gorssi

Capitán Carlo Fecia di Cossato

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Capitán Ugo Botti

Capitán Romeo Romei

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Mussolini posa junto a tripulantes de submarinos durante una visita al Palazzo Venezia en Roma A su lado el capitán Enzo Grossi Notas 1

Operaban desde la base eritrea de Massawa. El primer submarino italiano en abandonar la base de Burdeos fue el “Faà di Bruno”, el 11 de octubre de 1940, que a poco de abandonar la rada, perdió todo contacto con su base y nunca volvió a aparecer. 3 Actual Gdyna. 4 El 15 de octubre de 1940, Todaro hundió al carguero belga “Kabalo”, rescatando a buna parte de su tripulación, para conducirla a las islas Azores, antes de dirigirse de regreso a Burdeos. 5 En acciones anteriores había sido dañado el acorazado “Giulio Cesare” (Punta Stilo, 9 julio 1940). 6 Finalizada la guerra, los estadounidenses negaron esas acciones y la medalla al valor en combate que había obtenido el capitán Grossi le fue revocada. Tiempo después se dijo que todo había sido una maniobra urdida por el gobierno italiano debido a que el marino era un ferviente fascista que había adherido a la República de Salò. 7 Había reemplazado al capitán Carlo Fecia di Cossato. 8 Al momento de producirse la capitulación de Alemania, el UIT-24 se hallaba nuevamente en oriente, por lo que la armada japonesa se apoderó de él rebautizándolo Y-503. Fue desguazado por los norteamericanos después de la guerra. 2

Fuentes -Enrico Butteri Rolandi, “Rapidi ed invisibili… alle volta”, Storie di Sommergibili, Leonardo.it (http://cronologia.leonardo.it/battaglie/batta48.htm). -Riccardo Nassigh, Guerra negli abissi: i sommergibili italiani nel secondo conflicto mondiale, Mursia, Milan, 1971. -Francesco Mattesini, Betasom: la guerra negli oceani, 1940-1943, Ufficio Storico della Marina Militare, Roma, 1993.

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PALABRAS FINALES

Llegamos así al final de esta reseña, en la que hemos referido tan solo algunas de las proezas que los italianos llevaron a cabo en la Segunda Guerra Mundial, proezas que cobran más cuerpo si se tiene en cuenta las condiciones en las que lucharon y el armamento con el que contaron. La información ha sido expuesta de manera amplia, sencilla, sin abundar en detalles ni tecnicismos, porque eso es para un trabajo posterior, mucho más exhaustivo. Se ha escrito mucho desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial; se ha hablado, se ha opinado y lo que es peor, se ha mentido en exceso. Y esas mentiras se han hecho carne y son casi imposibles contradecir. De ahí que resulten vanos los efuerzos por explicar al vulgo que tal o cual cosa no fueron así y que lo que muestra determinada película (o documental) o han dicho este y aquel “experto”, es tendencioso o está equivocado. Lo peor son aquellos que repiten y repiten sin siquiera tomarse la molestia de leer, de buscar algo de información, porque la misma existe y está al alcance de quienes se interesen por averiguar la verdad. El presente trabajo intenta refutar falsos conceptos y homenajear a aquellos héroes que lucharon como leones en una conflagración terrible; rescatar nombres y hechos que han sido olvidados, que quedaron eclipsados por otros o lo que es peor, que han sido tergiversados. Por eso nuestra dedicatoria a los sabios de cafetín, a los eruditos de entrecasa, a los expertos de sobremesa que hablan como catedráticos y saben lo que un caracol. Para los teóricos de folletín, es decir, los “slavadores” y los “borregos”, los estúpidos, los mediocres, los soberbios y mentirosos que desde el confort y la calma de sus hogares se han reido de quienes han combatido, ya en los mares, ya en la nieve y el hielo, en los desiertos y las montañas, bajo las peores condiciones que un ser humano pueda soportar, en medio de muerte, destrucción y horrores que apenas se pueden imaginar. Para los cobardes y pusilánimes que nada saben de valentía y honor y a la distancia se han reído de los muertos, los heridos, los mutilados y los congelados; para los que han difamado a hombres valerosos que se jugaron la vida por su patria y sus ideas. Es para ello, repetimos, que va dedicado

ANEXO I. TEXTO DEL PACTO DE ACERO El Canciller del Reich Alemán y Su Majestad el Rey de Italia y Albania, Emperador de Etiopía,

Consideran que el tiempo ha llegado para confirmar por medio de un pacto solemne la estrecha relación de amistad y afinidad que existe entre la Alemania Nacional Socialista y la Italia Fascista. Dado que se ha establecido un puente seguro de ayuda y asistencia mutua en la frontera común entre

