EN S AY O
Ensayos de historia y cultura popular tradicional del municipio Anzoรกtegui, Estado Cojedes
de
Na c i o n a l S i s t e m a
I m p r e n t as
cojedes
Serie Historia Regional y Local
coleccion
tro en or Ad ad an rio s G e r o Ba jed br Li e Co sd o ia tad or Es ist H
Palabras en el Tiempo
Armando Gonzรกlez Segovia
Palabras en el tiempo © Armando González Segovia, 2009 Colección Ensayo - Serie Historia Local y Regional Por la 1ra Edición: © Fundación Editorial el perro y la rana Imprenta Regional Cojedes sistemadeimprentascojedes@gmail.com Ilustración de Portada: de la serie Pájaros / Mixta sobre papel © Richard La Rosa, 2009 ISBN: 978-980-14-0502-3 Depósito Legal: LS 40220078003118
El Sistema Nacional de Imprentas es un proyecto impulsado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura a través de la Fundación Editorial El perro y la rana, con el apoyo y la participación de la Red Nacional de Escritores de Venezuela. Tiene como objeto fundamental brindar una herramienta esencial en la construcción de las ideas: el libro. Este sistema se ramifica por todos los estados del país, donde funciona una pequeña imprenta que le da paso a la publicación de autores, principalmente inéditos.
ro nt or de A ad an rio s G e r o Ba jed br Li e Co sd o ia tad or Es ist H
Quienes suscribimos, siguiendo las políticas de inclusión propuestas por el Gobierno y la Revolución Bolivariana, comprometidos y comprometidas con los principios que sustentan los valores ancestrales y culturales; desde la responsabilidad asumida por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, la Fundación Editorial El perro y la rana y la Red Nacional de Escritores de Venezuela, reunidos en Caracas, al pie del Waraira Repano, los días 3, 4 y 5 de febrero de 2009; después de evaluar cada uno de los originales enviados al Concurso Historias de Barrio Adentro, acordamos: 1º Reconocer el valor patrimonial de los numerosos manuscritos enviados al Concurso, los cuales expresan en su mayoría una nueva patria escrita, nacida al calor del proceso social que reivindica la esencia cultural de un país. 2º Agradecer y felicitar a los centenares de escritores y escritoras que desde todas las regiones del país se hicieron eco de la convocatoria y dan cuenta de la sensibilidad creativa que habita en nuestros campos, pueblos y ciudades. 3º Valorar la diversidad de escrituras y temas que refieren al país, en plena participación protagónica de los procesos emancipatorios hacia la construcción del socialismo bolivariano. 4º Apoyar la nueva escritura que emerge en Venezuela desde los poderes creadores del pueblo, sustantiva para la liberación cultural y espiritual de las naciones y pueblos de nuestra América. 5º Invitar a todos los participantes en el Concurso Historias de Barrio Adentro a continuar la batalla creativa en las diferentes expresiones artísticas hacia una nueva estética en el oficio de la palabra y la vida. 6º Reconocer y aprobar la publicación de los manuscritos ganadores.
El Jurado: ____________________________ Miguel Márquez - Fundación Editorial El perro y la rana; William Osuna - Fundación Editorial El perro y la rana; Héctor Seijas - Fundación Editorial el perro y la rana; Maribel Prieto - Red Nacional de Escritores de Venezuela; Julio Valderrey - Sistema Nacional de Imprentas Miranda; Eduardo Mariño - Sistema Nacional de Imprentas Cojedes; Marcos Veroes - Sistema Nacional de Imprentas Aragua; Pedro Ruiz - Red Nacional de Escritores de Venezuela; Giordana García - Fundación Editorial El perro y la rana; Héctor Bello - Fundación Editorial El perro y la rana; José Javier Sánchez - Fundación Editorial El perro y la rana; Dannybal Reyes - Fundación Editorial El perro y la rana; Inti Clark - Fundación Editorial El perro y la rana; María Alejandra Rojas - Fundación Editorial El perro y la rana; Yanuva León - Fundación Editorial El perro y la rana; Leonardo Ruiz - Red Nacional de Escritores de Venezuela; Pedro Pérez Aldana - Red Nacional de Escritores de Venezuela.
Caracas, 5 de febrero de 2009
Armando Gonzรกlez Segovia
Palabras en el tiempo Ensayos de historia y cultura popular tradicional del municipio Anzoรกtegui, Estado Cojedes
Especialmente para aquellos de quienes desciendo: Paula Hortensia, Fidelina, Antolina, Luis, Cristóbal y para quienes descienden de mí: Orocomay, Cristóbal Armando y María Fernanda Estas notas son sus hermanas A mis Hermanos: Nora, Luis Alberto y Marcos, estos apuntes son muestra del potencial creador latente en nuestro ser A todas aquellas personas que dieron gratuita y gentilmente su palabra para que quedara eternizada en estos apuntes A todos los compañeros y compañeras de lucha con quien he compartido en todos estos años
Agradecimientos
Debo dejar constancia de agradecimiento a todas aquellas personas que han alentado éste trabajo que el autor ha venido realizando desde hace tanto tiempo, cuando desde niño gané un concurso sobre el Día de la Juventud, en 1977, y desde allí se incentivó la curiosidad científica hacia el estudio de las ciencias humanas. La lista es inmensa y puede que involuntariamente omita nombres que deben incluirse aquí. Primero debo agradecer a mi familia el apoyo brindado en los tiempos más difíciles de mi vida, a Zobeyda Jiménez y Pedro Pablo Linarez, quienes me dieron el incentivo necesario en el inicio de las actividades de investigación. Al profesor J. M. Cruxent, quien me orientó en muchas actividades relativas a la arqueología y al indigenismo, a los profesores Adrián Lucena Goyo, José Esteban Ruiz Guevara, a la profesora Jaquelin Clarac de Briceño. Especialmente debo dejar constancia de las orientaciones brindadas por el profesor Agustín Blanco Muñoz y la profesora Mery Luz Sananes, con quienes hemos compartido en diversas ocasiones en los Seminarios de los No Descubiertos, en la Cátedra Pío Tamayo y el Centro de Estudios de Historia Actual de la Universidad Central de Venezuela, estas discusiones sirvieron para perfilar una metodología de trabajo que se ha puesto en práctica en estas notas. También agradezco
a la profesora Esnervi Rosales las diversas invitaciones a participar, en calidad de facilitador, en talleres de la Sociedad Bolivariana Estudiantil, donde tuve la oportunidad de discutir con docentes y estudiantes muchos puntos plasmados en estas notas. A Wilfredo Bolívar y Aleida Anzola, por la amistad y colaboración. A Ramón Querales, por las horas que hemos departido intercambiando opiniones. Al Dr. José Antonio Borjas, quien me dio su apoyo para el cargo de Cronista Municipal. Al antropólogo Argenis Agüero y al profesor Darío Castillo, hermanos de lucha con quienes he intercambiado opiniones y compartido estos últimos años de investigación y quienes han colaborado en la obtención de datos y en la corrección de los temas desarrollados. A Monseñor Antonio Arellano Durán, quien siempre tendió su mano de amigo comprensivo. A Yusmira López y Aída por la solidaridad y paciencia conmigo, ya que el tiempo de gestación de este trabajo es necesario restarlo a la atención de mis hijos. A todos los departamentos de la Alcaldía del Municipio Anzoátegui, especialmente a la Ingeniero Municipal Teresa Jiménez por la amistad sincera y la solidaridad demostrada en múltiples ocasiones, a las secretarias de esta misma institución quienes pacientemente aguantaron la presión generada en diversas actividades. A todos los que me han ayudado, muchas gracias.
Advertencia
Estas notas no necesitan prólogo, sino de personas que las lean y las estudien con detenimiento. Solamente de esta manera podrán encontrarle sus aportes y se logrará avanzar en la corrección de sus fallas. Esa es la forma como funciona la investigación. Cuando damos a conocer estas notas lo hacemos sin ninguna creencia de poseer la verdad absoluta, aunque sin lugar a dudas hemos avanzado enormemente en el campo de la investigación social en el Municipio Anzoátegui, desde 1992, cuando nos incorporamos al cargo de Cronista Oficial del Municipio. Por tanto son apuntes iniciales escritos sin miedo al error o miedo a la verdad. Aquí se recogen parte de las palabras que a lo largo de este tiempo, de este trayecto, hemos recopilado, en más de cincuenta cassettes y cien horas de grabación. Muchos de los entrevistados hoy día no nos acompañan, tal es el caso de Don Flores Figueredo, con quien conversamos en la década de los 80, cuando ni siquiera aspirábamos a trabajar como Cronista en estas tierras; Doña Antonia Sánchez con quien hablamos en diferentes ocasiones, Don Salomón Matute, el apreciado compadre quien departió con nosotros en muchas actividades, como en los Velorios de Cruz de Mayo, Don Pedro Montesinos; Doña María Colina, Doña Antonia Colina. Otras personalidades
todavía comparten sus experiencias con nosotros, como Don Santos Acosta, Romualdo “Kiko” García, Juan Martín Acosta, Doña María Teresa Sequera de Guevara, Doña Angelina Páez, Don Pedro Crisanto Linares, Dolores Tradde Amaral, Estéban García, entre muchos otros. Igualmente hemos compartido experiencias con personalidades de renombre nacional como el Dr. D. F. Maza Zavala, el Dr. Agustín Blanco Muñoz, la Prof. Mery Luz Sananes, la historiadora Ermila Troconis de Veracoechea, el Dr. Mario Briceño Perozo, entre otros. Otras palabras se han recopilado de los documentos revisados en diferentes archivos tanto del Municipio, del Estado y del país. La experiencia ha sido muy rica. El Archivo Arquidiocesano de Caracas, la Academia Nacional de la Historia, el Archivo General de la Nación, el Registro Principal del Estado Cojedes, los Libros de la Alcaldía de Anzoátegui, entre muchos otros documentos, así como una extensa bibliografía, que permite afirmar que contamos con un amplio arqueo de fuentes para la realización de los diversos trabajos de investigación planteados. Estas no son las voces del autor solamente, sino las palabras dejadas en el tiempo por una diversidad de documentos y seres queridos que hemos encontrado a nuestro paso. Los borradores iniciales fueron leídos por Argenis Agüero, Amado Herrera y Darío Castillo, quienes hicieron algunas observaciones tomadas en consideración para la revisión general que permitió clarificar, ampliar reestructurar aspectos generales y particulares del trabajo. Los posibles errores y omisiones que posea estas notas son de mi exclusiva responsabilidad, pero tras los aportes existen mentes, pasadas y presentes, cuya presencia estimo y agradezco sinceramente por el aporte entregado.
Tiempo aborigen o indĂgena
Armando González Segovia Palabras en el tiempo
En el estado actual de la investigación solamente se pueden bosquejar algunas de las formas de la vida aborigen o indígena. La zona que ahora conforma el estado Cojedes estaba poblada por miembros de la familia Arawaca, los cuales tenían una marcada influencia Caribe, lo que plantea la necesidad de profundizar en el estudio para clarificar el tema desde una visión congruente que sea capaz de aglutinar toda una serie de elementos dispersos y analizarlos desde la visión de totalidad social, para poder definir la existencia o no de una pretendida pureza étnica, la cual no parece haber existido. Estas notas son una aproximación inicial a un tema del cual todavía queda mucho por investigar y donde solamente puede avanzarse con investigaciones transdisciplinarias que conjuguen elementos arqueológicos, etnológicos e históricos. En ese sentido resulta fundamental realizar trabajos de arqueología en forma sistemática, ya que hasta los momentos solamente existen prospecciones que dan un bosquejo, pero que no han contado con el apoyo necesario para realizar los análisis de laboratorio que permitan la datación y estudios palinológicos, de flúor y ph, entre otros, que permitan lograr el avance en la comprensión de las formas de vida de los aborígenes que habitaban estas tierras. Se hacen entonces necesarias las
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iniciativas de trabajos sistemáticos de arqueología como los realizados desde mayo a junio de 1995, en el sitio “La Cajara”, del Municipio Pao, desarrolladas por los antropólogos Aivel Gómez y Ana Gómez, coordinados por su homólogo Argenis Agüero, mediante convenio establecido por el centro de Historia Regional del Estado Cojedes, el Instituto de Patrimonio Cultural (IPC), la Alcaldía de El Pao y la Fundación Branger. 18
Período indígena o aborigen El período aborigen o indígena abarca todo el tiempo en que el hombre pobló este territorio en igualdad de circunstancias. Sin pobres ni ricos, sin explotación, opresión, miserias, masacres, sin clases sociales. La posesión de la tierra era colectiva. Según la comparación de los materiales arqueológicos, básicamente cerámicos, hallados hasta ahora en el estado Cojedes, este período se inició aproximadamente dos mil años antes del presente y duró hasta la llegada de los europeos a estas tierras, en el siglo XVI. Distribución étnica Los Caquetíos habitaron en forma continua desde más allá del río Meta, actual territorio colombiano hasta después de las Antillas Mayores. Los Guayqueríes ocuparon la parte sur de los actuales estados Portuguesa y Cojedes, hasta el Orinoco Medio y en algunas partes del oriente venezolano. Los Gayones se ubicaban en el actual estado Portuguesa, en la zona que ocupa ahora Acarigua, Píritu y Turén hasta más allá del pueblo de Santa Cruz, mientras que al este ocupaban la zona de San Rafael de Onoto, donde se unían a los Cuybas, mientras que al oeste llegaban a la zona de Guanare, Biscucuy y Chabasquén,
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pasando de allí a la región de El Tocuyo hasta el actual poblado de Bobare. Mientras que los Cuybas habitaban donde ahora se ubica San Rafael de Onoto (donde vivían junto a los Gayones), Apartadero, Cojedes -que se conoce popularmente como Cojedito, hasta Lagunita y El Amparo, donde se unían a los Guayqueríes. Los Achaguas se ubicaban al norte del estado Cojedes, en la confluencia con los estados Yaracuy, Lara, Portuguesa. Estos datos se basan fundamentalmente en el testimonios aportados por los primeros colonizadores. Relación, etnografía, arqueología Se pueden observar las relaciones interétnicas, donde se establecían diversas formas de aportes de los grupos pobladores de Apure y Barinas hallados en los materiales arqueológicos, desde antes del primer milenio de nuestra era, los cuales fueron aportados por los Guayqueríes y Caquetíos. Mientras que los “Tierroides” que reporta la arqueología, corresponden a los Gayones, según la relación espacial y temporal, además de la unidad policroma de las antiguas cerámicas arqueológicas del occidente de Venezuela, que en la región comprueban las relaciones sociales de los pobladores del Orinoco Medio y de la zona de los llanos de Apure con Lara, Cojedes, Yaracuy y Falcón. El antropólogo Pedro Tobías Mariño, uno de los pioneros de los estudios antropológicos del Estado, refiere que en las prospecciones arqueológicas que realizó en el estado Cojedes halló piezas que tienen similitud a las de origen Chimú, de Colombia y en los límites Lara-Portuguesa, cerca de Río Claro, en la cueva del Murciélago, a 200 ó 300 metros de Laguna Verde, halló material similar
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al Quimbaya del territorio colombiano.
