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Entrevista: Ludopatía: La oscuridad del juego

LUDOPATIA: La oscuridad de los juegos

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La ludopatía es la adicción a los juegos de azar y la intoxicación que provocan es tan alta y tan nociva como pueden serlo las drogas, la nicotina o el alcohol.

Débora Blanca, psicóloga y experta en ludopatía, directora del equipo de Lazos en Juego que brinda tratamientos y capacitación en ludopatía, comenta que con esta adicción el cuerpo se desgasta, descuida y enferma, aunque lleve mucho más tiempo advertirlo en relación al consumo de drogas, por ejemplo. Sin embargo, tal adicción incide en una baja productividad, irresponsabilidad, decadencia de relaciones sociales, poca concentración y otras anomalías donde se patentiza la decadencia del adicto al juego.

_ ¿Volverse un perdedor es una consecuencia de la ludopatía? Usted afirma que el ludópata no juega para ganar sino para perder, porque así tiene la excusa perfecta para volver a jugar.

_ Sí, y así es. Pero para entenderlo tenemos que diferenciar a alguien que juega socialmente, del ludópata. Un jugador social es alguien que va al bingo o al casino del modo que podría ir a un teatro o al cine: va para divertirse, a pasar un buen rato con familia o con amigos. Y hace un cálculo del dinero que va a poner en juego y del tiempo que va a permanecer en el casino. Podrá jugar un peso más o menos, y quedarse algunos minutos más de los que había pensado, pero sólo eso. El ludópata, en cambio, no va a jugar por placer sino por necesidad. Pero no por la necesidad del dinero sino porque él necesita jugar, así como el alcohólico necesita tomar o el drogadicto, drogarse. Por otra parte, el ludópata no va acompañado a jugar, va solo. Es que las adicciones, generalmente, se concretan en soledad. A la vez, el ludópata no hace un cálculo de cuánto dinero va a jugar ni de cuánto tiempo estará en la sala de juego. Y si lo hace, lo pierde muy poco después de empezar a jugar.

_ ¿El ludópata es adicto al dinero?

_ ¡No! El ludópata es adicto al juego por el juego en sí. Su adicción no es al dinero. Por eso, las pocas veces que gana, en vez de retirarse con todo lo que ganó, sigue jugando. Y si se retira con la ganancia, vuelve al día siguiente y no para de jugar hasta perder todo y más. La palabra “pérdida” es una palabra central en el ludópata, ya que habla continuamente de lo que perdió: dinero, bienes, amigos, familia. El ludópata es un perdedor empedernido. Y en casi todos los casos aparece la adicción tras una situación de pérdida como la muerte de alguien querido, una separación, jubilación, quedarse sin trabajo.

“La adicción al juego es un anclaje en las pérdidas. No una adicción por ganar, lo que tiene implicaciones muy negativas para el adicto”.

_ ¿Hay personas que juegan para “salvarse” económicamente?

_ Bueno, hay juegos como la quiniela, la lotería, que están más relacionados con la salvación económica de la gente; así, son muchos los que juegan para ver “si se salvan”. Eduardo Galeano tiene un texto muy bueno donde habla de las distintas clases sociales y relaciona a la lotería con los pobres. Allí, hace una metáfora en la que el ganador es señalado por el dedo índice de Dios, es decir, el ganador es el elegido.

Pues bien, lo que ocurre muchas veces es que, si alguien gana mucho dinero puede detonarse a partir de ahí una ludopatía. O puede que le ocurra algo, cualquier cosa, que lo lleve a perder todo el dinero que ganó. Porque no es fácil asumir y soportar un cambio cualitativo en la vida, por ejemplo: pasar de no tener nada a ser millonario.

_ ¿Es común que el ludópata genere conflictos familiares?

_ Sí. En general en todas las adicciones, y en la ludopatía también, lo familiar siempre es muy complejo. Por un lado, a veces hay antecedentes en la familia de origen del jugador, para quien el juego fue algo común, normal, desde muy chico. Luego, cuando ese jugador construye su propia familia, a veces se producen quiebres, en lo económico primero, y en lo afectivo después.

