Areíto
Zona de la Cultura y de las ideas
www.hoy.com.do Editor: Bavegado Diseño: Carla González SÁBADO 21.12.2013
El equilibrio de la vida en la novela de Ángela Hernández Pág 3
El jefe de las guerrillas
fue Manolo Tavárez Justo
José Daniel Ariza tenía don de mando y siempre ha sido guerrero, pero el jefe de la guerrilla de Manaclas era Manolo Tavárez Justo, aunque fuera menos guerrillero que él. Y el comandante era Fidelio Despradel...Página 5
Notas para un canon de la
poesía dominicana El poeta de los setenta que mejor hace el cambio hacia la poesía esteticista y neorromántica del interregno 1977-1984 es Tony Raful [“Abril, nacen alas delante de tus ojos”, 1980, y “Visiones del escriba”,1983] con sus libros de poemas...Página 8
TRUENO ROBADO,
Carta al pequeño
NIÑO JESÚS
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de Alexis Gómez Rosas
Trueno Robado nos presenta 84 jaikus, también con una versión al japonés de Mayumi Hidaka, donde la mirada del poeta se desplaza por escenas y paisajes campestres, marítimos, citadinos, hogareños. Página 6
HOY
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Sábado 21 de diciembre de 2013
Zona Areíto Areito
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Isabel Allende (novelista chilena) “Para las mujeres el mejor afrodisíaco son las palabras, el punto g está en los oídos, el que busque más abajo está perdiendo el tiempo”
Leonardo Boff
¿Por qué en medio del dolor los negros cantan, ríen y bailan?
M
iles de personas en toda Sudáfrica mezclaron el llanto con la danza, la fiesta con los lamentos por la muerte de Nelson Mandela. Es la forma como realizan culturalmente el rito de paso de la vida de este lado a la vida del otro lado, donde están los ancianos, los sabios y los guardianes del pueblo, de sus ritos y de sus normas éticas. Allí está ahora Mandela de forma invisible pero plenamente presente, acompañando al pueblo que él tanto ayudó a liberar. Momentos como éstos nos hacen acordarnos de nuestra más alta ancestralidad humana. Todos tenemos nuestras raíces en África, aunque la gran mayoría no lo sepa o no le dé importancia. Pero es decisivo que volvamos a apropiarnos de nuestros orígenes, que, de un modo u otro, están inscritos en nuestro código genético y espiritual. Voy a referirme aquí a aspectos de un texto que escribí hace tiempo con el título: “Todos somos africanos”, actualizado teniendo en cuenta la situación mundial, que ha cambiado. De entrada, es importante denunciar la tragedia africana: es el continente más olvidado y vandalizado por las políticas mundiales. Solamente cuentan sus tierras. Las compran grandes consorcios mundiales y China para organizar inmensas plantaciones de granos con el fin de asegurar la alimentación, no de África, sino de sus países, o para negociarlos en el mercado especulativo. Las famosas “land grabbing”, juntas tienen la extensión de Francia entera. Hoy África es una especie de espejo retrovisor de cómo nosotros los humanos pudimos en el pasado, y todavía hoy podemos, ser inhumanos y terribles. La actual neocolonización es más perversa que la de siglos pasados. Sin olvidar esta tragedia, concentrémonos en la herencia africana que se esconde en nosotros. Hoy en día hay consenso entre los paleontólogos y antropólogos acerca de que la aventura de la hominización se inició en África hace unos siete millones de años. Y luego se aceleró pasando por el homo habilis, erectus, neanderthal... hasta llegar al homo sapiens hace unos noventa mil años. Después de estar 4,4 millones de años en suelo africano, se trasladó a Asia, hace sesenta mil años; a Europa, hace cuarenta mil años; y a las Américas hace treinta mil años. Es decir, gran parte de la vida humana ha sido vivida en África, hoy olvidada y despreciada. África no es solamente el lugar geográfico de nuestros orígenes. Es el arquetipo primitivo, el conjunto de marcas impresas en el alma del ser humano. Fue en África donde el ser humano elaboró sus primeras sensaciones, donde se articularon sus crecientes conexiones neuronales (cerebrali-
Sudafricanos simpatizantes de Nelson Mandela bailan y cantan durante su funeral.
zación), brillaron los primeros pensamientos, irrumpió la creatividad y emergió la complejidad social que permitió el surgimiento del lenguaje y de la cultura. El espíritu de África está presente en todos nosotros. Veo tres ejes principales del espíritu de África que pueden ayudarnos a superar la crisis sistémica global que nos asola. El primero es la Madre Tierra, la Mamá África. Al extenderse por los vastos espacios africanos, nuestros antepasados entraron en profunda comunión con la Tierra, sintiendo la conexión que todas las cosas guardan entre sí: las aguas, las montañas, los animales, los bosques y selvas, y las energías cósmicas. Necesitamos volver a apropiarnos de este espíritu de la Tierra para salvar a Gaia, nuestra Madre y única Casa Común. El segundo eje es la matriz relacional (relational matrix, al decir de los antropólogos). Los africanos usan la palabra ubuntu que significa: “yo soy lo que soy porque pertenezco a la comunidad” o “yo soy lo que soy a través de ti y tú eres tú a través de mí”. Todos necesitamos unos de otros; somos interdependientes. Lo que la física cuántica y la nueva cosmología enseñan acerca de la interdependencia de todos con todos es una evidencia para el espíritu africano. A esa comunidad pertenecen también los muertos como Mandela. Ellos no «van» al cielo, pues el cielo no es un lugar geográfico, sino un modo de ser de este mundo nuestro. Ellos se quedan en medio del pueblo como consejeros y guardianes de las tradiciones sagradas. El tercer eje son los ritos y las celebraciones. Nos admira que se dedique un día entero a rezar por Mandela con misas y
oraciones. Los africanos sienten a Dios en la piel, los occidentales en la cabeza. Por eso, bailan y mueven todo el cuerpo, mientras que nosotros permanecemos fríos y rígidos como un palo de escoba. Las experiencias importantes de la vida personal, social y estacional se celebran con ritos, danzas, músicas y presentaciones de máscaras. Éstas representan energías que pueden ser benéficas o maléficas. Es en los rituales donde las fuerzas negativas y positivas se equilibran y se festeja la primacía del sentido sobre el absurdo. Si reincorporamos el espíritu de África, la crisis no tendrá que ser una tragedia. Sabemos que a través de las fiestas y los ritos la sociedad rehace sus relaciones y se refuerza la cohesión social. Además no todo es trabajo y lucha. Está también la celebración de la vida, el rescate de las memorias colectivas y el recuerdo de las victorias sobre las amenazas vividas. Me complace presentar el testimonio personal de uno de nuestros más brillantes periodistas, Washington Novaes: «Hace algunos años, en Sudáfrica, me impresionó ver que bastaba que se reuniesen tres o cuatro negros para empezar a cantar y a bailar con una amplia sonrisa. Un día, le comenté a un joven taxista: “Su pueblo sufrió y todavía sufre mucho. Pero basta que se reúnan unas pocas personas y ustedes ya están bailando, cantando y riendo. ¿De dónde viene tanta fuerza?” Y él me contestó: “Con el sufrimiento, aprendemos que nuestra alegría no puede depender de nada fuera de nosotros. Tiene que ser sólo nuestra, estar dentro de nosotros”». Nuestra población afrodescendiente nos da esa misma muestra de alegría, que ningún capitalismo ni consumismo puede ofrecer.
