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Sumario
Editorial..........................................................................................................................................6
Sección
Clínica Sergio Bernales Unidad de pareja...........................................................................................................................7 Patricia Cordella Aproximaciones a las funciones narrativas de significación en terapia familiar........................31 María Cecilia Jara, Claudia Ferreira Somática Familiar: Enfermedad orgánica y familia................................................................... 43 Carola Gana V., Claudia Manhey S., Pamela Soto V. Hijos alineados y Padres alienados. Asesoramiento e intervención en las rupturas conflictivas.........................................................53 Claudio Zamorano, Consuelo Navarro, Magdalena Sotta Adolescentes que se autoinflingen heridas. Una propuesta explicativa...................................... 77
Sección
Psicosocial
Verónica Gazmuri, Patricia Hamel La Promesa de la Mediación . ..................................................................................................107 Sección
Temática nacional Germán Morales F. Autocortes y adolescencia postmoderna...................................................................................125 Sergio Bernales y Sylvia Campos Entrevista a Salvador Minuchin................................................................................................131
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Teresa Boetsch Vicuña, Cecilia Grez Jordán La voz de la Familia: una manera de aproximarnos al vínculo entre familias y Sistemas Amplios.....................................................................................................................95
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De familias y terapias
I.S.S.N. 0717-0173
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Año 16 N° 25 / Diciembre de 2008 Revista del Instituto Chileno de Terapia Familiar
Portada xxxxx Director Dr. Sergio Bernales Matta Editor Ps. Maritza Téllez Miric Secretaria: Marta Figueroa Comité Editorial Nacional Dr. Guillermo Altamirano Dra. Vilma Armengol Dr. Sergio Bernales Dr. Niels Biedermann Ps. Carolina Bozzo Ps. Sylvia Campos Dr. Eduardo Carrasco Ps. Fernando Coddou Ps. María Teresa del Río Dr. Rodrigo Erazo Dra. Ingeburg Fuhrmann Ps. Patricia Hamel Ps. Carmen Luz Méndez Dr. Luis Tapia Villanueva
Impresión RIL® editores
Representante Legal Dr. Sergio Bernales Matta
Dirección Av. Larraín 6925, La Reina, Santiago, Chile Teléfonos: 2263768 - 2773518 - 2267827 Fax: 2778398 e-mail: revista@ichtf.cl www.defamiliasyterapias.cl
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Comité Asesor Internacional Dr. Maurizio Andolfi M. D. (Roma, Italia) Ps. Adela García (Bs. As., Argentina) Dr. Pedro Herscovici (Bs. As., Argentina) Ps. Hugo Hirsch (Bs. As., Argentina) Dr. Gastón Mazieres (Bs. As., Argentina) Ps. Braulio Montalvo (Alburquerque, U.S.A.) Ps. Cecile Rausch Herscovici (Bs. As., Argentina) Dra. Cristina Ravazzola (Bs. As., Argentina) Dr. Helm Stierlin M. D. (Heidelberg, Alemania)
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Editorial
La terapia contextual relacional continúa su enriquecimiento a través de diversos libros u otro material escrito que influencian e interrogan al quehacer clínico. Fruto de ello, cada terapeuta suele mantenerse informado mediante diversas lecturas. Sin embargo, nuestra capacidad de leer y de indagar sobre lo que resulta más relevante merece alguna recomendación de aquellos que se dedican a temas específicos. Gran parte de esta edición versa sobre estas sugerencias. Lo hace a partir de haberles preguntado a diversos especialistas qué les ha interesado de lo que han leído en el último tiempo y les haya resultado importante o imprescindible en lo que ellos realizan. ¿Cómo lo hemos hecho? Nuestra institución trabaja en una modalidad organizativa clínica llamadas Unidades Temáticas de reflexión y atención clínica. Ha sido parte de una historia surgida del interés de sus miembros. Es a ellos a los que De Familias y Terapias les ha pedido que comenten algún libro, ponencia o artículo que haya sido significativo para el quehacer de su trabajo. Es así como las unidades de pareja, enfermedad crónica, mediación, psicosocial y divorcio y ensamblaje han seleccionado aquello que les ha resultado pertinente. De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
Esperamos que los lectores encuentren en ellos discusiones útiles e interesantes y les brinde la posibilidad de extraer sus propias conclusiones sobre lo reseñado o se estimulen a explorar en aquellas materias que no forman parte de su trabajo específico y sea un aporte de la presente edición. En la Sección Clínica hemos agregado un interesante artículo teórico clínico sobre construcción de sentido como parte de las funciones narrativas en terapia familiar y en donde los movimientos lógicos de una narración terapéutica puedan encontrar premisas de significación. En la Sección de Temática Nacional hemos incluido un trabajo que reflexiona sobre la sintomatología de los auto cortes y su relación con una adolescencia postmoderna. Finalmente, hemos incluido una entrevista exclusiva al Dr. Salvador Minuchin, maestro en nuestro campo, aprovechando una visita que nos hizo durante dos semanas y en las que trabajó con dos familias que estaban siendo atendidas por terapeutas de nuestra institución. Como siempre, esperamos que disfruten la lectura. El Director
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Clínica
Unidad de pareja
Sección
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Sergio Bernales
Cinco referencias: Psicología del amor, de Jûrg Willi, 2004, Ed. Herder, Barcelona. The marriage clinic, John Gottman, 1999, Ed. Norton, New York. Integrative Problem-Centered Therapy1, William Pinsof, 1995, Ed. Basic Book, New York. The Multi-level Approach: A Road Map for Couples Therapy2, Michele Scheinkman, 2008, Family Process, 47:197–213. Emotional intelligence in couple therapy: advances from neurobiology and the science of intimate relationships3, Brent J. Atkinson, 2005, Ed. Norton, New York.
¿Por qué cinco referencias? Nuestra unidad se formó hace más de 10 años y en ella han participado distintos miembros del Instituto, algunos de los cuales han emigrado y formado otras unidades de las que aportan a la institución. Desde sus comienzos, nuestro interés se centró en tres tópicos: ¿Cómo explicar la relación que observamos en las parejas que nos consultan? Ha sido una pregunta que nos ha llevado a buscar en la teoría del vínculo, la historia de la evolución de los encuentros íntimos en el mundo actual y su correspondencia con factores biológicos en las posiciones masculina y femenina. ¿Qué han dicho las investigaciones sobre la terapia de pareja? Aquí, nuestra indagación ha sido doble, la mirada sociológica y la propia de lo terapéutico, ésta, en la bús-
1. Psicología del amor, Jûrg Willi, 2004, Ed. Herder, Barcelona El libro se divide en tres grandes temas: las bases de una relación amorosa; la realización amorosa como proceso; y una
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Terapia integrativa centrada en los problemas. El Enfoque de Múltiples Niveles: Un Mapa de Ruta para la Terapia de Parejas. 3 La inteligencia emocional en la terapia de pareja: avances científicos y neurobiológicos en las relaciones íntimas. 2
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queda de los mejores resultados obtenidos desde una cierta práctica o modelo. ¿Hay alguna técnica suficientemente abarcadora que nos ayude a una mayor expedición como terapeutas? Interrogante que nos lleva a la posibilidad de articular modelos integrativos. Para contestar las preguntas anteriores nos hemos dado cuenta que un solo texto no expresa a cabalidad el desarrollo seguido, de ahí que los elegidos nos parezcan representativos de un camino recorrido por nuestra Unidad hasta hoy.
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perspectiva «ecológica»4 de la terapia de pareja. En la primera parte, el autor se ocupa de las condiciones y supuestos de una relación amorosa. Se pregunta para qué son necesarias las relaciones amorosas. Así, una interrogante del amor maduro es si a la sexualidad hay que dividirla entre una sexualidad de apetito sexual y una sexualidad de pertenencia. Sin duda, Willi está escribiendo desde el contexto de vivir en Europa y de las tensiones que allí se despliegan respecto de la relación amorosa. Valga entonces un primer comentario sobre este punto: En la vida de pareja han participado a lo largo de la historia, la legalidad (el matrimonio), el sentimiento (el amor) y el placer (la sexualidad). O si se prefiere, el amor, la procreación, el placer. Las combinaciones son: matrimonio sin amor ni placer (por conveniencia); placer sin amor y sin matrimonio (puro erotismo); matrimonio con amor y sin placer (toda gama de disfunciones sexuales); amor sin placer ni matrimonio (el platonismo y el amor romántico); matrimonio con placer y sin amor (los que se sostienen en una buena sexualidad); matrimonio con amor y con placer (¿el ideal a alcanzar en nuestra época?). Hoy se puede amar sin procrear y procrear sin amar, y desde siempre, tener relaciones sexuales sin amar. Agreguemos que en general, las mujeres fueron las eternas sacrificadas y baste para ello la frase de Balzac: «nunca comience su matrimonio con una violación». Y que el amor es una concepción de Occidente, como decía Rougemont5, y en él ha habido siempre una cuota de ideal y otra de realidad que se expresa en la naturaleza de la intimidad haciendo visible el deseo, sea bajo la
forma de sentimiento o de placer. Muchas veces el arte simbolizó el deseo que no tenía cabida en la realidad de la época, en otras palabras, la fantasía de esa época dice lo que se desea hacer porque no se hace. Willi ha querido desarrollar una investigación sobre el amor, que si bien no se puede explicar, sí se pueden describir sus efectos. Para él, el enamoramiento en su comienzo y otros factores que después desarrolla, pueden ser las aspectos que inciden en la armonía de una relación amorosa duradera. Para averiguarlo, Willi y sus colaboradores pasaron una encuesta que busca saber qué une y qué separa a las parejas a través de un cuestionario de 39 preguntas a 204 parejas elegidas al azar. El amor fue lo más importante. Les interesaba además conocer qué era lo que les daba estabilidad y si ese punto se cumplía en su relación. Después del amor, la identificación con la pareja (fidelidad), el intercambio conversacional y el crecimiento personal, le seguían en importancia. De ahí que diga que si el amor es lo más importante, la expresión de él, en una psicología del amor, la da la identificación con el otro, el intercambio en la comunicación y la sensación de crecimiento personal. A continuación señala que cuando hay una respuesta en la pareja al llamado del amor, la autorrealización asciende de nivel, pero sin embargo, cada miembro de la pareja tiene que conformarse con el hecho de que la capacidad de respuesta del otro y la propia son limitadas. Si bien luchan por aumentar dicha capacidad de reacción para conseguir una correspondencia de las disposiciones al crecimiento de cada cual y desarrollar al máximo su potencial, no podrán escabullir la rivalidad por el predominio de la influencia y los méritos propios, es decir, no podrán evitar la tensión. Para avanzar en su planteamiento de realización en el amor se pregunta por los modelos relacionales que ofrecen «ventajas
El término ecológico aparece en comillas porque será necesario explicar más adelante el sentido en que el autor lo usa. 5 Amor en Occidente Denis de Rougemont, 1993 (1972), Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México. 4
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otro de un modo incondicional, permite una estimulación en su crecimiento personal, desarrolla expectativas y puede ser crítica del otro cuando algo de esto falla. Willi lo señala en los siguientes términos: la persona A actúa desde sus constructos personales mostrando un perfil de potencial que encaja o no con un perfil de valencia que despliega la persona B que responde a la acción de A (por supuesto que esto es de ida y vuelta) proporcionando un encaje (fitness) con más o menos potenciales y valencias libres. Se trata de disposiciones de crecimiento que son respondidas, utilizadas y reafirmadas por el otro en una necesidad conjunta de adaptación. Lo típico que ocurre es tratar de convencer al otro; justificar la negativa propia; o dialogar para encontrar un compromiso viable. Aparecen los modos conocidos de simetría y complementariedad y conflictos de intereses que se expresarán en la polaridad egoísmo / altruismo. Willi agrega que se producen dilemas en cuatro niveles: a) Entre el interés propio y el altruismo, porque si me opongo a mi pareja me siento más respetado, pero me arriesgo a que mi pareja pierda motivación; y si atiendo a las pretensiones de mi pareja, se reducirán las disputas, pero a costa de equiparar las pretensiones de mi pareja a las mías6. Una salida es la vigencia de la cooperación en su raíz etológica y su puesta en práctica en un sentido moral7. Otra es el distanciamiento. b) Entre cooperación y distanciamiento, los que pueden darse en tres ámbitos: el de la realización del potencial personal en la relación y su riesgo en el desequilibrio 6
Para un debate sobre la relevancia del altruismo sobre el egoísmo ver El fenónemo erótico amoroso, un estudio preliminar sobre la proximidad en De Familias y Terapias Nº Año 16, N°24, Diciembre 2007. 7 En el sentido de moral en situación tal como lo describe H. Gainnini en su libro Del bien que se debe y del bien que se espera.
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para sobrevivir» y en qué circunstancias aparecen esas ventajas. Evita así preguntarse por el egoísmo o altruismo como condición natural; por lo gregario o lo solitario; y por lo monógamo o polígamo. La pregunta que se hace es por la conducta que es ventajosa para sobrevivir y la situación relacional en que ella se despliega, postura más bien darwinista y en oposición a una ética normativa del amor. Consciente que su mirada se centra en diferentes aspectos de las teorías etológicas, agrega que en el mundo actual, lo reproductivo puede estar pasando a un segundo plano en la relación amorosa y ser más semejante a las relaciones de trabajo y comerciales, donde cada cual busca optimizar sus ventajas, con el agregado, eso sí, de que la realización del potencial personal se obtiene mejor en una relación de pareja. Willi reconoce, en este punto, que sin la ayuda del entorno no lograríamos la realización y en tal sentido, necesita algo más que simple autoafirmación y autonomía. Toda esta postura se vincula con la propuesta de un modelo llamado ecológico de intervención en el que se estudian los criterios, actitudes y estrategias que un ser humano puede utilizar para hacer realidad su potencial en su entorno relacional. Él señala que queremos tener a alguien que nos comprenda y responda a nuestro pedido de intimidad, alguien frente al cual podamos mostrarnos con nuestras angustias y debilidades sin sentirnos avergonzados, sino seguros y protegidos, con la seguridad de que no abusarán de nuestros sentimientos, por el contrario, alguien que nos defenderá cuando nos sintamos fracasados, esté orgulloso de nuestros éxitos y nos estimule de manera crítica a cambiar nuestros errores. El concepto de vulnerabilidad está constantemente presente. En el plano más íntimo, dependemos de la respuesta que nos da la pareja en el amor, la que si bien no toma partido por el
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de poder; el de la realización del potencial personal en la creación de un mundo común y su riesgo a nivel de los roles diferentes que se acentúan y pueden producir celos, envidias y ambivalencias; el de la realización del potencial personal fuera de la relación con el apoyo de la pareja y su riesgo de desfase cuando uno de los dos se postergó y ahora reclama su turno, muchas veces deudas adquiridas y no habladas con claridad, equidad compensatoria que no es vista como una obligación ético-moral. c) Entre vinculación y libertad y entre estabilidad o cambio. Que uno reclame el apego y la vinculación estrecha y el otro, la libertad8. Cada uno puede construir con el otro un mundo común, estable y en continuo crecimiento, aunque con ello cada potencial individual quede vinculado a él; o pueden mantenerse libres y sin compromiso, así cada cual desarrolla su potencial, pero no una realidad común, vinculante. d) Entre sentirse atraído por la fortaleza o la debilidad: se puede elegir una pareja que sea admirada y deseada por mucha gente y correr el riesgo de no estar a su altura y no poder retenerla; o elegir una pareja con debilidades y déficits evidentes, con la que se podrá sentir más seguro porque le necesitará aunque sólo le facilitará un crecimiento personal limitado.
la obra. Según su forma de observar, el proceso ideal parte con el deseo vehemente de amar, sigue con la elección de una pareja, el enamoramiento, la desilusión amorosa, las posibilidades de compensar la falta de satisfacción, la construcción de un mundo común y la creación de una familia hasta llegar a la vejez casados9. En el pedido de terapia, el historial de la relación ocupa un lugar central para Willi, en especial, la relación entre la elección de pareja y su conflicto actual. Esta segunda parte recorre con ejemplos clínicos situaciones de cada una de estas etapas y al final lo resume en un gráfico que las vincula mediante dos aspectos: lo que estimula los desarrollos personales y aquello que exterioriza temores y estrategias defensivas. Al hacerlo, complementa su libro anterior sobre colusiones y defensas como expresiones del inconsciente. Para terminar esta parte de un modo más literario, recojo la frase de ese sutil escritor suizo que es Max Frisch, al entrelazar los reproches y el amor, tal cual lo hace Willi en este acápite, «es asombroso que la persona que amamos sea la persona de la que menos podamos decir cómo es, simplemente la amamos»10. Y como dice Nietszche, «uno solo nunca tiene razón, con los dos empieza la verdad». Se trata de hallar la verdad como proceso dialéctico, lo que en terapia significa, más que encontrarla, ver si se puede percibir y controlar los reproches. Por ejemplo, si ella dice, «no reconoces ningún error» y él contesta, «me quieres reeducar», ambos le
Una vez establecidas las bases para una relación amorosa y los cambios culturales, de género, sexuales y religiosos por las que ha atravesado, todos temas de la primera parte de su libro, Willi se ocupa de la relación amorosa como un proceso de etapas sucesivas que plantean retos específicos, tanto para la relación, como para el crecimiento personal. Hay en todo ello una teoría de la autorrealización como eje central de
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En El fenónemo erótico amoroso, un estudio preliminar sobre la proximidad en De familia y Terapias Nº Año 16, N°24, Diciembre 2007, se teoriza sobre una construcción del estatuto del amante que sigue una línea parecida y culmina con un énfasis muy distinto y que no está dado por ninguna autorrealización, algo que filosóficamente señala la controversia entre el amor puro o desinteresado y el que queda mediado por la razón y la justicia (tal como se da en la vida cotidiana) en su necesidad de articularlo. 10 Diario de 1946-1949 citado en la página 226 del libro que se comenta.
Otra forma de ver este dilema es entre proximidad y distancia y las maneras de regularlas tal como se señala en Hacia un modelo situacional en terapia de pareja en De familias y Terapias Nº Año 13 N° 21, 2005. 8
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debilidades propias y de la pareja? ¿Cuáles fueron los ideales de comienzo? ¿Cuál fue el lema con el que hubiesen podido definir la relación?¿Qué nichos se crearon? ¿Cuáles fueron los acontecimientos que trizaron o quebraron la relación en su historial? ¿Cuándo estalló la crisis actual? ¿Cuándo empeoró sensiblemente? ¿Cuándo apareció el deseo de consultar? ¿Qué se transformó en las circunstancias relacionales durante el período previo a la crisis? Son algunas de las preguntas que importa plantearse como terapeuta. El enfoque de Willi propone: a) Examinar la situación contextual en que apareció el problema. Detrás está la idea de que la pareja se adaptó a un ideal que les facilitó algún tipo de crecimiento personal, pero también impidió ciertos retos e hizo que en el curso de la convivencia, las circunstancias fueran transformándose e incidieran en cómo se estaba llevando la relación hasta un punto que quedara bloqueada por miedo a las consecuencias, situación que facilitó la crisis actual o la formación de síntomas. b) Examinar la etapa de desarrollo pendiente en la relación. Detrás está la observación del intento que cada miembro de la pareja tiene de encontrar algunas explicaciones y extraer de ellas alguna conclusión acerca de cuál pudiera ser la etapa de desarrollo pendiente que ahora se manifiesta en la relación. c) Examinar ciertos factores agravantes, los que se dificultan debido a las circunstancias personales y situacionales siguientes. Lo que hay detrás es que es necesario especificar qué factores bloquean o dificultan la culminación de esa etapa de desarrollo en un contexto en cada uno de ellos intuye lo que sería necesario, pero que al no saber lidiar con las fuerzas que se le oponen, muchas veces dependientes de bloqueos de desarrollos, provocan mucho miedo y se evitan o desplazan. 11
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quieren decir al otro algo importante y acertado, tanto en el lado del no reconocimiento de lo propio como en la justeza de que esa característica está en el otro. Consignemos además lo frecuencia con que al comienzo de la relación ya se conoce con precisión lo que hoy molesta, sólo que entonces tenía otro significado. La tercera parte de su libro se consagra a lo que él llama la perspectiva ecológica en terapia de pareja. Para él, la terapia tiende un puente entre deseos vehementes y temores que incidieron en la elección de pareja y el conflicto actual. El modelo que propone hace referencia a la etapa del desarrollo del hombre y la mujer en la relación mutua, resultante del historial de la relación y ahora pendiente, así como a factores y circunstancias que favorecen y dificultan ese desarrollo. Todas las terapias de pareja son para él terapias breves y su arte consiste en la formulación de objetivos limitados. La hipótesis es que un sujeto se desenvuelve y desarrolla en su configuración de relaciones en la que la el vínculo amoroso tiene una importancia esencial. La relación es un nicho que facilita el desarrollo personal decisivo, lo construye mal o lo bloquea. Interesa establecer un nexo entre la elección de pareja y el conflicto actual, por lo que la etapa inicial de la relación y el inicio de la crisis actual adquieren una importancia singular. En la elección interesa saber la disposición psíquica de cada uno cuando se encontraron con el otro, cuál fue la primera impresión recíproca, cuándo y cómo se produjo el enamoramiento, qué fantasías y temores despertó la posibilidad de iniciar una convivencia, qué desarrollos personales prometió la relación y cuáles fueron las nuevas expectativas creadas. Además importa saber qué repeticiones temidas se pudieron evitar con esta nueva relación, cómo se manejó la desilusión del enamoramiento. ¿Se limitaron por culpa de las
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d) Examinar ciertos factores favorables, los que son favorecidos por las circunstancias personales y situacionales siguientes. Tiene que ver con identificar los aspectos personales y situacionales capaces de sustentar la intervención terapéutica. e) Favorecer etapas emergentes en el desarrollo anhelado. Las primeras etapas en el desarrollo anhelado en nuestra relación podría ser...(…). Lo que hay detrás es la posibilidad de observar de una manera explícita la conducta de cambio de forma que se pudiera evaluar.
un equilibrio en alguna de ellas, porque si permanece solo, otros estudios que cita, señalan una mayor proclividad a enfermar de diferentes cosas. Concluye que nada estimula más el crecimiento personal en la edad adulta que una relación amorosa constructiva y nada lo limita más que una relación que se torna destructiva. Las relaciones amorosas, sostiene, no son armónicas ni altruistas, sino egoístas y tensas. Cada uno espera desplegar y realizar en el amor su potencial personal más íntimo y para eso espera una respuesta positiva del otro. Para recibir esa respuesta de forma clara y comprometida, es preciso ayudar al crecimiento personal del otro con la misma dedicación que nos implicamos con el nuestro. El amor sigue siendo ambivalente en el dilema de cuál situación favorece o impide el despliegue del potencial propio. El resultado es una escisión entre apego y libertad, proximidad y distancia, cooperación y rivalidad o altruismo y egoísmo. La definición o caracterización del amor lo lleva a señalarlo como una base inestable para la unión de pareja, y con propiedades tales, que no impone ni asegura, como un niño al que hay que cuidar y proteger porque es vulnerable y caprichoso por naturaleza, veleidoso como la figura mítica que lo representa. No niega la necesidad de seguridad y estabilidad en un mundo globalizado y en un cambio constante que nos impulsa hacia la novedad. Por eso las relaciones amorosas toman hoy diferentes formas, con o sin hijos, con o sin libreta, con o sin fidelidad. Ve difícil volver al matrimonio indisoluble y más probable que la sociedad aprenda a manejar mejor los divorcios y separaciones. Lo que queda pendiente es la consecuencia en los hijos, desafío social que requiere de estructuras complementarias a la familia, que para Willi, son la escuela e instituciones infantiles de cuidado.
Al concluir esta parte, Willi integra elementos de otros modelos de terapia en el suyo: psicoanalítico (experiencias relacionales interiorizadas de la infancia que se escenifican de nuevo en las relaciones amorosas actuales), conductual (su incidencia para corregir comunicaciones destructivas y deficiencias en la comunicación a través de ejercicios y reglas) y sistémico (el énfasis en la organización, la estructura y la regulación cibernética). Finalmente, Willi se pronuncia sobre la eficacia de la terapia de pareja de acuerdo a un estudio no especificado en el que el 40% de las parejas tratadas se separaron al terminar el tratamiento, información que lo lleva a concluir que el mayor aporte de la terapia ha sido en el área del beneficio personal de los consultantes, en donde la relación amorosa ha sido un estímulo para el crecimiento personal de los consultantes, con independencia de si fracasó o no, por lo que los pacientes deberían ser más conscientes del beneficio de la terapia de pareja para el crecimiento personal sin que importe el resultado de la convivencia. Sorprende este párrafo final porque pareciera que los resultados de la investigación han condicionado la postura teórica y le han llevado a plantear criterios funcionalistas que defienden el valor del individuo que se beneficia de monogamias sucesivas para su desarrollo hasta que logra alcanzar De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
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2. The marriage clinic, John Gottman, 1999, Ed. Norton, New York El libro se divide en tres partes: Investigación y teoría; Evaluación; e Intervención. A esto se agregan varios apéndices con instrumentos de evaluación como cuestionarios básicos y escalas que informan de diversos procesos de la vida en pareja y tablas explicativas de lo que aparece en el contenido del texto. Gottman es uno de los investigadores que más trabajos tiene publicados en revistas especializadas sobre terapia de parejas. El que llame a su libro Clínica del «matrimonio» (marriage) y no de la «pareja» es ya una orientación de una postura más bien conservadora de la importancia que este vínculo tiene en la vida de las personas y de su importancia para el desenvolvimiento de la sociedad. Su lugar de trabajo se sitúa en Seattle (USA) y es allí donde ha instalado lo que ha llamado su «laboratorio del amor». Él reacciona ante el aumento de la tasa de divorcios, su consecuencia en la salud mental de la población y el que esos conflictos y rupturas afecten a los hijos cuando son usados y triangulados. De ahí la importancia de hacer terapia de pareja, pero adecuando las herramientas en uso e investigar lo que predice éxito o fracaso para fomentar la prevención. Señala que hay dos formas de medirlo a largo plazo: en un estudio longitudinal y en grados de deterioro en grupos de control no tratados debido a que existe una alta tasa de recaídas (30-50% en dos años) y una alta tasa de divorcio pese a la terapia, donde los clientes reportan satisfacción con la terapia independiente de sus efectos y en las que las terapias no directivas muestran un abandono mayor. Sólo entre un 11% y un 18% mantienen cambios duraderos. La primera parte está entonces dedicada a corregir los mitos y errores de la terapia marital; a reparar la conducta interactiva, 13
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la percepción y la fisiología en el funcionamiento o disfuncionalidad esencial de una relación; y a desarrollar una teoría del matrimonio en términos de lo que lo hace estable y satisfactorio. Ante la pregunta, ¿qué es disfuncional cuando una pareja se enferma? Gottman cree que primero hay que lograr un conocimiento empírico de los predictores de divorcio y estabilidad, averiguar cómo lo hacen los matrimonios que tienen éxito o permanecen casados para así configurar, a partir de esos hallazgos, un conjunto de principios y descubrir otros que operen sólo con los matrimonios disfuncionales. Se trata de partir del principio de que todos los matrimonios tienen alguna dificultad en el día a día para fijarse en los mecanismos de reparación y construir una teoría de por qué los matrimonios fallan o tienen éxito. Para llevar a cabo su investigación construye lo que llama potenciales verdades o hipótesis conflictivas a partir de otras investigaciones. Él prefiere revisarlas antes de darlas por sentadas porque supone que no están suficientemente validadas. Ellas son: una estructura dominante es disfuncional; la falta de dominancia estructural es disfuncional; la demanda femenina y el retiro masculino es disfuncional; cambiar la conducta del otro es esencial para la felicidad matrimonial; la poca habilidad para resolver problemas es disfuncional; leer la mente del otro es disfuncional; participar en una meta-comunicación caracteriza a las parejas bien ajustadas; las altas expectativas para el matrimonio causan divorcio; si se es producto de una parentalidad deficitaria hay déficits psicológicos. Es bueno casarse con alguien que los cure; los matrimonios sanos son posibles si la personalidad y heridas de la familia de origen están curada; el refuerzo de la erosión es la fuente de la disfunción y el divorcio; y la similitud entre los esposos es la base de la estabilidad y la felicidad. En su laboratorio trazó entonces un programa que le permitiera observar: las
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conductas interactivas (código de conducta y emociones en contexto); la percepción de los sujetos investigados (información de las percepciones sobre sí mismo y del otro a través de cuestionarios, tapes, métodos atribucionales y entrevistas); y la fisiología de cada uno de ellos (medidas de sistema nervioso autónomo, endocrino y respuestas del sistema inmunitario). A partir de allí, en el balance de lo que les es central, observó que hay estados que son influenciables por el otro y estados que se mantienen estables ante la interacción del otro (capítulo 2 de esta primera parte y núcleo central de su postura). Así, en las conductas interactivas importa el afecto negativo recíproco y la manera en que empieza una disputa, elementos que lo llevaron a señalar un modo de escalar en lo negativo y dio lugar a la formulación de los conocidos 4 jinetes del Apocalipsis: criticismo, defensividad, desprecio y obstrucción o evasión. En el nivel de lo perceptivo le interesa averiguar sobre el sub-texto, vale decir por la forma en que está contextualizado lo dicho y los sentimientos involucrados. Es algo que se manifiesta en un error en el que un miembro de la pareja atribuye los conflictos a un defecto en los rasgos de carácter del otro y opera distinto en las parejas funcionales y en las disfuncionales. En las primeras se favorece el fortalecimiento de lo relacional por sobre las conductas negativas, es más se maximizan las conductas positivas. En las disfuncionales se mantiene el conflicto realizando la operación inversa. Además, atribuyen lo negativo de su pareja a factores internos mientras las funcionales atribuyen lo positivo a factores internos. En la injerencia de lo fisiológico, observó que este sistema puede ayudar a predecir lo que pasará en el futuro del conflicto, pues en el cuerpo también hay un balance entre lo positivo y negativo que es mediado por las dos ramas del sistema nervioso autónomo a través de despertar la acción De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
fisiológica (arousal) ante una situación de emergencia produciendo tanto una capacidad para calmarse como para hacerlo con el otro integrante y que cuando ello no ocurre puede llevar a alteraciones en el sistema inmunitario. De este modo, clasificó a las parejas estables en volátiles, consensuales y evitadoras. Las volátiles se caracterizan porque sus intentos de influenciar al otro aparecen al inicio de la interacción, tienen una alta expresividad emocional tanto de afectos –como–, la filosofía de la pareja es ser abiertos y expresivos, muestran altos niveles de desacuerdo, afecto y humor, no hay «rigidez o frialdad emocional»11 (stonewall), valoran la apertura y honestidad, son románticos y celosos, les gusta ver al otro con fortaleza y promueven su autonomía. Las consensuales muestran que los intentos de influenciar al otro aparecen en el tercio medio de la interacción, creen en la expresividad emocional pero con moderación, en los tiempos adecuados y sólo para situaciones importantes, hay en cambio, un gran énfasis en la «nosotridad» y el compañerismo. Las evitadoras no tratan de influenciar al otro con sus respectivos puntos de vista, minimizan la importancia de los problemas, hablan de las fortalezas de la relación, se confirman mutuamente que comparten un sistema de creencias, reafirman el compromiso mutuo y terminan la conversación con comentarios solidarios y optimistas, su meta es la aceptación, el acuerdo, la persuasión y la resolución del problema, son expresivos emocionalmente, pero tranquilos. Por supuesto que se da una variedad de interacciones entre ellas capaces de producir desajuste (mismatches). Dado que es usual que en la relación de pareja se den diálogos perpetuos, lo que le Otra traducción dada por los diccionarios es «utilizar tácticas obstruccionistas» o «andarse con evasivas». 11
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que se quiere conocer cuando una pareja consulta a través de 7 preguntas básicas relacionadas con lo señalado en la teoría desplegada antes. Para hacerlo, Gottman dedica tres sesiones conjuntas de una hora y media y dos sesiones individuales, una con cada miembro de la pareja, de una hora de duración. Las preguntas son: ¿En qué está cada uno en el matrimonio? Le interesa evaluar compromiso; expectativas y esperanzas sobre el matrimonio (incluye fantasías de separación); expectativas y esperanzas en la terapia; saber si hay una teoría de la terapia; averiguar costos y beneficios del matrimonio; diferencias entre ellos sobre este punto; y saber si hay patrón de abuso emocional. ¿Cómo está la amistad matrimonial? Interroga sobre áreas de compromiso emocional, estilos de vida similares, pasión y romance, satisfacción sexual, intimidad, diversión, conexión espiritual, soledad, vidas paralelas, finanzas; afectos positivos tales como interés, afecto, humor, validación, diversión, placer; sistemas de cariño y admiración; cariño físico; valoración de la nosotridad vs. el egocentrismo; mirar los mapas del amor; saber cómo conversan cuando no hay conflicto; la observación de las fortalezas; los sentimientos de aceptación de las personalidades; el sentimiento fundamental de crítica o disgusto; la calidad y cantidad de tiempo compartido; si hay interés emocional, humor y cariño en las conversaciones diarias, discusiones diarias o reducción de estrés; el mapa de día de semana, fin de semana, vacaciones, día de salida; cómo se renuevan a sí mismo y al otro cuando están fatigados o con estrés; las rutinas diarias y cómo son significadas; y las discrepancias meta emocionales. ¿Cuáles son sus sentimientos predominantes? Lo que destaca es saber sobre la existencia de sentimientos de predominio positivo y negativo; la frecuencia y éxito 15
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importa a Gottman es establecer una suerte de «hogar relacional» que indica cómo usar los sentimientos positivos para des-escalar el conflicto y producir una moderación o serenidad fisiológica. Para ello es necesario entrenar estrategias de calma tales como expresar afecto, suavizar las quejas, responder no defensivamente, volver atrás (back down) y usar el humor. Lo central es la cantidad de afecto positivo involucrado en la «no» resolución del conflicto. Para esto hay que empezar por crear significados compartidos mediante rituales de conexión, fijación de roles, metas y símbolos de las culturas de las que proceden en aquellas instancias en que se dan contextos no conflictivos. A partir de ahí, se puede abordar el que los sueños y aspiraciones de cada uno puedan volverse realidad evitando los atascamientos mediante un entrenamiento de los modos de hacerlo hasta crear una suerte de banco de capitales emocionales que permita apreciar aspectos de ternura y admiración presentes en la relación y configuran ciertos mapas del amor a cultivar. Detrás de todo lo anterior está la idea que la efectiva resolución está basada en el nivel medio de un hogar matrimonial sensato que se compone de una interacción cotidiana que produce sentimientos tanto positivos como negativos predominantes. Cuando los conflictos tienen solución, la concepción de centrarse sólo en las estrategias para resolver conflictos en el modelo de escucha activa es un objetivo equivocado, pues la mayoría de los problemas maritales tienen que ver con problemas perpetuos. Lo que importa es el afecto de los intentos de resolución. Si no se establece un diálogo adecuado, los conflictos se atascan. Su resolución, por lo tanto, pasa por la exploración de las posiciones en la construcción de significados. Esta parte de la relación funda las bases de la amistad. La segunda parte está dedicada a la evaluación del matrimonio. Establece lo
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de los intentos de reparación durante las discusiones conflictivas; el tipo de respuesta al humor o al enojo; la percepción del humor y el enojo del otro (víctima inocente o indignación justa). ¿Cómo responde la fisiología y la capacidad de calmarse? Averigua sobre sentimientos de inundación debido a la manera como se queja el otro; indaga en las manifestaciones fisiológicas difusas; la habilidad para auto calmarse y la habilidad para calmar al otro. ¿Cómo se dan los conflictos y su regulación? Aquí importa hurgar en los problemas solubles: si sus partidas son suaves o duras; si hay aceptación de la influencia del otro; la capacidad de des-escalar y reparar; el compromiso con el otro; y la presencia de afectos positivos. Y en los problemas perpetuos: la capacidad de diálogo; la posibilidad de atascamiento; la presencia de los 4 jinetes del Apocalipsis; y el descompromiso emocional. ¿Cuál es la capacidad de acoger los sueños del otro y de crear significados comunes compartidos? El interés está puesto en saber si son conocidas las metas de vida propias, misiones y sueños; si son acogidas las metas, misiones y sueños y cómo lo son; si hay miedo de aceptar la influencia del otro; si existe la capacidad de crear significados comunes compartidos en rituales, metas, roles, símbolos; y lo mismo sobre la capacidad progresiva de crear significados comunes compartidos. ¿Cuáles son las fuentes potenciales de resistencia? Indaga acerca de niveles diferentes de compromiso matrimonial; de esperanzas y expectativas diferentes con la terapia; de traiciones actuales o pasadas; de psicopatología dada por traumas del pasado y desórdenes de individuación; de si hay conflicto de valores, temas de amistad o de comunidad.
Lo que Gottman pretende es proveer una revisión de las suposiciones básicas de su terapia, dada por: La terapia es primariamente diádica; las parejas necesitan estar en sus estados emocionales habituales para aprender como arreglárselas con el cambio entre ellos; la terapia no debe ser suavizada; las intervenciones puedan ser fáciles de ejecutar; la terapia debe ser primero una experiencia afectiva positiva; y el terapeuta no debe ser un idealista sobre el matrimonio y sus potencialidades. Con estas declaraciones, Gottman diseña un conjunto de elementos que pueden ser usados por los terapeutas, sin embargo, será la evaluación con la pareja la que indicará los caminos a seguir en cada situación, y será ésta la que guíe los pasos siguientes. De esta manera, lo primero a cambiar serán las condiciones en que está la amistad matrimonial como causa de los conflictos y su consecuencia disfuncional, lo segundo será distinguir problemas solubles de insolubles, lo tercero será como lidiar con la resistencia y lo cuarto será la discusión sobre la prevención y las recaídas. Lo importante es generar un cambio rápido y hacer un seguimiento de esta nueva estructura que cambió. El modo de llevarlo a cabo implica el uso de una serie de cuestionarios con los que se trabaja en sesión. Supone una introducción del concepto «mapa del amor? que permite tanto conocer el instrumento como un conocimiento del otro y llevar esta instrucción a la vida diaria en su aplicación (por ejemplo, ¿quiénes son sus amigos, opositores, amigos potenciales? ¿qué eventos importantes hubo en la vida del otro? ¿qué eventos importantes vendrán?¿qué estresa al otro actualmente? ¿cuáles son algunas de sus preocupaciones? ¿cuáles son sus esperanzas y aspiraciones para sí y para los otros?). A continuación se hace algo parecido en sesión (por ejemplo, ¿cómo les gustaría que
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un diseño que trate el retiro emocional y el derecho a la queja. Lo habitual en este tipo de problema es que existan sueños opuestos que se continúan con la fijación de trincheras opuestas que continúa con el miedo a aceptar la influencia del otro, el abuso eventual y culmina con la distancia emocional y el descompromiso, todo eso, en un proceso que va desde el criticismo, la defensividad y el desprecio a la fatiga y la apatía. Por todo lo anterior, la intervención debe considerar las fortalezas de cada uno, imaginar los sueños del otro, mirar los sueños que subyacen al conflicto, honrar los sueños del otro y manejar la resistencia más común de esta intervención. Como en cualquier modelo terapéutico, la resistencia al cambio debe ser considerada. Gottman la piensa en términos de su teoría de «hogar relacional» al que agrega un concepto que viene de las teorías sobre apego y la denomina «modelo de trabajo interno» y es lo que cada persona realiza acerca del proceso específico que se produce en su relación. De lo que se trata es que un proceso particular que se está efectuando en el «hogar relacional? está marcando un quiebre. Es algo que le permite al terapeuta explorar el mundo interno de ese proceso, algo que sólo puede ocurrir en un espacio seguro y contenedor. En otras palabras, la resistencia para Gottman es aquello que el terapeuta ha dejado de entender de cómo se ha pasado de un sentimiento de seguridad y sintonía que ha hecho de la terapia un espacio de crecimiento y de sentir positivo a uno de signo contrario. En este sentido, la psicopatología debe ser pensada en términos de distorsión de los distintos pisos del «hogar relacional» (no lograr significados comunes compartidos, confundirse entre lo soluble e insoluble, no lograr ternura ni admiración, etc.) y mirada en términos de sistema relacional, 17
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fuera la vida en cinco años? ¿qué cambios les harían a su vida personal? ¿cómo se podrían conectar mentalmente con el otro, pensar en el otro?). Lo mismo se hace con el llamado «sistema de admiración y ternura» (por ejemplo, ¿qué lo ha puesto orgulloso de sí (sus triunfos psicológicos)? ¿qué eventos de su infancia o vida adulta lo han desafiado, períodos gloriosos, etc.), al que luego se agregan eventuales heridas y modos de sanarlas (por ejemplo, ¿qué dificultades ha sufrido en su vida: pérdidas, juicios, estrés, duración, desesperanza, etc.?¿cómo los ha enfrentado, con qué consecuencias?¿cómo ha afectado a su matrimonio?). A continuación se hace otro tanto con los triunfos y las luchas (por ejemplo, ¿qué lo ha puesto orgulloso de sí (sus triunfos psicológicos)? ¿cuáles han sido los eventos de su infancia o vida adulta que lo hayan desafiado, períodos gloriosos, etc.) y con la misión y el legado (por ejemplo, está mirando su lápida, piense en su epitafio, piense en su obituario; escriba la misión de su vida, ¿cómo le fue?¿qué persona le hubiera gustado ser? ¿con qué demonios ha tenido que pelear?). Valgan estos ejemplos de su sistema conceptual para que tengamos una idea de la forma en que Gottman procede, pues ejecuta con este procedimiento cada una de sus ideas en detalle. Quizás sea interesante observar las habilidades a tomar en cuenta en el caso de los problemas solubles. Ellas son: comienzo suave, reparación y de-escalamiento, aceptación de la influencia del otro, compromiso y tranquilización fisiológica (básico para todas las anteriores). Distinto es vérselas con lo inevitable o problemas insolubles, pues para ello a Gottman le importa más conocer el atascamiento de «los anhelos que subyacen al conflicto». Al ser habitualmente así, el foco estará puesto en los significados simbólicos que distancian y en las metas personales de creación de significados de manera de crear
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biológico, trastornos en la identidad, ausencia de redes sociales o de necesidad de cambios sociales en contextos políticos específicos. El siguiente capítulo lo dedica a pensar sobre cómo evitar las recaídas. Cada pareja debe ser capaz de salir airosa de sus interacciones conflictivas y hacer las próximas mejores. A su vez, la pareja debe ser capaz de conectarse desde diferentes estados emocionales. Al terminar, el modelo de Gottman enfatiza que lo realizado ha consistido en reforzar la amistad matrimonial (afectividad, contención, conexión emocional y respeto), regular las habilidades para solucionar sus conflictos y la habilidad para funcionar en y como equipo, asimismo, la capacidad de vérselas con las posibles recaídas.
central: la idea de un pedido de terapia que empieza con un contrato de ayuda en el que se presenta el problema a tratar. Pinsof señala que la estructura mantenedora del problema encarna restricciones que bloquea el sistema del paciente para resolver dicho problema. Tales restricciones derivan de seis expresiones del contexto (meta-marcos):
3. Integrated Centered Problem The12 rapy , William Pinsof, 1995, Basic Book, New York
El segundo capítulo delinea las modalidades y orientaciones de la terapia centrada en los problemas en el sentido de considerar lo relacionado con la familia y la comunidad, como asimismo, la pareja y lo individual, en seis orientaciones: conductual, bio-psico-farmacológica, experiencial, familia de origen, psicodinámica y terapias orientadas al self.. Estas orientaciones tienen algunos principios de aplicación que unen dos proposiciones: es imposible saber cómo evolucionará la estructura que mantiene el problema; y la orientación y modalidad a aplicar debe ser aplicada en lo que mejor funciona clínicamente, al menor costo y con la mayor efectividad. El tercer capítulo aborda la teoría relacional del modelo, basada en la alianza terapéutica especificando su naturaleza, el rol que ocupa y el progresivo desenvolvimiento de ella en el curso de la terapia, como asimismo algunos de sus desafíos y dificultades. El cuarto capítulo desarrolla las premisas de evaluación e intervención en un continuo que empieza con la llamada telefónica para pedir la hora, sigue con el planteo de
• La organización social • La biología • Los significados (con especial referencia a la cultura y al género) • Los procesos transgeneracionales • Las relaciones objetales • La estructura del self. • La estructura que mantiene el problema determina los requerimientos terapéuticos caso a caso.
Para este autor, la psicoterapia enfrenta hoy dos desafíos mayores: los variados modelos que han emergido en las últimas décadas y las restricciones financieras en salud. La primera desafía a la integración efectiva, la segunda desafía la relación costo-eficacia. El libro es un intento de re-encuadrar la relación costo-efectividad con la integración de los modelos principales de psicoterapia. Inventa un nombre para ello: «Terapia integrativa centrada en los problemas». Para llevarla a cabo investiga en los avances realizados por la terapia familiar, la terapia individual y la psiquiatría biológica (biobehavioral medicine). La idea es además llevarla a término en un tiempo limitado. El primer capítulo desarrolla el concepto 12
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El octavo capítulo describe el proceso de este tipo de terapia cuando el sistema del paciente está bloqueado. Describe cómo el terapeuta aplica cada una de las orientaciones para modificar las restricciones potenciales dentro de los distintos niveles del contexto en que opera la estructura mantenedora del problema. Se ilustra cómo trabaja el terapeuta con el fin de aminorar, aliviar o tolerar las restricciones que cierran la posibilidad de resolver el problema y cómo el terapeuta efectúa transiciones de una orientación a otra sin perturbar la alianza terapéutica. El último capítulo apunta a dos temas de cierre. El primero es la creación de un estilo propio en la integración del modelo, el segundo es la creación de la singularidad en la aplicación del modelo considerando lo propio de cada paciente. Lo que me ha parecido relevante de este libro ha sido su ordenamiento y algunas de sus ideas centrales que quizás sea necesario enfatizar: La primera es que los pacientes tienen versiones sobre sus problemas. Y dichos problemas varían en una gama que va desde lo mundano a lo existencial y en general son más de uno por vez. Si los consultantes son más de uno existirán tantas versiones del problema como gente involucrada. Además, los problemas se modifican durante el curso de la terapia: unos por leves, otros porque se aceptan como inevitables, pero hay unos terceros que son los necesarios de tratar. Para Pinsof, el desafío del terapeuta es estar ocupado con el problema actual y eso no significa no ocuparse de otros, sólo es que no hay que obviar el primero. Además, es éste el que constituye el criterio de evaluación del resultado mínimo de la terapia. Este autor destaca que para él hay al menos dos formas de concebir la terapia: la integrada centrada en los problemas (estratégica, conductuales, funcionales, basada en los recursos) y la centrada en los 19
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hipótesis y con el abordaje del problema. Se pregunta por lo que es salud, la manutención del problema, la relación costo-efectividad y las premisas interpersonales que guían la evaluación y la intervención. En este contexto, la terapia es definida como un desafío educacional en la que el terapeuta ayuda a hacer competentes a los pacientes enseñándoles la manera más efectiva para resolver las reglas y mecanismos de la estructura problema. El quinto capítulo especifica quienes deben estar involucrados directamente en las cuatro fases de la terapia con cinco tipos distintos de sistemas de pacientes. Las fases son: la primera sesión, las sesiones de la dos a la cinco, las sesiones intermedias y las de término. Los cinco tipos de sistema son: la familia nuclear con un niño como paciente índice, una familia ensamblada con un niño como paciente índice, una pareja, una persona sola que busca ayuda y una persona sola que busca ayuda y cohabita con otro/a/s. El sexto capítulo despliega la idea de que el problema se inscribe en un circuito problema y une el ciclo problemático a la estructura que mantiene el problema trazando pasos para identificar los variados componentes del circuito. Estos pasos incluyen: la identificación del o los problemas, las soluciones intentadas, el sistema biológico, el sistema emocional, el sistema cognitivo y las soluciones adaptativas alternativas. El séptimo capítulo describe cómo la terapia modifica en forma activa y directa el circuito del problema y cómo el terapeuta ayuda a identificar las claves del paciente para encontrar una solución adaptativa a su problema presente; establece consensos junto con las claves del paciente sobre la conveniencia de una solución adaptativa; enseña claves al paciente para implementar soluciones adaptativas; evalúa, con las claves del paciente, el impacto de la solución adaptativa en el circuito problema.
