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4.3. Italia
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Tanto Houdon como David viven en la época napoleónica, cuando se produce en la arquitectura el Estilo Imperio, un Neoclasicismo desvirtuado, pues su interés por la Antigüedad es superficial, sólo con afán decorativo y no como consecuencia de la búsqueda del ideal. Por eso ya no se inspira en las formas puras de la Grecia clásica y de la Roma republicana, sino en las de la Roma imperial, lo que justifica, por ejemplo, el predominio del orden corintio y no del dórico. Aunque los edificios mantienen las líneas precisas y las estructuras simples, se impone la opulencia en los materiales y en la ornamentación a través de muchos motivos arquitectónicos (columnas), escultóricos (estatuas y relieves), egipcios (lotos, esfinges, pirámides) y otros propios del período napoleónico (águila imperial, gigantescas “N” o leones combinados con abejas). Con ellos se acomete la decoración lujosa de interiores según el gusto griego y romano, al tiempo que se reorganiza la ciudad de París llevando los mataderos y los cementerios a la periferia para realzar el centro con nuevos edificios públicos como mercados, calles largas y rectas, amplias plazas con fuentes y arcos de triunfo (Arco del Carroussel).
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4.3. Italia
a) Marco histórico
En el siglo XVIII Italia presenta una gran variedad política: la Iglesia, los dos reinos de Nápoles-Sicilia y de Piamonte, el gran ducado de Toscana, las dos repúblicas de Venecia y Génova, y algunos otros Estados más pequeños. El reino de Nápoles y Sicilia, el más extenso pero también el más pobre, es reconquistado por las tropas españolas para el futuro Carlos III, hijo de Felipe V. También bajo la órbita de España se encuentran los ducados de Milán y de Toscana, aunque sin notoriedad artística a diferencia de lo ocurrido en el Renacimiento. En cambio, en la época barroca tardía y rococó todo el protagonismo recae en Piamonte para la arquitectura y en Venecia para la pintura. Mientras, Roma, que ya empieza a decaer en la segunda mitad del siglo XVII ante el auge francés, se mantiene aún alejada del espíritu ilustrado durante la primera mitad del siglo XVIII, aunque con signos de una cierta recuperación con Clemente XII (1730-1740) y Benedicto XIV (1740-1758). No obstante, la ciudad sigue atrayendo a muchos artistas que quieren tener un contacto directo con el mundo clásico, tanto antiguo como moderno, como es el caso de J.L. David. En este sentido, es crucial la Academia Francesa establecida allí desde el siglo XVII para que sus becarios estudien y copien obras del pasado, lo que entre 1770 y 1794 favorece el nacimiento de una nueva ciencia, la Arqueología, y la consolidación del Neoclasicismo tanto con artistas italianos como extranjeros.
b) Arquitectura barroca tardía y rococó
El arquitecto italiano más importante del siglo XVIII es Filippo Juvarra (1678-1736), quien se forma en Roma dentro de un clasicismo académico muy cercano a Bernini, aunque luego se distancia de éste. En 1714, treinta y un años después de morir Guarini, llega a Turín, donde se convierte en arquitecto del rey Víctor Amadeo II (1726-1732). En estos momentos Juvarra ya es conocido en toda Europa, sobre todo por sus muchos decorados realizados en su condición de escenógrafo. Además de su labor en Turín y en sus alrededores, viaja a Lisboa en
1719-1720 (proyecto del Palacio Real de Mafra), asume el cargo de arquitecto de San Pedro en Roma (1725-1729), retoma su actividad en Piamonte (1729-1730) y visita España en 1735 (inicio del Palacio Real de Madrid y trazas de los de La Granja de San Ildefonso y Aranjuez).
Con una influencia que supera el ámbito italiano, en Turín Juvarra desarrolla un Barroco tardío con cierto acercamiento al Rococó, lo que se manifiesta en el uso de formas clásicas que, con total libertad, le sirven para integrar el edificio con el paisaje por medio de un eje vertical preeminente que se contrapone al longitudinal (Basílica de la Superga). Por tanto, abandona el concepto tradicional de edificio como bloque cerrado, pues ya no separa un exterior de un interior. Esto le lleva a introducir una planta libre donde todos los espacios se compenetran continuamente y donde un sistema de altos pilares unidos a la pared exterior actúan como una estructura clara que deja pasar la luz a través de amplias ventanas. El resultado es una comunicación más directa entre lo de dentro y lo de fuera, lo que provoca una extensión espacial como en el Barroco, pero ya con otro sentido más limitado que propicia mayor acercamiento a la naturaleza (Casino de Caza Stupinigi).
