CARLOS MARTNER La Humanizaci贸n del Paisaje
CARLOS MARTNER: LA HUMANIZACION DEL PAISAJE Coedici贸n entre Editorial LOM y FAU Universidad de Chile Ejemplares xxxxx ISBN Impreso en Ediciones LOM Dise帽o y Diagramaci贸n por Dyann Kramm P., Arquitecta xxxxxxx xxxxxx
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CARLOS MARTNER: LA HUMANIZACION DEL PAISAJE FAU Universidad de Chile INDICE Prologo: Leopoldo Prat V., Decano Facultad de Arquitectura y Urbanismo - Universidad de Chile Texto principal: Humberto Eliash., Vicedecano Facultad de Arquitectura y Urbanismo - Universidad de Chile OBRAS DE ARQUITECTURA DEL PAISAJE Texto sobre Arquitectura del paisaje: Humberto Eliash y Alejandra Rossatti 1. PLAZA MIRADOR PABLO NERUDA 2. EMBALSE ANCOA 3. PLAZA DE LOS VILOS 4. CERRO BLANCO 5. PLAZA CIUDAD PARQUE BICENTENARIO Texto sobre obra escultórica: Ernesto Ortiz 6. PLAZA CAUPOLICAN EN PMS 7. JARDINES PARCELA 129 COMUNIDAD “VALLE LOS NARANJOS” 8. MUSEO CARACOLAS DE NERUDA ACUARELAS Texto sobre acuarelas: Lea Kleiner
PROLOGO Es un honor para mí, referirme en este prólogo al libro del gran arquitecto Carlos Martner. Carlos Martner, es un arquitecto, proyectista, pintor, escritor y profesor universitario. Su obra arquitectónica, es sencilla, de gran calidad y sensibilidad, destacándose por la gran preocupación y consideración de la arquitectura con la naturaleza, la estética y el reflejo de los valores profundos de la arquitectura. No solo se destaca en arquitectura; lo hace también en la pintura, a través de sus acuarelas, donde muestra su gran sensibilidad, y su rica técnica para esta disciplina. Lamentablemente, no tuve la oportunidad de ser alumno de “Calico”, sin embargo, recuerdo de esa época una exposición de acuarelas de paisajes del sur de Chile, expuesta en la Embajada de Brasil, la que me impresionó por el uso del color, por la atmósfera que irradiaba, reflejando esos paisajes sureños, recogiendo la humedad y la luz propia de esa zona del país, dando cuenta de su calidad y gran sensibilidad. Carlos Martner, no es un arquitecto ligado a intereses inmobiliarios, no tiene una gran oficina con clientela fija, ni se ha dedicado a concursos o licitaciones, sin embargo, ha podido proyectar y ver construidas varias obras de arquitectura que han sido señeras y valoradas arquitectónicamente. Además, ha seguido practicando su actividad pictórica y escultórica, mostrándonos esta obra a través de exposiciones y publicaciones. En los últimos años Martner, ha continuado con las mismas preocupaciones que ya venía desarrollando en su trabajo anterior: explorar los límites entre la arquitectura, escultura y pintura y creación de espacios públicos a partir de la tensión entre la obra construida y el medio natural.
En el año 2003 se publicó el libro “Arquitectura y paisaje, Editorial FAU Universidad de Chile” escrito por el profesor, arquitecto Humberto Eliash y Miguel Laborde. Luego, Carlos Martner recibe el Premio América que otorga los SAL (Seminario de Arquitectura Latinoamericana), el año 2009, su obra se publica en Chile y en el extranjero se publica un libro con sus acuarelas “Paisajes Imaginarios” editado por la FAU, Universidad de Chile y realiza varias exposiciones en Chile y México. Obtiene el Premio Claude Brunet de Baines, el año 2009, la máxima distinción que entrega la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile. Arquitectura y paisaje se funden dialécticamente en el trabajo de Martner y se corporizan en cada una de sus obras. Reminiscencias precolombinas, proposiciones renacentistas, materialidades tradicionales, abstracciones de la naturaleza y programas contemporáneos se mezclan en una poderosa síntesis donde se diluyen las fronteras entre arquitectura y las llamadas artes plásticas. Independiente de la escala del encargo, ya sea que se trate de un gigantesco embalse o un pequeño jardín, en todos ellos están presentes los mismos elementos y la misma pulsión creadora que los mueve. Este libro ha sido editado por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, en su permanente interés por difundir la obra de sus ex alumnos y académicos que han hecho un aporte al espacio público. Lo público, tan vilipendiado para privilegiar lo privado, merece ser valorado y difundido en su justa medida, por cuanto representa un modelo de arquitectura comprometida con los problemas del país. Como Decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, reitero mi satisfacción al entregar estas líneas que dan cuenta de la calidad y valor arquitectónico del distinguido arquitecto Carlos Martner. Leopoldo Prat Vargas
Decano Facultad de Arquitectura y Urbanismo Universidad de Chile
INTRODUCCION CARLOS MARTNER: LA HUMANIZACION DEL PAISAJE Arquitecto Humberto Eliash “Si al agua comprendiéramos tal vez como vosotros hablaría, si las piedras dijeran su lamento o su silencio, con vuestra voz, hermanos, hablarían”. Pablo Neruda en Oda a los poetas populares El libro que escribí junto a Miguel Laborde sobre la obra anterior de Carlos Martner (“Carlos Martner: arquitectura y paisaje”, Editorial FAU Universidad de Chile, 2003) ya tiene 10 años de publicado (1). Para un creador inagotable eso es mucho tiempo. En esa década Martner, a pesar de no ser un arquitecto ligado a intereses inmobiliarios, ni tener una gran oficina con clientela fija, ni estar dedicado a concursos o
licitaciones, ha podido proyectar y ver construidas varias obras de arquitectura. Además, por si fuera poco, en esos mismos diez años ha seguido practicando su actividad docente, pictórica y escultórica que se recoge en este libro. Aquí se presentan aquellos proyectos y obras de los últimos años en las cuales Martner continúa obstinadamente desarrollando las mismas preocupaciones que venía elaborando en su trabajo anterior: explorar los límites entre arquitectura, escultura y pintura y crear espacio público a partir la tensión entre obra construida y medio natural. Estas dos ideas son las que acompañan su obra desde el inicio en los años 60 con las piscinas del Cerro San Cristóbal, continúa con los parques urbanos y culmina con las coronaciones de los embalses de regadío del MOP. Después de la publicación de ese libro Martner, recibió el Premio América que otorgan los SAL (Seminarios de arquitectura Latinoamericana) el año 2009, su obra se publicó en Chile y el extranjero, lanzó un libro con sus acuarelas (“Paisajes