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implicados en la manutención o solución del problema actual. En tal sentido, el sistema paciente se divide en aspectos directos e indirectos según el nivel de participación en el problema en una unidad de tiempo. La línea divisoria es tenue. Desde esta perspectiva, en el caso de la terapia sistémica, la terapia individual, de pareja y de familia se convierten en tres teorías y modos diferentes de intervención dentro de un mismo terreno.
valores porque intentan mover a los pacientes hacia un estado de funcionamiento ideal (humanística, experiencial, psicoanalítica; estructural, boweneana). La combinación de ambas suele estar presente, lo importante es distinguir cuando y de qué modo se está en cada una. Una cuestión central en este enfoque consiste en saber qué o quién constituye el sistema que contiene el problema, dicho de otro modo, qué o quién es el paciente. ¿Es un individuo, una pareja o la familia? Para ello hay que definir el sistema paciente como aquel que contiene a todos los sistemas humanos que están o pueden estar involucrados en la manutención o resolución del problema actual. Es un concepto útil como herramienta clínica práctica. Por ejemplo, en el caso de un paciente de 35 años que está en una comunidad terapéutica para tratarse de su adicción a las drogas, los profesionales de dicha comunidad observaron que los problemas familiares del paciente eran relevantes para su mejoría y pidieron ayuda a terapeutas familiares. Realizar este paso significó, en un primer momento, aunar criterios entre dos instituciones sobre la finalidad del pedido, en una segunda instancia, conversar con el paciente y los miembros de la familia que quisieron asistir, sobre el objetivo del pedido. En un tercer momento, trabajar en terapia los elementos de la dinámica familiar que estaban incidiendo para dificultar la mejoría. Y en simultaneo, orientar el trabajo de las dos instituciones a lo largo del tiempo que duró la intervención. Son sistemas que pueden ser biológicos, psicológicos, sociales o combinaciones de los anteriores. Se trata de concepto que permite direccionar los aspectos de la realidad implicados sin encerrarse en niveles pequeños o exclusivos, y al mismo tiempo, «unir a cada problema con su singular sistema paciente ya que en él están contenidos todos los sistemas humanos que están o pueden estar De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
4. The Multi-level Approach: A Road Map for Couples Therapy, Michele Scheinkman En su resumen, esta autora nos indica que quiere presentar un marco conceptual y un mapa de ruta para el proceso terapéutico con el objetivo de orientar a los terapeutas en la creación de un «ambiente contenedor», tomando como punto de partida el patrón reactivo de la pareja. A partir de ahí y en colaboración con la pareja, proceder a explorar los procesos interaccionales, socioculturales u organizacionales, intrapsíquicos e intergeneracionales que pueden estar agravando sus dinámicas. El objetivo general es ayudar a los miembros de la pareja a pasar desde la reactividad a la responsabilidad por sus propios sentimientos y conductas, del impasse a una mayor capacidad de reflexionar, a expresar sentimientos, escuchar, negociar y tomar decisiones sobre cómo estar en la relación. Su intención es que sea una herramienta útil para organizar la práctica y el entrenamiento clínico. En ella, la influencia de Pinsof, reseñado más arriba, es evidente. ¿Cómo lo desarrolla? Observando la danza de la pareja y sus coreografías, vale decir, su inserción en un patrón o pauta circular que es mantenida 20
por las acciones y reacciones recíprocas de ambos miembros que en algún momento de conflicto, hacen que los miembros de la pareja sean incapaces de escucharse, empatizar, comunicarse, negociar y resolver sus problemas; y a nivel de la coreografía, cómo éstas tienden a agruparse en tres configuraciones principales: conflicto intenso, perseguidor-perseguido y distanciamiento mutuo. Agrega que para que esta danza se mantenga es necesario el combustible de la ansiedad, fluido subyacente que pueden provenir de diversas fuentes: del proceso mismo de escalada, de presiones del contexto, de heridas que se han ido acumulando en la historia de la relación, de un miedo que proviene de una experiencia pasada, entre otras. Lo importante es que en esas circunstancias, la persona se vuelve propenso a la fusión y tiende a no tolerar la separación ni las diferencias y se empeña en lograr que la otra persona haga las cosas a su manera. El problema es que logra gatillar una defensividad que generalmente se vuelve en su contra y genera ciclos automáticos de persecución y distanciamiento, ataque y contraataque o distanciamiento de ambos. Con esos elementos construye el proceso terapéutico que contiene los siguientes pasos: a. Crear un clima de contención dado por la equidistancia, el señalamiento de esperanza, la transmisión de suspender decisiones inmediatas mientras dure el proceso, las soluciones intentadas, instrucciones de cómo actuar entre sesiones, resaltando lo que hay de recursos y fortalezas en ellos y poniéndose en acto como persona en su función de terapeuta en relación a lo que los consultantes manifiestan. b. Establecer los pasos de la intervención terapéutica en 4 niveles: interaccional, socio cultural/ organizacional, intrapsíquico e intergeneracional. 21
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b1. En el nivel interaccional despliega varios objetivos: investigar las interacciones problemáticas de la pareja con el fin de establecer la pauta; identificar y desafiar la forma en que cada miembro participa en la danza; bloquear sus intentos inadecuados de solución y escalada alentando conductas y significados que los orienten en una mejor dirección; y estableciéndose como una mediadora que está a favor de ambos. Las formas de llevarlo a cabo incluye intervenciones que se adecuan al problema y tipo de relación, por ejemplo, rastreo de secuencias, externalización de la pauta, interrupción de lo intentado que fracasa, etc. b2. En el nivel socio cultural/ organizacional, los objetivos son: deconstruir significados rígidos acerca del compañero/a (ella es «floja?, él es «malvado?) y ayudar a la pareja a ubicar sus dificultades en términos de estresores contextuales y/o conflictos organizacionales que es posible abordar; reconocer el impacto de un evento, situación o contexto específico sobre la relación, tomando en cuenta la efectividad de sus estrategias de enfrentamiento; identificar tensiones que provienen de dilemas organizacionales tales como insatisfacción con respecto a la división de las tareas, responsabilidad económica, falta de tiempo personal o de tiempo para la pareja sola, y fomentar negociaciones; identificar desigualdades de poder, promoviendo que cada participante sea capaz de expresar sus necesidades y deseos individuales; y negociar un quid pro quo equitativo. Formas de lograrlo es normalizando el problema, haciendo visibles necesidades individuales, definiendo límites, implementando acuerdos, etc. b3. En el nivel intrapsíquico, que coincide con lo que ella llama el ciclo de la vulnerabilidad, los objetivos son: comprender cómo se relaciona la mantención de la danza de la pareja con la activación de las vulnerabilidades individuales; y cómo estas
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veles, asegurándose de que toman en cuenta procesos clave que tal vez no forman parte de los mapas que utilizan habitualmente.
vulnerabilidades gatillan automáticamente ciertas estrategias de defensa que a su vez activan el ciclo de la vulnerabilidad. Formas de hacerlo son darse cuenta de la desconexión entre la experiencia subjetiva y la conducta defensiva manifiesta, darle nombre a los puntos sensibles, separar el presente del pasado, etc. b4. En el nivel intergeneracional, los objetivos son: ayudar a cada uno en la diferenciación de su familia de origen, suponiendo que este trabajo posiblemente se va a traducir en cambios en las formas de actuar en la relación de pareja; y movilizar cambios sistémicos con respecto a sus familias. Formas de cumplirlos son establecer conexiones de familia de origen, hacer un mapa de los patrones multigeneracionales y eventualmente citar a la familia de origen. Se trata de un enfoque de múltiples niveles que tiene como propósito ser un mapa de ruta que ayude a los terapeutas a organizar el proceso terapéutico. Considera cada nivel como una dimensión de la relación de pareja y orienta al terapeuta en cómo abordar diferentes conjuntos de procesos y tensiones, capa por capa. Dependiendo del caso, el tiempo disponible o el momento de la terapia, un nivel o una combinación de ellos será más relevante. Ese trata de un esquema de tratamiento especialmente útil a terapeutas principiantes que enfrentados a un aluvión de información, necesitan una manera sistemática de proceder. Los terapeutas experimentados pueden cuestionar de plano la relevancia de una estrategia secuencial, prefiriendo cambiar de niveles sin un mapa. Sin embargo, todos los terapeutas necesitamos ser flexibles y volver una y otra vez a estos cuatro niveles según lo que sucede en una sesión determinada. Por este motivo, al menos al inicio, incluso a los terapeutas experimentados puede servirles moverse sistemáticamente a través de estos cuatro niDe Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
5. Emotional intelligence in couple therapy: advances from neurobiology and the science of intimate relationships, Brent J. Atkinson Finalmente examinaremos el enfoque de Atkinson por su relevancia en combinar aspectos neuro- biológicos con el quehacer de la terapia de pareja. En términos generales, este autor resalta la importancia de un cerebro emocional donde la arquitectura neural acoge las influencias emocionales e influye sobre las decisiones racionales en el sentido de ser dependientes de las relaciones emocionales. Su interés está puesto en el diseño de una terapia que sea respetuosa del cerebro emocional en la cual se pueda ayudar a los pacientes a darse cuenta de la manera en que sus pensamientos y acciones son gobernados por estados neurales internos de los que no se dan cuenta. La ayuda consiste en desbloquear estados internos que predicen actitudes y conductas en el éxito de las relaciones y en aumentar el contacto con los estados internos que hacen de soporte de actitudes y conductas necesarias para el éxito de las relaciones. Establece a continuación lo que él llama un cableado del amor consistente en un sistema operativo ejecutivo que nos viene de ser creaturas capaces de afiliarnos y de trabajar con otras en nuestra tarea de sobrevivir. Para ello estamos dotados de circuitos neurales especializados que cuando se activan nos producen naturalmente un deseo al acercamiento a otros a través de la motivación a explorar, aprender e influir sobre el mundo circundante. Este sistema operativo ejecutivo se despliega a través de diferentes períodos 22
ventaja evolutiva de favorecer la reproducción de la especie. Finalmente está el juego, cuya activación despierta una urgencia vigorosa y espontánea a interactuar con otros. Le acompaña un sentimiento de alegría y deleite y pensamientos positivos. La ventaja evolutiva es la liberación de neuropéptidos que promueven el vínculo social, la motivación de la creatividad, la experimentación; y el aumento de las condiciones físicas de salud de los agentes que se liberan al jugar. Con esta mirada, Atkinson piensa que las parejas afligidas y en conflicto son a menudo incapaces de tener éxito en sus relaciones a menos que se haga algo con la activación automática y suprima los patrones que condicionan sus estados neurales. Ellos necesitan «recablear» su cerebro por uno más flexible. Tomando en cuenta lo que han descubierto diferentes investigadores (de manera muy importante en su trabajo, Gottman), señala algunos prerrequisitos para la terapia, los que se desarrollan mediante 10 habilidades a entrenar: El primero es empezar el conflicto con suavidad y requiere de entrenar las dos primeras habilidades, la de evitar una actitud enjuiciadora y situarse en una postura elevada de sí mismo que no desvalorice al otro. El segundo prerrequisito es aceptar ser influido y se logra entrenando la búsqueda y comprensión de aquellas cosas que no se entienden en el otro y dando un respeto por esa otra posición. El tercero es efectuar una reparación efectiva, la que se logra entrenando la oferta de seguridad al otro. El cuarto es el respeto por los sueños del otro y los propios mediante la comprensión y desarrollo de lo que cada uno significa como participación común. El quinto prerrequisito se da durante los tiempos y eventos con conflictivos. Para ello es necesario entrenar la curiosidad por el 23
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de nuestra historia evolutiva y nos provee de diferentes ventajas evolutivas. Dos de estos siete sistemas operativos ejecutivos están gobernados por la amígdala, ubicada en el sistema límbico del cerebro. Ellos son el furor y el temor, cuya función es desplegar pensamientos y acciones de auto protección. Se trata de sistemas ejecutivos más amplios que despertar la pura emoción de rabia y miedo. La activación del sistema del furor produce sentimientos que van desde la frustración hasta una intensa rabia, pensamientos que se desbordan hacia culpar y desdeñar, recuerdos de pasadas transgresiones y la urgencia de pelear con el agente agresor. Sin duda, su ventaja evolutiva es la auto protección. En el caso del temor, su activación produce sentimientos que van de la ansiedad hasta el intenso susto, pensamientos de preocupación en su grado menor y de catástrofe en su grado mayor y las ganas de escapar de las actuales circunstancias. Esa es su ventaja evolutiva, la de escapar de los peligros. Sin embargo, en el comienzo de cualquier ser humano lo primero que aparece es el cuidado, cuya ventaja evolutiva es la protección propia y de los otros y está activado por neuro químicos como la ocitocina y la prolactina. Cuando el cuidado se interrumpe o es amenazado, esta separación de la figura protectora activa pánico, cuya ventaja evolutiva es motivarse hacia la afiliación, hacia una solicitud de sostén o de soporte con el fin de evitar sentimientos comandados por la vivencia de soledad, depresión, desilusión o decepción, en donde participan opioides internos como las endorfinas y encefalinas. Otro elemento de comienzo es la acción de búsqueda, cuya ventaja evolutiva es la motivación para aprender y agenciárselas de manera efectiva en el mundo. El sexto sistema ejecutivo es el del deseo, cuya activación produce sentimientos de despertar sexual y pensamientos hacia su cumplimiento y realización con la
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mundo del otro, mantener una mirada de lo positivo que hay en la relación, y procurarse significados comunes y compartirlos. Con todo lo anterior, Atkinson ha avanzado en conocer lo que les pasa y señalado en que consiste adquirir destrezas. A continuación le interesa desplegar la terapia en 3 fases: El terapeuta le ayuda a cada miembro a cambiar desde estados defensivos a estados receptivos, de manera tal que les permita hacer los cambios necesarios en sus pensamientos y acciones. Cada miembro ejecuta lo entrenado previamente con el terapeuta (reconoce más fácilmente situaciones típicas de enganche; desarrolla un plan para no enganchar; desarrolla una estrategia para practicar ese plan en forma reiterada. El terapeuta favorece la construcción de un vínculo emocional en los períodos sin conflicto (entrenamiento de estados internos ligados a la gratificación, juego, espontaneidad, interés sexual, deseo de cercanía e interés genuino por el otro). Y supone tareas críticas: Ayudar a cada uno a cambiar de lo defensivo a lo receptivo. No es fácil salir de los sentimientos de incomprensión, malos entendidos y críticas. Hay que trabajar con la empatía, la ternura y el respeto hacia el paciente. Hay que cultivar el sentirse entendido, cuidado, mostrar recursos y fortalezas, amor, paciencia y preocupación. Ayudar a cada uno a desarrollar la creencia que ellos pueden influir poderosamente en la manera como quieren ser tratados por el otro. Si quieren obtener cuidado y respeto es lo que tienen que poder mostrarle al otro con sus propias conductas no combativas, tiernas hacia sí mismo y hacia el otro; el terapeuta no debe entrar en argumentaciones sino usar lo que les hace sentido. Conocer las actitudes y conductas predecibles que son necesarias en los momentos claves. Mostrar aquello que induce cooperación y respeto en el otro. De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
Ayudar a cada uno a desarrollar la habilidad para modificar sus estados internos. Conocer el formato adecuado que se necesita en los distintos momentos de la terapia (tipos de metas, tareas, sesiones conjuntas o individuales). Ayudar a cada uno a conectarse con aquellos estado internos que producen intimidad de una forma natural. Estimular aquello que conecta con lo lúdico, el cuidado, el deseo de proximidad y el erótico y lo que vincula desde el pánico, evitando la rabia y disolviendo el miedo. Para el terapeuta, conocer cómo cambiar de un estado interno a otro con el fin de observar el más apropiado para el trabajo en cada momento (conexión con la empatía y la ternura). La segunda parte del libro la dedica a examinar cómo llevarla a cabo empezando por la creación de cambios internos que busca liberarlos de la compulsión al ataque, a culpar al otro, a defenderse o a huir: Para ello ha sido necesario empezar desde el centro de la tormenta pidiéndoles que hablen acerca de un tema en que se han sentido malentendidos o no les han hecho caso y se han sentido descalificados. Si las sesiones previas han sido exitosas, el estado interno de cada miembro de la pareja estará más autoprotegido y no responderá como lo solía hacer antes, más bien orientará la conversación al mutuo respeto y cooperación. No se trata de una tarea fácil, por lo que la metodología para lograrlo ocupa gran parte de esta segunda sección.
Discusión Examinadas las cinco reseñas, me interesa mostrar lo que nos ha hecho sentido de ellas. Si vuelvo a las tres preguntas iniciales, comprender la relación que despliegan las parejas que nos consultan, valernos de lo que han dicho las investigaciones y si hay 24
tiempo ganas de mantenerse distanciado, o sea, oscilar entre la vinculación y la libertad, entre la estabilidad y el cambio, sin dejar de mencionar el tipo de elección, habitualmente condicionado por las pautas sociales imperantes. Gottman es otro autor que reacciona ante «el aumento de la tasa de divorcios, su consecuencia en la salud mental de la población y el que esos conflictos y rupturas afecten a los hijos cuando son usados y triangulados?. De nuevo aparecen la motivación y la vulnerabilidad conectadas a las características de la sociedad actual. De un modo distinto y más pragmático, Pinsof señala que han surgido «variados modelos en las últimas décadas debido a las restricciones financieras en salud?. Han surgido como respuestas para mejorar el coste-eficacia de la terapia y para conseguir una mejor integración entre los distintos modelos de ejercerla. Aquí la motivación está puesta en los terceros que pagan y la vulnerabilidad queda situada en el sistema de prestaciones resultantes que condicionan el tipo y frecuencia de las atenciones. No ahondaré en ello a pesar de su influencia. Sin embargo, para evaluar la motivación, y antes de que se haga presente en términos clínicos la vulnerabilidad, nos encontramos con dos personas enfrente nuestro que nos solicitan ayuda. Después de preguntas formales sobre los datos personales, tiempo de estar juntos, número de hijos, si los padres vivos y cuál es condición conyugal de ellos, actividad y edad, la pregunta inicial es acerca de cómo se gestó la consulta. Nos interesa explorar aquella conversación que hubo entre ellos y que se expresa en una toma de iniciativa. ¿Quién invitó a quién? ¿Cuáles fueron las facilidades o dificultades que surgieron en esa conversación? ¿Cuánto tiempo pasó hasta que concretaron el pedido? Son luces de un proceso que ya comienza a desplegarse ante nuestros ojos. 25
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una mejor técnica para lograrlo, los comentarios de los textos antes citados nos han sido de una valiosa ayuda. ¿En qué sentido? Al iniciar un proceso de terapia de pareja, lo primero a considerar son los factores culturales, de género, sexuales y religiosos desde el comienzo del pedido. Su omisión suele ser causa de rupturas en la alianza terapéutica desde su inicio. A continuación, la experiencia que hemos ido adquiriendo, nos señala que la motivación de los consultantes es un factor esencial. Solemos observar que ésta está disminuida o ausente por un conjunto de factores: pérdida de amor por el otro, sentimiento de daño irreparable, aparición de una nueva relación afectiva, situaciones personales de menoscabo y situaciones de decepción, entre otras. Averiguar acerca de la motivación a consultar parece entonces un factor necesario y primario a considerar. Los factores culturales invocados por Willi que dan cuenta de un cambio de perspectiva respecto de la autorrealización, condicionalidad y necesidad del otro para el propio desarrollo («alguien que nos comprenda y responda a nuestro pedido de intimidad?) ponen a la vulnerabilidad en el centro de la relación y es quizás el segundo elemento a tomar en cuenta. Tanto la motivación como la vulnerabilidad nos hablan del contexto en que ambas están situadas: la de la vida contemporánea con sus exigencias de logro y las de consumo y adaptación a un mundo globalizado. Colocaré allí nuestra primera comprensión, es decir, nuestra preferencia es ver a la persona que nos consulta como portadora de una tensión dada por el fomento de su individualidad y su necesidad de compañía amorosa, todo ello en un mundo propenso a producirla, sin hacerse cargo socialmente de ello. Sus formas de expresión pueden ser como dice Willi, el interés propio en tensión con el altruismo, el deseo de entablar relaciones de cooperación y al mismo
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¿Qué nos ha interesado tomar en cuenta con el vínculo de las reseñas ofrecidas? Los autores invocados nos iluminan en este punto de distintas maneras. Willi, cuando dice de la importancia de «examinar la situación contextual en que apareció el problema? y «los factores agravantes o favorables?. Ambos enunciados nos permiten observar la relación tanto en su medio externo como en su dinámica interna. Gottman, es también relevante cuando señala la necesidad de observar las formas que toma el «hogar relacional?, datos que aparecen temprano en el modo de hablar y de dirigirse al otro cuando importa la forma en que decidieron consultar. Lo mismo cuando nos enseña a distinguir entre tipos de trato entre ellos (volátiles, consensuales, evitadores) y los estados emocionales desde los que hablan para decir en qué están en la amistad de pareja al momento de consultar. Pinsof es otro interpelador, cuando enfatiza la necesidad de formalizar el pedido de ayuda mediante un contrato. Scheinkman, al acentuar la observación de la ansiedad como combustible de una danza que emerge desde los primeros minutos si observamos con atención la reacción ante esta pregunta inicial aparentemente ingenua. Y Atkinson, cuando nos invita a prestar atención a los «estados internos que predicen actitudes y conductas en el éxito de las relaciones?, estados que ya se notan en esos primeros segundos si atendemos a sutiles movimientos faciales, gestos, posturas corporales o actitudes, al contestar la pregunta. Una recomendación que sugerimos es hacer un ejercicio interno de descripción de lo que estamos observando. Implica fijarse en aquellos movimientos que dan cuenta de una danza entre ellos. ¿Quién habla primero? ¿Se miran previamente? Cuando él habla, ¿ella lo mira? ¿y al revés?. Al examinar este trocito de sesión en un dvd o videotape, la riqueza de lo que aparece allí nos sorprende en la posibilidad de predicción de lo que vendrá a continuación. Por De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
ejemplo, una señora que prefiere hablar en primer término cuando la terapeuta les ofrece la palabra, se presenta como profesora de filosofía y nada más. Como la terapeuta se queda esperando algo más, agrega que hace clases en un liceo de un barrio pobre. Será más adelante que aparecerá la congruencia de esta forma escueta de presentarse en términos de sumisión a su esposo y la repercusión en su estado anímico. La descripción no tiene que ver con la interpretación que hacemos de los que ellos hacen. Eso viene después, incluso después de situarnos en la repercusión emocional que nos ha producido su forma de conducirse y el modo de responder a nuestras preguntas iniciales. Estos tres elementos, descripción, repercusión emocional e interpretación de lo que aparece al frente nuestro nos permitirá ir paso a paso en la construcción de una lógica procesal que nos acompañará durante toda la terapia. Suele ocurrir que estas preguntas iniciales abran una conversación que nos lleve con rapidez a la trastienda de la pauta interaccional entre ellos, tanto en aquello que no les es sintomático o disfuncional, como en lo que los atrapa de un modo mortificante. Podríamos decir que estamos de lleno en la micro secuencia y en el microproceso. ¿Qué significa eso? Tal como dice Pinsof, estamos enfrente al nivel organizacional que ellos se están dando, y como agrega Scheinkman, observando la «inserción en un patrón o pauta circular que es mantenida por las acciones y reacciones recíprocas de ambos miembros?. Y parecido a Gottman, al enfatizar la observación de «las conductas interactivas (el código de conducta y las emociones en contexto); la información de las percepciones sobre sí mismo y del otro; y la expresión fisiológica de cada uno de ellos?. Una vez que han desplegado lo que han tenido en cuenta para consultar, uno de los dos relata el problema que los mortifica. 26
ble elegir un foco con el que quedarse. Para hacerlo, basta que atendamos a las acciones y reacciones recíprocas de ambos miembros en la descripción, reacción emocional e interpretación de conflicto que los revela en su incapacidad de escucharse, empatizar, comunicarse, negociar y resolver ese problema, como dice en términos parecidos Scheinkman, al describir lo que es una pauta interaccional. No siempre ocurre así. A veces hay más acuerdo en el modo de verlo, hay menos tensión entre ellos, hay gestos de ternura de entrada, etc., todos ellos signos de un mejor pronóstico. No es el momento de desarrollar toda la gama de posibilidades que se pueden dar en estos primeros minutos. Lo que nos interesa destacar es la importancia de observar el proceso de los elementos involucrados en cada una de las escenas dramáticas. La tercera escena dramática es la que nos incluye cuando hacemos nuestras preguntas o efectuamos cualquier tipo de intervención. Es el oficio artesanal que debemos desarrollar hasta convertirlo, en la medida de lo posible, en el arte de la terapia. Las tres escenas se superponen y es tarea del terapeuta conservar un mapa genérico que lo guíe en sus propósitos de focalizar en la pauta una vez descubierta. El énfasis está puesto en que será más fácil descubrirla si recorremos el camino antes señalado. Se trata de un ahorro de energía y de una búsqueda estética, dos pretensiones importantes a la hora de lograr eficiencia y un buen clima de trabajo. En general los consultantes agradecen ser escuchados con atención en sus relatos, y agradecen más, si el terapeuta repite sus palabras en un contexto diferente que implica comprensión y redefinición positiva. ¿De qué valerse para hacerlo? Hemos ideado un concepto del que nos podemos valer, el concepto de pie13. Esta Gesto, palabra o acción importante del consultante que es tomada como una entrada para que el terapeuta resalte el valor de la comprensión, el cambio 13
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Al hacerlo puede elegir hablar en primera persona del singular o primera persona del plural. No es esta una diferencia menor, pues revela el lugar en el que está inmerso el otro en el mundo del que habla. Será tarea del terapeuta ayudarle a precisar, en especial si el otro todavía no ha ratificado esa manera de estar incluido en el relato. Interesa hacer esta distinción, parafraseando a Gottman, «por la forma en que está contextualizado lo dicho y los sentimientos involucrados» y porque «los pacientes tienen versiones sobre sus problemas», tal como señala Pinsof y porque el conflicto es «mantenido por el combustible de la ansiedad? al decir de Scheinkman, también expresada en la elección del pronombre personal invocado. Estamos en los primeros minutos de sesión y ya la primera escena dramática se ha hecho visible ante nuestro ojos. Llamaremos escena dramática a una secuencia de gestos, actitudes, posturas corporales, conductas y actos de habla que cada miembro de la pareja ejecuta sin advertirlo en relación al problema que les aqueja y hace visible una danza interaccional a la manera de un guión cinematográfico o teatral. Su utilidad para el terapeuta es en varios niveles: mira mejor la ekdota y menos la an-écdota; se «engancha» menos con las simpatías y antipatías que cada uno le despierta, con la ideología propia y con sus sentimientos aversivos hacia alguno de ellos. A cambio, le permite atender la danza que se le revela ante sus ojos y despertarle sus sueños de director de una escena nueva en la que él puede participar a través de su arte terapéutico. Una vez obtenida las dos versiones, nuestra indagación se desplaza hacia una segunda escena dramática, la de los ejemplos de cómo se exterioriza el problema que los trae cuando están en otra parte (casa, calle, reunión familiar, etc.), ojalá con ejemplos concretos de cómo ocurre. Dos escenas, una ante nuestra presencia, otra mediada por el relato de cada cual. En este corto lapso de tiempo ya es posi-
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herramienta le permite al terapeuta estar atento a cualquier diferencia positiva que aparezca en el relato. Hasta ahora hemos observado al menos tres formas de aparecer. Una es la puesta en obra de alguna comprensión de lo que un miembro de la pareja hace o dice en términos de valorarlo o de mencionar que cuando habla o actúa así, está valorando al otro. Otra es resaltar lo que ya ha cambiado en la relación y que ellos están pasando por alto. Y una tercera manera es hacer presente algún recurso de cualquiera de los dos en términos de algo que antes no estaba disponible. Ejemplo de comprensión es resaltar lo difícil que debe estar siendo que él hable de su culpa por una deslealtad con ella y lo haga de un modo en que no se está justificando. Un ejemplo de cambio es que ella diga, en relación a lo anterior, que es la primera vez que lo escucha en un tono sincero y asumiendo que lo que hizo la hirió. Y un ejemplo de recurso es que él le dijo a su madre que de ahora en adelante no permitiría que criticara a su esposa como lo estaba haciendo, a lo que ella respondió que no sólo le creía, sino que advertiría si era ella la que también se hacía trampas llamando a la suegra cuando podía ejecutar algunas labores por si misma con la hija pequeña. El contexto de esta consulta fue el de una depresión post parto ya curada que mantuvo, sin embargo, comportamientos y actitudes de una coreografía perseguidor-perseguida (Scheinkman) debido a aprehensiones compartidas por los cónyuges de un modo muy distinto y no aprobado por el otro. La pauta era: él la veía angustiada con la crianza de la hija, ella dudaba si lo estaba haciendo bien, él invocaba la ayuda de su madre (la esposa no se relacionaba con la suya), ella se resistía, pero terminaba pi-
diéndole ayuda, la suegra la descalificaba sutilmente, ella se resentía con él, él le decía que no se metería más, la hija volvía a ser muy observada por ambos, y por una cosa u otra, él se angustiaba de nuevo, pero en vez de reconocerlo, la criticaba (la colocaba a ella en una posición de no saber), él volvía a llamar a la madre, ella se resistía, pero al final cedía, la suegra se hacía cargo y la desvalorizaba, ella se resentía con él, etc., con los resultados ya descritos. Cuando en la sesión él habló de su angustia, ella se enojó. El terapeuta le preguntó si antes él lo había dicho así, es decir, que lo que sentía era angustia. La esposa dijo que en realidad él la criticaba y no decía lo que le pasaba a él. El terapeuta preguntó si había alguna diferencia. La esposa afirmó que no lo había visto antes así, es decir, que fuera capaz de exteriorizar sus sentimientos en vez de criticarla. Fue el comienzo de otra manera de hablar entre ellos y dio lugar a lo descrito más arriba en términos de comprensión, recurso y cambio. Ocurrió a partir de un pie dado por la diferencia entre crítica al otro y angustia propia (se ha ayudado a los consultantes a «pasar desde la reactividad a la responsabilidad por sus propios sentimientos y conductas? como dice Scheinkman). Lo que hemos querido resaltar es cómo actuar desde el comienzo de la consulta, orientado más al proceso y menos a lo temático. Este último será, sin embargo, el ingrediente que nos permitirá adentrarnos en la danza del conflicto expresado en una pauta interaccional que dará lugar a coreografías más complejas. Ya sabemos, y es lo que debemos admitir, que las personas actúan sobre la base de sus mapas internos y no de su experiencia sensorial, que realizan la mejor elección para ellas en cualquier momento dado, que hay que respetar sus relatos, que hay que enseñar a elegir en vez de excluir la elección, que los recursos que cada uno necesita están en su propia historia personal. Y que
y los recursos. La idea está tomada de una de las definiciones de la Real Academia de la Lengua Española cuando dice que «pie» es la: «Palabra con que termina lo que dice un personaje en una representación dramática, cada vez que a otro le toca hablar». De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
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hay que encontrarse con cada uno de los miembros en su propio modelo de mundo. Las reseñas comentadas y la discusión sólo han sido una muestra de la complejidad de nuestro quehacer. Diversos otros artículos escritos por nosotros dan cuenta de ello14. En esta oportunidad hemos querido
destacar lo que nos ha influido y lo hemos acotado a la relevancia de la observación del microproceso que se muestra en los primeros minutos de cualquier terapia de pareja. La continuación de ella a través de un buen clima emocional de trabajo, la necesidad de mantener una buena alianza terapéutica con cada uno de ellos, la aparición de elementos de la biología, el mundo de los significados, la influencia de la familia de origen, las dinámicas más subterráneas y los complejos procesos de identidad individuales, serán tomados en cuenta desde esta óptica durante todo un proceso terapéutico que tiene a la pauta interaccional en su centro. La terapia de pareja suele no ser muy larga, y si bien, hay casos de varios años de duración, lo frecuente es que oscilen entre las cuatro y veinte sesiones. Debido a ello, la contribución nuestra ha sido en este artículo, facilitar herramientas útiles a los terapeutas en un quehacer que tiene un tiempo limitado.
Fuentes X. Sexualidad humana. Trastornos de la sexualidad. Cap. Manual de Psiquiatría, Depto. de Psiquiatría U. Católica, 2004; Fuentes X.Construcción de la alianza terapéutica : algunos supuestos que la sostienen. Revista De Familias y Terapias Año 12, Nº 18, 2004.
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Una selección de ellos escritos por miembros de la Unidad de Pareja son por autor los siguientes: Bernales, S: Individuo y familia, una visión sistémica. Revista Sistema Familiares, año 1, Nº1, Buenos Aires, agosto, 1985; La pareja humana: entre la organización y la finalidad. Entre lo privado y lo público. Revista De Familias y Terapias, año 9, Nº1415, 2001; Decálogo de terapia de pareja. Revista De Familias y Terapias, año 11, Nº 17, Santiago, 2003; Terapia de pareja: una forma inicial de observar e intervenir en «Avances en psicoterapia y cambio psíquico» Sociedad Chilena de Salud Mental, Santiago de Chile, 2005; Los fundamentos de la vida en pareja en «Terapia de familia y de pareja » Editorial Mediterráneo, Santiago de Chile 2005; Clínica de la pareja en «Terapia de familia y de pareja » Editorial Mediterráneo, Santiago de Chile 2005; Hacia un modelo situacional en terapia de pareja. Revista De Familias y Terapias, Año 13 N° 21, 2005; La pareja y el habla en «El baile de la Pareja » (Luz de Lourdes Eguiluz, compiladora) Editorial Pax, México, 2007; «El fenónemo erótico amoroso, un estudio preliminar sobre la proximidad» Revista De Familias y Terapias, Año 16, N°24, Diciembre 2007. Bernales S ; Erazo R.; Tapia L. El tema de la pareja. Revista De Familias y Terapias, año 8, Nº12, 2000. Tapia L. Algunas consideraciones para una terapia de pareja basada en la evidencia. Revista De Familias y Terapias, año 9 N° 14-15, 2001; La primera entrevista en terapia de pareja. Revista De Familias y Terapias, año 10, N°16, 2002; Terapia de pareja y trastorno de personalidad. En: Riquelme R., Trastornos de la Personalidad, Ed. Sociedad Chilena de Salud Mental, Santiago, 2003; Decálogo de terapia de pareja y sexualidad. Revista De Familias y Terapias, año 11, N°17, 2003. Hamel P., Bernales S., Campos S, Estrada, A ; Gazmuri, V ; Navarro, M Ortiz de Zúñiga, B. Separación Matrimonial ¿litigar o consensuar? Antecedentes y consecuencias. Revista De Familias y Terapias, año 3, Nº6, 1995. Hamel P., Bernales S., Campos S ; Estrada,A ; Gazmuri, V ; Navarro, M Ortiz de Zúñiga, B. Separación Matrimonial: repercusiones y recursos: resultados de una investigación. Revista De Familias y Terapias, año 5, Nº8, 1997. Proyecto Fondecyt. Campos S. Decálogo sobre terapia de pareja en situación de infidelidad. Revista De Familias y Terapias, año 11, Nº17, 2003. 14
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Aproximaciones a las funciones narrativas de significación en terapia familiar Patricia Cordella (xxxxxx)
RESUMEN Construir sentido es una tarea esencial para la terapia. Abrir un espacio donde «lo que es» quede en cuestión de modo de desarticular el sentido que sostiene, mover las configuraciones patológicas, aumentar las opciones de significado , promover asignaciones de valor diferentes son todas las tareas de este trabajo de desarme-arme. En este artículo expondremos de un modo operativo una aproximación a la comprensión de los modos de articulación del significado que construyen el sentido. Para esto hemos recurrido a modelos derivados de la teoría de sistemas, semiótica y lógica que permiten realizar un análisis narrativo proponiendo desde ellas una forma legible para la terapia.
Introducción
darnos cuenta de la estructura del vivenciar familiar. Una estructura que como tal, fija las posiciones de sus miembros y establece desde allí la subjetividad del individuo y la intersubjetividad del sistema.
Los cuentos rusos Vladimir Propp analiza más de cuatrocientas fabulas populares de Rusia entre 1910 y 1920 y busca las formas lógicas que se repiten en estas narraciones. Para esto utiliza la comparación y la abstracción. Cuando compara hace un movimiento de distinción, es decir, hace una diferencia entre un elemento y otro y con esto genera una información. Cuando abstrae, en cambio, busca entre dos términos el factor 31
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Cada terapia, cada sesión de terapia, es como un continuo relato que se va construyendo en conjunto y colaboración por el sistema terapéutico. Las preguntas, observaciones, experiencias corporales y psíquicas van organizándose en un todo comunicable que intenta coherencia. Este relato tiene sus reglas, se teje con articulaciones lógicas que se repiten en las diferentes dimensiones que podemos desglosar a la hora del análisis. Las articulaciones de estos relatos se ajustan a las formas que la familia utiliza para significar la experiencia y que conforman una matriz experiencial que ha dispuesto los hábitos de ser de cada uno de sus miembros. Desde la narración de la vida cotidiana en sesión podemos evidenciar esta lógica y
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común y con esto construye una relación (categoría) . Lo cierto es que, cual sea el acto cognitivo que utilice, que para poder encontrar la forma, necesita crear al menos dos términos, es decir dos puntos o partes o elementos que fijen una posición desde la cual se harán las subsiguientes operaciones que van in-formando la información. Para fijar estos puntos reconoce funciones de los personajes. No los personajes en sí, sino sus funciones, que operan como movilizadores de las acciones y que pueden ser realizadas por un solo personaje o pueden ser intercambiadas entre ellos. Por ejemplo el mismo rey de una historia, puede ser el que castiga y el que salva. Así termina haciendo una lista de 31 funciones. La función hace sentido, es decir causa efecto en los otros personajes y moviliza hacia objetivos o mandatos. La función se hace concreta a través de acciones, por ejemplo acciones que cumple el héroe, acciones que cumple quien lo manda (el mandante). Las acciones dan cuenta de la función. Cuando la madre consuela al hijo eso da cuenta de la función de cuidado; cuando el padre paga las cuentas eso da cuenta de la función de proveedor. Aunque diversas acciones pueden ser vistas como parte de otras funciones. Por ejemplo, la misma madre que consuela y llora con el hijo cumple funciones de victima frente a los ojos del padre quien quedando como victimario paga las cuentas para desagraviar su honor. Es decir, los modos de dar sentido a la acción están abiertos al significar. Se van dibujando así dos planos. Por una parte las llamadas funciones narrativas y sus esferas de acción y por otra, en un nivel más concreto las acciones mismas y los miembros que las realizan. Así tenemos ya las distinciones de: función/ acción; profundo/ superficial. Es justamente esto último (profundo / superficial) lo que tomará Greimas (1966) para hablar de su programa narrativo que como veremos va generando la narración misma. De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
Varios movimientos harán posible pasar de un nivel a otro (del superficial del discurso al profundo de la estructura). Su aporte además va en la línea de sintetizar estas funciones y resumirlas en roles que ordenados en el eje de la comunicación están descritos como: destinante y destinatario; sujeto y objeto; ayudador/ oponente. Destinante es quien inicia un acto comunicacional pretendiendo que su rol opuesto, el destinatario, cumpla con un plan. El plan generalmente implica restituir el orden que se ha roto a través de pasar una serie de pruebas. Esto en una familia sería el mandato que el mito familiar impone a sus miembros. El mandato es una forma de «ser» que los miembros pueden querer, poder, deber, saber. El destinante utiliza diferentes formas de manipulación para lograrlo: seduce; promete, amenaza, provoca. El destinante por lo tanto es una función que puede cumplir uno o varios miembros de la familia. Destinante sería, en términos intrapsiquicos el superyó. Recordemos que se trata de una función, no de una persona. En la línea de los mitos culturales justamente Levi-Stráuss propone hablar de «lógica de lo concreto» es decir como los mitos traspasan la lógica de un sentido a través de sus relatos. Greimas da las claves para abrir el significado profundo cuando propone esquemas donde ,por una parte fija dos términos contrarios como Vida/ muerte en un eje horizontal que podemos llamar de los opuestos y por otra ,agrega dos negaciones de los mismos dibujando así un cuadrado de significados donde esta Vida/ muerte y No vida / no muerte, que podemos ver en la figura que sigue a continuación. A esto llega estudiando los mitos de los bororo (tribu amazónica). En los mitos de alimentación por ejemplo los opuestos binarios se pueden distribuir como: vida=cocido; muerte=marchito; No muerte=fresco; No vida=crudo. Lo interesante para ir entendiendo una lógica que nos de cuenta del sentido del relato que se está conformando en sesión, 32
es justamente que podemos utilizar la lógica de los opuestos ( también muy utilizada en la teoría de relaciones objetales como lógica de sentido) mas la lógica de los contrarios lo que le da a esta construcción de cuatro términos una dinámica de tipo espiral puesto que no muerte no es igual a vida y no vida no es igual muerte abriendo así nuevos significados donde antes solo existía la polaridad. Estas operaciones lógicas se abren en el espacio de construcción de sentido que sostenemos como el lugar de trabajo en terapia familiar.
animal que a su vez pueden ser nominados como no vegetal: hongos -No animal: seres humanos. Cada posición estructural da cuenta a su vez de la fenomenología de la posición ya que es experienciada de diferente manera. De este modo estructuralismo y fenomenología se encuentran en los procesos narrativos haciendo de cada relato un todo de difícil separación y que sin embargo en el espacio terapéutico exige desarticulación a través de distinciones y rearticulación a través de diferentes movimientos de transformación.
Lógicas morfosintácticas
Funciones narrativas: los movimientos
Greimas propone utilizar la lógica fijando cuatro puntos en un cuadrado lógico A
B
No B
No A
lógicos de una narración terapéutica
Las diversas articulaciones de elementos son lo que van haciendo formas y por eso llamamos a estas estructuras morfosintácticas, es decir las formas derivadas de la posición de los términos utilizados en la sintaxis. Lo interesante es que estas formas no son planas como se ven en el diagrama sino que van construyendo verdaderas espirales, es decir desplazamientos lógicos que primero plantan la oposición para luego desplazarla hacia conceptos contiguos .Los contrarios que buscamos al poner la negación del término ( por ejemplo no vida- no muerte que no es exactamente opuesto a vida/ muerte) permiten a su vez armar otro cuadrado utilizando la nominación de los anteriores como opuestos de un segundo movimiento . Siguiendo el ejemplo anterior no vida= crudo; no muerte= fresco pueden ser tratados como crudo=animal/ fresco=vegetal que utilizados como opuestos Vegetal/ animal darían los contrarios de No vegetal/ no 33
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Las funciones narrativas son los estados y transformaciones que permiten la significación. La significación es un momento del sentido engañoso, por cuanto creemos que podemos fijarlo y sin embargo se escapa, pues el sentido es esencialmente inasible y se desvane apenas descrito. El sentido es más bien una dirección, un vector, una trayectoria, un intento de coherencia, un proceso de figurar es decir formalizar (hacer forma). Al sentido se tiende, no se llega. En ese proceso se significa, es decir se articulan los elementos a través de operaciones básicas de inferencia como son la deducción (ir del todo a la parte); la inducción (ir de las partes al todo); la abducción (generación de hipótesis). Podemos decir entonces que cada familia tiene una tendencia a organizar el mundo de una forma lógica utilizando actos, pensamientos y emociones que permiten construir la significación. Si la familia es mas rígida tenderá a utilizar operaciones con menor probabilidad de riesgo de incertidumbre como la deducción (y por eso nos parecen familias cartesianas donde se buscan causas y efectos para explicar los acontecimientos,
incluidas las patologías) versus familias donde la inducción (causa tal vez probable) o la abducción (explicación posible) son posibles dadas sus capacidades de adaptación y aceptación de alternativas.
En el relato que se construye con la familia se organiza en un texto. Este puede ser una sesión, un trozo de sesión, la terapia completa, la historia de alguno de sus miembros. Los límites son arbitrarios. Para ir analizando el relato en busca de las estructuras profundas que lo sustentan es que buscamos en este relato cuales son los valores o términos en juego. Por ejemplo si el relato se refiere a escenas donde una madre sirve al padre en la mesa y éste se enoja porque la comida llegó fría mientras la madre está cuidando un hijo enfermo en cama y planchando la ropa del otro y ella agacha la cabeza y acepta su ineptitud, podemos comprender que la figura alude al dominio y la sumisión y que estamos en la esfera del poder. También hay trazos de cuidado (el hijo enfermo, la comida, la ropa planchada) hay temas de género y distribución de tareas y por supuesto están en juego las dinámicas homeostáticas de la familia. La elección de la esfera que realice el terapeuta para puntuar la significación se realizará en conjunto con lo que esté ocurriendo en diversos niveles de la intersubjetividad algunos de los cuales pueden ser solo develados con posterioridad al tiempo presente de la sesión. Sin embrago, poder organizar en formas lógicas lo vivencial ayuda al terapeuta a sostener y contener lo mas subjetivo de la sesión. Algunos ejemplos para organizar el relato en dos términos:
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Premisas de la significación en terapia 1. Existen funciones, no acciones .Estas funciones son limitadas. Las funciones son cumplidas por los miembros de la familia sin respetar las llamadas funciones de subsistemas familiares. Se trata de lógicas, no de tareas concretas. Estas funciones son posibles de delimitar desde el relato que la familia propone en sesión. 2. Los dinámicas esenciales para construir sentido son: Articular/ desarticular Circulación del objeto Desplazamientos: verticales, horizontales, espirales Todos los miembros del sistema terapéutico utilizan estas dinámicas para construir sentido en el relato, al terapeuta le toca utilizar con mayor conciencia estas dinámicas para hacer el cambio que no es más ni menos que un cambio de sentido. 3. Para realizar estos procesos es necesario distinguir dos términos del relato familiar que sean opuestos o complementarios. Los opuestos se repelen los complementarios son interdependientes, no existe uno sin el otro. Opuestos son: Términos que pueden existir independientes uno de otro: Animal/ vegetal; Blanco/Negro; Madre/Padre. Puede estar uno sin estar el otro. Complementarios son: Términos donde uno está determinado por la presencia de otro y muchas veces son una totalidad que presenta sus dos caras. Activo/ pasivo; vida/ muerte; Claro/obscuro; Sístole/Diástole .Podemos decir que estos dos términos pueden ser disyuntivos o conjuntivos según sean polares o complementarios. De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
Esfera del juego entre términos Poder Cuidado Valor Desarrollo Genero Homeostasis Ética
Termino 1
Termino 2
dominio Dependencia Idealizado progresivo Femenino estabilidad Bueno
sumisión Independencia desvalorizado regresivo Masculino Cambio malo
Una vez organizados los términos y comprendido como se están articulando y cuáles son las esferas a las que se refieren se 34
ción terapéutica (destinatario) e inicia con esto un movimiento. Quien toma este objeto lo hace ya sea porque se siente amenazado, provocado, seducido o porque simplemente cree que hay en esto una promesa. El candidato número uno en tomar el objeto es el terapeuta pues actúa bajo promesa, cree que es posible hacer algo con esta comunicación. El timing que maneje el terapeuta determinará si lo toma inmediatamente o espera para ver como la familia lo trata. Este tiempo de espera puede iluminar las acciones que los miembros realizan para cumplir con las funciones lógicas del significado. Muchas veces será el terapeuta quien pone a circular un objeto, especialmente cuando hace una redefinción, es decir cuando desplaza el significado inicial asignado por la familia a este objeto inicial. El terapeuta utilizará como técnica para producir una resignificación la provocación o la seducción. La terapia es en sí misma una promesa y la patología que la convoca la amenaza de modo que estos elementos estarán siempre presentes empujando los relatos a buscar nuevos significados. 4. El objeto es desplazado para ser articulado o desarticulado siguiendo los movimientos horizontales, verticales y espirales (en tres dimensiones). La información se desplaza desde lo paradigmático respondiendo a la lógica de «en vez» y sintagmáticos «además», la tercera dimensión está dada por los desplazamientos en los opuestos no A/no B que van haciendo desplazamientos desde los iniciales opuestos. Por ejemplo si los términos opuestos son blanco y negro no blanco/no negro corresponderán a desplazamientos en que no negro es más negro que no blanco aunque ambos están más cerca que negro y blanco. El terapeuta para hacer estas distinciones graduadas deberá contar con la experticia de buscar términos intermedios, en este caso podría ser blanco invierno para no blanco y gris marengo para no negro. Lo vemos en detalle en puntos 6,7,8. 35
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puede continuar el recorrido de formación de sentido con las dinámicas que describiremos a continuación. Como se puede desprender mirando el cuadro anterior son muchos los ejemplos a los que podemos aludir, partiendo por las esencialidades descritas en las teorías psicoanalíticas como Vida/Muerte (pulsión de vida, pulsión de muerte) Sexualidad/Agresión hasta los utilizados desde los primeros tiempos de la filosofía: Naturaleza/cultura; materia/ideas; Tradición/modernidad o los utilizados en terapia familiar: familia aglutinada/desligada; Dependencia/Autonomía; Caos/rigidez. Esta lógica digital es el primer paso para entender la construcción de la coherencia en los relatos de la familia. La coherencia está dada por las múltiples articulaciones de niveles que van haciendo un todo donde se aloja , también, la psicopatología. Es justamente esta coherencia la que permite sostener síntomas tan graves como por ejemplo una anorexia en la que la sintomatología y los procesos subjetivos de obsesión, perfeccionismo, ideales, sacrificio se ajustan perfectamente a las creencias familiares. Los procesos de comprensión de la articulación de la matriz desde los niveles superficiales (el relato) hacia los profundos (la estructura). La deconstrucción y posterior construcción de nuevos tejidos intersticiales del sentido son el cambio sutil pero esencial de estas matrices de procedimientos lógicos, sin este ejercicio de sentido/sinsentido no habrá cambio ni mejoría. 3. El objeto que circula deriva en la esfera de la comunicación. El objeto es la información que en un momento dado es arrojada al espacio de comunicación al que ya podemos nominar espacio de significación o espacio del juego lógico o espacio semiótico. Este objeto que es un texto, un trozo de narración que se moverá (derivará) en la esfera de comunicación es decir alguien (el destinante) hará entrega del objeto al espacio de significa-
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5. El destinatario, que como hemos dicho puede ser cualquier miembro del sistema terapéutico, terapeuta incluido, tendrá que mostrar competencia en la transformación del objeto y será valorado según el resultado que obtenga. Es decir el valor como gestor de cambio, articulador de conceptos intermedios, saltador de niveles, se estima que tendría que estar en el sistema terapéutico gestionado desde el terapeuta quien, no es necesario ni deseable, que sea el «hacedor» de relato, pero sí el inductor del sistema a ponerse en situación de cambio, la que a veces pasa por relatos intermedios que se enuncian en condicional «y si». 6. La transformación del objeto ocurre en el nivel vertical cuando pasa de los niveles de semiosis profunda a los superficiales es decir, hace un recorrido de generación de sentido utilizando una lógica «en vez de» donde un elemento es reemplazado por otro tomado sintagmáticamente por ejemplo: calor por temperatura, amarillo por sol, regazo por madre, es decir se busca un término en otra dimensión que no corresponde a un sinónimo sino a una sustitución. 7. La circulación horizontal del objeto supone articularlo con otros significados cercanos presentes en el mismo nivel y que corresponde a sinónimos que realizan pequeños desplazamientos y que utilizan la lógica «y». Calor, ardor, entusiasmo, fervor, excitación. Que van corriendo el término hacia el lado, hacia algo que no es exactamente desde donde partió. Movimiento de contigüidad. 8. La espiral supone poder usar tanto los movimientos de contigüidad como los de sustitución que van haciendo la trama más compleja pues desplazan en tercera dimensión el significado. 9. El significado se hace concreto a través de un discurso que es enunciado por los miembros de la familia en lugares y tiempos que lo organizan sintácticamente (le dan estructura) y a través de temas y figuras que lo organizan semánticamente De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
(lo subjetivizan) . 10. El discurso es la manifestación de los procesos de semiosis que dan origen al significado. 11. El discurso es la narración del acontecer familiar y por lo tanto cada miembro se hace cargo de un actante (esfera de acción) que cumple una función de significación. 12. Al modo de significar que tiene la familia podemos llamarlo, siguiendo a Greimas, Programa Narrativo, puesto que sigue un curso estereotipado que permite crear coherencia y contiene el sentido posibilitando las dimensiones del hacer, querer, deber, saber.
Cuadro de la lógica del sentido = Los niveles de articulación del sentido incluyen:
LENGUAJE Discurso ACTOS Intersubjetividad SUBJETIVIDAD Organización psíquica MUNDO EMOCIONAL Conciencia corporal FISIOLOGIA Cada uno de estos niveles se manifiesta a su modo. El relato aparece en el discurso, el cual utiliza el lenguaje para manifestar los actos, la intersubjetividad, la organización psíquica, el mundo emocional, la conciencia 36
corporal y la fisiología. Pero, como sabemos, es posible comprender que el lenguaje a su vez, ha determinado aspectos de la fisiología, haciendo que nuestro quehacer somático sea contenido en ciertos rangos perceptuales o sensitivos más que en otro o incluso en vez de otros. La ontogenia de la semiosis es posible que sea un proceso muy anterior al lenguaje que lo anuncia como futuro ordenador de un orden que ya lo contiene. La función madre estaría organizando las bases de la sensitividad a través de la marca sonora, táctil, visual de la experiencia (este tema será desarrollado en otro escrito).
