Identidad Cultural en la Frontera

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Identidad cultural en la frontera Matamoros - Tamaulipas Marcelo Suรกrez Murillo


Primera edición, 2017. ISBN: 978-607-97476-1-9 Título: Identidad cultural en la frontera Autor: Marcelo Suárez Murillo Ilustrador: Johan Manuel Pérez Peraza Diseñador y Maquetador: Humberto Rivera Sánchez Medidas: 21.5 x 14 cm 216 pp. Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio, sin la autorización por escrito del titular de los derechos correspondientes. Impreso en México / Printed in Mexico © Suena México Suena S.A. de C.V.


Contenido Presentación.................................................................7 Capítulo 1. Panorama sociodemográfico............. 15 Tamaulipas..........................................................16 Panorama demográfico.....................................16 Panorama social y económico...........................25 Municipios............................................................40 Regiones...............................................................42 Matamoros..........................................................55 Panorama demográfico.....................................56 Panorama social y económico...........................66 Capítulo 2. Reseña histórica................................. 69 Tamaulipas..........................................................70 Época antigua......................................................70 Época colonial......................................................76 Siglo XIX................................................................84 Siglo XX.................................................................87


Matamoros..........................................................93 Época antigua......................................................94 Época colonial......................................................98 Siglo XIX..............................................................103 Siglo XX...............................................................108 Capítulo 3. La cultura.......................................... 113 Tamaulipas........................................................113 Patrimonio cultural tamaulipeco....................114 Infraestructura cultural....................................132 Matamoros........................................................137 Patrimonio cultural de Matamoros.................138 Infraestructura cultural....................................143 Capítulo 4. La frontera norte.............................. 153 La frontera........................................................154 Frontera México-Estados Unidos: una realidad cultural.......................................................................166 Matamoros y Brownsville................................193 Entre economía y cultura.................................194 Ciudades hermanas..........................................206 Fuentes consultadas................................................218


Presentación

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atamoros es una de las ciudades con mayor crecimiento económico en todo México. Esta economía se basa mayormente en el comercio internacional con los Estados Unidos. La ciudad cuenta con un desarrollo industrial considerable debido a la presencia de grandes maquiladoras y de importantes compañías automotrices. La agricultura también es una base importante de la economía dentro del municipio, ya que posee una de las zonas de irrigación más grandes del norte de México. Asimismo, es el segundo municipio más grande y poblado del estado de Tamaulipas, al contarse como la trigésima novena ciudad más grande de México y p ­ ertenecer a la tercera zona

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metropolitana más grande de Tamaulipas, sólo detrás de Reynosa y Tampico. Dentro de esta región fronteriza ha surgido un proceso cultural guiado por la migración, la delimitación de los espacios por la frontera, la urbanización, la industrialización y la consolidación de una cultura fronteriza. No obstante, al momento de hablar de cultura en la frontera, nos referimos a una particular forma de vida social dentro de la cual resaltan una multiplicidad de contrastes, problemas, retos, oportunidades, encuentros, diferencias de actitudes y percepciones entre los grupos sociales que comparten esta frontera común, entre Matamoros, Tamaulipas, y Brownsville, Texas, es decir, de manera más general y objetiva, entre México y Estados Unidos. En este sentido, el término frontera delimita un complejo espacio-temporal de convivencia e interacción social entre seres humanos con culturas distintas, que en determinado momento, debido a su cercanía y a sus vínculos sociales intercambian, fusionan, combinan o rechazan un cúmulo de símbolos que a lo largo del tiempo le van otorgando significado a formas culturales que caracterizan la región. Sin embargo, dicho concepto contiene gran cantidad de connotaciones desde un ámbito

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cultural e histórico. Así, la frontera de México con Estados Unidos también evoca, en el imaginario colectivo, la proximidad, “la tierra de las oportunidades”; lo que atrae a miles de migrantes a la región en busca de mejores oportunidades y condiciones de vida. Además, la ciudad fronteriza, enmarcada dentro de este imaginario social, suele ser ubicada como una ciudad donde permea un estado de emergencia y un ambiente de inseguridad y violencia, que ha caracterizado a un buen número de ciudades fronterizas mexicanas. Uno de los métodos más eficaces para dar a conocer al mundo este cúmulo de contrastes y de entender mejor las dinámicas sociales ocurridas en esta región fronteriza, es a través de la producción artística, la cual sirve además para expresar el conflicto en las identidades nacionales y culturales, así como los problemas sociales y económicos de la región. El libro Identidad cultural en la frontera se propone contribuir a la promoción de la historia y la cultura de Tamaulipas y Matamoros, así como presentar, someramente, temas contemporáneos centrales de la región, tales como el desarrollo, la migración, la pluriculturalidad fronteriza y la dinámica económica y diplomática de las ciudades hermanas de Matamoros y Brownsville.

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Así pues, el contenido de la obra se organiza en cuatro capítulos: el primero tiene como finalidad mostrar información general del estado de Tamaulipas y del municipio de Matamoros, información relativa a su situación geográfica, recursos naturales, indicadores económicos, sociales y de infraestructura productiva, que permitan contar con un panorama local y su situación con respecto a su entorno regional. El capítulo siguiente aborda un recorrido por la historia de Tamaulipas y de Matamoros en las diferentes etapas de trascendencia para México. Su intención es fortalecer la identidad local y estatal en un contexto nacional. El capítulo tercero presenta las generalidades de la riqueza cultural y artística del estado y del municipio, en sus diferentes y más significativas expresiones, así como sitios de importancia histórica y cultural, que constituyen un patrimonio que debe ser difundido y apreciado. El último capítulo tiene como finalidad referirse a diversos estudios relativos a la conceptualización de la frontera, la frontera norte, las dinámicas de las franjas fronterizas y la relación Matamoros-Brownsville. De acuerdo con lo anterior, la presente publicación Identidad cultural en la frontera tiene los siguientes objetivos:

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• Difundir los valores culturales que dan identidad a Tamaulipas y a Matamoros. • Apoyar en la divulgación de la historia regional, la cultura y tradiciones populares. • Colaborar en la promoción del patrimonio cultural tangible e intangible del estado de Tamaulipas y del municipio de Matamoros. La monografía presentada integra el valioso aporte histórico de Octavio Herrera Pérez, Arturo Zárate Ruiz, Juan Fidel Zorrilla y José Raúl Canseco Botello, estudiosos de la historia de Tamaulipas y Matamoros. Asimismo, en relación con los temas de la frontera norte, la presente publicación toma como base los aportes de investigadores como Xavier Oliveras González (en el caso de la relación Matamoros-Brownsville), así como Gilberto Giménez, Jorge Eduardo Brenna y Víctor Aurelio Zúñiga. Esta obra está dirigida principalmente ­a la juventud matamorense, pero también a los interesados en la historia, la cultura y la complejidad propia de esta importante región fronteriza de nuestro país.

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El rĂ­o Bravo entre Matamoros y Brownsville.


CapĂ­tulo 1


Panorama sociodemogrรกfico Tamaulipas


Panorama demográfico

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l estado de Tamaulipas está inserto en una región que por su ubicación geopolítica es una de las de más alto desarrollo en el país. Tiene una gran extensión fronteriza con los Estados Unidos y uno de los principales puertos marítimos industriales, desde donde se realizan actividades de importación y exportación. Esto explica la expansión de sus áreas de oportunidad, particularmente las localizadas en los municipios de Reynosa, Matamoros, Nuevo Laredo y Altamira. La densidad estatal es de 34 h/km², sin embargo, debido a que el 87% de la población tamaulipeca radica en centros urbanos, cuatro municipios concentran el 55% de los habitantes del estado. Reynosa, entidad fronteriza con los Estados Unidos de América, concentra el 17.4% de la población del estado; en Matamoros radica el 15.2%, en Nuevo Laredo el 12% y en el puerto de Tampico el 10%. La población está conformada en un 55% por menores de 30 años, en una proporción casi equivalente entre hombres y mujeres. Ambos comparten una esperanza de vida de 77 años en promedio. El grupo mayoritario de la pirámide

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Tamaulipecos.

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poblacional corresponde a los niños de hasta 6 años. El grupo de 15 a 64 años concentra el 65.4% de la población estatal y, finalmente, el grupo de 65 años y más muestra ya los efectos de la mayor esperanza de vida y el impacto de la transición demográfica en su conjunto, representando el 6.1% de la población estatal. El nivel de educación es superior al promedio nacional ya que solo el 5% de la población mayor de 15 años es analfabeta, el 11% terminó la educación profesional, y el grado promedio de escolaridad es de 8.7 años. En cuanto a diversidad étnica, en Tamaulipas solamente el 1% de la población mayor de 5 años habla alguna lengua indígena, siendo las más habladas el náhuatl y el huasteco. La población de Tamaulipas muestra hoy profundas transformaciones que afectan su crecimiento y su estructura por edad. La disminución en la mortalidad infantil, los nuevos patrones de causa de muerte, la mayor esperanza de vida al nacer, la planificación familiar y la intensificación de las migraciones, principalmente, son responsables directos de estos cambios. El desarrollo, tal como se acepta hoy en día, es concebible siempre que este se traduzca en una mejoría del nivel de vida de las personas, el incremento de la renta per cápita de la familia, unido a mayores posibilidades de acceso a la salud, la

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educación y al bienestar en general, acompañado también por la autoestima, el respeto, la dignidad y la libertad de elección de los individuos. En Tamaulipas se prevé que la población continúe aumentando en las décadas próximas: en 2020 tendrá 3,735,589 habitantes con una tasa de crecimiento de 0.98% anual; y en 2030 llegará a 4,069,115 habitantes con un ritmo de crecimiento menor, de 0.73% anual. Este comportamiento está asociado a que el descenso de nacimientos será lento: pasará de 62,904 nacimientos en 2010 a 62,365 en 2020 y a 61,936 en 2030. La entidad tendrá una reducción de la natalidad y, por tanto, de la población joven futura, siendo que las personas menores de 15 años pasarán de 28.5% en 2010 a 24.8% en 2020 y a 22.3% en 2030. Asimismo, la entidad contará con un porcentaje importante de personas en edad productiva (15 a 64 años) que durante el periodo seguirá en aumento y pasará de 65.4% en 2010 a 67.4% en 2020 y a 67.1% en 2030. Es importante destacar que el envejecimiento poblacional es una realidad que se hace presente en la entidad. El descenso en los niveles de natalidad, el aumento en la esperanza de vida y la pérdida de preponderancia de los grupos jóvenes, son indicadores de este proceso paulatino e inevitable.

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Estampa tamaulipeca.


Sin embargo, en el corto y mediano plazo, este cambio viene acompañado, por un lado, del incremento de enfermedades y afectaciones que inciden en las probabilidades de sufrir limitaciones en la capacidad funcional para la ­realización de actividades vitales en la sociedad; y, por otro lado, de un crecimiento en la demanda de servicios y trabajo de determinados grupos de la población, principalmente impulsado por la entrada de un significativo contingente de adolescentes y jóvenes a las edades típicamente productivas. Ahora bien, la autonomía de elegir dónde vivir y cuándo cambiar de lugar de residencia, es una de las libertades más preciadas; por ello la posibilidad de emprender una nueva vida en un lugar diferente, adquiriendo una mejoría en oportunidades de trabajo, educación, calidad de vida, desarrollo personal y profesional han motivado en la actualidad los movimientos migratorios. Los cambios de residencia de la población han estado presentes en la historia de nuestro país como motor del desarrollo económico y social, convirtiendo a la migración en un factor nada desdeñable de la estructura por edad y sexo de algunos estados. Sin embargo, el rápido crecimiento urbano propicia la formación a veces desordenada de zonas habitacionales y el aumento apremiante

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de espacios laborales. Asimismo, está presente la necesidad de dotar de servicios a los pequeños núcleos poblacionales que se encuentran dispersos en las áreas rurales y semirrurales. La importancia de la migración interna para Tamaulipas ha implicado menores ganancias demográficas, al comparar la dinámica del crecimiento natural de la población (nacimientos y defunciones) con el crecimiento social o migratorio en la entidad. A finales del siglo XX el número de personas que nacieron superó a los inmigrantes (58,800 y 33,200, respectivamente) y las defunciones registradas fueron en volumen menor a la de los emigrantes (11,500 respecto a 22,000). Este hecho muestra que el crecimiento natural (nacimientos menos defunciones) es el responsable del aumento de la población del estado. No obstante, dada la situación geográfica colindante de Tamaulipas con los Estados Unidos, ha propiciado que en la actualidad existan procesos de migración e inmigración, por lo que las ciudades, sobre todo las situadas en la ­frontera, constituyan una muestra de la dinámica p ­ oblacional de acoplamiento e integración de valores, m ­ atices y costumbres culturales traídos por personas y familias procedentes de otros estados del país.

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Se calcula que anualmente 32,665 habitantes de Tamaulipas salen de la entidad para vivir en Estados Unidos. Esto significa que 12 de cada 1,000 personas emigran, cantidad que casi alcanza el promedio nacional de 16 de cada 1,000.

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Panorama social y económico

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l número de habitantes que tiene una población determina si esta es rural o urbana. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (inegi), una población se considera rural cuando tiene menos de 2,500 habitantes, mientras que la urbana es aquella donde viven más de 2,500 personas. Debido a la constante migración del campo a las ciudades, el número de habitantes de localidades urbanas ha ido en aumento. En 1950, poco menos de 43% de la población en México vivía en localidades urbanas; para el 2015, esta cifra aumentó a casi 76%. El porcentaje de personas que habitan en comunidades rurales ha disminuido. En 1950, representaba poco más del 57% del total de la población del país; en el 2015, esta cifra disminuyó hasta ubicarse en casi 24%. Por otra parte, uno de los retos educativos en Tamaulipas es aplicar una política acorde a la situación sociodemográfica de la entidad. Existe una estrecha relación entre crecimiento poblacional, demanda educativa y requerimientos de inversión, infraestructura y fuerza laboral calificada.

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Esta expansión ha generado un fenómeno de crecimiento de la población más allá de las previsiones basadas en la tasa de crecimiento promedio, como resultado de las migraciones de habitantes de otras entidades federativas atraídos por el crecimiento económico. En este sentido, Tamaulipas ha puesto en práctica una política educativa que considera a la educación la más alta prioridad para generar las competencias necesarias para aprovechar las oportunidades que genera su desarrollo. La demanda educativa de la entidad sufrirá cambios significativos en los próximos 30 años: se reducirá sensiblemente la demanda en educación básica y aumentará de manera considerable la demanda en educación media superior y superior. Por otra parte, Tamaulipas presenta una larga tradición de emigración de su población rural a los Estados ­Unidos. En México, la liberalización del sector agrario y la ­subsiguiente supresión de los controles de precios y erosión de los subsidios a los insumos y al crédito han contribuido a acelerar la emigración rural. Un análisis de los datos de la Encuesta Sobre Migración de la Frontera Norte de México revela, a principios del siglo XXI, un fuerte crecimiento de los trabajadores migratorios temporales

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de procedencia rural debido a una creciente incapacidad del sector agrario de proporcionar empleo estable a la población rural. Según Juan González-Anleo, la sociedad rural ha entrado en crisis en los países occidentales debido a múltiples causas, entre las que merecen destacarse las siguientes: • El uso extensivo de la tecnología en las actividades agrícolas. • El éxodo rural hacia las grandes ciudades y, en ciertos países, hacia el extranjero, aunque al mismo tiempo, y en no pocos casos, se asiste al fenómeno inverso (es decir, gente que abandona la ciudad para regresar al campo, si bien con todas las ventajas de la vida urbana). • La conciencia que va tomando el campesino de que la agricultura ya no constituye la base productiva nacional y de que su fuerza tiene desde ahora que provenir de los grupos de presión ­política de la comunidad rural que consiga formar y hacer intervenir con éxito en la política nacional. • La influencia de los medios de comunicación, que muestra a las comunidades agrarias los modos de pensar

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Los jóvenes, el corazón de México y Tamaulipas.


y de comportamiento de los conglomerados urbanos. En este contexto, adquiere enorme relevancia el proceso de globalización que tiende a una homogeneización, a escala mundial, en cuanto a patrones de conducta y valores, eliminando o difuminando las barreras que tradicionalmente separaban al mundo rural del urbano. Pero, siguiendo con González-Anleo, por debajo de los cambios citados subsiste una sociedad rural tradicional que cambia con gran lentitud y notable resistencia sus esquemas sociales. El medio rural continúa siendo predominantemente homogéneo, situación condicionada por los siguientes factores: • Una densidad poblacional baja o muy baja, lo que significa en muchas ocasiones un notable aislamiento de sus habitantes. • Escasez de servicios e infraestructura social y cultural, misma que tiende a disminuir, debido principalmente a la toma de conciencia de los habitantes del medio rural, que aspiran a los mismos servicios de los que disfruta el mundo urbano. • Una fusión de las áreas destinadas a la vivienda, en fuerte contraste con la es-

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pecialización que caracteriza a las zonas urbanas y que inyecta mayor agilidad y dinamismo a las relaciones sociales. • Una fuerte presión del medio social sobre los habitantes, lo que se traduce en el predominio del hombre dirigido por las tradiciones y costumbres. • Su situación periférica, apartado de las decisiones esenciales que afectan a los habitantes del medio rural. • En la sociedad rural predominan las relaciones primarias, lo que en principio es una considerable fuente de ventajas: el individuo se siente arropado por el grupo y con mayor capacidad para expresarse. Otras características de la estructura social de las zonas rurales son las siguientes: • Una diferenciación social muy atenuada, debido a una ausencia considerable de los sectores secundario y terciario de la economía. • Una fuerte endogamia en el seno de la comunidad rural, lo que contribuye a una movilidad social escasa. Esta endogamia, que hoy es cada vez menor, se ha expresado en otras épocas en

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El Golfo de MĂŠxico y Tamaulipas: puerta al mundo.


variedad de ritos y costumbres que en ocasiones tienen como finalidad expresar con toda claridad la voluntad firme de la comunidad rural de intervenir en decisiones personales de sus miembros, que en la gran ciudad sería indiscutible. • México es una nación multicultural, pluriétnica y con una amplia diversidad geográfica y climática, lo que explica la heterogeneidad de las diversas regiones que lo integran. Esta disparidad da origen a asimetrías económicas, sociales y culturales. Por otra parte, el acceso a un mercado de trabajo caracterizado por salarios más elevados ha restado atractivo al mercado laboral local. Esto conduce a un vaciamiento de la población activa rural. Es por ello que los sectores más demandantes de mano de obra se tornan cada vez más dependientes del empleo de trabajadores migratorios. Como resultado, en nuestro caso, el medio rural tamaulipeco presenta la paradoja de constituir un centro receptor y expulsor de jornaleros migratorios. La emigración de población joven no es uniforme en función del género. En algunos municipios (Burgos, Gómez Farías, Palmillas, San Nicolás, Abasolo, Antiguo Morelos, Jiménez,

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Llera, Ocampo, Tula y Xicoténcatl) se da una sobre emigración masculina, y en otros (Casas, Miquihuana, Villagrán, Camargo, Guerrero) emigran más las mujeres. La pérdida de población activa del medio rural tamaulipeco se atribuye a la emigración internacional, y es contemplada como un proceso de vaciamiento de la población masculina. Los varones emigran hacia espacios más lejanos del otro lado de la frontera, y las mujeres rurales se desplazan a áreas más cercanas, es decir, las zonas urbanas tamaulipecas. Anualmente, la población de Tamaulipas crece y cambia. En cien años, de 1910 a 2010, la población creció de 200,000 a casi 3,200,000 habitantes. Existen en Tamaulipas más de 8,800 comunidades, 7,500 de ellas habitadas por menos de 50 personas. En más de 150 localidades, consideradas de baja o muy baja marginación, habita el 86% de la población tamaulipeca. En 26 municipios se concentra el 14% de la población que sufre condiciones de marginación alta y media. Tamaulipas se ubica entre los diez estados del país con mayor nivel de desarrollo humano, según el Consejo Nacional de Población, por sus indicadores de esperanza de vida al nacer, el nivel y la cobertura educativa, así como el PIB per cápita.

