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CAPÍTULO II

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Bibliografía

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PRIMERA PARTE CAPÍTULO II

La desigualdad de género empieza en la infancia

“El avance de la autonomía en el contexto de las puras relaciones personales es rico en implicaciones para la práctica democrática en la comunidad mayor.” Anthony Giddens

Pistas para entender las relaciones de poder

Para entender por qué las sociedades están organizadas bajo la normatividad del patriarcado y el adultocentrismo, es importante revisar las relaciones de poder y cómo éstas marcan la vida de las personas. Para ello, retomamos dos concepciones sobre el poder.

1. Las relaciones de poder implican verticalidad entre dos personas o grupos, la que manda y la que obedece; esta relación está mediada con autoridad o por coacción. La autoridad puede ser impuesta o reconocida por rasgos de personalidad, por ley o por tradición cultural, y la coacción conlleva la amenaza abierta del ejercicio de la violencia; en ambos casos, quien manda busca imponer su voluntad para obtener lo deseado (Weber, 1987).

Para que la autoridad sea legítima se requiere la “voluntad de obediencia” de una persona o grupo. Aunque el binomio de dominación-obediencia no es sinónimo de violencia, sí entraña un esquema de desigualdad que abre la posibilidad reiteradamente del uso del poder de manera abusiva. En este sentido, en el marco del patriarcado, predomina la cultura androcéntrica (centrada en lo masculino) y adultocéntrica (centrada en lo adulto) que erige y legitima la superioridad y autoridad de los hombres sobre las mujeres y de las mujeres y los hombres adultos sobre la infancia, respectivamente.

DEFINICIONES PRÁCTICAS

¿Qué es el Patriarcado? Es un sistema jerárquico de relaciones sociales, políticas y económicas que a partir de la diferencia biológica sexual y su significado genérico, establece, reproduce y mantiene al hombre como parámetro de la humanidad otorgándole una serie de privilegios e institucionalizando el dominio masculino sobre las mujeres (Alda Facio).

INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA

“Hay niveles de opresión en esta sociedad, en orden descendente, la mujer resulta más afectada por el sólo hecho de serlo: está a disposición del hombre mediante el contrato del matrimonio, a ella le son negados derechos políticos, sociales y culturales que aún el hombre de su misma clase sí goza, lo que es resultado de una cultura patriarcal.

Después le sigue el niño, quien se encuentra a merced de una sociedad masculina y además adultocéntrica. Por último, qué puede esperar la niña, quien por ser la última en esta escala acumula todas las desventajas anteriormente descritas. Y ni aun alcanzando la edad adulta podrán escapan de la desigualdad, porque de ser hijas y hermanas, pasan a ser madres y esposas” Rühle (citado en Colín y Díaz de León, 1994).

EJEMPLO

Androcentrismo Adultocentrismo

+

(más)

Androcentrismo

2. Foucault amplía la visión de las relaciones de poder, y menciona que las personas interactúan con diferentes niveles y formas de poder, en algunos ámbitos poseen más que en otros y a la vez experimentan desventajas frente a otra/os interlocutores.

Señala que el poder se materializa en las relaciones cotidianas entre las personas o los grupos, es algo que circula continuamente porque no es exclusivo, ni estático y sólo es posible en su ejercicio cotidiano. “No actúa sobre otros, sino sobre sus acciones y por ello siempre abre un abanico de respuestas, de reacciones ante el poder… una relación de poder sólo puede darse en un esquema de libertad” (Torres, 1998).

Pero cuando ese esquema se rompe, cuando ya no hay la posibilidad del diálogo porque una de las partes utiliza algún elemento de jerarquía, legitimado o no para abusar de su poder, entonces se entra al terreno de la violencia.

Esta visión permite que todas las personas nos miremos en las relaciones de poder, para evitar pensar que el uso y abuso del poder sólo es de los “Otros”, que es ajeno a nuestra vida cotidiana, y que sólo sucede con la “gente más pobre”, con “las familias más problemáticas”, en “los países musulmanes”, con “los hombres machistas”, con “la infancia que no fue bien educada por sus padres”, con “la gente involucrada en el narcotráfico”.

Foucault deja claro que ninguna persona escapa a la experiencia de vivir en relaciones de poder. Toda relación humana está mediada por las circunstancias propias de cada persona, con la posibilidad de decidir cómo utilizar el propio poder: para construir con o para abusar en la relación con el otro, en el grupo familiar, con las hijas e hijos, con los padres, en la escuela, el trabajo, con la pareja, en la comunidad, con las amistades, etc. Por ejemplo, usualmente las personas adultas tienen mayor margen de movilidad en el uso del poder respecto a la infancia, por la diversidad de roles y espacios en que se desenvuelven.

CASA EJEMPLO

TRABAJO ESCUELA COMUNIDAD

Pablo Ada Julia Pablo Ada Luz (Esposo) (Esposa) (Jefa) (Trabajador) (Maestra) (Alumna)

En toda sociedad hay contratos sociales que tienen como objetivo regular las relaciones humanas como un signo de civilidad. La dificultad es que no todas las personas están en igualdad de condiciones de poder en la relación con el otro y, las jerarquías estructurales, de origen ponen en desventaja a los grupos más excluidos. Esto es porque las condiciones de discriminación se reproducen en la sociedad a través de sistemas desiguales de poder, donde hay quienes tienen amplio poder de acción, decisión y económico y quienes escasamente lo tienen.

El abuso de poder se vincula a la violencia, porque quien violenta busca eliminar cualquier obstáculo al ejercicio del poder y para mantenerlo usualmente abusa de su poder recurriendo a la violencia. Esto lo pueden hacer tanto las instituciones en el desempeño de su función, como las personas en las relaciones de la vida cotidiana.

Sin embargo, las personas no viven de manera pasiva las relaciones de poder, acota Torres en términos de Foucault: “todo poder - para ser definido como tal - conlleva una resistencia. La desigualdad social no implica que una persona (o grupos de personas) tenga siempre el poder y que otra (u otras) siempre obedezcan” puesto que desarrollan diversas formas de resistencia que pueden ser amplias o restringidas, de acuerdo a los niveles de opresión. La resistencia es una posibilidad pero no garantiza eliminar las fuentes de opresión.

Luz (heterosexual)

Paty (lesbiana)

Los actos de resistencia se oponen al abuso de poder, a la imposición de la voluntad del otro y pueden darse de manera agresiva o veladamente, por lo que incluso puede causar daño físico o moral, pero esto no es violencia. La diferencia radica en la intencionalidad del acto; la resistencia es una forma de oponerse a la voluntad de quien violenta, quien sí tiene como objetivo someter, dominar y controlar.

Es importante hacer esta distinción porque muchas veces los actos de resistencia son interpretados como violencia y esto genera confusión en el análisis de las situaciones. Las mujeres que históricamente se han opuesto a las desventajas de género, usualmente son criticadas e incluso etiquetadas como violentas.

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