Esferas de experiencia: Lenguaje, actos, subjetividad, mundo emocional y fisiología
Espacios de articulacion de esferas: discurso, intersubjetividad, organizaciones psíquicas y conciencia corporal Los espacios de articulación de las esferas de experiencia son los espacios donde es posible acceder en terapia a través de los movimientos descritos. La Matriz que organiza el sentido es traspasada a través del discurso a las esferas más cercanas al soma. Podemos llamar cuerpo, justamente a un soma afectado por el discurso, modificado por el discurso. El cuerpo sería el lugar donde ocurre la articulación del sentido y estaría dominado por los significados que, aunque esencialmente de movimientos infinitos, suelen enquistarse y tomar el cuerpo como rehén de sus lógicas. Los significados son así in-corpo-rados. Y los somas son tomados por la ley, la regla que los pone en regla, los códigos que los hacen legibles, los modos que lo hacen ser. A modo de ejemplo clínico Estamos en sesiones familiares (focalizados en el triángulo edipico madre-hija37
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padre) La paciente tiene 21 años y está deprimida hace doce meses en un tratamiento farmacológico que la ha definido como «refractaria». Ha usado antidepresivos, estabilizadores de ánimo, anti psicóticos, benzodiacepinas y no responde a esquemas de tratamiento. La paciente no evoluciona hacia la cura. Su depresión se habría iniciado al ingresar a la esperada carrera universitaria, luego de dos años de preuniversitario intensivo. Es la mayor de seis hermanos y sus padres viven juntos. Las sesiones las inicia sistemáticamente con la frase «Me quiero morir, estoy cansada» Como toda pauta recursiva la podemos recoger como una buena propuesta de trabajo. Estas comunicaciones repetitivas insisten en aparecer posiblemente porque no pueden articularse para seguir el devenir de lo vivo y quedan estancadas en nudos «insignificados», presentados como espacios de nada donde hacer un recorrido de sentido tiene todo sentido. Las prácticas de la terapia sistémica sugieren perturbar el sistema de modo que busque nuevos acoplamientos y salga de aquellos que se fijan como patológicos. El terapeuta como «operador de cambio» entra al sistema a través de su cuerpo, es decir es in-corpo-rado al vaivén vibrante de la intersubjetividad del sistema y opera así «desde dentro» ¿Qué significa esto? El recorrido de los significados que hemos diagramado solo es posible realizarlo si estamos desde el cuerpo-sintiente en el presente discursivo de la familia. Gracias a que el terapeuta siente las tensiones de cada nivel y se activa, se deja inducir, puede capturar un sentir, el sentido sin nombre. Es esta conciencia corporal la que lo mueve hacia los otros niveles. Desde su conciencia corporal hace pasar el relato entregado desde su subjetividad a la intersubjetividad transformado en una propuesta de trabajo que es ya otra cosa ,otro relato. ¿Qué mueve al terapeuta? Una serie de asuntos que se han activado en presencia de esta familia y otros que
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objeto de circulación sobre, en, con, desde, hacia el cual trabajaremos en la construcción de significado durante algunas sesiones, en este caso se dio a elegir al sistema entre dos representaciones de situaciones de dificultad que no progresan ni hacia la vida, ni hacia la muerte incorporando así los términos de «no vida» / «no muerte» que posicionan la sensación de bloqueo en un nivel discursivo.
son parte de su ser-terapeuta. La persona del terapeuta se pone a disposición de esta familia desde el deseo de curar y cuidar al otro; la curiosidad por un proceso complejo; el interés en hacer su trabajo; el principio de competencia (ser competente) y competir consigo mismo o con otros; las identificaciones con partes del sistema; el ejercer los saberes de la experiencia; la empatía con algún miembro, por nombrar algunas zonas de intersección entre terapeuta y familia. Es posible que entre los terapeutas haya una especie de vocación por la estética de las pasiones, una suerte de compulsión a la armonía que nos despierta y activa ante las tensiones de la contradicción y el desajuste. Una motivación a la coherencia podría impulsarnos a crear un discurso nacido de la nada inidiferenciada. ¿Qué le sucedía al terapeuta con esta familia? Sentía que las acciones que se realizaban eran inconducentes, los padres «hacían todo», «se movían mucho», la paciente «pensaba todo el tiempo» y sin embargo había algo en el sentir, en la superficie de contacto con esta familia, distante, frío, casi muerto y casi vivo a la vez. Esfuerzos constantes sin avance. Una detención, un bloqueo que el cuerpo del terapeuta siente propioceptivamente. Entonces para hacer una primera transformación desde el nivel de conciencia corporal hacia el discurso propone una configuración metafórica que incluya la no vida/no muerte, la vida, la muerte y el bloqueo que corresponden al «me quiero morir, estoy cansada» de la paciente y al «me siento bloqueado» del terapeuta. La elección de la imagen metafórica es en si misma una tarea a realizar con precaución. Tiene que contener no solo la sensación sino además una lógica sobre la cual podamos trabajar. Por otra parte, debe corresponder a una propuesta discursiva social polisémica. Para esto, las imágenes más usuales son un buen punto de partida. Puesto que la imagen propuesta será el De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
Terapeuta: Parece que no hay cómo ayudarte, cómo podrías definir tu situación, ¿como un náufrago en el medio del mar o como alguien en el fondo de un pozo? Paciente: Estoy sola pataleando en el medio del mar. Sola. Madre: ¿Cómo? ¿Y tu papá y yo? ¡Nosotros estamos allí tirándote salvavidas y tu no los tomas! Terapeuta: ¿Quién puede describir con más detalle la escena que visualiza? Madre: Yo estoy en el bote esperando que él (el padre) se tire al mar y la traiga (a la hija enferma). Terapeuta: ¿Cómo te imaginas que la puede traer? Madre: Tiene que cachetearla porque los náufragos tienden a angustiarse y hacen que tanto ellos como quien los quiere salvar se ahoguen, esto lo aprendí en primeros auxilios. Padre: Yo no lo veo así. Creo que es ella quien tiene que darse cuenta si quiere salvarse, crear un salvavidas por sí misma, nadar hasta la playa y decir que ¡allí hay un hermoso lugar! ¿ por qué estaba perdiendo el tiempo allá en el medio de la nada? Debería preguntarse ya en la orilla. Paciente: yo estoy sola, no hay nadie, sorry. Puesto en este nivel discursivo el terapeuta usa lo expuesto de la siguiente forma:
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Usando las premisas
teriores se puede construir y deconstruir todas las alternativas haciendo preguntas, afirmaciones, bromas que den cuenta que no queda claro, que ése rescata a quién se rescata y cómo. De este modo se moviliza la definición que sostiene la patología: Ella es la náufraga que se debate entre la vida y la muerte. Dados los ejes Vida/muerte más los contrarios No vida (depresión) y no muerte (rabia) podemos hacerlos trabajar en las esferas del poder (quien decide, quien acata a quien salvar y como salvarlo, quien es el que hay que salvar) en las del cuidado (¿quienes son más o menos independientes? ¿Los salvadores o los salvados?); el valor: como está la vida y la muerte y sus diversas manifestaciones? La tabla ya descrita puede ser un auxiliar eficiente. En este recorrido el objeto será girado hacia una y otra esfera encontrando mucho material de significación que podremos utilizar en las futuras resignificaciones.
1. Funciones en el relato: Hay un Náufrago que debe ser salvado por una pareja alguien se ahoga, alguien lo salva. Ya que la función no señala al miembro del sistema terapéutico sino la estructura del relato, podemos desde ya pensar las diferentes opciones: 1- Los tres son náufragos y el resto de los hermanos los salva. 2- Los tres son salvadores del resto de la familia. 3- El padre es naufrago y lo salva la madre y la hija. 4- La madre es el naufrago y la salva el marido y la hija o el padre y la hija. 5-. La pareja es el naufrago y la hija la salva. 6- La relación madre hija es el naufrago y la salva el padre. 7- La relación Padre-hija es el naufrago y la salva la madre. 8- Los tres son náufragos y esperan que el terapeuta los salve. 9- El terapeuta es un naufrago y espera ser rescatado por los pacientes.
3, 4 y 5. El objeto RESCATE (podría haberse elegido también barco hundido o perdido) circula en la conversación y es desplazado en diferentes direcciones.
Como sea, la lógica está dada por un RESCATE de la muerte. Sin embargo, el naufrago está en el medio del mar PATALEANDO SIN RESOLVER es decir está en una posición INTERMEDIA que determina un cuadro de vida/muerte en los polos antitéticos versus No vida/no muerte en los contrarios de cada uno de ellos. No vida puede leerse como el pataleo, es decir una situación rabiosa (pataleta) de grito desesperado sin resolución mientras no muerte puede leerse como la pasividad, la depresión donde está instalada la paciente. 2. El objeto a significar sería el RESCATE y por lo tanto con las figuras an39
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6. En la vertical RESCATE puede ser reemplazado (usado en vez de) salvavidas, la cuerda, el remo, el brazo, el bote. 7. En la horizontal RESCATE tiene la lógica de sumar. Es decir agregar sinonimias que lo desplazan pero lo dejan en el mismo nivel. Ahí tenemos: salvamento, recobro, reconquista, reparación, recompensa, resurrección, alegría, cambio, salida de la escena, reinserción, alivio, pago, premio. Esto sirve para realizar articulaciones con el nivel vertical y desplazar significado por ejemplo si en vez de rescate salvavidas (vertical: lógica en vez de) y usamos cuerda y en vez de rescate (lógica horizontal: además) podríamos hablar de una cuerda que salva la vida o que ata o que mata, en fin el terapeuta propone el sistema dispone.
8. Los movimientos de significación son realizados por el sistema terapéutico, a través de uno u otro miembro. Claro que el terapeuta activa los procesos posibilitando las condiciones necesarias para producir espacios de resignificación.
que ocupan en el nivel semántico el tema del rescate en la figura del náufrago.
9. La familia en este proceso va haciendo concreto el relato de la convivencia y la interacción. Aparece por ejemplo a propósito de la imagen la dificultad de la pareja para conversar sus conflictos y acordar estrategias de salvataje.
El uso de movimientos narrativos en sesión es una técnica terapéutica homologable a los trazos de un pintor en la pintura o a los golpes de cincel en la escultura o a los pasos de una danza. Son pliegues particulares de la totalidad: esenciales inclusivos, integrados indistinguibles en el conjunto. Las construcciones de unidades narrativas operan no solo por el juego lógico que conlleva y que se ha presentado en este articulo sino por el efecto de afecto que produce en el sistema familiar. La travesía narrativa da el tiempo, el espacio y los elementos para que el terapeuta pueda modular el tono afectivo o presentar senderos creativos. Una imagen no cura una psicopatología, una sesión tampoco. El oficio de terapeuta es justamente crear situaciones donde las reglas de significación que repiten afectos disfóricos, que recrean temores innombrables tengan alguna posibilidad de cambio y liberen de esto modo los síntomas. El recorte de diálogo que presentamos tiene como finalidad mostrar los movimientos que se pueden hacer en los enlaces narrativos que van construyendo el sentido. Las imágenes en sí mismas son objetos narrativos transicionales es decir permiten pasar de un nivel de experiencia a otro. ¿Qué sucedió con esta familia después de esta exploración de sentido? Se supo algo que antes solo se podía hipotetizar desde la sensación: Se trata de un sistema atomizado donde no se han construido las redes de involucración empática que caracterizan el sostén emocional de una familia. Cada uno de los miembros de la familia se define un náufrago-individuo que se salva a sí mismo en un bote autoconstruído. El desligue fue una sorpresa para los padres, que estaban convencidos de amarres emocionales más
Lo que ha resultado y cómo
10. El discurso creado es la manifestación de los procesos de significación de la familia. En este ejemplo la imagen inicial puede llevar a muy diferentes construcciones e inclusive puede retomarse y rearmarse en diferentes sesiones.
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11. En cómo se trama el relato es que podemos comprender la matriz de procedimientos en la construcción de significados y los valores estructurales profundos prevalentes. La vida y la muerte estando en la base de toda definición de seres vivos son ejes esenciales de organización del sentido aunque no siempre es el lugar desde donde operar la significación, claro que en patologías somáticas es ineludible. 12. Si seguimos la trama de organización de este texto desde lo más profundo (vida/muerte) de las estructuras semionarrativas hasta los niveles más superficiales (actividad/pasividad) podemos comprender que el discurso generado de la imagen está narrado a través de roles (actantes o funciones en la secuencia narrativa); en un tiempo y espacio que ocupan temas y figuras para presentar el significado de la enfermedad de la hija. El discurso ocurre con tres actores en un tiempo indeterminado (atemporalidad psíquica) en un espacio amplio que no ofrece bordes de donde afirmarse (el ancho mar) De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
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funcionales al desarrollo de sus hijos. Al darse cuenta de estas cegueras empáticas los padres en las sesiones siguientes traen relatos de sus otros hijos y se abre al sentirpensar otro mundo relacional y la inicial negativa a incorporar la fratría como recurso terapéutico reparador fue cambiada por el deseo de «hacer familia» (en vez de parecer) lo que permitió iniciar una terapia fa miliar con los otros seis hermanos , así lo que en un inicio parecía una asociación de náufragos solitarios fue recreada en el imaginario primero y en el acto después como una red de apoyo y cuidado más cercana a las necesidades de cada miembro. En terapia, se cambió el foco motivando a través de diversos juegos de efecto-afecto la expresión de disponibilidad y necesidad afectiva. El fin de esta historia no está escrito ya que la familia sigue en terapia.
semántica del discurso producido en sesión, estarían destinados a movilizar nuevamente los objetos textuales, es decir volver a la semiosis infinita (Pierce, Eco, 2007) que permite continuar con el flujo de la vida y no fijarse en configuraciones patológicas.
Bibliografía Albano, Sergio, Ariel Levit, Lucio Rosenberg Diccionario de semiotica, Ed. Quadrata Buenos Aires, 2005. Eco Umberto, Trattato di semiotica generale, Milano, Bompiani, 1975. Fabbri Paolo, Gianfranco Marrone, Semiotica in nuce, Vol. 1, I fondamenti e l’epistemologia strutturale, Roma, Meltemi, 2000. Greimas Algiras Maupassant: La semiotica del testo: esercizi pratici., Torino,Centro Scientifico editori,1975. Pierce, C.S. La lógica considerada como semiótica, Ed. Sara Barrena Biblioteca nueva Madrid, 2007. Pozzato, Maria Pía, Semiotica del testo: Metodologie, autori ed esempi, Roma, Carocci, 2001. Traini, Stefano, Le due vie della semiotica Milano, Bompiani ,2006.
Conclusión La terapia sería entonces, una posibilidad de liberar al cuerpo de los sentidos que lo organizan. Especialmente en terapia familiar los movimientos de transformación que ocurren a propósito de articulardesarticular la sintaxis y por consiguiente la
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De Familias y Terapias Septiembre, 2008, 25, 43-51
Somática Familiar: Enfermedad orgánica y familia María Cecilia Jara Psicóloga Clínica Acreditada Terapeuta Psicoanalítica Terapeuta Familiar Unidad de Familia y Enfermedad Crónica IChTF (cecijara@vtr.net) Claudia Ferreira Psicóloga Clínica Acreditada Magister en Psicología Clínica, mención Estudios de la Familia y la Pareja Postitulo en Psicooncología Unidad de Familia y Enfermedad Crónica IChTF (claudia.ferreira@manquehue.net)
Resumen
siendo un referente obligado para quienes trabajamos como terapeutas familiares en este campo. Y aquello, en particular, por la originalidad de sus ideas junto a una consistente adhesión al marco conceptual sistémico-relacional. 43
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La literatura sistémica que trata las vinculaciones entre la enfermedad crónica y las familias es escasa en nuestro idioma. La reedición del libro de Analía Kornblit tiene plena justificación más de diez años después de la primera edición (1984) y sigue
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fuera del alcance de esta revisión abundar en esa controversia, sin embargo, es posible encontrar una buena síntesis sobre la misma en un artículo de Beatrice L. Wood (1993).
La autora escoge para su título la provocativa idea de «somática familiar», una antigua propuesta de John H. Weakland –pionero del grupo de Palo Alto–, para reforzar desde el principio su intención de apartarse del concepto «psicosomático», término que ella considera atrapado en una dicotomía irreductible (soma-psique). Kornblit va a insistir en la importancia de los componentes relacionales que contribuyen a la mantención de las alteraciones y disfunciones orgánicas y al impacto de aquellos en la evolución de la patología. Así, la propuesta de este libro es utilizar el pensamiento contextual-sistémico para el examen de diversas condiciones «orgánicas» y su articulación con las múltiple tensiones del universo familiar en que están incluidas. La mirada relacional aplicada al contexto salud hoy en día, no está interesada tanto en la génesis de la enfermedad como en los elementos que facilitan la adhesión a los tratamientos, al afrontamiento y ajuste emocional, tanto del individuo como de su grupo familiar, frente la eclosión de una enfermedad y el curso de la misma. Como el término «psicosomático(a)» ha sido utilizado por más de un autor sistémico en el pasado y en particular por Minuchin, en su conceptualización de «familia psicosomática» (Minuchin, Baker, Rosman et al., 1975), la autora no elude la discusión sobre aquellos puntos en los ella difiere con tales planteamientos. La propuesta de Minuchin y colegas (1975) comprendía una constelación de patrones de funcionamiento de familias de niños crónicamente enfermos, asociados a ciertas pautas de actividad de la enfermedad y de comportamiento respecto de ella. Si bien este modelo fue pionero en la inclusión sistemática del nivel familiar en la consideración de los factores psicobiológicos en algunas enfermedades que afectan a niños (asma y diabetes), desde fines de los años ochenta y comienzos de los ’90, la idea de una «familia psicosomática» comenzó a recibir fuertes críticas. Está De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
Sistema corporal y sistema familiar: algunas articulaciones teóricas. 1. Un criterio ecológico sobre la salud y enfermedad. El concepto de salud y enfermedad se considera como respuesta a un contexto familiar y/o individual, perspectiva llamada ecológica y que busca la «relacionabilidad» entre salud y enfermedad con ese contexto. La salud y la enfermedad, a pesar de tener su locus en el individuo, adquieren dimensionalidad a través de los vínculos interpersonales. A nivel individual la unidad de análisis es la unidad somato psíquica. A nivel familiar la unidad de análisis es la red vincular que une a los miembros de la familia, siendo ésta un subsistema dentro del sistema social. La unidad individual somato psíquica adquiere dimensionalidad a través de los vínculos interpersonales. Kornblit no se refiere a lo patógeno de ciertos vínculos familiares sino a cómo «circulan» las imágenes de salud o de enfermedad entre los miembros de la familia, en relación con qué implica para cada familia, estar o ser sano o enfermo. Es la información acerca del sentido de estos estados para el sujeto y para la familia, lo que está condensado en la interacción entre el «enfermo» y su grupo. Esta información es lo que el Terapeuta recibe «en bruto» y deberá develar. Por tanto, cuando el Terapeuta piensa en una enfermedad, simultáneamente tendrá que pensar en los cuidados que ésta requiere, en la reacomodación del sistema familiar, en los roles que cumple cada miembro del sistema, etc. La hipótesis de la autora es que el mantenimiento de estos estados (enfermedad 44
mueve el «culto» a la salud. La enfermedad, el dolor, el sufrimiento pasan a ser entonces un motivo de retraimiento, una imposición demasiado pesada que podría marginar al grupo de la cotidianidad que antes llevaba junto a sus pares. Por otro lado, el carácter deshumanizado de los proveedores de salud y los elevados costos económicos de las intervenciones y tratamientos de una patología crónica, terminan por «colapsar» al sistema familiar ya estresado. 2. Expansión y autorregulación La autora plantea, en concordancia con los principios de la teoría de sistemas, que una enfermedad ya sea «orgánica» o «mental» puede entenderse como un tipo de mecanismo de autorregulación al que apela el sistema en aras de su cohesión, siendo la enfermedad una alternativa reguladora que presiona en dirección de la estabilidad. Los criterios de salud-no salud en el nivel familiar están vinculados con el interjuego constante entre crecimiento y autorregulación, por un lado, y con el tipo de mecanismos de expansión y autorregulación que el sistema pone en funcionamiento, por otro. Por tanto, es el equilibrio entre las funciones de mantenimiento y de crecimiento del organismo como sistema, lo que determinará que una respuesta orgánica sea caracterizada como funcional o disfuncional. Su propósito es señalar el isomorfismo en cuanto a lo que determina la funcionalidad-disfuncionalidad en sistemas cualitativamente diferentes, pero que se tornan formalmente homologables, como son el cuerpo por un lado, y la red vincular familiar por el otro. 3. La dicotomía soma-psique versus el enfoque holístico La enfermedad es el modo como se expresa tanto en lo físico como en lo mental la respuesta frente al stress. La patología orgánica adquiere un doble sentido en relación al sistema, por un lado el restablecimiento de la homeostasis lo que configura su potencial 45
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y la no-enfermedad) está en relación con la «significación» al nivel del sistema y es operando sobre lo que mantiene una condición, como se obtienen más fácilmente cambios para una mayor funcionalidad. La autora enfatiza la significación que le asigna la familia al continuum salud- enfermedad, que es lo que finalmente mantiene una condición de enfermo o permite una modificación hacia la salud. Nos parece importante precisar que el contexto socio cultural en que está inserto el individuo enfermo hoy, es bastante distinto de hace décadas atrás. La sociedad postmoderna es más exigente y menos «generosa» frente la eclosión, evolución y cuidado de una enfermedad crónica de larga duración y altos costos económicos. Varios elementos entorpecen el cuidado de un individuo y la adaptación del él, ahora como enfermo. Y su grupo familiar, que se enfrenta a un miembro discapacitado (de manera temporal o permanente), también está ahora expuesto a las exigencias del medio ambiente en que están insertos. La secularización de la sociedad, entre otros factores, ha limitado de forma significativa modalidades de cuidado basados en patrones más solidarios y con sentido trascendente. Las restricciones de las redes de apoyo hacen más difícil la colaboración en el cuidado del enfermo, el que generalmente recae un solo miembro de la familia y limita, o por lo menos, sobrecarga sus posibilidades de desarrollo personal. Existe una creciente importancia de la familia en los cuidados del enfermo, sin redes sociales que alivien a los afectados. Se suma a esto, los avances médicos y tecnológicos, que junto a otros factores, favorecen una mayor expectativa de vida, estableciendo un giro desde la enfermedad aguda a la enfermedad crónica, lo que significa desarrollar nuevos patrones psicológicos y emocionales a nivel individual y familiar para ajustarse a desafíos desconocidos. A nivel social, esta necesidad se contrapone con una cultura que rechaza el envejecimiento y que cada vez más pro-
autorregulador y por otro lado, denuncia el desequilibrio del sistema. No se trata de postular que las variables psicológicas influyen sobre el funcionamiento orgánico y viceversa. Sino pensar la respuesta del individuo como global, independientemente que se den predominantemente en el nivel de lo orgánico o de lo mental.
en su sentido para producir un cambio. Esto implica integrar dos marcos teóricos, el de la función y el del significado. 6. El proceso de cambio en relación con las alternativas posibles que admite el sistema. El sistema familiar está compuesto por las premisas derivadas de sus reglas y organización. Estas premisas configuran el marco perceptual y cognitivo de cada individuo, en concordancia con los mitos y creencias específicas de cada familia. Una de esas premisas se refiere a lo que la familia llama salud y enfermedad y cualquier proceso de cambio debería trabajar sobre la idea de curación que trae la familia. La idea de cambio en este contexto es definido por las alternativas posibles que admite la estructura del sistema en particular. Por lo tanto, proponerse transformar un sistema familiar rígido en flexible no es una alternativa, solo es posible lograr que la rigidez se circunscriba sólo a algunas áreas de funcionamiento. Un cambio dependerá de la posibilidad de aceptar ciertas disfunciones tanto a nivel psíquico como somático, como estados crónicos en que el individuo podrá tener mayor o menor grado de control. La enfermedad crónica vista como crisis familiar: enfoque preventivo de las disfunciones familiares. La eclosión de una enfermedad orgánica o «psicosomática» en un miembro del grupo familiar implica necesariamente una situación de crisis para la familia. La autora define crisis como el grado de desorganización que el impacto de la enfermedad produce en la familia. El grado de desorganización se detecta por el retardo o incapacidad de la familia para llegar a respuestas adaptativas, no disfuncionales, con respecto al enfermo y al grupo. El monto de estrés generado por una enfermedad está relacionado directamente con la vulnerabilidad familiar y con el poder
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4. El aprendizaje como puente de niveles El aprendizaje de mitos y creencias vincula a través del consenso las respuestas individuales a las expectativas grupales, especialmente familiares. Existe un elemento unificador en la dicotomía soma-psique, que es el sentido que para el paciente y su familia adquiere la enfermedad. Lo que interesa es cómo la enfermedad es captada por el sujeto y su sentido único para cada individuo y en cada contexto. 5. Adaptación y adicción: la enfermedad como proceso regulador Kornblit propone que las respuestas disfuncionales de cualquier tipo son adaptaciones a un estado previo de desequilibrio que generan circuitos adictivos. Una enfermedad puede ser una respuesta adaptativa a un estado de desequilibrio y su mantenimiento puede responder a una adaptación al sistema más amplio. Según esta perspectiva, la aparición de la enfermedad puede ser vinculada a desregulaciones ocurridas lejos en el tiempo con respeto a los síntomas que se producen en el momento o en una parte remota y distinta del sistema. Lo central de este planteamiento es cambiar el foco desde el porqué surge lo disfuncional hacia qué mecanismos específicos la mantienen. La existencia de un síntoma implica una función en el sistema y está engarzado en sus significados, esto es, en mitos y creencias sostenidos por el contexto. El terapeuta entonces deberá poner atención tanto en la función del síntoma como De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
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los factores esperados y no esperados del ciclo vital versus el sistema de creencias, ideología y sentido que le da la familia al surgimiento de la enfermedad. Por ejemplo, una malformación congénita en un primer hijo estará cargada de la ideología que la pareja o cada uno de sus miembros tienen respecto al acontecimiento en sí (castigo divino, genética familiar, culpas, peleas). En los momentos de transición del ciclo vital habría mayor probabilidad de que surjan conductas disfuncionales. b) La permeabilidad de los límites Una enfermedad crónica produce un mayor aislamiento en relación al medio y simultáneamente puede haber una mayor intrusión de la familia de origen. Tanto el aislamiento como lo intrusión son indicadores de disfuncionalidad y la meta terapéutica consistiría en permeabilizar los limites con el ambiente y cambiar lo intrusivo por colaborativo. El objetivo de la intervención terapéutica deberá consistir en detectar las redes sociales y familiares disponibles, investigar los cambios ocurridos a partir del surgimiento de la patología y fomentar el restablecimiento de relaciones que se hayan perdido y redefinir los límites si no están claros. Para evitar el entrampamiento o la obstaculización del ciclo vital de alguno de los miembros del grupo familiar, la intervención terapéutica debe fomentar la capacidad de ampliar los contextos sociales inmediatos colaborativos, manteniendo los límites en relación a la familia de origen y entre los subsistemas de la familia nuclear. c) Estilo de respuesta de la familia frente a la enfermedad Las respuestas oscilan en un continuo de excesiva cohesión en que todos los miembros giran alrededor del enfermo que monopoliza la atención y resta la posibilidad de desarrollo y crecimiento de cada uno de los demás integrantes, hacia un polo donde los miembros de la familia presentan una
a) El momento de la eclosión de la enfermedad. La autora plantea la posibilidad de hacer un pronóstico del grado de adaptación o de disfuncionalidad familiar y de la evolución de la enfermedad a partir del análisis de 47
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regenerativo de la familia. La vulnerabilidad se expresa en la disminución, ausencia o parálisis de los recursos que la familia podría poner en práctica para manejar la situación, y esta incluye el significado que el grupo le otorga al enfermar. El poder regenerativo de la familia se define como su capacidad para recobrarse de la desorganización resultante de la eclosión de la enfermedad. El estilo de respuesta a la crisis generada por la enfermedad estaría determinado por el sentido atribuido al factor tensionante y la magnitud de la tensión. La definición que haga la familia de la enfermedad otorgará su sentido, que a su vez configurará la magnitud de la tensión y el estilo de respuesta. Los recursos que la familia puede poner en práctica son: capacidad organizativa, adaptabilidad, cohesión y apertura interna. El grado de desorganización familiar va a depender del tipo de enfermedad (duración, dolor, incapacidad procedimientos terapéuticos, etc.), de la dinámica del grupo familiar, que incluye la consideración al estilo familiar (en cuanto al continuo cohesión-desapego) y de la permeabilidad de los límites entre el grupo familiar y el contexto. La evolución de la enfermedad dependerá en parte, por el tipo de enfermedad pero siempre en algún grado del procesamiento de la enfermedad. Procesamiento de la enfermedad alude a una dimensión temporal y dinámica en el continuo aceptación-rechazo de la condición «enfermedad», en que la ideología (sentido) acerca de ella cumple una función determinante. Además de los factores ideológicos, en el procesamiento de la enfermedad intervienen otras variables llamadas «indicadores pronósticos»:
conducta evitativa en relación a la enfermedad y un solo miembro de la familia se hace cargo y sobreprotege quitando posibilidad de autonomía al enfermo.
en el manejo de la enfermedad y no en la sintomatología del enfermo se predice una mejor evolución.
d) Capacidad del grupo para la resolución de conflictos La forma cómo se resolvieron previamente los conflictos y el tiempo empleado para solucionar crisis anteriores indicará un pronóstico en cuanto a la modalidad de respuesta que desarrollará la familia ante circunstancias de enfermedad.
Fases ante emergencia de enfermedad crónica y modalidades de abordaje en cada una de ellas
Hill (1943), citado en Korblit, propone que la respuesta familiar frente al desencadenamiento de una patología orgánica sigue las siguientes etapas: un periodo de desorganización, un periodo de recuperación y un periodo de reorganización
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La autora recoge los planteamientos de Bowen en relación al concepto de apertura del sistema familiar. Define la apertura a partir de dos elementos: La capacidad de cada familiar de permanecer no reactivo frente a la intensidad de las emociones vividas en el grupo y la capacidad de cada miembro de la familia para comunicar sus pensamientos y sentimientos a los otros. El foco de la intervención terapéutica deberá ser entonces la apertura del sistema, que incluye la permeabilidad respecto al entorno, un mayor grado de discriminación entre sus miembros, mayor fluidez entre sus relaciones y finalmente un enfrentamiento más directo con la enfermedad.
a) Periodo de desorganización El surgimiento de una enfermedad rompe la estructura de funcionamiento familiar. La familia frente a esto, tiene dos posibilidades. La primera, negar el impacto de la enfermedad y seguir funcionando de manera semejante a la que existía antes de la crisis o se desorganiza frente a la crisis y a partir de entonces crea nuevas dinámicas o nuevos modos de funcionar en la presencia de la patología. Los conflictos previamente existentes se exacerban en este periodo. Una reorganización familiar precoz, para esta autora, es un indicador que la crisis puede expresarse en patrones disfuncionales o sintomatología en otros miembros. Se trataría de una negación y no una aceptación de la enfermedad y por lo tanto podría intervenir negativamente en la eficacia del manejo de la enfermedad. Por otro lado, una desorganización muy profunda e intensa aumenta el riesgo de que la familia no pueda rescatarse a si misma de dicha situación. Rol del equipo asistencial en este periodo debe ser el acompañar a la familia en el proceso de asimilar el impacto, respetando el tiempo y modalidad propia de cada grupo familiar ofreciendo un marco confiable de referencia y apoyo. Esta autora rechaza una intervención destinada a modificar el contexto relacional en esta fase. Se plantea
e) Ritmo y características del aprendizaje requerido por la situación de enfermedad. Hay 2 tipos de aprendizaje; el primero la información referida a factores externos que afectan el ritmo y a evolución de la enfermedad (tipo de ingesta, grado de actividad, situaciones emocionales) y segundo, la información dada por el cuerpo en forma de indicadores precoces acerca de los estados orgánicos que están en vías de manifestarse. Propone alentar la participación de la familia en el primer punto y desalentar la intervención de la familia en el segundo tipo de conocimiento. Se plantea que si la familia interviene solamente De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
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que solo es posible introducir la dimensión relacional cuando hay una situación crítica desencadenada por un empeoramiento o falta de respuesta al tratamiento u otro acontecimiento desestructurante.
Los riesgos en que la familia puede incurrir en esta fase son básicamente dos: a) El enfermo se convierta en el centro de la red relacional restando posibilidades de crecimiento para el grupo y para cada uno de sus integrantes. Es decir, la reorganización familiar se da «en torno a la enfermedad». b) La reorganización familiar en torno a un vínculo privilegiado de un miembro de la familia con el enfermo. Esto restaría autonomía al enfermo, marginaría la participación de otros miembros en la evolución y manejo de la enfermedad. La función del Terapeuta deberá ser frenar estos movimientos y estimular que la familia se encamine hacia un tipo de reestructuración que posibilite el crecimiento de sus miembros y desaliente la pauta de sacrificio de uno o todos, con sobreprotección al enfermo.
b) Periodo de recuperación Siguiendo su planteamiento, la autora está atenta a la aparición de indicios que den cuenta de que la familia ha llegado a un punto de recuperación. Esto significa que se está produciendo un cierto descentramiento de la situación de crisis poniendo el foco en otras preocupaciones relacionales, como por ejemplo, la búsqueda de información, reconexión con figuras significativas, búsqueda de personas que pasen por experiencias semejantes, el surgimiento de necesidades individuales de otros miembros de la familia etc. Este sería el momento en que se aconseja realizar la instrucción más detallada sobre la patología y su manejo. c) Fase de reorganización El tipo de reorganización dependerá del tipo de enfermedad y de la invalidez resultante de ella, así como del estilo particular de cada grupo familiar. En este periodo las intervenciones psicoterapéuticas deben estar dirigidas a lograr que en la organización, la familia pueda conservar el delicado equilibrio entre cohesión y promoción de la independencia y autoafirmación de sus miembros, incluyendo al enfermo. Mantener la consistencia de los límites entre los subsistemas familiares, desarrollar y mantener un contacto fluido con el afuera. Alentar la formulación de proyectos tanto por parte del enfermo como de los restantes miembros de la familia, en relación al paciente y consigo mismo. La esperanza de vida y la posibilidad de incluirse en proyectos de corto y mediano plazo han demostrado ser factores de indudable peso en la evolución de un individuo enfermo.
Abordaje de la familia a nivel de lo cognitivo
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Toda familia le atribuye un sentido a la enfermedad orgánica. Dicho sentido incluye el conjunto de contenidos expresados en creencias (elementos cognitivos dotados de certidumbre) que determinarán las actitudes (disposiciones a actuar) frente a la enfermedad. Estas creencias funcionan como «pensamientos automáticos» que son trasmitidas a través de mitos populares y familiares, y son responsables de la distorsión involuntaria de la información recibida del médico y, consecuentemente, pueden llevar a conductas no coherentes en el manejo de una enfermedad. La autora propone un modelo de abordaje consistente en no rechazar la mitología familiar respecto a la enfermedad, y trata de adentrase en ella remontando a sus orígenes para encontrar su sentido y eventualmente sus contradicciones. La eficiencia de la in-
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tervención terapéutica depende del grado en que la epistemología médica logre asimilar a la epistemología familiar, sin entrar en competencia. Propone como técnica que los miembros de la familia escriban en sus casas, por separado y sin consultarse, los factores que a su juicio son positivos y negativos con respecto a la enfermedad, así como la idea que tienen acerca de su origen. Las respuestas son después analizadas y comentadas en conjunto. Busca entregar información a través de un proceso en que los consultantes incorporen activamente nuevos datos a partir de la revisión de sus conocimientos previos. Más precisamente, sugiere entrega de información que el grupo familiar (incluido el enfermo), debe poseer para poder manejar eficazmente la enfermedad y entregar información al enfermo (y no a la familia) que le permita aprender a reconocer sensaciones corporales que permitan paliar las crisis. Sugiere como técnica de evaluación de los contenidos cognitivo, la utilización de situaciones hipotéticas que deben ser resueltas a través de la técnica de role-playing. En caso de niños enfermos, la autora propone realizar grupos de padres para lograr mejor información en la tarea de lograr el control de la enfermedad. Los grupos son beneficiosos porque facilitan la elaboración de la información pertinente, sensación de continencia frente a la adversidad, visualización de otras alternativas de manejo. Igualmente sugiere grupos de pares y grupo familiar para los adolescentes en los cuales ellos puedan aclarar sus inquietudes y explicitar sus dudas y temores. En los últimos 10 años, ha existido una creciente literatura que ha probado que los grupos familiares, en contextos médicos, incrementan la adherencia del paciente al tratamiento, reducen el estrés asociado a la enfermedad, mejoran la calidad de vida del enfermo y permiten el desarrollo de recursos familiares adaptativos para afrontar la enfermedad. Estos talleres en el contexto salud, sean multifamiliares (pacientes y sus De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
respectivas familias), solo con los enfermos aquejados de una misma enfermedad o solo con sus familias, tienen como objetivo, potenciar el apoyo del grupo familiar al paciente, mejorando la aceptación y adherencia a los tratamientos, disminuir la tendencia habitual a la inmovilización y marginación del grupo familiar que conlleva a eventuales disfunciones sistémicas y proveer instrumentos simples de manejo del estrés intrafamiliar.
Enfoques acerca de la problemática psicosomática en la pareja. Kornblit se remonta al modelo interaccional desarrollado por J. Haley y C. Madanés que postulan el concepto de «inconguencia jerárquica» en las parejas con miembro psicosomático. Esta es una relación complementaria en la que el miembro sintomático está en una condición inferior al otro y simultáneamente en una posición superior, en cuanto a que rechaza los intentos del segundo de ayudar a cambiar, y en cuanto que a través de sus síntomas controla a algún aspecto de la relación. Se trata pues de una relación complementaria unida a una simetría oculta, puesta de manifiesto a través del poder del síntoma. La autora agrega otros elementos en el sentido de que la conducta sintomática representa a la vez un modo de evitar el conflicto subyacente y un modo de solucionarlo. Respeta la necesidad de la conducta »evitativa» si ésta ha demostrado ser la pauta del sistema y trabaja más especialmente con la posibilidad de ofrecer una respuesta alternativa en la modalidad sujeto-cuidado/ sujeto-cuidador, sin atentar abiertamente contra el conflicto de simetría subyacente. Se trata de encontrar otra posibilidad de patrón complementario que pueda ser aceptado por ambas partes. Es el sistema de interacciones entre los miembros de la pareja el que hace que en 50
un determinado momento sea requerido el cuerpo en escena. A partir de una situación crítica se produce una suerte de reorganización a través de un locus corporal. Si bien esto puede entenderse como un planteamiento causal, Kornblit cree que el énfasis debe ser puesto en aquellas características de la interacción que mantienen el síntoma, tanto en cuanto el miembro «sano» hace o deja de hacer en presencia de la patología. Puede resultar oportuno citar aquí, tal como o hace Lyman Wynne (1991), una afirmación de Arthur Kleiman
integrada al mundo social y, por lo mismo, es inseparable de las estructuras y procesos que constituyen ese mundo… Una búsqueda sobre el significado del enfermar es un viaje hacia las relaciones» [pp. 185-186].
Referencias Minuchin S., Baker L., Rosman B. L., Liebman R., Milman L. and Todd T. C., (1975) A Conceptual Model of Psychosomatic Illness in Children: Family Organization and Family Therapy. Archives of General Psychiatry, 32, 1031-1038. Kleinman A, (1988). The illness narratives: Suffering, healing, and the human condition. New York: Basic Books. Wood BL, (1993) Beyond the «Psychosomatic Family»: A Biobehavioral Family Modelo f Pediatric Illness. Fam Proc 32: 261-278. Wynne LC, Shields CG, Sirkin MI, (1991) Illness, Family Theory, and Family Therapy: I. Conceptual Issues. Fam Proc 31 (1) 3-18.
«La enfermedad no es simplemente una experiencia personal: es transaccional, comunicativa, profundamente social. El estudio de los significados de la enfermedad no está referido sólo a una experiencia subjetiva: se extiende hacia las redes sociales, hacia las situaciones sociales y las diferentes formas de realidad social. Los significados de la enfermedad son compartidos y negociados. Son una dimensión integral de vidas vividas en común… La enfermedad está profundamente
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Hijos alineados y Padres alienados. Asesoramiento e intervención en las rupturas conflictivas Ponencia en I Congreso de Psicología Jurídica en red. 20041. Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid Ignacio Bolaños, Psicólogo Forense. Carola Gana V. Psicóloga, Terapeuta Familiar del Instituto Chileno de Terapia Familiar. (caroganav@yahoo.com) Claudia Manhey S. Psicóloga, Terapeuta Familiar del Instituto Chileno de Terapia Familiar. (claudiamanheys@yahoo.com.ar)
Pamela Soto V. Psicóloga, Terapeuta Familiar del Instituto Chileno de Terapia Familiar. (pamesotov@gmail.com)
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<http://sindromedealienacionparental.apadeshi.org.ar/congreso_de_psicologia_juridic.htm>.
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Resumen
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Introducción
ración y Ensamblaje (USEP) del Instituto Chileno de Terapia Familiar en la medida que ha aportado elementos relevantes a la discusión de nuestro modelo de intervención, particularmente en lo relativo a los procesos de desvinculación parental y sus consecuencias. Desde su rol de psicólogo forense, Bolaños entrega una mirada complementaria a la desarrollada por la Unidad, en la que él como parte del sistema judicial ofrece una visión desde el interior del propio sistema.
Ignacio Bolaños, psicólogo forense español, desarrolla en esta ponencia el resultado de la línea de investigación que ha seguido en los últimos años. Inmerso en el sistema judicial español, el autor destaca el rol que este sistema asume en el desarrollo del proceso de separación conyugal y el devenir de los hijos. Cuando las rupturas conyugales son conflictivas, los padres presentan dificultades para tomar decisiones que ayuden a regular las consecuencias de la separación. Al respecto él señala que «cuando hay hijos, esta dificultad adquiere especial importancia en la medida en que los padres pueden poner su responsabilidad para definir su futuro en manos del sistema judicial». El autor aborda el concepto de Síndrome de Alienación Parental, que acuñó Gardner (1985), desde una mirada relacional, en la que incluye el sistema judicial como actor importante en el desarrollo de éste síndrome. El aporte específico de la ponencia que aquí comentamos, dice relación con la mirada sistémica e integradora, que él autor ofrece. En su modelo comprensivo, Bolaños destaca la participación en la gestación y el desarrollo del Síndrome de Alienación Parental (SAP) de los distintos miembros de la familia, poniendo de relieve la dinámica relacional que mantienen entre ellos e incluyendo al sistema legal, en que se encuentra inmerso el sistema familiar. El autor entrega una «comprensión del SAP en la que el progenitor alienado y los hijos adquieren un mayor protagonismo», respecto a las conceptualizaciones desarrolladas por Gardner y otros autores, que suelen presentarlo bajo una mirada lineal, en la que el progenitor alienante aparece como el principal promotor del síndrome. Este concepto representa un aspecto fundamental de la reflexión teórico clínica llevada a cabo por la Unidad de Terapia Familiar con Familias en Proceso de SepaDe Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
Planteamiento del autor El autor aborda en su ponencia «Hijos alineados y padres alienados. Asesoramiento e intervención en las rupturas conflictivas» el Síndrome de Alienación Parental2 ubicando su objeto de análisis en las «rupturas conyugales conflictivas» y señalando como característica de éstas, la dificultad de los padres para tomar decisiones que permitan una reorganización familiar que resguarde a los hijos de los efectos de un proceso de separación conflictivo. Bolaños destaca cómo el conflicto entre los miembros de la ex pareja se expresa en las demás relaciones familiares, tiñendo las dinámicas que en ellas se dan, en la relación entre padres e hijos como también entre los hermanos. En este escenario, el sistema judicial se incluye no sólo como un «terreno» más, en el que se hace presente la ruptura conflictiva, sino que posee un rol fundamental en la mantención y promoción del SAP. Señala que «no es posible (...) comprender los conflictos familiares (...) sin ubicarlos en el contexto legal en que se representan y en el que, en gran medida, cobran sentido». Si no se consideran las características de este contexto, el conflicto pos conyugal puede verse intensificado y avalado por el espacio judicial, en el que los procedimientos por la En adelante nos referiremos al Síndrome de Alienación Parental como SAP. 2
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sin embargo no poseen poder real para intervenir en el desarrollo de éste, ya que su opinión se encuentra «mediatizada, en mayor o menor grado, por el conflicto en el que están inmersos y por las presiones que están recibiendo». Esto explica por qué a veces resulta necesario ir más allá de la opinión expresa del hijo hacia un análisis más complejo de los procesos subyacentes a la separación y reconocer que en algunas ocasiones dicha opinión podría ir en su propio detrimento psicológico. El autor señala que una de las formas en que se puede expresar la vulnerabilidad de los hijos ante el conflicto y el desarrollo del proceso judicial, es el SAP. Este síndrome de rechazo hacia uno de los progenitores puede expresarse en la opinión de un hijo como la preferencia hacia uno de los progenitores, lo que puede terminar inclinando la balanza de la decisión judicial, intensificando el proceso de SAP. Cuando un juez dictamina, a partir de lo expresado por los hijos, ciertas restricciones al régimen de visitas del padre o madre no custodio, puede intensificar el proceso de desvinculación. Por otro lado, inclusive cuando se dicta la sentencia a favor del padre o madre no custodio, en un proceso de SAP instalado, la abrupta re-vinculación puede intensificar aún más el SAP, por no incluir un trabajo en la dinámica relacional que permita esa re-vinculación. Bolaños plantea una mirada crítica respecto al concepto desarrollado por Gardner (1985)4, señalando que el concepto tal y como fue concebido por su creador, se presenta como un proceso de causalidad lineal. El autor señala que en general «se ha enfatizado de manera predominante en
Entenderemos los procedimientos de custodia como aquellos que llegarán a regular quien es el progenitor custodio, es decir, quien vive con el niño y asume su cuidado cotidiano y quien es el progenitor no custodio, respecto del cual hay que definir el sistema de comunicación directa y regular (o también llamado «visitas») en cuanto a la frecuencia y condiciones en que se llevará cabo. En el artículo se denominará progenitor custodio al que vive con el niño –independientemente de si ha habido una sentencia judicial al respecto– y progenitor no custodio aquel que no vive con el niño y que en los casos donde hay un proceso de SAP en curso, corresponderá al progenitor alienado o rechazado. 3
Este autor ha definido al SAP como una alteración en la que los hijos están preocupados en censurar, criticar y rechazar a uno de sus progenitores, descalificación que es injustificada y/o exagerada. Este concepto incluye el componente lavado de cerebro el cual implica que un progenitor sistemática y concientemente programa a los hijos en la descalificación hacia el otro. 4
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custodia de los hijos3, sumergen a éstos en un proceso de cosificación, convirtiéndolos en un objeto más de la disputa entre los progenitores. El autor destaca que en el SAP, el sistema judicial por sí solo no es suficiente para garantizar cambios que permitan la interrupción de este síndrome, ya que no logran resolver la dinámica familiar en que éste se encuentra inserto. El SAP tiende a cronificarse cuando recibe únicamente un abordaje jurídico y, por lo tanto, requiere de una técnica distinta. No obstante Bolaños señala que la mediación, entendida ésta como una intervención que «va más allá de la simple facilitación de procesos de negociación, otorgando importancia a la creación de un contexto familiar cooperativo que abra la posibilidad de una transformación en el proceso conflictivo», podría reconocerse como un enfoque apropiado para los casos menos graves, termina por admitir que en aquellos casos complejos, de rechazo aumentado, esta estrategia es limitada. El autor llega a la conclusión de que «cuando el rechazo es intenso podría ser necesaria la utilización de terapias coactivas». En relación con las consecuencias que tiene sobre los hijos su participación en este tipo de proceso judicial, Bolaños plantea que éstos quedan en una posición de vulnerabilidad frente a un conflicto del que –al mismo tiempo– forman y no forman parte. Los hijos se ven expuestos, afectados e involucrados en este conflicto,
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tes, los factores personales, familiares y legales. Reconocer que el SAP es un «síndrome familiar» en el que los participantes poseen una responsabilidad relacional, al mismo tiempo que se introduce el contexto legal (incluida la «cultura legal»), supone un paso más allá en la comprensión de este concepto. Entre otras cosas, permite aceptar que las soluciones aisladas a este tipo de conflicto, serán siempre insuficientes. Bolaños en un intento por llevar al plano de las representaciones verbales estos planteamientos teóricos, sustituye en su texto, los términos progenitor alienante y progenitor alienado por los de progenitor aceptado y progenitor rechazado. De esta manera intenta salir de la lógica víctima-victimario y subrayar los aspectos relacionales del fenómeno. A partir de los resultados de su investigación, el autor deriva que el rechazo es «la expresión de una dinámica familiar en la que todos sus miembros son responsables interaccionales». Bolaños describe que en este proceso los hijos quedan incorporados en una dinámica en la que «en un primer momento (...) no se trata de una negación de la figura parental correspondiente, sino más bien de una negación relacional» y va más allá, señalando que «posiblemente el niño rechaza a su padre o a su madre porque los quiere, no por lo contrario». Establece que la actitud de rechazo típica del SAP, se construye como una reacción ante la experiencia de pérdida que vive el niño, que se acompaña de la sensación de abandono, rabia e impotencia frente a lo que ha vivido. Este rechazo se va consolidando por las exigencias externas de justificación, como las requeridas en los actos legales, las que van reafirmando cognitivamente el proceso y permitiendo que estos sentimientos sean utilizados como argumentos legales, en el contexto del SAP. El autor advierte, que ambos padres tienen una gran influencia sobre el hijo: el «aceptado» como fuente de influencias
los comportamientos excluyentes y manipulatorios del progenitor alienante y en los efectos de lavado de cerebro sobre los hijos», perdiendo de vista a los demás participantes del proceso de alienación. En el texto, se expone cómo el SAP constituye un síndrome familiar, en el que «cobran relevancia nuevos elementos como la evolución de la pareja hasta su separación, la influencia del contexto legal, la participación del progenitor alienado en el SAP y la participación de los hijos en medio de un sistema de dobles presiones parentales». Si bien él no ahonda en las implicancias de definirlo como un síndrome familiar, nosotras consideramos que esta concepción quita la centralidad en el hijo-hija, es decir en los síntomas que él o ella presentan, y amplía la comprensión del fenómeno del SAP, incluyendo cómo cada miembro de la familia participa en él. Cuestiona además, los métodos de intervención que proponen Gardner y otros autores, que se dirigen principalmente a trabajar con el progenitor alienante. En cambio, propone una intervención que se basa en un territorio neutral donde ambos progenitores se sientan validados y en donde sea posible construir una pareja parental capaz de tomar decisiones, sacando a los hijos del conflicto y al mismo tiempo reconociendo sus necesidades. Aquí encontramos quizás, el planteamiento más novedoso e interesante para la práctica clínica en terapia familiar de separación. El autor introduce la necesidad de una mirada sistémica y comprensiva del fenómeno. Se produce un salto desde la mirada que sostiene el sentido común acerca de las consecuencias de un proceso de separación hacia una mirada que, reconociendo los múltiples fenómenos que confluyen en el resultado de una ruptura relacional, provee de distinciones clínicas relevantes para la práctica psicoterapéutica. El valor de este planteamiento es enunciar la importancia de incorporar, en grados de complejidad creciente e interdependienDe Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
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de los malos, el aceptado v/s el rechazado por los hijos. Las diferencias que sugieren estos términos son respecto a los sentimientos que los hijos depositan en sus padres, lo que además puede dar a entender que esos sentimientos provienen de características distintivas de cada uno, que los hacen más aceptables o rechazables. Esto puede además generar confusión respecto a lo que sustenta al SAP, que son descalificaciones que se sustentan en razones injustificadas. A nuestro parecer, el cambio de nomenclatura sigue posicionando a los padres en una lógica dicotómica, cercana a la legal, y no es del todo suficiente para integrar una comprensión más sistémica del fenómeno del SAP. Es importante señalar que lo planteado por Bolaños es referente a lo observado en familias en que el SAP ya se encuentra instalado, por lo que el síndrome aparece más bien estático, desde una mirada más bien descriptiva en que se pierde de vista lo procesal de éste. Además queremos destacar que cuando el autor concibe al SAP como la «expresión de una dinámica familiar en la que todos sus miembros son responsables interaccionales», puede generar cierta ambigüedad respecto al rol que ocupan los hijos en este proceso. A partir de la práctica clínica desarrollada en la USEP, consideramos que no es posible ubicar en un mismo nivel de responsabilidad a aquellos miembros que ostentan un poder desigual, como son los hijos con respecto a sus padres. Si bien es importante identificar cómo participan del SAP los hijos de la familia, no poseen el mismo grado de responsabilidad en el devenir de éste, aún cuando, desde el modo en que participan de él, puedan realizar intentos por protegerse de sus efectos que contribuyan paradojalmente a reforzar el síndrome. A partir de los planteamientos del autor es posible dimensionar y añadir mayor complejidad al momento de comprender y 57
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emocionales y el «rechazado» como fuente de acciones que el niño vive como perjudiciales para él y para el progenitor aceptado. Las respuestas judiciales son interpretadas desde la lógica del rechazo-aceptación por parte de cada uno de los progenitores, potenciando y polarizando sus posturas, y promoviendo así la cronicidad de la dinámica relacional, donde los hijos quedan invisibilizados en sus necesidades. El aspecto de vulnerabilidad emocional a la que se ven expuestos los hijos, parece fundamental, y es posible hablar en estos casos de «explotación emocional» (Bolaños, 1998). Bolaños cita a Hetherington (1972) señalando que «si bien el rechazo reactivo a la doble presión parental constituye una cierta estrategia de supervivencia cuyos efectos inmediatos son de un aparente mayor bienestar, la pérdida de una figura paterna asociada a vivencias tan conflictivas, genera efectos negativos en el desarrollo posterior del niño» y tiene consecuencias en las competencias sociales de él y en sus propios mecanismos de autoestima. Si bien Bolaños define al SAP como un síndrome familiar e intenta señalar la participación en él de cada uno de sus miembros y del sistema judicial, no profundiza en ello, ya que no da cuenta de la dinámica relacional en que participan ni del modo en que se va tejiendo el SAP en la dinámica familiar, sin que sea posible incluir una mirada más circular a este síndrome. Aún cuando, el autor intenta salir de la mirada lineal del SAP, modificando la nomenclatura utilizada para referirse a los progenitores involucrados, finalmente mantiene una mirada dicotómica, en la que los progenitores se distinguen entre sí a partir del lugar que ocupan en este síndrome. Definirlos como el progenitor aceptado o el rechazado, da cuenta de ciertas características de la relación que mantienen con sus hijos, sin embargo esta distinción continúa posicionándolos de acuerdo a una lógica polarizada, en la que se dividen los buenos
de la unión matrimonial y la naturaleza adversarial del proceso de definición de la custodia, entre otros. Johnston y Kelly encontraron que había múltiples factores relacionados con el padre alienante y el padre alienado, que explicaban la conducta de rechazo, además de establecer diferencias que estaban determinadas por la edad o las propias vulnerabilidades del niño y por las características de los litigios judiciales. (Johnston and Kelly, 2004) Si bien el SAP presenta limitaciones y representa sólo uno de los modos en que puede verse interferida la relación parento filial por el conflicto post conyugal en los procesos de separación destructivos, la conceptualización del síndrome da pie, a partir de desarrollos posteriores -como los de Johnston, Kelly (2001), Giovanazzi y Linares (2007) y el mismo Bolaños- a una mirada relacional que incluye a todos los participantes en la comprensión de éste. De esta manera logra ampliar y complejizar la mirada del terapeuta sobre los fenómenos familiares de modo que este profesional no se transforme en un promotor más de la dinámica familiar destructiva. Otro autor relevante en este sentido, es José Manuel Aguilar (2006), quien es el responsable del primer libro dedicado al SAP en lengua castellana. El esfuerzo de sistematización de este libro de divulgación, ha sido un aporte para quienes tienen que enfrentarse en su práctica clínica, profesional o en la vida personal con este fenómeno. El autor presenta ciertos énfasis interesantes respecto a la responsabilidad que le cabe a cada uno de los participantes en el síndrome. En el mismo sentido, Bolaños aparece recientemente como un autor que propone profundizar en los aspectos relacionales del SAP. Si bien es cierto, la práctica de Ignacio Bolaños proviene de la psicología forense, los elementos vertidos en éste y otros trabajos del autor son un aporte para la práctica clínica, en tanto permiten esta-
evaluar el contexto en el que se dan las relaciones familiares, cuando el SAP se encuentra instalado o con riesgos de hacerlo.
