Revista Entrever Número 9

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AÑO 9

No.9

HOMENAJE A SALVADOR BARRERA RIVERA



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Salvador Barrera Rivera Felipe Cabello Zuñiga

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Testimonios para la historia de San Juan del Río. (Textos inéditos) Salvador Barrera

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El rayo Juan Barrera Cordero

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Salvador Barrera, un gran historiador y periodista Armando Guerra Vázquez

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El día que dejase de recibir tus cartas Zamná Aurora Alegría Cano

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¿La vieja montaña de Sísifo se desmoronó? Adrián Botello Mares

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La bondad del egoísmo racional Aidé Cabrera

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¿Con qué carne está hecha la angustia? Abraham Cortés

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Talacha escénica (cavilaciones rápidas en torno a San Juan apóstol de cabeza en el río) Pablo Antonio Junco

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El tartamudeo del alma Margarita López G.

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San Juan del Río, imágenes de nuestro tiempo: Jonathan Rosales BravoJulio César Schara

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Poemas Luis Tovar (Le Jos uis)

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Proteoría I Juana Victoriano


PRESENTACIÓN Primeramente, queremos agradecer al Centro de Investigaciones Multidisciplinarias (CIM) de nuestra Universidad, la oportunidad que nos ha brindado de incorporarnos, a Felipe Cabello y Pablo Antonio Junco, como responsables editoriales de ENTREVER. A David Álvarez en la corrección de estilo y comité editorial que, junto con Juan José Lara Ovando, actual director y Julio César Schara, director fundador, llevaremos adelante la nueva época de la revista ENTREVER, en la cual seguiremos incluyendo arte, literatura y ensayo de nuestro entorno sanjuanense.

ENTREVER es una revista que nace en el año 2011 fundada por Julio César Schara, cuyo objetivo es dar abrigo a escritores, poetas, filósofos, ensayistas, periodistas y artistas que se ocupen de dar a conocer lo que se hace a nivel internacional, nacional, estatal y municipal en sus diferentes disciplinas en relación al arte y literatura, siendo la crítica literaria parte fundamental de este medio. Es una publicación académica que nos permite comprender de una manera transdiscilplinaria los puntos de convergencia que existe entre lo clásico y lo nuevo, todo ello de la mano de los participantes que han colaborado a lo largo de estos casi diez años. En este número de ENTREVER, que como siempre está dedicado a un autor sobresaliente y transdisciplinario, lo dedicamos al periodista e historiador Salvador Barrera (1927-1991), que nos comparte desde el más allá algunos capítulos de su libro aún inédito “Testimonios para San Juan del Río”. Por este testimonio podremos conocer a ese San Juan de mitad del siglo XX que parece haber desaparecido con la muerte de este caudal de escritores y periodistas que nos permitieron conocer la historia de nuestra ciudad. En esta ocasión la pluma de Barrera nos llevará a la Revolución mexicana y nos contará brevemente lo que vivieron los presidentes municipales desde 1917 hasta 1991. En la carta de Juan Barrera hijo, nos describe quién fue su padre, más allá del periodista; un torbellino de recuerdos que ahora está más presente que nunca. El periodista Armando Guerra nos describe los pasos del homenajeado, la tinta exacta de su vida y obra. Para cerrar este merecido homenaje, Felipe Cabello nos comparte la biografía alterna del afamado periodista y boxeador sanjuanense. José Luis Tovar Flores, mejor conocido como “Le Jos Uis”, nos entrega una serie de escritos que nacen entre cantinas, donde siempre encontrará la vida, y con tres poemas nos llevará al inevitable sufrimiento del regreso de Caín, así como pasar por la necesidad de un beso de Rusalka, sin importar el precio que tenga que pagarse. Juana Victoriano nos deslumbra con un par de poemas donde surgen un algunas cuestiones: ¿Es posible amarse estando suspendidos en una jaula de hueso y carne? ¿Cuantos ojos son capaces de bajar a ese inframundo? Por otra parte, Margarita López nos llevará de la mano junto con su prosa poética donde encontraremos un cuerpo que se ha convertido en la ilusión de una existencia de silencio pasmoso. Zamná Alegría, espera que no llegue ese fatídico día en que se convierta en una carta en medio del polvo, olvidada en rincones inhóspitos. Abraham Cortés y Adrián Botello, filósofo el primero y sociólogo el segundo, nos introducen a la angustia de Kierkegaard y al existencialismo de Albert Camus, como si nos llevaran por el borde de un edificio, experimentando un mareo de libertad y el absurdo de vivir. Pablo Antonio Junco, poeta y performancero nos da un recorrido contracultural por San Juan del Río, presentando al colectivo San Juan Apóstol de Cabeza en el Río. Desde sus orígenes e influencias, la poesía ha sido el elemento fundamental para la creación de sus obras. Las diferentes reacciones que ha generado en los distintos públicos donde se ha presentado, con más de cien presentaciones, evidencian el sustrato poético de su quehacer artístico. Aidé Cabrera y el egoísmo racional que nos llevará a entender su verdadero significado. Para finalizar, la presentación del fotógrafo sanjuanense Jonathan Rosales, quien actualmente expone en la galería Gilberto Herrera Ruíz de la UAQ, campus San Juan del Río, que escribe Julio César Schara. Felipe Cabello San Juan del Río, Querétaro Enero 2020

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Salvador Barrera Rivera Felipe Cabello Zúñiga

Estamos en un momento muy importante al redescubrir la historia en San Juan del Río. Daba la impresión que los testimonios se habían perdido para siempre, pero cuando todo parecía imposible, aparece un texto importante para la historia no solo de esta ciudad, sino del estado de Querétaro; es por eso que nos encontramos felices ya que el culpable de este evento es Salvador Barrera, a quien dedicamos con mucho cariño esta revista y que, a pesar de los casi 30 años que se fue a entrevistar a San Pedro, su legado sigue vigente. Les presentamos en este número al periodista, historiador, deportista y cronista nato Chava Barrera. Se saben muy pocas cosas de este personaje sanjuanense, por eso mismo les dejamos esta biografía para quienes lo conozcan puedan aportarnos más información y. para los que no, disfruten su vida, obra y pluma. Claro, dejaremos que don Salvador hable por si solo a través de sus escritos más adelante. Disfrútenlo.

a 2 cosas, un robo al local con Salvador atendiendo y el otro porque la hermana gastaba mucho en los vestidos de nylon; entonces Chava tuvo que tomar la decisión de salir a trabajar, pero encontró una de sus pasiones en el camino, el box. Conoció a 2 señores que practicaban este deporte, vio las mañas que tenían estas personas y si ganaba alguna pelea se llevaba el dinero de una semana de trabajo. Supo que no era tarea fácil, comenzó a prepararse, estudiar y practicar box. Cuando se sintió capaz se metió a varias peleas, las cuales ganó por nocaut. Incluso era tal su pasión que empezó a dedicarle más horas al deporte. De regreso a su ciudad natal, su padre Jesús se convirtió en su manager, Chava aceptó una pelea sin avisarle y cuando este se entera que era contra el campeón estatal de box de Guanajuato apodado “La Bota”, su progenitor rechazó acompañarlo. Finalmente perdió por nocaut. Pero no acaba la historia ahí, lo volvió a retar y esta vez le ganó de la misma manera. La siguiente pelea fue organizada por Salvatore, como le decía su familia de cariño; lo organizó en la entonces plaza de toros Rodolfo Gaona y la pelea estelar era entre Barrera y Agustín Vega “El Pirrín”, este último campeón estatal de box en Querétaro. El boxeador queretano llevaba una hora de retraso y el púgil sanjuanense se encontraba preocupado ante la demora; al ver a la multitud alborotada decide emprender la huida y justo cuando estaba por salir, ve llegar al “Pirrín”; el retraso se debió a que la mujer de Vega estaba saliendo de una operación en el sanatorio de la capital. Llegó con un manojo de nervios igual que su contrincante, todo por la inesperada respuesta del público tras la tardanza. Durante el primer round, los nervios se adueñaron de ellos, hasta que se dieron un cabezazo que dejó revolcado de dolor con una ceja cortada al boxeador local. Se planeaba una revancha, pero es cuando aceptan a Salvador Barrera en la escuela de periodismo Carlos Septién en la Ciudad de México. Como boxeador comenzó a los 16 años, tuvo 28 peleas con nocaut a favor, 2 empates, perdió 2 combates, uno por nocaut y otro por decisión de los jueces.

Los padres del periodista Salvador fueron Jesús Barrera Gómez y María del Carmen Rivera. Nació el 18 de diciembre de 1927 en la calle de Cuauhtémoc número 40 en San Juan del Río, Querétaro. Tuvo 6 hermanos, de los cuales los primeros 2, Jesús y Luz María, murieron de 2 y 7 años, respectivamente; los demás fueron Dolores, que murió a los 95 años de edad en 2018, María del Carmen que tiene 85 años y Jesús, el menor, con 79 años. Vivieron en San Juan del Río para posteriormente mudarse a la Ciudad de México, donde nacieron los 2 hermanos más pequeños. Al poco tiempo tuvieron que regresar a su ciudad natal para que mejorara la salud de su señora madre Carmen Rivera, sin embargo, ella murió al poco tiempo a la edad de 33 años. Una de las historias que la familia cuenta, es cuando el futuro periodista decide entrar a aprender box tras el retorno de la familia a San Juan del Río; los hijos mayores, que eran Dolores y Salvador, se quedaron en la Ciudad de México a vivir y trabajar en una mercería que les dejó su padre, pero tuvieron que dejarla debido

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Vivió en la Ciudad de México, en esta segunda etapa de 1952-1966. Trabajó en la revista “La Nación”, el periódico “El Nacional”, fue colaborador de la revista “Mañana”, participó con el semanario “Crucero”, entre otros. Se casó en 1957 con Dolores Cordero con quien tuvo 4 hijos: Miguel, Mariana, María Elena y Juan. Vivieron en la colonia Santa María la Rivera, en la calle Chopo, departamento L. Luego se cambiaron a la calle de Panuco en la colonia Cuauhtémoc, pero luego de vivir el terremoto de 1957 se cambió a la colonia Juárez. Convivió con gente de mucha cultura como Alejandro Avilés (director de “La Nación”) que llegó a tener 9 viernes poéticos en Bellas Artes; Miguel Manzur Kuri, Manuel Buendía, entre otros.

Con Jaime Nieto como presidente municipal le encargó el rescate del archivo histórico municipal junto a Beatriz Coéllar Quiroz. Entre las pláticas con Jesús Barrera, hermano menor de Chava, menciona lo siguiente: “Jaime Nieto le ofreció ser cronista de la ciudad de San Juan del Río, pero el periodista respondió -¿Quién le ganó al PRI la presidencia de San Juan del Río? ¿Un fulano o el PAN?”. Con eso cerró un capítulo más de su vida; él ya era un cronista nato, un historiador, un periodista excepcional en su ciudad, siempre apoyando a sus amigos, a la sociedad. Dejó un libro póstumo que el entonces presidente municipal Jaime Nieto iba a publicar, lo cual no se pudo llevar a cabo. Salvador Barrera muere el 22 de Junio de 1991 a las 23:30 horas en la ciudad que lo vio nacer.

Cuando regresa a San Juan del Río en el 66, comienza a colaborar en “Vértice”, “La Opinión” y “El Heraldo”. Hubo dos hechos que cambiaron su vida, el primero sería el divorcio de su pareja Dolores y, el segundo, la muerte de su padre en 1970.

Como podemos ver, Salvador Barrera fue un personaje sin igual en San Juan del Río, conocimos al hombre, al hermano, al profesionista, al amigo. Va este sentido homenaje para él.

Con el paso del tiempo se convierte en el director y fundador de la revista “Visión de Provincia”, pero tuvieron que cambiar de nombre por una demanda y entonces cambiaron a “Versión de Provincia”. En ambas etapas colaboraron José Velázquez Quintanar, José Ugalde, Enrique Burgos, entre otros. Fue una famosa revista que comenzó a finales de los setenta hasta principios de los ochenta. En 1981 gana la mención honorifica dentro del Premio Estatal de Periodismo con el texto de “La mujer y su tiempo”, evento coordinado por Comunicación Social del Estado de Querétaro.

Agradezco a J. Manuel Velázquez, Jesús Barrera, Armando Guerra, Beatriz Coéllar, a la familia Barrera por su apoyo y los testimonios para reconstruir su biografía. Pero en especial a Juan Barrera Cordero por el apoyo brindado.

Durante el gobierno del presidente municipal Gilberto Ugalde, un secretario le aplica el famoso “sabadazo” a Barrera por haber ayudado, con su licencia, a un joven que pretendía abrir una carnicería. El joven era Salvador Quintanar. Chava Barrera es llevado por oficiales a la cárcel para pasar el fin de semana encerrado, con el pretexto de que lo encontraron durmiendo en la calle, aunque la verdad era otra. Por suerte se encontraba el procurador de Querétaro Lino Velázquez, que era esposo de una amiga de la familia Barrera. Al enterarse de la noticia, inmediatamente va y ordena sacar al articulista a pesar del enojo de algunas autoridades locales.

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Testimonios para la historia de San Juan del Río Salvador Barrera Rivera

Diciembre de 1990 Salvador Barrera

La historia no es un frío catálogo de nombres y fechas, sino la percepción cabal de una época, de hechos y acontecimientos

LA REVOLUCIÓN

que en ellas se registraron, de las causas

COMO LA VIERON Y LA VIVIERON LOS SANJUANENSES

que los originaron y las consecuencias que

La historia de la Revolución Mexicana se puede dividir en tres etapas. La primera, desde la proclamación del Plan de San Luis hasta la entrada triunfante en la ciudad de México de Francisco I. Madero. La segunda, a partir de la negra traición de Victoriano Huerta hasta su despavorida huida al extranjero, después de la derrota de sus tropas por los caudillos del norte y las huestes de Emiliano Zapata. Y la última, la más terrible y feroz, cuando los caudillos se enfrentaron entre si, disputándose el poder: el Primer Jefe, Venustiano Carranza, y Francisco Villa, el Centauro del Norte.

tuvieron y cómo, enlazados unos a otros en el transcurso del tiempo hasta nuestros días, explican la situación política, social y económica que vivimos.

Estas páginas no pretenden ser una minuciosa historia de San Juan del Río, Qro, tampoco están escritas cronológicamente a la manera tradicional, sino presentada en reportajes y artículos periodísticos, con la intención, el deseo, de hacerla accesible a un mayor número de lectores, incluso estudiantes de segunda enseñanza que se interesen en ellas.

