Euroescepticismo, eurofobia y eurocriticismo

Euroescepticismo, Eurofobia y Eurocriticismo Los partidos radicales de la derecha y la izquierda ante la Unión Europea

Cesáreo Rodríguez-Aguilera de Prat

2012

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COLECCIÓN CIENCIA POLÍTICA

EUROESCEPTICISMO, EUROFOBIA Y EUROCRITICISMO. LOS PARTIDOS RADICALES DE LA DERECHA Y LA IZQUIERDA ANTE LA UNIÓN EUROPEA

© 2012, Cesáreo Rodríguez-Aguilera de Prat © 2012, Huygens Editorial La Costa, 44-46, át. 1ª 08023 Barcelona www.huygens.es ISBN: 978-84-939245-6-0 Depósito Legal: B-14051-2012 Impreso en España

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Índice general

prólogo...............................................................................

INTRODUCCIÓN.....................................................................

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Capítulo I

Euroescepticismo: el estado de la cuestión.......

1. Problemas definitorios...........................................................

2. ¿Nuevo cleavage?....................................................................

3. Las aportaciones académicas..................................................

4. Causas del euroescepticismo..................................................

5. El euroescepticismo social.....................................................

6. Partidos políticos y euroescepticismo.....................................

7. Ideología y estrategia de los partidos radicales........................

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Capítulo II

Trayectoria de los partidos y su incidencia en las elecciones de 2009.............................................

1. Posiciones tradicionales de los partidos..................................

1.1. ¿Son comparables derechas e izquierdas radicales?...........

1.2. Los argumentos de la derecha radical..............................

1.3. Partidos específicos de la derecha radical.........................

1.4. Los argumentos de la izquierda radical............................

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1.5. Partidos específicos de la izquierda radical.......................

2. Las elecciones al Parlamento Europeo de 2009......................

2.1. Contexto y variables.......................................................

2.2. Los eurogrupos parlamentarios radicales.........................

2.3. Campañas y resultados nacionales de los partidos radicales.

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Capítulo III

Los manifiestos y los programas electorales.

Las derechas radicales................................................................

1. La soberanía nacional.............................................................

1.1. El rechazo del federalismo político..................................

1.2. Turquía y la inmigración extracomunitaria......................

2. Déficit democrático y neoliberalismo.....................................

3. Balance de los partidos de la derecha radical..........................

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Las izquierdas radicales 1. El rechazo de la Europa neoliberal.........................................

2. El déficit democrático y la soberanía nacional........................

2.1. Los límites de la democracia europea..............................

2.2. Soberanía nacional e intereses populares.........................

3. Balance de los partidos de la izquierda radical........................

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Conclusiones. ...................................................................

FUENTES DIRECTAS..............................................................

BIBLIOGRAFÍA........................................................................

SIGLAS....................................................................................

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Prólogo

Es un placer y un honor prologar el libro de Cesáreo RodríguezAguilera que tienen ustedes entre sus manos. El Profesor RodríguezAguilera, Catedrático de Ciencia Política en la Universidad de Barcelona, es una referencia de primer orden en el estudio de la política comparada en nuestro país, y este libro no hace sino confirmarlo. El libro hace una aportación sumamente relevante a nuestro entendimiento de ese fenómeno llamado «euroescepticismo» por, al menos, tres razones de peso.

Lo hace, en primer lugar, en un momento crítico para la integración europea, cuando el proceso de integración atraviesa una de sus crisis más profundas, una crisis, sin duda, con matices existenciales en tanto en cuanto su propia supervivencia está en cuestión. Como es sabido, lo que en principio fue una sombra en la periferia del sistema, el euroescepticismo británico de principios de los años noventa puesto en circulación y alentado por Margaret Thatcher en el Reino Unido, terminó por extenderse hacia el continente. El Tratado de Maastricht, con la victoria del «no» en Dinamarca y la ajustada victoria del «sí» en Francia marcó un punto de inflexión en la integración europea. Y aunque la UE creyó salir con bien de ese primer encontronazo entre las elites y los electorados, los fallidos referendos en Francia y los Países Bajos en el año 2005 no sólo arrojaron por la borda el proyecto de Constitución Europea sino que, como señala el Profesor Rodríguez-Aguilera, convirtieron la integración europea en un fractura (cleavage) que desde entonces recorre transversal-

