Libro de leyendas de clase

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La leyenda de la niña del puente Allí antiguamente vivía una niña de unos 13 años que tenía que cruzar todos los días el río para que su familia tuviera agua. Un día invocó al diablo y le dijo que a cambio de su alma construyera un puente. Dicen que si al pasar por el puente cuentas los peldaños y al volver a pasar los vuelves a contar y te coinciden ese mismo día te mueres.

Juan Aparicio Cañada


Leyenda de San Lorenzo de la Parrilla Villa manchega situada al sur de la capital de provincia, cerca del Júcar y del castillo de Torrebuceit, donde vivió el último rey árabe que tuvo Valencia, Ceit Abut Ceit, que vivió aquí en tiempos del Rey Alfonso VIII, conquistador de Cuenca y provincia, y que tomó el nombre de Vicente Belvis, tuvo casa en San Lorenzo de la Parrilla, y fue el que cambió el pueblo desde Borjafamel (Belvis) a la Parrilla. En un principio se llamó Parrilla, por surgir esta población en un lugar abundante de vides. A finales del siglo XVI o principios del XVII se le añadió su primer apelativo, cuando se impuso la norma de que cada pueblo escogiese a un santo patrono. Eligieron los PARRILLANOS a San Lorenzo de la Parrilla por haber sido este santo mártir asado en unas parrillas. La Parrilla absorbió la población de la cercana aldea Belvis. Cuenta la leyenda que el moro Belvis se convirtió al cristianismo influenciado por su hija. Debido a la muerte de la muchacha, cuándo se dirigía en peregrinación a Roma, a recibir la bendición del Papa, el padre, queriendo tener siempre la imagen de su hija, encarga una talla a un imaginero de Valencia. Cuando la hubo terminado parten en caravana hacia el pueblo, donde piensa colocar la imagen en su casa de la calle del Sol, pero una tormenta sorprende a la caravana y todos sus miembros sucumben y las mulas despavoridas huyen hasta caer reventadas. Un pobre pastor las descubre y ve la imagen rota, prendado por su belleza, la limpia y la arregla con suma delicadeza, poco después se da cuenta de que la imagen recobra vida. Ante este hecho el pueblo entero queda maravillado y en el lugar de los hechos levanta una ermita en su memoria.

Borja Cano Lucas


San Miguel y la metamorfosis del dragón Se cuenta que hace mucho tiempo en los cielos de un pequeño pueblo (Montalbo) hubo un gran combate. El santo San Miguel y sus ángeles lucharon contra un dragón. También el dragón y sus ángeles combatieron, pero prevalecieron y no hubo ya lugar en el cielo para el dragón y sus ángeles. Fueron arrojados a la tierra: el Dragón, la Serpiente antigua, el llamado Diablo, y Satanás, el seductor de mudo entero; Por supuesto sus ángeles bajaron a la tierra con todos ellos. Cuando estuvieron en la tierra el Dragón empezó a echar fuego y lo destruyó todo, la Serpiente antigua empezó a envenenar todo lo que se encontraba, el Diablo y Satanás, se hicieron una pequeña casa maligna dónde planificaban lo que iban a hacer cuando volvieran al cielo y le pusieron de nombre infierno y por último los ángeles intentaban poner todo en su sitio.

Marta Cano Sánchez


La mano del diablo (Cuenca) Cuenta la Leyenda, que a un chico joven le gustaba la juerga, las mujeres, el cachondeo... Una noche del mes de agosto el chico cogió a una mujer y empezó a coquetear con ella, como había hecho otras veces. Se fueron dando un paseo, por la bajada del Santuario de Las Angustias. Aprovecharon el muro para sentarse, el chico cogió a la chica en su regazo, estuvieron hablando y no se dieron cuenta que una tormenta se estaba acercando. El chico se enamoró de ella y cuando fue a besarla, a la luz de un relámpago, se dio cuenta de que tenía pezuñas de cabra y su cabeza se parecía a una bestia. La chica se había transformado en el diablo. El chico se asustó tanto que salió corriendo hacia la cruz que hay en la puerta del convento apoyó sus manos en la cruz y dijo: -¡Ayudadme, ayudadme! Y sus manos quedaron clavadas en la cruz, desde ese día se convirtió en una buena persona.