Estas tres etapas las vieron y vivieron los sanjuanenses de muy distintas maneras: algunos, con las armas en la mano, luchando en uno u otro bando; otros, especialmente los jóvenes, con el temor de ser reclutados en leva; los adultos con el temor de ser ejecutados, como muchos lo fueron, por la simple sospecha de tener simpatías hacia uno u otro bando; y las familias con la zozobra de ver saqueadas sus casas, cuando no violadas o raptadas sus esposas e hijas.

Hay episodios rigurosamente históricos tomados de archivos, especialmente del Municipal, y el General de la Nación; otros, de personas que los vivieron o fueron testigos de ellos, o bien, recibieron el conocimiento de sus antepasados, quienes los transmitieron de generación a generación, y que igualmente, estuvieron cerca de los acontecimientos o fueron protagonistas de ellos.

Realizamos una encuesta entre sobrevivientes de aquellos álgidos tiempos, quienes recordaron episodios y anécdotas, algunas incluso de los que vivieron, personas ya desaparecidas --algo así como entrevistas a vivos y muertos-- para recordar aquella época.

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UN DÍA JUBILOSO

hizo a muchos sanjuanenses pensar en tomar las armas y terminar con aquella iniquidad. Al fin y al cabo el Plan de Guadalupe ya había incendiado los estados del norte y se combatía desde Sonora hasta Tamaulipas, en Durango y Zacatecas, lo mismo que en Michoacán y Veracruz. Las tropas de Villa sitiaban Torreón y fue entonces cuando los primeros sanjuanenses fueron reclutados en leva por las tropas de Huerta. Pero dejemos la palabra a don José Guadalupe Trejo, que a sus 82 años aún vive dedicado a su oficio de peluquero.

Fue una mañana radiante de junio de 1911, cuando el tren que conducía a la capital a don Francisco I. Madero se detuvo unos minutos en la estación, para recibir la aclamación de la multitud que allí se había reunido. “Ese día nos levantamos muy tempranito --recuerda doña María Concepción Camacho Vda. de Rodríguez-nos pusimos nuestros mejores trapitos y en el coche, que mi papá había traído de México exprofeso para tal ocasión, y que por cierto, fue el primero que rodó en San Juan, nos fuimos a la estación a esperar la llegada del tren.”

“En aquel entonces, yo tenía 14 años y estaba en la peluquería, cuando llegaron dos policías y dijeron que me llamaba el comandante. Más que ir me llevaron, y encontré allí a otros muchachos de mis tiempos: Felipe Camacho (carpintero), Luis Laguna, Cosme Arellano, J. Trinidad Parra, Andrés Ugalde y otros más. Cuando ya éramos como treinta, nos dijeron que quedábamos incorporados a las fuerzas federales. Nos llevaron a Querétaro y de allí a Jalpan, donde nos unimos a las fuerzas de un oficial, que resultó ser nada menos que nuestro paisano Joaquín de la Peña”. (Ver en Personas y Personajes un esbozo biográfico de este singular militar).

“Junto a la gente del pueblo, ya estaban allí o poco después fueron llegando las mejores familias, los ricos hacendados de aquellos tiempos, los Iturbe, últimos dueños de la Hacienda de La Llave; los Escandón, de las de Santa Cruz y Santa Lucía; los Fernández de Cevallos, de San Germán; los Coéllar y los Macotela, y toda la élite de la sociedad sanjuanense. Para todos, aquel fue un día de fiesta, un día inolvidable”. LA DECENA TRÁGICA Los azarosos días que siguieron a los primeros meses de gobierno del Presidente Madero, no perturbaron la tranquila vida de la población. Fue hasta que la siniestra conspiración de Victoriano Huerta se consumó con el magnicidio y se dio a conocer el escarnio de que fueron objeto, antes de ser asesinados, el presidente y sus más cercanos colaboradores, cuando la consternación primero y la indignación después sacudieron hasta lo más íntimo la conciencia de nuestras gentes. El baño de sangre a que fue sometida la República por el nuevo dictador, la liquidación de preclaros hombres partidarios de Madero; el asesinato de gobernadores y generales, como Abraham González y Gabriel Hernández; de diputados y senadores, entre ellos Serapio Rendón y Belisario Domínguez, así como de mucha gente que de alguna manera había mostrado su desacuerdo con los brutales procedimientos del tirano,

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“AHÍ NOMÁS LOS COLGABAN”

jóvenes tiraban para el monte y a los niños nos ordenaban arriar el ganado hasta un lugar oculto”.

Don Celso Martínez asegura que su “factura” es de 1892, siempre ha vivido en la Avenida Juárez, Ote., y desde que era muy joven sus padres tenían la tiendita que está frente a la entrada principal de lo que hoy es la Plaza de Toros Rodolfo Gaona, y que anteriormente fue un corralón utilizado por las tropas como cuartel en tiempos de la Revolución.

“Recuerdo perfectamente que una ocasión mi abuelo me ordenó llevar su rebaño de borregos a esconder en un determinado lugar, porque algunas tropas se acercaban a la población. Obedecí presuroso y cual sería mi sorpresa que al llegar alcancé a ver a lo lejos tropas que caminaban de prisa. Confiado en que el peligro había pasado, inicié el regreso con los animales y no había yo caminado mucho trecho, cuando de repente sonaron balazos y los borregos nomás rodaban. Lleno de susto y como pude, me escondí detrás de una barda en ruinas. Pude ver entonces que se trataba de otros soldados y supe después que perseguían a los que había visto antes”.

Dice don Celso que desde la tienda se veía, todos los días, que los soldados huertistas metían gente, pero nunca se les veía salir. Era un secreto a gritos que adentro los colgaban y arrojaban los cadáveres a tres pozos que existían entonces, y que posteriormente fueron tapiados. Recuerda don Celso que cierto día un soldado, que permaneció largo rato parado en la puerta del cuartel, cruzó la calle, llegó hasta la tienda y le dijo: “oiga amigo, esos que acaban de meter los vamos a colgar y no sea usted tan mirón, porque también lo colgamos a usted”.

“No se pararon a recoger a ninguno de los animales muertos, dispararon sólo por gusto, y si no ha sido por mi padre, mi abuelo me hubiera dado una reatiza. De cualquier manera, al día siguiente todo el pueblo comió barbacoa”.

Don Celso se apresuró a hacer votos de inocencia, asegurando que nunca había visto nada y el incidente no pasó del susto.

LOS AHORCADOS EN LA CALLE Jesús Cázares Gómez fue un singular personaje que durante casi cincuenta años fue escribiente en la Tesorería Municipal. Era un hombre solitario y de costumbres excéntricas, tanto por su manera de vivir, como por su filosofía sobre ella y su muy personal manera de expresarla. Era el hazmerreír de muchos muchachos traviesos, que provocaban su ira gritándole “viejo pelón”, a lo que él contestaba con terribles imprecaciones que incluían mandar a sus progenitores a los más profundo de los infiernos.

POR CHAPARRO Y FLACO LO EXIMIERON Don Genaro Cortés es más “joven” que don Celso, nació en 1894 y reconoce que su memoria ya no es muy buena; pero si recuerda que un día dos soldados lo detuvieron en la calle y sin mayores trámites lo llevaron a la presencia de un coronel, quien después de examinarlo un rato dijo:… “está muy chaparro y flaco, no podría ni con el fusil, que se largue”.

Tenía don Jesús, y solía enseñar a las pocas amistades que tenía, una vieja fotografía tamaño postal, en la cual se percibían claramente la infinidad de cadáveres que colgaban de los frondosos fresnos que abundaban en la Calle Real, hoy Avenida Juárez, y aseguraba que ese era un cuadro que se repetía cuando tomaba la plaza uno u otro bando, y el delito era casi siempre… “ser sospechoso de colaborar con el enemigo”.

LA MATANZA DE BORREGOS A don Palemón Ríos, aquellos tiempos lo sorprendieron siendo aún un niño: … “En 1914 tenía yo nueve años --dice don Pale--pero sí recuerdo el miedo que tenían mis mayores a ser llevados en la leva”. “Allá en El Sitio, en cuanto se sabía que se acercaban tropas, los hombres

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Pero don Jesús, a quien sabía respetarle y escucharle, contaba sabrosas anécdotas y episodios de su vida. Recordaba qué en tiempos de la Revolución, unos soldados yaquis le empezaban a colgar por negarse a regalarles unos pesos que no llevaba consigo, y cómo huyeron sus verdugos cuando en una casa vecina a un chiquillo le explotaron accidentalmente unos cuantos cohetes. La cosa no pasó de un soberano porrazo, una fea rozadura y un peor tirón en el pescuezo. Hasta aquí este breve bosquejo de aquellos tiempos, en que nuestros abuelos enterraban, para sustraerlos de las voraces manos de los conquistadores de paso; las abuelas escondían a sus hijas para preservar su honra y los adolescentes dormían escondidos en azoteas, en huertos o en el cerro, para no ser uncidos a aquella carreta de destrucción que costó la vida a más de un millón de mexicanos, que en su mayoría fueron civiles inocentes que jamás empuñaron un arma.

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43 HOMBRES Y UNA MUJER HAN GOBERNADO EN SAN JUAN DEL RÍO DURANTE 75 AÑOS Fragmento

Cuarenta y tres hombres y una mujer han sido hasta ahora, los que por méritos propios --o misteriosos designios-- han desempeñado tan honroso cargo. Y como en la Viña del Señor ha habido de todo: íntegros y honorables, pícaros sin escrúpulos, inteligentes, cultos, tontos y hasta analfabetos.

UN EPISODIO CON LOS DORADOS DE VILLA El doctor Enrique Herrera, persona muy estimada en la población encabezó el Ayuntamiento entre 1917 y 1918 (no es posible precisar fechas porque los acontecimientos de entonces no permitían cuidar los archivos). Prueba de ello es que el doctor Herrera y el primer regidor don Vicente Layseca, por circunstancia fortuita salvaron la vida por aquel entonces. Don Pepe Layseca, hijo de Vicente, narra el episodio:

De algunos se sabe poco, de otros bastante, quizás demasiado. AQUELLOS TIEMPOS

“Las tropas del general Rodolfo Fierro --el más sanguinario de los jefes villistas-- tomaron la plaza y de inmediato éste requirió la presencia de las autoridades. Todos se habían escondido, pero el doctor Herrera consideró que su deber era presentarse y así se lo dijo a don Vicente Layseca, ambos se presentaron ante el general, quien inquirió: ¿Conque ustedes son las autoridades jijos de tal? Ahorita van a saber quiénes son en verdad las autoridades y ordenó que trajeran dos reatas para colgarles. Para su fortuna, mientras iban por las reatas llegó un mensajero presuroso en busca de Fierro. El general Villa le llamaba por teléfono. Aprovechando la confusión mi padre y don Enrique se escabulleron y permanecieron escondidos, hasta que las tropas de Carranza recuperaron la plaza.”

En los negros meses posteriores al asesinato de don Francisco I. Madero, cuando el fuego de la revolución ardía en toda la República, desaparece de los archivos municipales la firma del último de los jefes políticos: Francisco de P. Mier, ilustre ciudadano descendiente de Vicente Guerrero y aparece ya como presidente municipal la de Albino Ugalde. Don Albino fue un modesto boticario al que, hace veinte años, ya sólo unas cuantas personas de avanzada edad recordaban. Tuvo su botica en la calle de Don Esteban (16 de Septiembre) y Avenida Juárez, después en la calle de los Infantes (Hidalgo), precisamente en el local que durante muchos años ocupó la tienda de ropa de don Luis, “el bigotón”.

Por alguna circunstancia el doctor Herrera no terminó el período, pues hay fotos del 16 de septiembre de 1919, en que aparece el señor Norberto Borbolla entrando al teatro Hidalgo, para la ceremonia de toma de posesión, para completar el período del doctor. Don Norberto fue propietario de la Hacienda del Rosario y fue padre de Norberto, Roque, María de los Ángeles e Imelda, estas últimas mejor conocidas como “las nenas”, allá por los años cincuenta.

Poco duró en el cargo don Severino Ayala, pues ya en diciembre de 1916 firman los documentos oficiales de la presidencia --seguramente en forma provisional-- Luis Prieto y un capitán Garcés, hombres de confianza de don Venustiano Carranza, a quienes dejó aquí cuando San Juan era paso de tropas en continuo vaivén, ya las de Carranza ya las de Villa, según el resultado de las batallas que ambos bandos sostenían.

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CAMPAÑA Y ELECCIONES

los acontecimientos entregó a Saturnino Osornio la presidencia, para lo cual le envió con un preso un mensaje haciéndoselo saber. El preso recibió como premio el indulto y Saturnino inició su carrera política que años más tarde le llevaría a ser el hombre fuerte del Estado.

En ese mismo año se realizaron las primeras elecciones y registran al Club Demócrata, que postuló como candidato a don Severino Ayala y al Partido Liberal Puro que apoyó a don Tomás Helgueros. El triunfo fue para el señor Ayala.

Ya el siguiente presidente fue un hombre de El Sitio, J. Guadalupe Ramírez y el siguiente bienio lo inició el propio Saturnino, pero no lo terminó, sus aspiraciones eran más altas, la gubernatura del Estado. Lo terminaron como interinos José Martínez “El Cholollán” y José A. Serrano, un modesto relojero que construyó la plaza de toros Rodolfo Gaona.

Don Severino fue dueño de la Hacienda de Santa Rita y propietario de los trenes tirados por mulas que hacían el recorrido de la estación al centro de la ciudad. Vivía en una casa de la esquina de Hidalgo y Rayón, que se vió obligado a vender cuando los osornistas llegaron al poder y se marchó a México, en donde sus hijos José, Roberto y Rafael recibieron esmerada educación, el primero fue próspero comerciante, Roberto llegó a ser presidente de la CONCANACO, y don Rafael nuestro ilustre historiador, al morir era rector de la Facultad de Odontología de la UNAM.

Por aquél tiempo una nueva calamidad se abatía por los estados del centro y occidente de la República, el conflicto religioso en su fase más crítica, entre 1926 y 1929.

El siguiente presidente fue don Ricardo Monroy, miembro de una antigua familia sanjuanense, él y sus hermanos Rodolfo, Rafael y Francisco --Paquito, el popular maestro de música-- fueron personas muy estimadas.

