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IMAGINARIOS Juveniles de la Política y lo Político Volumen 6


Imaginarios juveniles de la política y lo político Instituto Nacional de la Juventud, 2011 ISBN: 978-956-7636-16-7 EDICIÓN Y COORDINACIÓN: Departamento de Planificación y Estudios, Instituto Nacional de la Juventud Gobierno de Chile Editora Responsable: Andrea Aravena, Coordinadora de Estudios INJUV, Equipo de Edición: Heidi Fritz, Marcos Barretto, Teresa Cáceres. Ayudante de edición: Maya Zilveti y José Miguel Hoyos. DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN: Simple! Comunicación www.simplecomunicacion.cl IMPRESIÓN: Maval Impresores Esta publicación se basa en los resultados de la investigación solicitada por el Instituto Nacional de la Juventud a la Corporación Centro de Análisis de Políticas Públicas, CAP. Las investigadoras responsables fueron Teresa Cáceres y Julieta Palma. Con el fin de salvaguardar la privacidad de las personas entrevistadas se procedió a utilizar pseudónimos. AGRADECIMIENTOS El Instituto Nacional de la Juventud y el equipo del Área de Estudios del Departamento de Planificación y Estudios agradece especialmente a las y los jóvenes que accedieron a participar del Estudio: “Los imaginarios sociales de la política y lo político de la juventud chilena”, realizaron las entrevistas necesarias para la elaboración del relato de vida en el año 2009, y autorizaron publicar una versión resumida y editada de los relatos. Sin la disposición de éstos jóvenes, el tiempo dedicado y finalmente sus testimonios, no hubiese sido posible esta publicación que contribuye de manera importante a conocer qué piensa la juventud chilena y cómo significan sus experiencias en torno a la política y lo político.


ÍNDICE PRESENTACIÓN INSTITUCIONAL

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RESUMEN EJECUTIVO

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INTRODUCCIÓN

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1.

LA IMPORTANCIA DEL VOTO

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2.

CUANDO NO HAY ESPACIO PARA LA POLÍTICA: EL SUSTENTO Y LA MATERNIDAD

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3.

EL VOTO INÚTIL: “MI VOTO NO VA A CAMBIAR EL MUNDO”

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4.

CUANDO LA POLÍTICA NO SIRVE DE NADA

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5.

PODER ELEGIR: “LA INFLUENCIA QUE TIENE UNA ELECCIÓN, LA POLÍTICA”

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6. EL SENTIDO DE NO VOTAR: “NO VOY A CAMBIAR MI FORMA DE SER PARA VIVIR COMO UN CIUDADANO CORRECTO”

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7. LA POLÍTICA, UN LEGADO FAMILIAR: “DESDE QUE TENÍA DOS AÑOS ME HABLABAN DE POLÍTICA”

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8.

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EL DIRIGENTE ESTUDIANTIL

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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ANEXO METODOLÓGICO

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PRESENTACIÓN INSTITUCIONAL La principal tarea que la ley le asigna al Instituto Nacional de la Juventud (INJUV) es la de colaborar con el poder ejecutivo en el diseño, planificación y coordinación de las políticas públicas de juventud. Para desarrollar con propiedad esta función, el Estado debe tener un claro diagnóstico, tanto de las condiciones materiales de vida e inserción social de la población juvenil, como de su toma de posición ante dicha situación y ante el resto de la sociedad chilena. Por ello, una de las principales actividades del Instituto Nacional de la Juventud ha estado centrada en la realización de investigaciones que permitan levantar una línea de base de la situación de la juventud en nuestro país. Sin embargo, no basta con realizar dichas investigaciones para lograr un impacto en las representaciones que los funcionarios del Estado y la comunidad construyen respecto de la juventud. A pesar que nuestros datos, y los de otras instituciones, aclaran o desmienten frecuentemente las miradas y juicios que se sostienen respecto de la juventud actual, dichas percepciones influyen directa o indirectamente en las políticas públicas destinadas a la población juvenil. En virtud de ello, desde el año 2003, el Instituto Nacional de la Juventud ha constituido un “Observatorio de Juventud”, cuyo principal objetivo consiste en generar una mirada integrada respecto del fenómeno juvenil, capaz de aportar información precisa e incidir en las representaciones que los distintos actores tienen de la población joven de nuestro país. En efecto, dado que diversas instituciones públicas y privadas realizan investigaciones sobre la juventud, creemos que nuestra tarea principal, no es sólo producir información relativa a la realidad juvenil, sino ser capaces de procesar e integrar dicha información, de manera de transformarla en conocimiento útil para la formulación fundada de intervenciones que mejoren la calidad de vida de la juventud chilena. Por otro lado, no sólo es necesario producir información de la realidad juvenil, sino también, es indispensable que dicha información se divulgue, tanto entre profesionales que trabajan en el tema juvenil, como en la opinión pública. Este propósito se ve materializado principalmente en uno de sus productos, la Revista Observatorio de Juventud, cuyo objetivo es difundir los conocimientos generados por el Programa Observatorio, así como por los investigadores que trabajan en temáticas juveniles. En el mismo sentido, se ha diseñado esta serie de publicaciones, denominada “Volúmenes de Estudio”, que ya cuenta con cinco números publicados. Los “Volúmenes de Estudio” han sido diseñados con el fin de dar a conocer, ya sea en forma de compilación de artículos o de libro, los principales resultados obtenidos por diversas investigaciones que realiza el Instituto Nacional de la Juventud y cuya extensión excede su publicación en la Revista Observatorio de Juventud. Con ello, se busca contribuir a la difusión del conocimiento producido por nuestra institución, para así avanzar en la construcción de una mirada integrada respecto de la juventud.