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Alemania e Italia, permanente para todo el tiempo, los dos gobiernos acuerdan los principios y fines de la política previamente acordada entre ambos, y que ha demostrado ser exitosa en lograr los intereses de los dos países así como para asegurar la paz en Europa. Firmemente consolidada a través de la unidad interna de sus ideologías y de la solidaridad comprensiva de sus intereses, el pueblo alemán e italiano están determinados para también en el futuro permanecer lado a lado y para efectuar un esfuerzo mancomunado para asegurar sus Lebenraum (espacios vitales) y el mantenimiento de la paz. En este sentido, prescrita para ellos por la historia, el deseo de Alemania e Italia, es llevar a cabo la tarea de hacer unos cimientos seguros para la cultura europea. Para poder establecer esos principios en forma de tratado, ellos han nombrado como plenipotenciarios, al Canciller del Reich Alemán, al Ministro de Asuntos Extranjeros, von Ribbentrop, Su Majestad el rey de Italia y Albania, Emperador de Etiopía, el Ministro de Asuntos Extranjeros, Conde Galeazzo Ciano, quien, después de intercambiar las respectivas credenciales, han acordado los siguientes términos: Artículo I. Las Partes Contratantes se mantendrán en permanente contacto entre ellos, de manera de llegar a entendimientos en todos los intereses comunes o de la situación europea en su conjunto. Artículo II. En el caso que los intereses comunes de las Partes Contratantes se vean amenazadas por sucesos internacionales de cualquier tipo, ellos inmediatamente entrarán en consulta respecto a las medidas necesarias para preservar esos intereses. Si la seguridad u otros intereses vitales de una de las partes son amenazados desde el exterior, la otra Parte Contratante le ofrecerá a la Parte amenazada el total apoyo político y diplomático con el propósito de retirar esa amenaza. Artículo III. Si en contra de los deseos y esperanzas de las partes Contratantes, ocurriera que una de ellas se viera envuelta en complicaciones militares con otra u otras potencias, la otra Parte Contratante, se colocará a su lado como aliado y la apoyará con todo su poder militar en tierra, mar y aire. Artículo IV. Con el propósito de asegurar, en cualquier caso, la rápida implementación de las obligaciones de alianza del Artículo III, los Gobiernos de las dos Partes Contratantes, intensificarán su cooperación en la esfera militar y en la esfera de la economía de guerra. De igual forma los dos Gobiernos se mantendrán regularmente informados de todas las medidas necesarias para la implementación práctica de este pacto. Los dos Gobiernos crearán comisiones permanentes, bajo la dirección de los Ministros de Asuntos Extranjeros, para los propósitos indicados en los párrafos 1 y 2. Artículo V. Las Partes Contratantes desde ya se comprometen a que en el evento de una guerra conjunta, para terminar con un armisticio de paz, solamente se hará de total acuerdo la una con la otra. Artículo VI. Las dos Partes Contratantes están conscientes de la importancia de sus relaciones conjuntas con las Potencias que son sus amigas. Ellas están determinadas a mantener esas relaciones en el futuro y a promover el adecuado desarrollo de los intereses comunes que los unen a esas Potencias. Artículo VII. Este pacto entrará en vigencia inmediatamente después de firmado. Las dos Partes Contratantes acuerdan después de fijar el primer período de su validez en diez años. A buen tiempo antes de la finalización de ese período, ellas llegarán a un acuerdo respecto a la extensión de la validez de este pacto.

Protocolo Suplementario Secreto

Al firmar el pacto de alianza y amistad, se ha acordado establecer por ambas partes los siguientes puntos: 1. Los dos Ministros de Asuntos Exteriores, llegarán a un acuerdo lo más pronto posible sobre la organización, el asiento y los métodos de trabajo por parte de las comisiones en cuestiones militares y en cuestiones de economía de guerra como se estipula en el Artículo IV del pacto. 2. Para la ejecución del Artículo IV, par 2, los dos Ministros de Asuntos Extranjeros tomarán las

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medidas necesarias, garantizando la cooperación constante, conforme al espíritu y fines del pacto, en materia de prensa, servicio de noticias y propaganda. Para este propósito en particular, cada uno de los dos Ministros de Asuntos Exteriores asignará a la embajada de su país en la respectiva capital uno o varios especialistas bien experimentados, para la constante discusión, en estrecha cooperación con el representante del Ministerio de Asuntos Extranjeros, de los pasos adecuados a tomarse en materia de prensa, servicio de noticias y propaganda para la promoción de la política del Eje, y como contramedida en contra de la política de las potencias enemigas. Berlín, 22 de Mayo de 1939, en el XVII Año de la Era Fascista.

ANEXO II. TEXTO DEL PACTO TRIPARTITO FIRMADO POR ALEMANIA, ITALIA Y JAPÓN EL 27 DE SEPTIEMBRE DE 1940 Articulo 1 Japón reconoce y respeta la dirección de Alemania e Italia en la creación de un Nuevo Orden en Europa. Articulo 2 Alemania e Italia reconocen y respetan la dirección del Japón en la creación de un Nuevo Orden en el espacio vital de la Gran Asia Oriental. Articulo 3 Alemania, Italia y Japón acuerdan colaborar en todas sus iniciativas, en el marco de los fundamentos expuestos. Las tres Naciones se comprometen además a prestarse apoyo recíproco con todos los medios políticios, económicos y militares, si una de las tres potencias signatarias fuera agredida por otra potencia que actualmente no esté implicada en la guerra de Europa o el conflicto chino-japonés. Articulo 4 A fin de dar aplicación a este pacto, entrarán inmediatamente en función comisiones mixtas y de carácter técnico, cuyos miembros serán nombrados por los gobiernos de Alemania, Italia y Japón. Articulo 5 Alemania, Italia y Japón declaran que los acuerdos dichos no alteran de ninguna forma las relaciones políticas que actualmente cualquiera de las tres partes signatarias tenga con la Unión Soviética. Articulo 6 El presente pacto entrará en vigor inmediatamente después de la firma, y tendrá una duración de diez años a partir del día de su entrada en vigor. Antes de terminar este plazo, las altas partes contratantes proveerán, a su debido tiempo y si una de ellas lo pide, a iniciar conversaciones para renovación del pacto. Para legalizar el pacto, el presente documento viene firmado y sellado por los infrascritos, dotados de plenos poderes por sus respectivos gobiernos. Hecho en tres copias, en Berlín, el 27 de septiembre de 1940, año XVIII de la Era Fascista, correspondiente al 27 día del noveno mes del XV año de la Era Syowa. Firmado: Joachim von Ribbentrop, Ciano, Kurusu.