Un señor José C. González, de quien no obtuvimos mayores datos, ocupó la presidencia al iniciarse la década de los treintas y le sucedió don Teófilo Gómez. De esta primera gestión de don Teófilo como alcalde, el dato más relevante fue la venta del teatro Hidalgo que era orgullo de los sanjuanenses. Lo adquirió la cadena de cines Luis R. Montes, lo derrumbó apresuradamente y en su lugar construyó el actual Cinelandia. La venta se hizo seguramente por instrucciones del gobernador del Estado, Saturnino Osornio, pues don Teófilo fue un hombre lo suficientemente inteligente para tomar por su cuenta tan absurda medida.

Cuentan que don Ricardo salía todos los días a las seis de la mañana a recorrer las calles y donde encontraba el frente de alguna casa todavía sin barrer, tocaba la puerta o la ventana, urgía a sus habitantes a hacerlo, pues en aquel entonces las calles debían estar barridas y regadas a esas horas. LA TORMENTA

Fidencio Osornio ocupó la presidencia los años 33 a 35 y su sobrino Palemón Ríos le sucede de inmediato; pero aquí hay que hacer un breve paréntesis y darle un vistazo a la política nacional de aquella época, para comprender mejor la nuestra.

Cuando asume la presidencia del país el general Plutarco Elías Calles, se inicia una nueva era y una negra tormenta se abate sobre la República. Lucha sorda en los campos donde los asesinatos son cotidianos. Lucha entre los agraristas y los campesinos que no querían serlo y que muchas veces eran armados por los propios hacendados. Era presidente de San Juan (1923-1925) Próspero Martínez, hombre de campo, que atemorizado por

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FIN DE AQUELLA ERA

Los hechos narrados por varios testigos coinciden qué en alardes de valor, en varias ocasiones y no obstante ir él solo y los osornistas en grupo, les desafiaba abiertamente. Siempre recibió la callada por respuesta, pero en la mente del “jefe” ya estaba decretada su sentencia de muerte.

Saturnino Osornio y sus gentes se encumbraron con el apoyo de Plutarco Elías Calles, quien después del asesinato de Obregón continuó siendo el Jefe Máximo y gobernando al país a través de Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio (electo) pero que no pudo tolerar el yugo del hombre de Sonora y renunció, y por último Abelardo L. Rodríguez.

No era un secreto que solía acudir a una casa de Morelos cerca de Mina a visitar a una dama, un determinado día de a la semana. Quienes debían ejecutar el macabro encargo averiguaron la hora en que entraba y salía, optaron por la última que era en las primeras horas del día. Se apostaron en la azotea de la casa de Fidencio Osornio y cuando Álvaro salió, lo acribillaron con retrocargas. Su muerte fue inmediata.

Pero ya eran otros tiempos, los de Lázaro Cárdenas y éste para evitar mangoneos, cortó por lo sano y mandó de vacaciones forzosas e indefinidas fuera del país a Calles. Y la ruina de Calles fue también la de sus protegidos. Querétaro era gobernado por el general Ramón Rodríguez Familiar y como en política no hay piedad para los caídos, hizo llamar del D.F. a un lejano pariente de su esposa, era éste un experimentado oficial de la policía: Francisco Kraus.

Un chofer que de cerca presenció los acontecimientos, voló con la noticia al cuartel y precipitadamente acudieron los dos pelotones y de la comandancia de policía, todos los hombres disponibles. Demasiado tarde, los asesinos habían huído a caballo por distintos rumbos. Pero en la mente de todos estaba el nombre de quien fue el director intelectual del asesinato.

A él encomendó la delicada misión de destituir al Ayuntamiento de San Juan. Y sin más preámbulos se presentó Kraus una noche con dos camiones repletos de policías de Querétaro, aprehendió al alcalde, a los regidores y los encerró en la cárcel. Kraus mismo encabezó una Junta de Administración Civil.

Era entonces segundo comandante del Décimo Regimiento, acantonado aquí, el teniente coronel Antonio Lozano Ruiz, quien de inmediato giró órdenes. He aquí como recuerda aquellos hechos un oficial que participó en la operación y que retirado del ejército, aún radica en San Juan.

Debe consignarse que fueron pocos los días que los detenidos estuvieron en la cárcel. Su fuga fue debidamente planeada y realizada audaz y sigilosamente. Una noche se apagaron las luces en todo el pueblo y no precisamente por accidente, sino cortada como parte del plan. Los presos solicitaron al alcaide un poco de petróleo para alumbrarse con una tea. El alcaide --que era Antonio Rico-- aceptó y al abrir la puerta para pasar los enseres recibió un violento empujón y los detenidos desaparecieron en la obscuridad de la noche. En la Plazuela los esperaban con caballos y enfilaron rumbo a El Sitio.

“Se trajo del cuartel el fusil Mendoza (ametralladora) y se emplazó frente al portón de la casa de Fidencio, se suponía que era posible hubiera todavía hombres escondidos; traíamos también granadas. No fue necesario usar ni una ni las otras, desde adentro abrieron el portón.” Penetraron en la casa varios soldados y policías. En la primera habitación encontraron dos hombres platicando. Los detuvieron; pero cuando pretendieron ir más adentro, un tirador emboscado abrió fuego. Mató a un policía, hirió a otro y a un soldado, antes de caer a su vez herido. El tirador resultó ser una brava

ASESINATO DE UN PRESIDENTE Para el Ayuntamiento 1937-39 fue elegido un hombre que más que valiente era temerario: Álvaro Tejeida, su temeridad le costó la vida.

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hembra hermana del dueño de la casa. Más adentro sí encontraron hombres escondidos en diversos lugares; pero no más armas que la que utilizó la defensora herida. La tropa les condujo a la presidencia y les cuidó, pues una multitud les quería linchar. Días después fueron puestos en libertad por órdenes del mismo Secretario de Guerra, entonces Maximino Ávila Camacho. VUELVE LA CALMA Una vez más Francisco Kraus fue enviado para restablecer la calma y terminar el período del difunto Álvaro Tejeida, al frente de una Junta de Administración Civil. Por fortuna episodios como ése no han vuelto a repetirse y la tranquilidad pueblerina reinó en San Juan hasta hace pocos años, en que nuevos problemas, pero ahora de los característicos de una ciudad industrializada, acabaron con ella. Y volviendo a nuestra historia, 1939 fue año de elecciones en toda la entidad. El candidato al Gobierno del Estado fue Noradino Rubio, para San Juan recibió la bendición Manuel Bueno, un queretano que como presidente resultó un buen hombre; pero el San Juan de aquél entonces resultó poco para sus aspiraciones y poco después pidió permiso por tiempo indefinido, quedando en su lugar Roberto Lícea, regidor de hacienda. Don José Alegría (1941-43) hombre sencillo y de campo, pero de todas las confianzas del general Rodríguez Familiar, consiguió a principios de su gestión del propio exgobernador, una donación de sesenta mil pesos en tubería y otros tantos de la Secretaría de Salubridad y Asistencia, para introducir el agua potable en las casas (recuérdese que antes sólo había “bitoques” o sea llaves de agua situadas en algunas calles y de allí se llevaba a las casas en botes alcoholeros cargados con los típicos “aguantadores”).


Pero Noradino Rubio pensó que esa tubería hacía más falta en la ciudad de Querétaro y mandó por ella. La primera vez las autoridades con el apoyo del pueblo impidieron el latrocinio, pero la segunda fue imposible, los camiones que los cargaron venían escoltados por soldados. Se inició así un largo litigio entre las autoridades municipales y las del Estado, que se resolvió en favor de las primeras; pero hasta después de que Noradino y don José habían dejado el puesto a sus sucesores. Pero antes de seguir adelante, no es posible dejar de relatar una curiosa anécdota, que le aconteció a don José durante su gobierno. Cierto día muy de mañana, llegó un pequeño cortejo procedente de Potrerillos, para sacar la boleta de para enterrar a un niño difunto; pero al enterarse el padre de la criatura que costaba un peso con cincuenta centavos decidió hablar con el presidente para obtener una rebaja. Pacientemente lo esperó durante varias horas hasta que éste lo recibió y entre ellos hubo el siguiente diálogo: –“Oye Joche no cabalo pa’ pagar la boleta pa’ enterrar a mi difuntito. –No traigo masque ochenta centavos. –” Mira la tesorería está muy pobre, a ver cómo le haces pa’ conseguir lo que te falta”. El deudo se quedó pensativo, se rascó la cabeza y después de algunos segundos, dijo al fin: –”Pos a ver con quien los consigo; pero ahí te encargo a mi muertito. –”Sí, sí, déjalo ahí y ve a conseguir lo que te falta. Llegó la hora de cerrar las oficinas y el paisano no regresó. Volvieron los empleados después de comer y allí estaba el solitario ataúd. A las seis de la tarde seguía en las mismas y entonces el que se rascó la cabeza fue don José. Este indio ladino ya me la hizo --dijo-- y ordenó que el cadáver fuera sepultado.


DOS PRESIDENTES Y JUNTA DE ADMINISTRACIÓN CIVIL

potable y la apertura de cepas para el drenaje, problemas prioritarios de la población en aquel año de 1945.

Con Isauro Porfirio Vázquez se iniciaron los períodos de tres años. Él rescató la tubería que indebidamente se llevara Noradino Rubio e inició las obras para introducir el agua potable a las casas y simultáneamente construir el drenaje.

UN PRESIDENTE CON MALA SUERTE Originario de Tecozautla y radicado en México; pero ampliamente conocido aquí porque durante muchos años fue el centro de operaciones de su negocio, que era comprar ganado y semillas que vendía en México, Víctor Corchado fue un presidente con mala suerte. Pues cuando apenas la tesorería empezaba a recibir los beneficios del agua potable, una tromba se abatió sobre el sureste de la población, unos metros más allá de sus límites, pero la precipitación pluvial fue tremenda. Los mayores daños los resintieron las calles de Pino, 2 de Abril y La Cuesta (hoy Fernando de Tapia). Una niña y una anciana se ahogaron y las tuberías de agua y drenaje reventaron, desquiciando el sistema en general. La magnitud de los daños obligó a don Víctor a pedir auxilio a la Secretaría de Recursos Hidráulicos. La respuesta fue rápida. La Secretaría envió equipo, materiales e ingenieros que se encargaron de las reparaciones; pero también auditores contables que investigaron el destino que se les daba a las cuotas que se cobraban y por qué no había un fondo de reserva, para atender estas emergencias.

Pero su presidencia fue efímera. Un paro cardíaco cortó su existencia mientras dormía y de acuerdo con la ley, el primer regidor asumió sus funciones. El regidor era don Santos Sinecio. Don Santos fue un acaudalado ranchero, hombre que tenía numerosas amistades y era estimado y respetado por todos; pero distaba mucho de ser un político y pronto encontró piedras en su camino. Los mismos regidores conspiraron contra él y cierto día aprovechando su ausencia del edificio, celebraron una sesión “urgente”, decidieron deponerlo como presidente y nombrar en su lugar a uno de ellos, don Gabriel Herrera. Se levantó el acta y con toda solemnidad, porque así era su persona, --pequeña, delgada, adusta-- el señor Herrera Cabrera se sentó en la silla presidencial; pero para entonces don Santos ya había sido informado del “golpe municipal” y con toda la rapidez que su corpulencia le permitió llegó al edificio de la presidencia, irrumpió en la oficina, se precipitó sobre don Gabriel, lo pescó de las solapas, de un tirón lo levantó y a patadas en el trasero lo sacó de la oficina. Mientras don Gabriel sólo alcanzaba a gritar “un amparo, un amparo”.

Y como el presupuesto de ingresos y egresos sólo tenía una partida para el mantenimiento normal del servicio, la sentencia fue inexorable “las cuotas por conexiones y servicios de agua, deben pasar a una Junta de Administración Civil ajena al Ayuntamiento”. Aunque la defensa fue larga y se apeló a todos los recursos, la Secretaría ganó la partida y se constituyó la Junta de Administración de Agua Potable que funciona hasta la fecha.

Sin embargo las piedras se convirtieron en peñascos en el camino del presidente y meses después todo el Ayuntamiento fue destituído; pero se fue con la satisfacción que durante su breve gestión, se instalaron las primeras tomas domiciliarias de agua potable.

En materia de justicia, don Víctor tuvo que afrontar el caso más insólito que se le haya presentado a presidente alguno, el de un médico brujo que ejerció clandestinamente en la trastienda de una botica. El “consultorio” fue descubierto por la denuncia de una persona que se consideró engañada y burlada. Las investigaciones realizadas entonces revelaron

Juan B. González quedó al frente de la Junta de Administración Civil, designada para terminar los meses que le faltaban a aquel trienio. En ese tiempo don Juan sólo se preocupó por continuar, en la medida de los recursos de la tesorería, la introducción de agua

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que aquello empezó a funcionar tiempo atrás, de la siguiente manera.

empezó a decir: “en la noche más oscura de este mes, que será la del día 24, irás a la esquina Chata (Abasolo y Corregidora) contarás diez pasos hacia el cruce de las calles, encenderás dos velas que deberás llevar. Te hincarás con los brazos en cruz, con una vela en cada mano y llamarás por su nombre a tu mujer a gritos. Y ella aparecerá pidiéndote perdón por su abandono”.

Un domingo se presentó un campesino, a quien llamaremos Juan, y con timidez preguntó al propietario de la botica, a quien llamaremos Pedro, si era allí donde atendía el médico brujo. Pedro, que era un pícaro bromista, con la mayor seriedad le contestó que sí. Pero --le dijo-- que esperara unos minutos porque estaba atendiendo a otras personas. Minutos después se dirigió a un cuarto que le servía de trastienda y en donde tres de sus amigos jugaban a las cartas, y dirigiéndose al más sagaz de sus cuates le dijo: Raúl, ahí está un “paisa” que pregunta por un médico brujo. Intercambiaron medidas maliciosas y de inmediato se entendieron. Una capa de torero que había allí, una toalla como turbante, un vitriolero invertido sobre la mesa, oscurecido el cuarto cerrando las ventanas, un par de velas encendidas y el escenario quedó listo. Los otros amigos salieron y momentos después Pedro le dijo a Juan que el médico ya podía atenderle.

Días después Juan cumplió fielmente las instrucciones; pero en vez de su mujer los que aparecieron fueron algunos vecinos que, primero azorados y luego sospechando brujería, le empezaron a apedrear y así lo hicieron por varias calles correteando a Juan, que emprendió veloz huida. Después de despachar a la persona denunciante, don Víctor salió de su privado furioso y con voz gruesa y tartamudeando --como siempre lo hacía cuando el genio se le alteraba-- le ordenó a su secretario: don Miguel, hágame traer a ese c... de Raúl N, pues el muy hijo de su madre tiene un consultorio de brujo en la botica de...