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División del trabajo La vida de estos grupos étnicos correspondía, antes de la llegada de los colonizadores europeos, a una distribución equitativa del trabajo. En igualdad de circunstancia, sin pobres ni ricos, sin clases sociales en pugna, sin explotación del hombre por el hombre. Se asignaba a cada grupo tareas específicas, con ayuda mutua y luego se intercambiaban los alimentos producidos por cada grupo, según la división del trabajo colectivo establecido, lo que no implica la existencia de clases sociales sino de división del trabajo, como ya se apuntó. Los Gayones tenían a su cargo diversas tareas, según la Relación Geográfica de 1579, en la región de Acarigua, Píritu y Turén existían siembras de maíz y yuca. En invierno se hacía más abundante la comida; en los ríos Acarigua, Cojedes, Guache y en las diversas quebradas había gran cantidad de peces que les servían de alimento. La cacería se realizaba cerca de los ríos, donde también iban a pescar con sus hijos, lo cual constituía un proceso educativo vital. La pesca se hacía con barbasco, una raíz que era macerada en los metates, con las manos de moler. Luego recogían el zumo en vasijas de loza y lo echaban al río, donde se había construido una presa para impedir la huida de los peces. Allí se echaban el zumo del barbasco al río, el cual hacía que los peces se atontaran y después eran agarrados fácilmente y echados en canastos de fibra vegetal (bejucos, palma o guafas), y los llevaban a los lugares donde los procesaban, secándolos o salándolos. En época de sequía, se organizaban para la cacería,
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reuniéndose los indígenas y formando grandes círculos humanos. Luego prendían fuego a la hierba seca; entre el cerco de fuego, bastones de palma, arcos - flechas y demás armas, capturaban venados, váquiros, cachicamos, dantas y gran cantidad de la fauna llanera. Esta carne después de seca o salada se repartía en porciones equitativas entre los miembros de los grupos y otra parte iba al fondo común de reserva, para ser intercambiado con los productores de otro tipo de alimento. También se organizaban para la búsqueda de miel y cera de abejas, con esta miel se servían para el consumo, la medicina y para sus benéficos Dioses. Algunas de estas técnicas de cacería persisten en la actualidad, como pudo comprobarse en la entrevista al señor Nerio Contrera, agricultor que vive en Apartadero, quien todavía conoce y practica las formas aborígenes de construcción de arcos y flechas con punta de hueso y su utilidad, la cual denomina como “cacería silenciosa”, además de diversas formas tradicionales indígenas de caza y pesca. Este tipo de organización que se hallaba en los pueblos Arawacos que se presentaban como pueblos que vivían y vegetaban unos al lado de otros, realizando trabajos independientes en los territorios ocupados por ellos, con un lugar común donde entregaban el excedente de estos productos, como centro de acopio para los gastos sociales comunes como de religión y economía general. Los Caquetíos y Achaguas tenían a su cargo la organización de todos los grupos, pero esto no les privó de participar en las demás faenas de los grupos indígenas que vivían en la zona. Aunque llegaron a utilizar un tipo de moneda, llamada quiteros, no fue en forma especializada, porque no se producían mercancías como tal, sino
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que era usado reducidamente. En los Cuybas, al igual que otras comunidades aborígenes, parece haber existido una especie de carpinteros que se encargaban de fabricar y reparar materiales para el trabajo agrícola, como las casas para el depósito de maíz, las trojas y las coas o palos cavadores. Para comienzos del siglo XVI, se puede calcular una población para los Estados del Occidente de Venezuela aproximadamente cien mil aborígenes, sobre los cuales debió existir un tipo de registro de población, siendo posible que las tablas pintadas que tenían los Caquetíos, según exponen las crónicas de Indias, sirvieran para el registro de los hechos sociales, como la cantidad poblacional, la división del trabajo y las tradiciones sociales. Hacia la parte sur de los estados Portuguesa y Cojedes y en casi todo el estado Barinas hay una serie de monumentos arqueológicos conocidos como montículos, calzadas y campos elevados de cultivo, que demuestran la existencia de un conocimiento preciso del tiempo y una organización social, necesarios para predecir cual era el momento de inundación de las tierras, el nivel de las aguas para poder calcular el tamaño de esas construcciones. Estas reflexiones, que constituyen aportes iniciales al conocimiento del período aborigen o indígena regional, y conllevan a la necesidad de profundizar sobre el estudio del período aborigen o indígena en Cojedes, ya que la diversidad de materiales arqueológicos, fuentes escritas y testimoniales que se encuentran dispersos en toda la geografía del Estado, implica la existencia de grupos sociales de avanzada organización social, que pueden ayudar a la comprensión del hombre actual y a desmentir, de manera
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categórica y definitiva, la premisa que fuimos un pueblo indígena “bárbaro e incivilizado”, como ha pretendido hacernos ver la historiografía tradicional. La masacre del conquistador La explotación social en las tierras que hoy conforman el Estado Cojedes se inició con la llegada de los europeos. Entonces se tenía por finalidad principal la búsqueda de riquezas minerales, oro y plata, era una creencia común la existencia de El Dorado, como la zona con una proporción enorme de oro que mientras más se sacaba, más oro brotaba. En la zona de Cojedes puede tomarse como fecha de tope de inicio de este período histórico los finales del año 1530 y en enero de 1531, cuando el alemán Nicolás Federman llegó a estas tierras y cometió diversos actos de violencia como robos, torturas, muertes, esclavitud y explotación de los aborígenes en busca de los minerales preciosos, como lo demuestra el testimonio del mismo Federman, publicado en castellano bajo el título de “Historia Indiana” (en: Descubrimiento y Conquista de Venezuela, tomo II, Caracas, ANH, 1962, pp. 153 – 250).
Conquista y colonización del territorio cojedeño en el siglo XVI: La primera referencia escrita Refiere Nicolás Federman que el 10 de diciembre de 1530 “... mientras pudimos, seguimos nuestros viajes hasta caer la noche, por un valle entre dos montañas a lo largo del gran río llamado Coaheri...”. Esta es la primera noticia escrita por un europeo que se tiene, sobre una visita al río Cojedes, como se llama hoy en día. El sitio referido debe situarse en los cerros al pie de
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monte, entre la montaña de El Altar hasta donde está San Rafael de Onoto y Apartadero. Luego llegó a la llanura y acampó con su tropa “en una altura desde la cual se podía ver la sabana y a los hombres que enviase”. No especifica la orilla del río en la que se hallaba, ni ningún indicio de posible ubicación geográfica, lo que hace imposibilita determinar el lugar donde se hallaba. Sin embargo, desde donde estaban los conquistadores pudieron observar “humaredas desde muchos lugares de la montaña vecina”, de donde se infiere que pudieron haber sido visto por los habitantes, quienes por medio de estas hogueras, se avisaban mutuamente entre los pueblos y se prevenían entre sí. Ya había una fluida comunicación, por medio del humo, no solamente para estos casos “sino posiblemente para transmitir otros mensajes en un lenguaje cifrado en la cantidad, coloración, frecuencia, interferencia, etc., a que es susceptible la fumicomunicación”, como lo señaló Francisco Tamayo. Se inicia la violencia: La primera masacre en tierras cojedeñas En este momento comenzó en la zona el enfrentamiento entre dos sociedades con desigual desarrollo. Los europeos que venían con caballos, lanzas, arcabuz y perros de presa contra la técnica aborigen: el arco, la flecha, la lanza, entre otros. Cuando los soldados de Federman regresaron e informaron sobre un pueblo donde los habitantes “estaban reunidos, como suelen hacerlo en tiempo de guerra, y con buenas guardas y armamentos”, Consideraron los europeos que no estaban en condiciones y número suficiente para atacarlos: “...además, el pueblo estaba situado en la montaña y
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en un lugar donde no se podía utilizar caballos, y no teníamos bastante fuerza para atacar a los naturales o indios en el pueblo o aldea, sin contar con la ayuda de aquellos. Pues uno de a caballo, allí donde era posible usarlo, hace más (daño) entre ellos y les inspira más miedo que cincuenta de a pie”. Este fue el inicio del enfrentamiento de clases: entre quienes habían vivido en igualdad de circunstancias (sin pobres ni ricos) y los europeos con sus ejércitos de terror y muerte. Es de referir que los caballos y los perros de caza fueron utilizados en el sometimiento violento, en la masacre de los aborígenes “podían ser fácilmente cazados por los jinetes” europeos, testifica el mismo conquistador. Cuando llegaron los conquistadores, el pueblo estaba preparado para la defensa, el enfrentamiento armado entre los que venían a imponer una forma de vivir basada en la esclavitud y los antiguos pobladores que habitaron estas tierras. Los europeos tendieron una emboscada, se dejaron ver solamente dos, mientras que otros ocho se escondieron detrás de un maizal cuyos tallos eran tan altos que podían tapar un hombre a caballo. Entonces, algunos europeos fingieron huir y los aborígenes persiguieron los fugitivos, cayendo en la trampa, en la emboscada planificada por Federman, se lee en este pasaje de la obra de este conquistador, el siguiente: “...pero (los indígenas) fueron atacados por delante y por detrás, tanto por los jinetes que estaban escondidos en el campo como por los que pretendía estar huyendo. Fueron capturados alrededor de sesenta, muertos cuarenta y ocho y el resto puestos en fuga. De los cristianos sólo fueron heridos cuatro y muerto un caballo”.
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Esta fue la primera masacre en tierras cojedeñas, el 10 de diciembre de 1530, entonces es cuando se inicia la violencia, la esclavitud y la masacre en estas tierras que hoy conforman la zona donde se halla Cojedes, Apartadero y San Rafael de Onoto.
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Tributo de oro a los conquistadores Luego llegaron a la aldea donde los aborígenes les habían dejado “algunas joyas de oro colocadas sobre dos asientos y algunas provisiones de caza“ y les mandaban recados a los europeos para que tomaran el oro y les enviasen los prisioneros indígenas. Los europeos comenzaron a atemorizar a los habitantes de la aldea para que llegasen donde estaban. Los aborígenes ya “se habían puesto en camino para visitarnos y sometérsenos, lo que no pudieron hacer en los días pasados por tener que enterrar a los muertos que habíamos estrangulado y matado”. Resulta elocuente la afirmación de Federman quien no niega lo que hizo: estranguló, mató y sometió a los aborígenes por oro. Continúa la masacre Después sigue al sur de las tierras que hoy forman parte del Estado Cojedes, de este recorrido refiere: “Cuando llegué a dicho río, llamado Coaherí encontré al otro lado cerca de seiscientos indios Guaycaríes, gentes negras como el carbón, sobre cuyas costumbres escribiré más adelante. Mandé a llamar al cacique o señor de esta nación, que lo es una aldea sita a milla y media del río. Todas sus casas de pesquería están en la orilla del agua y allí hacen sus mercados, porque la nación de los Caquetíos, que habita en ambas orillas del río, les compra su pescado
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a cambio de frutas y otros alimentos; pues la nación de los Guaycaríes es solo pescadora y señora del agua. Ambas naciones viven pacíficamente entre sí porque una necesita de la otra, pero cada una ocupa lugares distintos”. Este documento induce a pensar que los indígenas de la zona, donde ahora está situada la población de El Baúl, vivían de la pesca que intercambiaban con los productos elaborados por otros indígenas. 27
Topónimos indígenas Federman pasó por los siguientes lugares Tohibara, Curahy, Cazaradadi, Curahamara, Itabana, Corahao. Algunos de los habitantes dejaban solos los pueblos, casas y aldeas donde vivían, esto fue usual en el momento de la visita del alemán Federman. En una oportunidad estaban reunidos, pendientes de lo que sucedía a la otra orilla del río, donde estaban reunidos gran cantidad de Guayqueríes cuando empezó el enfrentamiento y comenzaron a atacar los aborígenes que estaban enfrente y los que estaban a la espalda. Federman refiere: “...nos atacaron en medio de una gran gritería, y después de una larga escaramuza, en la que matamos a muchos de los que nos atacaron de flanco, empujamos el resto hacia el agua, haciendo mis arcabuceros no poco daño a los que huían por el río y a los que estaban con el cacique al otro lado de aquel”. Como resultado de este ataque los Guayqueríes lograron herir al ejército europeo, solamente cuatro soldados quedaron ilesos, además de flechar dos caballos, uno de los cuales murió al sexto día, por haber sido herido con una flecha envenenada.
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La tortura El ejército de Federman acampó en un alto cerca del río, donde vendaron los heridos. Al amanecer incendiaron el poblado aborigen y lo mismo fueron haciendo con todos los pueblos que hallaron a su paso y mandó a detener a los caciques. Los aprisionó y atormentó: “...y como el señor se dejó atormentar, sufriendo muchas torturas sin traicionarse ni confesar cosa alguna, le hicieron matar en presencia de otro prisionero para que le sirviese de ejemplo, y prometí a éste dejarle con vida, si me decía lo que ellos habían decidido emprender al confederarse contra los míos”. Ante esta tortura confesó que el Cacique Caquetío de la aldea de Carahao se había unido al Guayquerí que terminaba de matar, para atacar al ejército europeo en la mañana de ese día (5 de febrero de 1531), luego Federman ordena “herrarlo en una cadena con los demás”. La mayor masacre desde la conquista Planifica entonces el desigual enfrentamiento entre quienes vivían sin diferencias de clases sociales, sin pobres ni ricos, y los europeos que venían en búsqueda de oro y metales preciosos. Federman empezó con la forma de producción de despojo de las riquezas minerales, la cual estableció las bases del robo, la violencia y la masacre de los antiguos pobladores de estas tierras. El enfrentamiento entre los Guayqueríes, quienes unidos a los Caquetíos quisieron hacer frente al ejército europeo, es descrito por el mismo conquistador de la siguiente manera: “...cuando les ordené deponer las armas, para que fue-
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ran como antes mis amigos de acuerdo con lo que me había jurado y prometido la primera vez que estuve allí y confirmármelo con hechos amistosos y pacíficos, se me opusieron con orgullo. Entonces mientras los distraía con palabras (lo que también hice para impedir su huida a través del río), dispuse que los cercaran con los caballos y los atacaran: Pues estábamos en una hermosa llanura que no hubieran podido darse mejor para este propósito. Matamos por sorpresa unos quinientos, pues como estábamos conversando y tratando con ellos suavemente de la paz, no tenían ni una sospecha de nosotros y no llegaron a hacer uso de sus armas. Rematamos a muchos en tierra, hasta que les hicimos huir. Los de caballo daban en el grueso de la gente, derribando a los que podían, y los de a pie los degollaban como a puercos. Porque sólo tenían como recurso la huida y les perjudicó la rapidez de nuestros caballos. Por último trataron de esconderse entre la hierba y los vivos debajo de los muertos: pero fueron encontrados y estrangulados muchos de ellos, después de haber acabado con los que huían; así que de ellos perecieron unos quinientos, según he dicho. Únicamente no se pudo hacer daño a los que lograron huir por el agua. De mi gente sólo fueron heridos cinco pero ninguno con peligro de su vida, y también trece de los indios cargueros”. Es muy significativa la posición asumida por este conquistador, en ninguna parte del texto se niega la finalidad del viaje explorador, la búsqueda del mar del sur donde existían grandes yacimientos de oro. Esta era su finalidad principal. Más elocuente aun es la forma de lograr la meta propuesta: no importa la masacre, la violencia, la esclavitud aborigen. De hecho eran valientes estos conquistadores,
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un centenar de soldados enfrentados a cantidades superiores de indígenas. Ochocientos en este caso. Sin embargo esto no quita, ni justifica la carga asesina. La superioridad técnica compensaba de sobremanera la diferencia cuantitativa. Los caballos, perros de cacerías, armas de fuego, lanzas de metal y espadas en cuyo puño esgrimían el signo de la cruz, inclinaban la balanza a favor de los europeos la mayoría de las batallas, convirtiéndolos en valientes asesinos. Esta masacre ocurrida cerca de la zona donde ahora se ubica la población de El Baúl todavía no ha sido igualada. Ni cuantitativa ni cualitativamente. La frialdad asesina que reconoce el mismo europeo es escalofriante: “matamos por sorpresa unos quinientos (...) Rematamos a muchos en tierra hasta que le hicimos huir. Los de a caballo daban en el grueso de la gente derribando los que podían y los de a pie los degollaban como a puercos (...) trataron de esconderse entre la hierba y los vivos debajo de los muertos; pero fueron encontrados y estrangulados (...) así que de ellos perecieron unos quinientos”. Juicio contra Federman Antonio Naveros, Contador Real, que realizó junto a Federman el viaje que se hace referencia, calculó que desde el 13 de Noviembre de 1531, Federman comenzó a fundir el oro de la “entrada” que realizó y “se llevó a San Domingo los nueve mil quinientos ochenta y seis pesos, seis tomines, que se hubo escrito a nuestra sacra Majestad”. Es decir Federman consiguió en esta expedición 9.586 pesos, 6 tomines como en total de lo expropiado a los aborígenes en la expedición de 1530-1531 (Véase:
