Mauricio Pérez Lazo
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C o l e cc i ó n C l á s i c o s C O J E D E Ñ OS
Crepúsculos
CrepĂşsculos
Mauricio Pérez Lazo
Crepúsculos
Crepúsculos © Imprenta Regional Cojedes Portada: Mauricio Pérez Lazo - El Cojo Ilustrado - S/F 1ª Edición: Editorial El Cojo, Caracas, 1896 2ª Edición: Fondo Editorial Agua Viva, San Carlos, 1986 3ª Edición © Fundación Editorial el perro y la rana Imprenta Regional Cojedes Edificio Manrique, Primer Piso sede de la Escuela Regional de Teatro San Carlos-Venezuela 2201 Telefs.: 0424-4364577 correo electrónico: imprentaregionalcojedes@gmail.com
ISBN 978-980-7163-20-0 Depósito Legal: LS 40220078003118
Con el aporte de:
El Sistema Nacional de Imprentas Regionales es un proyecto editorial impulsado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, a través de la Fundación Editorial El perro y la rana, con el apoyo y participación de la Red Nacional de Escritores de Venezuela. Tiene como objetivo fundamental brindar una herramienta esencial en la construcción de las ideas: el libro. El sistema de imprentas funciona en todo el país y cuenta con tecnología de punta, cada módulo está compuesto por una serie de equipos que facilitan la elaboración rápida y eficaz de textos. Además, cuenta con un Consejo Editorial conformado por un representante de la Red Nacional de Escritores de Venezuela Capítulo Estadal y el Especialista en Gestión Cultural del Libro y la Lectura, a través de quienes participan los Consejos Comunales, Misiones y otros colectivos y grupos de protagonismo social, atendiendo al principio de que El pueblo es la cultura.
Fundación Editorial
elperroy larana
Crepúsculos Mauricio Pérez Lazo
Presentación
No es fácil presentar un libro cuya primera edición se remonta a más de un siglo atrás, para ser precisos, 112 años, y que por otra parte, ha sido un hito curiosamente desconocido para muchas nuevas generaciones. Hemos incluido en esta versión de Crepúsculos, el contenido íntegro de la edición que en 1986 hiciera la Asociación de Escritores de Venezuela, bajo la dirección de Francisco Javier Frías y prólogo de Héctor Pedreáñez Trejo, amparándonos en el texto original de 1896, salido de la Imprenta de El Cojo. Si bien, Pedreáñez recogía en 1986 la sugerencia del primer prologuista, Santiago González Guinán, de llamar Auroras a esta colección de poemas, hemos creído conveniente publicarlos bajo el nombre en que son más conocidos y que les diese el propio Mauricio Pérez Lazo. Crepúsculos recorre los temas éticos, morales y emocionales que la poesía venezolana ha abordado
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desde siempre: El amor, la familia, la belleza en sí. Libro melancólico a ratos, está impregnado de esa languidez que aún habita los domingos de San Carlos, del hastío que a veces nos deja este calor. Nativo de El Tinaco, alguna influencia ha debido tener de su lejano pariente, Francisco Lazo Martí. Durante muchos años habitó en la calle Páez de San Carlos, primero, donde se sitúa hoy el emblemático y ya clásico edificio Por Fin, y luego frente a la Plaza Bolívar, donde después y durante muchos años funcionarían la Cruz Roja y un convento, por lo que cabe decir que ese dicho de "en Cojedes hay poetas en cada plaza", ha de tener algo de cierto. Mauricio Pérez Lazo, quien como poeta solía firmar simplemente Maury, ejerció notablemente la vida ciudadana, como abogado y servidor público, no sólo en Cojedes, también en Carabobo y Portuguesa, llegando a ocupar altos cargos en la administración pública bajo diversos gobiernos, y estando encargado de la Presidencia del Estado hacia 1925. En 1910 se decretó que En las pampas que surca el Cojedes, compuesta por Mauricio Pérez Lazo y con música de Miguel Angel Granados, fuese desde entonces el Himno del Estado Cojedes. En homenaje a quien hoy da su nombre al Complejo Cultural de San Carlos y ha sido reconocido tantas veces como uno de los primeros poetas de nuestra tierra, incluimos completo en un Apéndice, ese signo de identidad del cual muchas veces recordamos tan sólo el coro y la primera estrofa.
