Sus palabras hacen arder el corazón y dan luz a los ojos cegados. P. Darío Martín
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El amor es imperfecto cuando sólo mira la necesidad personal de sentirse amado.
¡Nos hemos vacunado contra el horror, y a lo que de veras importa ya apenas le hacemos caso!
Pacco Magaña
Juan Jesús Priego Pág. 13
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Sacerdote sobreviviente
Año 1 No.53 Semana del 31 de enero al 06 de febrero de 2010
relata dramática situación
LLAMADOS A SER LUZ
de seminario en Haití El P. Augustin Almy, es un sacerdote diocesano que se encontraba en el Seminario de Puerto Príncipe cuando ocurrió el terremoto del 12 de enero pasado. El P. Agustín relató la dramática situación en la que se encuentran actualmente los sacerdotes y seminaristas de este centro. Desde el mismo lugar en donde están ahora los restos del seminario en Puerto Príncipe, el P. Almy manifestó que al momento del te-rremoto se encontraba en su cuarto, descansando por unos momentos. “De pronto oí un ruido que no pude identificar como un terremoto. Vi luego que las paredes se caían y que la casa también se venía abajo”. “Luego de unos cinco o siete minutos hubo silencio. Salí y vi el seminario completamente destruido. Quise abrir luego las ventanas de mi oficina y no pude. Traté de entrar y tampoco me fue posible. Los seminaristas estaban asustados. Y me di cuenta que me había salvado de morir”, dijo el sacerdote. Al hablar de la situación actual del seminario, el P. Almy resaltó que todavía “hay algunos seminaristas que no podemos identificar, pero podemos sentir el olor que nos indica que han fallecido. Tampoco podemos encontrar a un profesor de derecho canónico y no hemos podido tener acceso a su cuarto para ver si es que está vivo o muerto”. “La capilla –continuó– ha quedado totalmente destruida y no podemos celebrar Misa allí. Tenemos que celebrar aquí a campo abierto”. Al hablar luego de las necesidades urgentes que tienen, el sacerdote indicó que es imperativo “asegurar los pocos bienes que quedan. De todos lados vienen a robar y no se dan cuenta que el seminario no está acabado, tenemos que continuar pese a la catástrofe”. “Necesitamos también recuperar los cuerpos de los fallecidos por respeto y para evitar enfermedades. Algunos amigos nos están ayudando con algo de comida y agua” pero también está el problema de la “energía eléctrica que no tenemos”, concluyó.
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Gracias hermanos y hermanas religiosos por darnos ese alegre testimonio de servicio y entrega. ¡El mundo les necesita! Sigan siendo un grito de fe en medio de un mundo aturdido . Pág. 2