LA HISTORIA/Fuente: Portal de Bibliófilo Enmascarado
1821
NACIÓ EL 21 DE DICIEMBRE. GUSTAVE FLAUBERT, novelista francés, considerado uno de los mejores novelistas occidentales y es conocido principalmente por su primera novela publicada “Madame Bovary”.
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1917
NACIÓ EL 21 DE DICIEMBRE. HEINRICH BÖLL, escritor alemán, figura emblemática de la literatura alemana de posguerra, premio Nobel en 1972. Algunas de sus obras más importantes son “Retrato de grupo con señora”, “Y no dijo una sola palabra”, “Billar a las nueve y media” y “El honor perdido de Katharina Blum”.
1921
1863
NACIÓ EL 21 DE DICIEMBRE. AUGUSTO MONTERROSO, escritor guatemalteco conocido por sus colecciones de fábulas y cuentos breves e hiperbreves. Su cuento de siete palabras “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí“, estuvo considerada como el relato más breve de la literatura universal durante muchos años.
MURIÓ EL 24 DE DICIEMBRE. WILLIAM MAKEPEACE THACKERAY, escritor realista inglés. Su obra maestra es “La feria de las vanidades”, llevada al cine en distintas ocasiones.
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1989
1904
FALLECIÓ EL 22 DE DICIEMBRE. SAMUEL BECKETT, escritor irlandés, premio Nobel en 1969. Sus obras más importantes son “Final de partida” y “Esperando a Godot”.
NACIÓ EL 26 DE DICIEMBRE. ALEJO CARPENTIER, literato cubano, una de las figuras más destacadas de las letras hispanoamericanas del siglo XX, por obras como “El siglo de las luces”.
JEANNETTE MILLER
Literatura
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HOY
LEONA, O LA FIERA VIDA El equilibrio de la vida en la novela de Ángela Hernández
Á
ngela Hernández es una prestigiosa escritora dominicana, con una obra amplia y seria que abarca poesía, narrativa, ensayo, investigación… renglones en los que ha obtenido éxito. No hablaremos de sus premios en casi todos los géneros que ha trabajado, aunque todavía le falta el más importante del país, que hace tiempo merece. Tampoco voy a hablar de su persona; un ser humano que parece deslizarse en medio de una vida procelosa y brillante, sin permitir que la penetren las oscuridades. Cualquiera que la ve con su bondad a flor de piel, tono de voz pausado y melodioso, pero, sobre todo, una sonrisa “beatífica” -como hubiera dicho Manuel Rueda-, no imagina la fuerza de sobrevivencia que guarda su mente, pero por encima de todo, su inmenso corazón. Y esto lo confirman sus textos, desde el cuento “Masticar una rosa”, la noveletta Mudanza de los sentidos, y hoy, la que considero la obra mayor de esta saga: Leona o la fiera vida, novela que publica con acierto el sello Alfaguara. Por la calidad de sus escritos y por el prestigio de la casa editorial, hacía tiempo que yo deseaba que Alfaguara publicara a Ángela, o que Ángela publicara con Alfaguara. El momento llegó, y como resultado podemos tener en la mano un libro con todas las de la ley, al que desde ahora le auguro grandes éxitos. Leona o la fiera vida es una novela que abarca tantos aspectos, que me he propuesto abordarla desde algunos de ellos, por considerarlos los más representativos para mí. El primero es el uso del vocabulario muy unido a la identidad y al perfil sicológico de sus personajes. La mayoría oriundos de Quima (su natal Buena Vista), el pueblo-paraje que podríamos afirmar como el Macondo de Ángela, donde todo es posible; principalmente la solidaridad, la piedad, la igualdad y en ese mismo sentido, todos los sueños. Como en una película de Passolini, el lector ve desfilar los echadías que cojean, los pequeños comerciantes que van de puerta en puerta y a los que les faltan dientes, el maestro de escuela dictatorial, la yegua llamada Batalla, el guardia amenazante, el rico engreído… pero, sobre todo, las mujeres; dueñas y verdaderas protagonistas de todo. Mujeres viudas, mujeres engañadas, mujeres abandonadas, mujeres pobres, desarrapadas... que entretejen lazos de atracción y rechazo, donde no importa que una sea chismosa, agresiva o puta para contar con la solidaridad de las otras, en los momentos cruciales de su vida. Son tantos los personajes y tan diversas y mágicas las situaciones, que a veces el nombre de la persona no importa, sino el hecho; esos hechos que van de la más simple y pura cotidianidad, para convertirse en ejemplos de un drama conmovedor, como el intento de violación a Leona por parte de su cuñado; o el final feliz de un cuento de hadas, cuando encuentran las tres monedas de oro que dejó Enmanuel enterradas, por si moría, cuando viajó enfermo a la capital. La nominación de su entorno, que es el aspecto más bello de esta novela sumamente descriptiva, va cargada de un lirismo que Ángela asegura utilizando los adjetivos como epítetos (fiera vida, gorda mata), elementos que aportan a su narrativa un ritmo poético que, aunque apenas se percibe, funciona perfectamente. Asimismo, en medio de un párrafo narrativo y solo separado por una coma, inicia en mayúscula lo que dijo una persona, dentro de la narración de Leona, aunque otros parlamentos están señalados con los signos ortográficos que demandan, pues son parte del acontecer inmediato. Desde el más pequeño de los insectos, hasta la escala apabullante de árboles enormes y tupidos, siempre respaldados por el bloque de montañas azuladas, los nombres de las hojas, de las plantas curativas, de las raíces, de las cárceles de selva húmeda, de los alimentos, tal y como los llaman en Quima, de sus ecosistemas, sus gentes, sus costumbres… te envuelve; en un viaje retrospectivo, donde no solo nuestra historia reciente, sino las huellas de “lo inicial”, se registran, se evidencian… y el río permanente, el río de la vida que arrastra, que vadea y se devuelve, que retoma su curso, como si las
manos de la escritora fueran guiadas por Heráclito. La narradora mezcla tipos y niveles de lengua, que en ella son permitidos, y al lado de un término campesino encuentras un vocablo culterano, pues sus personajes y lo que hacen resultan más importantes que la Era de Trujillo o la Guerra de Abril, acontecimientos históricos que sólo sirven de telón para que haya mudanzas y cambios en la familia que afectan y definen a su miembros. Como el hermano amado, Virgilio, arquetipo de inteligencia y de bondad que se convierte en revolucionario y que está presente en la novela solo a través del amor de su familia y principalmente de su hermana Leona. O el odioso Lorenzo, jugador, bebedor y abusador, hermano mayor que solo las utilizaba para su provecho y que terminó enganchándose a la guardia, pero a quienes ellas perdonaron porque era su familia; los limosneros y pedigüeños que iban día día a esperar la generosidad de Beba, la madre viuda, pobre también, cabeza de familia, mujer espartana, madre coraje, que se envolvía en una coraza de órdenes militares y estrictas exigencias morales, para que sus hijas estudiaran e hicieran las labores del hogar y así asegurarles un futuro y protegerlas de las malas lenguas y el descrédito. La vecina que te pasa los víveres; la otra que sale preñada de un bandido que la abandona; el terrateniente con varias queridas… pero también una niña que juega pelota mejor que un niño, un joven adolescente con voz atiplada adornando la misa de los domingos, y una desquiciada que tocaba el acordeón de su padre muerto, como una virtuosa. Muchos pudieran catalogar Leona o la fiera vida de novela costumbrista, pero ¿qué texto que aluda a la realidad y a sus entornos no lo es? La vida y sus circunstancias; las leyes del azar y la violencia; y cómo respondemos a ellas… Esa es, en el fondo, la verdadera estructura de la novela. Una novela que tiene dos grandes protagonistas: Leona, narradora y personaje alrededor de quien se desarrolla lo que se cuenta. Escritora desde el inicio del cosmos, bendita por la “causa” y destinada a soñar para encontrar la verdad de las cosas… Y Beba, su madre, omnipresente, física o mentalmente, en esos permanentes recuentos de la memoria en los que Leona asocia todo lo nuevo con lo que ha vivido.