imaginarios” ver nota 2) y realizó varias exposiciones en Chile y México. También obtuvo el Premio Claude Brunet de Baines, el año 2009, la máxima distinción que entrega la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile. Además el año 2007 obtuvo el premio de Achap y de la Escuela de Arquitectura de la PUC. “Sin querer queriendo”, Martner volvió a Chile en 1990, al mismo tiempo que volvía la democracia al país. Se abrían las anchas alamedas y dejaba atrás 15 años de exilio en México, un puñado de obras, hijos, nietos y decenas de discípulos que aprendieron de su maestría en la Universidad UAM de la capital mexicana. A partir de entonces cultivamos una buena amistad que nos permitió conocernos mejor e iniciar algunos proyectos en conjunto. Entre ellos destaco los dos libros mencionados, dos exposiciones, el proyecto del Cerro Blanco, el mirador Pablo Neruda, la Plaza en Los Vilos, la Plaza Caupolicán en el acceso Pio IX del Parque metropolitano de Santiago y la propuesta de salida al mar
para Bolivia a propósito del litigio marítimo entre Chile y Perú. Por otra parte su casa-taller en una parcela en el condominio Valle Los Naranjos de Curacaví se ha convertido en su lugar de vida y trabajo y un punto de encuentro con arquitectos, artistas plásticos y músicos. Ahí, en compañía de su fiel esposa Ana Peyrelongue, crea un remanso de paz y armonía en medio de los cerros de la cordillera de la costa. Ella lo acompañó en esta aventura suburbana hasta su fallecimiento el año 2011. Repuesto del golpe que significó su muerte, ha seguido manteniendo la casa, el jardín, el taller y ha seguido realizando trabajos –como pérgolas, un pequeño teatro de piedra para presentaciones musicales- con el notable maestro Pedro Alvarez quien lo acompaña desde que construyó esta casa. Arquitectura y paisaje El historiador chileno Rodrigo Booth ha llegado a demostrar que la noción de paisaje forma parte de la identidad nacional como un hecho cultural que tiene su origen hacia fines del siglo XIX. Lo que él llama “nacionalismo paisajístico” se aleja de la nomenclatura tradicional de los símbolos patrios asociados a la veneración de la historia republicana y bélica de Chile, en los que tradicionalmente se ha apoyado el nacionalismo chileno. Señala que “la admiración de las bellezas de la naturaleza, por el contrario, constituye una forma particular de nacionalismo de la vida cotidiana al que adscriben personas de todas las sensibilidades ideológicas” (3). Esta valoración paisajística impregna buena parte de la cultura chilena (aunque para algunos se trate de una cultura de poca densidad como Nicanor Parra cuando dice provocadoramente “creemos ser país y somos apenas paisaje”) atravesando desde la literatura a las artes visuales. Graciela Illanes (4) ha estudiado largamente la presencia del paisaje en la literatura chilena. Ella
destaca el trabajo desde la colonia Alonso de Ercilla, Pedro de Oña, Padre Alonso de Ovalle y el Padre Diego de Rosales. En el siglo XIX subraya la obra literaria de Luis Orrego Luco, Federico Gana y Rafael Maluenda. En el siglo XX obviamente nos encontramos con la obra de ambos premiados con el Nobel, Gabriela Mistral y Pablo Neruda cuya poesía no se entiende sin la fuerte presencia de la naturaleza y el paisaje. En pintura sobresale la obra de Rugendas, Valenzuela Puelma, Onofre Jarpa, Orrego Luco, Helsby, Burchard, Lira etc. toda la cual da cuenta de una fuerte inspiración geográfica. La arquitectura no ha sido ajena a esta atracción por el paisaje. El reconocido arquitecto argentino Miguel Baudizzone ha dicho que la arquitectura chilena tiene una aproximación más fuerte hacia la naturaleza en tanto que la argentina la tiene hacia la cultura (5) Martner es un continuador de una tradición de artistas chilenos que basan su obra en la relación de la geografía y el paisaje. Su trabajo ha pasado por diferentes etapas desde la modernidad más ortodoxa, pasando por guiños hacia el postmodernismo en los años 80, hasta las obras más contemporáneas. El hilo conductor de todas ellas es su relación estrecha con el paisaje al punto que en el primer libro llegamos a afirmar que Martner lo que hace en cada obra es “naturalizar la arquitectura y arquitecturizar el paisaje” (1). La conexión con Neruda no es solo de amistad y de arquitecto autor de algunos de sus encargos (Bibliotecaestudio y casa de artistas en Cantalao) sino también de sintonía con la inspiración geográfica de su obra tanto en la temática abordada como en las metáforas utilizadas. Pasión por la arquitectura y por el paisaje se funden dialécticamente en el trabajo de Martner y ambos se
corporizan en cada una de sus obras. Reminiscencias precolombinas, proporciones renacentistas, materialidades tradicionales mezcladas con técnicas actuales, abstracciones de la naturaleza, dimensiones territoriales y programas contemporáneos se entremezclan en una poderosa síntesis donde se diluyen las fronteras entre arquitectura y las llamadas artes plásticas. Independiente de la escala del encargo, ya sea que se trate de un pequeño jardín o un gigantesco embalse, en todos ellos están presentes los mismos elementos y la misma pulsión creadora que los mueve: la transformación del espacio a través de la materia para alcanzar un estado superior de armonía y de belleza. Aguas y paisaje “Todo lo que el corazón desea, puede reducirse siempre a la figura del agua” Paul Claudel en Posiciones y Proposiciones. En las obras de arquitectura del paisaje que realiza Martner siempre está presente el agua. Ya sea en forma de un espejo que reproduce la imagen del muro que lo enfrenta (caso de la fuente de agua en el Parque Monumental Bernardo O´Higgins en Chillán) o simplemente como reflejo del cielo (piscinas del cerro San Cristóbal), el agua es uno de los materiales fundantes de su obra: el agua quieta o en movimiento, como plano o como línea, cercana o lejana, como objeto de contemplación o como objeto de recreación. Aficionado a la lectura de los clásicos franceses, Martner recuerda la figura de Gastón Bachelard en su libro “El agua y los sueños” (6) donde afirma que el agua nos invita a un viaje imaginario donde fluye la imaginación. Citando a Balzac dice que “el río fue un sendero sobre el cual
