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A la Promoción “CN. JUAN BAUTISTA BIDEAU” (Año 2000), relevo generacional de la Promoción “CN. JUAN BAUTISTA BIDEAU” (Año 1970).
Vicealmirante Julio Henry Chacón Hernández, Director de la Escuela Naval de Venezuela. Meseta de Mamo, 20 de Julio de 1996. Hoy, ante Dios y el Pabellón Nacional recibieron el Coteau que los incorporó definitivamente, al batallón de cadetes de la Escuela Naval. Acto sencillo, pleno de significado institucional naval y fundamento de las singladuras en su carrera como marinos de guerra, al servicio de nuestra Patria, Venezuela. Trataré de hacer un recorrido en torno del horizonte, para hacerles vivir a grandes rasgos las experiencias propias, y propiciar así el éxito en su periplo en la vida naval. Es una fortuna histórica única, como Director de la Escuela Naval e integrante de la Promoción “CN. JUAN BAUTISTA BIDEAU” (Año 1970) dar estas palabras al relevo generacional en nuestra institución. Recuerden que el mes de Julio del año 2000, su generación relevará la nuestra, navegarán las aguas del tercer milenio; integrarán la Promoción “CN. JUAN BAUTISTA BIDEAU” (Año 2000). El material incluido en historia naval señaló con amplitud la biografía de nuestro epónimo, Capitán de Navío Juan Bautista Bideau; cualidades y méritos en su desempeño durante la gesta patriota culminan, al salvar la vida a Simón Bolívar en las playas de Ocumare de la Costa, el 14 de julio de 1816. En fecha 23 de agosto de 1965 un grupo de ciento ochenta y nueve aspirantes a cadetes iniciamos nuestro sueño marinero, la cantidad inicial de aspirantes fue de tres mil doscientos ochenta, satisfecho los requisitos de ley recibimos las caponas de Alférez de Navío -Promoción Capitán de Navío Juan Bautista Bideau (Año 1970)- treinta y cinco guardiamarinas, ascendimos al grado de Capitán de Navío veinte y siete, al grado de Contralmirante ocho y hasta la fecha dos Vicealmirantes. El año pasado, 1995, concursaron dos mil ochocientos setenta y dos aspirantes, ingresaron seleccionados a la Escuela Básica de Las Fuerzas Armadas ciento setenta y uno; en esta ceremonia, un año después de ese proceso de selección, están presentes ciento veinte y cinco. El seguimiento estadístico realizado en varias décadas permite inferir, que entre un cuarenta a sesenta por ciento de cada proceso de ingreso al instituto, recibe el sable de mando como oficial naval. Tienen el reto de alcanzar el máximo de ese comportamiento estadístico, sesenta por ciento, porque su ingreso fue objeto de acucioso trabajo cualitativo antes que cuantitativo; hasta el año 1994 el número de aceptados osciló entre trescientos cuarenta y cuatrocientos veinte aspirantes, como ya mencioné, ustedes forman parte de un grupo inicial de ciento setenta y uno aspirantes. Cadetes, es necesario formularse algunas reglas: la primera, “debemos vivir para algo más que para sí mismo. Quien medita sobre sí encontrará mil razones para 2
ser desdichado. Nunca habrá hecho lo que quiso y debió hacer, jamás obtendrá lo que, según él, merecía obtener; el desacuerdo consigo mismo es el peor de los males. La segunda, hacer, actuar. En vez de lamentarnos de lo absurdo del universo, tratemos de transformar, influir en la pequeña parcela bajo nuestra responsabilidad. Cada quien tiene un radio de acción, soy el director, por tanto dirijo; el profesor enseña, el artesano dignifica su oficio, el cadete busca la excelencia en la profesión naval. Al estimar su capacidad, evalúen el deporte alineado con sus fortalezas, las asignaturas ajustadas a su intelecto –aquellas con dificultades requerirán mayor aplicación al estudio-, las características de aptitud para el servicio naval que sientan deben potenciar; para el rendimiento en conducta tienen bastante camino ganado si tuvieron formación de hogar y de fe, y se ocupan de conocer la normativa legal que rige el comportamiento naval. Eviten los centros de juegos o garitos y expendios de licores, compartan con amistades que les ayuden a crecer intelectualmente y en la esfera social que les rodea. Traten de abordar el proceso de selección de la persona que le acompañará en su vida y profesión, evalúe las cualidades y defectos, junto al sentimiento de afecto, del ser que piensa unirá su destino al suyo. Tercera regla; creer en el poder de la voluntad. No es cierto que el porvenir esté determinado por completo. A usted solo se le pide la voluntad, valor y deseo de influir en su propio destino. No depende de nosotros ganar batallas, pero sí ser valiente y estar preparado para participar con ventaja en ellas. Debemos gobernarnos superando la pereza, la cobardía…ellas son producto del abandono. El estudio, trabajo y la energía son actos voluntarios. Finalmente, la última regla; fidelidad. En las promesas, en la palabra, los contratos, con los otros y por supuesto consigo mismo. Se debe ser de aquellos que nunca decepcionan. Ser infiel conlleva engañar, mentir, perjurar y traicionar; pasos inexorables hacia el crimen y la cobardía. No es fácil mantener la palabra, miles de tentaciones se oponen al compromiso adquirido. Nadie escoge su oficio por simples razones, puesto que es necesario haberlo escogido para conocerlo. No ponga su credibilidad y prestigio en manos de otro, tome cuidado personal de él; no lo obtendrá con dinero o con bienes, solo un arduo construir de su currículo dará el peso apropiado ante sus semejantes. Inicie ese currículo con rigor, no