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Carta de Antonio Naveros y Alonso Vásquez al Rey, en: Descubrimiento y Conquista de Venezuela, tomo II, Caracas, ANH, 1962, pp. 274 – 312). Pero en el Libro Común de los años 1529 a 1538, solamente se refieren cuatro mil ochocientos noventa y cinco pesos, seis tomines (4.895,6), de los cuales correspondían por concepto de Quintos Reales novecientos setenta y nueve pesos, a la Corona Española (El Primer Libro de la Hacienda Pública en Venezuela, 1529 – 1538, Caracas, Academia Nacional de la Historia, Economía y Finanzas de Venezuela, 8, 1984). Para explicar la diferencia de cuatro mil seiscientos noventa y un pesos, seis tomines (4.691,6), entre el testimonio del Contador Real, Antonio Naveros, y la cantidad reportada y asentada en el Libro Común, solamente existen dos posibilidades: Uno, Se equivocó el Contador Real en sus cálculos y dos, Federman se apropió de la suma diferencial, es decir de los 4.691,6 pesos. Lo primero parece, cuando menos poco probable, de ahí que sea más posible la segunda hipótesis. Este oro fue aquilatado en Santo Domingo y por lo tanto no se supo a como fue aquilatado. Se afirmó que algunos estaban a 71/2 quilates, 8 quilates y 9 quilates. Había duda en el procedimiento según dejó entrever el Contador Real en Carta al Rey del 6 de Octubre de 1533. Esas dudas fueron comprobadas en el Juicio de Residencia (Véase: Juicios De Residencia en la Provincia de Venezuela, I Los Welser, Caracas, ANH, 1977. El Juicio a Federman se halla en las páginas, 172-213), seguido a Nicolás Federman en 1538, donde se le hicieron 12 cargos: “Cargos que resultan de la pesquisa secreta seguida por el Alcalde Mayor y Juez de Residencia Antonio Navarro contra Nicolás Federman, del tiempo que desempeñó
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al oficio del Teniente de Gobernador y Capitán General de Jorge Espira. Dichos cargos se le formulan a este último por estar ausente el inculpado: 1º Porque durante su entrada al Cabo de la Vela mandó ranchear muchos pueblos de indios de paz Caquetíos comarcados a coro, llevándose más de seiscientas ánimas en prisiones, lo cual ocasionó el despoblamiento de más de veinte pueblos. 2º Porque tomó muchas mujeres de indios principales para sí. 3º Porque en dicha entrada murieron muchos cristianos por no querer “...ir por parte donde había comida...” 4º Porque yendo los Españoles por comida, se la tomaban para sí, razón por la cual pasaban gran necesidad. 5º Nombró a Antonio de Chávez Alcalde Mayor no teniendo poderes para ello. 6º Porque Antonio de Chávez, según orden del inculpado ahorcó a los cristianos que eran de Santa Marta y deseaban regresar allí. 7º Porque elaboró una nueva marca para marcar oro para sí y su gente, no utilizando la establecida por el Rey. 8º No quiso prender ciertos perjuros y testigos falsos que según una Real Provisión se lo ordenaba. 9º Porque envió a su Capitán Pedro de Limpias desde el Valle de las Damas a Paraguachoa a ranchear indios, los cuales llevó en prisión y robó sus haciendas. 10º Porque envió a Pedro de Limpias a ranchear indios amigos y los trajese a Coro por engaño. 11º Por los maltratos que tanto él como Antonio de Chávez dieron a los Españoles “... llevándolos con cadenas a los pescuezos...” 12º Porque no permitió a ninguna persona rescatar
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oro, a causa de lo cual tanto la Real Hacienda como los pobladores y conquistadores han perdido mucho y están muy necesitados”. Es decir en los Juicios de Residencia se prueba también lo afirmado en esta exposición, respecto al viaje de Federman, el cual constituye un ejemplo de los muchos que pueden ser estudiados y que la historiografía tradicional denomina como “descubrimiento”, para ocultar la verdadera esencia del problema que la constituye el uso y abuso de las técnicas de guerra de Europa para someter a los aborígenes de manera violenta y cruel. Esta forma de producción basa en la búsqueda y despojo de minerales preciosos, se caracteriza por el inicio del uso y abuso de la superioridad técnica. La finalidad principal era la búsqueda de oro y riquezas minerales. Lo demás no importaba. Los aborígenes eran matados sin misericordia. Esclavizados y torturados hasta morir. El testimonio de Nicolás Federman, en su diario, es significativo ya que en el texto se ratifica fácilmente lo aquí expuesto. Fueron los ejércitos de este conquistador europeo quienes penetraron por primera vez en las tierras que hoy conforman parte de Cojedes e iniciaron en las primeras décadas del siglo XVI un período de usurpación y despojo violento de las riquezas naturales de estas tierras dando inicio a la masacre, la muerte y la explotación. Las encomiendas de Barquisimeto con posesiones en Cojedes En el texto del Repartimiento de las encomiendas hechas por Juan de Villegas en Nueva Segovia de Barquisimeto en el año 1552 se encuentran importantes referen-
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cias a la zona de Cojedes, allí se implantan las encomiendas de Barquisimeto por Juan Villegas, y algunas de estas encomiendas tenían posesiones que lindaban con el “río Cohede” o Cojedes, en tierras que hoy conforman parte del Municipio Anzoátegui del Estado Cojedes. Este documento se encuentra en el Archivo de Indias de Sevilla, sección Patronato, estante 144, caja 1, legajo 17, año 1552; de este documento se halla una copia en la Academia Nacional de la Historia y fue publicado por Joaquín Gabaldón Márquez en la Parte I (1552-1781) del Fuero Indígena Venezolano (Caracas, Ministerio de Justicia, 1954, pp. 45-96). Ramón Querales en el libro (Re) Visión (vol. III) afirma que Villegas repartió 239 títulos de encomiendas, con aproximadamente 12.558 indígenas, y continúa afirmando que se incluyeron, además de los indios, 1.402 casas pobladas, entendiéndose por casa poblada la que está “arramizada” y con habitantes (p. 23-25) Entre estas posesiones se hallaban las de Luis Narváez, Francisco López de Triana, Sancho Briceño, Bartolomé de Hermosa, Pedro Fernández y Pedro González, quienes generalmente tenían un mayordomo o “calpisque” que era el que vivía en la encomienda, mientras el señor encomendero vivía en los pueblos o ciudades de españoles. Las encomiendas eran otorgadas como Merced Real, en pago a los servicios en favor de la colonización. Estas encomiendas duraban legalmente “una vida”, luego los herederos hacían una serie de trámites legales y solicitaban la prórroga por “otra vida”. Generalmente una encomienda se prolongó por tres o cuatro “vidas” sucesivas. A continuación pueden observarse las posesiones de las encomiendas repartidas por Villegas en 1552, que tu-
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vieron posesión en tierras que hoy día forman parte del Municipio Anzoátegui, del estado Cojedes: Capitán Luis de Narváez (“… en los llanos el principal conocaburuco caquetío que de su pueblo se llama todariquiva bebe (vive) de princi con sus sujetos”); Vecino regidor Francisco López de Triana (“… en los llanos el principal aymamare que su pueblo se dice parapara cerca princi con sus sujetos”); Sancho Briceño (“… en los llanos el principal caguaritedi cerca princi con sus sujetos”); Bartolomé de Hermosa (“… en los llanos el principal cacaraburaro cerca princi”); Pedro Fernández (“… en los llanos la gente del principal curimacoa cerca princi”) y Pedro Fernández (“… en los llanos cerca princi el prencipal Bardagato e sus sujetos”). En este mismo documento se encuentran las ordenanzas de Villegas para estas encomiendas, donde se halla la siguiente referencia “... en los llanos el prencipal guacahoba cerca de cohede con sus sujetos los cuales dijo le proveía y proveyó por la forma y orden que los demás encomendados”. Estas referencias son inobjetables e indiscutibles para clarificar el proceso de conquista y colonización en el estado Cojedes y se convierte en un deber su estudio exhaustivo para la comprensión del pasado colonial del Municipio y el Estado.
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PerĂodo Colonial
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Desde las encomiendas no se tienen referencias hasta el establecimiento de los pueblos de misión. En el caso de Cojedes el año de establecimiento fue entre 1699 y 1700, como ha propuesto Fray Buenaventura de Carrocera y Héctor Pedreáñez Trejo. Pero más allá de la fecha, surge irremediablemente una pregunta obligatoria ¿Cuándo se estableció el centro poblado colonial? ¿En qué fecha? ¿Qué día? Se sabe que era una costumbre hispana asociar el nombre de la comarca o región a la fiesta religiosa que se celebraba. Sobre esto existen muchos casos que resulta extenso enumerar. Además de las condiciones sociales que rodean el establecimiento del centro poblado colonial que se denominó inicialmente San Diego de Cojedes. Estas razones inducen a afirmar que fue el 13 de noviembre de 1700, cuando Fray Pedro de Alcalá estableció esta misión. El nombre de San Francisco se agregó tiempo después de estar consolidada esta misión y para ello pudieron existir dos motivos: Uno, eran “franciscanos” los misioneros que la establecieron y, dos: las “demoras” o “tributos” se cobraban dos veces al año. El primer cobro era el día de San Antonio (13 de junio) o de San Juan (24 de junio) y el segundo cobro se hacía para el día de San
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Francisco (04 de octubre) o para “pascua de Navidad” (30 de diciembre). Ahora ¿Cómo se estableció la misión de Cojedes? ¿Por qué motivos? ¿Qué condiciones sociales existían? Al revisar las Reales Cédulas de finales del siglo XVII y principios del XVIII, se encuentra la respuesta a parte de estas interrogantes. Los indios Gayones tenían toda una tradición guerrera, de enfrentamiento en la región del El Tocuyo, Bobare, Barquisimeto y en el Cerrito de Santa Rosa, este enfrentamiento entre los Gayones y los colonizadores motivó que el Rey expidiera varias Reales Cédulas. Una fechada el 06 de abril de 1691, otra del 20 de junio de 1694, donde se ordena el traslado de los Gayones a sitios donde puedan ser sometidos “por grado o por la fuerza”. Sin embargo, ese traslado no se pudo realizar, según consta en la Real Cédula del 06 de marzo de 1700. Esto motiva otra la Real Cédula del 20 de noviembre de 1700, donde se manda a trasladar a los Gayones a la Isla de Santo Domingo. Esta actitud es comprensible, puesto que no se sabía que para ese momento ya se habían llevado parte de los guerreros indígenas hacia la misión de Cojedes, como lo demuestra la respuesta del 25 de enero de 1702, donde se afirma que “en carta del 15 de marzo de 1701 dais cuenta de haber recibido carta de Fray Pedro de Alcalá, religioso capuchino doctrinero del pueblo de Cojedes en que os avisa hacer mudado a él doce familias de indios Gayones del cerro de Santa Rosa...” Si la carta del Maestre de Campo y Capitán General de la Provincia, Don Nicolás Eugenio de Ponte y Hoyo, estaba fechada el 15 de marzo de 1701, la que Fray Pedro de Alcalá le envió debió ser de finales del año anterior. Lo
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que induce a pensar en la primera quincena de noviembre como fecha que se estableció la misión de Cojedes, esto es cerca del día de San Diego, el 13 de noviembre de 1700. Entonces el imperativo mayor era someter el alzamiento de los indios Gayones; pero este fin no se logró, como lo demuestra el testimonio del Obispo Mariano Martí en el Libro de Providencias, donde afirmó que el Capitán General de la Provincia “Ha practicado las más vivas y eficaces amorosas diligencias a fin de reprimir no tan solo la extravagante idea en que incurren los indios Gayones en andar vagos sino que con sus efectos ha conseguido de todos los principales de ellos abandonen el sitio llamado El Matico del otro lado del río Cojedes”. Como puede apreciarse, para la fecha de esta Providencia, 1781, todavía no habían logrado “reducir” a población a gran cantidad de indios Gayones que continuaban en su lucha constante hasta años después cuando se vuelven a encontrar con el nombre de “Facciosos”, en las insurrecciones campesinas de mediados del siglo XIX. Cojedes centro de expansión colonial La localidad de Cojedes se convirtió prontamente en un centro de irradiación colonial. Allí se hacían los preparativos para el esparcimiento colonial, se construían las canoas, se aprovisionaban las expediciones y partían las jornadas que citan los documentos. Las entradas, jornadas o reducciones eran expediciones en búsqueda de indígenas a quienes someter, duraban desde uno hasta cuatro meses, según la documentación existente. A la misión de Cojedes se traían los indígenas que sacaban de las “jornadas”, como sucedió en 1715,
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cuando Fray Pedro de Alcalá pobló 300 indios Achaguas que fueron sacados de las riberas del río Santo Domingo, en la jurisdicción de la ciudad de Barinas. En 1719, Fray Salvador de Cádiz “redujo” varios indígenas Güires y otros “fugitivos”, que poblaron en la misión de Cojedes y luego los llevó a servir a casa de los señores de Caracas. En 1736, Fray Bartolomé de San Miguel salió de Cojedes con una escolta de 80 hombres armados, comandados por el capitán Nicolás González, y “habiendo penetrado hasta el río Orinoco, sacaron la cantidad de 227 indios gentiles y los más apóstatas y fugitivos de otras misiones, los que pusieron en el pueblo de Cojedes”, entre otros datos que aporta la documentación existente. Para febrero de 1758, Fray Andrés de Grazalema salió de la misión de Cojedes, río abajo, en 15 canoas con buen pertrecho y 70 hombres de escolta, que se reunieron con otros soldados de Guanare, en el sitio La Horqueta de Apure y lograron “reducir 98 almas de ambos sexos”, de los cuales 22 eran Yaruros, los demás Chiricoas, Chiripas y Guajibos. Los aborígenes se mantuvieron en pie de lucha y se fugaban de los poblados. En Cojedes fue usual la fuga de los indígenas recién reducidos o congregados. La gran cantidad de “entradas”, “jornadas” o “reducciones” en busca de indígenas en los siglos XVI y XVII se justifica si se sabe que al empeño religioso le acompañaba la búsqueda de “El Dorado”, tal como sucedió en 1720, cuando se dispuso una “jornada” hasta el otro lado del Orinoco en búsqueda de indígenas y de El Dorado, estos indígenas fueron residenciados en diversos pueblos de misión. La importancia de Cojedes fue más allá de la irradia-
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ción colonial. Con indígenas de esta población se establecieron las misiones de Jujure o Turén y la de Agua Blanca. En el caso de Turén la documentación refiere que para 1724, “trasladáronse a esta misión indios Atatures que estaban en Sarare, y hasta 150 Guamos de la misión de Cojedes”. En el caso de Agua Blanca, se establece que en el año 1725, llegaron a Cojedes “220 indios gentiles que (sic) de diferentes naciones llegaron vivos a esta misión, con los cuales se determinó fundar una misión en el sitio de Agua Blanca”. Es conveniente observar que además del establecimiento de Agua Blanca, si se afirma que “llegaron vivos” es porque generalmente morían muchos de los indígenas que eran arrancados por la fuerza de los lugares donde habitaban, la violencia puesta de manifiesto una vez más como signo principal del desarrollo del sistema colonial. Como puede comprobarse la misión de Cojedes fue en la época colonial un importante centro de irradiación colonial. No puede decirse que tuviese la categoría de Villa o Ciudad, pero tampoco era una insignificante misión. Puede afirmarse que fue un término medio entre estas categorías, además de servir de punto de resguardo para evitar la fuga de los indígenas de las misiones capuchinas. Por esto fue Sede Capitular de las Misiones. Es decir, el lugar donde se realizaban los Capítulos Trienales del balance o actuación de los misioneros de la Provincia de Caracas o Venezuela, como sucedió el 10 de febrero de 1736, entre otras oportunidades. La doctrina o paso al ordinario El paso de pueblos de misión a doctrinas se daba a los años de haber establecido la misión. Primero se estipuló
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10 años y por considerarse insuficientes se les sumó 10 años más, para totalizar 20 años. Si embargo, en la práctica histórica este proceso se dio mucho tiempo después del establecido legalmente. El cambio de misión a doctrina era el proceso mediante el cual los indígenas que habitaban las misiones pasaban a ser regidos por el Obispado de la Diócesis, convirtiéndose en Parroquias Seculares, que a diferencia de las misiones dependían solamente de la orden del Rey. Cuando ocurría este proceso se denominaba “Paso al Ordinario”. El encargado entonces no era un misionero, sino un cura Doctrinero y de la Diócesis. Mientras que en la jurisdicción civil el pueblo pasaba a ser administrado por un “Corregidor”, quien cobraba los tributos que obligaba a pagar a los indígenas al convertirse en tributarios de la Corona. En 1720 el Prefecto de las Misiones Fray Pedro de Alcalá, entregó al Ordinario dos Villas y tres pueblos de Misión, entre los que se encontraban San Francisco de Tirgua, San José del Mapuey y San Miguel de Acarigua, pero estos volvieron a manos de los misioneros porque el Rey no aprobó la entrega de dichos pueblos. La misión de Cojedes pasó al ordinario el 28 de noviembre de 1795, como lo comprueban las Matrículas Parroquiales, que reposan en el Archivo Arquidiocesano de Caracas (legajo 11, año 1802, Nº 325), donde se entrega a los pueblos de San Francisco de Asís de Cojedes y Santa Clara de Caramacate, al Vicariato de San Carlos, delimitándoles el territorio correspondiente a ambos pueblos. A Cojedes le correspondió los siguiente límites: “al Oriente el Río Camoruco desde donde choca el cerro de los González al mismo Río, siguiendo aguas abajo hasta donde
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se une con el Río Cogede en que comprende también el lindero sur; Al poniente: las aguas de dicho Río Cogede siguiendo arriba hasta encontrar el cerro del tronador sin que se intente disminuir la parte de tierras que tienen los indios al otro lado de dicho Río en jurisdicción de Araure en cuanto a su independencia; y por el Norte el Cerro del Tronador siguiendo la Cordillera del cerro que corre de Poniente a Oriente y Chocan en dicho Río Camoruco que es el punto donde comenzó la demarcación”. Se establece entonces la creación de las Iglesias en Parroquias Seculares, prorrateando 50 pesos para gastos del Párroco, vino y cajas de las misas y 150 para alcanzar los 200 que se estimaba la “congrua del Cura”. El documento refiere “creamos y erigimos sus Iglesias en Parroquias Seculares bajo la nominación y título de San Francisco de Asís de Cogede y de Santa Clara de Caramacate, conste testigos que quedan expresados, declarando citados los que havian (sic) en estos y en adelante havitaren (sic) por feligreses de ellas y asignando por congrua al cura los cincuenta pesos que han de contribuir las Reales Cajas, y los ciento cincuenta pesos que han de pagar los vecinos de pueblo de Cogede”. Así mismo se pasó la petición al “Presidente Gobernador, y Capitán General”, para que la autoridad civil ratificara la decisión de la jurisdicción eclesiástica, el 16 de diciembre de 1795.