volamos” y agrega que “el voluptuoso balanceo de una barca imita vagamente los pensamientos que flotan en un alma”. En la mayoría de las culturas persiste la idea de que todo lo viviente procede del agua. Desde los dragones chinos hasta las divinidades americanas, desde los seres mitológicos de Europa del norte, hasta los personajes que habitan las leyendas de Chiloé, la vida surge siempre del agua. La fuente de la que emana el agua es sinónimo de cuerpo maternal, el que da la vida. “Las imágenes del manantial y la fuente bautismal como símbolos fundacionales de lo viviente recorren la historia de la humanidad” escribimos con Manuel Moreno en el libro “Fuentes de agua de Santiago de Chile”(7). Martner utiliza el agua de un modo fundante casi maternal. El concepto de maternidad de las aguas está presente en observaciones de Bachelard (“las formas femeninas nacerán de la sustancia misma del agua, al contacto con el pecho del hombre” ver nota 6) y también de Gabriela Mistral (“Madre, madre, tú me besas, pero yo te beso más, como el agua en los cristales, caen mis besos en tu faz...”ver nota 8) entre otros. Quizás en esa afinidad con el agua se encuentra también la predilección de Martner por la acuarela aunque domina variadas técnicas de pintura y dibujo como el óleo, el acrílico y el carboncillo. En la coronación del embalse Alcoa retoma las preocupaciones que manifestó en sus anteriores intervenciones en los embalses de Puclaro en el valle del Elqui y en Vallenar. Un plano gigantesco de agua para riego es contenido por un enorme muro de piedra que a su vez es humanizado en su coronación donde aparecen elementos a escala del visitante. La presencia del agua aquí se enlaza con el concepto de nutriente maternal para la actividad agrícola de áreas de secano. El
sobrecogedor paisaje es atrapado por elementos naturales que son domesticados por la mano del arquitecto. En su casa de Curacaví el agua siempre está presente incluso en su ausencia. Ha elegido cuidadosamente la vegetación que menos consume agua dado que se encuentra en un medio seco donde el agua es escasa. De ahí la presencia de abundante vegetación autóctona y la presencia de planos de piedra y de cubresuelos. Un jardín que no tiene pasto debido a su alto consumo de agua. El recorrido del jardín desde la casa culmina en la piscina maternalmente ovalada que se ofrece como un altar frente al paisaje del valle de Curacaví. En la Plaza Ercilla de Los Vilos si bien el agua no es parte del diseño mismo, ella es atraída en sus formas a través de la tensión que provoca la diagonal hacia la escultura de Assler que actúa como un pivote entre la plaza y el mar. Piedras y paisaje Aquí la tierra vive dentro de su propia sombra, vive en equilibrio de inmensidad, mirándose en larguísima vigilia. Es la tierra donde la piedra habla a las piedras, donde un coro de piedras va de sí hasta lo infinito. Despertando la desolación de las arenas. Andrés Sabella en poema “El norte de Chile”
No sabemos de donde proviene la atracción de Martner por la piedra como material de su arquitectura. Quizás se origina en los recuerdos infantiles de pasear por los roqueríos de Constitución con su padre Daniel Martner quien lo legó también a su hija María Martner artista muralista en piedra, autora de importantes obras como el mural de O´ Gorman en la Piscina Tupahue Chillán y muchos otros. Lo concreto es que tanto él como su hermana María han descollado en el trabajo de la piedra. La piedra, que abunda en Chile por ser un país mineral, paradojalmente no es el material predominante en la arquitectura tradicional donde prevalece la tierra cruda (adobe) o cocida (ladrillos) y la madera en los puertos y en el sur. El hormigón armado llega a Chile con los inicios de la modernidad y será el material predominante en buena parte del siglo XX. La piedra ha quedado relegada a material de revestimiento o de pavimentos desperdiciando su potencial como material de muros y cubiertas. A menudo se presume que la piedra es un material sin gracia sin embargo solo está dormida como dice el poeta Andrés Sabella (“la piedra es flor dormida en su tristeza”) pues en potencia “las piedras cantan igual que los violines, solo necesitan unas buenas manos que las toquen” según señala la escultora Mónica Barruedo y vaya si lo han demostrado a través de la historia los constructores de catedrales! Alejandro Jodorowsky (9) dice que en las piedras habitan nuestros antepasados. “En el mineral se encuentra encerrada la conciencia. ¿Y qué es la conciencia sino el sueño de la materia? Piedra y sueño: dos facetas de la energía mágica que impregna lo existente…” La Plaza de las naciones Pablo Neruda tiene en común con las piscinas Tupahue y Antilén que las tres surgen de la materia pétrea del cerro San Cristóbal. La piedra es el material fundamental
de muros y pisos en una acertada síntesis con la naturaleza propia de la montaña. Sin embargo, a diferencia de las dos piscinas, la Plaza anfiteatro está hecha de piedras de Colina, ya que ahora el Parque Metropolitano está declarado patrimonio y no puede extraerse piedra del mismo cerro. En la coronación del embalse Ancoa el agua y la piedra asumen una escala geográfica por la naturaleza de la obra: un embalse de regadío para represar aguas de la cordillera. El talud de piedra contiene miles de litros de agua. El trabajo de Martner consiste en coronar ese trabajo ingenieril con un plano horizontal que sirve para hacer la mantención y también como mirador público. Razón e intuición La forma de trabajo de Carlos es muy reveladora de los resultados que obtiene en sus proyectos. Combinando misteriosamente intuición y racionalidad su mente se agita mientras su mano dibuja incesantemente plasmando en formas tangibles conceptos que aún están en estado germinal. Se puede afirmar que Carlos piensa con sus manos mientras dibuja o pinta. Pueden ser detalles o conceptos globales a diferentes escalas que van desde lo macro a lo micro, desde lo territorial a lo constructivo. A menudo se apoya en pequeñas maquetas que él mismo hace en cartón o madera con el objeto de tener una visualización tridimensional. Luego la somete a pruebas de funcionamiento, de programa, de materialidad y con la ayuda de opiniones de sus cercanos finalmente decide la forma definitiva. Esos croquis o maquetas los traspasa a un joven arquitecto que dibuja en autocad los planos de construcción. Aunque no dibuja en computador, utiliza la tecnología digital para escribir, enviar y recibir correos y escanear sus propios croquis o acuarelas. Los dibujos en modelos 3D que hacen los jóvenes arquitectos con Sketch up o con Revit lo
