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Volver al futuro Por: Juan Carlos Grasa

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Evaluación de distintas estrategias de fertilización en rotación soja/maíz REGIÓN DE RÍO CUARTO

Por: Dr. Gabriel Espósito (UNRC)

La producción agrícola argentina de los principales cultivos (maíz, soja, trigo y girasol) aumentó significativamente en los últimos 20 años, logrando duplicarse hasta alcanzar las 135 millones de toneladas en la actualidad. Este fenómeno se explica tanto por la expansión en el área bajo agricultura, que creció un 50 %, como también por el incremento en los rendimientos por unidad de superficie de los cultivos (MAGYP, 2020). Si bien el consumo de fertilizantes creció en gran medida en los últimos años (Fertilizar 2020), los balances de

nutrientes siguen siendo negativos, lo cual disminuye sus reservas en el suelo afectando la sustentabilidad de

los sistemas de producción (Cruzate y Casas, 2012; García y González Sanjuan, 2013). Esto se evidencia en los valores menores a 1 del cociente entre la aplicación de cada nutriente con el fertilizante y la remoción por parte de los principales cultivos (Garcia y Diaz Zorita 2014).

Los balances negativos de nutrientes para los suelos argentinos llevaron a una degradación en la fertilidad natural, que se manifestó con la disminución en los niveles de materia orgánica, fósforo, bases intercambiables y micronutrientes, reduciendo significativamente la productividad de los cultivos observada en las diferentes zonas y sistemas de producción

(Sainz Rozas et al., 2013). Pensar en una agricultura sustentable implica el desarrollo de estrategias de fertilización balanceada considerando los niveles críticos de los diferentes nutrientes. En lotes con alta disponibilidad estos balances podrán ser negativos de forma temporal, pero con un continuo monitoreo para evitar caer por debajo de los niveles críticos, mientras que en situaciones de baja disponibilidad será necesario un mayor aporte de nutrientes a través de fertilizantes para lograr balances positivos, apuntando a sortear limitantes nutricionales en la generación del rendimiento por parte de los cultivos (Ciampitti y Garcia 2008). Es por esto que resulta de vital importancia el desarrollo de estrategias de fertilización balanceadas que consideren tanto la disponibilidad de nutrientes en el suelo como la extracción de los mismos por parte de los cultivos.

»Experimento El experimento se llevó a cabo en cercanías a la localidad de Río Cuarto (Córdoba), el mismo se implantó durante la campaña 2016/17 con maíz, se continuó durante la campaña 2017/18 y 2018/19 con soja y en la 2019/20 con maíz. Se evaluaron 6 estrategias de fertilización: Testigo -T1- (sin aplicación de nutrientes), Productor –T2- (se aplica P y N según la media zonal), Normal –T3- (incorpora N, P y S según criterio de suficiencia), Mejorado –T4- (incorpora N, P y S para demandas de rendimiento medio), Completo –T5- (incorpora N, P,S y Zn para demandas de alto rendimiento), y Productor mejorado -T6- (se aplica P, N y S según la media zonal), estas franjas atravesaron los distintos ambientes dentro de un lote de producción. Siendo el diseño experimental en franjas, donde cada parcela posee 16 m de ancho y 400

“Resulta de vital importancia el desarrollo de estrategias de fertilización balanceadas que consideren tanto la disponibilidad de nutrientes en el suelo como la extracción de los mismos por parte de los cultivos”

m de largo. Al momento de la siembra se tomaron muestras de suelo de 0 a 20 cm y de 20 a 40 y se determinó el contenido de materia orgánica, P-Bray, N-NO3, S-SO4, Zn, Bo y pH. La cosecha se

realizó siempre con máquina equipada con monitor de rendimiento con GPS y los datos obtenidos se procesaron mediante Q-Gis y se analizaron mediante modelos generales mixtos

utilizando el software INFOSTAT. Los datos de rendimiento fueron normalizados por el rendimiento medio de cada año a los efectos de combinar el rendimiento de maíz y soja. Además, se tomaron muestras de granos de cada tratamiento para evaluar el contenido de N, P y Zn en grano. Finalmente, para la última campaña se realizó un balance de masas de los distintos nutrientes del suelo en cada uno de los ambientes.

