LECTURA BÍBLICA: EFESIOS 2.14-22 1. LAS METÁFORAS DEL NUEVO TESTAMENTO
El Israel de Dios (Gálatas 6.16) La familia de Dios (Efesios 2.19) Miembros del cuerpo de Cristo (I Corintios 12.12-27) Piedras vivas (I Pedro 2.5)
2. LOS CREDOS ANTIGUOS Apostólico “Creo en la santa iglesia universal, la comunión de los santos”. Niceno Constantinopolitano “Creemos en la iglesia, que es una, santa, universal y apostólica”. Credo ecclesiam significa: Creo que la congregación a que pertenezco, en la que soy llamado a la fe y a ser responsable de mi fe; en la que presto mis servicios es la una santa Iglesia universal. Y si no lo creo en mi congregación es que no lo creo de ningún modo. No debe haber ni fealdad, ni “arrugas y manchas” en esa congregación capaces de hacer vacilar mi fe. Se trata aquí de un artículo de fe, y no tiene razón de ser el que uno abandone su congregación concreta para ir en busca de la congregación “verdadera”. En todas partes y repetidamente hay “lo humano, demasiado humano”. Si nuestra esperanza es realmente el Reino de Dios, entonces también podremos soportar la Iglesia en su fragilidad y no nos avergonzaremos de hallar en nuestra concreta congregación la Iglesia una santa, universal; asimismo, ninguno se avergonzará tampoco de la confesión especial a que pertenezca. KARL BARTH, Bosquejo de dogmática 3. CREDOS Y CONFESIONES REFORMADAS Catecismo de Heidelberg (1563) Pregunta 55: ¡Qué entiendes por la comunión de los santos? Respuesta: Primero, que todos los fieles en general y cada uno en particular, como miembros del Señor Jesucristo, tienen la comunión con Él y de todos sus bienes y dones (I Jn 1.3; Ro 8.32; I Co 12.12-13; 6.17).
Segundo, que cada uno debe sentirse obligado a emplear con amor y gozo los dones que ha recibido, utilizándolos en beneficio y salvación de los demás (I Co 12.21; 13.1-5; Fil 2.4-8) 4. LA REFLEXIÓN ECLESIOLÓGICA 4.1 Dietrich Bonhoeffer: sueños divinos, no deseos humanos Has sido llamado en el seno de la Iglesia y esta llamada no se te ha hecho solamente a ti; llevas tu cruz, luchas y oras dentro de la comunidad de los llamados. No estás solo; incluso en la muerte y en el día del juicio no serás sino un miembro de la gran comunidad de Jesucristo. Si desprecias la comunión fraterna, rechazas la llamada de Jesucristo y tu aislamiento no te acarreará más que desgracia. “Si muero, no estoy solo en la muerte; si sufro, ella (la Iglesia) sufre conmigo” (Lutero). (Vida en comunidad) 4.2 Enrique Dussel: koinonía y ética cristiana [Los] “hechos” (…la “praxis” de los Apóstoles) nos recuerdan que la esencia de la vida cristiana es la comunidad, el estar junto a los demás; y también es la esencia del Reino: “estar junto a Dios”, cara a cara con él en comunidad. Cara a cara, persona a persona, es la relación práctica de proximidad, de cercanía como personas. La experiencia de la proximidad entre personas como personas es la que constituye al otro como “prójimo” (próximo, cercano, alguien), como otro; y no como cosa, instrumento, mediación. (Ética comunitaria) 4.3 Gustavo Gutiérrez: la koinonía brota desde el interior de Dios (2 P 1.4) La comunión entre las personas trinitarias es la fuente de la koinonía eclesial, de la vida trinitaria, brota la misión de la Iglesia. Por ello esta tarea no puede tener sino una dimensión universal. A esa comunión estamos llamados, vocación que es una gracia, un don que ha de ser acogido. Respondemos positivamente a ese llamado cuando lo hacemos nuestro y “estamos en comunión unos con otros” (1 Jn 1.7). Comunicando la Buena Nueva del amor de Dios por toda persona creamos comunidad y anunciamos la comunión con el Dios trino. (“La koinonía eclesial”) 4.4 Mariano Ávila A.: la koinonía, un mandato divino integrador El texto bíblico nos desafía a la búsqueda y construcción de una genuina armonía y paz en la humanidad a partir del amor sacrificial que busca el bien de otros y no el bien propio, y que está dispuesto a darse a sí mismo por amor a los demás. Las iglesias seguidoras de Jesús tienen un modelo a seguir en su Señor y maestro y un llamado que deben obedecer para honrarlo: “Toma tu cruz y sígueme”. (Carta a los efesios)