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Reflexión teórico clínica: Mirada comprensiva del SAP: Quizás porque ofrece una nueva narrativa en ese espacio en el que convergen individuos, familias, sistema judicial y muchas veces psicólogos clínicos, el planteamiento de Gardner ha sido revisitado por numerosos autores (Aguilar, 2006; Johnston & Kelly, 2004; Achimovich, 2003; Turkat, 2002; Johnston & Kelly, 2001; Warshak, 2001; Bruch, 2001; Lund, 1995; Cartwright, 1993) hasta el día de hoy. El concepto del SAP planteado por Gardner (1985), permitió dar una nueva mirada a aspectos relacionados con las consecuencias de la separación, especialmente cuando ésta se da de forma conflictiva. Sin embargo, se ha criticado la ausencia de una mirada comprensiva del fenómeno que analiza. Gardner plantea que la principal causa de la conducta de rechazo del niño víctima de SAP, es el éxito en el proceso de programación que lleva a cabo el padre alienante, en tanto el padre rechazado o alienado es visto como una víctima pasiva. Tal como señalan Johnston y Kelly (2004) Gardner no reconoce otros factores que puedan contribuir al PAS como por ejemplo, el papel del padre alienado o el contexto de litigio legal, incluyendo la acción de profesionales y jueces. Como una abierta reacción frente al reduccionismo que el síndrome planteado por Gardner suponía, estos autores propusieron en el año 2001 explicar las causas del rechazo del niño hacia uno de los padres, a través de un modelo basado en el estudio de múltiples factores, que incluían edad, nivel de desarrollo del niño, comportamiento y personalidades de ambos padres, dinámicas de la fratría, condiciones De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
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El SAP como síndrome familiar El planteamiento del autor amplía la mirada del síndrome, ya no sólo como un conjunto de síntomas observados en los hijos sino como parte de una dinámica familiar, en que todos sus miembros participan. Desde roles y niveles de poder distintos cada uno de ellos contribuye en la construcción, la mantención y la posibilidad de resolución del SAP. Giovanazzi y Linares (2007) concuerdan con esta mirada al definir al SAP como una patología relacional,
El nivel de destructividad presente en un proceso de separación puede ser identificado a través de la presencia de ciertos indicadores asociados tales como: dificultad severa de los padres en el cuidado de sus hijos, la participación activa de los miembros de la familia de origen en las disputas de la pareja y la presencia de intermediarios litigantes como parte de un contexto judicial (Hamel y otros, 1997). 6 En el proceso de SAP, que se han observado, ge5
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enfatizando que no es un trastorno del hijo sino que surge en respuesta a dinámicas familiares mantenidas por familias que viven un divorcio difícil. Desde esta mirada, parece relevante, al momento de comprender el SAP, incluir también el análisis de la evolución de la historia familiar, es decir, cómo ésta se ha constituido, cual ha sido la historia relacional conyugal y post conyugal, y cómo se desarrolla el proceso de separación, de manera a identificar si presenta o no indicadores de destructividad5. Bolaños agrega, contrario a las creencias de sentido común, que las causas por las que se produce la separación no son determinantes de la destructividad del proceso, sino más bien –tal como plantea Herscovici (2005)– el divorcio y su desarrollo dependen de la calidad de la relación matrimonial existente con anterioridad, ya que ésta pasa a representar una cuenta corriente de los afectos, que se hacen presentes de manera positiva o negativa al momento de enfrentar la separación. Por último, es necesario observar cómo han sido los procesos de duelo de los ex cónyuges y de los hijos, y cómo cada uno ha enfrentado los cambios propios del ciclo vital individual y familiar, y aquellos que responden a un proceso de ensamblaje en curso. El SAP asume una dinámica propia que se desarrolla y se va instalando paulatinamente en las relaciones entre los distintos miembros de la familia. A través de los planteamientos de Bolaños es posible distinguir el modo en que participan hijos, el padre alienante (o aceptado) y el alienado (o rechazado) en la formación y mantención del SAP6.
blecer distinciones en el proceso del SAP -como el momento en que surge el SAP y los niveles de intensidad que puede adquirir- y además definirlo como un síndrome familiar y no del niño alienado. Para la práctica clínica, el texto de Bolaños tiene valor por el esfuerzo sostenido del autor de entregar una visión comprensiva, que proporciona elementos que permiten pensar el SAP como un fenómeno familiar, relacional, incorporando lo judicial, no sólo como contexto sino como un sistema participante, que si no se considera, puede convertirse en un interventor que promueva la generación, mantenimiento y cronificación del SAP. Es así como Bolaños en este trabajo, resultado de la investigación desarrollada en su tesis doctoral, propone algunas explicaciones de cómo en el proceso del SAP se incluyen a los padres, a los hijos y a los actores del sistema judicial. El autor, en tanto participante del sistema judicial como psicólogo forense, logra evidenciar las deficiencias que ofrece este sistema en la resolución del SAP y de ese modo la importancia de incluir un trabajo terapéutico con el sistema familiar al momento de enfrentar este síndrome. Específicamente en el trabajo terapéutico cobra utilidad distinguir el modo en cada uno de estos sistemas participa en el desarrollo del SAP.
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que comienza a impregnar la relación con el padre o madre no custodio, se ve alimentado por una serie de conductas inadecuadas motivadas o acentuadas por la frustración y la tristeza que este padre o madre experimenta por las dificultades resentidas en la relación y la progresiva desvinculación de sus hijos. Los hijos además sienten la rabia del progenitor custodio, y la intensidad que ésta va adquiriendo, por lo que temen que ésta se dirija a ellos si él se siente traicionado, de este modo, la lealtad con él se va consolidando. Por otro lado, en esta dinámica, los hijos no logran percibir en el otro progenitor la solvencia suficiente como para que éste constituya una alternativa válida en la búsqueda de cuidado y protección. La relación con el progenitor custodio se torna cada vez más dependiente, llegando a niveles extremos cuando los hijos pasan a depender de sus pensamientos y emociones. Esta dinámica familiar que incluye a ambos padres y los hijos, suele arrastrar a los miembros de la familia extensa. Ellos pueden participar como promotores o intensificadores del rechazo a un progenitor, o incluirse como parte de lo rechazado.
La dinámica familiar en la que se desarrolla el proceso del SAP se inicia cuando los ex cónyuges no logran resolver sus conflictos y los hijos se ven inmersos en un ambiente familiar en el que priman las actitudes beligerantes entre los padres. Los hijos experimentan incomodidad por la tensión que viven en el hogar y por los cambios que deben enfrentar en su vida cotidiana (respecto a sus condiciones de vida, cambios en la rutina, de tipo económico, etc.). Además resienten la falta del progenitor que deja el hogar familiar, experimentando rabia y frustración por la sensación de abandono debido a la partida de éste. Los sentimientos de los hijos conviven con los sentimientos de los padres por la separación, tales como la pena por la pérdida del proyecto conyugal, la rabia que acompaña los conflictos irresueltos y la sensación de impotencia frente a la dificultad para construir un espacio de diálogo entre ellos, fuera del conflicto. Los sentimientos de los padres son transmitidos a su entorno, se traspasan y se adhieren a los de sus hijos. Los hijos perciben la rabia que experimentan sus progenitores y que se evidencia en sus interacciones, de las que participan directamente, cuando están presentes, o indirectamente, a través de los comentarios que ellos realizan del otro. Los encuentros con el progenitor no custodio son precedidos o seguidos por situaciones que dejan en evidencia la tensión emocional existente entre los padres y que comienza a teñir las relaciones de los hijos con cada uno de ellos. Las visitas y los contactos con el no custodio pasan a revestirse de una sensación de incomodidad por parte de los hijos, la que se acentúa a medida que pasa el tiempo. Esta tensión, sumada a los sentimientos traspasados por ambos padres, termina por despertar en ellos un rechazo y conductas de evitación hacia el padre no custodio. Tal como lo describe Aguilar (2006), el rechazo
El SAP y el Sistema Judicial Hemos revisado la compleja dinámica familiar a la base del desarrollo del SAP, cómo cada uno de los miembros de la familia participa en la construcción de este fenómeno y se ve afectado por la consecuencias del mismo. Sin embargo, uno de los elementos críticos de acuerdo a Bolaños, para el surgimiento, mantenimiento y cronificación del SAP lo constituye el propio sistema judicial. En la interrelación de los sistemas familiar y judicial operan varios de los eventos que conducen al rechazo de uno de los padres por parte de los hijos. Los procedimientos judiciales respecto a la custodia de los hijos, favorecen un espa-
neralmente el padre custodio es quien se convierte en el padre aceptado, y el no custodio en el rechazado. De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
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cio de confrontación entre los padres en el que se mantiene una dinámica beligerante entre ellos, sustentada por la lógica y las características estructurales del sistema judicial. Generalmente en las resoluciones hay un ganador y un perdedor. En este contexto, cada padre prolonga su conflicto en un abogado, quien en el afán de resolverlo, asume la labor de ganarle a su contrincante e inclinar la balanza del juez a su favor. Al reconocer la experticia y poder de los abogados que lo representan, los padres pierden protagonismo en el modo de solucionar sus conflictos y así la labor de sus representantes se autonomiza. En medio de este debate, los hijos se tornan propiedades que los padres se disputan a través de la intervención de sus abogados. Las necesidades de los hijos se invisibilizan. En el contexto del SAP, querer tomarlas en cuenta y escuchar su voz, con el fin de respetar sus derechos, puede significar exponerlos aún más a la destructividad, si no se considera que en el proceso de divorcio ellos se han visto capturados por el conflicto pos conyugal, siendo defensores, emisarios o representantes de uno u otro padre. El peligro de incluirlos está en que se olvide la situación de vulnerabilidad y hasta la confusión emocional en la que se encuentran estos niños, que están inmersos en una dinámica familiar en la que las necesidades de los padres se han tornado centrales y pasan a ser expresadas a través de la voz de los hijos. De ese modo, hasta para el mismo niño las necesidades parentales pasan a prevalecer por sobre las propias, quedando al medio de la presión sostenida de padres que no han podido resolver sus dificultades entre ellos e involucran a otros con ese fin. Al dar una mirada a los sistemas implicados y la forma en que un proceso de divorcio o separación destructivo afecta a los distintos miembros de la familia y en especial a los hijos, el autor nos conecta con la necesidad de realizar un trabajo terapéutico que permita distinguir y fortalecer
la voz de los hijos, diferenciándola de la que se encuentra capturada por el conflicto post conyugal. En casos de SAP esto sólo se hace posible en un contexto de terapia familiar en que se propicie paulatinamente la salida de los hijos del conflicto.
Distinciones relevantes en los procesos de SAP
El rechazo leve se refiere al nivel más bajo de intensidad del sentimiento de rechazo expresado por un hijo hacia un progenitor, observado por Bolaños en este estudio. 7
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Al momento de evaluar el nivel de gravedad de un proceso de SAP es necesario considerar las distintas características de las familias en que éste se desarrolla. Si bien es un síndrome que presenta ciertas características propias, expuestas anteriormente, las manifestaciones del SAP pueden ser distintas, de acuerdo al ciclo evolutivo familiar, la edad y el género de los niños, el nivel de intensidad y el momento en que se origina el rechazo. Bolaños nos muestra cómo es posible observar en el desarrollo de este síndrome, una gradiente de intensidad en el nivel de rechazo hacia el progenitor no custodio. Si bien el autor no lo plantea como un proceso continuo de etapas que se siguen y se superponen, es posible observar una progresión en los niveles de intensidad del rechazo, tal como lo plantea Aguilar (2006) en la descripción que realiza de los niveles de gravedad del SAP. Estas distinciones permitirían definir las características de cada proceso de SAP, y de ese modo cual sería el tipo específico de intervención psicoterapéutica y de aproximación legal necesarias para enfrentarlo. La escala que describe Bolaños comienza con el rechazo leve7, nivel en que aparecerían algunos signos de desagrado por parte de uno o todos los hijos en la relación con el progenitor no custodio. En estos primeros momentos en la escala, el
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autor señala que la intensidad del rechazo no respondería a una negación de la figura parental de este progenitor, sino más bien a una negación relacional, donde la actitud de desagrado de los hijos frente al padre o madre se basaría inicialmente en aspectos emocionales derivados de sus propias vivencias de pérdida (tales como la pérdida de la imagen de familia poseída hasta el momento, la convivencia cotidiana con el padre no custodio, la confianza en la indestructibilidad de los vínculos, entre otras). En el segundo nivel de la escala, el hijo manifiesta un deseo de no ver al padre o madre, sin embargo el niño continúa manteniendo esta relación, debido a que se siente obligado a hacerlo, pero al mismo tiempo busca aspectos negativos del progenitor no custodio que justifiquen este deseo. Es aquí, donde comienza a instalarse el riesgo de que el rechazo se sustente cognitivamente de una forma más racional en el o los hijos, ya que éstos se ven continuamente expuestos a tener que argumentar hacia el exterior su postura de no querer ver a uno de sus padres, por ejemplo, a familiares, amigos o en los procesos judiciales que se han iniciado. En relación con lo anterior, Aguilar (2006) permite complementar lo planteado por el autor, al desarrollar un modelo respecto al paso de un nivel al siguiente en la escala de gravedad del SAP. Los dos primeros niveles de intensidad del rechazo, mencionados anteriormente, podrían corresponder a lo que Aguilar distinguió como un SAP Moderado. Éste comienza a desarrollarse a partir de las visitas conflictivas con el progenitor no custodio. Las expresiones emocionales positivas hacia él comienzan a limitarse, el hijo muestra habitualmente un pensamiento dependiente, aunque en ocasiones apoye al progenitor rechazado, asumiendo su defensa con mucha fuerza cuando éste se encuentra ausente. Aquí comienzan a aparecer las frases y razones aprendidas de los hijos por parte del progenitor aceptado, que van dando cuenta al progenitor rechazado de la inclinaDe Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
ción de los hijos hacia el otro padre. El rechazado responde con reacciones de frustración que refuerzan el proceso de alienación. Por otra parte, las reacciones de los hijos hacia el progenitor rechazado se extienden hacia su familia de origen. Las expresiones afectivas positivas se distancian en el tiempo y, sobre todo, se intercalan con otras, cargadas de provocaciones, deteriorándose los vínculos afectivos entre el padre o madre rechazados y sus hijos. En tercer lugar de la escala de intensidad del sentimiento de rechazo, propuesta por Bolaños, se acentúan algunos de las manifestaciones observadas en los niveles anteriores, pero además se encuentra la negación de todo afecto hacia un progenitor, lo que se acompaña de estrategias de evitación de su presencia. Estas manifestaciones derechazo pueden dar pie a una mayor intensidad de este sentimiento, como el observado en los últimos niveles. En los dos siguientes niveles de rechazo, observados por Bolaños, se acentúan algunas manifestaciones de los niveles anteriores junto con un afianzamiento cognitivo de los argumentos que sustentan este sentimiento. En el cuarto, el rechazo hacia el padre o la madre estaría asociado a sintomatología ansiosa que presenta el niño frente a la presencia de ese progenitor, que se manifiesta en cada intento de visita o contacto por parte de este adulto. Por último, en la escala se encuentra el rechazo de características fóbicas, en que aparecerían mecanismos de evitación junto a sintomatología psicosomática, que se manifiesta con cualquier referencia que se haga del padre. Ya no es necesario enfrentarse a la presencia del padre sino que basta en esta instancia el hacer mención a él para gatillar la respuesta fóbica del hijo. Estos dos últimos niveles de rechazo hacia un progenitor corresponderían a lo que Aguilar (2006) ha definido como un SAP Severo, en el que las visitas con el progenitor no custodio comienzan a ser imposibles o inclusive se anulan. En los momentos 62
aunque apoye puntualmente al progenitor aceptado, especialmente en su ausencia. Además, existe un vínculo afectivo fuerte con ambos progenitores, con expresión de afectos positivos. Ambos padres se dan cuenta que los conflictos entre ellos están afectando a sus hijos, sin embargo esto no limita las expresiones de éstos. Si bien no se observan manifestaciones de rechazo hacia un progenitor, es importante considerar estas características, ya que permiten identificar el riesgo que un proceso de SAP se instale en la dinámica familiar. Cuando los hijos se ven continuamente expuestos a las descalificaciones por parte de un padre respecto del otro, pueden estar inmersos en una campaña de denigración que puede dar pie a un SAP. En el trabajo desarrollado por la USEP, se nos hace de vital importancia observar al SAP como un proceso familiar y contar con la clasificación, anteriormente descrita, en términos de diagnóstico ya que permite evaluar el momento del proceso de SAP por el que cursa el sistema familiar y a partir de este diagnóstico, definir la modalidad de intervención más apropiada. Sólo a posteriori de dicha evaluación, es posible definir un plan de acción para el proceso terapéutico que involucre a todo el sistema, con el objetivo de desactivar la dinámica del SAP. La literatura relacionada con este tema continuamente ha descrito al SAP como un trastorno del niño y no como una patología relacional. Desde la mirada del fenómeno en términos relacionales, se podría pensar que la conducta del hijo/a aparece más bien como la única respuesta posible en función de la destructividad de la dinámica relacional de los padres en que él/ella queda inserto/a. Considerando esta mirada relacional, que sustrae a los hijos de la centralidad del síndrome, el SAP podría entenderse como una respuesta disfuncional de ellos a un contexto familiar de divorcio destructivo.
Esta campaña consiste en la expresión de descalificaciones, injurias y denigraciones, de al menos un progenitor hacia el otro, frente a los hijos (Aguilar, 2006). 8
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de entrega de los hijos, aparecen síntomas de angustia, estrés y huida, dependiendo de las edades de éstos. En esta etapa, los sentimientos de rechazo hacia el progenitor son extremos y sin ambivalencias ni culpas. Cualquier intento de razonamiento con los hijos desaparece en este nivel. En dicho estadio es habitual que los hijos actúen como sujetos independientes, con sus propias ideas y emociones, que justifican más allá de los argumentos y expresiones del progenitor aceptado, permitiéndole a éste desentenderse del proceso de alienación parental, pese a que reconoce el problema de relación, considera que es parte de los deseos expresos de sus hijos. Por último en este nivel de profundidad, los progenitores aceptados participan en la mantención del síndrome haciendo referencia a sus deseos de proteger a sus hijos del otro progenitor, exagerando así las cualidades negativas de éste. De ese modo, el progenitor aceptado asume el rol de proteger a sus hijos a través de la desvinculación de éstos con el otro padre. Además de los niveles expuestos anteriormente Aguilar (2006) distingue una etapa que correspondería a un momento anterior respecto a los niveles de rechazo descritos por Bolaños, y que define como un SAP Leve. En esta etapa los hijos mantienen vínculos emocionales fuertes con su progenitor no custodio, similares a los establecidos en los períodos previos de convivencia familiar. Se producen las visitas con el progenitor no custodio, sin que haya grandes episodios de conflicto. Sin embargo, en esta etapa se inicia una «campaña de denigración»8, por parte del progenitor custodio hacia el otro, pero sus ataques aún tienen una baja intensidad y presencia en la relación parento filial. El hijo muestra habitualmente un pensamiento independiente,
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Otra distinción que hace Bolaños a partir de su estudio, es lo que él denomina rechazo primario o secundario, dependiendo si éste se da como reacción inmediata a la separación, o posterior a ella. En el rechazo primario, el autor incluye las separaciones que se gestan de forma inesperada, brusca y/o impulsiva, que implican una sobreinvolucración de los hijos, debido a la intensidad emocional que se apodera de la dinámica familiar, que los contagia y los incluye en el proceso de separación de los padres. En este tipo de rechazo se evidencian más componentes de tipo emocional en su gestación. El autor describe la dinámica relacional de este tipo de rechazo, la cual comenzaría cuando el padre no custodio abandona el hogar de forma inesperada o tras haber iniciado una relación extramarital, por lo que los hijos no reciben una explicación conjunta por parte de ambos padres acerca de la situación que viven. De esta manera, es a través de las emociones y sentimientos que expresa el progenitor custodio, que los hijos descubren que el otro progenitor se ha ido. El progenitor no custodio intenta que sus hijos se adapten rápidamente a su nueva realidad y cuando los hijos presentan resistencias para ello, culpabiliza al otro progenitor de que los hijos no quieran verle, potenciando así la identificación y aceptación de éste por parte sus hijos. En este contexto, el progenitor que pasa a ser rechazado puede poner el conflicto en manos del juzgado, en donde comienzan las descalificaciones mutuas dentro del proceso judicial, que van aumentando las dificultades emocionales. Los hijos muchas veces, son llamados al juzgado para expresar los motivos por los que no desean ver al progenitor no custodio. Si bien se inicia como un proceso emocional, a medida que los hijos continuamente se ven obligados a negar la figura del progenitor rechazado, comienzan a instalarse los argumentos cognitivos que justifican sus actitudes. Junto con esto , el rechazo se De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
generaliza a otros familiares del progenitor, intensificándose aún más el rechazo a nivel emocional y cognitivo. El rechazo secundario corresponde a una reacción posterior, es decir a procesos de separación que se llevan a cabo de manera más paulatina. A diferencia del anterior, este tipo de rechazo presentaría más componentes de tipo cognitivo. La dinámica relacional que describe el autor en este tipo de rechazo se da más bien, a partir de un conflicto larvado entre los progenitores, que vuelve a surgir cuando deben resolver algún tema referente a sus hijos. Éstos sienten y presencian las descalificaciones mutuas que sus progenitores se hacen, lo que afecta a la relación que mantienen con cada uno de sus padres, lo que inclusive es observado por ambos padres, quienes describen el enorme esfuerzo que sus hijos tienen que hacer después de estar con uno, para posteriormente relacionase con el otro. Es así, como las visitas cada vez se van convirtiendo en un espacio de mayor tensión, que da pie para la aparición de sintomatología psicosomática en los hijos. Es en estos momentos, que ellos deciden no ver al progenitor rechazado bajo cualquier razón, encontrando apoyo en el progenitor aceptado. Bajo esta situación cualquiera de los dos progenitores puede decidir llevar la situación al juzgado, con lo que el rechazo tiende a cronificarse. Esta categorización adquiere relevancia en el contexto terapéutico, ya que nos conecta en los casos de rechazo primario con la importancia de generar espacios terapéuticos individuales con cada uno de los progenitores en los cuales se busque facilitar la elaboración de los procesos de duelo por la separación que, en gran medida quedaron congelados debido a la inmediatez con que se presentó la necesidad de reorganización del sistema familiar. Y en los casos de rechazo secundario, sobresale la importancia de trabajar los ciclos evolutivos individuales como familiares, ya que éstos estarían directamente relacionados con los 64
mismo, cuando este sentimiento se observa en niños menores, puede indicar una mayor gravedad respecto al proceso de instalación del SAP, ya que es probable que la conducta de rechazo responda a una programación cognitiva más intensa y sistemática. Respecto a las diferencias de género, este autor señala que mayor número de hijos hombres presentan signos de rechazo hacia uno de sus progenitores, sin embargo cuando se observa en hijas mujeres, este sentimiento suele tener una mayor intensidad. No solo la presencia de rechazo y las características de este sentimiento determinan la gravedad del proceso del SAP, sino que es necesario evaluar las demás variables presentes para ir definiendo los riesgos y necesidades específicas de intervención. Las distinciones en el proceso de SAP, respecto al momento en que se origina y al nivel de intensidad que alcanza, junto a la inclusión de variables evolutivas, de género, de nivel socioeconómico, entre otras, permiten observar de manera relacional un fenómeno que, como señalamos antes, desde el punto de vista de algunos autores ha sido entendido como una patología y un síndrome individual. En este sentido, muchas de las especificaciones que van apareciendo en el texto de Bolaños, tienen implicancias para la práctica clínica con familias que enfrentan un proceso de separación destructivo.
Conclusiones Los procesos de separación y divorcio pueden desarrollarse de distintas maneras, y éstos pueden tornarse destructivo cuando el conflicto pos conyugal se vuelve crónico. Cuando el desarrollo de la separación asume características destructivas, el funcionamiento de los distintos ejes relacionales (el parental, el parento filial y el fraterno) se encuentra interferido por el conflicto post conyugal. La
Los procesos de ensamblaje familiar son aquellos que se desarrollan cuando se une una pareja en la que uno de ellos tiene hijos de una anterior pareja. Esto suele antecederse por un proceso de separación conyugal. 9
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momentos en que el SAP comienza a instalarse. Es en este contexto, en el que es relevante el trabajo con los procesos familiares de reorganización, tales como los propios al ensamblaje9 para así, darle cabida a las emociones, aprehensiones y necesidades de cada uno de los miembros de la familia con respecto a dichos procesos. En estos casos, el rechazo puede aparecer como respuesta a la dificultad para adaptarse y enfrentar la realidad que impone el ensamblaje familiar. Los deseos de un progenitor por recrear una familia nuclear con una nueva pareja, pueden promover una campaña de rechazo hacia el otro padre de manera de ir paulatinamente excluyéndolo del lugar que ocupa en la familia. Cuando un progenitor emprende un proceso de ensamblaje, el otro puede experimentar mucho dolor y rabia por la pérdida, que esto implica, de la ilusión de algún día retomar la unidad familiar. Estos sentimientos pueden traducirse en un rechazo hacia el otro con la idea de evitar que su presencia interfiera en la posibilidad de construir una nueva familia. Una última distinción observada por Bolaños, que resulta interesante desde el punto de vista clínico, se refiere al modo en que la edad y el género de los hijos pueden expresar diferencias en el proceso de SAP. Si bien este autor observó, a través de su estudio, que la edad que ellos tienen al momento de la separación no repercute ni en el modo en que se desarrolla la relación parento filial, ni en la instalación de sentimientos de rechazo, señala que los hijos preadolescentes o que atraviesan los primeros años de su adolescencia, presentan más probabilidad de presentar rechazo hacia uno de los progenitores, cuando se encuentran inmersos en una dinámica familiar que favorece el desarrollo de un proceso de SAP. Por lo
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relación parental carece de la coordinación y cooperatividad necesarias para el desarrollo de los hijos, el eje fraterno deja de funcionar con la autonomía requerida y el parento filial puede tornarse maltratante. En estos casos, los padres no logran asumir funciones parentales satisfactorias y los hijos no reciben el cuidado y protección que necesitan, viéndose involucrados en este conflicto. Al momento de trabajar con familias en proceso de separación o divorcio es importante identificar la presencia de indicadores de una relación maltrante entre padres e hijos. La relación parento filial puede desarrollarse en un continuo, que va desde una parentalidad bientratante hasta una parentalidad maltrante. La parentalidad maltratante ha sido definida por Barudy y Dantangnan (2005) como aquella en que «los padres no poseen las competencias parentales para asegurarles a sus hijos un desarrollo sano, o más bien […] carecen de la capacidad para aportarles los cuidados que necesitan, ser empáticos y satisfacer sus necesidades» (p. 106). El SAP constituye un modo en que se pueden ver expresados los aspectos maltratantes de la relación parento filial. En estos casos, el hijo pasa a ser participante del conflicto pos conyugal, quedando la relación parento filial consignada a ser un escenario más para la disputa entre los ex cónyuges. Los hijos dejan paulatinamente de ocupar el lugar de hijos de la familia, necesitados de cuidado y protección parental, y se trasforman en soldados en la guerra mantenida por los padres. En este proceso, ellos pierden progresivamente la capacidad para ver y pensar por sí mismo, asumiendo como propios los sentimientos de rechazo de uno de uno de los progenitores hacia el otro. El trabajo terapéutico realizado en la USEP se orienta principalmente a favorecer una reorganización familiar, en que las necesidades filiales puedan encontrarse satisfechas. Identificar la presencia de aspectos De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
maltratantes en la relación parento filial y los riesgos que éstos significan para el desarrollo de los hijos, representa un aspecto central en este trabajo. Si bien la ponencia comentada expone las dinámicas propias las familias en que el SAP ya se encuentra instalado, en nuestro que hacer clínico solemos encontrarnos con familias en que la relación parento filial posee ciertas características maltratantes que pudieran, de no mediar una adecuada intervención terapéutica, derivar en una alienación parental. Considerando las definiciones ofrecidas por diversos autores y nuestra propia experiencia al respecto, en el trabajo terapéutico, el SAP representa un proceso mediante el cual un progenitor, a través de su relación parento filial, va interfiriendo en la relación que sus hijos mantienen con el otro padre, con el objetivo de lograr la desvinculación entre ellos, sin que esto sea motivado por razones justificables sino más bien por el conflicto pos conyugal, que se ha tornado crónico. Consideramos que ambos progenitores participan en el desarrollo del SAP. El progenitor que promueve la alienación, lo hace a través de críticas abiertas o encubiertas hacia el otro, del traspaso a sus hijos de sus emociones y sentimiento de rechazo mutuo y de poner dificultades o impedimentos a los encuentros entre padre e hijos, de ese modo va interfiriendo en la relación parento filial del otro progenitor. Este último refuerza las críticas y el sentimiento de rechazo del que es objeto, a través de una serie de conductas inapropiadas que terminan confirmándolas, del aumento de la tensión en su relación parento filial, por resistirse a la desvinculación, y/o de la dificultad en representar, en tanto padre, un apoyo alternativo para los hijos en el contexto conflictivo en que se encuentran. Los hijos, en cambio dotados de un menor poder, se enfrentan a una situación abusiva por parte de estos padres que lo atrapan en sus conflictos: Sin embargo, a medida que se desarrolla este proceso, ellos comienzan 66
Evaluación familiar Bolaños distingue ciertas características presentes en la relación parento filial cuando en ella se encuentra ya instalado un SAP. Es posible a partir de su análisis recoger antecedentes que permiten no sólo identificar cuando este síndrome ya forma parte de la dinámica familiar, sino también indicadores que den cuenta del riesgo de que esto suceda y del lugar en que se encuentra la relación parento filial respecto al continuo bientratante-maltratante. En primer lugar, un aspecto importante a evaluar son las características de la relación parento filial, tanto con la madre como con el padre. Es relevante detectar la presencia de expresiones de rechazo hacia alguno de los progenitores, evaluar en qué medida son justificadas o no, al igual que si éstas se sustentan en apreciaciones propias de los hijos o en argumentos que forman parte del conflicto pos conyugal mantenido entre los padres. Cuando se detecta la 67
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presencia de un rechazo de los hijos hacia a un progenitor, es necesario evaluar la intensidad asume este sentimiento, es decir, siguiendo la categorización de Bolaños, si éste se manifiesta de manera leve, moderada o intensa. Al momento de evaluarlo es importante considerar que mientras más intenso sea el rechazo más afianzados cognitivamente se encuentran los argumentos que sustentan esta reacción, tornándose firmes e incuestionables. Un grado elevado de rechazo se expresa en el nivel de ansiedad que experimentan los hijos y en la mantención de fuertes mecanismos de evitación a establecer cualquier proximidad con el progenitor rechazado. Al respecto Aguilar (2006) señala que es importante evaluar la presencia de dinámicas relacionales que pudieran dar lugar a un SAP, y que como terapeutas debiéramos ser capaces de distinguir éstas de aquellas que se vinculan a procesos naturales de desencuentro en la relación parento filial que responden a distintas etapas del desarrollo de los hijos. En este sentido también es importante evaluar si las conductas de evitación y la desvinculación de los hijos hacia uno de los padres se encuentran o no justificadas por conductas parentales de malos tratos. El modo en que se ha desarrollado esta relación, con anterioridad y posterioridad a la separación, es decir cómo se han adaptado padres e hijos a los cambios que la ruptura conyugal ha implicado, al igual que cómo se desarrollan las visitas con el padre no custodio, pueden entregar información respecto a la manera en que el conflicto pos conyugal puede estar interfiriendo en la relación parento filial. Igualmente es relevante dilucidar la existencia de alianzas y coaliciones entre padres e hijos que pueden ir configurando dinámicas que favorezcan y fomenten por un lado relaciones de rechazo de los hijos hacia uno de los progenitores, y por otro lado relaciones de aceptación total y de alta dependencia emocional hacia el otro. De ese modo se puede ir identificando
a asumir un rol más activo en la perpetuación del SAP, asumiendo como propio el discurso alienador. Cuando este proceso finaliza y se instala el SAP, se observa el debilitamiento del vínculo parento filial con el no custodio, y el incumplimiento, por razones injustificadas, del régimen de contacto regular y permanente. Tomando en cuenta las características del proceso evolutivo que presenta el SAP, el trabajo terapéutico realizado en la Unidad se centra en la identificación de los factores de riesgo de la presencia de este síndrome y en intervenciones que impidan que éste forme parte de la dinámica familiar. El trabajo de Bolaños contribuye con información relevante para el trabajo terapéutico con familias que atraviesan un proceso de separación, tanto para una etapa de evaluación familiar, como para la prevención y la intervención en procesos de SAP.
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conflictiva pase a representar un modo de seguir vinculado al otro a pesar de la ruptura conyugal. En la etapa de evaluación cobra importancia identificar cómo se ha ido desarrollando el proceso de duelo de cada uno de los ex cónyuges, asociado a la separación conyugal. Es decir cómo cada uno de ellos ha significado y elaborado las pérdidas que han vivido y si cada uno de ellos ha logrado reorganizar su vida y adaptarse a su nueva realidad, con posterioridad a la separación. Además es necesario detectar las áreas de conflicto entre los padres, evaluando la existencia de conflictos entre los ex cónyuges sin resolver, tanto los abiertos y que se expresan en cada interacción entre ambos, como aquéllos que pueden encontrarse «larvados» y emerger ante la necesidad de negociación. Tal como señala Bolaños, no importan tanto cuáles son las causas del divorcio (dificultades relacionales, infidelidad o violencia intraconyugal) sino más bien cómo las usan para mantener y justificar sus conflictos. Este proceso de evaluación implica dilucidar de qué manera cada miembro de la familia participa en la dinámica familiar, en la mantención del sentimiento de rechazo, así como el modo en que fomentan su intensificación, y el riesgo de que consolide un SAP. En esta etapa cobra importancia identificar cómo los progenitores que conviven con los hijos se encuentran transmitiéndoles sus propios sentimientos vinculados a la separación (tal como la tristeza, la rabia y la frustración) al igual que los pensamientos y juicios respecto al ex cónyuge (que pueden acompañarse de descalificaciones, denigraciones y reproches). Otro aspecto necesario a evaluar es si la sensación que puedan tener los ex cónyuges de que el otro es alguien que puede hacerles daño, ha sido traspasada por ellos a los hijos. En estos casos, los hijos pueden poseer la sensación de que estar próximos al progenitor no custodio podría causarles daño, por lo
la presencia o ausencia de factores maltratantes, que descuidan las necesidades de los hijos, y evaluar entonces en qué medida esto puede significar la presencia o el riesgo de un SAP. Bolaños distingue ciertas particularidades presentes en las familias que presentan un SAP, que son importantes de indagar al trabajar con familias que viven un proceso de separación. Sin entrar en el detalle de lo observado, él señala ciertas variables familiares que pueden representar factores importantes en el desarrollo de un proceso de SAP y que son interesantes de indagar en un período de evaluación. El autor destaca algunos aspectos evolutivos de la relación de pareja, tales como la edad de los padres al inicio de su convivencia o al momento de consolidar su relación con anterioridad a la llegada de los hijos, y el modo en que esto ha incidido en la definición de la relación conyugal. Si bien el autor no define el modo en que estas variables pueden incidir en el desarrollo del SAP, hemos observado en nuestro trabajo clínico cómo las dinámicas relacionales conyugales mantenidas con anterioridad a la separación suelen mantenerse con posterioridad a este hecho. Estas se expresan en las diversas interacciones entre los ex cónyuges, especialmente cuando mantienen un conflicto pos conyugal sin resolver. Estas pueden propiciar la expresión de rechazo hacia el otro progenitor y la mantención de dinámicas destructivas, tal como ocurre en un proceso de SAP. La forma en que se lleva a cabo la separación, es decir el modo en que cada ex cónyuge se adapta y asume los cambios, son igualmente factores a evaluar. Según Bolaños, puede representar un factor de riesgo de SAP el hecho de que la separación no haya sido negociada o pactada. Esto se complejiza aun más cuando uno de los ex cónyuges la considere una injusticia, una traición o un sabotaje a su vida. Esto da cuenta de la dificultad para sobreponerse al hecho y el riesgo de que la relación pos conyugal De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
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en el conflicto pos conyugal ha propiciando el rechazo hacia uno de los progenitores, el que pudiera indicar la presencia o el riesgo de un SAP. Cuando éste se desarrolla con posterioridad a la separación y cuando la familia enfrenta la reorganización que requiere el ensamblaje de alguno de los padres, es relevante indagar el modo en que el proceso de adaptación a la separación y el proceso de ensamblaje se encuentran dificultados, y cómo se ha desarrollado e interrumpido el proceso de elaboración de las pérdidas experimentadas y de aceptación a la nueva realidad familiar. En estos casos es necesario identificar cuáles son los factores personales, familiares y culturales que han entorpecido estos procesos. Muchas de las familias recibidas en la Unidad se encuentran participando de un proceso judicial o en vías de hacerlo, por lo que es importante evaluar cuál es lugar que sistema judicial ocupa en el conflicto post conyugal. Uno de los elementos que permiten dar cuenta del grado de conflictividad que ha alcanzado una separación, es la presencia de litigios judiciales. Como parte de la evaluación es relevante conocer si existen litigios o acuerdos legales entre los padres, cómo estos se han desarrollado, si han sido respetados y el modo en que se han hecho presentes en la dinámica familiar. Cuando la familia se encuentra inserta en un contexto judicial, es central identificar el rol que cumplen los actores legales participantes (abogados y jueces) y cuando existe rechazo de los hijos hacia uno de los progenitores, cómo el contexto judicial puede haber participado en la emergencia o en la cronificación de este sentimiento. Otro aspecto a evaluar es el modo en que las resoluciones judiciales han ido agravando las disputas paternas. Cómo las resoluciones respecto a las visitas se transforma en la lucha por la posesión de los hijos, al igual que el modo en que los argumentos entregado por el sistema legal se han ido sumando a los de cada padre en contra del 69
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que se establecen conductas de rechazo y evitación. Se pierde de vista que éstas son relaciones con características distintas, es decir que lo que cada uno hace al otro en tanto ex cónyuges no necesariamente se replica en la relación parento filial. Esta confusión puede ser detectada en las críticas y los argumentos que los hijos plantean respecto a la necesidad de mantener distancia con uno de sus padres. Al observar la dinámica familiar es significativo identificar igualmente el modo en que el progenitor objeto del rechazo nutre la actitud beligerante del otro. Es necesario dilucidar cómo el padre rechazado, al expresar su rabia y molestia por la situación vivida, puede encontrarse presionando por ser aceptado y el modo en que eso puede asociarse a un aumento de la sensación de incomodidad y del rechazo de los hijos. Es central dilucidar el modo en que los hijos pueden encontrarse involucrados en los conflictos que mantienen sus padres y cómo se han ido inscribiendo en la lógica dicotómica parental, que define a uno como el bueno y al otro como el malo, del que hay que apartarse. Un aspecto central a examinar es el grado de libertad que poseen los hijos para expresar sus opiniones, sus necesidades así como sus apreciaciones respecto a la realidad que están viviendo, especialmente cuando éstas difieren de lo expresado por los padres. En qué momento surgen los primeros indicios de rechazo hacia uno de los padres también es un aspecto relevante a evaluar, es decir si éste se expresa en respuesta a la separación o es más bien una respuesta posterior a cambios evolutivos familiares. En el caso que éste sea primario, identificar el modo en que se desarrolló la ruptura conyugal, los eventos vinculados a ella, la participación de los hijos en las discusiones, en la resolución de las dificultades planteadas u otros aspectos asociados al proceso de separación, pueden dar cuenta del modo en que el involucramiento filial
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otro, reforzando y rigidizando su posición en bandos opositores, que son representados por sus abogados. Algunos de los casos atendidos en la USEP son enviados por juzgados de familia que, como parte de la resolución judicial, dictaminan a las familias la participación en un proceso de terapia familiar. Estas medidas se encuentran dentro de un contexto judicial que intenta complementar el trabajo realizado por sus procesos legales con el llevado a cabo en la terapia familiar, respondiendo así a la necesidad de incluir un trabajo centrado en la dinámica familiar en la búsqueda por resolver las dificultades que presentan las familias que acuden al sistema legal. En este tipo de casos, cobra gran relevancia evaluar el lugar que ocupa la intervención terapéutica en este contexto, al igual que las expectativas de los consultantes respecto al rol del terapeuta. Estas consultas no responden a una motivación por parte de la familia, por lo que suele inscribirse en la modalidad de una intervención coactiva. En ese sentido, es central identificar ciertas metas mínimas dirigidas a promover una mayor protección y cuidado de los hijos, que pudieran ser alcanzadas a través de este tipo de intervención, cuya duración muchas veces es corta y la asistencia de los involucrados impredecible. En un proceso terapéutico es necesario evaluar, no sólo en un período inicial sino que en distintos momentos del proceso de separación, cuál es la participación del sistema judicial, las características de la dinámica familiar e identificar como éstas pueden encontrarse promoviendo el rechazo y distanciamiento de los hijos hacia uno de los padres. Dilucidar cómo cada uno de los distintos sistemas participa en ella ofrece información relevante para el trabajo terapéutico dirigido tanto a la prevención como a la desarticulación del SAP.