También es muy importante, su permanente declaración de creencias, espirituales, su filosofía de vida: la consustanciación del hombre con la naturaleza, la capacidad milagrosa de repetir las oraciones, la búsqueda del fondo de su alma, y principalmente esa ley que esgrime desde el inicio del libro y que solo puede ser respondida con amor: “Algo se me daba, algo se me quitaba. Si recibía, ya debía prepararme para perder”. Aunque parezca mentira, la novela de Ángela Hernández está salpicada de citas de los místicos católicos, de grandes autores literarios de Occidente y de pensadores orientales; con todo, estas alusiones que confirman sus puntos de vista, no disgregan el texto. Porque la escritora como dueña de lo escrito esgrime sus permisos a conciencia. Así vemos mezcla de vocabulario, agresiones a las reglas de puntuación y citas propias de una persona sumamente leída en boca de un personaje rural, por lo que podríamos afirmar que esta novela resulta un texto sumamente contemporáneo. La escritura, casi barroca, de Leona o la fiera vida no le ha sido fácil a Ángela Hernández; la diversidad de mundos que abarca (el real, el imaginario, el deseado…) y lo heterogéneo del vocabulario que utiliza, han podido encontrar un equilibrio que hubiera parecido imposible a cualquier otro autor. Pero Ángela Hernández es una de nuestras mejores escritoras-escritores. El pleno dominio de su oficio le ha permitido jugar con la ficción y plasmar una escala de valores, de convicciones y creencias que la definen como Ser.
Para mejor definirla tomamos del texto que cierra la novela. Cito: “Ya sabía que lo claro de la vida no tiene que ver con el lugar, sino con los horizontes… Por alguna razón nací al mismo tiempo que Batalla, por alguna razón fortalecí mis huesos escalando pendientes y vadeando ríos, y aprendí la pauta del equilibrio cargando cientos, miles, de bidones de agua sobre mi cabeza erguida. Por alguna razón mi mente mantenía el control en los momentos de peligro, hasta sortearlos… Por alguna razón poseía ojos alagartiados y nombre de fiera. Por alguna razón el agua del amor humedecía constante mi alma rebelde… “Algo se me daba, algo se me quitaba. “Lo que tengo lo debo a lo perdido; lo que soy, a lo que nunca pude ser”.
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AREÍTO
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CÁPSULAS GENEALÓGICAS www.idg.org.do/ Por Julio González
LOS ESPAILLAT MOCANOS
Encuentros
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Instituto Dominicano de Genealogía
Carta del Niño Jesús en Navidad Como sabrás nos acercamos nuevamente
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a la fecha de mi cumpleaños, todos los años se hace una gran fiesta en mi honor y creo que este año sucederá lo mismo.
MU-KIEN ADRIANA SANG
tro portador del apellido Espaillat a Moca fue Francisco Oliverio Espaillat Hernández, quien nació el 30 de septiembre de 1884 en la sección de Sabana Grande, municipio de Santiago, y fallecido el 2 de diciembre de 1959 en Moca. Era hijo de José Antonio Rogelio Espaillat Hernández (n. 1859) y Andrea Avelina Hernández Brito (1862-1916). Su padre era bisnieto de Francois Antoine Espaillat Virol (1734-1807), el inmigrante galo que trajo el apellido a estas tierras. Francisco Oliverio casó en Moca con Bienvenida del Rosario Guzmán Caba, nativa de Estancia Nueva, sección de Moca. Fijaron residencia en La Soledad, sección del municipio de Moca. Francisco Oliverio se dedicó a la agricultura por más de 50 años, siendo considerado como uno de los agricultores más progresistas de toda la región. Fue miembro de varias instituciones cívicas y culturales, socio del Club Recreativo y miembro de la Respetable Logia Perseverancia No. 13. Ayudó significativamente en la construcción de obras de infraestructura en su comunidad, tales como la escuela y la carretera. Francisco Oliverio Espaillat Hernández y Bienvenida del Rosario Guzmán Caba fueron los padres de una prole de 16 hijos, todos nacidos en Moca. Son estos: Ana Petronila, quien casó con Luis Velazco; Andrea Avelina (f. 2008), quien casó con su primo Santiago Figueroa Espaillat; Antonio Neftalí, quien casó con Flor Vivas; Bienvenido, quien casó con María Altagracia Velazco Columna; Seneida Inés, quien casó con Miguel Rodríguez; Francisco Ramón, quien casó con Cristiana Guzmán Vásquez; Rogerio, abogado y senador de la República, quien casó con Hilda María Guzmán Ramírez y luego con Flor Alba Bencosme; Juan Ramón, nacido el 21 de marzo de 1919, hacendado, quien casó con María Inoa Fernández, Norka Torres Rosario y Luz Amelia Pérez; Consuelo Eufemia, nacida el 20 de mayo de 1922, quien casó con Luis María Ramírez; Idalia Dominga, nacida el 4 de agosto de 1923 y fallecida 18 de mayo de 2008, quien casó con Emilio Morales Cruz; Angélica de las Mercedes, nacida el 16 de agosto de 1924 y fallecida 12 de mayo de 2008, quien casó con P. Yermenos Canaán; Aura María, nacida el 26 de enero de 1926, quien casó con Miguel Casimiro Velazco Columna; Argentina Altagracia, nacida el 20 de agosto de 1928, quien casó con José Manuel Comprés; Argelia María, nacida el 10 de diciembre de 1930, quien casó con Rafael Velazco Columna; Noris del Rosario, nacida el 10 de febrero de 1933, quien casó con Luis Felipe Columna Velazco; y Miguel Ángel Espaillat Guzmán, nacido el 10 de febrero de 1935, quien casó con su prima Melba Palmira Salcedo Espaillat. De este ramal descienden el médico oncólogo Nelson Oliverio Figueroa Espaillat, el abogado y embajador adscrito a la Cancillería Roger Alberto Espaillat Bencosme, el también abogado Rodolfo Sergio Espaillat Bencosme, el médico gastroenterólogo Rogerio Espaillat Bencosme, los también galenos Rogerio Santiago Figueroa Espaillat y Luis Manuel Espaillat Velazco, el abogado y embajador adscrito a la Cancillería Rubén Darío Espaillat Inoa, el también abogado Rolando Oliverio Espaillat Bencosme, el gobernador provincial Juan Santiago Oliverio Espaillat Torres, la licenciada en Educación Olga Margarita Espaillat Bencosme y el médico endocrinólogo Miguel Casimiro Velazco Espaillat. Rico también es el aporte que proporcionó al país este ramal mocano de la familia Espaillat.
Carta al pequeño Niño Jesús
En estos días la gente hace muchas compras, hay anuncios en el radio, en la televisión y por todas partes no se habla de otra cosa, sino de lo poco que falta para que llegue el día. La verdad, es agradable saber, que al menos, un día al año algunas personas piensan un poco en mí. Como tú sabes hace muchos años que comenzaron a festejar mi cumpleaños, al principio no parecían comprender y agradecer lo mucho que hice por ellos, pero hoy en día nadie sabe para qué lo celebran... Recuerdo el año pasado al llegar el día de mi cumpleaños, hicieron una gran fiesta en mi honor; pero sabes una cosa, ni siquiera me invitaron. Yo era el invitado de honor y ni siquiera se acordaron de invitarme, la fiesta era para mí y cuando llegó el gran día me dejaron afuera, me cerraron la puerta. ¡Y yo quería compartir la mesa con ellos! La verdad no me sorprendió, porque en los últimos años todos me cierran las puertas. Carta del Niño Jesús en Navidad al Mundo, publicado por Martina en diciembre 2012.