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El siglo XIX
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Pero ¿Qué sucedió en la Guerra de Independencia? ¿Qué posición asumió la dirigencia misional en la gesta independentista? El historiador Héctor Pedreáñez Trejo escribió “solamente San Carlos y Tinaco se declararon por la independencia, en tanto El Pao, Lagunitas y la población de Cojedes se mantuvieron fieles al régimen español”. Esta afirmación se basa en la posición asumida por el régimen misional a favor de la corona española, en defensa de los intereses del Rey. Las nuevas repúblicas continúan el proceso colonial En 1813, el Prefecto de las misiones Fray José de Ma. Málaga haciendo referencia a los sucesos del 19 de abril de 1810 afirmó que: “...desde ese desgraciado día en que se separó la provincia de Venezuela con la mayor audacia de la madre patria y a su imitación las demás provincias limítrofes, pusieron cuidado en destruir nuestros misioneros como se consideraban en cada uno de ellos un baluarte inexpugnable a sus depravadas máximas”. Esto motivó que sitios como Cojedes, consolidados por religiosos, hiciesen gran resistencia a la gesta independentista. Entonces ¿por qué se afirma que San Carlos y Tinaco se declararon a favor de la Independencia? Por una sencilla razón, en estos lugares residían los “blancos
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criollos”, dueños del poder económico, de hatos, explotadores directos de los indígenas y de los esclavos africanos y sus descendientes, quienes comenzaban a disputarle el poder político a los “blancos peninsulares”. Por eso se pude afirmar que las clases explotadas y oprimidas del régimen colonial donde se encontraban los indígenas y de los esclavos africanos y sus descendientes, no participaron en la gesta independentista y cuando lo hicieron fue porque los obligaban. El mismo Libertador, Simón Bolívar, afirmó la resistencia de los indígenas a participar en la Guerra de Independencia, éstos se les escapaban de los sitios a que le asignaban. De allí que para el 02 de mayo de 1818, cuando se libró la Batalla de Cojedes, todavía estaba consolidado en la región el régimen español colonial-realista. Esta Batalla comenzó en el sitio de Camoruco (la persecución) y su apogeo fue a media milla del pueblo de Cojedes. El ejercito patriota al mando de José Antonio Páez, José Antonio Anzoátegui, Cornelio Muñoz y Juan Guillermo Iribarren, logro aventajar a las fuerzas realistas comandadas por el Brigadier Miguel La Torre. Posteriormente Bolívar afirmó, en un oficio al Gral. Juan Bautista Arismendi del 03 de julio de 1818, “... destiné de nuevo al General Páez sobre San Carlos, y tuvo la fortuna de batir completamente el ejército español, compuesto de comerciantes y colegiales de Caracas que, después de haber dejado tendidos en el campo de batalla más de mil hombres, obligó a retirarse precipitadamente a Valencia, dejándolo dueño del campo, de sus equipajes y de cuanto llevaban...” Es decir, la documentación revisada hasta ahora indica que la Batalla de Cojedes fue un triunfo Patriota.
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La batalla de Cojedes: Antecedentes En la zozobra de la guerra. En medio de la violencia, que llena toda la atmósfera de olor a pólvora. Sangre. Muerte. Allí el General José Antonio Páez avanza hacia San Carlos, en el territorio que hoy conforma el Estado Cojedes, por órdenes de El Libertador, Simón Bolívar. Estaba en la Villa de San Carlos el Brigadier Realista Miguel La Torre, quien comandaba tres mil hombres, prestos al combate. Al llegar Páez, encontró un Batallón de caballería que “salía de ella y la arrollamos con nuestras cargas, penetrando hasta la misma Plaza donde estaban acuarteladas las tropas, en las casas de alto. De allí nos hicieron fuego y tuvimos que retirarnos fuera de la ciudad”. La Torre salió de San Carlos y tomó posesión del cerro San Juan. Páez duró cinco días en la llanura cercana, frente a él. La sospecha que La Torre estaba esperando refuerzos hizo que Páez se decidiera a marchar hacia el pueblo de Cojedes, para reunirse con las fuerzas de caballería del Coronel José Antonio Rangel, quien estaba en Cabudare y reforzarse con su tropa. Pero a Rangel le desertaron gran parte de su tropa y solamente le quedaban doscientos hombres de caballería, los cuales estaban a disposición del “Centauro de los Llanos”. La Batalla Páez a pesar de contar con menor cantidad de hombres decide volver a San Carlos y batirse contra las fuerzas de La Torre. El dos de mayo salió del pueblo de Cojedes con esa resolución. Llegó al sitio de Camoruco, donde se encontraron con las fuerzas enemigas.
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La Torre había sido reforzado con mil quinientos hombres de caballería. Además Camoruco no era apropiado para presentar Batalla “pues el terreno en aquellos puntos es muy quebrado y muy poblado de árboles”. Hubo necesidad de contramarchar. Se llegó a la sabana de Cojedes. Páez se preparó para esperar las fuerzas Realistas “formando mis tropas al fin de la sabana, dando espaldas al pueblo (de Cojedes) que quedaba como a media milla” en medidas actuales aproximadamente 929 metros. La Torre “presentó infantería en columnas, al centro de otras dos columnas de caballería, que formaban sus alas”. Mientras tanto Páez formó trescientos infantes en dos filas. El Teniente-Coronel Cornelio Muñoz mandaba la caballería y el Teniente-Coronel araureño, Juan Guillermo Iribarren el escuadrón de la izquierda. El General de Brigada José Antonio Anzoátegui comandaba la infantería. Es muy probable que cuando se creó el Distrito en 1891, los legisladores se hallan motivado, por esta razón a hacerlo epónimo del General Anzoátegui. En su Autobiografía, Páez describe el plan de ataque que consistía en esperar al enemigo sin disparar un tiro hasta que estuviese “muy cerca, y entonces romper nosotros el fuego, carga a la vez la guardia y el escuadrón de Iribaren sobre la caballería enemiga, y luego que ésta fuera derrotada, lo cual tenía por seguro, hacer un movimiento de flanco sin perder la formación que teníamos, y colocarnos al flanco izquierdo del enemigo a tiro de fusil, con la mira de evitar que este obligado a hacer un esfuerzo, nos arrollara, para ir a ampararse en el bosque y en el pueblo que nos quedaba a la espalda cuando se viera sin caballería”. Magnifico plan de ataque. Pero el General José Anto-
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nio Anzoátegui tenía sus dudas. Se necesitaba al General Páez para sincronizar el movimiento de caballería. Este no cede. Años después escribiría que en este combate se confirmó el dicho popular “que no hay hombre cuerdo a caballo”. Olvidó el plan inicial y avanzó con la infantería arrollada, casi toda la caballería enemiga y rompió con un batallón de infantería de los Realistas. Entonces el recuerdo del General Anzoátegui hace volver a Páez para intentar recobrar el plan inicial, pero ya el batallón comandado por Anzoátegui se había dispersado, completamente desorientado. El enemigo Realista quedó derrotado. Aunque algunos historiadores dicen que la batalla fue pareja, no hemos revisado ningún documento que avale esta suposición. “Nuestra línea cargó con mayor intrepidez sobre el enemigo, y a pesar de su firmeza fueron destrozadas sus columnas de caballería, y mucha parte de su infantería. La que no entró en combate se debió su salvación a haber tomado el bosque por la morosidad de nuestra reserva, que no llenó su deber, a pesar de los esfuerzos de sus Jefes” según se lee en el Parte de Guerra del 13 de mayo de 1818, sobre la batalla de Cojedes, de Francisco de Paula Santander a Bolívar. La Batalla fue sangrienta. La pérdida mayor fue del ejército Realista: “...el campo quedó cubierto de mil cadáveres, de multitud de armamento, municiones, equipajes, comisarías y gran cantidad de prisioneros”, se lee en el mismo informe antes citado. Mientras que Páez afirma que “conté los muertos nuestros que ascendían a treinta y seis”, pero cuando se refiere a las bajas Realistas afirma que “horrible fue el estrago que causaron en el enemigo mis trescientos infantes; pues los mismos Realistas, en
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cartas que interceptaron después en la Nueva Granada, hablando de aquel suceso, decían que hubo bala que atravesó tres hombres, y es de creerse, porque venían ellos en columna cerrada, y nosotros rompimos el fuego cuando los teníamos a tiro de pistola”. Aunque Páez no refiere cantidad de la baja Realista, el texto es por demás significativo. Posiblemente si no se llegó a los mil muertos que cita el anterior documento, debió haber estado cercana a esa cifra. No hay indicios, en lo conocido hasta ahora, que nos conduzca a otra afirmación. Días después Después del combate de Cojedes, el 2 de mayo de 1818, Bolívar se preocupa. No tiene noticias del resultado. ¿Triunfo o derrota? El 11 de ese mes le escribe al General Manuel Cedeño que “el silencio que habido posteriormente, el no llegar ningún derrotado, cuando habiendo sido el combate el día 2, era ya tiempo que estuviesen algunos aquí, me hace creer que el resultado ha sido completo por nuestra parte, o que si hemos sufrido algo será muy parcialmente”. Pero la duda lo invade, ese mismo día manda otro mensaje a Cedeño: es necesario prevenir cualquier eventualidad. Deben tomarse precauciones. El general Cedeño suspenderá todas sus operaciones. Se quedará a la defensiva hasta que se sepa, sin duda ninguna, el resultado de la Batalla de Cojedes. Si fue favorable se continuará con el plan que se tiene previsto. Si el resultado fue contrario tendrá “que ponerse a seguridad” para reforzar el ejército, ya que la conservación de las fuerzas de Cedeño es muy necesaria y no hay que comprometerlas. Al día siguiente, el 12, Bolívar cambia de opinión. La duda lo acecha. Manda
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una contraorden y Cedeño debe mantener la Plaza de Calabozo porque Páez debe haber triunfado en Cojedes. Estas dudas del Libertador Simón Bolívar, suponemos, son las que han servido de base a los historiadores para afirmar que la Batalla de Cojedes fue pareja. Nosotros creemos que sí hubo triunfador: El Ejército Patriota. Hasta ahora, no tenemos ningún documento que nos indique lo contrario. El 13 de Mayo le llega a Bolívar el ansiado Parte de Guerra sobre la Batalla de Cojedes. Las dudas se disipan. El triunfo fue total. La calma parcial. Entre los muertos realistas se hallaron el Jefe de Estado Mayor, Brigadier Ramón Correa; el Coronel Pedro González Villa, comandante del Batallón de Línea Segundo de Castilla, entre otros Oficiales de Graduación. El mismo General Miguel La Torre fue herido de “un balazo en el pescuezo”. Además de todos los jefes de los Dragones de la Unión, de los Húsares, y Lanceros del Rey han muerto igualmente. No queda duda de la Batalla de Cojedes el 2 de mayo de 1818 fue un triunfo, si hemos de creer en los documentos que tenemos a la mano. El mismo Bolívar le escribe al Almirante Luis Brión, el 15 de mayo de ese año, sobre la confiabilidad de esos datos “el último boletín de la acción de Cojedes dará a Ud. una idea de nuestras últimas operaciones. Nada se exagera en él; debe Ud. referirse en todo a su contenido”. A nuestro entender afirmamos, junto a Bolívar, que la Batalla de Cojedes el 2 de mayo de 1818 fue una victoria patriota. En 2009 se cumplen 191 años de haber ocurrido los sucesos de la Batalla de Cojedes, y apenas si se ha ubicado el lugar donde ocurrió el citado enfrentamiento. Es lamentable que hasta los momentos no se ha con-
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memorado este histórico suceso. Primero, porque no ha sido estudiado exhaustivamente, ni se han planteado proyectos serios. De ahí que sea necesario llevar la atención de las autoridades competentes para realizar un monumento que identifique el lugar donde ocurrieron los hechos de la Batalla de Cojedes. No dudamos que las autoridades competentes tomen en cuenta esta petición ya que han demostrado sumo interés en la exaltación de los valores patrios. La población de Cojedes trasladada El año siguiente a la Batalla de Cojedes (1819), el pueblo fue trasladado por el Padre Días, debido a una gran epidemia de cólera, “ocho leguas río abajo hasta caño de agua”. De esta información puede ponerse en duda la distancia, ya que materialmente es imposible que hayan sido verdaderamente ocho leguas (44,58156 Km) porque entonces el porblado inicial de Cojedes se ubicaría después de Santa Inés del Altar. Según las distancias que aporta Martí, tenemos que de Cojedes a San Rafael hay 21/4 leguas, de San Rafael a Caramacate 1 legua, de Caramacate a El Altar 3 leguas. Sumando serían 21/4+1+3=61/4 leguas (34,830 Km). Esto comprueba que es materialmente imposible que el traslado haya sido hecho “ocho leguas río abajo”, por lo tanto tuvo que haber sido menor la distancia. El traslado del pueblo también plantea otros problemas de índole histórico- eográficos. Por ejemplo, ¿Cómo ubicar el lugar de la Batalla de Cojedes el dos de Mayo de 1818, entre el Brigadier Realista Miguel La Torre y el General José Antonio Páez? La documentación refiere que
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la Batalla comenzó desde Camoruco (la persecución) y obtuvo su apogeo a media milla (929 m) del pueblo. Para situar el lugar de la Batalla es necesario ubicar el antiguo establecimiento del pueblo, antes del traslado por la epidemia de cólera, e intentar reconstruir la ruta descrita desde San Carlos-Camoruco-Cojedes. Para esta ubicación se puede referir la Relación Geográfica de 1745, escrita por José Lorenzo Ferrer que refiere que Cojedes estaba ubicado entre la confluencia del río Sarare y el Turbio, cerca de la “Madre Vieja, donde comienza a llamarse Cojedes”. Sin embargo, el lugar donde pudo haberse realizado la Batalla de Cojedes, fue cerca del actual “Cerro Grande” un poco antes de llegar a la actual población de Cojedes, ya que este era el paso del antiguo camino Cojedes-Camoruco. La iglesia de Cojedes La primera descripción que se tiene de la iglesia de Cojedes, la aporta el Obispo Mariano Martí, el 1º de marzo de 1779, “Esta Iglesia es bajo la invocación de San Francisco de Asis; sus paredes son de tapia cubierta de palmas, de tres naves que dividen columnas de madera de caoba. Bastante capaz, es muy nueva, de manera que no habrá aún dos meses que se bendijo. Está de continuo colocado su Divina Magestad. Tiene una custodia muy buena, que según me dice este misionero, dio a esta Iglesia el señor Calatayud, mi predecesor. La Sacristía está detrás del altar mayor. A la cabeza de cada nave hay un altar; el piso, aunque no está enladrillado, está bueno. Hay cementerio. Hay pila Baptismal. La sacristía no está peor de ornamentos”.
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Igualmente refiere que “Esta Iglesia estaba antes muy alhajada; que tenía seis cáliz, seis campanas, etc., y que se han ido llevando para las fundaciones de algunos pueblos nuevos que se han ido fundando. Este Misionero ha trabajado mucho en hacer toda la Iglesia nueva con su sacristía, y no ha permitido, desde que se halla acá, que saquen alhaja alguna u ornamento de ella, y ha procurado hacer algunos ornamentos, y en efecto las ha hecho”. Así mismo Martí hace referencia que estas tierras son muy fructíferas y producen cuanto se siembra o planta, entre los productos se encuentran el cacao, añil, algodón, tabaco, maíz y otros frutos. Después de la descripción hecha por el Obispo Martí, el autor no ha encontrado otras referencias sobre la Iglesia de la población de Cojedes, hasta el 30 de julio de 1803, cuando el Presbítero doctor Josehp Antonio Gamarra, cura de la población de Cojedes, hace un llamado para nombrar el Mayordomo de fábrica, contando para ello con la administración de las rentas de dicha Iglesia. El 25 de agosto de 1811 José Antonio Díaz, hace referencia a que no le había sido posible la consecución de la Mayordomía de fábrica de la Iglesia de Cojedes, por cuanto los vecinos blancos de esta jurisdicción tienen residencia muy distantes del pueblo, y refiere que Don Vicente Travieso se ofrece gustoso “para hacer el ejercicio del empleo” y lo propone para el cargo. El 30 de septiembre de 1811 el Obispo Narciso Colt y Pratt le nombró Mayordomo de Interino de la Iglesia de la población de Cojedes. Después de este nombramiento no existe, en el Archivo Arquidiocesano de Caracas, otra referencia a la construcción de la Iglesia de Cojedes, hasta el documento que
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hace referencia que el Vicario Pedro Vizcaya renunció a la Mayordomía de la Iglesia de Cojedes, de la que se encargó el 16 de abril de 1828 y cuatro años después (1832) planteó que se hallaba cansado con los “78 años que pesan sobre su cabeza, la escasez de vista, sus enfermedades habituales”, que le impiden seguir trabajando. Ante esta renuncia es nombrado interinamente el señor José Rafael Villegas, el 12 de diciembre de 1832, porque el “estado miserable de la misma Iglesia necesita la más pronta y eficaz atención, nombramos interinamente al señor José Rafael Villegas, para que lo desempeñe llevando y presentando cuenta documentada y para que esté autorizado para operar todas las funciones que corresponden al Mayordomo de Fábrica”. Pero el señor José Rafael Villegas no aceptó el cargo. Alegó, primero, que no tenía casa en el pueblo; segundo, que vivía a cinco leguas del pueblo y no poseía criados y tenía más de 50 años sufriendo enfermedades. Después de estas referencias no existe documentación (en lo investigado hasta ahora) que permita establecer cuando se concluyó la Iglesia de la población de Cojedes. Sin embargo, puede estimarse que después de mediados del siglo XIX, debió terminarse la construcción. Las fuentes orales refieren que la Iglesia desapareció quemada a finales de ese mismo siglo. La Iglesia actual de Cojedes fue construida a mediados de este siglo. A trabajar en esta construcción llegaron personas como don Julio Pérez, recientemente fallecido. Testimonios como el de doña Antonia Sánchez, recordaba “La Iglesia era de ladrillos y tejas y se cayó, era grande, tenía unos pilares de madera” (entrevista 25-09-1984). Mientras que Don Flores Figueredo recordaba que “la
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Iglesia era de tierra pisá, con techo de tejas. Después se errumbó y la hicieron de adobe, era largota, la primera Iglesia era con puertas de Madera, esa se errumbó cuando Medina” (entrevista 20-09-1984). La señora Antonia Sánchez, recordaba que la Divina Misericordia le apareció al señor Angel Ascanio Coronado, apodado “El Gallito”, quien era obrero del Concejo Municipal encargado de limpiar la Plaza Bolívar. “El estaba jalando el monte en la Plaza Bolívar, con la escardilla. Y le dio a la piedrita, la quitó y la piedrita se le atravesaba. El quitaba la piedrita y ella se le volvía a atravesar. Cuando la revisó, la piedrita tenía la Imagen de la Divina Misericordia. De allí la Virgen se convirtió en patrona de Cojeditos. Hacía muchos favores a quienes le pedían con devoción. La misericordia era rica. Con todas las promesas de oro. Todo de oro. La Virgen tenía su Corona con siete rubíes, collares de perlas y se la llevó un cura de nombre Palao. El terreno de la haciendita se lo dieron a la Virgen Divina Misericordia de Cojedito. La Virgen Misericordia, la aparecía aquí en Cojedito, está en San Carlos, la tiene la señora Blanca Pastora Camacho de Arismendi”. (Entrevista 25-09-1984). Quiero señalar, a manera de epílogo, que estas notas fueron presentadas en el “I SIMPOSIUM LA HISTORIA DE LA IGLESIA EN EL ESTADO COJEDES”, realizado en San Carlos del 30 de octubre al 01 de noviembre de 1997, entonces hubo muchas preguntas sobre la materia, entonces al igual que ahora sostenemos que no dudamos de la buena voluntad, honradez y la fe del Padre Palao (Rico), sin embargo, es un testimonio que debe servir para clarificar la situación e intentar ubicar la imagen parecida en la población de Cojedes. En ese momento una señora
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se identificó como familiar de la señora Blanca Pastora Camacho de Arismendi y prometió que le preguntaría sobre el tema, pero el tiempo pasa y aun todavía no existe otra información sobre esta distinguida dama. Mientras tanto esperamos, junto a la feligresía de Cojedes, por la respuesta sobre esta imagen Sagrada.
