Areíto
Zona de la Cultura y de las ideas
www.hoy.com.do Editor: Bavegado Diseño: Carla WillisGonzález Aracena SÁBADO 6.08.2016
ESCRIBE JAIME DOMÍNGUEZ
Dos maneras de combatir en la Guerra Restauradora/ P2
¿Estamos ante el ocaso
de la clase media? Página 7
Bernardo Vega
Los gestos inútiles
Víctor Canto
Novela de Rey Andújar
Un macorisano extraordinario
y sus intimidades en la era global
Rey Andújar ya se ha ganado un lugar muy notable en la narrativa más reciente del Caribe insular hispano. Su novela recién publicada “Los gestos inútiles” ganó el Premio Latinoamericano de Novela Alba Narrativa (Cuba, 2015).
Víctor Antonio Canto del Giudice sigue siendo el dominicano sencillo, jocoso, enamorado de su pueblo natal, del corte de la caña heredado de sus ancestros y leal a los amigos de infancia... Página 3
Provisto de una esmerada formación académica adquirida en Santo Domingo, Londres y Pennsylvania, Bernardo Vega dio siempre muestras de una gran pasión por la historia, sin desdeñar un ápice los acontecimientos del presente. Página 5
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HOY
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Sábado 6 de agosto de 2016
Zona Areíto Areito
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Cesare Pavese (Escritor y poeta italiano) Ninguna mujer contrae matrimonio por interés: todas tienen la astucia, antes de casarse con un millonario, de enamorarse de él.
Dos maneras de combatir en la
Guerra
Restauradora Jaime Domínguez
U
n grave fracaso de los restauradores fue su derrota en el combate de la Sabana de San Pedro, el cual tuvo lugar cerca de Guanuma, el 23 de enero de 1864, muriendo el general Antonio Caba y el coronel Florencio Hernández, entre otros patriotas. La misma pudo haberse evitado si quien comandaba a los restauradores allí, Gregorio Luperón, hubiese obedecido la prohibición de librar batalla en campo abierto, lejos de los montes y bosques que podían protegerlos, contenida en las instrucciones que había emitido Ramón Matías Mella en su calidad de ministro de la Guerra del Gobierno Restaurador en octubre de 1863, en las que decía que no se debía pelear en combates frontales, por ser los españoles generalmente superiores en número, tener mejor armamento y mayor disciplina, y estar dirigidos por oficiales salidos de academias que sabían maniobrar mejor en el campo de batalla que los restauradores, muchos de los cuales desconocían las reglas básicas de la guerra por no haber ido nunca a academias militares, y haber alcanzado el rango de manera improvisada, debido a las mismas circunstancias de la lucha. Mella había impartido dichas disposiciones luego de constatar el fracaso de los restauradores al tratar de desalojar a los españoles del fuerte San Felipe de Puerto Plata, en agosto y septiembre de 1863; de la fortaleza San Luis, en Santiago, en septiembre del mismo año, y de la derrota de los patriotas al intentar tomar a Puerto Plata, el 4 de octubre de dicho año, donde fueron cañoneados por buques de guerra anclados en el puerto, por lo que los restauradores prendieron fuego a dicha ciudad para evitar su utilización por el enemigo. El único enfrentamiento de una cierta importancia ganado por los restauradores después de agosto-septiembre de 1863 fue el acaecido en La Canela, cerca de Rincón, en la región sur, donde el general José María Cabral y Luna con unos 600 hombres derrotó a unos 80 peninsulares y 31 criollos que se encontraban a campo abierto, no protegidos por fortificaciones, el 4 de diciembre de 1864. Nunca pudieron los restauradores tomar una ciudad ni siquiera pequeña como Hato Mayor, en la que guerrilleros orientales encabezados por Pedro Guillermo fueron ven-
Los españoles temían dormir en los campos, por lo que regresaban a sus campamentos antes de que oscureciera. Si estaba cerca la noche, el convoy se detenía al borde del camino para continuar su marcha el día siguiente. cidos el 8 de abril de 1864. Igualmente, fueron derrotados en Monte Cristi en dos ocasiones. La primera fue cuando La Gándara desembarcó allí en mayo de 1864, y la siguiente en diciembre del mismo año cuando Gaspar Polanco intentó retomarla. El 26 de enero de 1864 Mella reiteró, en una nueva circular, las instrucciones que había impartido en el sentido de utilizar como forma de combate los métodos de la guerra de guerrillas, y no los de las batallas campales propias de los ejércitos regulares. Esta vez Luperón obedeció. A partir de ese momento, ayudado por Marcos Evangelista Adón desde su campamento en lo que es hoy La Victoria, emprendió una guerra de guerrillas en la zona comprendida entre Monte Plata, Guanuma y Ba-
yaguana, atacando los convoyes que iban a llevar municiones, alimentos y refuerzos a las tropas acampadas allí. El que a los españoles les convenía la batalla frontal y a los restauradores el combate irregular se muestra en los hechos acontecidos en Montecristi, en mayo de 1864, cuando seis mil soldados procedentes de Santiago de Cuba comandados por José de la Gándara y apoyados en trece piezas de artillería, derrotaron a los restauradores que presentaron resistencia a su desembarco y a la toma de dicha ciudad. Sin embargo, al tratar de marchar hacia el Santiago de la República Dominicana, fueron emboscados desde los bosques en el camino por guerrilleros encabezados por Benito Monción y Pedro Antonio Pimentel, por lo que tuvieron que renunciar al objetivo que se habían propuesto de arrebatarle su sede al Gobierno restaurador. A partir de la derrota sufrida en La Sabana de San Pedro, los restauradores encaminaron mayoritariamente sus esfuerzos a atacar los convoyes que por tierra llevaban suministros para abastecer a las tropas anexionistas criollas y extranjeras en las ciudades del Sur y del Este. Por su parte, los españoles trataron de apoderarse de Santiago, primeramente avanzando desde Puerto Plata y luego desde Monte Cristi. Tuvieron que desistir en ambas ocasiones, por las muchas bajas que sufrían, debido a los disparos que desde los montes les hacían los restauradores. Las maneras de combatir de los españoles y anexionistas criollos de un lado, y de los restauradores por el otro, eran muy diferentes. Los españoles preferían los combates en campo abierto en las sabanas, donde podían utilizar la caballería, y mediante un movimiento envolvente tratar de evitar que el enemigo se les escapase. Los restauradores tenían preferencia por la emboscada a las orillas del bosque, debido a que la caballería enemiga no podía determinar con precisión desde donde provenían los disparos ni tampoco internarse en la espesura del mismo si deseaba ir en persecución de los guerrilleros, por lo que les era más fácil a los patriotas criollos retirarse en caso de que el enemigo atacase fuertemente. Los españoles temían dormir en los campos, por lo que regresaban a sus campamentos antes de que oscureciera. Si estaba cerca la noche, el convoy se detenía al borde del camino para continuar su marcha el día siguiente. Los restauradores aprovechaban la oscuridad para lanzar ataques contra poblados bien guarnecidos por los soldados españoles y las milicias criollas anexionistas. El combatir a los restauradores al estilo tradicional de la guerra frontal les impedía a las tropas anexionistas criollas y españolas sorprender a sus enemigos en sus campamentos, aun cuando conocían por medio de espías los lugares donde se encontraban, porque sus columnas estaban integradas por numerosos soldados, y no por pequeñas unidades antiguerrilleras, que se desplazaban de día por caminos transitados, y no por los montes, por lo que no podían pasar desapercibidas a los espías que tenían los restauradores cerca de los cuarteles y de los campamentos anexionistas, y a la permanente vigilancia de sus vigías en los caminos y los pasos de las montañas.