Las innovaciones constructivas de Piamonte no tienen parangón en ningún otro lugar de Italia, ni siquiera en Roma, donde, en cambio, sí se llevan a cabo en la primera mitad del siglo XVIII algunas actuaciones urbanísticas que desarrollan los principios de Bernini y Borromini para revelar el gusto rococó por la intimidad y la comodidad. Así se completan las grandes planificaciones realizadas por Sixto V a fines del siglo XVI (Escalinata de la Plaza de España), se crea un tipo de plaza pequeña con movimiento ondulante y continuo de elementos espaciales que se relacionan entre sí (Plaza de San Ignacio)yse retoma la fuente, pero como conjunto de curvas cóncavas y convexas donde los motivos arquitectónicos pierden relevancia frente a los escultóricos y naturales (Fontana de Trevi).
c) Pintura barroca tardía y rococó
Paralelamente a la arquitectura piamontesa y al urbanismo romano, la pintura conoce en Venecia una etapa floreciente en la que su cometido es enmascarar la situación crítica que atraviesa la ciudad ya entonces, lejos del esplendor de siglos atrás. Con un carácter internacional, su punto de partida es la herencia que en el siglo XVI legan Tiziano, Tintoretto y Veronés. Siguiendo a este último, Giovanni Battista Tiepolo (1696-1770) es el mejor pintor de frescos de la época a nivel europeo, siempre con un sentido grandioso y teatral. Su actividad se inicia en Venecia, donde conoce ya el éxito (El banquete de Cleopatra), alcanza su máximo apogeo en Austria (Residencia de Wurzburgo) y termina en Madrid (Palacio Real), aunque aquí es relegado a un segundo puesto por Anton Raphael Mengs (1728-1779), representante del nuevo ideal neoclásico. Tiepolo crea un mundo fabuloso donde predomina absolutamente el color, siempre en una gama fría y luminosa, y donde el espectador es engañado con recursos ilusionistas como la fusión de las artes y la perspectiva para expresar la aparente opulencia de una sociedad aristócrata ya en decadencia.
También la pintura veneciana destaca en las vistas urbanas que reproducen fielmente un lugar (veduttismo), pero fijándose sólo en los aspectos más amables, como sus monumentos, sus canales, sus regatas y sus ceremonias civiles o religiosas. En definitiva, se trata de
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una imagen parcial, que es la que interesa a los muchos visitantes que llegan a esta ciudad en el siglo XVIII y que quieren llevarse un recuerdo de ella. Es un tipo de pintura más racional que imaginativa, pues el pintor pretende ser lo más exacto posible en la descripción del sitio elegido. Por ello, aunque no prescinde de la figura humana, ésta se limita a poblar el lienzo con su tamaño diminuto. En este sentido, la vista urbana veneciana se contrapone al paisaje ideal del siglo XVII italiano y francés, mientras que se acerca más al paisaje holandés por su afinidad a lo real.
Su máximo representante es Antonio Canal, más conocido como Canaletto (1697-1768), quien se forma en Roma, donde efectúa pequeños cuadros que vende a los viajeros. A partir de 1720 trabaja en Venecia, donde tiene una gran clientela, sobre todo entre los ingleses residentes allí, procedentes del único país donde la cultura ilustrada es apreciada y se difunde libremente. Por esta razón, visita Londres (1746-1755) y al regresar a Venecia participa activamente en la vida académica de la ciudad hasta su muerte. Su originalidad radica en su visión objetiva y científica de la realidad a través de la perspectiva, técnica con la que ordena geométricamente el espacio pictórico. Con colores nítidos, iluminación uniforme y figuras estáticas, sus obras transmiten una sensación de intemporalidad. En definitiva, su pintura no es más que una consecuencia de la corriente racionalista que ya en la primera mitad del siglo XVIII cuaja en ambientes como el veneciano, por lo que en plena época barroca tardía y rococó Canaletto supone uno de los más claros exponentes de la cultura ilustrada europea (La plaza de San Marcos de Venecia).
Otro cultivador de la vista urbana es Francesco Guardi (1712-1793), que, sin tanto éxito como Canaletto, concibe el género de manera diferente, pues capta un momento determinado, con todos los aspectos cambiantes que esto entraña. El resultado es una pintura con menos precisión, pues su pincelada suelta y deshecha no se fija en todos los detalles, pero sí retiene más matices en cuanto a la luz y el color, que ahora se degrada con una delicadeza y una sensualidad más propias del Rococó (Vista de San Giorgio Maggiore).
d) Escultura neoclásica
Ya dentro del Neoclasicismo, en lo que corresponde a la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX Roma realiza una importante contribución en el campo de la escultura gracias a Antonio Canova (1757-1822).Con un enfoque grecorromano bajo la influencia de arqueólogos y teóricos del arte, cuenta con la protección de Napoleón y de los papas. Su material es el mármol blanco, sin color, con superficies muy pulimentadas, de tal manera que es considerado, después de Bernini, el mayor técnico en este sentido. Con fama fuera del ámbito italiano y con muchos encargos, a él se debe que la escultura recupere su importancia, lo que logra liberándola del emplazamiento arquitectónico que ha tenido desde el siglo XVII.
Canova impone un método de trabajo que, con mucha influencia en el siglo XIX, atraviesa varias fases desde el boceto inicial hasta la obra definitiva. En este proceso es crucial la intervención de los ayudantes, quienes se encargan de todas las cuestiones mecánicas que conlleva la ejecución de la escultura. El artista sólo hace personalmente el modelo, primero uno de pequeño tamaño en cera y luego el de barro, de igual medida que la obra final. De este modelo, que es difícil de conservar, se pasa al vaciado en yeso, que rápidamente y con