Libro de cuentos

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EL LIBRO DE LOS 4 CUENT OS





El libros de los 4 cuentos


Proyecto de Cátedra para la materia Diseño Digital III Segundo Parcial – Diagramación de Libro de Cuentos Docente: Vanessa Michelle Vargas

Autor / Autores Cuento 1 – Cristina Rodríguez Lomba (adaptación) Cuento 2 – Cristina Rodríguez Lomba (adaptación) Cuento 3 – Cristina Rodríguez Lomba (adaptación) Cuento 4 – Cristina Rodríguez Lomba (adaptación) Extraído de: https://www.mundoprimaria.com/

Diseño y Diagramación: Iliana Hernández Aquino Ilustraciones: Iliana Hernández Aquino


DEDICATORIA

El Salvador es un país que necesita más seres humanos como ustedes, su trabajo como Organización no Gubernamental en pro de los niños y jóvenes en situaciones vulnerables es admirable. Dedico mi proyecto de Cátedra, realizado con mucho cariño y profesionalismo a todos los coordinadores, formadores, Mamás SOS y principalmente a los niños que viven en estos hogares. Es un honor y me llena de felicidad el poder ser partícipe de este proyecto, espero que el lector aprenda y disfrute de este trabajo, así como fomentar el hábito de la lectura, gracias. ¡Nunca se den por vencidos, nunca dejen de soñar!



ÍNDICE LAS OREJAS DEL CONEJO...................................................................... 12 EL NIÑO Y LOS DULCES .........................................................................

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EL ÁRBOL QUE NO SABÍA QUIÉN ERA................................................... 24 EL PÁJARO CARPINTERO Y EL TUCÁN................................................. 31



LAS OREJAS DEL CONEJO

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El libro de los 4 cuentos

LAS OREJAS DEL CONEJO ace miles de años los conejos no eran como ahora, pues tenían las orejas pequeñitas, muy parecidas a las de los gatos. Todos estaban conformes con su aspecto menos un conejito que solía estar muy triste. Cada vez que veía su reflejo en las cristalinas aguas del lago, se sentía un ser insignificante. – ¡Qué pequeño soy! – se lamentaba. De vez en cuando se quedaba mirando a los leones, grandes y fieros, o a los elefantes, tan fuertes como inteligentes, y pensaba que no era justo que él fuera un ser chiquitito y peludo. – ¡Cuánto me gustaría tener un cuerpo enorme para pasearme orgulloso El ave, sin duda una de las más listas del reino animal, ya estaba un poco harta de escuchar sus quejas, así que decidió poner fin al asunto.

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La orejas del conejo .

– Amigo conejo, no puedes seguir tan obsesionado. Eres estupendo tal y como eres, pero si vas a seguir sufriendo, te aconsejo que subas a la montaña que hay junto al río. Allí vive un dios que a lo mejor podrá ayudarte. – Buena idea, amiga – dijo el conejo con ilusión – ¡Ahora mismo voy hacia allí! El conejo cogió un saquito con algunos alimentos y salió corriendo hacia la montaña. Cuando llegó a la cima, se encontró al dios dormitando sobre una enorme silla de madera.

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– ¡Buenas tardes, señor! Disculpe que le moleste, pero necesito su ayuda urgentemente. – ¡Espero que sea algo importante porque mi descanso también lo es! – gruñó el dios mientras observaba al pequeño animal que le miraba ansioso con sus ojos redonditos. – Verá… He tenido la mala fortuna de nacer pequeño y mi sueño sería ser un animal grande y majestuoso como el león o el elefante. – Bueno… Lo que me pides es algo que puedo concederte, pero a cambio, tendrás que traerme las pieles de tres animales: la piel de un mono, la piel de una serpiente y la piel de un cocodrilo, antes de mañana al anochecer. – ¡Trato hecho! Cumpliré mi cometido y en unas horas estaré de vuelta.

El conejo, feliz, bajó la montaña a tanta velocidad que desde lejos parecía una bola de nieve rodando ladera abajo. Casualmente, al llegar a un claro del bosque, se encontró a sus amigos el mono, la serpiente y el cocodrilo tomando el sol y hablando de sus cosas. 14


La orejas del conejo .

