TrAtábAse AnImaL a uNa VeNtAna - César Bracamonte

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El Sistema Nacional de Imprentas es un proyecto editorial impulsado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, a través de la Fundación Editorial El Perro y la Rana, con el apoyo y participación de la Red Nacional de Escritores de Venezuela, tiene como objetivo fundamental brindar una herramienta esencial en la construcción de las ideas: el libro. El sistema de imprentas funciona en todo el país, con el objetivo de editar y publicar textos de autores fundamentalmente inéditos. Cada módulo está compuesto por una serie de equipos que facilitan la elaboración rápida y eficaz de textos. Además, cuenta con un Consejo Editorial conformado por un representante de la Red Nacional de Escritores de Venezuela Capítulo Estadal y el especialista del libro y la lectura.


Prólogo

La linde poética de este escritor y cantor viene cargada de cotidianidad y pueblo, y a simple página puede sentirse el saber del Carache de su infancia, en el que pensaba, de noche, en la tarde, y en la noche al alba. Se siente el gusto de la traición del hombre, de la espalda del primer amor, de la piedra aquella que nunca se encontró y del catre, testigo de todo. Es el uso de la metáfora surrealista lo que le hace transparente. Imposible ignorar la influencia de Cortázar, en su planteamiento estoico; o la de Ramos Sucre, en el ritmo de cada verso; y la resolución de César Vallejo, en sus finales. En el recorrido cronológico de la lectura podrán vivirse, como propias, las etapas más significativas de la vida de un hombre: La declaración y llegada de la creatura «El alma vive en el cuello», 1996-2003; la pasión del hombre «Fuego a manivela», 20022004; la madurez en flor «Mimbre», 2004-2005; el odio en su más amable presentación «La razón de las piedras», 2006-2007; la paz del nuevo amor «Arándula», 2008 y la certeza absoluta de saber en dónde colocar lo hallado «La rastra y el desagüe», 2008-2010. No oculta nada. Sus trabajos, en suma, constituyen una suerte de prosa autobiográfica que brinda al lector la oportunidad irresistible de involucrase, de reconocerse, borrarse y reinventarse. Para quienes hemos visto el trabajo de César, de martes a martes, de viernes a viernes, desde “El alma vive en el cuello” y hasta hoy, es más que un orgullo acompañar esta publicación. Es, para mejor decir, un acto de justicia, pues esta es una poesía necesaria, una poesía de todos los que hayamos ejercido nuestro derecho a vivir más de lo necesario. Y si algún agradecimiento al autor es permitido en el prólogo, entonces considero justo


tomar en préstamo las palabras de Rafael Cadenas para darlas hoy a mi compañero poeta César Bracamonte: Gracias por quitarme espesor a cambio de una letra gruesa. Radamés Larrazábal


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sido Dejaremos de ser en el momento justo del abismo, tú en la silla, yo desnudo todavía; hablaremos del juego sin hacer referencia a su melancolía, sin acuerdos preliminares. Dejaremos todo como está, la cama deshecha, el sol encima, la notable distancia de volver. Nos vestiremos despacio, sin oírnos, sin procuras de vista. Dejaremos todo sobre la pendiente, para que cualquiera lo arrastre. Esto de huir es más que un estado, es mantener el terreno desierto en la medida del plato; dejar la luz encendida para que la manga sirva de un rastro en la mano contigua; ausentarse de la pascua, carnes del cambio menstrual y de la música en un vaso Alejarse por medio de la boca dejar sentado el cuerpo hasta que vuelvas (si sientes su necesidad) Dejaremos la foto pendiente en el foco, en el lente de la voz que agencia y se disuelve dejar paga la renta por si la muerte es más fecunda con la causa. Poner la viga del fondo para que mientras, se amontone la savia repetida tantas vueltas dejaremos esto como está 4298 días 3 perros, 2 de peltre y uno cobrizo muy bravo. La silla del sendero sobre sus patas traseras. Las grietas del piso como prueba de peso hijos de solvencia con sus propias legumbres con sus mismas lavativas. Dejaremos todo en su porcentaje sin mitades sin divisiones puesto que cada quien se lleva el completo de cada palabra


Los 500 ejemplares de este tĂ­tulo se imprimieron durante el mes de abril de 2012 en la Imprenta Regional Zulia del Ministerio del Poder Popular para la Cultura Sede el ICLAM , Sector las Banderas Maracaibo, Venezuela