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Queda pendiente un estudio ambicioso y completo de la obra literaria de este cojedeño, un estudio que recoja no sólo estos versos sino toda su producción poética y ensayística dispersa en diversos diarios de la época. Un estudio que haga justicia a éste nacionalista, a éste cojedeño que desde siempre supo que debíamos defender “la patria gloriosa / que Bolívar el grande fundó”.
Eduardo Mariño
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Los Editores quieren ofrecer su más sincero agradecimiento a Francisco Javier Frías, Luis Enrique Frías, Armando González Segovia y Miguel Pérez por su consejo en la publicación de éste libro.
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Crepúsculos 15
I Me diste una sonrisa Y el amor en tus ojos irradiaba Como la luz del alba que indecisa En pálidos cielos asomaba Cascada de palabras armoniosa Destacada entre perlas y corales Brotaba de tu boca deliciosa Por quien diera la abeja sus panales Juraste amor, y el campo con su esencia Que tu labio vertía y me embriagaba Su esmalte de lozana florescencia En efluvios purísimos bañaba El nítido lucero que en mar Sereno de zafir se arroja El airecillo blando y pasajero Que las mosquetas al besar deshoja
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El trinar de las aves, los matices Que el arrebol sobre las cumbres lanza Todo era como presagios felices De mi naciente amor y mi esperanza
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II
Todo pasó, promesas, juramento Esperanza fugaz, ilusión vana A matar tanto amor bastó un momento Sobró un desdén de la mujer liviana La sombra descosía manto De inmensas brumas sobre el mundo Y tu labio falaz no sonreía Y odio brotaba de tu mirar profundo Las aves y los céfiros callaban Se inclinaban las flores y dormían Por las cumbres altísimas rodaban Los últimos reflejos y morían Y en la siniestra, soporosa calma En que el orbe rodaba entristecido Sólo la opaca luna vio a mi alma Sumergirse en la penumbra del olvido
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III
Por campo ameno, sin pesar ni agravios Discurre un niño acariciando antojos Sonrisas brotan de los abiertos labios Fulgor de estrellas, los chispeantes ojos El tornasol de un pájaro, el donaire De la azul mariposa le cautivan Corre tras ellos pero hendiendo el aire Insecto y ave la prisión esquivan Su afán burlado le produce enojos Bañaba en perlas purpurina rosa Por ella olvida fácil y liviano La mariposa, el pájaro que zumban Pero al tocarla hiérese la mano Y es el dolor, de sus ensueños tumba
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IV
Galán apuesto, de mirar ardiente Con paso firme, sin temor avanza Un nido de ilusiones en la mente Y el corazón henchido de esperanza Ama y en su delirio ¡pobre loco! Rinde a los pies de la mujer querida Su corazón del que es ternura foco Y con su corazón, su fe y su vida Creé en la amistad y al tributarle culto Mil vidas que tuviera le ofrendara De su alma en el santuario más oculto Tiene la sociedad altar y ara Pero llega el instante de la prueba Y le traiciona la mujer que adora Le venden los amigos y se ceba La turba en las angustias del que llora
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AsĂ aprende el mancebo que en el mundo Nada puede existir que no sucumba Y en el abismo de su mar profundo Da a su placer y a su creencias tumba
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V
Por áspero camino, falleciente Aterido de frío va un anciano El sombrío dolor sobre la frente Sobre el nudoso báculo la mano Sus miradas opacas nos dan lumbre Doblado está, no al peso de los años Y si bajo la inmensa pesadumbre De antiguos y recientes desengaños Mira los cielos a través del llanto Que desciende a mojar sus tristes huellas ¿Qué anhela su alma? Traspasar el llanto De zafiro que bordan las estrellas Y al caer como encina disecada Que en la montaña el huracán derrumba Halla el anciano al fin de la jornada A su dolor sin esperanza tumba
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VI
Tu me preguntas por qué mis celos A cada instante punzan tus oídos Cuando en tus labios a todas horas Escucho un nombre que no es el mío Cuando mil frases para otro, ingrata Dulces y tiernas he sorprendido Y unas sonrisas y unas miradas Que más valiera no hubiese visto ¿Y te disgustas porque me quejo Porque estoy triste, porque suspiro Porque de angustia rota en pedazos Y agonizante mi alma te ha dicho Que eres voluble como las ondas Como las brisas y mariposas?