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En Tamaulipas se practica la agricultura de riego en más de la mitad de su territorio y en el resto de la temporal. Las zonas norte y centro son las más importantes en el rubro agrícola. Se considera a la zona agrícola del norte como una de las más tecnificadas del país. En la región centro los cultivos de maíz y naranja ocupan aproximadamente 85% del área agrícola. La mayor parte de la producción de cítricos se lleva al puerto de Tampico para su exportación a Estados Unidos y Europa. La región sureste sobresale en la producción de caña de azúcar, maíz y frijol. Por su parte, el suroeste ha adquirido relevancia por los proyectos productivos y de infraestructura. Tamaulipas ocupa el primer lugar nacional en la producción de sorgo y el segundo en maíz amarillo, destacando además en la producción de caña de azúcar. Los distritos de riego más importantes son los siguientes: • Acuña-Falcón, que riega más de 6 mil hectáreas de los municipios de Nuevo Laredo y Nuevo Guerrero. Se alimenta con las aguas de la presa Falcón. • Bajo Río Bravo, localizado entre los municipios de Matamoros y R ­ eynosa.

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Tiene una capacidad de 269 mil hectáreas. • Río Mante, es el más antiguo del estado. Es abastecido por las aguas del manantial El Nacimiento para más de 18 mil hectáreas. • Río Frío y Río Xicoténcatl, en los municipios de Gómez Farías y Xicoténcatl, beneficia a más de 25 mil hectáreas y son muy importantes para la producción de caña de azúcar. • Soto la Marina, que incluye la presa Vicente Guerrero que riega más de 37 mil hectáreas. La ganadería es de gran importancia en el estado desde que la mayoría de los primeros colonos del Nuevo Santander se dedicaron a actividades ganaderas en sus lugares de origen. Desde los siglos XVII y XVIII existen antecedentes de pastoreo en el entonces Costa del Seno Mexicano. De hecho fue la principal actividad económica en la colonia del Nuevo Santander. Actualmente en las regiones centro y norte la ganadería es extensiva, mientras que es intensiva en el sur. El ganado bovino es el más importante y se cría principalmente en los municipios de Soto la Marina, San Fernando, Aldama, Reynosa y

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San Carlos; le siguen el porcino, ovino y caprino en los municipios de Reynosa, Río Bravo, San Fernando, Matamoros, Hidalgo, Jaumave y Güémez, principalmente. En este sentido, Tamaulipas es de los estados más importantes en la producción de ganado caprino y bovino. En cuanto a la pesca, Tamaulipas cuenta con más de 420 kilómetros de litoral en el que abundan especies como el camarón, el ostión y el huachinango. El puerto de Tampico es el principal centro pesquero y donde se han hecho grandes inversiones para reforzar y modernizar la flota camaronera. Otra zona pesquera importante es la de La Laguna Madre, en la cual se capturan principalmente jaiba, ostión camarón, lisa y trucha. Los principales puertos pesqueros son El Mezquital, en Matamoros, La Pesca en Soto la Marina y el puerto de Tampico. Tamaulipas ha tenido un papel muy importante para sus entidades vecinas por sus puertos marítimos y fronterizos, como Matamoros, Tampico, Camargo y Nuevo Laredo, que a lo largo de la historia han sido protagonistas de la historia de Tamaulipas y de la región noreste del país. Tampico, en conjunto con Altamira y Madero constituye un centro interregional e interestatal que irradia hacia el norte de Veracruz, a San Luis Potosí, Monterrey y el resto de Tamaulipas.

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Matamoros, con su puerto de Bagdad, ha ocupado un lugar muy destacado en la historia comercial del noreste. Es además una ciudad cosmopolita, estratégicamente ubicada como nodo de comunicación y de comercio en todo el río Bravo. Actualmente el desarrollo maquilador, comercial, aduanero y agrícola lo convierten en punto clave para el comercio con Estados Unidos, particularmente con Texas, y con los estados mexicanos del noreste. Por su parte, Camargo durante el siglo XIX fue un punto aduanero fundamental; no obstante perdió la primacía a finales de ese siglo. Primeramente por la Guerra de Secesión de los Estados Unidos, periodo en el que Matamoros tuvo un papel muy destacado; hacia 1880 el ferrocarril se tendió en su vecino Nuevo Laredo, lo que fue un factor de desarrollo para este municipio que se conectó con Monterrey y la Ciudad de México, y por tanto se convirtió en el principal punto fronterizo del norte del país.

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Municipios

L

os nombres actuales de los municipios tamaulipecos están íntimamente relacionados con la historia del estado. Algunos conservan el nombre que le fue dado cuando se fundó al instaurarse la Colonia del Nuevo Santander y tomaron el nombre de esa provincia española: Altamira, Burgos, Camargo, Llera, Reynosa, Soto la Marina y Laredo. Esta última lleva el nombre de Nuevo Laredo al quedar dividida su población en 1848, por el tratado de Guadalupe Hidalgo. Otros nombres se derivaron de gobernantes de la Nueva España como Cruillas y Güémez. A los municipios se les cambió el nombre por personajes del siglo XIX o XX, tanto de la Independencia como de periodos posteriores como Abasolo (Santillana), Aldama (Presas del Rey), Antiguo Morelos (Congregación Baltazar), Bustamante (Real de los Infantes), Ciudad Madero (Doña Cecilia), Casas (Croix), Gómez Farías (Joya de los Indios), González (territorio del antiguo Magiscatzingo), Guerrero (Revilla), Gustavo Díaz Ordaz (San Miguel de Camargo), Hidalgo (Santo Domingo de Hoyos), Jiménez (Santander), Mainero (Potrerillos), Matamoros (Congregación del ­Refugio),

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Méndez ­(Congregación de la Laja), Miguel Alemán (San Pedro de Roma), Nuevo Morelos (Mesillas), Ocampo (Santa Bárbara), Victoria ­ (Aguayo) y Villagrán (Real de Borbón). Otros municipios conservaron sus nombres antiguos o lo recibieron de alguna referencia geográfica o histórica como Jaumave, Tampico, Tula, Río Bravo y Mante. Otros conservaron el nombre antiguo aunque cambian algunas referencias como Miquihuana, San Carlos y San Fernando.

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Regiones

E

xisten en Tamaulipas seis diferentes regiones, sin contar el litoral, cuya división se debe fundamentalmente a factores geográficos, culturales y económicos:

La Faja Fronteriza. Se localiza en el extremo norte del estado, a todo lo largo del Río Bravo, desde Laredo hasta Matamoros, con una superficie aproximada de 16,938 km² y altitudes montañosas de 180 metros sobre el nivel del mar. Comprende los municipios de Nuevo Laredo, Guerrero, Mier, Miguel Alemán, Camargo, Díaz Ordaz, Reynosa, Matamoros y Valle Hermoso. Su clima es cálido y seco, a ­ unque frecuentemente se presentan fenómenos ciclónicos y la temperatura desciende a bajos niveles en el invierno. Matamoros, Reynosa y Nuevo Laredo destacan como centros de amplia actividad financiera, turística e industrial. En la faja fronteriza operan alrededor de 260 empresas maquiladoras, básicamente en la fabricación de artículos eléctricos. Respecto a la agricultura, la región cuenta con una de las tecnologías más avanzadas del país.

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Municipios tamaulipecos fronterizos. La Faja Fronteriza.

De hecho, los municipios Miguel Alemán, Díaz Ordaz, Valle Hermoso y Río Bravo fueron creados a raíz del auge agrícola registrado entre 1950 y 1968. En la frontera existe una población superior al millón de habitantes, cuyas relaciones económico-culturales con el estado de Texas son diversas y complejas.

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El río Bravo: la línea divisoria entre Tamaulipas y Texas.


Alta del Poniente o de San Carlos. Está enclavada en las sierras de San Carlos y Cruillas dentro de los municipios de San Nicolás, el mismo San Carlos y parte de los de Cruillas y Burgos. El clima en esta demarcación es por lo general subhúmedo y templado, sobre todo en las porciones más elevadas, que alcanzan hasta 1680 metros sobre el nivel del mar. Casi toda la comarca es propicia para la cría de ganado menor; efectúan además actividades agrícolas y de ­producción de aguardiente, licor proveniente del maguey. En las municipalidades de San Nicolás y San Carlos (esta última la menos poblada del estado) se dispone de bosques maderables de pino y encino. En la actualidad se considera que la región cuenta con valiosas vetas de oro, zinc, cobre, hierro y mármol. La principal ciudad de la zona es San Carlos, misma que fue capital de la colonia del Nuevo Santander durante cuarenta y dos años, a partir de 1769. Los Llanos de San Fernando. Se hallan situados en la planicie costera de Tamaulipas, en el área de los sistemas hidrológicos del río Conchos o San Fernando, cuya cuenca tiene una superficie de 15,640 km², y del arroyo de Chorreras. Ambas corrientes desembocan en la Laguna Madre. Los municipios que alberga la región son San Fernando, Méndez y parte de

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Burgos y Cruillas, en donde predomina un clima cálido subhúmedo. Sus tierras son aptas para la siembra de temporal, sorgo, maíz y algodón, así como para la porcicultura y avicultura. San Fernando, paso obligado hacia el norte del estado, es la ciudad más importante de la región y en él convergen las carreteras provenientes de Matamoros, Reynosa y Soto La Marina. La Cuenca Central. Es la región más amplia de la entidad y forma parte de la planicie costera tamaulipeca, en la cuenca del río Soto La Marina. Ocupa aproximadamente 25,000 km² en los municipios de: Victoria, Güémez, Padilla, Hidalgo, Villagrán, Mainero, Jiménez, Soto La Marina y Casas. Hacia el este, la región se extiende hasta el litoral; su límite al oeste lo representa la Sierra Madre Oriental. El clima es cálido semiseco excepto en invierno, cuando la temperatura disminuye en ocasiones a niveles de congelación. Por su ubicación al norte del Trópico de Cáncer, la cuenca central soporta anualmente al menos tres meses de heladas. En las márgenes de los ríos y arroyos que pertenecen a la cuenca del río Soto La Marina, se han establecido varias localidades de la región central, entre otras: Jiménez, Padilla, Güémez y Ciudad Victoria, la cual concentra la mayor actividad bancaria y comercial del estado, y constituye un núcleo de integración política y cultural.

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La Huasteca Tamaulipeca. Esta zona al igual que la cuenca central, se ubica en el litoral del Golfo de México y la Sierra Madre Oriental. Al norte tiene como límite dicha cuenca y al sur se encuentran los estados de San Luis Potosí y Veracruz, los cuales, al igual que Tamaulipas, Puebla, Hidalgo y Querétaro, configuran la huasteca. La porción tamaulipeca ocupa los municipios de Llera, Gómez Farías, Xicoténcatl, Ocampo, Antiguo Morelos, Nuevo Morelos, Mante, González, Aldama, Altamira, Madero, Tampico y la parte sur de los de Casas y Soto La Marina, y en sus dominios se hallan las cuencas de los ríos Tamesí, Barberena, Tigre y Carrizal. En general predomina en la huasteca un clima cálido subhúmedo. Las actividades comerciales, industriales y petroleras de las ciudades de Tampico y Madero, las sitúan como las más desarrolladas del estado y tienen, al igual que el puerto industrial de Altamira, amplias posibilidades de expansión económica y demográfica. El Antiguo IV Distrito. Se conforma por diversos valles aislados y altiplanicies pertenecientes a la Sierra Madre Oriental, dentro de los municipios de Tula, Jaumave, Palmillas, Miquihuana y Bustamante. Las cabeceras municipales del antiguo cuarto distrito, están

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asentadas en lugares altos que oscilan entre los 735 y 1,892 metros sobre el nivel del mar. En esta región, cuya superficie es de 8,516 km², el clima es de templado-subhúmedo y cálido en las zonas bajas. Aparte de los arroyos de Tula, Gallitos y la Ramireña, no hay ninguna corriente acuífera de consideración; existen, sin embargo, numerosos manantiales que han sido aprovechados en pequeñas obras de irrigación. La explotación del ixtle, del agave, comúnmente llamado lechuguilla, se efectúa en toda la comarca como una de sus principales actividades. La agricultura y ganadería son de subsistencia; se cuenta con bosque de pino, madero y cedro, y también con recursos minerales en Bustamante. Las poblaciones más importantes de la región fronteriza fueron conocidas en la época colonial y durante la guerra de Independencia como las villas del norte. Reynosa, Mier, Revilla (hoy Guerrero), Camargo y el antiguo Laredo se fundaron durante la campaña colonizadora de José de Escandón; a Matamoros, llamado originalmente Congregación del Refugio, se le otorgó la categoría de Villa, con su nombre actual, en 1826. Las municipalidades de Miguel Alemán, Díaz Ordaz, Valle Hermoso y Río Bravo se crearon entre los años 1950 y 1968 ante los

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i­mperativos económicos y demográficos derivados del auge agrícola de la región. En resumen, la región fronteriza de Tamaulipas se localiza en el extremo norte de la planicie costera mexicana y se extiende desde el área de Nuevo Laredo, colindante con el estado de Nuevo León, hasta la desembocadura del Río Bravo. La región se integra por los municipios de Nuevo Laredo, Guerrero, Mier, Miguel Alemán, Camargo, Díaz Ordaz, Reynosa, Río Bravo, Valle Hermoso y Matamoros. Finalmente, es importante señalar que esta región se caracteriza por un pasado común y por su situación fronteriza y ribereña. Como se verá más adelante, los hechos fundamentales en la historia de México, fortalecieron el espíritu de lucha, el carácter y el sentimiento nacional de los tamaulipecos fronterizos.

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Ciudades importantes tamaulipecas.


CapĂ­tulo 1


Panorama sociodemogrรกfico Matamoros


Panorama demográfico

M

atamoros se ubica en el noreste del estado de Tamaulipas, 97° 30’ longitud oeste y 25° 52’ latitud norte, y a una altura promedio de 10 metros sobre el nivel del mar. Colinda al norte con Brownsville, Texas; al sur, con el municipio de San Fernando y la Laguna Madre; al este, con el Golfo de México; y al oeste, con los municipios de Río Bravo y Valle Hermoso. Está limitado territorialmente por Texas al norte, sirviendo de frontera el río Bravo; al lado opuesto se encuentra la ciudad texana de Browsville; el Golfo de México al este; San Fernando al sur y al oeste Reynosa y Valle Hermoso. El municipio cuenta con un territorio muy plano y muy bajo, pues sus mayores alturas sobre el nivel del mar son de 80 y 60 metros. Sus litorales son muy cortados, siendo la más notable entre sus albuferas y lagunas la de Los Portales, cerca del río Bravo y las lagunas pantanosas de La Jara y El Barril. Además

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del río Bravo, son de escasa importancia sus corrientes de agua. Matamoros cambió radicalmente al declararse zona libre de comercio internacional en 1858, lo cual favoreció su desarrollo, industrialización y crecimiento basados en Puerto Bagdad, que tuvo muchísimo movimiento comercial, pues se convirtió en la principal puerta de entrada de mercancías hacia los Estados Confederados durante la Guerra de Secesión de los Estados Unidos.

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Matamoros: Puerta de México.