Querido Niño Jesús:
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altan pocos días, tres exactamente, para celebrar un nuevo nacimiento tuyo. En 72 horas, Tú, que fuiste concebido por obra y gracia divina, abrirás otra vez tus ojos al mundo, con la esperanza de que tu legado haya sido comprendido, más aún, imitado. Tal vez ya no recuerdas que cada año, cuando era una niña, te dejaba una cartita junto al árbol, acompañada por un vaso de agua fría, por si tenías sed cuando entraras a mi casa. Mi corazón infantil sólo alcanzaba a escribirte una larga lista de deseos, que se resumían en regalos que esperaba recibir. Me complacías a veces; otras no. Me enojaba porque trabajaba todo el año para hacerme meritoria de tus recompensas. Adolescente comprendí que mis padres no podían complacer siempre las peticiones porque éramos muchos. Entonces te pedí perdón, porque te hacía culpable de mi frustración infantil. ¿Sabes? buscando materiales para escribirte esta carta, encontré que el papa Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, también hizo uso de su imaginación infantil y en su niñez supo escribirte muchas cartas: “Querido Niño Jesús, pronto descenderás sobre la tierra. Traerás alegría a los niños. También a mí me traerás alegría. Quisiera el Volks-Schott, una vestimenta verde para la Misa y un Corazón de Jesús. Seré siempre bueno. Saludos, de Joseph Ratzinger”. Esta carta está fechada de 1934. ¡Cuánta inocencia! (http://infocatolica.com/blog/buhardilla.php/1212180240-querido-nino-jesus-una-carta) En su corazón de niño, el Papa retirado escribía, como lo hice yo y todos los niños de mi generación y de generaciones anteriores, la típica cartita de Navidad, en la que te so-
licitábamos nuestros regalos más ansiados. Pero ¿sabes?, querido Niño Jesús, tengo miedo de que despiertes, pues te encontrarás un mundo muy diferente al que soñaste y luchaste. Peor aún, te hemos olvidado. El pesebre y su simbolismo de redención y esperanza no existe en el imaginario colectivo de esta humanidad que pisotea constantemente tu nombre. Te escribo esta carta y se me retuerce el corazón al rememorar el esmero que ponía para escribirte y hacerte mi larga lista de peticiones. Ya no soy una niña. Ha pasado mucho tiempo desde entonces. Y tanto ha cambiado el mundo, que casi he olvidado escribir a mano. ¡Mis dedos sólo saben transcribir mis pensamientos y sentimientos cuando estoy sentada en un teclado de computadora! ¡Qué diferente es este mundo que abandonaste tan joven! La tierra donde tu Madre te alumbró es ahora zona de conflictos, de guerra y muerte. Tus hermanos de raza y sangre no se comprenden. Luchan hasta la muerte por sus ideas, por sus creencias y por un trozo de tierra que dicen les pertenece. Allí nadie profesa tu fe. La de ellos es distinta. No tienen el mismo Dios, y para ellos no eres el Mecías. Querido Jesús mío. Estás muy solo. Aquí en las tierras que aceptamos el misterio de tu concepción y nacimiento, que aceptamos la existencia tuya como hijo de Dios, también te hemos olvidado. Tu padre es a veces recordado sólo cuando algunos nos encontramos en apuro. Mientras la vida sigue como torbellino se olvidan, nos olvidamos, de ustedes. Las celebraciones de tu nacimiento no son más que fiestas; en las cuales tu nombre ni siquiera es mencionado. Así como estás solo, yo también a veces me siento sola y extraña en este terruño que amo profundamente, pero cuyo derrotero me golpea y lastima. Es más, querido niño, el curso que ha seguido el mundo entero me hace daño, porque poco a poco hemos perdido no solo la espiritualidad por la que abogaste, sino la simple humanidad. ¿Te imaginas? ¡Qué dolor tan grande debes sentir! La vida que defendiste ha perdido el sentido. Ahora y siempre se desarrollan guerras de dominio y control, por el simple placer del poder y dinero. Como quiso hacer Herodes, quien sintiéndose amenazado hizo lo imposible para impedir que crecieras. Ahora es lo mismo. El Mesías es una simple idea del pasado. Los bárbaros de hoy no toleran la disidencia ni a quienes lo enfrentan. Vivimos ahora la decadencia romana del Imperio. Sólo la voluntad del Emperador y sus secuaces tiene validez; el placer y el desenfreno quieren sustituir los sentimientos. Desean borrar, a fuerza de dinero, la profundidad del alma. Querido Niño Jesús, mi petición de hoy es simple: Derrama a esta humanidad un poco de tu bondad, de tu gracia, de tu sabiduría y tu perdón. Vuelve a enseñarnos como lo hiciste en tus escasos 33 años de vida, como fuiste capaz de atraer a tu redil a ladrones y prostitutas. Ven, enséñanos a perdonar. Ven, ven, ayúdanos a rescatar la humanidad sepultada en el corazón de la tierra. No pido más nada buen niño, Mesías de la esperanza. Mis deseos y aspiraciones personales, que las tengo como humana que soy, te prometo que procuraré con esfuerzo y trabajo diligenciarlas. Sólo quiero que esta humanidad abandone su ceguera, su banalidad y su sinrazón. Prometo que haré el mayor de mis esfuerzos de portarme bien durante los próximos 12 meses del año que viene. Mientras, espero que puedas complacer estas simples, pero grandes, peticiones.
sangbenmukien@gmail.com @MuKienAdriana mu-kiensang@hotmail.com mu-kiensang@pucmm.edu.do
Viaje por la historia
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Sábado 21 de diciembre de 2013
HOY
El jefe de las guerrillas fue Manolo Tavárez
Juan Germán Arias: “Nosotros éramos la esperanza de que esos guerrilleros se salvaran, íbamos a buscar medicina y comida y para sacar a los enfermos”.