LA HISTORIA/Fuente: Portal de Bibliófilos Enmascarados
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NACIÓ EL 7 DE AGOSTO. Alonso de Ercilla y Zúñiga, poeta español autor de “La Araucana”, el primer gran poema épico dedicado a la conquista de América y el mejor en lengua castellana. _
1941
FALLECIÓ EL 7 DE AGOSTO. Rabindranath Tagore, literato hindú, el más prestigioso escritor en lengua bengalí de principios del siglo XX, premio Nobel en 1913. “La ofrenda lírica” es una de sus obras más conocidas.
1919
NACIÓ EL 8 DE AGOSTO. Oscar Hurtado escritor y periodista cubano, considerado el padre de la ciencia ficción cubana. Casi toda su obra está recogida en el volumen “Los papeles de Valencia el Mudo”, una recopilación póstuma. _
1880
NACIÓ EL 9 DE AGOSTO. Ramón Pérez de Ayala y Fernández del Portal, escritor y diplomático español. Premio Nacional de Literatura 1927. Algunas de sus obras son “Prometeo”, “Luz de domingo”.
1976
MURIÓ EL 9 DE AGOSTO. José María Andrés Fernando Lezama Lima, escritor cubano. Su principal obra es la novela “Paradiso”.
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1801
FALLECIÓ EL 11 DE AGOSTO. Félix María de Samaniego, fabulista español. Entre los títulos más conocidos están “La cigarra y la hormiga”.
Viaje por la Historia
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Víctor Canto NAPOLEÒN MARTE
Víctor Canto quería estudiar en la misma universidad en la que estuvo Kennedy
un macorisano extraordinario que ama su tierra
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ÁNGELA PEÑA A.PENA@HOY.COM.DO
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íctor Antonio Canto del Giudice sigue siendo el dominicano sencillo, jocoso, enamorado de su pueblo natal, del corte de la caña heredado de sus ancestros y leal a los amigos de infancia a pesar de haber sido asesor de presidentes, vicepresidentes, ministros y candidatos presidenciales exitosos de Estados Unidos. Es egresado de las mejores escuelas de economía del mundo, fue discípulo de alrededor de 15 Premios Nobel en esa ciencia y demandado para crear e impulsar leyes y proyectos que han favorecido a los más pobres residentes de la tierra del tío Sam, en la que vive desde 1966. Viaja con frecuencia a República Dominicana, donde conserva la casa que heredó de sus padres, con su inmenso patio sembrado de pan de fruta, caimito, flamboyanes, limoncillo, cajuiles solimán, manzana de oro, hilán-hilán, plátanos, orquídeas, trinitarias y pinos frondosos. Ofrece la bienvenida un antiguo teléfono por el que se comunicaban con el ingenio para ordenar los vagones del día. Aunque sus hermanas sostienen los negocios familiares, Víctor es otro colono que continúa en la tradición iniciada por Antonio Canto Torres, su abuelo que emigró de España a Puerto Rico y desde ahí a Santo Domingo donde casó con Rosa Dinzey. Su bisabuelo por ese lado era John Dinzey, jefe de máquina del ingenio Consuelo y por el materno fue el italiano Rocco del Giudice que contrajo matrimonio con su abuela Celia de Marchena, hija de judíos sefarditas. Este año fue la zafra número 114 de los Canto. El motivo de la entrevista fue conocer la historia de este serie 23 ejemplar, no solo graduado con honores en dos carreras universitarias sino íntimo amigo de Ronald Reagan, quien debió a Canto y su equipo de consultores el crecimiento de la economía que se extendió por 25 años; asesor de Margaret Thatcher, “la mujer más intensa del mundo”; de Jerry Brown, actual gobernador de California; auspiciador de la candidatura de Robert Dole para presidente; proponente de reformas en el impuesto a la propiedad, la ley de herencias, de ganancia de la plusvalía y otras; articulista de The Wall Street Journal y cuyos principales clientes en “La Jolla Economics”, su compañía, proceden de la Bolsa de Nueva York. También para conocer al destacado relacionado de influyentes periodistas y congresistas norteamericanos, al autor de cerca de 20 libros sobre finanzas y brillante catedrático de negocios que habla inglés, francés, italiano y cuyo español no ha sufrido influencias de otras lenguas. Pero la charla es además sobre urbanismo, genealogía, historia y política locales salpicada con su pa-
Víctor junto a Margaret Thatcher y a su esposa Ana Rosa Ponce de Canto
Opera el teléfono que comunicaba con el ingenio.
