Casa del Escritor. 25 poetas

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Prólogo

A veces, cuando se habla de talleres de poesía, puede existir la idea de que en ellos te enseñan a escribir poesía. Pero sabemos que no es cierto. En un buen taller, a lo mucho, uno puede conocer a otros poetas, hablar de literatura, leer poemas, intercambiar trucos. Pero solo se aprende a escribir de una manera: escribiendo. Todo lo demás, como dice T. S. Eliot, no es nuestro negocio. Durante algunos años participamos en un taller de poesía, el de la Casa del Escritor. El objetivo ahí era que cada miembro escribiera un poemario, uno con la calidad suficiente para ser aceptado por el consejo editorial más estricto. El estilo, los temas, la historia los ponía uno. Lo único obligatorio para todos era que estuviera bien escrito. En una sesión del taller, leías tus poemas y los compañeros hacían comentarios sobre tu técnica, sobre cómo funcionaban el sonido, el ritmo, las imágenes, las ideas del poema. Veían si el poema hacía sentir algo, si emocionaba. Si alguna parte no se entendía o no se podía sentir, los compañeros la señalaban y, a veces, también sugerían alguna corrección. Era una manera de que vieras tu texto con los ojos de otro, que es lo que debes hacer para poder corregir, o sea cuando llegas a la parte seria de escribir. El taller lo dirigía Rafael Menjívar Ochoa, que tenía la idea de que ahí todos éramos iguales: que todos éramos [7]


escritores, solo que en etapas distintas del proceso. No era poeta, sino novelista, algo muy conveniente (lo digo en serio) para dirigir un taller de poesía. Con él nos pasamos mucho tiempo y mucha vida de esos años haciendo algo en apariencia sin propósito: platicando. Y en esa plática de todo y de nada nos contó lo que sabía y pensaba sobre la literatura y nos mostró algunas maneras de utilizar nuestras propias herramientas para escribir. Claro, eso no lo hizo de manera convencional. Lo hacía hablando el lenguaje de cada uno. A uno se lo decía con términos de ingeniería, a otro con una escena de una película y a un tercero con un round de karate: «Tu estilo es bueno si peleás con alguien que usa el mismo estilo, pero yo también peleo como en la calle y hay muchos puntos que estás dejando sin defensa. Lo mismo estás haciendo en tus poemas: alguien acostumbrado a leer a Eliot, a Huidobro y a Vallejo está viendo en tus textos muchas cosas que no tendría que ver. A ver, ¿cómo te quitás este golpe? ¡Ajá! ¡Así! Esos son tus recursos. Eso tenés que hacer en tus poemas». Rafael llegó a ser un amigo de todos. Nos la pasábamos en su casa tardes, noches, días, hasta semanas enteras, oyendo música, viendo películas, revisando nuestros textos o platicando de lo que fuera. Pero en 2009 se enfermó gravemente y ya no pudo seguir dirigiéndonos. Para ese momento la mayoría de los compañeros ya había terminado sus poemarios. En esos años escribimos unos veinte poemarios, que ahora esperan su momento para ser publicados. Para 2010 Rafael se había recuperado un poco y pudimos tener todavía algunas sesiones más. Pero después recayó y, luego de ocho años con él, aunque otro director [8]


fue nombrado, nosotros dejamos de asistir. Así terminó nuestra época en el taller. En enero de 2009 Índole Editores nos había propuesto hacer una antología del taller. Nos encantó la idea y aquí aparecemos en el orden en el que fuimos llegando, desde los compañeros más antiguos a los más nuevos. Deseábamos mucho que Rafael viera este libro, pero él murió de cáncer en 2011. Para nosotros, la Casa del Escritor había dejado de ser solo un proyecto cultural y se había convertido en la Casa. Así la llamamos. Porque ahí vivimos como un grupo de amigos con una manera común de entender la literatura: como un oficio. Porque ahí crecimos como escritores y ese taller, ese tiempo y esa gente fueron una casa para todos. Mario Zetino

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Sobre los autores

Sandra Aguilar. San Salvador, 1984. Abogada. Teresa Andrade. San Salvador, 1984. Periodista y correctora. Nathaly Castillo. San Salvador, 1988. Estudiante de Medicina en el extranjero. Herberth Cea. San Salvador, 1987. Estudiante de Lenguas Modernas. Erick Chávez. San Salvador, 1976. Filósofo. Gerardo Chávez. San Salvador, 1989. Estudiante. Carlos Clará. San Salvador, 1974. Editor. Ana Escoto. San Salvador, 1984. Economista. Ha publicado el libro de relatos Menguantes y otras creaturas. René Figueroa. San Salvador, 1970. Ingeniero civil. Carlos Guardado. San Salvador, 1979. Publicista. Roger Guzmán. San Salvador, 1981. Operador telefónico. Ha publicado el poemario Un sitio sin lugar. Luis Hernández. Santa Ana, 1986. Estudiante de Letras. Claudia Herrera. Santa Ana, 1987. Asistente veterinaria. Krisma Mancía. San Salvador, 1980. Profesora de Literatura. Ha publicado los poemarios La era del llanto y Viaje al imperio de las ventanas cerradas. Nelson Ochoa. San Salvador, 1987. Abogado. Vilma Osorio. San Salvador, 1981. Secretaria. Denise Phé-Funchal. Guatemala, 1977. Socióloga. Ha publicado la novela Las flores y el poemario Manual del mundo paraíso. Loida Pineda. Santa Tecla, 1974. Mercadóloga. Tania Pleitez. San Salvador, 1969. Profesora de Literatura Hispanomericana. Ha publicado la biografía Alfonsina Storni. Mi casa es el mar. [133]