TrAtábAse AnImal a uNA Ventana Poemaria César Bracamonte

Colección de Poesía Serie Resonancias


Tratábase animal a una ventana ©César Bracamonte, 2012 Coleción de Poesía / Serie Resonancias © Fundación Editorial El Perro y la Rana, 2012 Ministerio del Poder Popular para la Cultura. Zulia-Venezuela 2012 Correo electrónico: sistemadeimprentaszulia@gmail.com facebook: Imprenta zulia Comité Editorial Edición Fundación Editorial El Perro y la Rana, al cuidado de: Édgar Sánchez José Davalillo Gil Corrección Karelis Rendiles Diagramación José Davalillo Gil Diseño de Portada Néstor Paredes Impresión y acabado Sistema Nacional de Imprentas - ZULIA al cuidado de: Édgar Sánchez José Davalillo Gil

ISBN: 9-78901-422754 LF: 40220128001597 Capítulo Zulia, 2012


Índice

A una mujer que ocupa

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A veces uno…

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Triste

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Terca

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Mar entero al paladar (Tsunami)

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María

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Vuelta

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Bajo esta luz que nos divide

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Orilla

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Diera

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Fraude

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Diera

Soy yo con ella, en aquellos días cuando quiso hacerse obra y pelota, demasiado paso para un solo puente, bruscas cruces de faro y aventura. Sobre días de mayo con tanto en cada péndulo, resbalar es asidero de la bolsa, tengo paga la muerte desde hace un tiempo, al malecón le faltan dientes, por la misma razón, el salto es una funda y adentro se cae con todo el exterior, sin la calza y el pie izquierdo. Nada es más, que un pasto, fuman y se abstienen, se abordan en junglas. Mañana es, la señora del corte y el pestillo debe venir a recoger lo que dejé sobre la muerte y el cincho. Enumerando 1.2.3. es la señal que da el nervio, una isla vacía que está en tu pelo, dos banderas de luz mientras huyes en la regadera, una tarde vieja con dos remiendos en la yugular. Soy yo con ella y desde entonces nos frecuentamos la bragueta, ella en la rauda, yo por la espalda y su sequía. Por casualidad aparenta menos vida, menos socavo, menos libertad en la voz de cuerno. Una mentira flota y de ella se toma la senda. Ah! manos malignas las del tiempo Ah! manos malignas dentro de ti buscando nacer en un ruido prestado Oh! melancolía de la ruina, mientras dejo la luz encendida para que salga la pieza que sobraba.


A mis abuelos, a mi madre, a mi familia, a mi consorte, a AndrĂŠs Eloy a MatĂ­as



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Los recuerdos como las burbujas del agua caliente, la niñez y la ruptura, el médico de la familia y los juguetes que hoy deben ser parte de otro patio abandonado. La memoria del disco dando vueltas en 45, el bigote de la foto, las botellas de entonces, mi formación a distancia, con el uniforme teñido aún con las manos del río, el pasaporte del sol fingiendo marcharse por una colina en llamas pintadas por otro niño, el recuerdo de la miel desbordando el buche de abejas vestidas de amarillo y cinto negro. Qué tanto trae el recuerdo, en su mochila de adobes: migras de voces, la fruta madura bajando como un grito hasta el estómago (por fuera), las manchas en la franelita como una tizana de cosechas, imposibles para las manos y para el tiempo. Tanto guarda el hombre de niño, que adulto es un idiota, tanto guarda el patio, que no alcanzan los bolsillos del tiempo, ni el paso de la muerte. Los recuerdos como las burbujas del jabón que se marchan, los recuerdos que alambran la memoria de otro que ya envejeció, el mayor, al que le sigo, al que removía la mata mientras esperaba debajo a que cayeran sus frutos maduros o sus rebeldías, los recuerdos como un objeto maldito en la memoria que nos indica la hora y el movimiento. Qué tanto trae un momento de quietud en el borde de la cama: el trajín de diciembre y yo niño, la mota del talco, mi bañera rota, el desagüe de la cocina que creía un rio, el trino del pájaro que se ahorcó, el cine, la lectura y las burbujas del agua caliente, siempre.


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En el final de la lengua (mirándola de afuera hacia dentro).

