Domingo XIV del Tiempo Ordinario

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DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO

(Mt 11, 25-30) En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

“Venid a mí todos los que estáis cansados”.

P. Juan Carlos Pinto Suárez, SSP

Soy manso y humilde” (Mt 11, 29)

Mateo

recoge aquí TRES DICHOS de Jesús que probablemente tuvieron un origen independiente. Su intención al reunir estas tres sentencias se explica cuando las leemos en el contexto de la pregunta acerca de Jesús (Mt 11, 3) y de las reacciones de sus contemporáneos. En ese contexto de rechazo e incredulidad, SÓLO LOS PEQUEÑOS son capaces de acoger la revelación del Padre (v. 25) manifestada en las acciones y palabras de Jesús. - El primer dicho (vv. 25-26) es una ORACIÓN DE ALABANZA DE JESÚS, porque el Padre es como es, y revela la Buena Noticia a los pequeños y sencillos y se la oculta a sabios y entendidos. LA ALABANZA SURGE DESDE SU PROPIA VIDA Y EXPERIENCIA. Él lo ha visto en su misión. Para él, en cierto modo, también ha habido una revelación. El hecho de que Jesús llamara a Dios Padre (Abbà) refleja LA CONFIANZA Y CERCANÍA que tenía con él. Los primeros cristianos conservaron esta palabra que se encuentra detrás de casi todas las oraciones de Jesús. Los sabios y prudentes son, en el contexto de este Evangelio, los maestros de la ley, los fariseos y sumos sacerdotes; es decir, la minoría que detenta el poder social y religioso; gente importante y religiosa, segura de sí misma, que des-

precia al pueblo marginado. Éstos permanecen ciegos ante las palabras de Jesús y rechazan no sólo su mensaje sino su persona. En cambio, los PEQUEÑOS (según otras traducciones, los SENCILLOS) han sabido recibir la revelación de Jesús y le han acogido. - El segundo dicho de Jesús (v. 27) trata de APROXIMARNOS A SU SINGULAR RELACIÓN CON EL PADRE. El Padre conoce al Hijo en profundidad y lo manifiesta en dos momentos culminantes de su vida, en los que a través de una voz del cielo revela su condición de Hijo único y amado -el bautismo (Mt 3, 17) y la transfiguración (Mt 17, 5)-. Por su parte, el Hijo es el único que conoce verdaderamente al Padre y el único que puede revelarlo a través de sus gestos y palabras. Esta revelación que el Hijo hace del Padre es la que el Padre ha manifestado a los pequeños. Dios ha decidido “gratuitamente” manifestarles «estas cosas». Es fácil comprender que bajo la expresión «estas cosas» hay una clara alusión al Evangelio en su totalidad, es decir, a LA NUEVA COMPRENSIÓN DE DIOS Y DE SU VOLUNTAD que se contiene en las palabras y en los hechos de Jesús. - El tercer dicho de Jesús (vv. 28 al 30) muestra su especial afecto a todos los que por


alguna razón se sienten oprimidos y agobiados. Es muy parecido a la invitación a hacerse discípulo de la Sabiduría que leemos en los libros sapienciales del Antiguo Testamento: Venid a mí; tomad mi yugo; encontraréis descanso. Entre los fariseos del tiempo de Jesús se hablaba de tomar el yugo de la ley para referirse a la decisión de tomar la ley como norma de vida. Este yugo se había convertido en un pesado fardo para el pueblo (Mt 23, 4). Por eso Jesús invita a los pequeños y fatigados a que se hagan discípulos suyos, cambiando el pesado fardo de la ley por el suave y ligero yugo de la Buena Noticia. - A Jesús se le ha revelado EL PADRE COMO DIOS DE LOS PEQUEÑOS. Y esto ha ocurrido a través de los acontecimientos históricos de cada día. Su actividad misionera ha creado conflicto y división. Los importantes, los sabios y prudentes, los que están sentados en la cátedra de Moisés, no le quieren oír, lo rechazan y combaten. Otro tanto hacen las ciudades con prestigio, sede de las escuelas rabínicas y de la cultura religiosa. Ha fracasado en esos lugares, especialmente en su ciudad de residencia, Cafarnaún (Mt 11, 20-24). Sin embargo, ha experimentado la acogida de «los pequeños». - «PEQUEÑOS», aquí, no se opone a adultos y, por tanto, no designa a los niños, sino que se opone a sabios y prudentes. El término griego que emplea Mateo tiene una clara connotación de ignorancia. Se trata de “gente sencilla”, pero no en el sentido de personas humildes moral o espiritualmente. Más bien designa a los “simples”, a los ignorantes, a los que no tienen cultura, ni competencia religiosa, ni habilidad dialéctica, ni facilidad de palabra, a los que son incapaces de seguir, por ellos mismos, el buen camino. «Pequeños» son los pobres, hambrientos, afligidos, pecadores, enfermos, los que andan como ovejas sin pastor, los «no invitados» que tantas veces salen en el Evangelio; es todo un bloque, son los pobres del país. A ELLOS SE LES DA A CONOCER LA REVELACIÓN. El mundo religioso de entonces es, por consiguiente, socavado desde su base misma: ha cambiado el destinatario privilegiado de la revelación de Dios, de la Buena Noticia. - No es que la ignorancia sea una virtud o que el ser sabio sea un demérito. El inteligente no es necesariamente un orgulloso, ni el ignorante

es siempre humilde. La preferencia no viene -en primer lugar- de condiciones morales o religiosas, sino de una situación humana en la que Dios se revela trastornando valores y criterios. La fe, la Buena Noticia, no se consigue a base de esfuerzo, no se la arrancamos a Dios por nuestra honestidad, sino que es un DON GRATUITO. He aquí algo que los sabios y prudentes no pueden entender ni aceptar. Quienes sí lo aceptan y lo entienden son los pequeños, los que no tiene credenciales de reconocimiento. Y esto ocurre siempre, ayer y hoy, entonces y ahora, allá y aquí. Preguntas para reflexionar - ¿Cuál es el ESTILO de ORACIÓN habitual en mi vida? ¿De alabanza y de agradecimiento? ¿O... sólo de petición y de súplica? Analizo mi vida profundamente. ¿Sé “DESCANSAR” como se me propone en el apartado “Reflexiones para nuestra vida de creyentes”? ¿Qué medios utilizo de forma habitual para “descansar”? Se me dice que la “GRATUIDAD” es el estilo de Dios para conmigo. ¿Sé vivir desde la gratuidad? ¿Conscientemente? ¿Cómo la ejercito? Cada día de esta semana haré mía y rezaré la oración que se me ofrece a continuación.

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