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mente toda la política europea. El llamado «consenso permisivo» por el cual se gobernó la construcción europea durante sus primeros cincuenta años de historia fue barrido de la escena, enfrentando a la Unión Europea a una espiral sumamente peligrosa. La UE cada vez tiene más difícil legitimarse por la vía de la eficacia, ya que han aparecido «perdedores» o «damnificados» que cuestionan la narrativa oficial que presenta a la UE como un proceso donde todos ganan todo el tiempo. Tampoco puede legitimarse completamente por los procedimientos ya que, en última instancia, la democracia sigue residiendo en el ámbito nacional y ni los ciudadanos ni los políticos han querido o sabido democratizar la UE (de ahí los pobres resultados de las elecciones al Parlamento Europeo y la paradójica aparición de partidos euroescépticos en el seno del propio Parlamento Europeo). Ni tampoco puede, por último, legitimarse por la vía de la identidad, ya que, precisamente, la integración europea no sólo no ha creado el sostén identitario que necesitaría para sobrevivir sino que, como muestra este libro, es percibida por algunos como una amenaza, no como una garantía de esas identidades. Por tanto, el euroescepticismo está para quedarse, así que deberemos convivir con él, lo que hace imprescindible su mejor conocimiento, que es lo que nos ofrece este libro, y lo que a la vez constituye su segunda gran aportación.

Esta segunda aportación proviene del hecho de que tanto el término como el fenómeno del euroescepticismo son, pese a su vigencia y visibilidad actual, realidades complejas, rugosas, difíciles de capturar y explicar. Qué mejor reivindicación de la tarea del científico-social y la utilidad de la ciencia política que el empeño que nos ofrece aquí el Profesor Rodríguez-Aguilera en observar la realidad, parar el reloj, volver hacia atrás, analizar los problemas, descomponer la complejidad, entender las variables relevantes que explican un problema, elaborar conceptos que den cuenta de lo observado y armar explicaciones que den cuenta de esa realidad. Estamos ante un trabajo riguroso, bien construido, intenso y a la vez extenso, que quiere cubrir todo el arco del euroescepticismo, desde la derecha a la izquierda, en todos sus ricos y variados matices. Se trata, el euroescepticismo, de un término polisémico, prácticamente un cliché o cajón de sastre bajo el que se agrupan sin mucho orden ni rigor bajo un análisis superficial fe-

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Prólogo

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nómenos que parecen iguales, pero que se revelan distintos cuando son examinados con más profundidad. Aquí el trabajo del Profesor Rodríguez-Aguilera se parece al del entomólogo, que pacientemente disecciona sus 22 objetos de estudio (en este caso, partidos euroescépticos) para ofrecernos una taxonomía que nos permita entender de qué estamos hablando cuando hablamos de euroescepticismo. Lo hace, además, pese a la dificultad de lograr los datos en los que se sustenta su estudio porque, como él mismo señala sorprendido, los partidos prestan tan poca atención a sus programas electorales, que supuestamente son su contrato con los electores, que ni siquiera se molestan en guardarlos, enviarlos a los ciudadanos que los piden o depositarlos en la biblioteca del Parlamento Europeo.

La tercera razón por la que la aportación de este libro se me antoja muy relevante tiene que ver con el contexto específicamente español en el que se publica. España es un país con una larga tradición de pensamiento europeo. Por razones históricas que son bien conocidas por los lectores (el franquismo y la transición a la democracia), los intereses nacionales y los europeos se han fusionado de tal manera que ha sido generalmente imposible separarlos y distinguirlos. Desde España, la crítica sobre el supuesto «déficit democrático» de la UE siempre fue mal entendida y encajada; en parte con razón, pues indudablemente, nuestro país era más democrático, en modo alguno menos democrático, sólo por el hecho de ser miembro de la UE. Esa incapacidad estructural de entender la UE como una amenaza a la identidad, la prosperidad o la democracia es lo que llevó a que, de todos los países del sur de Europa, España fuera el único donde el consenso sobre la adhesión fuera total.