Orilla

Intentamos salvarnos en la orilla, y en la orilla, el filo y la ceniza, lo hicimos en la corteza del viento, y este tan fiero e invisible amar nos fue difícil, sobre todo en la hiel y en la fuga intentamos salir del miedo y del idioma, pero ya estábamos en su frontera. Nos jugamos la vida, en plena vía pública, al cruzar una calle, de la mano. Intentamos esto y no lo somos. La orilla llega a la puerta de la casa, la calle más allá; intentamos todo en la estadía, mientras yo huía a tu adentro, mientras llovía de nuevo. Amar nos fue difícil, sobre camas colmadas y saladas por otros dejando la salida a la derecha, con su ventana desnuda y su falda violeta. Lo intentamos ya vacios, absueltos de la rabia en plena libertad de estar atados intentamos sin retorno, boga abajo, boga adentro, sin salir de la orilla. Salimos sin las trizas, sin nuestros pedazos acordados somos esto que intentamos y ya no existe la notoriedad de ese espacio vacio. Que ocupamos repentinamente sin interferir en el tiempo sin dejar una huella, que sea lugar, que sea rumor de orilla, que fue un intento secundado por la luz y las cortinas que mueve el mismo viento invisible, que nos vio y no lo dirá.



Tratábase animal a una ventana / César Bracamonte

El que quiebra la talla con su orgía solitaria en la mano lo mismo es, pero invertido VIII Asi que hoy no es, sin los intentos solitarios hoy no es y sigo escribiéndolo sigo astillado con el repertorio de la cruz y su escapulario denominado cipa .. esferas para rodar sin sentido entrenado por las sigo hoy IX Solo a manera X De cínico sonido igual todo muere y se recuerda al derecho y yo no tengo ese, de los dados no tengo ese indefinido avestruz no insisto en su derecha no creo en ella aunque me salve y me sea sierva. Hoy tampoco ha

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IV Migraña y sudor y aún no hemos sido se tarda en llegar la muerte en el vestido lo adelanta el amague si se abandona la batalla de la hiel es el mismo estado de entrada como si nunca hubieses aparecido en la casa vestida y nacida, senda y ramera onotada de rayas V Salitre queda si no se olvida se hincha de todo cuanto mide solo se salva si de nada se arrepiente es difícil ya lo ha hecho todo igual salta igual llega igual se azota se tarda VI Quién no debe en este mundo. VII Lo mismo que al principio, los dioses eran sordos y dormían para más llegar a lengua, leer, el sendero de los cuerpos para no ser el manco.


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Se habrá hecho de noche en tus miradas; y sufrirás, y tomarás entonces penitentes blancuras laceradas. César Vallejo

Aire que no se envenenen ni se mareen en el vértigo, Fuego acepta como flores sus pobres párpados, amamántalos otra vez Tierra con tus viejos pezones. Gonzalo Rojas

Todo cuanto vive sufre, y todo vive. José Antonio Ramos Sucre

Solo quedará de mí la palabra y el silencio, en otro lado, unos revisarán y sabrán que soy yo, mirarán, pasarán por encima de ello, como el pie sordo sobre la tierra sin decir nada aparente. César Bracamonte


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A una mujer que ocupa Mujer, gracias por tu boca dentro de la mía

Estabas en la ruta, en la medianía de mi mirada, tu silueta tropezó con el alcance de mis ojos y traspasando entre aire y pedales rotos: te miré. Sentada allí como el sujeto que llena cuanto vierte, sólida e intransitable, debajo de todo ese cielo que para cada quien es diferente, inclusive para ti, porque para mí todo es adverso. Tu transparencia, tu digital palidez, tu sonrisa abierta como cuando haces amor (supongo) como cuando adviertes la trampa y el desliz de cada intento perdido, así sencilla debajo de ti, haciendo peso al mundo en rauda juventud. Estabas allí, no sé si para mí o para otro, de manos tomadas contigo y mirando lento a cuanto pasa en el hestío de las horas que nos separan, sin minutos de sobra en las posibilidades, aunque eso no limita en nada ni sesga mi intención. Lo que da rienda en mí es tu favor de viento, es la manera con que llevas la cartera y los zapatos súbitamente ajustados a sus colores, todo articulado, como si todo fuera hecho para ti por las mismas manos y en la misma tarde de un mayo remoto. Estabas ahí en ese espacio que en tu ausencia: el viento. Estabas esperando mi locomoción, mi entrada aunque no lo quisieras, estabas ahí en la maravilla que debe ser, en el infinito: Tú. Estabas en la ruta de mi alcance y ojalá eso dure para siempre, que pueda verte dentro y ocupar una de tus venas principales, aorta, capilar, sensible corriente alterna que dormita en los predios de quien escribe.


