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PIPE REVIEW
Cuento de mar y vientos arrachados
Después de una pausa momentánea por temas que me mantuvieron ocupado antes de terminar el Review pensado para el número anterior –pausa útil para despejar la mente y necesaria para sacar cosas que me tenían desconectado–, escribo desde Punta Arenas, en el extremo sur de mi país; una ciudad bella, pero borrascosa, donde el viento arrachado es pan de cada día durante el verano.
En el tiempo breve que llevo acá he sentido muchas veces que el viento nocturno podría arrancar la cabaña que habito. Me he quedado mirando cómo oscurece en estas noches cortas, hasta que los primeros rayos de luz aparecen al amanecer… sensación extraña.
Mi trabajo me trajo a este confín del mundo y en los tiempos libres contemplo los árboles combados por la fuerza del viento, así como la calma en algunos momentos, cargando una pipa calabash con una buena dosis de Triple Play de G.L. Pease, una mezcla de tabacos Virginia curados al fuego; un ahumado Dark-Fired Kentucky, y un picante Perique Acadico.
EN UN COMIENZO DEBO RECONOCER QUE IBA A QUEDAR UN BUEN PAR DE AÑOS ESPERANDO SU MADURACIÓN, DISFRUTÁNDOLO EN ESTE SITIO DONDE EL MAR Y EL VIENTO SON LOS COMPAÑEROS IDEALES.
Esta torta nos sorprende con hojas prensadas casi una sobre otra, en las que abundan los marrones claros entremezclados con oscuros. Lo que sorprende al abrir la lata es un fuerte aroma a pimienta blanca con fondo a vinagre que llega a molestar la nariz, generando una picazón bien característica del Perique.
Que las hojas se desmenucen casi enteras me recuerda a un tabaco Virginia bruto que me regaló un amigo de San Antonio, dejándome un leve polvillo henoso en los dedos. El encendido es muy simple, pese al tamaño de las hojas, que tienden a asustar el fuego cuando se les acerca.
Pensaba que en el primer tercio de este tabaco el vinagre del Perique sería el protagonista, pero las notas del Virginia entremezcladas con la nuez y el heno son los actores principales. Su combinación tiende a liberar entre cada calada un poco de dulzura que se esconde entre la fortaleza del Kentucky. Es como si quisiera taparle la boca cuando quiere vocalizar su presencia, y se pone al frente con notas maderosas, terrosas, e incluso un retrogusto a cacao.
A medida que la fumada avanza hacia el segundo tercio, el Perique se transfigura del clásico vinagre a una ciruela verde, levemente ácida, y el resto de los componentes van apagándose en silencio, hasta desaparecer.
Para el último tercio surgen notas complejas: brota fuertemente una terrosa, mucha fortaleza y retrogusto semejante al cuero bruto, un poco salino, que juegan con el cacao. Sin duda un tabaco que me ha sorprendido con el tiempo.
Como recomendación, este tabaco puede acompañarse de un buen whisky Crown Royal o incluso jugar y acentuar ciertas notas pimentosas con su versión Crown Royal Rye, para que tus papilas gustativas vuelen entre las pimientas y el cacao del tabaco. Incluso, juega con queso de cabra y lo convertirás en ambrosía.
¡Buenos humos!
Nos vemos en el número siguiente.