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Zona de la Cultura y de las ideas
www.hoy.com.do Editor: Bavegado Diseño: Aimée Piccirillo SÁBADO 12.12.2015
JULIO AMADO CASTAÑOS GUZMÁN
El valor de un liderazgo para el servicio
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Roland Barthes y el placer de leer En el Museo de Arte Moderno ¡Antuan:
Vibrando en 7.8! Pinturas, esculturas, dibujos, instalaciones y videos, integran la formidable exposición “VIBRACIÓN 7.8”, del reconocido artista cubano-americano Antuan Rodríguez, abierta en el Museo de Arte Moderno. Página 8
Una mirada hacia
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Pedro Henríquez Ureña
Sobre el concepto de soberanía (6)
La vida de este gran maestro del pensamiento americano fue trashumante y fértil, errante y productiva. Y no hay biografía que pueda abarcarla. Su verdadera biografía está en sus libros, en las aulas. Páginas 4 y 5
No olviden, no olvidemos, que desde noviembre estoy intentando entender, desde la perspectiva histórica, asumiendo el concepto de historicidad de Pierre Vilar, cómo surgió y ha evolucionado a través del tiempo el concepto de soberanía. Página 6
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Andrés L. Mateo (Escritor de literatura y ensayos) En la República Dominicana la palabra está prostituida. Aún más que la sociedad del espectáculo, la nuestra es la sociedad de la mentira.
El valor de un liderazgo para el servicio ARCHIVO
Julio Amado Castaños Guzmán
E
s oportuno advertirles que en este momento son miles los ciudadanos que deambulan con un título universitario en búsqueda de inserción laboral. La baja credibilidad y la falta de calidad hacen que en vez de ser un instrumento para abrir puertas, les condene a la frustración. La competitividad laboral está, cada vez más concentrándose en pocas universidades, las cuales son reconocidas por sus niveles de calidad educativa, guardando sus diferencias entre unas y otras. El sector empleador es cada vez más exigente en la selección de su personal profesional. Tanto así, que se ha ido estableciendo toda una nueva cultura en las políticas empresariales de contratación de recursos humanos donde la procedencia universitaria define si su solicitud tiene o no vocación de empleabilidad. Este fenómeno tiene como contraparte al sector público laboral, donde el mérito político y clientelar se impone como credencial, relegando a un segundo plano los méritos profesionales, el talento y la calidad. La Universidad Iberoamericana, desde su fundación, adoptó el compromiso de formar profesionales diferentes, comprometidos, emprendedores y con un perfil orientado al desarrollo del liderazgo en la comunidad. UNIBE desde sus inicios, ha estado comprometida con su rol académico y en la promoción de nuevos liderazgos, lo cual ha estado sustentado por acciones y premisas irrefutables: La importancia del liderazgo desde la esfera social como fuerza del cambio, y en lo individual, como catalizador del éxito profesional. La falta de liderazgo en las personas entorpece la intensidad y efectividad del éxito personal, limitando como consecuencia los potenciales talentos, capaces de alcanzar mejores resultados en los desempeños. Se conoce, aunque podría tener otras interpretaciones, que el liderazgo es la capacidad que puede tener una persona para influenciar y motivar a los demás. Un liderazgo que no ejerce influencia en los demás, no es liderazgo. Es evidente cómo el liderazgo se ha convertido, a nivel global, en un factor indispensable y necesario para los nuevos modelos y paradigmas de gestión en los ámbitos gerenciales, y para el mejoramiento continuo y el alcance del éxito en cualquier actividad, ya sea personal o institucional. Líderes son aquellos hombres y mujeres que alientan e inspiran con su carácter a los demás hacia la conducción de las metas. Sin manipulaciones ni imposiciones. Razón por la cual, las organizaciones de hoy cada día estiman más el capital humano, por sus habilidades de liderazgo como elemento que agrega valor, en la búsqueda de mejores resultados. Aquellos que logran desarrollar capacidades de liderazgo y hacen el uso debido de él, se convierten en individuos de éxitos y entes promotores de acciones dirigidas a obtener mejores resultados en el ámbito en que se desenvuelven. Debemos reconocer que, a nivel individual, el conocimiento y la inteligencia no necesariamente se traducen en liderazgo. Por lo tanto, no siempre se traduce en una garantía que los desempeños académicos sobresalientes, conduzcan inexorablemente al liderazgo. Grandes científicos y personajes importantes de la historia de la humanidad, a pesar de sus extraordinarios aportes, en muchos casos, no son reconocidos como grandes líderes. Sin embargo hay otras figuras, que a través de sus liderazgos, trascendieron su época, y hoy son íconos para la humanidad. Algunos de ellos, a través de su carácter, su fuerza y ambiciones personales, construyeron imperios, los cuales posteriormente se destruyeron, ya que por su imposición en base a la fuerza, estaban con-
Doctor Julio Amado Castaños Guzmán, rector de UNIBE.