maravillan tanto como a los jóvenes les maravilla su capacidad para hacer croquis a mano alzada y pintarlos con lápices o acuarelas. El italiano avecindado en Chile Fulvio Rossetti en su libro “Arquitectura del Paisaje en Chile “(10) destaca el trabajo de Martner junto a otros paisajistas y lo relaciona con el trabajo de quienes buscan afirmar la identidad cultural con sus trabajos. Al respecto señala: “Intrusear las aproximaciones contemporáneas de la arquitectura a esta realidad se hace importante para entender cómo tales significados, el apego a la tierra, van acompañando al día de hoy este proceso de identificación cultural de este país” Martner representa esa vieja escuela de pensamiento donde el bien público tenía un valor en sí mismo que no era transable en el mercado. Ese bien del cual el estado debía ser su garante. Como todos sabemos Chile ha sido, desde los años ochenta en adelante, el laboratorio del mundo en la privatización de todo lo privatizable, incluidos por cierto los bosques y las aguas de los ríos y lagos. El estado avaló esa tendencia y permitió la decadencia del bien público desde la educación, la salud y el espacio urbano. Hoy día cuando parece abrirse nuevas oportunidades para reposicionar el rol del estado en la defensa del bien público, también aparece la posibilidad de que la arquitectura y la ciudad reaccionen y recuperen el sentido de lo público. Fiel al legado de su padre Daniel Martner Urrutia, ministro de hacienda, profesor y rector de la Universidad de Chile, Carlos piensa en un modelo que combine la actividad pública y privada. Su visionario padre escribió en 1921 “que Chile debería llegar a un socialismo de estado, que combinara regulación y proteccionismo estatal con la actividad conjunta de empresas públicas y privadas situándose entre los extremos del individualismo y el socialismo marxista” (11)
Hoy la ciudadanía está más empoderada y ha demostrado tener capacidad de reacción frente a la mercantilización, la privatización, la inequidad y la banalidad de nuestro entorno. Martner no sale a las calles a protestar, no escribe denuncias en twitter ni en la prensa pero lo hace silenciosamente con proyectos y obras de una sencillez extrema y de una calidad excepcional que este libro muestra con elocuencia: textos, fotos, dibujos y planos explicativos. Pero como todo libro de arquitectura se queda corto en relación con la experiencia de recorrer la obra misma. Por eso este libro es también una invitación a recorrer estas obras y dejarse llevar por las percepciones y emociones que les depare la experiencia vital de estar en ellos en el delgado límite entre el orden natural y el orden construido. NOTAS (1) Eliash, Humberto y Laborde, Miguel: Carlos Martner, arquitectura y paisaje Editorial Facultad de Arquitectura y Urbanismo Universidad de Chile, Santiago de Chile, 2003 (2) Eliash, Humberto y Martner, Carlos: Paisaje imaginarios, acuarelas de Carlos Martner Editado por Facultad de Arquitectura y Urbanismo Universidad de Chile, Santiago, 2007 (3) Booth, Rodrigo, “El paisaje aquí tiene un encanto fresco y poético: las bellezas del sur de Chile y la construcción de la nación turística” en Revista de Historia Iberoamericana, 2010 (4) Illanes, Graciela, Evolución del sentimiento estético del paisaje en la literatura chilena. En Anales de la Universidad de Chile n° 35-36 Santiago, 1939. (5) Baudizzone, Miguel: Catálogo XII Bienal de arquitectura: La reinvención del espacio público. Santiago de Chile octubre 2000. (6) Bachelard, Gastón: “El agua y los sueños” Editorial Fondo de cultura económica, México 1997 (7) Eliash, Humberto y Moreno, Manuel “Fuentes de agua de Santiago de Chile” Editorial FAU. Universidad de Chile, Santiago 2001 (8) Mistral, Gabriela: Poema de Chile?????
(9) Jodorowsky, Alejandro: Todo està vivo: en cada piedra se gesta una conciencia. Plano sin fin. com. Octubre 2013 (10) Rossetti, Fulvio: Arquitectura del Paisaje en Chile. Hacia un quehacer contemporáneo. Editorial Ocholibros, Santiago, 2010 (11) citado por Gonzalo Martner García en el libro familiar Martner Urrutia-Garcia Torreblanca (inédito)
OBRAS DE ARQUITECTURA DEL PAISAJE
PLAZA DE LAS NACIONES Y LAS ARTES PABLO NERUDA SANTIAGO AUTORES: Carlos Martner y Humberto Eliash. COLABORADORES: Dyann Kramm, Camilo Cruz y Dante Sepúlveda MANDANTE: Parque Metropolitano de Santiago (SERVIU - MINVU) CONTRAPARTE TECNICA: Teresa Rey, Marta Charles UBICACIÓN: sector Los Gemelos, Parque Metropolitano de Santiago (Cerro San Cristóbal) SUPERFICIE DE INTERVENCIÓN: 22 hectáreas. ARQUITECTO PAISAJISTA: Gabriela Bluhm. AÑO DE CONSTRUCCIÓN: 2009-2010.
Este proyecto nace por propia iniciativa de Carlos Martner. Al cabo de un año, los directivos del Parque Metropolitano de Santiago aceptan su proposición, y éste invita a Humberto Eliash a participar en el diseño. Su visión es continuar con la conquista del cerro para las personas. Por eso diseña un privilegiado emplazamiento que domina visualmente la ciudad, motivado por la posibilidad de ir avanzando hacia el oriente y de alcanzar las cumbres del cerro, invitando a la apropiación de estos espacios. La obra devela el reconocido sello del creador, cuyos diseños se proyectan hacia futuras intervenciones que forman parte de la paulatina conquista humana de los espacios disponibles. Así, Martner fortalece la convocatoria con la creación de núcleos de interés, entregando un espacio público de calidad donde es posible realizar actividades ciudadanas culturales y artísticas. La plaza central se crea a partir de un plano horizontal, una explanada de piedra con la presencia de una imponente escultura que marca el acceso, para luego descender, siguiendo la topografía del terreno y dar forma al anfiteatro. El espacio está contenido por muros curvos de piedra, en una composición de llenos y vacíos en proporción áurea, que se incorporan armónicamente al paisaje. Esto genera ventanas que enmarcan vistas lejanas, que luego descubren una visión panorámica de la cordillera en su conjunto con la ciudad. El proyecto acoge la presentación de espectáculos musicales y teatrales, programa ausente en el parque, con una capacidad aproximada para mil personas. Un aspecto interesante es que camarines y baños quedan ocultos bajo el escenario, para no interferir las vistas.