ANEXO III. DISCURSO DE MUSSOLINI A LOS CAMISAS NEGRAS Roma, 23 de febrero de 1941 He venido aquí, ante vosotros, para miraros fijamente a los ojos, para pulsar vuestro temple, rompiendo así el silencio que me es tan caro guardar, particularmente en tiempos de guerra. Os preguntásteis alguna vez, en la hora de meditación, que cada cual ha de procurarse durante el día, desde cuándo estamos en guerra. No es sólo desde hace ocho meses, como pudieran creerlo los superficiales copiladores de crónicas. No es desde septiembre de 1939 cuando, por el juego de las garantías a Polonia, Gran Bretaña desencadenó la conflagración con criminal y premeditada voluntad: estamos en guerra, desde hace seis años, exactamente desde febrero de 1935, cuando vio a luz el primer comunicado, anunciando la movilización de la "Peloritana". Terminaba apenas la guerra de Etiopía cuando desde la otra orilla del Mediterráneo nos llegó el llamamiento de Francisco Franco, quien había dado comienzo a su revolución nacional.

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¿Podíamos nosotros, los fascistas, dejar sin respuesta ese grito y permanecer indiferentes ante el perpetuarse de las sangrientas ignomínias de los mal llamados frentes populares? ¿Podíamos, sin renegar de nosotros mismos, dejar de acudir en ayuda de un movimiento de insurrección, que encontraba en José Antonio Primo de Rivera a su creador, su asceta, su mártir? ¡No! Por ello, la primera escuadrilla de nuestros aeroplanos partió el 27 de julio de 1936 y el mismo día tuvimos las primeras bajas. En realidad estamos en guerra desde el año 1922, es decir desde el día en que enarbolamos contra el mundo masónico, democrático y capitalista, la bandera de nuestra revolución, que en aquel entonces era defendida por un puñado de hombres. El estallido de las hostilidades,el 1 de septiembre de 1939, nos encontró al final de dos guerras, que nos impusieron sacrificios de vidas humanas relativamente reducidas, pero que nos exigieron un esfuerzo logístico y financiero, sencillamente enorme. Empero, al desenvolvimiento, acelerado a veces, de la historia no es posible decirle como al faustiano instante fugitivo: ¡Detente! La historia os ase de la garganta y os obliga a una decisión. De haber estado en condiciones al cien por ciento, hubiéramos entrado en la lucha en septiembre de 1939, no en junio de 1940. Durante ese breve lapso de tiempo afrontamos y superamos dificultades excepcionales. Las fulminantes y arrolladoras victorias de Alemania en Occidente eliminaban la eventualidad de una larga guerra continental. Los que simulan, hoy, pensar que la intervención de Italia fue prematura, son probablemente los mismos que, entonces, la juzgaban tardía. Desde el año 1935, la atención de nuestros estados mayores fue puesta en Libia. Toda la obra de los gobernadores que alternábanse en Libia fue dirigida a convertir en potencia económica, demográfica y militar a aquella vasta región, transformando zonas desérticas en fecundas. Entre octubre y noviembre, fue cuando Gran Bretaña arrojó contra nosotros las masas de sus fuerzas imperiales, reclutadas en tres continentes y armadas por el cuarto. Ahora bien, no somos nosotros como los ingleses y nos jactamos de ello. No hicimos nosotros de la mentira un arte de gobierno, ni tampoco un narcótico para el pueblo, cual lo hacen los gobernantes de Londres. Nuestra capacidad de recuperación en el campo moral y material es sencillamente formidable, constituyendo una de las características peculiares de nuestra raza. Es muy cierto que habrá que luchar duramente; es muy probable que la lucha sea larga, pero el resultado final ha de ser la victoria del Eje. Gran Bretaña no puede vencer esta guerra. Os lo demostraré con rigurosa lógica. El acto de fe es superado por el hecho. Esta demostración parte de una premisa dogmática y es que Italia, suceda lo que suceda, marchará con Alemania, hombro con hombro, hasta el fin. Todo aquel que suponga otra cosa, olvida que la alianza ítalo-germana no es solamente entre dos ejércitos, dos Estados, dos diplomacias, sino que es entre dos pueblos y dos revoluciones, destinadas a imprimir su sello a este siglo. La cooperación entre las dos fuerzas armadas desarróllase en un plan de amigable, leal y espontánea solidaridad. Seguidme ahora, os lo ruego. 1) El poderío bélico de Alemania no ha mermado después de 17 meses de guerra, sino que ha aumentado en proporciones gigantescas. Las pérdidas humanas son mínimas. 2) Los armamentos germánicos son por calidad y cantidad infinitamente superiores a los que obraban al comienzo de la guerra. 3) Mientras que en la guerra mundial Alemania quedaba aislada en Europa y en el mundo, hoy el Eje es árbitro del continente y es aliada del Japón. El mundo Escandinavo, el mundo Danubiano, los Paises Bajos, la Francia ocupada están directa o indirectamente en la órbita germana. En el Mediterráneo están la Italia aliada y la España amiga. Salvo Portugal y Suiza y por algún tiempo más Grecia, está toda Europa fuera de la influencia de Gran Bretaña y en contra de ella. 4) Con tal situación se ha determinado una neta inversión de lo que acaeciera en 1914-1918. 5) La moral de los pueblos del Eje es infinitamente superior a la del pueblo inglés: el Eje lucha con la certidumbre de la victoria. Gran Bretaña lucha porque no le queda otra alternativa. Churchill puede ordenar el bombardeo de las plantas industriales de Génova, para interrumpir su trabajo, pero no es más que una pueril ilusión si pretende con ello quebrantar la moral de la ciudad. Significa no conocer, ni siquiera vagamente a nuestra raza y a nuestro temperamento, la costumbre de los lígures en general y de los genoveses en particular. Significa ignorar la virtud cívica, el patriotismo purísimo de un pueblo que en el arco de su mar diera a la patria Colón, Garibaldi y Mazzini. 6) Inglaterra está sola. Este aislamiento la empuja hacia los Estados Unidos de los cuales invoca, desesperada y urgentemente, socorro.