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VII
No te impacientes que yo te juro Más con mis quejas no importunarte Y ahogar siempre dentro del pecho Mis sufrimientos y mis pesares Que en esta lucha desgarradora Frágil mi cuerpo debe quebrarse Y libre mi alma de penas Irá a los cielos a reposarse Venga, pues pronto, dulce muerte De mis tormentos a libertarme Selle mis labios su helado beso Dentro mis venas el fuego apague Y que mi boca se quede muda Como la sombra, como la tumba
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Amor
Mi bien, si en el desierto la errante caravana Ama el oasis bello y en él busca solaz Ramaje y sombra y agua que providento mana Yo así tu amor anhelo, pero te quiero más Así como los árabes adoran aquel nido Mi alma bendice el templo donde mi amor te halló En él a Dios orando por mi ventura pido Rogándole me ames como te quiero yo Cada flor, cada estrella, la onda, la brisa, el ave El musgo y cuanto alienta y ama en la creación Del amor que me inspira algún secreto sabe El es tan grande, hermosa, que llena la extensión Si es el amor, mi vida, lo que en mi dicha creó Chispa inflamada y pura del corazón de Dios Yo en el crisol brillante de mi pasión deseo Refunda en una sola las almas de los dos
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Y así, por siempre unidos en dulce venturanza Nada más a los cielos pudiera yo pedir Oh si, que entonces viera cumplida mi esperanza Sintiendo junto al tuyo mi corazón latir
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Acróstico
Angel eres por tu alma inmaculada Mujer por tu adorable corazón En el huerto gentil, flor perfumada Lucero, de tu vida en la alborada I en el bendito hogar, dicha y amor Así cruzas, alegre y sonreída Gacela hermosa, el campo de la vida Así vas, serafín mostrando el cielo Raudo lucero, derramando luz Célica flor, engalanando el suelo I mujer, paraninfo de consuelo Al mundo dando aroma de virtud
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No llores más
Nunca más bellos son tus ojos negros Que después que has llorado, amada mía Pues llevan ese triste de tristeza Que pinta de dolor la poesía Pero no llores más, que cuando leo En tu frente el pesar que te devora Mi alma, bien mío, de la tuya hermana Sufre contigo y en silencio llora Llanto que de los ojos retrocede En honda y amarguísima congoja Y en lluvia ardiente al corazón bañando En ola inmensa de dolor ahoga No llores más, mi bien ¿dime no basta A consolar tu negra desventura La pasión que me inspira, ángel mío Hija del cielo y como el cielo pura?