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Bajo esta luz que nos divide

Voy perdiendo dados a lo largo de este camino abrupto, amargo y díptico lugar de cenizas devueltas se arrepiente la tarde y mariposa, agrede soledad voy perdiendo y tú, como en el final de las noches, ceñida hoy todo ha sido partió el bajel indeciso mañana no lo intentará, será débil y la soledad sedienta de voces voy perdiendo toda la oscuridad que por heredad envejecía encima. Hoy todo ha sido. Mientras amanece en otro lado y nada se arrepiente II Eso es lo que se aferra sin asidero, lo demás lo dejo al trompo para que aumente la secreción y el desgaste nada se iguala, si somos toldos de la mampara y el celote ruge arriba tilda cuando se desemboca III Entonces somos hombres.


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Tratábase animal a una ventana

Me ha dejado la mirada no más, uno junta el miedo en off deja de hacer e ilumina lo que al cuerpo ya no le interesa, Dolores es eso, el curso y el cauce mientras otras lavan o amamantan. Me ha dejado colgado, al sol, secándome a suerte de tiempo, sin premeditar la lluvia, olvidado al sereno, con mi temperatura virginal, a cuerda floja y colgante como péndulo de dos, siendo hoy martes, y es día también de morir, como aquel último y cualquiera otro. Yo también he dejado, sumamente lejos lo que sentía: la brazada, el regate, la pista de la boca, lo amarillo del sexo al final, he dejado sangría entre su bostezo y mi esgrima. Cuanto más resuena su labor, más ingenua es la caída, la inversa, cuando cada uno queda apoyado de los codos, en el regate arriba, sin ojo el diafragma, sin letra la sequía, a remo, en aguas sostenidas. Me ha dejado a tuerta oscuridad, desmejorado de altura y con la cosecha niña, jojota, sin la madurez gregoriana de las hojas, me ha dejado surtido de voces en unos recuerdos de faldas decembrinas. Me ha dejado su ventana, como un animal He quedado solo como en parto, sin la madre asesina sin el padre infiel y sus casquillos rotos. Me he quedado solo arropándome la sombra, llenándome de luto y porcelana, solo en la promesa, de dormir con la gota en mi oído, sin repetir este oficio de agonizar, mientras tú, rebotas resignada en otra boca, te afanas por parir, y remiendas con augurio todas las gotas de la lluvia que hacen a la casa. Por tanto, debo tratarte por misericordia, por no quedarme en la demora, en tu ventana tardía.


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A veces uno…

Cumpleaños, sale de la casa, dormita entre horas que no añaden, se enfila en la posibilidad de fracasar y lo sigue intentando hasta el final y sin darse por vencido, A veces uno teme a la tristeza y llama a la persona menos indicada, uno lastima la posibilidad de salvarse y se sumerge como diana en las puntas del apero asesino, Uno no se detiene e insiste en el potrero, saca su mejor vestido para recibir la sal de otros y se mejora, si así lo desea, uno insiste en la plegaria que no llega y en el camino más escabroso, algo así como descalzo sobre dagas en la cruz oscura. Uno no se libra de la ausencia, uno no facilita las cosas, uno atenta en el espejo y dispara certero entre pómulos salientes del salitre. A veces uno… No se da cuenta que las espinas se disipan, que son parte del pasado, que apenas si vemos su sombra en la carne, pero uno insiste en ellas, en dejar en relieve su daño autoritario y solvente. Uno sigue sobre uno Disparándose.


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Triste

Al final del día he apozado las tristezas, sumo la debilidad de los codos, me apoyo en sus rasgos de piel curtida, y en todo cuanto aplasto con sus huesos redondos, como una curvatura de la existencia misma del torrente que atraviesa la sangre y llega a ese pozo de tristeza. La vida es corta, es semanaria, es repetitiva, es mucho espacio entre un día y otro, por la consecuencia que es la suma en cada una de las formas de la piel, por el rencor del tiempo hacia la voz y de cómo allí también se nota la tristeza. El oído pierde, le lleva la idea al sentido, la tristeza que a gotas va cayendo a sombras y en forma de sangre va acallando sus sonidos impertérritos, como un río que corre salvaje a la desembocadura de los ojos. Somos tristes, somos su salubre envase


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Vuelta

Regreso; de nuevo hijo, del mismo modo padre y sacrílego, en la falda del vientre y sobre su lengua; intento la imagen y ya todos se han ido, han puesto sus uñas en la teja, su dedo en la vena rota; he vuelto a los ojos de la abuela cuando ya no existe su figura, mis días de la escuela, la ropa sucia, el uniforme ; he regresado por otra puerta donde los hijos nacen viejos y lloran lo mismo, con siniestra amabilidad de pedir tiempo y paciencia y ya la abuela ha muerto, la madre se retuerce y maldice, el hijo no cabe en la cuna, no cabe en la casa, no cabe en el mundo; vuelvo con la sangre vieja y hecha en humo, vuelvo con carnes ásperas y trémulas, sin cama y sin sillón, con hijos viejos y perdidos, regresar diestro y tendido, fabulo de otros y mezquino, regreso con los dueños de la hora y con todas en el vientre, hinchado de paso, más por aire que por tacto. Vuelvo y tú todavía en la ventana, retorciéndote gritando al vapor el sendero que es la tez terca lo repetido de adentro y lucha afuera, pero ya la abuela ha muerto, ella lo intentó sola y se fue, no dejo rastro para seguirla, a lo mejor pensó regresar y medita encerrada su retorno, se fue sola seguida de Dios, se fue dejando a sus hijos ya criados y solos.