El diálogo, palabras más o menos fue el siguiente: –Siéntese, ¿cuál es su problema? –Pues sabe usted doctor que mi mujer se me fue desde hace quince días, la he buscado en casas de parientes y amigos, y nadie sabe nada. –¿Tuvieron algún problema o disgusto serio? –Pos no, a veces nos peliabamos y yo le daba sus moquetes, pero por esos días no. –Raúl asintió con la cabeza, cambió de posición las velas y con las manos en la frente, se quedó mirando la bola en absorta contemplación. Después de un par de minutos salió de su “trance” y le dijo a Juan: tu mujer aparecerá, ven el domingo próximo, me traes dos gallinas negras, pero bien gordas y te diré donde la hallarás.

Al poco rato llegaron los policías con Raúl, y de

El ingenuo Juan salió esperanzado y el siguiente domingo regresó con las gallinas que, con gran solemnidad, recogió el “médico”, no sin antes trazar esotéricos ademanes y pronunciar ininteligibles conjuros. Volvió a consultar su bola de cristal, durante algunos minutos quedó en su contemplación y sin despegar su vista de ella, con voz lenta pero clara,

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OTROS TIEMPOS

inmediato lo pasaron al despacho de don Víctor. Al principio desde fuera se oía la bronca voz del presidente, después fue bajando el tono hasta que ya nada se oía... a los pocos minutos salió Raúl con una sonrisa de triunfo. ¿Qué sucedió en aquel privado? ¿Por qué no mandaron al pillo a la cárcel, ni una multa le impusieron? Quien sabe, a lo mejor si era brujo, porque don Víctor jamás volvió a hablar sobre el asunto y nadie se atrevió a preguntárselo. UN AYUNTAMIENTO EJEMPLAR

No era de aquí, se le conoció cuando fue jefe en las oficinas de la entonces Subtesorería del Estado. Se sabía que en otros tiempos y en México había sido chofer del entonces gobernador Octavio S. Mondragón. Su desempeño en la Subtesorería se caracterizó por la voracidad con que actuaba para su provecho personal. El gobernador, a través de su partido, lo nominó candidato a la presidencia. Su nombre: Jesús Machuca. La inconformidad unánime de los sanjuanenses, les llevó a formar una Asociación Cívica y postularon como su candidato a don José Manuel Layseca. A las reuniones semanales acudían cada vez mayor número de personas dispuestas a impedir que Machuca llegara a presidir el Ayuntamiento; pero unas semanas antes de las elecciones, el secretario de Gobierno del Estado, vino a entrevistarse con don José Manuel (ambos habían sido compañeros en la escuela desde la primaria). Y le dijo: “Mira Pepe, la gente está de tu parte, pero no vas a ganar, tú sabes que nosotros no perdemos; pero tengo autorización para proponerte una transacción: ustedes nombran dos regidores, nosotros nombramos los otros dos, y Machuca será presidente”.

Debemos aquí hacer un breve paréntesis para señalar que, antes de la ley de Fortalecimiento Municipal de López Portillo y la reforma al artículo 115, los ingresos municipales eran tan raquíticos que sólo alcanzaban para cubrir los más elementales servicios y las obras de mantenimiento más necesarias. Cualquier obra para beneficio del municipio la hacía la Federación o en última instancia el gobierno del Estado y dependía --en mayor o menor grado-- de las relaciones que tuviera el presidente municipal en turno con altos funcionarios de la primera y con las altas autoridades del segundo. Antes de la ley de López Portillo y de la reforma mencionada, por cada peso que el contribuyente pagaba, la Federación se llevaba ochenta y cinco centavos, once el Estado y cuatro le quedaban al municipio.

Después de reflexionar detenidamente unos días y en contra de la opinión de sus partidarios, don José Manuel dijo: “de lo perdido lo que aparezca” y aceptó, designando a Francisco Cabrera y a Juan Higuera como candidatos a regidores, de la otra parte quedó el doctor Enrique Rojas López y una persona de extracción campesina.

En esas condiciones estaba el Ayuntamiento que presidió don Teófilo Gómez (1949-52) y para asfaltar la Avenida Juárez, poner el mosaico de las banquetas que aún conserva, así como el alumbrado, don Teófilo y sus regidores: Lucino García, Guillermo Guerrero, Francisco Salas y Salvador Leal, decidieron donar sus salarios íntegros durante los tres años de su gestión.

Se hicieron las elecciones, muy pocos votantes acudieron a las urnas y a su debido tiempo las personas mencionadas ocuparon sus puestos; pero lo que no supieron las gentes del gobierno, era que el doctor Rojas también estaba en contra de la designación de Machuca y a la primera trastada que le pillaron, se reunieron los regidores y desconocieron al todavía flamante presidente municipal, Jesús Machuca.

Quienes en esa época trabajaron en la presidencia, recuerdan a don Teófilo como un hombre enérgico, severo; pero generoso. Por ejemplo, cuando algún campesino se acercaba a él para solicitar un descuento por la boleta de inhumación de algún familiar, le preguntaba ¿Cuánto te cobran? ¿Cuánto traes? Y de su bolsa salía el dinero faltante.

Como ordena la ley, su lugar lo ocupó el primer regidor, Francisco Cabrera, pero el gobernador no perdonó la afrenta y estuvo al acecho y cuando lo creyó oportuno,

De él y de sus regidores San Juan guarda un grato recuerdo.

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reunió a sus gentes allá en Querétaro y bajo la acusación de supuesta malversación de fondos, decidió destituirlo y meterlo a la cárcel, pero uno de los ahí reunidos era amigo de Francisco y en cuanto terminó la junta, le dijo: “píntate” porque van por ti.

no había presupuesto para hacerlas, tuvo una buena idea: cuanto ebrio fuera encontrado en la calle, debía ser conducido a la cárcel y para salir, pagar de multa un costal de cemento, que entonces era caro, muy caro, tres pesos con ochenta centavos importaba el costal.

No lo pensó dos veces Francisco y con un elemental ajuar de ropa, unos cuantos pesos en la bolsa y un pequeño maletín con ópalos se marchó de la ciudad. Tiempo después alguien le vio en Acapulco ofreciéndolos a los turistas. Regresó hasta que Mondragón terminó su período.

Y así don Salvador embanquetó una buena cantidad de calles de la ciudad y los devotos de Baco, tuvieron la satisfacción de colaborar con la obra. Pero antes de terminar su mandato renunció a la presidencia para aceptar la candidatura a una diputación federal --seis meses antes como marca la ley-- y su puesto lo ocupó don Juan José Rebollo. Y al mencionar su nombre tenemos que recordarlo como uno de los fundadores de la Asociación de Charros y que él, junto con otros jóvenes de su tiempo, lo fueron desde los tiempos de don Porfirio.

En su lugar fue llamado un bribón expresidiario, Felipe Cardoso, quien sólo duró unos meses, pues los exiguos ingresos de la tesorería no saciaban sus ambiciones. Renunció y terminó aquel agitado trienio, sin pena ni gloria, José Ayala “el patafina”.

Al rendir su único informe, don Juan José dijo con sencillez y honestidad: “nada pude hacer, porque la tesorería me la entregaron sin un centavo y como la recibí la entrego”.

CEMENTO PARA BANQUETAS Don Salvador Gómez Centeno (1955-58) fue otro de nuestros ilustres ciudadanos. Hombre de ideas prácticas y de resoluciones inmediatas. Decidió que las calles del pueblo necesitaban banquetas y como

UNA ESCUELA, UNA CÁRCEL Y UN MERCADO En esas condiciones, Jesús Uribe y Uribe recibió la presidencia. Hombre de empresa decidió desde luego construir un edificio para la secundaria Antonio Caso, que desde su fundación en 1951, por un patronato que presidió el doctor Guillermo M. Rojas, funcionaba en casas rentadas, totalmente inadecuadas para su función pedagógica. El edificio fue construido en la esquina de Cuauhtémoc y Zaragoza, el mismo que actualmente ocupa la escuela Francisco Villa. Y para los presos --ciento ochenta en aquél entonces-que vivían amontonados en lo que después fue la cárcel preventiva, y para cuyo alimento el presupuesto municipal era de cincuenta centavos por cabeza, pensó en una cárcel en la que pudieran tener espacio para trabajar y vivir en condiciones más humanas. De esa

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idea surgió la actual cárcel y la industria de los muebles de vara que funciona dentro del penal y permite a los presos ganar lo necesario para la subsistencia de sus familias y les proporciona un oficio para que, cuando salgan en libertad, lo desempeñen y rehabiliten sus vidas. De don Ernesto Callejas (1961-64) cuentan que cuando llegó de Huichapan --in illo tempore-- era un hombre que “pensaba claro, pisaba recio y hablaba fuerte”. Como presidente cumplió su función con todo empeño y decoro. A iniciativa suya y con la ayuda del gobernador Manuel González Cosío, se obtuvo un préstamo de Banobras y se construyó el actual mercado Reforma.

de eso Suárez Muñoz no podía dormir tranquilo. Los partidarios de la perdidosa, durante horas, armaron un escándalo mayúsculo frente a su casa. Pero al licenciado Suárez Muñoz se le recuerda por otras cosas mucho más importantes, como adoquinar las calles de Hidalgo, remodelar la Plaza Independencia y dejarla como ahora se encuentra, así como su decidido apoyo, moral y material, para la creación de la Preparatoria San Juan. UN CONSTRUCTOR DE ESCUELAS Don Raúl Olvera Aróstegui desempeñó su gestión con gran energía y dinamismo. En el medio rural construyó escuelas en donde no las había y prácticamente no dejó ejido sin escuela. En la ciudad puso en orden a varios “juniors” que se creían intocables, entre ellos uno que gustaba de pasear a caballo en los jardines de la Plaza de los Fundadores y otro que a bordo de un carro deportivo confundía las calles de la ciudad con pistas de autódromo.

MI REINO POR UNA DAMA Narra la historia que Eduardo VIII de Inglaterra prefirió abdicar al trono que renunciar al amor de una mujer, que por no ser noble y además divorciada, no fue aceptada para reina de ese país. Manuel Suárez Muñoz (1964-67) se metió en un lío tremendo por la elección de una reina; pero no para él, sino para las fiestas de San Juan del Río con motivo de su 435 aniversario. Eran dos bellas mujercitas, tan merecedoras una como otra de ocupar el trono, una de ellas era alumna de la preparatoria que poco antes había iniciado sus actividades y el director de la escuela había aceptado su postulación siempre y cuando la mitad del importe de los boletos que vendieran los alumnos en favor de su compañera, fueran para beneficio de la escuela, que se había iniciado en condiciones casi heróicas, sin mesabancos (diariamente la cervecería Modelo, que estaba casi enfrente del local que entonces ocupaba la escuela, les prestaba sillas, que cada alumno tenía que recoger y regresar). El trato fue aceptado por el presidente. Pero el día de la elección, poco antes del cierre, los alumnos se presentaron con un cheque para votar por su candidata. Los jueces consideraron que era contra el reglamento de la elección y no lo aceptaron. Los ánimos se alteraron entre los partidarios de una y otra; intervino el presidente y el cheque fue aceptado dándole el triunfo a la preparatoriana; pero a cambio

En materia de obras públicas, embelleció al Plaza de Santo Domingo y amplió la red de agua potable por una de mayor diámetro. Por sugerencia del entonces gobernador Juventino Castro Sánchez se contrataron los servicios de una constructora y se iniciaron las obras. Estas ya iban avanzadas, cuando don Raúl advirtió que los materiales empleados no eran de la calidad especificada en los contratos y de inmediato exigió que los repusieran de acuerdo a ellos. El lío se hizo grande, porque la empresa contratada era propiedad de un pariente cercano del gobernador que la había recomendado; pero don Raúl no cedió y las obras se rehicieron y terminaron en las condiciones estipuladas inicialmente. DÉCADA DE LOS SETENTAS Procedente de Querétaro, de donde es originario, y sólo con el tiempo suficiente para cumplir el requisito constitucional de residencia para poder ser electo

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Plano de San Juan del Río


presidente, llegó aquí el licenciado Enrique Burgos García. Al asumir sus funciones se convirtió en el presidente más joven que hayamos tenido, había cumplido apenas veintitrés años.

cuadrados. Se urbanizaron las colonias Benito Juárez, Fátima y la del Riel. Quizá el mayor éxito de su gestión, fue el haber solucionado pacíficamente el espinoso problema de los paracaidistas que aterrizaron en los terrenos que eran propiedad de la familia Mier y que ahora integran las colonias Juárez y del Riel.

Pese a su juventud, su inteligencia y sobre todo su don de gentes, le permitieron desempeñar con todo acierto la difícil encomienda. Como presidente se le recuerda con respeto y como persona se le guarda gran estimación.

Esto fue en tiempos de Luis Echeverría y quien manejaba a los invasores de tierra era un hombre de todas sus confianzas, el diputado Humberto Serrano (mismo que utilizó para invadir el fraccionamiento de la cooperativa del periódico Excelsior y provocar la salida de Julio Scherer, entonces director del prestigiado diario). No fue la primera incursión que hizo en San Juan el mencionado diputado, años antes trató de hacer lo mismo en terrenos de El Parián y ranchos circunvecinos).

Entre sus obras importantes, se cuenta la restauración de la parroquia, el adoquinado del atrio y un costado del templo, que realzaron la belleza de conjunto del centro espiritual de los sanjuanenses. Gilberto Ugalde, sin haber terminado la primaria y sin experiencia política, pero audaz e inteligente, llegó a presidente. Como buen jugador hizo posible el establecimiento del palenque e impulsó las ferias. Durante su gestión armó varias “broncas”, unas las ganó y otras las perdió. En obras públicas, mandó quitar el feo monumento que sostenía la estatua de Juárez (por cierto que ésta la guardó en la cárcel) y construyó el andador frente al Santuario.

Un miembro de la familia Mier que era el encargado de vigilar las posesiones de la familia y que hacía frecuentes viajes a esta ciudad, al saber de la invasión de sus propiedades murió de un infarto. Don Jorge Herbert, ciudadano ejemplar, honesto y trabajador, asumió la presidencia para el período 1976-79. Inició sus actividades con gran entusiasmo y magníficas perspectivas, pues en el gabinete presidencial tenía un gran amigo --casi un hermano-el entonces Secretario de Hacienda y Crédito Público, quien le ayudó a conseguir créditos y hacer grandes obras para beneficio de San Juan del Río.