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7) Cuando caiga Inglaterra, aunque eventualmente continúe su agonía en los países del Imperio Británico. 8) Italia tiene en esta gigantesca obra un papel de primer orden. También nuestra potencialidad bélica mejora cotidianamente en calidad y cantidad. 9) Que la Italia fascista haya osado medirse con Gran Bretaña es un timbre de orgullo que vivirá en los siglos. Ha sido un acto consciente de audacia. Los pueblos llegan a ser grandes cuando osan, cuando se arriesgan, cuando sufren, no cuando, sentados a orilla del camino, viven una vida parasitaria y vil. Los portagonistas de la historia pueden reivindicar los derechos de ella; los simples espectadores, jamás. 10) Para vencer al Eje, deberían los ejércitos de Gran Bretaña desembarcar en el continente, invadir a Alemania e Italia y derrotar a sus ejércitos. Pero no hay inglés, que pueda soñar siguiera con ello. Dejadme deciros ahora que lo que sucede en Estados Unidos no es sino el más colosal engaño que la historia registre. La ilusión consiste en que los Estados Unidos creen seguir siendo aún una democracia, mientras que, en realidad, no son más que una oligarquía político-financiera, dominada por el judaísmo. La falsedad consiste en creer que las potencias del Eje quieren atacar a América, después de destruir a Gran Bretaña. Ni en Roma, ni en Berlín, se acarician tan fantásticos proyectos. En todo caso, es mucho más verosímil que los Estados Unidos sean invadidos por el planeta Marte. ¡Camaradas de la Urbe! A través de vosotros he querido hablar al pueblo italiano, al auténtico, al verdadero y grande pueblo italiano, el que combate como león en los frentes de batalla de tierra, mar y aire. El que a la salida del sol está de pié para el trabajo de los campos, de los talleres, de las oficinas. El que no se permite los más inocentes lujos. No hay que confundir a ese gran pueblo con una exigua y deleznable minoría de bien identificados holgazanes, llorones y antisociales que gimen sobre los racionamientos y lamentan las suspendidas comodidades. El pueblo italiano, el pueblo fascista se merece la victoria y la tendrá.

ANEXO IV. DISCURSO DE HAILE SELASSIE PALABRAS DEL EMPERADOR DE ETIOPÍA EN LA SOCIEDAD DE NACIONES CON MOTIVO DE LA INVASIÓN ITALIANA A ETIOPÍA

Llamado a la Liga de Naciones

Junio, 1936, Ginebra, Suiza Yo, Haile Selassie I, Emperador de Etiopia, estoy aquí hoy para reclamar la justicia que se le debe a mi gente, y la asistencia prometida ocho meses atrás, cuando cincuenta naciones afirmaron la agresión cometida en violación de tratados internacionales. No hay precedentes para una cabeza de estado en persona hablando a esta asamblea. Pero tampoco hay precedentes para gente el ser victimas de tal injusticia y ante la presente amenaza de ser abandonados a su agresor. También, nunca ha habido anteriormente un ejemplo de un procedimiento gubernamental para la sistemática exterminación de una nación por medios bárbaros, en violación a las mas solemnes promesas hechas por las naciones de la tierra de que no será usada contra inocentes seres humanos el terrible veneno de gases dañinos. Es para defender a gente que lucha por su ancestral independencia por lo que la cabeza del Imperio Etiope a venido a Génova para cumplir este supremo deber, después de haber peleado el mismo a la cabeza de sus ejércitos. Yo le ruego al Todopoderoso Dios que El le evite a las naciones el terrible sufrimiento que recientemente ha sido infligido sobre mi gente, y del cual los jefes que me acompañan aquí han sido horrorizados testigos. Es mi deber informar a los gobiernos ensamblados en Génova, responsables como lo son por la vida de millones de hombres, mujeres y chicos, del mortal peligro que los amenaza, por describir el destino que ha sido sufrido porEtiopia. No es solo contra guerreros que el gobierno italiano ha hecho guerra. Fue sobre todo atacada la población distante de las hostilidades, en orden de aterrorizarla y exterminarla.