Cecilia Cantero Carretero


El perro encadenado (leyenda de Cuenca en Ecuador) Este monstruo sobrenatural, no era más que según la beatas de entonces, la encarnación del demonio, porque era un perro con cuernos y de sus ojos nacían ascuas que encandilaban en las tinieblas, y que dios había consentido que salieran del infierno, para ver asustados un tanto a frailes y curuchupas que eran el azote de la incipiente sociedad cuencana y que eran los transeúntes de las noches, en sus andanzas amorosas. Este enorme animal, arrastraba una pesada cadena por los barrios por los que andaban y producía un gran estruendo que hacía temblar de los nervios a quienes lo escuchaban, de tiempo en tiempo emitía un sonido similar a la de un aullido, eran tan funestos que a veces coincidían con los graznidos de un búho. Estos sonidos eran de mal augurio, sobre todo para los campesinos o indígenas, pues seguro quien los percibía estaba para morir muy pronto, por lo que un jocoso e ilustre bardo decía: El búho grazno, el perro aúlla, el indio muere; parece chanza pero sucede.

Andrea Cuesta Rovira


La mora encantada Había un señor en Torrejoncillo del Rey que se llamaba Casimiro y que todas las noches tenía un extraño sueño. Soñaba que descubría un valioso tesoro que estaba enterrado en un paraje denominado ”La mora encantada”. Casimiro en su afán de encontrar su tesoro se volvió casi loco, dejó su trabajo, abandonó su familia y desde el amanecer hasta el anochecer cavaba en un determinado punto donde su sueño le decía que había una cueva. Tras veinte años de penoso trabajo llegó por fin a encontrar una profunda cueva que llegaba desde Torrenjoncillo hasta Saelices. En dicha cueva se dice que había algo que daba tanto miedo que Casimiro se murió en el acto y se dice que al final de la cueva está el esqueleto de Casimiro. Casimiro se llevó una gran desilusión, encontró una cueva llena de lapis specularis pero nunca encontró su tesoro soñado.

Historia de la Virgen de Urbanos Hace unos 250 años en Torrejoncillo del Rey se le apareció a un agricultor la virgen. Esta es la historia: Era una mañana de julio en la que hacía mucho calor, como todas las mañanas el agricultor, Segundo, se fue a sus tierras llamadas “urbanos”. Estaba labrando sus tierras cuando el cielo se puso rojísimo y el sol empezó a dar círculos, cuando el agricultor creía que era el fin del mundo se le apareció la virgen y le dijo que rezara por los pecadores del pueblo y también le dijo que le hicieran un altar.

Andrés Domenech Moya


Leyenda de la ermita de San Miguel. Es una ermita que está situada en el paraje del árbol en los Palancares. Se celebra la romería el día 8 de mayo y la celebran los pueblos de La Melgosa, Mohorte y Palomera. Según cuenta la leyenda, era un cazador de la Melgosa que estaba cazando en el término de Mohorte. Le tiró a un ciervo y lo dejó herido, fue siguiendo el rastro de la sangre y lo llevó hasta una cueva y cual fue la sorpresa que al llegar allí se encontró una imagen de san Miguel Arcángel. Por eso dice la leyenda que la romería la celebran los tres pueblos.