denados a desaparecer. Sin embargo, nos encontramos en esa galería con grandes figuras como la de Jesús de Nazaret. Hoy más de 2,000 años después, más de 2,000 millones de ciudadanos en el mundo se identifican con el Cristianismo. Su influencia en la humanidad, representada en un liderazgo de amor y vocación hacia los demás, marcó el antes y después en nuestro calendario occidental, y en la propia historia universal. En una ocasión, el general Napoleón Bonaparte expresó: Alejandro Magno, Julio César, Carlomagno y yo hemos fundado imperios basados en la imposición de la fuerza; pero Jesucristo, sin fuerzas ni ejércitos, fundó su imperio sobre el amor al prójimo y en este momento millones de personas estarían dispuesta a morir por él. El líder ejerce con su carácter y otras cualidades, influencia sobre su entorno. Tiene capacidad para convencer y sumar a sus propósitos sobre quienes ejercen su función de líder. De la misma forma debemos entender que no es lo mismo poder que autoridad. Aunque los papeles tradicionales de liderazgo están dotados de poder, podríamos establecer que este último es la capacidad de obligar o coaccionar a alguien para que haga lo que usted desea debido a su posición de fuerza. Aunque el poder casi siempre lo concede la posición y la investidura, la autoridad, sin embargo, se puede ejercer desde cualquier posición, y se incuba desde el liderazgo individual. Jesús decía que aquel que aspire y quiera ser líder, antes debe ser el servidor. Si usted decide liderar, debe primero poder servir. Existen controversias sobre el origen del liderazgo. Unos dicen que se nace con la condición; otros plantean que todos podemos desarrollar habilidades de liderazgo, aunque para aquellos con condiciones innatas, se les puede facilitar ejercer su papel de líder. El liderazgo es una habilidad que está latente en cada uno de nosotros, y a la espera de ser desarrollada. Pero el liderazgo resulta de la conjugación de varios aspectos dentro de los que se destacan: el carácter, los talentos, el respeto hacia los demás, la experiencia, el control emocional, las destrezas, la disciplina, la visión, entre otros. Se trata de un perfil, el cual no se obtiene si no es a través del trabajo y del sacrificio. Se trata de un proceso que se construye con el tiempo. Nadie se puede transformar en un líder después de leer o asistir a un seminario de liderazgo, y menos aún porque nuestra universidad lo haya adoptado como lema institucional. No solo necesitamos de profesionales capaces, también hacen falta hombres y
mujeres que puedan desarrollar y potenciar sus condiciones de liderazgo y se pongan al servicio de nuestro país, mejorando nuestros indicadores de desarrollo. Vivimos una especie de vacío existencial en materia de liderazgos locales. Más que defensores y promotores de mejores prácticas, lo que predominan son falsos liderazgos que no dan paso, ni agregan ningún valor, para la construcción de una mejor sociedad. Definitivamente, estimadas amigas y amigos, no necesitamos políticos, lo que necesitamos son líderes con vocación política al servicio del país. Ya estamos realmente saciados de liderazgos que en su mayoría lo que persiguen son intereses particulares y grupales. El liderazgo puede tener solo dos intensiones, y ambas están contrapuestas: la primera y a la que apostamos, es la que fomenta un liderazgo constructivista que tiene como propósito e inspiración la vocación al servicio de los demás. Y la segunda, dañina y viciosa, que es aquella que ha ido floreciendo como la yerba mala en nuestra sociedad, representada por jaurías disfrazadas de ovejas, las cuales se alimentan del inmediatismo y ejercen en un ambiente proclive a la corrupción, impunidad, tráfico de influencias, prebendas, entre otros. No quedaríamos de ninguna manera conformes, si nuestra aspiración se detiene solamente en la formación de buenos profesionales. Esto no es suficiente. Las universidades deben promover y sentar las bases para que puedan ser verdaderas incubadoras de nuevos líderes con capacidad y decisión de cambiar muchas cosas en nuestra sociedad. El presidente Theodore Roosevelt expresó en una ocasión: “Educar a una persona solamente en los aspecto intelectuales y dejar de lado los aspectos éticos y morales, es crear una amenaza para la sociedad”. La Alemania Nazi nació de las entrañas de una nación educada y refinada. La misma nación en que nacieron Beethoven, Bach, Albert Einstein y Goethe. Desde nuestra universidad estamos haciendo esfuerzos seleccionando jóvenes con condiciones excepcionales y vocación comunitaria en el programa Líderes del Mañana. Ojalá y logren motivarse, desarrollar sus propios liderazgos, y así lograr influir de forma positiva en su entorno, en su comunidad… Estarían ustedes haciendo honor a lo que ha sido ya por décadas nuestro lema: UNIBE, ¡Forjando líderes!
(Discurso de graduación del rector de UNIBE, doctor Julio Amado Castaños Guzmán, en noviembre 2015)
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Roland Barthes y el placer de leer
FUENTE EXTERNA
Roland Barthes
PLINIO CHAHÍN
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er lector no consiste primordialmente en leer unos textos concretos, llamados “literarios”, sino en leer de una peculiar manera. Es, en definitiva, la configuración de una determinada actitud placentera y gozosa de leer. Desde este punto de vista, no se puede ser un buen lector sin leer gozosamente un texto. Leer de este modo viene a ser, así, una convocatoria a una manera subjetiva de leer. No se trata de una técnica del arte de la lectura, sino de la estética de una vida definida por la acción de leer. Ya la cuestión afecta a toda lectura, a todo lector. Y, entonces, resulta insuficiente hablar simplemente de placer de leer. En tal sentido, la vida y obra de Roland Barthes son un vivo ejemplo de lo que acabo de decir. Pero ¿cómo hablar barthesianamente de la lectura a partir de lo escrito? El discurso es siempre de alguien o para alguien. El arte del discurso está, por ello, destinado, pero también lo está el arte de escribir y el de la lectura que sigue a este. Pues, en efecto, escribir es siempre hacerlo para alguien, aunque en muchas ocasiones se trate de un destinatario