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En el comienzo, sobre el final de 1935, la aviación italiana lanzó sobre mis ejércitos bombas de gas lacrimógeno. Su efecto era pequeño. Los soldados aprendieron a dispersarse, esperando asta que el viento haya dispersado rápidamente el venenoso gas. La aviación italiana recurrió entonces al gas mostaza. Barriles de liquido eran arrojados sobre grupos armados. Pero este medio tampoco fue efectivo, el liquido afectaba solo unos pocos soldados, y los barriles sobre la tierra eran de por si un aviso a las tropas y a la población del peligro. Fue en ese tiempo, cuando las operaciones para rodear Makalle estaban tomando lugar, que la Comandancia Italiana, temiendo una masacre, siguió el procedimiento que es ahora mi deber denunciar al mundo. Rociadores especiales fueron instalados abordo de los aviones para que puedan vaporizar, sobre vastas áreas de territorio, una fina, mortal lluvia. Grupos de nueve, quince, dieciocho aviones siguiendo uno a otro para que la niebla expedida por ellos forme una continua capa. Fue así que, desde el fin de Enero, 1936, soldados, mujeres, chicos, ganado, ríos, lagos y pasturas eran empapados continuamente con la lluvia mortal. En orden de matar sistemáticamente toda criatura viviente, en orden de asegurarse el envenenamiento de aguas y pasturas, la Comandancia Italiana hacia pasar estos aviones una y otra ves. Este fue el método principal de guerra.

Destrucción y terror El verdadero refinamiento del barbarismo consistía en llevar desolación y terror dentro de la más densamente poblada parte del territorio, a los puntos mas alejados de la escena de hostilidades. El objetivo era dispersar miedo y muerte sobre una gran parte del territorio Etiope. Esta temerosa táctica fue exitosa. Hombres y animales sucumbieron. La mortal lluvia que caía de los aviones hacia que todos los que eran tocados caigan chillando de dolor. Todos los que bebieron el agua envenenada o comieron la comida infestada también sucumbieron en gran sufrimiento. En decenas de miles, las victimas del gas mostaza italiano caían. Esto es en orden para denunciar al mundo civilizado las torturas inflingidas sobre la gente de Etiopia que Yo resolví venir a Génova. Ningún otro como Yo mismo y mis bravos compañeros en armas pueden brindar a la Liga de Naciones la indelegable prueba. Las apelaciones de mis delegados dirigieron a la Liga de Naciones han quedado sin ninguna respuesta, mis delegados no han sido testigos. Ese es el porque Yo decidí venir para testificar contra los crímenes perpetuados contra mi gente y dar a Europa una advertencia de la condena que les espera si no cede antes de que esta realidad se plasme. ¿Es necesario recordar a la asamblea los distintos escenarios del drama Etiope? Desde los pasados veinte años, como Heredero, Regente del Imperio, o como Emperador, nunca deje de usar todos mis esfuerzos para traer a mi país los beneficios de la civilización, y en particular de establecer relaciones de buenos vecinos con los poderes adyacentes. En particular fui exitoso en concluir con Italia el Tratado de Amistad de 1928, que prohíbe absolutamente el recurso, bajo ningún pretexto que sea, de usar armas, sustituyendo la presión y la fuerza por la conciliación y arbitrio en lo que las naciones civilizadas basan el orden internacional. País más unido En su reporte del 5 de octubre de 1935, el Comité de lo Trece reconoció mi esfuerzo y los resultados que he alcanzado. Los gobiernos por los que Etiopia entro en la Liga, dándole al país una nueva garantía del mantenimiento de su independencia y integridad territorial, que la ayudaría a alcanzar un nivel mas elevado de civilización. No parece ser que en Etiopia haya más desorden e inseguridad que en 1923. Por el contrario, el país es más unido y el poder central es más obedecido. Hubiese procurado aún más grandes resultados para mi gente si obstáculos de toda clase no hubiesen sido puestos en el camino por el Gobierno Italiano, gobierno que despertó revueltas y armó a los rebeldes. De hecho elGobierno de Roma, como hoy abiertamente se proclama, nunca ha dejado de prepararse para la conquista deEtiopia. Los tratados de amistad que firmó conmigo no eran sinceros, su único objeto era el de esconder las reales intenciones de mi. El Gobierno Italiano afirma que por catorce años ha estado preparándose para su presente conquista. Esto también muestra que cuando sostuvo la admisión de Etiopia a la Liga de Naciones en 1923, cuando concluyó el Tratado de Amistad en 1928, cuando firmo el Pacto de Paris proscribiendo la guerra, estaba engañando al mundo entero. Al Gobierno Etiope, en estos solemnes tratados, se le dio garantías adicionales de seguridad