– ¡Chicos, chicos, necesito vuestra ayuda! El dios de la montaña me ha prometido que si le llevo vuestras pieles me convertirá en un animal enorme y al fin podré cumplir mi deseo ¿Os importaría prestármelas durante unas horas? Hoy hace mucho calor, así que no tenéis que preocuparos por coger un resfriado – explicó el conejo, tratando de sonar convincente. Sus amigos, que querían mucho al conejito, se desnudaron y metieron sus pieles en la bolsa. Al poco rato, el conejo ya estaba camino de vuelta a la montaña, si bien esta vez iba a paso lento porque la carga pesaba demasiado. De nuevo, se encontró al dios roncando con tanta fuerza que sus resoplidos parecían truenos en una noche de tormenta. Sin amedrentarse, el conejo se plantó frente a él y le llamó. – ¡Señor, señor, despierte! Aquí me tiene con lo que me encargó. El dios, desperezándose, miró curioso al diligente animal.

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– Cierto, aquí está la piel del cocodrilo, la piel de la serpiente y la piel del mono… Acabas de demostrarme que eres un conejo audaz, intrépido y que cumple los acuerdos. Voy a recompensarte, pero no exactamente con lo que hablamos. – ¿Cómo? ¿Qué no me va a ayudar como prometió? – se ofendió el conejo poniendo cara de agobio. – Verás, conejito… – razonó el dios – Eres un ser muy listo y todos te quieren ¡Hasta tus amigos te prestan su piel! Ya quisieran muchos animales grandes a los que tanto admiras, ser tan buenos como tú. El conejo no comprendía nada... – He pensado – continuó hablando el dios con sabiduría – que no necesitas aumentar tu tamaño, sino algo que será mucho más útil para ti. El dios se agachó y tocó las pequeñas orejas del conejo, que automáticamente se alargaron y se quedaron derechitas mirando hacia el cielo.

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La orejas del conejo .

– Estas orejas te servirán para oírlo todo y mantenerte alerta de los peligros del bosque. Escucharás si se acerca un enemigo con mucha más claridad. Este don que te concedo, junto con tu agilidad y tu audacia, te permitirán vivir mucho más tranquilo y a salvo de los depredadores. El conejo pensó que era una idea buenísima y se quedó encantado con sus nuevas orejas. Desde entonces, todos los conejos del mundo nacen con orejas muy largas, aunque su cuerpo siga siendo chiquitito.

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EL NIÑO Y LOS DULCES


El niño y los dulces .

EL NIÑO Y LOS DULCES abía un niño muy goloso que siempre estaba deseando comer dulces. Su madre guardaba un recipiente repleto de caramelos en lo alto de una estantería de la cocina y de vez en cuando le daba uno, pero los dosificaba porque sabía que no eran muy saludables para sus dientes. El muchacho se moría de ganas de hacerse con el recipiente, así que un día que su mamá no estaba en casa, arrimó una silla a la pared y se subió a ella para intentar alcanzarlo. Se puso de puntillas y manteniendo el equilibrio sobre los dedos de los pies, cogió el tarro de cristal que tanto ansiaba. 19


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¡Objetivo conseguido! Bajó con mucho cuidado y se relamió pensando en lo ricos que estarían deshaciéndose en su boca. Colocó el tarro sobre la mesa y metió con facilidad la mano en el agujero ¡Quería coger los máximos caramelos posibles y darse un buen atracón! Agarró un gran puñado, pero cuando intentó sacar la mano, se le quedó atascada en el cuello del recipiente.