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ESTUDIOS DEL INJUV No6

El presente “Estudio del INJUV”, correspondiente al volumen seis, titulado: “Imaginarios juveniles de la política y lo político”, compila un conjunto de entrevistas sintetizadas a partir de los “relatos de vida” de un grupo de jóvenes, hombres y mujeres, inscritos y no inscritos en los registros electorales, de distintos sectores de la Región Metropolitana. Estos relatos permiten acercarse a la diversidad de los discursos juveniles en torno a: lo político y la política, la participación, su integración a la sociedad, su inserción o reticencia a ser parte de diversos ámbitos de participación, su sociabilidad y asociatividad, así como las historias familiares acumuladas al respecto. La importancia de este estudio radica en la posibilidad de conocer los discursos juveniles a partir de las propias categorías de significación e interpretación de la juventud, las cuales son construidas a partir de sus experiencias de vida, de las historias familiares, de las vivencias en la escuela, luego en las universidades, en el barrio, en la comunidad, entre otras. Esto nos permite adentrarnos en los significados y las preocupaciones de la juventud para empezar a comprender por qué se posicionan de determinada manera frente a lo político y la política. Ello resulta fundamental a la hora de promover la participación juvenil, materia priorizada por el actual gobierno y en torno a la cual se están desarrollando diversas iniciativas como el Programa P.A.I.S Joven, del Instituto Nacional de la Juventud, cuyo objetivo primordial es promover la participación juvenil en diversos ámbitos de la vida pública. Finalmente, nos asiste la creencia que al dar a conocer esta investigación, no sólo estamos acercando la realidad juvenil a la comunidad, sino que también contribuyendo indirectamente a las posibilidades de mayor y mejor integración de nuestra juventud.