Pablo Huélamo Guijarro


El Cristo de la Luz Hace más de un siglo, en un pequeño pueblo de la Alcarria, una noche de tormenta, un mendigo vagaba por las calles bajo la lluvia. Llamó a varias puertas para pedir que le dejasen pasar la noche resguardado del frío y la tormenta. En la última casa a la que llamó, le dejaron pasar la noche en el portal y le dieron algo de cenar. A la mañana siguiente, cuando los dueños de la casa se levantaron, no encontraron al mendigo, en su lugar, en una de las paredes del portal había pintado un gran Jesucristo en la Cruz. Los dueños pintaron la pared varias veces y sus hijos años más tarde, también lo hicieron. Sin embargo, la imagen del Cristo en la Cruz vuelve a aparecer una y otra vez… Cada Semana Santa, dicen que de sus ojos brotan hilillos rojos y que las velas que se han dejado de ofrenda toman la forma de unas manos.

Victoria Jiménez Zarzuela


La culebra de Chillarón. Hace como unos setenta años, unos cuantos jóvenes de Chillarón estaban de juerga y pensaron gastar una broma a la radio local de Cuenca. Escribieron una carta contando que en el pueblo habían encontrado una culebra que medía más de ocho metros de largo, tenía la cabeza como la de un ternero y daba unos silbidos que parecía a los pitidos de un tren. Los responsables de la radio en vez de ir a aquel pueblo a comprobarlo lo difundieron a todos los medio informativos de aquella época. La noticia se difundió rápidamente por todos los periódicos y cadenas de radio principales de toda España. Al pueblo acudieron informadores de todos los sitios de España para ver y fotografiar aquella culebra. Los jóvenes que inventaron esa broma, al verse en apuros dijeron que habían matado aquella culebra, la habían hecho trozos muy pequeños y la habían enterrado en distintos sitios de Chillaron. Desde entonces al pueblo se le conoce como “el pueblo de la culebra”.

Alba Marco Checa


La cruz de los Descalzos En Cuenca, ciudad de misterios, enigmas y empedradas calles repletas de pasajes históricos se cuenta una leyenda en la que antaño, un joven mozo se enamoró de una bella dama, la más linda que jamás había pisado las calles de esta ciudad, pero la cuál escondía tras su belleza un terrible secreto. Desde la calle Pilares, bajando por un precioso empedrado, llegamos a la ermita santuario de las Angustias, erigida en el siglo XIV, aunque la actual data del siglo XVIII y es el lugar donde se centra esta leyenda. Vivía por estas calles un hermoso muchacho, hijo del oidor de la villa. El bello zagal, en edad de efectuar sus correrías, no dejaba una sin probar, y así tomó fama de mentiroso, pendenciero y, además, bravucón; a nada de ello podían dar crédito sus familiares, pues el honorable cargo que desempeñaba el padre era, sin duda, signo de buena estirpe y descendencia. Pero de cómo fueron las cosas en aquella época nadie lo sabe, el caso es que el muchacho corría una tras otra a todas las doncellas casaderas del lugar y, luego de cortejarlas y conseguir sus propósitos placenteros, las dejaba plantadas, sin más. Pero un día, conoció a una dama bellísima como la luna y seductora como el diamante; además era forastera y recién llegada a la ciudad. Cuando paseaba por las calles, las mujeres bajaban sus miradas y de reojo miraban qué hombre era el primero en lanzarle una sonrisa, pues la chica dejaba a todo el mundo con la boca abierta por su belleza e irresistible impulso. Los jóvenes salían a su encuentro para simplemente saludarla e intercambiar un buenos días o buenas tardes, cosa que siempre hacía simpática y risueña. Hasta que un buen día, nuestro apuesto galán decidió lanzarse y presentarse. La hermosa mujer lo correspondió y le dijo que se llamaba Diana. Contento y presuntuoso, se fue con el resto de sus amigotes para vacilar un poco ante ellos de que ya sabía incluso su nombre. Diana, que tonta no era, también se percató de la belleza del joven, al que con el tiempo fue conociendo mejor, pero viendo sus claras intenciones, le daba largas y largas. El muchacho cambió, se quedó ensimismado con Diana, estaba totalmente obcecado con ella y con hacerla suya, algo que ella le ponía muy, muy difícil. Quizá por eso de que a los hombres nos gustan los logros difíciles, éste se lo tomó como todo un reto personal e incluso declinó las ofertas de sus amigos, con los que iba de correrías. Y una mañana, en vísperas de Todos los Santos, Diana le hizo llegar una misiva que el joven leyó sorprendido y de muy buen agrado: “Te espero en la puerta de las Angustias. Seré tuya en la Noche de los Difuntos”. Por fin el muchacho iba a conseguirla. Esa noche se arregló tanto como pudo.