– ¡Oh, no puede ser! ¡Mi mano se ha quedado atrapada dentro del tarro de los dulces! Hizo tanta fuerza hacia afuera que la mano se le puso roja como un tomate. Nada, era imposible. Probó a girarla hacia la derecha y hacia la izquierda, pero tampoco resultó. Sacudió el tarro con cuidado para no romperlo, pero la manita seguía sin querer salir de allí. Por último, intentó sujetarlo entre las piernas para inmovilizarlo y tirar del brazo, pero ni con esas. Desesperado, se tiró al suelo y empezó a llorar amargamente. La mano seguía dentro del tarro y por si fuera poco, su madre estaba a punto de regresar y se temía que le iba a echar una bronca de campeonato ¡Menudo genio tenía su mamá cuando se enfadaba!

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El niño y los dulces .

Un amigo que paseaba cerca de la casa, escuchó los llantos del chiquillo a través de la ventana. Como la puerta estaba abierta, entró sin ser invitado. Le encontró pataleando de rabia y fuera de control.

– ¡Hola! ¿Qué te pasa? Te he oído desde la calle.

– ¡Mira qué desgracia! ¡No puedo sacar la mano del tarro de los caramelos y yo me los quiero comer todos!

El amigo sonrió y tuvo muy claro qué decirle en ese momento de frustración.

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– La solución es más fácil de lo que tú te piensas. Suelta algunos caramelos del puño y confórmate sólo con la mitad. Tendrás caramelos de sobra y podrás sacar la mano del cuello del recipiente. El niño así lo hizo. Se desprendió de la mitad de ellos y su manita salió con facilidad. Se secó las lágrimas y cuando se le pasó el disgusto, compartió los dulces con su amigo. Moraleja: A veces nos empeñamos en tener más de lo necesario y eso nos trae problemas. Hay que ser sensato y moderado en todos los aspectos de la vida.

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EL ÁRBOL QUE NO SABÍA QUIÉN ERA

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EL ÁRBOL QUE NO SABÍA QUIÉN ERA abía una vez un jardín muy hermoso en el que crecían todo tipo de árboles maravillosos. Algunos daban enormes naranjas llenas de delicioso jugo; otros riquísimas peras que parecían azucaradas de tan dulces que eran. También había árboles repletos de dorados melocotones que hacían las delicias de todo aquel que se llevaba uno a la boca. Era un jardín excepcional y los frutales se sentían muy felices. No sólo eran árboles sanos, robustos y bellos, sino que además, producían las mejores frutas que nadie podía imaginar. Sólo uno de esos árboles se sentía muy desdichado porque, aunque sus ramas eran grandes y muy verdes, no daba ningún tipo de fruto. El pobre siempre se quejaba de su mala suerte.

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El pajaro carpintero y el tucán.

– Amigos, todos vosotros estáis cargaditos de frutas estupendas, pero yo no. Es injusto y ya no sé qué hacer. El árbol estaba muy deprimido y todos los días repetía la misma canción. Los demás le apreciaban mucho e intentaban que recuperara la alegría con palabras de ánimo. El manzano, por ejemplo, solía hacer hincapié en que lo importante era centrarse en el problema.

– A ver, compañero, si no te concentras, nunca lo conseguirás. Relaja tu mente e intenta dar manzanas ¡A mí me resulta muy sencillo!

Pero el árbol, por mucho que se quedaba en silencio y trataba de imaginar verdes manzanas naciendo de sus ramas, no lo conseguía. Otro que a menudo le consolaba era el mandarino, quien además insistía en que probara a dar mandarinas. 25


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– A lo mejor te resulta más fácil con las mandarinas ¡Mira cuántas tengo yo! Son más pequeñas que las manzanas y pesan menos… ¡Venga, haz un esfuerzo a ver si lo logras! Nada de nada; el árbol era incapaz y se sentía fatal por ser diferente y poco productivo. Un mañana un búho le escuchó llorar amargamente y se posó sobre él. Viendo que sus lágrimas eran tan abundantes que parecían gotas de lluvia, pensó que algo realmente grave le pasaba. Con mucho respeto, le habló:

– Perdona que te moleste… Mira, yo no sé mucho acerca de los problemas que tenéis los árboles pero aquí me tienes por si quieres contarme qué te pasa. Soy un animal muy observador y quizá pueda ayudarte. El árbol suspiró y confesó al ave cuál era su dolor.