ÁNGELA PEÑA/ A.PENA@.COM.DO
J
osé Daniel Ariza tenía don de mando y siempre ha sido guerrero, pero el jefe de la guerrilla de Manaclas era Manolo Tavárez Justo aunque fuera menos guerrillero que él. Y el comandante era Fidelio Despradel porque era miembro del Comité Central del 14 de Junio y era un político, pero ese título se gana en la sierra, peleando. Juan Germán Arias hace estas y otras aclaraciones en reacción a consideraciones de Ariza en dos reportajes publicados en Areíto. Este ingeniero y catedrático universitario, conocido también por el apodo de “Chanchano”, fue un activo revolucionario desde su juventud cuando combatió la tiranía de Trujillo. Después de torturado en La 40 y estar preso en La Victoria le confinaron a la isla Beata donde fue sometido a martirios físicos y psicológicos. Su accionar tiene coincidencias con el de Ariza. Además de pertenecer a la misma organización, vivió el exilio y se entrenó en Cuba, conoció a Ernesto Guevara, tuvieron camaradas comunes. Ambos acompañaron a Tavárez Justo en la montaña. Arias abandonó el escenario antes que Ariza, con el objetivo, según relata, de cumplir “una misión”. Marcelo Bermúdez, El Guajiro, guía de los insurrectos, y Despradel, salieron con él. Era hombre de confianza de Manolo, quien durmió varias veces en su casa de Santiago, donde le pidió adiestrar nuevos cuadros. Virgilio Perdomo, cuya valentía destaca, Rubén Díaz Moreno, El Guajirito, y otros estuvieron entre sus reclutados. “Ahí no estaba José Daniel”. Germán Arias aclara que cuando ya estaban en la loma se estructuró el comando que integraron Manolo, Fidelio y él, que fue nombrado jefe de operaciones. “Ahí no estaba José Daniel Ariza”, exclama. Añade que “ya Germán Arias había hecho vida partidaria”. Señala específicas páginas del libro publicado por Ariza donde afirma que incurre en inexactitudes respecto a su actuación en Manaclas y con expresión sosegada, contrastante con su temperamento inquieto, expresa: “Él dice que no es violento. Quisiera decirle que sí lo es” y refiere una pelea a los puños que tuvo en Jamaica con Rafael Fort del Valle que Ariza presenció inmutable pero luego en La Habana le dijo: “Si le hubieses cogido miedo yo era el que te iba a entrar”. Igualmente, aludió a los “batazos” que Ariza propinó a los paleros de “Balá” en los días de la destrujillización. Conocedor del valor de Chanchano, Ariza
le confesó en Cuba que si algún día se formaba una guerrilla quería estar junto a él, “codo con codo”. “Por eso, cuando en Manaclas se formó el famoso comando, José Daniel se ganó una posición porque tomaba decisiones”. Significa que él también estaba entrenado militarmente y era miembro del recién formado gobierno de la montaña “¿y por eso voy a decir que yo era el jefe? ¡No!”, responde. Y explica: “El jefe de operaciones es el verdadero comandante y jefe en el momento de tomar determinaciones” y reitera que Fidelio no era comandante, “eso era un título” porque ese rango “se gana en la acción diaria”. “Los jefes de esa guerrilla éramos José Daniel y yo, pero no nos da la condición de decir que éramos jefes de Manolo”. Confiesa que no pensó en fracasar antes de internarse en la cordillera Central porque Guillermo Pérez tenía una finca en Los Montones, “que era el posible santuario de la guerrilla”. “José Daniel nunca estuvo de acuerdo con esa misión”, manifiesta. Ariza asegura que ese recorrido no era posible en el tiempo que los “comisionados” calcularon y Arias replica: “Sin embargo, cuando él salió de Manaclas hizo el trayecto en dos días y la distancia fue mucho más larga”. Defiende su salida. “Yo era jefe de la infraestructura en esa zona, era el encargado de ir a esa finca”. Se molesta al cuestionarle si no abandonaron a Manolo cuatro de sus hombres en mejores condiciones y responde que “esa misión se discutió con Manolo” y Ariza le preguntó: “¿Tú aprobaste eso?” y al líder responderle afirmativamente, “se sentó en el suelo y le comentó: ‘Los verás en el cielo’”. “Todos los frentes estaban eliminados, en Manaclas solo habíamos siete capaces de entrar en combate: José Daniel, Fidelio, Marcelo, Polón Méndez, Joseíto Crespo, Rafael Reyes y yo, y había que tomar decisiones, y las tomaron Fidelio y Manolo: teníamos que ir a esa finca, sabía que me esperaba Bololo, el encargado. El Guajiro tenía que ir, porque era el guía; Marcelo porque era muy conocido en el lugar y Manolo le dijo: ‘Marcelo, quiero que vayas porque hay que salvar esta guerrilla’”. Y Fidelio porque “decía que desde Los Montones se podía comunicar con la capital”. Se le preguntó si alguien en Santo Domingo esperaba esa llamada y respondió: “Yo no sé”. “Nosotros éramos la esperanza de que esos guerrilleros se salvaran, íbamos a bus-
car medicina y comida y para sacar a los enfermos”, afirma. Negó que en algún momento Ariza le planteara sacar a Manolo. José Daniel declaró que con el conocimiento militar que ambos tenían lograrían salvarlo. “No, se lo llevaría él y otro porque yo había propuesto que nos quedáramos Rafael Reyes, Marcelo, Joseíto Crespo, El Guajiro y yo, una guerrilla de seis hombres, porque teníamos condiciones”. Un dolor de Germán Arias es no haber obedecido a El Guajiro cuando en su agonía por los disparos que le hizo el alcalde le pidió: “¡Mátalos a todos!”, incluidos los campesinos. Solo eliminaron al alcalde. Chanchano disparó al techo y dijo que esos tiros eran para ellos si los seguían, mientras “Fidelio y Marcelo se llevaron al muerto”. Los sobrevivientes de ese incidente denunciaron la ubicación de los revolucionarios. Germán Arias nació el 27 de mayo de 1933 en Santiago. Estudió en la escuela Paraguay, inició bachillerato en La Normal pero lo interrumpió para jugar con las Águilas. Al concluir, ingresó a la Universidad a estudiar ingeniería que también dejó trunca porque cayó preso. Entre sus compañeros catorcistas estaban Manolito y Vitico González, hermanos de su entonces novia Rosa Barbour, con quien está casado desde hace 49 años. También Adolfo Franco, Andrés Lora, Asdrúbal Domínguez y José Israel Cuello. Concluyó la carrera después del ajusticiamiento. Camaradas de luchas fueron también Luis Gómez, junto al que fue monaguillo en la iglesia La Altagracia; Polo y Marcos Rodríguez, Josué Erickson, José Antonio Constanzo, Luis Genao, entre otros. Su adiestramiento militar en Cuba lo recibió de los “Cheístas” que estuvieron con Ernesto Guevara en Sierra Maestra. “Era fuerte”, dice. Son inolvidables para él las enseñanzas y consejos del Che, que recita como un catecismo. Alude a una película japonesa, “Rashomon”, que narra el crimen de un samurai a través de cuatro versiones diferentes. “Cuando la gente está ofuscada cree que la suya es su verdad”, comenta, y agrega: “Creo que José Daniel ha pasado por muchos momentos en su vida, quizá por la isquemia está contando todo eso como lo está sintiendo pero ni él ni yo éramos jefes de esa guerrilla, podíamos ser jefes militares, pero no jefes de Manolo”.