Con sus mejores ropas y las fragancias más sublimes que guardaba para las ocasiones especiales, salió a conquistar a esa dama que tan loco lo volvía. Pero esa noche se fraguó una tormenta. Los truenos retumbaban y el cielo se iluminaba como si de fuego se tratase. Él debía estar a la hora prevista en el lugar donde Diana lo había citado. Y allí, raudo y veloz, cruzó las cuatro calles que lo separaban de la puerta de las Angustias y vio a la bella doncella, ataviada con ropas que parecían de princesa. Su corazón latía más de prisa a cada paso que daba, y su deseo era tan ardiente que las botas parecían quemar las plantas de sus pies y lo hacían alargar las zancadas. Ella estaba en el atrio y él se abalanzó contra ella, que le respondió con unos besos tan dulces y tiernos que el muchacho, loco de desesperación, fue intensificando sus caricias hasta que sus manos comenzaron a levantar su falda. Los truenos caían y los relámpagos iluminaban los rostros de los de los capiteles dejando intuir sombras diablescas, pero los dos jóvenes estaban tan arrebatados por la pasión que no se percataron ni de la tormenta. Ella, casi tan encendida como él, incluso levantaba su falda más aprisa con el fin de que el muchacho consiguiera su propósito. Cuando descubrió sus preciosas y blancas piernas, vio que llevaba unos chapines altos. El muchacho fue quitándole el derecho poco a poco y de repente cayó un rayo que iluminó de pleno el pie de Diana, que resultó no ser un pie, sino una pezuña; y su pierna, la de un macho cabrío. Aterrorizado, el joven tiró el zapato y salió corriendo dando gritos de terror y espanto. A su vez Diana, que era el mismísimo diablo, con una voz profunda, cavernosa y estrepitosamente desgarrada, lanzaba carcajadas que resonaban entre las antiguas piedras del santuario. El joven, presa del pánico, se abrazó a la cruz que había en la puerta de las Angustias; el diablo se abalanzó sobre él, lanzándole un zarpazo al tiempo que sonaba un trueno inmenso. Cuando el chico abrió los ojos, el zarpazo le había rozado el hombro y había dejado una marca en la piedra, todavía humeante. Se dice que el chico ingresó en el santuario de las Angustias y nunca más volvió a ver la luz del día…. ni de la noche. Y allí, en la puerta de este lugar, podemos ver la famosa cruz de piedra a la que el joven apuesto y bravucón terminó por agarrarse para salvarse del zarpazo del diablo, que quedó grabado en la piedra y que todavía puede verse.

Pablo Mellado García


La Roldana y el Excmo. Padre Jesús de Sisante Hace aproximadamente cuatrocientos años, Luisa Roldán, más conocida como La Roldana, cuando era pequeña veía y ayudaba a su padre a trabajar en el taller, y cuando se fue haciendo mayor empezó a tallar y a dibujar. Luisa empezó a tallar el Padre Jesús para regalárselo al rey Felipe V, pero antes de terminarlo, el rey murió. Poco después del fallecimiento de Felipe V, terminó la escultura. Nadie quería al Padre Jesús y decidió regalársela a sus primos. Éstos eran amigos de un cura de Sisante y el cura se interesó en él. El cura Cristóbal Jesús Hortelano lo compró por solo setecientas monedas. Él se lo llevó a Sisante y lo bautizó como el Excmo. Padre Jesús de Sisante. Nada más llegar a la iglesia, Cristóbal Jesús lo puso cerca del altar para que las personas que fueran a misa se fijaran en él. La gente se fijó y le preguntaban al cura que quién lo había hecho, cuando lo compró… Pero una cosa que solo sabe él, es porque sale el Excmo. Padre Jesús de Sisante cada cien años. Ahora es una tradición sacar por las calles de Sisante la famosísima talla de La Roldana cada cien años, y a pesar de todo, ahora se conoce en la mitad de España. La última vez que se sacó en procesión fue el 14 de Septiembre de 2011, por cierto, yo estuve.

