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De Familias y Terapias Año 25, Nro. 40, Agosto 2016 ISSN 0717-0173 Imagen de portada: Carolina Oltra, fotografía Representante Legal Dr. Sergio Bernales Matta Dirección Av. Alcalde Fernando Castillo Velasco 6925 (ex-Larraín) La Reina, Santiago, Chile Teléfonos: 22 22 63 768 • 22 27 73 518 Lafayette 1610 Independencia, Santiago, Chile Teléfono: 22 73 79 545 e-mail: revista@ichtf.cl www.terapiafamiliar.cl www.defamiliasyterapias.cl Diagramación, producción gráfica e impresión RIL® editores Los Leones 2258, Providencia 22 22 38100 • ril@rileditores.com
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Año 25 • N° 40 • Agosto 2016 • Revista del Instituto Chileno de Terapia Familiar Director/Editor Dr. Sergio Bernales Matta Editora Ps. Maritza Téllez Miric Secretaría Marta Figueroa Fabiola Meneses Comité Editorial Maurizio Andolfi (Academia de Psicoterapia de la Familia, Italia) Niels Bierderman (IChTF, Chile) Carolina Bozzo (CAPSIS, Chile) Ruth Casabianca (U. Católica Santa Fe, Argentina) Sylvia Campos (IChTF, Chile) Eduardo Carrasco (IChTF, Chile) Paula Contreras (U. Católica del Norte, Chile) Patricia Cordella (U. Católica, Chile) Arielle Cotton (ARCO, Argentina) Nelly Chong (IFASIL, Perú) M .Teresa Del Río (U. Central, Chile) Héctor Fernández Álvarez (AIGLE, Argentina) Inge Fuhrman (CES, Chile) Felipe Gálvez (U. de Chile, Chile) Patricia Hamel (IChTF, Chile) Pedro Herscovici (Hospital Italiano, Argentina) Hugo Hirsch (CPP, Argentina) Claudia Lucero (UFRO, Chile) Gastón Mazieres (Fundación Proyecto Cambio, Argentina) Marcelo Packman (U. de Massachusetts, USA) Cecile Rausch (U. del Salvador, Argentina) Janine Roberts (U. de Massachusetts, USA) Roxana Zevallos (IFASIL, Perú) Ana María Zlachevsky (U. Mayor, Chile)
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Año 25 • N° 40 • Agosto 2016 Revista del Instituto Chileno de Terapia Familiar
Sumario analítico..............................................................................................11 Editorial...........................................................................................................19 Imagen de la vejez y políticas públicas para personas mayores María Teresa Abusleme...................................................................................21 Imagen de la vejez y preparación personal para esta etapa de la vida Daniela Cecilia Thumala................................................................................33 El uso de las tipologías del maltrato: potencialidades de la investigación cualitativa en vejez Gabriel Guajardo y Verónica Cenitagoya.......................................................47 ¿Cómo se organiza una familia en presencia de diabetes tipo 1? M. Fernanda Pulgar y Patricia Cordella.......................................................65 Expectativas premaritales y modalidades de afrontamiento de conflictos en los primeros cinco años de matrimonio en parejas de nivel socioeconómico alto y en su primer matrimonio Gabriela Benavente y Diana Rivera................................................................81 Reseña: Relatos clínicos: filosofía y terapia narrativa Ana María Zlachevsky....................................................................................97 Obituario........................................................................................................ 109 Instrucciones para los autores.......................................................................... 111
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Year 25 • N° 40 • August 2016 Revista del Instituto Chileno de Terapia Familiar
Analytical Summary.........................................................................................15 Editorial...........................................................................................................19 The image of aging and public policies for the elderly María Teresa Abusleme...................................................................................21 Images of old age and personal preparation for this stage of life Daniela Cecilia Thumala................................................................................33 Using typologies of abusive behavior: potentialities of qualitative research in old age Gabriel Guajardo and Verónica Cenitagoya..................................................47 How does a family organize itself in the presence of type 1 diabetes? M. Fernanda Pulgar and Patricia Cordella. .................................................65 Premarital expectations and coping patterns of conflict in the first five years of marriage in couples of high socioeconomic level and in their first marriage Gabriela Benavente and Diana Rivera............................................................81 Review: Relatos clínicos: filosofía y terapia narrativa Ana María Zlachevsky....................................................................................97 Obituary......................................................................................................... 109 Author Information........................................................................................111
Sumario analítico Imagen de la vejez y políticas públicas para personas mayores María Teresa Abusleme De Familias y Terapias, Nro. 40, Año 25, agosto 2016 La imagen social de la vejez existente en Chile está basada en la negatividad y en la presencia de una serie de estereotipos y paradigmas que implican que tanto las personas mayores, como la población en general, miren esta etapa de la vida desde el deterioro y la enfermedad. Surge así una serie de desafíos tanto para población como para el país, debido a que no se ha puesto en relevancia el fenómeno del envejecimiento de manera suficiente ni se ha aprehendido por parte de los distintos actores involucrados. Este artículo busca dar cuenta de estos fenómenos y sus percepciones, revisar las políticas públicas que se están implementando y esbozar los desafíos venideros. Palabras claves: Envejecimiento, vejez, exclusión, políticas públicas, personas mayores.
Imagen de la vejez y preparación personal para esta etapa de la vida Daniela Cecilia Thumala De Familias y Terapias, Nro. 40, Año 25, agosto 2016 El aumento de personas mayores en Chile genera desafíos a la psicogerontología relativos a la mantención del bienestar de esta población. Este estudio vincula indicadores de estereotipos negativos sobre la vejez (viejismo) con reportes de preparación personal para el propio envejecimiento en nuestra sociedad, relacionándolos con variables como la corresidencia con personas mayores, el género, edad y nivel educacional de los participantes. Para ello se analizaron algunas respuestas de la Encuesta Nacional de Inclusión y Exclusión Social del Adulto Mayor en Chile (aplicación 2015). Los resultados indican una falta de preparación para la vejez y la percepción de que los adultos mayores no pueden valerse por sí mismos ni son responsables de su bienestar. Los cruces con las variables seleccionadas no revierten los resultados, pero aportan señales para potenciar actitudes más proactivas para un buen envejecer que aminoren visiones estereotipadas de esta etapa de la vida. En síntesis, el viejismo refuerza la pasividad y fatalismo de quienes envejecen, manteniendo con ello una imagen negativa de la vejez que actúa como profecía autocumplida. De Familias y Terapias • Nro. 40 • Agosto 2016 • 11
Palabras clave: psicogerontología, viejismo, falta de preparación personal, Chile, profecía autocumplida.
El uso de las tipologías del maltrato: potencialidades de la investigación cualitativa en vejez
Gabriel Guajardo y Verónica Cenitagoya De Familias y Terapias, Nro. 40, Año 25, agosto 2016 Este artículo reflexiona sobre el uso de tipologías del maltrato en la investigación cualitativa en vejez a partir de un estudio sobre el maltrato en Chile desde el discurso social de las personas mayores. La metodología es cualitativa: cuatro grupos de discusión, cuatro grupos focales y ocho entrevistas individuales entre los años 2012 y 2014 en la Región Metropolitana. Los resultados, mediante un esquema analítico de tipo cruzado, identifican modos típicos del maltrato hacia las personas mayores y se propone el concepto de trayectos de maltrato para futuros estudios. Finalmente, se discute el uso de tipologías en la investigación cualitativa de las violencias. Palabras clave: tipología del maltrato, vejez, personas mayores, investigación cualitativa, maltrato, violencias, trayectoria del maltrato, Chile.
¿Cómo se organiza una familia en presencia de diabetes tipo 1? M. Fernanda Pulgar y Patricia Cordella De Familias y Terapias, Nro. 40, Año 25, agosto 2016 La diabetes es una de las enfermedades crónicas que ha ido en aumento en los últimos años, afectando a gran parte de la población a nivel mundial. Este trabajo tiene el propósito de revisar desde la literatura científica los cambios en la organización familiar y sus dinámicas cuando uno de sus miembros presenta diabetes tipo 1. Se describe la incidencia de la dinámica familiar en el manejo y curso de la enfermedad, así como en la salud mental tanto del miembro afectado como el de todos los integrantes de la familia. Se revela la importancia de un abordaje desde la terapia familiar que permita incorporar a todos los miembros y que evidencie las dificultades que presenta esta nueva organización familiar. Palabras Claves: enfermedad crónica, organización familiar, diabetes tipo 1, terapia familiar, funcionamiento familiar. 12 • De Familias y Terapias • Nro. 40 • Agosto 2016
Expectativas premaritales y modalidades de afrontamiento de conflictos en los primeros cinco años de matrimonio en parejas de nivel socioeconómico alto y en su primer matrimonio
Gabriela Benavente y Diana Rivera De Familias y Terapias, Nro. 40, Año 25, agosto 2016 El estudio de los factores que inciden en la satisfacción marital ha sido objeto de diversas investigaciones psicológicas. Sin embargo, poco se ha estudiado sobre las expectativas premaritales en la satisfacción relacional en personas en etapa inicial de consolidación de la relación. Se realizó una investigación cualitativa para explorar las expectativas que hombres y mujeres traen consigo al matrimonio y las modalidades de afrontamiento de los conflictos cuando estas son frustradas. Se describen las principales expectativas satisfechas e insatisfechas identificadas por ambos géneros en su vida marital. Asimismo, se reportan estrategias de afrontamiento de los conflictos positivas y otras que deterioran el vínculo. Palabras clave: relación de pareja, expectativas premaritales, roles de género, estrategias de afrontamiento, satisfacción relacional.
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Analytical Summary
The image of aging and public policies for the elderly María Teresa Abusleme De Familias y Terapias, Nro. 40, Year 25, August 2016 The social image of aging in Chile is based on negativity and the presence of a series of stereotypes and paradigms that imply that both the elderly and the general population look at this stage of life from deterioration and sickness, thus arising a series of challenges for both the population and the country, due to the fact that the phenomenom of aging has not been sufficiently highlighted nor apprehended by the different actors involved, This paper seeks to account for those phenomena and perceptions, review public policies that are being implemented and outline the challenges ahead. Key words: Aging, old age, exclusion, public policies, elderly.
Images of old age and personal preparation for this stage of life Daniela Cecilia Thumala De Familias y Terapias, Nro. 40, Year 25, August 2016 The increase of elderly people in Chile generates different challenges for psychogerontology related to the well-being of this population. This study associates indicators of negative stereotypes about old age (ageism) with reports of personal preparation for personal aging, relating them to variables such as co-residence with old people, gender, age and educational level of the participants. For this purpose, some answers from the National Survey of Social Inclusion and Exclusion of the Elderly in Chile (application 2015) were analyzed. Results indicate a lack of preparation for old age and the perception that older adults can not take care of themselves, nor are they responsible for their well-being. Crossings with selected variables do not reverse the results, but provide signals to enhance further proactive attitudes for
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a good aging that may decrease stereotypical views of this stage of life. In summary, ageism reinforces passivity and fatalism maintaining a negative image of aging that acts as a self-fulfilling prophecy. Keywords: psychogerontology, ageism, lack of personal preparation, Chile, selffulfilling prophecy.
Using typologies of abusive behavior: potentialities of qualitative research in old age
Gabriel Guajardo and Verónica Cenitagoya De Familias y Terapias, Nro. 40, Year 25, August 2016 This article is a reflection on the use of typologies of abuse in qualitative research in old age from a study on abuse in Chile from the social discourse of the elderly. The methodology is qualitative: 4 discussion groups, 4 focus groups and 8 individual interviews between 2012 and 2014 in the Metropolitan Region. The results, using an analytical scheme cross type, enable to identify typical modes of abuse towards the elderly and the concept “trajectory of abuse” is proposed for future studies. Finally, the use of types in qualitative research of violence is discussed. Keywords: abuse typology, elderly, old age, qualitative research, abuse, violence, trajectory of abuse, Chile.
How does a family organize itself in the presence of type 1 diabetes? M. Fernanda Pulgar and Patricia Cordella De Familias y Terapias, Nro. 40, Year 25, August 2016 Diabetes is a chronic disease that has been increasing in recent years affecting much of the population worldwide. This work aims to review from the scientific literature the changes in family structure and dynamics when one of its members has type 1 diabetes. The incidence of family dynamics in the management and course of the disease as well as in mental health of both the affected member and the rest of family members is described. The importance of a Family Therapy approach that allows to include all members and to reveal the difficulties of this new family organization is shown.
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Keywords: Chronic Illness, Family Organization Type 1 Diabetes, Family Therapy, Family Functioning.
Premarital expectations and coping patterns of conflict in the first five years of marriage in couples of high socioeconomic level and in their first marriage
Gabriela Benavente and Diana Rivera De Familias y Terapias, Nro. 40, Year 25, August 2016 The study of the factors associated with marital satisfaction has been the subject of several psychological researches. However, little has been studied about the role of premarital expectations on relational satisfaction after marriage in people who are in the initial stage of consolidation of the relationship. Therefore, a qualitative research was conducted to explore the expectations men and women bring to marriage and coping strategies when they are frustrated. Major met and unmet expectations are described and identified by both genders in their marital life. Positive coping strategies unfold and others that are harmful to the marriage. Keywords: couple relationship, premarital expectations, gender roles, coping strategies, relational satisfaction
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Editorial
En esta edición hemos querido darles un lugar a los cambios y problemas de la tercera edad. Hemos incluido tres artículos sobre el tema. El primero de ellos se centra en los fenómenos que acaecen alrededor de las vidas de las personas mayores, indaga sobre la imagen social de la vejez en Chile, da cuenta de las diferentes políticas públicas que se han realizado hasta ahora y señala los desafíos que tenemos como país frente a ello. Un segundo artículo explora ciertos estereotipos negativos en torno a la tercera edad. Se analizan en él algunas respuestas a una encuesta sobre inclusión y exclusión social del adulto mayor en Chile y se discute la actitud generalizada que existe hacia lo que denota el concepto de ancianidad en la población al no verle sus recursos.
El tercer artículo reflexiona sobre el uso de tipologías del maltrato en la investigación cualitativa en vejez, a partir del propio discurso de los afectados de un estudio que se realizó entre el 2012 y 2014 en Santiago. Además de lo anterior, se destaca otro estudio sobre cómo se organiza una familia que tiene un miembro con diabetes tipo 1. Finalmente, se incluye un estudio sobre los factores que inciden en la satisfacción matrimonial desde una indagación sobre las expectativas premaritales de tipo cualitativo en parejas de nivel socioeconómico alto y sus modos de afrontar el conflicto en los primeros cinco años de vida en común, cuando esas expectativas se han visto frustradas. Se completa esta edición con una reseña de un interesante libro que combina lo filosófico con lo terapéutico. El Editor
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Imagen de la vejez y políticas públicas para personas mayores
The image of aging and public policies for the elderly
María Teresa Abusleme1 Enviado: 5-6-16 Corregido: 30-6-16 Aceptado: 10-7-16
• Resumen La imagen social de la vejez existente en Chile está basada en la negatividad y en la presencia de una serie de estereotipos y paradigmas que implican que tanto las personas mayores, como la población en general, miren esta etapa de la vida desde el deterioro y la enfermedad. Surge así una serie de desafíos tanto para población como para el país, debido a que no se ha puesto en relevancia el fenómeno del envejecimiento de manera suficiente ni se ha aprehendido por parte de los distintos actores involucrados. Este artículo busca dar cuenta de estos fenómenos y sus percepciones, revisar las políticas públicas que se están implementando y esbozar los desafíos venideros. Palabras claves: Envejecimiento, vejez, exclusión, políticas públicas, personas mayores.
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Socióloga y licenciada en Estética de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Magíster en Política y Gobierno, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO-Chile y la Universidad de Concepción. Coaching ontológico, Newfield Consulting. Diplomada en Psicogerontología Educativa y Social, Gerontología Social, Prevención y Abordaje del Maltrato hacia las Personas Mayores y en Administración y Gestión de Servicios Sociales por la Pontificia Universidad Católica de Chile. . E-mail: teresaabusleme@gmail.com
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• Abstract The social image of aging in Chile is based on negativity and the presence of a series of stereotypes and paradigms that imply that both the elderly and the general population look at this stage of life from deterioration and sickness, thus arising a series of challenges for both the population and the country, due to the fact that the phenomenom of aging has not been sufficiently highlighted nor apprehended by the different actors involved, This paper seeks to account for those phenomena and perceptions, review public policies that are being implemented and outline the challenges ahead. Key words: Aging, old age, exclusion, public policies, elderly.
Introducción Chile es hoy un país envejecido. La encuesta CASEN del año 2013 da cuenta que el 16,7% de la población tiene sesenta y más años (Ministerio de Desarrollo Social, 2013). De acuerdo al índice de envejecimiento que construye CELADE con información proporcionada por el INE (INE-CELADE, 2015), en el año 2005 había en el país 46,5 personas mayores por cada cien niños entre 0 y 14 años. Diez años después, vale decir, el 2015, esta cifra alcanza 72,9. Se proyecta que el año 2023 ambas poblaciones quedarán prácticamente igualadas. Se podría plantear que el envejecimiento poblacional es una consecuencia exitosa de las sociedades modernas, ya que que se han alcanzado ciertos logros, tales como el mejoramiento sostenido y permanente de las condiciones de salud en la población, los avances científicos y tecnológicos, la disminución en las tasas de mortalidad y el aumento consecutivo de la esperanza de vida, la cual en Chile es 82,2 años para las mujeres y 77,2 años para los hombres, promediando ambos sexos 79,7 años. A lo anterior, se debe agregar la reducción de la tasa global de fecundidad, situada en el quinquenio 1980-1985 en 2,7 y en la actualidad 2010-2015 en 1,72 (INECELADE, 2015), muy relacionada con los cambios en los roles de la mujer. Es importante considerar que el proceso de envejecimiento de la población no solo implica un aumento de las personas mayores, sino que también involucra más años de vida, los cuales debieran ser vividos con autonomía, calidad y dignidad, no obstante no siempre es así. Chile no ha tomado
conciencia de su envejecimiento y las cifras así lo plantean: el 75,8% de la población sostiene que el país está preparado poco o nada para el envejecimiento poblacional (SENAMA, 2015), como tampoco lo ha hecho la población, de hecho, el 67,8% asegura que está preparado poco o nada para su propio envejecimiento (SENAMA, 2015).
Imagen negativa de la vejez No es de extrañar que las personas no piensen en sus propios procesos de envejecimiento. Esto debido a la existencia de imaginarios sociales negativos, que no solo están presentes en los grupos etarios más jóvenes que marcan la vejez como un espacio asociado a improductividad, dependencia, carga económica, aislamiento, soledad, desinterés social, problemas de carácter, aburrimiento, entre otros, sino que también en las propias personas mayores. Un 79% de ellas sostienen que hay que aprovechar de hacer cosas mientras uno es joven, porque después ya no se puede; el 61% siente que la gente subestima sus capacidades debido a la edad; el 47% señala que para ellos mismos el envejecer es sobre todo volverse dependiente, incapaz de valerse por sí mismo. Más grave aún es que una persona mayor de cada cuatro se siente inútil (27%), como un estorbo para la familia. Con todo lo anterior, el 67% de las personas de sesenta y más años presenta una sensación negativa frente a ser mayor (SENAMA, 2009). En este marco, se percibe en las personas mayores que esta etapa de la vida se vive desde sensaciones y percepciones ambivalentes; por un lado existen significados
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positivos como la expectativa de permanecer activo, abrirse a nuevos roles, ser abuelo o abuela, dejar atrás las obligaciones y los deberes, y por otro, los significados negativos, centrados en los problemas de salud, la carencia de recursos sociales y económicos, las depresiones, los duelos, la fragilidad y el temor a depender de otros (Undurraga, 2012; SENAMA, 2009). A lo anterior se suman las teorías que se han construido a propósito del envejecimiento y la vejez a partir del siglo pasado, las cuales también presentan esta dualidad positivo-negativo. Es así como las primeras miradas que se esbozan dicen relación con la biología y la medicina, vale decir, la enfermedad y la dependencia funcional. Esta perspectiva se centra en la pérdida de funciones corporales y mentales. Se tiende a mirar a las personas desde un modelo biomédico centrado en las patologías que muchas veces son consideradas incurables, irreversibles y crónicas. Esta mirada tiene una gran prevalencia en la sociedad, tanto científica como no científica, lo cual lleva a que el 72,9% de personas de dieciocho y más años sostengan que las personas mayores no pueden valerse por sí mismas. Este es un fenómeno interesante, dado que las personas mayores en situación de dependencia no superan el 22% (SENAMA, 2010), lo cual demuestra la brecha entre la realidad y la construcción social de la vejez. Las teorías provenientes de la psicología referidas a los aspectos psicosociales del envejecimiento, comenzaron también poniendo el énfasis en la pérdida, lo cual se asociaba a la viudez, la jubilación, el aislamiento social, entre otros, todos cambios que se experimentan durante la vejez y que pueden ser difíciles de integrar, dado
que pueden llevar a heridas narcisistas, sentimientos dolorosos y ambivalentes (Undurraga, 2012). No obstante, en la actualidad dichos cambios pueden ser vividos y enfrentados desde la negación como defensa psicológica o también desde la aceptación y el reconocimiento de una nueva realidad, propia e innegable, que implica efectivamente un cuerpo envejecido, pérdidas psicosociales, pero también nuevos roles y desafíos (Undurraga, 2012). En este sentido, un nuevo rol que trae consigo distintas potencialidades es la abuelidad, la cual constituye la última fase de la parentalidad y que permite sentirse útil, poniendo en juego diferentes destrezas como la paciencia, la sabiduría y la ternura. Ser abuelo colabora con la organización psíquica de la persona, a la vez que provee de gratificación, producto que fortalece la autoestima y permite aceptar esta nueva etapa de la vida (Undurraga, 2011). Es también un espacio de reparación de la relación con los hijos y consigo mismo, dado que permite ayudar en sus funciones parentales, compensando funciones que no fueron ejercidas satisfactoriamente antes (Undurraga, 2011). Finalmente, la abuelidad genera sensación de continuidad, el nieto muestra que la vida sigue, a pesar de que se acerca la muerte, simbolizando la permanencia y la influencia personal sobre la vida de otros. Esto colabora para la realización del duelo personal y permite elaborar el sentido y finitud de la vida (Undurraga, 2011). Un aspecto fundamental es que para la psicología, la vejez estará siempre condicionada por los aspectos económicos, sociales y políticos. Surge así otro rol, que no es posible olvidar en este grupo etario,
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que es el trabajo. Muchas personas mayores continúan en el mercado laboral, la encuesta CASEN muestra que el 43% de los hombres y el 16% de las mujeres permanecen activos económicamente. Diversos estudios realizados en Chile dan cuenta de que si bien la gran mayoría de las personas de este grupo etario continúan trabajando por necesidades económicas, producto de que las pensiones que reciben alcanzan en promedio $203.878 (Superintendencia de Pensiones y Seguros, 2016), cerca de un 75% de ellas señala que le agrada mucho lo que hace en su trabajo actual y un 66% manifiesta que continuaría trabajando incluso si no tuviera necesidad económica de hacerlo (Caja Los Andes et al., 2014). Lo anterior se produce precisamente porque las personas sienten que por medio del trabajo tienen una mejor salud, permanecen activas y vigentes, cuentan con una red social, sus familias los valoran más y ellos se ven a sí mismos de mejor manera. Cabe agregar además que la búsqueda de nuevos espacios laborales genera un importante proceso de resiliencia, demostrando que en esta edad se continúa con la fuerza para hacer cambios y buscar mejores condiciones de vida. Otro dato importante es que el 61% de las personas mayores son jefes de hogar (Ministerio de Desarrollo Social, 2013), lo que rompe una vez más con el paradigma de dependencia que se observa a nivel social. Finalmente y continuando con los distintos paradigmas, están las teorías llamadas macrosociales, las cuales retratan la relación de la persona mayor y la sociedad, vale decir, la construcción social de la vejez. Entre ellas está la demografía, que mira a la vejez como un problema social,
asociado a los aumentos del gasto en salud y pensiones, y la teoría crítica, que da cuenta de cómo las personas mayores no solo pierden sus roles sociales, sino que también su estatus, producto de la disminución de sus capacidades funcionales y el retiro del mercado laboral. Se mira a las personas mayores desde su condición de dependencia económica, que tanto el Estado como la estructura social asumen, revelando la dependencia, pobreza y aislamiento social de este grupo etario una vez más. Similar análisis realiza la teoría de las relaciones multigeneracionales, que señala que existen dos espacios de interacción: la familia a nivel micro, y el Estado a nivel macro. Así, el contrato informal entre generaciones está determinado por las normas de reciprocidad y afecto, la calidad de las relaciones intergeneracionales y los determinantes macroestructurales. Asimismo, por parte del Estado, su economía y las políticas sociales fijan el marco de las condiciones materiales y sociales de las familias y el cuidado que estas proveen, entregando también una determinada imagen de la vejez por medio de estas acciones. De este modo, considerando los distintos cuerpos teóricos, se releva y se replantea el reto y el desafío que tienen las ciencias médicas y sociales, las políticas públicas y los instrumentos internacionales de derechos humanos, de enfatizar el enorme potencial de las personas de sesenta años y más como protagonistas del desarrollo y como sujetos de derechos con acceso pleno a las libertades fundamentales. Tal como lo plantea la Organización de las Naciones Unidas, los derechos no se pierden con la edad.