IGNACIO NAUDON DELL’ORO Director Nacional Instituto Nacional de la Juventud

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RESUMEN EJECUTIVO Este documento presenta un conjunto de ocho entrevistas editadas de jóvenes chilenos residentes en Santiago, las cuales fueron producidas en el marco del estudio: “Los imaginarios sociales de la política y lo político de la juventud chilena y su vinculación con la participación en el sistema político chileno actual en base a trayectorias biográficas”. La metodología escogida para realizar el estudio fue el “relato de vida”. Estos relatos son producto de diversas entrevistas realizadas con cada persona seleccionada, entre septiembre y noviembre de 2009. Se utilizaron como criterios de elegibilidad que fueran jóvenes de entre 18 y 29 años, de sectores medios y bajos preferentemente, de distinto sexo, de diversas comunas de la Región Metropolitana, de distintas tendencias políticas, inscritos y no inscritos en los registros electorales. En definitiva los relatos de vida que se presentan en la siguiente publicación corresponden a las experiencias contadas por cinco hombres y tres mujeres, de entre 21 y 26 años de edad, residentes en la Región Metropolitana, de los cuales cinco trabajan, cuatro estudian y uno no estudia ni trabaja remuneradamente. En estos relatos nos exponen sus vidas, la niñez, los primeros recuerdos familiares, sus historias escolares de la infancia, la adolescencia y la juventud. Las primeras experiencias del mundo, de las amistades, el encuentro con otros y otras, con la comunidad. Sus alegrías, frustraciones, dificultades y sueños. Así también, las experiencias de estudios superiores (cuando éstas han sido posibles) y las primeras experiencias laborales. Brevemente se presentan a continuación algunas características de cada joven entrevistado. David tiene 26 años, reside en una comuna del sector sur oriente de la capital, junto a su madre, sus dos hermanas menores, sus abuelos y otros parientes. Sus familiares provienen de la zona sur del país y los abuelos tienen ascendencia mapuche. David es egresado de Auditoria, estudió primero en una universidad del Consejo de Rectores y luego en una universidad privada (cambio ocasionado por motivos económicos). Está inscrito desde los 18 años en los registros electorales, ha participado en movilizaciones estudiantiles y opina sobre política. Pese a ello, no manifiesta una tendencia clara respecto de su orientación política, sea esta de izquierda o derecha. Por otra parte, asiste a un culto evangélico, donde tiene un papel activo. Tamara tiene 24 años y vive en una comuna del sur poniente de Santiago. Estudió en un Instituto Profesional técnico en ingeniería en comercio exterior. Sin embargo, tiene congelados sus estudios ya que ha debido postergarlos dos veces para cuidar a su hija pequeña. Actualmente vive en su hogar de origen, con sus padres, su hija, su pareja, dos hermanos y sus abuelos paternos. Ha trabajado de secretaria en empresas, atendiendo público en negocios a jornadas parciales y en la feria los fines de semana. Actualmente trabaja atendiendo público en un local

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de comida en jornada parcial nocturna. Está inscrita en los registros electorales, motivada por las clases de una profesora del colegio. Tiene opinión política, sin embargo, manifiesta una opción a votar más por las personas que por un partido político. Marcos tiene 21 años y vive en una comuna del sector sur oriente de la Región Metropolitana, junto a su abuelo, su hermana y su madre. Su padre se fue del hogar, al separarse de su madre. Estudiaba prevención de riesgos en un instituto profesional, carrera que debe congelar por problemas económicos. Consigue un trabajo con el fin de ahorrar y retomar después los estudios. Anteriormente, se desempeñó como futbolista en las divisiones inferiores de un equipo de primera división del fútbol chileno, con opción a un cupo de futbolista profesional, pero problemas de salud le impidieron concretar dicho proyecto. No está inscrito en los registros electorales. Raúl tiene 25 años y vive en una comuna del sur oriente de la capital. Es técnico informático y actualmente está iniciando un negocio que dará servicios de distinto tipo a personas y empresas. Su familia está compuesta por sus padres, sus cuatro hermanas y tres sobrinos. La enseñanza media la cursó en un Liceo Comercial. En las noches iba a un campamento donde trabajada como coordinador de un Infocentro. Posteriormente, durante los fines de semana realizó trabajos como cajero para un establecimiento comercial. Su vida laboral, una vez egresado del liceo, se ha desarrollado casi íntegramente en la empresa que entregaba servicios de mantención computacional en el Liceo en que realizó su práctica. Con ellos trabajó hasta marzo de 2009. No está inscrito en los registros electorales. Romina tiene 25 años, ha vivido toda su vida en el sector sur oriente de la capital junto a su familia compuesta por su padre, su madre y sus dos hermanos menores. Estudió sus primeros años en un pequeño colegio particular que sólo tiene hasta el sexto nivel de enseñanza básica. Luego se cambio a un liceo municipal. Estudió psicología en una universidad privada. Al momento de la entrevista trabajaba ejerciendo su profesión en una universidad del Consejo de Rectores. Hace un par de años se inscribió en los registros electorales, ya que habla de la influencia de la política. Esteban es un joven de 24 años que vive con su madre y una de sus hermanas, en la zona oriente de Santiago. Nacido en otro país latinoamericano, llegó a Chile aún siendo niño, luego de la separación de sus padres. Su padre falleció y sus hermanos mayores hace algunos años viven en el extranjero. La educación básica la cursó en un colegio municipal. Cursó su enseñanza secundaria en uno de los liceos más emblemáticos del país. Ahí empieza a dar sus primeros pasos como baterista. Ingresó a una universidad del Consejo de Rectores a estudiar una ingeniería, de la cuál se retiró (por razones económicas). Posteriormente toma clases particulares de batería en un programa especial de música de una universidad del Consejo de Rectores. Actualmente tiene una banda y trabaja en un disco como solista. Al igual que sus padres, pertenece a un movimiento espiritual. No esta inscrito en los registros electorales y ha participado en variadas movilizaciones. Paula tiene 22 años y se encuentra estudiando sociología en una universidad privada. Nacida en el sur del país, a los 11 años llegó a Santiago. Vive actualmente en la zona poniente de la capital, junto a su padre, su madre y sus dos hermanos. Al momento de la entrevista, está en pareja y califica la relación como su primer pololeo oficial. Estudió primero en un colegio