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Aproximaciรณn a la historia de Apartadero
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Se hace indiscutible que la conformación actual de Apartadero como población es consecuencia de los sucesos acaecidos en el pasado. Es decir, la historia es fundamental para clarificar los procesos por los cuales una determinada población va evolucionando hasta llegar a ser tal como hoy día se conoce. Apartadero en la actualidad (2009), es la cuarta población de mayor importancia del Estado Cojedes, con un índice demográfico aproximado de 9.000 personas. Pero ¿Cuál fue el proceso que lo llevó a ser lo que hoy día es? ¿Cómo es su desarrollo histórico? ¿Cuáles son las prospectivas de desarrollo? Recientemente ha proliferado una tendencia a deformar el sentido de su nombre. De esa manera Apartadero se ha ido convirtiendo en Apartaderos, gracias a un pretendido refinamiento lingüístico que lo ha pluralizado. Este problema ha inducido la realización de estas notas donde se presentarán una serie de reflexiones respecto al tema del surgimiento y consolidación del topónimo “Apartadero”, que se escribe sin s al final. En los presentes apuntes se presentarán una serie de reflexiones respecto al tema del surgimiento y consolidación del centro poblado Apartadero, así como la grafía y fonética de su topónimo.
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Significado del Topónimo El nombre de Apartadero traducía un pedazo de tierra baldía, ubicado cerca de los caminos para que pasten el ganado y la caballería que iba de paso, es decir el lugar que se “aparta” de las personas para que quede libre el paso. Existen testimonios que indican que había un establo donde se colocaba el ganado de las diferentes zonas en lugares aparte, para que no se mezclasen entre ellos. Cada apartadero de ganado, tenía destinada mantener por un tiempo el ganado que venía de las diferentes zonas, mientras reposaban los arrieros, para continuar después su viaje hacia su destino, generalmente Valencia, Barquisimeto o Acarigua y Araure. El pueblo de misión denominado Santa Clara de Caramacate es el antecedente histórico de la población de Apartadero. De ahí que sea necesario establecer el surgimiento, consolidación y desaparición de este pueblo para entender la dinámica socio cultural donde se establece Apartadero. Santa Clara de Caramacate La Misión de Santa Clara de Caramacate surgió a mediados del siglo XVIII. EL Gobernador y Capitán General de la Provincia de Venezuela, Don Felipe Ricardos, dio la autorización al Prefecto de la Misiones Capuchinas para establecer la misión de Santa Clara de Caramacate el 18 de marzo de 1752. Al año siguiente se inició el proceso a cargo de Fray Cirilo Bautista de Sevilla, entonces contaba con una iglesia de palma en honor a Santa Clara. La principal finalidad de la misión de Santa Clara de Caramacate era “reducir”, por la fuerza a gran cantidad de indígenas que se fugaban de las misiones adyacentes
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como Cojedes, popularmente llamada Cojeditos, San Rafael de Onoto, Santa Inés del Altar y de las Villas de San Carlos y Araure. Por este motivo se afirma que se estableció con indígenas, “mulatos, dispersos y vagos”. La producción de Caramacate Allí se producía, entre otros rubros: añil, maíz, caña, cacao, además de ganado vacuno, callar y mular. En 1984, ubicamos en el sector El Negro, en la finca San Pablo, del señor Esteban García, un tanque de procesar el añil que era cultivado en Caramacate. Esta producción era evidentemente manual y requería un gran esfuerzo por parte de quienes eran sometidos a la explotación directa de los cultivos. El añil fue un cultivo de gran importancia en la época colonial, sobre todo a finales del siglo XVIII, cuando tuvo su mayor auge comercial. En Caramacate este cultivo era realizado principalmente por los indígenas. Pero ¿cómo se cultivaba el añil? Para extraer el azul del añil se derramaba la roja sangre de los indígenas El añil es una gramínea que fue de gran importancia en el comercio de finales del siglo XVIII y principios del XIX, era utilizada para hacer pinturas para teñir telas, a las cuales daba un color azul o azulado. El añil era plantado en diferentes tipos de terreno. Agustín Codazzi, refiere que para cultivar esta planta se requería de una tierra ligera y un clima cálido. También se cultivó en lugares llanos y extendidos. Era degradante para el medio ambiente. “La planta de añil más que otra alguna empobrece el suelo donde se cultiva por muchos años”.
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Se sembraba aproximadamente a una profundidad de siete a quince centímetros (7 a 15 cm). Antes de sembrar “la tierra debe haber recibido agua o si no la lluvia debe recibirse inmediatamente después de la siembra”, pues de otra manera se calienta y se pudre perdiéndose el trabajo realizado. A los tres meses el añil está adecuado para cortarse, lo cual se hace a una altura de dos y medio a tres centímetros (2,5 a 3 cm) del suelo “cortarlo más arriba retardaría los pimpollos del segundo corte e impediría su crecimiento completamente”. Del añil lo aprovechable es la hoja, la cual contiene tintes colorantes que se debe extraer por fermentación, siendo necesario escoger la época donde esos tintes están en mayor cantidad, esto es en la época de florecimiento, después produce poco tinte de añil. Agustín Codazzi, refiere: “Ordinariamente se empieza a cortar cuando aparecen las primeras flores. Se corta por segunda vez a los 45 o 55 días, seguida de otra, o más hasta que la planta degenera; es decir, en las tierras buenas el fin del segundo año, en las mediocres al fin del primero. La planta después de cortada debe llevarse inmediatamente a los tanques para la fabricación del añil. La primera fermentación se hace ordinariamente entre cinco y doce horas a lo sumo, y al cabo de otras 18 se pasa al segundo tanque en donde se bate de 6 a 8 horas, y entonces se deja asentar cerca de 20. Enseguida hacen salir el agua quedando en el fondo el añil que sacan y lo ponen en coladores de lienzo por cierto tiempo. Después lo pasan a los asoleadores, que son unas tablas largas con pequeños bordes y en ellas se hace la disección al aire, impidiendo que se moje o se
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serene”. Según Alejandro de Humboldt, el procesamiento del añil se hacía de la siguiente manera: “Todas las añilerías que hemos examinado están construidas según los mismos principios. Dos tanques o artesas, que reciben la yerba destinada a podrir que se hallan acopladas. Cada una de ellas tiene 15 pies (12,54 m) en cuadro por 21/2 (2, 09 m) de profundidad. Estas artesas superiores desaguan el líquido en las baterías, entre las que está colocado el molino de aguan. El árbol de la rueda grande atraviesa las dos baterías y está provisto de paletas de largo mango, propias de la batición. De un asentador espacioso la fécula colorante se lleva a los secadores (oficinas para secar el añil) donde se la extiende en tablas de brasilete que por medio de ruedecillas pueden ser colocadas bajo techo, al sobrevenir inopinadamente la lluvia. Inclinados muy bajos como son estos techos, dan de lejos a los secadores el aspecto de invernadero” En los lugares donde no existían máquinas para el procesamiento mecánico del añil, como el caso de Caramacate, el proceso de convertir el añil en las panelas se basaba en trabajo humano. Este trabajo consistía en que a las personas, generalmente esclavos o indígenas tratados como tal, eran “sumergidos hasta la cintura en aquellos tanques llenos de agua, o lejía que además de su frialdad tiene el mismo de los tintes, que no puede ser provechoso para la salud”, como describió Don Juan Agustín De la Torre a finales del siglo XVIII en el “Discurso Económico, Amor a las Letras en Relación con la Agricultura y el Comercio”, (Caracas, Archivo Universitario, U.C.V., Libro 4, Reclamos, Cátedras, Establecimientos, Rentas, Gastos sobre lo mismo, 1790-1798). Allí debieron haber pereci-
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do, bajo la mirada inclemente del caporal del hato o hacienda muchos aborígenes de la misión de Caramacate. Para extraer el azul del añil se derramaba la roja sangre de los indígenas. Una fanega de tierra producía alrededor de ochocientas (800) libras, lo que equivale a 368 kilogramos. A mediados del siglo XIX, refiere Codazzi, que se cotizaba a un precio de 10 reales, lo cual totaliza mil (1000) pesos anuales. Para la tercera década del siglo XIX el añil había comenzado a ser sustituido por el prusiato de hierro, lo cual hizo que este cultivo cayera en decadencia al ser el sustituto por otro producto químico más rentable y económico. Creación de la parroquia eclesiástica o paso al ordinario El paso de pueblos de misión a doctrinas, se daba a los años de haber establecido la misión. Primero se estipuló 10 años y por considerarse insuficientes se les sumó 10 años más, para totalizar 20. Si embargo, en la práctica histórica este proceso se dio mucho tiempo después del establecido legalmente. El cambio de misión a doctrina era el proceso mediante el cual los indígenas que habitaban las misiones pasaban a ser regidos por el Obispado de la Diócesis, convirtiéndose en Parroquias Seculares, que a diferencia de las misiones dependían solamente de la orden del Rey. Cuando ocurría este proceso se denominaba “Paso al Ordinario”. El encargado entonces no era un misionero, sino un cura Doctrinero y de la Diócesis. Mientras que en la jurisdicción civil el pueblo pasaba a ser administrado por un “Corregidor”, quien cobraba los tributos que obligaba
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a pagar a los indígenas al convertirse en tributarios de la Corona. La misión de Caramacate, pasó al ordinario el 28 de noviembre de 1795, como lo comprueban las Matrículas Parroquiales, que reposan en el Archivo Arquidiocesano de Caracas (legajo 11, año 1802, Nº 325), donde se entrega a los pueblos de San Francisco de Asís de Cojedes y Santa Clara de Caramacate, al Vicariato de San Carlos, delimitándoles el territorio correspondiente a ambos pueblos. A Caramacate le correspondió los siguiente límites: “...al Naciente el Río Camoruco hasta sus cabezas que son la cumbre de la Sierra y desde allí bajando hasta la quebrada que llaman de la Ojita y de allí al Río de San Pedro: al Norte el mismo Río de San Pedro hasta donde desagua en el de Cogede (sic): al poniente las aguas de este Río Cogede (sic) hasta donde choca el Río con el cerro Tronador: y al sur este mismo cerro siguiendo la cordillera de cerros que viene de Poniente a Oriente y chocan en dicho Río Camoruco”. Entonces se establece la creación de las Iglesias en Parroquias Seculares, prorrateando 50 pesos para gastos del Párroco, vino y cajas de las misas y 150 para alcanzar los 200 que se estimaba la “congrua del Cura”. El documento refiere “creamos y erigimos sus Iglesias en Parroquias Seculares bajo la nominación y título de San Francisco de Asís de Cogede y de Santa Clara de Caramacate, conste testigos que quedan expresados, declarando citados los que havian (sic) en estos y en adelante havitaren (sic) por feligreses de ellas y asignando por congrua al cura los cincuenta pesos que han de contribuir las Reales Cajas, y los ciento cincuenta pesos que han de pagar los vecinos de pueblo de Cogede”. Así mismo se pasó la petición al
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“Presidente Gobernador, y Capitán General”, para que la autoridad civil ratificara la decisión de la jurisdicción eclesiástica, el 16 de diciembre de 1795.
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Caramacate, Cuartel General Patriota Para el siglo XIX, el pueblo de Caramacate era fundamentalmente un lugar de residencia indígena, siendo Cojedes la población de mayor importancia desde la perspectiva económica. Por eso, en la guerra de independencia, los pobladores de Caramacate no tomaron partido. No aparecen donativos de sus pobladores ni a favor de los realistas ni de los patriotas, como se puede comprobar al revisar los aportes a ambos bandos publicados en la Gaceta de Caracas. Sin embargo, El Libertador, Simón Bolívar, estuvo en este pueblo, como se comprueba en la correspondencia que le envió a José Félix Ribas el 11 de noviembre de 1813, cuando venía de la derrota de Barquisimeto, donde le quitó el estandarte al Batallón, por haber abandonado el campo de batalla, quedando entonces como “El Batallón Sin Nombre”, ese mismo Batallón que días después recuperaría el honor en la Laguna de los Muertos, en la Batalla de Araure, al ser denominado por el mismo Bolívar como el “Batallón Vencedores de Araure”. En la citada carta, Bolívar escribe a Rivas “prevengo a V.S. que sin pérdida de tiempo, ni aún la de momentos, haga venir a San Carlos a marcha forzadas cuanta tropa se pueda de La Guaira, Caracas y Valles de Aragua... El enemigo ha aumentado considerablemente sus fuerzas con nuestro armamento cobardemente abandonado... Vendrá toda la gente que no siendo ni estando al servicio militar tenga disposición para ello, sea de la clase y condición
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que fuere...” Es decir, Caramacate sirvió de refugio patriótico en 1813. De ahí, como demuestra el texto anterior, Bolívar le plantea a Ribas la necesidad de reclutar personas para la guerra, toda persona que tenga disposición para la ello, sin distinción de clases. Estos permite inferir que para el año siguiente, cuando se agudizaron los conflictos y los ejércitos se habían diezmados aun más, hubo necesidad de reclutar hasta los estudiantes. Este debió ser el caso de la Batalla de la Victoria en 1814, donde los alumnos del Seminario de Caracas debieron ser alistados por Ribas, quien seguía las instrucciones de Bolívar, para enfrentar al realista José Tomás Boves. En el Parte de la Campaña de la Batalla de Araure, se lee: “El día 2 se dispersó la descubierta de Valerosos Cazadores a las avanzadas enemigas situadas en el paso principal del río Cojedes, y en las montañas del El Altar; por nuestra parte sólo hubo un caballo herido, y los contrarios tuvieron varios muertos, dejaron en nuestro poder algunos fusiles y municiones y muchos víveres abandonando los puestos que ocupaban. Los Cazadores pernoctaron en el Altar, y el resto del ejército en el paso de Cojede, Caramacate, y Onoto; el Cuartel General se situó en Caramacate”, según el Secretario de Guerra del Ejército Patriota, Tomás Montilla. Es decir, la población de Caramacate fue circunstancialmente Cuartel General Patriota, días antes de la Batalla de Araure, pero esto no implica que los habitantes de este pueblo hayan sido patriotas o realistas, porque para los pobres y oprimidos no existió ninguno de estos bandos. Para ellos los blancos criollos significaban los explotadores directos y difícilmente podían tomarse como
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libertarios.