En el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas se abrió un canal de derivación de las aguas del río Bravo a las aguas del Culebrón, Cárdenas y Palito Blanco, que se acondicionaron como vasos de almacenamiento, con lo que sus campos de cultivo prosperaron. Su sistema de regadío es de los más modernos y eficientes, por lo que su ­agricultura es altamente productiva, siendo el producto principal el sorgo. Cabe mencionar, finalmente, que

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en Matamoros se realizó el primer reparto agrario en 1913 por parte del jefe revolucionario Lucio Blanco. El municipio cuenta con comunicaciones ferroviarias y carreteras a Monterrey, Ciudad Victoria y Nuevo Laredo. Su comercio es muy activo, debido a su papel como aduana marítima y fronteriza. La cabecera municipal es Matamoros y el municipio cuenta con más de 468 localidades, algunas de ellas con más de 5,000 habitantes, entre ellas: Control, Estación Ramírez, Buena Vista, Las Rusias, Santa Adelaida, La Gloria, Sandoval, México Agrario, 20 de Noviembre, Ignacio Zaragoza y La Unión. Matamoros es un sitio histórico ya que fue campo de batallas y eventos en la época de la Independencia de México, la Invasión estadounidense, la Guerra Civil de Estados Unidos, la Intervención francesa y de la Revolución mexicana, en torno a las que le fueron otorgados los títulos de Invicta, Leal y Heroica. El área metropolitana Matamoros-Brownsville cuenta con una población de 1,136,995, por lo que es la cuarta área metropolitana más grande en la frontera entre México y Estados Unidos. Cuenta con importantes enlaces carreteros y ferroviarios, un aeropuerto

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El Matamoros agrícola.

internacional, cuatro puentes fronterizos y un puerto marítimo de abrigo. La Heroica Matamoros es la ciudad fronteriza más cercana al centro del país y ocupa el segundo lugar en población en el estado.

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Matamoros es el tercer municipio con mayor extensión territorial de Tamaulipas, con 334,212 hectáreas que representan el 4.19% de su territorio. Hidrológicamente pertenece a la cuenca el río Bravo, que abastece de agua para consumo humano y a la agricultura por medio de canales y arroyos entre los que destaca el Arroyo del Tigre; en su territorio cuenta además con lagunas de agua dulce y salada. En general su orografía es plana, lo que ha permitido el establecimiento de sistemas de riego.

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Uno de los puentes fronterizos de Matamoros.

El clima de Matamoros es subtropical con temperaturas cálidas en verano. Con una media por encima de los 30°C, los inviernos son suaves, con precipitaciones de llovizna, niebla y con temperaturas que ocasionalmente descienden a 0°C. Las precipitaciones pluviales son relativamente ­escasas y se concentran principalmente durante el verano, asociadas con tormentas eléctricas. Ocasionalmente la ciudad se ve afectada por la entrada de huracanes provenientes del océano Atlántico y del Golfo de México.

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La unidad edafológica que predomina son los vertisoles. Son suelos profundos y con una capa de materia orgánica; por su naturaleza arcillosa tienden a cuartearse cuando carecen de humedad. Se ubican en la mayor parte del Distrito de Riego 25 y han sido explotados con mecanismos modernos desde hace más de 40 años. En la zona poniente de la cabecera municipal se identifica el tipo de suelo solonchak gléyico, el cual posee un alto contenido de sales, de ahí que el ataque del salitre a las construcciones del área también sea algo común. En algunas porciones localizadas al sur y sureste de dicha cabecera se identifica un suelo de tipo xerosol lúvico, caracterizado por una capa superficial clara y pobre en materia orgánica; con depósitos de arcilla o cristales de carbonato y yeso. El municipio de Matamoros ha sufrido la deforestación y en los pocos lugares donde aún existen montes bajos, los principales tipos de vegetación que se localizan son el mezquite, huizache, canelo, casuarina y diversas variedades de zacate. Los cultivos principales desde 1963, fecha en que registraron fuertes pérdidas en los cultivos algodoneros, son ahora de sorgo y maíz. Debido a que la mayor parte de su extensión

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es agrícola, la fauna casi ha desaparecido y en la actualidad solo se encuentran conejos y liebres, víboras negras y de cascabel, y algunas variedades de tejones. Además, Matamoros se encuentra en la ruta de la mariposa Monarca. Entre sus principales cultivos se encuentran sorgo, henequén, soya, maíz, frijol, y frutales como aguacate, limón agrio, mango, durazno, higo, guayaba y naranja. Matamoros es el municipio más poblado del estado de Tamaulipas. Datos del Censo Interestatal 2016, registraron a 892,536 habitantes; 91.4% residentes en la cabecera municipal y 8.6% equivalente a 42,424 habitantes, se ubicaron en 211 localidades aledañas. El desarrollo demográfico ha sido constante desde los últimos veinte años, con una tasa de crecimiento anual promedio de 2.6%. Según el Panorama sociodemográfico de Tamaulipas 2015, en materia de vivienda y servicios básicos, existen 145,403 viviendas habitadas, de las cuales 129,554 están conectadas a la red de agua potable, 135,951 cuentan con drenaje sanitario y 143,221 tienen acceso a energía eléctrica.

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Panorama social y económico

L

a medición de bienestar social en Matamoros, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, señala que aún existen rezagos que deben ser atendidos, principalmente en los rubros de pobreza patrimonial, salud, educación, equidad de género e infraestructura básica. En el entorno económico, Matamoros se destaca como una ciudad en la que sobresale la industria manufacturera y el comercio. Los sectores secundario y terciario, conjuntamente, ocupan alrededor del 94% de la población económicamente activa. Estas condiciones, sumadas a su calidad de ciudad fronteriza, la constante migración de personas y la resultante oferta de mano de obra, propician que Matamoros sea un polo de desarrollo y de atracción de nuevas inversiones que buscan la cercanía con el mayor mercado del mundo. Matamoros es una de las ciudades y economías con mayor crecimiento del país, con base fundamentalmente al comercio interna-

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cional y a la industria maquiladora ya que es sede de grandes compañías internacionales. La zona de irrigación del municipio es también una de las más grandes del norte de México, por lo que la agricultura es también una base importante de su economía. Principalmente con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), la inversión extranjera directa se multiplicó en Matamoros, provocando un enorme crecimiento de la población debido a la llegada de trabajadores de otros estados del país. Las actividades económicas más sobresalientes de la ciudad son el comercio, los servicios, y un importante renglón que representa la actividad agrícola, que consiste fundamentalmente en cultivos de sorgo y maíz, además de la industria maquiladora. Actualmente, la principal actividad económica es precisamente la industria maquiladora, que se ha desarrollado en forma impresionante desde hace unos cincuenta años y que se constituye en la actualidad con aproximadamente 150 plantas. Esta industria da empleo a numerosos matamorenses, así como a personas provenientes de otros estados de la república, convirtiéndose en un factor de crecimiento y desarrollo para toda la región.

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CapĂ­tulo 2


Reseña histórica Tamaulipas


Época antigua

D

e acuerdo con registros paleontológicos y arqueológicos, los primeros asentamientos humanos en Tamaulipas datan de más de 12 mil años y están identificados en el llamado Complejo Diablo, en alusión a un cañón de la Sierra de Tamaulipas. Posteriormente, hacia el trópico de Cáncer aparecen las primeras manifestaciones de la civilización indígena, ligadas al descubrimiento y domesticación del maíz y con ello, al inicio de la vida agrícola y la agrupación de asentamientos permanentes, con desarrollo de expresiones culturales propios de Mesoamérica. En Tamaulipas se identifican tres áreas culturales: los pueblos de la Sierra Madre Oriental, los pueblos de la Sierra de Tamaulipas y la Huasteca. Fue en esta última área donde el patrón cultural mesoamericano se definió con mayor claridad y cuyo legado se ha transmitido hasta nuestros días en las comunidades indígenas huastecas, aunque estas no sobrevivieron en Tamaulipas y sí en otras entidades como San Luis Potosí e Hidalgo.

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La cultura huasteca.


En Tamaulipas los huastecos se asentaron principalmente a lo largo de la cuenca baja del río Guayalejo-Tamesí y en los valles montañosos de Tanguanchín, en Ocampo y en ­Tammapul, Tula. Políticamente no constituyeron un estado, sino más bien se integraban como un conjunto de señoríos. Fueron hábiles artesanos y poseían una compleja cosmogonía religiosa. Es de destacarse que en la Huasteca surgió el mito de Quetzalcóatl, una de las divinidades centrales de Mesoamérica. Como pueblo ubicado en un espacio periférico mesoamericano, mantuvo una larga autonomía hasta que en el Posclásico Tardío los mexicas sometieron a su dominio a una porción de la Huasteca. En Tamaulipas, entre los siglos XV y XVI, sucesivas oleadas de nómadas del norte hicieron replegar a los huastecos hacia el río Pánuco, de tal forma que al momento de la Conquista española, prácticamente ya no ocupaban su territorio. Sobre los grupos de la Sierra Madre Oriental, si bien existen investigaciones arqueológicas, no se cuenta con mucha información sobre la identificación cultural de los pueblos prehispánicos que la ocuparon. Hacia la parte meridional, en la región de Ocampo, surgieron sociedades indígenas que poseían una significativa diversificación agrí-

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cola, mientras que en la parte septentrional, entre los filos de la serranía, hubo asentamientos con un gran trabajo constructivo, como en el Balcón de Montezuma, una zona arqueológica ubicada en las cercanías de la actual capital del estado. Para el siglo XVII, al tiempo del primer encuentro con la cultura occidental, la Sierra Madre era ocupada por los llamados indios pisones. Para el caso de la Sierra de Tamaulipas, se tienen antiquísimas referencias históricas, así como múltiples ejemplos de la evolución posterior de los pueblos indígenas que la habitaron, lo cual es visible en las numerosas ruinas diseminadas en toda esta casi ­impenetrable ­serranía, como es el caso de El Sabinito, que constituyó una sociedad organizada de tipo mesoamericano. Sin embargo, existen evidencias de que durante el Posclásico este modelo cultural se agotó, quedando habitada la sierra por diversos grupos de agricultores, pero de un nivel de civilización menor. En contraste con la región mesoamericana del centro, en el norte de la entidad y en todo el conjunto del noreste de México y el sur de Texas, imperó en la antigüedad y hasta el arribo de los españoles, un patrón cultural de múltiples grupos nómadas como los chichimecas, entre los que el tronco lingüístico predominante era la lengua coahuilteca.

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Este vasto espacio norteño formó parte del área cultural de Aridoamérica, constituida por numerosas bandas de indios cazadores-recolectores, que deambulaban por las llanuras, especialmente en las cercanías de las corrientes fluviales, y que poseían una reducida cultura material y muy elementales estructuras de organización social. Por mencionar algunos, cabría citar a los carrizos de orillas del río Bravo, a los pintos de las riberas del Conchos o a los janambres del centro de Tamaulipas.

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Cultura huasteca en Tamaulipas.

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Época colonial

E

n los siglos XVI y XVII, los indígenas de Tamaulipas ofrecieron una férrea resistencia a la ocupación novohispana. Además, este espacio costero se convirtió en refugio de las etnias de las entidades vecinas. Con la colonización de Tamaulipas a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, se intentó asentar a los indios chichimecas en misiones a cargo de frailes franciscanos. Sin embargo, hubo muy poco arraigo indígena en estas misiones y los diversos grupos que deambulaban por su territorio acabaron por extinguirse. En este proceso actuaron la guerra, el desequilibrio de sus antiguos hábitats y costumbres de caza y recolección, las epidemias y su nula disposición para asimilarse al orden colonial. Para llevar a cabo la conquista espiritual, llegó a la Huasteca en 1530 el misionero franciscano fray Andrés de Olmos, como posteriormente lo harían otros; no obstante con la excepción de las misiones de Tula y Tampico, las demás fueron abandonadas ante la resistencia de los indígenas.

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Chichimeca.

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Colonia del Nuevo Santander.

Tamaulipas se conoció con el nombre de Costa del Seno Mexicano y después como Nuevo Santander. Los colonizadores llamaron Costa del Seno Mexicano a la región donde hoy se encuentra Tamaulipas. Se extendía desde los ríos Pánuco y Tamesí hasta el Nueces. Según un mapa fechado en 1748,

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colindaba al norte con una parte de Coahuila y Texas, al poniente con el Nuevo Reino de León y otra región de Coahuila, Guadalcázar y Charcas; al sur con Tampico Viejo, Pánuco, Valles, Río Verde, y al oriente con el Golfo de México. Las autoridades de la Nueva España aceleraron la colonización de la Costa del Seno Mexicano ante el temor de perder esos territorios por el expansionismo de los ingleses que deseaban esas tierras. Este nombre genérico de Costa del Seno Mexicano cambió al de Colonia de Nuevo Santander, otorgado por el virrey Juan Francisco Güémez y Horcasitas, conde de Revillagigedo, y otros miembros de la Junta de Guerra y Hacienda originarios de la provincia española de Santander. El responsable de la colonización fue José de Escandón y Helguera. Esta es la razón por la que muchas poblaciones de Tamaulipas tienen la toponimia de las santanderinas, como Laredo, Camargo, Reynosa, Burgos, Santillana, Altamira, Soto la Marina, mientras que otras, como Güémez, Horcasitas, Revilla o Escandón, llevan el nombre de los protagonistas del proceso de colonización. A mediados del siglo XVIII, las autoridades virreinales, preocupadas por la situación en la Costa del Seno Mexicano, dispusieron su re-

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José de Escandón y Helguera.

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ducción y colonización, acordándose designar para esa empresa a José de Escandón, que se había distinguido en la pacificación de la región de Sierra Gorda y de otros lugares del interior. Escandón inició la campaña colonizadora en 1748, previo reconocimiento del territorio, partiendo de Querétaro, su residencia, acompañado de 2,515 colonos y 755 infantes. La empresa se inició con la fundación de la Villa de Llera en la Navidad de ese año. En un periodo de siete años se establecieron 22 poblaciones, fueron señalados los límites de Nuevo Santander, incorporándose al territorio a la jurisdicción efectiva de Nueva España, y se ­realizó entonces una trascendental labor de integración que constituye la más importante obra del Virreinato en el siglo XVIII y un antecedente de la integración de Tamaulipas al contexto nacional. Los indígenas tamaulipecos no se adaptaron al sometimiento colonial y en poco más de medio siglo de dominación se realizó el rápido proceso de su desintegración y extinción como grupos étnicos. El éxito político y ­militar de ­Escandón, su tarea pobladora, la incorporación del territorio a la Nueva España, el desarrollo de la ganadería en tierras de Tamaulipas y el inicio de actividades agrícolas fueron una gran labor de integración y constituyen un valioso aporte en el balance de la obra de Escandón en el Seno Mexicano.

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Por otra parte, algunas de las misiones se establecieron en lugares inhóspitos. Sin embargo, prosperaron las de Aguayo (Ciudad Victoria), Horcasitas (Magiscatzin) y Santa Bárbara (Ocampo), mientras otros tuvieron que recibir subsidio de maíz para poder subsistir. La llegada de los españoles a la actual Tamaulipas no supuso su dominio inmediato sobre estos territorios. De hecho, debieron disputárselos no solo a los antiguos pobladores nómadas, sino también pelearlos entre sí y protegerlos incluso de los piratas. Es más, los españoles, y en su momento, los mexicanos, y de manera muy cercana los matamorenses, debieron defender estos territorios de los reclamos sucesivos de Francia, Inglaterra y Estados Unidos. Luego de que Américo Vespucio, en 1497 y en 1502, hubo recorrido y registrado en sus mapas las costas tamaulipecas, Francisco Garay se acercó a ellas en 1518. En 1519, el mismo año en que Hernán Cortés llegó al puerto de Veracruz, también llegaron los primeros exploradores españoles a la desembocadura del río Bravo, que llamaron río de las Palmas, comandados por Alonso Álvarez de Pineda y quienes exploraron lo que actualmente es el norte de Tamaulipas.

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Otro personaje, Álvar Núñez Cabeza de Vaca pasó por la región, siendo el único sobreviviente del naufragio de una expedición que enviaba Pánfilo de Narváez y que retara a Cortés durante la Conquista. El capitán Juan José de Hinojosa exploró la región y, sorprendido por la belleza de los numerosos esteros que la caracterizan, la bautizó con el nombre de Paraje de los Esteros Hermosos. No obstante que la prioridad en la Nueva España era la explotación de metales preciosos, y el actual Tamaulipas no tenía mucho que ofrecer a ese respecto, la actividad ganadera en la región y el comercio se desarrollaron desde el siglo XVII, todo lo cual dejaría un sello en nuestra cultura que aún pervive.

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Siglo XIX

E

n el siglo XIX, Nuevo Santander fue la primera provincia del virreinato donde grupos rebeldes se unirían abiertamente al movimiento de Hidalgo en 1810. Lo hizo la guarnición de Aguayo, al proclamarse públicamente en favor de la Independencia. Se le unieron más guarniciones en Padilla, Santo Domingo de Hoyos y otras

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poblaciones al sur del territorio. En 1811, estaba controlada esa zona por los insurgentes. A finales del siglo XIX, el obstáculo orográfico volvía a tener efectos importantes sobre Tamaulipas: se diseñaba la red de ferrocarriles que enlazaba el centro del país con los Estados Unidos y para ello se aprovechaba el altiplano que tenía una pendiente suave desde la Ciudad de México hacia la frontera norte. La ruta principal pasaba por Monterrey y se dirigía hacia Nuevo Laredo, y así se enlazaba a la poderosa red de ferrocarriles de Estados Unidos

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Posteriormente se construirían ramales secundarios de Monterrey a Matamoros y a Tampico, cruzando por Ciudad Victoria, pero sin formar parte de la ruta principal ferrocarrilera. Tamaulipas volvía a ser en su mayor parte un rincón del territorio nacional, ya no la puerta ni la esquina económica del país. La cordillera de la Sierra Madre seguía siendo una muralla que aislaba la entidad del centro del país y por lo mismo también del norte, al no poderse conectar los ferrocarriles al centro del país por el interior del estado.

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Siglo XX

E

l porfiriato (1876-1911), fue un periodo contrastante, el presidente Porfirio Díaz encabezó una serie de medidas que traerían consigo un pujante desarrollo económico y un proceso de pacificación en todo el país, que no se había podido conseguir durante todo el siglo XIX, no obstante esta aparente prosperidad y pax porfiriana tuvo altos costos sociales, que al final serían una causa principal de su declive.