indeterminado. Ahora bien, dada la disociación entre escritura y lectura, nos preguntamos: ¿cómo puede ser superada la distancia entre el sentido de un discurso fijado por el que escribe y el lector que lo atiende? Pero ¿y cómo pensar sin recrear lo que hay? Tal vez, precisamente quepa y deba hacerse porque somos lectores; quizás, porque somos lectura permanentemente reescrita. Trazos del placer disuelto en escritura. Del texto del placer, al acto de leer. Soporte y hendidura: tramado de significación para la capacidad perceptiva de la legibilidad. Y desde la profundidad del símbolo, la textura emerge y se muestra como cuerpo. Cuando textura y trazo se hacen uno, en la posibilidad de la escritura, confluyen en la simbólica del cuerpo, que se muestra para la comprensión de lo legible. Así, mundo, naturaleza, ciudad, ser, son cuerpos en el milagro de la legibilidad del texto. La representación de la escritura como cuerpo, y del cuerpo como escritura, se desplaza del símbolo al referente y del referente al símbolo, como vasos comunicantes de intensa significación. “El placer del texto, según Roland Barthes, es ese momento en que mi cuerpo comienza a seguir sus propias ideas—pues mi cuerpo no tiene las mismas ideas que yo. Texto de placer: el que contenta, colma, da euforia; proviene de la cultura, no rompe con ella y está ligado a una práctica confortable de la lectura. Texto de goce: el que pone en estado de pérdida, desacomoda (tal vez incluso hasta una forma de aburrimiento), hace vacilar los fundamentos históricos, culturales, psicológicos del lector, la consis-
tencia de sus gustos, de sus valores y de sus recuerdos, pone en crisis su relación con el lenguaje”. El acto de leer se convierte así en el momento crucial del análisis de leer por puro placer. Sobre dicho acto descansa la capacidad del relato de la crítica de transfigurar la experiencia de leer en un acto de placer. Y, en esa medida, el poder de la ficción se muestra ligado al de la redescripción, y toda lectura ofrece la urdimbre de un espacio-mundo en el que cabe urdir otras lecturas: espacio de vida soportable, espacio de supervivencia. Nuestra propia vida se muestra como el campo de una actividad gozosa, mediante la cual intentamos reencontrar/recrear la identidad narrativa que nos constituye, como lectores hedónicos y festivos. En esa medida, para Barthes, leer es negar el carácter definitivo de lo dado, negar sus perfiles de ejemplar aislado, a fin de experimentar plenamente el incentivo del juego, con reglas conocidas y sorpresas todavía desconocidas. Juego, como dijimos, ya antes empezado. Pero el sentido del texto únicamente se produce si el lector lo hace no solo según sus propias condiciones, sino ante todo según condiciones ajenas. Precisamente lo no idéntico es la condición del efecto, que se realiza en el lector, en cuanto constitución del sentido del texto. En la interacción entre texto y lector se reabren las posibilidades. Se trata de continuar la dinámica del placer y no de regodearse en una vacía visión que nada produce, una pura ojeada que parece leer pero ni atiende ni contempla, ni goza ni lee. El lector no tiene ya el papel de devo-
rador ante un objeto que ha de consumirse, sino el de quien en la espera—más que en la expectativa—está abierto, según Barthes, a la que la obra obre, a la eventual agregación de sus efectos. Gracias a y por esa actitud, que es una actividad, (sumamente erótica, por cierto), ha de hablarse, por tanto, del lector como experiencia. La recepción (aísthesis) es, así, poética y catárquica. Leer es entonces reaccionar, reponer en acción. Asumir el texto como un acto erótico. Barthes, invariablemente ha dicho Susan Sontang, actúa en un registro afable. No hay afirmaciones rudas ni proféticas, ni súplicas al lector, ni esfuerzos para “no” ser comprendido. Se trata de la seducción como juego, nunca como violación. “Toda la obra de Barthes es una exploración de lo histriónico y lo lúdico; de muchas e ingeniosas maneras, una excusa para el paladeo, para una relación festiva (más que dogmática o crédula) con las ideas. Para Barthes, como para Nietzsche, el fin no es alcanzar algo en particular. El fin es hacernos audaces, ágiles, sutiles, inteligentes, escépticos. Y dar placer”. Solo entonces la obra nos dice y nos lee. Considerada por su obrar, se trata de captarla y concebirla como efectivo autor, o mejor como el autor mismo. Lo que habitualmente denominamos “autor” se esfuma y difumina como supuesto propietario del texto y viene a ser su primer lector, el efecto activo del funcionamiento de los enunciados. La tensión “enfermiza” por apropiarnos del texto no es sino una expresión de la tensión por apropiarnos “a” nosotros mismos, “de” nosotros mismos, y eso es un proceso poblado y tejido de textos. Sin embargo, ha de reconocerse que la “intriga” es la obra común del texto y del lector. Y, en esa medida, es el acto de lectura el que, en efecto “realiza” la obra. Y, sencillamente, porque la lectura misma es ya una forma de vivir en el universo de la obra. Y sobre todo, porque la vida se presenta como una actividad y una pasión en búsqueda de relato. Por eso, el sentido del texto no descansa, sin más en él, dormido, esperando ser liberado por la presupuesta genialidad de un lector. Y esta carencia es la matriz productiva para que siempre de nuevo, en los contextos más diversos, sea capaz de proporcionar un nuevo sentido, al “insensato juego” de leer. Ahora bien, si Umberto Eco ha subrayado que precisamente “de lo que no se puede teorizar hay que narrarlo”, la lectura, al reescribir, realimenta y reactiva no solo lo dicho sino también aquello que da qué decir. Gracias a ella se preserva lo no dicho, en virtud de lo que se dice y en lo que se dice. Esta es su narración.
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FOTOS TOMADAS DEL LIBRO TREINTA INTELECTUALES DOMINICANOS ESCRIBEN A PEDRO HENRÍQUEZ UREÑA DE BERNARDO VEGA
La segunda familia de Francisco Henríquez y Carvajal. Primera fila: Amalia Lauranzón Amiama, Francisco Henríquez y Carvajal, Guarina Lora, esposa de Max Henríquez Ureña con su hijo Hernando en sus piernas y Max Henríquez Ureña. De pie arriba: Rodolfo, Eduardo y Enrique (Cotubanamá) Henríquez lauranzon.
