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“Lo ideal a veces es enemigo de lo posible y lo viable”
La licenciada en Nutrición, especializada en Marketing y Nutrigenética, repasa sus inicios en la profesión y sus años de trabajo en la farmacia de su familia. Además habla de su primer libro y analiza cómo son los uruguayos a la hora de alimentarse.
En la casa de Luciana Lasus se respetaba un lema: “No se juega con la comida”, pero no había mucha cultura nutricional. Según ella, sus padres no tenían mucha información para poder elegir mejor; simplemente se comía rico. La pasión por la cocina la heredó de su abuela paterna, que llegó a Uruguay escapando de la Segunda Guerra Mundial. “Los sábados al me- diodía hacíamos reunión familiar en su casa y comencé a aprender varias recetas dulces astrohúngaras. Esos fueron mis primeros contactos con la comida”, recuerda Luciana.
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Con el paso de los años esa niña se convirtió en una de las principales referentes de la nutrición, con un perfil particular en el que combina sus capacidades de comunicación y su especialización en Marketing para ayudar a las personas a transformar conceptos complejos en rutinas saludables. Recientemente, publicó su primer libro, Tu última dieta, un compilado de saberes y consejos que se presenta como una herramienta de acompañamiento para quienes aún no han emprendido el camino hacia la buena alimentación.
¿Cuándo se decidió por estudiar Nutrición?
Sin tener una vocación muy clara, sí tenía una atracción por el área de ciencia y salud. Sabía que médica no quería ser, así que me anoté en Nutrición y en Bioquímica. Pero se me superponían las materias y me resultó inviable seguir con ambas. Opté por Nutrición. En el primer semestre de segundo año empecé a tener muy claro lo que quería ser. Me atraía la nutrición en empresas y todo lo vinculado a comunicación, no la clásica nutrición de hospital, aunque igual lo hice. En estos 25 años pasé por todas las áreas que hay que pasar.
Durante muchos años trabajó en la industria farmacéutica. ¿Cómo fueron esos comienzos?
Crecí en el laboratorio Dermur, que fue fundado por mi padre, Miguel Lasus. En mis vacaciones me iba para ahí a pegar etiquetas de productos. Cuando tenía 19 años papá compró la farmacia Darom, de Punta Carretas Shopping, y trabajé allí durante 15 años. Daba clases de inglés, hacía facultad y pasaba facturas en la farmacia. De a poco me fui metiendo en ese mundo, comencé a encargarme de cuestiones de comunicación y decidí hacer el posgrado en Marketing.
¿Qué aprendizajes les dejaron esos años de trabajo en la farmacia?
Me formé en muchísimas de las habilidades que tengo hoy, no solo por los contactos que después obviamente capitalicé, sino por el aprendizaje del rubro, el vínculo con laboratorios de farma y dermo. Ahí me di cuenta que tenía que profesionalizar mis conocimientos en comunicación y marketing. Trabajé en Recursos Humanos, Capacitación y después, específicamente, en Marketing y Comunicación. Actualmente, la cadena de farmacias Pigalle me contrató hace más de un año para diseñar un programa de comunicación respecto a la categoría Suplementos Nutricionales, a la interna y a la externa. Con ello volví a mi primer amor, que sin dudas es la farmacia. Me sucedió lo mismo con Inner, que es la primer línea de nutricosméticos uruguayos para mujeres, diseñada, pensada y elaborada acá. En la empresa soy asesora y diseñadora nutricional y regresé a ese amor por las fórmulas magistrales.
Luego de su experiencia en la farmacia, ¿cómo sigue su trayectoria?
Me contrataron de Nestlé, donde trabajé por seis años creando un departamento de Nutrición, Salud y Bienestar, lo que me dio todo el knowhow para dar el gran paso de poner mi consultorio de comunicación y marketing nutricional. Hoy conviven perfectamente las dos áreas en mi laburo. Trabajo con empresas asesorando sobre formas de comunicación y en el consultorio atendiendo a pacientes. A su vez toda la parte de comunicación la centralicé en mi web lucianalasus. com, la columna de radio, el podcast en Spotify y el libro, que es la cereza de la torta.
¿En qué medida se retroalimentan la Nutrición y la Comunicación?
Las disciplinas no solo creo que se retroalimentan, sino que se complementan. Quizás un diferencial en mi perfil de nutri es la capacidad de traducir en conceptos entendibles contenidos que pueden ser muy técnicos y alejados. Entonces creo que son complementarias y que mi mayor habilidad puede ser llegar a la gente con esa información de manera clara y a su vez motivar. Es el otro gran metier que tiene un nutricionista, motivar al paciente a que finalmente con esa información sea proactivo.
Ping Pong
Comida preferida: La pizza y la pasta.
Un libro: El poder de confiar en ti, de Curro Cañete
Una frase: No hay fracasos sino resultados inesperados, fruto de estrategias inadecuadas.
También se formó en Nutrigenética. ¿Cómo aplica esos conocimientos en la consulta diaria?
