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¿ES EL TURNO DE LOS SAUDÍES?

Netanyahu busca sellar un acuerdo con Arabia Saudita

El impacto de los Acuerdos de Abraham sigue resonando en todo Medio Oriente y el nuevamente primer ministro israelí Benjamin Netanyahu espera aprovechar su impulso, especialmente sellado un avance histórico con Arabia Saudita. Pero Riad señala que cualquier acuerdo depende primero de la reconstrucción de sus desgastadas relaciones con EE.UU.

Dos años después, los Acuerdos de Abraham siguen dando frutos en la región. Bahrein y los Emiratos Árabes Unidos siguen expandiendo sus lazos comerciales e inversión con Israel, mientras Marruecos da la bienvenida a decenas de turistas israelíes. Las relaciones de Jerusalén con Egipto también continúan calentándose, y funcionarios del Foro del Neguev se reunieron de nuevo en Abu Dhabi y planean una cumbre regional mayor en Marruecos en primavera. También aumenta la posibilidad de que Indonesia y otras naciones musulmanas más lejanas pronto formen lazos con Israel.

Pero no todos se están uniendo al tren. Sudán, que firmó los Acuerdos, está demasiado fracturado para contribuir al proceso de normalización. Y Omán pese a ser visto como el próximo posible estado árabe en reconciliarse con Israel, su nuevo líder se inclina más a Irán al votar su parlamento para criminalizar cualquier interacción con «la entidad sionista».

Jordania de nuevo no asistió a la última reunión abrahámica. Si bien el reino hachemita tiene un tratado de paz de larga data con Israel, la mayoría de su población se identifica como palestina y rechaza cualquier movimiento que despriorice la causa palestina. A su vez, Amán aumentó su retórica contra Israel respecto a Jerusalén y el Monte del Templo, rechazando la oferta de Israel de suministrar gas natural a la nación con problemas de energía.

Para Netanyahu, la mejor respuesta a la obstinación jordana y palestina es buscar un pacto de normalización con Arabia Saudita, el mayor premio que queda en la región. Al volver al poder, dejó claro en su primer discurso en la Knesset que este es su principal objetivo de política exterior, sosteniendo que la paz con Riad dejaría a Jordania y a los pa- lestinos bastante aislados como para seguir rechazando la paz con Israel.

Por su parte, los saudíes dijeron recientemente a una delegación visitante de líderes judíos estadounidenses que están listos para un acercamiento histórico con Israel, pero depende de la mejora de las relaciones con Washington. Riad ha visto a la administración Biden retomar las políticas de la era Obama apaciguando a Irán pese a su implacable impulso por las armas nucleares, mientras que Joe Biden, presidente de los EE.UU., ha calificado al príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman como «paria» y «asesino» tras la muerte del periodista Jamal Khashoggi.

En octubre, en represalia los saudíes redujeron la producción de petróleo pese a la petición de Biden de aumentar la producción para aliviar la crisis energética mundial, una medida que avergonzó al líder demócrata antes de las elecciones de mitad de período en EE.UU. Biden amenazó con imponer «consecuencias» a Riad, marcando una nueva baja en las relaciones entre EE.UU. y Arabia Saudita.

Como resultado, los saudíes supuestamente dijeron a los recientes visitantes judíos que tenían 3 demandas clave para llegar a un acuerdo de paz con Israel, y ninguna involucraba a los palestinos.

Primero, buscan un acuerdo escrito que consagre a Arabia Saudita como socio estratégico de EE.UU. y comprometa a Washington a salir en defensa de Riad si es atacado.

Segundo, buscan un estatus de aliado preferente que garantice la confiabilidad de ventas de armas estadounidenses. Al firmar los Acuerdos de Abraham, EE.UU. supuestamente prometió a Emiratos Árabes Unidos que podrían comprar el nuevo caza furtivo F-35, y sin duda Riad espera lo mismo.

Finalmente, los saudíes quieren ayuda estadounidense para desarrollar un programa nuclear civil pacífico que les permita enriquecer uranio.

Esta lista de deseos ha dejado a Netanyahu en la posición de mediador al reparar la relación rota entre EE.UU. y Arabia Saudita. Ya se ha comprometido a convencer a su “viejo amigo» Joe

Biden para que reafirme el compromiso de Washington con sus aliados tradicionales en Medio Oriente, una medida que, según él, estabilizará en gran medida la región. También conducirá a un gran salto en la paz en ciernes entre Israel y el mundo árabe. Por último, sostiene que facilitará un acuerdo de paz entre Israel y los palestinos.

Para tener éxito, Netanyahu no solo debe persuadir a Biden para que cambie el rumbo de los saudíes, sino que también debe frenar a los miembros de derecha de su coalición gobernante que quieren expandir y legitimar completamente los asentamientos. Prometió no interponerse en su camino para hacer las paces con Riad, así que pronto veremos si el veterano estadista puede negociar y sellar un acuerdo con los guardianes de La Meca y Medina.

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