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El pajaro carpintero y el tucán.

– Gracias por interesarte por mí, amigo. Como puedes comprobar en este jardín hay cientos de árboles, todos bonitos y llenos de frutas increíbles excepto yo… ¿Acaso no me ves? Todos mis amigos insisten en que intente dar manzanas, peras o mandarinas, pero no puedo ¡Me siento frustrado y enfadado conmigo mismo por no ser capaz de crear ni una simple aceituna! El búho, que era muy sabio comprendió el motivo de su pena y le dijo con firmeza:

– ¿Quieres saber mi opinión sincera? ¡El problema es que no te conoces tu voz interior.

El árbol puso cara de extrañeza.

.– ¿Mi voz interior? ¿Qué quieres decir con eso? 27


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– ¡Sí, tu voz interior! Tú la tienes, todos la tenemos, pero debemos aprender a escucharla. Ella te dirá quién eres tú y cuál es tu función dentro de este planeta. Espero que medites sobre ello porque ahí está la respuesta. El búho le guiñó un ojo y sin decir ni una palabra más alzó el vuelo y se perdió en la lejanía. El árbol se quedó meditando y decidió seguir el consejo del inteligente búho. Aspiró profundamente varias veces para liberarse de los pensamientos negativos e intentó concentrarse en su propia voz interior. Cuando consiguió desconectar su mente de todo lo que le rodeaba, escuchó al fin una vocecilla dentro de él que le susurró:

– Cada uno de nosotros somos lo que somos ¿Cómo pretendes dar peras si no eres un peral? Tampoco podrás nunca dar manzanas, pues no eres un manzano, ni mandarinas porque no eres un mandarino. Tú eres un roble y como roble que eres estás en el mundo para cumplir una misión distinta pero muy importante: acoger a las aves entre tus enormes ramas y dar sombra a los seres vivos en los días de calor ¡Ah, y eso no es todo! Tu belleza contribuye a alegrar el paisaje y eres una de las especies más admiradas por los científicos y botánicos ¿No crees que es suficiente? En ese momento y después de muchos meses, el árbol triste se alegró. La emoción recorrió su tronco porque al fin comprendió quién era y que tenía una preciosa y esencial labor que cumplir dentro de la naturaleza.Jamás volvió a sentirse peor que los demás y logró ser muy feliz el resto de su larga vida. 28


El pajaro carpintero y el tucรกn.

Moraleja: Cada uno de nosotros tenemos unas capacidades diferentes que nos distinguen de los demรกs. Trata de conocerte a ti mismo y de sentirte orgulloso de lo que eres en vez tratar de ser lo que los demรกs quieren que seas.

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EL PÁJARO CARPINTERO Y EL TUCÁN


El pajaro carpintero y el tucán.

EL PÁJARO CARPINTERO Y EL TUCÁN ace muchísimos años, en la selva amazónica, vivía un pequeño pájaro carpintero que iba a ser papá. Los días habían pasado rápido y sus crías estaban a punto de nacer. Necesitaba fabricar un nido en un lugar seguro, lejos de los depredadores; por este motivo, eligió la parte alta de un tronco centenario, lejos de miradas indiscretas. Como no disponía de mucho tiempo, se dedicaba día y noche a picotear sin descanso la corteza del árbol ¡Tenía que hacer un agujero grande y confortable para los huevos! El sonido de su pico golpeando la madera se extendió por los alrededores y llamó la atención de un tucán. Al principio, el ave de colores no encontraba de dónde salía ese repiqueteo, pero indagó un poco y descubrió al pájaro carpintero trabajando, oculto por el follaje de los árboles.

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– ¡Hola, amigo! Veo que estás haciendo un nido para tu familia.

– Sí, así es. Tengo que terminarlo cuanto antes porque mis pequeñuelos llegarán al mundo de un momento a otro. El tucán estaba fascinado. Nunca había visto a nadie trabajar con tanto interés y decidió hacerle una proposición.

– ¿Sabes? Yo no tengo casa y me veo obligado a anidar a la intemperie y en cualquier lugar. Nunca me siento seguro y paso bastante frío. Me preguntaba si podría contar contigo para que fabriques un nido para mí.