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Prevención de la instalación del SAP: Rescatando lo identificado en la evaluación familiar, es posible realizar un trabajo de prevención en la instalación del SAP. Este síndrome se instala a través de un proceso, que parte bajo la forma de críticas hacia un progenitor y de las dificultades resentidas en la relación con él hasta la expresión de un rechazo intenso (Aguilar, 2006). Esta perspectiva procesal refuerza la importancia de intervenir tempranamente de manera a prevenir que este síndrome forme parte de la dinámica familiar. Cuando se identifican ciertos indicadores del riesgo de un SAP, el trabajo terapéutico se orienta tanto a fomentar medidas protectoras como a disminuir los aspectos desprotectores, de manera a impedir el desarrollo del síndrome. El trabajo en las relaciones parento filiales se centra en promover y reforzar las características bientratantes de este vínculo, en un trabajo que incluye a cada padre con sus hijos, al igual que a cada padre por separado, así como a los hijos sin la presencia de los padres. Es necesario en la prevención, promover en los hijos conductas de autoprotección, que les ayuden a sustraerse del conflicto pos conyugal y alejarse del reclutamiento a alguno de los bandos de los padres, en el que se posicionan en contra del otro. Un aspecto central es el favorecer la resolución de las dificultades parento filiales, limitando la interferencia del otro padre en esta relación. Además propiciar en los padres, en la medida de lo posible, el desarrollo de una mayor capacidad para establecer lazos afectivos protectores con sus hijos y de empatizar con sus emociones y necesidades, delimitando el conflicto a la relación pos conyugal. Respecto a la relación parento filial, Aguilar (2006) subraya la importancia de prevenir que las actitudes negativas, que pueden reforzar un proceso de SAP, se consoliden. En ese sentido, es necesario promover que el padre no custodio se es70
El mito de la familia nuclear como el único modelo familiar viable y valorado por parte de una familia, representa una de los grandes obstáculos para conseguir una nueva reorganización familiar que incluya la complejidad propia a las familias ensambladas (Davison, 2004). 10
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del mito de la familia nuclear10 e intentar reproducirla en el nuevo contexto familiar. El trabajo debe orientarse a resolver la adherencia a ese mito y a prevenir que la dificultad resentida se resuelva excluyendo a uno de los progenitores de la vida familiar, como parte de un intento por mantener el mito de la familia nuclear al simplificar la multiplicidad de vínculos y roles propia a las familias ensambladas. Cuando la madre queda embarazada de su nueva pareja, los hijos pueden resentir este hecho como una amenaza al vínculo materno filial. En esos casos, las intervenciones deben prevenir que este hecho sea vivenciado como una amenaza, que promueva un reforzamiento de alianzas y de dependencia emocional entre madre e hijos, lo que a su vez pudiera propiciar o aumentar una coalición hacia el otro padre. Cuando es el progenitor no custodio quien vuelve a casarse, es necesario facilitar este proceso promoviendo un trabajo orientado a elaborar la pérdida, para los hijos y el otro ex cónyuge, de la ilusión de volver a constituir alguna vez una familia nuclear, de manera de facilitar la adopción a la nueva realidad familiar y prevenir que este hecho sea vivido como una traición, que pueda suscitar o reforzar sentimientos de rechazo hacia este padre. Cuando existen litigios judicial es de gran importancia realizar un trabajo centrado en prevenir que el espacio judicial se transforme en un escenario más para sus disputas, en el que además sus dificultades son asumidas por otros, sus abogados, situación que los deja más alejados de la posibilidad de resolverlas entre ellos. Un aspecto importante a considerar es el nivel socio económico y cultural de las familias consultantes, ya que a medida que éstos son más elevados, los ex cónyuges poseen más
fuerce en mantener un contacto con sus hijos, a pesar de las presiones opuestas, debe encontrarse siempre disponible para ellos, de manera que los hijos puedan acceder a ellos cuando logren alcanzar una mayor independencia emocional con respecto al otro progenitor. La realización de actividades lúdicas puede ofrecer la construcción de un espacio de intimidad entre padres e hijos que facilite una relación ajena a los conflictos pos conyugales. Además cobra importancia en la prevención del SAP, trabajar individualmente con el padre, que es o puede ser objeto del rechazo filial, de manera a que sus actitudes y conductas no fomenten aún más las críticas hacia él. Es necesario promover en él actitudes que no se centren en defenderse o contraatacar a las críticas, sino más bien transformar los reproches y reclamos de sus hijos en la expresión de necesidades que él pudiera satisfacer, aún cuando no lo haya hecho en el pasado. Un trabajo que promueva el desarrollo del proceso de duelo vivido por cada uno de los miembros de la familia, a raíz de la separación, puede propiciar una mejor reorganización familiar en la que ambos padres puedan estar incluidos. En el eje relacional post conyugal, es importante trabajar en la dificultad en la elaboración de las pérdidas vividas por cada ex cónyuge, al igual que favorecer la resolución de las áreas conflictivas que mantengan entre ellos. Cuando se enfrenta la posibilidad de un ensamblaje, por parte de alguno de los progenitores, es igualmente importante trabajar con ambos padres de manera a facilitar el paso a esta nueva etapa familiar. Dificultades en resolver algunos aspectos propios al proceso de ensamblaje pueden asociarse al riesgo de un SAP. La dificultad para enfrentar la complejidad de una familia ensamblada, en la que los vínculos incluyen a varios actores con distintos roles (madres, padres, madrastras y padrastros), se encuentra asociada a mantención
acceso y disposición a acudir al sistema judicial en búsqueda de ayuda y pueden recurrir a él con mayor facilidad. Cuando aún no se encuentran involucrados terceros, como abogados litigantes o los miembros de sus familias de orígen, es importante prevenir que eso suceda de manera a disminuir la posibilidad de que se fomenten los aspectos beligerantes entre ellos, al reclutar más actores en su disputa. En muchos de los casos atendidos es posible realizar con éxito un trabajo de tipo preventivo, sin embargo en otras ocasiones, cuando la evaluación indica que un SAP se encuentra formando parte de la dinámica familiar, el trabajo se orienta a la desarticulación de este síndrome.
ración, en tanto terapeutas, nos definimos como «no neutrales», es decir, parciales, en función de poner en primer lugar las necesidades de los hijos de estas familias. En ese sentido es importante evidenciar los riesgos que representan para su desarrollo una parentalidad maltratante, como la existente en el SAP. Como parte de las maniobras de encuadre del proceso terapéutico, les explicitamos a los miembros de la familia, especialmente a los padres, que «el terapeuta y la terapia estará centrada fundamentalmente en el bienestar de los hijos» (Cáceres y Manhey, 2006 p.37). De ese modo, éste no será neutral respecto al cuidado y protección de los hijos. Se plantea además que en relación con los padres, el terapeuta no tomará partido por ninguno de ellos. Esta es una maniobra que permite distinguir al espacio terapéutico del judicial, lo que debe ser reforzado continuamente de manera a evidenciar lo que diferencia un espacio del otro. Esto permite además sacar del foco de la terapia a los conflictos que han dominado el devenir familiar y evitar así que ésta se transforme en un escenario más en que dominen las necesidades de los padres y queden invisibilizadas las de sus hijos. En este contexto es importante tener presente en el trabajo terapéutico, que el SAP es una forma de abuso contra los hijos ya que viola el derecho que ellos poseen de mantener relaciones personales y contacto directo con ambos padres (Plácido, 2005). Respecto al trabajo terapéutico a realizar en caso de un SAP instalado, Díaz Usandivaras (2005) señala que es necesario poner el problema fuera del hijo, es decir realizar inicialmente un trabajo con la pareja de padres. Concordamos con él respecto a que no tiene sentido trabajar con los hijos sin antes haber realizado un trabajo orientado a la resolución del conflicto entre los padres, especialmente con el padre que mantiene el contacto con los hijos y que promueve la alienación. Esto además puede prevenir que el espacio terapéutico pueda ser boicoteado
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Intervención en casos de SAP: Cuando se ha identificado que el SAP se encuentra instalado, la intervención terapéutica posee como meta crear un contexto familiar cooperativo que abra la posibilidad de una transformación en el proceso conflictivo (Bolaños, 2004). Esto implica desarrollar estrategias que permitan 1. Disminuir el conflicto post conyugal, 2. Fomentar una coparentalidad mínima11 entre los padres y 3. Promover conductas autoprotectoras por parte de los hijos. El encuadre del trabajo terapéutico con familias en proceso de separación debe enfatizar que en él las necesidades de cuidado y protección de los hijos son centrales. Al trabajar con familias en proceso de sepa Esta coparentalidad mínima debe basarse en una capacidad de coordinación entre padres, que se sustenta en la capacidad de mantener una comunicación respecto a temas relevantes para el desarrollo de sus hijos, como por ejemplo las decisiones en torno a su escolaridad y su salud, y en una base de cooperación, que se traduce en la existencia de un respeto ante el ejercicio parental del otro, a pesar de sus diferencias, de manera a que no exista una interferencia o entorpecimiento en la relación del otro con sus hijos (Davison, 2004). 11
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trabajo verlos y oírlos a ellos. Es importante que los padres además consigan distinguir las necesidades de sus hijos y evaluar los costos que ellos resienten por la alienación parental. El trabajo con los padres se centra principalmente en fomentar el desarrollo de ciertas habilidades parentales que permitan el desempeño de un rol más protector con respecto a sus hijos. Además es necesario promover estrategias que permitan una delimitación más clara del conflicto post conyugal y del modo en que cada ex cónyuge participa en él, alimentándolo y tornándolo crónico. Estas permiten ir dejando fuera a los hijos de él, y así restringiendo la interferencia que ha tenido en el desarrollo de sus parentalidades. Es así como una de las metas del trabajo terapéutico es favorecer un proceso de re-vinculación progresiva del progenitor rechazado con el o los hijos, lo que constituye una postura activa del terapeuta y que dirige gran parte de sus intervenciones terapéuticas. Es necesario tomar en cuenta que la edad y el género de los hijos juegan un rol importante al momento de evaluar las características del SAP y a partir de eso definir las estrategias de intervención. En el trabajo terapéutico es importante contextualizar el rechazo a través de la variable del género, de manera a tomar en cuenta el grado de gravedad de este síndrome y nivel de arraigamiento cognitivo y emocional de él. Es importante un trabajo que se oriente a promover espacios en que los hijos puedan expresarse libremente, pudiendo así dejar de ser objeto de presión, coacción o influencia por parte de los padres. Las sesiones con los hijos, sin los padres, se orientan a promover y facilitar que ellos puedan ir identificando y expresando las emociones y percepciones que han sido silenciadas, validándolas en sus similitudes y diferencias. Estas sesiones pueden ir fomentando el desarrollo de una relación fraterna que pueda significar un espacio de contención y protección respecto a las presiones paternas. Las sesiones de los 73
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o descalificado por este padre, que es quien posee la mayor influencia en el devenir de los hijos. El trabajo con los padres se dirige a promover, de manera individual, el desestancamiento del proceso de duelo que experimentan a partir de las pérdidas resentidas por la separación. Es importante en este proceso, facilitar la identificación de la realidad y la dimensión de estas pérdidas en la vida de cada uno de ellos, la expresión de las emociones vinculadas a ellas y promover la reorganización personal y familiar necesaria para adaptarse a los cambios que éstas han provocado en sus vidas, en sus proyectos, en la imagen de si mismos, entre otros. El trabajo terapéutico con los padres se orienta a promover una relación entre ambos en la que pueda existir una coparentalidad mínima. Por el alto nivel de conflicto presente en esta relación parental, las intervenciones terapéuticas son realizadas con cada padre por separado, por lo menos en una etapa inicial, y el trabajo se orienta a construir la posibilidad de juntarlos para trabajar sin que el espacio terapéutico se transforme en un escenario más para su guerra. El terapeuta es el responsable de citar a cada uno y de evaluar, en conjunto con los padres, la posibilidad de un encuentro con los dos juntos. El trabajo terapéutico se dirige a disminuir el grado de conflicto que mantienen los padres, de manera a impedir la interferencia de cada uno en la relación parento filial del otro. Al igual que en la prevención del SAP, la intervención que se dirige a resolver el SAP incluye un trabajo terapéutico con la relación parento filial. Todos los aspectos mencionados en el proceso de prevención son abordados y trabajados de manera a desactivar la dinámica que mantiene el proceso de SAP. Muchas de las intervenciones van orientadas a que el padre o madre no escuche las palabras de sus hijos como si fueran partes del discurso del ex –cónyuge, sino que logre luego de un largo
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hijos con cada padre se orientan a favorecer la posibilidad de que ellos puedan ser escuchados por sus padres y validados a pesar de las diferencias existentes entre cada uno, respecto a como vivencian las pérdidas asociadas a la separación y a las necesidades de cada uno, entre otras. Ser escuchados y tomados en cuenta por sus padres permite a los hijos sentirse ya no como objetos en disputa entre los padres sino como sujetos con necesidades propias. Cuando se ha identificado que el SAP se encuentra alimentado por dificultades en el desarrollo proceso vital familiar es importante resolverlas de manera a facilitar que este proceso siga su curso de manera apropiada. Dado que el SAP puede desencadenarse o acentuarse ante la dificultad para enfrentar los cambios y desafíos que implican los procesos de ensamblaje, cuando este síndrome ya se encuentra instalado es importante resolver las dificultades que presentan y favorecer el desarrollo de estos procesos. Identificar las pérdidas, los temores, las emociones asociados al cambio familiar y favorecer la adaptación a ellos al igual que el proceso de adopción emocional que conlleva la inclusión de nuevos miembros a la familia. Es importante además, considerar el contexto en que se encuentran insertas las familias, social, cultural y económico, al igual que las particularidades de éstas, respecto a su ciclo vital e historia familiar. Esto permite identificar tanto los factores de riesgo como los recursos que poseen y que pudieran fomentar la creación de una nueva reorganización familiar en la que el SAP no forme parte de las dinámicas relacionales.
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Adolescentes que se autoinflingen heridas Una propuesta explicativa Claudio Zamorano1 (czamorau@uc.cl) Consuelo Navarro2 (xxxxxx) Magdalena Sotta3 (xxxxxx)
Resumen El siguiente artículo propone una manera de entender la conducta de auto inflingirse cortes por parte de los adolescentes desde una perspectiva sistémico constructivista. Esta propuesta busca dar sentido a la vivencia de frustración, rabia e impotencia que los lleva a tomar tal decisión, puesto en coherencia con el anclaje contextual familiar en que tal fenómeno clínico aparece.
Abstract
Psicólogo Clínico, Jefe Unidad de Psicoterapia con Adolescentes del Centro de Salud Mental Pontificia Universidad Católica de Chile, Terapeuta Familiar y de Parejas, Post-título en Biología del Conocer, Académico Pontificia Universidad Católica de Chile, Universidad Alberto Hurtado y Universidad del Pacífico, Doctorando en Programa de Doctorado en Psicología de la Universidad de Chile. 2 Psicóloga Pontificia Universidad Católica de Chile, miembro de la Unidad de Psicoterapia con Adolescentes del Centro de Salud Mental Pontificia Universidad Católica de Chile, Académica de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico. 3 Psicóloga Pontificia Universidad Católica de Chile, miembro de la Unidad de Psicoterapia con Adolescentes del Centro de Salud Mental Pontificia Universidad Católica de Chile, Académica de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, alumna del Post-título del Instituto de Terapia Familiar de Santiago. 1
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The following article proposes a way of understanding the act of cutting themselves that some adolescents present, from a systemic constructivist comprehension. This proposal tries to find a signification to the experience of frustration, angry and impotence that impel them to choose that decision, as being coherent with a particular family context, in which that clinical phenomenon appears.
El problema
El problema de la
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hipotetización sistémica
En los últimos 5 años de trabajo psicoterapéutico con adolescentes y sus familias, nos hemos encontrado distinguiendo y pensando distintas maneras de comprender e intervenir en relación a adolescentes que se cortan sus brazos, lo cual constituye un fenómeno clínico que nos impresiona en tanto la regularidad con que se presenta, y nos interpela en nuestra responsabilidad como terapeutas, en la búsqueda de proposiciones explicativas que nos permitan diseñar maneras de intervenir que sean coherentes, de un modo que haga sentido con nuestros sistemas consultantes, y que permita desentrampar las dinámicas relacionales en que se encuentran, de modo que el auto inflingirse heridas ya no tenga lugar. En este sentido, una de las primeras distinciones que nos planteamos es diferenciar este fenómeno de las conductas suicidas, pues el sentido que ocupa para los adolescentes que se hieren, no es el de terminar con sus vidas, sino que –tal como lo desarrollaremos más adelante– cumple una función afectiva de distinta naturaleza. Dicho supuesto nos ha lanzado en la búsqueda de entender el anclaje sistémico que ocupa, y los hilos lingüísticos que dan sentido y sostienen a este fenómeno clínico. Para generar nuestra propuesta explicativa, hemos trabajado sobre 25 procesos4 terapéuticos donde ésta temática ha tenido preponderancia, lo cual nos ha permitido dar sentido a la angustia que nuestros pacientes y sus familias vivencian en dichas circunstancias.
«La investigación no sirve para encontrar la verdad. Pensamos que ningún esfuerzo permite atrapar la esencia de la psicopatología o el sufrimiento humano; lo cual no impide que la investigación facilite la construcción de hipótesis». Gianfranco Cecchin5
Este planteamiento de Cecchin sintetiza un problema central en el desafío de plantear regularidades sistémicas y lingüísticas relacionadas con determinados fenómenos clínicos: no perder de vista que se trata de hipótesis y no de realidades dadas. Sin embargo, las corrientes sistémicas posmodernas de comienzos de siglo (centradas en narrativas o conversacionales) tienden a tomar distancia de la posibilidad de generar proposiciones explicativas de esta naturaleza, en el supuesto de que cada paciente es un universo distinto, que lo que se co-construye en cada sesión es singular y, por lo tanto, las teorías pierden su valor, al no ser ninguna verdadera. Se genera así un escenario en el cual el proponer una manera de entender ciertos problemas clínicos constituiría una vuelta a la cibernética de primer orden, y a la categorización de los «tipos» de familia: la familia anoréxica, la familia psicosomática, etc., en el entendido que trataríamos con sistemas observados objetivos. Nosotros pensamos diferente, teniendo presente que al describir las dinámicas familiares que como terapeutas nos encontramos distinguiendo con recurrencia en determinadas problemáticas clínicas, eso nos hace responsables de nuestros mapas, no obstante, esas descripciones no nos surgen en cualquier circunstancia, sino que en la dimensión de la co-construcción de los sistemas terapéuticos que nos encontramos
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Los procesos terapéuticos se desarrollaron bajo la responsabilidad de la Unidad de Psicoterapia con Adolescentes del Centro de Salud Mental Pontificia Universidad Católica de Chile, y comprende el período entre los años 2003-2007. De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
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Ver Cecchin, G. 2002.
constituyendo con nuestros sistemas consultantes. En este sentido, nos parece ilustrativo lo planteado por Coddou y Méndez (2002) respecto al plantear las regularidades de la experiencia clínica: «….en la explícita metáfora del navegar, la recurrencia de estos intentos van dibujando mapas. Son estos mapas de navegación por estos complejos territorios los que hemos querido recolectar y construir» (pág. 15). Asimismo, creemos necesario volver a pensar en el principio de equifinalidad de la Teoría General de Sistemas, para subrayar que mismos estados iniciales pueden derivar en distintos estados finales y viceversa. En esta perspectiva, Cecchin (2002) nos propone que «al encauzar la investigación (…), podemos hacer uso de esos «hallazgos» a modo de hipótesis cuidando de llevar tales «hallazgos» hasta el extremo de que no tratemos de que la familia se ajuste a una proclamada «verdad» fruto de la investigación» (pág. 85). Es, por tanto, una manera de mapear, de hipotetizar, que presente utilidad en la práctica clínica, pero tan abiertos al mismo tiempo de soltar este mapa y diseñar otro en circunstancias que en el proceso psicoterapéutico esa hipótesis no tenga sentido. Tal como lo señala Cecchin (2002): «el peligro no está en investigar, sino en dejar que los resultados de un estudio bloqueen otras formas de pensar» (pág.87).
¿qué sentido tiene en su anclaje sistémico vivencial? Con estas preguntas iniciamos nuestro trabajo de sistematización clínico. Establecemos así una puntuación que determina una manera de ingresar al problema. Un problema en la definición del sí mismo (o en la construcción de la identidad) Al escuchar las distinciones que hacen los adolescentes que se cortan respecto de sí mismos en relación a su vivir en las relaciones familiares, el tipo de autodefiniciones son: «soy inútil», «soy gorda y chica», «soy inquieta», «me tratan de mentirosa», «mi hermana me trata de loca enferma», «soy una carga para mi familia», «me siento una pobre tonta», «me carga dar lástima». Nos encontramos así con una manera de estar en la convivencia familiar que configura un escenario de contradicción emocional en aspectos referidos a la construcción de su identidad. En este sentido, adherimos a la idea de Francisco Varela (1991), respecto a la constitución del sí mismo. Dado lo central de este planteamiento, lo exponemos en detalle:
Una propuesta explicativa Quizás los cortes están queriendo decir algo... tenía algo importante que decir pero no sabía qué y ni cómo
Tania, 16 años ¿Qué puede llevar a un/a adolescente a sentir tal nivel de angustia que lo/a lleve a tomar la decisión de cortarse los brazos?, 79
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Lo que podemos llamar «yo», nosotros mismos, puede ser analizado como algo que surge de la capacidad lingüística del ser humano y su capacidad particular para auto describirse y narrar. Nuestro sentido de un «yo» personal puede ser entendido como una permanente narración interpretativa de algunos aspectos de las actividades paralelas en nuestra vida cotidiana. Dado que este «yo» narrativo se constituye necesariamente a través del lenguaje, entonces este sí mismo personal está unido a la vida social. Lo peculiar de este «ser personal» (personal self) es que a través del lenguaje hay una relativa autonomización del sí mismo cognitivo. Esta narrativa, en sí misma, se convierte en un mundo para el sujeto en su sentido más tradicional y literal, la completa autonomización del registro imaginario (págs. 106-107).
En esta perspectiva, la identidad es un fenómeno que se construye lingüísticamente, y se constituye de un modo ad hoc a la historia de interacciones en las cuales el individuo forma parte, de manera que el individuo se distingue a sí mismo de un modo contingente a la manera en que los otros que configuran el sistema social en común lo hacen aparecer al caracterizarlo de cierto modo. En este sentido, no es trivial que las distinciones que hacen los padres respecto de los hijos son: «siempre ha sido introvertida», «es agresiva, provoca conflictos», «es mentirosa», «ella cree que no la aceptamos», «no confiamos en ella», «no tiene motivos para estar así», «es muy enojona, histérica». En este escenario, es importante consignar que el proceso de configurar la identidad por parte del adolescente también arrastra a los padres en el cuestionamiento de sus propios sí mismos. Esta dinámica es señalada por Fishman (1990), quien plantea que: …no sólo está el adolescente luchan-
En este sentido, adherimos a la idea de Maturana (1998) quien plantea que «los roles o características que un observador puede atribuir a los miembros de un sistema social no los describe en términos de propiedades constitutivas, (…) no son intrínsecas, son las propiedades que emergen de la composición del sistema social, por lo tanto están ligadas a las acciones coordinadas que lo constituyen» (pág. 124). En esta perspectiva, el auto inflingirse heridas es una conducta que surge en aquel adolescente singular bajo circunstancias en las cuales su estar en el mundo en ese momento es el resultado de su participación en la historia de lenguaje con otros, siendo el sistema de las relaciones familiares uno de los dominios de interacciones que más lo compromete afectivamente con los demás y con la definición de su identidad. Como consecuencia de ello, la conducta de cortarse pertenece a un fluir en el lenguaje, y por lo tanto su sentido está en relación con el momento en la historia de interacciones en que el cortarse tiene lugar, y que a su vez es función del curso que siguen esas mismas interacciones en el momento en que el cortarse aparece. Dicho de otro modo, nosotros planteamos que la acción de auto inflingirse heridas constituye una «palabra»6, una distinción, que tiene sentido en el fluir recursivo de coordinaciones conductuales consensuales que constituye el lenguaje7. Por esto, nuestra intención de atribuir un significado a esa conducta, y por lo tanto al constituírla como una «palabra», es referirnos a la red de interacciones y los hilos lingüísticos en que nosotros distinguimos que tal conducta participa. En términos de Varela (1991), el análisis tiene una doble mirada: en términos de significación, –lo que el adolescente in-
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do por su identidad, sino que los demás miembros de la familia también están cambiando. Y es dentro de este contexto familiar donde se realiza la búsqueda de identidad. (pág. 20)
Sin embargo, dado que somos multidimensionales en nuestro vivir sistémico, puede ocurrir que la identidad se construya con «información» nueva, esto es, que el adolescente se encuentre caracterizado por él u otros de una manera distinta a cómo se caracteriza en el sistema familiar, con lo cual su sí mismo emerge localmente de un modo diferente. Es por ello que fuera de su ámbito familiar no es poco frecuente que se encuentren en un modo de estar con otros en el cual no les aparece el sentirse frustrados, angustiados o apenados por verse a sí mismos como sí les pasa en su mundo familiar. De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
Aguirre, B., 2007, desarrolla un interesante análisis respecto a este fenómeno desde el análisis de las intervenciones sociales, en el Trabajo Social en particular, lo que puede dar al lector una mirada desde otra perspectiva del mismo problema. 7 Ver Maturana y Varela, 1984. 6
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• desde los padres, el hijo al no corresponder a sus expectativas, es interpretado como un ataque personal, y atribuído como una muestra de que su hijo no los quiere, de que no valora lo que se le entrega, sintiéndose poco correspondidos.
terpreta y siente–, y la dimensión de enlace –la naturaleza de su relación con el mundo–, de modo que dé sentido a la vivencia de incomprensión y descalificación respecto de aspectos que constituyen la narrativa que configura la identidad del adolescente, y que lo lleva a auto inferirse cortes.
En este sentido, viven en la sensación de no poder aceptar un modo de ser que ellos creen que no debiera ser lo sano o ajustado a su deber ser, en la legítima angustia de sentir que su hijo no los logran entender y que no serán felices del modo en que lo ven siendo.
La dificultad de hacer calzar las premisas de los padres con las necesidades emocionales del hijo A partir de nuestra práctica clínica hipotetizamos que en estos sistemas familiares existe un descalce entre ciertas premisas que gobiernan las expectativas de los padres y aspectos centrales de la identidad del adolescente, en tanto que no es posible negociar la flexibilidad en los supuestos parentales. Son sistemas en los cuales -a pesar de que en alguno de ellos existe un discurso oficial de valorar la comunicación- existen escasas posibilidades de dialogar, negociar e incluso intercambiar diferencias. Esta dinámica relacional recuerda a lo planteado por Stierlin (1994), quien la conceptualiza como un tipo de vinculación extrema:
• desde los hijos, ante la rigidez del sistema, los desacuerdos se viven con mucha impotencia, ya que no importa cuanto hagan, la respuesta será la misma. La vivencia transita entre sentir que los padres no lo quieren, a sentir que no logran ser querido por ellos. La rabia sumada a la impotencia, a la sensación de no tener salida en el diálogo, y de causarle dolor a los padres, permite aparecer los cortes como una posibilidad de descargar la tensión interna y cambiarla de nivel, al cuerpo, lo cual la hace más tolerable, pudiendo descansar posterior al cierre de la herida. Distinguimos en estos sistemas familiares un funcionamiento con altas exigencias a nivel emocional, generalmente en relación a valorar el control de las emociones, no actuar impulsivamente, tener buenos argumentos, y tener cuidado con no herir a los demás. En este tipo de dinámica, la expresión de la rabia es cuestionada, pues en su manifestación puede dañarse al otro con el consiguiente sentimiento de culpa. Cuando los hijos se distancian un poco o se muestra rabiosos por algo, los padres lo interpretan como que los han dejado de querer, lo que genera mucha pena en los hijos por hacerlos sentir de ese modo, y se culpan a sí mismos por generar tal situación. No disponen de una salida, en la medida que si llevan a cabo aquello que quieren, a
El sistema emocional vivenciado es de todo o nada, en el cual: 81
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Una situación de vinculación extrema se observa cuando predomina una realidad relacional especialmente dura. En esta situación las visiones divergentes con respecto a la conducta y los motivos de los miembros del sistema familiar son defendidas con una pretensión intransigente de objetividad y verdad. Los miembros de la familia se comportan como si se tratara de leyes y hechos naturales científicamente demostrados que no requieren más pruebas. Estas peleas pueden ser tanto más obstinadas y persistentes cuanto mayor es el temor de una total expulsión y desvalorización por parte del otro o los otros. (pág. 120).
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pesar de la desaprobación de los padres, tendrán que vérselas con la culpa de hacerlos sufrir; si en cambio se mantienen en la posición que sus padres esperan, quedan frustrados por no poder hacer lo que desean y con mucha rabia hacia ellos por sentir que no los comprenden y que no son capaces de ceder. Esta encrucijada relacional recuerda al entrampe doble vincular propuesto por Gregory Bateson8, ya que el adolescente se encuentra vivencialmente en una ilusión de alternativas; sin embargo, a diferencia de aquel, los padres no le desmienten al hijo que están en desacuerdo con aspectos de su identidad, sino que en su deseo de ayudarlos le transmiten la impotencia de no saber cómo hacerlo; es decir, existe un conflicto o desacuerdo reconocido, pero su solución pasa por borrar aspectos centrales del guión epistemológico que configura la identidad tanto del adolescente o de los padres. Por lo general en los sistemas familiares donde existe un miembro que se realiza cortes, existe otro miembro del sistema (generalmente un/a hermano/a) que se encuentra en alianza con aquel padre o madre que tiene mayor influencia emocional sobre el hijo que se corta. Este hermano/a por contraste, satisface las expectativas y deseos de los padres, contribuyendo en la generación de una situación donde el miembro que se realiza cortes es depositario de todo lo malo, mientras que éste conserva lo bueno. Esta situación contribuye por un lado a la sensación de los padres de que el hijo que se hace los cortes es quien está «loco» o «enfermo», pues ellos como padres funcionan bien con los demás hijos, y por otro, confirma en el miembro que se hace cortes que él está mal y es el culpable, aumentando sus sentimientos de frustración y soledad. Por otro lado, la rigidez de los padres en relación a lo que está permitido o prohibido genera regularmente en los hijos la sensación de que los otros saben mejor que 8
ellos lo que está bien o mal, desarrollando poca confianza en sus propias sensaciones, percepciones y pensamientos, lo que a su vez confirma en los padres la sensación de que deben guiarlo respecto a lo que deben hacer, puesto que no es capaz de discernirlo por sí mismo. Consecuencia de ello, es que los padres al ver lo inseguro y titubeante que se comporta su hijo, no pueden dejar de estar razonablemente preocupados, lo cual es vivido por el adolescente como un constante control y vigilancia de lo que hacen, sintiéndolos invasivos y persecutorios. En síntesis, los adolescentes se sienten entrampados en una relación en la cual sienten que algún aspecto central de su identidad no logra ajustarse a las expectativas, creencias o deseos familiares, en tanto para él es vital lograr ser validado por sus padres. La resultante es una dinámica en la cual el adolescente entra en un juego sin salida en el cual o bien: • intenta ser del modo en que la familia espera que sea, fracasando en su tentativa por no poder sostener lo esperado, lo cual le confirma su imposibilidad de ajustarse a la expectativa y ser incapaz de modular sus conductas o afectos del modo requerido; en este sentido, el no lograr ser del modo que los padres le piden, les genera un sentimiento de culpabilidad por no corresponder a los deseos de padres; en estas circunstancias, se genera en su parlamento interno un conflicto narrativo que produce niveles de angustia suficientes como para necesitar instalarla en el cuerpo y así lograr descansar de la tensión interna; esto por no poder poner en común su sensación de fracaso pues esto confirmaría que no hace lo suficiente o, bien no ser reconocido en su esfuerzo por cambiar. En este escenario, el adolescente aprende a callar, generando un personaje de contracara: trata de mantener una posición políticamente correcta con sus padres, pero no les contará jamás lo que sienten, y en tanto se sientan afectados por algo que les
Ver Gregory Bateson et al., 1956.
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pasa dentro o fuera de su sistema familiar, recurren a los cortes como manera de descargar las emociones que no tienen espacio de expresión. A esta variante la llamaremos NO LOGRO SER QUIEN DEBO SER • intenta negociar su identidad con la familia, la cual suele reaccionar con un pseudo acuerdo, generando un contexto de resignación que es vivido desde el adolescente como estar haciendo un daño a alguno de los padres, lo que genera una dinámica en la cual el joven intenta cambiar el clima emocional en que entran los padres, y al no lograrlo, se le confirma que no le hace bien a su familia. Eventualmente en esta última dinámica puede ocurrir que el adolescente presione en pos de lograr una aceptación relacional de su sí mismo, lo cual es sentido por los padres como una exigencia que va más allá de los límites del respeto y de sus tiempos de reacción, produciéndose un conflicto abierto de alta intensidad entre alguno de los padres y su hijo, que recuerda a la dinámica descrita por Stierlin (1994) como clinch maligno: Los miembros de la familia se comportan como si se tratara de leyes y hechos naturales científicamente demostrados que no requieren pruebas…Estas peleas pueden ser tanto más obstinadas y persistentes cuanto mayor es el temor de una total expulsión y desvalorización por parte del otro…A una persona en esta posición de «inferioridad» sólo le queda la sumisión total a aquel miembro del sistema que se impone con su realidad más fuerte. O bien se sigue peleando hasta llegar a una especie de situación de empate que describí como clinch maligno (pág. 121). Regularmente, esta confrontación parcial termina con la sensación del adolescente de causar daño a sus padres y no lograr expresarse bien emocionalmente.
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Ver Murray Bowen, 1998. De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
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En este escenario, el adolescente aprende a desahogar sus emociones fuera del contexto familiar, siendo común el consumo de drogas, o el adherirse pegajosamente a relaciones de pareja, logrado así un equilibrio inestable: me expreso afuera, me controlo en casa. Este arreglo se rompe con frecuencia, puesto que al vivir situaciones de riesgo fuera o poner todas las apuestas en la relación de pololeo, sufren los costos de ambas decisiones, razón por la cual les resulta imposible pasar invisibles frente a sus padres; éstos, al enterarse de sus conductas fuera del hogar, o al cuestionarle su relación de pareja, facilitan la dinámica expuesta anteriormente. A esta variante la llamaremos NO LOGRO SER ACEPTADO EN MI SER. En ambos casos, la dinámica interaccional no permite el fluir de un hilo discursivo, ésto es, un contexto emocional que admita la diferencia y la integre en el texto que define el ser hijos en la familia que constituyen, o bien generar un posicionamiento subjetivo que permita validar su auto concepto a pesar de las diferencias con sus padres, en un proceso de diferenciación9, que resista la distancia afectiva que le generan los padres, y que pueda presionar hacia un cambio en las premisas que definen el ser hijos en esa familia. ¿Por qué no intentan suicidarse? Si bien en cada corte auto inferido existe la posibilidad situacional de ir más allá y atentar decididamente contra sus vidas, por alguna razón no lo hacen. Probablemente juegue a favor el deseo de casi todos los adolescentes con que trabajamos terapéuticamente de no querer dañar a los padres, y dado que logran parcialmente tener espacios de integración al sistema familiar, no pierden la esperanza de lograr ser aceptados finalmente. Por otro lado, el relato de los adolescentes señala que no desean morir, sólo quieren descansar de sentir rabia o pena o impotencia. Los cortes, dada la dinámica
expuesta, están ubicados en un lugar del vivir sistémico del adolescente que tiene sentido en el poder cambiar el nivel del dolor: del espacio psíquico al espacio corporal, y con ello lidiar con un dolor visible, que finalmente relaja y otorga una pausa en la lucha del parlamento interno, dada la imposibilidad de exponer sus angustias en su mundo familiar, ya sea porque choca con las premisas de los padres, o bien porque esos supuestos han pasado a constituir parte del guión que da sentido a su ser en el mundo.
• Francisca desarrolla un cuadro angustioso, y dado que la familia funciona desde el supuesto de no demostrar los sentimientos de pena, no pueden exponer el dolor y tristeza que les producen las pérdidas, configurando un contexto de duelos no elaborados. Francisca se narra a sí misma emocionalmente como «me guardo todo... guardé pena y la tengo acumulada». Dado que ya no cuenta con su madre para exponer sus vivencias dolorosas –la madre toma distancia de la familia dado su propio proceso de pérdida que no puede expresar en su familia–, comienza a aislarse, baja las notas, se encierra en la pieza. Francisca intenta operar desde la epistemología principalmente paterna, lo cual no puede sostener dado el proceso de múltiples pérdidas, generando niveles importantes de angustia que desahoga cortándose los brazos y así no demostrar su pena explícitamente ante sus padres. Francisca se encuentra atrapada entre querer expresar sus necesidades emocionales y ser consistente con las premisas familiares, encontrando en los cortes un ajuste parcial.
Historias co-determinadas Las historias que permiten la aparición de esta historia son variadas y singulares. A continuación exponemos los guiones de cinco de ellas10: 1. Tres historias abreviadas
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• Francisca, 15 años, hija menor de dos hermanos (hermano mayor de 23). Padre opera desde la premisa de «esconder los sentimientos para no dañar al resto», madre se desmarca un poco de ese lugar y ocupa un lugar de contención emocional. Durante el curso de un año ocurren los siguientes cambios:
• Carolina, 15 años, hija menor de tres hermanas (26, 22). Madre de ascendencia extranjera, nombra a sus dos hijas mayores con nombres de su país de origen. Padre centrado en el trabajo, emocionalmente distante de las tres hijas. Premisas familiares centradas en el control y la autoexigencia. Madre, muy centrada en la estética, se refiere a Carolina como «es bajita, gordita, inquieta». Hace dos años la madre y la hermana mayor le cuentan infidelidad del padre, lo cual él no sabe. En el clima familiar se agudiza la tensión y ansiedad flotante, lo cual no puede expresarse dado el supuesto de ser controlados. Carolina comienza consumo abusivo de marihuana y aumenta de peso, no comprende por qué llora con frecuencia en la casa, lo cual es criticado por la madre –por el descontrol– y el padre –dado que no entiende su inestabili-
- sufren la muerte del abuelo materno, ante lo cual la madre señala que «cuando murió mi papá me olvidé de la Francisca». - Francisca se cambia de colegio, se separa de las amigas - Madre comienza a trabajar. - Hace dos años el hermano mayor se va de la casa (a quien definen como más expresivo).
Los nombres han sido modificados.
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dad–. En relación a ello, Carolina señala que «me da angustia de un momento a otro... me dan ganas de llorar... me viene nostalgia». Carolina siente a sus padres como figuras amenazantes y queridas al mismo tiempo, no puede expresarles lo que le pasa, recurriendo a los cortes para disminuir la tensión angustiosa que la invade. La realidad emocional del contexto familiar gobernada por el control de los afectos genera un clima de ansiedad flotante que es absorvido por Carolina, quien no puede expresar su angustia dada la epistemología familiar, encontrando en los cortes la válvula de desahogo a su tensión.
Cuando Danitza se apena, se aisla y no habla con nadie, para no dar lástima y además para no confirmar que es inestable: «no me gusta que me vean mal, y quedar como una pobre tonta». La madre no se mete por temor a ser rechazada por Danitza, pero al verla mal se entristece y se pone a llorar, «y eso me da pena», dice Danitza. La madre dice que a pesar de ser la que más se preocupa por ella, «no es capaz de recibir cariño, no le gusta que le den besos o la abracen». Danitza trata de ser racional y enfriarse emocionalmente (premisas familiares), y al no lograrlo se enrabia consigo misma, se encierra, se coloca más ansiosa para comer, comienza con insomnio, y en ese contexto emocional relata: «siento angustia en el pecho y me corto para sentirla en otro lugar».
• Danitza, 16 años, hija menor de dos hermanas (20); fuertes peleas entre ambas, con sensación de ser insultada por ella y que la madre desequilibra permanentemente para el lado de la hermana mayor; describe así la dinámica entre ellas: «mi hermana me mira para abajo, me menosprecia, eso me da rabia, y le contesto, pero ante sus insultos me chupo, y me da rabia, pego portazos, y ella me grita que estoy loca y enferma». No habla con el papá por considerarlo «raro… no habla; sólo escucha y no se mete»; quiere llevarse mejor con la madre, pero dada la sensación de injusticia respecto al trato con su hermana, es muy exigente en relación a la atención que espera de ella, cerrándose rápidamente cuando percibe que no valora lo que hace. Padres son percibidos como una pareja sin amor, que están juntos por costumbre, describe peleas entre ellos, intercalados con períodos sin hablarse. Danitza dice de sí misma: «no estoy acostumbrada a demostraciones de afecto; soy sensible, y como las cosas me duelen, me pongo dura». Tiene un pololo hace dos años, quien es su pilar emocional, pero que por razones de trabajo del papá debe viajar a vivir al extranjero, lo cual la tiene muy afectada pero trata de que no se le note. Cuenta que el pololo a veces la llama para preguntarle si ella lo quiere.
2. Dos historias de procesos terapéuticos
2.1 No logro ser quien debo ser Grupo Familiar Germán (padre): 39 años Loreto (madre): 39 años Valeria (paciente índice): 15 años Federico (hermano): 13 años
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Valeria llega a consultar por primera vez junto a su madre. En esa sesión afirman que vienen a consultar por los cortes que Valeria se hace en los brazos y que decidieron consultar ahora pues Valeria no habría cumplido con una promesa que le habría hecho a su padre de no volver a hacerlo. Valeria afirma que comenzó a darse cuenta que estaba mal hace 2 años, cuando afirma que no hablaba con nadie en la casa, estaba todo el tiempo enojada, pasaba encerrada en su pieza, se ponía mal y hacía un escándalo a sus padres por cualquier cosa pequeña que le pasara. Luego se arrepentía, les pedía perdón, pero
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muy preocupados por ella, que realizarían sacrificios por verla contenta y le da mucha rabia no poder darles lo mismo. Valeria relata que cuando pelea con su papá se queda callada y no responde, pero con su mamá es diferente, cuando comienzan a discutir ella le responde y terminan diciéndose cosas fuertes. La mamá le dice que Valeria no la quiere, que falta que le demuestre su cariño, que es egoísta porque solo se preocupa de ella. A su vez Valeria le responde que se irá a vivir donde su abuela. Afirma que le cuenta hartas cosas a su mamá, a diferencia de su hermano, pues su mamá se pone contenta. Sin embargo, se guarda las cosas que le dan pena, porque siente que aquellas cosas entristecen a la mamá. Afirma que siempre termina haciendo lo que su mamá quiere que haga, necesita mucho su opinión, incluso cuando van a comprar ropa: si a ella le gusta una cosa y su mamá otra, termina comprando lo que le gusta a la mamá. Lo mismo le ha ocurrido con sus pololeos: ha terminado cuando a su mamá no le gusta su pololo. La madre confiesa que cuando ella era adolescente le importaba que su mamá estuviese triste y que no quiere pensar que a Valeria le dé lo mismo si ella se apena por algo. Valeria afirma que siempre necesita de otro que le diga si lo que está haciendo está bien o mal. Cuando ella desea hacer algo, se pregunta de inmediato que les parecerá a los padres aquello que ella desea hacer. Cuando sus padres le dicen que no, les hace caso pues piensa que si a ellos no les gusta algo, a ella tampoco le debería gustar. La madre relata que siempre ha intentado evitarle cualquier decepción o sufrimiento a Valeria, que siempre le daba todo antes de que incluso lo necesitara, que se habría esmerado de manera excesiva en sus tareas y que es posible que Valeria no haya aprendido que las responsabilidades son de ella. No le permitía equivocarse, no le habría permitido que ella se diese cuenta de lo que era capaz de hacer.
al día siguiente volvía a ocurrir lo mismo. Esto le generaba mucha pena, porque veía que sus padres trataban de hacer cosas por ellas, que le entregaban mucho y ella les respondía con peleas y sentía que les hacía mucho daño. La madre pensaba que había hecho algo mal y Valeria se sentía culpable. Eso la llevó a pensar incluso que a lo mejor ellos estarían mejor sin ella. Cuando sus padres se enteraron de que Valeria se cortaba, se pusieron muy mal, desbordados emocionalmente, el papá le dijo a Valeria que si se seguía cortando, él se separaría de su mamá. La intentaron ayudar y la llevaron a cursos de meditación, yoga y atletismo para que se liberara de lo que sentía. No obstante, Valeria afirmaba que si bien luego de las meditaciones se sentía más tranquila, luego de un rato volvía a sentir angustia, sintiendo que «algo» no la dejaba ser feliz. Los motivos por lo cuales peleaban eran por las notas, ella sentía que se esforzaba, estudiaba y cuando le iba mal, sus padres se ponían tristes. Ambos decían que le faltaba estudiar más, que tenía demasiadas distracciones. También sus atrasos en la mañana eran motivos de discusión y sus padres terminaban hablándole de la responsabilidad y lo poco que se esforzaba. Los padres de Valeria sentían que ésta les respondía de mala manera cuando le pedían algo y que tenía una actitud apática e indiferente con ellos, lo que les provocaba mucha pena. Valeria habría tenido problemas con sus compañeros en el colegio anterior, pues éstos le decían que era narigona, y la madre siente que esto le ha afectado mucho su autoestima. Valeria relata que con su hermano menor no se lleva muy bien, que ha sentido odio por éste, siente que sus padres lo quieren más a él porque le va mejor en el colegio, sabe que quiere estudiar en el futuro y eso los pone muy contentos. Ella se esfuerza mucho en los estudios y no le va bien, y no es capaz de entregarle alegrías a sus padres, solo preocupaciones, afirma que desearía ser él en mujer. Siente que tiene padres De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
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poco correspondidos. Pareciera ser que en esta familia el bienestar de los padres o su felicidad se sostuviera exclusivamente en el bienestar de los hijos. De este modo, los padres aparecen muy preocupados, e incluso «sacrificarían» sus deseos por el bienestar de ellos. Son padres que se anticipan a aquellas situaciones que pueden provocarles a sus hijos algún sufrimiento. Esto a su vez exige por parte de los hijos, ser «buenos» hijos, debiendo entregar a sus padres buenas notas, mostrarse contentos, confiar en ellos, pues de algún modo con ello aseguran la felicidad de los padres. Esto genera un contexto de exigencia, una sobrecarga para Valeria, donde implícitamente se le obliga a estar bien, a no mostrar pena o rabia, pues dispone de padres demasiado buenos como para sentirse de este modo. Pareciera que los padres reaccionan o responden ante los conflictos de los hijos desarmándose, generando mucha culpa en ellos, pues sentirían que sus penas y rabias los dañan, obligándolos a ocultarlas. Por otro lado, se hipotetiza que la hipercercanía de la madre resulta muy angustiante para Valeria. Sus intentos de diferenciación son significados como gestos egoístas e ingratos que la ubican en el lugar de hija malagradecida, generándole sentimientos de culpa. Existirían muy pocos espacios para el desarrollo de su autonomía y aquellos espacios que podrían ser legitimados como una búsqueda personal, en la decisión de qué ropa comprarse, qué pololo tener, son controlados, vigilados y boicoteados por una madre que teme que Valeria se aleje demasiado de ella, y que en el desarrollo de su autonomía ya no requiera de su presencia constante. Esto ha ido generando en Valeria una inseguridad en relación a su capacidad para tomar decisiones, desarrollando poca confianza en sus propias sensaciones, percepciones y pensamientos para saber por sí sola que es aquello que considera le hace bien o mal. Siempre existiría otro que sabría mejor que ella lo que es bueno o 87
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Durante las sesiones, Valeria afirma que no puede irse del colegio sola cuando está lloviendo, pues la mamá piensa que se puede mojar y resfriar por lo que aquellos días la va a buscar al colegio. Encuentra que su mamá es muy sobreprotectora, no la deja crecer, que aún la ve como una niñita. Afirma que ella camina y el papá va corriendo detrás de ella con el paraguas para que no se moje, algo que no hacen con su hermano. Afirma que tiene que llevar parka al colegio, incluso aquellos días donde no siente frío y hay sol. Les habría dicho a sus padres que cuando cumpliera 18 años iba a tomar sus propias decisiones, a lo que el papá le habría respondido que no era un tema de edad, sino que de madurez y que podría tomar sus propias decisiones cuando estuviese terminando su carrera universitaria. Afirma que no la dejan hacer cosas porque piensan que algo le puede ocurrir y que ha pensado que su padre a su edad se movía solo en micro y hacía hartas actividades solo, y a ella no la dejan. Piensa que cómo va a aprender a manejarse sola, si no la dejan hacer nada. Asimismo, piensa que a su hermano por ser hombre le permiten hacer más cosas. Se hipotetiza que es un sistema familiar donde los padres son altamente exigentes en sus roles parentales, esforzándose mucho por ser «buenos padres», exigiendo de parte de sus hijos comportamientos similares. Pareciera ser un sistema que funciona desde la premisa de la reciprocidad, donde todos los miembros de la familia deben comportarse de manera similar, existiendo escasa capacidad para mirar y diferenciar las necesidades individuales entre los miembros, surgiendo una de ser hijo que se torna rígida, inamovible y llena de expectativas. De este modo todas aquellas actitudes, comportamientos e incluso emociones en Valeria, que se aparten de aquella forma de ser hija, es interpretada por parte de los padres como un ataque personal, como una muestra de que no los quiere o que no valora lo que le entregan, sintiéndose
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malo, necesitando constantemente que otro que decida o ratifique su decisión. Esto a su vez, confirma en sus padres la necesidad de definirle los parámetros, puesto que no es capaz de discernirlo por sí misma. Valeria relata que fuma cigarrillos desde los 14 años y que pensaba que sus padres estaban enterados. Un día su madre le preguntó si fumaba y ella le respondió que si lo hacía. La madre se puso a llorar y le trató de explicar el daño que le producía el cigarro y le propuso un trato: ambas dejarían de fumar y Valeria lo podría hacer sólo en las fiestas. Valeria accedió a este acuerdo. No obstante, con el paso del tiempo, cada vez que ella quería salir de casa a dar una vuelta, la madre no la dejaba ir pues pensaba que iba a ir a comprar cigarros. En una ocasión, antes de entrar a sesión, Valeria le habría preguntado a su madre si podía fumar un cigarro mientras esperaba, y ésta le habría dicho que no y que estaba muy desilusionada de ella. Esto le habría dado mucha rabia a Valeria quien habría pensado que esto del acuerdo era un engaño, porque la mamá si tenía la obligación de dejar de fumar pues tenía problemas pulmonares, mientras que ella no tenía porqué hacerlo y más bien habría accedido al trato por ver a su mamá tan triste, pero que se daba cuenta de que tenía que ver con lo que su mamá quería y no con lo que ella deseaba hacer. Ella habría pensado que siendo honesta con la madre acerca del cigarro, ésta iba a comprenderla, pero en vez de eso le habría empezado a prohibir fumar. Piensa que su mamá la está impulsando a hacer cosas escondidas. Ese día se fue muy molesta y su mamá le preguntó si era feliz y Valeria le respondió que no. Afirma que antes le daba pena cuando se lo decía, pero ahora sentía rabia, no quería mirarla, ni hablar con ella. Luego se va al computador y la mamá le dice que tiene que estudiar, y se pone detrás de ella a mirar la conversación que mantenía por Chat. Valeria se levantó enojada y se fue a su pieza, colocó música, De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
se puso a llorar y sintió ganas de cortarse los brazos. En ese momento llega la madre, quien le pide que le abra la puerta, ella le responde que quiere estar sola, pero luego le abre y su mamá la abraza. Se podría hipotetizar la existencia de un mandato en esta familia que prohíbe la expresión de los impulsos agresivos, donde la rabia, los enojos, las molestias no pueden ser manifestadas. De este modo, en los momentos que Valeria siente rabia con sus padres y les responde algo «duro», sus padres responden afligiéndose, lo que genera en ella sentimientos de culpa y en su impotencia recurre a los cortes. Es en la imposibilidad de expresar su desacuerdo, su molestia, su rabia, que se daña a sí misma. La madre de Valeria encontró una carta dirigida a ella, donde Valeria decía «quiero ser una persona distinta, pero no puedo porque mi mamá no me lo permite». El trabajo terapéutico realizado se relaciona con las hipótesis anteriormente expuestas y se centra principalmente en la necesidad de Valeria de crecer, de diferenciarse de los padres sin sentir culpa. De este modo, en terapia familiar se trabajó en signficar los comportamientos y actitudes de distancia de Valeria, como parte de un proceso necesario de diferenciación y no como manifestaciones de egoísmo. Asimismo, se abrió un espacio de conversación para hablar sobre las rabias, las penas y los desacuerdos sin que resultara una amenaza al vínculo emocional, donde se validaran los deseos y necesidades de cada uno, respetando un espacio de autonomía individual dentro del sistema familiar. Se trabaja con Valeria en el reconocimiento de aquello que desea y necesita, en la validación de sus emociones y en el encuentro de una manera de ser hija que sea coherente con todo aquello. Asimismo se valida la existencia de un espacio de intimidad y reserva. Ella sentía que debía contarle todo lo que le ocurría a su madre, pues de esa manera le demostraba lo mu88
cho que confiaba en ella. De este modo, cuando se reservaba ciertos eventos para ella, o decidía contarle a otra persona lo que le ocurría, vivía esta situación con mucha culpa, pues sentía que su deber era contarle todo a la madre si ella como hija la quería y confiaba en ella, viviendo la reserva como un gesto de desamor. En las sesiones se trabajó con Valeria el hecho de que ella podía confiar en alguien, es decir, disponer de una persona a quien confiarle lo que le ocurría, pero que ella podía decidir sobre aquello que quería confiarle al otro. Se conversó con ella acerca de la necesidad que surge en la adolescencia de mantener ciertas cosas en la intimidad o el deseo de compartir ciertas experiencias en otros espacios, fuera de la familia y que ello no significa que uno quiera menos a los padres, sino que responde a un proceso esperable de diferenciación y de búsqueda personal, donde las necesidades de pertenencia a un grupo, de autonomía, de exploración sexual se dan fuera del espacio familiar. 2.2 No logro ser aceptado en mi ser Grupo familiar José: 48 años Angélica: 45 años Verónica: 15 años Carolina: 14 años Verónica llega a consulta por primera vez junto a su madre. Angélica explica que el psicólogo del colegio la citó a una entrevista porque había visto muy mal a Verónica, deprimida, con baja autoestima. Además la joven le contó que las cosas no estaban muy bien en la casa. La madre dice que ella no la ha visto mal en la casa, pero quiere que se le haga una evaluación para aclarar las dudas. Durante la primera sesión aparece que Verónica se infringía cortes hace un tiempo, pero que eso era algo que ya estaba resuelto. Angélica 89
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insiste en que no ve que su hija tenga un problema. Verónica plantea que lo que le está pasando tiene relación con que «soy la única de mi edad a la que la mamá le pega». Cuenta que no está bien, se siente triste, deprimida y con poco apoyo de su familia. Desde hace dos años, y luego de una cesantía de casi un año, su padre vive y trabaja en el norte la mayor parte del tiempo, y sólo puede venir a Santiago de miércoles a lunes cada dos semanas, por lo que está casi todo el tiempo su mamá y Carolina. Antes, cuando vivían todos juntos, Verónica sentía que podía contar con su padre, pero ahora estando lejos, siente que su hermana y su madre están aliadas, que no tiene nadie que la defienda de las agresiones de su mamá. Angélica se queja que Verónica es imposible de tratar, es insolente, malagradecida y que todo lo que hace lo hace para desafiarla, como el piercing y el corte de pelo que se hizo sin su consentimiento. «Verónica lo hizo en contra mía… no en contra de mí, en contra de mi voluntad». Verónica dice que todo lo que hacen con Carolina le molesta, pero sólo a ella la golpea, mientras que con su hermana ni siquiera discute porque «a ella la quiere más». Los padres plantean que sus hijas son todo para ellos, «hicimos de las hijas la razón de ser». La madre se muestra muy enojada y preocupada porque sus hijas se han hecho unos piercings, se cortaron y tiñeron el pelo y se visten como cualquier cosa, «nosotros tuvimos una niñitas perfectas, y ellas autoagreden su cuerpo con esos piercings y andan vestidas así… ni siquiera se preguntan qué pensaran de ellas en la calle». Angélica se queja que nadie copera en la casa, que está cansada de ser la nana de todos, «estoy cansada de andar ´Veroniquita, lava los platos por favor hija o Carolinita, pon la mesa. Y cuando José viene los fin de semana: ¡no!, cómo va hacer algo si el viene a descansar». José explica que su señora quiere que todo sea perfecto, entonces «para
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Por su parte Angélica también siente culpa por haberle pegado a su hija, entonces empieza a buscar una reconciliación, pero no le pide perdón, sólo la abraza o hace como si nada hubiera pasado. A veces Verónica aún siente rabia y pena por lo sucedido y rechaza a la madre cuando ésta se le acerca, lo cual es connotado por la familia como una muestra de que Verónica es rencorosa. Ella se defiende de esto y explica que «se me cruzan dos mamás, una a la que le digo te quiero, te quiero… y se me viene a la mente una mamá que me pega y me agrede, entonces no puedo». En este contexto, cuando Verónica no puede expresar lo que siente o no encuentra un ambiente que valide sus emociones, se infringe cortes en los brazos. Se hipotetiza que en este sistema familiar, dada la ausencia del padre, gobierna la premisa de la madre respecto a su autoexigencia en el rol parental –considerando además la pérdida no elaborada por el cambio de estructura familiar-, realizando excesivos esfuerzos por ser «buena madre» que cría «buenas hijas». En este contexto, la exigencia y las expectativas que tienen unos de otros se relacionan con roles y formas de ser ideales, que finalmente se enfrentan a una realidad mucho menos perfecta. En este sentido, todo comportamiento, actitud o emoción que se aleje del ideal familiar de la «buena hija» es sentido por la madre como un ataque personal y muestra de ingratitud, quedando siempre en deuda frente a quien se plantea como la madre perfecta, que hace todo por sus hijas y que se sacrifica constantemente por ellas. En este contexto, no habría cabida para que las hijas puedan expresar emociones como la rabia o la pena, pues cómo se podrían explicar y validar dichas emociones, sin que aparezca el sentimiento de culpa, cuando se tienen padres tan buenos y sacrificados. De la misma manera, cualquier comportamiento o actitud que se aleje del ideal de hija y que responda más a las expectativas y ne-
qué voy a hacer el almuerzo, por ejemplo, si ella va a encontrar que todo está mal hecho». Angélica reconoce ser muy exigente con ella misma y con sus hijas, preocupándose y controlando hasta el más mínimo detalle del cuidado de la casa y de las niñas, y sintiendo que nadie en la casa hace las cosas de manera perfecta, como ella. Las hijas plantean algo similar, Carolina dice «cuando lavo los platos siempre encuentra que no lo estoy haciendo bien, entonces al final es más fácil que lo haga ella, ella sabe como hacerlo como a ella le gusta». Los episodios de violencia suelen iniciarse cuando Verónica no hace algo que la madre le ordena, cuando dice algo que la madre considera incorrecto, o bien cuando está discutiendo con su hermana y la madre interfiere para defender a Carolina. Esto hace enojar mucho a Angélica, quien violentamente intenta que su hija rectifique lo que ha hecho mal. Verónica se queja o se resiste, intenta explicarle lo que siente, pero su madre pierde el control y empieza a golpearla. Verónica le grita mientras la golpea, le dice «loca, estúpida, cómo puedes pegarle así a tu hija», lo que enoja aún más a la madre, quien responde que no va a aguantar que le falte así el respeto, mientras le ordena que se calle porque los vecinos van a escuchar sus gritos histéricos. Carolina intenta separarlas y le pide a su hermana que se calle «para que mi mamá no se siga enojando y pare de pegarle», pero Verónica se siente molesta e incomprendida, «cómo quiere que no grite si me están pegando». El episodio de violencia termina cuando alguna de las dos -Angélica o Verónica-, se van a su pieza o abandonan la escena. Verónica dice que cuando su mamá pierde el control es como si se volviera loca, pero que cuando termina, se siente culpable por lo ocurrido y piensa que su mamá se descontrola «porque ella tuvo una vida terrible de niña, la maltrataron mucho», y la justifica, lo cual la hace sentir aún más culpable por sentir que provoca a su mamá. De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
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el control y maltratándola, lo cual su vez le genera intensa culpa. No existiría entonces para Verónica una posibilidad de diferenciarse y ser autónoma sin que esto conlleve el costo emocional del distanciamiento de la madre. El drama de Verónica es que lo que está en juego es su forma de ser, la cual parecería atentar contra el ideal de hija que organiza a su familia. En este sentido, se observan ciertas similitudes entre José y Verónica en cuanto a cómo perciben y se enfrentan al mundo, lo cual se evidenciaba en la alianza que existía entre ambos, en relación a Angélica y Carolina, cuando el padre vivía en la casa. No obstante, cuando el padre se va al norte a trabajar deja a Verónica sola frente a la madre, con una forma de ser que ambos compartían. Es posible que el rechazo de Angélica muestra por que la forma en que Verónica se comporta funcione como desvío de la tensión y conflicto en la relación de pareja. Así, en tanto Verónica se asemeja a su padre y comparten una forma particular de ver el mundo, se convierte en depositaria de la rabia y frustración que Angélica siente en relación a José. Desplazando la frustración sobre Verónica la familia podría mantener su estabilidad, mientras que la madre lograría dañar al padre a través de la hija. De acuerdo a lo anterior, mientras que a Verónica le está vedado ser quien es porque no cumple con el ideal de hija, ser como su padre conlleva el costo de los golpes y el maltrato, situación que le genera una intensa angustia. Asimismo, no puede expresar la angustia, la rabia y la pena porque atentan contra el ideal de la buena hija y porque la madre invade todo espacio en el cual esto podría manifestarse sin ser penalizado. Así, la angustia, la rabia y la pena sólo pueden ser expresadas en el cuerpo, último rastro de individualidad, a través de los cortes. El cuerpo, tomado como objeto, se convierte en el único espacio de intimidad, un espacio libre de la presencia de la madre. El corte se erigiría entonces como un acto de auto-
cesidades propias que a las de los padres es rechazado por la familia y connotado como egoísmo, de manera que a las hijas les está vedado pensar en sí mismas sin caer en el lugar de «la desconsiderada». Pareciera entonces que cualquier muestra de individuación e intento de diferenciación es sancionado familiarmente pues es vivido como una ofensa personal y como un ataque directo a la premisa de bondad, sacrificio y perfección que organiza a esta familia. De acuerdo a lo anterior, el proceso de exploración y definición de la propia identidad, propio del adolescente, se ve interferido por la culpa que provoca en las hijas la idea de que sus penas y rabias, conductas y actitudes dañan a sus padres y le hacen sentir que rechazan su sacrificio y sus intentos por darles lo mejor. Según las hijas, la madre vive las emociones de manera muy intensa, cambiante y polar. Jamás entrega nada gratis, todo el tiempo está sacándoles en cara todo lo que hace por ellas, «agradéceme que el pan que estás comiendo porque es por mi trabajo». Controladora, sobreprotectora y excesivamente invasiva, limita de manera drástica la posibilidad de que Verónica puede tener espacios de autonomía que legitimen su derecho a tomar sus propias decisiones y tener gustos diferentes de los propios. De esta forma, pareciera que cuando Verónica se comporta como su madre espera, la relación entre ambas es cercana y cariñosa, pero cuando hace algo que no cumple con las expectativas maternas el vínculo se rompe y madre e hija se distancian. Esta relación de intensa ambivalencia es mantenida por la presencia de la culpa, que es la que finalmente conserva el vínculo. De acuerdo a lo anterior, los intentos de diferenciación de Verónica, considerados por su madre como gestos egoístas, ingratos y mal intencionados, le genera fuertes sentimientos de culpa, mientras que la madre intentando ser una buena madre, que se afana por hacer de Verónica una buena hija, termina perdiendo
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nomía donde no pierde el vínculo con la madre, un acto de expresión de pena, rabia y angustia que no la pone en el lugar de la ingrata, la malagradecida y la rencorosa, un acto de afirmación de sí misma y de afirmación de su propia identidad. No obstante, Verónica siente que hasta su propio cuerpo está invadido de la presencia de su madre, «a veces me dan ganas de sacarme toda la ropa y correr desnuda por la ciudad, para sentirme libre, para sentir que nada le pertenece a ella (la madre)… pero ni así lo voy a lograr porque, como dice ella, me tuvo 9 meses dentro». Terapéuticamente, con ambos padres se generó una conversación en torno al crecimiento de las hijas y a su rol como padres. Se intenta además que el padre, que se percibe bastante alejado del sistema familiar, se vaya acercando y haciéndose cargo de sus hijas, en función de protegerlas e ir dándole espacio para diferenciarse y crecer. Como era esperable, a medida que progresó el diálogo terapéutico apareció con gran fuerza la decepción de Angélica por tener que sostener sola la crianza de las hijas dada la ausencia física de José, y la consiguiente frustración que siente cada vez que su marido parte nuevamente. Así, Angélica también vive atrapada en la auto exigencia, la de no mostrar debilidad ante la ausencia del padre. José, en tanto, señala no tener alternativa, y aunque visualiza la tensión que se produce cuando no está, no puede cambiar su escenario de vida. Con Angélica se generó una conversación en relación a las altas expectativas que tenía respecto de sus hijas y a lo doloroso que le resultaba que la realidad fuera tan diferente a la familia ideal que ella esperaba. Se trabaja también la necesidad de dar espacio a las hijas para que puedan ir asumiendo responsabilidades y tomando decisiones en función de la etapa del desarrollo en la que se encuentran. El trabajo realizado con Verónica y Carolina se centró principalmente en la De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
necesidad de ambas de tener un espacio propio donde pudieran expresar sus emociones y opiniones sin que eso implicara dejar de ser buenas hijas y ocupar el lugar de la ingrata dentro del sistema familiar. Se trabajó también la autonomía, que pudieran tomar la distancia necesaria para enjuiciar el lugar donde las ubicaba la madre y hacer distinciones diferentes de las impuestas por las premisas familiares. Un objetivo esencial en estas sesiones fue lograr fortalecer al subsistema fraterno, en función de que pudieran protegerse mutuamente e ir generando un espacio entre ellas donde pudieran expresar sus emociones sin que el vínculo se viera amenazado.