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En Tamaulipas hubo un notable desarrollo en las comunicaciones a través del ferrocarril. El principal fue el Ferrocarril Nacional Mexicano que llegó a Nuevo Laredo en 1881 procedente del norte de Estados Unidos. Esta línea se conectó con Monterrey, Saltillo y la Ciudad de México, posteriormente se conectó a Matamoros y Reynosa. Las poblaciones que más prosperaron fueron Ciudad Victoria, Nuevo Laredo, Tampico y Matamoros, que siguió siendo un puerto muy importante. Otro aspecto sobresaliente durante el Porfiriato fue el desarrollo de la educación y la preparación de los maestros tamaulipecos. Se establecieron escuelas normales en Ciudad Victoria y en Matamoros. Las hermanas Estefanía y Teodosia Castañeda crearon los primeros jardines de niños. En cuanto a salud pública se constituyeron en casi todos los municipios las Juntas de Sanidad. No obstante, en Tamaulipas hubo un grupo importante de opositores al gobierno de Porfirio Díaz, entre ellos Ignacio Martínez, Catarino E. Garza, así como los hermanos Francisco y Emilio Vázquez Gómez y Telésforo Villasana. En torno a Francisco I. Madero, que al final derrocaría a Díaz, se unieron en Tamaulipas además de los hermanos Vázquez Gómez,

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­ lberto Carrera Torres, quien después del aseA sinato de Madero en 1913 se opuso al régimen de Victoriano Huerta y se unió al ejército del noreste comandado por Pablo González. A Carrera Torres se le debe la ley ejecutiva del reparto de tierras, expedida en marzo de 1913. Por su parte, con esta misma intención Lucio Blanco realizó el primer reparto agrario en la Hacienda de los Borregos, en el municipio de Matamoros. Por otra parte, como consecuencia del asesinato de Madero las fuerzas del gobierno de Victoriano Huerta se enfrentaron a los constitucionalistas encabezados por Venustiano Carranza. En Tamaulipas se les unieron las fuerzas de Luis Caballero y de Alberto Carrera Torres. Al ser derrocado Huerta el constitucionalismo se dividió e inició la lucha de facciones. Por un lado Francisco Villa y Emiliano Zapata se aliaron en contra de Venustiano Carranza, Álvaro Obregón y Pablo González, principalmente. En Tamaulipas se dio esta división de facciones al asociarse Carrera Torres con Villa, y Luis Caballero con Carranza En 1915 con la derrota de Villa fue desmantelado poco a poco el villismo en todo el país. Las batallas principales en el estado fueron en Matamoros y Nuevo Laredo, donde triunfaron los carrancistas. Después de la derrota

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villista Luis Caballero quedó al frente del gobierno de Tamaulipas. En 1918 se enfrentaron Caballero y César López de Lara en las elecciones por la gubernatura, en la que ambos se declararon ganadores, pero el Senado decretó la ­desaparición de poderes en el estado. Hacia 1923 inicia una etapa con menos fricciones políticas en Tamaulipas y aparece también la figura de Emilio Portes Gil, quien unificó a los grupos obreros, campesinos y clases medias en el Partido Socialista Fronterizo (PSF). Tamaulipas tuvo en el siglo XX un desarrollo económico basado en la extracción de hidrocarburos. En la zona norte el desarrollo tuvo que ver con el movimiento aduanero, de manera particular el experimentado después de la Segunda Guerra Mundial, así como por la agricultura en torno al establecimiento de distritos de riego, como el del bajo río San Juan y del Bajo Bravo. En estos distritos de riego se sembró inicialmente algodón, sorgo y maíz. En el centro y sur del estado sobresalió la producción de cítricos. En 1947 concluyó la llamada era del portesgilismo, pues el presidente Miguel Alemán nombró a Raúl Gárate como gobernador sustituto, destituyendo a Hugo Pedro González. Asimismo, en algunos municipios se ­desconocieron

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los ayuntamientos y fueron reemplazados por juntas de administración civil. Esta fue la última crisis política en el estado, desde entonces se abrió paso una etapa de crecimiento sostenido. Después de cuatro años de gobierno de Gárate, fue electo como gobernador Horacio Terán (1951-1957), con mayor estabilidad política en el estado. Lo sucedió Norberto Treviño Zapata (19571963), Praxedis Balboa (1963-1968), Manuel Ravizé (1969-1975), asistido por su secretario de gobierno Pedro Zorrilla Martínez. Posteriormente estuvieron en la gubernatura del estado Enrique Cárdenas González (1975-1981), Emilio Martínez Manatou (19811987), Américo Villarreal Guerra (1987-1993), Manuel Cavazos Lerma (1993-1999), Tomás Yarrington Ruvalcaba (1999-2004), Eugenio Hernández Flores (2005-2010), Egidio T ­orre Cantú (2011-2016) y Francisco Javier García Cabeza de Vaca, actual titular del Poder Ejecutivo de Tamaulipas.

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CapĂ­tulo 2


ReseĂąa histĂłrica Matamoros


Época antigua

P

articularmente en Matamoros, existen huellas de la presencia del hombre en la región que se remontan 12000 años atrás. Puntas de proyectil diversas evidencian el paso de cazadores y recolectores primitivos a lo largo del río Bravo, y alrededor de la Laguna Madre se desarrollaron tres complejos culturales denominados Repelo (3100-1900 a.C.), Abasolo (1900 a. C. - Al inicio de nuestra era) y Catán (900-1500 d.C). Sus pobladores fueron también cazadores y recolectores. Alrededor del 1100 d.C. otros grupos de cazadores y recolectores desarrollaron una cultura un poco más sofisticada: manufacturaban objetos muy diversos de concha para comprar cerámica, obsidiana y jadeíta a los huastecos del sur de Tamaulipas. Las evidencias de su paso se encuentran en el complejo de Brownsville y en el complejo Barril. El complejo Barril está constituido por restos arqueológicos que dejaron los grupos indígenas de la época prehispánica que habitaron desde lo que hoy es la costa matamorense en la Laguna El Barril hasta B ­ rownsville, Texas. En México se le llama complejo Barril

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y en Estados Unidos complejo Brownsville. El complejo Barril tuvo su apogeo entre los años 1100 y 1700 d.C. Sus pobladores se caracterizaron por la fabricación de instrumentos y utensilios hechos con la concha de caracol marina, dado que en aquel tiempo había poca piedra y pedernal en lo que hoy es Matamoros, y se utilizó como materia prima la concha marina, con la cual hacían puntas de flecha, colgantes, algunos adornos, proyectiles, cuentas de concha y otras formas de herramientas. Los habitantes eran grupos nómadas de cazadores, recolectores y grupos de pescadores, quienes vivían organizados en pequeñas casas de hoja de palma y zacate en las cercanías de algunos esteros, lagunas, ríos y bahías, y con el paso del tiempo se trasladaban a otros lugares. La gran habilidad para la fabricación de objetos con concha llevó a los habitantes del complejo Barril a tener estrechas relaciones comerciales con los huastecos del sur del estado de Tamaulipas, y estos les daban a cambio a los habitantes de Barril artículos de cerámica, vasijas y herramientas de obsidiana, así como objetos originarios del centro de México.

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ArqueologĂ­a tamaulipeca.


Época colonial

E

n 1748, durante el reinado de Fernando VI, el virrey Francisco Güémez y Horcasitas, primer conde de Revillagigedo, ordenó a José de Escandón trasladarse desde Querétaro al Seno Mexicano y establecer la colonia del Nuevo Santander, actual Tamaulipas. Con gran experiencia militar tras expulsar invasores ingleses en Campeche y Tabasco, y tras someter rebeldes indígenas en la sierra Gorda de Querétaro, Escandón tuvo gran éxito en la empresa encomendada. En 1755 tenía 24 villas constituidas y organizadas bajo el régimen de ayuntamientos. Aunque Matamoros hoy sobresalga en Tamaulipas por su historia y pujanza económica, su geografía no se halló entre las preferidas por Escandón para establecer sus villas. Por el clima extremoso, por los huracanes y por los sorpresivos desbordamientos del río Bravo y subsecuentes inundaciones, Escandón lo consideró poco atractivo para los colonos, acostumbrados a un clima más previsible. Así, lo más que las fundaciones de Escandón se acercarían a la costa, en la región del Bajo Bravo, sería hasta Reynosa, establecida

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Matamoros, siglo XVIII.

el 14 de marzo de 1749, a más de cien kilómetros del Golfo de México. Tamaulipas fue y ha sido tierra de trabajo y esfuerzo para quienes vinieran a poblar, lo mismo había sido el caso de Nuevo León y Coahuila. Sin embargo, a diferencia de sus vecinos, la geografía tamaulipeca tenía un factor determinante: la Sierra Madre Oriental, que separa la mayor parte del territorio del estado del centro del país y que constituyó un enorme obstáculo durante la Colonia. Además sería un elemento para que la administración española se atrasara doscientos años en la integración territorial de Tamaulipas.

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Las oportunidades que sus esteros ofrecían para la caza y la explotación del ganado, y el comercio marino que podría desarrollarse gracias al río y la no tan lejana costa, atrajeron pronto a personas atrevidas como Matías de los Santos Coy, desde Camargo, con intenciones de quedarse. En el área que hoy es el centro de Matamoros, estableció un rancho en 1749, y lo nombró San Juan de los Esteros Hermosos. En 1765 José Miguel Ramírez, originario de Santander, España, tomó posesión de varias tierras concedidas a su padre al norte del Bravo. Así lo fueron haciendo otros colonos en distintos sitios cercanos a ambas márgenes del río Bravo. La apropiación de los terrenos del Bajo Bravo se iniciaría en 1774. Con el liderazgo del capitán Ignacio Anastacio de Ayala, trece familias de Camargo y una de Reynosa acordaron formalmente comprarle 113 sitios de ganado mayor a quienes originalmente se beneficiaron con las conquistas de Escandón. Estas eligieron el de San Juan de los Esteros Hermosos para congregarse. Estas familias, y los predios que fundaron, dieron origen a la ciudad de Matamoros; y sus sucesores hasta la fecha constituyen prominentes familias de la localidad.

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Estas familias fueron don Juan José Cisneros, casado con doña María Antonia Villarreal, propietarios del predio Caja Pinta. Don Juan Nepomuceno Cisneros Villarreal, casado con doña María Teresa Salinas, propietarios del predio La Canasta. Don Miguel Chapa, casado con doña María Teresa Treviño, propietarios del predio San Juan. Don Santiago Longoria, casado con doña María Hinojosa, propietarios del predio El Longoreño. Capitán José Antonio de la Garza Falcón, casado con doña Josefa de Villarreal, propietarios de El Falconeño. La fecha de fundación de Matamoros es conocida gracias a la existencia de un acta, documento que data de 1884 y que es copia del original (1784). En él se indica que se han comprado 113 sitios de ganado mayor en el año de 1784, aunque llevamos 10 años aquí. Hoy en día, este escrito se encuentra en el Archivo Histórico de Matamoros, ubicado en el Museo Casamata. Asimismo, como parte del plan para colonizar la región del entonces Nuevo Santander, actual Tamaulipas, en 1793 dos misioneros franciscanos, Francisco Pueyes y Manuel Julio Silva, constituyeron una misión para los indios, fundaron la parroquia y bautizaron al lugar como Congregación de Nuestra Señora del Refugio. Posteriormente, cambiaron su

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nombre por el de Villa del Refugio en honor de la Virgen del Refugio de los Esteros. Erigieron la primera capilla dejando una imagen de Nuestra Señora del Refugio, que despertó gran devoción entre los colonos y los llevó a reconstituir su ranchería como misión y congregación. La llamaron Nuestra Señora del Refugio de los Esteros y su imagen permanece entronizada en el retablo mayor de la Catedral. La congregación formalmente permanecería bajo la jurisdicción de Reynosa hasta 1814. Entonces, conforme a las prerrogativas derivadas de la Constitución de Cádiz (1812), El Refugio obtuvo su autonomía y erigió su primer ayuntamiento.

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Siglo XIX

E

n 1805, la prosperidad de la comunidad era tal que la capilla fundada por los franciscanos recibió el título de curato. Su primer párroco fue Felipe de la Garza y Guerra, quien extendió la primera acta de bautismo el 15 de enero de 1805. En 1774 eran trece familias, en 1800 serían cien en la congregación, y en 1810 dos mil sus habitantes. En 1826 el gobernador Lucas Fernández expidió un decreto asignando un nuevo nombre a la Villa del Refugio, denominándola Villa de Matamoros en honor del héroe de la Independencia don Mariano Matamoros, héroe de la guerra de Independencia de México que participó al lado de José María Morelos. Con ese nombre continúa hasta la época actual, habiéndose elevado a la categoría de ciudad en 1834. Posteriormente a la separación de Texas, Matamoros se convirtió en capital de Tamaulipas y lo fue hasta 1881. Hacia 1836, el gobierno mexicano temió que con el federalismo el país se disolviera a raíz de

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Mariano Matamoros (1770-1814).

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la pérdida de Texas, por lo que el presidente Antonio López de Santa Anna cambió la Constitución de 1824 por una que centralizaba las decisiones sobre la nación. Para los habitantes de la ribera del Bravo este cambio representó pérdida de poderes en los gobiernos locales y grandes restricciones al comercio. En 1851 la ciudad de Matamoros, bajo las órdenes del general Francisco Ávalos, volvió a ser heroicamente defendida de fuerzas agresoras que recientemente habían firmado el Plan de la Loba, en el que se exigía restaurar el federalismo en México, asegurar la libertad del comercio y limitar la leva. No obstante, se dio un intento separatista para crear la República del Río Grande, con Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. Los insurrectos atacaron Matamoros durante diez días, pero fueron finalmente derrotados. Esta resistencia les permitió a los asediados sofocar posteriormente la insurrección y ganar para su ciudad los títulos de Invicta y Heroica, otorgados por el Congreso del Estado, y el de Leal, otorgado por el Congreso Nacional. En 1858, el gobernador Ramón Guerra decreta la creación de una zona de libre comercio internacional, ratificada en 1861 por el presidente Benito Juárez. La zona libre ofrece

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grandes oportunidades, favorece el c­ omercio y consolida capitales. En octubre de 1867 Matamoros es azotada por un fuerte huracán que provoca un éxodo masivo, así como la declinación de las actividades comerciales y la depresión económica. Los huracanes afectan la región en forma severa desde 1870 hasta 1889, en que un ciclón de gran magnitud provoca la desaparición del puerto de Bagdad, responsable del auge comercial. Dicho puerto gozó de un enorme apogeo al ser la puerta de salida de mercancías hacia los estados del sur, durante la Guerra Civil de Estados Unidos. El final de la guerra, y el subsecuente bloqueo del sur confederado, derivaron en un grave golpe para la ciudad y una grave crisis para el puerto. En 1866, durante la intervención francesa, el puerto Bagdad fue escenario de la Batalla de Bagdad, en la que el ejército mexicano republicano derrotó al ejército francés y a sus aliados conservadores. El puerto finalmente desapareció a causa de un huracán de enorme magnitud en 1889. Antes de la Revolución, Matamoros sufrió el mayor desastre natural de toda su h ­ istoria,

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y uno de los peores en todo México. El 28 de agosto de 1909, un huracán arrasó la ciudad y le quitó la vida a mil quinientos habitantes, lo que, proporcionalmente, significaba que una de cada siete personas murieron en el desastre.

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Siglo XX

M

atamoros fue escenario de algunas batallas de la Revolución mexicana y del primer reparto agrario. Durante el curso de la Revolución, los generales Francisco Mújica y Lucio Blanco

Emilio Portes Gil (1890-1978).

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ejecutaron la primera reforma agraria en el país en 1913, lo que en consecuencia significó que los años siguientes fueran prósperos para Matamoros. Terminando la lucha armada, siguió la etapa de reconstrucción posrevolucionaria, misma que se caracterizó en Matamoros por el impulso de sus organizaciones sociales. Por ejemplo, en 1925 surgió el primer sindicato, el de empleados de hoteles, restaurantes y cantinas; en 1930, el de los trabajadores de la música; en 1932, el de jornaleros y obreros industriales; y en 1935, la Liga Independiente Campesina y el Gremio Unido de Choferes. En 1926 el tamaulipeco Emilio Portes Gil creó el primer partido revolucionario de México, el Partido Socialista Fronterizo, el cual llegó a tener 25 subcomités en Matamoros, y que, adelantándose muchos años a la legislación, agrupaba tanto a hombres como a mujeres mayores de 18 años. Este partido desapareció en 1929 cuando Plutarco Elías Calles, siguiendo el consejo del entonces presidente Portes Gil, creó el Partido Nacional Revolucionario. En 1933, Matamoros fue azotado por tres huracanes y ocasionó una nueva crisis económica que incluso el gobierno federal pretendió mitigar por medio de las inversiones, pero el ingeniero Eduardo Chávez decide iniciar la

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construcción del Distrito del Riego del Bajo Río Bravo y con ello dio origen a la región agrícola más extensa conocida. El rápido desarrollo económico que gozaría la región del Bajo Bravo no se iniciaría sino a mediados de la década de 1930, con la apertura de los distritos de riego. Posteriormente este desarrollo se afianzaría y se diversificaría con las actividades de las industrias maquiladoras. En 1939, ante el inminente inicio de la Segunda Guerra Mundial y la seguridad de que muchos mexicanos-estadounidenses serían reclutados para participar en ella, el presidente Lázaro Cárdenas les hizo un llamado para que se refugiaran en México y trabajaran en las recién habilitadas tierras agrícolas. Para entonces gobernaba la ciudad Francisco Zárate, quien recibió a los repatriados y los apoyó en la creación de los poblados de Anáhuac, Magueyes y 18 de Marzo. Este último se c­ onvertiría pronto en Valle Hermoso. Matamoros disfrutó de otra época dorada durante la llamada “época del algodón”, de 1948 a 1962, años en que la derrama económica era muy considerable y la calidad del algodón era reconocida a nivel mundial. Esta bonanza algodonera no fue, sin embargo, para siempre. En 1963 el cultivo intensivo de

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la fibra no fue ya redituable. Se afirma que en esta década las telas sintéticas, de precios más bajos, desplazaron a las naturales. Después de 1963 los agricultores de la región cambiaron de giro y empezaron a dedicarse a sembrar sorgo, porque podía ser en alguna medida redituable en tanto que requería de muchos menos jornaleros y mucho menos industrialización agrícola. Es de destacarse que en 1960 se instaló en Matamoros la primera maquiladora del país. En los últimos años Tamaulipas y Matamoros han experimentado cambios en el entorno, causados por la relación de sus habitantes con su medio. En el paisaje del río Bravo, tierra de nómadas, ahora hay tres grandes ciudades cuyos habitantes se dedican al comercio, los servicios y el trabajo industrial.