Una mirada hacia
Pedro Henríquez Ureña C
ANDRÉS L. MATEO
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uando Pedro Henríquez Ureña nació, el 29 de junio del año 1884, la ciudad que lo acogió, Santo Domingo, era un entramado sinuoso de calles polvorientas en las cuales discurría la vida lenta y apaciblemente. Es cierto que las frecuentes refriegas que escenificaban los “rojos” y los “azules” (1) por el control político y económico del país alteraban la vida de la nación, pero muy a pesar de toda la polvareda escenificada por los caciques políticos de entonces, sorprendía que la vida cultural fuera tan numerosa y activa. Eugenio María de Hostos cuando llegó al país, en mayo del 1887, se asombró de las numerosas asociaciones culturales que existían, y vio en esa fértil pasión por la cultura y el saber un caldo de cultivo apropiado para abonar la savia de su enseñanza. Se suele abordar, particularmente en las historias del pensamiento americano, el surgimiento de la figura de Pedro Henríquez Ureña como el producto de una autogeneración asombrosa, dejándolo flotar en el enigma que encierra la idea de que “el destino dominicano lo prefigura pero no lo explica” (2). Como si todo el saber de Pedro Henríquez Ureña brotara del azar, de la casualidad. Es por eso que este libro, “Treinta intelectuales dominicanos escriben a Pedro Henríquez Ureña (1897-1933)”, cuya edición y notas pertenecen a Bernardo Vega; sirve para inferir un arduo proceso formativo, una descripción de la atmósfera intelectual y cultural en la que se fraguó uno de los más fructíferos intelectuales del mundo americano. Y es, además, extraordinariamente oportuno para aclarar algunas cosas relativas a la formación humanística de Pedro Henríquez Ureña, asombro de muchos por esa capacidad de despliegue tan abarcadora de la historia del pensamiento universal. Lo primero es la circunstancia de un núcleo que entraña una verdadera oligarquía espiritual de la nación dominicana. Casi toda la formación educativa, tanto de Pedro como de Max, y después de Camila; se desarrolla en el seno de la familia, incluso la formación escolar. En “Hermano y maestro”, Max Henríquez Ureña detalla con claridad cómo ni siquiera asistieron a la escuela tradicional, sino que recibían la educación directamente de sus padres (3). Ese núcleo familiar era una inexorable incitación al saber. No es por lo tanto una casualidad histórica el que surgiera en el ambiente intelectual dominicano de finales del siglo XIX, en medio de una familia tan ilustre, un intelectual de las dimensiones de Pedro Henríquez Ureña. Todas las correspondencias de la primera etapa que compila este libro, corroboran fehacientemente la paulatina concreción de un saber enciclopédico. Y justifican lo que el propio Pedro Henríquez Ureña había dicho sobre sí mismo, que desde su nacimiento había vivido “en el culto exclusivo de lo intelectual” (4). Esas tesis sobre el surgimiento inexplicable de una figura de la dimensión de Pedro Henríquez Ureña quedan desvirtuadas con este legajo de correspondencias que recuperan un ambiente de alta vida intelectual, minuciosamente datado por Bernardo Vega. Hay otros dos factores que estas corres-
Pedro Henríquez Ureña, fotografía 1943.
Pedro Henríquez Ureña en El Callao, Perú, a su regreso de Harvard hacia Argentina.
pondencias reflejan con claridad, el primero es el hecho de que el despertar del intelecto de Pedro Henríquez Ureña ocurre en un momento de grandes transformaciones sociales; y el segundo es el influjo intelectual de las oleadas de inmigrantes que devinieron en un soporte primario del saber, propiciando las transformaciones del pensamiento que caracterizan la época, aportando propuestas de regeneración social así como dándoles un aire cosmopolita al ambiente intelectual dominicano. Y quisiera citar el caso de las correspondencias con Leonor Feltz. Pedro Henríquez Ureña le dedicó su ensayo “Días alcióneos” , de su libro “Horas de estudios” de 1910; y siempre destacaba sus virtudes intelectuales. Leonor Feltz era una de las alumnas preferidas de su madre Salomé Ureña de Henríquez, en aquella primera aguerrida aventura del normalismo hostosiano en nuestro país, también fungía de animadora cultural; y su admiración por esta maestra constituía una de las pocas devociones sentimentales que él expresaba, al impulsar un juicio que tenga que ver con la cultura. Sin embargo, por su obra, uno no tenía certeza del peso intelectual de que era portadora. Yo siempre me preguntaba el por qué él la encomiaba intelectualmente con tanta frecuencia, llegué a pensar que era una
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Alfonso Reyes.
Santa Fe, Argentina. Pedro, Isabel y sus dos hijas.
Francisco Henríquez y Carvajal.
Pedro Henríquez Ureña descansando en México, 1923-1924.
Pedro Henríquez Ureña y José Vasconselos (con sombrero) 1921.
Ramona Ureña (Mon), en Cuba.
Federico Henríquez y Carvajal, rector de la universidad y presidente de la Academia Dominicana de la Historia en 1932.
debilidad afectiva de un hombre caracterizado por su franqueza a la hora de emitir un juicio de valor (La llegó a llamar “Predilecta hija intelectual de mi madre”). Pero al leer la correspondencia que aparece en este libro se comprueba la sólida formación de Leonor Feltz, sus lecturas, la capacidad analítica, la profundidad de sus juicios. Su defensa del positivismo hostosiano, sus referencias a un escritor maldito como Vargas Vila cuya sola mención era una provocación. Y es enteramente justificable la influencia que él ha admitido tuvo esa maestra en su formación. Lo mismo se puede decir del intercambio epistolar con Mercedes Mota, tan íntimo, profundo, y lleno de pícaras complicidades intelectuales, e incluso de premoniciones respecto de lo que Pedro llegaría a ser. En ambos casos, uno descubre mujeres con plena capacidad para el ejercicio del criterio, criaturas pensantes, activas, dueñas y señoras de sus ideas intelectuales y políticas. Algo sorprendente a finales del siglo XIX y principios del XX, en una sociedad en la cual el papel de la mujer en el orden social era más recatado y mo-
desto. Y descubre también los rasgos de una formación actualizada, y los nexos con bibliografías y escuelas de pensamientos muy actuales en la época. Están, además, los casos de las correspondencias de Ramona Ureña y Camila Henríquez Ureña. Camila es una personalidad destacada, su vida intelectual y magisterial constituyen un verdadero paradigma de entrega a la investigación. No es de extrañar, por lo tanto, que sus misivas a Pedro sean una oportunidad de reflexionar asuntos trascendentes de la vida cultural. Lo que sí es sorprendente son las numerosas oportunidades en que hace juicios políticos respecto de lo que está ocurriendo en ese momento en la República Dominicana. Lo de Ramona Ureña es otra cosa. Siendo dueña de una fuerte personalidad, e incluso poseyendo una destacable formación intelectual; siempre pasa inadvertida cuando de la familia Henríquez Ureña se habla. Después de la muerte de Salomé Ureña de Henríquez, fue la madre sustituta de Pedro, y le acompañó incluso cuando este se casó en México con Isabel Lombardo Toledano. Era su ángel protector.