María Dolores Paz --Lolita-- nuestra única alcaldesa, terminó el período de Gilberto. Muchas feministas lamentaron que en los seis meses de su gobierno no hubiera enfrentado el problema de las madres solteras y los hijos abandonados (San Juan tiene el porcentaje más elevado de madres solteras en toda la República) problema que hubiera resuelto implantando el servicio conyugal obligatorio. De tal suerte que hombre que no exhibiera su cartilla matrimonial no pudiera obtener ningún empleo, ni gozar de sus derechos constitucionales. No tuvo tiempo para eso Lolita, pero cumplió con discreción y acierto.

Entre sus proyectos figuraban: la construcción de un nuevo mercado, la ampliación del Reforma, un nuevo rastro y un enorme auditorio; construir también una red de caminos vecinales que uniera poblaciones lejanas de la cabecera municipal. Tenía uno y mil proyectos por realizar.

Gran actividad desarrolló el ingeniero Gustavo Nieto durante sus tres años de gobierno. Amplió las calles de Pino, Francisco Villa y División del Norte. Lo que era el Camino Real, de la vía del ferrocarril a la carretera de Tequisquiapan, lo convirtió en un bonito boulevard. Se empedraron en las calles de la ciudad 194,00 metros

En la ciudad empezó por adoquinar la calle Hidalgo, en el tramo de la Plaza de los Fundadores al Mercado Reforma, continuó con las calles de la misma plaza, luego el costado del templo del Sagrado Corazón, hizo

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C. Jorge Herbert PĂŠrez Ex presidente Municipal


pasaje (también adoquinado) la calle Leonardo Bravo. Alumbró la ciudad con lámparas de sodio.

mejor calidad y menor distancia, 160 kilómetros a la frontera, mil a la ciudad de México.

Empedró los caminos a El Sitio, Santa Rosa Xajay, Casablanca y Santa Cruz Escandón. En materia de educación consiguió que se instalaran en la ciudad: la Escuela Normal, el Conalep, el Cebetis y la Secundaria Técnica; varios kínders incluyendo una docena de éstos en diferentes comunidades rurales.

Por fortuna don Leopoldo rectificó los caminos y terminó su gestión, haciéndose acreedor al respeto y afecto de los ciudadanos. Varias fueron las obras importantes que realizó durante su gobierno: la ampliación del mercado Reforma, terminó el mercado Juárez y el rastro, pero el Centro Cultural y de Convenciones, que es una réplica del Charles de Gaulle en París (guardando las debidas proporciones en cuanto a sus dimensiones) será siempre un hermoso recuerdo de su paso por la presidencia. Del licenciado y teniente el Ejército Nacional, Federico Gómez Vázquez, solamente diremos que ocupó la presidencia de octubre de 1985 a septiembre de 1988.

Inició las obras del mercado Juárez y la ampliación del Reforma; pero... vino una más de la devaluaciones y Banobras suspendió los créditos, el mercado Juárez estaba casi por terminarse, en el Reforma se había avanzado sólo un 20% de la ampliación. Estas fueron algunas de las obras que realizó don Jorge y que recuerda con satisfacción. Y quizás lo que mayor satisfacción le produce, es que cuando ya en ejercicio del ingeniero Peralta se inauguró el mercado Juárez, al presentarse él, quienes habían adquirido locales, le tributaron una cerrada ovación por varios minutos. El ingeniero Leopoldo Peralta, hombre dinámico y empresario nato, pero sin ninguna experiencia política, tuvo un mal principio, principalmente porque trataba a los ciudadanos como si fueran empleados o trabajadores de alguna de sus empresas, lo que provocó la animadversión de la gente en su contra; otro serio error fue hacer venir de Monterrey (de San Pedro Garza García, un municipio modelo cuya cabecera habitan los millonarios regiomontanos) un grupo de personas para que lo asesoraran. No tomó en cuenta el ingeniero Peralta que la idiosincracia de aquellas gentes del norte es totalmente distinta a las del centro del país. Ellos son eminentemente pragmáticos, la formación de las gentes en el centro --por lo menos de la clase media para arriba-- es de tipo humanístico. Allá su comercio lo realizan principalmente con el país vecino, sus hijos que siguen carrera estudian en universidades del otro lado, en fin allá resuelven la mayoría de sus problemas de maquinaria, refacciones etc. Las razones obvias,

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El rayo * Juan Barrera Cordero

Coyoacán, D.F., 1991

La muerte pone fin a una vida, pero no a una relación, que en la mente del sobreviviente sigue pugnando por resolverse. Algo que quizás nunca logrará. ¡Qué importa al fin si acaso lo quise o si él me quiso! Pero cuando oigo la palabra “padre”, sí me importa.

* Texto escrito en ocasión del fallecimiento de mi padre, en junio de 1991

una sola recámara con tejado de asbesto. En las noches de lluvia sonaba como un tambor y se humedecía por dentro. Allí estábamos mi hermano y yo que compartíamos una cama: la tormenta rugía, nuestros cuerpecillos luchaban contra el frío. Mientras tanto, mi padre, con su lámpara y su libro, se mantenía enhiesto, hendía la noche. Llegaba la paz, él velaba.

GENE HACKMAN: “I NEVER SANG FOR MY FATHER”. Mi padre murió hace varios meses; apenas estoy empezando a sentir la dimensión de ese vacío. He seguido viviendo mi vida habitual, apresurada, llena de solicitudes externas que debo responder. Hoy, en la claridad de un domingo, de otro domingo como aquél, su ausencia se me hace presente con toda la franqueza brutal de la muerte. Su ausencia con nuevo apellido quiero decir: para siempre.

Mi padre era desde luego un gran lector. Uno de sus libros predilectos se llamaba “Las grandes amistades”, un verdadero ladrillo, lo que se llama un volumen; para él casi un fetiche. Nunca supe qué trataba, recuerdo el título, recuerdo el dato. Supongo que le recordaba el mundo y la vida que había construido, y después perdido inopinadamente. Sin embargo, para mi padre era grande el vecino, el colega, el pariente, el paisano... Sabía transmitir calor y aprecio excepcional sin distinción de credo, color o condición social. Para mi padre la amistad era lluvia de flores preciosas.

Mi padre bromeaba algunas veces diciendo que en tal y cual esquina de la calle de Cuauhtémoc había nacido hacía tantos años el hombre más ilustre de San Juan del Río, él mismo, claro. Esto, sin embargo, él se lo tomaba muy en serio. Quiero decir: creo que en su propia opinión él era verdaderamente “el hombre más culto de San Juan del Río”, y no reconocía mayores, ni siquiera iguales.

En contraste otra imagen, quizás más reiterada de mi padre, es la un hombre serio, casi solemne, que parecía protagonizar la respetabilidad y la rectitud en persona.

Por supuesto, Juan, el hijo primogénito de Salvador Barrera, se creía también, medio en serio, medio en broma, todo eso y más: mi padre “el hombre más culto de San Juan del Río”; yo, a la vez, su hijo y su mejor amigo.

Cuando yo veía caminar a mi padre, con su gran calva, su solemnidad y sus lentes, me parecía que caminaba el pensamiento. Hoy sé que la inteligencia por sí misma no nos hace respetables, tampoco nos hace menos frágiles o contradictorios, solamente nos hace inteligentes.

Ahora sé que esto no era cierto, o tal vez lo era. Pero sé que no importa, o tal vez sí importa; en todo caso ya no puedo tomármelo en serio. Pero recuerdo mi infancia en el pueblo, mis paseos con mi padre, mi amigo. Él me enseñó a pensar, me enseñó a ver el mundo, me enseñó a amar los libros. En los primeros años en San Juan del Río, nuestro alojamiento en la casa de mi abuelo era

¿Cómo era entonces mi padre? –Un hombre limpio, sin dobleces, que tuvo el mérito de buscar y encontrar la manera de elevarse sobre las limitaciones de su medio. Un hombre que aprendió algunas cosas, y sintió, creyó y se comportó como si lo hubiera aprendido todo. Honesto y amable, siempre cordial, pero también frágil y vulnerable, cuando fue sacudido por la vida se 29


derrumbó casi sin resistencia. Generoso en la amistad, efusivo y abierto en sus afectos, pero lastrado por su ingenuidad y por su arrogancia, sin firmeza y sin autocrítica. Y para su propia desgracia, sin sentido de responsabilidad.

Barrera, hombre íntegro, murió”, y que poco después una revista publicó una semblanza suya, como también que muchas personas sintieron en forma muy íntima su desaparición. Sin embargo, no fue sino varios meses más tarde, a raíz de un homenaje en la forma de una ofrenda tradicional de Día de Muertos, realizada en la Casa de Cultura Municipal, que tuve una perspectiva diferente de su ausencia. Caí repentinamente en cuenta que con él se había ido también el amigo, el maestro, el periodista Salvador Barrera.

Así era Salvador Barrera, el hombre que acabó con mi padre. ¡Me lo mataba cada vez que lo veía! Sin embargo, a su vez estaba él allí: un hombre que necesitaba amor y que reclamaba a su hijo. ¿Hay amor en estas líneas? Supongo que sí, en todo caso hay una liberación. Él nos liberó finalmente. Yo sentía una inmensa compasión por ese hombre, y sentía también una rabia y un dolor muy intensos por la destrucción, inexorable y cruel, de mi padre: mi papá queridísimo.

¿Quién era este “hombre íntegro”, según el semanario, este licenciado Barrera a quien “queremos hacer un reconocimiento por su aportación a nuestra formación”, en palabras de egresados de la Escuela Preparatoria, este “único periodista profesional en nuestro medio”? –Pues... ¡Quién sabe!

Pocos meses antes de su muerte, escribí una carta para él y mi madre. Algo así como un balance, al cerrar mi juventud, y sus últimas palabras eran estas: “Desaparecen todas las horas de confusión y dolor y nuevamente siento que amo a mis padres”. Así que de alguna manera traté de ponerme en paz con mi padre, porque de veras quería hacerlo, y qué bueno que fue así y que lo hice mientras era posible, porque es un soplo la vida.

Francois Mauriac nos dice en “El Desierto del Amor” que nadie escapa a esa ley, según la cual el ser que amamos advierte siempre nuestras menos pulcras facetas, mientras que ante otros, cuyo reconocimiento tal vez no tiene ningún valor, nuestro rostro resplandece y nuestras palabras y actos adquieren un valor sobresaliente.

Su muerte en realidad no resultó una sorpresa, en cambio sí lo ha sido su ausencia, pues en el vacío he venido reconstruyendo uno a uno sus rasgos, todo aquello que durante los últimos años estuvo tan callado. En nuestra relación se fueron apagando una a una muchas facetas, hasta quedar reducida a su mínima expresión; pero desde luego estaba él aquí, ahora en cambio se ha ido.

Parecería inevitable que nuestra percepción de una persona se dé a través de la relación que nos une a ella. En el caso de nosotros, esta relación como he dicho se había deteriorado mucho. Creo que este distanciamiento en mi caso es explicable, pues para crecer tuve que arreglármelas sin él y a pesar de él. ¿No valdrían entonces argumentos semejantes en su propia circunstancia? –No lo sé. Nadie lo sabe. No es el hombre autoridad para emitir juicios sobre el hombre.

Esta es una sensación extraña, me sugiere la pérdida repentina de uno de esos arcones en que atesoramos a lo largo del tiempo cosas que quedan ocultas, y que sin embargo nos nutren y forman parte de nosotros: sabemos que se encuentran ahí, latentes. Al desaparecer, comienzan a hacerse presentes con nitidez los tesoros ocultos que hemos perdido definitivamente.

Ciertamente este no es el punto importante, sino esta enseñanza, que tal vez sea todavía útil: que nuestra percepción del valor de una persona se da fatalmente a través del cristal de la relación que nos une, y esto tanto para bien como para mal. En este caso, viene a ser a la vez un alivio y una reivindicación comprender que Salvador Barrera era mucho más, y también mucho mejor, que mi padre.

Es cierto que después de su muerte apareció en un semanario una nota con este encabezado: “Salvador

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Salvador Barrera un gran historiador y periodista Periódico El Tiempo (Junio de 2007)

Armando Guerra Vázquez

Hablar del destacado periodista Salvador Barrera Rivera es hablar de un hombre polifacético que tuvo la oportunidad de incursionar en diversas actividades, tanto en el magisterio, el deporte y el ejercicio periodístico.

obstáculos decidió aventurarse en el apasionante oficio del periodismo y todo esto ocurrió cuando conoció a Joaquín Villasana quien era un joven reportero de “El Nacional”. “Joaquín me metió al periodismo cuando me invitó a trabajar como reportero de la fuente deportiva en su periódico, no lo pensé dos veces pues creía que el escribir me traería grandes ganancias económicas”, decía Salvador al tiempo que aseguraba que el periodismo había sido para muchos carrera, mientras que para otros trampolín para enriquecerse ilícitamente.

Vaya entonces un merecido homenaje a manera de semblanza al historiador, periodista y amigo que, por sus méritos propios, dejó en vida una imborrable huella y un profundo recuerdo entre quienes le conocimos. El director (Armando Guerra) de EL TIEMPO llegó a ser periodista gracias a este gran hombre que lo recomendó para que ingresara a la Escuela de Periodismo “Carlos Septién García”, donde había sido alumno destacado y después profesor en la materia de Redacción y Estilo.

Al darse cuenta Villasana que su amigo Salvador contaba con los suficientes dotes para ser un buen periodista, le vuelve hacer otra invitación, pero esta vez para que estudiara en la Escuela de Periodismo de la Acción Católica (hoy Carlos Septién), así fue como entró a estudiar en el año de 1952, cuando era director el mismo Septién García.

Salvador Barrera nace un mes de diciembre de 1927 en el todavía apacible San Juan del Río; eso ocurrió en una casona que existía en la esquina que conforman las calles de Aldama y Cuauhtémoc. Fue el segundo de 4 hijos de una modesta familia sanjuanense que se había ganado el cariño y aprecio de la sociedad.

Durante su época estudiantil conoce a su compañera de estudios Dolores Cordero con quien contrae matrimonio, pero como en todo problema conyugal, se divorcia y hace su vida familiar y laboral aparte.

Aunque desde su infancia sus padres se lo llevaron a vivir a la Ciudad de México, no fue sino hasta la edad de 8 años cuando, al lado de su familia, regresa a su lugar de origen, San Juan del Río; también en la escuela que existía en lo que ahora se conoce como “Joyería La Guadalupana” en la calle 16 de septiembre.

Su esposa, al seguir el periodismo, llegó a ser jefa de redacción del aún prestigiado periódico “La Jornada” de la capital del país en 1990, cargo que acaba de dejar debido a su edad.

