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LITERATURA
Libro escrito por Samuel Vila durante la dictadura de Francisco Franco tiene como finalidad demostrar que el cristianismo no fue creada por reformadores en la Edad Media, sino que representa la fe renovada y libre de ritos e idolatrías.
EL CRISTIANISMO EVANGÉLICO A TRAVÉS DE
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LOS SIGLOS
LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES, terminan dejando al apóstol san Pablo preso en Roma en una casa de alquiler donde por dos años recibía a los que acudían a él. ¿Qué siguió después? ¿Cómo se desarrolló el cristianismo en la época subapostólica? ¿Cuál era la fe de aquellos primitivos cristianos? ¿Era idéntica a la que advertimos en los cristianos del tiempo apostólico? ¿Muestra vestigios de otras enseñanzas diferentes de aquellas que tenemos consignadas en el Nuevo Testamento, transmitidas, como dicen algunos, por tradición oral? ¿Qué ocurrió con el mismo apóstol san Pablo y los otros apóstoles, que no se halla consignado en el Nuevo Testamento? Existen unos pocos documentos que la crítica histórica no puede dejar de atribuir al siglo que siguió a la predicación apostólica. Estos son principalmente La Didaché, la Carta de san Clemente a los Corintios, las cartas de san Ignacio de Antioquía, la carta de san Policarpo a los Filipenses, las Actas del martirio de San Policarpo y la carta a Diogneto, de autor desconocido, pero que; se considera evidentemente originaria del primero o segundo siglo. El libro “El cristianismo evangélico a través de los siglos” es una narración legítima que tiene como principal finalidad demostrar que el cristianismo no es una religión creada por los reformadores de la Edad Media, sino la fe de los primeros siglos renovada y limpiada de ritos inciertos y de injusticias derivadas de la idolatría. Estamos familiarizados por la lectura del Nuevo Testamento con el origen de las iglesias, casi todas fundadas por san Pablo en las grandes ciudades del Asia Menor, y con los nombres de las siete iglesias
mencionadas en los tres primeros capítulos del Apocalipsis, en mensajes que el mismo Señor envió por medio del apóstol Juan desde su destierro en la isla de Patmos, a fines del siglo I. Ello enardece nuestra curiosidad para saber qué ocurrió en tales comunidades cristianas, y cómo se cumplieron las cosas que el Señor reveló acerca de ellas. Es necesario aquí tener presente que aun cuando dichas iglesias han sido consideradas por muchos comentadores como símbolo de diversos períodos en la historia de la Iglesia Universal, las cartas fueron enviadas, en primer término, a iglesias reales que existían en los días de Juan y por varios siglos después. ¿Qué les ocurrió, pues, a tales iglesias? ¿Cómo testificaron del Señor sus principales héroes y mártires?
Eficaz ayuda
Publicada de forma clandestina en España en 1956, esta obra fue escrita por el hermano Samuel Vila, incansable defensor de la libertad religiosa durante
la dictadura de Francisco Franco, quien bregó toda su existencia para transmitir el mensaje de salvación del Creador. Reeditada y ampliada en 1981, se constituye en una eficaz ayuda en la extensión del Evangelio por todo el mundo de habla hispana. Una cuestión de gran interés para los cristianos evangélicos de habla hispana, es investigar los orígenes del cristianismo en la península ibérica, el carácter de aquella fe primitiva y hasta qué tiempo se mantuvo más o menos la pureza de la doctrina evangélica entre nuestros antecesores cristianos. Como declara Clemente Romano, colaborador de san Pablo, según Orígenes y Eusebio (véase Filipenses 4; 3), el gran apóstol de los gentiles, visitó España entre su primera y su segunda prisión en Roma. Se asegura que, por ser Tarragona vía importante de comunicación y comercio, fue allí donde el apóstol desembarcó y comenzó su labor. Aún más, se nos dice que fue en Tortosa donde se fundó la primera iglesia cristiana y que Pablo dejó al frente de la misma a Rufo, el que menciona en la carta a los Romanos. Existe alguna probabilidad en favor de estas afirmaciones, aunque no seguridad absoluta, pero