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Políticas públicas para las personas mayores en Chile En Chile, la preocupación por el envejecimiento poblacional comienza en los años noventa con la implementación del Comité Nacional del Adulto Mayor y la aprobación en 1996, desde el gabinete de ministros, de una política de gobierno para este grupo etario. A partir de ello, el año 1998 surge la primera política específica diseñada y aplicada desde el Ministerio de Salud. Al año siguiente, se envía al Congreso el proyecto de ley para la creación del Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA), que se concreta el año 2002, comenzando su funcionamiento el 2003. El SENAMA es un servicio público descentralizado, con patrimonio propio, que se ha configurado como la institucionalidad pública oficial para la implementación de políticas, planes y programas para las personas de sesenta y más años. Es parte del Ministerio de Desarrollo Social, entidad encargada de contribuir en el diseño y aplicación de políticas, planes y programas en materia de desarrollo social, especialmente aquellas destinadas a erradicar la pobreza y brindar protección social a las personas o grupos vulnerables, promoviendo la movilidad e integración social (www.ministeriodedesarrollosocial.gov.cl). SENAMA cuenta con programas dirigidos a personas mayores autovalentes y con dependencia en sus tres grados: leve, moderada y severa. Para las personas autovalentes ejecuta: 1. Fondo Nacional del Adulto Mayor para Proyectos Autogestionados: programa que financia proyectos ideados,
formulados y ejecutados por organizaciones de personas mayores de todo el país en las líneas de voluntariado, actividades productivas, equipamiento o habilitación de sedes, autocuidado, capacitación y recreación, entre otros. Su objetivo fundamental es contribuir a la promoción y a la protección de los derechos y a aumentar y mejorar la participación social de las personas mayores, fomentando su autonomía, autogestión y asociatividad. El supuesto de base es que las personas mayores logran tener una mejor calidad de vida si están insertos socialmente. 2. Programa Turismo Social: está dirigido a personas mayores en situación de vulnerabilidad social y con diferentes grados de dependencia, que viajan en grupo por un día a lugares de interés histórico, cultural y turístico, con el objetivo de fortalecer la generación de lazos sociales e institucionales, de tal manera de favorecer su bienestar y calidad de vida. 3. Programa Asesores Seniors: programa de voluntariado, que convoca en su mayoría a profesores jubilados, quienes les entregan apoyo escolar a niños y niñas que cursan entre 1° y 8° año de educación básica que presentan bajo rendimiento escolar y que pertenecen a las familias más vulnerables del país. Su objetivo es contribuir en la creación de espacios de intergeneracionalidad e integración social para las personas mayores. Cabe destacar que el programa ha permitido que los niños y niñas mejoren en un 70% su rendimiento escolar. 4. Programa Vínculos: es parte del Sistema Nacional de Protección Social, su obje-
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tivo es proveer de un acompañamiento continuo a las personas de sesenta y cinco años y más que viven solos o en pareja, con el fin de entregarles herramientas psicosociales que permiten fortalecer su autoestima, identidad, autonomía y sentido de pertenencia. Acerca, a su vez, a sus usuarios a las redes institucionales, integrándolos a los distintos beneficios que entrega el Ministerio de Desarrollo Social. 5. Programa Participación y Formación: instancia de capacitación para las personas mayores que busca que estos se instalen como líderes dentro de sus redes y agrupaciones sociales, de tal forma de fomentar su participación política y social. Se desarrolla en cuatro líneas: jornadas participativas territoriales, actividades de los consejos asesores regionales de mayores, jornadas regionales y escuelas para dirigentes mayores en todo el territorio nacional. 6. Fondo de Servicios de Atención al Adulto Mayor, Condominios de Viviendas Tuteladas: programa que está enfocado en personas mayores autovalentes que no cuentan con una vivienda, que se encuentran en situación de vulnerabilidad social y que requieren de una solución habitacional. Está acompañado del diseño e implementación de un plan de intervención psicosocial, el cual es ejecutado por medio de convenios con las municipalidades, proveyendo a la persona de redes institucionales y sociales. 7. Buen Trato al Adulto Mayor: su objetivo es contribuir a la promoción y ejercicio de los derechos de las personas mayores, a través de la prevención, de-
tección y atención. Sus acciones están centradas en implementar acciones de prevención, sensibilización, concientización, visibilización y capacitación en torno al fenómeno del abuso, maltrato y violencia hacia las personas mayores, realizar una atención integral psico-socio-jurídica, gestionando casos sociales y conformar la Red Regional de Prevención y Atención del Maltrato al Adulto Mayor, a través de una mesa de trabajo con los organismos más relevantes. 8. Envejecimiento Activo: iniciativa que busca promover la participación de las personas mayores en la comunidad, la generación de nuevos roles y el ejercicio de sus derechos por medio de talleres donde se trabaja el desarrollo cognitivo, físico y psicológico de las personas, y desarrollan aptitudes artísticas, culturales, de emprendimiento, sociales y de participación. Los programas destinados a las personas mayores con distintos grados de dependencia abarcan más del 60% del presupuesto institucional. Esto es muy bueno, ya que los recursos se destinan principalmente a las personas que están en una situación mayor de vulnerabilidad, entregando espacios de mejoramiento de la funcionalidad y de respiro a sus cuidadores y/o familiares. No obstante, es complejo en relación a la imagen de la vejez que puede generar en la población, pues da importancia, de manera inconsciente, a la dependencia en esta etapa de la vida, lo cual puede llevar a olvidar que las personas mayores cuentan con las condiciones de salud y funcionalidad necesarias para
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desenvolverse y participar en las diversas esferas de la vida social, económica y cultural, siendo parte del patrimonio cultural de nuestra sociedad, con un rol importante en el traspaso de saberes, costumbres y valores a las nuevas generaciones. Estos programas son: 1. Fondo para Ejecutores Intermedios: dirigido a organizaciones e instituciones que trabajan con personas mayores, que tienen personalidad jurídica vigente y son de derecho público o privado. Su objetivo central es mejorar las condiciones de vida de las personas mayores con algún grado de dependencia a través de la entrega de diversas prestaciones sociales. Se busca por medio de estas instancias retrasar estados mayores de dependencia y fortalecer la autonomía en este grupo etario. 2. Convenios institucionales: sus recursos son administrados directamente por el director nacional de SENAMA, con los que se financian iniciativas públicas y privadas que promuevan el bienestar y la calidad de vida de las personas mayores en situación de vulnerabilidad social. 3. Fondo de Servicios de Atención al Adulto Mayor: establecimientos de larga estadía son recintos que se constituyen como una solución habitacional para personas mayores en situación de vulnerabilidad y dependencia que requieren de servicios de apoyo y/o cuidado, considerando sus condiciones de funcionalidad. Las residencias colectivas consideran un plan sociosanitario para la atención de los residentes, que es diseñado y ejecutado por las entidades
operadoras para la satisfacción de sus necesidades básicas, recuperación y mantención de sus funcionalidades y promoción de su calidad de vida. 4. Programa de Cuidados Domiciliarios: provee de servicios y apoyos sociosanitarios a las personas mayores en situación de dependencia y a su entorno directo en su propio hogar, por medio de la atención de asistentes domiciliarios capacitados. Las intervenciones se hacen de manera personalizada y se diseña en conjunto con el usuario y su familia, de acuerdo a las necesidades específicas de cada uno. El objetivo es mantener el mayor tiempo posible a los adultos mayores en sus casas, insertos en su comunidad y ejerciendo sus roles familiares y sociales, con el fin de mejorar su calidad de vida y entregar alivio y respiro a su cuidador principal. 5. Programa de Centros de Día: entrega atención a personas mayores en situación de vulnerabilidad social y dependencia leve o moderada en recintos de jornada diurna. En estos se entregan servicios sociosanitarios, alivio al cuidador y apoyo familiar preventivo, realizando actividades socioculturales, de estilos de vida saludable y de promoción para un envejecimiento activo, todo lo cual busca favorecer la autonomía, independencia y permanencia en el entorno habitual del usuario. 6. Subvención a ELEAM: fondo concursable al cual pueden acceder establecimientos de larga estadía que pertenezcan a instituciones sin fines de lucro. Su objetivo es mejorar y elevar las condiciones de vida de las personas mayores institucionalizadas por medio
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del mejoramiento de los servicios de alojamiento, alimentación, atención médica, estrategias de integración a la comunidad, protección de sus derechos y promoción del envejecimiento activo. 7. Escuela para Funcionarios Públicos: instancia de capacitación a partir de la cual se desarrollan e implementan cursos para todos aquellos técnicos o profesionales que entregan servicios a las personas mayores. Su objetivo es otorgar conocimientos, habilidades y competencias para el desarrollo de sus funciones. Por medio de todos los programas antes mencionados, SENAMA alcanza una cobertura aproximada de 265.000 personas mayores autovalentes y con distintos grados de dependencia. Esta cobertura cuenta con un presupuesto total aproximado de treinta mil millones de pesos chilenos (Ley de Presupuestos, 2016). Si bien SENAMA es la institución pública por antonomasia encargada de la implementación de políticas para las personas mayores, existen otros ministerios que también proveen de servicios a este grupo etario. Entre ellos, el más importante es el Ministerio de Salud, el cual cuenta con el examen de medicina preventiva (EMPAM), que es la puerta de entrada a los centros de atención de salud familiar. A partir de él se diseña un plan de atención integral, se hacen las derivaciones pertinentes y los tratamientos más adecuados. En la atención primaria también se entrega el Programa Nacional de Alimentación Complementaria (PACAM), que busca mejorar la salud nutricional de las personas mayores y promover la adherencia a
los programas de salud, para así mantener la funcionalidad física y psíquica de este grupo etario; se ejecuta el programa nacional de inmunizaciones; se implementa el Programa Adulto Mayor más Autovalente, cuyo objetivo es mejorar la funcionalidad por medio de la realización de distintos talleres, actividades físicas y recreativas, capacitación en autocuidado y trabajo participativo con las organizaciones sociales locales. Los ejes transversales del programa son intersectorialidad, promoción de la salud, fomento de la participación social, trabajo comunitario en salud y trabajo en equipo en salud. Otros programas implementados por el Ministerio de Salud son las garantías explícitas en salud (GES), donde cabe destacar que de las ochenta patologías incluidas, cincuenta y nueve pueden ser utilizadas por las personas mayores. Las camas sociosanitarias entregan un servicio de tratamiento y vivienda temporal para aquellas personas que no cuenten con una red familiar o social, o esta sea disfuncional. El Programa de Atención a la Dependencia que establece un plan de atención domiciliaria con énfasis en los aspectos médicos y sociales de las personas que acceden a él, las cuales deben estar en situación de dependencia severa o postración. Un equipo sociosanitario asiste al hogar de la persona y provee de los servicios necesarios para cada caso en particular. A su vez, se le entrega un estipendio al cuidador, y se le capacita y da herramientas para el manejo de las diversas patologías. Durante el último año, el programa ha incorporado dentro de sus líneas de acción los cuidados paliativos, considerando así el buen morir. Finalmente, está el Plan Nacional de Demencias, a partir
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del cual se diseñó un modelo de atención, el cual se espera comenzar a implementar el año 2017, así como los centros de día para personas con demencia, con dos en funcionamiento en la actualidad y cinco en proceso de implementación. Otro programa que se espera comience a funcionar el año 2017, es el Sistema Nacional de Cuidados alojado en el Ministerio de Desarrollo Social, el cual busca proveer de apoyo a las personas de todas las edades que estén en situación de dependencia moderada y severa, por medio de la coordinación y articulación de la red local. Estas acciones incluyen al cuidador de la persona en situación de dependencia, a quien se le prestará alivio por medio de visitas semanales que le proveerán de un espacio de respiro. Cabe destacar las labores que genera el Ministerio del Trabajo y Previsión Social, quien es el mandatado para implementar el pilar solidario y la pensión básica solidaria, donde ambos instrumentos buscan asegurar un piso mínimo de recursos para la etapa de la vejez. El pilar solidario permite acceder a un aporte monetario mensual, que incrementa las pensiones base inferiores a $291.778 pesos chilenos, con lo cual se aumenta el monto de la pensión final. La pensión básica solidaria se entrega a todas aquellas personas que no han podido acceder o que no tienen derecho a una pensión en cualquier régimen previsional, ya sea como titulares o como beneficiarios de pensiones de sobrevivencia, que cumplan ciertos requisitos relativos a su situación de vulnerabilidad. El monto actual de la pensión básica solidaria son $89.764 pesos chilenos, el cual se reajusta año a año de acuerdo a IPC. Este ministerio también
entrega el Bono Invierno, que para el año 2016 ascendió a $57.353 pesos chilenos y fue recibido por todas aquellas personas que al 1 de mayo del 2016 hubieran cumplido los sesenta y cinco años de edad y reciban una pensión no inferior a la pensión mínima de vejez, la cual es de $149.907 pesos chilenos; también el Bono Bodas de Oro, que busca reconocer a las personas que han construido una familia basada en el matrimonio que han permanecido unidas y han cumplido cincuenta años de vida en pareja. Se entrega un monto en dinero por una sola vez de manera equitativa entre ambos cónyuges.
Conclusiones A lo largo de este artículo se han revisado dos temas principalmente: el primero, la imagen negativa que suscita la vejez, y el segundo, la oferta pública que entregan los principales ministerios del Estado de Chile. Ambos temas abren muchos debates y plantean importantes desafíos, producto del envejecimiento avanzando que presenta el país (Huenchuán et al., 2007). Si bien se puede sostener que hay avances en los programas públicos implementados, de hecho el presupuesto de SENAMA aumentó un 60% del año 2012 al 2013, es importante configurar una política estatal unificada para abordar la vejez y el envejecimiento, incluyendo todas las áreas que están involucradas en el ciclo vital de las personas, vale decir: sus derechos, la posibilidad de vivir en una ciudad que sea amigable e inclusiva; la prevención en salud desde la primera infancia; una educación de calidad que permita generar ciudadanos empoderados de sus derechos, pero también de sus
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deberes; mejorar la participación social; aumentar las posibilidades de empleo, tanto asalariado como independiente; revisar el sistema de pensiones; generar servicios sociosanitarios desde una perspectiva biopsicosocial que no olvide que las personas están insertas en familias que también requieren de alivio y apoyo; fomentar la especialización profesional en gerontología y geriatría; promover la investigación científica en estos temas; contar con programas que permitan enfrentar la muerte con dignidad, pudiendo acceder a cuidados paliativos. Finalmente, debemos como sociedad superar los prejuicios y los estigmas que se le han asignado a la vejez y a sus consecuencias, diferenciando el envejecimiento normal del envejecimiento patológico, pues vejez no es igual a enfermedad, tampoco es un espacio invalidante per se Siempre se puede mejorar la calidad de vida de las personas, independiente de su condición, pues los seres humanos deben ser considerados sujetos de derecho y no objetos de protección.
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afipen/mensual/2016/02/m00.html (última visita: marzo de 2016). Undurraga, C. (2012). Psicología del adulto. De la conquista del mundo a la conquista de sí mismo. Santiago de Chile: Ediciones Pontificia Universidad Católica de Chile.
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Imagen de la vejez y preparación personal para esta etapa de la vida
Images of old age and personal preparation for this stage of life
Daniela Cecilia Thumala1 Recibido: 21 -03-16 Corregido: 20-5-16 Aprobado: 2-06-16
• Resumen El aumento de personas mayores en Chile genera desafíos a la psicogerontología relativos a la mantención del bienestar de esta población. Este estudio vincula indicadores de estereotipos negativos sobre la vejez (viejismo) con reportes de preparación personal para el propio envejecimiento en nuestra sociedad, relacionándolos con variables como la corresidencia con personas mayores, el género, edad y nivel educacional de los participantes. Para ello se analizaron algunas respuestas de la Encuesta Nacional de Inclusión y Exclusión Social del Adulto Mayor en Chile (aplicación 2015). Los resultados indican una falta de preparación para la vejez y la percepción de que los adultos mayores no pueden valerse por sí mismos ni son responsables de su bienestar. Los cruces con las variables seleccionadas no revierten los resultados, pero aportan señales para potenciar actitudes más proactivas para un buen envejecer que aminoren visiones estereotipadas de esta etapa de la vida. En síntesis, el viejismo refuerza la pasividad y fatalismo de quienes envejecen, manteniendo con ello una imagen negativa de la vejez que actúa como profecía autocumplida. Palabras clave: psicogerontología, viejismo, falta de preparación personal, Chile, profecía autocumplida.
• Abstract The increase of elderly people in Chile generates different challenges for psychogerontology related to the well-being of this population. This study associates indicators of negative stereotypes about old age (ageism) with reports of personal preparation for personal aging, relating them to variables such as coresidence with old people, gender, age and educational level of the participants. 1
Daniela Cecilia Thumala Dockendorff es Académica del Departamento de Psicología, Universidad de Chile. Email: dthumala@u.uchile.cl
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For this purpose, some answers from the National Survey of Social Inclusion and Exclusion of the Elderly in Chile (application 2015) were analyzed. Results indicate a lack of preparation for old age and the perception that older adults can not take care of themselves, nor are they responsible for their well-being. Crossings with selected variables do not reverse the results, but provide signals to enhance further proactive attitudes for a good aging that may decrease stereotypical views of this stage of life. In summary, ageism reinforces passivity and fatalism maintaining a negative image of aging that acts as a self-fulfilling prophecy. Keywords: psychogerontology, ageism, lack of personal preparation, Chile, self-fulfilling prophecy.
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El envejecimiento poblacional es uno de los principales desafíos de la sociedad mundial, pues afecta a todas las regiones y a la mayor parte de los países. De acuerdo con el World Population Prospects (United Nations [UN], 2015), la población mayor de sesenta años, que representa actualmente el 12,3% del total mundial, para el 2050 constituirá el 21,5%. El envejecimiento de la vejez, es decir, el aumento de personas de ochenta y más años, será aún más significativo. A nivel mundial, este último grupo representa hoy el 1,7% y llegará al 4,5% el 2015. En Chile las cifras son elocuentes: los mayores de sesenta años, que constituyen actualmente el 15,7% de su población, llegarán al 32,9% para el año 2050 y los mayores de ochenta años que ahora conforman el 2,7%, alcanzarán al 10,3% en ese año (UN, 2015). La tendencia del envejecimiento poblacional, que comenzó en los países europeos durante su industrialización y posterior modernización, se desató con diversos ritmos e intensidades en todo el planeta (Haub, 2007; Scommegna & Lee, 2014). En la mayoría de los países, la proporción de personas mayores de sesenta años aumenta significativamente, mientras se reduce la de menores de quince años. Estas transformaciones sociodemográficas impactan en todos los ámbitos de la sociedad, arrastrando una gran cantidad de efectos. En este escenario, puede sostenerse que enfrentamos la revolución más silenciosa de la historia de la humanidad. El envejecimiento poblacional a nivel regional tiene a la globalización como su trasfondo y se relaciona con el incremento del bienestar general de su población, especialmente debido a la extensión de
la cobertura y eficiencia de los sistemas sanitarios. Así, para el año 2050 uno de cada cuatro latinoamericanos será adulto mayor (Comisión Económica para América Latina y el Caribe [CEPAL], 2014), paralelamente se incrementarán los índices de sobreenvejecimiento y la posibilidad de llegar a edades centenarias formará parte de las expectativas de las personas que hoy están naciendo. Chile, con aproximadamente dieciocho millones de habitantes (Instituto Nacional de Estadística [INE], 2014), se encuentra en una etapa avanzada del envejecimiento poblacional. Durante los últimos cincuenta, años la esperanza promedio de vida al nacer aumentó por década 4,2 años y actualmente bordea los 79 años (CEPAL, 2014),nivel ligeramente superior al de los Estados Unidos (Society at a Glance, Organisation for Economic Cooperation and Development [OECD], 2011). Para el año 2050, los mayores de sesenta años, que hoy representan el 15% de la población, alcanzarán al 30,6% (CEPAL, 2014). Por otro lado, la tasa global de fecundidad estimada para el período entre los años 2045-2050 descenderá al 1,6, muy por debajo del nivel de reemplazo generacional (CEPAL, 2014). El envejecimiento de la población chilena, al igual que el de otros países, es producto de las mejores condiciones de vida y por ello puede celebrarse, pero también advierte sobre nuevos desafíos y amenazas que deben sortearse. Para el caso de las personas mayores, cabe preguntarse cómo estas podrán mantener una adecuada integración social, calidad de vida y buenos niveles de bienestar en el contexto de una prolongada vejez. Por cierto la respuesta
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tiene relación con una diversidad de factores, que van desde la capacidad de las políticas públicas destinadas a esta población; la disponibilidad de redes de apoyo social, como la familia o la comunidad cercana pero, también, de las propias capacidades y recursos psicológicos de quienes envejecen. Junto a esos factores, las imágenes que una sociedad tiene respecto del envejecimiento y la vejez influyen significativamente favoreciendo o restringiendo las posibilidades de bienestar de las personas mayores, en tanto se relacionan con la manera en que estas son integradas y valoradas, como también con la forma en que perciben y experimentan su etapa de vida. Si bien las imágenes sociales sobre el envejecimiento y la vejez no son necesariamente universales, la mayoría se compone de estereotipos con fuertes cargas negativas, generalmente asociados al deterioro y pérdida de capacidades (Levy & LeifheitLimson, 2009; Arnold, Thumala, Urquiza & Ojeda, 2008; Adelantado, Segura, De Andrés, Feliu & Martínez, 2004; Tan, Zhang & Fan, 2004; Okoye, 2004). En el año 1968, el investigador estadounidense Robert Butler acuñó el término ageism, que en español puede traducirse como viejismo, para hacer referencia a los estereotipos y discriminación hacia las personas simplemente porque son viejas (Butler, 2008). Actualmente se cuenta con evidencias de la vinculación de estereotipos negativos asociados a la vejez con la calidad de vida y bienestar de las personas mayores, lo que confirma la relevancia de esta distinción. A modo de ejemplo, las imágenes negativas de la vejez cuando son integradas como parte de la propia identidad en los adultos mayores (Dobbs, Eckert, Rubinstein, Kei-
mig, Clark, Frankowsky & Zimmerman, 2008) influyen en la percepción que los envejecientes tienen de sí mismos, llevándolos a aceptar una visión negativa de sí, con la consiguiente adopción de comportamientos consistentes con estas imágenes (Macia, Lahmam, Baali, Boëtsch, & ChapuisLucciani, 2009; McGuire, Klein & Chen, 2008) y también con una baja autoestima (Palmore, 1999). Por último, como señala Allen (2015), la exposición repetida a estresores crónicos asociados a estereotipos negativos de la vejez puede incrementar el riesgo de enfermedades crónicas, junto a otros efectos adversos y mortalidad. Los estereotipos negativos asociados al envejecimiento y la vejez contribuyen a reforzar o estimular la pasividad y el fatalismo entre quienes envejecen, alejándolos de lo que podrían esperar ante los avances de la modernidad que han dado lugar a sus actuales esperanzas de vida. Así, es posible pensar en una suerte de profecía autocumplida, un círculo vicioso en el cual una visión negativa de la vejez se vincularía a una falta de preparación para esta etapa lo que, a su vez, favorecería un envejecimiento con las características que confirmarían las creencias negativas sobre la vejez. Esta vinculación no ha sido suficientemente estudiada en nuestro contexto. Ante ello, y revisando la literatura especializada internacional, nos preguntamos si es posible encontrar en la población chilena indicadores de vinculaciones entre estereotipos negativos sobre la vejez (viejismo) y falta de preparación personal para el propio envejecimiento y vejez. Considerando que los estereotipos negativos sobre la vejez y la preparación personal —o no— para las etapas finales
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de la vida están afectados por múltiples variables, exploramos sus variaciones tomando en cuenta la variable edad, género, nivel educacional y la experiencia de convivencia o no con adultos mayores. Siguiendo lo planteado por Butler (2008), quien señala que el viejismo facilita que las generaciones más jóvenes no se identifiquen con las mayores, nos preguntamos si estas muestran más señales de una imagen estereotipada y negativa de la vejez y, junto a ello, una menor disposición a prepararse para enfrentar su propia vejez. Respecto del género, en tanto las mujeres tienen las mayores expectativas de vida (CEPAL, 2014), í es posible observar diferencias entre su visión de la vejez y la preparación para esta etapa en comparación a los hombres. En lo referido al nivel educacional, qué tanto pueden favorecer procesos de envejecimiento más saludables asociados a una menor presencia de estereotipos negativos. Por último, si las experiencias de convivencia intergeneracional pueden modificar las visiones estereotipadas respecto de la vejez (Christian, Turner, Holt, Larkin & Cotler, 2014; Allan & Johnson, 2008) y posiblemente, con ello, estimular una mayor disposición para prepararse para el propio envejecer.