Desde muy joven “Chava” Barrera inició a trabajar como cajero en la antigua Junta Local de Aguas (actualmente JAPAM), por lo que es preciso recordar que para ese tiempo sus oficinas funcionaban en lo que ahora es la Casa de la Cultura de la ciudad en la avenida Juárez.

Entre los compañeros de estudio con quienes Salvador compartió pupitre y experiencias, están algunos conocidos y hoy destacados personajes como el eminente escritor Vicente Leñero, el director de la Septién, Manuel Pérez Miranda, y Gerardo Medina, conocido político del PAN.

Su entrada al mundo periodístico fue muy circunstancial como él mismo narró antes de morir, así ante todos los

Salvador Barrera realizó una amplia carrera dentro del medio periodístico ya que tuvo contacto con gente de

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gran reconocimiento que labora en algunos periódicos nacionales, por ejemplo se sabe que laboró en la revista “Crucero” al lado de su director Manuel Buendía . En aquella revista tuvo como compañeros al reputado periodista de “El Reforma”, Miguel Ángel Granados Chapa, asimismo trabajó al lado del columnista de primera plana de “El Universal”, Félix Fuentes, que alguna vez también fue director de “El Ovaciones”. Después de recorrer varias salas de redacción de diversos diarios de México, regresa a su tierra natal y funda la revista regional “Versión de Provincia”, que ha sido una de las mejores de su tipo que se hayan editado en todo Querétaro. Aquella revista cumplía en lo informativo y cultural con las principales reglas de una verdadera publicación, sobre todo por la calidad de su papel, su excelente presentación y el contenido de sus reportajes. En su “Versión de Provincia”, Salvador Barrera fungía como director, mientras que en las Relaciones Públicas nombró a su gran amigo, el joven abogado Enrique Burgos García, a quien guardó siempre una estimación y respeto. Durante el gobierno de Rafael Camacho Guzmán en 1981, recibió el Premio Estatal de Periodismo dentro del género de “Artículo”, que había publicado en su revista bajo el título de “La mujer y su tiempo”. Dentro del magisterio, Salvador Barrera participó también y aún se recuerda cuando recién egresado de La Septién, impartió la cátedra de Redacción y Estilo, sin embargo, desde su época juvenil, allá por 1952, en tiempos de la primera secundaria en San Juan, fue el primer profesor de educación física en la “Antonio Caso”. Finalmente, en sus últimos días, fue maestro de varias generaciones de la Escuela Preparatoria San Juan, donde impartió clases sobre Redacción e Historia Universal.

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El día que dejase de recibir tus cartas Zamná Aurora Alegría Cano

Maldito el día que dejase de recibir aquellas cartas tuyas, cuyas líneas, sin garigoleo, adornan el roce de tus sentimientos sobre el papel. Las caricias en el punto exacto que tu voz toca dentro de cada fibra en mí.

efímeramente todas las cosas en este mundo que dan tumbos irritantes y desmedidos. Maldito el día en que esa piel de moca tenue, dulce y salada, apartase de sí la apetencia por la palidez que me baña todo el cuerpo. Cuando tus palmas dejasen de reclamar la diminutez de mis senos y mis brazos ya no pudieran afianzarse a tu espalda en esas tardes despeinadas donde me salvas de mí misma.

Maldito el día que tu amor huyese de este bosque mío, cuando se perdiese entre el barullo de cada rama y se marchase para siempre, dejando en mí, a cada paso de tu huida, manantiales borboteantes de penas acuosas y saladas.

Maldito el día en que se muriesen mis esperanzas de dormir cada noche bajo el abrigo de tu regazo; cuando se fugara la ilusión de vivirnos en donde sea, como sea que la vida llegue… cuando se fugara la ilusión de ver amanecer tus ojos de noche.

Maldito el día en que tus labios dejasen de mencionar ese nombre mío que ellos se saben de memoria; cuando olvidasen cómo era extrañar el tacto de mi boca impetuosa y hambrienta. Misma boca que busca entre tus besos para no morir agónicamente en el olvido de tu sabor.

Mas, entre tanta maldición al único día indeseado, me atrevo a bendecir todos los días de la vida tuya y la vida mía, con la osadía de pensar que bajo las bendiciones del amor que nos profesamos, aquel día maldito jamás habrá de existir.

Maldito el día en que un poema no evoque mi rostro en tu mente, o cuando el rastro que han sembrado nuestros andares en las calles coloniales de esta vieja ciudad se borrasen de repente, así como se borran 34


¿La vieja montaña de Sísifo se desmoronó? Adrián Botello Mares

En la historia nadie pidió vivir: ni tu mamá, ni tu papá, ni Freud, ni Edipo, ni Electra, por tanto, ni tu abuela, ni tu abuelo, ni tu ADN; seas norteño, sureño o europeo; ni siquiera la hormiguita o el mosquito que te fastidia o el arbusto del desierto. Sufrir o morir están en el mismo nivel y, precisamente, el existencialismo nos lo ha hecho ver; hacer consciente a nuestros problemas como tormentas hechas en vasos de agua y como burbujas que nos prohíben dimensionar el dolor y, en consecuencia, responsabilizarnos conscientemente.

En este escrito me he dedicado específicamente al sentido de la vida como definitorio de ese desmoronamiento en un proceso vivo y activo. Tomemos de ejemplo al Edipo de Sófocles, referido en el propio mito de Sísifo camusiano (Camus, 1995), quien siendo consciente de lo absurdo de la vida es al mismo tiempo ciego y desesperado, al reconocer que el único vínculo que lo mantiene al mundo es la mano fresca de una muchacha; el sentido de su vida, su esperanza existencial: “…y tú y yo muchacha, vamos a volar, vamos a abolir las penas, vamos a cantar” (Meza, 1990). ¿Qué sucedería si Edipo pierde esa esperanza o sentido de vida? ¿Qué sucedería si experimenta un fracaso o decepción de tal magnitud que la razón de su existir se desmorone? ¿Por qué habría de seguir Edipo anclado al deseo de esa mano fresca de una muchacha? Probablemente Edipo podría sugerir que si se desmoronase ese sentido de la vida se desmorona su montaña, por la cual había establecido ya una rutina. El problema aquí es que ese sentido de vida está puesto sobre un agente externo a sí mismo, es decir, sobre un otro, en este caso, una mujer.

El título de este escrito, más allá de ser la primera oración de una canción de Arturo Meza, conlleva un significado desde la tradición existencialista y, más concretamente, en referencia al trabajo de Albert Camus sobre el mito de Sísifo. La profundidad a nivel filosófico de este escrito radica en la experiencia existencial de quien se la apropie. El significado que se emite en el desmoronamiento de la vieja montaña de Sísifo se entiende en tres partes: la primera referida a la vieja montaña, es decir, entendida como la vida misma, la interacción dialéctica de un mundo objetivo y subjetivo en la existencia de cada sujeto humano, a decir, su carácter fenomenológico. La segunda parte referida a Sísifo, entendida en el cómo el propio sujeto se ve encarnado por ese mítico personaje, en este caso, representando una vida humana, de cada sujeto, escrita desde el primer paso en el ascenso con la roca y, paulatinamente, en el avance de cada paso, de cada rodada, de cada desgajo hasta el final de su vida (curiosamente de subida y de bajada). Por último, la tercera parte referida a la acción, es decir, al desmoronar, de tal manera que el desmoronamiento implica la experiencia del sujeto que se apropia del papel de Sísifo y, por tanto, es el final basado en una experiencia existencial particular que se asocia con dicho desmoronamiento.

¿Qué sucedería entonces si el sentido de su vida nunca hubiera estado determinado en una muchacha, sino en sí mismo? La respuesta en este caso sería, quizá, más sartriana. Ya que el ser humano, a diferencia de los otros seres y objetos, es un ser dedicado para sí mismo, un ser para sí, necesariamente complementario en esa realidad de un mundo objetivo e intersubjetivo; estando la responsabilidad siempre en uno mismo, no en los demás, no en otro sujeto, no en una muchacha. El ser humano se hace a sí mismo en un eterno presente o, como dijera Sartre (1954), a partir de la nada y está expuesto a una libertad necesaria, quizás angustiante, pero necesariamente dispuesta en conocerse a sí mismo, en el propio cogito, como bien nos lo decían Sócrates o Descartes. Es justo la desesperanza lo que implica que seamos

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libres y ello depende de nuestra voluntad y acción. No obstante, el conocerse a sí mismo no es independiente de los otros, ya que, como bien lo señala Sartre (2017), en el cogito uno se descubre a sí mismo, pero también a los otros y se descubre la condición de la propia existencia, ya que no se puede ser nada salvo que los otros lo reconozcan por tal. La existencia de la montaña, de la roca y de Sísifo seguirá hasta que este último muera. El sentido de la vida de Edipo, a final de cuentas, no es la muchacha en sí, sino Edipo para sí, su propia existencia, pero Edipo quizá confunde esa autenticidad de su ser o simplemente fue su elección de vivir o morir, ya que era consciente. La montaña no se desmorona con la pérdida de ese sentido de vida, sino por el contrario, refuerza la angustia de la propia libertad, de hacerse a sí mismo, de ser responsable de sí mismo, de hacer nuevos sentidos de la vida, en toda la existencia, en cada rodar de la roca, en cada altitud de la montaña hasta que muera. Se permite la libertad, se permite la consciencia de no ahogarse en vasos de agua y romper burbujas. El existencialismo “abre puertas y derrumba muros de laberintos sin salida” (Meza, 1992). Referencias —Camus, A. (1995). El mito de Sísifo. Madrid: Alianza Editorial. —Meza, A. (1992). Amar. En A la siniestra del padre (CD). México: Gente de México. —Meza, A. (1990). Sísifos. En Para un compa (CD). México: Gente de México. —Sartre, J.P. (2017). El existencialismo es un humanismo. México: Editores mexicanos unidos. —Sartre, J.P. (1954). El ser y la nada. Buenos Aires: Iberoamericana.

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La bondad del egoísmo racional Aidé Cabrera

El egoísmo es una palabra popularmente mal percibida, sin embargo, su significado es “la preocupación por los intereses personales”. Por un momento detengámonos a pensar y cuestionar este significado.

con él, darle consejos o incluso tratar de persuadirle con argumentos válidos (resultado de la lógica) y en ese camino convencerlo, no obstante, si el joven es un egoísta racional también analizará la situación de forma lógica y coherente, nunca perdiendo de vista sus propios intereses para posteriormente tomar una decisión, y esa decisión será para su propia vida. Sin embargo, a veces ocurre esto, y otras no, ya que existen personas que se creen con el derecho de dictar la vida de otros, ya sea siendo el dictador de la vida de otros y beneficiario de un interés ajeno o sacrificándose por la satisfacción de un interés que no es el propio.

Si analizamos, preocuparnos por nuestros intereses personales es algo neutro, pues dentro del significado no refiere qué tipo de intereses personales queremos o a qué le llamamos “nuestro interés personal”. Aquí es donde entra nuestra capacidad de ser racionales. Como seres humanos poseemos la capacidad de utilizar la lógica, percibir la realidad tal cual es y actuar en consecuencia, así que si logramos justificar de forma válida nuestros intereses personales llegamos al EGOÍSMO RACIONAL.

El que muchas veces esto ocurra no significa que esté bien, significa que hay una falta de cuestionamiento al respecto, pues, parece que se da por hecho que así debe ser, porque ser egoísta está mal, actuar en tu propio beneficio es mal visto, pareciera que siempre hay que estar al pendiente de las demandas ajenas, de los requerimientos y felicidad de los demás, pero no de la propia. Sin embargo, desafiar este significado para verlo de forma objetiva y racional hace que actuemos como verdaderos seres humanos y utilicemos nuestra capacidad que por naturaleza nos es dada, la razón.

El egoísmo racional presupone que debemos perseguir nuestro interés propio y que ese interés debe ser racional, es decir, justificable, defendible, coherente, válido y, por lo tanto, sin daño a terceros. Por otro lado, el tema de no dañar a nadie presupone no causar un perjuicio, ello no implica si alguien se siente ofendido, repito se siente ofendido, no que tenga razones válidas para ofenderse, es decir, el ejemplo de un hijo que quiere perseguir alguna carrera profesional de su agrado implica que persigue su propio interés y no le causa daño a nadie con ello, sin embargo, supongamos que los padres se sienten ofendidos por que su hijo no quiere seguir la carrera que a ellos les hubiera gustado. Si los padres fueran egoístas racionales perseguirían su interés propio, individual, personal y perseguirían su propia felicidad, viviendo su propia vida, eligiendo lo que es mejor para cada uno de ellos de forma particular, es decir, sus intereses propios y no los de alguna otra persona (incluyendo su hijo).

Pero la razón no es una habilidad que se activa de forma automática y si no volteemos a ver los desastres que se causan por la falta de uso de esta. Si pudiera ejemplificarlo de la manera más simple sería con un objeto equis. El celular, por ejemplo, tiene sus características propias; está hecho de ciertos materiales y está programado para funcionar de cierta forma, así que podríamos usarlo como pisapapeles, como artefacto para golpear a otro, como un celular propiamente, incluso no usarlo y dejarlo en un rincón abandonado, etc., en el ejemplo contrario, ¿qué pasará? El celular se quedará ahí sin uso, se empolvará, y jamás podrá desarrollar su máximo potencial a menos que alguien llegue a usarlo

Esto no significa que no les importe la vida de su hijo (aunque incluso podría ser así) ya que pueden platicar

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como sus características propias le permitan y así ser lo mayormente útil que pueda llegar a ser.

utilizando todos los recursos dados como ser humano propiamente y los que puede adquirir del mundo que lo rodea.

Nuestra razón es algo parecido, todos los seres humanos poseemos esa capacidad, a excepción de las personas que cuentan con algún tipo de enfermedad mental momentánea o permanente y que por ello se ven imposibilitados o limitados en algún aspecto a usar su razón. Pero de forma general, exceptuando estos casos, los seres humanos en todo momento, en cada segundo de nuestras vidas, estamos en posibilidad de ser racionales, pensar, ver la realidad de manera objetiva y actuar en consecuencia, sin embargo, hay un factor que hace la diferencia entre una persona racional de la que no lo es, y es la voluntad.

Algunos se preguntarán y ¿qué pasará con los demás, si persigo mi interés propio? Bueno, si uno persigue su interés propio racional y los demás hicieran lo mismo, no habría necesidad de preocuparse por los demás, si cada uno actuara conforme a sus intereses racionales el mundo sería más benevolente. Entre personas racionales no hay conflictos de intereses ya que cada uno es capaz de justificar sus actos de forma lógica y válida, y así, la interacción de ellos se lleva en un ambiente de acuerdos y nadie se ve forzado o sometido, es decir, si el interés de uno coincide con el interés de otro, se llevan a cabo tratos de forma voluntaria, justa y razonable, si no es así, no se trata con ellos, se les deja seguir su propio camino y nosotros seguimos el nuestro.