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AREÍTO
Sábado 21 de diciembre de 2013
Poesía
HOY
TRUENO ROBADO libro de jaikus de Alexis Gómez Rosas
H
RAFAEL GARCÍA BIDÓ
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aiku, el poema más breve y posiblemente el más joven. Un producto de la cultura japonesa, data, apenas, del siglo XVII, cuando el genio de Matsuo Basho (maestro itinerante con cientos y cientos de discípulos) fue individualizando la estrofa inicial del haikai no renga o poema encadenado que por ese entonces era entretención y literatura, actividad social y artística de poetas cortesanos, poetas peregrinos y miembros de una clase burguesa en expansión. Durante el siglo XVIII el cultivo del haiku se mantuvo en principio gracias a los seguidores de Basho, entre los que sobresale Takarai Kikaku (1661-1707), pero más tarde surgen figuras como Chiyo-ni (1703-1775) y Yosa Buson (1716-1784), hoy reputado como uno de los 4 grandes jaiyines, junto a Kobayasi Issa (1763-1827) y Masaoka Shiki, quien acuñó el nombre haiku. En 1868 comienza en Japón la Era Meiji (Gobierno de la luz, 1868-1912), período en que ese país abandona su política de aislamiento y se abre, sobre todo a la cultura occidental, incorporando usos políticos y conocimientos técnicos, al tiempo que retira muchos privilegios a la clase samurai y se produce una gran modernización que hace de Japón la primera nación industrializada de Asia. A finales de ese siglo XIX y principios del siglo XX, Occidente comienza a poner su atención en el arte japonés y a cultivar el poema sintético llamado haikai o haiku. En 1880 el profesor Basil Hall Chamberlain, radicado en Tokyo desde 1873, produce un tomo de poesía clásica japonesa traducida al inglés (La Poesía Clásica de los Japoneses). En 1905 aparece en Francia, con el liderazgo de Paul Louis Couchoud “Au fil de l eau”, la primera publicación de jaikus escritos en ese país. En la segunda década del siglo, los Imaginistas, una agrupación de poetas estadounidenses e ingleses, con Ezra Pound a la cabeza, consideran el tanka y el haiku como fuentes de inspiración para producir una renovación poética. En el ámbito de nuestra lengua, el gran pionero es José Juan Tablada (1871-1945), mexicano, periodista, poeta y diplomático, quien por el año 1900 estuvo en Japón y que luego produce sus libros Un día… (Caracas, 1919) y el Jarro de flores (Nueva York, 1922) donde muestra sus “haikais” como entonces se les llamaban. Ya para finales del siglo XX el cultivo del haiku alcanza una amplia difusión en casi todo Occidente. Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, van a la cabeza de esta actividad, donde los poetas se agrupan en asociaciones y producen concursos, periódicos y revistas impresas y digitales. Pero también el haiku es cultivado en Argentina, México, Brasil, España, Bélgica, Los Países Balcánicos… En esos finales del siglo XX, nuestro poeta Alexis Gómez Rosas publica su libro Hy Quality, Ltd, Luna cabeza caliente, Santo Domingo, 1985. También el uruguayo Mario Benedetti (1920-2009) en el año 1999 publica su Rincón de Haikus, Visor, Madrid. De una reflexión introductoria que el propio Benedetti hace, cito lo siguiente: En mi caso particular, es obvio que no me he puesto a imitar a poetas japoneses, ni siquiera a incorporar sus imágenes y temas preferidos. Apenas he tenido la osadía de introducirme en esa pauta lírica, pero no apelando a tópicos japoneses sino a mis propios vaivenes, inquietudes, paisajes y sentimientos, que después de todo no difieren demasiado de mis restantes obras de poesía. Quien esto escribió ya era un poeta y narrador consumado, pero evidentemente apenas daba unos primeros pasos en el mundo del haiku y no comprendía que este difiere bastante de la poesía occidental. No basta adoptar el formato de las tres líneas de 5, 7 y 5 sílabas para que el producto sea un haiku. Si enumeramos, resumidamente, los componentes fundamentales del pequeño poema que nos ocupa, tenemos: extensión (tres unidades de 5, 7 y 5 sílabas, que en español, normalmente conforman de 8 a 10 palabras); un tema (la naturaleza, los cambios producidos por las diferentes estaciones en la energía planetaria); un tiempo (el presente), imágenes contrapuestas que hacen del haiku una expresión incompleta; ki-
go o palabra que indica la estación del año; invisibilidad del autor, finalmente, un resultado (“un choque de leve sorpresa”, según Manzano y Takagi, “una emoción estacional”; en opinión de Inahata Teiko, satisfacción, belleza, sonrisa). Si tomamos uno de los jaikus paradigmáticos de José Juan Tablada, el titulado Saúz: Tierno saúz, casi oro, casi ambar, casi luz. Notamos que tiene título y rima (ambos elementos inusuales en el haiku). Tiene una extensión adecuada, 15 sílabas, su tema es un elemento de la naturaleza, no tiene imágenes contrapuestas, el autor no es protagonista, el resultado es satisfactorio. Con la sensación de un color que se degrada (oro, ámbar, luz) hasta ser la luz misma o casi la luz. logra que el lector viva la ternura o admiración por el árbol que invocó en su primer verso. La reflexión viene a cuento porque el escritor occidental al momento de tratar de escribir haiku se coloca en el espacio entre dos culturas, entre dos formas diferenciadas de ver el mundo, bajo el torrente de dos tradiciones que estuvieron alejadas por siglos, y tiene que cambiar cosas, tanto en su manera de enfocar el fenómeno poético a nivel conceptual, como en lo más elemental, la forma de escribir. Por ejemplo el kigo o palabra que indica la estación casi no es usado en el ámbito de la lengua española pues sencillamente no existe la convención que une un fenómeno natural o un acontecimiento humano al tiempo preciso en que ocurre. Todavía nuestra cultura no reconoce que si digo huracán, ya dije verano, si digo moriviví es el otoño, si hablo del flamboyán florido, estoy mencionando al mes de junio, un tiempo frontera entre la primavera y el verano, si digo brisa fresca, convoco la antesala del invierno y las fiestas navideñas. Ya Alexis Gómez en su introducción a Hy Quality Ltd, expresó lo siguiente: “… estas breves palabras dan fe de una literatura con la cual toco las puertas del cosmos oriental. En ella pude reencontrarme y comprender una noción del hombre, vista y condensada por el oráculo de voces enigmáticas y lejanas”.
Así llegamos a Trueno Robado, el libro que nos ocupa. Antes debo decir que Alexis Gómez Rosas es el autor de un Festín de la palabra (obras y sobras completas), un libro que por su dimensión física bien puede ser un banco de limpiabotas, producto de años ininterrumpidos consagrado al mester de la poesía, que le han ganado merecidamente un sitial de relevancia en la Literatura Dominicana. Alexis en su obra se muestra un poeta dicharachero, gozón, camaleónico, desmesurado, polifónico. Entonces me cuesta trabajo pensar cómo se ha sometido por segunda vez a la disciplina del haiku. Cómo ha desechado la extensión dilatada de su memoria, los
ecos lejanos de poetas admirados, los recursos literarios y lingüísticos que ha manejado por tiempo, para someterse a la desnudez, a la concisión, a la economía de recursos y a la tiranía de la métrica en una composición poética que, como un rayo, no bien ha comenzado cuando ya ha terminado. Pero lo ha hecho. Con esa tensión que señalábamos anteriormente, entre una poesía que suele ser pensada y otra que pretende no tener mente, una poesía en que la forma de decir es belleza y otra donde es solo instrumento, una poesía que todo lo dice, y otra que dice a medias. Trueno Robado nos presenta 84 jaikus, también con una versión al japonés de Mayumi Hidaka, donde la mirada del poeta se desplaza por escenas y paisajes campestres, marítimos, citadinos, hogareños. Atestigua el aquí y ahora cotidiano. Las pequeñas maravillas del instante. Los protagonistas son un farol, una rata, una bicicleta, un caracol, la noche, el oleaje, la niebla, una palmera, un flamboyán, una cesta de frutas, en fin, una variedad de objetos y seres que acuden con igual dignidad a animar el haiku. Trueno Robado es un libro hermoso. Con abundantes fotografías, viñetas, donde pasar los silencios que la lectura del haiku obliga, porque lo denso del corto poema no permite que se lea en sucesión, bajo pena de no captar una parte de su sentido. Al abordar su lectura, sabrán ustedes que el haiku es materialista, muy apegado a los objetos, fiel a lo que está sucediendo ahora. Y es sensorial, se vale de todos los sentidos: 34 El olor del pan se anida en el cuerpo que lo anuncia. Sabrán que el hacedor de jaikus es sumamente observador, todo, en lo grande y en lo pequeño, es para él importante, todo motiva su atención: 33 Boronas de pan reúno, sobre el tablón, senda de hormigas. 56 Duerme la ciudad. Un farol lo anuncia mientras sucumbe. Sabrán que el haiku, desde sus inicios, tiene un componente de comicidad que muchos jaiyines actuales olvidan, pero que a Alexis Gómez le sale muy bien, pues esta cualidad es parte de su accionar cotidiano: 75 Ciruelo en flor en mi casa: un cuadro que manda madre. Sabrán que con diez palabras también es posible pintar un bodegón: 45 Olor a membrillo. En la cesta dormida estalla el sol. Y he de terminar este breve muestrario del Trueno Robado, con un jaiku que de seguro aparecerá en las antologías en los próximos años y que ya ocupa un lugar especial en los nichos de mi admiración: 51 Rancho Bermejo. ¡Azabache!, fiel perro guarda la noche. No voy a cometer la torpeza de explicarlo. Si voy a repetirlo: 51 Rancho Bermejo. ¡Azabache!, fiel perro guarda la noche. Así que ya saben, que si se robaron el trueno no fue en la noche.