Raquel Millas Naranjo


La tinaja de oro Hace miles de años, en Vega del Codorno, se dice que dos soldados tenían una tinaja de oro y querían venderla para ganar dinero. Pero había unos soldados que querían robarles la tinaja y también querían matarlos. Para que no se la quitaran los soldados la enterraron encima de las cascadas del río Cuervo. Cuenta la leyenda que la tinaja sigue enterrada encima de las cascadas pero no se sabe si mataron a los dos soldados o solo a uno de los dos y tampoco se sabe si al que no mataron fue y desenterró la tinaja y se la llevó.

Andrea Molina Puerta


Los sietes del Escorial Todo comienza un 21 de Julio de 1577, fecha nefasta debido a la acumulación de sietes. (21-7-1977, tres 7 seguidos que representan al demonio). A media noche, sobrevino una horrible tempestad, un rayo atravesó el monasterio que estaba en construcción. Los mayores destrozos los hizo en la torre de "la Botica", donde fundió las campanas y quemo toda la madera. El fraile relojero, que tenía su celda, cerca del carillón de las campanas, se vio sorprendido por una fuerte depresión y melancolía, al final murió sin que nadie pudiera evitarlo. Dice la "leyenda" que fue el Diablo en forma de rayo el que atravesó los cimientos de este gran Monasterio del Escorial.

Carmen Perea


El hombre de la capa negra En un bello pueblo de la serranía conquense, Huélamo, a 60 km. de la capital, tuvo lugar un increíble suceso. ¿Leyenda? ¿Realidad? Lo cierto es que los acontecimientos que a continuación se narrarán, han sido recogidos por la narración oral. Y Dª Mª LUISA VALLEJO nos legó una valiosa versión en su libro “Leyendas conquenses”. He aquí un resumen de la famosa leyenda del hombre de la capa negra de Huélamo. Se cuenta en Huélamo que, hace muchos años, vivía en aquel pueblo un buen mozo de nombre Juan Manuel Merchante. Pero también había otro, al que llamaban “Pinto”, el cual, envidioso de las virtudes de Juan Manuel, llegadas estas fechas le propuso que demostrara su valor acercándose al cementerio al filo de la medianoche. Como prueba de ello debía dejar unas piedras en la puerta, de modo que al día siguiente demostraran su presencia en aquél lúgubre lugar. No sabemos qué fuerza le llevó a aceptar tan extraña petición, pero el caso es que así lo hizo. Una vez cumplido el cometido indicado y cuando ya regresaba hacia su casa, dadas que eran las doce campanadas, estando por “el Borde”, se encontró con un desconocido, vestido todo de negro con larga capa y sombrero, que le preguntó por el camino de “La Serna” y si no tendría problema en acompañarle. Valiente de por sí, y sin recelar nada, no tuvo inconveniente y comenzaron su andadura. Por angostas trochas llegaron hasta el “Alto de la Horca” en donde Juan Manuel se volvió, más que nada por comprobar si el forastero le seguía, y vio que de los pies y manos desprendía resplandores siniestros y llamas en mayor cantidad. Al ver aquello se asustó lo suficiente como para inventar una estratagema y huir. Pretextando una urgente necesidad fisiológica se adentró entre los matojos, pero el anónimo acompañante le advirtió de que no se alejara en exceso y que a la tercera palmada que oyera regresara a su compañía. No esperó más Juan Manuel para salir corriendo hacia el pueblo. En esto oyó la primera palmada. A la altura de “Los Dornajos” sonó la segunda. Ya junto a la Iglesia sonó la tercera y siguió corriendo como alma que lleva el diablo (y nunca mejor dicho) hacia su casa.