Método Para abordar las preguntas señaladas realizamos una indagación de tipo exploratoria descriptiva, al analizar los resultados de un set de preguntas aplicadas en la reciente Encuesta Nacional de Inclusión y Exclusión Social del Adulto Mayor en Chile (aplicación 2015) y su vinculación con las variables edad, sexo, nivel educacio-
nal y corresidencia con personas mayores. Esta encuesta consta de siete preguntas y se aplica cada dos años a una muestra representativa a nivel nacional (Thumala, Arnold & Urquiza, 2009; Abusleme, Arnold, González, Guajardo, Lagos, Massad, Sir, Thumala & Urquiza, 2014).. Su cuestionario se orienta a conocer opiniones, expectativas y evaluaciones de la población chilena sobre diferentes modalidades de inclusión y exclusión social de las personas adultas mayores, las que son vinculadas con las características sociodemográficas de quienes respondieron. La información que sirve de base a esta investigación proviene de la encuesta aplicada durante el mes de marzo 2015. La muestra está compuesta por 1.200 personas, hombres y mujeres mayores de dieciocho años que residen en Chile continental y es representativa para el 99% de la población chilena. Su margen de error es del 3% para un nivel de confianza del 95%. Para efectos de este estudio, se seleccionaron de la encuesta aludida las preguntas cuyas respuestas podrían dar señales respecto del viejismo y sobre la preparación personal para la propia vejez de las personas encuestadas. Específicamente: • P1. ¿Diría que la mayoría de los adultos mayores2 puede valerse por sí misma o la mayoría no puede valerse por sí misma? R.: No puede valerse por sí misma/ Puede valerse por sí misma. 2
Estamos conscientes de que la categoría «adulto mayor» es bastante amplia, sin embargo, la encuesta apunta a conocer las opiniones de los participantes frente a esta noción como imagen social, más allá de las edades específicas a las que pueda hacer referencia.
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• P2. Hay distintas opiniones sobre quiénes deberían preocuparse especialmente por el bienestar de los adultos mayores. ¿Cuál de las siguientes alternativas se acerca más a su manera de pensar? R.: La responsabilidad de los adultos mayores es de los políticos/La responsabilidad de los adultos mayores es de los familiares/La responsabilidad de los adultos mayores es de ellos mismos. • P3. En Chile, las expectativas de vida se han extendido y las personas están viviendo cada vez más años. ¿En qué medida diría usted que está preparado o se está preparando para enfrentar su propia vejez? R.: Mucho/Algo/Poco/ Nada. Las primeras preguntas permiten sondear elementos de viejismo. La primera alude a la visión generalizada respecto de la autonomía o dependencia de las personas mayores, donde una visión estereotipada y negativa sobre la vejez la asocia con una etapa de decadencia, deterioro y dependencia —cabe señalar que las estadísticas disponibles señalan que en Chile la mayoría de los adultos mayores son autónomos (Servicio Nacional del Adulto Mayor [SENAMA], Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos [INTA], Microdatos Universidad de Chile, 2009)—. La segunda pregunta, por su parte, da cuenta de la responsabilidad que la población chilena asigna a los propios adultos mayores por su bienestar, lo que estaría indicando la capacidad que se les atribuye para hacerse cargo de su propia condición, siendo una visión viejista aquella que les otorga poca responsabilidad. La pregunta por la preparación personal es abordada directamente.
Para procesar las respuestas se realizó un análisis descriptivo univariado y bivariado, cuyos resultados se indican y grafican en porcentajes para cada pregunta. Luego se analizaron las asociaciones más relevantes mediante la utilización de pruebas de chi-cuadrado (95% de confianza) con las variables independientes seleccionadas de la caracterización de la muestra (edad, género, nivel educacional y corresidencia con adultos mayores).
Resultados Los resultados se exponen en función de establecer si es posible observar en nuestra población indicadores de viejismo y de preparación personal para el propio envejecimiento y vejez, y proponer una relación entre ellos. Para ello, se señalan las respuestas obtenidas para cada una de las tres preguntas seleccionadas de la encuesta y luego sus asociaciones con las variables seleccionadas. Frente a la pregunta “¿Diría que los adultos mayores, en su mayoría, pueden valerse por sí mismos?”, la mayoría de los encuestados (75%) señaló que los adultos mayores no pueden valerse por sí mismos y solo un 25% considera que sí pueden valerse por sí mismos, como se observa en la figura 1.
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Figura 1. Porcentaje de respuestas a la pregunta “¿Diría que la mayoría de los adultos mayores puede valerse por sí misma o la mayoría no puede valerse por sí misma?”
Al establecer una asociación de las respuestas a esta pregunta con las variables independientes seleccionadas, solo la edad (χ2 (3, N = 1133) = 7,729, p = 0,05) y la corresidencia con adultos mayores (χ2 (1, N = 1127) = 17,531, p = 0,00) mostraron una asociación significativa. Los encuestados de sesenta y más años opinaron en un 35,1% que las personas adultas mayores pueden valerse por sí mismas, a diferencia de los más jóvenes, aquellos entre dieciocho y veinticinco años, quienes lo señalaron solo en un 25,9%. Respecto de la convivencia, quienes tenían la experiencia de cohabitar con algún adulto mayor también señalaron en menor proporción (66,8%) que estos últimos no pueden valerse por sí mismos que aquellos que no convivían con alguna persona mayor, los cuales lo indicaron en un 77,9%.
Los resultados a la segunda pregunta vinculada al viejismo indican que la responsabilidad atribuida a los adultos mayores por su propio bienestar es bastante menor (4,1%) en comparación a la asignada al Estado (36,8%) o a la familia (59,1%), como se observa en la figura 2.
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Figura 2. Porcentaje de respuestas a la pregunta “Hay distintas opiniones sobre quiénes deberían preocuparse especialmente por el bienestar de los adultos mayores.
¿Cuál de las siguientes alternativas se acerca más a su manera de pensar?”
La asociación de las respuestas a esta pregunta con las variables independientes seleccionadas resultó significativa solo para el sexo de los encuestados (χ2 (2, N = 1144) = 7,723, p = 0,02) y la corresidencia con personas mayores (χ2 (2, N = 1139) = 22,524, p = 0,00). Un 5,9% de los hombres en comparación al 2,6% de las mujeres atribuyeron esta responsabilidad a los propios adultos mayores. Por otra parte, un 4,6% de quienes convivían con personas mayores asignaron a estas la principal
responsabilidad por su propio bienestar, en comparación al 3,9% asignado por quienes no convivían con un adulto mayor. Ante la pregunta sobre la medida en que las personas están preparadas o preparándose para enfrentar su propia vejez, la mayoría de los encuestados reporta prepararse “poco” (35,6%) o “nada” (32,7%) en comparación a una minoría que señala prepararse “mucho” (5,8%) o “algo” (25,9%), como se observa en la figura 3.
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Figura 3. Porcentaje de respuestas a la pregunta “En Chile, las expectativas de vida se han extendido y las personas están viviendo cada vez más años. ¿En qué medida diría usted que está preparado o se está preparando para enfrentar su propia vejez?
Respecto de la asociación de estas respuestas con las variables seleccionadas de la muestra, se observó una relación significativa solo con la edad (χ2 (9, N = 1.161) = 69,373, p = 0,00) y con la corresidencia con personas mayores (χ2 (3, N = 1.155) = 24,350, p = 0,00). Quienes tenían 61 y más años respondieron en un 44,7% prepararse “mucho o algo” para su vejez, a diferencia de los más jóvenes, aquellos entre dieciocho y veinticinco años, quienes lo señalaron solo en un 21,8%. Por otra parte, quienes convivían con una persona mayor también reportaron más preparación para la propia vejez (38,9% indicó “mucho o algo”) en comparación a quienes no convivían (26,5% para “mucho o algo”).
Discusión Se concluye que se observa una falta de preparación personal para enfrentar el
propio envejecimiento y, al mismo tiempo, indicadores de viejismo, en tanto la mayoría de la población considera que las personas mayores no son personas autónomas y además, que tienen muy poca responsabilidad sobre su propio bienestar debiendo, más bien, ser objeto de cuidado del Estado o la familia. En un nivel exploratorio y descriptivo podría asumirse que la falta de preparación personal para la vejez resulta consistente con una visión que la indica como una etapa de dependencia y, podríamos suponer entonces, de poca responsabilidad por el propio bienestar. Así, ¿para qué prepararse para algo que se supone inevitablemente negativo? Esta falta de preparación para la propia vejez restringe las posibilidades para un buen envejecer. Contar, por ejemplo, con una buena salud en las etapas finales de
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la vida, requiere de medidas de autocuidado en etapas más tempranas. En Chile, los estudios indican entre los principales factores de riesgo de la población la dieta inadecuada, la hipertensión y los altos índices de masa corporal (Global Burden of Disease Study 2010 [GBD], 2013), todos ellos, incluso otras patologías más severas e invalidantes, podrían disminuir su prevalencia o atrasar sus manifestaciones o complicaciones con una adecuada preparación (Yaffe, Hoang, Byers, Barnes & Friedl, 2014). La falta de preparación para la vejez no sólo se relaciona con la conservación de la salud fisica. La Organización Mundial de la Salud, en el año 1946, definió la salud humana como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades” (World Health Organization [WHO] 1998). Desde esta visión el bienestar en la vejez no se reduce solamente a la conservación de la salud física, como la mantención de la funcionalidad y autonomía, sino también a otras condiciones, como la integración social de los adultos mayores. Al respecto, se han observado, por ejemplo, relaciones entre la falta de participación social, altos niveles de ansiedad, baja autoestima, estados depresivos (Barg, Huss-Ashmore, Wittink, Murray, Bogner & Gallo, 2006) insatisfacción con la vida y deterioro cognitivo (Holwereda, Deeg, Beekman, Van Tilburg, Stek, Jonker & Schoevers, 2012; Miranda-Castillo, Woods & Orrell, 2010). La experiencia de soledad en forma prolongada se ha asociado a una disminución de habilidades para afrontar las pérdidas que ocurren al envejecer (González-Celis & Padilla, 2006) y de la ca-
lidad de vida asociada a la salud (Hawton, Green, Dickens, Richards, Taylor, Edwards & Campbell, 2011). La exclusión social también ha mostrado relación con el abuso de alcohol y riesgo suicida (Jané-Llopis & Gabilondo (Eds), 2008). Considerando evidencias como éstas, la Organización Mundial de la Salud ha confirmado la importancia de una activa convivencia social como un determinante universal del bienestar a través de todas las culturas (WHO, 2009). En este punto la persistencia de estereotipos negativos asociados a la vejez suma muchas consecuencias negativas. La preparación para la propia vejez se vería potenciada si se la considerara en su complejidad. La mantención de la salud y de la integración social en la vejez requiere del despliegue de recursos personales, psicológicos de quienes envejecen, tales como procesos y estrategias de afrontamiento, expectativas de autoeficacia, entre otros. Estos recursos y procesos, que se ponen en juego en esta etapa final de la vida, son afectados por la visión que la persona tenga del envejecimiento y la vejez. El predominio de una visión viejista restringe los esfuerzos para mantener su salud e integración social. Por el contrario, una visión que considere que es posible envejecer de diferentes maneras, con más o menos bienestar, y que la trayectoria de envejecimiento tiene relación con lo que las personas hagan o no como anticipación a su propia vejez, implicará mayores esfuerzos para un buen envejecer. Si bien los datos obtenidos en nuestra investigación dan cuenta de una visión viejista y de una falta de preparación para la vejez, cabe destacar que hay algunos elementos que, aunque no revierten los re-
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sultados, contribuyen a romper estas visiones estereotipadas y a favorecer, en parte, la preparación para esta etapa. En primer lugar, cabe destacar que la convivencia con personas mayores mejora ambas respuestas. La cercanía con ellas posiblemente favorece una visión de la vejez más ajustada a lo que experimentan quienes envejecen y, además, dificulta la negación de esta etapa, lo cual podría tener relación con la mayor preparación para enfrentar la propia vejez. Por otra parte, no extraña que el tener más años se asocie a una visión en cierto modo menos viejista y a una mayor preparación personal para esta etapa. Las personas de sesenta y más años se enfrentan directamente con la diversidad que caracteriza a la vejez, lo cual contribuye a una visión de esta menos estereotipada. Junto a ello, el paso de los años estimula que los individuos tomen medidas de autocuidado, las que para los más jóvenes pueden no tener sentido, en tanto la vejez puede ser vista como un fenómeno lejano y de “otros”. En cuanto al género, posiblemente la menor responsabilidad que las mujeres dan a las personas mayores por su bienestar tenga relación con la actual feminización de los cuidados, donde el cuidar a los mayores forma parte de una suerte de mandato social que termina naturalizando un tipo de relación que favorece más la dependencia que la autonomía. Llama la atención que la educación no se asociara significativamente a ninguna respuesta. Se esperaba que un mayor nivel educacional favoreciera una visión menos viejista y más preparación para la vejez, en tanto mejores niveles educativos suelen vincularse a trayectorias de envejecimiento más saludables. Las personas con mejores
niveles educacionales pueden cuidarse mejor, seguir indicaciones médicas y desplegar más recursos personales para mantener su propio bienestar. No obstante ello, las imágenes sociales de la vejez estarían atravesando los diferentes niveles educativos, sin marcar diferencias. Cabe preguntarse si el sistema educativo está incorporando suficientemente temáticas vinculadas al envejecimiento, como prevención para las futuras generaciones y, también, como una manera de favorecer la integración social de los actuales adultos mayores. A partir del análisis realizado se puede considerar que favorecer y potenciar las relaciones intergeneracionales, incorporar al sistema educacional desde etapas tempranas la temática del envejecimiento y la vejez como un desafío que involucra a la sociedad en su conjunto, hombres y mujeres, de diferentes edades, probablemente contribuirían a la disminución del viejismo y estimularían una mayor preparación para la propia vejez. Transitar por un proceso de envejecimiento que se traduzca en una vejez con buenos niveles de bienestar requiere de una visión de este proceso que contemple la diversidad de las trayectorias del envejecimiento. Ello favorecería el despliegue de esfuerzos para encontrar caminos para una mejor vejez, contribuyendo a la instalación de una visión más positiva y proactiva de esta, cada vez más larga, etapa de la vida humana, asegurando una convivencia intergeneracional más sana y equitativa. Finalmente, cabe señalar que junto a los resultados de este estudio surgen diversas interrogantes que requieren de nuevas investigaciones, por ejemplo, relativas a la caracterización de las relaciones
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intergeneracionales que favorecen visiones del envejecimiento menos viejistas; o bien, respecto de elementos asociados a la edad y al género que estimulen la preparación personal para esta etapa, entre otras. En este escenario, la psicología, particularmente la psicogerontología, surge como una disciplina que puede ofrecer evidencias útiles para un buen envejecer y satisfacer las necesidades de bienestar, calidad de vida y salud mental de las personas mayores y sus entornos; contribuyendo con ello a la configuración de la vejez como una etapa más de la vida, probablemente la más extensa, con sus propios desafíos y oportunidades.
Agradecimientos Se agradece al Departamento de Estudios del Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA) por la colaboración con el procesamiento estadístico de los datos y al equipo que aplica la Encuesta Nacional de Inclusión y Exclusión de los Adultos Mayores en Chile por haberlos proporcionado.
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EL USO DE LAS TIPOLOGÍAS DEL MALTRATO: Potencialidades de la investigación cualitativa en vejez
USING TYPOLOGIES OF ABUSIVE BEHAVIOR: Potentialities of qualitative research in old age
Gabriel Guajardo1 y Verónica Cenitagoya2 Enviado: 11-6-16 Coregido: 30 -6-16 Aceptado: 11-7-16
• Resumen Este artículo reflexiona sobre el uso de tipologías del maltrato en la investigación cualitativa en vejez a partir de un estudio sobre el maltrato en Chile desde el discurso social de las personas mayores. La metodología es cualitativa: cuatro grupos de discusión, cuatro grupos focales y ocho entrevistas individuales entre los años 2012 y 2014 en la Región Metropolitana. Los resultados, mediante un esquema analítico de tipo cruzado, identifican modos típicos del maltrato hacia las personas mayores y se propone el concepto de trayectos de maltrato para futuros estudios. Finalmente, se discute el uso de tipologías en la investigación cualitativa de las violencias. Palabras claves: tipología del maltrato, vejez, personas mayores, investigación cualitativa, maltrato, violencias, trayectoria del maltrato, Chile.
• Abstract This article is a reflection on the use of typologies of abuse in qualitative research in old age from a study on abuse in Chile from the social discourse of the elderly. The methodology is qualitative: 4 discussion groups, 4 focus groups and 8 individual interviews between 2012 and 2014 in the Metropolitan Region. 1
2
Investigador asociado a la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede académica de Chile, FLACSO-Chile. E-mail: gabriel.guajardo@flacsochile.org Investigadora asociada a la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede académica de Chile, FLACSO-Chile. E-mail: verónica.cenitagoya@flacsochile.org
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The results, using an analytical scheme cross type, enable to identify typical modes of abuse towards the elderly and the concept “trajectory of abuse” is proposed for future studies. Finally, the use of types in qualitative research of violence is discussed. Keywords: abuse typology, elderly, old age, qualitative research, abuse, violence, trajectory of abuse, Chile.
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Introducción La necesidad de profundizar en el conocimiento del maltrato hacia las personas mayores permite plantearse la revaloración y discusión de las tipologías para la investigación cualitativa de ciencias sociales. Las tipologías en cuanto se tratan de un recurso reflexivo, interpretativo y compresivo, contribuyen a establecer vínculos entre la teoría y los conceptos con los datos, es decir, se construyen nexos entre el espacio de la teoría y el espacio empírico producido por las mediciones o cualificaciones. A diferencia de los tipos ideales, entendidos como un cuadro conceptual para hacer comprensibles las relaciones sociales sin ser hipótesis de trabajo (Weber, 2006), los tipos construidos son puentes entre la teoría y los datos empíricos relativamente no estructurados (Cohen & Gómez, 2011). Este último aspecto es un asunto frecuente en investigación cualitativa ante la potencial abundancia de materiales orales, escritos o multimodales que se logra reunir en un trabajo de campo, dada la apertura necesaria que suponen las técnicas de investigación y su contextualización de las personas que forman parte o colaboran con una investigación. En este artículo recurrimos a un ejemplo de investigación empírica sobre el discurso social del maltrato hacia las personas mayores en Chile, en particular en la Región Metropolitana3, que nos permite 3
La investigación mayor que produjo los materiales orales que son analizados en este artículo se encuentra publicada en: Guajardo, G. & Abusleme, M.T. (Ed.) (2014). El maltrato hacia las personas mayores en la Región Metropolitana, Chile. Santiago de Chile: SENAMA, FLACSO Chile. Disponible en: http://www.flacsoandes.edu.ec.
reflexionar acerca de los alcances, limitaciones y potencialidades de las tipologías en la investigación cualitativa en este tema controversial, tabú u objeto de políticas, como son las violencias. Este ejemplo corresponde a una tipología construida —y no tipos ideales— desde una investigación cualitativa sociohermenéutica o sociología crítica del discurso (Ibáñez, 1979 y 1991), por tanto, ligada a una epistemología constructivista (Arnold, 2006) que se desliga de una ontología positivista o neopositivista. El concepto articulador del objeto de estudio es el discurso social, donde se sitúan la producción de significaciones y sentidos sociales sobre el tema del maltrato. En cada legislación se clasifican las violencias, agresiones o maltratos que tipifican aquello que es una falta o delito y que abre las posibilidades para la acción pública en este campo. Sin embargo, la categorización y clasificaciones como violencia por la ley, no necesariamente son definidas de esa misma forma por los actores sociales y de ahí, con las consecuencias para su transformación, reproducción o recreación. Por ejemplo, la diferencia que establecen las clasificaciones normativas entre la violencia psicológica y económica al ser usadas en las prácticas sociales surge de las interrogantes hasta qué punto esa distinción tiene sentido para los actores sociales y cómo las articulan o no en su cotidianidad, todo ello es parte del interés de este artículo.
El concepto de discurso social para el estudio del maltrato
En este artículo, el concepto de discurso social lo entenderemos, siguiendo
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a Angenot (2010), como un vector de ideas, representaciones e ideologías que puede incluir todos los dispositivos y géneros semióticos susceptibles de funcionar como tales en una época y en un espacio social determinados (Lefevre, 2013). Sin embargo, la amplitud de este concepto comprende, a la vez, un límite a partir de una hegemonía de lo pensable y lo decible para los sujetos que son parte de un momento histórico. Estos límites configuran una “burbuja invisible” que no es puesta en cuestión u objeto de crítica al compartir un mismo marco categorial de la vida cotidiana (Mélich, 2014) y contar con las distinciones para delimitar la realidad, juzgarla y restarle ambigüedad a aquello que se presente como singular o excepcional frente a esa hegemonía discursiva. Esta función de vector de los discursos sociales es propio de las sociedades complejas occidentales, que se caracterizan por una diferenciación creciente en campos sociales con lógicas y capitales diversos que los agentes ponen en disputa (Bourdieu, 2007). En ese proceso de disputa o de lucha de lugares existen muchas posiciones de observación, donde no es posible indicar a ninguna como la mejor o más completa al encontrarse las sociedades estructuradas policontextualmente (Arnold, 2006). En consecuencia, queda de manifiesto la ausencia de un único consenso o contrato social que regule legítimamente la circulación de un sentido o su falta. Este consenso es ya un efecto de un discurso social que refiere a los modos variables de entender y valorar que el grupo define como lo debido/ideal y obligatorio desde la interioridad moral de los sujetos y que, no necesariamente, corresponde a la intencionalidad conscien-
te de los actores o a su teoría subjetiva de los fenómenos sociales (Durkheim, 2007; Canales, 2012; Martuccelli, 2013). La circulación discursiva, ya aludida, se genera en las posibilidades o no de articulación entre el plano de la producción y el plano de recepción de sentidos y significados. Un sentido desde el plano de la producción no permite deducir sus efectos en las gramáticas de recepción. Este desfase estructural entre la producción y el reconocimiento, es decir, la idea de la no linealidad de la circulación discursiva exige la necesaria diferenciación de niveles de observación (Verón, 1987, 1995 y 2004; Bateson & Bateson, 2013) y un trabajo arqueológico de los discursos allí registrados. Esto es, es necesario conocer cómo ha sucedido que solo tales enunciados, que forman esa “burbuja invisible” según la metáfora de Angenot, hayan existido y no otros, sea desde el prisma temporal de una época, un período o acontecimiento (Foucault, 1987). Es un trabajo no solo de una ruptura con aquello que la cultura cotidiana naturaliza como clasificaciones o categorías para conocer y por supuesto nombrar (Bourdieu, Chamboredon, Passeron, 2008), sino principalmente, con los fundamentos de la verdad en Occidente basados en el isomorfismo entre ver y decir, entre cosa y representación (Foucault, 2012; Deleuze, 2013). La propuesta arqueológica, precisamente, trata de provocar una disyunción entre lo que se ve y se logra enunciar como discurso, para ello requiere reconstruir qué se dice, quién y para qué se dice desde la posición de sospecha de un texto cifrado (Ricoeur, 2007).