Las cartas dan cuenta de su formación intelectual, y el delicado tino para analizar todo cuanto ocurre a su alrededor y que ella juzga le debe ser comunicado a Pedro. Todas las correspondencias intercambiadas en la primera y la segunda etapa que reúne este libro ilustran profusamente el paulatino crecimiento de un Pedro Henríquez Ureña a quien se acude como una referencia fundamental de la cultura americana. Y es satisfactorio descubrir que el reconocimiento de sus méritos intelectuales partió de sus compatriotas. Incluso desde los primeros años de su vida familiar. No es verdad, por lo tanto, según esta correspondencia, que él tuviera un reconocimiento a sus calidades intelectuales primero fuera de su país y luego dentro, porque lo que se puede leer es que había una conciencia en los sectores intelectuales del país de su dimensión como pensador. Este es, además, un epistolario activo. Presenta la historia en movimiento, comenta sobre los acontecimientos históricos que se están viviendo en el país en la época que Pedro Henríquez Ureña vive. En particular, en el caso de Pedro Henríquez Ureña, no era frecuente que hiciera comentarios en su correspondencia sobre acontecimientos políticos que estuvieran ocurriendo en los países donde vivía. Por ejemplo, en el “Epistolario de los Henríquez Ureña” son muy pocas las menciones que hace de la Revolución mexicana de 1910, a pesar de que fue uno de sus precursores intelectuales, como tampoco lo hace en sus “Memorias, Diario, y notas de viaje”. En cambio, este epistolario está lleno de referencias a la historia en movimiento. Se pueden observar los cambios de gobiernos, las insurrecciones, las guerras civiles, los golpes de Estado; e incluso las incertidumbres de los protagonistas y las tomas de posiciones a favor o en contra de los caudillos de turno. Esta cartografía es apreciable en las cartas de Max desde Cuba, quien expresa sus aprensiones por la inestabilidad política del país y las constantes contiendas armadas; O las reseñas de Federico García Godoy que incluyen análisis hasta de lo que se veía venir sobre México en vísperas de la Revolución del 1910. Y muchas otras que, en medio del debate intelectual o la crítica literaria, cuelan comentarios y juicios de valores sobre los acontecimientos políticos y sociales del país. En este sentido, también, estos “Treinta intelectuales dominicanos que escriben a Pedro Henríquez Ureña” es una excelente fuente de documentación histórica, incluso para la historia del pensamiento dominicano. Yo creo que este es un libro que completa la visión de Pedro Henríquez Ureña que todos tenemos, y robustece la biografía que algún día tendrá que escribirse. La vida de este gran maestro del pensamiento americano fue trashumante y fértil, errante y productiva. Y no hay biografía que pueda abarcarla. Su verdadera biografía está en sus libros, en las aulas. Se desplegó en las miles de conferencias que dictó, tomó forma humana en sus alumnos, en la abundante correspondencia con sus amigos, y saltó a ser leyenda, magisterio y paradigma del pensamiento americano. Una existencia ente-
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ramente dedicada al estudio. Estas cartas que les son dirigidas a él en su mayoría, lo reflejan en sus afanes intelectuales con toda nitidez. Junto con sus “Memorias, Diario, Notas de viaje”, publicado por el Fondo de Cultura Económica en el año 2000; el libro de Max Henríquez Ureña “Hermano y Maestro”; las notas de su hija Sonia Henríquez, el “Epistolario íntimo con Alfonso Reyes, y el “Epistolario de los Henríquez Ureña”; constituyen documentos esenciales para el conocimiento de su robusta formación intelectual, y de los retos y vicisitudes que tuvo que enfrentar para producir todo lo que su prodigiosa mente plasmó. Son como el itinerario de su vida íntima. Producto del arduo trabajo de editor de Bernardo Vega, contamos ahora con “Treinta intelectuales dominicanos escriben a Pedro Henríquez Ureña”, un aporte de gran significación para la cultura dominicana. Pero, en rigor, hay que decir que Bernardo Vega no se ha limitado exclusivamente al trabajo de Editor, sino que su veta de investigador ha permitido sacar a flote variados aspectos de la vida de Pedro Henríquez Ureña. Entre ellos, los incidentes, las confrontaciones, la atmósfera asfixiante que vivió durante su estadía en el país como Superintendente de Educación al inicio del régimen de Rafael Leónidas Trujillo Molina (diciembre de 1931- junio de 1933). Esta etapa ha sido discutida arduamente, y es fuente de numerosas disquisiciones. En las notas y en las fichas bibliográficas de Bernardo quedan aclaradas, pues, muchas cosas; pero sobre todo, se rastrea la actitud que Pedro Henríquez Ureña adoptó con respecto al régimen después de su renuncia de 1933. Ingrediente novedoso y esclarecedor, porque había, y hay, objeciones muy vehementes por su participación en el primer periodo de gobierno de Trujillo. Más interesante es, sin embargo, las precisiones documentadas que opone a la leyenda que se ha tejido sobre el incidente protagonizado por la educadora Ercilia Pepín y don Sergio A. Hernández. La versión popular, desplegada en un elevado nivel literario por el doctor Joaquín Balaguer en su obra “Memorias de un cortesano de la Era de Trujillo”, contaba que a raíz de la muerte de los hermanos Perozo por el ejército de Trujillo, Ercilia Pepín, que era directora de la escuela México, ordenó izar a media asta la bandera nacional en señal de duelo. En cambio, el director don Sergio Hernández, atemorizado, no lo hizo así en su escuela, y ella entonces se quitó la falda y se la mandó en una bandeja, pidiéndole que le mandara sus pantalones. Balaguer hizo de este contrapunteó un drama trágico, pero Bernardo demuestra en este libro lo que en verdad ocurrió. Y de paso, la investigación dibuja con acierto las duras circunstancias a las que se enfrentó, en medio de los hechos documentados, Pedro Henríquez Ureña. Un verdadero aporte. El sublime magisterio de Pedro Henríquez Ureña no lo ha degradado el tiempo. Vida plural, ha resistido todas las pruebas, y se refugia esplendente como un referente moral del intelectual verdadero. Agradezco al amigo Bernardo Vega que me haya pedido escribir estas breves palabras de presentación, que son hijas del aprecio y la admiración por el modelo de vida intelectual que él encarna.