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que le permitiera progresar junto al camino específico de reformas en el cual se había asentado, para el cual entregaba todas sus fuerzas y todo su corazón. El pretexto de Wal-Wal El incidente de Wal-Wal, en diciembre, 1934, vino como un rayo hacia mí. La provocación italiana fue obvia y Yo no vacilé en apelar a la Liga de Naciones. Yo invoqué las previsiones del tratado de 1928, los principios de la Convención, impulsé los procedimientos de conciliación y arbitrio. Infelizmente para Etiopia era el tiempo cuando determinados Gobiernos consideraron que la situación europea hacia imperativo a todo costo obtener la amistad de Italia. El precio pagado era el abandono de la independencia de Etiopia a la codicia del Gobierno Italiano. Este acuerdo secreto, contrario a las obligaciones de la Convención, ha ejercido una gran influencia en el curso de los acontecimientos. Etiopia y el mundo entero han sufrido y todavía sufren hoy estas desastrosas consecuencias. Esta primera violación de la Convención fue seguida por muchas otras. Sintiéndose animados en su política contra Ithiopia, el Gobierno de Roma fervorosamente hizo preparativos de guerra, pensando que las concertadas presiones que estaban empezando a ejercer sobre el Gobierno Etiope, a lo mejor no conlleven la resistencia de mi gente a la dominación italiana. El tiempo llegó, así todo tipo de dificultades fueron puestas en el camino en vista de romper con el procedimiento de conciliación y arbitrio. Todo tipo de obstáculos fueron puestos en el camino de este procedimiento. Gobiernos trataron de prevenir al Gobierno de Etiopia de encontrar árbitros entre sus naciones: y una vez que el tribunal arbitral fue armado la presión fue ejercida para que un otorgamiento favorable para Italiafuera dado. Todo esto era en vano: los árbitros, dos de ellos eran oficiales italianos, fueron forzados a reconocer unánimemente que en el incidente de Wal-Wal, como en los siguientes incidentes, ninguna responsabilidad internacional se le atribuía a Etiopia.

Esfuerzos de paz Siguiendo esta determinación, el Gobierno de Etiopia sinceramente pensó que una era de relaciones amistosas se había abierto con Italia. Yo en realmente ofrecí mi mano al Gobierno Romano. La Asamblea fue reportada por el Comité de los Trece, con fecha de Octubre 5, 1935, de los detalles de los eventos ocurridos después del mes de Diciembre, 1934, hasta Octubre 3, 1935. Es suficiente con que Yo cite un poco del reporte No. 24, 25 y 26: El memorando italiano (conteniendo las quejas hechas por Italia) fue dejado sobre la mesa delConsejo en Septiembre 4, 1935, cuando la primera apelación de Ithiopia al Consejo había sido hecha en Diciembre, 1934. En el intervalo entre estos dos días el Gobierno Italiano se opuso a lo cuestionado por elConsejo en un terreno en donde el único procedimiento adecuado era el previsto por el Tratado Italo-Etiope de1928. A lo largo de todo este periodo, además, el despacho de tropas al Este de África estaba ocurriendo. Este transporte de tropas era presentado al Consejo por el Gobierno Italiano como necesario para la defensa de sus colonias amenazadas por las preparaciones de Etiopia. Etiopia, por el contrario, prestó atención al pronunciamiento oficial hecho en Italia el cual, en su opinión, no dejaba dudas "de las hostiles intenciones del Gobierno Italiano." Desde el comienzo de la disputa, el Gobierno Etiope ha buscado un arreglo por medios pacíficos. Ha apelado a los procedimientos de la Convención. El Gobierno Italiano deseando mantener estrictamente los procedimientos del Tratado Italo-Etiope de 1928, el Gobierno Etiope consintió. Invariablemente indico que fielmente acataría la fallo arbitral, inclusive si la decisión fuese en su contra. Se acordó que la cuestión de posesión de Wal-Wal no se trate con árbitros, porque el Gobierno Italiano no estaría de acuerdo con esto. Se le pidió al Consejo que despache observadores neutrales y se ofreció a si mismo a prestar cualquier solicitud que el Consejo tenga. Una vez que la disputa por Wal-Wal fue asentada por arbitraje, así todo, el gobierno italiano presento su memorando en detalle al Consejo para apoyar su demanda de libertad de acción. Este afirma que un caso como el de Etiopia no puede ser resuelto por los medios propuestos por la Convención. Establece que, "desde que esta cuestión afecta vitales interese y es de primer importancia para la seguridad Italiana y la civilización" esto "faltaría a su mas elemental deber, el no dejar de una y para siempre de confiar en Etiopia, reservando libertad absoluta para adoptar cualquier medio que sea necesario para asegurar la seguridad de sus colonias y para salvaguardar sus intereses.