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particular subvencionado de su ciudad de origen, luego en otro de Santiago, mientras vivía en la casa de su abuela paterna. Posteriormente, cuando sus padres compran una casa, se cambia a un pequeño colegio privado. Paula está inscrita en los registros electorales y tiene una familia con posturas políticas opuestas, lo que hace que la política sea un tema central para ella. Cierra la serie de relatos el de Manuel, de 23 años, que estudia ingeniería en una universidad del Consejo de Rectores. Su padre es académico y su madre profesional de la salud. Es el mayor de tres hermanos. Estudió en dos conocidos colegios particulares de Santiago, de los que destaca su buen nivel en términos de excelencia académica, aunque dice nunca haberse sentido totalmente cómodo en ellos. Desde su etapa escolar, y luego en la universidad, participa activamente en distintas organizaciones con motivaciones políticas y sociales. Al momento de la entrevista, ocupa un cargo en el centro de estudiantes de su carrera y en un grupo promotor del Software libre en el contexto del desarrollo de “una cultura libre”, también en la Universidad. Está inscrito en los registros electorales.

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INTRODUCCIÓN Jóvenes y política, jóvenes y participación, un tema recurrente en los estudios e investigaciones sobre juventud. No obstante, sigue siendo pertinente su abordaje dadas las incógnitas respecto de la participación juvenil y sus formas: ¿Cómo participan? o ¿Por qué no lo hacen?; ¿Cómo se entiende participar?; ¿Qué piensan? y, sobre todo, ¿qué sienten respecto de la política?; ¿Cómo se han construido los sentidos respecto a lo político? y ¿Quiénes contribuyen en esa construcción de sentido? Todas estas interrogantes se plantean teniendo como contexto antecedentes de una escasa participación política institucionalizada y una baja inscripción electoral entre la juventud. No obstante, existen otras manifestaciones de lo político y la participación en la juventud que no guardan relación con dichos antecedentes, y que se materializan en diversas movilizaciones más o menos masivas, cuya máxima expresión fue la llamada “revolución pingüina” de 2006. Por ello, resulta interesante esta aproximación que busca conocer cuáles son los imaginarios sociales de la juventud chilena, en torno a la política y lo político, a través de sus discursos y vincular los procesos cotidianos del mundo privado juvenil con el mundo público en clave de “lo político”. Es decir, qué significados, qué sentidos y emociones van asociadas a la política y lo político y la experiencia de vida de la población juvenil al respecto. Vale explicitar la distinción conceptual básica que sirve como marco teórico de este estudio: La distinción entre lo político y la política. `Lo político´ aparece ligado a “la dimensión de antagonismo y la hostilidad que existe en las relaciones humanas, antagonismo que se manifiesta como diversidad de las relaciones sociales”, y ‘la política’, apunta a establecer un orden, a organizar la coexistencia humana en condiciones que son siempre conflictivas, pues están atravesadas por ‘lo político`” (Mouffe, 1999:14). La política, como espacio de prácticas convencionales, no puede dejar fuera las pasiones, el conflicto. Si lo hace, la política, dejará fuera “lo político” (Mouffe, 2000). Esta opción conceptual se ve reafirmada por reflexiones que también problematizan la relación de la juventud con la política, centrándose en la ampliación del campo político, más allá de lo meramente institucional, haciendo entrar el ámbito de las experiencias, sensaciones y esperanzas de las personas. Desde estas distinciones, por tanto, se busca indagar en un abanico de situaciones relatadas en esa doble dimensión: orden /hostilidad. Esta publicación se inscribe en esta problemática, a partir de la presentación de un conjunto de “relatos de vida” de jóvenes de Santiago1. Al construir cada uno de ellos, se buscó profundizar en varias dimensiones que permitieran dar luces al objetivo mayor: indagar sobre los imaginarios juveniles acerca de la participación social y política. Para tal efecto, se buscó conocer las 1

El Instituto Nacional de la Juventud encargó en el año 2009 a la Corporación Centro de Análisis de Políticas Públicas, el estudio “Los imaginarios sociales de la política y lo político de la juventud chilena y su vinculación con la participación en el sistema político chileno actual en base a trayectorias biográficas” que se realizó en base a relatos de vida. Son estos relatos los que componen el texto presentado.