Notas (1) Los azules, expresión de la ideología liberal, surgidos de la guerra de Restauración. Su líder era Gregorio Luperón, y tenían el Partido Nacional Liberal, o Azul. Los rojos eran los conservadores, encabezados por su viejo líder Buenaventura Báez. Son largas las guerras entre los Azules y los Rojos. (2) La mayoría de los que han escrito sobre la historia del pensamiento americano, cuando hablan de Pedro Henríquez Ureña, comienzan por no explicarse cómo en las condiciones de existencia de la sociedad dominicana de finales del siglo XIX pudiera surgir un intelectual de formación tan enciclopédica y profunda. Esta referencia es ya un tópico común a la hora de explicar su importancia en la cultura americana. (3) En numerosas ocasiones, en su libro “Hermano y maestro”, publicado por el Fondo de Cultura Económica de México, en el año 1998; Max Henríquez Ureña hace referencia a este apostolado familiar de educar a sus hijos fuera del sistema educativo, atendiendo a los objetivos particulares de sus padres. Para los Henríquez Ureña toda la vida familiar era una escuela, aprovechada al máximo por la precocidad de Pedro y Max, y luego de Camila. (4) En “Memorias, Diario, Notas de viaje”; Fondo de Cultura Económica, año 2000, México; el propio Pedro Henríquez Ureña suele recurrir a este juicio. Este Epistolario con intelectuales dominicanos que le admiran también lo confirma: su vida estuvo desde su infancia enteramente dedicada al estudio, al trabajo intelectual, al engrandecimiento personal y la entrega a los demás.
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CÁPSULAS GENEALÓGICAS www.idg.org.do
Fernando Echavarría: fusón genealógico (3 de 3)
Milcíades H. Núñez Núñez
Encuentros
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Juan Alejandro Acosta, sello postal 1981.
Por la línea Acosta tenemos que su tatarabuelo Juan Bautista Acosta Pérez fue hijo del primer marino dominicano, Juan Alejandro Acosta Bustamante, febrerista, quien al mando de la goleta Leonor trajo de regreso a la ciudad de Santo Domingo a Juan Pablo Duarte desde Curazao en 1844. También era amante de la música, tocaba el bandoneón según narra Gilberto Odalis Fiallo, agregando que en las noches y días de fiesta le gustaba reunir “a la familia con quien organizaba un pequeño conjunto musical”. Juan Alejandro era hijo a su vez de Francisco Borja Acosta (m.1819), marino lusitano a quien le llamaban “El Portugués”, y de la patriota María Baltazara de los Reyes Bustamante, quien colaboró activamente con la independencia dominicana. Toda una familia de músicos confluye en la genealogía de Fernando Echavarría. El fundador en 1936 de la Santo Domingo Jazz Band y compositor de “Ven” y “Paraíso Soñado”, Manuel Sánchez Acosta, era hijo de su tía abuela Adelaida Acosta Portes. Juan Alejandro (Dindín) Acosta Portes (m.1931), otro tío abuelo, fue profesor y director de orquesta en La Vega, en tanto que el también tío abuelo Aníbal (Bango) Acosta McLaughlin tocaba el bombardino en la banda de música del Batallón Ozama. El también tío abuelo Juan Bautista (Samuel) Acosta Brander destacó en el piano y tocó en la orquesta de Enriquillo Sánchez. Su primo hermano Juan Tony Guzmán Acosta (n.1959), tiene un PhD. en educación musical y dirige una orquesta de jazz en Iowa, E.E.U.U., donde ejerce también como profesor y arreglista. Sin lugar a dudas, Fernando Echavarría constituyó en sí mismo un fusón, pero genealógico. La genética de sus ancestros lo dotó de una capacidad única para crear trascendentemente. Instituto Dominicano de Genealogía
MU-KIEN ADRIANA SANG
L
os ancestros de Fernando continúan en la rama Echavarría con los padres de su tatarabuelo Manuel Felipe Echavarría Núñez, quienes fueron Julián Echavarría y Margarita Núñez. Julián ejercía como relojero en Santo Domingo en la década de 1780. El matrimonio Echavarría Núñez era amigo de Manuel María Valencia, intelectual y político que presidió la asamblea constituyente de San Cristóbal en 1844, lo que se evidencia por la condición de padrino de bautismo de Valencia de una sus hijas. Los padres de Bernardina del Castillo fueron Martín del Castillo y María la O Pérez, ambos parroquianos de Santo Domingo. Por la línea de los Gómez Grateró tenemos que Nicolás de Jesús Joaquín Gómez Grateró era hijo de Joaquín Gómez Márquez, nacido en Santiago de los Caballeros el 4 de abril de 1773, y Juana Carlota Grateró García (1780-1859), y Joaquín Gómez Márquez fue hijo de Francisco Gómez y Dominga Márquez Rosario. Juana Carlota Grateró fue hija de Antonio Grateró Sánchez-Lazareno (1751) (hijo del francés Francisco Grateró) y de María de los Dolores García.
Sobre el concepto
de soberanía (6) La política es el arte de establecer, cultivar y conservar entre los hombres las condiciones necesarias, esenciales y homogéneas de la vida social… Así pues, la consociación propuesta de la política es aquella con la cual por pacto expreso o tácito, los simbióticos se obligan entre sí a comunicación mutua de aquello que es necesario y útil para uso y consorcio de la vida social… J. Altusio.