»Resultados

Los resultados encontrados indican que el tratamiento que aporta mayor cantidad y contenido de nutrientes, o sea el tratamiento Completo, presentó el mayor rendimiento relativo (1,143) y fue esta� Tabla 1. Concentración de nutriente en grano para el cultivo de soja. N (%) P (%) S(%) T5 5.51 0.42 0.13 T4 5.42 0.41 0.15 T3 5.39 0.42 0.15 T2 5.30 0.42 0.16 T1 5.28 0.42 0.13

� Tabla 2. Concentración de nutriente en grano para el cultivo de maíz. N (%) P (%) S(%) T5 1.13 0.30 0.11 T4 1.08 0.31 0.11 T3 1.15 0.30 0.10 T2 1.07 0.31 0.10 T1 1.06 0.32 0.10 Zn (mg/kg) 37.32 33.83 29.30 30.81 33.74

Zn (mg/kg) 26.20 20.70 23.45 24.25 28.40

� Tabla 3. Balance nutricional para cada tratamiento al cabo de los cuatro años de estudio. P N S Zn T1 -41 -244 -12 -0.34 T2 -19 -213 -16 -0.35 T3 -35 -225 24 -0.35 T4 6 -169 22 -0.37 T5 13 -145 28 3.14

“Los balances de nutrientes siguen siendo negativos, lo cual disminuye sus reservas en el suelo afectando la sustentabilidad de los sistemas de producción”

� Figra 1. Rendimiento relativo de las tres campañas evaluadas para los distintos tratamientos. T1: Testigo; T2: Productor; T3: Normal; T4: Mejorado; T5: Completo y T6: Productor mejorado

dísticamente superior al resto de los tratamientos. En segundo lugar, se detectó al tratamiento Normal y Mejorado, cuyos rendimientos relativos fueron 1,043 y 1,013, es decir, fueron tratamientos cuyo rendimiento superó levemente al rendimiento medio. Con rendimientos relativos próximos a la media (0,973 y 0,957) se ubicaron el Productor mejorado y Productor. Finalmente, con un rendimiento un 13,5% inferior a la media se ubicó el tratamiento testigo (figura 1). La fertiliza-

ción completa generó un incremento del 18,6% en relación al manejo Productor como valor medio de los dos cultivos en las cuatro campañas y del 27,8% por sobre el testigo.

El contenido de nutriente en grano en soja (Tabla 1) y en maíz (Tabla 2) indica que en ambos cultivos la concentración de N, P y S fue escasamente modificada por el tratamiento, sin embrago se encontró una diferencia en cuanto al contenido de Zn entre los tratamientos. Aquellos tratamientos que generaron los mayores rendimientos y en los cuales no se adicionó Zn en la fertilización se detectó una disminución en la concentración de Zn, lo cual se explica por un efecto de dilución de este micronutriente, situación que se revierte cuando en el esquema de fertilización se incorpora este micronutriente.

Al cabo de los cuatro años se detectó que el tratamiento testigo tuvo un balance negativo para todos los nutrientes, lo que era de esperar ya que en este tratamiento se realiza extracción de nutrientes y no hay aportes externos de los mismos. Lo mismo ocurre con el tratamiento productor, que solo aporta P y N (este último solo en

maíz) en escasa cantidad. El tratamiento normal, que aporta S en soja y N P y S en maíz, solo generó un balance positivo en S, mientras que el tratamiento mejorado que aporta N P y S en todos los cultivos (y en maíz el doble de cantidad que el tratamiento normal), fue positivo para P y S. Por último, el tratamiento completo con aportes de N, P, S y Zn, presentó un balance positivo para todos los nutrientes excepto para N, dado que durante el cultivo de soja no se adiciona N al suelo por medio de los fertilizantes.

»Conclusiones

En base a los resultados obtenidos en las cuatro campañas de evaluación se puede concluir que la diferencia en producción entre tratamientos está aumentando y que mantener elevadas dosis de fertilización con la adición de N, P, S y Zn en maíz y P, S y Zn en soja permite incrementar el rendimiento y mejorar el balance nutricional del suelo. Por otro lado, se observa un efecto de dilución de Zn en granos cuando este no es adicionado al esquema de fertilización. Finalmente es importante resaltar que sería de gran interés mantener este estudio varios años más para evaluar su impacto en el tiempo. Bibliografía disponible en

www.horizonteadigital.com

“El tratamiento completo con aportes de N, P, S y Zn, presentó un balance positivo para todos los nutrientes excepto para N, dado que durante el cultivo de soja no se adiciona N al suelo por medio de los fertilizantes.”

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