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Si a tornarte feliz, luz de mi alma Alcanzara la sangre de mis venas Nunca llorarán tus divinos ojos Jamás tu corazón sintiera penas
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Mas si orear tus lágrimas no puede De amor el fuego que mi pecho inflama Confundiré mi llanto con las perlas Que tu sensible corazón derrama
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Aspiraciones ideales (Versión del francés) A mi distinguida amiga, señora Eladia Márquez de Chirinos
Cuando la aurora rasga los nocturnales velos Y viene como diamantes las flores a esmaltar Esas preciosas flores que bajan de los cielos Quisiera atesorar Cuando la tarde triste se cierne en el espacio Y tiende al universo su manto de crespón Y Véspero ilumina cual fúlgido topacio La sideral mansión Oh! Yo quisiera entonces inspiración de fuego Mis cantos y mis preces de hinojos, levantar Pulsar de amor henchido mi dulce lira y luego Siempre cantar y orar
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El ave ingrata
Por sobre el césped una azucena Su bello cáliz modesta alzó Y amor por ella sintiendo el alba Su frente en perlas aprisionó El aura leve que en torno gira Tierna suspira de amor también Más sus caricias ella esquivando Doble temblando la casta sien Ruedan las perlas estremecidas Y desprendidas al suelo van Siéntese el alba ruborizada Y avergonzada la brisa está Al punto bate sus lindas alas Luciendo galas un colibrí Y la flor alza la nívea frente Dando al ambiente su ámbar sutil
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Al ave ingrata que adora ciega Su seno entrega sin esquivez Y el dulce néctar que él atesora Bebe traidora en avidez Luego burlando tanta inocencia A cruel ausencia la abandonó Busca otras flores, y la azucena Muere de pena, muere de amor
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Ansiedad
Cual prueba el colibrí de gozo trémulo La miel que acendra la purpúrea flor Así en tu labio, de las flores émulo Beber quisiera celestial licor Como la yedra a la robusta encina Se adhiere con amor para trepar A tu cintura virginal, divina Quisiera yo mis brazos enlazar Así como la frágil mariposa Se extingue de la llama el resplandor Fundiera mi alma con la tuya, hermosa Al dulce fuego de eternal amor Nace la yedra, el ave deja el nido La mariposa rompe su capuz Y encuentra el colibrí campo florido Árbol la yedra y el insecto luz
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Más yo no puedo aunque de sed me abraso En tus labios purísimos beber Ni comprimir tu cuello con mi brazo Ni luz de amor en tus pupilas ver Y aunque mi ser anima un alma ansiosa Que para amarte el Sumo Bien creó La yedra, el colibrí, la mariposa Gozan en tanto que padezco yo
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Suspiros A mi hermana querida Ana Pérez Lazo
I Hermosa como el Héspero Pura como un querube Bella como la tórtola Aérea como la nube Así en el templo un día hallé a la virgen mía Viéronse nuestros ojos, y en la mirada tierna Mi amor le dije estático, su amor me dijo ella
II Como desgaja el céfiro Las rosas purpurinas Llevándose los pétalos Dejando las espinas Así al perder un día La prometida mía Las castas ilusiones del corazón volaron Dejándolo entre sombras de espinas coronando
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III Como suspira el náufrago Por sus perdidos lares Viendo al través de lágrimas Los extendidos mares Así día tras día Pienso en la virgen mía Mirando la techumbre de estrellas consteladas Do el corazón me dice que deberé encontrarla
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Rimas
Para mostrar su inmenso poderío Dios hizo el mar con su querer tan solo Y en sus ondas del uno al otro polo Legó su nombre al piélago bravío Al hombre su bondad probarle quiso Formó la tierra en dones opulenta Y en ella el trono del mortal asienta Haciéndolo señor del paraíso De su gloria inmortal fúlgidas huellas Quiso admirar el universo atento Y en el nítido azul del firmamento Mando a brotar las límpidas estrellas Para hacerme feliz hizo que el mundo Vinieras tu, mujer encantadora Y diérasme a gozar hora tras hora El dulce néctar del amor profundo