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La tenencia de la tierra En el territorio perteneciente a Caramacate, existió una propiedad colectiva de la tierra en el período aborigen. Esta forma de propiedad de la tierra, fue sustituida y violentada por las formas privadas de propiedad del suelo. En 1530, Federman violenta por primera vez la propiedad colectiva de la tierra en busca de oro y riquezas materiales. Luego los misioneros establecen los primeros límites territoriales, que determinan las formas de explotación en determinado territorio. Una legua de cuadro para cada pueblo de misión, según se establece los documentos de la época, esto equivale en medidas actuales a 31,041 kilómetros cuadrados. Esta misma porción de tierra que corresponde a los Resguardos Indígenas es repartida en la República, para terminar de desmembrar las antiguas formas productivas de las comunidades aborígenes. Este documento de Reparto de Resguardos Indígenas de Caramacate, no ha sido ubicado todavía, pero se espera que en los sucesivos trabajos de archivo pueda encontrarse. Colateralmente a esto cuando se promulga la Ley de Enajenamiento de Tierras Baldías Nacionales del 10 de abril de 1848, se completan los fundamentos que permiten conjugar la propiedad en pocas Manos. La Ley del 10 de abril de 1848, bajo el supuesto de proporcionar ventajas al erario nacional y facilitar a particulares porciones de terrenos baldíos para el establecimiento de la agricultura y la cría, solamente agudizó el abismo entre los propietarios y los no propietarios, entre quienes poseían bienes de fortuna y quienes nada tenían. En la Parroquia Caramacate
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el 07 de septiembre de 1852, Marcos Ortiz compró por la cantidad de 875 pesos la extensión de una legua, 87 fanegadas con cinco mil varas cuadradas, las cuales estaban ubicadas en el Valle de Onoto, es decir en parte de lo que hoy se conoce como el caserío Puente Onoto. Disputa territorial ente El Altar y Caramacate En el registro Principal del Estado Cojedes se encuentra un expediente de 1887, donde se plasma una disputa territorial que se presentó entre el Municipio Caramacate y El Altar, sobre las márgenes del río Cojedes, donde se hallaban los caseríos denominados “El Chiriguare”, “Vajíolargo” y “Macanillas”. El Consejo Municipal de Ricaurte, al cual pertenecía Caramacate les instó a “abstenerse en absoluto sobre el asunto”, pero la Junta Comunal de Caramacate no atendió esta solicitud y continuó con el reclamo, porque lesionaba los intereses del Municipio. El Altar reclamaba una faja de terreno “sobre la margen izquierdo de Cojedes, línea divisoria de las antiguas provincias de Carabobo y Barquisimeto del 1º por el Oeste y del último por el Sur Este — el que se rectificó Erigida la nueva Provincia de Cojedes por ley del 28 de Abril de 1856 que dio sus límites al Estado de nueva erección”. Para clarificar la situación se elaboró un acta, que contenía las siguientes preguntas: 1. ¿Sabe usted que el territorio de las autoridades del Altar está sobre la margen izquierda u oriental del río Cojedes?. 2. ¿Sabe usted que las aguas del río Cojedes fueron siempre reconocidas como línea divisoria de las antiguas Provincias de Carabobo y Barquisimeto y más recientemente esta última con Cojedes?.
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3. ¿Diga usted el tiempo que tiene noticia, que contacto ha tenido usted con el régimen Político o Militar de estos dos Municipios, Altar y Caramacate, que usos prácticos ha notado usted respecto de las aguas del río, ha sido o no respetado su cauce recíprocamente o ha tenido dudas de evidencia en algún tiempo que ha su juicio de motivos a deslindes?. 4. ¿Diga usted de quien fue regida la faja de tierra que disputamos sin interrupción antes de la guerra larga, que circunstancias recuerda y cual ha sido el movimiento de población desde que usted conoce hasta el día presente?. El documento fue firmado y rubricado por el Presidente José Justo Rodríguez, el Síndico Isabel Muñoz y el Secretario Rito Montoya, el 16 de abril de 1887. Ese mismo día fueron llamados a declarar el Gral José A. Camacho, el Comandante Pedro Peña (53 años, comandante de los ejércitos) y los ciudadanos José Rodríguez (70 años, casado, labrador), Andrés Doñate (65 años) y Bonifacio Lucas (45 años, casado, labrador). El 18 se presentaron los testigos Como los testimonios de los testigos es similar se transcriben íntegramente el del general José Antonio Camacho y de José Rodríguez las preguntas 3 y 4, que ratifican el primer testimonio. El Protocolo es similar en todos los testimonios, cambiando, por supuesto, los datos personales: “Con esta fecha y hora de audiencia compareció en este despacho u testigo que dijo llamarse José Antonio Camacho Gral. De División de los Ejércitos de la República de Estado viudo de profesión Labrador, de 84 años de edad y residente en la Hojita de este Municipio y bajo juramento ofreció decir verdad de lo que sepa y fuere
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preguntado, instruido de las preguntas que constituyen el justificatorio” Las respuestas fueron las siguientes: 1. “...a la 1ª Contestó que sabe de cosa cierta por vivir cerca del terreno disputado y pasado gran parte de su vida aguas de por medio...” 2. “...a la Segunda contestó que es nacido en el Altar donde ha vivido siempre y que jamás ha oído decir lo contrario...” 3. “...a la tercera contestó que lo sabe desde que llegó a la edad de razón a que en distintas veces de su larga vida mandó el Municipio Altar en lo Civil, Militar y Judicial y jamás se violó la faja de tierra que hoy se disputan por ser reconocida como las de Carabobo o Cojedes después de su erección tanto en los largos años que he mandado aquel Municipio como mandando obras, hemos respetado el río aun en los años de cruda guerra jamás comisión alguna, con orden superior violó el territorio allende del río...” 4. “...a la 4ª contestó que la faja de tierra en disputa fue regida sin interrupción por los funcionarios de Caramacate a pesar de haber sido desierta y despoblada y loes casi pues hoy solo cuenta vecino y en toda su extensión, que serán 2 leguas de latitud por ¼ de longitud...” El estatocolo o protocolo final era similar “Leída que le fue dijo ser conforme y que lo dicho es la verdad en fuerza de juramento que ha prestado y firma el Jefe y el Secretario...” El testimonio de José Rodríguez 3. “...a la 3ª pregunta dijo que estas noticias que las da las sabe desde muy tierna edad que no ha ejercido em-
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pleos pero ha estado en contacto siempre con lo que respecta a las dos Municipalidades por haber vivido largos años sobre la ribera del río del lado del Altar y ha tenido lugar de observar el respeto que se (ha) guardado al curso del río como límite de las Municipalidades alegando el Altar pose sin que no ha conocido nunca y sí a conocido régimen de parte de Caramacate y puede explicarse en honor a la verdad...” 4. “...a la 4ª dijo que la faja costanera en disputa ha sido siempre despoblada y desierta y que lo es sabido que cuenta algunas ranchas habitadas...” Este expediente fue remitido a la Presidencia de Alta Corte Federal, Vicente Amengual, dada en Caracas, quienes se pronunciaron respecto a la diputa el 19 de septiembre de 1887, según oficio Nº 2.015 dirigido al ciudadano Presidente del Estado Zamora, el cual establece lo siguiente: Con motivo de un expediente recibido á este alto tribunal por el Ejecutivo del Estado Lara en 31 del mes anterior, para que se decida la cuestión de límites suscitada entre las autoridades del Municipio Caramacate, del Distrito Ricaurte, del Estado Zamora, y las del Municipio “Altar”, Distrito “Cabudare”, del Estado Lara, disputándose las pertenencias de los caseríos denominados “El Chiriguare”, “Vajíolargo” y “Macanillas”, “que componen el sitio conocido con el nombre de “San Pedro”, la Alta Corte Federal sancionó hoy el siguiente Acuerdo tipificada en la exposición que hace el Presidente del Estado Lara, se dé conocimiento al ciudadano Presidente del Estado Zamora, para que exponga lo que juzgue conducente en el particular, aplazándose mientras tanto, la determinación de este Alto Tribunal se exige”
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La manumisión Aunque las matrículas parroquiales que se encuentran en el Archivo Arquidiocesano de Caracas no reportan población esclava, es de suponer que existió un bajo índice de esclavos en esta población, si se toma en consideración los documentos para las Juntas de Manumisión que se establecieron en la cuarta década del siglo XIX. El 27 de abril de 1840 se promulgó el “Decreto para. Atender al Bienestar de los Manumisos al Salir del Poder de sus Patronos”, donde se establece que los “venerables párrocos comunicarán a las Juntas de manumisión un registro de manumisos que se hayan bautizado desde la promulgación de la ley de manumisión el 21 de julio de 1821”. Estas Juntas Cantonales tomarán como guía los registros bautismales u otros medios que le permitan comprobar la edad de 18 ó 21 años de los manumisos y la capacidad de vivir en libertad, ya por ley debían estar sometidos a un período de aprendizaje de cómo vivir libres. Sin embargo, el jefe político del cantón San Carlos escribió al Secretaría de Interior que “por no haber curas en las parroquias de Tinaquillo, Lagunitas, Cojedes, Caramacate y San José, no hay quien forme el registro sobre el aprendizaje de manumisos”. Lo cual solamente es una forma de eludir la ley para continuar con el régimen esclavista, bajo otras formas, tal como sucedió en la práctica histórica. El Municipio Anzoátegui En la Constitución de 1811, se establece la siguiente división territorial: “El Cantón San Carlos, en el departamento de este nombre, comprenderá cuatro distritos a saber: el de San Carlos, el del Pao, el de Lagunillas y el de
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Araure. El primero se extenderá al mismo San Carlos y a los pueblos de San José y Caramacate”. Es decir, aquí es separada política-territorialmente el pueblo Caramacate de Cojedes, de donde dependió desde su establecimiento como misión, en 1753. En 1864, la denominación de cantón fue desplazada por la denominación departamento y las parroquias asumieron el nombre de distritos. Para 1873 se establece que el Estado Cojedes lo integran 5 departamentos, denominados San Carlos, Girardot, Pao, Tinaco y Falcón. De éstos el departamento San Carlos se conformaba por siete distritos, cuyo nombre eran San Carlos, Lagunitas, Cojedes, Manrique, San José El Amparo y Caramacate. Entre todos contaba con 3.880 casas, 23.988 habitantes, de los cuales 11.666 eran del sexo masculino y 12.322 eran del sexo femenino. Gracias a las aspiraciones continuistas del Presidente de la República, el guanareño Dr. Raimundo Andueza Palacios que se crearon una serie de distritos. Entonces las elecciones eran denominadas de segundo grado, es decir quienes tenían derecho a voto, eran los cuerpos colegiados del gobierno. Concejales, Diputados, Senadores. En consecuencia quien tuviese más Concejos Municipales a su favor tenía mayor posibilidad de salir electo. Andueza Palacios intentaba una reforma constitucional para continuar en el poder después del tiempo para el cual fue electo, para eso necesitaba apoyo de la mayor cantidad de cuerpos deliberantes. Y mientras más hubiese, era mejor. Por eso creó diversos Distritos. El doctor Virgilio Tosta en el tomo III de la Historia de Barinas (1989, p. 489), afirma que en la última reunión ordinaria que realizó la Asamblea Legislativa del Estado Zamora, en 1890, decidió dividir el distrito Turén en dos,
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con los nombres de Turén y Esteller. El primero compuesto del municipio cabecera, con el nombre de Villa Bruzual y conformado por Santa Rosalía, Nueva Florida, Canelones y Santa Cruz, con sus correspondiente jurisdicciones. Mientras que el distrito Esteller, era el antiguo municipio Píritu, el cual estaba integrado por los municipios Independencia y Fraternidad. El primero conformado por los caseríos Monigote, Choro, Carrizal y Mata Caribe, y el segundo con Boca de Guache, Quiripital, Guásimo, Yagual, Cogote, Cardenillo y Uveral, todos con sus respectivas jurisdicciones. Igualmente sucedió en la Sección Cojedes del Estado Zamora con el distrito Ricaurte, que fue dividido en dos distritos con las denominaciones de Ricaurte y Anzoátegui. De Ricaurte, la capital era Libertad, y El Amparo conformado con sus correspondientes jurisdicciones. La cabecera o capital era el municipio Cojedes y el municipio Alegría cuya capital o cabecera sería Caramacate. No hemos podido revisar, hasta ahora, documentos que detallen exacta de cuando comenzaron a aplicarse estas divisiones territoriales, pero el análisis comparativo nos puede ayudar en este caso. El distrito Esteller, anteriormente descrito comenzó a funcionar el 3 de febrero de 1891, según se pudo constatar en una nota marginal de una partida de nacimiento en los archivos del ese Concejo Municipal, en un trabajo que realizamos hace ya varios años. En el caso del distrito Anzoátegui no se ha conseguido este tipo de datos, pero al revisar el protocolo del Libro de Defunciones de 1890, realizado el 13 de febrero del año siguiente (1891) se lee: “Del examen verificado en el presente registro de de-
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funciones en el año próximo pasado por la autoridad civil del Municipio Cojedes del Distrito Ricaurte de esta Circunscripción Judicial...” Lo cual indica claramente que, para esa fecha Caramacate y Cojedes todavía eran Municipios de Ricaurte. Al dar apertura al Libro del año 1892, el cual se realizó el 15 de diciembre de 1891, se observa que ya había adquirido la categoría de distrito, como lo demuestra el texto siguiente: “Hoy día quince de diciembre de mil ochocientos noventa y uno Joaquín Toledo Presidente del Concejo Municipal de Anzoátegui abrió el presente Libro que servirá para extender las Partidas de Defunciones del Municipio Cojedes” Como puede deducirse de manera elemental, sí hay un Presidente del Concejo es porque existe también el organismo y el ente político territorial que administra, es decir el Distrito que en este caso es Anzoátegui. Lo anterior permite afirmar que el Municipio Anzoátegui fue creado por disposición de la Asamblea Legislativa del Estado Zamora, en 1890, pero que comenzó a funcionar como tal desde un período que va del 14 de febrero al 15 de diciembre de 1891. Si aplicamos el método comparativo puede afirmarse que la instalación del Concejo del Municipio Anzoátegui debió ser a finales de febrero del año 1891, siendo su primer Presidente el señor Joaquín Toledo. Este Distrito, por la Reforma a la Ley Orgánica de Régimen Municipal de 1989, pasó a denominarse Municipio y los antiguos Municipios cambiaron la denominación por la de municipios foráneos o parroquias.
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Caramacate y Desapartadero Surgen las preguntas ¿Cuándo Caramacate se transformó en Apartadero? ¿Por qué razones? ¿En que año? Veinte años antes de crearse el Distrito Anzoátegui, el cual comprendía los Municipios Cojedes, que era la cabecera o capital y el Municipio Alegría, cuya capital era Caramacate, existió un lugar denominado Desapartadero, tal como es referido en documentos de la época. Sí se observa en el acta de defunción del hermano de José Rodríguez, de quien se refiere “Murió de calentura en el lugar de Desapartadero”, en 1874. Esta referencia conlleva indudablemente a pensar en el sitio que tiempo después se convirtió en el caserío Apartadero. El Desapartadero era un lugar apartado de la vía principal, posiblemente de estancia transitoria para el reposo de las bestias y los arrieros, cercano al camino real que les llevaba al paso del Toruno, hasta llegar al Gamelotal y pasar de ahí a Barquisimeto. El municipio Anzoátegui, Desapartadero y Apartadero Al crearse el Distrito Anzoátegui, en 1891, ya existía Apartadero según la referencia que hace el doctor Virgilio Tosta en el tomo III de la Historia de Barinas (A.N.H., 1989, p. 489), donde afirma que según resolución de la Asamblea Legislativa del Estado Zamora se “Trasladó la cabecera del Municipio Caramacate al vecindario de nombre Apartadero, que en lo adelante debería llamarse Alegría”. ¿El Desapartadero y Apartadero son los mismos lugares? ¿Por qué se comenzó a poblar el sitio del Desapartadero? ¿Cuáles fueron las causas que motivaron el traslado del Municipio Caramacate al lugar de Apartadero?
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Parece acertado pensar que el sitio de Desapartadero y Apartadero son los mismos lugares y que, en consecuencia, este último surge como continuidad temporal y espacial del primero, sucediendo algo similar con el pueblo de Caramacate.
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Caramacate y Alegría Existe cierta confusión en el ámbito popular en relación a estos lugares. Algunas personas utilizan indistintamente el nombre de Caramacate y Alegría. A Caramacate se le menciona como “Villa de Caramacate”, término que no es acorde con la jerarquía que tenía, ya que este en la colonia no pasó de ser un pueblo de misión. El señor Valerio García refiere: “Hay confusión unos piensan que es el pueblo Alegría, y otros que es la Villa de Caramacate. Mis padrinos la nombraban Villa de Caramacate y Alegría al mismo tiempo”. Causas de la desaparición de Caramacate Las causas que motivaron el despoblamiento del sito debieron ser las epidemias que azotaron la zona, especialmente el paludismo que materialmente diezmó la población cojedeña del siglo XIX. Desde 1870 se acrecentó el problema y en el invierno de 1889 se desató un tremendo brote epidémico de paludismo. En las actas de defunción de los pobladores de estos lares se encuentra una gran cantidad de información sobre “muertes por calenturas”, en territorio cojedeño. Llegando la noticia incluso al Presidente de la República, doctor Juan Pablo Rojas Paul, quien destinó el pago de 1.200 bolívares para dos médicos que atendieran el brote epidémico, especialmente en Tinaco.