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CapĂ­tulo 3


La cultura Tamaulipas


Patrimonio cultural tamaulipeco

A

l haberse iniciado la colonización de Tamaulipas, a mediados del siglo XVIII no se encontraba en la entidad la tradición cultural de otros lugares del país. Allí se desarrolló, por el contrario, un ambiente de trabajo rural, característico de las áreas donde se inicia todo proceso de colonización. Así, las crónicas y documentos revelan el cultivo de un género poético de sabor pastoril llamado ensaladilla, probablemente llegado del Nuevo Reino de León, pues floreció en la zona real de Borbón, hoy Villagrán, vecina al área de Linares y dentro su influencia cultural, conociéndose los versos populares del profesor y soldado José Hermenegildo Sánchez, autor de una pintoresca crónica de Nuevo Santander. El profesor Hermenegildo Sánchez posee en su obra satírica ensaladillas y seguidillas que revelan las ­luchas contra indígenas, la dura vida de la tropa, los robos de g ­ anado y la aprehensión de rehenes entre los colonos. Cuando se relatan tragedias o heroicidades, estos cantos populares constituyen el antecedente del corrido norteño, modalidad del

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Expresiones culturales prehispรกnicas.

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antiguo romance y expresión de una cultura rústica forjada en la dedicación regional o a la ganadería, a la vida ecuestre y a las vicisitudes que les fueron ajenas. Las ensaladillas trascendieron en el tiempo al reproducirse su estilo campirano en la época de la República. Por otra parte, existe una joya documental: el informe del colonizador José de Escandón al Virrey de la Nueva España sobre los primeros actos culturales en la colonia de Nuevo Santander. En este documento se relatan las fiestas realizadas para celebrar la coronación de Carlos III en España, y así se sabe que hubo fiesta de toros y danzas, y se presentaron comedias, coloquios, entremeses, escaramuzas de moros y cristianos, mojigangas y sainetes. Otros documentos hablan de las luminarias que se encendían en las poblaciones para conmemorar importantes aniversarios y desde luego hay que mencionar las festividades religiosas populares, en las que se veían las pastorelas celebradas en los atrios y patios de los templos, amenizados por los versos populares y el baile de las pastorcitas. Los desfiles y procesiones también constituían eventos de presencia popular. Esas pastorelas y las danzas de matachines, en las que participaban grupos de campesinos que ensayaban con asiduidad su a ­ ctuación,

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Traje tĂ­pico de Tamaulipas.

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tuvieron un fuerte relieve popular en estas festividades. Los actos se iniciaron en la época colonial y sobreviven hasta nuestros días. Las ferias guadalupanas tuvieron también gran popularidad. En el área de la huasteca tamaulipeca, como en la huasteca veracruzana, potosina,

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La rica gastronomía tamaulipeca.

­ idalguense, queretana y poblana floreció, en h época colonial y hasta la actualidad, la música regional del huapango, género que solo tiene de común el ritmo, ya que no hay un tipo al que puedan ajustarse todas las composiciones, considerándosele como una forma de melodía encajada en ritmos autóctonos y como una variedad del son.

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El huapango fue y es música bailable. Su acompañamiento se hacía primero con arpa y guitarra, y actualmente se forma el conjunto con un violín, una guitarra y una jarana, o solamente un violín y una guitarra. Propias de las zonas rurales fueron diversas suertes ecuestres de los vaqueros, tales como los lazos, carreras, coleadas, jineteadas y el floreo, prácticas que después se identificaron plenamente con la charrería mexicana y que aún existen. Ahora bien, se reconoce que las regiones culturales de Tamaulipas se dividen tradicionalmente en Norte, Centro, Suroeste (Antiguo IV Distrito) y Región Huasteca. En Tamaulipas, la cultura mestiza derivó en varias manifestaciones culturales. En el aspecto musical, en el Norte se presentan características culturales similares al de las entidades del noreste mexicano: la polka, la redova, el chotis, ritmos europeos que llegaron allí durante el siglo XIX y que han tomado cartas de naturalización en la región. Actualmente la fusión de la música norteña con otros ritmos modernos como la cumbia, la música de banda y el corrido posrevolucionario se han extendido por todo el país, conocida como el movimiento de la música grupera.

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En el centro del estado, en la zona serrana de San Carlos, se conserva la tradicional música de la picota, acompañada por danzas, y ejecutadas al son de la tambora y el clarinete. En la región del antiguo IV Distrito, zona semidesértica donde se asentaron las primeras misiones en el estado, se conservan danzas religiosas de pie y a caballo y danzas procesionales que conllevan una compleja organización comunitaria. En cuanto al traje típico, hay una prenda de vestir con la que en todo México se identifica a los tamaulipecos: la cuera, que se usa como prenda de gala para asistir a una fiesta, para bailar y tocar música o para un desfile. Se le puede ver tanto en Ocampo como en Tampico, Ciudad Victoria, Reynosa, Nuevo Laredo y en Matamoros. La gastronomía es rica y variada en Tamaulipas. Se debe mencionar al famoso cabrito, la carne seca, cerdo, pollo y venado, y los pescados y mariscos donde se encuentran la negrilla, el róbalo o el huachinango. Entre sus platos típicos hay que destacar el cabrito al pastor, cabrito al horno, parrilladas, gorditas rellenas, ­tamales de cerdo, asado de puerco, carne asada a la tampiqueña y carne seca con huevo.

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Son huasteco. El huapango.


Además, se elaboran excelentes platos con pescados y mariscos como los cebiches, sopas de mariscos, las jaibas rellenas, salpicón de jaiba, camarones elaborados de muy diferentes maneras, como por ejemplo escabeche de camarón o camarones en su jugo, además de los pescados anteriormente nombrados, la negrilla, róbalo y huachinango. En cuanto a los postres, son destacables el pemole, que son rosquillas de harina de maíz, las gorditas endulzadas con piloncillo, el camote con piña, las frutas cristalizadas y la cocada con piña y nuez. Las bebidas típicas son el agua de huapilla y el mezcal. Es de mencionar que los pueblos que habitaron el territorio que hoy ocupa Tamaulipas no desaparecieron; su cultura aún perdura, pero se han adaptado a la vida moderna. En la actualidad no hay pueblos nómadas en Tamaulipas; sin embargo, muchas de sus costumbres permanecen y forman parte de la cultura tamaulipeca; por ejemplo, algunos rituales religiosos en los que se consume pulque y otras bebidas elaboradas con tunas. Uno de los legados virreinales más importantes que se conservan es el nombre de algunos municipios; por ejemplo, San Carlos, Camargo o Laredo. Del siglo XVI al XIX los españoles crearon misiones y ciudades que con

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el paso del tiempo cambiaron; sin embargo, aún se mantiene la división de las calles y algunos edificios, como la Basílica de Nuestra Señora del Refugio, en Ciudad Victoria, las iglesias de Palmillas de Tula, de Jiménez y de Burgos, además de la casa donde habitó José de Escandón en la antigua villa de Santander, que hoy es el municipio de Jiménez. En el siglo XVII, algunos habitantes de la Ciudad de México comenzaron a poblar las villas y colonias de Nuevo Santander. Estos llevaron el culto de algunas imágenes religiosas, como la virgen de Guadalupe. En el actual municipio de Hidalgo se ubica el santuario del Chorrito, dentro de una gruta donde se encuentra la imagen de la Virgen María. En la actualidad cada año recibe miles de visitantes. Con el tiempo, algunas tradiciones se mezclaron con las de los españoles, como el baile La picota, que se asocia con las danzas que realizaban los pobladores de la ­Sierra de Tamaulipas para que lloviera y pudieran regar sus cultivos. La picota se baila con los pies descalzos y las mujeres utilizan vestidos de tela de manta adornados con flores y conchas. En cuanto a instrumentos, la tambora y el clarinete, son los únicos que tocan la melodía. La música y los bailes de la región montañosa del centro del estado tienen su o ­ rigen

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en la Villa de San Carlos, enclavada en las serranías que sirvieron de refugio de los grupos indígenas que huían de los colonizadores. Dichos grupos atacaban ­ sorpresivamente

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La picota. Baile de Tamaulipas.

a las poblaciones fundadas por ­españoles, por lo que las autoridades civiles y militares imponían castigos ejemplares a quienes caían prisioneros.

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La palabra “picota” significa palo alto o columna, donde se exponía a la vergüenza pública a los reos al compás marcial de tambor y clarinete. Al paso del tiempo, el pueblo adopta esta música, acoplándola a los ritmos alegres y movidos característicos de nuestro estado. En la actualidad existe la picota en la plaza de esta villa, y durante las fiestas populares la gente se reúne alrededor de ella para bailar. Los instrumentos que se utilizan para la ejecución de este género son el clarinete y la tambora, que bastan para despertar el gusto de los bailadores. La danza se inicia a partir de breves saltos e indicaciones, con un marcado remate cada cuatro compases de ritmo de la música, mientras se toca con fuerza y entusiasmo. Previamente, el que toca la tambora, con sus percusiones anuncia e invita la fiesta colocándose en un lugar visible o en la punta del cerro. En el caso de las bodas, avisa que los novios han llegado; estos son acompañados por una comitiva que los espera en el Encino de los novios (árbol ancestral en donde los más allegados esperan que los novios regresen después del matrimonio para acompañarlos al lugar donde se ofrecerá la fiesta en su honor). En el aspecto musical, la tambora y el clarinete se acoplan a la manifestación popular de la gente de la sierra, que así difundió un

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modo muy gustado de interpretar las melodías; su rasgo diferente y singular consiste en que no se elabora música especial para estos instrumentos, sino que con ellos se interpreta cualquier aire musical como huapango norteño, polka, redova, chotis y vals solo con tambora y clarinete, lo que le da una sonoridad y ritmo originales. La Picota, en Tamaulipas, es una expresión popular que debe conservarse genuina y sin deformaciones. Los huapangos o sones huastecos, por otra parte, tienen como antecedentes a los fandangos, jotas y malagueñas de España, y se ejecutan usualmente en la costa del ­Golfo de México. La voz huapango deriva del vocablo del náhuatl cuahupanco, compuesta de cuahutli, que significa leño, madera, y el a ­ dverbio de l­ugar co, por lo que se traduce como baile sobre el tablado. Otra explicación es la siguiente: el término da alusión a los pobladores del Pango (refiriéndose al Pánuco, río que marca el límite entre los estados de Veracruz y Tamaulipas), a través de una reducción cuyo significado probablemente haya sido “los cantos y bailes de los huastecos del Pango”. Es decir, música y baile de los del Pánuco. El huapango es música y baile típico del sur de Tamaulipas, surgido de los sones populares novohispanos arraigados en la sensibilidad

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mestiza a partir del siglo XVIII. Profano y picaresco, el son adquiere características propias según la región que lo produce, apareciendo así el huapango en la huasteca, el cual está influenciado por fandangos, boleros y seguidillas españolas, y se baila sobre un entarimado de madera. Antiguamente era acompañado con arpa y guitarra, pero posteriormente se introdujeron otros instrumentos como las jaranas, trecillos, (instrumento de tres cuerdas dobles a manera de guitarra), o bien a falta de arpa, el conjunto de un violín y una jarana, o solamente un violín y una guitarra. En la actualidad el conjunto más común es el que se forma por violín, jarana y guitarra quinta. Íntimamente ligadas al acontecer histórico de los pueblos se encuentran las costumbres y tradiciones en el vestir, que conforman una manera de ser como la del tamaulipeco. Resultado de la adaptación a las características físicas y climatológicas de las tierras, las vestimentas con las que se protegían los colonos pasaron a ser las típicas de toda la región. Desde tiempos tempranos se confeccionaron cotones de piel y cueras de gamuza, primero como indumentaria del jinete militar, luego como la del vaquero campirano. Hoy, la cuera es la prenda típica que identifica a Tamaulipas.

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En el seco y frío clima de Tula, en el suroeste del estado, se empezaron a elaborar de manera cotidiana las cueras, hacia la mitad del siglo XIX. Su primer diseño, rústico, sin adornos, recuerda a la vestimenta de cuero con flecos de los apaches del norte. Más tarde con la consolidación del nacionalismo tras la caída del segundo imperio de Maximiliano y la definición del traje charro nacional, la cuera tamaulipeca recibió la influencia de su decorado y lo adaptó a su personal estilo en el manejo de los arabescos con flores, que hoy en día siguen evolucionando. Así como al traje del chinaco se le implanta el águila nacional en la espalda, en su devenir hacia el traje charro, la cuera lleva el escudo de Tamaulipas.

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Infraestructura cultural

P

or otra parte, el estado de Tamaulipas cuenta con una importante infraestructura cultural, y es el estado mexicano que cuenta con el mayor número de teatros por habitante. Destacan en la capital, Ciudad Victoria, el Centro Cultural Tamaulipas, el Museo de Historia Natural Tamux (“encuentro” en huasteco), el Museo Regional de Historia de Tamaulipas ubicado en el Ex-Asilo Vicentino, la Casa del Arte, el Planetario “Dr. Ramiro Iglesias Leal” y la Rotonda de Tamaulipecos Ilustres. En Tampico el Espacio Cultural Metropolitano, que alberga el Museo de la Cultura Huasteca, ubicado en la Laguna del Carpintero, la Casa de la Cultura y el edificio de la Aduana Marítima. En Nuevo Laredo el Centro Cultural Nuevo Laredo, que alberga el Museo “José Reyes Meza” y el Museo de Historia Natural Nuevo Laredo. En Matamoros sobresalen el Teatro de la Reforma, recinto cultural centenario, el Museo Histórico del Fuerte Casa Mata, el Espacio Cultural Olímpico, la Galería Albertina, el

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Museo de Arte Contemporáneo de Tamaulipas, el Conservatorio de Música San Juan Siglo XXI y el Museo del Agrarismo Mexicano, en el sitio donde se realizara el primer reparto agrario por Lucio Blanco durante la Revolución mexicana.

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Museo del Agrarismo Mexicano.

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CapĂ­tulo 3


La cultura Matamoros


Patrimonio cultural de Matamoros

M

atamoros es una ciudad donde conviven de manera cotidiana la historia, la cultura y la modernidad, pues sobre sus calles se encuentran muchas joyas arquitectónicas del siglo XIX, algunas de ellas convertidas en museos, auditorios y escuelas. Matamoros es la Atenas de Tamaulipas y de la frontera, título que algunas personas le dan, comenta Arturo Zárate, por su Teatro Reforma, el más viejo en funciones en todo el norte de México; por su Instituto Literario de San Juan, primer centro de estudios superiores de toda la frontera y ahora escuela de música; por su casco antiguo (centro histórico de Matamoros), único por sus características, preservación y tamaño en las ciudades colindantes de México con Estados Unidos; por su Museo de Artes Contemporáneas de Tamaulipas, cuya sede, el edificio Pani, por sí mismo es un monumento al arte moderno; por sus museos de historia (el de La Casamata y el del Agrarismo); y por otras instituciones de promoción de la cultura,

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como el Instituto Regional de Bellas Artes de Matamoros y la Infoteca, la biblioteca pública más moderna en Tamaulipas, y por la ambición de estudios universitarios de muchos de sus jóvenes, la cual si no pueden aun satisfacer en un gran campus universitario sí lo hacen en las numerosas universidades que florecen en la localidad. Al hablar de cultura, como menciona Arturo Zárate, se alude frecuentemente al cultivo y promoción de las Bellas Artes, especialmente a lo celebrado por grupos selectos. Entonces se pueden citar la Escuela Superior de Música y su Orquesta Sinfónica, únicas por sus características en todo el estado. Por otra parte, en el ámbito literario sobresalen Manuel Barrera Argüelles con dos de sus obras, Candentes y Jesús Erasmo Garza y sus libros: La lógica de los Hechos y La Rusia de México; Aurelio González Carrasco, con sus obras intituladas Mariposas y Sargenta; Manuel López Padrón y su libro: Introducción a la filosofía; en el género poético sobresalen Ramón M. Cavazos, con las poesías, Vida, Evocación y Nuevo Laredo; Juan José de la Garza con, Serenata y Schubert; José Arrese con su libro: Prosas Rimadas; Manuel F. Rodríguez Brayda y su libro Sonatas Multiformes; así como Eliseo Paredes con Homenaje a los Fundadores.

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Plaza Hidalgo. Matamoros.


Por otra parte, en años recientes se han erigido nuevas estructuras que incorporan tecnología de vanguardia para difundir la cultura entre la población local y los visitantes de Estados Unidos y otras partes de México.

Casa Cross. Matamoros.