Además, en las cumbres aledañas de los costados de esta plaza-anfiteatro existen dos miradores de geometría circular, construidos por muros bajos en piedra, donde es posible apreciar la ciudad en todo su esplendor. El mirador norte nos conecta con la fuerza de la naturaleza, donde -en el futuro- se incorporarán dos esculturas en piedra a través de las cuales podremos observar los cerros El Plomo y Manquehue, con leyendas explicativas en un marco educativo para el visitante. En contrapunto, el mirador sur evidencia la modernidad, con la presencia de las torres del barrio El Golf. La propuesta es crear un ambiente interior generado por la plantación de una arboleda vertical.
maqueta pza esculturas
MIRADOR DEL EMBALSE ANCOA LINARES AUTORES: Carlos Martner, Trabajo en piedra Cecilia Martner, Trabajo en Vidrio MANDANTE: Dirección de Riego del Ministerio de Obras Públicas DESTINO: lugar de estar y mirador público hacia el lago del embalse Ancoa. UBICACIÓN: El embalse se encuentra a 32 km al oriente de Linares. SUPERFICIE APROXIMADA CONSTRUÍDA: 2.000 m2 MATERIALIDAD: Piedra del lugar en los muros: Diferentes tipos de rocas, piedras AÑO DE CONSTRUCCIÓN: 2012 – 2013
La Dirección de riego del MOP está empeñada desde hace años en la construcción de una serie de embalses para retener aguas de la precordillera con el objeto de distribuirlas en las épocas de ausencia de lluvias y así mejorar la productividad agrícola de esos valles. Este embalse tiene un ancho de 340 metros y una altura total de 126 metros. El proyecto consiste en diseñar la coronación de dicho embalse a los efectos de servir de mirador y espacio para realizar la mantención del embalse. Está conformado por un plano horizontal que limita por un costado con la pared vertical de 126 metros y del otro un plano de agua que se extiende hasta 4 kms hacia la cordillera. Los tótems se van conformando con muros de piedra que van dando la escala humana al lugar. En cada extremo de este plano horizontal se encuentran dos tótems de piedra con motivos en piedra e incrustaciones de vidrio de colores. En el costado norte la figura de un cóndor andino y del costado sur el belloto del sur.
PLAZA ERCILLA LOS VILOS AUTORES: Carlos Martner, Humberto Eliash Arquitectos MANDANTE: Municipalidad de Los Vilos DESTINO: Lugare de Estar y Mirador público UBICACIÓN: Plaza en calles Galvarino y Costanera, Los Vilos SUPERFICIE CONSTRUIDA: 2.000 m2 aproximados MATERIALIDAD: Piedra del lugar en los muros, diferentes tipos de rocas, piedras ESCULTURAS: Federico Assler AÑO DE CONSTRUCCIÓN: 2010 – 2011
Esta plaza surge del encargo de Jorge Colvin y su propuesta urbanacultural para revitalizar este punto de la ciudad de Los Vilos. El año 1997 el arquitecto y escultor Jorge Colvin y el paisajista Fernando de Castro inician la remodelación de un galpón ferroviario abandonado para convertirlo en un centro cultural que abre en 2001. Primero convierten el galpón en una galería de arte, luego incorporan un jardín de plantas y un café. Así nace El Bodegón cultural de Los Vilos. Posteriormente construyen un taller de cerámica para capacitar artesanos locales que realizan cerámicas basadas en la iconografía y
los materiales de la zona. Cuando el proyecto alcanza su madurez deciden intervenir el espacio público y realizan una propuesta de revitalizar el borde costero de esa zona. El año 2007 invitan al escultor Federico Assler a realizar una estadía en El Bodegón de Los Vilos y realiza el proyecto de una escultura de hormigón armado. En ese momento Colvin invita a los arquitectos Carlos Martner y Humberto Eliash a realizar un proyecto para remodelar la plaza Ercilla que remata el tejido urbano del centro. Un año antes Carlos Martner había expuesto sus pinturas y acuarelas en el mismo centro cultural. La idea del proyecto es configurar una diagonal de cerro a mar que remata en la escultura de Assler. Al mismo tiempo se concentra la vegetación en los bordes y se crea un vacío central de pavimento duro que acompaña la tensión de la diagonal hacia el mar. El proyecto sufrió modificaciones en su proceso de desarrollo y ejecución pero se mantiene la idea original del plano diagonal que remata en el borde costero.
PROYECTO CERRO BLANCO SANTIAGO DISEÑO DE TRAZADOS: Carlos Martner y Humberto Eliash COLABORADORES: Alain Champion, Dyann Kramm, Camilo Cruz y Dante Sepúlveda MANDANTE:Parque Metropolitano de Santiago (Serviu -Minvu) UBICACIÓN: Av Recoleta entre Santos Dumont y Olivos, Comuna Recoleta SUPERFICIE INTERVENCION: 80 hectáreas AÑO DE PROYECTO: 2005 AQUITECTO PAISAJISTA: Gabriela Bluhm
CIUDAD PARQUE BICENTENARIO DISEÑO DE TRAZADOS: Carlos Martner, arquitecto. MANEJO VEGETAL: Ana Peyrelongue Villanueva. UBICACIÓN: condominio “Valle de los naranjos”, Curacaví. SUPERFICIE APROXIMADA DEL TERRENO: 1,2 hectáreas. ESCULTURAS: Ernesto Ortiz, María Martner y Cecilia Martner. AÑO DE CONSTRUCCIÓN: 1990 – 2013.
