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Debilidad de AMLO por “El Chapo” Guzmán y tirria contra García Luna
from EDICIÓN 3791
by impactomx
Se queja de mala comida y pocas visitas; ¿solicitud u orden?; la SRE ya ve el caso por violación a derechos humanos: López Obrador * Con Genaro García se frota las manos y quiere ver sangre * Martha Rodríguez, expulsada de la UNAM; la ministra Yasmín Esquivel, casi fuera de la SCJN; un hecho que se cancele título
Nadie en su sano juicio (lo digo con todo respeto) metería las manos al fuego por Joaquín Guzmán Loera, mejor conocido como “El Chapo”. Nadie, excepto su madre e hijos y demás familiares, claro está. Bueno, quizá sí lo harían (como ya lo han hecho) los miembros de su cártel y los habitantes de Badiguarato, Sinaloa, a los que siempre les ha tendido la mano económicamente, aunque no de manera gratuita y generosa, sino para que sean los cuidadores cotidianos de la casa principal de la familia donde habita o habitaba su señora madre.
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Sin embargo, y aunque parezca increíble, el Presidente Andrés Manuel López Obrador ha externado un especial respeto por “el señor Joaquín Guzmán Loera”, ya que ni siquiera se refiere al narcotraficante por su apodo. De su boca no ha salido “El Chapo”. ¿Por qué el respeto a uno de los capos más sanguinarios que ha habido en la historia de México?
Cualquiera diría que se trata de un mandatario respetuoso de toda persona, pero no es así.
¿Cómo es posible que día tras día despotrique en las Mañaneras contra empresarios, periodistas y rivales políticos? Para ellos, todo tipo de descalificativos, agresiones y acusaciones sin sentido. Ventila sus vidas privadas poniendo en riesgo la seguridad de sus personas, familias y bienes materiales.
De hecho, los juzga con severidad: ahí están los casos de Ciro Gómez Leyva y Carlos Loret de Mola. ¿Por qué el tabasqueño no tiene las mismas consideraciones para Genaro García Luna? Si por López Obrador fuera, el ex secretario de Seguridad Pública ya estaría juzgado y sentenciado a cadena perpetua o hasta pena capital, pero no únicamente él, sino también su ex jefe Felipe Calderón Hinojosa. El inquilino de Palacio Nacional prometió que enjuiciaría a todos los ex presidentes. No cumplió su palabra, pero esos nombres le sirven para justificar los errores de su administración. Todo es culpa del pasado, de los priistas y panistas. El juicio de Genaro García Luna será como es espectáculo de pago por evento, sentenció el Presidente en una especie de burla y morbo.
Que conste, antes que nada, que no defendemos a García Luna ni atacamos a “El Chapo” Guzmán. El primero tiene suficiente dinero para contratar a los mejores abogados del mundo para que lo defiendan (lo que parece que será insuficiente ante la gran cantidad de pruebas que hay en su contra). Y el segundo ya está en manos de la justicia de los Estados Unidos del Norte porque acá en México era el “jefe de jefes” incluso en las prisiones.
¿SUMISIÓN… MIEDO..?
Inexplicable es, insistimos, que el Presidente trate de manera diferente a “El Chapo” Guzmán y a Genaro García Luna. Pregunta: ¿Cuántas cartas ha recibido el Primer Mandatario de prisioneros que piden que se revise su caso? ¿Cuántos le han denunciado abusos y violaciones a sus derechos humanos? Seguramente muchos. ¿Ha leído esas misivas o correos? ¿Ha hecho algo al respecto? Lo dudamos. Pero lo que sí es cierto es que esas cartas no las ha llevado a la Mañanera ni mucho menos les ha puesto el mismo interés. No todos son iguales para el Presidente. Hay delincuentes y narcotraficantes de primera y de segunda clase. A la madre del capo, María Consuelo Loera Pérez, hasta la visita y saluda personalmente en su propia tierra. Así como lo escucha.