Vaquero en su infancia.
esta condición. Son sociables en extremo. Víctor vivió algunos años en Santiago y recuerda por sus nombres a condiscípulos y Hermanos de La Salle así como los sitios frecuentados. La lista de los alumnos con quienes compartió aulas es amplia. En las paredes de casi toda la casa está la vida, en fotos, de los Canto, pero también de Víctor que exhibe los retratos de las figuras preponderantes de Estados Unidos con las que intercambia y ha trabajado. Ha trasladado parte de su biblioteca a este histórico domicilio diseñado por Amable Frómeta con detalles en columnas y fachada de Antonio Prats Ventós, que fue de los Tatem y donde vivieron norteamericanos del Central. El padre de Víctor la adquirió antes de 1950. “Aprendí a aprender”. Víctor Antonio nació el 28 de septiembre de 1950, hijo de Olga del Giudice de Marchena y Víctor Manuel Canto Dinzey, quien en 1966 envió a su único varón al Instituto Tecnológico de Massachusetts pues este quería cursar ingeniería civil. “Me gradué en MIT (Massachusetts Institut of Technology), allá estudió mi hija Victoria, fue la primera combinación padre e hija que se graduaron, y los primeros hermanos fueron Jean y Felipe Vicini en 1948 y 1957”. A Víctor no le gustaba esa materia, la estudió “por ser la más fácil y la que me daba más libertad para lo que quería hacer… Aprendí a aprender, a tener iniciativa, a educarme, leer libros…”. Pese a no haberla ejercido, el ingeniero civil es colegiado del CODIA con reválida en la UASD. Entonces quiso ir a estudiar economía en Londres, porque allí estudió Kennedy, pero fue a la universidad de Chicago. “Cuando uno es joven es liberal, demócrata, idealista… cuando comienzas a ganar dinero te conviertes en conservador”, explica para justificar su aspiración. Además, señala, el mercado del azúcar estaba en Londres “y yo quería ser el dominicano más experto en azúcar”. No lo aceptaron pese a hablar el inglés perfecto y ser egresado “de la mejor escuela del mundo. Londres no iba a hacer una excepción y me fui a Chicago que era la escuela de economía”. Tuvo entre sus maestros a Milton Friedman, George Stigler, Gary Becker, Robert Mundell, Robert Lucas, Arnold Zellner, Milton Miller, Eugene Fama y otros galardonados. “En esa época, República Dominicana producía un millón 200 toneladas de azúcar, mi familia era colona y aquí no había expertos, solo uno del sector privado y el otro era gobernador del Banco Central, Salvador Ortiz”, cuenta.
En síntesis Diferentes momentos de la familia Canto-Ponce con el presidente Ronald Reagan
sión por montar a caballo, comer cangrejo junto a sus compadres y disfrutar de limones, piña, mangos criollos, quipes y pastelitos con sabor árabe. Todos los hermanos Canto del Giudice fueron educados en Estados Unidos y Europa y no ha disminuido la bonanza económica que exhibió su padre, quien además fue cónsul inglés en Macorís durante casi 40 años. Pero no hay altanería en su trato por
Se graduó en Chicago, realizó una maestría en economía y se hizo doctor en esa rama en 1977, pero antes de recibirse laboró seis meses como asesor económico en el Banco Central junto a Ramón Pérez Minaya, director de estudios económicos. Después estuvo en la Universidad del Sur de California como docente y fue profesor visitante de la UCLA durante un año. Ya era muy amigo de Arthur Lafta, con quien formó su empresa de asesores y consultores en Los Ángeles y San Diego. A partir de entonces el nombre Víctor Canto se hizo familiar en los ámbitos políticos y económicos estadounidenses.
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CÁPSULAS GENEALÓGICAS www.idg.org.do
Presencia puertorriqueña en La Vega Milcíades H. Núñez Núñez
Encuentros
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Puertorriqueño fue también Jaime Suro Sánchez (1887-1956), quien casó con Isabel Emilia García-Godoy Ceara (m. 1965), hija de Federico García Godoy y Rosa Emilia Ceara. Fueron padres del pintor Darío Suro García-Godoy (1917-1997) y del literato Rubén Suro García-Godoy (1916-2006). Mario Concepción agrega que también de Puerto Rico vino Bartolomé Berrido. Natural de Puerto Rico era don José Calzada Catalá (n.1862), hijo de Rafael Calzada y Josefa Domitila Catalá, quien llegó al país a fines de la década de 1890. Se estableció en Bonao y La Vega y dejó descendencia con Luisa Bernard de los Santos. Casó en Bonao en 1890 con Margarita García Abreu (n.1875), hija de José Antonio García y Tomasina Abreu. De don José Calzada descienden el dirigente deportivo José Daniel (Mackey) Calzada Hernando (n. 1951), la artista de la fotografía Miriam Calzada León y la presentadora de noticias Evelin Belliard Núñez, entre otros. Puertorriqueño era Galo Mariot, sastre que residía en La Vega para 1909. También vinieron de Puerto Rico los catalanes Narciso De Camps Cintrón, quien casó con Herminia Cortes Bartoli, y Andrés Teruel Castro, malagueño, quien casó en La Vega con la puertorriqueña Inocencia Roca Cintrón. Como puede verse, la presencia puertorriqueña en La Vega tuvo un importante flujo entre las tres últimas décadas del siglo XIX y los dos primeros decenios del siglo XX y fecundó en forma notable sus árboles genealógicos.
Instituto Dominicano de Genealogía
LA REBELIÓN DE LAS MASAS.