aislado- y no se mezcla en la sociedad humana, de ningún modo puede vivir bien o con comodidad, al verse en tanta carencia de lo necesario y de lo útil. Al mostrársele remedio y auxilio en la vida simbiótica, a esta se dirige para abrazarla, si desea vivir con comodidad y bien, es más, si quiere simplemente vivir, y se ve como impelido, y en ella es invitado al ejercicio activo de la virtud, que no puede existir más que en esta simbiosis…[1] eguimos en este viaje por el maAltusio concebía a la sociedad no como la ravilloso mundo del pensamien- suma mecánica de personas, sino una ento. Es posible que los lectores que tidad jurídica, moral y política. Con esta poscada sábado buscan leer a tura se define y opone al nominalismo, y coMu-Kien, la mujer que siente, no mo se verá siglos después, al concepto de estén muy contestas con esta ru- libertad individual como principio que ta que he tomado. Como me dijo una señora siempre ha defendido el liberalismo que sighace unos días: "Lo primero que hago los sá- nificó la culminación de todos estos movibados por las mañanas es buscar tu artículo. mientos políticos auspiciados por las nuevas Me encanta como escribes tus reflexiones so- fuerzas sociales lideradas por la burguesía. bre la vida cotidiana. Pero cuando comienzas Y volviendo a Altusio, concebía a la soa escribir de temas teóricos. Los veo y me digo: ciedad como una verdadera comunidad "muy interesante. Lo leeré luego." Me encan- simbiótica que debe garantizar la calidad de tó su sinceridad. No es la primera vez que es- vida en grupo. El pensador alemán derivaba cucho ese tipo de opiniones. de la palabra "comunidad" Pero yo soy las dos cosas. Y la el concepto de "comunión" escritura me ayuda a satisfao "ius communicationis", Altusio cer necesidades tanto de mi que tenía varias acepciones: considera que alma como de mi razón. Hoy, . Communicatio rerum y todos estos últimos sábados la ciencia política (comunicación de bienes), ha sido la búsqueda del co- es esencialmente que consistía en la repartinocimiento mi motivación ción equitativa de los bienes para escribir estos Encuen- simbiótica, que implica del Estado, y que implicaba tros, que hace tiempo deja- el modo único y posible que los simbióticos responron de ser míos para conver- de subsistir que tienen sables debían entregar al tirse en nuestros. los seres humanos para pueblo las cosas útiles y neNo olviden, no olvidemos, cesarias para la vida social, a que desde noviembre estoy autopreservarse. fin de que fuera de común intentando entender, desde provecho de cada uno. la perspectiva histórica, asumiendo el conCommunicatio opererum (comunicacepto de historicidad de Pierre Vilar, cómo ción de obras), que se refiere a los oficios surgió y ha evolucionado a través del tiempo que debían ser distribuidos entre los el concepto de soberanía. Seguimos hablan- miembros de la comunidad, de acuerdo a do del pensador, político y filósofo alemán sus talentos, a fin de crear los bienes y serJuan Altusio. Recordemos que su obra esen- vicios necesarios. cial y fundamental, tal y como señalamos en . Communicatio juris (Comunicación del el artículo anterior se llamaba: "La política: derecho), que se ocupa de que se dicten lemetódicamente concebida e ilustrada con yes sanas y justas para permitir la vida en ejemplos sagrados y profanos". común. Afirmaba que la ley debía especi¿Cuáles son las ideas principales defen- ficar claramente que en toda comunidad didas por Altusio? Como era de esperarse, simbiótica hay gente que gobierna, otra que aún cuando el pensador aleacata y otra que sirve. mán se inscribe en el marco El Estado era concebido de los pensadores modernos, por Altusio como la consoAltusio defendía ciación simbiótica universal, no defendió nunca el Estado el hecho de laico, todo lo contrario, era un conformado por varias prodefensor apasionado y agresi- que el ser humano, vincias que se unían en un vo sobre la necesidad de la para poder sobrevivir, pacto tácito para conformar confesionalidad del Estado. una sociedad, era el "Corpus Altusio partía en su obra del necesita vivir con el Symbioticum" o la "comuniconcepto de política, una ac- otro, por lo tanto, no dad de Simbiontes". Para Altividad que definía como el concibe la soledad tusio, lo importante, es decir, verdadero arte para estable- como una alternativa, el sujeto del Estado, era la cocer, cultivar y conservar las munidad y no sus gobernanbuenas relaciones entre los pues estaba convencido tes. Esto significa que la sinseres humanos que compo- que nadie puede gularidad y eficiencia que nen esa sociedad. Interesante bastarse a sí mismo. podría tener el Estado, en el es que esta definición se pamarco de la concepción "alrece mucho a la que utilizatusiana" era que se regía por mos los hombres y mujeres del siglo XXI. ¡In- un pacto constitutivo que tenía como ficreíble e impresionante! nalidad fundamental el bienestar material Pensé que Altusio nos hablaría del Con- y espiritual de sus integrantes. Esto signitrato Social, como lo hicieron siglos después fica, que en la concepción del gran Altusio Hobbes, Locke o Rousseau. El alemán ha- el único soberano era el pueblo. En sus pablaba de la "consociación", que en lo fun- labras: “El pueblo es soberano y puede hacer damental podríamos decir que podría interpretarse como una especie de contrato, pero de su soberanía un administrador, curapara Atusio, la "consociación" es el acuerdo dor o tutor que le represente en sus netácito y simbólico de la comunicación mu- gocios".[2] Interesantísimo, ¿verdad? Nótese, a difetua entre todas las personas que componen rencia de los autores anteriores, que Altusio esa comunidad. Altusio considera que la ciencia política es planteaba la soberanía en el pueblo, no en la esencialmente simbiótica, que implica el ley. La legislación era solo un instrumento modo único y posible de subsistir que tienen necesario para la convivencia social. Seguilos seres humanos para autopreservarse. En mos en la próxima. ¿Les pareció interesante? este caso, la subsistencia consiste necesaria- A mí sí. Yo he aprendido muchísimo. mente en la asociación natural de las personas o simbiontes a fin de crear una comunidad vital. Notas Defendía el hecho de que el ser humano [1] J. Altusio, "Política: metódicamente…. citado por para poder sobrevivir necesita vivir con el Juan Altusio, Biblioteca Virtual del Instituto de otro, por lo tanto, no concibe la soledad coInvestigaciones Jurídicas de la UNAM, mo una alternativa, pues estaba convencido www.jurídicas.unam.mx, p. 86. que nadie puede bastarse a sí mismo. En las propias palabras del autor: [2] Ibídem. Así pues, en el tiempo en que vive privadamente para sí -se refiere al individuo
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Sรกbado 12 de diciembre de 2015
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AREÍTO
Sábado 12 de diciembre de 2015
Arte Contemporáneo
FUENTE EXTERNA
Juego inteligente. Bronce, 2015.
La voz. Instalacion escultorica sonora compuesta por una alfombra roja y un microfono de bronce, elaborado a partir de un proyectil disparado.