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El testimonio del doctor Angel Barreto Lima refiere: “...la fiebre paludosa, endémica del lugar, ha tomado un desarrollo extraordinario; pero esta enfermedad no requiere un tratamiento médico tan asiduo y esmerado, sino recursos para alimentos y otras necesidades perentorias”. Estos datos conllevan a afirmar que la desaparición de Caramacate se produjo a finales del siglo pasado, sin embargo es posible que algunos habitantes permanecieran en el lugar, porque testimonios orales indican que éste terminó de desaparecer cuando la Gripe Española, a finales de 1918 y principios de 1919. Es decir ayer, al igual que hoy, los pobres, humildes y desamparados, están sometidos sistemáticamente a la muerte causada por factores endémicos que pueden ser fácilmente controlables con buena alimentación y normas sanitarias básicas y elementales, pero que no son asumidas como principios fundamentales de salubridad y las grandes mayorías sufren las consecuencias de las malas políticas sanitarias y opresoras. Los ricos, salvo casos excepcionales, no mueren de este tipo de enfermedades. Caramacate, Desapartadero, Alegría, Pueblo Nuevo y Apartadero Además de los topónimos Caramacate, Alegría y Desapartadero, surge también el de Pueblo Nuevo y, por último, Apartadero. Ya se ha hecho referencia en este trabajo a los tres primeros. El de Pueblo Nuevo lo refiere el profesor Romualdo García “Caramacate se mudó para el sitio que se llamó Pueblo Nuevo, y de allí cuando decayó la vía comercial hacia Barquisimeto por El Altar, la gente se fue mudando hacia la otra vía”. En un documento ubicado por las licenciadas María y Ricarda Villegas, se com-
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prueba la referencia testimonial. En el Registro Principal del Estado Cojedes, Libro de Protocolo, expediente Nº 2 primer trimestre, 1901, se refiere “el Municipio Alegría del referido Distrito Anzoátegui (...) está situado en vecindario de Pueblo Nuevo”. Con estas fuentes se puede afirmar que la población de Apartadero tuvo sus antecedentes más antiguos en el pueblo de misión de Caramacate, y cuando se creó el Distrito Anzoátegui en 1891, este conformó el Municipio Alegría del referido Distrito. Por razones endémicas (médico sanitarias), la población se trasladó hacia el lugar denominado Desapartadero, que posiblemente era cercano a Pueblo Nuevo, donde luego tomó el nombre de Apartadero. Los caminos la principal razón social de Apartadero Los caminos fueron la principal razón social de este lugar, ya sea en sus inicios con el nombre de Desapartadero, igualmente ocurrió cuando asumió el nombre de Apartadero. Para finales del Gobierno de Cipriano Castro Apartadero estaba configurado como caserío, tal como se puede comprobar en las entrevistas de diversas personalidades y en los documentos de la época. Don Pedro Montesinos afirmó en una entrevista realizada en 1992, que Apartadero surgió como un lugar donde reposaban los arrieros que viajaban a Barquisimeto: “Le llamaban Apartadero, porque se apartaba del camino que iba a Barquisimeto, por el paso de la quebrá de Piñero, de la Palma hacia arriba, después de pasar por el río salía Sarare. Por eso se llama Apartadero. Todos los viajeros que pasaban eran arreos de burros y mulas. Se llamaba Camino real a Barquisimeto. La carretera vino des-
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pués, cuando Gómez se empezó a hacer la carretera”. A finales del Gobierno de Castro ya se había iniciado el mejoramiento de la vialidad. El puente colgante de Caramacate, Majaguas, Yaguara “en la carretera que conduce a Acarigua”, se inauguró el 23 de mayo de 1908, según Decreto que reposaba en el archivo general del Estado, y que hoy debe hallarse en el Archivo Histórico del Estado (Libro de Decretos años 1908-1920). Refiere Don Pedro Montesinos: “La carretera la manda a hacer Gómez, es la que va por la calle Bolívar de Apartadero, busca la curva hacia el cementerio, para conseguirse con el puente de Cajobal (sic), atraviesa la carretera nueva, consiguiéndose con el puente colgante. Eso lo mando a hacer el General Gómez. Se salía y daba la vuelta donde llaman el mamón macho, hasta llegar a la Plaza Bolívar. Eso lo hizo Gómez”. Para el 11 de junio de 1912, se dio la “Ley Aprobatoria del Contrato Celebrado con el Ciudadano Norberto Borges”, para el servicio de automóviles en la carretera entre Valencia y Barinas. El Ministerio de Obras Públicas de los Estados Unidos de Venezuela, con autorización del Presidente de la República, Juan Vicente Gómez, y Aprobación del Consejo de Gobierno, celebró otorgó este contrato por 30 años a la firma antes mencionada. El artículo 1º establece: “Norberto Borges, sus asociados, sucesores causahabientes se comprometen á establecer un servicio de automóviles entre la ciudad de Valencia, capital del estado Carabobo y la ciudad de Barinas, capital del estado Zamora, pasando por Tocuyito, Tinaquillo, Tinaco, San Carlos, Acarigua, Ospino y Guanare, con un ramal de Acarigua a Barquisimeto y con ramificaciones de la vía principal
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de San Carlos a Barinas y a las demás poblaciones de los Estado Cojedes, Portuguesa y Zamora, si fuere de interés a la empresa, todo de acuerdo con el Gobierno Nacional”. El contratista, sus asociados, sucesores causahabientes estaban obligados: “...a reparar las carreteras ó caminos que actualmente comunican las poblaciones expresadas en el artículo 1º y construirles puentes, alcantarillas y demás obras que sean necesarias para el buen tráfico de los automóviles en las partes que éstos las necesiten y hagan uso de ellos, y a construir vía propia para automóviles en los lugares que por juzgar más fácil el paso deseche las expresadas carreteras ó caminos”. Era obligación de la empresa la conservación en buen estado de la vía, la seguridad de los pasajeros o transeúntes, construcción de terminales de pasajeros. La empresa se comprometió a transportar gratuitamente la correspondencia oficial entregadas en valija cerrada y sellada, conceder el 25% de los pasajes a los empleados civiles o militares, así como al transporte de carga destinados al servicio público. Mientras el Gobierno Nacional estaba comprometido a otorgarles el derecho único y exclusivo de correr automóviles de carga y de pasajeros referidos en el artículo 1º, quedando libres los vehículos de tracción animal y los particulares o de paseo que no sean de alquiler, así mismo debían dar preferencia a la empresa para la construcción de líneas férreas, igualmente quedaban exentos de los derechos arancelarios a los materiales, útiles y enseres que la empresa necesite para su funcionamiento, explotación y conservación. La empresa quedó exonerada de “todo impuesto nacional creado o que pudiese crearse; excepción
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hecha de estampillas de instrucción pública”. El contratista se comprometió a dar inicio a los trabajos del tramo Valencia-San Carlos dentro del año siguiente a la aprobación del contrato (1913), a los dos años al tramo San Carlos-Acarigua y Barquisimeto, y al de Acarigua-Barinas, dentro de tres años. Pero esta vía nunca fue terminada en los términos que establecía el contrato. En 1918 el ingeniero Eduardo A. Villanueva escribió “nunca hubo trazo de carretera alguna entre Acarigua, Guanare y Barinas”, sino un camino que lo cruzaban carros tirados por mulas todo el tiempo. Afirma Villanueva: “La sección de Valencia-San Carlos es intransitable para autos desde mayo hasta el mes de diciembre; y casi y casi intransitable para carros (de mula) desde julio hasta septiembre; sin embargo las condiciones de intransitabilidad son debidas a la mala composición que se hace todos los años, sin dirección técnica, y con el solo fin de facilitar el paso en el verano, y no porque esté perdida la carretera (...) La Sección San Carlos-Acarigua está en las mismas condiciones que la anterior, con la agravante que desde San rafael de Onoto hasta Acarigua, kilómetros 53 y 88 es solo un barizal en invierno”. Es para el 11 de agosto de 1917, que el Presidente Provisional de los Estados Unidos de Venezuela, doctor Victorino Márquez Bustillo, decretó la construcción de la Gran Carretera Occidental de Venezuela, según documento publicado por el doctor Virgilio Tosta en el tomo V de la Historia de Barinas (1993, p. 312), que en su artículo 1 establece “Procédase a la construcción de una Gran Vía Carretera Nacional, que se denominará Gran Carretera Occidental de Venezuela que, partiendo de Caracas
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y pasando por los Estados Miranda, Aragua, Carabobo, Cojedes, Portuguesa, Zamora y Táchira, vaya a terminar en San Cristóbal”. Aunque el decreto está fechado en 1919, los trabajos de estudio y exploración para la moderna carretera comenzaron a realizarse el año anterior. El informe del ingeniero Eduardo A. Villanueva, publicado en la Memoria del Ministerio de Obras Públicas (tomo segundo, 1918), dice de la sección de Valencia a San Carlos “salvo las vueltas del Naipe y algunas otras composiciones” quedaría libre para el tránsito con los puentes sobre los ríos Chirgua, Tamanaco y Orupe. Mientras que en el tramo de San Carlos a Acarigua se dejaría la serranía para buscar el llano, siguiendo el trazo existente. Consolidación de Apartadero Desde la construcción de la carretera Apartadero comienza un proceso de consolidación, aunado al auge generado por diversos factores económicos. Para los años cincuenta estaban claramente definidos tres sectores poblados. El principal o centro, que abarca desde la Carretera Nacional, por la calle Antonio Pinto Salinas, que se denominaba calle “Las Flores”, hasta aproximadamente ciento cincuenta metros después de la Av. Bolívar, hasta el caño que pasa al lado de la casa del señor Santos Acosta. Allí había aproximadamente 28 viviendas de habitación, 14 de cada lado de la calle; la Bolívar era (y aun lo es) poco habitada. Los otros sectores habitados eran hacia Cajobal, la calle que llevaba a este lugar se denominaba calle “Caramacate”, y en La Mapora. Entre los habitantes pioneros de la población de Apar-
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tadero se encuentran, entre otros, Juan de Mata Suárez, quien dio aportes fundamentales al poblado, José Domingo Fernández, Martín “Mulato” Pérez, Carlos Strauss, José Garbi, Lucas Evangelista Navas, Ramón Ruiz, doña Antonia y don Cipriano Colina, Ramón García, Doña Justa Acosta Lamas, Bartolo Machina, Cointa Colina de Marchena, Ulpiano Muñoz, Juan de Andrea, Domingo de Andrea, María de Andrea, Teodoso Bacca, Doña Petra Contreras, Doña Cristóbal “Toba”, Ana Crisanta Páez, Nilo Papic, Estefanía Jenko de Papic, Iván Jorni, Pedro “Bururú” Díaz, Angelina Páez, Eustoguio Quintero, Trina Arrollo, Ramón Ochoa, Simón Morales, Eusebio Morales, Mario Morales, Nicolás Salas Colina, Tomás Colmenares, Dolores Tradde Amaral, Reinaldo Torres, Benjamín Torres, Jesús Pieruzzini, Próspera García, Pablo García, Martín López, Carlos Moro, Rafael Moro, Francisco Mujica, Antonio Bacca, Gabriel Colina, Teléforo Torres, Francisco Pinto, Teófilo Rodríguez, Melquíades Acosta. Para 1960 Apartadero contaba con diversos servicios como el correo, telégrafo y un teléfono de manilla, con el cual se comunicaba a través de un único número con la central de Barquisimeto y de allí se distribuían las llamadas al lugar de destino. La oficina con los citados servicios la atendía el señor Víctor Delgado. La lección de la historia parece indetenible, actualmente Apartadero no cuenta con correo, telégrafo y hasta hace un año tampoco contaba con teléfonos, ahora existe el servicio por la telefonía rural de la compañía de celulares, no por la CANTV. Surge el municipio Juan de Mata Suárez A finales de la década de los años sesenta surgió la inquietud de un grupo de pobladores para elevar a la ca-
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tegoría de Municipio (del antiguo Distrito) a Apartadero. Estos Municipios con la reforma a la Ley Orgánica de Régimen Municipal de 1989, pasaron a denominarse como Municipios Foráneos o Parroquias. En la época citada existía mucha polarización política por Unión Republicana Democrática (URD) y Acción Democrática. Esta inquietud fue tomada por uno de sus integrantes, el señor José Domingo Fernández, quien liderizó el proceso, y participaron personajes como Doña Antonia Colina, Don Cipriano Colina y Ulpiano Muñoz, entre otros. Entre los pobladores de Apartadero hubo dos propuestas para el nombre del Municipio. Unos apoyaban el nombre de Alegría y otros el de Juan de Mata Suárez. La forma de disolver la disputa fue a través de un plebiscito, donde participó toda la población y resultó ganador el nombre de Juan de Mata Suárez. Juan de Mata Suárez fue un personaje que nació en el año 1838, en el Estado Yaracuy, de allí se vino a Cojedes porque supuestamente mató una persona en un pleito. Tenía posesiones de tierra, con cultivos de café, y según algunos testimonio era muy hábil montando caballo, e inclusive se metía en el río en la noble bestia y desde ella tiraba el anzuelo para pescar. En un documento de 1898 se le designa con el grado de General. Fue un líder de la comunidad que realizó obras en su beneficio como la Iglesia, por ejemplo. Sin embargo, históricamente era más acertado el de Alegría, que hubiese significado retomar sus propios orígenes. También esto demuestra que no siempre la mayoría tiene la razón y que por tanto también se equivoca.
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Límites del municipio Juan de Mata Suárez Este mismo cuerpo legislativo aprobó la Reforma a la Ley de División Territorial del Estado, según número extraordinario de la Gaceta Oficial del Estado Cojedes, publicado el 12 de octubre de 1968, donde se le asigna a Apartadero el siguiente territorio: ESTE: Empieza por el punto denominado “El Encanto”, en las inmediaciones del río San Pedro, afluente de la margen derecha del río Tucuragua, sigue este lindero por la cresta de los cerros denominados “Filos de Algarrobo”, continuando por el nacimiento de la quebrada, principal afluente del río Camoruco por la margen izquierda, unos 3 kilómetros aproximadamente antes de llegar al puente sobre el río Camoruco en la carretera San Carlos-Acarigua. SUR: Continuando la línea desde este punto en el puente del río Camoruco, en medio, por la carretera nacional, en medio, vía hacia la ciudad de Acarigua, hasta la intersección del tramo de carretera hacia la población de Cojeditos. De aquí siguiendo este tramo de carretera en una distancia de 1.800 metros, se sigue en una orientación hacia el Esta Franco hasta encontrar el río Cojedes. OESTE: Siguiendo el último punto, en el río Cojedes, aguas arriba por su curso hasta llegar a la confluencia con el río Tucuragua. NORTE: Desde la confluencia con el río Tucuragua, por la margen izquierda del río Cojedes, siguiendo aguas arriba por el río Tucuragua hasta el punto donde se inició el linero por el Naciente.
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Santa Clara, patrona de Apartadero
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Desde los inicios como centro poblado colonial, primero de Caramacate y en este siglo como Apartadero, la Patrona espiritual ha sido siempre Santa Clara de Asís. Santa Clara fue una joven de familia rica, que nació en el año 1193, en Asís. Joven de bellas facciones, que huyó de su casa a los 19 años y se presentó el 18 de marzo de 1212, en la Iglesia de Santa María de los Angeles, al pie del Monte donde se encuentra Asís. Allí la esperaban Francisco y sus frailes, él le cortó el largo cabello y puso sobre su espalda el rústico sayo de tosca lana, haciendo los votos de obediencia, castidad y pobreza. Luego pasó al convento benedictino, del cual salió en compañía de Francisco para ir al convento San Damián, destinado a monjas de la Segunda Orden Franciscana, después este convento tomaría el nombre de Clarisas, en honor a esta humilde hermana. Años después, la madre y la hermana de Clara, Ortolana y Beatriz, también abandonaron sus riquezas e ingresaron al convento. Santa Clara pidió y obtuvo el “privilegium paupertatis”, que le privaba de toda posibilidad de tener algo como de su propiedad. En 1225, San Francisco de Asís, enfermo y casi ciego, solicitó hospedaje en el convento San Damián. Para respetar sus votos de pobreza pidió que le acomodaran sobre una choza de paja en el huerto. Allí fue donde compuso su famosa y profunda oración donde solicita al Señor que le haga instrumento de su paz, para premiar a su más fiel y entusiasta intérprete de su ideal, la hermana Clara. Al año siguiente, en 1226, cuando murió San Francisco, obtuvo privilegio para que el cuerpo fuera introducido en
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las cláusulas para que las monjas pudieran contemplar su rostro. Pero Clara veía proyectada en la pared de la pequeña celda las imágenes vivas del Santo y las ceremonias que desarrollaba. Por este motivo Santa Clara tiene el título de protectora de la televisión. El Papa Inocencio IV envió con un emisario la bula de aprobación del privilegio de pobreza a Clara el 11 de agosto de 1253. Pocos minuto antes de morir esta hermana recibió el esperado documento papal. Santa Clara fue canonizada dos años después de haber fallecido. Santa Clara y las fiestas de Apartadero En Caramacate primero, y luego en Apartadero, siempre ha existido la devoción a Santa Clara. Antes las fiestas las organizaba la comunidad, a través de un comité que recaudaba fondos para las fiestas, tanto en instituciones públicas y privadas como la Asamblea Legislativa, la Gobernación del Estado, el comercio en general, los dueños de hatos y haciendas. Personas como don José Domingo Fernández, Pablo García, Ramón Ochoa, Omar Martínez, Lucas Navas, Gabriel Colina, Ulpiano Muñoz, doña Antonia Colina, Bartolo Marchena, Esteban García, Santiago Pinto, Luis Amado López y Dolores Tradde, se cuentan entre los muchos organizadores de estas actividades. Entonces había una semana de fiestas con Toro coleados, bazares, carruseles, bateas. Se quemaba el arbolito, y salía la imagen de Santa Clara, la Patrona de Apartadero. En la actualidad esta fiesta ha decaído por múltiples factores tales como, falta de organización, improvisación, y el factor político. Sobre el último aspecto es importante un testimonio de una persona ligada a estas actividades
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desde hace mucho tiempo “anteriormente se veían los colores políticos solamente en tiempo de campaña, en un problema la comunidad estaba unida, todos unidos, así se logró la luz, el liceo y muchas cosas. Ahora no, ahora se ve primero el color y después el problema, y se quiere que todo sea de un solo color, blanco o verde, eso es egoísmo”. En 1998, las fiestas fueron organizadas gracias a la labor realizada por un equipo de personas, donde se encuentra principalmente la feligresía de Apartadero, encabezado por el presbítero Pedro Betancourt, y un gran apoyo de los señores Luis Linares Rojas, Napoleón Silva y Valerio García, entre un grupo de distinguidas personalidades. En la mañana del día de la patrona hubo cohetes, para despertar alegremente a la comunidad, por la noche se realizó una misa de Acción de Gracias y luego la Procesión de Santa Clara por las principales calles de la comunidad, esta Procesión culminó frente a la Iglesia Principal de Apartadero donde se colocó la Santa bajo un toldo y fue recibida con una serenata donde se escucho al Mariachi Venezuela y los grupos musicales “Golperos de Santa Clara”, “Los Caracoles”, entre otros.