¿Por qué han llenado el escenario histórico? MU-KIEN ADRIANA SANG
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istintas familias han llegado a La Vega desde Puerto Rico; algunas a propósito de una tarea específica y otras por situaciones político-sociales internas. Luego del intento independentista del Grito de Lares en 1868 llegaron a esta ciudad Cristino Zeno, quien fue director de la escuela San Sebastián, así como los profesores José Eugenio Medina y don José Rivera Dávila. Para 1886 llegó Federico Basilis Álvarez (n. alr. 1861, m. 1941), contratado para reiniciar el viejo aserradero de los Moya. Era natural de Añasco. Contrajo matrimonio en La Vega en 1889 con Teresa de Moya Rivera (n. 1872), hija de Joaquín de Moya Portes e Isidora Rivera. De él descienden los Basilis dominicanos. A fines del siglo XIX vinieron varios artesanos con la intención de implementar las ideas de Eugenio María de Hostos sobre el establecimiento de granjas agrícolas, entre los cuales estaban Martín Ortiz, Lorenzo Villafaña, Ramón Rivera y José María Rodríguez Escribano. Muchas de estas familias estaban encabezadas por españoles que tenían poco tiempo en Borinquen o tenían descendencia en ella. Entre esos inmigrantes estuvieron don Juan Gaviño Núñez (n. 1852), natural de Galicia, España, quien casó en Puerto Rico con Petronila Costales (m. 1890), natural de Juana Díaz, Puerto Rico, donde nacieron Angela (1886-1963) y Rosa Gaviño Costales. Viudo, casó con la puertorriqueña Vicenta Cintrón, procreando a Juana Gaviño Cintrón (n.1897). Angela casó en La Vega en 1906 con el catalán José (Pepe) Bosch Subirat. Su media hermana Juana Gaviño Cintrón casó con el también puertorriqueño Arturo Calventi Suárez (1883-1968), siendo tronco de los Calventi dominicanos.
Ortega y Gasset:
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ómo es este homNo quiere decir que el bre-masa que dohombre-masa sea tonto, al mina hoy la vida contrario, está mejor dotado pública? –la políintelectualmente. El probletica y la no polítima, dice Ortega, es que no le ca- ¿Por qué es sirve de mucho porque no como es?... ¿Cómo se ha prosabe o no quiere usarlo. La ducido? Conviene responder democratización, sigue conjuntamente a las cuestioplanteando el autor, lo que nes, porque se prestan mutuo ha hecho es vulgarizarlo toesclarecimiento. El hombre do, pues lo característico de que ahora intenta ponerse al la modernidad es que “el frente de la existencia europea vulgar crea que es sobresaes muy distinto del que dirigió liente y no vulgar, sino que el Sin opiniones la al siglo XIX, pero fue producido vulgar proclame e imponga convivencia humana el derecho de la vulgaridad o y preparado en el siglo XIX… Y en efecto, nada nuevo acontece sería el caos; menos la vulgaridad como derecho. aún: la nada que no haya sido previsto cien El imperio que sobre la vida histórica. Sin años hace. “Las masas avanpública ejerce hoy la vulgarizan” decía apocalíptico Hegel. dad intelectual es acaso el facopiniones la vida “Sin un nuevo poder espiritual, tor de la presente situación de los hombres nuestra época, que es una épomás nuevo, menos asimilable carecería de ca revolucionaria, producirá a nada del pretérito…”[3] arquitectura, de una catástrofe”, anunciaba AuSe preguntaba de manera organicidad gusto Comte… incisiva ¿No representa un ¿Qué aspecto ofrece la vida de progreso enorme que las ese hombre multitudinario, que masas tengan ideas, es decir, con progresiva abundancia va engenque sean cultas? Se responde diciendrando el siglo XIX? Por lo pronto un asdo que las ideas de estos seres, los pecto omnímoda facilidad material…. hombres-masa, no son “auténticaDesde 1900 comienza también el obrero a mente ideas”, como tampoco sus poampliar y asegurar su vida. Sin embargo, sesiones sean culturas. ¿Saben por tiene que luchar para conseguirlo… [1] qué? Porque no puede existir cultura Continuamos con el interesante, imdonde no hay principios, “donde no presionante y desconcertante libro de hay acatamiento de ciertas últimas poJosé Ortega y Gasset “La Rebelión de las siciones intelectuales a que referirse en Masas”, en el que hace una crítica morla disputa”, o “donde las polémicas esdaz a la homogenización de la sociedad. téticas no reconocen la necesidad de Basándose en su amplia cultura, Ortega justificar la obra de arte”[4]. critica la corriente que se impuso en ocLeyendo esta pequeña obra, me recidente de dar poder a las masas, procuerda las lecturas de los filósofos de vocando el mimetismo. Aboga por el resla Grecia antigua. Platón, como decía peto a la diferencia, por la disidencia y la defendía el gobierno de los que sacrítica, pero sobre todo, al poder de los ben, ojo, no de los que tenían el poder que saben, como lo hizo Platón en la Aneconómico o político. Aristóteles fue tigüedad, muchos siglos atrás. uno de los primeros que habló sobre el DeReconoce Ortega que en el siglo XIX el he- recho Natural, algo que a juzgar por lo que he cho de otorgar a los sin nombre y sin poder el podido leer de Ortega, el español está en dederecho de la ciudadanía constituyó un ele- sacuerdo con el concepto. No significa que el mento revolucionario, que no significaba la filósofo español sea un esclavista o deshumasublevación del orden, sino la implantación no. Para él el hombre-masa, debe disfrutar del de uno nuevo. En el siglo XX, el hombre que bienestar, pero nunca otorgarle el poder que emergió de ese proceso, es un ser con am- no puede manejar, por esta razón no cree ni biciones egoístas, que intenta imitar a las defiende el concepto moderno de soberanía, minorías en su estilo de vida. Su ambición es que recae en el pueblo. En palabras del inllegar a ser uno de ellos. Tener los carros, la telectual: vestimenta y el modo de vida de los que tieLa mayor parte de los hombres no tiene nen más. Y como dice Ortega: opinión, y es preciso que esta venga de fuera Esto nos lleva a apuntar en el diagrama a presión, como entra el lubricante en las psicológico del hombre-masa actual dos pri- máquinas. Por eso es preciso que el espírimeros rasgos: la libre expansión de sus de- tu…tenga poder y lo ejerza, para que la gente seos vitales –por lo tanto, de su persona y la que no opina –y es la mayoría- opine. Sin