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Violación de la Convención Estos fueron los términos del reporte de el Comité de los Trece, el Consejo y la Asamblea, unánimemente adoptaron la conclusión de que el Gobierno Italiano había violado la Convención y estaba en un estado de agresión. Yo no vacile en declarar que no deseaba guerra, que era impuesta sobre mi, y que pelearía por la independencia y integridad de mi gente, y que en esa pelea Yo era el defensor de la causa de todos los pequeños estados expuestos a la codicia de un vecino poderoso. En Octubre, 1935, las cincuenta y dos naciones que hoy me están escuchando me aseguraron que el agresor no triunfaría, que los recursos de la Convención serían empleados para asegurar el reinado del derecho y el fracaso de la violencia. Yo le pido a las cincuenta y dos naciones que no se olviden de la política en la que se embarcaron ocho meses atrás , confiando en esto Yo dirigí la resistencia de mi gente contra el agresor que ellos han denunciado al mundo. A pesar de la inferioridad de mis armas, la completa falta de aviones, artillería, municiones, servicios hospitalarios, mi confianza en la Liga fue absoluta. Pensé que era imposible para cincuenta y dos naciones, incluyendo la mas poderosa del mundo, tendría éxito al oponerse a un solo agresor. Contando con la confianza en los tratados, no hice preparativos para la guerra, y este es el caso con ciertos pequeños países en Europa. Cuando el peligro se hizo más urgente, me di cuenta de la responsabilidad para con mi gente, durante los primeros seis meses de 1935 traté de adquirir armamentos. Muchos gobiernos proclamaron un embargo para prevenir este hecho, sin embargo el Gobierno Italiano, a través del Canal de Suez, estaba teniendo todas las facilidades para transportar constantemente y sin protestas, tropas, armas y municiones. Forzado a movilizarme En Octubre 3 de 1935, las tropas italianas invadieron mi territorio. Solo unas horas después decreté movilización general. En mi deseo de mantener la paz que tenía, siguiendo un ejemplo de un gran país de Europa en la víspera de la Gran Guerra, encause mis tropas para retirarlas treinta kilómetros para remover cualquier pretexto de provocación. La guerra entonces tubo lugar en las atroces condiciones que he mencionado anteriormente a la Asamblea. En esta desigual lucha entre un gobierno comandando mas de cuarenta y dos millones de habitantes, teniendo a su disposición financiera, industrial y medios técnicos que lo habilitan para crear una ilimitada cantidad de las mas mortales armas, y, por el otro lado, una pequeña gente de veinte millones de habitantes, sin armas, sin recursos, teniendo solo de su lado la justicia de su propia causa y la promesa de la Liga de Naciones. ¿Qué asistencia real fue dada a Etiopia por las cincuenta y dos naciones que habían declarado al Gobierno de Roma culpable de una violación de la Convención y se ha responsabilizado por prevenir el triunfo del agresor? ¿Ha, cada uno de los estados miembros, como es su deber hacer en virtud de sus firmas, atendido al articulo 15 de la Convención, considerando al agresor que ha cometido un acto de guerra directa y personalmente contra esta? He puesto todas mis esperanzas en la ejecución de esta empresa. Mi confianza a sido confirmada por las repetidas declaraciones hechas en el Concejo en efecto de que la agresión no prosperará, y la fuerza finalizará siendo completamente desplazada ante el derecho. En Diciembre de 1935, el Consejo dejo bien claro que sus sentimientos eran en armonía con aquellos miles de millones de personas que, en todas partes del mundo, han protestado contra la propuesta de desmembrar Etiopia. Era constantemente repetido de que no había simplemente un conflicto entre el Gobierno Italiano y la Liga de Naciones, y por ello es que Yo personalmente rechacé toadas las propuestas a mi ventaja personal hechas a mi por el Gobierno Italiano, si solo estaría traicionando a mi gente y la Convención de la Liga de Naciones; Estaba defendiendo la causa de todas las pequeñas personas que son tratadas con opresión. ¿Qué de las promesas? ¿Qué ha pasado con las promesas que me fueron hechas hasta Octubre de 1935? Noto con pena, pero sin sorpresa, que tres Potencias consideraron su parte bajo la Convención absolutamente sin ningún valor. Sus conexiones con Italia les impedían tomar alguna