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Psicosocial
La voz de la Familia: una manera de aproximarnos al vínculo entre familias y Sistemas Amplios
Sección
De Familias y Terapias Septiembre, 2008, 25, 95-106
Teresa Boetsch Vicuña1 (teresabv@vtr.net) Cecilia Grez Jordán2 (ljugrez@gmail.com)
Resumen El presente trabajo corresponde a una reseña del libro de Evan Imber–Black (2000): Familias y Sistemas Amplios: El terapeuta familiar en el laberinto, que ha constituido un aporte al trabajo que hemos venido desarrollando en el Departamento Psicosocial del Instituto Chileno de Terapia Familiar. Se presenta una síntesis de las ideas centrales del texto, focalizadas en su modelo de evaluación de la relación existente entre los sistemas amplios y la familia, para luego discutir a partir de nuestra experiencia clínica el modo en cómo hemos ido abordando la complejidad que surge al trabajar en dicho foco. Finalmente se entrega un anexo con «preguntas útiles» para el desarrollo de los tres tipos de entrevistas propuestas por la autora.
Introducción Imber-Black a partir de este libro da cuenta de la importancia y centralidad que tienen las distintas instituciones que asisten a familias de diversos contextos, en la mantención de sus dificultades, cuando no se incorpora la mirada relacional contextual en
Psicóloga de la Universidad Católica de Chile, Terapeuta familiar y de pareja, Docente del Instituto Chileno de Terapia Familiar, Unidad de atención psicosocial, Presidenta IChTF (2008- 2010). 2 Psicóloga de la Universidad Católica de Chile, Terapeuta familiar y de pareja, Docente del Instituto Chileno de Terapia Familiar, Unidad de atención psicosocial, Directora Clínica IChTF. 1
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la definición y manejo de los problemas por los cuales las familias y parejas consultan. Señala que: «Los terapeutas familiares casi nunca encuentran una familia que no haya sido profundamente influida por un sistema amplio, ya sea de salud, el escolar, el legal o un organismo de asistencia social. Sin embargo la mayoría de ellos actúan como
si existiera en el vacío» (pp. 15). A partir de su experiencia como terapeuta familiar y consultora de asistentes de distintas instituciones de los Estados Unidos, Canadá y Europa Occidental, la autora ofrece una manera de conceptualizar, evaluar e intervenir concretamente en las relaciones que se establecen entre las familias y los servicios sociales en general e independiente del tipo de problema por el que la familia consulta.
recursos por sobre los modelos deficitarios en que habitualmente se desenvuelven las instituciones. Para ello se plantea como propósitos de la evaluación la exploración del lugar que ocupan los sistemas amplios en la vida de una familia, para establecer un mapa de ruta respecto del sistema significante en el que tendrá lugar la intervención. Dicho mapa permitirá determinar los lugares de entrada viables en la esfera familiar y no reproducir intentos que fueron ineficientes. Esto en sí mismo creará relaciones nuevas e imprevistas entre una familia y un sistema amplio, volviendo así más viable el proceso de cambio. En este punto es central, la experiencia nueva de las familias en que son consultadas no sólo por sus problemas al interior de las mismas, sino también la experiencia que han tenido con los asistentes de los sistemas amplios, en un lugar de horizontalidad con ellos, y no como objeto de intervención de los mismos, lo que favorece una relación de colaboración en el proceso de cambio. Otro propósito de esta evaluación será determinar las restricciones existentes en el contexto de la familia y el sistema amplio que en ese momento sean imposibles de cambiar.
Un modelo de evaluación del vínculo entre la familia y el sistema amplio
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(SA)
La autora presenta un modo ordenado y claro de evaluar el vínculo entre la familia y el sistema amplio por parte de un terapeuta familiar, que le permita reunir la información necesaria para implementar estrategias de intervención en el nivel más adecuado. Para tal efecto, plantea una serie de objetivos en la evaluación de la relación entre la familia y los sistemas amplios, donde se responde el para qué; e incorpora los elementos que guiarán la evaluación: «Este punto se centra en distinguir el sistema significante, el tipo de relaciones y las creencias que constituyen el marco en donde los problemas de una familia cobran sentido» (pp. 76). Como sistema significante se refiere a aquella configuración de la familia y los SA que en el presente pueden estar funcionando de un modo que obstaculiza la resolución de los problemas y su desarrollo: «Debemos preguntarnos de qué modo los problemas y los sistemas amplios pueden llegar a perpetuarse mutuamente, y qué debe hacerse para salir de esa encrucijada» (pp. 77). La autora plantea una serie de preguntas que sugieren formas de trabajo colaborativo entre las familias y los distintos sistemas amplios involucrados, desde una perspectiva que apunta a modelos centrados en los De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
Mapa de ruta en la evaluación de la relación de la familia con los SA y preguntas que nos orientan: 1. La determinación de los sistemas involucrados: nos permite configurar un mapa de la relación entre la familia y los sistemas interactuantes. Interesa quién, cómo y desde cuándo participan los distintos sistemas en dicha relación. En este punto se responden preguntas del tipo: ¿Cuáles son los sistemas amplios vinculados a la familia? ¿Cuántos organismos interactúan regularmente con la familia? ¿Durante cuánto tiempo y con qué frecuencia? ¿Cuál es la historia de las relaciones de la familia con los SA? ¿Cuál 96
es el vínculo actual con los SA? ¿Cómo han interactuado con la familia las personas responsables de la derivación? ( intenciones, significados).
¿Cómo afectan las disposiciones triádicas el funcionamiento de la relación familia - SA? ¿Qué posibilidades hay que el terapeuta familiar se sume inadvertidamente a las tríadas?
2. Las definiciones que dan al problema los principales sistemas: es importante evaluar la concordancia y divergencia que podemos encontrar tanto en la definición de los problemas como los modos de resolución. Es en este punto, al buscar las distintas definiciones del problema, que emergen con frecuencia la atribución de culpas entre los distintos involucrados, situación que dificulta enormemente la resolución de las dificultades planteadas. Nos preguntamos: ¿Cómo definen el problema la familia y los SA? ¿Cuál es, según ellos, la manera adecuada de encararlo»? ¿Influyen los mandatos de los sistemas amplios en la definición del problema? ¿Hay algún aspecto sobre el que se haya logrado un acuerdo? ¿Cuáles son las diversas configuraciones del desacuerdo? ¿A quién o a quienes se atribuye preferentemente la culpa? ¿De quién es, en todo caso, el problema? ¿Se han tomado medidas basadas en propósitos que se mantuvieron ocultos? 3. Las disposiciones diádicas y triádicas entre la familia y los SA: tanto las familias como los SA pueden formar díadas y tríadas duraderas, dando origen a pautas rígidas que pueden ser metáforas de pautas existentes en la familia y el sistema amplio. Las relaciones diádicas pueden darse en términos de complementariedad y/o simetría. Al considerar las tríadas nos encontramos con múltiples posibilidades de combinaciones entre las familias y los SA, como por ejemplo alianzas y divisiones entre la familia y el SA, entre un miembro de la familia y un determinado representante de un sistema amplio y entre varios sistemas amplios. Preguntas que surgen en este ámbito pueden ser: ¿Qué tríadas forman las familias y los SA? ¿Cuáles son las pautas específicas? 97
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4. Los límites entre la familia y los sistemas mayores: los límites entre una familia y un SA pueden encontrarse en un continuum entre lo difuso y lo rígido. Son procesos interactivos en que participan las familias y los SA. Cuando los límites entre la familia y el SA son demasiado difusos, puede ocurrir la fragmentación y la delegación de funciones propias del sistema familiar en el SA. Cuando los límites son muy rígidos restringen en exceso la interacción entre los SA y la familia, dejando a esta última en una situación de aislamiento y sin acceso a los posibles servicios prestados. Se quiere saber: ¿Cuál es habitualmente la naturaleza de los límites entre la familia y los SA y entre el SA y la familia y entre dicho sistema y otros SA? ¿Existe una lucha respecto de cuáles son los límites apropiados? ¿Alguno de los sistemas está buscando aliados a fin de renegociar indirectamente los límites? ¿El límite entre la familia y los SA es temporal o duradero? Los mitos y las creencias: la familia y los SA tienen cada cual respecto del otro y de sus relaciones mutuas, mitos y creencias que pueden facilitar el cambio u obstaculizarlo. Los mitos o creencias que tiene una familia sobre el SA, pueden ser parte de un legado intergeneracional, surgir de experiencias actuales o ser resultado de un evento crítico. A su vez, los mitos y creencias que los SA tienen de las familias pueden surgir de acuerdo a las concepciones que tengan sobre la salud y normalidad de una familia y/o de sus miembros, corriendo el riesgo de la estigmatización y el etiquetamiento, dificultando la posibilidad de distinguir los recursos existentes en dicho sistema. Se indaga sobre: ¿Cuáles son las fuentes de los mitos de la familia y de los
SA? ¿En qué se parecen los mitos de la familia a los de los SA?
sistema reflejan transiciones no resueltas en la familia, especialmente pérdidas? ¿Es necesario trabajar para lograr una transición que permita a la familia funcionar con más autonomía?
5. Las conductas de solución en el pasado y en el presente: Interesa indagar las soluciones que la familia ha dado en el pasado y presente al problema de tratar con los sistemas amplios, de manera de abrir a otras posibilidades de vinculación. Por su parte, las soluciones de los SA con las familias a menudo surgen de la política del organismo, de su filosofía con respecto al tratamiento o de creencias informales, y no responden a la necesidad particular de la familia: ¿Cuáles son las soluciones preferidas por la familia y que utiliza habitualmente para tratar con los SA? ¿Y cuáles son las soluciones que el SA prefiere? ¿Cuáles son los ciclos y los resultados que se producen cuando las soluciones de la familia interactúan con las del SA?
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6. Las trabas o mensajes contradictorios: se refieren a dos o más exigencias simultáneas incompatibles y por tanto imposibles de satisfacer. Pueden ser planteadas por la familia al sistema o viceversa. ¿Cuáles son las trabas que la familia está comunicando a los SA? ¿Y cuáles son las trabas que comunican los SA a la familia? ¿Qué conductas inusuales se vuelven comprensibles si se tienen en cuenta las trabas? 7. Las transiciones en los macrosistemas: Se requiere evaluar las transiciones que requieren cambios de reglas, roles y relaciones en los SA. En este nivel, las transiciones se refieren a la salida o entrada de un asistente como también puede deberse a los cambios de políticas institucionales, muchas veces no comunicados a las familias: ¿El macrosistema se caracteriza por frecuentes entradas y salidas de asistentes? ¿Se han producido recientemente en el SA cambios de política que afecten el trabajo? ¿Las familias están enteradas de esos cambios? ¿Las transiciones en el macroDe Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
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8.Las predicciones: Las predicciones afectan al macrosistema actual ya que sus miembros participan de un modo congruente con sus expectativas a futuro. La predicción del futuro hará que en el presente pongamos mayor atención a aquellas conductas consonantes con nuestras ideas: ¿Cuáles son las predicciones de la familia acerca de sí misma y de sus relaciones con los SA? ¿Cuáles son las predicciones del SA acerca de una familia determinada y de la relación que esa familia mantiene con él o con otros sistemas amplios? ¿Cómo se relacionan entre sí las predicciones de la familia y las del SA? Imber-Black propone tres tipos de entrevistas para llevar a cabo la evaluación de la relación entre una familia y uno o varios SA: 1) entrevista sólo a la familia para explorar su relación con los SA, tanto pasada y presente, 2) entrevista conjunta a la familia y al SA, y 3) entrevista sólo a representantes de los SA sobre la relación que mantienen entre sí o con la familia. De estas tres entrevistas queremos destacar, la entrevista conjunta con la familia y participantes de los SA, propuesta por la autora ya que abre una serie de posibilidades de intervención terapéutica y por lo mismo se ha constituido en un aporte novedoso y central en el trabajo que estamos realizando con familias en contexto de vulnerabilidad y riesgo social, por tanto familias multiconsultantes (desde ellas) y multiasistidas (desde los SA). La autora plantea dos momentos apropiados para llevar a cabo dicha entrevista: al inicio de una terapia, cuando hay varios asistentes involucrados y cuando la terapia se encuentra estancada. En el primer caso, el propósito de la entrevista sería aclarar los roles y expectativas de todos los participan-
tes. En el segundo caso , en la situación de estancamiento, el terapeuta familiar pasa a constituirse como uno más de los múltiples asistentes vinculados a la familia, razón por la cual, la autora plantea la necesidad de un asesor externo para realizar dicha entrevista. El objetivo es visualizar las pautas y temas del suprasistema, brindarle a éste información acerca de sí mismo y planear y ejecutar intervenciones eficaces para alcanzar las metas terapéuticas. Este encuentro en la entrevista conjunta, entre los miembros de la familia y los asistentes es una experiencia muy poco frecuente como modalidad de intervención, por lo que lo inesperado puede contribuir a la flexibilización de las relaciones muy rígidas. Pensamos que esta intervención facilita la conformación de un equipo de trabajo con mayores niveles de integración y posibilidades de cooperación. Por último, Imber-Black propone una serie de intervenciones que van en la línea de la definición y distribución de tareas, intervenciones para prescribir distintos tipos de rituales, intervenciones posteriores a la sesión y los informes como intervención. Todas ellas dirigidas a proveer información novedosa y aumentar el bienestar y el poder de quienes participan, en el marco de un abordaje centrado en los recursos.
1. Atención directa a las familias que nos son derivadas desde alguna institución. 2. Supervisiones a equipos de distintas comunidades que trabajan con la familia o con algún miembro de la familia. 3. Capacitación a equipos de trabajo en el modelo contextual relacional.
Reflexiones a partir de la experiencia clínica del equipo del Departamento Psicosocial del ICHTF Desde la experiencia de dos años de trabajo del Departamento Psicosocial, en la sede San José del Instituto Chileno de Terapia Familiar, el eje de nuestras reflexiones han estado centradas en la pregunta sobre ¿qué particularidades surgen cuando pensamos en la intervención con familias en contextos de pobreza? (Raurich et al, 2007). Dicha pregunta nos ha orientados en tres ámbitos de acción: 99
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Imber Black, a partir de su texto nos lleva a agregar otra pregunta en lo que ha devenido naturalmente nuestro quehacer, y que se refiere a ¿qué particularidades surgen cuando pensamos en los vínculos que establecen las familias y las instituciones que trabajan con ellas? Es decir, cómo nos aproximamos y abordamos, ya no sólo a las instituciones, en su mirada respecto a las familias, con las cuales trabajan y a la atención de las familias, en potenciar sus propios recursos para hacer frente a sus dificultades, sino la dimensión «entre» ambos sistemas y los problemas que puedan surgir en dicha interacción. La autora a través de su esquema de evaluación propuesto, ilumina la importancia de atender a los posibles riesgos, de constituirnos como otro sistema más, implicado en la «intervención» de la familia, favoreciendo el proceso de fragmentación a la que se ven expuestas las familias multiasistidas. En dichas familias tal como lo dice Colapinto, Minuchin e Imber- Black, entre otros, nos podemos encontrar con uno o más asistentes realizando una serie de acciones, como intervenciones, evaluaciones diagnósticas, terapias individuales, u otras derivaciones a uno o varios miembros de la familia. Muchas veces estas propuestas y/o las intervenciones pueden ser contrapuestas o contradictorias y como fuerzas que se contrarrestan terminan facilitando el status quo o la homeostasis en el sistema. Uno de nuestros desafíos como equipo, es no transformarnos en un otro más que atiende a una persona o familia, otro sistema que queda desligado de las otras influencias que están presentes. Nuestro esfuerzo ha estado puesto en la conexión: la conexión de
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la familia entre sí, la conexión de la familia con los otros sistemas, la conexión entre los otros sistemas. Nos preguntamos ¿Cómo integrar el poco poder real que las familias pobres tienen sobre el sistema social y las agencias, con la necesidad terapéutica de fomentar mayor autonomía y, por tanto, mayor capacidad de responsabilizarse por las propias decisiones? ¿Es posible otorgar más poder? Nuestras reflexiones y acciones han intentado orientarse en esa dirección, con más o menos éxito, hemos puesto hincapié en buscar aquellas fórmulas que nos convenzan que la aceptación de una derivación a terapia familiar, es pertinente y consistente con la línea de trabajar con la familia y no de constituirnos en un sistema más que se suma a la desesperanza de los representante de SA , en los intentos de «arreglar algo» que no funciona bien en la familia. Partimos inicialmente con una ficha de derivación, desde las instituciones y a poco andar, nos dimos cuenta, que de este modo no zanjábamos la dificultad que queríamos evitar. De ahí pasamos a la idea de la «ficha encarnada» en términos de conversaciones directas con los posibles derivadores, preguntándonos en conjunto con ellos, sobre las expectativas e ideas de por qué sería bueno para la familia, constituirnos como sus futuros terapeutas familiares. Hemos ido avanzando en esta dirección, llegando al convencimiento de la necesidad de escuchar a los miembros de la familia en conjunto con los derivadores, del sentido que pueda tener un espacio de terapia familiar, a través de una primera conversación conjunta sobre cuáles son las expectativas de cada uno de los participantes junto a las definiciones de las dificultades que cada uno visualiza en ese momento determinado en la relación existente entre ese SA y la familia y de ahí co-construir el camino a recorrer. Es justamente en este proceso en el que pensamos que las ideas y las preguntas que De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
plantea Imber-Black son un gran aporte. Detenernos aquí supone mucha humildad: aprender de la experiencia que ellos han tenido, qué les ha servido y que no, cómo se sienten en relación a estas ayudas y cuán abiertos a trabajar con nosotros estarán. En este sentido nos interesa conocer, no sólo cómo se organiza la familia y cómo es afectada, sino también, explorar cómo se relaciona la familia con los otros sistemas. Supone además, incorporarnos en la mirada contextual relacional, como parte de lo observado. Esto implica hacernos cargo, de las consecuencias que tiene nuestra participación, no sólo en relación a nuestra experiencia con la familia, sino también a todo el trabajo desarrollado por la familia y el SA, en términos de valorar y visualizar los recursos siempre presentes, y que muchas veces aparecen invisibles para todos los participantes, habitualmente sumergidos en modelos centrados en los déficit y las carencias. Sumarnos rápidamente como terapeutas familiares en estas condiciones, puede contribuir a una sensación de fracaso al trabajo realizado, tanto por las familias como por los SA involucrados. Cuando actuamos como asesores o consultores, nos interesa conocer la dinámica de la familia pero ampliando el foco a las relaciones que establece con los otros sistemas. El foco entonces es diferente, se arma una nueva configuración, un nuevo sistema. Nos encontramos más cerca de lo macro y por tanto, en un nivel de mayor complejidad. Ampliar el foco nos permite no hacer «más de lo mismo» que han hecho otros, también nos puede resolver un problema. No es de extrañarse que la intervención de un sistema puede ser muy atingente en algún momento dado pero también que el mantener esa asistencia puede implicar mantener el problema, restar recursos, aumentar la dependencia. Es cuando la solución pasa a ser parte del problema. Ampliar el foco nos permite también iluminar lo que sí han
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psicosocial del IChTF, realizan una capacitación sobre la mirada contextual relacional desde lo teórico y aplicado a la supervisión de casos: Juan, un joven de 23 años representa un caso emblemático de este centro. Ingresa hace aproximadamente 10 años, después de haber hecho ya una trayectoria larga por diversos tipos de atenciones y tratamientos. Fue diagnosticado como un niño autista tipo Asperger, con grandes dificultades para vincularse y con una capacidad intelectual conservada. Desde una mirada psicopatológica, la desesperanza sobre un mayor progreso comienza a instalarse en el centro y en la familia. Al momento de la primera supervisión de este caso con nuestro equipo, el padre de Juan se separa de su madre y desaparece completamente de la relación con Juan, quien vive con su madre y dos hermanos de 24 y 20 años. Aparentemente el padre es alcohólico. La familia es mormona, lo que para Juan ha sido un gran espacio de pertenencia. El centro es un lugar en el que los niños pasan de uno a cuatro medios días semanales en diversas actividades. Juan es uno de los primeros «niños» que ha crecido con el centro, lo que ha significado enfrentar la necesidad de ir desarrollando estrategias de inserción en los circuitos de contención y de apoyo para adultos. En el contexto de la capacitación que desde el departamento psicosocial se hizo, el equipo nos solicitó una entrevista de Juan con su madre, porque llevaban ya un tiempo intencionando construir la estrategia de «egreso» del centro, y no habían recibido hasta ese momento ninguna asesoría útil en esa dirección. La sesión fue presenciada por todo el equipo, y fundamentalmente se conversó de la condición de «discapacidad» de Juan y cómo esta dimensión interactuaba con otras áreas de su vida familiar. Desde ahí para adelante Juan fue progresivamente integrándose a otras instancias como talleres de capacitación laboral y la madre ha
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hecho los otros, familias y SA en conjunto y qué de lo que ha sido efectivo pudo pasar desapercibido. Queremos ejemplificar lo que estamos diciendo por medio de una intervención que se realizó en un Centro de rehabilitación para niños con trastornos generalizados del desarrollo. Su tarea es atender a una población hasta los 18 años y el promedio de edad de sus actuales pacientes está entre los 8 y 12 años y son todas familias beneficiarias del sistema público: «Y llegan al centro para quedarse». Muchos de estos niños están integrados al sistema escolar normal. El centro les ofrece atenciones individuales en psicoterapia, terapia ocupacional y apoyo psicoeducativo y farmacológico. También se realizan actividades grupales con niños y con padres. Con las familias fundamentalmente se realizan acciones de psicoeducación y de orientación particular en psicología y asistencia social. El centro ha tenido una trayectoria larga, con una alta rotación de profesionales. Al momento de la petición de capacitación al IChTF, el equipo estaba conformado por un grupo nuevo de profesionales (incluyen educación diferencial, terapia ocupacional, psicólogas, asistente social, psiquiatra), con alguna diversidad de años de experiencia, y muy motivados en la construcción de un modo de mirar y de funcionar. El centro solicita al instituto recibir formación en la mirada sistémica y familiar. Esto surge a partir de la voluntad de visibilizar más sistemáticamente aspectos ligados a las dinámicas de las familias de los niños que son atendidos, en tanto en su rol de cuidadores de un niño que sufre una condición crónica y toda la cadenas de efectos que esto produce en los otros miembros, como en los aspectos estructurales e interaccionales de las familias que deberían ser tomadas en cuenta en el proceso de la intervención. En una primera instancia, en el 2007, miembros del equipo del departamento
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apoyado ese proceso, sin que el centro haya dejado de tener un rol de apoyo principal del proceso. En este punto, podríamos pensar que el crecimiento de Juan emerge como un tema principal de convergencia de «crisis» de la familia, del centro y del propio Juan, lo cual también choca con una realidad objetiva de precariedad de las redes asistenciales que le den continuidad al apoyo a Juan desde lo joven-adulto. En un Segundo momento, un año después de dicha entrevista (2008), el centro solicita nuevamente una intervención a nuestro departamento. Plantean la necesidad que la familia realice una terapia familiar con nosotros: Están interesados en que la familia tenga un espacio para ellos, con un terapeuta familiar ajeno al centro. Este pedido nace de las dificultades que se perciben al interior de la familia y como éstas estarían incidiendo en el progreso de Juan. Representantes del centro hacen referencia a que la familia no ha planteado una necesidad de terapia familiar, sino que la petición surge desde el SA. Esto nos lleva a invitar a parte del equipo del centro: directora y terapeuta a tener un encuentro con la familia para conversar lo que ellos han pensado sobre lo que necesita la familia y también lo que piensa la familia que necesita para si. A continuación se presenta una viñeta que ejemplifica lo dicho anteriormente (las siglas SB corresponden al terapeuta del departamento psicosocial del Instituto Chileno de Terapia Familiar, quién realizó la entrevista conjunta): Tpta SB: «...y tengo entendido que llevas muchos años en el centro (dirigiéndose a Juan) ¿cuántos años son?» Juan: diez años. Tpta SB: y ha habido cambios en el centro, personas nuevas, otras se han ido, antes te veías con..., hay diferencias y en esta reunión cuando Ximena (directora) y Paola (terapeuta) vienen acá para tener esta conversación con ustedes, De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
lo primero es poder saber ¿a qué fue que los invitaron? Mamá: yo entiendo que Juan tiene su terapia en el centro y nosotros lo acompañamos para ver como progresa, pero nosotros como familia estamos teniendo problemas, no lo estamos pasando bien juntos. Los hermanos son poco tolerantes entre ellos y yo estoy al medio siempre para tratar de arreglar el ambiente para que no lo pasemos tan mal, para que no se enoje uno, no se enoje otro... lo que yo entendí es que era para trabajar nosotros esa parte, nuestra relación como familia y no apareció ninguno de mis otros hijos. Tpta SB: ¿y esa idea es de quién? Mamá: yo creo... del equipo… y yo, ellos se dieron cuenta que necesitábamos una ayuda aparte, porque nosotros tuvimos terapias familiares, cuando ellos eran chiquititos, pero ya las cosas han cambiado, él creció, mis hijos maduraron… Tpta SB: entonces eso significa… ellas los invitaron, y eso les hizo sentido? Mamá: mmm... Tpta SB: y a ti, te hizo sentido esta invitación que vinieran para acá a conversar las cosas de la familia, las diferencias entre ustedes? Juan: sí, muy útil. Tpta SB (dirigiéndose a representantes del centro): Y ustedes cuando los invitaron a ellos, ¿qué conversación tuvieron con ellos, cómo se los dijeron? Tpta Centro: yo cuando conversé con la mamá de Juan… es precisamente lo que ella cuenta. Juan lleva muchos años en el centro, tiene una ficha muy grande, en la que todos hemos conocido su historia ahí y lo que ocurre ahora que he ido conociendo a Juan en estas tres semanas es que él no lo ha estado pasando bien en la familia y con los reportes de la mamá lo mismo, y de ahí surge la idea de plantearles a ellos un espacio como familia».
En este extracto del inicio de esta primera reunión conjunta con la familia y los SA, se busca explorar de quién surge prioritariamente la necesidad del espacio de terapia familiar. Podemos apreciar tanto
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que les había resultado ver la necesidad de los hermanos y sus dolores, por haber estado en una alianza con Juan. Para nosotros, dejar en las manos de esta mamá la petición de ayuda a sus hijos y la petición de una hora para terapia familiar, si lo estima conveniente, fue una intervención en la línea de confiar y apoyar los recursos existentes de esta madre, y dar crédito a todo el trabajo ya realizado por ella, Juan y el centro.
Anexo: Preguntas útiles Para terminar se anexa un listado de preguntas que pueden ser útiles en las distintas modalidades de entrevistas propuestas, para el trabajo del vínculo entre la familia y el sistema amplio. 1. En la Entrevista a la Familia Sola: Relaciones pasadas con los sistemas amplios. Interesan las percepciones de los miembros. • ¿Quien tomó la decisión de buscar ayuda externa? • De las diversas ayudas externas que su familia recibió a lo largo de los años, ¿cuál fue en su opinión la más útil? (ampliarla a establecer un rango desde la más a la menos útil). • En su opinión, ¿a quien ayudaron más las diversas relaciones mantenidas con los sistemas externos? (ampliar a un continuum). • ¿Que pensó su padre, (madre u otro de la familia extensa), del hecho de que usted haya decidido trabajar con profesionales respecto de esta cuestión? ¿Lo aprobaron o no, pensaron que los asistentes externos eran útiles? • ¿Qué opinión cree que se formaron acerca de su familia los diversos representantes de los SA? ¿Qué podrían decirme
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por lo dicho como por el lenguaje no verbal especialmente de la madre, que aún para ella, la alternativa de una terapia familiar, además del trabajo que ya están haciendo en el centro, no es clara. El terapeuta, en el trascurso de la sesión orientará sus preguntas para ir clarificando con la madre, esta posibilidad desde un lugar que le haga sentido a ella y a Juan. Tanto la madre como Juan participan muy activamente con la institución sintiéndose acogidos y apoyados por ella, sin embargo los hermanos hace mucho tiempo se han marginado de este espacio. Según el relato de la madre habría cansancio y desesperanza en los hermanos, esto lo relaciona con la larga trayectoria de esta familia por múltiples intervenciones y terapias dirigidas al «problema de Juan», quienes se han sentido frustrados y enrabiados con los escasos logros que perciben. Esta es una familia que ha convivido por mucho tiempo con más de un sistema amplio y la relación ha estado especialamente ligada a la madre . A esto se agrega, la dificultad de los representantes de los sistemas amplios, de legitimar las vivencias de los hermanos, siendo calificados como «poco comprensivos e intolerantes». Nuevamente la madre se ubica en medio: entre Juan y los hermanos, entre los hermanos y el centro. En el transcurso de la conversación aparecieron los logros percibidos tanto por los miembros de la familia en su trabajo en el centro, como los recursos que observaban la directora y la terapeuta del trabajo realizado por la madre y Juan. La diferencia que hizo una diferencia para esta mamá, para considerar un espacio de terapia familiar, se vinculó con la necesidad de pensar y pedir ayuda para ella a sus otros hijos, en el momento de cambio en que se encontraban por la etapa del ciclo vital. La diferencia que hizo una diferencia, para las representantes del centro fue que a través del diálogo surgido notaron lo difícil
esas personas acerca del trabajo con ustedes? ¿Qué me podrían aconsejar? ¿Ud. estaría de acuerdo con ese consejo? ¿Cómo cree que esas personas los compararían a ustedes con otras familias con las que han trabajado? En la indagación anterior puede quedar de manifiesto la existencia de incidentes críticos con los SA y estos incidentes pueden afectar todas las interacciones posteriores con estos sistemas.
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Relaciones actuales con los SA Preguntas ya citadas se pueden adaptar para investigar las actuales relaciones con los SA. • ¿Cuáles son los motivos por los que el médico (consejero escolar…etc.) les sugirió que vinieran? ¿quién está más de acuerdo con esta derivación? • ¿Qué opina usted de las diversas definiciones de su problema que dan los SA y los asistentes? ¿hay divergencias sobre las definiciones entre la familia y los SA? ¿o entre los distintos SA? ¿Cómo se distribuyen las responsabilidades entre los asistentes? ¿a quién acude usted ante una emergencia? Relaciones futuras con los SA: La familia con vínculos en el pasado con los SA tienen ideas acerca del futuro con los SA que van desde el descreimiento hasta la esperanza. • ¿Cómo imagina usted que será la relación de la familia con los sistemas sociales (hospital,... etc.) dentro de un año, y dentro de 5 años? Si el problema actual se resuelve, ¿Qué sucederá entre (miembro de la familia) y (asistente)? ¿Necesitará ayuda externa dentro de un año? 2. En la Entrevista Conjunta de la Familia y los Representantes de los SA. Recordemos que la invitación a la entrevista a la familia y a los SA es realizada por el terapeuta familiar, en caso de un primer De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
encuentro y un asesor externo cuando el terapeuta familiar pasa a formar parte de los SA en situaciones de estancamiento terapéutico. Las preguntas del asesor se centran en el macrosistema formado por la familia y los asistentes. • Preguntas referidas a los roles: Se pregunta a los representantes de los SA cuáles son, en términos generales, las tareas a su cargo, qué roles específicos desempeñan en relación con esta familia y cuál es el mandato del sistema al que pertenecen. • El asesor solicita que todos expresen sus ideas sobre la definición del problema o los problemas que han dado lugar entre la familia y los asistentes, así como la mejor forma de trabajar en el problema, y que opinen sobre el resultado que está dando el trabajo. • Las preguntas que se formularon en la entrevista con la familia a solas respecto de su relación con los SA también son útiles aquí. • Surgimiento de temas y pautas: Interesa saber quién habla con quién y de qué tema. • Propósitos de la actual empresa de asistencia. Conocer razones adicionales para solicitar o dar asistencia. ¿Quién en su opinión ha recibido más ayuda? • Se pide a los miembros de la familia que comparen la experiencia que han tenido con los diversos asistentes, en una variedad de dimensiones: por ejemplo en cuanto a la clase de ayuda que les fueron ofrecidas, qué les resultó más útil o que persona les fue de más utilidad. • Pedir a los miembros de la familia que digan si son ellos o los asistentes quienes se sienten más preocupados por lo que está ocurriendo. • Pedir a los asistentes que comparen a la familia o a alguno de sus miembros con otras familias con las que hayan trabajado (se rebelan ideas con respecto al éxito o fracaso, simpatía, piedad…). • Preguntar a cada participante: que
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o móvil? Preguntas directas pueden ser: ¿cómo explica usted lo que está sucediendo? En su opinión, ¿qué es lo que tiene que cambiar para que esto se resuelva?
opina cada uno acerca del futuro de la familia, del futuro del paciente designado y del futuro de los vínculos entre la familia y los SA. ¿Para quién sería aún más difícil un futuro sin asistencia? 3. En el asesoramiento de sistemas amplios:
Referencias bibliográfica Imber-Black Evan (2000): Familias y sistemas amplios. El terapeuta familiar en el laberinto, Buenos Aires, Amorrortu Editores.
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• ¿Porque se busca asesoramiento en este momento? ¿Qué miembros del sistema consideran necesaria la consulta? ¿el sistema ha utilizado los servicios de asesores con anterioridad? ¿cuáles fueron los temas tratados? ¿con qué resultados? ¿quién va a participar? • Evaluar las cuestiones intrasistémicas en 3 dimensiones: - Relacionadas con las definiciones del problema: ¿qué miembro del sistema define un problema que requiere consulta? ¿cuáles son los elementos del problema? ¿a quiénes afecta el problema y a quienes no? ¿quién habla del problema y con quién lo hace? - Relacionadas con el examen de las creencias y rótulos más valorados por el sistema: ¿Qué es lo más importante de este organismo? ¿Qué le gustaría que reconocieran en usted? ¿qué procedimiento se sigue para tomar una decisión o cambiar de política? ¿cómo entiende usted su mandato? ¿Qué piensan de usted los clientes, otros organismos, el público? - Determinación de las preferencias del sistema en lo que se refiere a la atribución de la culpa. ¿culpa el organismo a una persona determinada? ¿la culpa se encuentra afuera en algún impreciso sistema? ¿los miembros del personal se culpan a sí mismos y se sienten desmoralizados? ¿se culpa a los clientes por no actuar de acuerdo con el mandato del organismo? ¿la culpa es estática
• Cuestiones inter sistémicas, se evalúan tres áreas principales: - Relaciones del organismo con los clientes a los que sirve: Desde el punto de vista del personal, ¿sus relaciones con los clientes son positivas o negativas? ¿suelen ser exitosas o fallidas? ¿el trabajo con los clientes es una fuente de satisfacción para el personal? ¿los clientes provocan el enojo del personal? ¿el personal se interesa en adquirir nuevas habilidades para trabajar con los clientes? - Relaciones entre el organismo que pidió asesoramiento y otros sistemas que prestan servicios humanitarios: ¿con qué organismos interactúa usted habitualmente? ¿a cuáles considera sus aliados? ¿con qué organismos tiene usted dificultades regularmente? ¿Cómo se encaran o resuelven? - Relación del organismo con la comunidad: Según usted, ¿Qué opinión tiene la comunidad de su organismo? ¿qué opinión tiene la comunidad de sus clientes? ¿cómo tendría que ser su trabajo para que la comunidad lo considerara exitoso? ¿está usted de acuerdo con esto? ¿ha habido disputas con la comunidad respecto de cuestiones específicas? ¿cómo fueron encaradas?
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Minuchin S., Colapinto J. & Minuchin P. (2000), Pobreza, Instituciรณn y Familia. Buenos Aires, Amorrortu. Raurich C., Valls G., & Bernales S. (2007): La intervenciรณn en el contexto de la
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pobreza: reflexiones sobre una experiencia. en De Familias y Terapias. Revista del Instituto Chileno de Terapia Familiar.
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La Promesa de la Mediación* Verónica Gazmuri Terapeuta Familiar ICHTF y Mediadora (xxxxxx) Patricia Hamel Terapeuta Familiar ICHTF y Mediadora (xxxx)
Resumen
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«Modelo de Negociación según Principio», también conocido como Escuela o Modelo de Harvard o Modelo de Resolución de Problemas (Fisher et als, 1994). Otro enfoque lo constituye el modelo Circular-Narrativo de Sarah Cobb (Suarez, 2002 ). Tal vez uno menos conocido es el llamado modelo Transformativo de Bush y Folger (1996) que es el que aquí nos convoca. A diferencia de la definición de mediación planteada al inicio de esta presentación, Bush y Folger la definen como « un proceso de desarrollo del potencial de cambio que cada persona inmersa en un conflicto lleva consigo descubriendo sus propias habilidades y desarrollando una mayor apertura hacia las
Barush,R.A. Bush – J.P. Folger,»La Promesa de la Mediación» Ed. Granica, Barcelona, 1996.
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La definición más conocida de la mediación señala que «es un sistema de resolución de conflictos, en que un tercero imparcial sin poder decisorio, llamado mediador, ayuda a las personas a buscar por sí mismas una solución al conflicto y sus efectos» (Artículo 103º Ley de Tribunales de Familia, Diario Oficial del 30 de Agosto de 2004). Busca el acuerdo mutuo «de modo que se satisfagan recíproca y equitativamente las necesidades e intereses de cada una de ellas» (Vargas et als, 2001). Existen diferentes enfoques para desarrollar la práctica de la mediación: uno de los más conocidos es el de Roger Fisher, William Ury y Bruce Patton, denominado
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otras partes litigantes.» Estos autores son muy críticos con el modelo de resolución de conflictos de la Escuela de Harvard a la que aluden como modelo de la satisfacción de necesidades, individualista, directivo y autoritario. En el libro «La Promesa de la Mediación», están permanentemente estableciendo comparaciones entre estos dos enfoques para demostrar que son dos caminos completamente diferentes. Por problemas de espacio hemos priorizado concentrarnos exclusivamente en una descripción centrada en el modelo transformativo, omitiendo el contrapunto permanente con el otro enfoque. Nos hemos centrado en los valores fundamentales y por qué es importante la transformación, los conceptos centrales de la transformación a través de la revalorización y el reconocimiento y la práctica para ejercer un efecto transformativo .Hemos respetado las propias palabras de los autores para realizar esta pequeña reseña. Elegimos recomendar la lectura del libro «La Promesa de la Mediación» que da cuenta de la Mediación Transformativa por la finalidad que persigue, los valores que lo sustentan y los que apunta a rescatar. Robert A. Barush Bush y Joseph P. Folger plantean en su libro que «el uso del enfoque transformativo de la mediación respaldará y promoverá una modificación progresiva de la conciencia humana. Vista en este contexto, la preferencia por este enfoque implica el esfuerzo concreto dirigido hacia la realización de un desarrollo social más amplio». Continúan diciendo más adelante «el valor que está en el centro del enfoque transformador de la mediación ha sido identificado como el crecimiento moral humano en dos dimensiones específicas y conjuntas: la fuerza del yo y la capacidad de relación compasiva y comprensiva con otros», es decir, la fuerza individual que se enfrenta a la adversidad, pero al mismo tiempo, de forma integrada y combinada, atiende a las necesidades de otros, la compaDe Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
sión hacia otros, una preocupación referida a algo que sobrepase los límites del yo. Esto determina que la conducta parezca buena y admirable y constituye, a juicio de los autores, una expresión de madurez moral. «El crecimiento en ambas dimensiones, la fuerza del yo y la relación con otros, apunta al objetivo de la fuerza comprensiva, la cual engloba una bondad sincera lo que Carol Gilligan (1982,1988) ha denominado una «moral humana madura». Lograrlo significa un esfuerzo personal individual hacia el cambio de mejorar una tendencia desde la debilidad y el egoísmo hacia la fuerza y compasión. Dicen «la transformación es tan valiosa tanto a causa de la elevada bondad de la conducta humana que es su resultado, como del gran esfuerzo moral necesario para obtenerla» y esto determina para ello, «una visión del mundo referencial». Cuando se parte del valor de la transformación se llega a la construcción de una visión de mundo, con una imagen particular de la naturaleza, la sociedad y las instituciones sociales humanas, denominada visión referencial. En esta visión el valor más importante es la transformación, el logro de una conducta que integre la fuerza del yo y la compasión hacia los demás. Si la fuerza compasiva es posible en la conducta humana, como lo supone la transformación, los seres humanos deben ser capaces de manifestar la fuerza del yo y al mismo tiempo la preocupación por otros. «El hecho de partir del valor de transformación conduce a la noción de que la naturaleza humana incluye tanto la capacidad de atender en interés propio como la capacidad de reaccionar frente a los otros. Se percibe a los individuos simultáneamente como separados y vinculados, como individualizados y similares, como entes hasta cierto punto autónomos, autoconscientes e interesados en ellos mismos, pero también, hasta cierto punto ligados, sensibles y reactivos frente a otros.» En el marco de esta comprensión de las relaciones humanas, la sociedad representa
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el medio en que las personas pueden desarrollar su potencial relacional, integrar la dualidad de la conciencia y alcanzar el tipo de conducta ideal que entreteje la fuerza de la compasión. Es decir, la sociedad es el espacio propicio para ejercer las cualidades inherentes a la dignidad humana. Las instituciones sociales deben operar para ayudar a los individuos a fortalecerse ellos mismos y a mostrar preocupación hacia otros, no ser solo reguladora y organizativa, sino positiva y constructiva. El movimiento mediador transformador, apunta a ser una institución de carácter referencial. La realidad social es una entidad construida y es posible reconstruirla, concretamente, practicando la mediación transformativa, que traerá como consecuencia la construcción y la reconstitución de la naturaleza humana y la sociedad.