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Infraestructura cultural

E

n cuanto a monumentos históricos destaca el monumento a Benito Juárez e Hidalgo, ubicados en la plaza frente al palacio municipal; a Mariano Matamoros, ubicado a la salida de la carretera a Monterrey; y a los Niños Héroes, a un costado del Hospital Civil. Asimismo, es necesario mencionar la Casa Cross, de estilo colonial y arquitectura francesa, construida en 1885. Esta edificación de arquitectura colonial francesa es un preciado tesoro de la población matamorense, pues es única en su tipo en la ciudad. Los materiales empleados para su construcción fueron traídos a México desde Nueva Orleáns. Su propietario original, un comerciante de nombre Melitón Cross, se encargó de amueblarla y decorarla de manera sumamente elegante. Hoy en día, esta linda casa ha sido restaurada respetando su diseño y distribución originales, y está abierta al público. El Museo Fuerte Casamata, que fue cuartel en la época de la Colonia, construido en 1845, es la única construcción en su tipo que sobrevive en la ciudad. El Museo Fuerte Casamata

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Teatro de la Reforma. Matamoros.


exhibe hoy en día el origen y el desarrollo de Matamoros, así como los eventos militares que en él tuvieron lugar. Tiene un archivo histórico, una explanada para eventos al aire libre y una sala de exposiciones temporales. El Teatro de la Reforma, hoy reconstruido, comenzó a edificarse en 1864 y contaba con un sistema mecánico para colocar horizontal el piso de la sala y quedar formado así, un salón para grandes festejos.

Museo Fuerte Casamata. Matamoros.

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En sus bellas instalaciones se organizan actualmente más de 200 eventos al año, entre obras de teatro, festivales, conciertos, concursos, trabajos de educación especial y encuentros de grupos musicales. La Catedral de Nuestra Señora del Refugio, por su parte, fue construida en 1833. Esta catedral ha tenido que sufrir varias remodelaciones debido a los daños que la naturaleza le ha causado. En 1844 sus torres fueron derrumbadas como resultado de la fuerza de un huracán que azotó la ciudad de Matamoros. Más tarde, en 1933, la catedral sufrió la misma suerte y sus torres nuevamente se desplomaron. Su restauración final se realizó entre 1982 y 1987. Al interior de esta construcción se encuentra una hermosa réplica de la Virgen de La Piedad de Miguel Ángel Buonarotti. Esta escultura es una representación de la escena bíblica en la que María recibe el cuerpo de Jesucristo al ser bajado de la cruz. Por otra parte, el Museo del Agrarismo Mexicano fue erigido en el lugar en que se efectuó el primer reparto agrario en el país. Siendo único en su tipo en México, este museo presenta, además de modernas y completas viñetas explicativas, una gran colección de herramientas agrícolas utilizadas en siglos pasados.

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Con el objetivo primordial de colaborar en el proceso de distribución, producción consumo y análisis de las artes visuales en el estado, abrió sus puertas el Museo de Arte Contemporáneo de Tamaulipas en el año 2002 en la ciudad de Matamoros, para así convertirse en receptor de propuestas artísticas nacionales e internacionales, entre las que destacan sus impresionantes exhibiciones permanentes y temporales, conferencias y obras de teatro al aire libre. La Galería Albertina fue donada por la señora Albertina Domínguez de García. Este es un recinto en el cual los artistas plásticos de Matamoros pueden exhibir sus obras. Se encuentra en un bello edificio construido en el siglo XIX por un arquitecto originario de Nueva Orleáns, a pocos metros de la Plaza Hidalgo. Rigo Tovar fue uno de los cantantes mexicanos con más influencia en la música popular. Originario de esta ciudad, el artista ha sido homenajeado con un museo en su honor, donde se encuentran piezas originales que describen su vida, así como una estatua de cera del ídolo de las multitudes. El Parque Olímpico Cultura y Conocimiento fue construido en 2004 sobre lo que solía ser el Estero del Bravo. Este parque es uno de los

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espacios culturales más importantes no solo de Matamoros, sino de todo Tamaulipas. Es constante escenario de conciertos, obras de teatro, talleres y muestras internacionales de cine. En él destaca una inmensa estructura denominada La Gran Puerta de México, creada por el escultor Sebastián, que representa la enorme importancia de esta ciudad como vía de acceso a nuestro país. En el corazón de Matamoros se ubica la Plaza Hidalgo, lugar cuya construcción original se remonta al año 1800, recibiendo en sus primeros años el nombre de Plaza de Armas. Con el paso del tiempo, cuando se realizaron nuevas construcciones, fue llamada Plaza de la Constitución. Su denominación actual la recibió en honor de Miguel Hidalgo y Costilla.

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Parque OlĂ­mpico Cultura y Conocimiento. Matamoros.


CapĂ­tulo 4


La frontera norte La frontera


P

ara Gilberto Giménez desde el punto de vista geopolítico, frontera puede definirse inicialmente como línea de separación y de contacto entre dos o más estados. Sin embargo, para referirse propiamente a una frontera tiene que existir una discontinuidad, una ruptura o una cesura entre dos espacios, lo que frecuentemente significa también una ruptura o cesura entre dos modos de organización del espacio, entre dos sistemas de redes de comunicación, entre dos o más sociedades diferentes y, a veces, antagonistas. Las fronteras dividen a un espacio con otro que está “enfrente”, a los otros, a lo que es distinto desde un punto de vista cultural. Por eso se habla de fronteras económicas, de fronteras lingüísticas y de fronteras culturales, que pueden coincidir o no con las fronteras geográficas o límites políticos. No obstante, comúnmente se llaman fronteras a los límites, las divisiones y subdivisiones político-administrativas en el interior de un territorio nacional y entre naciones, los límites son completamente convencionales que reales, pero que a través de la historia han servido como base para iniciar a ambos lados limitados procesos culturales y sociales diferenciados que terminan por constituir verdaderas fronteras. Por ello, la discontinuidad que caracteriza a una frontera puede ser no solo territorial, como se ha

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comentado, sino cultural y además económica, lingüística y religiosa, elementos que han ayudado a crear durante los últimos siglos a los nacionalismos por lo que se afirma que el origen de las fronteras está ligado con el surgimiento del nacionalismo. El nacionalismo es una tendencia política sostenida en el derecho de una comunidad a formar su propio Estado autónomo e independiente, con aspiraciones sociales, económicas y culturales compartidos. Esta tendencia se caracteriza ante todo por el sentimiento de unión e identidad, derivada de contar con orígenes étnicos, historia, lengua, religión, costumbres y tradiciones comunes. En esta dinámica los rasgos comunes generan identidad, la cual ha tenido como base al sentimiento nacionalista, como afirma la teoría romántica de la identidad cultural. Para Jorge Eduardo Brenna hay una constante dualidad en la esencia misma de la frontera, una complejidad que responde a las historias contradictorias detrás de ellas: son una abstracción en el mapa y sin embargo son una realidad concreta que toma formas diversas como estado, región, cultura o civilización. Lo que es claro es que las fronteras nacionales, como tales, han sido construidas como espacios sociales con el fin de delimitar geopolíticamente los estados nacionales. En las fronteras se concretan los esfuerzos por dar contenido cultural a las identidades nacionales;

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Puente fronterizo Brownsville-Matamoros.


en las fronteras es donde se percibe cómo se construyen, se legitiman y difunden los contenidos de estas identidades. Puede afirmarse en este sentido que el mejor escenario para construir y exaltar la identidad es en confrontación con los otros, con los que están del otro lado de los límites geográficos o políticos, por lo que el resultado casi natural e inevitable de los procesos de identidad es la creación, voluntaria o involuntaria, de fronteras. Por ello, en las fronteras se han ido construyendo espacios de exclusión de lo otro y protección de lo propio, que marcan la diferencia de lo nacional de lo extranjero, lo nuestro de lo ajeno, lo puro de lo que puede contaminar, lo sagrado nacional de lo profano extranjero, lo tradicional que nos identifica de la novedad engañosa del de enfrente, los valores culturales centenarios de la novedad de las ideologías, de la voluntad de crear caminos de encuentros de la necedad en la construcción de muros. Existen espacios que por su dinámica rica y compleja trascienden los límites geográficos y de división política y que permean y transforman las identidades y, por tanto, trascienden las fronteras culturales. En este caso, se puede hablar de regiones transfronterizas entendidas como espacios interculturales, interétnicos e intersocietarios (relaciones entre sociedades de un mismo grupo), en los

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Cruce fronterizo Browsville-Matamoros.

que hay un cruce dinámico y complejo de diversas territorialidades y visiones del mundo, lo que las convierte en espacios en que se construyen y recrean identidades y posiciones políticas, mismas que se relacionan según la dinámica sociocultural y política que induzcan los actores sociales que las detentan, hacia la integración o la confrontación. Para Víctor Aurelio Zúñiga González la frontera no es solo una definición del espacio territorial, tampoco es solo un área de conflictos y tensiones internacionales, sino, ante todo, una región

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­ eográfica en la cual se trazan líneas divisorias g que separan dos realidades distintas. Así, la frontera es básicamente una línea político-administrativa que se mide en términos de longitud, pero no de anchura, por su parte la región transfronteriza, en cambio, es un territorio. Ambas nociones frontera y región fronteriza son indisociables, pero constituyen conjuntamente el marco de lo que podríamos llamar fenómenos fronterizos. Asimismo, ciertos problemas solo son pertinentes en relación con las fronteras lineales. Por ejemplo, las fronteras pueden abrirse o cerrarse por decisión de las autoridades de uno u otro lado, pero generalmente por iniciativa del lado más desarrollado; que argumenta amenazas a la estabilidad económica y social, así como a las identidades cultural y nacionalista por el carácter altamente migratorio de la región. Sin embargo, el desarrollo de las dinámicas culturales de las regiones transfronterizas no se interrumpen o desaparecen por la voluntad de ningún actor o factor político. La idea de una región transfronteriza demarca una zona de intercambios dinámicos a nivel de personas, de valores, de símbolos y de mercancías que llevan una huella de identidad nacional o regional, intercambios tan dinámicos que no forzosamente tienden a coincidir con las demarcaciones nacionales.

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Este espacio contiene fronteras, aunque en los hechos las trascienda, como sucede con el norte de México y el sur de Estados Unidos, y ello es relevante no solo porque corresponden a diferentes entidades político-administrativas, sino porque ellas implican diversos órdenes societarios, identidades culturales y posiciones políticas en interacción. Una posible explicación a esa dinámica transfronteriza armónica y proclive a la convivencia, es el origen común de las comunidades de la región, que constituye un lazo que difícilmente la forzada delimitación política creada a mediados del siglo XIX entre México y Estados Unidos puede romper. A continuación se presentan los componentes fundamentales, propuestos por Gilberto Giménez, de lo que se podría llamar realidades fronterizas. •

La frontera propiamente dicha, es decir, la línea fronteriza, que en términos legales y administrativos separa y une simultáneamente a los estados.

Las franjas fronterizas. Zonas territoriales de amplitud variable que se extienden a uno y otro lados de la línea fronteriza, dentro de los cuales se presenta una amplia variedad de comportamientos y sentidos asociados a la pertenencia de sus respectivas naciones o estados.

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Las estructuras físicas del estado que demarcan y protegen la línea fronteriza legal, compuestas por agentes e instituciones diversas como los dispositivos de vigilancia, las aduanas, el control de inmigración, las oficinas para la expedición de visas y pasaportes; sin excluir los aparatos educativos diseñados para garantizar la reproducción de la cultura hegemónica y de la identidad nacionales, supuestamente amenazadas.

En todo este contexto, uno de los cambios más importantes en la historia de Tamaulipas y Matamoros ha sido su condición de frontera entre Estados Unidos de América y México desde 1848.

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Frontera MĂŠxico-Estados Unidos. Entrada desde Brownsville, Texas.


Frontera México-Estados Unidos: una realidad cultural La frontera entre México Estados Unidos es el límite geográfico-político entre ambas naciones que parte del Océano Pacífico y culmina en el Océano Atlántico. Según la Comisión Internacional de Límites y Aguas la frontera tiene una longitud de 3,185 kilómetros (1,951 millas). Parte de oeste a este desde las ciudades de Tijuana, en Baja California, México e Imperial Beach, del condado de San Diego, en California, Estados Unidos; y termina en el municipio de Matamoros, Tamaulipas y el condado estadounidense de Cameron, Texas. Atraviesa grandes áreas urbanas y desiertos, se encuentra a lo largo del Río Bravo (conocido en Estados Unidos. como Río Grande), para luego cruzar las áreas de los desiertos de Sonora y Chihuahua, atravesar un tramo del río Colorado, llegar al norte de la Baja California y finalizar su recorrido en el océano Pacífico. La frontera internacional terrestre tiene 3,185 kilómetros de largo y se inicia en la desembocadura del río Bravo con el Golfo de M ­ éxico, corre

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a lo largo de este hasta un punto entre las ciudades de El Paso y Ciudad Juárez. Los estados norteamericanos a lo largo de la frontera, de oeste a este, son California, Arizona, Nuevo México y Texas. Los estados mexicanos son Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. En los Estados Unidos, Texas tiene la parte más amplia de frontera internacional de cualquier estado, mientras que California tiene la más corta. En México, Chihuahua tiene la más amplia y Nuevo León la más estrecha. Actualmente, existe el debate sobre los supuestos inconvenientes que la inmigración ilegal causa a la economía y gobierno estadounidenses. Con estos argumentos, grupos y personajes políticos estadounidenses han propugnado reglas más severas en el control de la frontera existente entre México y Estados Unidos, entre ellas, es la construcción de un muro en la línea divisoria, que ha ocupado la escena política entre ambos países y causado una gran controversia internacional. No obstante, más allá de la esfera política e ideológica, la vida en la frontera entre los Estados Unidos y México ha causado una mezcla de culturas, actitudes, tradiciones y dife-

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rentes formas de vida. Lo que ha o ­ riginado diferencias entre las poblaciones de los estados fronterizos y los demás estados pertenecientes a dichos países. Históricamente hablando, la mayoría de las fronteras resultan de sus relaciones de fuerza en cierto momento de su historia, lo que ha sido

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México-Estados Unidos. La frontera y los estados vecinos.

precisamente el caso de los 3,000 kilómetros de frontera entre México y Estados Unidos. Para Gilberto Giménez es en esta frontera, donde se revela con gran nitidez el carácter dual de toda frontera como línea de separación (límite de división político-administrativa entre dos naciones) y a la vez de contacto y diferenciación cultural (de frontera en sentido estricto).

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Esa dinámica fronteriza tiene una variable particular que ha dejado su impronta sobre todo durante el siglo XX: haberse constituido en paso de migrantes provenientes de otras regiones del país, haciendo con ello más complejas (aunque no necesariamente problemáticas) las relaciones, flujos e influencias culturales al interior de la región transfronteriza. La separación territorial se refuerza del lado estadounidense por una drástica política destinada a regular la movilidad y a controlar el flujo de migrantes hacia su territorio, política propia del país social y económicamente más desarrollado sobre el menos desarrollo, como una medida que presuntamente proteja la estabilidad interna, pues los migrantes se han internado en los últimos decenios más allá de la franja fronteriza, lo cual es “culturalmente” intolerable para el poder hegemónico. No obstante, se trata de una franja fronteriza fuertemente integrada en primera instancia desde el punto de vista económico y comercial, no solo por efecto del Tratado de Libre Comercio, sino sobre todo a través del sistema de los twin plants por el que se implantan establecimientos industriales gemelos de uno y otro lado de la frontera: oficinas de administración y de gestión del lado estadounidense, y maquiladoras del lado mexicano.

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Además, las ciudades fronterizas de ambos lados parecen haberse desarrollado siguiendo el mismo esquema de pares gemelos: McAllen-Reynosa, Laredo-Nuevo Laredo, El Paso-Ciudad Juárez. Esta configuración ha convertido la zona fronteriza en una de las regiones más dinámicas de México, a las que también deben gran parte de su prosperidad actual el sur de los Estados Unidos. La frontera norte de México y sur de Estados Unidos es el límite entre dos culturas icónicas complementarias, el sur que aún representa para los del norte lo exótico y colorido atrayentes; el norte que para los mexicanos representa el progreso tecnificado y la prosperidad, igualmente atrayentes. Para Gilberto Giménez esto explica el actual endurecimiento de la política de Estados Unidos militarización de la misma, sino también el proyecto de construcción de un muro a lo largo de la frontera, todo lo cual evoca el modelo de la cortina de hierro de los países europeos comunistas en la época de la Guerra Fría. Así, la frontera es a la vez barrera para el flujo humano de trabajadores migrantes y espacio para el flujo de mercancías y de capital; franja de resistencia a la asimilación cultural y área de intensas transacciones de carácter

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instrumental derivadas de intereses y ventajas recíprocas, sin que ello implique, en principio, una alteración sustancial de las identidades en contacto. Para Jorge Eduardo Brenna, las fronteras nacionales han dejado de ser fronteras económicas exclusivamente, y con la inercia de la mundialización tendiente a una integración de espacios económicos se observa el estallido de la diferencia cultural; por ende, las fronteras más que nunca son y deben ser consideradas como espacios pluriculturales que demandan políticas de gobierno mayormente democráticas y plurales; éste es el caso de la frontera entre Estados Unidos y México. La naturaleza del conflicto en la frontera entre ambos países requiere una revisión de la lógica, de las reglas y de los valores con que los diferentes niveles de gobierno afrontan los conflictos fronterizos para transformarlos mediante un verdadero diálogo y negociación. La frontera entre México y Estados Unidos es la más larga que existe entre el subdesarrollo y el desarrollo, entre la modernidad globalizada y tecnificada del norte y la modernidad subalterna y precaria del sur. En este contexto internacional y global, las fronteras se flexibilizan y se hacen selectivas

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siempre fieles a su función de exclusión, introduciendo nuevas formas de desigualdad. La frontera entre México y Estados Unidos es el mejor ejemplo: una de las más extensas y conflictivas del mundo. Para Brenna la frontera además es simbólica: une y separa a Estados Unidos del resto de América Latina, convirtiéndose además en La Meca a la que tratan de llegar los olvidados de las políticas de los estados nacionales latinoamericanos en busca del paraíso perdido (nunca vivido por cierto, sino solo supuesto en un sueño). Precisamente esa larga frontera (desde San Diego-Tijuana hasta Brownsville-Matamoros) es cruzada diariamente por casi cinco mil trabajadores en condiciones legales o ilegales. Las fronteras ya no son solo los escenarios en los que se disputan los valores nacionales y se defiende la soberanía. Hoy ocurren un sinnúmero de fenómenos en ellas, transformaciones de todo tipo: económicas, sociales, políticas pero sobre todo culturales, mismas que trascienden los límites de las dinámicas propias de los estados nacionales. Podemos insistir en que el desarrollo comercial y laboral evade muros y configura a la frontera en un amplio espacio de vida social, económica y pluricultural.