Aporte
AREÍTO
Sábado 21 de diciembre de 2013
HOY
La primera huelga de nuestros peloteros HECHO INSÓLITO NO REGISTRADO POR LA CRÓNICA DEPORTIVA NACIONAL.
LUIS SCHEKER
D
iscurría el año 1971-1972. El torneo de béisbol invernal, organizado por la Liga Dominicana de Béisbol Profesional (Lidom), presidida por el licenciado Manfredo Moore, buen deportista, de bajo perfil. Su secretario el licenciado Arístides Álvarez Sánchez, afable, disciplinado, acostumbrado a mandar. Presidente del Tribunal Superior de Tierras, en el umbral de su despacho exhibía un letrero que decía: “Favor de quitarse el sombrero. Pase usted.” Me trataba de “Luisito” cuando me detenía en el viejo Centro Sirio – Libanés-Palestino enfrascado en una partida de dominó con mi padre, siendo buenos y viejos amigos; pero en el Tribunal, borrada su sonrisa, con gesto adusto saludaba: “doctor Scheker, en qué puedo servirle”. Así era don Arístides, respetuoso, pero impenetrable. Para entonces, cuatro equipos tradicionales participaban en el torneo: los Azules, Tigres de Licey; los Rojos, Leones del Escogido; los Amarillos, Águilas Cibaeñas y los Verdes, Paquidermos Estrellas Orientales, los promovía Max Reynoso en su escuchado programa “Amalgama Deportiva de la Pelota (Me Lo Dijo Adela). Cada equipo tenía un abultado roster de diez y hasta 12 peloteros importados, como “refuerzos”, sin incluir mánager y coachs, y hubo ocasión en que se presentaron hasta 8 jugadores importados en el terreno. Solo los súper estrellas criollos, los hermanos Felipe, Jesús y Mateo Rojas Alou, Federico Velázquez, Pedro González, Guayubín Olivo, Manuel Mota, Cesarín Gerónimo, Chilote Llenas, Tony Peña, Julián Javier, Ricardo Carty, Silvano Quezada, y otros pocos tenían asegurado su puesto en la alineación. Existía la cláusula de reserva y era permitido que un importado suplantara algún jugador criollo “lesionado o indispuesto”. Las condiciones del criollo distaban mucho de las disfrutadas por los importados, no importando su categoría, no solo en cuanto al salario, también las dietas de transporte y hospedaje. Ciertamente, había una manifiesta discriminación injustificada. La Federación Nacional de Peloteros, comandada por el mariscal Enrique Lantigua, agrupaba a la mayoría de los peloteros criollos, pero no era reconocida por la Lidom. Alentada por el triunfo de República Dominicana en el mundial amateur celebrado en Managua, Nicaragua, 1948, poco tiempo después de la tragedia de Río Verde, organizó en 1950 un torneo local entre Rojos y Azules, patrocinado por la Cervecería Dominicana y el ron Barceló, que revivió el entusiasmo de la afición beisbolera dormida desde 1937. Terminado el exitoso torneo, la Lidom tomó carta de corso y adquirió la franquicia de los cuatro equipos tradicionales, integrándose años después al béisbol organizado de los Estados Unidos. Desde entonces la Federación, marginada, había tratado infructuosamente de llegar a algún acuerdo con la Lidom que mejorara las condiciones del pelotero nativo y le diera mayor oportunidad de juego en su país, hasta que convencido de que sus esfuerzos eran inútiles decidió pedir su colaboración como asesores a los doctores Luis Scheker Ortiz y José Rodríguez Conde, abogados y deportistas quienes elaboraron un plan de acción estratégico que inmediatamente contó con el entusiasta apoyo de sus directivos (Enrique Lantigua, Rafael Valdez, Horacio Martínez, Pepe Lucas, Felipe Rojas Alou) y los peloteros, que militantemente siguieron a sus líderes naturales, participando en una elaborada propuesta de 14 puntos a ser sometida a la Lidom para llegar a un acuerdo que reconociera oficialmente a la Federación de Peloteros y brindara un mejor trato y oportunidad de desarrollarse al material criollo, reduciendo gradual y sistemáticamente la contratación de importados. La soberbia de la Lidom y de los dueños de equipos, negados al diálogo y a participar en una mesa de negociaciones de los planteamientos de la Federación, obligó a esta a una primera demostración táctica de fortaleza con un paro simbólico que sirvió para calibrar el nivel de compromiso y el ánimo
de los Grandes Ligas y sus compañeros de equipo, que como una sola pieza, por breves instantes, no salieron al terreno cuando el árbitro principal cantó “¡play ball!”, creando una situación inusual que pareció no preocupar a los jefes de la Lidom. Terminada la serie regular, cuando se disponía iniciarse la serie final del campeonato, hubo una última llamada desoída, al extremo de que Ramón Imbert, Moncho, presidente de los Leones del Escogido, acompañado de su auxiliar, Tony Leyba, avisados de que los abogados Scheker y Rodríguez Conde se encontraban en el dogout reunidos con los jugadores, trataron de prohibir esa reunión y sacarnos de allí en un acto de prepotencia, encontrando una monolítica resistencia de los jugadores, que defendieron su derecho, dándonos pleno respaldo, lo que les costaría a Jesús Rojas Alou y a Federico Velázquez, tildados como cabecillas, ser cambiados de equipo al siguiente año. Llegado el momento crucial, se produjo el paro. Escuchado el Himno, Ricardo Carty desde las graderías saltó al terreno y se unió al Equipo Oriental. Otro tanto ocurrió en Santiago y en la Capital. Hubo amenazas veladas y abiertas y hasta una cita con el doctor Balaguer, presidente de la República, que les advirtió a los directivos de la Lidom que el
gobierno no iba a intervenir en un asunto de carácter gremial y les recordó que su Gobierno había dado muchas facilidades y ayuda para que el pueblo dominicano disfrutara de la pelota. Quizás olvidaron que el mariscal estaba casado con una hermana del presidente. Esto disuadió a los hombres de la Lidom, luego de anunciar la terminación del torneo, a sentarse con los federados y sus asesores y llegar a un feliz acuerdo sobre la propuesta de los 14 puntos. Fue esa una verdadera conquista gremial, valiosa, nada fácil, que trascendió fronteras caribeñas y abrió una página gloriosa en la historia del béisbol profesional dominicano al ensanchar el valor de la protesta organizada y el potencial de nuestra nación como inagotable cantera de formidables jugadores, orgullosos de ser dominicanos.