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Te amo mi bien, y ante tus gracias bellas Late mi corazón con tales bríos Que pusiera a tus pies si fueran míos La tierra, el mar, las fúlgidas estrellas Tanto mi amor por agradarte hiciera Que tanto así te adoro, ángel querido Perdona si en tu amor sólo he rendido Mi alma, mi corazón, mi vida eterna
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A Bolívar
Sobre el altar el templo de la gloria Un genio está de pie, cinco naciones Le forman pedestal, y sus acciones Graba en mármol la musa de la historia Huella a sus pies radiante la victoria Rotas cadenas, cetros y cañones Y un dosel de enlazados pabellones Cubre un campo de escombros y de escoria Más de ese campo se alzan impelidos Por el genio, las leyes y el derecho La libertad, los pueblos oprimidos ¿Quién esa obra de gigante ha hecho? Bolívar, con esclavos redimidos De estúpidos tiranos a despecho
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Las nubes
Cuando lleva del sol tiernos mensajes Y púrpuras y aljófar a la aurora Si de las calvas cumbres se evapora Como cendal de nítidos encajes Ora orlando de niebla los boscajes Ya de gasas la linfa bullidora O cuando el seno túrbido colora Del iris con los fúlgidos celajes Gústame ver la nube transparente Sus cambiantes, su giro, sus antojos Del Este resbalando al Occidente Más no lo que proyectan los enojos Sobre la nieve pura de tu frente Y en llanto se resuelve por tus ojos
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La pasionaria A mi Madre
Yo admiro tu cáliz puro Casta y bella pasiflora Y mi alma absorta lo adora En muda contemplación Que tu guardas misteriosa Por naturaleza escrita Una página bendita De sublime abnegación
Página de luto y sangre De lágrimas, de suplicio De cadalso y sacrificio La historia, en fin, de Jesús Del Dios mártir que se inmola En expiación del pecado Holocausto consumado En las aras de la cruz
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Tus estambres que en desmayo Al suelo doliente inclinas Semejan las disciplinas Martirio del Hombre-Dios Y la humillante corona Que tejiera con espinas Sobre las sienes divinas La muchedumbre feroz
La columna en que fue azotado A puro tormento fiero El purísimo cordero Está en tu cáliz, oh flor! Y la esponja en que ofrecieron Los deicidas con ultraje Horrendo, amargo brebaje A la sed del redentor
En tu corola temblantes Con triste y pálido brillo Las tenazas y el martillo Entrelazados están Y los clavos que el madero Sujetaron suspendida Las Hostia al Eterno ofrecida Por el delito de Adán
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Y en fin, tu lánguida copa Misterioso relicario Melancólico santuario Tabernáculo de amor Guarda también reverente En violadas tintas vagas Las enrojecidas llagas Del cuerpo del Salvador
Al ver, oh flor! tu corola En las mañanas de estío Bañada en fresco rocío ¿Sabes lo que pienso yo? Que en el misterio escondido De la solitaria noche Un ángel sobre tu broche Sus lágrimas derramó
¿O son trasunto del llanto Que vertió en amarga hora La madre corredentora El lirio de Nazareth? Si es el lloro de un arcángel Las lágrimas de María O las perlas que te envía La blanca nube, no se
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Se tan sólo que te adoro Y que al contemplar tu seno Desprecio del mundo el cieno Y se acrecienta mi fe Eres un libro sublime Que ávido y absorto leo Donde mis ojos recreo Y un poema mi alma ve
De la divina esperanza Es tu Cáliz el sagrario La tragedia del calvario Estéril nunca será De un futuro Edén me brindas El purísimo consuelo ¿Que importa del mundo duelo Cuando existe un mas allá?