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La pluriculturalidad de la frontera reclama una cultura del conflicto y una cultura democrática nuevas para procesar la diversidad creciente. No hacerlo es estar abonando el terreno de una proliferación de conflictos que, acumulados, pueden ser potencialmente fuentes de inestabilidad y violencia en las zonas fronterizas. De esta forma surge el reto de encontrar fórmulas políticas democráticas, y sobre todo configurar una cultura política fronteriza para garantizar el diálogo y la negociación de los espacios vitales, para reproducir a las comunidades culturales y garantizar la convivencia pacífica en estos espacios tan peculiares. Asimismo, como señala Brenna, es importante avanzar en la creación de nuevos enfoques teóricos en torno de las fronteras concebidas como espacios de diversidad étnica y sociocultural, pero sobre todo asumir de manera realista que estas regiones son zonas de conflicto en las que hay que transformar al enemigo identitario en el interlocutor, al menos, con el que se decide negociadamente los pormenores de una comunidad fronteriza que comparte un destino común. En este sentido, son oportunas las reflexiones de Jorge A. Bustamante en torno a la frontera México-Estados Unidos:

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• La vecindad geográfica entre México y Estados Unidos ha producido un fenómeno de relaciones humanas que se puede entender como un conjunto de interacciones sociales entre individuos de diferentes nacionalidades, niveles de desarrollo económico, tradiciones y valores culturales y de diferente grado de poder, a pesar de lo cual estos países han logrado un mínimo de acuerdo como para satisfacer mutuamente sus respectivas necesidades con acciones e interacciones recíprocas. • Ese fenómeno de relaciones humanas entre individuos de tan contrastantes diferencias, ocurre en un espacio geográfico que adquiere características de región, derivado de la situación de “internacionalidad” que los procesos de interacción social de actores de ambos lados de la frontera le dan al espacio geográfico del país respectivo en donde tienen lugar tales interacciones. • La “internacionalidad” de las interacciones fronterizas o transfronterizas entre mexicanos y estadounidenses, ocurre en un contexto estructural caracterizado por la desigualdad o “asimetría de poder” entre los actores de cada país. Cuando la asime-

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tría de poder se ejerce en un grado máximo, se impide la interacción y se da lugar a la acción unilateral del más poderoso. Cuando esa asimetría se da en su grado mínimo, se facilita la interacción y la mutua consecución de los fines respectivos de los actores. • La región fronteriza no es una región delimitable mediante un mismo espacio geográfico para todas las posibilidades de interacción entre individuos, instituciones o factores ambientales de ambos países. La delimitación de lo fronterizo en términos espaciales puede variar, dependiendo de la naturaleza de la interacción de que se trate. • El estudio de las relaciones fronterizas es indispensable para el entendimiento, tanto de la dimensión regional como de la nacional, de las relaciones entre México y Estados Unidos. Las áreas fronterizas son espacio de interacción entre culturas desiguales en conflicto permanente, con efectos de transculturación adaptativa que por lo general no afectan los núcleos duros de las mismas. En consecuencia, son el lugar de las identidades exasperadas en confrontación recíproca, donde las

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identidades dominantes luchan por mantener su hegemonía, en tanto que las dominadas lo hacen para lograr su reconocimiento social. En este sentido, el reconocimiento de los derechos sociales, económicos y de regulación migratoria de las minorías étnicas, lingüísticas y culturales es un aspecto que jurídicamente ha avanzado muy lentamente y de acuerdo con la nueva política del gobierno estadounidense se pretenden inhibir. En las franjas fronterizas no se observa en primera instancia a culturas híbridas, sino la presencia simultánea de culturas de origen diverso o, mejor, la densificación de los contactos interculturales entre culturas desiguales, que no implican por sí mismos contagio cultural recíproco (aculturación o asimilación), y mucho menos alteración sustancial de identidades. En virtud del mayor número de mexicanos del otro lado de la frontera México-Estados Unidos, se ha formado una franja fronteriza asimétrica, es decir, más interiorizada hacia el lado norteamericano, por lo que puede inferirse que los mecanismos de influencia cultural es mayor hacia el otro lado de la frontera. En este sentido, sería importante determinar el grado de mexicanización de los estadounidenses y el grado de norteame-

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Puentes fronterizos: economĂ­a y cultura.


ricanización de los mexicanos. La comida, la escucha de a ­ mbos idiomas, la m ­ úsica, el paisaje urbano, la iconografía, entre otros, son mecanismos que sin duda cumplen una labor en la influencia cultural. Desde el punto de vista cultural, las zonas fronterizas conformadas a uno y otro lado de la frontera lineal entre México y Estados Unidos han sido descritas como zonas de culturas híbridas y desterritorializadas, donde campea una cultura mestiza hecha de mexicanidad y de American way of life. En este sentido, se puede observar la tendencia a construir en el lugar de destino redes organizadas de paisanos en forma de vecindades étnicas que de algún modo evocan las localidades de origen y frecuentemente constituyen simulacros de la misma. Ésta es la lógica que explica la formación de los barrios hispanos, de los China Town y de los Little Italy en el corazón de las metrópolis estadounidenses; y por lo que toca a la frontera norte en particular, las colonias de hispanos inmigrados que habitan la franja fronteriza estadounidense de la misma Es notoria en los emigrados la persistencia de la memoria social a través de la conservación de ciertos hábitos culturales de su lugar de origen, pero sobre todo mediante ­elementos

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gastronómicos tradicionales, las conmemoraciones, que son ritos de ­reactivación de la memoria, como la celebración del 5 de mayo o la ceremonia tradicional de la Independencia entre los mexicanos emigrados. De hecho, celebraciones como la Batalla de Puebla del 5 de Mayo de 1862 durante la Segunda Intervención Francesa en México cobra especial relevancia entre los mexicoamericanos e hijos de emigrados nacidos en Estados Unidos, una importancia en ocasiones mayor que la celebración de la Independencia. Lo mismo puede decirse de “los burritos” que aunque tiene su origen en el norte de México, no podría considerarse en México como el platillo mexicano por antonomasia. De esta forma, si a un mexicano se le pregunta cuál es la fiesta nacional y comida más importante de México, responda que el Día de la Independencia y que los tacos, el mole, el pozole o tal vez que los chiles en nogada, pero es muy probable que no mencione a los burritos. Un mexicoamericano responderá que el 5 de mayo y los burritos. Estas adopciones hablan de una identidad propia del emigrado, de una identidad “metanacional” (identidad con México pero más allá de lo que realmente es México).

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No obstante, es necesario diferenciar entre mexicoamericanos y mexicanos que viven o conviven en la franja fronteriza. En este sentido escuchemos a Luis Ernesto García (residente en la franja fronteriza Matamoros-Brownsville) en la siguiente versión libre de su artículo “La frontera mexicana y americana: una fusión de cultura”: La frontera de Brownsville, Texas, y Matamoros, Tamaulipas, es una de varias fronteras de los dos países. Vivir en una frontera es un contraste de culturas, actitudes, gobiernos, economía, y diferentes percepciones de la vida. Es también un constante tomar conciencia que mexicanos que viven en fronteras tanto mexicoamericanos y mexicanos inmigrados son grupos que merecen nuestra atención para lograr descifrar su identidad. Especialmente los mexicanoamericanos constituyen un grupo que es difícil identificarse por la fusión de ambas culturas que suelen absorber. Se revelan problemas, ventajas, desventajas, diferencias, e interacción entre ambos grupos. Un problema que surge en la frontera y especialmente en todo Estados Unidos es la discriminación de los mexicoamericanos hacia los indocumentados recién llegados de México. Una investigación por los profesores Néstor Rodríguez y Rogelio T. Núñez de la

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­ niversidad de Texas indica que se encuenU tra un vacío entre las relaciones de estos dos grupos. Los investigadores explican que este vacío se da por sus diferencias sociales, económicas, y culturales. Los dos grupos funcionan de diferentes maneras que estimulan ese hueco en sus relaciones interpersonales. En sus investigaciones Rodríguez y Núñez dieron a conocer que las relaciones entre mexicoamericanos de bajos recursos e indocumentados están en conflicto, ya que se encuentra un idealismo de superioridad de los mexicoamericanos hacia los indocumentados. El indocumentado y mexicoamericano están ligados por una unión que ninguna barrera, río, o país puede destruir: ambos vienen de la cultura mexicana. Pero de todas formas sigue existiendo una separación debido a actitudes y comportamiento, evidente en cada grupo o cultura. La separación más evidente entre el mexicoamericano y el indocumentado mexicano son las diferencias culturales en la frontera, por ejemplo la lengua es un factor vital que puede unir estos dos grupos pero puede a la vez separarlos. Los mexicanos son monolingües, por su parte los mexicoamericanos son monolingües (hablan solo español o inglés) o bilingües o hablantes en contextos comunes de una mezcla de ambos idiomas.

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Con esta complejidad se le ha hecho difícil al mexicano tener una conversación con un ­mexicoamericano, el cual acaba concluyendo que el último no puede hablar español. En la frontera de Brownsville y Matamoros. Este problema se ha hecho muy notable en jóvenes de escuela y universidad. Jóvenes que vienen de Matamoros a estudiar en Brownsville son discriminados por su manera de hablar el inglés. En mi experiencia personal, en mi niñez las maestras y los estudiantes discriminaban mi forma de hablar inglés. El mismo mexicoamericano puede ser el obstáculo hacia el mexicano cuando este quiere educarse y superarse. En experiencia propia para muchos mexicanos que provienen de México pocos llegan a obtener las costumbres de los mexicoamericanos. Estas costumbres pueden ser el lenguaje de “pocho”; es decir, el uso de palabras en inglés pero convertidas al español. Los mexicanos inmigrados prefieren mantener el español “puro”, del cual se enorgullecen, y esta actitud les impide a los mexicoamericanos tener una buena relación con ellos. Las preferencias musicales son aún otra barrera cultural en las relaciones de ambos grupos. En los hogares mexicanos la música es variada entre mariachi, rock and roll, norteño, tropical,

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etc. Los mexicoamericanos, especialmente, en Brownsville prefieren música por conjuntos norteños, tejanos, música en inglés con su gran variedad. Esta diferencia tiene que tener un efecto en como fusionan los dos grupos. Las actitudes de mexicanos pueden reflejar que los mexicoamericanos no son suficiente mexicanos y por supuesto no interpretan la música igual que ellos. Estas diferencias culturales no unen a estos dos grupos y cuando a veces se reúnen y discuten este asunto los resultados no son satisfactorios. Especialmente en frontera estas diferencias se hacen más obvias. La distancia física que separa las dos culturas es un factor, pues solamente a una distancia corta estamos en México o en los Estados Unidos de América. Como en cualquier cultura los grupos se unen a sus propios grupos donde se sienten más a gusto. El mexicano en los Estados Unidos se va a unir con mexicanos para sentirse en casa y estar en contacto con personas que tienen su misma cultura. El mexicoamericano que se identifica con las dos culturas (la mexicana y la americana) va a tener más relaciones de amistad con mexicanos que tienen sus mismas experiencias y cultura. La cultura exhibida en lenguaje, religión, cocina, o música tiene un papel singular en

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las relaciones entre el mexicoamericano y ­mexicano. No hay duda que sirven para unir los dos grupos pero a la vez pueden distinguir y separar los dos grupos. Brownsville y Matamoros se constituyen en una frontera que está en constante movimiento de personas y productos de un lado a otro. En un día común las largas líneas de tráfico congestionan los puentes de entrada con las camionetas de maquiladoras, autobuses, coches, bicicletas y peatones. Como resultado, los centros comerciales en el lado de los Estados Unidos dependen de los clientes mexicanos. En festividades como el día de Pascua y Navidad los estacionamientos en los Estados Unidos están llenos de coches con placas de México. En el centro de Brownsville la mayoría de los clientes son exclusivamente mexicanos y mexicoamericanos, y el español se habla más que inglés. En el lado mexicano los turistas se pueden observar en mercados de artesanías y curiosidades en el centro de Matamoros. Los supermercados en Matamoros son para clientes que la mayoría son mexicanos americanos que pueden comprar artículos de despensa por un precio inferior al de los Estados Unidos. La interdependencia provee ventajas y problemas en la frontera, la cual permite que

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s­ ecciones de la población fronteriza invierta en oportunidades que existen en un lado y minimicen en otras secciones las consecuencias negativas que surgen de esta relación asimétrica. Un ejemplo muy visible es que trabajadores de México son atraídos a la posibilidad de tener una mejor vida. Los trabajadores son influidos por la razón de ganar un mejor sueldo en una moneda que es más fuerte que la de su propio país, porque las condiciones de trabajo y beneficios en los Estados Unidos son mejores que en México. Estos trabajadores se integran en la economía de este país que les da la posibilidad de obtener residencia permanente en los Estados Unidos. Con el tiempo estos trabajadores y sus familias cruzan la frontera para Brownsville donde tendrán mejores oportunidades. Pocos mexicoamericanos en la frontera son descendientes de familias coloniales españolas mexicanas. La mayoría son descendientes de la ola de inmigrantes de México después del estallido de la Revolución Mexicana en 1910. Después de 1940 una gran cantidad de inmigrantes fue la causa de una expansión económica en el suroeste de los Estados Unidos iniciada por la Segunda Guerra Mundial. En Brownsville aproximadamente el 74% son mexicanos, o sea mexicoamericanos o

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mexicanos con residencia permanente en los Estados Unidos. La proximidad física de México a los Estados Unidos ha representado una seguridad en el mantenimiento de la lengua española y la cultura mexicana. Al mismo tiempo la sociedad americana ha sostenido el uso del inglés mediante la cultura anglosajona. En estudios recientes en las fronteras, más de los tres cuartas partes de la población hispana hablaba inglés. Esta circunstancia ha hecho que los mexicoamericanos sean un grupo bilingüe, bicultural, y que mantenga un vínculo con la tierra de sus antepasados, México, a pesar de todas las dificultades en la relación con los recién llegados del país de origen de sus abuelos. No importa de qué clase social sea el mexicoamericano, siempre retiene su cultura mixta, que le permite funcionar en varios entornos en la frontera. Pero aún entre los mexicoamericanos hay otra subdivisión: entre ellos está el grupo de los biculturales que viven en el entorno de la frontera dado que tienen cimientos de cultura mexicana y la larga residencia en Estados Unidos los ha americanizado. Los mexicoamericanos biculturales mantienen este grupo por su interacción con otros que tienen sus mismos antecedentes, y también por sus viajes continuos a México como compradores, turistas, o mismo para visitar a familiares. Los

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mexicoamericanos biculturales tienen la desventaja económica de conocer dos lenguajes pero por su limitada oportunidad de tener una educación formal, o por las exigencias de su trabajo constante, no tienen dominio sobre ninguna y esto a veces resulta que no pueden hablar con fluidez ni con mexicanos ni con angloamericanos. En ocasiones el mexicano americano bicultural en esta situación, viviendo en la frontera puede sentir aislamiento, privación material y cultural. Al otro lado de la moneda, el bicultural de clase media puede funcionar muy bien porque ha obtenido educación formal y conocimiento de ambas culturas, además tienen la opción de enriquecer su estilo de vida como mexicoamericanos y escoger lo mejor que el mundo mexicano y el angloamericano les ofrece. La mayoría de los mexicoamericanos biculturales toman por sentado el privilegio de ser biculturales y lo aceptan como una función normal de esta región. Se encuentra un sentimiento en la frontera que esta sociedad siempre ha funcionado así por lo cual no hay razón de pensar que va a cambiar. El ser mexicoamericano o mexicano viviendo en la frontera del lado americano puede ser una experiencia enriquecedora si nos

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­ ejamos influenciar por ambas culturas. Vivir d en la frontera también puede ser causa de discriminación para los dos grupos por razones económicas, culturales, y lingüísticas, las cuales determinan cómo pueden funcionar los dos como vecinos. Realmente estas diferencias pueden unirnos si es que permitimos tomar conciencia que somos ambos mexicanos con la misma mentalidad de seguir adelante con nuestra educación, trabajos y familias. La interacción de ambas ciudades es no solo importante, sino inevitable para que las dos puedan perdurar económicamente. Brownsville y Matamoros se necesitan porque comparten trabajadores, productos, educación, e industria. Si una ciudad disminuye su paso la otra sufrirá económicamente. Es necesario que las dos ciudades sigan trabajando juntas como lo han estado haciendo desde tanto tiempo, y que se siga permitiendo que mexicanos crucen hacia los Estados Unidos con el propósito de trabajar. Y de la misma manera que los ciudadanos de Brownsville se sigan beneficiando de los productos mexicanos y de las ventajas económicas de Matamoros. La identidad es una parte importante del ser humano, la cual nos hace reconocer quiénes somos y donde procedemos. El mexicoamericano de frontera se encuentra en una situación donde no puede identificarse solamente como

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mexicano o solamente con la cultura anglosajona. Por su posición geográfica y también por su cultura híbrida, el mexicoamericano no es mexicano y tampoco anglosajón: él es un mestizo de las dos culturas que desea ser aceptado y ser parte de las dos culturas. Brownsville y Matamoros, las ciudades gemelas, hermanas, ambas son mi hogar, el sitio donde nací y crecí. La experiencia que tuve allí no puede ser comparada a la experiencia de cualquier otro lugar. Es una frontera que fusiona las dos culturas y hace del ciudadano una persona abierta a pensar de más de una manera y conducir su vida. Veamos, pues, el caso específico de Matamoros, Tamaulipas, y Brownsville, Texas.