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Metodología La investigación fue de carácter cualitativo con un enfoque sociohermenéutico (Ibáñez, 1979 y 1991) e indiciario (Ginzburg, C., 2008) de los discursos sociales. En ese marco se utilizó una estrategia de triangulación de técnicas de investigación cualitativa, específicamente ocho entrevistas individuales abiertas (Muchielli, 2001), cuatro grupos de discusión (Canales, 2006) y cuatro grupos focales (Morgan, 1990) de personas mayores según segmentos socioeconómicos medio-alto, medio, medio-bajo y bajo de la Región Metropolitana de Chile. Técnica cualitativa grupo socioeconómico Medio-alto Medio Medio-bajo Bajo Total
cincuenta y tres personas mayores autovalentes que consintieron colaborar voluntariamente con el estudio. El procedimiento de acceso y selección de participantes fue a través de contactación directa con organizaciones y grupos de adultos mayores de la Región Metropolitana, que permitieron acceder a sus miembros y a personas no participantes. Además, se consideró esencial la información disponible por el Servicio Nacional del Adulto Mayor del Gobierno de Chile (SENAMA). En el estudio se contempló el traslado, ida y regreso al punto origen de las personas participantes en los grupos de conversación.
Grupo de discusión (5-10 personas)
Grupo focal (6-10 personas)
Entrevistas individuales abiertas
1 1 1 1 4
1 1 1 1 4
0 0 4 4 8
A los ocho grupos se les propuso como tema de conversación grupal el siguiente enunciado inicial: “El trato hacia las personas mayores en la actualidad”. La moderación fue de un tipo de escucha activa que buscaba concitar el interés, abriendo menciones y alusiones espontáneas. El moderador en todos los grupos fue el investigador responsable de la investigación. En el caso de las entrevistas individuales, se utilizaron pautas temáticas que incorporaron el mismo enunciado para iniciar el diálogo. El trabajo de campo fue realizado entre los años 2012 y 2014. En total, participaron
La investigación tuvo un seguimiento ético desde sus fases previas a través del Comité de Ética de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO Chile, la validación de las organizaciones sociales de adultos mayores, las oficinas de adultos mayores de los municipios colaboradores y del Servicio Nacional del Adulto Mayor. Se empleó un consentimiento informado escrito como instrumento de apoyo de la decisión de las personas participantes. El registro de los diálogos grupales e individuales se realizó a través de su audio para ser transcrito ortográficamente con un bajo grado de edición según las indi-
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caciones de Wood L. y Kroger R. (2000). La transcripción se considera como una primera etapa de análisis de la información. El tipo de análisis cualitativo reconoce tres momentos básicos (Ibáñez, 1979): construcción de la unidad de la situación de enunciación del discurso grupal e individual (principios de descomposición del discurso en textos plurales y sus estructuras de los textos); evaluación teórica, y verificación sistémica y operatoria de las construcciones discursivas. Estas tres etapas consideran los niveles de análisis nuclear (captación de los elementos de verosimilitud en los niveles significantes, frástico, transfrástico y tópico); autónomo (tipología de discursos) y synomo (nivel global del discurso). El análisis tipológico se basa en un esquema cruzado como forma de análisis cualitativo. Este esquema es entendido como una herramienta metodológicaconceptual que permite la ubicación y la oposición de conceptos a partir de una combinatoria de tipo lógico (Corvalán, 2011).
Los sentidos del maltrato hacia las personas mayores
El tema del maltrato hacia las personas mayores, se configura desde el discurso social como un asunto que es propio de sus diálogos cotidianos y discursos personales. El significante maltrato aglutina diferentes significaciones que, por asociación o desplazamiento, comprende tres ámbitos de sentido:
a) Designa el maltrato hacia los vínculos y los afectos de las personas mayores. En este ámbito se registran, especialmente, las formas de maltrato psicológico, el abuso económico, la negligencia y el abandono. El maltrato psicológico está presente en todos los grupos socioeconómicos, tanto en hombres como en mujeres. En las descripciones del maltrato psicológico, las personas mayores reclaman ante una doble carencia: por una parte, no se reconoce la singularidad de sus necesidades específicas, y por otra, denotan ausencia de lo que podríamos denominar amor, expresado en el cariño, preocupación, atención y dedicación de tiempo. Por ejemplo, en el grupo socioeconómico medio, las mujeres dan cuenta de esta dimensión al señalar que el maltrato psicológico tiene que ver con los retos o reprensión, la sobrecarga del trabajo doméstico y del cuidado de nietos, las agresiones verbales, y también, con el desinterés de los propios hijos, la invisibilidad, la cosificación y la duda acerca de la pertenencia a la misma familia. Este último aspecto remite a una muerte social que experimenta la persona al proponer una duda acerca de la filiación al grupo de parentesco y el cuestionamiento a su pertenencia a un orden simbólico e imaginario de lo familiar. Este límite, que traspasa la violencia al poner en duda el lugar de madre y, por ende, de sus propios hijos e hijas en el grupo, se liga implícitamente a un obstáculo para su lugar legítimo en la memoria familiar. En el discurso de las personas mayores, lo económico no se delimita como una esfera autónoma de las relaciones y
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afectos de las personas mayores con sus familiares. En ese marco, el abuso patrimonial no solo es un asunto de dinero o bienes. En las entrevistas abiertas del grupo socioeconómico medio-alto, esta temática no forma parte de los relatos personales, a diferencia de las conversaciones grupales donde es motivo de expresiones de dolor, emoción y sufrimiento de quienes sostienen haberlo vivido. En los grupos socioeconómicos medio y medio-bajo, los relatos personales reconocen la existencia del abuso económico, pero se mantiene en reserva su ocurrencia ya que, generalmente, sucede al interior de las familias: los hijos e hijas sustraen recursos, se apropian de las pensiones, entre otros actos, todo motivo de sufrimiento para los adultos mayores. En el grupo socioeconómico bajo no se consigna espontáneamente el abuso económico. La negligencia y el abandono aparecen íntimamente ligados en el discurso de los adultos mayores. En el grupo socioeconómico medio-alto se trata de una experiencia de otras personas, especialmente institucionalizadas y difundidas en los medios de comunicación. En el segmento medio, el abandono es signado familiarmente, los hijos abandonan a sus padres “cortando el parentesco” y en el grupo medio-bajo y bajo, se significa como falta de compasión de los hijos o, genéricamente, de “la sociedad”. b) El maltrato refiere a la violencia que compromete la corporalidad y el cuerpo de la persona mayor. En este contexto, el maltrato físico y el abuso sexual aparecen difusos, desconocidos, exteriores a su experiencia o como
parte de una intimidad difícil de comunicar. Esta opacidad del maltrato se liga a posiciones de enunciación que plantean una alteridad o lugar del otro, en otras palabras, esas formas de maltrato refieren a otros sujetos y no forman parte de la experiencia cercana. En las entrevistas se consignan relatos de experiencias de maltrato físico en mujeres del grupo socioeconómico medio y en hombres del grupo socioeconómico bajo. En ambos casos se origina y expresa como violencia en las relaciones de género. Igualmente, en las mujeres del grupo medio se relata una historia conocida con un impacto emocional significativo. c) El maltrato denominado societal o estructural se reconoce como ámbito del maltrato. Se observan divergencias en las determinaciones del maltrato al interior de las familias. Sin embargo, ese tipo de maltrato forma parte de una esfera pública e institucional de sistemas sociales, especialmente del sistema de salud y de transporte público. En ambos sistemas se observan una serie de actos que violentan a las personas mayores. Este plano de significación corresponde al de “la sociedad” como un nivel que surge de un modo espontáneo. Exclusivamente en los hombres del grupo socioeconómico medio-alto, el maltrato es desvinculado de las condiciones socioeconómicas, o materiales de existencia, para ligarlo directamente a las dinámicas propias de cada familia. En los demás segmentos (medio, medio-bajo y bajo), se alude a cambios de época que han significado modificaciones
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en los estilos de vida de las generaciones anteriores. Algunos elementos son, por ejemplo, la extensión de la jornada laboral de los padres y madres, la velocidad del tiempo social, la discriminación en los espacios de relación intergeneracional y pública o la sensación de inutilidad para la sociedad. Un elemento presente en los segmentos medio y medio-bajo es la situación del mercado laboral en relación a las barreras para el acceso y adaptación a las particularidades de los mayores, además de los bajos montos de las pensiones y jubilaciones que no alcanzan para un adecuado sostenimiento.
El sujeto en el maltrato y el régimen de visibilidad social
El maltrato hacia las personas mayores se desenvuelve en el discurso social en un régimen de visibilidad que definirá, de un modo particular, las fronteras entre un dominio de la vida pública y de la vida privada, como también la ausencia de visibilidad o no visibilidad del maltrato. En esta perspectiva, lo “privado” no se encuentra asimilado a lo individual y, correlativamente, lo “público” con lo colectivo, sino que su forma y contenido dependen del contexto desde el punto de vista sociocultural (Landowski, 1993). Estas consideraciones son necesarias para discutir los hallazgos del análisis del discurso social de las personas mayores. Así, el maltrato pondría, en las conversaciones sociales y discursos personales, en tensión, por un parte, el secreto de la relación y acontecimientos ocurridos entre quien es el agente del maltrato y la persona maltratada y, por otra, el reconocimiento y
transparencia de la información y experiencias de maltrato que se describen. Adicionalmente, este tema convoca a una configuración de la persona mayor en la situación del maltrato donde es posible reconocer la primacía de una posición individual, tanto un “yo” íntimo como un “yo” más socializado. El tema del maltrato tiende a disminuir las posibilidades de identificarse o dar cuenta de identidades colectivas públicas, de ahí que el grupo familiar se releva como grupalidad íntima. En este marco, el sujeto del maltrato se observa en un extremo en la cosificación y alienación del sujeto individual ante los actos que lo violentan, para dejarlo en una posición de objeto. En el otro polo se encuentran las posibilidades de autogobierno y del ejercicio de sus derechos, donde la persona mayor adquiere una densidad y complejidad en su membrecía ciudadana y familiar. Así, al abordar el maltrato hacia este grupo etario, el discurso adulto mayor se organiza según dos ejes de sentido: • Del sujeto del maltrato con el código cosificación/autogobierno. • Del régimen de visibilidad del maltrato con el código secreto/transparencia. El binomio que configura al sujeto del maltrato se encuentra formado por la cosificación y el autogobierno de la persona mayor. Las descripciones y valoraciones de los adultos mayores respecto de su cosificación lo sitúan críticamente en términos de un cuestionamiento del estatuto como persona humana, especialmente en aquellos actos que ponen en peligro su vida y dignidad. En este contexto, se describen situaciones de abandono como el estar
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“botado” como un objeto de desecho en la vía pública o ser denigrado a través de la exhibición sin ropas en la calle por el
sociales, lo que posibilita potencialmente su conocimiento. No obstante, los adultos mayores se encuentran conscientes de la
Figura 1. Ejes de sentido y valoración del sujeto del maltrato - Malos tratos verbales: denominación de “viejo”.
- Condiciones materiales de vida no son determinantes en el maltrato.
- Invisibilidad familiar de la persona mayor.
- La clase social se relaciona con la fortaleza individual y el respeto. El rico es débil respecto del pobre.
- Falta de poder en la toma de decisiones familiares. - Malos tratos de cuidadores. - Descuido en diversos grados. - Pérdida del lugar al interior de la familia. - Abandono familiar.
- Los cuidados de los adultos mayores y nietos varían según las clases sociales. - Vecinos pueden iniciar protección de malos tratos físicos a los adultos mayores. - Algunas organizaciones acuden en ayuda de adultos mayores en abandono.
- Problemas relacionales a partir del dinero y la propiedad. - Temores de potencial abandono familiar. - Miedo a ser víctima de robo. - Conflictos en organizaciones vecinales. - Insensibilidad de la comunidad ante el abandono de personas mayores. abandono familiar. En cambio, se reconoce que hay adultos mayores, especialmente mujeres, que toman decisiones autónomas ante las familias y amistades, como el vivir en soledad y en su propio hogar. El eje “régimen de visibilidad social” del maltrato refiere al conocimiento compartido y público de estos actos. Algunas situaciones son experimentadas en la vía pública o en instituciones y organizaciones
barrera que significa la casa u hogar familiar, donde se ocultan estos actos y no son posibles su divulgación o denuncia. En este eje encontramos el binomio transparencia/ secreto.
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Figura 2. Ejes de sentido y valoración del régimen de visibilidad social del maltrato hacia las personas mayores
Transparencia - Situaciones vistas en los medios de comunicación social. - Se atribuye a vecinos y conocidos lejanos. - Develación de abuso sexual hacia las personas mayores en la comunidad. - Transporte público pone en riesgo físico a las personas mayores. - La infraestructura urbana presenta deficiencias que ponen en riesgo a los adultos mayores. - Discriminación como maltrato psicológico en los ámbitos laborales, instituciones y el Estado. - Pérdida de un lugar social como adulto mayor. - Gran conflicto relacionado con el mercado laboral para el adulto mayor (bajos montos de jubilación, falta de trabajo). - Falta de leyes que permitan castigar el abandono y protejan al adulto mayor. - Maltrato difuso en sus condiciones. - Situación desconocida así como los hechos, sus autores o las víctimas. - Posibilidad de existencia de abuso sexual en lo familiar. - Acontecimientos propios de una esfera de intimidad no comunicable. Campos típicos de sentido del maltrato hacia las personas mayores Los resultados del análisis del discurso social de los adultos mayores indican que la relación de las personas mayores con el maltrato no puede ser reducida a un solo modo cultural y subjetivo de producción de sentido. Entonces, proponemos un esquema analítico de tipo cruzado, donde los modos culturales y subjetivos de los adultos mayores sobre el maltrato surgen de la distribución de las formas de configuración del sujeto del maltrato (cosificación/
autogobierno) y del régimen de visibilidad de estos actos (transparencia/secreto). Los códigos binarios que encierran categorías polares plantean un aspecto fundamental para la lógica estructural: que los “elementos codificados son comunicación encapsulada, que bajo una forma codificada o simbólica refieren a una externalidad evidente y a una internalidad subyacente o no consciente. La función del código es, precisamente, la de comunicar con eficacia” (Corvalán, 2011: 257). El esquema se construye a partir del entrecruzamiento
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de los dos ejes de sentidos que serían constitutivos del discurso del adulto mayor acerca del maltrato hacia este grupo etario, dando lugar a modos culturales y subjetivos básicos o tipos.
Campo I: transparencia/ autogobierno
El cuadrante I da cuenta de la relación entre las prácticas de transparencia y el
Figura 3. Ejes y polos de los modos culturales y subjetivos típicos del maltrato hacia las personas mayores
Transparencia
Eje: Sujeto en el maltrato
Cosificación
II
I
(+,-)
(+, +)
III
IV
(-,-)
(+,-)
Autogobierno
Secreto
Eje: Régimen de visibilidad social del maltrato
Los cuatro campos básicos o típicos resultantes del entrecruzamiento de los ejes de sentidos corresponden a una diversidad de sentidos y valoraciones que se mezclan y fluyen en la conversación social de las personas mayores. Se trata de una combinatoria posible y que se erige desde el análisis cualitativo de las distinciones que construyen las personas mayores. Se reconocen cuatro modos culturales y subjetivos típicos a partir del discurso del adulto mayor:
ámbito del autogobierno del sujeto. En este campo, las personas mayores se plantean con el control de sus propias vidas y espacios domésticos donde se relacionan con las familias, amistades y participan de organizaciones sociales de adultos mayores. Un ejemplo es la decisión de vivir solos, sin la compañía de otras personas. Igualmente, es un campo de sentidos donde la solidaridad de las organizaciones de adultos mayores, grupos y personas actúa ante los hechos de maltrato. Un ejemplo son las acciones de ayuda, cuidado e incluso de protección ante malos tratos como el abandono.
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Sin embargo, existen construcciones socioculturales que observan variaciones en términos socioeconómicos. Una interpretación registrada en los segmentos bajos señala que la fortaleza individual y el respeto varían según la ubicación en la estructura social, así el rico es más débil frente al pobre. Otra interpretación que se observó en los segmentos medio-altos es la ausencia de determinación socioeconómica para una explicación acerca del maltrato hacia las personas mayores.
expectativas esperadas del comportamiento de los descendientes ante sus mayores. También este cuadrante comprende aquellas vivencias de miedo y temor hacia la calle por diversas causas, como la inseguridad por la violencia callejera o el transporte público y los peligros físicos a los que se exponen las personas mayores. En consecuencia, en este espacio de transparencia/cosificación es posible experimentar maltrato psicológico físico y estructural.
Campo III: secreto/cosificación Campo II: transparencia/ cosificación
En el campo II, las personas mayores se encuentran ubicadas en la posición de objeto. En ese lugar, los adultos mayores relatan casos de personas “botadas en la calle”, totalmente desprovistas de cuidados y apoyo de sus familiares. Se trata de un hecho de conocimiento colectivo y donde todos pueden ver aquello que ocurre en términos de negligencia y abandono. El maltrato económico se ubica en este cuadrante al ser conocido por familiares, amistades o vecinos. Los hijos o hijas, y otros parientes, han hecho un uso indebido de los bienes o del dinero de sus padres mayores, que en algunos casos involucra su bienestar y condiciones de vida. En este sentido, al observar personas “botadas en la calle” es posible plantearse implícitamente la ocurrencia de abuso económico efectuado por los hijos e hijas. No obstante, es un tema difícil de ser puesto en el discurso junto con las emociones, los sentimientos de dolor, rabia e injusticia. Se quiebra un ordenamiento familiar que no cumple las
Este cuadrante remite a las experiencias de maltrato hacia las personas mayores de mayor secreto y donde se sospecha de su existencia, pero solo es recuperable desde el discurso de mayor privacidad e intimidad. En los relatos personales se da cuenta del abuso sexual y físico que han vivido algunas personas, pero en las conversaciones sociales no es tematizado y lleva a un límite la comprensión grupal. El maltrato económico se ubica en este cuadrante al formar parte de uno de los temas difíciles de poner en común y de compartir con otras personas no familiares. Los hijos o hijas, y otros parientes, han hecho un mal uso de los bienes de las personas mayores y han generado una ruptura en los vínculos esperados entre progenitores y su descendencia. Un ejemplo son las reubicaciones de las madres o padres dentro del hogar familiar, otrora propietario de pleno derecho, a pequeñas habitaciones o construcciones limitadas en espacio físico. El maltrato psicológico y físico se experimenta en este cuadrante. Ejemplos son los malos tratos verbales, la denominación de “viejo” sin afecto, la invisibilidad familiar
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de la persona mayor, la falta de autonomía para tomar decisiones, malos tratos de cuidadoras, el abandono familiar o el potencial temor al abandono.
Campo IV: secreto/autogobierno En el campo del secreto/autogobierno concurren aquellas experiencias de maltrato potencial, o cercano, debido a las lógicas de valoración del adulto mayor centradas en la utilidad o en las necesidades que puedan satisfacer. Es un cuadrante donde se desenvuelven las personas mayores que intentan estar activas, que saben que su presencia y reconocimiento familiar, im-
plícitamente, pasan por su valía en cuanto a utilidad se refiere. En las conversaciones sociales se proyecta que es posible cambiar desde esta posición a un lugar de menor reconocimiento y desligamiento de los parientes. En esta perspectiva, es una posición que se resiste a ser identificada como “viejo” o a tener comportamientos que respondan al estereotipo de vejez en una cultura urbana. De ahí la reiteración en las conversaciones sociales y relatos personales a la ubicación del maltrato en otras personas, o en otros espacios urbanos, pues el propio maltrato es una condición de marca o estigma que se vincula con la identidad y experiencia de ser “viejo”.
Figura 4. Ejes y polos de los modos culturales y subjetivos típicos del maltrato hacia las personas mayores. Transparencia
Eje: SujeCosificato en el ción maltrato
II (+,-) Sujeto cosificado, experimenta visiblemente malos tratos psicológicos, físicos, estructurales, económicos y patrimoniales, además de vivir el abandono y la negligencia.
I (+, +) Sujeto del parentesco y ciudadano enfrenta visiblemente el maltrato estructural y el abandono.
IV III (+,-) (-,-) Sujeto del parentesco Sujeto cosificado experique se sitúa en el sementa en secreto malos creto ante potenciales tratos psicológicos, físicos, abandonos familiares, estructurales, económicos maltratos psicológicos. y patrimoniales, además de Resistencia a ser “vieabandono y negligencia. jo” o adulto mayor.
Autogobierno
Secreto
Eje: Régimen de visibilidad social del maltrato De Familias y Terapias • Nro. 40 • Agosto 2016 • 59
Cada campo corresponde a un modo cultural y subjetivo según los ejes de sentido ya expuestos y cuya función desde el punto de vista analítico es doble, por una parte poder describir e interpretar con mayor precisión las variaciones de las violencias y, por otra parte, la construcción de nuevas entidades conceptuales (López Roldán, 1998: 15). Los tipos construidos
son cuatro modos: el autogobierno público, cosificación pública, cosificación privada y autogobierno privado. Hemos modificado la terminología empleada hasta el momento en el código transparencia/secreto por público/privado, conservando el sentido otorgado a ese código, pero con el fin de mejorar la comprensión más amplia de las categorías.
Figura 5. Ejes y polos de los modos culturales y subjetivos típicos del maltrato hacia las personas mayores.
Transparencia
Eje: Sujeto en el maltrato
II
I
(+,-)
(+, +)
Cosificación pública
Autogobierno pública
III
IV
(-,-)
(+,-)
Cosificación privada
Autogobierno privado
Cosificación
Autogobierno
Secreto Eje: Régimen de visibilidad social del maltrato
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El cruce de los modos típicos en la construcción de conceptos: los trayectos del maltrato
El cruce de modos entrega una serie de combinaciones posibles desde el punto de vista lógico y estructural, donde los límites se flexibilizan y es posible pensar nuevos nexos entre teoría e investigación empírica. Al explorar las combinaciones posibles, encontramos dieciséis casilleros que se exponen en la figura 6 y que nos han permitido proponer el concepto de “trayectos del maltrato”.
supeditado al contexto histórico y social que los actores envejecientes puedan elaborar. La investigación empírica puede dar cuenta de la concreción histórica y sociocultural de estos trayectos del maltrato. En ese marco, los trayectos de maltrato a los adultos mayores pueden adquirir diferentes direcciones y valoraciones que ya fueron descritas en los cuatro modos típicos. Hay trayectorias del fenómeno de la violencia que involucran cambios de valoraciones. Por ejemplo, el trayecto desde una situación negativa a una positiva, como
Figura 6. Trayectos de maltrato entre los modos culturales y subjetivos típicos Trayectos del maltrato
Autogobierno público
Cosificación pública
Cosificación privada
Autogobierno privado
Autogobierno público
IaI
I a II
I a III
I a IV
Cosificación pública
II a I
II a II
II a III
II a IV
Cosificación privada
III a I
III a II
Autogobierno privado
IV a I
IV a II
El concepto de trayectos del maltrato nos permite pensar desde una localización inicial en un modo típico de maltrato hacia otro modo, hasta en movimientos en el mismo sin lograr migrar hacia otro espacio (I a I; II a II; III a III; IV a IV), densificando experiencias de un modo de maltrato en el tiempo. El juego de movimientos que pueden realizar entre los modos típicos está
III a III
IV a III
III a IV
IV a IV
ocurre de los campos IV a I o del III a II. En el primer caso, una persona mayor que teme al envejecimiento corporal lo integra luego de una experiencia de crisis de salud, donde acepta el cambio. En el segundo, de la cosificación secreta a la cosificación pública, se observa en los maltratos institucionales cuando se hacen públicos por los medios de comunicación.