Pasionaria, si la sangre Que baño el gólgota santo A la que mezcló su llanto María, nos redimió Haz que levante en mi pecho La caridad una hoguera Y la humanidad entera Pueda, cual Dios, amar yo
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Y cuando admire tu seno Que encierra misterio tanto Inspírame, flor, un canto A la excelsa majestad Que jamás la duda impía Perturbe mi dulce calma Y abrigue siempre mi alma Fe, Esperanza y Caridad
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A…
Blanca azucena del paraíso De mi esperanza divina flor Si Dios tan bella formarte quiso Como nacida para el amor En tu corola fragante y nítida Guarda el ardiente suspiro trémulo Con que te nombra mi corazón
Amor, la fibra del sentimiento Dentro del alma vibra tensa Sufre, y se nubla mi pensamiento Porque me ha dicho ¿será verdad? Que decepciones crudas y lúgubres Es lo que ofrece destino bárbaro A los que saben sentir amar
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Pero la vida es carga importuna Cuando le falta, ninfa, el amor Y deshojadas una por una Las ilusiones muertas en flor Ruedan al suelo tristes y pálidas El alma envuelven, tiembla frígida Le falta cielo, luz y calor
Oye, te amo, más si envenena Desdén amargo mi tierno amor Tu dulce imagen, mi triste pena Tendrán, hermosa, su panteón Aquí, selladas por loza fúnebre Con mis suspiros y mis lágrimas En lo más hondo del corazón
Pero si me amas, dímelo hermosa Quedo, tan quedo, que sólo Dios Sepa que vive mi alma dichosa Sepa que un ángel me da su amor Y que mi pecho sea el tabernáculo Donde se oculte tu amor purísimo Que él será siempre, mi religión
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Amor
Tienen tus ojos el soberbio encanto De noche tropical Negros como la sombra de su manto Con fuego tanto Como en el éter los luceros dan A tus mejillas cándidas la aurora Su roscicler les dio Y en tu boca de púrpura colora Más perlas atesora Que en el abierto cáliz de la flor Nota tan celestial en su concierto No tienen el ruiseñor Ni la fuente purísima, ni el viento Como el tímido acento Con que me nombra trémula tu voz
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Si como espesa nube tus cabellos Sombra a tu frente dan Y lanza tu mirada tus destellos Yo me figuro en ellos El cielo del amor, su tempestad 48
Como la amante tórtola en su nido Cobija y da calor A su confiada prole, así escondido Guardar me has ofrecido Dentro tu seno virginal, mi amor Y si te adoro niña, como ama El claro manantial La flor de sus orillas y su grama Como la ardiente llama La mariposa frágil y fugaz No adoro, no, tu espléndida hermosura Abeja del amor Mi alma sólo se embriaga de la dulzura De la miel rica y pura Que destila tu bello corazón
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Hastío
Dulce tristeza en que se abisma el alma Honda ansiedad del corazón vacío Sueños que engañan la ardorosa mente Oh, amor! tu eres Nube que el sol enamorado esmalta De iris bordando su cendal de nieve Y luego el viento con soplar disipa Es la Esperanza Meteoro fugaz que surca el éter De insólito fulgor bañando el orbe Y en pos dejando al aspirar tinieblas La ilusión vana Rosa fragante que naciendo apenas Herido siente por la abeja el seno Y abrigo helado sin piedad deshoja Así es la dicha
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Ver la esperanza, divisar la gloria Cerca, divina, sin poder gozarla Eso eres tu, tormento de la vida Dolor tirano
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Vana esperanza, misterioso ensueño Dicha que pasa, padecer prolijo Amor que lleva al corazón dolores Tal es la vida Rasgar el alma el terrenal sudario Dejar el polvo, remontarse al cielo Y allí embriagarse en la divina esencia He aquí la muerte Si es la esperanza y el amor mentira Sueño la dicha, la ilusión, la vida Y eterno sólo el dolor, oh muerte! Ábreme el cielo
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En el álbum de la señorita María Mayodón
Dos rosas ved, su púdica blancura Su gracia y majestad Simbolizan la frágil hermosura De efímera beldad Como del incensario el humo sube Al trono de Jehová Así en las alas de impalpable nube Su perfume se irá Mañana de estas rosas peregrinas Los pétalos caerán Y punzantes del tallo las espinas Tan sólo quedarán He aquí la historia de la vida escrita: La vida es una flor Crece presto y fugaz, luego marchita Se agosta en el dolor
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Mas, antes de morir perfuma el viento Su aroma es la amistad Es del alma puro sentimiento Oh amiga! Cultivad
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Que si otra vez la rosa no florece Que troncha el equilรณn La amistad de las almas reverdece Y aroma el corazรณn
Apéndice En las pampas que surca el Cojedes Himno del Estado Cojedes, según decreto del 1º de enero de 1910 Letra: Mauricio Pérez Lazo Música: Miguel Angel Granados
Crepúsculos Mauricio Pérez Lazo
(Coro) En las pampas que surca el Cojedes y fecundan los rayos del sol Paz y leyes proclama el llanero Libertad y Derechos y Honor I Defendamos la Patria gloriosa que Bolívar el grande fundó Invencible será nuestro empuje si nos brinda su fuerza la unión II Esta libre región ha grabado con buril de diamante y de luz coruscante renglón de luceros que proclama su excelsa virtud. III Y proezas de homérica lucha con que el rudo centauro libró el rebaño, la ubérrima pampa y la choza que amor le brindó.