DIÁLOGOS ENTRE ARQUITECTURA Y ESCULTURA La arquitectura es la ordenación de la luz; la escultura es el juego de la luz (Antonio Gaudí) Por Ernesto (Tito) Ortiz En Chile son pocos los ejemplos donde las intervenciones escultóricas se integran y dialogan con el lugar y su entorno. Generalmente se instalan o ubican sin ningún sentido, desconociendo la espacialidad y escala del lugar. Con algunas excepciones como Federico Assler y Mario Irarrázaval, los escultores chilenos son más creadores de objetos que de espacios. A nivel internacional tampoco es muy frecuente esa búsqueda. Hay que buscar en el español Eduardo Chillida o el norteamericano Richard Serra y también algunas acciones de “land art” las aproximaciones a este compromiso entre escultura y espacio arquitectónico. Carlos Martner por su formación de arquitecto muy cercano al paisaje y por su dilatada trayectoria en torno a la naturaleza, es el mejor ejemplo donde sus propuestas escultóricas forman parte integral del diseño arquitectónico. Una de sus primeras intervenciones fue justamente en la Facultad de arquitectura en Cerrillos donde crea un espacio de estar al aire libre en conjunto con Federico Assler quien por entonces comienza a experimentar con los conceptos de figura y fondo – lleno y vacío - positivo y negativo en formas hechas con hormigón armado. En este caso el mejor ejemplo, es la escultura desarrollada en la Plaza Mirador Pablo Neruda en el Parque Metropolitano y en las próximas a realizarse en el mismo lugar. En su concepción,
se consideró como un factor importante al diseño, ingresar al conjunto espacial a través de las esculturas. La escultura está formada por tres elementos separados, construidos en fierro oxidado y que por su distribución, permiten una observación espacial muy rica y variada dependiendo de la ubicación del observador, ya sea desde la entrada a la plaza o desde el interior del escenario. El material escogido y su acabado oxidado dialogan felizmente con la nobleza de los muros de piedra en color y textura. Siguiendo la misma línea hay dos propuestas en el Mirador Lateral Norte, que por su ubicación y orientación ofrece una excelente vista al Valle de Santiago. En estos casos cumplen un rol más funcional. Una de las propuestas está focalizada hacia el Cerro El Plomo en la Cordillera de Los Andes lugar donde se encontró la Momia del Plomo, según la historia una princesita Inca que fue enterrada en ese lugar. La escultura estará confeccionada en piedra similar a los muretes existentes en el lugar, semejando dos grandes rocas con una abertura que focaliza el lugar exacto donde fue encontrada la princesita. La otra escultura sigue la misma línea en cuanto a la materialidad y volumetría. En este caso apunta al Cerro Manquehue, hito destacable en el Valle de Santiago. Otra escultura notable por su envergadura y formato es la instalada en el Parque Violeta Parra en el acceso Poniente. En este caso está formada por dos elementos paralelos de 7.00 mts. de altura confeccionada en fierro laminado y patinado. Una característica fundamental en la obra de Carlos Martner es la delicada selección de los
materiales y su forma de integrarlos al diseño arquitectónico. Su forma lúdica y fresca de manejar la nobleza de la materia le da un sello particular. Otra característica que llama la atención es que sus esculturas parecen edificios sin función y su arquitectura parece escultura con programa funcional. En el caso de sus actuaciones en la coronación de los Embalses Puclaro, Vallenar y Ancoa, también se produce una integración con una obra de ingeniería a escala geográfica. Estas características están presentes en los proyectos y obras que se muestran en este libro y que esperamos constituya un aporte entre quienes están interesados en la integración de las artes.
PROYECTO PLAZA CAUPOLICAN SANTIAGO DISEÑO DE TRAZADOS: Carlos Martner y Humberto Eliash COLABORADORES: Dyann Kramm, Camilo Cruz y Dante Sepúlveda MANDANTE:Parque Metropolitano de Santiago (Serviu -Minvu) UBICACIÓN: Av Recoleta entre Santos Dumont y Olivos, Comuna Recoleta SUPERFICIE INTERVENCION: 1.700 m2 AÑO DE PROYECTO: 2005 AQUITECTO PAISAJISTA: Gabriela Bluhm
La Plaza Caupolicán ubicada en el Parque Metropolitano de Santiago, corresponde al sector de ingreso al parque por Av. Pío Nono, donde se interviene una superficie neta de 1.700 m2 aprox de paisajismo con especies vegetales. El proyecto de paisajismo complementa la remodelación de la plaza existente propuesta por Arquitectura, con el objetivo de ordenar funcionalmente las diversas actividades que se dan en ella, priorizando la claridad de los accesos y la expedita evacuación de ella en caso de una posible emergencia, ya que actualmente acceden a ella diariamente una cantidad importante de habitantes que ingresan al zoológico (peatones) y al resto del parque (automóviles y personas que realizan caminatas). La propuesta arquitectónica también da respuesta al ordenamiento de una proliferación de quioscos individuales que satura el espacio, para reubicarlos en línea en una situación semi-enterrada en la ladera del cerro. La plaza se desarrolla en varios niveles, dado que se ubica sobre una ladera del cerro San Cristóbal, con fuerte pendiente, lo que obliga a desarrollar plataformas, rampas y escalas para acceder a los diferentes planos, siendo el más alto el acceso al zoológico. El ordenamiento espacial da origen a un eje visual-funcional que parte desde la intersección de las calles Pío Nono y Domínica, que se inicia con una nueva pileta con chorros de agua en la plataforma baja de acceso y sube hasta una terraza con una pileta existente que ofrece una nueva función de descanso a nivel intermedio. El eje visual remata en la ladera natural del cerro. Paisajísticamente, la selección vegetal es funcional a las intenciones de la propuesta de arquitectura por un lado y con la continuidad de la impronta vegetal existente, es decir, un espacio umbrío, que acoge al numeroso público que, viniendo principalmente por Pío Nono bajo un túnel de plátanos orientales maduros, disfruta de esta plaza bajo la sombra de árboles añosos. Observando el entorno inmediato y cercano a la plaza, abundan Ceibos, Jacarandas y Buganvillas, todo de intenso color estacional, por lo tanto, son estas especies las continuadoras de la memoria colectiva. Por otro
lado, hacia lo alto y bordes del cerro, las especies se van uniendo con aquellas principalmente nativas, como Quillay, Patagua, Maitén. Para poner en valor la pileta de acceso con sus chorros, se ha tomado la decisión de trasladar el árbol existente en ese punto, como lo es la Lagunaria patersonii, y trasladarla hacia un espacio detrás de los quioscos al costado del funicular, en un sector de cubresuelos. Esta nueva ubicación obedece a que ese lugar lateral es poco demandado y así podría no afectar a las personas que deambulen bajo él, ya que los pelillos de sus frutos producen urticaria (el nombre común en España es pica-pica). Sin embargo, por ser un árbol bastante único en el país, es que se propone rescatarlo, pero en una ubicación a trasmano del uso intenso. Por ser de una estatura considerable, se requerirá del profesionalismo de una empresa dedicada al traslado de árboles especiales. Otro aspecto considerado en la selección vegetal es el uso de enredaderas de flores (Lantana, Plumbago, Bignonia rosada) que abundan en el sector y continuar con especies arbustivas existentes en la plaza actual, desde donde se podrán extraer y reubicar (Abelia, Corona del poeta, Mahonia, Mirto, Aloe, Gramíneas). Para efectos del presupuesto oficial se valorizaron como ejemplares nuevos, sin embargo, según las medidas de resguardo de lo vegetal que se tomen al iniciar las obras civiles, podrán ser utilizadas según diseño, sólo con costo de mano de obra. Siendo que hay un sector bastante consolidado de estrata arbustiva con cubresuelos en el sector alto y poniente, las especies podrán ser reutilizadas. Para efectos del presupuesto, se añadió un item correspondiente a 6 cubresuelos / m2, para reforzar lo existente (ver PPTO y plano 02). En lo que se refiere a los Aloes, Fosforitos, ubicados principalmente en el vértice superior, estos podrán ser champeados, separados por hijuelos y ser reubicados.