¿Por qué la sumisión? ¿Miedo? No fue en su administración cuando lo volvieron a detener y fue extraditado al vecino país del norte, sino en el de Enrique Peña Nieto. Si el Presidente ha sido amenazado por la organización criminal del capo, habría razón en el temor. ¿Quién no? Más todavía al saber que terminando su sexenio se irá a “La Chingada”, su rancho, sin la protección del Estado Mayor Presidencial que el mismo eliminó. Sin pruebas, no son pocos los que han denunciado complicidad del Mandatario con el crimen organizado. El propio Porfirio Muñoz Ledo lo ha acusado. ¡Pruébenlo! ha respondido el tabasqueño. ¿Qué necesidad hay de todo eso? Lo que sí es cierto y lamentable es que los criminales han tenido una participación importante en los últimos procesos electorales al imponer candidatos y financiar campañas. Esto, claro está, es culpa de todo el Estado Mexicano, y no sólo del Poder Ejecutivo.
“El Chapo” Guzmán se quejó ante López Obrador: “La comida es de pésima calidad; sólo me han permitido tener tres visitas; nunca he visto la luz del sol en seis años; la vida que me dan es degradante…” La petición del capo es directa: que lo regrese a México. La instrucción muy precisa: que revise y repare las violaciones que el gobierno de Peña Nieto cometió en su contra. ¿Petición u orden? Dirían nuestros padres ¿y tu nieve de qué la quieres?
Guzmán Loera está en libertad de pedir lo que quiera, con razón o sin ella, pero el Presidente tiene la obligación de cumplir y hacer las leyes, amén de hacer respetar la investidura presidencial. Ponerse a intercambiar mensajes con un narcotraficante no parece digno ni saludable. Peor es que la respuesta no haya sido privada, sino pública y en ella asegurara “vamos a ver”. Pero a la escueta afirmación vino después, una lastimosa aclaración presidencial: la Secretaría de Relaciones Exteriores ya está atendiendo la solicitud desde la perspectiva de los derechos humanos. “Se va a revisar. Se tiene que ver, cuando se trata de derechos humanos, hay vías internacionales, entonces, no es descartar porque el principal de los derechos humanos es el derecho a la vida”, dejó en claro López Obrador.
¡Uffff! Por fortuna para México, no se trata de lo que quiera “El Chapo” ni lo que pretenda López Obrador. Todo, absolutamente todo, está en manos de la justicia de Estados Unidos, quien por cierto ya lo condenó a cadena perpetua. Resultaría ridículo para los gringos soltar al capo. No tendría ni pies ni cabeza una petición de México en tal sentido. Pero el sólo hecho de que López Obrador lo mencione es grotesco y majadero. Ahora resulta que quien delinquió ya no es “El Chapo”, sino Peña Nieto por violentar el debido proceso y EU por violar sus derechos humanos. Guzmán Loera pasaría a ser la víctima. ¿Puede Usted creerlo?
La historia criminal del señor Joaquín Guzmán Loera es ampliamente conocida. Es uno de los capos más sanguinarios que han existido en el mundo. Se le atribuyen alrededor de ¡70 mil asesinatos! cometidos por él mismo o por el Cártel de Sinaloa bajo sus órdenes. Qué más podría decirse de quien ha envenenado a millones de personas con el tráfico de estupefacientes. Ha corrompido a todo tipo de políticos, policías, autoridades y hasta presidentes. Ha vivido como rey en las prisiones y se ha fugado de ellas cuando lo ha querido.
Sin duda, “El Chapo” ha violado los derechos humanos de cientos de miles de personas; los ha torturado, descuartizado, decapitado y muchos cuerpos fueron desintegrador en ácido. Sí, a ese personaje es a quien el
Presidente le tiene simpatía y respeto (por decir lo menos). López Obrador ya se comprometió a revisar su caso por un proceso viciado y porque al señor Guzmán lo tratan muy mal, hasta lo torturan sicológicamente.