Al no detenerse el, le siguió el misterioso personaje. Por un instante volvió la vista y vio que, en su carrera, el de la capa negra y ojos de fuego, echando como chispas por todas partes, corría casi sin tocar los pies en el suelo. Justo le dio tiempo a Juan Manuel para llegar a su casa y cerrar precipitadamente la puerta, notando una fuerte presión en el exterior, al tiempo que oía estas palabras: “¡DE UNA, Y NO BUENA, TE HAS LIBRADO, JUAN MANUEL MERCHANTE. DE TUS PIES TE HAS VALIDO, QUE SI NO DE TU SANGRE HUBIERA BEBIDO”. A los ruidos, despertó la madre del muchacho y, una vez enterada del mal trance, estuvieron rezando hasta el amanecer. A la mañana siguiente pudieron ver que, en la puerta y en la parte superior, había una huella de una mano grandísima marcada a fuego, que duró muchos años como testimonio de la persecución de que había sido objeto el valiente de Huélamo por el hombre de la capa negra. Todavía, en nuestros tiempos, hay quien asegura haber recibido la noticia de sus abuelos (en lecho de muerte) del lugar donde se enterró, más tarde, tal puerta con la marca de la mano, para así evitar cualquier maleficio. Y, dicen, que fue en el castillo de Huélamo, en un profundo sótano que existe en su centro bajo una pesada tapa de hierro.

Darío Pinós Segura


Leyenda de la Hacienda de Sierra Hermosa (Zacatecas, México) Se cuenta que en la Hacienda Sierra Hermosa en un área del interior de lo que era la casa grande de la hacienda se escuchan llantos de niño, llantos de ultratumba. Según se cree, son los llantos de un niño que fue asesinado por su tío y enterrado clandestinamente adentro de la casa.

David Pozuelo Buedo


Leyenda de la covacha del moro. Cuenta la leyenda que en las cercanías del castillo de Priego vivía un moro muy poderoso cuya hija, llamada Zobeya, se enamoró de un cristiano, don Álvaro, hijo del dueño del castillo. Tan fuerte era su amor, que la joven preparaba ya su bautismo. La relación desagradaba sobremanera a su padre, que estaba dispuesto a cualquier cosa por impedirla. De esta manera, el moro se puso de acuerdo con unas hechiceras que vivían en los alrededores de Priego para someter a su hija a un embrujo. Mediante engaño la llevó a unas bodegas de su propiedad, donde preparó unos licores entre los cuales estaba camuflado el que contenía el hechizo. Zobeya bebió de él. Un gemido que escapó de su garganta se fue transformado en el silbido de la serpiente en que quedó convertida. El estruendo fue tan grande que la bodega se derrumbó quedando convertida en una cueva llamada desde entonces la Covacha del Moro. Se dice que en Priego, en las madrugadas del invierno, a punto de llegar el alba, se oye un silbido que rompe el silencio de la noche mezclado con cantos de amor.

Laura Segovia Herranz


El espíritu de la princesa Según cuentan en las bellas tierras de Valdemoro del Rey vivía una princesa, llamada Esmeralda no podía salir al sol porque le quemaba, bueno, eso es lo que siempre le habían dicho a la princesa, porque ella nunca había salido de su castillo. Un día Esmeralda salió al sol y ¿sabéis lo que pasó?, pues que un amanecer del día 24 de junio quiso comprobar lo que ocurriría y cuentan que en el preciso momento que vio el sol se convirtió en un rayo de luz que desapareció en dirección al sol y dicen los lugareños que todos los 24 de junio al amanecer se ve como un rayo de luz sale del castillo en dirección al sol.

Carmen Vicente Crespo


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