lo cierto es que, el Cristianismo se hallaba firmemente establecido en la península ibérica a mediados del siglo II. En el volumen del siervo Vila, que está dividido en treinta y nueve capítulos, se abordan temas relevantes para la historia del cristianismo como el siglo apostólico, la iglesia de Jerusalén, a persecución en las primitivas iglesias del Asia Menor, la división entre la Iglesia Romana y la Ortodoxa, el poderío mundano y la decadencia espiritual de la Iglesia Romana, las cruzadas y la Reforma en los principales países de Europa. Ya hemos visto cómo comenzó el Cristianismo en España y también tenemos amplias noticias del Cristianismo en las Galias (Francia) y de las persecuciones que tuvieron lugar en este país, pero es más incierta la forma y penetración del Cristianismo en Inglaterra. Tertuliano afirma que en el año 200 había cristianos en las islas británicas. También Sozomeno, escritor griego de por el año 300, habla de iglesias cristianas en Inglaterra. Se cree, pues, que el Evangelio entró allí por medio de comerciantes o de soldados romanos de fe cristiana reclutados en el sur de Europa, donde como sabemos había muchos cristianos desde los días de los apóstoles y que según la costumbre romana eran destacados permanentemente en los países invadidos. Lo cierto es que los primitivos bretones o celtas recibieron tan magníficamente el Evangelio, que la inmensa mayoría de la población fue convertida al Cristianismo.
Ya hemos visto cómo comenzó el Cristianismo en España y también tenemos noticias del Cristianismo en las Galias (Francia) y de las persecuciones que tuvieron lugar, pero es más incierta la penetración del Cristianismo en Inglaterra. Se cree que el Evangelio entró allí por medio de comerciantes o de soldados romanos reclutados en el sur de Europa.
El gran encargo
En el prólogo de su publicación, el autor hispano remarca que: “El cristianismo tiene una misión mucho más importante que la cultural y civilizadora. El gran encargo que Cristo dio a sus discípulos fue predicar el Evangelio (buenas nuevas) a toda criatura, pues éste anuncia beneficios para esta vida, pero su alcance se extiende a la eternidad. El presente libro representa un estudio histórico del cristianismo”. Como hemos visto anteriormente, al principio del Cristianismo, eran los grupos de creyentes que se formaban en cada ciudad quienes elegían sus propios obispos, pero después que Constantino se hizo protector oficial de los cristianos, los reyes tenían que aprobar, y más tarde, asumieron la prerrogativa de nombrar a los dirigentes de las iglesias por decreto imperial. El obispo de Roma pretendía, por su parte, lo mismo y los metropolitanos, o sea, obispos de las grandes capitales, no se conformaban con ser suplantados totalmente por un obispo lejano, como el de Roma, en esta prerrogativa que se había hecho tradicional. Más tarde los metropolitanos fueron descartados por el crecimiento de autoridad y poder que fue obteniendo el obispo de Roma y entonces la pugna se agudizó entre el Papa y los emperadores, degenerando en lo que se llamó «la lucha por las investiduras». Nacido el 28 de mayo de 1902 en territorio español, el teólogo Vila desarrolló una extensa labor en pro de la transmisión de las revelaciones que contienen las Sagradas Escrituras. Fiel a la causa del Evangelio, se formó en un pequeño seminario de Barcelona de la Misión Bautista del Sur de los Estados Unidos. Fundador de las iglesias cristianas de Tarrasa y Manresa, dejó de existir el 1 de marzo de 1992. Mientras las aguas del río Arno arrastraban al mar las cenizas de Savonarola y sus compañeros, vivía en Mansfield (Alemania) un niñito, a la sazón, de cinco años de edad, elegido por la Providencia para llevar a término la obra de reforma, frustrada en días de Wiclife y de Huss, y en parte vislumbrada por el monje de Florencia. Nadie hubiese adivinado, en el hijito del humilde minero Juan, al hombre que debería cambiar la faz de la Iglesia Católica Romana, volviendo a una mitad de sus adeptos a las doctrinas del cristianismo primitivo y a un culto más simplificado, pero mucho más semejante al de la Iglesia de las Catacumbas.