En el Museo de Arte Moderno
¡Antuan: Vibrando en 7.8! Con “Vibración 7.8”, producida entre Miami y Santo Domingo, gracias a los soportes del Ministerio de Cultura y el Museo de Arte Moderno, Antuan se reafirma polifacético, hipercreativo y siempre comprometido, vitalizando cada una de sus reacciones simbólicas polivalentes como obras abiertas, enigmáticas y provocadoras del pensamiento.
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AMABLE LÓPEZ MELÉNDEZ ARTOPIA01@GMAIL.COM
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inturas, esculturas, dibujos, instalaciones y videos, integran la formidable exposición “VIBRACIÓN 7.8”, del reconocido artista cubano-americano Antuan Rodríguez, abierta desde la noche del miércoles 25 de noviembre pasado en el Museo de Arte Moderno. Se trata de una muestra compuesta por más de 50 obras cuya “lectura” tenemos que intentar espabilando la consciencia, la mirada y la sensibilidad: con los “ojos del alma”, la percepción y las ideas bien abiertos para poder “calibrar” los niveles de riqueza estética y libertad expresiva, así como el grado de depuración conceptual y profundidad reflexiva que caracterizan la obra reciente de Antuan. La muestra está compuesta por un conjunto de obras que ponen de manifiesto el carácter eminentemente lúdico y profético de la obra de Antuan. La extraordinaria recursividad material es otro elemento distintivo de su obra. Ahora bien, tanto el desciframiento de las claves del proceso de materialización como el pleno disfrute y análisis de este conjunto se nos revelan imposibles sin las experiencias espirituales del amor, la libertad, la fuga, el desarraigo, el dolor y el viaje introspectivo hacia las sombras e iluminaciones del absurdo, la maravilla, el pensamiento y la alteración de la percepción. “VIBRACION 7.8” es un título alusivo al peligroso proceso de aceleración y alteración de la misma frecuencia vibratoria que mantienen el equilibrio electromagnético del planeta Tierra y las ondas cerebrales de los seres humanos (7.8 hertzios o ciclos vibratorios por segundo). Abordando esta problemática desde su particular e incisivo discurso estético, Antuan procede a partir de los resultados de una serie de investigaciones transdisciplinarias que demuestran las distintas maneras en que las vibraciones magnéticas de la Tierra influyen en todo lo que vive y viaja con nuestro planeta. En este sentido, la investigadora Aurora Justo Carranza nos advierte: “La Resonancia de la Tierra (Resonancia Schumann) ha sido de 7.8 Hz por miles de años. Desde 1980 se ha estado elevando hasta 12 Hz. Esto significa que 16 horas equivalen ahora a un día de 24 horas. ¡El tiempo se está acelerando! El cuerpo físico ya comenzó a cambiar. Se está creando un nuevo cuerpo de luz. Nuestro ADN está siendo modificado desde el Universo… “Nos estamos moviendo desde 2 fibras, de regreso a un ADN de 12 fibras. Grandes habilidades intuitivas y curativas están emergiendo. Cada año esto se incrementara diez veces. Los niños nacen con una actividad mayor, con unos conocimientos intuitivos mayores, con una predisposición a la tecnología mayor. Los médicos califican a estos niños de hiperactivos, ¡qué genialidad de nuestra medicina que no es capaz de ver el cambio! La hiperactividad infantil ha aumentado un 1200 % en los últimos 20 años”…(Gransistema. Com/2014)). A través del resistente cuerpo de obras que integran “VIBRACION 7.8”, la produc-
Las dos caras de la moneda. Escultura en fibra sintética, 2014.
Reneisance. Fotografia digital, 2015.
Concomerse. Escultura en bronce.
En síntesis Antuan Rodríguez
Antuan Rodríguez nace en Villa Clara, Cuba, el 9 de enero de 1972. Es egresado de la Universidad Félix Varela, Villa Clara, Cuba, donde obtuvo una Licenciatura en Arte (1996) y de la Escuela Nacional de Arte San Alejandro, La Habana, Cuba (1998). Sus obras y proyectos Antuan en el MAM. recientes se han presentado en el Museum of Latin American Art-MoLAA-, Long Beach, California. USA (2009); The Stenersen Museum, Oslo, Noruega; Museum of Contemporary Art Toronto, Canadá; COBRA Art Museum, Amsterdam, Holanda (2011); The Freedom Tower Museum of Art & Design y The Patricia & Phillip Frost Art Museum, Florida International University, Miami, FL, USA (2010). En el 2013, como parte del programa de eventos previo a su exposición en el MAM, Antuan dictó en la República Dominicana la conferencia “Fusión Arte & Empresa”, la cual tuvo como objetivo promover las prácticas y proyectos artísticos dentro de un contexto sintetizado con las formas de producción empresarial.
ción simbólica de Antuan se aprecia en un instante evolutivo caracterizado por un grado mayor de expresividad estética y provocación de la consciencia del espectador. En este sentido, su obra estalla como imagen inefable, única, ambigua y terriblemente paradójica. Como dialógico, especular, excitante y conmovedor rizoma imagético de la posmodernidad… Desde luego, los depurados niveles de artisticidad y la chispa despertadora, solo son dos componentes, ciertamente reveladores, en la producción simbólica de este inteligente y polifacético artista basado en Miami. Los modelos vigentes de desarrollo socioeconómico; los procesos de mutación social, espiritual y cultural; las nuevas tecnologías y su creciente incidencia en la salud física y mental de los individuos; la educación; los deportes; la interacción de los seres humanos entre ellos mismos y la naturaleza, así como la capacidad “terapéutica” o curativa de las nuevas prácticas creadoras, son problemáticas que llaman poderosamente la atención de Antuan y ante las cuales él sigue respondiendo con ideas y propuestas creativas de extraordinario potencial significativo. La exposición “VIBRACIÓN 7.8” de Antuan, estará abierta al público hasta el 31 de enero de 2016 en la Sala del Sótano del Museo de Arte Moderno, Plaza de la Cultura Juan Pablo Duarte, en horarios de 9:00 a.m. a 5:00 p.m., de martes a domingo.