Los métodos de la transformación
Revalorización Es habitual que las personas en conflicto estén conmovidas, confundidas, temerosas, desorganizadas e inseguras acerca de lo que deben hacer. Se sienten vulnerables y excedidas por la situación. Desde la perspectiva transformativa, ellas se verán
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El modelo transformativo concibe el conflicto como una oportunidad de transformar la conciencia y la conducta hacia el nivel más elevado de fuerza compasiva y a la mediación como una entidad educadora. El enfoque transformador concentra su esfuerzo en la revalorización y el reconocimiento, como objetivos y métodos, con el fin de ayudar a las partes. El conflicto es un campo colmado de oportunidades de revalorización, de oportunidad de desarrollar y ejercitar la autodeterminación como la confianza en las propias fuerzas y de reconocimiento, la oportunidad de reconocer las perspectivas ajenas, de sentir y expresar preocupación por un semejante, a pesar de la diversidad y la discrepancia. El conflicto proporciona la ocasión de desarrollar respeto y consideración mutuos y lo importante es ayudar a las personas a aprovechar lo mejor posible estas oportunidades. El conflicto ofrece la oportunidad de crecimiento moral. En la orientación transformadora, la
respuesta ideal de un conflicto no consiste en resolver «el problema» sino en ayudar a transformar a los individuos comprometidos, en ambas direcciones del crecimiento moral y destacar la bondad intrínseca de las personas enfrentadas. «Si se procede así, la respuesta al conflicto mismo contribuye a transformar a los individuos, que pasan de la condición de seres temerosos, defensivos y egoístas, a la de confiados, sensibles y considerados, con lo cual en definitiva se transforma también la sociedad» El enfoque transformador define el objetivo de la mediación como el mejoramiento de las personas, comparadas con lo que eran antes. Se alcanza el éxito cuando ellas cambian para mejorar, en cierto grado, gracias a lo que ha sucedido en el proceso de mediación, cuando realizan la experiencia del crecimiento en las dos dimensiones del desarrollo moral mencionados antes: la capacidad para fortalecer el yo y la capacidad para relacionarse con otros. Estos son los objetivos de la revalorización y el reconocimiento, que están en el corazón del enfoque transformador de la mediación Se alcanza la revalorización cuando las partes en disputa realizan la experiencia de una conciencia más sólida de su propia valía personal y de su propia capacidad para resolver las dificultades que afrontan, sean cuales fueren las restricciones externas. Se alcanza el reconocimiento cuando dado cierto grado de revalorización, las partes en disputa son capaces de reconocer y mostrarse mutuamente sensibles a las situaciones y las cualidades humanas comunes del otro.
fortalecidas en la mediación en la medida en que ésta es un marco adecuado para superar su debilidad relativa, recuperar la calma y la claridad, adquirir confianza, capacidad organizativa y poder de decisión y, por consiguiente, obtener o recobrar cierto sentido de fuerza, de empoderamiento, como para asumir el control de la situación. La persona experimenta un sentido más intenso de valía personal, de confianza en si mismo, sentimiento de propia eficacia personal, de seguridad, de autodeterminación y autonomía y de control sobre su propia vida. El yo resulta fortalecido y se alcanza, aunque sea parcialmente, la revalorización. Este efecto puede darse más allá de la sesión de mediación y ser transferida a otras situaciones.
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Reconocimiento En medio de un conflicto, también es habitual que las personas se sientan amenazadas, atacadas, agredidas por la conducta y las pretensiones de la otra. Entonces se autoproteje, adopta actitudes defensivas, suspicaces y hostiles frente al «contrincante, y es incapaz de ver más allá de sus propias necesidades». Desde este punto inicial de relativa concentración en el yo, las partes llegan al reconocimiento cuando eligen voluntariamente abrirse más, mostrarse más atentas y empáticas, y más sensibles a la situación del otro. Cuando el mediador ayuda a promover que la persona se esfuerce conscientemente en comprender la perspectiva y tener en cuenta las preocupaciones y necesidades de la otra parte, se ha alcanzado en cierto nivel el objetivo del reconocimiento. Se alcanza el objetivo cuando una parte otorga a la otra cierta forma de reconocimiento. En el curso de una sesión de mediación , el reconocimiento a menudo va y viene, se acentúa y se debilita, pero incluso los pequeños cambios cuentan cuando se trata de alcanzar el objetivo. Lo importante es que De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
los cambios sean libres y que las personas lo otorguen sinceramente. El reconocimiento debe basarse en la revalorización, es decir, la persona debe sentir y experimentar su libertad de adoptar decisiones en diferentes direcciones. Puede decidir si da o no el paso a otorgar reconocimiento. Hasta que no se alcance el punto en que las partes están eligiendo conscientemente sus propios pasos, es improbable que haya reconocimiento, o que el mismo sea sincero o significativo. Estos efectos pueden reflejarse más allá de la mediación misma, pueden extenderse a otros aspectos de la vida. En este sentido la mediación amplía las capacidades y disposición de las personas para relacionarse con otras con más comprensión y consideración, ser menos defensivos, más respetuosos y empáticos y a mostrarse más tolerantes frente a otros que tienen experiencias y preocupaciones diferentes.
Práctica de la Mediación En el trabajo de Bush y Folger hay tres esquemas generales del comportamiento del mediador: 1. Microenfoque en los aportes de las partes. El mediador se concentra en los detalles del modo en que la situación se despliega, observando los movimientos individuales de cada persona, sus enunciados, desafíos, interrogantes y argumentos buscando aperturas que den la posibilidad de revalorización y de otorgar reconocimiento al señalar a cada uno las perspectivas del otro. 2. Alentar la deliberación y la decisión de las partes. El mediador trata de aclarar las opciones y señalar las coyunturas decisivas, alentando a las personas a reflexionar y deliberar con total conocimiento de sus alternativas, sus metas y sus recursos. Intenta conscien-
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temente evitar la formulación de propuestas o términos de arreglo, o incluso de promover la obtención de un arreglo cualquiera. En cambio alienta a las personas a definir los problemas y apoya sus esfuerzos para encontrar sus propias soluciones. 3. Alentar la utilización de perspectivas. A partir de las narraciones iniciales el mediador busca los puntos más aptos para que cada uno considere el punto de vista del otro. Para ayudar a que las personas se entiendan el mediador reinterpreta, traduce y reformula lo expresado por cada uno. Después pide a las personas que consideren el significado de lo reformulado, destacando las oportunidades de reconocimiento sin forzarlas. El mediador utiliza las cuestiones de relación para hallar oportunidades de reconocimiento.
Como una forma de ejemplificar la utilización de este modelo, presentaremos a continuación una experiencia de mediación realizada por Verónica Gazmuri y analizada por ambas autoras. Al mismo tiempo, queremos participar nuestra forma de trabajo en la Unidad de Mediación Familiar en el Instituto Chileno de Terapia Familiar, que se inspira, en buena medida, si bien no exclusivamente, en esta visión de la mediación. Introducción La mediación ocurre siempre en un contexto sociocultural que es necesario tomar en consideración al momento de abordar el conflicto que la familia presenta y las posibles soluciones que las personas pueden encontrar. Tratándose de una mediación familiar es necesario señalar que la familia, como organización social, ha vivido cambios en los diferentes momentos históricos, que se ha constituido y organizado de diferentes modos y sus funciones han ido cambiando: en la época industrial, por primera vez, la familia se concibe como nuclear, la madre queda como cuidadora de los hijos y el padre se va a la fábrica y se aleja del hogar. El mundo adulto y el mundo infantil se separan, los niños pierden la presencia cotidiana del padre y ya no participan en la vida productiva de la sociedad, la vida de los adultos, como había ocurrido hasta ese entonces. Hoy, en el siglo 21, decimos que la familia es el núcleo de la sociedad. ¿Cuál familia? Sabemos que más de la mitad de los niños (en el mundo occidental) crecerán en familias uniparentales o compuestas, tendrán hermanos de distintas uniones que sus padres establezcan; que en Chile el 54
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Como cuestión práctica, este enfoque refleja directamente la orientación transformadora al concebir un conflicto como un campo colmado de oportunidades de revalorización y reconocimiento, y después concentrar los esfuerzos en ayudar a las personas a aprovechar lo mejor posible estas oportunidades. En la práctica, la revalorización y el reconocimiento a menudo son interdependientes y se refuerzan mutuamente de modo que cada uno ayuda a la realización del otro y promueve así el cambio relacional. Trabajar en la revalorización y el reconocimiento son los objetivos centrales de la dinámica mediadora, las personas pueden o no llegar a un arreglo o acuerdo, pero el proceso no está focalizado a eso. La Mediación Transformativa evita los «arreglos ilusorios» y los «arreglos injustos», busca la posibilidad de un «auténtico arreglo», el que, a juicio de los autores, surgirá de la revalorización y el reconocimiento practicados con eficacia.
Una experiencia de Mediación Familiar
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% de los hijos nacen fuera del matrimonio. (INE,2003) y para 2007 se proyecta un 62,9% de hijos nacidos en estas condiciones de madres solteras, separadas, convivientes o viudas (Larrañaga, 2006). Esto trae como consecuencia que las relaciones familiares se vuelvan cada día más complejas: surgen nuevas formas de relación en las distintas familias que se configuran, se hace necesario los cambios en la distribución de las funciones familiares, surgen nuevas formas en las pautas de relación, en la dirección de las emociones y de los afectos. La familia actual no necesariamente admite la simultaneidad de lo conyugal y lo parental. (Bernales, 1995). ¿Estamos considerando estas situaciones para organizar y validar estilos de crianza que beneficien el bienestar de los niños? ¿Estas situaciones dan la posibilidad de establecer vínculos de apego sano con las distintas personas que constituyen el grupo social cercano- su familia- después que los cónyuges se separan? ¿O cuando los padres nunca han sido una pareja? ¿Quiénes pasan a cumplir el rol parental cuando los padres no están en disposición de hacerlo? ¿Son siempre las madres biológicas las que deben estar al cuidado de los hijos? También sabemos que el ideal de familia, nacido del amor romántico de la pareja y realizado con el nacimiento de los hijos, sigue siendo la mayor aspiración de las personas en el plano afectivo y que la ruptura de la pareja conyugal conlleva un profundo dolor. Así, cuando las personas llegan a mediación, cualquiera sea la condición de la organización familiar específica que están viviendo, las ansiedades, los dolores y las rabias van a estar a flor de piel. La mediación familiar puede ser una instancia privilegiada para apoyar a las familias que atraviesan tiempos de crisis , ya sea por separación de los cónyuges o por otras situaciones vitales tales como una madre adolescente que no está en conDe Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
diciones de asumir el cuidado de sus hijos , hijos nacidos de una relación inestable o esporádica en que el padre no concurre a la tarea de crianza y/o el sustento económico de los hijos, o la disputa que se puede producir entre padres y abuelos cuando un niño vive y es educado por ambos, entre otras. Estas situaciones generan conflicto y sufrimiento y las personas requieren encontrar otras formas de organizarse que les permitan continuar siendo padres, mantener los vínculos afectivos con sus hijos y ser socios en la crianza y educación de los niños y niñas. La mediadora –mediador-, como señalamos más arriba, es una persona imparcial y neutral que va a escuchar a cada uno de los participantes intentando llevarlos desde la situación inicial de confrontación a una de colaboración, entendiendo que en el conflicto, junto a los intereses contrapuestos, hay también poderosos intereses comunes, en este caso, el bienestar de los hijos . Otro aspecto a destacar es que los conflictos familiares no son estáticos: se desarrollan y se transforman dentro de la familia, pueden resolverse, desarmarse o volverse destructivos. (Suares, Marinés (2002). Como mencionamos anteriormente, desde la visión transformativa de la mediación, el conflicto es visto como una oportunidad de crecimiento y transformación. A continuación se presenta una situación de mediación que puede ilustrar nuestra práctica de Mediación, donde hemos trabajado fundamentalmente desde el enfoque Transformativo, centrándonos una y otra vez en la revalorización y el reconocimiento. Sin embargo, si bien es cierto el enfoque transformativo no tiene puesto el foco en el acuerdo , en nuestra práctica consideramos también importante el logro de un acuerdo durante el proceso de mediación. En este sentido, después de haber acercado a los participantes , después que ellos se han revalorado y reconocido, ponemos el foco
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en trabajar la construcción del acuerdo y si ellos lo logran, apoyamos su homologación en los Tribunales de Justicia, de modo que los acuerdos obtenidos por ellos tengan el valor legal requerido. Nos parece que, al menos en nuestra idiosincracia, esto contribuye a dar seguridad a ambas partes. Otro aspecto relevante en nuestra práctica de la mediación es la concepción de que al estar en el rol de mediador nos hacemos parte del sistema de mediación que se configura en ese momento. Así, entendemos que desde el rol de conductores del proceso, además de la formación profesional de mediador/a, la propia experiencia de vida , valores , creencias y sentimientos van a estar presentes y van a influir en el desarrollo de la mediación. Así, estamos atentos a las propias resonancias y las ponemos al servicio de la conducción de la mediación. En la situación que relatamos a continuación pensamos que este aspecto tuvo una fuerte significación en los resultados obtenidos. Una historia
Presentación de la mediación: «discurso inicial» En la primera entrevista, después de la presentación personal de cada uno de los participantes, la mediadora expone en qué consiste el proceso de mediación y explicita las reglas básicas de su funcionamiento:
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Clarisa, 40 años, madre de Andrea, 20 años, acude a mediación a solicitar la Tuición de su nieta Javiera de 2 años y medio, hija de Andrea. A la primera reunión vienen espontáneamente Andrea y Jorge, padre de la niña, y Clarisa y Luis, su esposo desde hace dos años. La tuición de los hijos es un tema complejo en mediación, la posibilidad que se desarrolle como «no eres capaz de cuidar a tu hijo, hija, me agredes, no me consideras, me desvalorizas», es muy alta y el conflicto familiar crece y se vuelve destructivo. Esta situación es reforzada por las normas legales sobre el cuidado de los hijos en caso de separación que, salvo que haya un acuerdo formal entre los padres, entrega ese derecho/deber a la madre. Pero cuando «el interés del hijo lo haga indispensable,
sea por maltrato, descuido u otra causa calificada, el juez podrá entregar el cuidado personal al otro de los padres» (artículo 225 inciso 3º del Código Civil. La Ley agrega que «en el caso de inhabilidad física o moral de ambos padres, el juez podrá confiar el cuidado personal a otra persona o personas competentes, prefiriendo en este caso a los parientes consanguíneos más próximos y, sobre todo, a los ascendientes» (artículo 226). El mensaje de la ley, en este caso, es que para modificar el privilegio de la madre de quedar a cargo del cuidado de los hijos, el padre u otras personas) deben descalificar las capacidades o el desempeño de la madre. Considerando estas normas legales ,el que otro familiar solicite la tenencia y cuidado de los hijos constituye un momento delicado en la historia de una familia. ¿Cómo convertirlo en un tiempo de colaboración y no de ruptura? ¿Cómo revalorizar a todos los involucrados y encaminarlos a una comprensión y reconocimiento de la mirada del otro y de sus planteamientos? En este escenario, cuando esta familia llega a la entrevista, como mediadora respeto la decisión de venir juntos y hago la presentación de la mediación en reunión conjunta con todos los que han venido, aún cuando estrictamente no han sido citados. Si están de acuerdo comenzaremos después el proceso de mediación con reuniones privadas con cada una de las partes. Estoy asumiendo que de distintos modos todos están involucrados y espero entonces que también todos se sientan reconocidos.
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La mediación es una forma de conversación que busca resolver los conflictos en forma colaborativa; para esto, cada uno va a tener un tiempo para hacer su relato y yo voy a conducir el diálogo, si ustedes están de acuerdo en iniciar este proceso. La Mediación es voluntaria, así como han venido hoy, ustedes deciden quedarse y también en cualquier momento, si sienten que no corresponde a sus expectativas pueden retirarse. También es confidencial, lo que ustedes hablen acá no será trasmitido a nadie. Yo como mediadora, seré imparcial y neutral, esto es, estoy del lado de ambos y no les indicaré lo que deben hacer. Ustedes son los protagonistas y, al término del proceso ustedes decidirán lo que quieren hacer, ustedes son los responsables de sus acuerdos. Este un proceso breve que dura entre 3 y 8 sesiones habitualmente. Tendremos reuniones conjuntas para que cada uno vaya expresando su visión y escuchando la del otro, tal vez pudiendo ponerse en el lugar del otro y así, eventualmente, ir llegando a acuerdos positivos. También podemos tener reuniones privadas de cada uno de ustedes conmigo, si lo consideramos oportuno, eso lo iremos viendo.¿Tienen alguna pregunta? La primera decisión que tienen que tomar es si abordarán el conflicto en esta instancia, ¿Están de acuerdo? Si las personas van a ser protagonistas en la toma de sus decisiones necesitan tener poder, saber con todo detalle en qué consiste la mediación, sus características, el rol del mediador y su propio rol, necesitan estar informados. El mediador reconoce la capacidad de las personas para encontrar los mejores acuerdos según su situación y los recursos disponibles. Si todos están de acuerdo se inicia la mediación. Inicio de la mediación Propongo partir en sesión conjunta con los padres. De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
Habitualmente la mediación se comienza con las personas que la han solicitado. En esta situación, aunque la solicitante es la abuela, después de la reunión conjunta yo propongo escuchar primero a los padres, lo que es aceptado. Esta elección tiene que ver con que aprecio que la madre de la niña está muy afectada y dolida con su propia madre al saber que ésta ha solicitado la tuición. Estoy interesada en que ella se sienta respetada y acogida y pueda realmente ser protagonista en este diálogo. Por otro lado el deseo de los abuelos ya ha sido expresado, está en la solicitud, en cambio no sé aún lo que desean los padres y no quiero que el relato de los primeros «colonice» mis sentimientos y mi pensamiento. En nuestro rol de conductor del proceso, permanentemente estamos cuidando nuestra imparcialidad y neutralidad.
Entrevista con Andrea y Jorge. Los padres ¿Cuéntenme por qué están aquí? Se inicia con una pregunta amplia para que ellos desplieguen su relato, su mirada, sus intenciones y metas en la forma que deseen. La actitud de la mediadora en este momento inicial es de escucha activa y no de interrogación, de este modo las personas se van empoderando, recobran su fuerza y, al ser ellos los que eligen qué decir, no se sienten tan expuestos y vulnerables. Esto permite ir encontrando las oportunidades de revalorización . Andrea: «mi mamá quiere la custodia de mi hija, no estoy de acuerdo». Mediadora: ¿en qué no estás de acuerdo? (La pregunta «en qué », lleva a la reflexión más que a la confrontación). Andrea: «no entiendo para qué lo pide si ya está con ella». Jorge: «la niña estaría mejor si la abuela se hace cargo porque Andrea no está mu-
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Ella dice estar «orgullosa de cómo es él como padre, va a ver a la niña, es cariñoso, le compra los pañales, la leche y le paga el jardín». Mientras dice esto lo mira con simpatía, él calla, está serio. Andrea se ve una joven inteligente, bonita, con fuerza y determinación, él en cambio aparece como un joven más bien apagado, con escasa propositividad. En este sentido me parece necesario apoyarlo a él y busco amplificar el reconocimiento que ella ha hecho. Mediadora: me doy cuenta que Andrea aprecia lo que haces por tu hija, te reconoce como un buen padre. (Al señalar el reconocimiento que Andrea hace de Jorge, se refuerza a éste y a la vez hay también un reconocimiento de lo que ella hace). En enero de este año Andrea se fue de la casa donde vivía con su madre e hija, por problemas con el esposo de la mamá, dejó a la niña con ellos. Se fue sola, a la calle. «No aguanté más» dice. Me conmovió mucho que ella se fuera a la calle, fue para mí la medida de su desesperación. Yo había estado recientemente con todos ellos, tenía la visión de la madre, una mujer fuerte y buenamoza, de mirada inteligente y bien arreglada, algo rígida. Me había parecido que para ella su «esposo»,como lo nombraba, era un apoyo muy importante y deseaba tener armonía con él. Por su parte, él se había casado con Clarisa y quería formar una familia con sus dos hijas, lo que no estaba resultando, era crítico y poco empático con Andrea y a ella él no le simpatizaba, eso era muy evidente. Me era posible comprender que , siendo ella una joven con una historia familiar difícil, pero también mucho más libre, no fue capaz de tolerar la situación y se arrancó. Me dio mucha pena que dejara a su hija, sin embargo sentí que la dejaba bien cuidada y querida por su abuela. En cierta medida, en esta conducta extrema, tal vez impulsiva y bastante arriesgada, había también algo de valor y audacia .
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cho con ella, Javiera necesita más apoyo familiar». Al escucharlos y empatizar con ellos, me pareció importante en este momento que me hablen de su historia, me doy cuenta que ellos necesitan contar lo que les ha pasado y como han llegado a esta situación. Andrea y Jorge estaban pololeando cuando Javiera nació. Ella tenía 16 años y Jorge 17, cada uno se quedó viviendo con su familia y continuaron su pololeo. Cuando la niña tenía seis meses, Jorge decidió entrar al servicio militar, lo vio como una forma de ganarse la vida, un proyecto laboral a futuro. Al poco tiempo lo trasladaron a Puerto Montt, a él le atrajo ir; cuenta que «quería probar cómo era estar lejos, probar echar de menos a la familia». Andrea no quería separarse, se enfermó cuando él se fue. Se comunicaron poco en esos meses, él volvió y siguieron juntos, se fueron a vivir con la niña a la casa de la madre de él. Me conmueve su relato, ellos se van expresando en forma fluida y con mucho sentimiento, se van alternando al hablar, no necesito moderarlos , los acompaño con la mirada atenta y una escucha interesada y empática. Dice Andrea: «no resultó, ella (refiriéndose a la suegra) se metía mucho, no me dejaba tranquila, la guagua lloraba y ella se enojaba, me retaba». El dice: «intenté hablar con ella (su madre), no podía llegar tranquilo a la casa, ellas peleadas, no me gustaba estar ahí. Mi mamá siguió igual». Un día Andrea tomó la guagua y volvió con su familia, siguieron pololeando unos meses y después decidieron terminar la relación de pareja. De esto hace poco más de un año. Le digo: «tú ya no podías vivir ahí, no te sentías aceptada y tomaste la decisión de irte con tu niña a otra parte donde tú pensabas que podías estar mejor con ella». (La mediadora valida la acción realizada buscando revalorizar a Andrea).
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Le digo: ¡qué difícil para ti! Entiendo que fue una medida extrema y sin embargo, te preocupaste de dejar a tu hija protegida y bien cuidada. Ella responde: «tenía claro que no me podía llevar a la niña, que ella estaba bien ahí». Estuvo sin comunicarse dos semanas. Después llamó y reanudó el contacto. Estuvo una semana durmiendo en la calle, no quería ver a nadie, una amiga la encontró y le dijo que no podía seguir así. Se fue a Constitución a la casa de la abuela materna y desde allí llamó a su madre para preguntar por ella y por su hija. Estuvo unos meses en Constitución, trabajó, juntó plata y se vino a vivir a Santiago con una amiga. Clarisa había sugerido que se viniera para que viera más a la niña que preguntaba por ella. Pienso, se sintió perdida y sola, sin embargo distingue lo que necesita ella y lo que necesita su hija pequeña. Aparecen en su relato acciones cuestionables, sin embargo, poner ahora el foco en eso no contribuirá en nada a su revalorización, que es lo que requiere. Mediadora: al parecer fue tan duro para ti, te sentiste tan herida, que cortaste el contacto, pero con la ayuda de tu amiga pudiste buscar un refugio seguro y te fuiste donde tu abuela con quien mantienes un firme vínculo. Me doy cuenta también que a tu mamá le importa mucho que tu puedas mantener la relación con tu hija. Hay una valoración de los recursos afectivos que ella ha construido con otras personas y también hay una intención de relevar el hecho que la abuela no quiere quitarle a la hija, algo que la madre teme. Andrea relata que al principio se acordaba de su hija, pero no la echaba de menos, no le importaba no verla. Ahora no es así, ahora necesita verla y estar con ella. Sigue la narración: decidió volver a Santiago y mientras buscaba un mejor trabajo regresó a la casa familiar donde vive su madre con su esposo y su hermana mayor, María. De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
Las dificultades volvieron a surgir y ella nuevamente se fue, «en mala», salió por la puerta de atrás sin que nadie se diera cuenta, dejando a Javiera en casa de su madre. Después la llamó y le avisó. Andrea refiere que intentó «hacer las cosas bien, abrí mi corazón, pero ellos intentaron controlarme. No me gusta que invadan mi espacio». Mediadora: me imagino que fue frustrante para ti hacer el esfuerzo de entenderte y convivir con tu familia y tu hija y que nuevamente no te resultara. Empatizo con ella, no hay critica sino más bien un respeto a su deseo de autodeterminación, esta vez con mayor consideración hacia su madre a quién le avisa inmediatamente. Andrea se va a vivir con una amiga, con la que arrienda una pieza. Actualmente ambos padres comparten tiempo con Javiera y aportan económicamente en la medida de sus posibilidades. Al término de la reunión hago una breve síntesis de lo conversado, les agradezco la confianza y la disposición , y nuevamente recojo todo aquello que los valoriza como personas y como padres. Entrevista con Clarisa y Luis: los abuelos Cuéntenme qué los motiva a pedir la Tuición de Javiera. Ambos se miran y ella toma la palabra: «antes un poco de historia», señala, y comienza su relato. «Fui madre soltera de mis dos hijas, María de 26 años y Andrea de 20 años, crié a María desde los 12 años y a Andrea desde los 7. Antes no pude. A los 14 años fui violada por mi padre y quedé embarazada. Mi madre echó a mi padre de la casa. Después que nació María me vine a trabajar como empleada doméstica a Santiago. Ella crío a la niña. En ese tiempo me morí como persona».
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nada les faltara. También otros familiares. «Somos una familia numerosa, dice, todos viven cerca». Clarisa continúa: tenía poco contacto con las niñas, vivían en otra ciudad y «no tenía amor en el corazón por mis hijas». En este momento hace un alto. Su última frase es dramática , «no tenía amor en el corazón por mis hijas» y ella está acá porque ha solicitado el cuidado de una niña, su nieta. Siento que hay en ella un ansia de reparación amorosa con su niña, sus niñas. En la sala hay un ambiente conmovedor, después de tantos años ella puede expresar su dolor con dignidad y tranquilidad. Su esposo y yo escuchamos su relato con atención y respeto, ella ha dicho que quiere «hacer historia» y yo, como mediadora, he dado el espacio que necesita. La acojo con un breve parafraseo y después añado: «Imagino que todo esto ha sido muy difícil para usted, que sufrió mucho, se sintió deprimida y muy sola, sin embargo es una mujer con muchos recursos , ha podido salir adelante y ahora quiere ayudar a que su hija y su nieta tengan una buena vida». Ella suspira, su esposo se acerca y la abraza. Después de un momento, pregunto qué pasó con su padre, dice que después que su madre lo echó de la casa nunca más quisieron saber de él. Mi intención al hacer esa pregunta es hacerme una idea acerca del apoyo que ella recibió de su madre en el momento de la violación y también después. Confirmo que ella se ha sentido respaldada incondicionalmente por su madre y por su familia y esto ha contribuido a que lentamente ella haya podido construir una buena vida a pesar del trauma sufrido. Continúa su relato: A los 28 años, una amiga, con más fe que yo, me hizo ver que podía empezar de nuevo mi vida, que podía cumplir mis sueños y ser madre. Ella me hizo ver que tenía
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Yo estoy sorprendida, no me esperaba nada parecido, la veo a ella tranquila y con deseo de contarme su historia, a su vez él la escucha respetuosamente y se advierte que está al tanto de la situación. Yo no habría iniciado así la conversación, sin embargo ella lo ha hecho y yo lo valoro, hay una apertura emocional, una confianza que ha puesto en mí. Me siento también valorada por ella. Permito que ella se explaye, con la actitud de escucha atenta y algunas preguntas, que sobre todo tienen la intención de hacerle ver que estoy interesada, aliento a que continúe. Clarisa relata que después de un tiempo conoció al padre de Andrea, estaba sola en Santiago, trabajaba mucho y no la trataban bien en la casa donde llegó. El fue la primera persona que le brindó atención, era educado, agradable, conversaban; en sus días libres salían y se distraía. Para ella era una buena amistad. Al poco tiempo se embarazó de Andrea, «la relación sexual con él no fue por amor, sí por voluntad mía, por agradecimiento, ya había aprendido que nada es gratis y sabía que eso iba a venir». Mientras ella hace su relato siento que voy sintonizando con esta mujer tan especial, a pesar de ser mucho menor que yo, su historia de vida , sus experiencias y dolores la hacen mayor a mis ojos, me refleja también aspectos de mi propia historia , que aunque muy diferentes en su contenido me evocan sentimientos similares. Me siento a gusto con ella, me siento también creciendo en mi propia historia. Ella es la protagonista, decido internamente que dejaré que cuente lo que desee. No necesito «datos» de su situación, al menos por el momento. Nació Andrea, el padre la reconoció pero la relación no continuó, ella no le exigió nada. Se la llevó a su madre para cuidarla, quién la crió junto a María, su hermana. Un tío materno, hermano de Clarisa, fue especialmente importante como apoyo para las niñas, tanto en lo económico como en lo afectivo, él siempre estuvo preocupado que
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recursos, que ya tenía dos hijas y que podía ser madre de ellas. En ese entonces yo me había cambiado de trabajo, seguía en casa particular puertas adentro. Esa familia me trataba muy bien, me alentó y me dio tiempo para que yo continuara mis estudios, cosa que hice. Cuando les conté que quería vivir con mis hijas, que estaba pensando arrendar algo y traérmelas a Santiago, me apoyaron y me dieron las facilidades para traer a las dos niñas a vivir a la casa. Hable con mi madre y con ellas y se vinieron. Comenzamos de nuevo, empecé a ir a la Iglesia y a tener una relación con Dios, a tratar de entender lo que me había pasado, poco a poco me fui reconstruyendo, con mucha dificultad, me había faltado tanto afecto, dice. «La Javiera (su nieta) ha sido un regalo de Dios para renacer, el renacer de sentimientos nuevos para mí», me mira, se sonríe, se relaja y se le ilumina el rostro. En otro momento reflexiona, refiriéndose a su amiga, «a veces una persona puede hacer que nuestra vida sea tan distinta». Yo siento que hay algo de eso que ahora ella está solicitándome a mí, que la ayude a resolver su conflicto con su hija. Mediadora: Usted ha vivido situaciones tan traumáticas, como las que nos ha estado contando, sin embargo tiene una gran fortaleza y ha sido capaz de usar sus recursos y salir adelante, es admirable. De esta manera expreso mi valoración y reconocimiento también con emoción y fuerza y sin decirlo, le estoy diciendo también que en esta situación también saldrá adelante. Clarisa trajo a sus hijas a vivir con ella, siguió trabajando y estudiando, en la Iglesia a la que asistía conoció a Luis, su esposo. Ella pololeaba con Luis, realizaban actividades juntos y por primera vez en su vida se sentía tranquila y con esperanzas de conformar una familia después de tanto tiempo de sufrimiento. Sus hijas estudiaban, Andrea era buena alumna. Entonces Andrea se embarazó, tenía 16 De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
años, su pololo 17, le costó mucho aceptarlo. Sin embargo, ella y Luis la apoyaron. Nació Javiera, pero Andrea no se responsabilizó de su cuidado, seguía saliendo, con los amigos, a fiestas, llegando tarde. María y ella se hacían cargo de la guagua la mayoría del tiempo. Han intentado que Andrea sea responsable, pero han tenido muchos problemas con ella. Mucha flojera, mentira, les ha sacado dinero, han tenido mucho conflicto por eso, han ido al psicólogo buscando ayuda para ella. Nada ha resultado. Clarisa termina diciendo: hemos luchado mucho para que Andrea y Jorge sean los padres de Javiera. Ahora queremos tener nosotros la responsabilidad de la niña, tomar las decisiones que hasta ahora no hemos podido tomar, darle seguridad y formarla con valores. Ha pasado la mañana, he escuchado atentamente el relato de las vivencias que ellos han compartido conmigo-y entre ellos. Yo estoy ahí, he hablado poco, no ha sido necesario por ahora. Conmovida e interesada cuido que rescaten su fuerza, su valoración, sus intereses comunes. Admiro cómo han podido salir adelante y se los expreso. Al hablar con el mediador, la mediadora, en un ambiente respetuoso e imparcial, amigable y no cuestionador, las personas tienen la oportunidad de escucharse, muchas veces por primera vez. El mediador organiza el proceso de mediación Después de escuchar a las cuatro personas que han venido a esta primera reunión, pienso que sería provechoso continuar con Clarisa y Andrea, las dos madres, madre e hija. De la información que he recogido, sé que el padre está de acuerdo en ceder la Tuición a la Abuela y que la madre no lo desea. Se siente muy cuestionada como mamá y le
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Reunión madre-hija: Clarisa y Andrea Clarisa, Andrea y Verónica. Tres hijas, tres madres, dos abuelas. Yo como mediadora estoy ahí con mis destrezas profesionales y también con toda mi experiencia y mi historia personal.
Mi experiencia personal y mis resonancias son intensas en esta situación. Una madre y una hija pueden apoyarse. Clarisa también quiere cuidar a Andrea y darle la oportunidad que continué sus estudios y pueda así tener mejores opciones de trabajo y de realización, lo expresa, pero Andrea tiene temor, no confía. Surgen imágenes de mi propia madre y recuerdo con gratitud cuánto me ayudó a cuidar a mis hijos, cómo los quiso y lo bueno que fue para mí, para los niños y para ella. Empatizo con Andrea, sus dudas y sus temores. También con Clarisa, también soy abuela y he estado muy cerca de mis nietos, uno de ellos de la misma edad de Javiera. Si estoy con ellas solas podemos hablar de madres , hijas y abuelas más amigablemente. Me entusiasma la situación. Esta mujeres han tocado mi corazón y esta mediación representa para mí un ejemplo de cómo se entrecruzan asuntos que pueden ser tan delicados afectivamente y tan duros y definitivos en su trámite legal. Lo más probable es que conseguir la Tuición fuera fácil para la abuela. La historia se podría leer como: la madre dejó a su hija con Clarisa y Luis y se fue, los abuelos la quieren y la han cuidado bien, el padre está de acuerdo, la madre no tiene recursos económicos suficientes, ni siquiera un lugar estable donde vivir con la niña. Pero ¿qué podría ocurrir si el Juez concede la Tuición de Javiera a la abuela en contra de la opinión y el deseo de Andrea? Desde su percepción actual, Andrea habría perdido a su hija , dolida y enrabiada lo más probable es que se vaya , tal como ocurrió con su madre cuando ella nació. ¿Qué puede ganar la niña en este «ordenamiento» familiar, que le da seguridad y estabilidad en varios aspectos a costa del alejamiento afectivo de su madre? ¿A qué edad volvería Javiera a encontrar a su madre?
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duele mucho, no entiende porqué su madre le pide esto. Siente que el padre de la niña no la apoya y está de parte de los abuelos. A Andrea no le gusta Luis, desde que su madre se casó con él no se han llevado bien, reconoce que su hija lo quiere mucho y que él se preocupa por ella, pero no comparte su modo de vida. El desequilibrio de poder es evidente, Andrea no tiene cómo hacerse cargo de su hija si su madre no la ayuda, ella ha ido construyendo un vínculo afectivo con Javiera que es importante para ella, pero aún es frágil. Ha comenzado a tener un trabajo más estable y a ganar más dinero, pero no se siente reconocida ni aceptada. En la percepción de Andrea, si ella cede la tuición va a perder a su hija, en la percepción de Clarisa si ella no tiene toda la responsabilidad de la niña no puede organizar su vida y no se hará cargo de ella. Ambas sienten sus intereses como incompatibles. Pienso que en esta familia hay al menos dos hijas que necesitan cuidado, que sería importante que Andrea aclare sus ideas y sentimientos con su madre en un contexto de intimidad y confianza. Los reúno a los cuatro y les propongo trabajar inicialmente con Clarisa y Andrea, ellos están de acuerdo. Señalo también que es necesario que tengan una asesoría legal para que, antes del siguiente encuentro, conozcan los alcances legales de la Tuición. Hacemos los arreglos para la cita con los abogados. Los acuerdos de mediación exigen que las partes tengan conocimiento de sus derechos y deberes legales.
Clarisa dice: «Javiera está enamorada de su madre, lo entiendo, es joven, cariñosa, juega con ella, se divierten y le trae dulces». Hay un reconocimiento de la madre hacia Andrea. El mediador tiene que ser imparcial y neutral respecto a los acuerdos a que lleguen las partes. Sin embargo, está participando en este conflicto, está «al medio», con sus ideas y sentimientos, que, diferenciados de sus propias necesidades y conflictos, le pueden servir para empatizar y dirigir positivamente el proceso situándose en la «parcialidad multidirigida» (BoszormenyiNagy, 1986).
La conversación madre-hija
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Mi intención en esta reunión es crear un espacio para que ellas hablen de sus necesidades y sus sueños, se escuchen, se acerquen y se aclaren y desde ahí puedan tomar la mejor decisión para las tres en este momento de sus vidas. La demanda de Tuición ha acentuado el resentimiento, la desconfianza y la impotencia de parte de Andrea. La instancia de mediación puede darle la oportunidad de escuchar y entender el deseo de su madre rescatando la confianza y la buena intención. Parto preguntándoles a ellas qué querrían conversar. Clarisa inicia la conversación diciéndole a Andrea que quiere escucharla incondicionalmente, quiere saber cómo se siente, cómo se ve desde el lado de ella, qué quiere ella. Hay de parte de la madre, un reconocimiento de las necesidades, deseos, intereses de su hija y una invitación a abrirse con ella. También ella expresa su reclamo: «no ha sido todo lo abierta que yo quisiera conmigo, tal vez algo que yo provoco», dice. De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
Andrea responde dando un reconocimiento a su madre, dice: «si dejé a la niña con ustedes es porque sé que ella está bien, que le pueden entregar valores, yo no los tengo, no sabría qué entregarle. Nunca pensé llevármela cuando me fui». También hay de parte de ella un reclamo: «Tu quieres todos mis derechos y mis deberes para ti, pero ya los tienes, no entiendo, me da temor, si no la veo no se qué me puede pasar, me puedo olvidar de ella». Clarisa: quiero tener la seguridad. Le pregunto a Andrea si ha visto a su hija: quiero acogerla y sacar la conversación de la confrontación y llevarla al interés común. Cuenta que la semana pasada , después de la sesión, la fue a buscar al Jardín y la llevó a la casa, un rato corto porque tenía que trabajar, le sacó muchas foto, me las muestra en el celular. Me compré este celular para sacarle fotos, dice. Durante unos minutos nos acercamos las tres al centro de la mesa a mirar las fotos que muestra Andrea: Javiera aparece sonriente y contenta. Pasa un rato en que madre e hija se acercan físicamente, juntan sus cabezas, se tocan. Una niña preciosa, digo y las dos se sienten orgullosas. Clarisa agrega: Andrea sacó dotes artísticas, dibuja, es buena para las manualidades. Andrea sigue, si, soy buena para muchas cosas, la matemática, me gusta leer, ahora estoy haciendo diseño de vestuario con una amiga, pero al final no me decido y sigo en nada. Andrea se va sintiendo valorada y reconocida. Hemos salido de la confrontación y podemos ampliar los focos de conversación, ampliar los mundos de ambas. Le pregunto a Clarisa cuáles son sus proyectos. Dice que quiere terminar la Educación Media, hizo 1º a 8º hace poco, dio exámenes libres. Dejó los estudios por cuidar a Javiera y le interesa retomarlos, quiere tener más
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formación. Clarisa relata sus tiempos de empleada doméstica, la discriminación que sentía, el interés que tenía por los libros que había en las casas en que trabajó, su último empleo con una familia que la trató de otra manera, la alentó a estudiar, a progresar. Veo a Andrea escuchar atentamente el relato, mira a su madre, participa de algunos recuerdos, buenos recuerdos. Clarisa se siente animada con los recuerdos positivos que Andrea comparte. Ambas se van sintiendo más a gusto, más relajadas y cercanas. Yo participo también de esa cofradía. Les digo: ya tenemos que terminar, han pasado dos horas, ambas se sorprenden ¡dos horas! Clarisa señala que nunca habían conversado dos horas tranquilamente, Andrea la confirma. Valoro cómo han podido compartir sus deseos, temores, sus inquietudes y proyectos y les pregunto como quieren continuar. Ambas expresan que les gustaría tener otra reunión ellas conmigo, tenemos muchas cosas que conversar, dicen. A la siguiente reunión llegan las dos juntas, muy puntuales.
La próxima reunión se realiza nuevamente con ambos padres y abuelos. La mediadora parte haciendo una breve reseña de lo que ha sido el proceso de mediación y de los acuerdos a los que se han acercado Clarisa y Andrea . En esta mediación se consideró que la
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Clarisa relata que el fin de semana ella y su esposo se fueron a la playa con la niña, allá vive la familia de su madre, son una familia numerosa y les gusta estar juntos, hicieron un asado, lo pasaron muy bien. El domingo llegó también Andrea a verlos. Andrea ha estado yendo a la casa a ver a Javiera, la niña se pone muy contenta cuando ella llega. Antes de venir a la reunión se juntaron a conversar, Clarisa quería saber que seguía pensando Andrea; hablaron largamente de los temores de cada una y de sus proyectos. Fue muy bueno, dicen. Andrea decidió aceptar que la Tuición de Javiera la tenga su mamá ya que ahora no se siente capaz de hacerse cargo de su hija
y lo que más quiere es que ella esté bien. También quiere que su mamá esté tranquila. Entendió mejor por qué ella necesita la certeza de ser ella la que está a cargo de la niña, para protegerla y educarla bien. Entendió que también su madre quiere que ella estudie, se prepare mejor y pueda hacerse cargo de su hija en mejores condiciones; está de acuerdo, es también lo que ella quiere. Se siente tranquila y confiada. Lo más importante que entendió es que aunque ceda la Tuición, Javiera seguirá siendo su hija. Pasamos a conversar cómo van a organizar los tiempos en que la niña estará con su madre, con su padre y las ayudas mutuas que se podrían brindar para que cada una pueda realizar sus proyectos y Javiera tenga los cuidados que requiere. Hablamos también del aporte económico al que Andrea se puede comprometer. El enfoque transformativo plantea que cuando las personas se han sentido reconocidas y valoradas por el otro, cuando pueden aclarar sus pensamientos y deseos, «entender» lo que el otro necesita y solicita y cuando esto es recíproco, los acuerdos prácticos van a surgir con relativa facilidad. Van a ser verdaderos acuerdos. Después de dos largas conversaciones en la sala de mediación y otras tantas entre ellas en el curso de las semanas que estuvieron en este proceso, Clarisa y Andrea han podido valorarse y reconocerse, saben más de sí mismas y también saben más cada una de la otra. Ha aumentado la cercanía y hay una mayor confianza que tendrá que seguir recreándose.
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madre y la abuela representan los intereses de ambas partes, incluyendo al padre y al abuelo. Sin embargo, como los acuerdos establecidos van afectar a todos, es necesario que todos los puedan conocer y refrendar.
Firman los acuerdos y se despiden afectuosamente.
Se redacta un Acuerdo respecto de la Tuición de Javiera , se deja establecida la forma en que se relacionará la madre y el padre con su hija y los aportes económicos a que cada uno se compromete.
Dos años después Clarisa llama pidiendo una hora de mediación, dice que están bien, Javiera «hermosa y feliz», ha habido cambios y quieren conversar conmigo.
Andrea y Jorge ceden voluntariamente la Tuición de su hija Javiera a Clarisa, abuela materna de la niña. Javiera vive actualmente en la casa de Clarisa y Luis, su esposo, a quien la niña considera también su abuelo. Ellos la han cuidado, en conjunto con la madre desde su nacimiento. Los padres acceden, motivados por el bienestar de su hija ya que ellos en este momento no pueden brindarles los cuidados necesarios y los abuelos le ofrecen mejores condiciones de vida. Ambas partes consideran que su deseo es que esta situación sea transitoria mientras Andrea se estabiliza personal, profesional y laboralmente para poder hacerse cargo de su hija en forma estable. Clarisa y Luis expresan que el padre y la madre pueden compartir con ellos los momentos familiares que deseen, poniéndose de acuerdo previamente, que su ánimo es de la mayor colaboración posible. Establecen en conjunto los tiempos y lugares, días y horarios en que tanto el padre como la madre estarán con Javiera. Clarisa y Andrea establecen que es el deseo de ambas que la niña pueda compartir con la madre el mayor tiempo posible dentro de lo que la escolaridad de la niña y el trabajo de la madre lo permitan. El padre y la madre, cada uno de acuerdo a sus recursos, fijan también un aporte económico para apoyar a los abuelos en el sustento de su hija, expresando con esto que no se quieren desligar totalmente de las responsabilidades como padres. De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
Epílogo
Me alegra saber de ellas y sobre todo saber que las relaciones familiares se han mantenido en un clima positivo y de colaboración. Vienen a la reunión Clarisa, Andrea y Carlos, su actual pareja, al que conoció en su trabajo. El es un hombre de aspecto tranquilo, joven y agradable. Durante la conversación él se mantiene a una prudente distancia, deja que madre e hija se expresen, está atento y disponible cuando ellas o yo le hacemos alguna pregunta o se le pide alguna opinión. Clarisa relata que después que tomó la tuición de Javiera se dedicó exclusivamente a la niña unos meses y después terminó sus estudios y retomó su trabajo. Andrea también reorganizó su vida, estudió una carrera técnica y le ha ido muy bien. Ha mantenido el contacto con ellos y especialmente con su hija ha tenido una relación cercana y estable, ha cumplido con los acuerdos económicos, más allá de lo fijado la mayoría de los meses. Con el padre, a pesar de todas las facilidades que les han dado, no ha ocurrido otro tanto. La ve poco, económicamente no ha estado bien y la niña ya casi no pregunta por él. Durante este tiempo no han tenido problemas en relación a lo que acordaron, es más, no se han tenido que regir estrictamente a la letra del acuerdo firmado ya que la relación ha sido fluída y se han acomodado fácilmente en las rutinas familiares. Carlos y Andrea viven juntos, quieren vivir con Javiera y desean que los ayude a
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hacer la transición para que la niña se adapte al cambio positivamente,»queremos hacerlo bien»,dicen. Han estado saliendo los dos con la niña, él ha sido muy respetuoso en su acercamiento y Javiera lo acepta como el pololo de la mamá. Se tienen simpatía. Ahora último la niña ha ido a dormir a la casa «para que se vaya acostumbrado de a poco, queremos que viva con nosotros cuando nos casemos», dice Andrea. Relatan que ya tiene su pieza, la han arreglado juntos y Javiera va feliz a quedarse algunos fines de semana con ellos. La niña le dice papá a Luis, el abuelo, mamá a Clarisa y mamá Andrea a su madre. «Se fue dando así, dicen, Clarisa quiso que le dijera «Abuela», Javiera le dijo «Abu» hasta que entró al colegio y les comenzó a decir papá y mamá, piensa que quiso asimilarse a los otros niños. Son lazos fuertes, dice la abuela, «cuatro años cuidándola, alimentándola, paseando los tres con Luis, llevándola al Jardín, educándola, enseñando valores, hábitos, costumbres. Siempre le hemos dado un lugar donde conversar, si ella va al sillón significa que quiere decirnos algo». Cuenta que Javiera se sienta y les cuenta cualquier cosa, otras veces pide que le lean cuentos».
«Ya estoy llorando por su ida pero también feliz que Andrea quiera tener su hija con ella.»
Clarisa está dispuesta a apoyar a su hija y a su nueva pareja. Expresa que Luís está muy afectado, lo encuentra injusto, pensó que ellos criarían a Javiera hasta mayor. Pero también ansían vivir solos y tener tiempo para ellos. Quieren hacer los trámites legales para que la Tuición pase nuevamente a Andrea, «que quede todo claro y ordenado» señalan, ambas están de acuerdo. Hago una valorización del proceso que han hecho, cómo pudieron apoyarse para que cada una pudiera cumplir sus proyectos en esta etapa de sus vidas, colaborar en el cuidado y educación de Javiera y mantener los vínculos afectivos que los hace ser una familia cercana y nutritiva. Comentario final El método transformativo no tiene como foco lograr un acuerdo entre las personas en disputa. Sin embargo, el proceso llevado
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Me llama la atención que, tratándose de una niña pequeña, sea para Clarisa tan importante establecerle un lugar para conversar, ella sabe lo importante que habría sido para ella ese espacio, tener alguien disponible para hablar, tener alguien en quien confiar, tal vez pudiera haber impedido el trauma de la violación. Quiere que su nieta esté más protegida y le facilita a la niña la expresión verbal de sus experiencias y necesidades inventando una especie de ritual que se va construyendo como un vínculo de confianza y cercanía.
Yo pienso lo increíblemente reparador que puede ser una historia. Una historia de maternidad que en parte se repite y al mismo tiempo se desarrolla en forma muy distinta y positiva. Clarisa sabe, por su dramática experiencia, que Andrea necesita su ayuda para criar a su hija y a la vez, ella desea vivir la experiencia de ser madre de la guagua que nace junto al hombre que quiere, desea tener un hogar con padre, madre e hija. Pero ella sabe y quiere que Andrea sea la madre de Javiera, ella es la abuela, y lucha para que Andrea no se desligue. Quiere cuidar a Javiera, darle todo el amor que no pudo dar a sus hijas cuando pequeñas , contenerla y educarla un tiempo , el necesario para que su propia hija crezca, estudie ,trabaje y pueda tener una buena vida familiar. Ahora llora por la partida de Javiera, pero también sabe que su estrecho vínculo con la niña permanecerá, que será su abuela.
a cabo, basado fundamentalmente en una facilitación constante del diálogo buscando las oportunidades de revalorización de ambas partes y de reconocimiento que las partes hacen la una de la otra y en la imparcialidad de la mediadora, sin cuestionamientos críticos es decir, cuando logran vivenciar su propia valía personal y de comprender y sensibilizarse a la perspectiva de la otra, permite que el acuerdo se logre, sin presionar. Éste surge de la confluencia de ambas instancias, como lo predice Bush y Folger alcanzando un «acuerdo auténtico». Además, los efectos logrados se reflejan más allá de la mediación misma y se hacen extensivos a otros aspectos de la vida, con lo cual las personas han crecido moralmente. Como se ha podido apreciar en este proceso de mediación, hubo una transformación de las personas comprometidas, un mejoramiento de ellas como personas.
Bibliografía
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Temática nacional
Autocortes y adolescencia postmoderna
Sección
De Familias y Terapias Septiembre, 2008, 25, 125-129
Germán Morales F. Psicólogo Clínico. Post-Título en Psicoterapia sistémica de niños y adolescentes, Escuela de Psicología, Pontificia Universidad Católica de Chile. (gpmorale@puc.cl)
Resumen El presente trabajo es un estudio toma dos casos clínicos comparados de dos chicas adolescentes, que han desarrollado esta práctica. En primer lugar, se reflexiona acerca de las angustias de disolución tras este síntoma, y la diferenciación de dichas angustias en comparación a las angustias de muerte propias de los intentos de suicidio con auto-cortes, y de la práctica de auto-cortes de la subcultura delictiva juvenil. En segundo lugar, se desarrolla una lectura de los casos tomando como eje de análisis: los dinamismos psíquicos, la estructura familiar y el contexto cultural post-moderno en el que se inscribe esta «práctica». Se concluye formulando una hipótesis respecto de los casos que busca integrar lo psíquico, lo familiar y cultural.
Introducción
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Este trabajo es una reflexión sobre los auto-cortes que han comenzado a ser un frecuente síntoma en las consultas de adolescentes. Aquello que parecía inusual, especial, y hasta bizarro, hoy se ha constituido en una práctica adolescente reconocida por sus pares, que incluso se hace visible en el cine como nos muestra la protagonista de la película norteamericana «A los trece». Tratar de entender los auto-cortes adolescentes actuales desde las categorías diagnósticas más clásicas nos muestra sus limitaciones. Hace tiempo que la nosología psiquiátrica va quedando obsoleta
en relación a los cambios de la expresión adolescente y sus distinciones patológicas, y los terapeutas de adolescentes parecemos correr detrás de un tren en marcha al que nunca podemos subir. Allí la noción de causalidad lineal evidencia su carácter ilusorio de certeza, y la causalidad circular y la necesidad de contextualizar muestra toda su potencia, para tratar de entender fenómenos como los auto-cortes. Así, más que renunciar al desafío comprensivo es importante considerar el contexto cultural post-moderno y sus implicancias; las estructuras y dinámicas familiares que sostienen o quizás dejan en el vacío a los y las adolescentes; y sus rasgos psíquicos
individuales distintivos, ya que todos estos aspectos permiten que los auto-cortes sean una ruta posible adolescente, y por ello es relevante volver a hacernos la pregunta en torno a su definición.