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AREÍTO
Sábado 21 de diciembre de 2013
Notas para un canon de la poesía dominicana
Literatura
HOY
Tony Raful
Apolinar Núñez
Denis Mota
Rafael García Bidó
León David
Tomás Castro
René Rodríguez Soriano
Pedro José Gris
Cayo Claudio Espinal
Ángela Hernández
A
MIGUEL ÁNGEL FORNERÍN
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l doblar la esquina de la década del setenta, en el trienio 1977-1980, comenzamos a observar una ruptura con la poesía social, con el poema como arma cargada de futuro. Entonces se apeló al poema comprometido con las palabras, y la poesía volvió a complicar lo social desde un neorromanticismo que, en León David [“Compañera: Sonetos de amor para Ulla” (1980)], García Bidó, Denis Mota Álvarez [“Eloise, tentativa de un canto infinito” (1977)] y René Rodríguez Soriano [“Canciones rosa para una niña gris metal” (1983)] y Tomás Castro [“Amor a quemarropa (1984)], tuvieron que inaugurar la década de los ochenta con otra estética y un desplazamiento de lo social y una nueva manera de ver y poetizar el amor. El experimentalismo que desató la conferencia dictada por Manuel Rueda como apostilla a “Con el tambor de las islas” [Andrés L. Mateo, “Manifiestos literarios”, 1997] y las nuevas teorías poéticas que difundió en esa época Diógenes Céspedes [“Escritos críticos” (1976)], con Tel Quel, el estructuralismo y la semiótica, hicieron que esta poesía también tuviera su intento experimental, neovanguardista. En el caso de Rodríguez Soriano, este buscó un nuevo lenguaje de la urbanidad, y, en el caso de León David, formas clásicas, como un viaje a las raíces de la poesía. El poeta de los setenta que mejor hace el cambio hacia la poesía esteticista y neorromántica del interregno 1977-1984 es Tony Raful [“Abril, nacen alas delante de tus ojos”, 1980 y “Visiones del escriba”,1983] con sus libros de poemas, en donde lo amatorio se une a una búsqueda épica. Raful no abandonó la epicidad, sino que lo llevará a una exploración entre el poema total y nuevos mitos. Este canto nuevo, me parece que hay que valorarlo aparte. Tony Raful en este aspecto es un poeta solitario y un lector de tradición del gran poema de los del cuarenta, a la vez que sostiene un discurso surrealista como émulo de Breton y Eluard. Empalma también con otra figura solitaria como es Pedro Vergés [“Durante los inviernos”, 1977]. Cabe significar por otra parte, que la poesía dominicana que había tenido ciudad letrada en Santo Domingo (en la época fundacional) y en San Pedro de Macorís (con el modernismo), que volvió a ocupar los espacios capitalinos en El Postumismo y la Sorprendida, y los del Cuarenta y Ocho, tuvo ciudades letradas diversas ya en la década de los ochenta con la participación de las provincias en el dominio focal de la poesía. Digo esto porque muchos escritores de provincia actuaron como poetas de la gran ciudad, pero hubo una acción poética significativa en la mayoría de las regiones en la década de los ochenta: baste por ahora hablar de la ciudad
de Santiago (con Apolinar Núñez [“Poemas decididamente fuñones” (1972)], Rafael García Bidó, en San Pedro de Macorís [“Revivir un gesto tuyo” (1982)], Cayo Claudio Espinal [“Banquetes de aflicción” (1979)], en San Francisco de Macorís, Pedro José Gris “Las voces” (1982), en Santiago, Diómedes Núñez Polanco, Denis Mota Álvarez, Ángela Hernández y otros tantos, que sería ahora innecesario enumerar. Llegado a esta parte, cabe preguntarse por un canon de la poesía dominicana. No sería nada nuevo, pues el canon poético nuestro se ha venido reformulando. Tomemos cien años de poesía dominicana como ejemplo. El punto de partida es “La lira de Quisqueya” de José de Castellanos (1876), el canon fue revisitado cuando la academia pidió una lista de obras y autores en la década de 1880 y luego autores como César Nicolás Penson (1855-1901), Osvaldo Bazil (El parnaso dominicano, 1915) lo volvieron a visitar. La antología de la poesía dominicana más canónica fue realizada por Manuel Arturo Peña Batlle y los editores que se le asociaron para la Colección Trujillo (1944); se publicó con motivo del Centenario de la Independencia y como obra que buscaba darle un perfil cultural a la dictadura. Creo que ese canon ha sido muchas veces repetido por los antologadores, sin que su reformulación parta de una lectura contrastiva y detenida de la producción poética. El prólogo que escribe Fernández Spencer como introducción a su Nueva poesía dominicana, publicado en España en 1953 plantea otra mirada, desde la distancia y desde un marco más académico, con el que iniciamos una ruta de contrastes distinta, si agrupamos en un solo bloque la situación que realizó el historicismo literario de Pedro y Max Henríquez Ureña, así como la obra de Balaguer. Estudio distinto fue el de Carlos Federico Pérez, ubicado en Argentina, [“Evolución poética dominicana”, (1956)]. Esta valoración de la poesía dominicana es muy singular por su estudio detenido y los perfiles críticos que establece. Es notable el estudio de la poesía del siglo XIX. Joaquín Balaguer, en “Historia de la literatura dominicana” (1945) también revisita el canon de Peña Batlle y caracteriza a muchos escritores, como Fiallo, Salomé... incluye a otros que quedan marginados por otras selecciones como la de Manuel Rueda junto a Lupo Hernández Rueda, redefinieron los movimientos de vanguardia y da una periodización de la poesía dominicana que se ha venido repitiendo, “Antología panorámica de la poesía dominicana contemporánea”(1972) es fundamental para ver cómo ha sido pensada la poesía y canonizado ciertos autores. Los estudios sobre poesía dominicana tienen en los setenta obras notables como
“Lo popular y lo culto en la poesía dominicana”, de Bruno Rosario Candelier. José Alcántara Almánzar realizó el estudio más detenido y abarcador que tiene el mérito de situar la poesía, los autores y de realizar una lectura textual en la que es fundamental la relación de la poesía con lo social (“Estudios de poesía dominicana”, 1979); más tarde el libro más importante de estudios de la poesía es “Lenguaje y poesía en Santo Domingo en el siglo XX”(1985), de Diógenes Céspedes. Esta obra será significativa también porque plantea otra manera de ver la poesía dentro de la relación historia, sociedad, sujeto y lenguaje. Hace reveladores aportes al conocimiento del vanguardismo dominicano, el estudio de Céspedes está más inclinado al discurso. Los estudios poéticos plantean una revaluación y una confirmación del canon, de ahí que sean como nuevos aires para los autores y sus obras. Lo mismo ocurre con las antologías, pero al contrario de los primeros, los florilegios son en nuestra cultura una repetición del canon con inclusiones y exclusiones que muchas veces no son justificadas. Otros estudios poéticos más generales realizados por dominicanos son, entre otros, “Estudios métricos” de Pedro Henríquez Ureña, “La versificación irregular en la poesía castellana” (1920), “Apuntes para una Historia Prosódica de la Métrica Castellana” (1954), de Joaquín Balaguer, y El retorno de los galeones y Breve historia del modernismo de Max Henríquez Ureña. También el estudio de Sócrates Nolasco sobre poesía puertorriqueña y el de Juan Isidro Jimenes Grullón sobre poesía cubana (Seis poetas cubanos); por otra parte, otras obras sobre la poesía se concentran en un autor como es el libro de Manuel Ugarte, “Cabral un poeta de América” (1955), publicado en Argentina; también “La poesía de Gatón Arce” de María del Carmen Prosdocimi de Rivera (1983)...Pero, en fin, ¿cuál es el canon de la poesía dominicana? Esta pregunta la responderé más adelante.