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no me sobraba, pero que luego, no necesité para nada, recuerdo el fieltro bordado en tu franela de rayas y en relieve María, atento contra todo si olvido mis manos tímidas disfrazadas de bolsillos. Me resigno por causa natural, por el invierno, porque ya no uso saliva y es la última vez que me persigno cuando voy a decir tu nombre.


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Terca

El silencio que interfiere entre una mirada y otra podría ser una especie, de aquello que fuimos en piel. El rastro que dejaste simulaba las veces del barranco, donde salté en pleno fuego y en rebote, salíamos al sorbo en distancias de suspiro. Dejar caer en la huella el finiquito y su derrota, en su quejumbre, como ruido de vainas que no sangran. Tú eres del viento y yo de otra, yo soy de lana y manga corta, salida del vilo a vivir en la sien más corta, suele dormir entre la pared y el respiro, si acaso lo hace. Te conozco cada sabor en la ralla, sabe a cebolla, sabe a pilar, a lejanía.


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Mar entero al paladar (Tsunami)

En el fondo de mi oficio, veo con destreza cómo muere gente con todo el mar en la boca, diminuto es, ante tanta gorja, debo adivinar que en oriente llueve por fuera y dentro de los cuerpos, y lo más terrible es que a veces, la garúa es por siempre. La vida a flor del mar, las viudas gritan desde riscos, el mar llegó en el desayuno, sació su sed de vidas y regresó con sus peces de colores en la panza, de nada valió la palabra tierra firme. Las noticias viajan dice mi vecino nipón, pero más viaja el mar que vino con la muerte a salvar vidas, vino sobre puentes y montañas, vino a la iglesia de todos los santos al paladar de Kesennuma a saldar una cuenta pendiente con el samurái del dojo que se libró y sigue solvente. En el fondo de mi oficio leo quien saldó con la suerte de un décimo piso, quien flotó mar adentro bajo el frío y enormes tumbas, la traducción es mala y el ancla de mi oficio confunde río de muerte con rio por suerte, la traducción es mala y cambia el rumbo de la muerte, ahora llueven misiles sobre tierras ajenas y las balas descansan silenciosas en la barriga de los niños. El sol de oriente está oscuro, llueve temprano, el mar desayunó con frio en un café de la ciudad.


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María

Me equivoco si me acerco en límite con dedos y siguiendo, intento no atinar la franja, me igualo a una distancia de simetrías y a la proxemia que ahuyenta esa fatiga de ausentarnos. Me arropo en ese ardor que fue no hallarte en la salida, sin vestidura, sin la yegua de regreso, después fue hacerlo en la penumbra como animales sin sexo, como resignados a no coincidir en el flujo. Me resigno al fuego, a llamas de roble y sauce, a olor de carnes encendidas por una lengua ya seca por el recorrido de los remos, salimos del remojo la tarde que sin remedio, llegamos a los veinte, se llamaba María como tantas y como ninguna para mí encima. Me equivoco el recuerdo en la causalidad del calendario, porque todo sigue andando así uno quede en una memoria, encerrado en un círculo sobre ese papel de abecedario. Aún no me resigno María, siento que aún me ahuyentas el gemido con la mano invertida en la boca, y todos tus ojos colmados, equivoco la fecha adrede para no hacerme viejo en tu hoja y mendigar una coartada que me lleve de regreso a tus brazos cortos atorados, como juncos de un rio en la garganta del recuerdo. Sin días de sobra vivimos el resto, me amamantaste de la obra que hizo Dios en tu pecho, te acercabas como una luna jipata remando sin saldo hacia su abismo, me amabas vestido, me lamías desnudo contra el piso. Me equivoco si me acerco en recuerdos a tu nombre, que debe haber arrastrado ya el viento y sepultado el tiempo, pero no erro en la fecha que llegabas sin el permiso materno a espantarme las hormigas de la panza, adentro, aún vivo sin esa saliva que


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