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de febrero
11. EL HORIZONTE FAMILIAR EN LOS PLANES DIVINOS (Deuteronomio 32.46-52)
30 de mayo
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Más tarde, Moisés le dijo al pueblo: “Piensen bien en todo lo que les he enseñado, y ordenen a sus hijos y a sus hijas que obedezcan cada uno de estos mandamientos.
DEUTERONOMIO 32.46, TLA
Como se ha visto hasta aquí, la intención del libro del Deuteronomio fue dirigirse a una nueva generación del pueblo de Dios a fin de fortalecer su compromiso como parte del pacto con Él. La nueva entrega de los mandamientos, así como la insistencia en que las familias de Israel transmitiesen la memoria de los actos divinos de liberación formaron parte de un amplio paquete discursivo mediante el cual debían fortalecerse la fe y la esperanza comunitarias. La entrada a la tierra prometida, presentada como el motivo central de las acciones de Dios, fue la base de toda la enseñanza de este libro, una auténtica “Ley predicada”. A medida que se aproximaba su separación del pueblo, Moisés tomó las últimas precauciones para asegurar su sucesión en el liderazgo y la tutela de la ley. A esto se encaminaron las disposiciones del cap. 31. El gran poema didáctico de Dt 32 “presenta a Moisés como Deuteronomio ya lo ha hecho explícitamente: como profeta. El himno es realmente una visión profética que presenta el cuadro completo de la historia de Israel: su pasado y su futuro. El presente queda enmarcado en el momento en el que el pueblo escucha esa visión profética de su historia”.55 En él, la acción de “escuchar” es fundamental y está relacionada directamente con la presentación del libro de la ley y del himno como testigos en contra del pueblo:
El himno está enmarcado entre dos versículos que tienen la frase “a oídos de”. En 31.30 se dice: “Y este fue el cántico que recitó Moisés de principio a fin, en presencia de toda la asamblea de Israel”. En 32.44 se dice: “Moisés fue y recitó ante el pueblo todas las palabras de este cántico”. Además, el canto empieza con la expresión: “Escuchen, cielos... oye, tierra...”. El himno, a la vez, queda enmarcado con la doble cita de la palabra “toda/s”; en 31.30 referida al pueblo y en 32.44, al cántico: todas las palabras del himno serán escuchadas por todo el pueblo (énfasis original).56
La estructura del cántico es muy clara: los vv. 1-6 están dirigidos al cielo y a la tierra como testigos también. En 7-14 se recuerdan las acciones liberadoras y de sostén de Yahvé a favor del pueblo (“Dios ha cuidado de ustedes / como cuida el águila a sus polluelos. / Dios siempre ha estado cerca / para ayudarlos a sobrevivir”, 11). Estos versículos recuerdan a 6.20-25, donde se relata la práctica pedagógica de las preguntas de los hijos y las respuestas de los padres sobre la historia de la salvación. Las nuevas generaciones y las pasadas eran responsables de conocer su propia historia a fin de mantener una firme fidelidad a Dios, quien ha sido fiel a su pueblo y ha cumplido sus promesas. En 15-18 se afirma que el pueblo desobedeció cuando conoció la prosperidad y cómo Dios lo disciplinó por ello y se apartó de él. Los vv. 19-25 enumeran las acciones divinas para castigarlo y conducirlo por el camino que Él deseaba: los hizo sufrir (23), pero no los dispersó (26-27). En 34-35 se anuncia el castigo que llegará en el momento oportuno. En 36-42 aparece la confianza que tenía el pueblo para ser apoyado por su Dios. En 43 se exhorta a la alabanza. Todo ello anunciado por Moisés mientras Josué estaba a su lado (44-45). A manera de enlace con la conclusión del cántico, Moisés agregó una importante exhortación que trasluce la relevancia del momento: “Piensen bien en todo lo que les he enseñado, y ordenen a sus hijos
55 Edesio Sánchez Cetina, Deuteronomio. Introducción y comentario. Buenos Aires, Ediciones Kairós, 2002 (Comentario bíblico iberoamericano), p. 462. 56 Idem.