¿Más cercanía con el narco? Nada más el “Culiacanazo” del 2019. Cuando la Guardia Nacional aprehendió a Ovidio Guzmán, uno de los hijos de “El Chapo”, el Presidente López Obrador ordenó que lo liberaran para evitar un baño de sangre en la ciudad. Cedió ante la violencia desatada por los narcos de Sonora. El baño de sangre finalmente no se evitó, pues cerca de 30 personas fallecieron durante la recaptura de “El Ratón” Ovidio Guzmán, sólo unos días antes de que llegara a México el mandatario yanqui Joe Biden. Hermosa coincidencia.
Con García Luna, repetimos, es diferente. Se molesta porque atrasan mucho el juicio. Acusa a altos funcionarios del gobierno norteamericano de ser cómplices de don Genaro. Asegura que los sobornos a ex titular de la SSP llegaban hasta el escritorio de Calderón Hinojosa. Y el último disparate: que si se descubre que García Luna robó a México 600 millones de dólares y los transfirió al país vecino, estos nos tienen que ser devueltos. ¡Sí cómo no! En suma, con Genaro García Luna quiere ver sangre. Con el señor Guzmán que se respeten sus derechos humanos.
La Ministra Y Maestra Reciben Su Merecido
Más que vergonzosa es la situación en que se han colocado la ministra (todavía) Yasmín Esquivel Mossa y la maestra (ya no) Martha Rodríguez Ortiz. Ya no por el plagio de una tesis, sino por el comportamiento lastimoso, mentiroso y ridículo que adoptaron una vez que fue denunciado el delito y confirmado por las autoridades correspondientes.
Nadie, excepto la 4T, las defienden. Bueno, ni los morenistas le creen, pero han tenido que seguir la instrucción presidencial de cerrar la boca o abrirla únicamente para defenderlas y justificarlas. La impresentable Martha Rodríguez ya fue expulsada abiertamente por la Universidad Nacional Autónoma de México. Jamás regresará a esas aulas y seguramente a ninguna otra escuela que se respete a sí misma. Permitió no uno, sino varios plagios. Seguramente vendió tesis a sus alumnos. Dicen que hasta en 100 mil pesos cada una. Un mes después de que se destapara el engaño, por fin se decidió aparecer ante algunos medios de comunicación. “Pelearé y buscaré un amparo”, se defiende. Pelearé contra “mi UNAM”. La Universidad no es mala, sino sus directivos, acusa. Vamos, un sinfín de escusas tan increíbles como el hecho de que -dice- el otro alumno, Edgar Ulises, le hizo llegar voluntariamente una carta certificada por notario público donde aceptaba que él copió a Yasmín.
Bien hizo la UNAM en despedirla por falta de probidad y honradez en el desempeño de su trabajo como maestra y directora de tesis. Pero ¿todo quedará ahí? ¿No hay delito qué perseguir? Suponemos que no uno, sino varios. Sólo es cuestión de rastrear sus actividades escolares y movimientos financieros.
En el mismo fuego esta Yasmín Esquivel Mossa, quien con su presencia en la SCJN sólo ensucia la no tan pulcra imagen de esa institución. Está sentada en su macho. Negando todo. Haciéndose la víctima de la película, pero sobre todo encarando a todo México: “¡no renuncio!”. Háganle como quieran.
La todavía licenciada en derecho grita a los cuatro vientos “no tengo nada de qué avergonzarme”. ¡Cuánto cinismo! Reta a todos y hasta ahora ha salido con la mano en alto. Asiste y participa en todas las cesiones. Emite votos. ¡Cuánta desfachatez! Anhelaba ser presidenta de la Corte impulsada por López Obrador, quien aún la disculpa.
Al momento de escribir este último párrafo (viernes a las 12:30 horas) faltaba una hora para que el rector de la UNAM, Enrique Grauer, diera una conferencia de prensa. Por la salud de México, por la credibilidad de la Máxima Casa de Estudios y por la defensa de un auténtico Estado de Derecho, el rector debió anunciar que se retiraba el título expedido por la FES Aragón a Yasmín Esquivel Mossa como licenciada en derecho. Lo demás caerá ya por su propio peso hasta quedar expulsada también de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. enprimerapersona63@mail.com