pierda tiempo, no ahorre esfuerzos. Aumente su cultura, vaya más allá de las lecciones de profesores y oficiales, ellos, al fin y al cabo, no estarán a su lado en los momentos de dificultad o toma de decisiones operativas y de guerra. Cuando comande un buque de guerra o una unidad de infantería en área de combate, comprenderá la soledad que le acompañará en los atribulados instantes de peligro de su tripulación y material bajo su responsabilidad. Estas reglas parecerán sumarias y severas, pero no hay otras. No se requiere atravesar la existencia como un estoico huraño. Sea capaz de reírse de Usted mismo, tenga sentido del humor. Acepte sus flaquezas si no puede dominarlas. Recuerde, Roma fue poderosa mientras respetó los valores sobre los cuales se fundó. Las nuevas técnicas cambian las modas, pero no cambian ni el valor de los actos ni las razones para obrar. El idioma inglés y la informática –importantes hoy- serán instrumentos fundamentales en las próximas décadas, descuidar tales herramientas le creará un 3
lastre enorme en el andar de la profesión y la vida. No desperdicie oportunidad para conocer la aplicación de los programas y auxilios disponibles en el laboratorio de informática e idiomas. Aborde cuanto documento naval esté a su alcance en idioma inglés, ya que seguramente obtendrá valiosa información actualizada y útil en su campo de trabajo. Cada currículo sumará al prestigio de la promoción como un todo, eludan ser ovejas negras, pongan el hombro para llevar a lo alto nuestra institución naval. Lean, familiaricen con la biblioteca del instituto, construyan desde ahora la propia. Véanse en el espejo, asegúrense de representar de manera auténtica y natural un tripulante naval, un marino. No resulte una mofa al no conocer el arte marinero, nadar, lo náutico, el océano, su historia. Medallas y adornos en su uniforme no sustituirán deficiencias en su formación naval. No se ufane de lo que carece. Lapidario, ocúpese de su personal. Procesos sencillos son importantes para aquellos que Usted conducirá: rancho sano y abundante, apropiada atención sanitaria, dotación de uniformes y servicio de lavandería eficiente, espacios para descansar y aseo personal limpio y funcional, rutina clara y organizada, visita y control de sancionados y arrestados; aplicación del sistema de recompensas y castigos en forma equilibrada; sin abuso, sin parcialidad. Respeto al tiempo franco y vacaciones. Evite el populismo, informe las malas noticias con la misma precisión y rapidez de las agradables, hágase responsable de las ocasionadas por su omisión o descuido. Esta mañana leí en revista de la Marina de Guerra de Estados Unidos de América -Proceedings- un artículo que deseo compartir con la audiencia, y en particular con ustedes cadetes. La joven esposa de un sargento, envió una carta al comandante de la fuerza informando su tristeza, por la falta de atención del servicio de sanidad naval para su esposo; había transcurrido más de un año del accidente sufrido abordo de un buque de guerra y la burocracia de los hospitales no había suministrado el tratamiento adecuado al afectado. Ningún superior jerárquico del sargento tomó interés en atender la tragedia. De inmediato el Almirante Jeremy Michael Boorda, se ocupó del caso y en cuarenta y ocho horas se inició la asistencia a un servidor de la nación. La afligida esposa del sargento no encontró modo de expresar su agradecimiento al jefe, que tres semanas más tarde se quitó la vida, por vergüenza ante denuncia en los medios de aparente uso inapropiado de dos condecoraciones. El comandante de la Armada más poderosa del planeta, intervino para socorrer el abandonado sargento y su esposa en momentos de angustia, anteponiéndola a su propio tormento espiritual. Se ocupó de la crisis de ese subalterno y su familia, mientras nadie atendió la suya. Cadetes, no olviden sus subalternos, protéjanlos de las desavenencias de la vida. Vuestra preparación intelectual y profesional les apoyará como herramientas, para comprender el comportamiento de los seres humanos, aquellos de superiores en grado, y subalternos. De los primeros tomen los buenos ejemplos, a los segundos corríjanles severamente las actitudes díscolas.
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El respeto de los valores verdaderos no ha sido modo de asegurarse una vida tranquila, pero sí darse un corazón en paz consigo mismo. En su travesía encontrarán canallas, serán traicionados por personas que creían amigas, serán calumniados hasta que la necedad los deje sin aliento; también hallará gente buena, abnegados, constancia en seres queridos; y ese es el mundo, la selva en la cual está incluida nuestra institución con todas sus fortalezas, pero también con sus debilidades, y las tenemos. Pero la verdad, su integridad, explicará su deseo de vivir y triunfar. Finalmente, sugiero ser generosos, prontos para aceptar reformas justas y naturales, aun contrarias a sus intereses personales; sea buen hijo, buen hermano, buen amigo; prepárese para ser buen esposo, buen padre. Sea firme seguidor de la palabra divina. Así será seguramente, buen cadete, buen oficial naval. Será buen hombre, le garantizo que las penas y dolores que atravesará su camino, tal como dice nuestro Capellán, serán parte de las pruebas que nos destina el creador en este mundo, para alcanzar logros sanos e inolvidables. Éxitos, felicitaciones.
Gracias.
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