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experiencias de aprendizaje y transmisión familiar y su enlace con los relatos sociales vigentes en torno a las formas de socialización política. Se profundizó en las memorias de la experiencia de lo político, de la acción colectiva y del ejercicio ciudadano en el pasado reciente de Chile. También, se relevaron las formas en que la juventud chilena reconoce, procesa y resignifica los discursos provenientes del mundo adulto respecto de la acción colectiva, lo político y el ejercicio ciudadano. Se dedicó especial atención a las vivencias y/o experiencias de lo político y de la participación política que cada joven iba reconociendo en el proceso de “contar su vida”. Finalmente, se indagó en los recuerdos del pasado reciente y vivencias respecto a las movilizaciones estudiantiles de 2006. El documento que presentamos a continuación constituye un compilado de los discursos juveniles, con toda su heterogeneidad y diversidad, que aporta elementos contextuales de la experiencia de vida juvenil, lo que permite comprender y adentrarse en la subjetividad de las y los jóvenes entrevistados. Cómo ha sido su experiencia de lo social, cómo han procesado lo político inicialmente a través de la socialización en sus familias y luego en las escuelas, liceos y posteriormente en la educación superior, así como en los espacios laborales. Cómo entran a lo público y desde que ámbitos, con qué motivaciones, con qué intereses, con qué necesidades, en definitiva, qué emociones los mueven hacia lo político. En este sentido, esta publicación es una invitación a sumergirse en la vida cotidiana de mujeres y hombres jóvenes con necesidades diversas, con preocupaciones de distinta índole que muestran las estrategias y los esfuerzos de construir un proyecto de vida, un sentido y una identidad para ser parte de la sociedad. Y es a partir de ello que podemos acercarnos a la experiencia de lo político y comprender su significado y su apropiación. Los relatos que componen esta publicación constituyen una versión editada de las entrevistas, que se encuentran debidamente autorizadas por cada joven participante, y, cuentan con los resguardos necesarios para garantizar el respeto de su intimidad y privacidad. A través de dichos relatos se despliegan las trayectorias de jóvenes de ambos sexos, de distintos niveles socioeconómicos, de diversas comunas de Santiago, algunos inscritos en los registros electorales, otros no. Hay quienes estudian y quienes trabajan. Hay quienes declaran cercanía con la actividad política desde distintas posturas ideológicas; otros dicen “no estar ni ahí”. En suma, los relatos presentados dan cuenta de distintas ubicaciones sociales del sujeto juvenil que transita Santiago de Chile, y de distintas formas de entender y afrontar el devenir político, asumiendo estrategias diferenciadas, de acuerdo, por un lado a los sentidos dados a lo político y a la política; y por otro, a las condicionantes estructurales que cruzan sus vidas, sea su realidad socioeconómica, las diferencias de género, los niveles de autonomía/dependencia de sus familias de origen, por mencionar algunas.

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LA IMPORTANCIA DEL VOTO2

“Cuando estábamos en la Universidad, que tenía unos cinco mil alumnos, se movilizaban unos setecientos. En el colegio eran mil alumnos y los mil desfilaban en la calle en ese momento. ¡Era actuar en bloque! De partida son muchos más escolares que alumnos universitarios. Yo lo encuentro impresionante, lo sigo encontrando impresionante. El actuar en bloque sin una unidad política, en su momento, en un comienzo, me marcó bastante. A diferencia de la universidad, no había un letrerito político detrás de todo, sino ganas de que las cosas mejoraran”. David tiene 26 años, reside en una comuna del sector sur oriente de la capital, junto a su madre, sus dos hermanas menores, sus abuelos y otros parientes. Sus familiares provienen de la zona sur del país y los abuelos tienen ascendencia mapuche. David es egresado de auditoria, estudió primero en una universidad del Consejo de Rectores y luego en una universidad privada (cambio ocasionado por motivos económicos). Está inscrito desde los 18 años en los registros electorales, ha participado en movilizaciones estudiantiles y opina sobre política. Pese a ello, no manifiesta una tendencia clara respecto de su orientación política, sea esta de izquierda o derecha. Por otra parte, asiste a un culto evangélico, donde tiene un papel activo.