radical ingratitud hacia cuando ha hecho opiniones la convivencia humana sería el posible la facilidad de su existencia. Uno y caos; menos aún: la nada histórica. Sin opiotro rasgo componen la conocida psicología niones la vida de los hombres carecería de del niño mimado. Y en efecto, no erraría arquitectura, de organicidad. Por eso, sin un quien utilice esta como una cuadrícula para poder espiritual, sin alguien que mande, y en mirar a su través el alma de las masas ac- la medida que ello falte, reina en la humatuales. Heredero de un pasado larguísimo y nidad el caos. Y parejamente, todo desplagenial –genial de inspiraciones y esfuerzos-, zamiento del poder, todo cambio de impeel nuevo vulgo ha sido mimado por el mun- rantes, es a la vez un cambio de opiniones y, do en torno, Mimar es no limitar los deseos, consecuentemente, nada menos que un dar la impresión de un ser de que todo le está cambio de gravitación histórica. [5] permitido y nada obligado. [2] Ya no tengo espacio para seguir escribienEl resultado, dice Ortega, y ahí su tesis do. Aquí finalizo este libro desconcertante, fundamental en el tema, es que la perfección crítico, y brillante. Ortega nos deja el sabor establecida en el siglo XIX ha dado en ciertos de cuestionarnos si ha valido la pena la exórdenes de la vida, ha originado que las ma- periencia democrática de dar poder a las sas beneficiarias no la consideren como una masas. Un punto para seguir reflexionando. forma de organización, sino como un de- ¿Habrán tenido razón Platón primero y Orrecho natural. Esto explica, sigue diciendo, el tega y Gasset después? Nos vemos en la próabsurdo estado anímico de las masas, ha xima entrega provocado que se conviertan en seres insolidarios y egoístas, preocupados por su pro- [1] José Ortega y Gasset, La rebelión de las mapio bienestar. A este grupo Ortega los llama sas. Edición francesa, Psikolibro, PDF, p. 48 como el “hombre-masa”, y dice de él, que no [2] Ibidem, p. 50. tiene conciencia de que en realidad es un ser [3] Ibidem, p. 57 de segunda clase, limitado e incapaz de crear [4] Ibidem, p. 58 ni conservar la organización. [5] Ibidem, p. 91
Aporte
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Bernardo Vega y sus intimidades en la era global
MANUEL GARCÍA ARÉVALO.
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on gran satisfacción ha recibido el público lector el primer tomo de las memorias de Bernardo Vega Boyrie, que él ha titulado, muy significativamente, «Intimidades en la era global». Y si bien en el pasado había comentado algunas de las publicaciones del autor, en ninguna otra como esta, donde él despeja las brumas tejidas por el tiempo para que afloren los recuerdos de «sus años formativos», me había permitido aproximarme tanto a él, a su particular forma de ser, a su agudo sentido de observación y a su visión personal de la vida y de los hechos en los que ha sido testigo privilegiado e importante actor. En realidad se trata de la primera entrega de la copiosa autobiografía del licenciado Bernardo Vega Boyrie, nuestro infatigable intelectual, paradigma de laboriosidad y entrega al estudio y la investigación, que ha alcanzado un elevado reconocimiento público por su polifacética actividad como economista, empresario, historiador, arqueólogo, educador, diplomático, articulista, editor y promotor cultural, entre otros campos donde sobresale con luz propia y ha dejado relevantes contribuciones, con una dilatada obra que abarca desde la cultura taína a temas de actualidad, abordando múltiples registros de enorme importancia para el trazado de un perfil de la dominicanidad. Provisto de una esmerada formación académica adquirida en Santo Domingo, Londres y Pennsylvania, Vega dio siempre muestras de una gran pasión por la historia, sin desdeñar un ápice los acontecimientos del presente. Su disciplinada vocación de acucioso investigador lo ha llevado a reunir la más extensa y completa documentación sobre la Era de Trujillo, en varias decenas de volúmenes con el título general de «Los Estados Unidos y Trujillo». Es realmente admirable su hoja de vida, en la que brillan su paso por el Banco Central de la República Dominicana, donde llegó a ostentar el cargo de gobernador; el Museo del Hombre Dominicano, del que fue director; las de funcionario en la Corporación de Fomento Industrial, la Secretaría de Finanzas y la banca privada; la de consultor en diversas entidades; la de director del prestigioso matutino El Caribe; la de embajador de la República Dominicana en Washington, D. C., y la de presidente de la Academia Dominicana de la Historia, donde ha llevado a cabo, entre otras, la organización de conferencias y encuentros de profesionales de la historia, y una profusa labor editorial. En su más reciente obra, «Intimidades en la era global», Vega despliega toda su capacidad de evocación para elaborar un libro en el que se amalgaman la autobiografía, que no es otra cosa que la biografía de una persona contada por ella misma; las memorias, o el relato de hechos y acontecimientos vividos; y el diario personal, en el que se registran, con fechas y lugares puntuales, los sucesos cotidianos, casi siempre con un propósito íntimo, más que con intenciones de divulgación. Memoria, crónica y diario confluyen, pues, para estructurar una totalidad que atrapa al lector desde las primeras líneas, pues el texto, ameno y fluido, constituye no solo la relación de la vida de un testigo de excepción en nuestro tiempo, sino la de una personalidad de nuestra cultura que atesora valiosos recuerdos e inestimables datos sobre el siglo XX. En el prólogo al libro «Antinostalgia de una Era», del notable cuentista y hombre público Virgilio Díaz Grullón, el laureado escritor José Alcántara Almánzar escribió: «En nuestro país, los escritores no suelen hacer memorias ni autobiografías. «El pozo muerto» (1960) de Héctor Incháustegui Cabral, «Historia de mi voz» (1964) de Manuel del Cabral, «En la ruta de mi vida» (1976) de Víctor Garrido, y La palabra encadenada (1975) y «Memorias de un cortesano de la Era de Trujillo» (1988) de Joaquín Balaguer, constituyen excepciones que confirman la regla del silencio de los escritores dominicanos acerca de sí mismos, su país y su tiempo.»