Así es, la voluntad que una persona tiene para ser capaz de desafiar los conceptos utilizados en su vida y aplicarlos de la manera correcta, para así poder tener la capacidad de interactuar con la realidad de forma coherente y poder alcanzar la más alta felicidad posible como individuo, desarrollando su máximo potencial, 38


¿Con qué carne está hecha la angustia? Abraham Cortés

Arrojados al mundo, caídos en el abismo del hedor nacemos y el primer grito que vocifera nuestra boca es el comienzo de la muerte. Los minutos desfilan por nuestra piel haciendo de nuestra existencia la ridícula historia del suicida. Miramos el risco, anhelamos el cielo y nos preguntamos: ¿por qué no saltar? ¿Por qué no nos vamos al carajo?

siempre a algo determinado, mientras que la angustia es la realidad de la libertad como posibilidad antes de la posibilidad. Por eso no se encuentra ninguna angustia en el animal; justamente porque éste, en su naturalidad, no está determinado como espíritu” [El concepto de la angustia, I: V].

Sentimos cómo se eriza nuestra piel; la posibilidad sigue latente. Tendemos hacia la decadencia. El hombre pareciera ser que se encuentra solo, abandonado, libre, convicto, patético, autónomo. La eventualidad crece ante el fruto de la consciencia, del existir, del reconocerse. La finitud de él se desnuda sobre el mundo que lo acompaña. La situación de saberse en él es el sufrimiento constante, el castigo, la congoja, la pena, el dolor, la angustia.

Kierkegaard, asoma su cabeza en las ranuras del hombre y palpa entre sus dedos la angustia, concepto central para su filosofía y elemento insoslayable para el existencialismo. ¿Qué es la angustia? Asombrosa pregunta que penetra como un cuervo hambriento dentro de la masa encefálica de Kierkegaard y que, bajo comisuras foscas, va tragando lentamente la pasmosa situación en la que se encuentra, en la que nos desmoronamos, en la que el hombre se convierte en una minúscula parte que le asombra, que le aterra, que lo convierte dueño de sí y a su vez en verdugo. La autonomía nos convierte en vida y muerte porque en un instante, en un parpadear, en un segundo, la extrañeza del mundo nos golpea y “el sentido” se vuelve un complejo serpentear ante una responsabilidad absoluta de lo que quiero, preguntándome: ¿por qué lo quiero? No lo sé.

Nos sabemos vivos, amarrados al tiempo y espacio, a un periodo largo, corto, intermedio en el que la situación de racionalizar nuestra existencia quizá vaya antes. Estamos aquí (mundo) y después nos sabemos (razón) en él. ¿Cómo llegamos a eso si a diario nos encontramos imbuidos por la inmundicia del mundo por la situación alienante de la cotidianidad, por la indiferencia y apatía de una rutina sorda, compleja e inútil? ¿Cómo darnos cuenta que la muerte nos espera con sus garras y que la posibilidad de morirnos es latente, generosa y nuestra?

Generalmente asociamos la angustia con temor, miedo, pavor, etc. Pareciera ser un sinónimo de todos los anteriores y no es el caso. La angustia es una cuestión esencialmente humana; solo el género humano puede sumergirse en esta experiencia y socavarse sobre ella. La angustia no puede darse en los animales ya que la angustia se desarrolla, emplea y disipa necesariamente ante el fundamento de la experiencia libre, de la libertad, con ello de la responsabilidad y a su vez de la constante posibilidad de la muerte.

“La realidad del espíritu se presenta siempre como una forma que incita su posibilidad; pero desaparece tan pronto como él echa mano de ella; es una nada que sólo angustiar puede. Más, no puede mientras no haga sino mostrarse. El concepto de la angustia no es tratado casi nunca en la Psicología; por eso debo llamar la atención sobre la circunstancia de que es menester distinguirlo bien del miedo y demás estados análogos; estos refiéranse

“La muerte es una posibilidad de ser que ha de tomar sobre sí en cada caso el «ser ahí» mismo. Con la muerte es inminente para el

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«ser ahí» él mismo en su «poder ser» más peculiar. En esta posibilidad le va al «ser ahí» su «ser en el mundo» absolutamente. Su muerte es la posibilidad del «ya no poder ser ahí». Cuando para el «ser ahí» es inminente él mismo como esta posibilidad de él, es referido plenamente a su «poder ser» más peculiar. Así inminente para sí mismo, son rotas en él todas las referencias a otro «ser ahí». Esta posibilidad más peculiar e «irreferente» es al par la extrema. En cuanto «poder ser» no puede el «ser ahí» rebasar la posibilidad de la muerte. La muerte es la posibilidad de la absoluta imposibilidad del «ser ahí»”. [Heidegger, Ser y Tiempo, §50]

los rayos nítidos del sol; lo desnuda bajo su violenta lupa y lo exhibe como un misterio absurdo donde los sentimientos se funden en una contradicción seductora; la angustia renace como ese estado, experiencia, fenómeno, donde uno se ostenta condenado al mundo y a su vez castigado a la libertad. La angustia nada en la nada atada a la incomprensibilidad del mundo, el hombre se sabe ingobernable, ignorante, expuesto. Todo esperanzado a la razón. La decepción toca nuestros ojos, el fraude de la cultura, el fracaso del conocimiento que envuelve y de certidumbre al hombre ha sido un parloteo banal dentro de lo que siente, de lo que anhela, de lo que desea. Su categoría se ha vuelto polvo. La consciencia plena de su existir lo arroja a la nada que se vuelve oscura, difusa, lenta, sublime. La posibilidad de elegir inmediatamente le proyecta su libertad, una libertad de optar; sus decisiones lo van determinando. La angustia no absorbe juicios éticos (bueno y malo), no importan, se pretende caer en ese estado y saberse consciente de sí, paladear la mierda del mundo, relamerla, degustarla; el significado no importa, saber que mi yo, mi existencia, tenemos la libertad, la elección de volcarnos ante ella o de sobrellevarla, de disfrutarla.

La angustia no es el miedo y es latente emplear ese error y confundir el vasto significado existencial que conlleva el angustiarse, el encontrarse. El miedo puede ser experimentado tanto por hombres como por animales, porque el miedo no está directamente ligado a la libertad. El miedo, comenta Freud, surge de algo o alguien quien lo causa, en cambio, la angustia permea bajo un estado de expectación; la angustia se ve disfrazada, oculta, velada. ¿De qué o quién? De nada. De absolutamente nada. Una angustia al futuro, a la espera, a la posibilidad, a la expectativa, a la muerte, al no saber de qué; al unísono crujido de la nada, la que se encuentra fuera de nosotros ansiando nuestra libertad, la decisión absorta de un misterio envuelto en hilarantes libertades; el salto puede ser el consumo de la angustia. El arrojo puede ser el atajo a nuestros miedos, el hombre; sí, solo el hombre tiene la posibilidad, la angustia, un estado en el que la libertad se emplea, se sujeta a una encantadora y discordante manera de ser, de ser con el mundo, con el otro, con nosotros.

Kierkegaard advierte que el hombre es protagonista de sí mismo. Consciente de sí y de su finitud, no puede tener éxito en sus actos con el mundo por sí solo. Soren, señala que el único camino que queda ante este reconocimiento de libertad, de existencia, de consciencia de sí y de angustia es el de la cercanía con la divinidad. La misma angustia lo arrojará a Dios buscando el calmo a sus temores, al destierro profundo de sabernos solos, indefensos en la extrañeza del escenario, absortos al preludio inadmisible, a una nada oceánica donde la libertad nos hunde, donde la libertad nos libera.

La nada, concepto poderoso y llano donde todas las posibilidades caben y se esgrimen en el campo de la sujeción vinculándose con ella misma, con su nada, con la libertad, con la angustia. ¿Con qué carne está hecha la angustia? Consiste en ese estado fenomenológico en que el hombre se ve extrañado, aislado, estupefacto, donde muerte y vida fluyen como un cántaro agridulce en el que la miseria del hombre se ve expuesta ante

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Talacha escénica

(Cavilaciones rápidas en torno a San Juan Apóstol de cabeza en el río) Pablo Antonio Junco

La idea del eterno retorno en lo todavía no ido, alimenta la facha del intérprete que propone cultivar nociones complicadas como legado, enriqueciendo su gama con patrimonios y grafías artísticas válidas. Coincidir desde una coyuntura efímera es labor del histrión, ejecutor del arte, que usa ingenios como “acontecimiento” e incluso “inspiración” hacia nuevos restos procedentes a su vez de otros.

la transgresión del Maples Arce, Ehrenberg, Maris, Gómez-Peña, Lechedevirgen, Melquiades y demás ejemplares.

Repitiéndolo como loro: estoi-nostoi, entonces hago algo y dejo remanente. Es decir, una civeta come frutos maduros de café en Bali, los depone y ¡plof!, excelente taza. Arrastrar una langosta marina por las calles, amarrada en las piernas tampoco es ortodoxo. Ahorcarse después, menos. Las Aurelias plásticas y estrictamente bellas eran musas con la extraña mezcla del fugaz delirio para los “bardos malditos”. Alto contraste a la piel angélica de los modelos contemporáneos al demonio neón.

Derivación de conjuntos como “Polvo de gallina negra” o “Efímero pánico”, “San Juan apóstol de cabeza en el río” es un grupo cultural extremista pensado en la ciudad de Santiago de Querétaro. El nombre refiere una deconstrucción sobre San Juan del Río que además concuerda con la magia. Su presencia es radical y significa poner el santo al revés para que los deseos cumplan, en efecto inaudito e imposible.

Una percepción que actúa a través del cerebro y del sistema nervioso hace sentir su secuela, estudiada por Jerome Gaub y Julien Offray, estos hallazgos llevaron a la testa hasta un lugar preponderante.

El cine nos corresponde, ha dado cosas maravillosas como las de P.T. Anderson, Borowczyk, Carax, Ceylan, Del Toro, Haneke, Herzog, Kaurismäki, Leigh, Maddin, Makavejev, Martel, Panahi, Parajanov, Refn, Reygadas, Shūji, Sono, Tarr, von Trier o Weerasethakul. La sensación del “cuerpo” consigue un sitio de autocontrol especial, detectable adentro del compromiso exquisito: verse diseccionado a las venas.

Quién sabe qué imaginaban a estas alturas del texto esos embriagados del amor, “absentados” místicos rumbo hadas verdes. Un buen romántico excepcional supone quimeras u otras fantasías. Maestros cínicos e invasivos imprimen dicción y melodía aristotélica, de Diógenes a Sloterdijk… Esta multiconducta que actúa en actualidad bebe de antaños residuos. Lo amargo y dulce del gusto mora dentro del cuerpo, luego fuera. Mostrado por Ryszard Cieślak, los dos tipos de lejanía fijan importancia.

La preparación ritual es entrar en sintonía con lo que se pretende transmitir. Para el tratado de un personaje se conciben sus modos desde una perspectiva extensa. Vivirlo, comprender su esquema benéfico para juzgarlo como tal. Posteriormente sigue un desdoblamiento de las capacidades y una técnica específica que será aplicada para la consecución total o parcial de algún protagonista. El discípulo que quería tocar en pos de creer fue maldecido por eso.

La rama estética y su maña esteta siempre apuntalan, hasta fondo sin fin emociona. El desempeño no puede ser explicado. En caso que fuera posible perdería encanto, cual poema o perfo. Artaud, Brech, Stanislavski, Strasberg, baile butó, zapateo de shitases, danzas mágicas del “Resortes” o Pollock, el teatro pobre donde Grotowski hacía mucho con poco. Barba, Brook, Delsartre, Dullin, Fo, Korzybski, Meyerhold y Vajtángov; los excesos extáticos de Jodorowsky,

¿En qué fundamentar una revelación respecto al hecho? Especular es indulgente, sin embargo, hay material sólido para recurrir: escultura, iconografía,

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literatura, etcétera. El cimiento de un espectáculo puede nacer bajo dichas colocaciones, la solidez se la da quien ocasione. Molière se murió en el tablado y Armin Meiwes llevó al colapso caníbal a Bernd Jürgen en un suceso sin precedentes.

“Drácula” o a su amigo Pound. Roy Andersson con sus misiones estáticas al talento y despersonalización imperiosa, anda cual par. Hay que estar leyendo. Quien frena esta encomienda del espíritu, se corrompe y más aún decae como inventor: el raciocinio se achica. Para redimensionar lo escrito sólo queda procurar, ofrecer diagnóstico y terminar la digestión con una ingestión de superior calibre. Existió una usanza máxima mexicana, el No-grupo, Se.Me.Fo.

Las formas de construcción escénica tienen buena época en el siglo XX, cuando se realizaron aportaciones significativas. Basados, por ejemplo, en el teatro sintético futurista, que delineó un piloto esencialista compreso e indiviso: gestos, palabras, situaciones, caricaturas o imaginografías de Leonora Carrington, La Kahlo.

La licitación necesita de un gran asistente, interactivo, conocedor. La formación de públicos es continua. Alusiones de misterio, simetrías y simbolismo, también. Michel Petrucciani veía colores cuando tentaba con su particular pericia el piano. Análogos: Arrabal, las faenas de Cage-Cunningham, Beuys, Boal, Mayer, Mendieta, el Gutai, del movimiento Fluxus, del ZAJ, y de los vieneses, quienes dieron matices al arte atrevido. Lo in situ vaya, recauda un vigor local, harto dinámico, eficiente.

Esencialidad y brevedad. Esto brota de una conciencia poética. El acto se concentra en el concepto a exponer o conocimiento primario que representa. Cualquier mueca y meneo cobra relevancia. Desde un asunto incierto constituido en la memoria del globo, pronto el espectador los reconoce como propios. El tiempo poético de la vanguardia es el no-tiempo. Así es, chocan las pautas: relatividad en Einstein y la doctrina del turno absoluto de Newton. Evolucionó hacia un multidisciplinario sin perímetros de acción: “San Juan apóstol de cabeza en el río”, asimilando, denota propiciar el apetito al centro sustancial de la subjetividad.

Antes de cada evento se acostumbra el copal (resina del árbol bendito, extraído similar al caucho por sangrado) con la intención purificadora, relajante del ambiente que favorece comienzos, romper tabúes y trae suerte. Asimismo, prendida una veladora rodeada de imágenes de San Juan “El Bautista” casi chamánico, tipo atisbo ridículo.