Nutrigenética llega a mí simplemente porque tengo un espíritu megaestudioso. Confieso que viviría estudiando si no necesitara trabajar. Me anoté en un curso de especialización online en España y cuando lo terminé, tras un año difícil a nivel personal, me contactaron unos chicos que habían puesto en Uruguay una sucursal de un laboratorio indio de nutrigenética. Querían ver si me interesaba trabajarlo. Ahí vi las posibilidades de conocer el mapa genético de las personas para diseñar una estrategia de nutrición, alimentos, suplementos, actividad física, cuidado de la piel, etc. Me deslumbré e hice una especialización en Londres. En mi consultorio tengo un panel de nutrigenética hecho por mí para mis pacientes, con más de 60 genes y la interpretación adecuada, que es la herramienta básica para el diagnóstico y el abordaje uno a uno.
¿Cómo nos alimentamos los uruguayos?
Creo que eso ha tenido evoluciones. Me recibí en el año 97 y, de ahí a acá, muchas cosas han cambiado. Hay más información disponible, más consciencia. Como madre de dos hijos, de 15 y 19 años, he tenido muchísima más consciencia, no solo por mi formación profesional. Sin embargo, seguimos teniendo demasiada información no aplicable, como por ejemplo el intentar motivar con cuestiones como lo orgánico y el exceso de pesticidas, cuando todavía no estamos en la cantidad de frutas y verduras diarias necesarias. Entonces, creo que hay una brecha entre lo ideal y lo que efectivamente pasa. Mi criterio siempre es ir a lo posible y no a lo ideal. Lo ideal a veces es enemigo de lo posible y lo viable. Con esto quiero decir que hay que promover hábitos, cambios y cuidados a nivel poblacional que sean tangibles, que la gente pueda efectivamente hacer. Comemos mejor, hay mucha información, también desinformación, pero por lo menos hay mayor interés en tener el tema como prioridad.
Recientemente publicó su libro Tu última dieta. ¿Cómo fue el proceso de realización?
El proceso del libro fue muy productivo, yo ya tenía todos los conocimientos ordenados con el esquema que van a encontrar los lectores en la publicación. Es un manual de uso adaptable a las necesidades de cada uno y, a su vez, a lo que cada uno pueda precisar en los diversos momentos de la vida. Es un libro no de mesa de luz sino de biblioteca. Pretende brindar herramientas superconcretas y prácticas de distintas áreas que hacen finalmente a la gestión de salud y de peso. Considerando al peso como un síntoma y no centralizando los esfuerzos y la mirada de la estrategia en la balanza. Esa mirada, que es la más frecuente entre las propuestas que hay de gestión de peso en los mercados, en mi opinión es ineficiente e insuficiente porque va dañando gente que hace una dieta y otra dieta y otra, enfocándose en el peso como síntoma y no como la consecuencia de una suerte de interacción de varios factores. En el libro lo planteo con un ejemplo de iceberg que comienza en el primer capítulo y después, en los demás, se va profundizando el concepto.
¿Con qué se encontrará el lector?
El libro tiene desde aspectos de diagnóstico hasta manejos del comer por emociones, el proceso de compra y de elaboración. La parte de recetas es un básico importante pero no es el único. Generalmente, las personas cuando vienen al consultorio lo hacen buscando un plan de menú para su dieta, y yo insisto en que el plan es completamente insuficiente si no trabajás las razones que después te llevan a poder implementarlo o no.
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¿No existe entonces una “dieta perfecta”?
Justamente mi libro se llama Tu última dieta porque creo que las personas no deben hacer dietas. Las dietas empiezan y terminan y, por ende, podés hacer una si tenés una cuestión puntual que resolver. Si lo que querés buscar es un estilo de vida y una forma en el largo plazo, no deberías pensar en una dieta sino en un cambio de cabeza que abarque todas las áreas que implica metabolismo, genética, emociones, actividad física, logística.
En verano se hace más difícil llevar una alimentación planificada, ¿qué consejos compartiría para lograr una dieta saludable?
Creo que las vacaciones son justamente para salir de la rutina y admiten no tener tanta planificación. Nos tenemos que permitir esa flexibilidad de horarios, de elecciones, de salidas, sin que eso implique que como estoy de vacaciones me puedo ir al diablo, comer cualquier comida con cualquier cantidad de alcohol. Se puede mantener el criterio de 80/20: 80 de lo que te hace bien, 20 de lo que te hace feliz, seguir moviéndote y no tomar el eje de la comida y la bebida como la razón para que las vacaciones sean vacaciones. Es decir, hacer pasar el disfrute por otro lado sin que la comida sea una razón para derrapar. Semanalmente veo una cantidad de personas comiéndose sus sentimientos, sumado a un tema familiar y cultural, obviamente, que puede tener que ver con qué implicó la comida en la casa de cada uno. Pero en general, más allá de personas con sobrepeso, veo relaciones superemocionales, y si se quiere tóxicas, entre las personas y las comidas. Una necesidad del exceso como único patrón de “si no es mucho, entonces no pasamos bien”. Esa cultura del exceso es la que estoy viendo en el consultorio y muchas veces no tiene que ver con las ganas de comer o tomar, sino de comerse lo que sentimos o no sentimos y buscar determinados puntos de placer y disfrute en los excesos. Ojo que mi lema es comer y disfrutar. Pero no es lo mismo hacerlo desde la moderación.