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IV Si de audaz extranjero la planta nuestro suelo pretende ultrajar Carabobo sus rayos fulmine deje oír su fragor Boyacá. 56
V Las Queseras repitan su asombro de Pichincha retumbe el cañón: Recordemos el Sol de Ayacucho que la América libre alumbró. VI Y que somos los hijos aquellos que en la tierra del Inca infeliz con su lanza blasón esculpieron en el campo inmortal de Junín. VII Mientras tanto el arado empuñemos Bajo el sol que madura la mies: El trabajo es el numen propicio genitor de la dicha y el bien. VIII De la paz bajo el trono de armiños la justicia levanta su altar y florece lozano y altivo de Minerva laurel inmortal
Ă?ndice
Presentación
9
Crepúsculos I
15
II
17
III
18
IV
19
V
21
VI
22
VII
23
Amor
24
Acróstico
26
No llores más
27
Aspiraciones ideales (Versión del francés)
29
El ave ingrata
30
Ansiedad
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Suspiros
34
Rimas
36
A Bolívar
38
Las nubes
39
La Pasionaria
40
A…
45
Amor
47
Hastío
49
En el álbum de la señorita María Mayodón
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Apéndice: Himno del Estado Cojedes
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Fundación Editorial El perro y la rana Imprenta Regional Cojedes Consejo Editorial Popular Estado Cojedes: Aurymar Granadillo Especialista en Gestión Cultural - Area del Libro y la Lectura Deibi Díaz Red de Escritores de Venezuela - Capítulo Cojedes Eduardo Mariño Diseño Gráfico y Edición José Baute Impresión y Montaje
Esta edición de 500 ejemplares se culminó en mayo de 2008 en la Imprenta Regional Cojedes de la Fundación Editorial "El perro y la rana" En su impresión se usaron tipos Linotype Univers y Bembo
Mauricio Pérez Lazo (Tinaco, 1842 - San Carlos, 1937) Poeta y ensayista, una de las primeras voces en la literatura cojedeña. Autor del Himno del Estado Cojedes, se desempeñó en diversos cargos de la administración pública, llegando a ser Presidente del Estado durante el gobierno del General Gómez. Hombre nacionalista, hombre de ideas, hombre de ese siglo XIX soñador y revolucionario, publicó este libro en la Editorial El Cojo, en Caracas, en 1896, inaugurando así, nuestra larga e intensa tradición poética.
Crepúsculos es quizás el libro fundacional de la poesía cojedeña, su autor, el Mauricio Pérez Lazo del Himno del Estado Cojedes, se nutre de las corrientes modernistas en boga en el tardío siglo XIX y de la ruralidad de un Cojedes de caudillos y montoneras, para mostrarnos su corazón y su sueño entre las brumas del ocaso de un siglo tempestuoso y libertario.