Alberto Quiñónez. San Salvador, 1987. Estudiante de Economía. Susana Reyes. San Salvador, 1971. Profesora de Literatura. Ha publicado los poemarios El libro de los conjuros, Recuento de relaciones (en coautoría con Juan Ramón Saravia) e Historia de los espejos. Erika Salinas. Ahuachapán, 1986. Estudiante de Psicología. Ingrid Umaña. Sonsonate, 1977. Ingeniera en sistemas. Santiago Vásquez. Santa Ana, 1986. Profesor de Matemáticas. Mario Zetino. Santa Ana, 1985. Profesor de Literatura.

Algunos poemas de estos autores han sido publicados en revistas y antologías en Guatemala, Honduras, Costa Rica, Panamá, México, Estados Unidos, Brasil, Argentina, Uruguay, España y Francia; en El Salvador: en el suplemento Tres Mil del Diario Co-Latino, en la revista Cultura y en varias antologías, entre ellas, Una madrugada del xxi y 45 poetas (cd de audio); y en Internet: en la página de la Casa del Escritor casadelescritor.org y en el sitio artepoetica.net

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Índice

Prólogo (Mario Zetino)

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Krisma Mancía [11] He buscado a Dios en las camas de los hospitales… Entonces te encontré un cuerpo perfecto… no sé qué es extrañar… Miedo es una palabra que se construye con muros… Mil veces he muerto… Teresa Andrade [19] Día I Día II Día III Día XIV Un poco de paciencia señor… Nathaly Castillo [26] Babilonia la grande… Extravié los jueves… Caminamos sobre el triángulo exhumado por la risa… Invierno Fue el dueño de mi sombra… Gerardo Chávez Héroe sin título Vilma Osorio [32] Es tarde Shinobu… El aire ha sido escaso…

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Ocho septiembres han rozado mis mejillas… Quiero… Está bien, Shinobu… Susana Reyes [34] Recogí las postales… Los parques (I) Desde la ventana… Memoria (V) Poesía Carlos Clará [38] El bullicio de las cosas Sara El día de los espejos Fotografía de dos Canción del vértigo Nelson Ochoa [46] Recuerdo tus tardes… Se apaga el párpado de un dios… No temo el vicio de la soledad… Roger Guzmán [48] El hijo del hombre El señor de los ejércitos Óxido, pena y verdugo ¿Por qué no creer que el mundo es maravilloso?... Para ser desconocidos nacimos… Herberth Cea [58] Si es esta mi sangre… La niebla guiaba a las olas… Los marineros se arrojan a las piedras… Nadie llora un viernes en la tarde… Un hombre fue a la luna…


Alberto Quiñónez [62] El ocaso es tan sólo una puerta cerrada… Quién pensaría que no hemos hablado en seis meses… Las antiguas inercias del viento… Nubes Obús Sandra Aguilar [70] Como si derramar gotas de sangre sobre cuerpos sin vida… He vuelto todas las veces a recorrer el mismo espacio… No recuerdo el primer lunes que volé sin sentir frío… Los dolores en el pecho cesarán al final de algún día… Ya vendrán los días en que haremos amuletos nuestros miedos… Mario Zetino [74] Uno dice Alguien hay a lo lejos que te nombra… Es aquí… Abro los ojos… El tiempo se calla… Luis Hernández [80] Lucía toma pastillitas para acompañar su café… Las llaves están frente al espejo… Tengo un cementerio de hormigas debajo de mis pies… Quiero dormir como los desamparados que cayeron del barco… Extraño la lluvia… Carlos Guardado [83] El parque deja de ser testigo… Vamos a cazar truenos… Me contaron que ayer fue de noche… Erick Chávez [86] Mysterium poiesis El habitante y su sombra El anciano Los olvidados


Denise Phé-Funchal Libertad Antes Tiempo No

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René Figueroa [92] Todas las distancias nos parecen largas… Hoy amanecieron dos soles el cielo… Nuestros pies son esclavos… Guardábamos fuerzas para tallar nuestra última pisada… Contemplamos esta grieta donde se rindió la luz… Tania Pleitez [97] Ifigenia Flashback Reflexiones tropicales Claudia Herrera Rouben

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Ana Escoto [109] ¿Por qué permitir entonces que el corazón derrame sonrisas en lugar de garras?… Se me ha olvidado mi orfandad un lunes por la noche… Quiero poner a prueba este cuerpo que deambula… La estúpida costumbre de no olvidar los nombres de los amantes… Invitación a ser niño Santiago Vásquez Hacia ningún lugar

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Loida Pineda [122] El guerrero sucumbe en su tumba de gloria… No hace falta romper el silencio… Hoy las mariposas cambiaron sus alas… Ya no soy sólo un corazón que palpita… Muda este traje de frío…


Erika Salinas [125] Llorar porque no se puede hacer otra cosa… Desenredo un poco mis alas… Hay tanto polvo en su mirada… La casa es una gota que se seca en la ventana… Confieso… Ingrid Umaña [127] Hija Ya se acaba el tiempo… Tierra Otoño Quise arrancar de tu silencio… Sobre los autores

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