y a sus hijas que obedezcan cada uno de estos mandamientos. Lo que les digo es muy serio. Si ustedes obedecen, vivirán muchos años en el territorio que ahora van a conquistar, y que está al otro lado del río Jordán” (46-47). Este último alto antes de cerrar el canto resume toda la enseñanza del libro sobre la inmensa responsabilidad de cada generación: la comunidad yahvista debía, primero, pensar en todo lo recibido (Ley, mandamientos, advertencias); en segundo lugar, debía ordenar a sus hijos/as a obedecer los estatutos transmitidos; en tercer lugar, el acto mismo de obedecerlos para que, así, pudieran disfrutar durante mucho la tierra a la cual se dirigían. Estas acciones debían realizarse en el momento preciso para dar cauce a la continuidad de la existencia del pueblo con todo derecho en las nuevas condiciones que se avizoraban en Canaán. Moisés es llevado por Dios a la región montañosa de Abarim, al monte Nebo, en territorio de Moab, frente a Jericó, para que, como desde una especie de mirador turístico pudiera, literalmente, “admirar el territorio de Canaán, que voy a darles a los israelitas” (49b). Se trató de algo eminentemente simbólico que vino a cerrar la existencia de Moisés y allí quedaría enterrado, igual que su hermano Aarón (50). Ambos habían desobedecido al Señor, pues “delante de todos los israelitas me faltaron al respeto” (51b). El gran simbolismo de observar la tierra prometida desde lejos (52) marcó la separación entre la vieja generación y la nueva que enfrentaría, como sucede en esos casos, nuevos desafíos y tentaciones en el largo e interminable camino de la historia de la salvación, un proceso dirigido a consolidar a las familias en el proyecto renovador de Dios. Igual que siempre, cada familia en esas generaciones debía cumplir los requisitos de la alianza para hacerse acreedores a las bendiciones y bondades que formaban parte de ella. Tal y como concluye Sánchez Cetina, al extraer ocho grandes principios de este libro bíblico para las familias de esta época, “sujetos pedagógicos de la evangelización y la misión en la iglesia”, señala en el sexto:
Con tal perspectiva, se entiende y experimenta con más facilidad el principio pedagógico de Deuteronomio 6.4-9. “Estas palabras” son objeto de enseñanza en el ámbito total de la vida cotidiana. La fe deja de ser una parte minúscula en el programa de vida y llega a entenderse como la vida total. Así, ser cristiano deja de ser el resultado de una aseveración intelectual, de la afirmación de un credo o de la participación dominical en un lugar establecido, para convertirse en un estilo de vida, una nueva vida, que se manifiesta de manera más genuina en las horas más seculares y profanas de la vida cotidiana. Ser cristianos es vivir sometidos al Señor, y sólo a él, las veinticuatro horas del día.57
57 E. Sánchez Cetina, “La familia, la iglesia doméstica”, en Sociedad Bíblica Chilena, www.sbch.cl/sitio/la-familia-la-iglesiadomestica/.
30
Junio LA ESPERANZA QUE SOSTIENE A LA IGLESIA EN EL MUNDO
12. LA ESPERANZA QUE SOSTIENE A LA IGLESIA EN EL MUNDO (I Tesalonicenses 1.2-10)
6 de junio
…recordando de vosotros la obra de la fe y del trabajo del amor y de la perseverancia de la esperanza del Señor de nosotros, Jesucristo, delante del Dios y Padre de nosotros. El Nuevo Testamento interlineal palabra por palabra Continuamente recordamos qué activa ha sido su fe, qué servicial su amor, y qué fuerte en los sufrimientos su esperanza en nuestro Señor Jesucristo, delante de nuestro Dios y Padre.
Dios Habla Hoy
I TESALONICENSES 1.3
el primer documento producido por las comunidades cristianas, que sería el germen del Nuevo Testamento, fue la primera carta a los creyentes de la ciudad griega de Tesalónica, situada en el norte del Mar Egeo, capital de la provincia romana de Macedonia, y que visitó san Pablo en su segundo viaje misionero, en el verano del año 50 (Hch 17.1-9). Fechada a inicios del año siguiente en Corinto (apenas veinte años después de los acontecimientos pascuales), representa el inicio de la reflexión militante de quien sería el más visible de los pensadores cristianos del primer siglo y quien esbozó de manera amplia cuál sería el perfil de la doctrina de la Iglesia. “El apóstol recoge los ejes centrales de la predicación primitiva y exhorta a una jovencísima comunidad cristiana a vivir en la esperanza de la venida próxima de Jesús”.58 Asomarse a los inicios mismos del Nuevo Testamento para encontrar la forma en que el apóstol hizo las primeras formulaciones de la fe en Cristo debe ser una experiencia que permita “medir la vitalidad de los comienzos del evangelio”. Asimismo, este documento “ilumina también el pensamiento de Pablo en sus primeros destellos y contribuye, por comparación con las cartas sucesivas, a percibir la evolución del apóstol. De este modo nos recuerda oportunamente que el pensamiento de Pablo, lejos de estar fijado para siempre, se fue profundizando a medida de las circunstancias y de los problemas que se le iban planteando”.59 Se analizará el primer capítulo para apreciar las tres acciones que la comunidad de Tesalónica había puesto en marcha como parte de su respuesta al mensaje cristiano.
La actividad de la fe (v. 3a)
En I Tesalonicenses, la palabra fe ha conservado también el sentido de “fidelidad”, por ejemplo, en 3.7 (“En medio de todos nuestros aprietos y dificultades vosotros con vuestra fe-fidelidad nos animáis”). Pero, habitualmente, ella define la actitud fundamental de la persona que se adhiere al mensaje cristiano: confianza, entrega de sí mismo a Dios, reconocimiento del sentido de este mensaje para la existencia humana. Ésta es la respuesta positiva, el “sí” de los seres humanos al anuncio de la muerte y resurrección de Jesús. La fe de los tesalonicenses era activa (ergou, “obra”). ¿Cómo lo sabemos? Cabe pensar que esta fe produjo obras coherentes, concretas, en una vida transformada por ella. Pero esa obra, en el pensamiento paulino, se entendió como “amor-caridad”. Por eso parece preferible ver en esta “obraacción” la dimensión de la fe de los tesalonicenses, pues ella misma se convirtió en un anuncio de la palabra divina. Los vv. 8-10 de este mismo capítulo son su mejor comentario.
58 Michel Trimaille, Primera carta a los tesalonicenses. Estella, Verbo Divino, 1982 (Cuadernos bíblicos, ), p. 1. 59 Ibid., p. 15.