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En su más reciente obra, «Intimidades en la era global», Vega despliega toda su capacidad de evocación para elaborar un libro en el que se amalgaman la autobiografía, que no es otra cosa que la biografía de una persona contada por ella misma; las memorias, o el relato de hechos y acontecimientos vividos
En principio, Bernardo Vega parece coincidir con Alcántara Almánzar al afirmar que «La escasez de autobiografías entre los dominicanos podría ser una buena razón para explicar este libro [Intimidades en la era global], tanto más cuanto que, como historiador, me doy cuenta de la necesidad de las mismas. Precisamente por ser historiador he querido, más que narrar mi vida, colocarla dentro del contexto de lo que en cada etapa ocurría en el país, describiendo el ambiente.» Sin embargo, el propio Vega cita, en la introducción a su libro, los nombres de los autores de más de treinta memorias que abarcan toda una vida, de figuras prominentes de nuestro ámbito político y cultural; y además, señala más de una veintena de relatos parciales, o de vivencias de personas en la oposición clandestina a la dictadura de Trujillo. Esto nos lleva a pensar que en el último cuarto de siglo se ha modificado el panorama antes descrito, de ausencia de memorias contadas por protagonistas de acontecimientos relevantes, y que muchos protagonistas o espectadores de hechos trascendentes se han animado a contar sus vivencias, como se advierte en la proliferación de libros de esa índole. Un ejemplo de esto lo tenemos en el caso de Poncio Pou Saleta, superviviente de la expedición patriótica del 14 de junio de 1959, que en su libro «En busca de la libertad» (1998) narra su heroica participación en la
lucha contra la tiranía trujillista. Para realizar su autobiografía, Vega se ha valido no solo de todo lo que conserva la cantera de su memoria, con la imprecisión y errores de cálculo que pudiera suponer la recuperación de la misma, sino de otras fuentes que le han ayudado a completar ciertos datos con mayor precisión. De manera que lo contado por Vega en este primer tomo de sus memorias, no solo reproduce sus recuerdos, sino que hace un esfuerzo de «reconstrucción del pasado», propósito tan acorde con el oficio de historiador. De modo que Intimidades en la era global puede también leerse como crónica de un tiempo decisivo para nuestro país, cuyo hacedor es, al mismo tiempo, protagonista, testigo y relator. Mediante una prosa escueta, por lo general descriptiva o enumerativa, Vega va armando un atractivo entramado con sus confesiones personales, su impresión de personas y circunstancias, su conducta y pareceres, sus acciones y pensamientos, sus propósitos y deseos insatisfechos y su sentir más íntimo. Quiere decir que el relato de la propia vida está indiscutiblemente permeado por la mirada del historiador. Pero la objetividad narrativa en la que está de cuerpo entero el historiador no impide que en ocasiones afloren sus emociones, incluso las lágrimas de aquel joven ciudadano lleno de esperanzas en un porvenir mejor para su país.
En síntesis Otro rasgo
Otro rasgo distintivo de la obra es que, a lo largo de todo el volumen, se advierte un toque de humor que podría sorprender a muchos lectores, pero no así a quienes conocemos muy bien a Bernardo Vega, y que constituye un legado de su formación anglosajona; esa mezcla de fina ironía ante las paradojas de la vida, humor negro frente a las inconsecuencias del ser humano, y escepticismo que provoca el desencanto en la etapa de madurez.
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Literatura
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Novelas dominicanas recientes:
Los gestos inútiles, de Rey Andújar
Portada del libro “Los gestos inútiles”, ganadora del Premio Latinoamericano de Novela Alba Narrativa
R
ey Andújar ya se ha ganado un lugar muy notable en la narrativa más reciente del Caribe insular hispano. Su novela recién publicada “Los gestos inútiles”, ganadora del Premio Latinoamericano de Novela Alba Narrativa (Cuba, 2015), salió de imprenta a finales de este mismo año. Se trata de un texto configurado y entretejido al interior del espacio ultraurbano de Santo Domingo y, en menor grado, de San Juan de Puerto Rico. La novela rompe fronteras geográficas y se trenza a manera de segmentos narrativos, resortes y retrospecciones in mediarex. El texto narrativo pacta su base de sentidos y focalización en torno a la muerte de Daniel Bertrán quien aparece muerto cerca del Faro a Colón en Santo Domingo.
¿Suicido o asesinato? He aquí la urdimbre
EUGENIO GARCÍA CUEVAS EUGENIOGARCIACUEVAS@GMAIL.COM
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que mueve la narración. Le corresponderá al policía Rojo Agramante encontrar y armar las piezas sueltas para dejar esclarecido si fue muerte voluntaria u homicidio. Todo parece indicar que a Bertrán -- trasterrado en New York por persecución política en el pasado-pero ahora ligado el poder-- lo liquidan desde adentro del Estado, ya que supo de la trama de unos colombianos que mataron en las cercanías de las Dunas de Baní, presuntamente vinculados a un esquema de alta corrupción sutilmente conectada con el narcotráfico. Novedosa y transgresora en su estructura y técnicas escriturales (sintagmas y oraciones precisas y bien puntadas), la muerte de Bertrán se presenta como pretexto para traer a varias personas a la capital dominicana. Algunos vienen desde Puerto Rico (Lubrini) y a su hijo (Jonás Marthan) que viaja desde España para recibir por parte de las autoridades forenses y policíacas el cadáver de su padre. Involucra, además, toda una galería de personajes de diversos orígenes tales como Gideon Ilsset (Alemán) y al chino Sang Yang, etc., quienes gravitan en una capital dominicana en puro fervor de la época navideña. Se suman a este pasadizo de actantes otra ristra de personas marginales e intermedias en el escalafón social. Sobresale en la novela el manejo que tiene el narrador de una lengua híbrida domínico-puertorriqueña, cruzada con el inglés, que se ha venido conformando en las últimas décadas de manera natural y que en voz del escritor no pide permiso para cruzar contornos citadinos. Sus registros expresivos destilan con una franqueza y naturalidad pasmosa. Esta plasmación expresiva de lenguas vivas y en contacto que transportan algunos de sus personajes que habitan en “Los gestos inútiles” conforman un escenario interisleño e intercontinental de mundos y culturas a manera de puentes portátiles. Si el fondo es investigar y aclarar la muerte
de Bertrán se impone entonces un texto de acento y modulación policiaca. De entonaciones hiperrealistas por momentos, las maniobras descriptivas de la novela desembocan en coartadas y gestos para poner a prueba la posibilidad de recontar y actualizar las muchas transformaciones que ha experimentado la ciudad de Santo Domingo explorando aquellos ángulos modernos y postmodernos que han dado pie a una nueva cartografía humana, física, arquitectónica, política e ideológica que deja muy atrás lo que fueron sus contornos más paradigmáticos varias décadas atrás. Confluyen entonces en el texto narrativo fotografía y radiografía de los nuevos rostros de los apabullantes crecimientos del país en el tejido de las metamorfosis histórico-sociales recientes. Esa intención exige al narrador recurrir al registro de acontecimientos nuevos acaecidos en el país a partir de las confrontaciones civiles e ideológicas desde 1965 hasta la actualidad.