El pájaro carpintero dejó por un momento de picar la madera y le miró muy interesado. Sus ojos se posaron en el pecho del tucán, un ave realmente hermosa y colorida. 32


El pajaro carpintero y el tucán.

– ¡Se me ocurre una idea! Si te parece bien, yo me comprometo a fabricar tu nido y a cambio, tú me regalas algunas de tus preciosas plumas rojas ¡Creo que serían el adorno perfecto para mi cabeza! – ¡Fantástico! Es un trato justo para los dos ¡Cuenta con ello! En cuanto el pájaro carpintero terminó de construir su nido, se puso a taladrar otro agujero en un árbol vecino para el tucán. Al finalizar la obra, el tucán le felicitó por su buen hacer, se quitó unas cuántas plumas, y se las colocó a su nuevo amigo en la cabeza. Después, los dos volaron hasta una charca que habían formado las lluvias de la mañana. El pájaro carpintero se inclinó un poco para verse y se encontró guapísimo. 33


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– ¡Oh, qué bien me quedan! Muchas gracias, amigo ¡Son preciosas!

– Gracias a ti por construir mi nuevo hogar. Se abrazaron y entre ellos se creó una amistad para toda la vida. Dice la leyenda que, desde ese día, los pájaros carpinteros lucen orgullosos un simpático penacho de plumas y que los tucanes siempre encuentran agujeros para vivir, pues sus amigos los pájaros carpinteros se los ceden para que puedan guarecerse y anidar.

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MINIGLOSARIO Ladera: Pendiente de una montaña o elevación del terreno. Resoplidos: Respiración fuerte y ruidosa que, generalmente, expresa cansancio o un contratiempo.

Amedrentarse: Atemorizar, hacer que alguien sienta miedo o temor. Desperezándose: Extender y estirar los miembros para librarse de la pereza. Intrépido: Que hace frente sin temor a las situaciones de peligro. Agobio: Sensación de ansiedad o inquietud intensa provocada por una situación o dificultad que cuesta mucho de superar. Estantería: Mueble formado por estantes en el que suelen ponerse libros y objetos decorativos.

Atracón: Acción que se realiza con exceso. Empeñamos: Insistir en una cosa u opinión. Sensato: Que muestra buen juicio, prudencia y madurez en sus actos y decisiones. Moderado: Que está sujeto a medida o no es extremado. Hincapié: dar importancia a una cosa. Follaje: Conjunto de hojas de árboles y plantas. Guarecerse: Ponerse una persona o un animal, a salvo de un peligro o penalidad

en un lugar.

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El libro de los 4 cuentos

BIBLIOGRAFÍA Nombre: Las orejas del conejo Autor: Desconocido Adaptación de: (c) CRISTINA RODRÍGUEZ LOMBA Formato: Digital https://www.mundoprimaria.com/mitos-y-leyendas-para-ninos/las-orejas-delconejo

Nombre: El niño y los dulces Autor: Desconocido Adaptación de: (c) CRISTINA RODRÍGUEZ LOMBA Formato: Digital https://www.mundoprimaria.com/fabulas-para-ninos/nino-los-dulces

Nombre: El árbol que no sabía quién era Autor: Desconocido Adaptación de: (c) CRISTINA RODRÍGUEZ LOMBA Formato: Digital https://www.mundoprimaria.com/fabulas-para-ninos/arbol-no-sabia-quien-era

Nombre: El pájaro carpintero y el Tucán Autor: Desconocido Adaptación de: (c) CRISTINA RODRÍGUEZ LOMBA Formato: Digital https://www.mundoprimaria.com/mitos-y-leyendas-para-ninos

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Este libro se imprimió Dispa, Dispa Centro, Impresiones-9° calle y 2°avenida norte, 503 San Salvador, El Salvador marzo 2019. 37




PROYECTO DE CATEDRA DISEÑO DIGITAL III ILIANA ESTHEFANY HERNÁNDEZ AQUINO


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