¿Qué es un Auto-corte?
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Si buscamos en un diccionario1 Corte puede ser definido como: • «Dividir una cosa o separar sus partes con cuchillo, tijeras, etc.» • «Atajar, detener, impedir el paso». • «Separar los componentes de ciertas cosas». Siguiendo esta lógica nominal anterior podríamos definir Auto-Corte como: • Dividirse o separarse con cuchillo, tijeras, etc. • Atajarse, detenerse, impedirse el paso. • Separarse de componentes de ciertas cosas. Luciana2, tiene 16 años, cultiva una estética étnica y alternativa: viste jeans, camisa otabaleña de manga larga, pulseras artesanales, un bolso andino; escucha Radiohead y Dead Can Dance; ama la naturaleza y el arte; hace danza contemporánea. Luciana está en 3º medio, penúltimo año de la secundaria en su cuarto colegio, se siente poco integrada y no muy motivada por su nuevo colegio, prefiriendo sus talleres de danza o visitar a amigos artistas. Luciana consulta porque fue «sorprendida» fumando marihuana en un patio contiguo a la Oficina del inspector, encargado de disciplina del colegio. Su madre, viuda, está inquieta por ella. Por teléfono me cuenta que se siente angustiada, sobrepasada, que Diccionario Aristos (2003), Editorial Ramón Sopena, Santiago. 2 El nombre Luciana es un nombre de fantasía, y algunos datos han sido cambiados para proteger la privacidad de la paciente. 1
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ya no quedan colegios que acepten a su hija, y que su marido –a quien definió como hippie– falleció en un accidente, y por eso buscó un terapeuta hombre para que ayude a su hija a encontrar su rumbo. Luciana habla con lentitud, bosteza constantemente, comenta que le da mucho sueño por la tarde, y que no tiene ganas de ir a ningún colegio. Indica que la sola idea de empezar de nuevo en otro colegio, le «da lata» (la desmotiva). En las entrevistas iniciales le pregunto a Luciana si se corta, a lo que ella responde «¿A qué viene esa pregunta?». Luego de eso me describe como a veces se queda tardes enteras mirando un árbol frente a su pieza, que de repente se siente muy angustiada, hasta que se hace intolerable, y que lo único que la calma es cortarse los brazos con un cuchillo corta-cartón o tirar botellas en el patio y escuchar su sonido. Si está su madre o su hermana va al baño a cortarse. Sólo al ver salir la sangre se siente tranquila. Pamela 3, tiene 18 años, cultiva una estética gótica: viste de estricto negro, sus cejas, pestañas y labios también de estricto negro, usa un anillo que simula una garra y que está unido a una pulsera, usa guantes negros por supuesto; escucha a Emperor y Sepultura; odia el día y la playa; lee a Lovecraft y Rimbaud. Pamela acaba de entrar a la universidad, se siente poco integrada y no muy motivada con su carrera, prefiriendo la lectura solitaria en su hogar o en el cementerio donde a veces se juntan a leer poesía con algunos amigos y amigas. Pamela consulta porque su padre, viudo, está inquieto por ella. Por teléfono me había comentado que él sufrió una depresión cuando murió su esposa cáncer, que en ese momento su hija acompañó mucho a su madre agonizante. Indica que quiere otra opinión profesional, porque su hija ya ha 3
El nombre Pamela es un nombre de fantasía y algunos datos han sido cambiados para proteger la privacidad de la paciente.
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Evidentemente que los auto-cortes estarían ubicados como defensas frente a la desintegración del self, pero aquí cabe reflexionar acerca de las inscripciones corporales de un modo más global. Por ejemplo, si bien en la cultura delictual –al menos en Chile– encontramos auto/ cortes en adolescentes, que son morfológicamente y geográficamente similares, pues se realizan en brazos, piernas, con cuchillos, o vidrios. Estos cortes son radicalmente diferentes pues ya hechos son exhibidos y no ocultados; pueden y es deseable que sea exhibida la acción misma de cortarse. Ésta obedece a demostrar una suerte de jineta o grado, y al mismo tiempo de tolerancia al dolor. En esa línea estos auto/cortes de adolescentes transgresores de la ley requieren de un auditorio, así como también aquellas inscripciones corporales de los adolescentes actuales, como son los tatuajes, el piercing, y las cicatrizaciones gruesas, son exhibidas como signos identitarios. En el caso de los auto/cortes estos tienden a ser ocultados activamente de los padres o de los pares, o son compartidos con amistades íntimas; y de este modo, no buscan ni requieren de auditorio. Ahora, no obstante las diferencias de estas inscripciones corporales en los adolescentes actuales, la necesidad de marcar o marcar-se pareciera obedecer a un trasfondo cultural común de delimitar, conservar y/o mostrar lo propio; como una suerte de sello de identidad. Si volvemos a los dos casos presentados en ambos encontramos elementos melancólicos, asociados a pérdidas. La estética la he destacado, porque también constituye una especie de «envase» «alternativo» o «mortuorio», pero que hace referencia al padre perdido, al papá hippie en el caso de Luciana, y a la madre en su lecho mortuorio en el caso de Pamela. La música también está teñida de lo melancólico, si uno escucha más allá de los estereotipos rockeros.
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consultado a dos psiquiatras (yendo a una única entrevista) que le plantearon que su hija no está deprimida, pero que le preocupa que su opción gótica. En las entrevistas iniciales le pregunto a Pamela si se corta, a lo que ella responde «¿Por qué me haces esa pregunta?» Luego de eso me describe como a veces se encierra en su pieza a oscuras, que de repente se siente muy angustiada, se hace insoportable, y que lo único que la calma es cortarse los brazos con un cuchillo cortacartón o romper cosas en su pieza. Si está su padre o sus hermanos, ella va al baño a cortarse. Sólo al ver la sangre se siente tranquila. Tras estos relatos iniciales a medida que fueron avanzando estos procesos terapéuticos estas angustias de «intolerables» y/o «insoportables», dieron lugar a expresiones como «estallar» y «desparramarse». En ese sentido, estos auto/cortes parecieran ser defensas frente a angustias de disolución, por tanto de carácter prepsicótico (Brodsky, 1959), y la acción de cortarse, de ver la propia sangre o escuchar intensidades de sonido y golpes, se experimentarían como una restitución del self. Así, al cortarse, estas adolescentes podrían observar la materialidad y el límite de su propia corporalidad, por tanto de su self. En este sentido, estos auto/cortes evidenciarían de modo radical, el enunciado de que el temor que alimenta los síntomas sería que el self esté amenazado, y que pueda ser sobrepasado o desintegrarse (Rosembaum & Dyckman, 1996). Pensando de este modo, estos cortes asociados a angustias de disolución, necesariamente serían diferentes a aquellos cortes propios de intentos de suicidio. Tras éstos otros cortes de carácter suicidal encontraríamos aquello que lleva a la destrucción total del self, mientras que los autocortes serían aquello que llevaría de regreso a la vida y protegerían de la desintegración.
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Pero, claramente no sólo se trata de dos chicas melancólicas, sino de dos mujeres que requieren cotidianamente de palparse agresivamente a sí mismas. En el caso de ambas, y a pesar de la conducta disruptiva y escenificadora de Luciana en el orden escolar, de los rituales literarios transgresores, de las evidentes dificultades de integración de las dos, no podemos olvidar que fueron niñas pequeñas que tempranamente contuvieron a sus padres. Esto es coherente con lo que se describe en los procesos de duelo patológicos, que implican dificultades de individuación que se expresan en conductas sobre-adaptadas de adolescentes que han experimentados proceso de duelos traumáticos (Díaz, 1995; Morales, 1995). Estos padres estaban y parecen estar todavía deprimidos y enrabiados con la pérdida de sus parejas, sin posibilidad de dar una experiencia de reconocimiento y por tanto de mutualidad a sus hijas. En términos interaccionales, ello se tiende a traducir en una pauta, que desconfirma las necesidades propias de la pubertad, y que propicia la experticia de las adolescentes en las necesidades de sus padres. En función de esto, el auto/corte aparece como una práctica de autocastigo y autonacimiento al mismo tiempo, en una mezcla extraña entre sentir y dejar de sentir, entre dejar de existir y existir. Todo esto sin embargo no nos permite responder ¿por qué los auto/cortes ahora? ¿Por qué en esta época?, y aquí creo que puede ser útil pensar en el contexto cultural. Siguiendo los modelos culturales propuestos por Margaret Mead (1971) existen elementos del post-modernismo, que podría ser entendido como una cultura prefigurativa dentro de la conceptualización de esta antropóloga. En ésta, el futuro se tiene como referencia. Por ello, las expectativas futuras prevalecen por sobre las realizaciones pasadas, y se tiende a desmitificar las fiDe Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
guras del pasado. También se supone que se busca el rompimiento de las fronteras y los límites, apoyado en la omnipotencia del dominio de la tecnología. Todo esto se traduce en la dificultad de buscar certezas constitutivas de lo propio, quedando el cuerpo como una posesión preciada en la que se pueden inscribir huellas propias, que permiten expresar el self. Así, marcarse como inscripción corporal da cuenta de la búsqueda postmoderna de identidad, que obedecería al mandato de diferenciarse (Morales, 2008). Aunque pueda resultar un salto excesivo –y reconozco que lo es– me parece que el ejercicio del auto/corte es una defensa frente a las angustias de disolución, que podría ser entendida como una práctica melancólica, que marca o inscribe simultáneamente lo perdido con la omnipotencia de crearse continuamente; y que ello estaría a tono con los tiempos post-modernos, en los que la inscripción corporal ocupa un lugar identitario. Esto es coherente además –según me han confidenciado mis pacientes sin darme la dirección– existirían páginas webs que ayudan a socializar técnicas de auto/cortes y modalidades de evitar que los padres se den cuenta de ello. Pareciera que en estas adolescentes, su cuerpo habla por ellas, y que la experiencia con un otro que reconoce y contiene en el sistema terapéutico permite recuperar y/o crear la palabra de la existencia continua.
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Mead, M. (1971): Cultura & compromiso: Estudio sobre la ruptura generacional. Buenos Aires: Granica. Morales, G. (2008): Marcas, inscripciones y huellas. Suplemento Cultural, La Tercera, Sábado 21 de junio. Morales, G. (1995): Procesos de individuación en familias traumatizadas. Tesis
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Entrevista a Salvador Minuchin Realizada por Sergio Bernales y Sylvia Campos
intensivo de dos días frente a un numeroso grupo de terapeutas. Su lucidez, rapidez mental, energía, sentido del humor y aplomo, deslumbró a la concurrencia. Para los que le conocíamos de antes, el agregado del humor fue una grata revelación. Sabiduría de la edad. De las familias que atendió, una de ellas tenía como paciente sintomático a un adolescente internado en una comunidad terapéutica debido al consumo de drogas, parte de un trabajo más amplio que el IChTF
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Salvador Minuchin nos visitó en Santiago durante el mes de Mayo de este año. A sus 87 años, quizás sea junto a Braulio Montalvo, uno de los últimos maestros de la primera era de la terapia familiar sistémica. Su legado, la terapia estructural sistémica, se enseña en muchas escuelas de formación de terapeutas. Durante su estadía realizó una demostración clínica con dos familias a las que atendió dos veces en el lapso de una semana y desarrolló, a partir de allí, un trabajo
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lleva a cabo desde su nueva sede, donde trabaja con familias en riesgo social. La otra fue atendida en nuestra sede principal y el motivo de consulta fue... Su legado práctico y su postura teórica inundó esos días nuestro quehacer clínico vinculado a la terapia familiar sistémica a través de mostrar la importancia del efecto de la interacción, la relevancia de la responsabilidad por nuestras acciones y su implicancia en los otros, la necesidad de poner en acto el proceso que trae a la familia a consultar, la decisión de ponerse en acto como terapeuta durante la sesión y la capacidad de realizar todo lo anterior en términos dramáticos, en el sentido que cualquier obra de teatro tiene de poner en escena a sus personajes. Y no es casualidad que Minuchin lo haga de esta forma. Conocida es su afición por el teatro, fue así que en un año sabático se dedicó a escribir una obra, la que fue representada en su momento, pero que al decir de él mismo, le reveló que su oficio era ser terapeuta y escribir sobre eso. A ello habría que agregar los postulados que escribe en su último libro Assessing families and couples1 a través de cuatro pasos: el primero, desafiar la certeza que tiene la familia de que el problema actual está en el mundo interno del paciente índice; el segundo, explorar la manera en que cada miembro de la familia ejecuta acciones que perpetúan el problema; el tercero, explorar brevemente el pasado de los miembros adultos de la familia y ayudarlos a entender como se restringen en el presente debido a ideas y puntos de vista sobre ellos y los otros que les vienen del pasado; y el cuarto, después de ver la manutención del bastón que ha implicado lo anterior, es hablar de las necesidades de cambio específico sobre «qué» y quiénes están o no dispuestos a efectuarlo. 1
Assessing families and couples, Salvador Minuchin, Michael Nichols and Wai-Yung Lee, 2007, Pearson Education Inc., Boston, USA. De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
En esta visita trabajó sobre esos postulados y la forma de llevarlos a cabo y fue eso con lo que nos deleitó en su visita. La manera de descentralizar el problema, la exploración de la pauta que lo mantiene, la interrogación sobre las claves del pasado que cada cual trae e influencia el presente y la redefinición del problema en aras de abrir nuevas posibilidades fue desarrollado en esas dos sesiones que efectuó con cada familia que atendió. El video conservará la posibilidad de mirar con más atención cada uno de estos pasos y servirá como un material docente en la formación de nuevas generaciones de terapeutas. Como en todo arte de aprendizaje, el libro que mencionamos no fue ni siquiera citado, simplemente observamos su resultado clínico. De familias y terapias ha tenido la oportunidad de hacer con él un recorrido sobre su trayectoria y su pensamiento en aquellas materias que son de interés para los que seguimos valorando su aporte. Como en toda conversación, las preguntas que habíamos preparado, devinieron en algo más coloquial, consecuencia del ambiente que se creó al efectuarla. La siguiente es una versión corregida de esa charla. La responsabilidad de algún error es nuestra. Gracias por concedernos esta entrevista. Quisiéramos partir desde la historia y conocer cuáles han sido las fuentes inspiradoras en tu pensamiento y en tu proceder como terapeuta. Habría que remontarse a la organización intelectual de los primeros tiempos y sus fuentes. Era una época en que culpar a alguien de los trastornos en salud mental era moneda corriente. Así, Bruno Bettelheim decía de un modo metafórico que la solución de los problemas de los niños era matar a los padres. Ronald Laing organiza en Inglaterra un sitio donde los psicóticos puedan vivir para que se desligan de los
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basada en la recomposición del self y la técnica que él hizo, que es muy elaborada e interesante, sustituye la historia personal por otra historia personal, semejante a lo que Milton Erickson decía. White usa a la familia como testigo y no como participante. Yo, en cambio, creo que la familia es responsable y la terapia familia sistémica hace a la familia responsable, por lo que el desafío es cómo hacerla responsable sin culpabilizarla. White, sin embargo, hace una cosa interesante, dice que el control viene de afuera, viene de la cultura, viene del lenguaje y él hace que la familia se junte con el paciente identificado en su lucha contra el control cultural. A mi modo de ver, hay ahí un cambio ético porque mientras la terapia sistémica dice que la familia es responsable por la conducta de sus miembros, él dice que el paciente identificado es controlado por el lenguaje. Con eso cambia también la posición del terapeuta porque en la Terapia Sistémica, el terapeuta es responsable por el proceso del cambio, mientras en la narrativista si ésta impone una idea en el sistema pide disculpas porque ha sido un error, de manera que en su teoría cuando hace cosas transferenciales, dice que tuvo un error porque la teoría le pide que vea al terapeuta como participante. ¿Y qué pasó por tu cabeza para decir que la familia es responsable? Es un proceso largo, si lo primero fue mostrar que la gente era prisionera de un patrón, en ese movimiento, yo era el experto que sabía. Sin embargo, cuando viene el aporte de Goolishian, el terapeuta tiene que encontrarse en un nivel simétrico. A mí me pareció interesante y empecé a valorar la simetría, pero mantuve mi posición de experto, es decir, cambié la técnica de intervenir introduciendo más preguntas, haciendo más joinning, lo que hacía que el diálogo fuera mas colaborativo, pero no he variado en mi postura de hacer resaltar la responsabilidad familiar por sus miembros.
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controles familiares. Murray Bowen dice que hay que diferenciar a los individuos de la opresión familiar. Bateson habla del doble vínculo. Y Minuchin habla de las familias aglutinadas o dispersas en las que se ve al individuo prisionero del sistema familiar. En los años 70 una organización de padres psicóticos, cansada de tanto agravio, desafió a la terapia familiar porque atacaba la familia, y creo que tenían razón, pero nosotros no lo aceptábamos. Creo que los terapeutas familiares de los 60 continuaron la idea psicoanalítica de que la interpretación producia cambios. La diferencia consistía entonces en que no se hablaba de interpretación sino de conocimientos. Se describía a la familia como estando equivocada por definición, como prisioneros de un patrón, el que al dárselo a conocer producía por arte de magia el cambio. Incluso Carl Whitaker que era distinto y Virginia Satir pensaban y actuaban así. De a poco, desde los años 60 y hasta el año 2000 hubo cambios conceptuales de lo que Don Jackson dijo, y de a poco, un grupo de gente como las feministas, Harry Goolishan y Helene Anderson dijeron que lo sistémico cometía el error de atacaí a la victima, que los terapeutas familiares en su ideología, imponían la suya sobre la familia. De esta manera pasaron a la posición absurda en la que sostenían que el terapeuta no sabía y tenía que ponerse desde una posición de humildad que se traducía en actuar desde abajo. Mucha gente compartió y desafíó al terapeuta familiar en su condición de experto. En los años 90 empieza el narrativismo y el construccionismo social, modelos que se erigen en adalides de un ataque al conocimiento tal como lo desarrollaba la terapia sistémica familiar hasta entonces. Con el narrativismo hay una vuelta a la concepción individual. Es un círculo. Hace 10 días murió Michael White y el mismo decía no soy sistémico. Su teoría está
¿Y eso tuvo incidencia en los resultados de la terapia? Ah, eso yo no lo sé, pero en la medida en que cambié, sentía subjetivamente que era más efectivo. ¿Entonces el cambio era más bien en como te ibas acoplando con la familia? Es un cambio en que ni me daba cuenta de que estaba cambiando, simplemente el mundo cambiaba y yo cambiaba con él. Yo desarrollo conocimiento como una sorpresa, me doy cuenta de que he hecho eso después que lo he hecho por un tiempo y digo, ¡oh! y escribo. Escribí 10 libros y todo eso ha sido así, inductivo, me doy cuenta que un proyecto determinado tiene un patrón y escribo eso. No soy un teórico. Nunca usé una forma deductiva.
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En esa práctica, las terapias que tú hacías, ¿cuántas sesiones tenían? Cuando estaba en la atención clínica 20 a 40 sesiones, medio año más o menos. ¿Tú estableciste alguna investigación para medir tus resultados? No, hubo sólo dos procesos de investigación. En el 60 y tanto cuando escribí sobre familias pobres y en los 80 con familia psicosomáticas. En ambas se demostró la eficiencia del proceso. Yo no he sido un investigador, he sido un clínico, y en la medida que observaba el cambio escribía sobre eso. En la medida que cambiaba la cosa clínica escribía mis cambios. La cuestión del quehacer tiene para mí tres pasos: uno es el conocimiento, el segundo está ligado con el principio del placer y el tercero con la responsabilidad. Así te sientes mejor. Cuando veo las sesiones de los últimos 10 años hay un cambio en el pensamiento. ¿Cuál es ese cambio? Que observo cual es su motor, el motor del cambio, y empiezo a pensar que los miembros de la familia son los curanderos y que lo que el terapeuta tiene que hacer es De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
organizar contextos en que unos se sientan responsables de los otros y tomen la posición de sanadores. Entonces me pregunto cómo tengo que ayudarles en eso, de qué forma puedo ayudarle a la madre, por ejemplo. Hay una cosa que se parece a la obra de Pinter, siempre está el autor buscando el cambio de poder. Le doy a la persona que no tiene poder la función de cambiar al que tiene poder. Ese es el cambio. Con eso empieza una cuestión que es más bien ética, empieza una práctica que dice que está en el sistema humano la responsabilidad por el otro, responsabilidad que va en el tiempo, desde el largo proceso de amamantamiento del chico. Es una terapia de responsabilidad, incluso tengo tapes del 60 en que le digo a un chico esquizofrénico: «tienes que ayudarle a tu papá a que el cambie sobre ti». Para nosotros, tu aporte sobre la terapia familiar ha sido muy importante en conceptos básicos¿Cuáles crees que han perdurado en el tiempo? Yo creo que uno de los focos ha sido mirar al terapeuta en como camina y como organiza el camino para los demás, de ayudarle en cómo poner en acción a los miembros de la familia, donde él como terapeuta, es el coreógrafo. Otra es el trabajo con la familia pobre. Ahí escribo con Montalvo el alfabeto de técnicas para reconocerla y la fantasía de que después iban a escribir poemas. Después se produjo un alejamiento de mirar a la familia y mirar en vez al terapeuta. Con esto se gana y se pierde. Se pierde porque la mirada al terapeuta deja un poco de lado el hecho de que las familias traen patrones especiales porque cuando estudiamos la familia pobre hubo mucho de psicología individual del niño y organización familiar. El enfoque estaba en si la familia está organizada. De esta manera, el terapeuta tiene cierto tipo de funciones que están organizadas con su vista a la
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familia. Cuando trabajamos con la familia psicosomática también, primero el enfoque fue sobre cuáles eran las características que nosotros veíamos, también era un proceso inductivo. Estas familias parecían tener, no decíamos «parecían tener», decíamos «tienen» esas características, por ejemplo, son evitadoras de conflictos. Entonces la terapia tenía que ser una terapia que creara conflicto, pero después eso se dejó. Después empecé con un grupo de gente a decir que ser terapeuta de familia es poco y hay organizaciones sociales que trabajan con familias pobres que las victimizan, entonces es necesario buscar un cambio en la ideología de las organizaciones y eso también se incorporó. Hoy la terapia de familia en USA está en decadencia, pero la terapia con familias pobres está floreciendo.
¿Y no influirá también el hecho de que las políticas públicas estén hechas para actores individuales y no para las familias? En la familia que yo vi en el san José trabajé con el drogadicto sin tocarlo y estaba el monitor. El trabajo que yo haría es ir a la agencia para hacer eso con ellos, fue lo que nosotros hicimos. ¿Y les dio resultados? No, los resultados nunca son los que tú esperas, aparecen por ahí y eres capaz de reconocerlos, comenzó de esa forma y ahora tiene esta otra forma. La resistencia al cambio, sin embargo, produce el desafío de que el trabajo que tú haces ablanda ciertas cosas y después algún director de agencia dice vamos a hacer eso y tú te das cuenta de que lo que están haciendo es distinto, pero semejante y eso pasa así en todo tipo de trabajo. Te vas a encontrar con desacuerdos y nadie te va a decir ¡te agradezco! Una de las cosas que pasan al trabajar con la agencia pública es que te tienes que mover con cierta habilidad política y eso nosotros los terapeutas no la tenemos. Yo nunca supe como manejar eso y es algo que tiene que pasar. Volviendo a lo teórico, de todas las posturas y modelos, ¿qué te ha servido de otros modelos y sea algo que tú lo consideres en tu trabajo? En los años 60 y 70 hay cinco o seis grupos significativos y cada uno toma un rincón que dice este es el mío y había una competencia entre nosotros, pero todos íbamos juntos a congresos y conferencias donde cada uno presentaba lo suyo. Habían castillos con puentes levadizos. Un castillo era Bowen y su teoría, otro Whitaker con la suya, Haley con la de él y así, y yo con la
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A propósito de esa aseveración, ¿tú piensas que las agencias sociales victimizan a la familia o al actor social del programa en que está inserto?¿ Y piensas que muchas veces las agencias también ven a las familias como victimarias de ese actor? El objetivo de nuestro trabajo era entrenar a organizaciones sociales que trabajaban con familia postizas o con niños delincuentes y hacer que las agencias se transformaran en agencias que trabajaban con familias, de manera que si en vez de trabajar con chicos que se iban a otra familia, hacer que la agencia que tenía familias postizas entrenara a las familias postizas para que la familia postiza trabajara con las familias de origen formando un sistema compuesto donde el chico tenía dos familias y que las dos familias eran una familia. Ese era un trabajo de cambio de cómo las agencias trabajaban con las familias. Las agencias hacen lo que tú dices y resultaba muy difícil que cambiara el pensamiento del director de salud social porque él está sentado en décadas de reglas que no tienen relación unas con las otras y no saben cual es la regla que ellos están siguiendo.
Esa es una cosa, la otra es que hay un gran defensa gremial. La gente que trabaja en agencias se siente agredida por un cambio de ideología.
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mía, pero todos sistémicos. Cada uno desarrollo técnicas y pequeñas teoría y todos nos amamantábamos de Bateson, pero el era una figura extraña porque él era un antropólogo y no creía en el cambio, más bien decía: «no se debe intervenir para cambiar» y tomarlo a Bateson como el profeta de las intervenciones familiares fue entonces una paradoja. El otro grupo que entró en un tiempo fue el de los italianos que trajeron a USA algo que causó un impacto tremendo. Yo me pregunté, ¿si la terapia familiar era tan simple como ellos decían quería decir que yo estaba equivocado en esforzarme tanto? En realidad nunca acepté lo de ellos porque el primer encuentro con las cosas nuevas produce rechazo, pero después me encontré aceptando lo que rechacé. Entonces, hubo cosas que ciertamente eran una exageración para mí como lo de Goolishian, pero después me encontré haciendo algo que tenía que ver con una posición más one-down. De Bowen tomé lo de la diferenciación, pero de una manera diferente, porque eso de hablar con el terapeuta en una terapia de pareja y decirle que le interesa como piensa y no mirar al otro me parecía una ridiculez. Yo soy un prestador (borrower), el que pide prestado... y no pido permiso (risas). Con Jay Haley, que trabajó conmigo varios años, tomé dos cosas, el asunto del poder en las parejas y su capacidad de pensar en saltos; él veía una sesión por 15 minutos y decía: «el objetivo final va a ser este» y después construía los movimientos, pero él que nunca entró a una sesión, era un supervisor extraordinario. Decía: «mira, el hombre no está hablando, haz algo para que el hombre hable» y el supervisado tenía que manejarse con su propia habilidad, entonces esa cuestión que él decía de que el resultado final tenía que ser que el hombre éste no deje de tomar responsabilidad. Me acuerdo de un caso en que viene una señora que vomita y dice, «el problema aquí es uno que tiene que ver con los secretos y De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
con la falta de confianza» y establece una serie de pasos. Si vemos las dos sesiones que yo hice con las familias veremos que yo voy en una dirección y eso es una cosa que en tiempos anteriores, Ferensky, discípulo de Freud decía, que había que tener una visión al principio de cómo va a terminar la sesión. Y después uno se deja manejar. ¿El arte está en ver las especificidades de un mapa genérico que cada terapeuta tiene en su cabeza? Si tienes en tus antepasados algún gitano eso facilita las cosas. Tú dices que entre lo sistémico y el narrativismo se ha trazado un círculo. Por otra parte, entre lo sistémico y lo subjetivo transita la intersubjetividad. Es algo que supone una relación entre la intuición y la significación otorgada por el otro. ¿No es ese un puente entre lo sistémico y lo narrativo? ¿Cuál es la diferencia entre que se cerró un círculo o continúa un tránsito en espiral? Los narrativistas no son sistémicos porque para mí sistémico significa que todos estamos ligados, que para cambiarla a ella te tengo que cambiar a ti, es decir, que todo está en la interrelación, es algo mimético, una danza. White tenía una capacidad intelectual que tiene que ver con sus maneras de hacer preguntas. Por cierto que en cada proceso de diálogo hay un sistema, pero en la manera de hacer terapia de familia no me focalizo en la intersubjetividad, lo que te puedo decir es que si miras mis dos sesiones yo trabajo diciendo «tú eres alcohólica, pero te doy responsabilidad a ti que la haces alcohólica». Con eso yo entro en una relación muy distinta con ambos. El paciente identificado siente que se le abre una puerta. Evito el victimizar al paciente identificado y lo hago diciéndole, «mira, eres prisionera de él, si tomas hay que cambiarlo a él».
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Lo importante entonces es que siempre es una danza, y en esa danza, el terapeuta es un experto incierto, tiene dudas y eso te permite ser experto, es un ensayo, y de repente le das una manera de responder que te hace cambiar. Así, en una de las sesiones, yo entré con la intención de cambiar al esposo y de repente me encontré con que ella no aceptaba ningún contacto y me moví hacia ella, entonces el desafío hacia el esposo fue por qué la dejaba ser así, entonces el desafío al esposo cambió en una forma distinta de la que ella le dio.
Hay una tensión entre el estilo del terapeuta y la responsabilidad del supervisor sobre lo que es mejor para la familia cuan-
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Algo sobre técnica ¿Qué aconsejarías sobre la manera de llevar a cabo la supervisión y la diferencia entre la supervisión directa detrás del espejo, la de mirar video tape o que te cuenten sobre el caso sin mirarlo? Una de las cosas que existen en países que toman el cafecito y hacen filosofía, es que desarrollan, como en Argentina y tal vez Chile, el lado del conocimiento. Algunas de las terapeutas que vi en el instituto piensan bien y se transforman en eso, en gente que piensa bien, y a la hora de intervenir, intervienen pensando en que el conocimiento es lo que produce el cambio y eso nunca pasa. Entonces cuando cuentan historias sobre la familia uno se pregunta, ¿quién falta acá? Y el que falta es siempre el terapeuta. La visión es como son ellos y la terapia es como somos «nosotros». Entonces, una de las cuestiones del entrenamiento es como hacer que el terapeuta se incluya en el proceso y hay una cosa que es confusa, en Italia, en donde el entrenamiento dura entre 4 o 5 años, hay un primer año sobre la personalidad del terapeuta. Haley decía: «puedes tener un conocimiento grande de ti mismo a través de un psicoanálisis y ser un pésimo terapeuta». Hay una diferencia entre saber quien eres tú y saber cual es tu estilo. Mi supervisión es siempre sobre estilo y cuando lo haces tienes un problema como supervisor porque tienes que distinguir entre una supervisión de estilo
y una de carácter, saber en qué momento puede ocurrir eso. Yo empiezo preguntándole al supervisado: «escribe acá, como en un diario sensacionalista, quien eres tú como terapeuta», y recuerdo de alguien que dijo «el terapeuta es un vaso vacío». Yo empiezo con eso y yo no sé lo que quiere decir, después ves una sesión en video de él, pues hay una gran diferencia entre una sesión detrás del espejo y una de video en que puedes parar y decirle «hiciste esto» y preguntarle ¿por qué lo hiciste?». Después de un ratito le dices que ya sabes de su estilo, por ejemplo, en el caso que acabo de nombrar, decirle «eres un terapeuta que estás one-down como estilo» y le pides que la próxima vez traiga una sesión en que haga algo distinto sin decirle lo que tenía que hacer. Que muestre en un segmento dónde hizo algo distinto y cuando lo hace le dices «no cambiaste nada». El terapeuta se enoja y dice «¿cómo es que no cambié nada?» Quiere decir que el principio del proceso de supervisión es una desorganización, le dices: «estás en una posición one down, no te puedo enseñar nada de eso, en eso tú eres un especialista, sabes de eso más que yo, pero qué hay de la posibilidad de que desafíes, qué hay de la posibilidad de hacer preguntas, de establecer afecto. El objetivo no es que el terapeuta tenga un estilo sino que tenga más estilos posibles. Hay situaciones en que tienes que hacer otras cosas. Después dejé de supervisar, pero creo que hay un aporte en esto. Otro que tenía un modo de supervisar semejante era Ceccini. Él hablaba del estilo personal como un prejuicio pues todos valorizamos más unas cosas que otras y salía a la búsqueda del prejuicio, yo le llamo especialidad, pero es lo mismo. La búsqueda era una ampliación de eso, yo creo que ustedes privilegian el pensamiento, no estoy seguro, pero creo que ustedes privilegian eso.
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do está supervisando, que lo que ocurra en esa sesión tenga un beneficio para la familia, ¿cómo resuelves tú eso? Bueno hay cosas que se enseñan. Una de ellas es la modalidad de acercamiento y alejamiento. El alejamiento es que si te encuentras con dificultades corres la silla para atrás y te miras, por ejemplo, el pie izquierdo. En todo esto hay cuestiones propioceptivas que te hacen invisible. Se le dice al terapeuta que se le va a enseñar a defenderse, de cómo escaparse y cuando se aprende a como escaparse se aprende a crear intensidad y a atreverse al acercamiento. Una de las maneras de aprender a manejar el alejamiento es decirles a los consultantes que hablen entre ellos, «no conmigo, habla con él», es algo que yo hago varias veces en cualquier sesión que ustedes miren. Eso es pura técnica y es fácil de enseñar. Creas un cambio y enseñas cómo se hace, pasas de lo deductivo a lo inductivo, a lo experiencial. Hay muchas técnicas pequeñas que se les da a los estudiantes jóvenes que son evaluadas al supervisar. Yo, por ejemplo, cuando estoy en aprietos siento una contracción en el abdomen y entonces sé que tengo que escaparme. Con una de las familias que vimos, yo no me di cuenta que estaba atrapado, quería cambiar a esa mujer y me tenté y si estuviera en terapia me hubiera alejado. Lo que me pasó es que en una demostración como la que hice tengo que producir algo y por eso no me escapé. Aprendí mucho en mirarme y escribir del caso individual y en qué forma eso refleja lo genérico. Todos mis escritos están así. No soy un teórico, soy un clínico en el que sus escritos reflejan mucho de la forma como procedo. Yo creo que en muchas instituciones de entrenamiento se privilegia el pensamiento y yo privilegio el movimiento. Tú dijiste antes que lo que importa no es tanto lo que vemos en la familia sino el uso de eso que vemos en el sentido de De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
como participamos con ellos. Eso supone algún tipo de exposición del terapeuta en términos de ponerse en acto o de hacer un «self discloser». ¿Cuáles son los alcances de hacer algo así? Eso es lo que te decía antes, de la línea que no se pasa. No me importa lo que pasó entre tú y tu mamá, no voy a entrar en eso, voy a entrar en el hecho de que te resistes en tener una relación próxima con esa mujer, te explico que no es personal, pero quiero que aprendas a mostrarte cercano sin que importe tu inconsciente y hables de manera que ella sienta que estas interesado, aunque siempre que lo haces estás entrando en lo caracterológico, pero lo haces en otro contexto. Yo no soy tu terapeuta y si te parece importante háblalo con tu terapeuta, no está en el contrato de entrenamiento que yo haga eso y lo que importa es el contrato específico de aprendizaje. ¿Estás cansado... o aburrido? No, estoy entretenido. Nos gustaría ahora hacerte una pregunta que toca a la cultura dominante. ¿Cómo resuelves el conflicto cuando estas trabajando dentro de una determinada cultura y está al frente una familia que no pertenece a esa cultura, cuál es el límite de la diversidad en términos adaptativos, en que se te pide algún tipo de adaptación a la cultura dominante y al mismo tiempo respeto por la realidad de esa particular familia? Eso pasa siempre que trabajas con familias pobres por que ellos pertenecen a otra cultura. Un argentino que va a USA y trabaja con una familia negra o un argentino que va a Colombia y trabaja con una familia china. Si trabajas en Europa hoy por hoy, trabajas con grupos inmigratorios tremendamente diversos, de manera que ese es un fenómeno que ocurre, por ejemplo, en Inglaterra con frecuencia. Cuando yo vine a USA y trabajaba con una
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familia negra, una familia marginalizada, les decía: « yo soy un extranjero, mi inglés es difícil, no sé como se manejan ustedes así que van a tener que enseñarme». Ahí tomo una posición de abajo, de humildad. Les digo: «yo sé mucho de muchas cosas, pero en realidad sé muy poquito de la cultura musulmana y para que yo pueda ayudarles con ese objetivo vas a tener que educarme». Se trata de mantener al mismo tiempo las dos posiciones. Yo no creo que uno estudió para no saber, por lo que siempre va a aparecer la posición de experto en vez de decir «yo no sé lo que sé», yo sé lo que sé, pero hay cosas que no sé, por ejemplo, sé mucho de organización familiar mientras sea blanca y occidental, eso sé, pero si trabajo con esquimales o trabajo con musulmanes, no sé nada. Entonces esto pasa también cuando se trabaja con una familia que la manda el juez porque tienes que decirles, y esto es una cosa distinta, ambos estamos aquí porque el juez lo mandó y ya que estamos juntos tratemos de hacer algo, pero no es que yo crea que tú quieres y la verdad es que yo no quiero tampoco, pero estamos aquí y... Ese tipo de juego es una de esas cosas que se pueden enseñar como técnica, son cosas pequeñas y son parte del currículo del aprendizaje. En una entrevista que te hicieron antes... Eso fue cuando íbamos en el tren2 (risas).
El año 1995 en un viaje a Mar del Plata , él aceptó que le hiciéramos una entrevista, pero en esa oportunidad, la torpeza técnica del entrevistador, tuvo como resultado que la grabadora no grabó, de ahí la broma de Minuchin en este momento. 2
Y algo sobre el futuro de nuestro campo. ¿Tú crees que la terapia familiar goza hoy de buena salud? ¿cómo ves su futuro? Goza de buena salud en Italia donde los terapeutas de acreditan y hay sólo seis organizaciones formadoras y se reciben muchos terapeutas familiares al año y todos consiguen trabajo en alguna institución. Es algo que pasó desde el año 80 con la ley Basaglia y sus consecuencias políticas, algo que se transformó en una posibilidad para que muchas instituciones del tejido social acepten intervenciones sistémicas. En Inglaterra tiene buena salud en forma distinta. Allí, los terapeutas familiares tienen una influencia política, ayudan en los debates públicos y son activos en los procesos sociales. Existen tres o cuatro centros que son importantes. En otros países europeos está creciendo, como en España con un grupo en San Sebastián, y otro en Barcelona, es más, sé que un
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En una entrevista que te hicieron antes en Perspectivas Sistémicas dijiste, «como ciudadanos de esta sociedad pesimista, los terapeutas han perdido su optimismo y sólo poseen una pocas expectativas de cambio efectivo», ¿tienes algo que decir sobre una salida a ese pesimismo? La verdad es que a veces yo escribo para la posteridad, pero no sé lo que digo,
no sé cuando lo dije. Una de las cosas que caracterizan mi trabajo con familias es que pienso que siempre va a haber cambios y como en general trabajo con gente muy desorganizada, en realidad, trabajaba, porque ya no trabajo más. Probablemente las cosas me resultan más fáciles hoy porque soy más viejo y las familias me dan permiso para hacer cosas en las que antes se me resistían más. Hay algo que viene con la madurez . He aprendido a usar el hecho de que soy viejo y a tener una posición del tipo «yo también soy humano», expresión de Harry Stack Sullivan, que tiene que ver con la posición del terapeuta como persona. Por ejemplo, de las dos sesiones que he efectuado, la relación con la gente del san José era una relación que venía de ser hombre de campo cuando era chico y yo me siento muy confortable en ese contexto, siento que somos amigos y puedo decirle al hombre cosas simpáticas con las que ellos se ríen y eso viene de entonces, mientras que en la otra asumo una posición de experto.
miembro de este instituto está ahora allá. En los países nórdicos, el narrativismo es muy importante y la terapia sistémica desapareció. En China ha comenzado hace ocho a diez años y ha tenido un avance importante. Es una cultura en la que su crecimiento afecta a millares. Este año hubo una convención que reunió a muchos países de Asia. En USA está de muy mala salud porque la forma de pago favorece a la psiquiatría biológica y hay muy pocos psiquiatras sistémicos. Por otra parte, es la terapia cognitiva la que manda en las escuelas de psicología y funciona bien en muchos lados.
¿Y tú visualizas algún otro cambio de paradigma que afecte nuestro campo y la visión de la psicoterapia en general y de la terapia familiar en particular? Eso es lo que ha estado pasando, los narrativistas vuelven a poner el foco en el individuo, foco que es interesante y es distinto al de la psicología individual y eso es un cambio. Yo lo veo como negativo porque soy terapeuta de familia, pero es un rincón. Lo mismo pasa con el construccionismo social que retoma cosas interesantes de movimientos políticos. Ortega y Gasset decía, «eso es perspectivismo» y de pronto se transforma. Es una cosa así. Yo respeto mucho a Michael White, pero yo le decía que no era sistémico y él decía que de todas maneras hacía terapia familiar. ¿Hay algo que quieras agregar y no te hayamos preguntado? Sí, denme una tacita de café. Les agradezco el tono en que transcurrió la entrevista, me gustó el clima cordial y el estilo acogedor.
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¿Tú crees que la investigación en psicoterapia puede ayudar? No sé, pero creo que las cosas no cambian por conocimiento, por la evidencia empírica, más bien, de repente cambia algo en un campo específico porque navega dentro de un cambio de paradigma. De repente algo cambia y todo el trabajo que tú haces entra en ese cambio. Cuando Bateson trajo sus postulados, los que tomó de otros lugares, éstos ocurrieron en un momento y en un contexto de USA en el que había todo una serie de cambios sociales y en donde lo sistémico fue una de tantas otras cosas que cupieron en esa nueva visión. Los 60 fueron años de muchos cam-
bios en distintas áreas. No fue que Bateson trajera una cosa de repente y todo el mundo se deslumbrara. Nosotros creíamos que éramos muchos, pero éramos muy pocos y no creo que los terapeutas tengamos capacidad de cambio social y político.
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POST-TÍTULO 2009 PROGRAMA
TERAPIA SISTÉMICA DE FAMILIAS Y PAREJAS MARZO 2009 - ENERO 2011
Reconocido por la Comisión Nacional de Acreditación de Psicólogos Clínicos Especialistas en Psicoterapia Certificación conjunta con el Ackerman Institute for the Family of New York Cupo Máximo Dirigido Requisito Total de horas del Post-Título Dedicación presencial 1º año Dedicación presencial 2º año Título a obtener
: 20 Terapeutas en formación : Psicólogos y Psiquiatras : Aprobar entrevista personal : 1300 hrs. : 13 hrs. semanales : 16 hrs. semanales : Terapeuta de Familias y Parejas
Propósito Formar a terapeutas que puedan comprender y trabajar terapéuticamente con familias y parejas desde el modelo sistémico, integrando distintas perspectivas teóricas junto con el trabajo centrado en la persona del terapeuta. Perfil de los profesionales que se forman en el ICHTF. Profesionales con diversos grados de experiencia clínica, interesados en desarrollar habilidades y en recibir un entrenamiento riguroso para su ejercicio como psicoterapeutas. Conciben la formación en psicoterapia como un proceso que involucra de manera sistemática el trabajo de los aspectos personales del terapeuta que pueden favorecer el ejercicio de su rol y valoran, tanto en lo teórico como en lo práctico, la diversidad y el pluralismo en la entrega de modelos y enfoques de la terapia familiar y de parejas. Están dispuestos a invertir recursos y tiempo para formarse con supervisión permanente, para leer y reflexionar a partir del material bibliográfico de apoyo a la actividad docente, así como para aprender de una experiencia esencialmente grupal durante los dos años de la formación.
Postulaciones Octubre a Diciembre 2008 Informaciones y postulaciones Instituto Chileno de Terapia Familiar Secretaria Docente: Srta. Priscilla Serey Sierra Avda. Larraín 6925, La Reina Fonos: 226-3768 277-3518 anexo 11 docencia@ichtf.cl www.terapiafamiliar.cl
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Metodología El Post-Título se desarrolla a través de tres ejes: teórico, práctico y autoexploración. Estos ejes se organizan de manera que los profesionales adquieran los conocimientos teóricos, técnicos y personales suficientes para su adecuado desempeño en el ámbito de la psicoterapia sistémica. La incorporación del enfoque les permitirá además trabajar con la “mirada sistémica” en ámbitos distintos al de la psicoterapia, como el campo psicosocial, para el cual dispondrán de campo clínico durante su formación.
INSTITUTO CHILENO DE TERAPIA FAMILIAR DIPLOMADO DE PAREJA Abril 2009- Enero 2010 Descripción del curso El curso contempla la profundización del aprendizaje en Terapia de Pareja, a través de la formación teórica y el entrenamiento clínico. Objetivo General • Abordar la compleja heterogeneidad de la pareja humana y diseñar intervenciones terapéuticas tomando en cuenta aspectos de la pareja y del terapeuta. • Mostrar un diseño integrador de los diversos aportes teóricos y prácticos, con el fin de proporcionar una experiencia de reflexión y aprendizaje que constituya un aporte a los terapeutas en su práctica clínica cotidiana. Objetivos Específicos Al finalizar el curso se espera que los participantes sean capaces de: Realizar distinciones relacionales Abordar la intervención tomando en cuenta aspectos de la pareja y del terapeuta Distinguir la especificidades de ciertas temáticas por las que algunas parejas atraviesan y su importancia en la intervención clínica Conocer diferentes modelos para la comprensión de los conflictos de pareja y la intervención terapéutica Conocer las evidencias que muestran las investigaciones en terapia de pareja Desarrollar habilidades que favorezcan la intervención clínica en terapia de pareja
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Metodología Clases teóricas, supervisión en espejo y dvd, intercambio clínico y supervisión del estilo del terapeuta Equipo Docente Dr. Sergio Bernales M. Ps. Sylvia Campos G. Dra. Ximena Fuentes M. Ps. Cecilia Grez J. Ps. M. Cecilia Jara V. Dr. Fernando Rosselot R. Dr. Luis Tapia V. Período de postulación Diciembre 2008 y Enero 2009 en Av, Larraín 6925 Teléfono 2263768 docencia@chtf.cl De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
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Revista De Familias y Terapias
Año 1 - N° 2 Octubre 1993
Año 2 - N° 3 Mayo 1994
Año 2 - N° 4 Nov. 1994
Año 3 - N° 5 Mayo 1995
Año 3 - N° 6 Nov. 1995
Año 4 - N° 7 Junio 1996
Año 5 - N° 8 Junio 1997
Año 5 - N° 9 Junio 1998
Año 7 - N° 11 Julio 1999
Año 8 - N° 12 Mayo 2000
Año 6 - N° 10 Dic.1998
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De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
Revista del Instituto Chileno de Terapia Familiar
Año 1 - N° 1 Mayo 1993
Revista del Instituto Chileno de Terapia Familiar
Año 8 - N° 13 Dic. 2000
Año 9 - N°s 14-15 Jul. y Nov. 2001
Año 9 - N°16 Diciembre 2002
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Año 13 - N° 20 Jun. 2005 Año 13 - Nº 21 Dic. 2005 Año 14 - N° 22 Jul. 2006 Año 14 - N° 23 Dic. 2006 Año 15 - Nº 24 Dic. 2007 De Familias y Terapias 16:25 / Septiembre 2008
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INSTRUCCIONES A LOS AUTORES
La revista De Familias y Terapias es una publicación semestral, abierta a todos aquellos trabajos que tengan como objetivo contribuir a la difusión del conocimiento sobre la familia, desde la perspectiva teórica, clínica, educacional y social. Los trabajos enviados deberán atenerse a las siguientes condiciones: Presentación Cada trabajo no deberá exceder de 30 páginas, o 6.000 palabras, incluyendo la página de título, el resumen, el texto, las referencias, tablas y figuras. Las páginas deberán estar escritas a espacio de 1.5 y por una sola cara. En vez de subrayar use la fuente en cursiva. Envíe el original y dos copias, más un disco de computador preparado en MS Word o Word Perfect . Todos los informes de casos deberán proteger la confidencialidad del paciente. Entrega El trabajo deberá ser remitido a Sergio Bernales, Director de De Familias y Terapias a Avda. Larraín 6925, La Reina, Santiago de Chile. Correo electrónico: revista@ichtf.cl Título/Página de presentación Incluya: título, nota del autor, nombre del autor y afiliación institucional. Se deberá indicar nombres completos de los autores, en orden según su contribución, indicando primero al autor guía. Los nombres de los autores no deberán ser incluidos en ninguna de las páginas siguientes. Resumen Deberá tener un máximo de 150 palabras para informes de estudios empíricos; 120 palabras para reseñas o artículos teóricos.
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Encabezados La revista usa un formato de dos columnas, por lo tanto los encabezados deben ser cortos. En general se usan tres niveles de encabezados dentro del texto. A continuación los ejemplos: Formato de encabezado principal: Encabezado Centrado en Mayúsculas y Minúsculas Formato de sub-encabezado principal: Encabezado Lateral, Alineado a la Izquierda, en Cursiva, en Mayúsculas y Minúsculas Formato de sub-encabezado menor: Con sangría, en cursiva, encabezado de párrafo en minúsculas, terminando con un punto.
Tablas Limite el uso de tablas a datos que tengan correlación específica con el contenido del artículo, o para comunicar grandes cantidades de datos de manera eficiente. Entregue una hoja separada para cada tabla; entregue un título para cada tabla; cite la tabla dentro del texto e indique su ubicación. Figuras Se deberán proporcionar impresiones con brillo de alto contraste o copias listas de cámara. Digite el título, pie de impresión y notas a doble espacio en una hoja separada. Cite la figura dentro del texto e indique su ubicación. Notas al pie La aparición de una nota al pie deberá estar indicada por un número superior (súper índice) en el lugar apropiado dentro del texto. La lista numerada de notas al pie, digitada a doble espacio, deberá aparecer después de la lista de referencia. Referencias en el Texto Cite el autor y la fecha de los trabajos usados. La primera cita puede incluir hasta cuatro autores; en citas siguientes de 3-4 autores, indique el apellido del primer autor, luego et al. y la fecha de publicación, por ejemplo Jones et al. (1994). Múltiples citas deberán listarse en orden alfabético. Bibliografía Estas deberán calzar con el trabajo citado en el texto y viceversa. Liste los autores en orden alfabético. A continuación ejemplos breves; por favor note el estilo de sangría. Para obtener instrucciones completas, vea el APA Publication Manual (5ª ed., pp. 215- 281).
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Artículo de revista Escriba en forma completa los títulos de artículos de revistas. Ejemplo: Sulzki, C. & Greaser, D. (2004). Acerca de la violencia: Un credo para terapeutas. Sistemas Familiares, 20 (1-2), pp. 17-23. Capítulo en un libro editado Requiere los nombres del autor y editor, así como las páginas de capítulo. Ejemplo: Erazo, R. & Larach, V. (2000). Psiquiatría de Enlace e Interconsulta en el Hospital general. En Heerlein (Ed.), Psiquiatría Clínica (pp. 699-710). Santiago de Chile: Ediciones de la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía.
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Libro completo Ejemplo: Schön, D. (1992). La formación de profesionales reflexivos. Barcelona: Temas de Educación, Paidós. Reseñas de libros Los libros así como comentarios de artículos de publicaciones profesionales en el área, deberán ser enviados a Sergio Bernales, Director de De Familias y Terapias, Avda. Larraín 6925, La Reina, Santiago de Chile. Correo electrónico: revista@ichtf.cl
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