Es que el jugador no sólo pierde dinero -la suya y la de su familia- sino que al mismo tiempo empieza a perder la confianza de los suyos ya que miente todo el tiempo. Y es que necesita mentir para poder seguir jugando. Cuando ya no tiene dinero propio, pide prestado, vende bienes familiares y se mete en situaciones de riesgo cuando recurre a prestamistas usurarios los que de pronto un día aparecen en su casa a reclamar el pago de la deuda. _ ¿Y qué se hace en esos casos, cómo es la terapia?

_ Es fundamental trabajar con los familiares en el tratamiento, para reflexionar juntos y hablar de cosas que sólo frente a un terapeuta pueden hacerse. La familia del ludópata debe entender que no está tratando con una persona caprichosa o mala, sino con una persona enferma, enferma de ludopatía”

_ ¿Existe la abstinencia en el ludópata?

Desde luego, claro que existe. Pero cuando al dejar de jugar recupera el afecto familiar, se reconecta con sus amigos, con el trabajo, con el estudio y el jugador empieza a ver la vida como la veía antes de enfermarse, empieza, además, a pensar distinto. Claro que cuando le dices: “a partir de ahora no juegas más” es posible que tenga recaídas.

Todas las adicciones las tienen porque es muy difícil dejarlas. Es en ese punto donde el reproche familiar debe ser el mínimo posible, aún cuando se sienta que el ludópata volvió a traicionar la confianza. Pero a la vez es necesario que el ludópata deje que lo ayuden. Porque muchas veces empieza el tratamiento sin creer en la efectividad. Por el contrario, cree que “la cura” está en ganar, porque si gana, se dice a sí mismo, se acaban los problemas porque paga las deudas y listo. Nada más equivocado. La solución no está afuera, sino adentro mismo del ludópata, pero es imprescindible que el entorno ayude. Si no hay familia, un jefe, un amigo, un compañero de trabajo, es más difícil la recuperación.

_El alcoholismo es una de las adicciones de más vieja data detectadas. Luego vino la drogadicción. ¿Cuándo descubrimos la ludopatía?

La ludopatía existe, claro, desde la aparición del primer juego de azar. Pero recién en 1980 la ludopatía ingresa al Manual de Psiquiatría como patología, lo cual le quita la categorización que hasta entonces tenía: la compulsión al juego era “un vicio”. ¿Cuál es la diferencia? Que al determinarse que es una patología comienza a hablarse de tratamiento y comienzan a aparecer terapias para tratar a esas personas que en realidad están enfermas.

Y esto es fundamental, porque si bien aún algunos sostienen que el jugador es un vicioso, lo cual lleva a condenar al ludópata y no atenderlo, ya no hay dudas de que el jugador compulsivo está igual de enfermo que el alcohólico, el drogadicto. Ahora no sólo el ludópata puede tratarse, sino que puede recuperarse.

_ En el caso del juego online ¿la adicción es igual o más difícil de detectar?

El ludópata que asiste a un bingo o a un casino, en algún momento se lo detecta: porque ha pasado muchas horas fuera de su casa y no aclara dónde ha estado; porque llega con mucho olor a cigarrillo, demacrado, de mal humor… pero cuando el jugador juega sin moverse de su casa, cuando puede jugar estando en el colectivo, el tren o el subte y hasta en su mismo trabajo, es mucho más difícil, para su entorno, detectarlo. Lo que tiene “de bueno” el juego presencial es que hay más modos de darse cuenta si alguien es ludópata. Por ejemplo, la señora o el señor que son jugadores tienen que vestirse, arreglarse mínimamente para ir al bingo o al casino; se exponen a la mirada de los otros, tienen algún que otro contacto social. Ahora, cuando juegan desde sus casas se alejan incluso de ese mínimo contacto social al que recién aludía.

Los juegos tradicionales migran a las versiones en línea.

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