La expresión amanerada se halla vinculada a lo abstracto que suele estar unido al bailoteo. Cuando el mirón ve una performance tendrá la impresión de que la imagen del mundo es reinventada una y otra vez. Nuestros actos tienen musicalidad. La concordancia como entorno, carácter narrativo y auxiliar estructural. El solo actoral debe ser igual de sensible que uno sonoro en el jazz.

Shakespeare hizo teatro, su destreza mixta ya no depende de la carga mayor o menor en sus prácticos términos; valen ademanes, mímica, personificación. El “actor” se transforma. Varios autores convienen en lo referente a la utilidad de cierto rito anómalo: provocar el flujo sanguíneo para ingresar a otro estado: el trance, donde se profetiza. Generar el torrente es reingresar a un espacio y darle mando al talante.

Hay una concepción al otro extremo de la sentencia tradicional, como si fuéramos máquinas recibiendo información. El poder de una pieza reside en su certeza y lo sublime de la definición porque la fuerza idílica está ahí. Lograrlo declara entender verdad y realidad. El poeta Eliot se maquillaba exagerado a manifestar extenuación creativa, un Udo Kier decodificando

Está comprobado el impacto musical en una escena. Puede agradar o desagradar, empero robustece al contexto. El género ceremonial abarca tanto a lo patente como a lo solemne y habitual, instituye atmósfera. Se maneja ruido grabado a protocolo, circunstancial armonía viva, descriptiva, apoyo en el desarrollo de la obra.

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El escenario, sagrado; sacra la escenografía e iluminación, bastante considerable, por ende. Contar con boceto de producción correcto es vital. Trabajar desde nada, crear marcos con mínimo recurso, acarrear al gentío a otra zona cuasi con lo justo, elabora una “verdad” más verdadera, aquello que cantó Jara, Lennon y los rupestres. Instalar el énfasis en la beldad, tratando de resolver elementos cual proxémica y la locución no verbal, igualmente. Interesa y atañe la profundidad de campo, retomar pintores o diseñadores recreando relámpagos en un instante: Basquiat, Coronel, Dadd, Dalí, Izquierdo, Munsell, Siqueiros, Tamayo, Toledo, Varo, Warhol, et.al. Se percibe la potencia inmaterial que no pende del alma y los primeros trágicos imitaban animales en plena caza, salvaje; sacerdotes e idos monjes interpretaron a Dios. Seguidos: Dionisos, Ditirambos, Tespis, Frinico… hasta la dialéctica moderna, patrona surrealista con “La ejecución del testamento del Marqués de Sade” (1959). La lógica de lo ilógico mantiene al “absurdo” fuera del absurdo mismo. Y esa conexión o enlace, en la que un sujeto nunca encuentra su senda o camino, aun trazado de antemano, desata la suficiencia de imaginación tácita en el “otro”, que no es prójimo, sino más bien generalidad o individuos. El arte como lenguaje seductor tiene una historia, en ella se observan antecedentes. Cada quien debe buscar según su enfoque lo que va bien hoy. “San Juan apóstol de cabeza en el río” anhela establecer su punto más alto y arreciar su final.

Video: https://www.youtube.com/watch?v=XKvhy2cJjHs

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El tartamudeo del alma Margarita López G.

Todo lo que quería escuchar con toda su alma, su cuerpo y su mente, aunque fuera por última vez, ya no un te amo… un te quiero.

Después de tantos años en que se sintieron incendiados por un amor sin lastimaduras ni desahucios, viviendo el candoroso sueño del amor que cada día les daba la posibilidad de un sol resurrecto iluminando un páramo barrido por poesía, noches en que eran convocados a parir orgasmos lunares y en que todo era posible, eran los más altos, los más fuertes, los más inteligentes, los más divertidos, los amantes perfectos mientras cruzaban el tramposo hemisferio del enamoramiento, ¿en qué momento fue imposible respirar ese aire crucificado? ¿En qué momento alguno de los dos escuchó el canto de esos pájaros contraídos y sus negros augurios? Ninguno tuvo el arrojo de rasgar esas nubes silenciosas que anunciaban el diluvio, ninguno se dio cuenta cómo llegaron a ese piso subterráneo del reproche y la culpa. El cansancio, el vuelo y la caída, esa especie de ring en el que se convirtió la vida diaria y en el que siempre alguno era lanzado contra las cuerdas, loco anhelo de salvar lo que hacía tiempo se deslizó por la esquina de un abismo sin vuelta. Se acabó el regateo, su regateo. Un silencio pasmoso, una petición, la petición desgarrada de un ser muriendo en un doloroso parto hacia un charco de tristeza. Solo un te quiero… dos palabras lanzadas a una isla en medio del océano de soledad en el que irremediablemente estaba muriendo.

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San Juan del Río, imágenes de nuestro tiempo Jonathan Rosales Bravo

Julio César Schara

Jonathan nació en San Juan del Rio, Querétaro, en 1991. Desde muy joven ha emprendido diversas y diferentes tareas. Cuidador de gallos de pelea en la finca de su padre, fotógrafo para fiestas y reuniones, fotógrafo de la calle tomando fotos a los transeúntes; comerciante, atendió un puesto de venta de comida rápida, empleado, chófer, ayudante, toma ve y dile etcétera.

ser ya patrimonio de la humanidad, o por lo menos pueblo mágico.

Multitud de actividades han permeado la sobrevivencia de este joven que ha tocado todas las puertas posibles para seguir en la lucha por la vida en esta pequeña grande ciudad que ya cuenta con más de 250 000 habitantes.

Le auguramos un gran futuro a Jonathan como artista de la lente, esperemos que esta primera exposición siga itinerante por todo el estado y sea nuestro mejor embajador que revele a los otros la original belleza de nuestra amada ciudad.

Si hay alguien emblemático y representativo de la juventud sanjuanense es Jonathan, no solo por la lucha por la vida sino también por el cariño y el amor a su madre de la cual siempre nos habla. Pero lo más importante ha sido y será el amor por la fotografía de la cual ha coleccionado y perdido miles de imágenes de la arquitectura, de los monumentos y de los parroquianos de todas las edades, todas las clases y todos los rostros de nuestro amado San Juan del Río.

Invierno 2020 San Juan del Rio, Querétaro.

Jonathan nos invita con sus fotografías a revelar la belleza intrínseca de todo lo que nos rodea y a volver recuperar el olvidado asombro de estar vivos en esta maravillosa ciudad de la amabilidad y la cortesía.

Si bien por razones de las nuevas tecnologías ha perdido cientos de imágenes, ahora pudo rescatar algunas que tratan principalmente sobre el entorno arquitectónico de esta maravillosa ciudad que tiene entre su patrimonio edificios coloniales, del siglo XIX y contemporáneos del nuevo San Juan. Tendremos que revisar estas fotos con mucho cuidado y ver que, aunque de forma autodidacta, la intuición de Jonathan nos ha revelado que el principal personaje del universo de las imágenes, de la imagen fija, de la imagen en movimiento como en el cine es la luz; la luz sobre la luz que crea contornos, volúmenes, detalles minuciosos que hacen resaltar el objetivo principal de todas las artes la sorpresa estética, el goce estético que nos permite revelar porqué San Juan del Río debería

Fotografía: Jonathan Rosales Bravo 45


FotografĂ­a: Jonathan Rosales Bravo 46


FotografĂ­a: Jonathan Rosales Bravo 47


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José Luis Tovar (LE JOS UIS)

CAÍN

OUTUBRO

He pegado el oído al eucalipto, escucho andar a las hormigas, el siseo de las aves entre su madera: -ha vuelto Caín – ¡Líbranos Señor! Es el viento que arde y aúlla, tengo miedo ante tu castigo, esta vez no habrá perdón.

Hierva el camino, desándense los años, ante la traición de los recuerdos en alto. Juan Carlos Martin eros andaluz, abriste tus alas de par en par, el silencio del lupanar huele a ti.

El eucalipto se carboniza hemos profanado lo de Dios a Dios. En el Inferno no hay barcas, ante el diluvio de fuego.

La noche, la debilidad del alcohol; Soy cobarde en mi homo pudor, si quieres refugio, yo soy un glaciar, gracias por tu frágil sensibilidad, pronto amanecerá, abriga tu tempestad, con el metro nos perderemos en la ciudad.

RUSALKA

Hasta nunca Juan Carlos Martin, que América y Europa te traiga hasta mí, --Libertad amigo mío, libertad-

Las hadas, la luciérnaga: ¿Por qué? Un verso en la isla con tu vestido roto. La pasión crece, la diferencia marchita.

RIGIL KENTAURUS Elevo pájaro, colchón alpiste, tarde, noche, aurora. cuantos secretos tienes, soy tan pequeño ante ti. Elevo pájaro, me estrello en el cristal, deshojando locuras, pongo fe en tus sueños, no respiro si no estás, el gato no me mira, la flauta en una taza de café, te busco en la cabeza, que mantis se tragó. Elevo pájaro, vuela imaginación en las sombras.

¿Por qué? Pareces el lirio entre la fontana, el arpegio de una luna plateada, un cisne del etéreo céfiro. ¿Callas. Por qué? Yo sólo deseo la soberbia de un beso. Convéncete, sueña, el mundo va a cambiar, y entonces gota a nota me quedarás tú.

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Juana Victoriano

Proteoría I

Borrasca del tercer mundo

La profundidad sublime ha dejado de existir y se apaga semidesnuda sobre las vestiduras de lana. Recoge en su extinción las pequeñas intrigas del mundo y difumina las angustias con la precaución del tacto. En el naufragio, la piel saborea con impaciencia la confesión de dos cuerpos mecidos por un inexplicable declive. ¿Se amarán también entonces, cuidadosamente rotos, suspendidos en su jaula de huesos y carne?

Madrugada. Andanza de un tren que se anuncia lejano, pestañeo arremolinado entre las falanges. Pesa la urgencia del hambre y la sentencia de una tarde periférica en que la miseria aúlla su cicatriz de avenida rota, de pared inconexamente delineada. ¿Cuántos ojos descienden al paisaje fabril? El cansancio parte y vuelve a casa en tercera clase, se tumba ante el oficio del anonimato, de la fuga en que lo humano colapsa para hundir su breve algarabía. Madrugada de recuentos, de memoriales derruidos ante la majestad citadina. Repetida plegaria del que con ojos opacos encuentra en las nubes enfado y en el sueño lodo.

Intersticios hexagonales a | polvo confinado al suelo el objeto se cansa de ser admirado y fugitivo rueda hasta el muro choca | cruje | se disloca es arenilla rosácea urdiendo el hueco astro y destino que no retorna a la sustancia y en acto segmentario roe la tibieza en la madera tapiz derruido sí cuidadosamente roto s u s p e n d i d o

agua que zurce el cielo: cautivos guijarros de fiebres in blue el frío crepuscular pincha dermis ocre faena especular de la hoguera que en sensación térmica palpita la cerúlea herida en la mirada del acuoso alrededor que contonea [y resbala sobre el aliento exacto del vidrio

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GUÍA DE AUTORES

Zamná Aurora Alegría Cano. Estudiante de la carrera de comunicación, creció con la noción de que las historias son las que dan forma al mundo, y a su vez tienen facultad de transformarlo, forma parte del colectivo poético “Letras lunares”. Adrián Botello Mares. Nacido en Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez), ha sido docente e investigador asistente en El Colegio de Chihuahua de 2014 a 2020. Sociólogo de formación, tiene estudios en filosofía, es Maestro en Geografía por la UNAM y doctorante en Estudios Urbanos por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. En 2015 ganó el Premio Nacional a la mejor tesis de posgrado en la categoría de geografía social por parte de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. Felipe Cabello Zúñiga. Originario de la ciudad de Querétaro, colaborador de la revista Proceso en la sección de cultura y espectáculos, coautor de “Rupestre el libro”, “Antología de cuento corto de rock Parménides García Saldaña”, “Los Insomnios”, entre otros. Forma parte del colectivo San Juan Apóstol de Cabeza en el Río. Aidé Inés Cabrera Ortiz. es profesora de filosofía racional y gestiona grupos independientes de análisis. Licenciada en derecho y también maestra. Abraham Cortés. Nacido en octubre de 1985. Chilango en descomposición y queretano devoto. Tuleño ardiente y sanjuanense recatado. Supuesto filósofo y poeta trapacero. Cinéfilo perspicaz y melómano ladino. Mi existencia se cuenta a partir de la evocación del silencio hasta su exterminio. Pablo Antonio Junco. Ha sido artista de performance realizando más de cien actos efímeros. Ejerce literatura directa reflejada en su obra poética, literaria. Participa en varias publicaciones. Además, tiene constante intervención en grupos conceptuales y soberanos. Margarita López G. Egresada del Instituto Politécnico Nacional y estudiante en Pedagogía de la Universidad Nacional Autónoma de México. Defensora incansable de los animales y amante excéntrica de los perros. Soñadora, poeta, cinéfila. El aleph de nuestro universo es un beso inconmensurable de otoños ancestrales. Julio César Schara. Licenciado en sociología por la Universidad Católica Santa María La Antigua Panamá. (Magnum Cuum Laude), Maestro en Ciencia Política y Maestro en Artes Visuales por la UNAM (Medalla Gabino Barrera), Doctor en Ciencia Política también por la UNAM (Mención honorífica) Perteneció al Sistema Nacional de Investigadores. Desde hace más de 50 años ha escrito artículos de crítica de arte y literatura en periódicos y revistas especializadas. Director y fundador del Instituto de Investigaciones Multidisciplinarias y de las revistas ACADEMUS, ACADEMUS CIENCIAS JURIDICAS y ENTREVER de la UAQ. Luis Tovar (Le Jos uis). Radica en San Juan del Rio, Qro., desde 2007, Ha publicado su obra en los periódicos El Huichapense, Editores de México, El Sol de San Juan, Noticias, Tirando Netas, Yo no soy un rebelde y otras. Ganador de los Juegos Florales en San Juan del Rio, Qro. En 2014, Elogio a San Juan en la categoría local. Actualmente es promotor cultural y está a cargo del Taller de Creación Literaria en la UAQ, campus San Juan del Rio, Qro. Juana Victoriano. es antropóloga social. Admira la poesía de Carmen Alardín, Olga Orozco y Gabriela Aguirre. Es amante de la cerveza stout. 51


MAYORES INFORMES E INSCRIPCIONES Tel: (442) 1921200 ext. 4802 (Campus San Juan del Río) Síguenos en Facebook @CIM.UAQ


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