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acción de cualquier orden para parar la agresión italiana. Por el contrario, fue una profunda decepción para mí el aprender la actitud de ciertos gobiernos que, mientras siempre protestaban con escrupuloso apego a la Convención, incansablemente usaban todos sus esfuerzos para impedir su observancia. Tan pronto como cualquier acción que era probable implementar rápidamente era pospuesta, varios pretextos eran concebidos en orden de posponer las acciones a consideración. ¿El acuerdo secreto de Enero de 1935 proporciona esta incansable obstrucción? El Gobierno Etiope nunca esperó de otro gobierno para derramar la sangre de sus soldados para defender la Convención cuando sus propios inmediatos personales intereses no estaban en juego. Los guerreros etíopes pedían solo por medios para defenderse ellos mismos. En muchas ocasiones he pedido por asistencia financiera para el aprovisionamiento de armas. Esta ayuda me fue constantemente negada. ¿Cuál, entonces, en práctica, es el significado del artículo 16 de la Convención y de seguridad colectiva? El uso del Gobierno Etiope de las vías férreas desde Djibouti a Addis Abeba fue en práctica considerado un arriesgado intento de transporte de armas por las fuerzas Etiopes. Al presente momento esto es lo principal, si no el único medio de suministro de las Fuerzas de Ocupación Italiana, pero no hay siquiera neutralidad desde que el articulo 16 pesa sobre todo estado miembro de la Liga, el deber no de permanecer neutral y no ayudar al agresor sino a la victima del agresor. ¿Ha sido la Convención respetada? Finalmente una declaración acaba de ser hecha en sus Parlamentos por los Gobiernos de ciertos Poderes, entre ellos los miembros mas influyentes de la Liga de Naciones, que desde que el agresor a tenido éxito en ocupar una gran parte del territorio de Etiopia ellos proponen no continuar con la aplicación de ninguna medida económica y financiera que haya sido decidida en contra del Gobierno Italiano. Estas son las circunstancias en que a petición del Gobierno Argentino, la Asamblea de la Liga de Naciones se reúne a considerar la situación creada por la agresión Italiana. Yo afirmo que el problema presentado en la Asamblea hoy es de mayor envergadura. Esta no es una mera cuestión de acuerdo a la agresión Italiana. La amenaza de la Liga Es para la seguridad colectiva: esta es la verdadera existencia de la Liga de las Naciones. Esta es la confianza que cada estado debe poner en los tratados internacionales. Este es el valor de las promesas hechas a estados pequeños que su integridad y su independencia deben ser respetada y asegurada. Este es el principio de igualdad de los estados por un lado, o de otra manera la obligación que descansa sobre los poderes pequeños de aceptar el enlace de esclavitud. En una palabra, es la moralidad internacional la que está en riesgo. ¿Las firmas que van con los tratados valen sólo si los poderes signatarios tienen intereses personales directos e inmediatos comprometidos? No sutilmente puede cambiar el problema o evadir las bases de la discusión. Es con toda sinceridad que presento estas consideraciones a la Asamblea. En el momento que mi pueblo está amenazado con la extinción, cuando el apoyo de la Liga puede proteger el golpe final, ¿Se me permitirá hablar con completa franqueza, sin ninguna reticencia, y con toda la derechura que se demanda por el gobierno de la igualdad como es con los miembros de estados de la Liga? Aparte del reino del Señor no hay en la tierra ninguna nación que es superior a otra. Y si ocurre que un gobierno fuerte encuentra que puede destruir con impunidad a pueblos débiles, entonces la hora ha llegado para que los pueblos débiles recurran a la Liga de las Naciones para dar su juicio con toda la libertad. Dios y la Historia recordarán su juicio. La asistencia negada He oído con seguridad que las sanciones inadecuadas que ya se han aplicado no han alcanzado su objetivo. En ningún momento, y bajo no circunstancias ninguna sanción que haya sido intencionalmente inadecuada, intencionalmente mal aplicada, puede parar el agresor. Cuando Etiopía pidió y pidió que se le debiera dar asistencia financiera, ¿No fue una medida imposible de aplicar, pues la asistencia financiera que recibe la Liga de las Naciones incluso en el tiempo de paz, ha venido de dos países que exactamente han renunciado aplicar las sanciones en contra del agresor? Afrontados por numerosas violaciones por el gobierno italiano de todos los tratados internacionales que prohíbe el uso de las armas, y el uso de métodos barbáricos de guerra, es mi deber doloroso de anotar

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que la iniciativa se ha tomado hoy con la visión de levantar las sanciones. ¿Esta iniciativa no indica en práctica el abandonamiento de Etiopía a su agresor? En la misma víspera del día que Yo estaba atentando el esfuerzo supremo en defensa de mi pueblo ante de esta Asamblea, ¿esta iniciativa no priva a Etiopía de una de las últimas posibilidades de triunfar en la obtención del apoyo y la garantía de los miembros de estados? ¿Es esta la guía que la Liga de las Naciones y cada uno de los miembros de estados tiene derecho a esperar de los grandes poderes cuando ellos aseguran su derecho y su deber de guiar la acción de la Liga? Puestos frente a frente con la realidad consumada, ¿los estados van a principiar el precedente de inclinarse ante la fuerza? Vuestra Asamblea sin ninguna duda presentaría delante de esta, proposiciones para la reformar el Pacto y para ejecutar con más garantías la seguridad colectiva. ¿Es el Pacto lo que necesita reforma? ¿Que empresas pueden tener valor si la voluntad de mantenerlas escasea? Es la moralidad internacional la que está expuesta y no los Artículos del Pacto. De parte del pueblo Etíope, miembro de la Liga de las Naciones, Yo le hago la petición a la Asamblea de que tome todas las medidas apropiadas para asegurar el respeto al Pacto. Yo renuevo mi protesta en contra de las violaciones de los tratados en lo cual el pueblo Etíope ha sido víctima. Yo declaro cara a cara al mundo entero de que el Emperador, el Gobierno y el pueblo de Etiopía no harán reverencias ante la fuerza; y que ellos mantienen su reclamo de que ellos usarán todos los medios en su poder para asegurar el triunfo de la justicia y el respeto al Pacto. Yo le pregunto a las 52 naciones, quienes le han dado al pueblo Etíope la promesa de ayudarlos en su resistencia al agresor, ¿que desean ellos hacer por Etiopía? Y aquellos grandes Poderes quienes han prometido la garantía de la seguridad colectiva a los pequeños Estados sobre los cuales pesa la amenaza de que ellos un día puedan sufrir el destino de Etiopía. Yo pregunto ¿que medidas ustedes intentan tomar? Representantes del Mundo. Yo he venido a Ginebra a descargar en vuestro ceno el deber más doloroso como Jefe de Estado. ¿Qué respuesta debo llevarle de regreso a mi pueblo? Su Majestad Imperial Emperador Haile Selassie I

Fuente Black King http://www.black-king.net/haile%20selassie%2001.htm

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