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Si pensamos, desde Chile en el año 2016, los trayectos de maltrato que experimentarían las personas mayores, los modos cruzados entre los cuadrantes representan mayores dificultades de movimiento y únicamente son factibles en la medida que hay una intervención pública o privada y no solo desde las propias personas mayores involucradas. Por ejemplo, las posibilidades de logro de una intervención están supeditadas a que el diseño, implementación, ejecución y evaluación de la acción sean capaces de recoger con flexibilidad la complejidad de un fenómeno como el maltrato en las personas mayores según la intersección singular de marcadores de clases sociales, género, discapacidades y dependencias, etnia/raza/color, territorios, entre otros. Hay trayectos de maltrato que se sitúan en el ámbito de estigmas, creencias y prácticas de exclusión social que el movimiento de ese cuadrante al opuesto es improbable, por ejemplo desde los campos III a I y II a IV. La definición de las trayectorias posibles del maltrato y las condiciones necesarias que se deben presentar para el logro de un movimiento constituyen una herramienta para desarrollar acciones flexibles a los modos socioculturales y subjetivos expresados en el discurso y prácticas sociales de las personas envejeciente y su inclusión/ exclusión social.
Discusión El maltrato, al momento de ser sometido a las experiencias y sentidos de los colectivos sociales, grupos o culturas, adquiere una complejidad mayor que los acuerdos convencionales sobre su significado. Por
el contrario, los resultados del estudio son indicativos de que la construcción de significaciones y sentidos sociales sobre el maltrato desde la propia visión de las personas mayores, pone en juego lógicas de interpretación que no necesariamente son confluentes con las categorías y clasificaciones institucionales. Una de las consecuencias de los hallazgos obtenidos nos permite interrogarnos sobre la pertinencia de una operacionalización de conceptos derivados deductivamente de modelos normativos de la violencia. Este proceso analítico claramente surge de la posibilidad de representar sin contradicciones un fenómeno social y delimitar categorías o más ampliamente, distinciones nítidas al interior de un tema en la mayoría de las veces orientadas hacia recomendaciones de acción u originadas al calor de políticas o intervenciones (Garretón, 2011 y 2014; Garretón, Cruz & Espinoza, 2010). Esta aproximación deviene en resultados que dejan los sentidos sociales, trayectos del maltrato y sus expresiones sin considerar. Lo anterior redunda en acciones fragmentadas que no permiten la articulación de diferentes esfuerzos y sectores que tienen que vincularse para abordar el fenómeno del maltrato en la vejez. La potencialidad que representa la investigación cualitativa, basada en el discurso social de las personas mayores, es tanto develar los modos típicos de maltrato, como también, permitir poner de manifiesto el desplazamiento de significaciones en un régimen de visibilidad social, donde el sujeto en el maltrato adquiere diversos sentidos y valoraciones que lo localizan en el amplio campo de las violencias. En esa orientación hemos propuesto el concepto
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de trayectos del maltrato que pondrían en juego el movimiento de las polaridades cosificación/autogobierno del sujeto en la violencia, en un régimen de visibilidad social con su polaridad transparencia/ secreto. Una de las limitaciones que se observa al momento de emplear el análisis de tipo cruzado es que los resultados se encuadran en el significante maltrato y no violencia. Este asunto es una determinante para justamente la reformulación o reflexión de conceptos, que son englobantes del maltrato desde el punto de vista teórico, nos llevarían a pensar acerca de la violencia e incluso pluralizar su campo semántico. Además, esta limitación tiene relación con perder el nexo entre lo teórico y empírico hasta el punto que ya no exista vinculación. Por último, el uso excesivo o único de los modos típicos de maltrato en términos de señalar una localización estática del sujeto envejeciente, puede obstaculizar la visibilidad de los trayectos del maltrato que dan cuenta de la complejidad del fenómeno. Al observar una primacía del postpostivismo en las ciencias sociales chilenas, en particular en la sociología y antropología (Palestini, Ramos & Canales, 2010; Ramos, 2005), continúan formas de pensar la investigación desde las dicotomías cartesianas. Así, existe una tendencia a buscar modelos teóricos bajo la proposición del todo y las partes. Estos modelos plantean que el objeto se explica a partir de la sociedad entendida como un continente de todas las partes que la componen y de ahí la generalización acerca de la sociedad, y por otra parte, modelos teóricos que enfatizan las partes de ese todo y que buscan la unidad mínima del fenómeno que pueda ser utilizada como
una clave interpretativa, constituyéndose una constelación de elementos, cada uno de los cuales conserva la dicotomía entre individuo/sociedad. Estas perspectivas se expresan en los programas teórico-metodológicos del individualismo metodológico y el holismo metodológico (Corcuff, 2013) que poseen una larga historia en las ciencias sociales, con variados escollos para dar cuenta de sociedades complejas y los fenómenos que se observan en sus diversas formas y planos de diferenciación que ameritan investigación empírica.
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¿Cómo se organiza una familia en presencia de diabetes tipo 1? How does a family organize itself in the presence of type 1 diabetes?
M. Fernanda Pulgar1 y Patricia Cordella2 Enviado: 1-6-16 Corregido: 15-6-16 Aceptado: 9- 7-16
• Resumen La diabetes es una de las enfermedades crónicas que ha ido en aumento en los últimos años, afectando a gran parte de la población a nivel mundial. Este trabajo tiene el propósito de revisar desde la literatura científica los cambios en la organización familiar y sus dinámicas cuando uno de sus miembros presenta diabetes tipo 1. Se describe la incidencia de la dinámica familiar en el manejo y curso de la enfermedad, así como en la salud mental tanto del miembro afectado como el de todos los integrantes de la familia. Se revela la importancia de un abordaje desde la terapia familiar que permita incorporar a todos los miembros y que evidencie las dificultades que presenta esta nueva organización familiar. Palabras Claves: enfermedad crónica, organización familiar, diabetes tipo 1, terapia familiar, funcionamiento familiar. • Abstract Diabetes is a chronic disease that has been increasing in recent years affecting much of the population worldwide. This work aims to review from the scientific literature the changes in family structure and dynamics when one of its members has type 1 diabetes. The incidence of family dynamics in the management and course of the disease as well as in mental health of both the affected member and the rest of family members is described. The importance of a Family Therapy approach that allows to include all members and to reveal the difficulties of this new family organization is shown. Keywords: Chronic Illness, Family Organization Type 1 Diabetes, Family Therapy, Family Functioning. 1
2
Psicóloga, Servicio Pediatría Hospital Clínico San Borja Arriarán, terapeuta familiar ICHTF. fernanda_pulgar@hotmail.com Psiquiatra, P.h. Semiótica, Departamento de Psiquiatría PUC, IChTF. mpcordella@gmail.com
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Introducción La diabetes tipo I o juvenil es una enfermedad crónica, que acompañará el desarrollo del niño o adolescente que la padece conformando no solo un lugar de cuidados en la salud, sino que moldeando la relación madre-hijo-padre-hermanos y, por lo mismo, la imagen de sí mismo y de los otros. La familia necesariamente aceptará esta condición, adaptándose a ella según sean sus recursos de acción, percepción y elaboración de la realidad. Un nuevo modelo de funcionamiento reorganizará lo familiar incluyendo este “convidado de piedra”, que los implicará desde el shock del debut de la enfermedad hasta las descompensaciones metabólicas que arrastran a la familia a vivencias cotidianas de control alimentario, uso de fármacos como la insulina e incluso estrés extremos como el coma diabético. Todo lo anterior hace vivir a la familia situaciones no normativas e incertidumbres acerca de la vida de este miembro que requieren un esfuerzo adaptativo que complejiza la dinámica familiar (Adfalla & Novis, 2014). La diabetes tipo 1 es una de las enfermedades metabólicas más frecuentes en la infancia, presentando diversas dificultades e implicancias. Al año 2011, 490 mil niños menores de quince años alrededor del mundo presentaban diabetes tipo 1, y la estimación de la OMS tanto en Chile como en el mundo es que la enfermedad tendrá un incremento anual del 3%. A nivel mundial, se proyecta que la incidencia de la enfermedad hacia el 2020 sea el doble de la presentada en el año 2000, las razones de este aumento no están del todo definidas
pero se asocian a cambios medioambientales, circunstancias en el desarrollo uterino, alimentación en las primeras etapas de la vida e infecciones virales (Forga, 2013; OMS, 2014). No hay diferencias por género en relación a la incidencia de diabetes tipo 1 (Minsal, 2013), aunque este parece influir al evaluar el bienestar emocional de las personas que portan la enfermedad, ya que los hombres presentan mayor bienestar emocional en comparación con las mujeres, influyendo este en la calidad de vida de los pacientes y sus familias (De Dios, Avedillo, Palao, Ortiz & Agud., 2003). La diabetes mellitus (DM) se ha vuelto un tema de salud relevante dado el aumento de su prevalencia. En la generalidad de los países de ingresos altos, la mayor parte de la diabetes en niños y adolescentes corresponde a la de tipo 1 (FID, 2013). Como una forma de buscar otros accesos para la comprensión en intervención en salud, las investigaciones han ido incorporando paulatinamente la multidimensionalidad de la patología. Sin embargo, aún prevalecen las miradas biologicistas (Menéndez Torre et al., 2015), permaneciendo la mirada biopsicosocial menos explorada. Toda la familia, nuclear y extensa será modificada, incorporando hábitos, rutinas y habilidades que en otras familias no son necesarias. Especialmente en lo referente al cuidado específico de la diabetes es que se desarrollarán nuevas formas de comprender el cuerpo, las relaciones de cuidado, lo transitorio del equilibrio metabólico y las implicancias afectivas en las descompensaciones. Resalta la necesidad de regulación emocional y de autorregulación, no solo en términos de angustia o estrés, sino en
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formas aún más tangibles como son los niveles de glucosa y su medición evidenciada en la prueba de hemoglobina glucosilada (Povlsen, 2008). En Chile no se tienen datos concretos sobre la prevalencia de la enfermedad, sin embargo, se estima que al año 2011, 10.760 personas presentaban DM1 y que este número iría en aumento, siguiendo la línea de lo que ha sucedido a nivel mundial (Ministerio de Salud de Chilke [Minsal], 2013). Tampoco hay estudios que aborden el tema de la mirada relacional de este fenómeno, faltando información en este aspecto. Frente a los escasos datos existentes en Chile, surge la necesidad de realizar una investigación que explore la organización familiar en presencia de DM1, permitiendo observar las relaciones al interior de la familia y el manejo idóneo al presentarse esta enfermedad, posibilitando el desarrollo de un abordaje temprano que incorpore a la familia y que potencie mejores resultados en el largo plazo. La pregunta que guía esta revisión, es ¿cómo se organiza una familia en presencia de DM1?, entendiendo que es una condición crónica y que, como tal, de acuerdo a lo revisado en la literatura, conllevará una permanente restructuración del orden y funcionamiento familiares. Esta pregunta aparece como un tema relevante que explorar tanto para los equipos de salud como también, y en especial, para los terapeutas de familia que pueden acompañar y modificar pautas interaccionales que faciliten no solo la vida cotidiana familiar, sino que el desarrollo de un niño que tendrá que hacerse cargo de sí mismo portando esta condición de lenta minusvalía precoz que
se depositará en cada uno de los tejidos de su cuerpo. Esta revisión se centrará, en primer lugar, en aquellos artículos que profundicen respecto del funcionamiento familiar cuando existe DM1, sus características manejo por parte de los miembros de la familia respecto de las dinámicas que allí se establecen. Posteriormente, se abordarán aquellos trabajos que revisen los conflictos que se suscitan en la familia a raíz de la enfermedad. Finalmente, se profundizará en las relaciones entre ambos padres y padres e hijos a propósito de los cuidados propios de la DM1 y sus consecuencias.
Material y método Se realizó una búsqueda de artículos relacionados con la organización familiar cuando esta presenta un niño o adolescente con diabetes tipo 1 en las siguientes bases de datos: Pubmed, Medes, Sciencedirect, Whiley y EBSCO (esta última contempla cuarenta buscadores relacionados con las áreas antes expuestas). Se examinaron artículos entre el 1 de enero del 2000 y el 1 de octubre del 2015 y se encontraron 42.727 artículos. Al detallar la búsqueda con los criterios de la relación entre diabetes y terapia familiar, este número se redujo a 1.786. La mayor cantidad de artículos significativos estuvo en las bases de datos Pubmed y EBSCO. Para el desarrollo de la búsqueda se utilizaron la combinación de cinco conceptos claves: familia y enfermedad crónica, diabetes y familia, diabetes y terapia familiar, y diabetes juvenil y terapia familiar. Se consideraron revistas académicas (excluyendo capítulos de libros) en los idiomas español
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e inglés, encontrando la mayor cantidad de información en inglés. La mayoría de las investigaciones provienen de Estados Unidos y Europa. En Chile no se encontraron investigaciones actualizadas en relación a dinámicas familiares y diabetes tipo 1. Cuando la búsqueda se focaliza en “familia y enfermedad crónica”, se encuentran 19.091 artículos; si es “familia y diabetes”, se obtienen 21.850 artículos, centrados más bien en el ámbito biológico del manejo de la enfermedad que en la familia; al ingresar los conceptos de “diabetes y terapia familiar” y “diabetes juvenil y terapia familiar”, se obtuvieron 1.786 artículos como resultado. De la revisión de los resúmenes, los artículos seleccionados fueron treinta y uno, treinta de ellos en revistas indexadas en ISI y uno artículo sin indexar incorporado por su abordaje relacional. Dos de los artículos seleccionados son previos al año 2000, sin embargo, se incluyeron por su importancia teórica y clínica en el tema. Para la selección, el foco estuvo en los siguientes criterios: estudios centrados en las dinámicas familiares cuando existe un hijo con diabetes tipo 1 (niños y adolescentes menores de dieciocho años), artículos que profundicen en el funcionamiento familiar con DM1, artículos que desarrollen conflictos que se viven al interior de las familias con la enfermedad y, finalmente, artículos que aborden las dificultades y recursos de padres e hijos en presencia de DM1. Se excluyeron artículos que abordaran aspectos psicológicos o emocionales individuales, y solo se contempló aquellos que hacían mención a aspectos relacionales. Se observa que en los últimos años los trabajos han resaltado que el manejo, organización y re-
lación familiar influyen directamente en los resultados de autoeficacia en el manejo de la DM y adherencia y control de la DM1, enfatizando una mirada personalizada hacia cada familia, identificando necesidades y dificultades para el trabajo terapéutico.
Resultados De los treinta y un estudios seleccionados, diecinueve de estos corresponden a investigaciones cuantitativas, cinco son estudios cualitativos y siete revisiones bibliográficas. En los estudios cuantitativos, los instrumentos utilizados fueron: Diabetes Family Conflict Scale (FCS), registros del control glicémico diario, Family Environment Scale (FES), Diabetes Self-Management Scale (DSMQ), Actor-partner Interdependence Model (APIM), Network of Relationship Inventory, Inventario para niños de Ansiedad State-Trait (STAIC), Inventario de Depresión Infantil (CDI) y Cuestionario sobre Calidad de Vida Pediátrica (PedsQL). En los estudios cualitativos, la metodología utilizada fue: teoría fundada, teoría social cognitiva y entrevistas en profundidad. Mientras que los estudios de revisión teórico-bibliográfica exponen las visiones de padres y adolescentes respecto de la diabetes, cuidado de la enfermedad por los distintos actores (niños, adolescentes, padres, profesionales de la salud) y aspectos emocionales y psicológicos de padres e hijos en relación a la enfermedad (angustia, depresión, manejo emocional). Esta investigación apunta a revisar cómo se organiza una familia en el contexto de una enfermedad crónica, cuáles son sus dificultades y áreas de desarrollo en torno a lo relacional. A través del análisis
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bibliográfico de los textos seleccionados, se identifican cinco categorías generales, las cuales convergen en la importancia de la incorporación de la familia como eje crucial para el desarrollo óptimo del paciente y su entorno. Estas categorías son posibles de agrupar en tres lineamientos por desarrollar (tabla N°1). El primer lineamiento corresponde al funcionamiento familiar, sus características y el manejo que deben desarrollar. En relación a este se identifican dos categorías: investigaciones que apuntan a la familia en su conjunto y las que relevan la calidad de vida de la familia incorporando la DM1. En ambas categorías la metodología predominante es la cuantitativa, encontrando en menor medida revisiones bibliográficas y una investigación cualitativa en la categoría donde la familia es el tema central. Siguiendo este lineamiento, las investigaciones muestran que la DM1 es vivida como una transformación para toda la familia, ya que cambian los hábitos y rutinas de la misma. En este contexto, mantener la unión familiar se vuelve una tarea compleja, donde los miembros suelen percibir inseguridad y frustración familiar (Jönsson, Lundqvist, Tiberg & Hallström, 2015). Se vuelven frecuentes los conflictos al interior de la familia, lo que implica un aumento en los niveles de ansiedad y angustia de los pacientes; para los adolescentes tanto estos conflictos como la cohesión familiar adquieren especial relevancia repercutiendo en el desarrollo y manifestación de la DM1 (Herzer, Vesco, Ingerski, Dolan & Hood, 2011; Missoten, Luyckx & SeiffgeKrenke, 2013). La presencia de conflictos familiares, tales como la expresión emocional entre pa-
dres e hijos y los sentimientos de ansiedad, frustración y culpa que surgen producto de esta, influye en un peor manejo de la enfermedad y sus mediciones glicémicas; en la medida que estos conflictos son resueltos se propicia un espacio emocional menos cargado negativamente, lo que repercute en el control de la diabetes y un menor número de hospitalizaciones de urgencia (Moran, 1987). Niveles más altos de glicemia en personas con diabetes se correlacionan con niveles más altos de conflictos familiares y con menores niveles de autoeficacia en tareas de manejo de la enfermedad, mostrando la relevancia de las relaciones familiares, y en especial de la relación con los padres, en el control de la diabetes. Las correlaciones mencionadas son evaluadas a través de mediciones de autoeficacia en diabetes, cuestionario de conflictos familiares específicos por diabetes, autorreportes de los pacientes y mediciones de glucosa (Sander, 2010). En relación al manejo de la enfermedad, los jóvenes que tienen pareja en términos emocionales complementan la visión de la familia con la de la pareja, la cual toma un rol preponderante. Así incorporan la opinión de esta en su percepción de la imagen corporal y de comportamientos sobre el control glicémico, influyendo en el manejo general de la diabetes (Harlt, 2015). Las familias valoran que la atención en los programas sea sensible a los contextos más amplios de la vida y no solo en relación a lo biológico, solicitan que los enfoques se acerquen más a las realidades de cada familia, pudiendo identificar las necesidades particulares de cada una. A través de investigaciones que utilizan entrevistas en profundidad y un modelo narrativo de
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análisis, surge como aspecto importante la incorporación de esta mirada más amplia en relación a los contextos, pero a la vez más acotada en cuanto a las necesidades particulares de cada familia (Curtis-Tyler, Arai, Stephenson & Roberts, 2015). Todas estas investigaciones apuntan a mirar la DM1 como un fenómeno familiar y no solo perteneciente al paciente. En esta línea, Wysocki (2008) plantea un modelo de abordaje terapéutico, donde a partir de la resolución de conflictos y mejoras comunicacionales a nivel familiar, especialmente en el aumento de la comunicación positiva materna, se logran resultados a largo plazo y con mejores respuestas en el control metabólico, responsabilidad y adherencia al tratamiento por parte de los pacientes. El modelo que utiliza es el de terapia conductual familiar sistémica (BFST), la cual aborda múltiples componentes orientados a la comunicación familiar y a la resolución de conflictos. El modelo fue aplicado en 104 familias pesquisadas en centros pediátricos del sur este y medio oeste de Estados Unidos, por un período de dieciocho meses entre los años 2006 y 2007, observando cambios significativos en el enfrentamiento de la enfermedad y las dificultades familiares a partir de esta. En relación a la calidad de vida, los artículos recogidos plantean que entre los aspectos más impactados por la diabetes se encuentra el bienestar emocional de la familia y calidad de vida de esta. Los padres y hermanos de personas con DM1 sienten más angustia y una mayor carga emocional, lo que se refleja en una percepción de menor calidad de vida en comparación con los familiares de personas sin diabetes. Esta información es recabada a través de
encuestas de carácter multinacional y multidisciplinario que exploran las distintas necesidades de los pacientes y sus familias (Kovacs, 2013), donde se observa que la DM1 y sus particularidades se tornan una experiencia que domina y tiñe la vida completa de la familia y el paciente, volviéndola una experiencia más compleja. Los padres de hijos con diabetes experimentan una menor cohesión en su entorno familiar y se sienten más ansiosos y estresados en el desarrollo de su parentalidad. A través de autorreportes generados para la investigación en cohesión familiar, las díadas de padres e hijos con DM1 y familias sanas señalan estas diferencias en la percepción de cohesión familiar, que se relaciona con la calidad de vida en cuanto a la salud de los hijos y el estrés parental (Moreira, Frontini, Bullinger & Canavarro, 2014). Por tanto, en la medida que los miembros de la familia perciban una menor cohesión, más se incrementarán los niveles de estrés y las dificultades entre sus integrantes. Es relevante observar a las madres, las que presentan niveles de bienestar emocional más bajos que los padres, se manifiestan agotadas por la enfermedad, sobre todo con hijos pequeños, mientras que el 50% de los padres estudiados tienden a guardar y no expresar sus sentimientos de agobio (Beléndez, 2012). Son pocos los espacios en que ambos padres tienen la oportunidad de expresar su emocionalidad, repercutiendo en desgaste emocional y llegando a vivir experiencias intensas de malestar a partir de la enfermedad. Las investigaciones sobre calidad de vida muestran que un estilo de crianza centrado en la crítica se relaciona con peores
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resultados metabólicos, los cuales impactan en la calidad de vida de las familias y el paciente, repercutiendo negativamente en el tratamiento (Reid et al., 2013; Whitemore, Jaser, Guo & Grey, 2010). Los autores fijan su atención en aplicar un abordaje que permita el asesoramiento a las familias respecto de la relación y manejo que deben tener con la enfermedad, basándose en las experiencias de las propias familias y adecuando las intervenciones a estas necesidades específicas donde la ansiedad, estrés y depresión son temas centrales a abordar, pudiendo mejorar los índices glicémicos y adherencia en el paciente y, por tanto, influyendo en la calidad de vida de las familias. Las familias con un hijo diabético se muestran menos autónomas y más rígidas respecto de reglas y procedimientos, dejando poco espacio a la diferenciación e incrementando la sobreprotección y baja resolución de conflictos; los pacientes y sus familias dan mayor importancia a la calidad de vida que a los controles metabólicos, ya que esta les reporta una percepción de mayor bienestar emocional y cohesión familiar, aspectos que son valorados por las familias y los pacientes (De Dios, 2003; Minuchin, 1975). Abordar la calidad de vida implica visualizar a las familias y sus necesidades particulares respecto de cómo es vivir con la patología en el día a día. La calidad de vida de las familias comúnmente se ve disminuida por la enfermedad y todos los cuidados que esta implica, los padres suelen estar más ansiosos y angustiados que los de hijos sanos. Por ello, los programas que apunten a mejorar las condiciones de las personas con DM1 deben incorporar el impacto en la calidad
de vida, ya que esto repercute en la adherencia y continuidad de los tratamientos. En la tabla N°2 se representan las ideas centrales que deben atenderse en relación al funcionamiento de una familia con DM1. Un segundo lineamiento corresponde a los conflictos que se originan al interior de la familia por el desarrollo mismo de la enfermedad. Tema crucial para el buen manejo de la diabetes y punto controversial en las familias es la adherencia al tratamiento, la cual es afectada directamente por la funcionalidad y relaciones familiares; la adherencia es el seguimiento de las indicaciones médicas respecto de la enfermedad y que repercute en el desarrollo de la misma. En la diabetes, uno de los puntos centrales son los controles metabólicos, los cuales dan cuenta de la rigurosidad y continuidad del tratamiento, indicando el estado del paciente y la familia (Lewin, 2006). La adaptación al tratamiento en diabetes suele dificultarse durante la adolescencia, momento en que la comunicación familiar y resolución de conflictos tiende a deteriorarse. Los jóvenes con mejor control de la diabetes reportan mayor cohesión familiar y menos conflictos entre sus miembros, como también mayor inclusión de pares y amigos en el proceso (Ashraff, 2013). Tal como ocurre en la DM1, sucederá lo mismo con el resto de las enfermedades crónicas, donde la adherencia al tratamiento será clave para mantener el manejo de la enfermedad y esta es directamente influida por las dinámicas y estructura de la familia. La relación que tengan los pacientes con sus padres influirá al momento de evaluar la adherencia al tratamiento, ya que se ha observado que en la medida que la relación padres-hijos es de mayor calidez