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CapĂ­tulo 4


La frontera norte Matamoros y Brownsville


Entre economía y cultura De manera cotidiana Matamoros y Brownsville se constituyen en una frontera que está en constante movimiento de personas y productos, las largas líneas de tráfico congestionan los puentes de entrada con las camionetas de maquiladoras, autobuses, automóviles, bicicletas, y peatones. Los centros comerciales en el lado de los Estados Unidos dependen, en gran parte, de los clientes mexicanos. En el centro de Brownsville la mayoría de los clientes son exclusivamente mexicanos y mexicoamericanos, y el español se habla más que el inglés. En el lado mexicano los turistas se pueden observar en mercados de artesanías y curiosidades en el centro de Matamoros. Los mexicanos buscan el factor económico en Estados Unidos, los estadounidenses son atraídos por el factor cultural. La interdependencia crea ventajas y problemas en la frontera, la cual permite que sectores de la población fronteriza invierta en oportunidades que existen en un lado y minimicen en otras secciones las consecuencias negativas que surgen de esta relación asimétrica.

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Un ejemplo muy visible es que trabajadores de México son atraídos a la posibilidad de tener una mejor vida. Los trabajadores son influidos por la razón de obtener un mejor ingreso en una moneda más fuerte que la de su propio país y porque la percepción generalizada y unívoca es que las condiciones de trabajo y beneficios en los Estados Unidos son mejores. Los empresarios en el lado de los Estados Unidos, actuando en sus propios intereses, han dado la bienvenida a la mano de obra mexicana. En el otro lado los empresarios en Matamoros no han podido competir con los sueldos de los Estados Unidos. Esto ha hecho que trabajadores con habilidades se muden a Brownsville por un mejor sueldo. Estos trabajadores se integran en la economía de Estados Unidos y con el tiempo sus familias cruzan la frontera para Brownsville. Manuel Cevallos Ramírez afirma que la frontera del norte de México es una de las áreas del planeta vinculadas territorialmente al más grande mercado nacional creado por el capitalismo y una prolongación territorial del más dinámico mercado nacional surgido en el mundo atlántico. Para analizar la frontera norte mexicana, y en especial el noreste, se refiere a la peculiaridad

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estratégica que esta tiene frente a Estados Unidos y de la interacción que establece con el Golfo de México y Europa. Esta peculiaridad se verifica en la región más dinámica entre Estados Unidos y México en un periodo específico, es decir, en el iniciado después de la guerra entre ambos países a mediados del siglo XIX. En este cambio completo de circunstancias políticas, económicas, sociales y culturales, la región noreste mexicana experimentó también el reacomodo de los elementos que la definían. Esta vasta región se encuentra entrelazada por lo menos desde mediados del siglo XVIII, en lo que entonces se llamó las Provincias Internas de Oriente. Juan Fidel Zorrilla señala que tres instancias agruparon a la región: el obispado de Linares (1777), la Comandancia General de las Provincias Internas de Oriente (1788) y, ya tardíamente, la Diputación Provincial. Se unió así desde el punto de vista eclesiástico, judicial y político. La Constitución de Cádiz de 1812 reconoció también esta demarcación, por la convicción de la unidad nororiental de Miguel Ramos Arizpe, y después la Constitución de 1824 volvió sobre el mismo asunto al unir Coahuila y Texas en un solo estado.

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Todo este proceso de conformación del noreste contribuyó a crear interdependencia entre las diversas poblaciones que se integraron entre sí para formar el noreste histórico, paulatinamente se fue creando un polígono de ciudades que, partiendo del corredor Parras-Saltillo-Monterrey, se prolonga a Monclova, Piedras Negras-Eagle Pass,

El noroeste mexicano en torno a Tamaulipas.

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­ aredo y Nuevo Laredo, San Antonio, Corpus L Christi-Galveston, Brownsville-Matamoros, Reynosa-McAllen, San Fernando, Tampico y Ciudad Victoria-Linares. La región transfronteriza Tamaulipas-Texas se estructura en torno de varias ciudades hermanas, de las que destacan Matamoros-Brownsville, Reynosa-McAllen y Nuevo Laredo-Laredo. Entre ellas se producen intensas relaciones sociales, económicas y culturales, así como institucionales entre sus gobiernos locales. En el ámbito protocolario destacan las “ceremonias del abrazo” y los acuerdos de hermanamiento, cuyo propósito es fortalecer los vínculos entre ciudades. También se han emprendido otras acciones de mayor envergadura con el fin de desarrollar proyectos territoriales y económicos. Ante la crisis económica de 2008, el endurecimiento de la frontera por parte de Estados Unidos y la inseguridad en México, la acción transfronteriza ha tendido a reforzarse en lugar de debilitarse. Para Xavier Oliveras González, esta acción transfronteriza se da entre los actores subnacionales colindantes de ambos lados de una frontera internacional. Aquí el espacio

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regional y la contigüidad geográfica tienen un papel clave que no se da en otros tipos, ni en los motivos que justifican la acción exterior ni en la definición de los objetivos y actividades. A diferencia de la acción exterior de los gobiernos nacionales, la protagonizada por los locales es un campo poco explorado, y menos aún en los contextos fronterizos. Un ejemplo claro lo constituyen México y Estados Unidos, donde la acción transfronteriza ha sido analizada en menor grado que la protagonizada por los gobiernos estatales. En comparación con otras regiones de la frontera entre México y Estados Unidos, el interés de esta reside en su mayor densidad de localidades y su elaborado desarrollo urbano, constituido por varias ciudades hermanas, lo que propicia un mayor dinamismo paradiplomático, es decir, diplomacia a nivel local, no nacional. Ello implica un amplio espectro que incluye temas de cultura, turismo, industria, comercio, atracción de inversiones, medio ambiente, promoción territorial, deporte, salud y justicia, entre otros. La gama de actividades que incluye es igualmente amplia, al igual que lo son los grados de formalización. Se puede contar la cooperación territorial, la cooperación al desarrollo, los acuerdos de hermanamiento, las visitas de autoridades gubernamentales al ­exterior y

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la recepción de autoridades públicas y privadas extranjeras, campañas de promoción industrial, turística y comercial y de difusión cultural en eventos internacionales, la participación en asociaciones y foros internacionales de regiones, entre otras muchas actividades. Oliveras González comenta que los ejes fundamentales de la articulación regional son el río Bravo, la frontera, delimitada por el afluente, y los puentes internacionales que conectan ambos lados. A pesar de las asimetrías sociales, económicas y territoriales, la interdependencia es intensa. Los dinamismos urbano, demográfico y económico están liderados por los pares formados por Matamoros–Brownsville, Reynosa-McAllen y Nuevo Laredo–Laredo. La estructura económica de la región se basa en la industria, el comercio internacional, la construcción y los servicios, cuyo desarrollo ha incidido directamente en el crecimiento urbano y demográfico, y en las relaciones económicas, sociales e institucionales. Los gobiernos y otros actores locales han establecido vínculos, de los que destacan las acciones protocolarias de buena vecindad, algunas desde fines del siglo XIX, y las ­actividades para fomentar el desarrollo regional y económico mediante la captación de inversiones internacionales.

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Al tratarse de un espacio transfronterizo estas acciones responden a la voluntad de mantener la cordialidad entre ciudades vecinas, evitar o resolver los conflictos derivados de la contigüidad geográfica y gestionar retos comunes o compartidos. Desde el año 2000 la industria maquiladora, ubicada en el lado mexicano, se ha visto afectada por la inestabilidad económica global, que se agravó con la crisis global de 2008. Esta recesión tuvo un alcance mayor en la economía regional, específicamente en los principales sectores: además de la industria maquiladora, los servicios de transporte, la construcción y el sector inmobiliario, provocando un aumento del desempleo y del empleo informal, principalmente. La política exterior texana para con México, pionera en Estados Unidos, se ha focalizado en materia de desarrollo económico, agricultura, comercio, justicia, migración y derecho familiar, además de otras materias exclusivas para el área fronteriza como medio ambiente, ordenación del territorio, sanidad y protección civil. En la frontera entre ambos países los gobiernos locales han desarrollado varias iniciativas transfronterizas. Además de los ámbitos de actuación ya señalados, en este caso se suma

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la gestión del territorio (medio ambiente, infraestructuras de transporte, planificación urbano–regional), el desarrollo económico regional y el fomento de la cultura. Por otra parte, de acuerdo con Oliveras González la acción exterior se ha visto favorecida por algunos procesos de colaboración binacional, de especial incidencia para el ámbito fronterizo, como la implantación del Acuerdo de Cooperación Ambiental de América del Norte (ACAAN) en 1994, el Plan Conjunto de Contingencias y Emergencias Estados Unidos-México sobre descargas accidentales de sustancias peligrosas de 1988 y los planes para la construcción de puentes internacionales sobre el río Bravo. Aunque ninguno de estos acuerdos considera la acción exterior local, han actuado como factores coyunturales de apertura a la conceptualización de la acción transfronteriza. La acción exterior de los municipios y ciudades fronterizas de Tamaulipas y Texas se ha realizado mayoritariamente entre las ciudades hermanas. Para Oliveras González el predominio de la acción transfronteriza no excluye la participación en actividades propias de la acción transregional y global; de hecho, en ocasiones estas tres categorías se entrelazan. En esta

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­ irección se han inventariado otras actividad des que se hallan entre lo propiamente transfronterizo y lo transregional, como en el caso de la participación de los gobiernos locales en eventos específicos de promoción turística y en redes de gobiernos locales que abarcan la totalidad del ámbito fronterizo.

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Brownsville-Matamoros: Ciudades hermanas.


Ciudades hermanas La acción exterior se sustenta en dos conceptos fundamentales ciudad hermana o ciudad gemela y buena vecindad. En relación con el primero, las ciudades del área de estudio lo son por localización geográfica y origen histórico, como otras ciudades en la frontera de México y Estados Unidos. En relación con la “buena vecindad” se refiere, en la escala local y transfronteriza, al respeto mutuo y la cordialidad entre ciudades vecinas. Las localidades de ambos lados de la frontera comparten las llamadas “fiestas de las ciudades hermanas” o “fiestas de la buena vecindad”, festividades cuya organización (por gobiernos locales, cámaras de comercio o asociaciones civiles) recae en una población de México, de Estados Unidos o en ambas. Prácticas anuales con este mismo objetivo son comunes entre comunidades fronterizas en otros lugares del mundo. El principal acto en este sentido es la “ceremonia del abrazo”, que se lleva a cabo en siete pares de localidades. La más antigua data de 1898, aunque la mayoría se establecieron en los años setenta. La

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ceremonia se realiza en medio de los puentes internacionales (en la guardarraya), por ser el límite fronterizo y punto intermedio y por el valor simbólico otorgado a los puentes como símbolos de unidad, amistad y fraternidad. Es un acto diplomático, al que asisten las autoridades locales (alcaldes y otros miembros del gobierno local), acompañados de autoridades estatales, federales y consulares, y representantes militares, empresariales, civiles y religiosos y civiles. Por el contrario, la asistencia de público o la participación de la sociedad civil es escasa. La ceremonia incluye un abrazo entre los alcaldes y entre el resto de autoridades de un mismo nivel, o equivalente, seguido de sus parlamentos. En ocasiones se incluye un “abrazo infantil” entre parejas de niños y niñas, el intercambio de banderas de México y Estados Unidos y la entonación de los respectivos himnos nacionales. Señala Oliveras González que a menudo los alcaldes lo presentan como prueba y resultado de las relaciones de cooperación o como el espacio–tiempo que permite plantearlas y consensuarlas. A este imaginario contribuye la propia localización, puesto que los puentes internacionales son fruto de la c­ olaboración

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Matamoros, Tamaulipas, MĂŠxico.


binacional México–Estados Unidos y, en varias ocasiones, de los gobiernos locales. Por otra parte, señala Oliveras González, los fenómenos de endurecimiento fronterizo y la crisis económica han afectado directamente a las fiestas. Algunos eventos cesaron, como en los casos de las fiestas entre Camargo y Rio Grande City, y entre Miguel Alemán y Roma. Frente a esta situación algunas fiestas fueron reforzadas en un plano simbólico con el doble objetivo de contrarrestar la percepción de inseguridad e incentivar y reactivar la economía regional, el turismo y las inversiones. Así, en 2011 y 2012 se crearon dos nuevas fiestas (Río Bravo-Donna y una segunda entre Nuevo Laredo y Laredo) e incluso hubo conversaciones entre Reynosa y McAllen para celebrar la ceremonia en 2014, aunque finalmente se desestimó; asimismo, en 2014 se reanudó la fiesta entre Miguel Alemán y Roma. Por otra parte, indica Oliveras González que durante las ceremonias los alcaldes de ambos lados han expresado su preocupación tanto hacia la inseguridad en México como hacia la política fronteriza de Estados Unidos, a la par que muestran un frente común. Son ejemplo de ello el rechazo recurrente desde

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2007 a la construcción del muro fronterizo por parte de Estados Unidos. Como se ha comentado, el propósito de algunos hermanamientos es la ayuda al desarrollo y la asistencia, como es la donación por parte de los gobiernos locales de Texas de equipo de emergencias (bomberos, protección civil y policía) a los de Tamaulipas. En el caso de Matamoros-Brownsville, Oliveras González menciona que en el periodo de 2011 a 2014 se contabilizaron siete donaciones de ciudades fronterizas de Texas a municipios fronterizos de Tamaulipas. En otros casos predominan los intercambios culturales, deportivos y escolares, destacando el caso de Nuevo Laredo y Laredo. A semejanza de las ceremonias del abrazo, en el contexto de endurecimiento fronterizo y de crisis económica se han intensificado las relaciones institucionales. Sobresale en este sentido la conurbación transfronteriza Reynosa-McAllen (Reynosa, McAllen, Pharr y Mission), donde se han firmado nuevos acuerdos de hermanamiento, que en algunos casos sobrepasan el espacio transfronterizo. Se han creado alianzas transfronterizas entre las ciudades hermanas, lo que contrasta con una falta de cooperación, e incluso en

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competencia directa, entre los municipios de un mismo lado de la frontera, por ejemplo la dinámica de los pares Reynosa–McAllen y Matamoros–Brownsville. Cabe tener en cuenta además que el segundo par había sido históricamente el motor económico regional, aunque afirma Oliveras González, desde hace veinte años este papel lo han perdido en detrimento del primero,

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que se han convertido en las ciudades más dinámicas y con mayores inversiones. Indica Olivera González, a diferencia de Reynosa-McAllen, la relación entre los gobiernos de Matamoros y Brownsville no ha sido tan sistemática ni continua. Aunque el contacto institucionalizado es mucho más antiguo, pues desde 1930 se celebra la ceremonia del abrazo en el marco de las Fiestas Mexicanas.

El hermanamiento de ciudades y de culturas.

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En este sentido, entre ambas ciudades, Brownsville y Matamoros, se han llevado a cabo de forma esporádica actividades en relación con la planificación urbana, las infraestructuras de transporte, el medio ambiente, el desarrollo económico, la cultura, la sanidad y las políticas sociales. En el ámbito de la planificación urbana y los transportes, cabe destacar la realización de dos iniciativas para la zonificación de usos del suelo industrial y residencial en las áreas más cercanas a la línea fronteriza y la creación de nuevos puentes internacionales. En lo que se refiere a la captación de inversiones económicas las dos ciudades han tendido a actuar por separado, siguiendo estrategias propias paradiplomáticas (acciones internacionales de una entidad local, como en el caso de los municipios). En el caso de Matamoros, indica Oliveras González, su gobierno ha participado en varios foros internacionales para captar inversiones industriales y en infraestructura, dinámica que se ha desarrollado con mayor o menor intensidad en las últimas administraciones municipales. Cabe señalar que con la desaceleración económica en el sector de la industria maquiladora

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en años recientes se intentó aumentar la colaboración entre ambas ciudades en el ámbito económico. Las recientes administraciones municipales en Matamoros y la concreción de dos ­proyectos territoriales de gran envergadura (el desarrollo del sector petrolífero y portuario, así como la construcción en Brownsville de un complejo aeroespacial), se ha retomado el interés por el proyecto de acercamiento entre ambas ciudades y, en general, por la dimensión transfronteriza de su relación. A principios de 2014 Matamoros y Harlingen se hermanaron y poco después los alcaldes de las tres ciudades (Brownsville, Harlingen-Matamoros) firmaron el acuerdo para desarrollar el proyecto Zona Binacional de Desarrollo Económico) (Binational Economic Development Zone, BiNED Zone), que tuvo por objetivo general favorecer y alentar la cooperación transfronteriza y eliminar los obstáculos que impiden a esta región actuar como una sola unidad económica. Con el proyecto BiNED Zone se consideró aumentar el incentivo a la inversión de capitales y de las exportaciones, mejorar los espacios urbanos (centros históricos y parques y otros espacios públicos), la integración urbana y el fortalecimiento de su infraestructura.

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Actualmente, Browsville y Matamoros, a más de 20 años de constituirse en ciudades hermanas, afrontan retos y oportunidades dentro de ambos contextos nacionales y en el entorno global. Las sólidas relaciones comerciales y la interacción cultural, los retos de las políticas migratorias, la seguridad fronteriza y las propuestas de construir muros están presentes como elementos que dan una identidad muy particular a esta región de la frontera de nuestro país. Matamoros sin duda seguirá siendo la Puerta de México.

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