Anexos
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Anexo 1
Documento de Erección como Parroquias Seculares de los Pueblos de Cojedes y Caramacate, 28 de Noviembre de 1795 Archivo Arquidiocesano de Caracas, Matrículas Parroquiales, legajo 11, año 1802, Nº 325, Primera Provisión del Beneficio, Curato y Doctrina del Pueblo de Caramacate, Desmembrado de Coxede, hecha por el Licdo Dn Josehp Felis Roscio. En execución y cumplimiento de lo mandado en el auto antecedente hago copiar los que en el se expresan cuyo tenor es el siguiente. Vistos estos autos y sus concordantes sobre la entrega hecha por el Reverendo Padre Prefecto de las Misiones de Capuchinos Andaluces, Misioneros de esta Provincia de los Pueblos nombrados el uno San Franco de Cogede y el otro Santa Clara de Caramacate en el Vicariato de San Carlos; de que resulta que acontecer querencia de varias providencias expedidas por el señor Vice parroco real y por la jurisdicción ordinaria vaca se practicó por los Respectivos Comisionados el deslinde y demarcación de los territorios de ambos Pueblos señalándole al de Caramacate por los términos y lindero divisorios: al Naciente el Río Camoruco hasta sus cabezas que son la cumbre de la Sierra y desde allí bajando hasta la quebrada que
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llaman de la Ojita y de allí al Río de San Pedro: al Norte el mismo Río de San Pedro hasta donde desagua en el de Cogede: al poniente las aguas de este Río Cogede hasta donde choca el Río con el cerro Tronador: y al sur este mismo cerro siguiendo la cordillera de cerros que viene de Poniente a Oriente y chocan en dicho Río Camoruco: y al referido Pueblo de Cogede al Oriente el Río Camoruco desde donde choca el cerro de los González al mismo Río siguiendo aguas abajo hasta donde se unen en el Río Cogede en que se comprehende también el lindero sur; Al poniente: las aguas de dicho río Cogede siguiendo arriba hasta encontrar el cerro del tronador sin que se intente disminuir la parte de tierras que tienen los indios del otro lado del dicho Río en jurisdicción de Araure en quanto a su independencia; y por el Norte el cerro del Tronador siguiendo la cordillera de cerros que corre de Poniente a Oriente y chocan en dicho Río Camoruco que es el punto donde comenzó la demarcación por el Oriente: y que en Atención a estar asignados por virtud de lo representado por el señor Fiscal de la Real Audiencia en el expediente de la Misión de la Boca del Tinaco cincuenta pesos por vía de congrua en quanto a los indios; según se ha satisfecho al Misionero de ambos Pueblos de las Reales Cajas, se ha hecho entre los habitantes exepto los indios del territorio del de Cogede el prorrateo de cincuenta pesos para el gasto de parrco, vino, y caxa de las Misas y el de ciento y cinquenta para complemento de doscientos que ha ser la congrua del cura omitiendose por ahora conforme a nuestro Deseo execto de catorce de Agosto de este año el prorratear cantidad alguna entre los habitantes en el territorio de Caramacate: Vistos y reflexionado el (ilegible) admitimos la dimisión y entrega que hacen
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los Reverendos Padres capuchinos Andaluces Misioneros de estas Provincias de los expresados Pueblos de Cogede y Caramacate: creamos y erigimos sus Iglesias en Parroquias Seculares bajo la nominación y título de San Franco de Asís de Cogede y de Santa Clara de Caramacate, conste testigos que quedan expresados, declarando citados los que havian en estos y en adelante havitaren por feligreses de ellas y asignando por congrua al cura los cincuenta pesos que han de contribuir las Reales Cajas, y los ciento cincuenta pesos que han de pagar los vecinos del Pueblo de Cogede, y assimismo las primicias de todos los de ambos pueblos y también las ovenciones que deban pagar todos los que no fueren Indios o Esclavos, é igualmente a la Iglesia conforme el Arancel Synodal, quedando por: Ahora y hasta otra providencia libres de estipendio los vecinos del Pueblo de Caramacate y su Iglesia y territorio en calidad de agregado al de Cogede para separarlo siempre y quando nos peresca conveniente a nuestros Misioneros y proveerlo de distinto cura sin necesidad de nueva erección y esto consta de señalarle competente congrua; y ambas Iglesias contadas las prerrogativas y privilegios que gozan las Parroquias de este Obispado por derecho uso, y costumbre y para que el Señor Presidente Gobernador y capitán General de esta Provincia como vice Patrono Regio en ella sirva acceder a esta admisión y erección y asimismo a la fixacion de autos para proceder desde luego conforme a las leyes del Real Patronato a la provisión de este curato contra expresada agregación del pueblo e Iglesia de Santa Clara de Caramacate pasare a su señoría este expediente original por alguno de los Notarios de nuestra Curia recado político y venia de estilo = Fray Juan Antonio Obispo de Caracas = Assi lo decreto el Iltmo Señor Dn
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Fray Juan Antonio de la Virgen María y viana Dignissimo Obispo de esta Diocesis del Consejo de su Magestad y lo firmo en Caracas a veintiocho de Noviembre de mil setecientos noventa y cinco = Ante mi Don Marcos Josehp Soto y Olaro Secretario. Diligencia En dicha ciudad e catorce de Diciembre del mismo año yo el Notario: pase a la habitación del Señor Presidente Gobernador, y Capitán General y con el recado acostumbrado y venia de estilo puse en manos de su Señoría este expediente: doy fe = Tirado Notario. Auto Vistos con el auto últimamente proveido por el Iltmo Obispo de esta Diócesis con inspección de las diligencias de entrega practicadas por el Reverendo Padre Prefecto de las Misiones de Capuchinos de esta Provincia de los pueblos nombrados San Franco de Cogede y Santa Clara de Caramacate en el Vicariato de la Villa de San Carlos y de los deslinde y demarcación asignadas por los respectivos comisionados por el qual se sirve su Señoría Iltma crear y erigir sus Iglesias en Parroquias Seculares bajo al invocación y Título de San Franco de Asís la de Cogede y Santa Clara la de Caramacate declarando por sus feligreses a los presentes y futuros habitantes de aquella Jurisdicción y asignando por congrua los cincuenta pesos que han de contribuir annualmte las caxas Reales y los ciento y cincuenta que han de pagar los vecinos de Cogede, según el prorrateo y además las ovenciones que produgeren quedando por ahora libres de estipendio los de Caramacate sin Iglesia y territorio y en calidad de agregado al de Cogede con lo demás que de dicho auto consta: Su Señoría usando las facultades que le son concedidas como Vice Parroco Real accede a la expresada creación y erección que se hace de la Iglesias Parroquiales
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de los Pueblos de San Franco de Asís de Cogede y Santa Clara de Caramacate en los mismo términos que se expresan e igualmente a la fijación de edictos para la provisión de este Curato con agregación de la Iglesia de este ultimo Pueblo a la del primero hasta que su Señoría Iltma tenga a bien separarla. Y para que tenga efecto el presente escribano pasara el Palacio Episcopal y precedido del recado político y venia de estilo pondrá en su noticia este auto entregándole original con los del asunto = Pedro Carbonell = Rafael Mcalde = Proveyó el señor Gobernador y Capitán General de esta Provincia con el Señor theniente en Caracas a diez y seis de Diciembre de mil setecientos noventa y cinco años = ante mi Gabriel Trejo de Arambuna Escribano publico. Concuerda con los autos originales de su contenido que quedan en el expediente del asunto a que me remito. Caracas diez y siete de agosto de mil ochocientos y uno. (Transcripción de Armando González Segovia, 1995)
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Anexo 2
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Decreto de Creación del Municipio Juan de Mata Suárez Don Luis Ramírez, quien ejercía el cargo de Presidente de la Asamblea Legislativa del Estado Cojedes y al Secretario Francisco “Paco” Sosa Méndez les correspondió refrendar el Decreto aprobado por la Asamblea Legislativa del Estado el 17 de octubre de 1968. Apartadero tiene una deuda moral con Don Luis, que todavía no se ha retribuido apropiadamente. Por el interés que reviste, a continuación se transcribe el Decreto de Creación del Municipio Juan de Mata Suárez. LA ASAMBLEA LEGISLATIVA DEL ESTADO COJEDES En uso de sus atribuciones legales: CONSIDERANDO: Que el caserío APARTADERO del Distrito Anzoátegui, en una demostración de su conglomerado trabajador, ha encumbrado su desarrollo hacia metas definidas de superación económica y social, constituyendo una colectividad en franco y pujante progreso, CONSIDERANDO: Que la manifestación se ha proyectado hacia vecindades circunvecinas que contribuyen, asimismo, a ser más palpable la superación y en la que cada uno de sus miembros, siembra con fe y optimismo el amor al terru-
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ño, el deseo constante y permanente de crecimiento en los distintos niveles, especialmente aquéllos que procuran promover el desarrollo de los intereses morales y materiales para bienestar colectivo, CONSIDERANDO: Que esta progresiva y creciente bonanza del caserío Apartadero, tuvo su cimiento en la preocupada y ejemplar labor llevada a cabo por JUAN DE MATA SUAREZ, magnifico ciudadano que plantó su esfuerzo y voluntad en tierras aledañas al caserío Apartadero, aportándolos para dejarlos en cada vecino como un devocionario, el cual germinó en el surco fértil para crecer con el impulso de la comunidad; y CONSIDERANDO: Que entre las atribuciones de la Asamblea Legislativa está la de resolver acerca de la creación de Municipios, determinados en el nivel alcanzados de los mismos y establecidas en el ordinal 4º, del artículo 31 de la Vigente Constitución del Estado, razón por la cual esta Asamblea Legislativa DECRETA: Articulo 1º — Elévese a la categoría de Municipio el caserío APARTADERO, en el Distrito Anzoátegui, asignándosele su correspondiente porción territorial de acuerdo a la modificación que se le ha hecho a la Ley de División Territorial del Estado Cojedes. Articulo 2º — En reconocimiento de esta Corporación Legislativa, denomínese en lo adelante “JUAN DE MATA SUAREZ”, al nuevo Municipio, para cumplir la voluntad de los habitantes de Apartadero, quienes consideran un honor para su jurisdicción llevar el nombre del excelente ciudadano que hizo posible con su empeño y abnega-
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ción, en darle fisionomía de pueblo al primitivo lugar conocido como “La Quinta”. Articulo 3º — Dótese al Municipio de “JUAN DE MATA SUAREZ” de todo lo requerido para su funcionamiento que se hace acreedor, de acuerdo a como lo establece la Carta Fundamental y demás Leyes de la República. Articulo 4º — En lo sucesivo el nuevo Municipio “JUAN DE MATA SUAREZ”, tendrá su cabecera en la Población de Apartadero, su capital, donde estarán establecidas las autoridades y demás representantes de los poderes públicos. Dado, firmado y sellado en el salón donde celebra sus sesiones la Asamblea Legislativa del Estado Cojedes, a los diecisiete días del mes de octubre de mil novecientos sesenta y ocho. — Año 159º de la Independencia y 110º de la Federación. (L.S.) Luis Ramírez C. Presidente de la Asamblea Legislativa Francisco Sosa Méndez Secretario...
Fuentes
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Bibliográficas González Segovia, Armando (1995), “Antiguos Caminos de Recuas de Barquisimeto a Cojedes”, Caracas, Rev. Tierra Firme, Nº 49, pp. 97-107. Pedreáñez Trejo, Héctor (1982), Historia del Estado Cojedes, Caracas, Edic. Presidencia de la República. Perera, Ambrosio (1964), Historia de la Organización de Pueblos Antiguos de Venezuela, Madrid, Imp. Juan Bravo, Tomo II. Documentales Editas Carrocera, Fray Buenaventura (1972), Misión de los Capuchios en los Llanos de Caracas, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 3 tomos. Martí, Obispo Mariano (1969), Libro Personal, Caracas, Academia Nacional de la Historia. Martí, Obispo Mariano (1969), Libro de Providencias, Caracas, Academia Nacional de la Historia. Inéditas Archivo Arquidiocesano de Caracas, Matrículas Parroquiales, legajo 11. Archivo Arquidiocesano de Caracas, Mayordomía de Fábrica de la Iglesia de Cojedes, años 1802-1832.
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Testimoniales Entrevista a Doña Antonia Sánchez, 25 de septiembre de 1984. Nació el 23 de enero de 1908 y murió el 12 de enero de 1997. Entrevista a Don Flores Figueredo, 20 de septiembre de 1984.
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Ă?ndice
Agradecimientos Advertencia
Período indígena o aborigen Distribución étnica Relación, etnografía, arqueología
18 19
División del trabajo
20
La masacre del conquistador
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Conquista y colonización del territorio cojedeño
23
en el siglo XVI: La primera referencia escrita
23
Se inicia la violencia:
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La primera masacre en tierras cojedeñas
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Tributo de oro a los conquistadores
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Continúa la masacre
26
Topónimos indígenas
27
La tortura
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La mayor masacre desde la conquista
28
Juicio contra Federman
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Las encomiendas de Barquisimeto
con posesiones en Cojedes
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Período Colonial Cojedes centro de expansión colonial La doctrina o paso al ordinario Las nuevas repúblicas continúan
41 43
el proceso colonial La batalla de Cojedes: Antecedentes
49 51
La Batalla
51
Días después
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La población de Cojedes trasladada
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La iglesia de Cojedes
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Aproximación a la historia de Apartadero Significado del Topónimo Santa Clara de Caramacate
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La producción de Caramacate
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Para extraer el azul del añil
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se derramaba la roja sangre de los indígenas
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Creación de la parroquia eclesiástica o paso al ordinario Caramacate, Cuartel General Patriota
70 72
La tenencia de la tierra
74
Disputa territorial ente El Altar y Caramacate
75
El testimonio de José Rodríguez
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La manumisión
79
El Municipio Anzoátegui
79
Caramacate y Desapartadero
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El municipio Anzoátegui, Desapartadero y Apartadero
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Caramacate y Alegría
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Causas de la desaparición de Caramacate
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Caramacate, Desapartadero,
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Alegría, Pueblo Nuevo y Apartadero
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Los caminos, la principal razón social de Apartadero Consolidación de Apartadero Surge el municipio Juan de Mata Suárez
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Límites del municipio Juan de Mata Suárez Santa Clara, patrona de Apartadero
93 94
Santa Clara y las fiestas de Apartadero
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Anexos Documento de Erección como Parroquias Seculares
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Decreto de Creación del Municipio Juan de Mata Suárez
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Fuentes Bibliográficas Documentales
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Testimoniales
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Fundación Editorial El perro y la rana Imprenta Regional Cojedes Eduardo Mariño Diseño Gráfico y Edición Deibi Díaz Corrección José Baute Impresión y Montaje
Esta edición de 500 ejemplares se culminó en septiembre de 2009 en la Imprenta Cojedes de la Fundación Editorial "El perro y la rana" En su impresión se usaron tipos Ottawa y Georgia
Armando González Segovia (Apartadero, 19..) Investigador, docente universitario, inquieto fatigador de archivos y crónicas representa una de las voces más serias y consolidades en el rescate de la memoria histórica de Cojedes, donde ha desempeñado diversas funciones conexas con ese empeño, como Director del Archivo Histórico del Estado y Cronista del Municipio Anzoátegui. Actualmente es docente titular en la Maestría de Historia Económica y Social de Venezuela de la UCLA. Ha compilado y publicado las Obras Completas de relevantes autores cojedeños como José Carrillo Moreno y Eloy Guillermo González, así como numerosos ensayos y apuntes históricos de la región y sus personajes.
Uno de los más pertinentes actos de soberanía que podemos ejecutar como habitantes de este sueño que heredamos de Bolívar es la reconstrucción de nuestra historia hacia la búsqueda de nuestros orígenes y nuestra razón como cojedeños. Es lo que practica Armando González Segovia como proyecto de vida y que en Palabras en el tiempo, nos acerca desde su pueblo Apartadero, a la historia muchas veces desconocida y otras tantas ignorada, de nuestros pueblos y nuestras gentes.