En el mundo moderno en el que vivimos, tan presionados por los movimientos sociales, por la globalización ecuménica, la cultura del consumo inmediato y sobre todo, la enfermedad, puedo afirmar que cada vez que los viajeros –no los turistas– encontramos personajes y lugares singulares, nos sentimos auténticos, sin importar que los expedicionarios hayamos padecido contrariedades para lograrlo.