Mientras que en Portugal o Grecia, los partidos comunistas siempre fueron críticos con la construcción europea, que ya intuían como un producto del capitalismo comercial y financiero, es decir, una avanzadilla de lo que luego denominarían «globalización», en España hubo no sólo unanimidad, sino unanimismo, es decir se convirtió el asentimiento a Europa en ideología incuestionable. No en vano, y como prueba, Izquierda Unida se fracturó en 1991-1992 en torno a la decisión sobre si votar a favor o abstenerse en la votación parlamentaria del Tratado de Maastricht, abandonando un grupo destacado de dirigentes el PCE y la

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coalición en aquel momento. Visto desde fuera, no dejaba de tener su lógica que un partido de denominación comunista votara contra una unión monetaria como la que se establecía en Maastricht, pero como ocurriera también en torno a la Constitución Europea, donde de nuevo la izquierda radical española se pasaría al bando crítico, los euroescépticos españoles nunca fueron tales. Como muy bien señala el Profesor Rodríguez-Aguilera, estos hechos justifican perfectamente la necesidad de diseñar categorías que nos ayuden a entender no sólo el fenómeno del euroescepticismo sino sus matices y, en muchas ocasiones, las enormes diferencias entre los partidos y actitudes que, por pereza o necesidad de simplificación, se suelen agrupar bajo un mismo techo conceptual.

Ahí reside en último extremo el mérito último y más significativo de este libro. A la relevancia temporal, analítica y contextual de su investigación se suma la relevancia de sus resultados. El exhaustivo repaso que hace el Profesor Rodríguez-Aguilera de la literatura existente es útil, aunque también sumamente desmoralizadora en un primer momento.

Eurocríticos, eurofóbicos, eurorrealistas, europragmáticos, gradualistas, rechazadores, revisionistas, minimalistas, reformistas, maximalistas, euroentusiastas, eurooptimistas, europesimistas, «duros», «blandos».

Superado el primer instinto de arrojar la toalla, el Profesor RodríguezAguilera se pone manos a la obra y, con ayuda del escalpelo del politólogo, nos ofrece las claves para reconstruir y entender ese magma. Para ello analiza las diferentes dimensiones y demandas sobre las que estos partidos pronuncian su euroescepticismo: izquierda-derecha, más-menos integración, soberanía, identidad, inmigración, globalización.

Sus conclusiones son claras y de alcance. Primero, en términos taxonómicos, sus hallazgos son robustos, a la vez que elegantes, y dejan en las manos una carta de navegación mucho más precisa de la que teníamos al comenzar la lectura. Incluso, como señala, nos permiten vislumbrar un horizonte, por lo menos en el plano analítico o académico, en el que podríamos prescindir del término «euroescéptico» ya que habríamos encontrado alternativas analíticas netamente superiores.

Segundo, en términos sustantivos o de contenido, sus conclusiones nos permiten separar muy precisamente el euroescepticismo

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de derechas, más frontalmente antieuropeo y centrado fundamentalmente en la inmigración (es decir, la identidad), y el de izquierdas, que mantiene una predisposición integradora pero que se muestra frontalmente crítico con el diseño económico y orientación (de corte neoliberal) del proyecto europeo. Claro que ambos comparten, con matices diferentes, la preocupación soberanista y democrática, pero al encerrar entendimientos sustancialmente distintos del sentido y fin último tanto de la soberanía como de la democracia, esa unidad retórica en torno a los conceptos de soberanía y déficit democrático no es lo suficientemente sólida como para forzar una toma de posición común.

Más allá de las diferencias y similitudes entre unos y otros, esta distinción entre «eurófobos» en la derecha radical y «euroescépticos positivos» en la izquierda radical es sumamente útil no sólo en sí misma sino porque permite entender cómo se configura la fractura europeísta cuando añadimos las dos categorías restantes: por una lado, los partidos «eurófilos», representados por los partidos de centro-derecha y centro-izquierda que sostienen la integración europea hoy en día y que están generalmente conformes tanto con el concepto mismo de integración como con sus principales resultados; y, por otro, los «euroescépticos negativos» o partidos conservadores y agrarios, que rechazan el principio mismo de la integración aunque conviven con sus resultados de forma pragmática. Así pues, de la mano del autor, y con rigor y elegancia, el lector podrá adentrarse en ese bosque de complejidad que representa el fenómeno del euroescepticismo y salir de él con una visión mucho más clara de la que tenía al principio. Es por esa razón que, volviendo al comienzo de este prólogo, es obligado agradecer al Profesor Rodríguez-Aguilera el trabajo realizado y felicitarle por realizar una aportación tan necesaria al estudio sobre el euroescepticismo.

José Ignacio Torreblanca Profesor de Ciencia Política de la UNED Miembro del European Council on Foreign Relations

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