SOBRE LA PAZ

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SOBRE LA PAZ

Es mi deseo e intención, el mismo que nos expresó Wittgenstein: " No quisiera con mi escrito ahorrarles a otro el pensar, sino, si fuera posible, estimular a alguien a tener pensamientos propios" La paz, un desafío frente a la inercia de los poderosos del mundo, una hazaña apasionada movida por la fe de unos cuantos utópicos. Escribir sin tregua unas palabras de esperanza ante el dramatismo omnipresente del mundo, es como si escribir fuera un modo de enfrentarse a la violencia. ¿Es la paz un deseo, una quimera, "flatus vocis" ? ¿Es una invención de los débiles? Tal como profetizaba Nietzsche en " Así hablaba Zaratustra", o ¿ es el lenguaje del resentimiento burgués? Tal como predicó Marx en " Crítica a la filosofía de Hegel" Imaginemos por un instante la canción de Lennon, sobre la paz inundando nuestros corazones. ¡ Haz el amor y la paz y no la guerra ! Un lema de los hijos del sesenta y ocho. La no-violencia de Gandhi que nos adentra, el saludo espiritual de Teresa de Calcuta: " la paz sea contigo" se nos inyecta. Este sueño nos lleva a inventarnos historias desde la añoranza del paraíso adámico perdido, guía de todos los sueños, utopías y revoluciones, con el fin de crear un mundo y renacer constantemente desde las cenizas, conservando intacto el horizonte de la esperanza. La paz es la realidad fantasmal, efímera que los pueblos de todas las épocas le han cantado y que apenas se deja oír una voz doliente que sueña en el gemir del viento y el llanto que corre entremezclada con la sangre de la violencia. ¡ Transformar el mundo objetivo ! Esa es la promesa que nos bombardean religiones, marxismos, socialismos. Todo un puro idealismo. ¡ Transformar la psique! Es la promesa del psicoanálisis freudiano y lacaniano para descubrir la agresividad animal que llevamos dentro: un oscuro deseo que lo sentencia Hobbes con "el hombre es un lobo para el hombre". La paz no es nada sin la guerra. Guerra y paz escribía Tolstoi o Heráclito : "la guerra es la madre de todas las cosas" Desde el origen más remoto de la humanidad guerra y paz han convivido como hermanas univitelinas. No hay pueblo, ni civilización que no hayan mostrado a la bicéfala, parece que no pueden vivir la una sin la otra, como si de una simbiosis se tratara, tiempos de guerra, tiempos de paz... Sólo queda una salida: investigar el pasado, reconocer el mallazo que sustenta la continuidad del fracaso: la guerra y la violencia. Desarrollar estas ideas conservando el amargo sabor del desgaste pero que al mismo tiempo nos sostenga racionalmente en alguna esperanza: la búsqueda de la paz como objetivo, llegar a un ideal, alcanzar aquello que San Agustín conoció como la "Ciudad de Dios" para que, dibujando con el empeño y el esfuerzo, contemplemos el ideal de la "Ciudad virtual de la paz" en la que se ha hecho efectiva la ilusión divina. Este es mi


sueĂąo: "transitar de la ciudad de Dios a la ciudad virtual de la paz". Con ello, conseguir un tiempo de paz real de la vida, no el que se hunde en la arena de los relojes del tiempo, ni el que palidece en la memoria sino el que contiene las raĂ­ces de la vida.

Sevilla, diciembre, 2005

Antonio Alba Cifuentes.


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