JARDINES PARCELA 129 COMUNIDAD “VALLE LOS NARANJOS” CURACAVÍ DISEÑO DE TRAZADOS: Carlos Martner, arquitecto. MANEJO VEGETAL: Ana Peyrelongue Villanueva. UBICACIÓN: condominio “Valle de los naranjos”, Curacaví. SUPERFICIE APROXIMADA DEL TERRENO: 1,2 hectáreas. ESCULTURAS: Ernesto Ortiz, María Martner y Cecilia Martner. AÑO DE CONSTRUCCIÓN: 1990 – 2013.
Al lugar llegaron hace 23 años. Carlos fue construyendo la casa de a poco y Ana, su esposa, fue armando el jardín y sus alrededores. De la flora original ya casi nada queda: un incendio estival arrasó con árboles y arbustos, obligando a un nuevo inicio. En las cercanías de la casa, Ana plantó arbustos florales, más distanciados árboles frutales; y en las quebradas, flora nativa. El terreno se emplaza en un pequeño lomaje en cuya parte superior se sitúa la casa, dominando el paisaje. Los senderos se van desprendiendo a partir de esta cima. Bajando hacia el norte, el sendero principal nos lleva a una gran plataforma-mirador donde se sitúa la piscina, con una imponente presencia del litre. Rodeada originalmente de césped, ahora tiene pavimentos que son verdaderas alfombras de piedra, con distintos sentidos, dimensiones y coloridos. Destaca en este lugar una escultura de María Martner: un caballo de piedra que forma el rebalse de la piscina, en conjunto con un pequeño muro de respaldo construido con piedras de la misma zona. Aquí cada elemento encuentra su lugar. El jardín está lleno de misterios y sucesos: se abren ventanas en búsquedas de perspectivas, que nos conectan con el paisaje lejano. En lo inmediato, presenciamos efectos ópticos a través de las esculturas, descubrimos variadas texturas en los pavimentos, y habitamos el esculpir la tierra para contenernos.
La última intervención corresponde a la que, originalmente, iba a ser el nuevo estudio y que fue sorprendido por el terremoto de 2010, cuando se encontraba a medio construir: los muros de adobe se derrumbaron parcialmente; pero sus ruinas develaron al genio del artista la actual ágora, que reinventó con acertados diseños complementarios. La casa de Carlos Martner, manteniendo su calidez, es un lugar de experimentar, un laboratorio, de transformación, de componer los lugares al paso del tiempo en relación a lo que surja, sorteando oportunidades de creación en una constante improvisación. Se podría decir que los principios para generar los grandes proyectos también se encuentran en este íntimo lugar: conquistar el terreno, aprovechar sus cualidades, trabajar con los materiales del lugar - aquí todo es material: ramas, tierra, piedra -, dejar que se expresen los ciclos de la naturaleza e integrar artes: esculturas, murales, pinturas, poesía, arquitectura y arquitectura del paisaje.
MUSEO DE LAS CARACOLAS CANTALAO AUTORES: Carlos Martner y Humberto ELiash MANDANTE; Autoencargo UBICACIÓN: sector Cantalao entre Isla negra y Punta de Tralca SUPERFICIE : 500 m2 ESCULTURAS: Ernesto Ortiz, María Martner y Cecilia Martner. AÑO DE CONSTRUCCIÓN: 2013 - 2014
Este proyecto nace por propia iniciativa de Humberto Eliash y Carlos Martner atendiendo a la necesidad de exponer la colección de cerca de 10.000 caracolas que Neruda donó a la Universidad de Chile y que las tiene ordenadas y clasificadas pero que actualmente no se exhiben públicamente. Por otra parte la Fundación Neruda tiene un terreno en el lugar llamado Cantalao donde Neruda pensaba hacer un barrio para artistas residentes latinoamericanos en las áreas de literatura, música y artes visuales, para hacer estadías creativas de artistas jóvenes en ese lugar. Dicho proyecto lo realizó Martner con el arquitecto Raúl Bulnes mientras Neruda vivía pero por diversos motivos nunca llegó a concretarse. Posteriormente se han instalado varias esculturas pero ningún proyecto de arquitectura se ha llevado a cabo en el lugar. Nuestra idea es que hacer un convenio de cooperación entre la Universidad de Chile (quien presta la colección) y la Fundación Neruda (quien es propietaria del sitio) para que en conjunto concreten un museo en la costa para alojar y exhibir la totalidad de la colección de caracolas. El edificio sería el primer museo sub acuático de Chile pues estaría debajo del mar frente a los roqueríos de Cantalao. Se baja por rampas desde la superficie donde actualmente están las esculturas y un pequeño estudio del poeta. En la parte superior del predio que es plana estarán ubicados los estacionamientos. El museo propiamente tal estaría enterrado en los roqueríos del fondo del mar cercano a la orilla. Su acceso se haría por rampas de piedra sobre la ladera del roquerío hasta llegar a una pequeña una torre donde se ubica una escalera y un ascensor para personas con movilidad reducida. Es edificio es de hormigón armado revestido en piedra del lugar formando gruesas paredes que de tanto en tanto cuenta con unas aberturas con vidrios de
seguridad desde las cuales se pueden ver la fauna del fondo marino iluminado desde el interior. Afuera: la naturaleza agreste, la vida, el agua, el peligro. Adentro: el espacio humanizado del museo, la seguridad y el confort. La exhibici贸n se organiza como un recorrido en forma helicoidal que va dejando diversos espacios en una estructura para montar la exposici贸n principal y las exposiciones temporales.