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Sobresale en la novela el manejo que tiene el narrador de una lengua híbrida domínico-puertorriqueña, cruzada con el inglés, que se ha venido conformando en las últimas décadas de manera natural y que en voz del escritor no pide permiso para cruzar contornos citadinos
Pero no por ello podemos calificar este texto desde los parámetros y preceptivas de la novela neohistórica, tal y como la conciben tratadistas del género como María Cristina Pons y Seymour Menton, entre otros. Todavía no hay distancia suficiente para ello. Ahora, por los referentes vinculantes dirigidos hacia figuras ya históricas tales como Juan Bosch, Joaquín Balaguer, Salvador Jorge Blanco y algunos personajes presentados como sombras y presencias del PLD, podríamos pensar lo contrario. Digo esto porque la proximidad de acontecimientos del devenir dominicano se hace cercana y lejana a la vez. Con este rodeo flotante como fondo, el narrador seduce al lector a entrar a todo un arcoiris social y político en movimiento donde el pasado contiguo se filtra en el presente no necesariamente para aleccionar. El texto, más que revelar directamente, como lo haría el realismo sucio o crudo, lo que hace más bien es insinuar. Este discurrir citadino, recuperado de la memoria activa y/o pasiva de algunos personajes (retrospecciones y sincronizaciones en tiempo real) continuo tiene como escenario cronotópico la época navideña que se erige como otro pretexto para el discurrir del texto narrativo factual. Rituales, gestos mínimos al fondo del clima de la estación isleña son escrutados por el narrador de esta
historia que se constituye a manera de segmentos curvados que se van alternando desde el pasado al tiempo presente. Ello desde un espacio donde predomina la enunciación elíptica. Se trata de toda una gesta de los riesgos que conlleva narrar desde la óptica y técnica del fraccionamiento sintáctico tejidos con frases y oraciones cortas contundentes y efectivas. La lectura de esta novela demanda de un lector partícipe que calibre las linealidades e ilaciones implícitas. Trozos y retazos conforman así una galería de personajes salpicados por la intriga, el cinismo y la corrupción de una clase media empoderada políticamente afanada en ascender (los que no han ascendido) y establecerse en el escalafón social como grupo hegemónico. La corrupción, de esa manera, se insinúa como espectro a través de un lenguaje que por momentos también bordea en cinismos que se generan y habitan en los bares, los apartamentos y las casas de la clase media baja, los cuarteles policiacos, apartamentos lujosos, “yipetas” y carros a los que antaño solo tenían acceso los poderosos de abolengo. Dispositivo retador, pero bien hilados por el narrador es hacer crónica de los perímetros de los centros urbanos, resort, calles, avenidas, barriadas y lugares reservados para turistas donde se posan los estereotipos nativos diseñados y mercadeados en países emisores del turismo, que desde allá se lanza a estas islas a buscar y a consumir aventuras de bailoteos y sexualidades espontáneas compradas. Es el caso de Marthan y su mucama Luzmar. Detenerse en estas pequeñas instancias constituye una de las orientaciones de sentidos orgánicos internos más patentes del texto en cuestión. Suma: entre muchas otras aristas reveladoras de este texto de Rey Andújar que no pueden ser atendidas en una restringida reseña periodística, digamos que estamos ante una novela ensamblada sobre un Santo Domingo en transformación y ebullición incesantes. Una República Dominicana de fronteras tangibles e intangibles, apertura y complejamente diversa. Otra suma: Rey Andújar ha escrito una novela de la “cosa caribe” como el mismo escritor la ha nominado. En lo inmediato, la suerte de esta novela debería ser de mayor circulación en Puerto Rico y República Dominicana. Hasta ahora solo se ha divulgado en los circuitos literarios de Cuba y en algunos países latinoamericanos con una tirada de 3,000 ejemplares como parte del Premio Alba de Narrativa latinoamericana. Con esta nueva novela la estrategia de escritura de Rey Andújar opera un nuevo impulso técnico-narrativo en relación a sus textos novelísticos anteriores.