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y orientación existe mayor adherencia; por el contrario, cuando existe mayor crítica y desacuerdo en el manejo de la enfermedad se evidencia menor adherencia al tratamiento. (Grabill, 2010). Es necesario distinguir la relación entre padre y madre, puesto que cuando el conflicto es principalmente con los padres (hombres) en vez de con las madres, se ha registrado una menor adherencia al tratamiento, evidenciando que son los hombres los encargados, generalmente, de poner mayor disciplina en estas familias (Luyckx, 2013). La organización familiar es un aspecto relevante, ya que las familias más organizadas y que presentan un mayor número de rutinas, adhieren más fácil a un tratamiento (Herge, 2012), por lo tanto, desarrollar programas que trabajen en la organización y autoeficacia de la familia serán predictores de buen manejo en la DM1. De los textos seleccionados, dos de ellos desarrollan herramientas para potenciar la adherencia al tratamiento: D-FAM (Diabetes Family Adherence Measure) (Lewin, 2010) distingue aspectos que trabajar para alcanzar mejores resultados en salud y en el tratamiento, relevando el logro de un mayor apoyo emocional de manera positiva por parte de la familia, destacando la expresión de las dificultades de vivir con diabetes, accesibilidad a discutir temas relacionados con la enfermedad y cómo era para los hijos vivir con diabetes. La segunda herramienta, MEND (Mastering Each New Direction) (Distelberg, Williams-Reade, Tapanes, Montgomery & Pandit, 2014), es un programa ambulatorio intensivo de carácter biopsicosocial que proporciona tratamiento de salud mental a los pacientes y sus familias. Plantea un
trabajo individual y grupal, incorporando a pacientes, pares y familia abordando niveles cognitivos, emocionales y psicosociales. A través de este modelo se observó una reducción en el impacto negativo de la enfermedad en el adolescente y la familia. Estos estudios señalan a la organización familiar como un elemento clave para facilitar la adherencia, puesto que el modo con que la familia aborde la enfermedad y las relaciones será la forma en que los jóvenes se relacionen con la DM. En este mismo lineamiento se incorporan las investigaciones en torno a la autonomía, tarea central en la adolescencia, que se complejiza en las enfermedades crónicas donde se relaciona con la capacidad del joven de manejar la enfermedad y las vulnerabilidades de esta, dificultando la relación con los padres (Dashiff, 2002; Hanna, 2003). Se espera que los jóvenes vayan haciéndose cada vez más cargo de su enfermedad con el paso del tiempo; en la adolescencia las relaciones familiares tienden a volverse complejas y la autonomía se vuelve una de las tareas principales, tensando las relaciones con los padres. En esta etapa, los pares son una fuente de apoyo importante para los jóvenes. A nivel familiar, mayor responsabilidad compartida entre padres e hijos genera más autonomía y un mejor funcionamiento de la familia en su conjunto (Hanna, Dashiff, Stump & Weaver, 2013). De esta manera, las familias debiesen potenciar la responsabilidad de los pacientes con su enfermedad, sobre todo en la adolescencia, ya que esto evitará conflictos en las relaciones familiares. El exceso de cohesión familiar, sobreprotección y rigidez de normas, estrate-
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gias de afrontamiento y mecanismos de resolución de conflicto son pronósticos de dificultades en relación a la autonomía (Pérez, 2015). A partir de las dificultades propias de la enfermedad y las exigencias de los equipos de salud en relación al cumplimiento de las indicaciones médicas, es difícil que las familias no entren en estas dinámicas más rígidas, ya que son familias que están siendo permanentemente observadas y controladas por los equipos médicos. Por esta razón, debe existir un acompañamiento constante que permita visualizar estos elementos y trabajarlos en pro de resguardar la autonomía. Se han observado diferencias en las posturas de madres y padres sobre la autonomía, los roles de género operan con fuerza y determinarán cómo se abordará. La autonomía, en estos casos, estará mediada por los límites de la enfermedad y el tratamiento (Akré, 2014). Conciliar la visión de ambos padres es crucial, ya que marcará las pautas del desarrollo del adolescente con su enfermedad y el manejo en el futuro. En este sentido, el momento de transición de los programas pediátricos a los programas de adultos es crítico para los pacientes y sus familias; Polfuss, Babler, Bush & Sawin (2015) con su programa “Moving on” pretende hacer esto de manera controlada, aumentando la independencia y responsabilidad de los adolescentes. A partir de las investigaciones, el desarrollo de la autonomía en el manejo de la enfermedad debe iniciarse antes de la adolescencia si se quiere obtener mejores resultados. Eso implica trabajar con las familias, y en especial con las madres, los cambios de dinámicas, desplazando
responsabilidades y cuidando la dinámica familiar. En la tabla N°3 se muestran los principales conflictos de las familias con un miembro con DM1, los cuales repercuten en la familia en su totalidad. Finalmente, una tercera línea son las relaciones entre ambos padres y padres e hijos en relación a los cuidados propios de la DM1 y sus consecuencias. En el caso de padres de niños pequeños, son las madres quienes tienden a hacerse cargo de los cuidados, esto lleva a que tengan una conducta de vigilancia constante, volviéndose hipervigilantes en el manejo diario de la enfermedad. A partir de esto reconocen problemas en su propia salud, y son los padres quienes deben asumir un rol de mayor soporte emocional de las madres para mantener el equilibrio familiar (Sullivan-Bolyai, Deatrick, Gruppuso, Tamborlane & Grey, 2003). Si bien las madres se hacen más cargo a lo largo del tiempo, deben cuidar no sobreinvolucrarse, ya que esta conducta se relaciona con peores resultados en el control glicémico. La cohesión familiar y cómo las madres la perciban colabora con mejores resultados en la enfermedad y menos sintomatología en términos emocionales (Jaser, 2011; Meunier, 2008). El diagnóstico de una enfermedad crónica es una noticia que impacta a la familia, los padres describen este primer momento como caracterizado por la angustia, aislamiento e incertidumbre. Posterior a ello, hay una etapa de manejo de la enfermedad en la medida que se establecen rutinas. Este proceso finaliza en una etapa de largo plazo, donde se establece el tipo de relaciones interpersonales y preocupaciones del
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futuro. Los padres (hombres) reportan un cambio en su rol tradicional de proveedor, teniendo que adecuarse a roles relacionados con el cuidado, aspecto relevante en la adaptación de la familia a la enfermedad (Goldstein, Akré, Bélanger & Suris, 2013), repercutiendo en las relaciones coparentales y dinámicas familiares. Los padres de hijos con DM1 (30% de los padres en cuarenta y cuatro estudios en un período de diecisiete años) manifiestan, a través de escalas de ansiedad, estrés y entrevistas, síntomas de ansiedad, depresión o estrés a partir del diagnóstico y las exigencias en el manejo del tratamiento. Estas emociones afectan directamente en los pacientes (Whittemore, Jaser, Chao, Jang & Grey, 2012), tomando más relevancia el trabajo familiar en este contexto. El bienestar de los padres y el funcionamiento familiar influyen directamente en el bienestar de los jóvenes con diabetes; una de las tareas de los padres es ser sensibles a las necesidades de los adolescentes, aumentando sus responsabilidades y toma de decisiones (Eilander, 2015). La mayor participación emocional de los padres y una conducta colaborativa de ellos arrojan mejores resultados en el control metabólico, mejor calidad de vida y menos síntomas depresivos. Las relaciones al interior de la familia inciden directamente en los controles metabólicos, el no abordar las emociones, temores o necesidades que experimenta la familia es no mirar el fenómeno de la DM1 desde su totalidad. Es necesario incorporar a la familia desde el comienzo de los tratamientos, ya que esto será el mejor predictor del desarrollo de la enfermedad en sí misma.
En la tabla N°4 se muestran las áreas de interés en cuanto a la relación entre los padres y padres-hijos en el contexto de DM1.
Discusión La DM1 es una enfermedad crónica y, como tal, implica la incorporación de la familia en su desarrollo y manejo, más aún cuando se manifiesta tempranamente. Las familias deben hacer cambios emocionales y físicos, además de estar revisando constantemente el funcionamiento de estas adaptaciones (Christie, 2012). Esta situación lleva inherentemente a mantener altos montos de estrés y frustración a nivel familiar. Es frecuente que se origine rigidez en la interacción familiar y en la relación familia-paciente a partir de la dificultad de cambiar la organización interna. Aparece la sobreprotección, donde incluso se exime al enfermo de realizar cualquier tipo de esfuerzo limitando su propia vida (Grau, 2010). Esta rigidez no contribuye en el desarrollo posterior de la adolescencia y la adultez, donde se espera mayor autonomía del paciente. Los programas y equipos en salud deben ser capaces de identificar los aspectos particulares de cada paciente y familia para realizar un trabajo que sea colaborativo con las preocupaciones de la familia, abordando directamente la emocionalidad de los padres, ya que esto permite realizar cambios en la experiencia de enfermedad y, por tanto, influir en la cohesión familiar, aspecto que los pacientes, sobre todo durante la adolescencia, valorizarán en el manejo de la DM1.
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Así también, la adherencia al tratamiento estará en gran medida determinada por la organización de la familia y cómo esta acepte la enfermedad y la incorpore en su cotidianidad, por lo que los programas deben considerar este aspecto para trabajar en congruencia con la familia. La organización familiar y la autoeficacia son predictores de un buen manejo en DM (Herge, 2012), aspectos fundamentales en el trabajo con esta patología. Los reportes de las familias y lo observado en la literatura señalan que el manejo y control de la DM están influidos por las dinámicas familiares; a su vez, las relaciones al interior de la familia se determinan en gran medida por la presencia y desarrollo del manejo de la enfermedad, evidenciando así el impacto de un área en otra. En este contexto, la terapia familiar cobra gran sentido, ya que posibilita la visualización de las dificultades de la enfermedad a nivel familiar e individual, permitiendo explorar las emociones, temores y aspectos cotidianos de la DM, los cuales en ocasiones no son abordados. Esto genera altos montos de estrés en las dinámicas, cuidados y relaciones familiares, y repercute en el desarrollo de la enfermedad y su control (índices glicémicos, cumplimiento de tratamiento, hospitalizaciones por descompensación, etc.). A través de la terapia familiar se puede generar la reflexión respecto del
funcionamiento familiar, los conflictos y las relaciones al interior de la misma, potenciando una mejor calidad de vida para todos sus miembros. Si bien existen programas específicos en términos de abordaje familiar de la DM1, como el mencionado BFST (Behavioral Family Systems Therapy) de Wysocki, ninguno de ellos ha sido desarrollado y publicado en nuestro país, por lo cual, futuras investigaciones debiesen trabajar en esta línea, considerando los conocimientos que ya se tienen de la relevancia de la familia en el transcurso de la DM1. El desarrollo y sistematización del trabajo en terapia familiar en este contexto permitirían proyectar los resultados y replicar modelos exitosos en cuanto a la satisfacción de la familia y el manejo de la enfermedad, repercutiendo en mejor calidad de vida para los integrantes de la familia, una menor utilización de recursos humanos y económicos por parte de los equipos de salud a partir de hospitalizaciones agudas y hacer frente a una enfermedad que crece constantemente en nuestra población. Si la familia es la base de nuestro desarrollo mental y relacional, es imprescindible intervenir en ella en situaciones críticas como son las enfermedades crónicas, ya que se estará interviniendo en la base del desarrollo de las personas y se potenciarán relaciones sanas en el futuro.
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Tabla N° 1 Lineamientos
Categorías
Funcionamiento familiar Características y manejo
Conflictos en la familia a raíz de la enfermedad
Relación entre padres y padres-hijos
Investigaciones de la familia en conjunto
Investigaciones sobre adherencia al tratamiento
Investigaciones sobre calidad de vida
Investigaciones sobre autonomía en DM1
Investigaciones centradas en la relación padreshijos
Tabla N°2 Áreas de interés que observar Investigaciones de la familia en conjunto
Funcionamiento familiar Características y manejo
8 estudios Total: 765. N° sujetos: 110 pacientes con DM1, 109 familiares de pacientes, 492 díadas (niño/adolescentecuidador) y 54 artículos
- - - -
Investigaciones sobre calidad de vida
- -
7 Estudios Total: 962. N° sujetos: 375 díadas (niño/adolescentecuidador), 587 familiares de pacientes con DM1
-
Comunicación familiar Resolución de conflictos al interior de la familia Manejo de ansiedad y frustración Estrés en el ejercicio de la parentalidad Cohesión familiar Bienestar emocional de los miembros Patrones rígidos de funcionamiento familiar
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Tabla N°3 Áreas de interés que observar Investigaciones sobre adherencia al tratamiento
Conflictos en la familia a raíz de la enfermedad
6 estudios Total: 828 N° sujetos: 131 pacientes con DM1, 187 familiares, 481 díadas (niño/ adolescente-cuidador) y 29 estudios Investigaciones sobre autonomía en DM1 4 estudios Total: 254 N° sujetos: 30 familiares de pacientes con DM1, 134 díadas (adolescentecuidador) y 90 estudios.
- Relación padres-hijos - Cohesión familiar - Explorar emociones de cada miembro - Apoyo emocional - Rigidez en normas y rutinas - Valoración de independencia
Tabla N° 4 Áreas de interés que observar Investigaciones centradas en la relación padres-hijos. Relación entre padres y relación padres-hijos
6 estudios Total: 295. N° sujetos: 173 familias de pacientes con DM1 y 122 estudios
Referencias Adfalla, L. & Novis, A. (2014). Uh Oh! I have received an unexpected visitor: The visitor´s name is chronic disease. A Brazilian family Therapy Approach. Australian & New Zealand Journal of Family Therapy, 35, 100-104. Akre, C. & Suris, J. (2014). From Controlling to letting go: what are the psychosocial needs of parents of adolescents with a chronic illness? Health Education Research, 29 (5), 764-772. Ashraff, S.; Siddiqui, M. & Carline, T. (2013). The Psychosocial Impact of Diabetes in
- Exigencias en las madres - Sobreprotección - Relación conyugal de los padres - Emocionalidad a raíz de la enfermedad
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Expectativas premaritales y modalidades de afrontamiento de conflictos en los primeros cinco años de matrimonio en parejas de nivel socioeconómico alto y en su primer matrimonio
Premarital expectations and coping patterns of conflict in the first five years of marriage in couples of high socioeconomic level and in their first marriage
Gabriela Benavente Costabal y Diana Rivera Ottenberger1 Enviado: 3-6-16 Corregido: 18-6-16 Aceptado: 11-7-16
• Resumen El estudio de los factores que inciden en la satisfacción marital ha sido objeto de diversas investigaciones psicológicas. Sin embargo, poco se ha estudiado sobre las expectativas premaritales en la satisfacción relacional en personas en etapa inicial de consolidación de la relación. Se realizó una investigación cualitativa para explorar las expectativas que hombres y mujeres traen consigo al matrimonio y las modalidades de afrontamiento de los conflictos cuando estas son frustradas. Se describen las principales expectativas satisfechas e insatisfechas identificadas por ambos géneros en su vida marital. Asimismo, se reportan estrategias de afrontamiento de los conflictos positivas y otras que deterioran el vínculo. Palabras clave: relación de pareja, expectativas premaritales, roles de género, estrategias de afrontamiento, satisfacción relacional.
1
Gabriela Benavente Costabal y Diana Rivera Ottenberger, Escuela de Psicología, Pontificia Universidad Católica de Chile. El artículo es parte de la tesis para optar al grado de Magíster en Psicología Clínica de la Escuela de Psicología de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Esta investigación fue financiada por el proyecto FONDECYT Nº 1120940. La correspondencia relativa a este artículo debe ser dirigida a Gabriela Benavente al E-mail: mgbenaventec@gmail.com
De Familias y Terapias • Nro. 40 • Agosto 2016 • 81
• Abstract The study of the factors associated with marital satisfaction has been the subject of several psychological researches. However, little has been studied about the role of premarital expectations on relational satisfaction after marriage in people who are in the initial stage of consolidation of the relationship. Therefore, a qualitative research was conducted to explore the expectations men and women bring to marriage and coping strategies when they are frustrated. Major met and unmet expectations are described and identified by both genders in their marital life. Positive coping strategies unfold and others that are harmful to the marriage. Keywords: couple relationship, premarital expectations, gender roles, coping strategies, relational satisfaction
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Las expectativas premaritales La teoría del aprendizaje social establece que las expectativas constituyen uno de los factores que permiten explicar la conducta humana. Son variables cognitivas, donde las personas hacen una evaluación sobre la posibilidad futura de obtener ciertos resultados en un contexto determinado, estando modeladas por la historia de aprendizaje previa (Petri y Govern, 2006). Las personas que tienen como proyecto establecer una relación de matrimonio traen a la relación una serie de creencias, deseos y anhelos acerca del vínculo, mostrándose felices o decepcionadas en la medida en que lo que sucede coincide o no con lo que piensan debería estar sucediendo (Epstein & Baucom, 2002). Las expectativas se conforman por la influencia de contextos socializadores de distinto nivel de complejidad, siendo uno de los principales la familia de origen (Markman, Stanley & Blumberg, 2001). Por su parte, las influencias culturales abarcan desde los mensajes del círculo social inmediato (e.g., los pares), las instituciones (e.g., colegio, marco legal), medios de comunicación y los marcos interpretativos de la sociedad (Acevedo & Restrepo, 2010).
Carácter de las expectativas premaritales
Las expectativas pueden tener el carácter de a) conscientes o inconscientes, b) explícitas o implícitas y c) realistas o no realistas. Si bien muchas de las expectativas son conscientes, la mayoría de ellas operan inconscientemente. Cuando sucede un conflicto o desavenencia, es allí donde
las personas descubren que esperan algo diferente del otro (Markman, 2012). Las expectativas premaritales no realistas e idealizadas sobre el matrimonio son uno de los factores que más afectan la satisfacción marital, debido a que la idealización impide que haya un conocimiento real del otro (McNulty & Karney, 2004). Asimismo, como son difíciles de cumplir, generan frustración y tendencia a culpabilizar al otro (Murray, Holmes & Griffin, 1996), disminuyendo la satisfacción marital y la motivación para mantenerse en la relación (Baucom & Epstein, 1990).
Estrategias de afrontamiento ante expectativas incumplidas
El incumplimiento de las expectativas lleva a la generación de conflicto en la pareja (Paleari, Regalia & Fincham, 2010). Se han identificado estrategias de afrontamiento de los conflictos positivas y negativas (Gottman & Silver, 1999/2010). Las primeras conducen al mantenimiento del vínculo, mientras que las negativas favorecen la desilusión y el quiebre vincular (Gottman & Silver, 1999/2010; Markman et al., 2001). En la revisión de la literatura, se observaron escasos antecedentes de cuáles son específicamente las expectativas realistas y no realistas que identifican los recién casados y cuáles de estas tienden a ser satisfechas e insatisfechas en los primeros años de matrimonio (Faubert, 2008; Markman, 2012). Lo anterior se hizo aún más evidente en el contexto chileno (Campos & Paulsen, 2013).
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Metodología Diseño Para explorar las expectativas iniciales que tenían hombres y mujeres sobre el matrimonio y las modalidades de afrontamiento de los conflictos a partir de expectativas incumplidas, se realizó un estudio cualitativo con un enfoque exploratoriodescriptivo, utilizando el método de la teoría fundamentada (Glaser & Strauss, 1967; Strauss & Corbin, 2002). Este método permite la construcción de modelos teóricos a través del análisis sistemático de los datos, favoreciendo la descripción y comprensión del fenómeno desde el propio marco de referencia de los involucrados (Krause, 1995).
siva al aumento de separaciones (United Nations, 2011). También que la relación de ambos miembros fuese en primeras nupcias y que no tuvieran convivencias previas al matrimonio. Como se aprecia en la tabla 1, se entrevistó a dieciséis personas, ocho hombres y ocho mujeres, de entre 25 y 35 años de edad, de NSE alto y nivel educacional universitario, cuyo matrimonio tenía entre 2 y 3,7 años, nueve con hijos, dos mujeres con un embarazo en curso y cinco sin hijos, todos profesionales con educación universitaria completa e incorporados al trabajo. La medición del NSE se realizó sobre la base de dos variables: nivel educacional del jefe de hogar y tenencia de un conjunto de diez bienes (Adimark, 2004).
Participantes Los participantes habitan en la ciudad de Santiago de Chile y fueron conectados por el método bola de nieve, en el que los primeros entrevistados proporcionan antecedentes sobre otros posibles entrevistados y así sucesivamente. Se empleó la estrategia del muestreo teórico, que se refiere al proceso de recolección de datos en el que el investigador en forma simultánea recoge, codifica y analiza los datos en orden a decidir qué datos recolectar (Glaser & Strauss, 1967; Strauss & Corbin, 2002). Los criterios de inclusión fueron: personas de NSE alto de la Región Metropolitana, con estudios universitarios completos y donde ambos miembros trabajaran; que estuvieran casados y por un período de entre uno a cinco años, dado que en esta etapa se evidencia una tendencia progre84 • De Familias y Terapias • Nro. 40 • Agosto 2016
Tabla 1 Descripción de participantes
Participante
Sexo
Edad
Años de relación de pareja prematrimonial
Años de matrimonio
Número de hijos
1
Mujer
28
6
2
Embarazo
2
Mujer
25
3,5
2,5
1
3
Mujer
26
5
2
1
4
Mujer
28
3
4
1
5
Mujer
28
5
1,5
0
6
Mujer
27
7
2,5
1
7
Mujer
28
2,5
3
2
8
Mujer
28
6
3,7
0
9
Hombre
29
5
1
0
10
Hombre
32
7
4,5
0
11
Hombre
28
7,5
1,1
0
12
Hombre
31
4
4,4
1
13
Hombre
33
2,8
3,5
1
14
Hombre
30
1,5
2,3
Embarazo
15
Hombre
32
7
3
1
16
Hombre
28
7
3,5
1
Instrumento Se efectuaron entrevistas individuales semiestructuradas de una duración aproximada de cuarenta y cinco a sesenta minutos, realizadas entre los meses de marzo y agosto del año 2013. Los ejes temáticos principales se pueden apreciar en la tabla 2.
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Tabla 2 Principales ejes temáticos de las entrevistas semiestructuradas y preguntas ejemplificadoras
Ejes temáticos
1. Expectativas premaritales
realistas y no realistas
2. Influencias en la formación
de expectativas premaritales
3. Expectativas satisfechas
e insatisfechas en el matrimonio
4. Estrategias de
afrontamiento positivas y negativas frente a expectativas insatisfechas
Ejemplos de preguntas Antes de casarte, ¿consideras que tenías alguna expectativa poco realista sobre la vida conjunta? ¿Podrías especificar a qué te refieres y qué la hacía poco realista? ¿Respecto de las expectativas que tenías sobre la vida conjunta, cómo se fueron construyendo en ti? ¿Recibiste alguna influencia al respecto? ¿De qué o quiénes? De las expectativas que mencionas, ¿cuáles han sido satisfechas y cuáles no? ¿A qué se debe esto? ¿Cómo abordaste el hecho de que esta expectativa no fuese satisfecha? ¿Qué hiciste al respecto? ¿Consideras que esta alternativa fue positiva o negativa? ¿En qué términos fue positiva o negativa?
Procedimiento El horario y lugar donde se realizaron las entrevistas fueron acordados con el/la participante, bajo el criterio de salvaguardar la privacidad e ininterrupción de la entrevista por terceros. Los participantes firmaron un consentimiento informado, donde conocieron los objetivos de la investigación y el compromiso de guardar la confidencialidad y anonimato de la información.
Análisis de datos Se utilizó el método de la teoría fundamentada (Glaser & Strauss, 1967), el cual consistió en un proceso de comparación
constante, codificándose y analizándose los datos de forma simultánea para desarrollar los conceptos, explorando sus interrelaciones y construyendo categorías discursivas, hasta que se logró generar una categoría central que lograra dar cuenta del fenómeno (Strauss & Corbin, 2002). Primeramente, se realizó un análisis descriptivo (codificación abierta), luego un análisis relacional entre las categorías (codificación axial) y, finalmente, a través de un análisis de codificación selectiva, se generó una categoría central que dio cuenta de un modelo comprensivo de las expectativas premaritales en los primeros cinco años de matrimonio y las modalidades de
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afrontamiento del conflicto cuando estas no fueron satisfechas.