OBRAS PICTORICAS
ACUARELAS DE CARLOS MARTNER “La acuarela se presenta como una paradoja: es un fluido fijado, es el agua que deja fluir… alimenta de ese modo la metáfora de todo arte” (Margarita Schultz) por Lea Kleiner En la época que fuimos estudiantes, cuando nos conocimos con Carlos en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Chile, los programas de cursos y talleres, contemplaban el estudio y ejercicio de la acuarela como un ramo entre tantos de la malla curricular. Las grandes perspectivas que ilustraban la idea de algún proyecto de arquitectura o diseño, se dibujaban a lápiz de grafito- para en seguida colorearlas con acuarela. Eran los tiempos en que no existían los medios mecánicos de reproducción ni la digitalización de imágenes que existe ahora. Algunos adquirimos en esa época el gusto por la pintura con agua, y hemos sido sus cultores. La acuarela acompaña la obra de Carlos, desarrollada tanto en Chile como en México. Usa el agua, como un fluido fijado, es el agua que deja de fluir, esa es la paradoja. En todos los formatos del soporte que es muy variable, desde los más pequeños hasta los más grandes, papeles hechos a mano más finos, más gruesos, expresa la inmensidad de los paisajes que lo rodean en su cotidiano y que son la preocupación de su arquitectura. La relación entre el tamaño a pintar, la velocidad del trazo y lo fugaz del momento genera una consecuencia en lo técnico y lo conceptual. Por un lado, deja a la pintura “expresarse“ a sí misma, lo que implica un respeto por las propiedades naturales del pigmento húmedo. El trabajar lo húmedo sobre lo húmedo, agua con pigmento sobre papel mojado, implica no tener tantas expectativas en los resultados y tratar solamente con lo que ocurre en el momento. Saber parar en el momento justo y definir la obra culminada,
esa es la sabiduría del quehacer de un acuarelista como Carlos. Sabiduría que requiere de una concentración afinada, que no es producto de la casualidad, como podría suponerse, que requiere de un entrenamiento. Ese mismo entrenamiento Carlos lo pone al servicio de una voluntad para encontrar nuevas formas de expresión con la acuarela, experimentar, y crear para transmitir con la excelencia de su gesto, - con manchas y colores-, sus sensaciones y sentimientos más profundos.
Título: Carlos Martner: La humanización del paisaje Editor y coautor: Humberto Eliash Diaz Autores: Ernesto Ortiz, Alejandra Rosati, Lea Kleiner, Humberto Eliash Prólogo: Leopoldo Prat Diseño: Dyann Kramm Fotografías Julio Cabello, Catalina Harrison, Alejandro Eliash,
CURRÍCULOS AUTORES Y COLABORADORES Carlos Martner es arquitecto y pintor chileno (graduado en 1947) Universidad de Chile. Es autor de las piscinas Tupahue y Antilén del Parque Metropolitano de Santiago. Ha diseñado parques y edificios en Chile y México donde vivió 15 años. Ha sido profesor de taller en la UAM de México y en las Universidades de Chile, Central y UTEM. Humberto Eliash es arquitecto chileno (graduado en 1975) y profesor titular Universidad de Chile. En su labor profesional destacan edificios y espacios de uso público tales como Colegios, Universidades además de Vivienda colectiva, Oficinas y Reciclaje de obras patrimoniales. Actualmente dicta clases de taller de titulación y es vicedecano de la FAU de la Universidad de Chile. Leopoldo Prat es arquitecto chileno (graduado en 1970) y profesor titular Universidad de Chile. Cuenta con una dilatada labor profesional donde se destacan edificios y espacios de uso público tales como aeropuertos, municipalidades, hospitales, cárceles además de vivienda colectiva y oficinas. Actualmente dicta clases de taller de licenciatura y es decano de la FAU de la Universidad de Chile. Lea Kleiner es pintora de acuarelas, grabadora y fotógrafa nacida en Yugoslavia pero radicada en Chile (graduada en 1950) profesora de Artes Universidad de Chile. Formó parte del Taller 99 de Nemesio Antúnez y estudio fotografía con Bob Borowitz. Ha expuesto en Chile y el extranjero y ha recibido innumerables premios. Ernesto Ortiz Tito Ortiz es diseñador chileno (graduado en 1969) y ha ejercido la docencia en las Universidades de Chile, Nacional de Panamá y Central de Chile. Se inicia como escultor el año 1977 y desde entonces ha expuesto individualmente en diferentes países. Ha recibidos premios y cuenta con 14 esculturas en el Espacio Público en Santiago.
Alejandra Rosati es arquitecta titulad en la U. de Chile con postítulo en Arquitectura del Paisaje U. de Chile. Profesora Universitaria y socia fundadora de ACHIPPA Asociación Chilena de Profesionales del Paisaje AG. y presidenta durante el período 2008-2012. Cuenta con 15 años de experiencia profesional en proyectos urbanos y de paisaje en el espacio público. Julio Cabello es fotógrafo profesional Miembro de FOTOP, Asociación de Fotógrafos Publicitarios de Chile, desde 1986. Egresado de Arquitectura de la Universidad de Chile en 1973. Hoy está dedicado exclusivamente a la fotografía digital y post producción en los campos de la arquitectura, gastronomía, industrial y retrato. Catalina Harrison es arquitecta chilena (Universidad Central, 2009) quien se ha desempeñado profesionalmente en distintas oficinas tales como: Kohn, Pedersen & Fox en Nueva York, Eliash Arquitectura y Urbanismo, Fundación Un Techo para Chile y Fundación Integra. Alejandro Eliash es arquitecto chileno (Universidad Central, 2007) Ha desarrollado su labor en Marsino Arquitectos, Programa de recuperación de barrios MINVU y Cámara Chilena de la Construcción. Cecilia Martner es artista chilena (Universidad de Mexico). Se ha dedicado principalmente al trabajo en vidrio realizando murales y artesanía de objetos. Dyann Kramm, arquitecta Universidad de Chile y diseñadora autodidacta, Arquitecta socia en Pulso Arquitectura, trabajo en Eliash arquitectos, Marsino arquitectos y ABWB arquitectos.