Aporte
AREÍTO
Sábado 6 de agosto de 2016
¿Estamos ante el ocaso de la clase media? D
MIGUEL ÁNGEL FORNERÍN
HOY
eseo abrir un horizonte que me permita situar en los tiempos que corren una idea de Américo Lugo. Creo que Lugo fue un pensador iluminado de la dominicanidad. Se alzaba en la cumbre del positivismo hostosiano, y pensó de manera muy radical el desgarrante destino dominicano. El historiador y poeta decía, a principios de siglo, que en la República Dominicana no había clase media. Y llamaba así a la clase intermediaria entre los que poseen las riquezas y los que trabajan. En el caso dominicano habría que agregar a los que no trabajan. En el mundo medieval español, Jorge Manrique los definía así: “Los que trabajan con sus manos y los ricos”. Pero en el mundo que nos dejó la colonización hispánica había los que no trabajan. Esos tienen su historia. Como también en la historia del derecho tenemos los bandos contra la vagancia y los intentos de agregar a la gente a la producción de bienes. Para Américo Lugo, la falta de una clase media hacía imposible el proyecto de nación. Era necesaria una clase que ensanchara las posibilidades democráticas: creara una coerción social; que fuera un ente que motorizara el progreso. Implica esto que la clase intermediaria pudiera corregir el gobierno de unos pocos (oligarquía) por un gobierno (de todos) democracia. Es decir, una clase que posibilitara el desarrollo del Estado-nación capaz de trascender la política como cotidianidad. En fin, organizar la sociedad de acuerdo a ciertos planes que permitiría el desarrollo democrático. Si historiamos estas ideas debemos decir que, en el país, la clase media incipiente fue la que creó el deseo de país independiente. Es la clase que piensa, actúa en la educación, es fundamental para que se organice y se expandan las redes que posibilitan un estado democrático, y en política la eliminación de los partidos personalistas, como vio Lugo en la coyuntura de la lucha nacionalista entre 1916-1930. El país nunca ha tenido hasta ahora una clase media importante. Su historia colonial es la de una república que ha podido sobrevivir en la frontera imperial. En el “abandono” de España que se concreta en las devastaciones de Osorio en el siglo XVII y en el olvido del siglo XVIII. Eso como lo han visto nuestros historiadores: Lugo fue el primero en recurrir a ese espacio de la memoria. El estudio de las despoblaciones las ciudades de la banda oeste. Luego le sigue Peña Batlle, que fue en un principio su discípulo. La historia de la primera colonia no es más que la del saqueo y el abandono. Los colonos que se quedaron aquí fueron los que
no pudieron salir en busca de mejores aventuras, cuando se les presentaron las distintas coyunturas históricas. Cuando el capitalismo europeo demandó bienes del espacio atlántico, demanda que hizo posible la colonia francesa de Saint-Domingue, y cuando ocurre la cesión a Francia en 1795; cuando un grupo de criollos intentan imitar los movimientos independentistas de América en 1821, no existía una clase media que pudiera impulsar esos cambios y ponernos a la altura de las repúblicas americanas. No teníamos más que una vetusta universidad que era un colegio medieval de la cual no podemos sacar hoy día más que un libro de lógica. Aunque debemos agradecer a Antonio Sánchez Valverde un libro penetrante sobre la realidad social de la colonia, pero encaminado a convertirnos en una colonia esclavista, “Ideas del valor de la Isla Española” (1785). En tres siglos de dominio y abandono hispánicos no quedó nada que pueda hoy ser colocado como un hito ejemplarizador. Pocos fueron los que plantearon una postura progresista. Esta carencia la llena nuestra historia culturalista como la huida de la clase letrada, que he llamado nuestra primera ciudad letrada de criollos. Se fueron con sus esclavos domésticos, algunos, otros con su instrumental de carácter medieval. Y unos cuantos fueron a plantar bandera a Venezuela, a Puerto Rico, a Cuba y a México. Ellos no constituyeron una clase intermediaria entre la élite hatera y el pueblo llano capaz de cambiar la realidad de la Isla. Ese papel lo realizó un grupo minoritario encabezado por Juan Pablo Duarte a partir de la fundación de la Sociedad Secreta La Trinitaria (1838). Pero su actitud decidida fue puesta en jaque por la élite gobernante bajo los haitianos. Los colaboradores de los ocupantes que más tarde se hacen los adalides de la clase hatera. La lucha encarnizada contra los trinitarios es esta historia escamoteada por los historiadores. El partido duartista fue expulsado y perseguido. La saña con que se le trató se puede ver en dos ejemplos: el fusilamiento de María Trinidad Sánchez y la muerte horrenda que se le dio a Sánchez ya sus partidarios en El Cercado. Creo que hay que leer la muerte de María Trinidad Sánchez como el asesinato político más ejemplarizador de nuestra historia republicana. El segundo fue la muerte de Pepillo Salcedo. Pero el de una mujer, si tenemos presente el choque que debió causar en una sociedad tan pequeña como la que vivía
Para Américo Lugo, la falta de una clase media hacía imposible el proyecto de nación. Era necesaria una clase que ensanchara las posibilidades democráticas: creara una coerción social; que fuera un ente que motorizara el progreso
en el Santo Domingo de entonces, fue un acto para disuadir a los trinitarios. Nótese que se comete este crimen político el mismo día de la celebración del primer aniversario de la independencia (1845). El camino de los liberales trinitarios queda cerrado. Es decir, el ascenso de la clase media a la organización del Estado nación. La expatriación y la reducción de los duartistas a las estrategias de la élite fue otro logro del gobierno fraccionario. El asesinato de Sánchez, en El Cercado (1961), que horrorizó a elementos de las tropas españolas fue el último gran zarpazo de esa clase contra la clase media que intentaba actuar en el escenario político. Organizar el país que posibilite un ordenamiento democrático y pusiera ciertas normas que facilitaran el desarrollo económico, social y cultural de la República. Me pregunto si no habría que agregar a esto, el temor de los restauradores a mantener a Duarte en el país a su regreso y la prisa con que se le envió de retorno a Venezuela. Sé que hablar de temor en estas gentes no es lo más concreto. Puesto que el gobierno restaurador estaba constituido por los mejores. Y todos sabemos que a ellos debemos la nación que hoy tenemos, con aciertos y desaciertos. El partido duartista se activó cuando Santana decidió anexar el país a España. El juramento Trinitario volvió a tener sentido. Duarte buscó ayuda en Venezuela y regresó a la patria. A cumplir lo que había jurado. Empeñó lo poco que le quedaba a su a familia. Y regresó junto a su hermano Vicente Celestino. Ya eran hombres viejos. Ya eran pobres, pero les sobraba valor y el cumplimiento de la palabra empeñada. Duarte enfermó en su periplo en el norte de la isla. Asistió a la muerte de Ramón Matías Mella, y a Vicente Celestino se le intentó prohibir participar en una batalla a lo que contesto: “Hay gloria para todo”. También eran prácticamente unos desconocidos para la nueva clase política. Del comercio y el corte de madera, actividades a las que se dedicaron los duartes, ya el tabaco había dominado el teatro en el Cibao. Otros hombres con otras historias dominaban el escenario. Santiago y las ciudades puerto de Monte Cristi y Puerto Plata dominaban el país. Ya Santo Domingo tenía poco que decir en la historia. Era un viejo emplazamiento lleno de edificios vetustos. La modernidad entonces entraba por Puerto Plata. De la madera a al comercio pasará Luperón. En Santiago y San Francisco de Macorís se asentaban los Espaillat, los Grullón y los Bonó. Unirían una inteligencia a un poder económico incipiente y motorizarían los cambios extraordinarios que vivió el país en las últimas décadas del siglo XIX. [Continuará].
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Sรกbado 6 de agosto de 2016
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