Resultados En la figura 1 se muestra la organización de los principales contenidos de la experiencia de hombres y mujeres respecto de sus expectativas premaritales y las modalidades de afrontamiento cuando surgen las desavenencias en la vida conyugal.
Las influencias socializadoras Los/as entrevistados/as sostienen que en la conformación de sus expectativas premaritales recibieron influencias provenientes de sus familias de origen y de su grupo de pares. Entre las influencias familiares señalan se les inculcó que el matrimonio era una experiencia difícil y que para perdurar en él se requiere de esfuerzo.
Figura 1. Modelo comprensivo del fenómeno de las expectativas premaritales, influencias socializadoras y estrategias de afrontamiento frente al conflicto.
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Una de las cosas que uno escucha es “el matrimonio es difícil”, estás apostando en el fondo por una persona (…) y que el matrimonio es muy bonito también, pero tiene cosas muy difíciles (XIII, 38, hombre)2.
Respecto de la influencia de los pares, los varones sostienen que les fue transmitido que, si bien el matrimonio es algo deseable, también trae aparejada una limitación a la libertad individual, siendo conveniente postergar la decisión del compromiso marital lo más posible para disfrutar de la soltería y las experiencias asociadas a la diversión sin mayores responsabilidades: [Para] mi grupo de amigos el matrimonio siempre ha sido una cosa súper bien vista, o sea, todo el mundo se quería casar, pero la verdad es que había como una especie de influencia tendiente a la idea de casarse lo más tarde posible, porque también la idea es aprovechar la vida (XV, 16, hombre).
Para la mayoría de las mujeres, los mensajes de los pares transmiten la dificultad que implica establecer la paridad en los roles en el matrimonio, haciéndose imperativo realizar un “rayado de cancha” inicial al otro. Hay como que educarlo en cierto sentido, o sea, yo llegué [al matrimonio] y él llegaba y tiraba las cosas al suelo (…) Me dijeron harto que era importante que las cosas que te molestan como verlas al tiro (VI, 36-46, mujer).
2
Con el objeto de simplificar la presentación de citas de los/as entrevistados/as, la secuencia descrita hace referencia a: Entrevista Nº_, Párrafo Nº_, Sexo del entrevistado/a_.
Todos los entrevistados refieren que, en general, sus expectativas se ajustaron a lo que esperaban, siendo realistas y no idealizadas. En esto reconocen como determinante fundamental el conocimiento del otro, de sus fortalezas, debilidades y su despliegue en diferentes escenarios. Cabe destacar que, efectivamente, los entrevistados tenían una larga historia de relación previa al matrimonio, de entre un año y medio a siete años: Yo pololeé como siete años, entonces, lo conocí súper harto, ya como todos los problemas, cosas que tuvimos, casi todo lo fuimos viendo en el pololeo, entonces, ahora yo no me he llevado como sorpresas (VI, 2, mujer).
Sin embargo, iniciada la convivencia conyugal, surgen los matices. El análisis permitió construir cuatro grandes ejes que cruzan transversalmente las expectativas premaritales y las modalidades de afrontamiento de los conflictos cuando estas se ven frustradas: a) roles de género, b) espacio para la individualidad y autonomía, c) caracterización del vínculo de pareja y d) vínculo con otros significativos. a) Roles de género Hombres y mujeres reportan que una expectativa realista es considerar que la relación marital se da en el marco de la paridad en los roles de género. Las mujeres incluyen en esta paridad el ejercicio de los roles domésticos, el manejo del dinero y la crianza de los hijos, mientras que la mayoría de los varones consideran que los roles domésticos les corresponde desempe-
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ñarlos fundamentalmente a ellas. Este es el aspecto que genera mayores desavenencias entre los cónyuges. Las mujeres anticipan esto durante el noviazgo, motivo por el cual advierten a sus parejas las nuevas reglas que regirán la relación en el matrimonio: Cuando ya pololeábamos como que ella me decía: “Oye, el día que nos casemos yo no te voy a hacer esto” (…) En la casa de mis viejos no hacía nada. Y ahora qué sé yo, hago la cama, lavo platos. Como que sabía lo que venía (IX, 28, hombre).
Dentro del matrimonio, se observó que todas las mujeres entrevistadas presionan y promueven la paridad en los roles domésticos, frustrando las expectativas masculinas de que sea un ámbito exclusivamente femenino. Después de un período de conflicto y ajuste inicial, los varones modifican su expectativa y se acuerda una modalidad más compartida de funcionamiento. Que fuera más compartido el tema. Yo te diría que después de tres o cuatro meses como que ya entendió que la cosa era tarea compartida y de ahí todas esas peleas domésticas que teníamos al principio fueron desapareciendo y ahora prácticamente no tenemos problemas en ese sentido (V, 20, mujer).
Las mujeres argumentan su posición sosteniendo —al igual que los varones— que se encuentran incorporadas al mercado laboral. El trabajo remunerado realizado fuera del hogar constituye, entonces, el fundamento desde donde se reclama la paridad.
Me pasa que todos mis amigos que ya están casados, los dos trabajan (…) entonces al final qué pasa, llegan los dos cansados y en el fondo las mujeres siempre te decían (…) “Oye, en verdad como que hoy día estoy chata porque [él] no me ayudó nada, qué cree, que soy su nana, que yo estoy acá pa’ qué, si yo trabajo igual que él” (V, 34, mujer).
Frente a los conflictos generados por la disparidad de expectativas, las mujeres reportan entre las estrategias de afrontamiento negativas, la crítica y la confrontación, mientras que los hombres buscan evadir la realización de las tareas domésticas, sobrevalorando su contribución en el hogar: Yo cocino un día y “¡cociné, ayudé, lavé los platos!” y casi me siento orgulloso y después me dice “¡oye y esto y allá!”, “y te ayudé a lavar los platos”, “¡si tú no me tienes que ayudar, entiéndelo!”, y eso cuesta mucho aprender (XIII, 76, hombre).
Por el contrario, como estrategias positivas de afrontamiento, las mujeres promueven la negociación. A medida que trascurre el tiempo, si bien las parejas buscan ajustes benéficos para ambos, la mayor carga sigue recayendo en la mujer, lo cual es atribuido a la persistencia de una sociedad tradicional o machista: Ahora es full compartido, obviamente que (…) por ser mujer y ser una sociedad machista, yo igual hago muchas más cosas de la casa, pero él también en el fondo me complementa ene en cosas que yo no hago, por ejemplo, si yo voy al supermercado, él se encarga, te invento, cambiar
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las ampolletas cuando se queman (V, 26-28, mujer). Yo creo que ella todavía hace el peso grande (…) Está el concepto si [de la paridad], o sea, no me quedo echado, sí, a veces reconozco que si llego muy cansado, me acuesto y ella es la que está haciendo las cosas de la casa (XIII, 8082, hombre).
Respecto del manejo del dinero, hombres y mujeres refieren estar satisfechos con la forma en que lo han administrado, acordando los gastos y distribuyendo en montos similares el aporte de ambos:
b) Individualidad/autonomía La mayoría de los hombres entrevistados mencionan que, en concordancia con lo que sostiene su grupo de pares, tenían la expectativa de postergar lo más posible el matrimonio, dado que con este se ve reducido el espacio para la libertad individual. Dan por sentado esta realidad y reportan que es una expectativa totalmente esperable y realista de la relación marital: Uno como que, yo creo que a todos los hombres nos pasa un poco, lo conversaba con otros amigos casados, es como que uno se siente un poco más amarrado. No tienes esa libertad (XII, 40, hombre). [El matrimonio] me generaba como una sensación como de claustro, como de ya no voy a poder hacer lo que hacía antes, como de privación, de privación porque, claro, dependes de una persona y otras personas dependen de ti (…) entonces, miraba el matrimonio como una cuestión súper buena, pero también correlativamente como una limitación a tu libertad. (…) Había como una especie de influencia tendiente a la idea de casarse lo más tarde posible, porque también la idea es aprovechar la vida (XV, 14, 16, hombre).
La primera negociación fue que abrimos una cuenta bipersonal. Entonces, todas las cosas de la casa se van pa’ allá (…) era un porcentaje del sueldo para que nos doliera a los dos igual (…) El 70% del sueldo de cada uno se iba a esa cuenta y cada uno se quedaba con el 30% (X, 62, hombre). En este caso los dos trabajamos, los dos estamos en las mismas condiciones, los dos aportamos económicamente la mitad cada uno (I, 44, mujer).
La crianza de los hijos es un ámbito en que hombres y mujeres concuerdan en que es una tarea compartida. Sin embargo, constatan que en la práctica, los varones operan más en el rol de ayudantes que en trabajar paritariamente: A [ella] le decía “ya, le cambié el pañal”, casi como haciendo mi aporte y mi señora me decía “pero, oye, si ese no es el aporte, eso es lo mínimo que puedes hacer” (…) o sea uno dice “ya, ayudé a mi señora” y en realidad no ayudé a mi señora, yo tengo que meterme en la formación de mi hija, en colaborar, en hacer la pega de a dos (XIII, 70, hombre).
Todos los varones entrevistados presentaron la expectativa insatisfecha de contar con más espacio para la individualidad/ autonomía, viendo restringido su tiempo personal, pues la mujer exige que el hombre en sus momentos libres se dedique a labores relativas al hogar y las relaciones familiares. Así, las mujeres reportan haber tenido la expectativa incumplida de que la pareja dedicara menos tiempo al trabajo o al espacio individual y más al hogar, la
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pareja o la familia. Se concibe como una expectativa no realista, pues sostienen que para el hombre dedicarse a su trabajo y mantener el espacio individual es un componente altamente relevante y valorado, dando pie muchas veces a discusiones en la pareja. Yo de repente [decía] “oye, yo el día sábado me voy con unos amigos”, “¿pero por qué no me avisaste antes?”, “te estoy avisando”, “ya, pero avísame con tiempo, porque yo pensé que este fin de semana íbamos a estar juntos o que íbamos a estar con la guagua (…) y me estás diciendo recién que te vas a ir (…)”, por ejemplo. Entonces, yo le digo “pero te estoy avisando igual con varios días”, “sí, pero avísame con harta anticipación, porque yo tenía ya mentalizado que íbamos hacer tal cuestión” (XIII, 64, hombre).
Las mujeres sostienen que muchas veces emplean como estrategia negativa no respetar el espacio individual del otro y disponer de este, programando ellas el uso del tiempo. Los hombres en varias oportunidades optan por avisar a última hora sus actividades personales, evitando el conflicto directo con la pareja o una negociación que puede no serles favorable. Sin embargo, reconocen que una estrategia positiva de afrontamiento es planificar con la pareja el espacio a dedicar para la individualidad, de forma que sea algo consensuado y respetado por ambos. Si bien difieren respecto de los tiempos dedicados a aspectos personales, ambos géneros refieren tener satisfecha la expectativa de que sus espacios personales sean considerados legítimos en la relación.
c) Vínculo de pareja Todos los entrevistados identifican el vínculo matrimonial como uno caracterizado por el compromiso y que requiere de la capacidad de perseverar frente a las dificultades. Asimismo, ambos géneros mencionan la importancia de mantener el espacio para la diversión en pareja, así como también desarrollar un permanente conocimiento del otro, permitiendo contar con la pareja como fuente de apoyo emocional: Seguirle la pista al otro en todo, en todos los sentidos, no dejarse estar, no dejar de hablar por teléfono, de saber en qué está, de escuchar. O sea, de todas maneras saber qué pasa en lo cotidiano del otro (VII, 139, mujer). Yo creo que la comunicación es la base, yo creo que es como saber cómo está la persona que está viviendo contigo, qué siente, cómo está, “¿cómo te fue en la pega hoy día?”, “bien”, “¿por qué te fue bien, por qué te fue mal?”, “¿cómo estás?”, pero un “¿cómo estás?” de verdad, no así como “hola, ¿cómo estás?” (XII, 90, hombre).
Todos estos elementos fueron identificados por los entrevistados como parte integrante de expectativas realistas inherentes al vínculo marital. Las mujeres dicen haber tenido la expectativa poco razonable o no realista de cambiar al otro en el matrimonio, aun cuando tenían un conocimiento acabado de la pareja. También mencionan como expectativa no realista y frustrada haber esperado contar con el apoyo de su pareja para tener más espacios de diversión entre ambos, comprobando en la práctica mari-
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tal que son ellas las que promueven más la diversión y el compartir con su pareja y ellos, predominantemente sus espacios personales:
completamente equiparados, digamos, somos pares. (…) No hay una cabeza de la pareja, no hay alguien capaz de decidir algo por los dos (XI, 120-122, hombre).
Antes era como “pucha, salgamos, por fa” y él era como “no, que lata, ¿qué quieres hacer?”, “ay, no sé, podríamos…” y como que eso ya daba lata, tener que arrastrarlo (IV, 63, mujer).
También mencionan la negociación como modalidad positiva para abordar los conflictos y frustraciones de las expectativas incumplidas y tener una buena disposición para ello:
Las mujeres también informan que ven frustradas sus expectativas de influenciar más a su pareja en la toma de decisiones y que, cuando esto ocurre, se sienten afectadas emocionalmente, cuestión que es respaldada por los varones cuando actúan de un modo más impositivo frente a ellas.
Al final cuando tú convives (…) estás haciendo tu vida pero también con otra persona (…). No sacas nada haciendo lo que tú quieras si estás casado con una persona que tú quieres y la estás haciendo sufrir. (…) Es un poco poner de mi parte (XII, 54, hombre).
Esa cuestión de no tranzar, de ponerse muy rígido es algo que afecta mucho (VII, 109, mujer). Yo, en general, soy más bien pesado. (…) Yo tengo más facilidad para hacer cuestiones, no sé, me gusta que las cuestiones se hagan como yo quiero que se hagan, (…) y creo muy difícil que [ella] tenga una manera aceptable de hacerlo, entonces, como que le voy coartando la iniciativa (XI, 98-100, hombre).
Consecuentemente, tanto hombres como mujeres reconocen como modalidad de afrontamiento positiva escuchar y dejarse influenciar por la opinión del otro, flexibilizando posiciones para llegar a acuerdos en la toma de decisiones: Si es que él me dice que la quiere de una manera, OK, yo trato de buscar esa manera, no me hago un rollo por eso y él tampoco (III, 98, mujer). En nuestro matrimonio no hay un jefe como en la pareja (…) acá estamos
Adicionalmente, señalan la necesidad de mantener el control emocional, darse un tiempo para recobrar la calma y volver a dialogar con el otro tras una interacción en escalada, diferenciando y priorizando aquellos asuntos relevantes de discutir con la pareja. Refieren además que es beneficioso plantear las necesidades y opiniones en primera persona y desde la emoción (el sentir) para que sean mejor recibidas por la pareja, e intentar reparar las ofensas o eventuales daños producto de las discrepancias. Respecto de los desacuerdos, los varones mencionan la necesidad de enfrentar los conflictos, pues, tal como se mencionó anteriormente, tienden a evitar la confrontación y suelen emplear estrategias evitativas. Las mujeres reconocen el valor de explicitar y conversar los desacuerdos, para lo cual los varones solicitan la concreción de las quejas. Ellas reconocen la inutilidad de esperar que ellos adivinen sus pensamientos y sentimientos, resultando
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importante explicitar esto para facilitar el diálogo. Los hombres señalan como estrategias efectivas la utilidad de evitar generalizaciones al plantear quejas al otro e intentar hacer referencia a las conductas y circunstancias específicas de la situación molesta. Por su parte, las mujeres plantean como favorable expresar admiración y afecto a la pareja como modalidad de reconocimiento y validación de actitudes positivas observadas. Respecto de las modalidades negativas, ambos géneros concuerdan que la escalada —entendida como un espiral donde los cónyuges se contestan uno al otro en forma cada vez más negativa—, responder defensivamente, negarse a dialogar, no dejarse influenciar, incrementar la negatividad y enrostrar, son modalidades de afrontamiento que deterioran la relación sin ganancia alguna. Los hombres agregan la invalidación del otro —entendida como el desprecio de los pensamientos y sentimientos del otro— y no promover un espacio exclusivo para la pareja. Las mujeres añaden a estas estrategias negativas la crítica, las interpretaciones negativas y amenazar el compromiso. d) Vínculo con otros significativos Los vínculos significativos que mencionan los entrevistados incluyen a las familias de origen y a los hijos. La mayor parte de las mujeres entrevistadas consideran como una expectativa razonable la diferenciación de las respectivas familias de origen tras el matrimonio, para conformar una nueva familia con características propias:
Que íbamos a formar una nueva familia, con nuestras reglas, con nuestras cosas, en la familia de nosotros (III, 80, mujer).
En el caso de los hombres que son padres, refieren que tenían la expectativa que con la llegada de los hijos, la relación de pareja se deterioraría, cosa que había sido comunicada por su grupo de pares, identificándose así como realista. Sin embargo, si bien reconocen que es una expectativa razonable, constatan que en la práctica no sucede esto, pero para su sorpresa, hay una mayor satisfacción con la relación. [Con el hijo] nos acercamos mucho más, al contrario, o sea nos ha acercado mucho más, mucho más todavía. Enriquece, los hijos enriquecen (…) en el sentido de pareja, de sentirse más uno del otro, es rico. Aparte, tú ves cosas reflejadas en [nombre del hijo] tuyas, compartidas. Eso hace que no sé, que tú quieras más a tu pareja (XVI, 36, hombre).
Entre las modalidades de afrontamiento inefectivas, ellas mencionan que involucrar a la familia de origen en el conflicto es una estrategia claramente perjudicial, así como también, el hecho de criticar a la familia de origen del otro. En casos en que los conflictos aumenten y salgan del control de los cónyuges, dos de las mujeres entrevistadas conciben como una alternativa muy positiva solicitar atención psicoterapéutica para la pareja.
Discusión Los hombres y mujeres entrevistados tienen la expectativa de que el matrimonio se constituya en un vínculo que satisfaga
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sus necesidades afectivas, de compañía, protección, seguridad, escucha, entendimiento, autonomía, diversión, felicidad y de apoyo en la realización de tareas de la vida cotidiana. Estas expectativas se refieren a un vínculo afectivo caracterizado por la intimidad, el compromiso y donde primen los momentos gratos y felices, que corresponde a la conceptualización actual más común de Occidente y que se asocia con una alta satisfacción marital (Mashek & Aron, 2004; Sprecher, 2002). En la etapa anterior al matrimonio, los entrevistados se dedican a conocerse entre sí, lo que les permite formar una visión realista del otro y que impide la existencia de grandes sorpresas en el vínculo marital. Sin embargo, en la cotidianidad de la vida conjunta se presentan expectativas insatisfechas, fundamentalmente en la paridad en el desempeño de los roles domésticos. Esta demanda por la paridad es argumentada y legitimada por las mujeres por su incorporación al trabajo remunerado, argumento totalizante, sin otros acompañamientos o matices. La mujer promueve y exige al hombre mayor dedicación al hogar, las labores domésticas y la crianza de los hijos, lo cual ve afectada la expectativa masculina de mayor tiempo personal. La valoración de la individualidad propia de las sociedades modernas, donde el derecho individual prima por sobre el familiar (Arriagada, 2002) se evidencia en ambos géneros, pero con el matiz preferente en los hombres, lo cual confirman otros estudios (PNUD, 2002 y 2010). La insatisfacción de dicha expectativa repercutirá deteriorando el vínculo, ya que si la mujer percibe que el hombre desestima este aspecto, se sentirá desconsiderada y poco apoyada, incremen-
tando su sensación de cansancio y sobreexigencia (Gottman & Silver, 1999/2010). Donde hay más avances es en el interés de los varones por la crianza compartida, aunque casi siempre en un rol secundario, coincidiendo con algunos investigadores (Gottman & Silver, 1999/2010). La paridad no se manifiesta de igual forma en todos los ámbitos: la paternidad ganó más adeptos; no así el ámbito de lo doméstico, el cual sigue siendo predominantemente femenino (PNUD, 2010). Aun así, el interés de los varones por la crianza y el cuidado de los hijos es altamente positivo, pues la literatura informa que aquellas parejas que no experimentan una caída en la satisfacción marital tras el nacimiento del primer hijo y que incluso la incrementan, se caracterizan justamente porque ambos cuentan con un amplio conocimiento del otro y mantienen una buena comunicación, encontrándose compenetrados y conscientes de las necesidades de la pareja, lo cual favorece el establecimiento y mantención de la paridad en la crianza (Gottman & Silver, 1999/2010; Shapiro, Gottman & Carrére, 2000). Frente a la expectativa de paridad de las mujeres, las modalidades de afrontamiento positivas frente a las frustraciones en este ámbito corresponden a la explicitación y abordaje de los problemas, cuestión que los hombres generalmente evitan, pero que finalmente aceptan para entrar en el campo de la negociación. En este contexto relacional que transita a una mayor paridad, las parejas también reportan modalidades de afrontamiento negativas para la relación, que son concordantes con la literatura y frecuentes en parejas insatisfechas: el criticismo, la defensividad, no aceptar ser influenciado
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por el otro, la evitación de los conflictos, esperar a que el otro adivine los deseos y pensamientos, las atribuciones negativas, entre otros (Gottman, 1999; Markman et al., 2001). Los entrevistados cuestionan el uso de estrategias coercitivas o impositivas al momento de afrontar la disparidad de expectativas, diferenciándose de los estilos vinculares más tradicionales que privilegian el poder e influencia del varón. Se promueve así, a través del diálogo y la comunicación, estrategias de negociación, en la que se consideren los pensamientos y sentimientos de cada cónyuge, elementos que se han reconocido como variables relevantes hacia el logro de una relación de pareja satisfactoria (Gottman & Silver, 1999/2010). No obstante, se está ante una pareja en transición en la que aún coexisten remanentes tradicionales y nuevos hitos modernos y postmodernos, lo cual refleja la dificultad a la que se enfrenan las parejas actuales respecto a conciliar esta nueva identidad. Algunos hombres están conscientes de que los tiempos han cambiado y que es justo compartir las labores domésticas, pero suelen sobreestimar su contribución en las mismas o sienten que deberían reforzarles su esfuerzo, pero en lugar de ello, la mujer le solicita más ayuda, lo cual perpetúa esta problemática. Este hecho puede estar tras la menor satisfacción marital en las mujeres, cuando ambos trabajan fuera del hogar (Rivera & Heresi, 2011). La fortaleza del estudio consiste en constatar que en parejas chilenas, con altos niveles educacionales y en los primeros años de matrimonio, existe una alta valoración del conocimiento del otro, de una
relación caracterizada por el compromiso, el logro de la intimidad y el pasar momentos gratos y felices, y que la mayor fuente de frustración es la inequidad en la distribución de las tareas domésticas, en el caso de las mujeres, y la restricción de la autonomía y libertad en el uso del tiempo libre, para los hombres. También, observar que el manejo del dinero es un ámbito de acuerdo en estas parejas, donde el desempeño de la mujer en el ámbito público no es fuente de conflicto, lo que constituye un progreso cultural. En esto hay paridad; no así en la distribución de las tareas domésticas y la crianza de los hijos, donde el mayor peso recae en la mujer. Las limitaciones del estudio se asocian a las características de la muestra, es decir, personas de NSE alto, con educación universitaria, en relaciones de pareja en que ambos están incorporados al mercado laboral y que, a la fecha, habían mantenido su relación. De aquí se desprende la necesidad de realizar estudios que consideren parejas con las mismas características anteriores, pero que han optado por la separación, y comparar el carácter de las expectativas frustradas y modalidades de afrontamiento de los conflictos. Lo mismo podría ser considerado en el caso de parejas de estratos medios y bajos.
Referencias Acevedo, V. & Restrepo, L. (2010). Experiencias de parejas sobre vivir feliz en pareja. Pensamiento Psicológico, 8: 63-76. Adimark (2004). Mapa socioeconómico de Chile: nivel socioeconómico de los hogares del país basado en datos del Censo. Santiago, Chile: Autor. Extraído de http://www.adimark. cl/medios/estudios/Mapa_Socioeconomico_de_Chile.pdf.
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Reseña Relatos clínicos: filosofía y terapia narrativa, Ana María Zlachevsky Ediciones Mayor, julio de 2015.
En este libro, Ana María Zlachevsky nos muestra de una manera muy didáctica una forma de hacer terapia que, teniendo un sustento ontoepistemológico, lleva a los terapeutas a poder sistematizar de manera sencilla la información que trae quien consulta para intervenir de un modo efectivo. El libro muestra la comprensión ontoepistemológica que sustenta el quehacer de la autora y su comprensión de la vida y cómo esta se traduce en su forma de hacer terapia. Elige a Heidegger, Ortega y Buber para la reflexión ontológica. El libro consta de dos partes, la primera son nueve capítulos breves en que nos da a conocer sus principios orientadores. En el primer capítulo nos presenta su concepto de constructividad que da la idea de proceso y movimiento, permitiendo ver los significados que emergen a medida que se va construyendo el mundo que habitamos y que invita tanto a terapeutas y pacientes a reflexionar sobre sus propios sistemas de creencias. En el capítulo dos, a los niveles jerárquicos conceptuales: epistemológico, de paradigma, de teoría, de modelo intermedio y técnico involucrados en todo enfoque terapéutico, agrega el nivel ontológico, que es el que da cuenta de cómo la persona se responde a su propia interrogante de qué
es lo que define al ser de lo humano, cómo actúa desde esa comprensión y qué sería lo que facilita al terapeuta entender su propia coherencia de significados que emergen al hacer terapia. En el capítulo tres habla de la importancia de la conversación y define al terapeuta como un artista conversacional que inventa o construye en conjunto con el paciente nuevas significaciones o comprensiones que lo ayuden con lo que vino a consultar. El capítulo cuatro está dedicado al arte de la conversación y el hacer buenas preguntas. Como “artista conversacional”, la experticia del terapeuta está en hacer preguntas congruentes con el sistema de significados de los consultantes, para permitirles tener reflexiones alternativas, de tal manera que comprendan lo que les está ocurriendo desde otra perspectiva. El capítulo quinto nos habla del proceso a la base de la comprensión narrativa, advirtiendo el carácter de particularidad y la dimensión relacional del proceso constructivo conjunto. La autora nos dice que hay que hacerse la película del relato e imaginar a los pacientes en acción para poder entender la forma particular en que se han ido significando los eventos en los espacios conversacionales o el contexto histórico de los pacientes, la razón narrativa,
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lo que Ortega llama “razón histórica”, y Bateson, “contexto”. En el sexto capítulo nos aclara cómo surge la emoción displacentera, que sería lo que lleva a las personas a consultar, y esto lo explica trayendo a colación la concepción de “Dasein” de Heidegger. El capítulo siete vuelve con Heidegger y Ortega para ver cómo el horizonte de significatividad está sustentado en la manera en que cada uno se proyecta como persona en el mundo, en un vivir humano que es acontecer, que es drama. El octavo capítulo se refiere al habla. Nuevamente cita a Heidegger y la importancia del hablar y escuchar, el estar con el otro, abiertos ambos a la comprensión. En el último capítulo nos introduce a su manera de sistematizar las conversaciones terapéuticas, la que llama la tríada inseparable y la forma en que esta ayuda a qué preguntar y cómo intervenir. A los elementos de la tríada los designa X, Y, Z. La X es la explicación que entiende el terapeuta del sistema consultante, cómo significa el problema; la Y, la emoción que trae el sistema consultante, y la Z, la pregunta que la autora define como central en su operar terapéutico: ¿por qué ahora? El episodio crítico que llevó a consultar. Acá recurre al concepto de intervención ortogonal de Maturana, que es un tipo de encuentro no confirmatorio que lleva a un cambio en la deriva relacional. Esto permite entender lo que pasa y definir el problema psicológico. En la segunda parte del libro cuenta treinta y dos casos clínicos, tanto individuales, de parejas o familias en que muestra cómo se aplica la tríada inseparable, las
intervenciones llevadas a cabo y un seguimiento. Las intervenciones están pensadas estratégicamente siempre a partir de la construcción en conjunto de un problema trabajable y sobre la base de un escuchar respetuoso. Integra diferentes modelos psicoterapéuticos y así vemos citados a autores como Boszormenty, Nagy, Haley, White, Minuchin, mostrando cómo un terapeuta puede ser flexible y creativo para ayudar a sus consultantes con lo que les aqueja. Termina con unas palabras al cierre donde reflexiona sobre su propio estar en el mundo, en que las nuevas tecnologías nos ponen un nuevo contexto en las relaciones humanas que nos interpelan a los terapeutas. Este es un libro que muestra una vasta experiencia en el trabajo psicoterapéutico y que generosamente nos la comparte. Nos ofrece un buen mapa orientador para los terapeutas, ya que siguiendo la lógica de la tríada, se pueden comprender diferentes fenómenos terapéuticos entendiendo la importancia del lenguaje, del cuidado de las palabras y del preguntar, teniendo que estar muy atentos a lo que nos narra el consultante, no solo lo que dice, sino también cómo lo dice. Enfatiza la importancia de tener un norte en el preguntar y no dar nada por supuesto. Los pacientes son los expertos en su propia vida y lo que guíe el diálogo debe ser el ayudar al otro sin juzgarlo. Nos invita a una forma muy respetuosa de ver a los pacientes como personas con recursos y a aliarnos con sus habilidades y competencias, pero sobre todo nos desafía a pensar y a hacernos cargo de lo que pensamos en nuestro quehacer terapéutico.
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Sylvia Campos G.
Obituario
Con la partida de Luis Tapia Villanueva, Lucho, ocurrida en el mes de junio, la psicoterapia ha perdido a un original, estudioso y creativo maestro para los que se inician en este campo y para los que siendo sus amigos, disfrutamos de cada uno de sus nuevos aportes. Desde hacía ya algunos años, Lucho venía siendo reconocido además por sus investigaciones y su presencia en la SPR (Society Psychotherapy Research), en la que le cupo una labor dirigencial. Su legado ha quedado recogido en diferentes publicaciones desde el año 1998, en especial las relativas a la psicoterapia de pareja, algunas de ellas aceptadas en diversas revistas internacionales. El recorrido de Lucho estuvo ligado desde joven a su interés por las artes visuales, la pintura, el cine, la literatura y en el campo profesional por la psicoterapia sistémica y el psicodrama. Gran emprendedor, se asoció a diversos y eclécticos grupos de interés, dejando a su paso seguidores que lo respetaron y compartieron con él su sentido lúdico de la vida y su humor. Desde esa impronta artística desplegó en los últimos quince años su interés por dejar una obra pictórica y al final, una incursión por la escultura. Como profesional se afincó como académico en la UDD, donde tenía su grupo de investigación sin perder su pertenencia docente con el Instituto Chileno de Terapia Familiar (IChTF).
Sus comienzos lo muestran orgulloso de sus orígenes como alumno del Instituto Nacional, cuyo himno cantaba en cualquier celebración donde se encontrara con otro ex alumno de esa institución. Egresó de la Facultad de Medicina el año 1982 y cursó la beca de Psiquiatría, la que terminó en 1985. La psicoterapia era lo suyo, postulando al Instituto Chileno de Terapia Familiar desde donde egresó en 1991. En esos años se formó además en psicodrama en Argentina. En el IChTF fue docente, supervisor clínico y cogestor de diplomados. Participó de manera activa durante un buen tiempo en la edición de nuestra revista. Ayudó en la creación de su nombre y en sus primeras y artesanales ediciones. Fue un escritor en ella de sus primeros trabajos de investigación. Su contribución original a varias innovaciones del quehacer clínico y la investigación lo hicieron ser querido y respetado
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en el IChTF. Buen docente, gran expositor, cautivaba al público con su oratoria seria y lúdica a la vez. Fue cofundador de uno de los grupos de estudio sobre la terapia de pareja. Trajo a la mesa a Gottman y a Susan Johnson, autores con los que nos nutrimos en nuestras primeras etapas. Otro tanto fue su aporte terapéutico a esa técnica llamada escultura. Gracias a su experiencia anterior en psicodrama, verlo en acción constituía todo un aprendizaje. Cómo no recordarlo una vez que estaba atendiendo a una pareja en la que el marido era un señor alto, teutón y exigente, el grupo de observación estaba detrás. En un momento, el señor se levanta para decir algo con una voz tan alta y ronca que parecía recriminador. Lucho se hundió en su asiento y con voz suave le dijo que lo había asustado, que no entendía y le era difícil trabajar así. Lo dijo de un modo protector de sí mismo, pero también del paciente y su señora. El efecto fue asombroso. Cambió completamente el clima emocional, al punto que de ahí en más tuvo en él a un gran colaborador. Lo mismo hacía cuando en el fragor de la discusión grupal pedía apoyo y comprensión en vez de críticas, con una gestualidad y un tono que invitaban a la sonrisa. Conocidas fueron en un tiempo unas actividades llamadas “performances para terapeutas”, en las que se combinaban trozos de obras poéticas, literatura, cine y teatro y de las cuales fue su gestor. Con ellas recorrió diferentes lugares de Chile en los que había congresos de nuestra especialidad, Lucho y sus colaboradores rieron, hicieron reír y meditar a diferentes colegas. Fue aquella una época de articulación de
la psiquiatría clínica con el mundo de la psicoterapia en sus diferentes modalidades, donde lo que se hacía distendía, invitando a pensar. En lo personal viví cerca de él muy diferentes vicisitudes existenciales, muchas de ellas llenas de gozo, como aquella vez en Oslo cuando logró que Ceccini se cambiara de un barco vikingo a otro para cantar juntos O sole mio. Otras fueron de profunda tristeza, no olvidaré la expresión de su rostro demudado corriendo por el sótano de la Clínica Alemana al saber que su querida hija Mana estaba ahí y ya era demasiado tarde. Ya en los últimos años se incorpora como profesor a la Escuela de Psicología de la Universidad del Desarrollo, desde donde asume un rol de investigador responsable de varias líneas de investigación en temas de psicoterapia de pareja, algunos en curso a través de sus discípulos. ¿Cabe decir algo más y hacerlo en un tono más íntimo? Quizás unas pocas frases que lo completan en lo que fue una peculiar y amistosa manera de ser. Mi amistad se remonta a los 90, me lo crucé la primera vez detrás del Panorámico, venía con una chaqueta a cuadros de otra talla, le colgaba de un modo gracioso y pintoresco, una maleta antigua en una mano y una novela de Anagrama en la otra completaban su andar. La literatura fue nuestra complicidad inicial, intercambiamos autores a lo largo de muchos años. Esa tarde me dijo que iba a un seminario de psicodrama. Ahí sospeché lo que después comprobé: su identidad estaba ligada a gustos que tuvieran uniformes. Así lo acompañé a cocinar, él vestido de chef, a
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esquiar no, pero miré sus fotos, gozó cada fiesta de disfraces de Reñaca, elegía con anticipación y arrendaba sus atuendos y el cotillón, sus cumpleaños eran una tradición de buena mesa que mantuvo hasta el final. Ha partido un amigo, un buen terapeuta, muy cariñoso, un compañero de tertulias, un hombre que gustaba de su papel de expositor consumado, una persona que deambulaba con una vieja maleta llena de disfraces en su interior, un hombre que nunca aprendió a conducir un auto, que
hizo poco deporte, anfitrión como pocos, buen cocinero, degustador de la buena mesa, viajero, contradictorio a veces, rara vez de mal humor, rápido frente a la crítica injusta, solícito, expansivo y extrovertido con los que le conocían, melancólico a ratos que para él eran eternos. En ocasiones hermético y calculador, sin embargo ingenuo. Buen sobreviviente de jornadas duras en momentos cruciales de su vida y, como tal, capaz de levantarse. Un hombre de esos con los que nos gusta estar.
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CURSO DE ESPECIALIZACIÓN TERAPIA FAMILIAR CON ADOLESCENTES 2017 Dirigido a: Duración: Horario módulos: Lugar de realización: Director del programa:
Psicólogos o psiquiatras con formación en terapia familiar sistémica, que deseen especializarse en la terapia familiar orientada a adolescentes. Abril de 2017 a enero 2018 (10 meses) 10 módulos regulares de 12 horas y una Jornada Clínica Viernes 14:00 a 19:00 (5 horas) Sábado AM de 9:00 a 13:00 (4 horas) Sábado PM de 14:00 a 17:00 (3 horas) Instituto Chileno de Terapia Familiar Sede Av. Alcalde Fernando Castillo Velasco 6925 Eduardo Nicholls (edonicholls@yahoo.com)
Presentación del curso El objetivo general del programa es profundizar en la comprensión de procesos relacionales propios de familias con adolescentes, y su importancia en el proceso evolutivo de la familia y sus miembros, para favorecer el desarrollo de estrategias de intervención terapéuticas en el trabajo con familias adolescentes, desde una perspectiva sistémico-relacional. Se desarrollarán actividades teórico/prácticas y de supervisión directa e indirecta de casos atendidos por los alumnos. Las clases abordarán temáticas relativas a la adolescencia en general (características de los adolescentes actuales, procesos del desarrollo adolescente, desarrollo de identidad, etc.); temas generales de la terapia familiar con adolescentes (la TF como contexto de trabajo con adolescentes, enfoques en la TF con adolescentes, alianza terapéutica en TF con adolescentes, adolescentes y transiciones en las familias como duelo, separación, ensamblaje, etc.) y temáticas específicas en la TF con adolescentes (conductas de riesgo, trastornos psiquiátricos, identidad sexual y de género, entre otras). INFORMACIONES y POSTULACIONES Av. Alcalde Fernando Castillo Velasco 6925, La Reina, Santiago Teléfonos: 22 2263768 – 22 2773518 anexo 11 Secretaria Dpto. Docencia: Srta. Priscilla Serey S. docencia@ichtf.cl www.terapiafamiliar.cl
POSTÍTULO SANTIAGO POSTÍTULO TERAPIA SISTÉMICA DE FAMILIAS Y PAREJAS MARZO 2017 - ENERO 2019 Reconocido por la Comisión Nacional de Acreditación de Psicólogos Clínicos Especialistas en Psicoterapia Certificación conjunta con el Ackerman Institute for the Family Cupo máximo: 20 terapeutas en formación Dirigido a: Psicólogos y psiquiatras titulados Total de horas del Postítulo: 1419.5hrs. Horario de clases y supervisión: Miércoles 09:00 a 12:00 hrs. (clases) 13:30 a 17:30 hrs. (supervisión) Taller de la Persona del Terapeuta (2°año): Lunes o jueves 09:00 a 11:30 hrs. (horario asignado por el Departamento de Docencia, de acuerdo a conformación de grupos. No es optativo) Lugar: Sede La Reina Propósito: Formar a terapeutas que puedan comprender y trabajar terapéuticamente con familias y parejas desde el modelo sistémico, integrando distintas perspectivas teóricas y el trabajo con la persona del terapeuta. Perfil de los profesionales que se forman en el IChTF: nuestros alumnos son profesionales con diversos grados de experiencia clínica, interesados fundamentalmente en desarrollar habilidades y recibir un entrenamiento riguroso para su ejercicio como psicoterapeutas. Conciben la formación en psicoterapia como un proceso que involucra de manera sistemática el trabajo de los aspectos personales del terapeuta que pueden favorecer su ejercicio como tal, y valoran tanto en lo teórico como en lo práctico, la diversidad y el pluralismo en la entrega de modelos y enfoques de la terapia familiar y de parejas. Son alumnos que están dispuestos a invertir recursos y tiempo para formarse con supervisión permanente, para leer y reflexionar a partir del material bibliográfico de apoyo a la actividad docente, así como para aprender a partir de una experiencia esencialmente grupal durante los dos años que dura la formación. Metodología de la formación: El Post-Título se desarrolla a través de tres ejes: teórico, práctico y autoexploración. Estos ejes están en el programa organizados de manera tal que los profesionales adquieran los conocimientos teóricos, técnicos y personales suficientes para su adecuado desempeño en el ámbito de la psicoterapia sistémica. La incorporación del enfoque les permitirá además abordar los desafíos de la terapia familiar y de pareja en contextos sociales vulnerables, para lo cual dispondrán de campo clínico en el departamento psicosocial del IChTF. Postulaciones Septiembre a Diciembre de 2016 INFORMACIONES y POSTULACIONES Av. Alcalde Fernando Castillo Velasco 6925, La Reina, Santiago Fonos: 22 2263768 – 22 2773518 anexo 11 Secretaria Dpto. Docencia: Srta. Priscilla Serey S. docencia@ichtf.cl www.terapiafamiliar.cl
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CURSO DE ESPECIALIZACIÓN EN TERAPIA DE PAREJA Abril 2017 – Enero2018 Cupo Máximo : 14 Profesionales Dirigido a : Psicólogos y Psiquiatras con formación en Terapia Familiar. Requisito : Entrevista personal Presentación El curso contempla la profundización del aprendizaje en Terapia de Pareja, a través de la formación teórica y el entrenamiento clínico. Aborda la compleja heterogeneidad de la pareja humana y permite diseñar intervenciones terapéuticas tomando en cuenta aspectos de la pareja y del terapeuta. Se mostrará un diseño integrador de diversos aportes teóricos y prácticos, con el fin de proporcionar una experiencia de reflexión y aprendizaje que constituya un aporte a los terapeutas en su práctica clínica cotidiana. INFORMACIONES y POSTULACIONES Av. Alcalde Fernando Castillo Velasco 6925, La Reina, Santiago Fonos: 22 2263768 – 22 2773518 anexo 11 Secretaria Dpto. Docencia: Srta. Priscilla Serey S. docencia@ichtf.cl www.terapiafamiliar.cl
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Año 3 - N° 6 Nov. 1995
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Año 5 - N° 9 Junio 1998
Año 6 - N° 10 Dic.1998
Año 7 - N° 11 Julio 1999
Año 8 - N° 13 Dic. 2000
Año 9 - N°s 14-15 Jul. y Nov. 2001
Año 9 - N°16 Diciembre 2002
Año 11 - N° 17 Dic. 2003
Año 12 - N° 18 Agosto 2004
Año 12 - N° 19 Dic. 2004
Año 8 - N° 12 Mayo 2000
Año 13 - N° 21 Dic. 2005
Año 14 - N° 22 Jul. 2006
Año 14 - N° 23 Dic. 2006
Año 15 - Nº 24 Dic. 2007
Año 16 - Nº 25 Agos. 2008 De Familias y Terapias
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Año 19, Nº 28, diciembre 2009-marzo 2010
Año 16 - Nº 26 Dic. 2008
Año 17 - Nº 27 Agos. 2009
Revista del Instituto Chileno de Terapia Familiar, Año 19, Nº 28, 2009
De Familias y Terapias Revista del Instituto Chileno de Terapia Familiar
Revista del Instituto Chileno de Terapia Familiar
Año 13 - N° 20 Jun. 2005
De Familias y Terapias
Año 19, Nº 28, diciembre 2009-marzo 2010
Año 19 - Nº 28 Dic. 2009
Trabajos presentados en las
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EDICIÓN ESPECIAL
Revista del Instituto Chileno de Terapia Familiar, Año 20, Nº 31, 2011
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Año 20, Nº 30, agosto de 2011
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Año 20 - Nº 30 Ago. 2011
Año 19 - Nº 29 Dic. 2010
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Año 23, Nº 36, Agosto 2014
Año 22 - Nº 35 - Dic. 2013
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Nº 35, Diciembre 2013
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Año 22, Nº 34, Agosto 2013
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Instrucciones para los autores Author Information
La revista De Familias y Terapias es una publicación semestral, abierta a todos aquellos trabajos que tengan como objetivo contribuir a la difusión del conocimiento sobre la familia, desde la perspectiva teórica, clínica, educacional y social. Los trabajos enviados deberán atenerse a las siguientes condiciones: • Presentación Los artículos deben ser originales y no haber sido publicados antes en ninguna revista nacional ni internacional. Cada trabajo no deberá exceder de 30 páginas, o 6.000 palabras, incluyendo la página de título, el resumen, el texto, las referencias, tablas y figuras. Las páginas deberán estar escritas a espacio de 1.5 y por una sola cara. En vez de subrayar use la fuente en cursiva. Envíe el original y dos copias, más un disco de computador preparado en MS Word. Todos los informes de casos deberán proteger la confidencialidad del paciente. • Entrega El trabajo deberá ser remitido a Sergio Bernales, Director de De Familias y Terapias a Avda. Larraín 6925, La Reina, Santiago de Chile. Correo electrónico: revista@ichtf.cl • Título / Página de presentación: Incluya: Título (el título debe estar en español e inglés) Nota del autor, nombre del autor, afiliación institucional y correo electrónico. Se deberá indicar nombres completos de los autores, en orden según su contribución, indicando primero al autor guía. Los nombres de los autores no deberán ser incluidos en ninguna de las páginas siguientes. • Resumen Deberá tener un máximo de 150 palabras para informes de estudios empíricos; 120 palabras para reseñas o artículos teóricos. El Resumen debe estar escrito en español y en inglés
• Palabras clave Se deben señalar al menos 5 palabras claves (castellano e inglés) que sirvan como descriptores de la publicación • Encabezados La revista usa un formato de dos columnas, por lo tanto los encabezados deben ser cortos. • Tablas Limite el uso de tablas a datos que tengan correlación específica con el contenido del artículo, o para comunicar grandes cantidades de datos de manera eficiente. Entregue una hoja separada para cada tabla; entregue un título para cada tabla; cite la tabla dentro del texto e indique su ubicación. • Figuras Se deberán proporcionar impresiones con brillo de alto contraste o copias listas de cámara. Digite el título, pie de impresión y notas a doble espacio en una hoja separada. Cite la figura dentro del texto e indique su ubicación. • Notas al pie La aparición de una nota al pie deberá estar indicada por un número superior (superíndice) en el lugar apropiado dentro del texto. La lista numerada de notas al pie, digitada a doble espacio, deberá aparecer después de la lista de referencias. • Referencias en el texto Cite el autor y la fecha de los trabajos usados. La primera cita puede incluir hasta cuatro autores; en citas siguientes de 3-4 autores,indique el apellido del primer autor, luego et al. y la fecha depublicación, por ejemplo Jones et al. (1994). Múltiples citas deberán listarse en orden alfabético. • Bibliografía Estas deberán calzar con el trabajo citado en el texto y viceversa. Liste los autores en orden alfabético. A continuación ejemplos breves; por favor note el estilo de sangría. Para obtener instrucciones completas, vea el APA Publication Manual (5ª ed., pp. 215–281). Artículo de revista Escriba en forma completa los títulos de artículosde revistas. Ejemplo: Sulzki, C & Greaser, D (2004). Acerca de la violencia: Un credo para terapeutas. Sistemas Familiares 20 (1-2), 17-23.
Capítulo en un libro editado Requiere los nombres del autor y editor, así como las páginas de capítulo. Ejemplo: Erazo, R & Larach, V (2000). Psiquiatría de Enlace e interconsulta en el Hospital general. En Heerlein (Ed) Psiquiatría Clínica (pp. 699-710). Santiago de Chile: Ediciones de la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía. Libro completo Ejemplo: Schön, D (1992). La formación de profesionales reflexivos. Barcelona: Temas de Educación, Paidós. • Reseñas de libros Los libros así como comentarios de artículos de publicaciones profesionales en el área, deberán ser enviados a Sergio Bernales, Director de De Familias y Terapias, Avda. Larraín 6925, La Reina, Santiago de Chile. Correo electrónico: revista@ichtf.cl La Revista De Familias y Terapias pone a la venta online a través del portal del Instituto Chileno de Terapia Familiar algunos de los artículos publicados en cada número. Dichos artículos son seleccionados por el editor de la Revista. Si su artículo es publicado podrá ser puesto a la venta online. Por tanto, presentar artículos implica la aceptación de que este pudiera ser puesto a la venta online si la edición de la revista así lo determina. La revista se reserva el derecho a publicar o no publicar el trabajo ,así como a corregir el texto si lo estima necesario. La evaluación del Comité Editorial será comunicada al autor.
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RIL® editores Teléfono: 22 22 38 100 / ril@rileditores.com Santiago de Chile, agosto de 2016 Se utilizó tecnología de última generación que reduce el impacto medioambiental, pues ocupa estrictamente el papel necesario para su producción, y se aplicaron altos estándares para la gestión y reciclaje de desechos en toda la cadena de producción.
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