El legado de la familia materna Tengo veintiséis años. Soy soltero, trabajo en la sección de remuneraciones, estudié Auditoria. Me queda mi titulación y la tesis. Con la tesis podría trabajar en contabilidad. Me gusta lo que hago, esa es una de las cosas que siempre destaco. En estos momentos considero que estoy bien, porque tengo tiempo para realizar mis actividades religiosas. Soy evangélico, desde niño he asistido a la misma iglesia en que participo actualmente, siempre, gracias a Dios. Me considero sociable pero con sus limitaciones, como en algún momento me dijo un psicólogo, ciertas limitaciones de vocabulario, ciertos manierismos. Me defino como una persona grata, 2

Entrevista editada por Heidi Fritz y Teresa Cáceres.

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me gusta trabajar en equipo, ser proactivo para dar respuestas, soluciones, plantear cosas nuevas, especialmente en mi trabajo y en lo eclesiástico. De repente también tengo mis altibajos, ando muy pesado. Soy perfeccionista y me gusta que las cosas funcionen a un cien por ciento, que si bien se dan libertades, esas libertades se compensen en el cumplimiento de objetivos determinados. En el trabajo, más que puntualidad, generalmente me importa cumplir con las metas. Es decir, si tengo que hacer las imposiciones, hoy quedaron hechas. Soy en cierta forma extrovertido. Me gusta conocer gente, conversar sobre distintos temas y, en realidad, es una de las razones que me motivó a dar estas entrevistas. Yo nací el 5 de diciembre de 1982. Mis primeros recuerdos tienen que ver con el sur. Nosotros teníamos familiares allá y siempre íbamos a pasear. Tendría unos tres o cuatro años. Recuerdo andar corriendo detrás de los chanchitos, persiguiéndolos por todos lados. Tengo muchos recuerdos de haber salido con mi mamá hacia distintos lados. Me acuerdo mucho de la época en que patiperriabamos. Cuando llegaba el fin de semana, íbamos a Valparaíso y hacíamos un tour hacia Los Andes, o íbamos a San Fernando y volvíamos. Eran viajes cortos, pero que me marcaron mucho cuando niño. Ahora me gusta salir de Santiago, pero por instancias cortas. Desconectarme de mi realidad y después volver el día lunes renovado. Nunca me ha dado empacho decir que me crió mi mamá sola. No tengo idea quién en el mundo es mi padre por un condoro de mi madre; ni ella lo tiene claro, bueno tiene dos sospechosos... me empecé a aburrir en el colegio, fue una época complicada con mi mamá, fue triste cuando se casó. Fui hijo único hasta los once años aproximadamente. En ese momento nació mi hermana, fue fuerte, pero se asumió en su momento. Como te decía iba a una zona en el sur, tenía familia; tiempo pasado, fallecieron casi todos. Lindos recuerdos, pasé buenos momentos, es lo más rural que me ha tocado vivir en mi vida. Actualmente vivo con mis abuelos maternos, con mis tíos, mis tías, dos primos y mis dos hermanas. En la zona sur, tenía familiares, por parte de ambos abuelos. Nosotros íbamos comúnmente donde el papá de mi abuelo, mi bisabuelo. Un tiempo fuimos donde una tía abuela, hermana de mi abuelo, pero también falleció así es que ahora no tenemos donde ir. Mi padre apareció a mediados del año 2003, se empezó a acercar. Fue bueno, en general. No es fácil que haya aparecido, porque me revolvió el gallinero. Empezó a ir a la iglesia donde yo voy. En realidad esto no me va ni me viene, es decir, yo nunca tuve una imagen paterna definida, así que lo que yo haga más adelante es responsabilidad solamente mía. Conocerlo fue una anécdota, yo lo considero una anécdota que emocionalmente no me afectó. Se me acercó, empezó a conversar conmigo, en mi casa el tema no pasó inadvertido, porque me explicaron que él podía ser mi padre. Paralelo a todo aquello empecé a conocer a los hijos de él, con los que tengo una confianza tremenda, o sea, yo no los veo muy frecuentemente, pero cuando compartimos, hacemos mesa redonda, conversamos diferentes temas. Es decir, fue bueno, fue algo que intelectualmente me ayudó bastante. Además, fue uno de ellos quien me motivó a que siguiera estudiando y también me ayudó con el tema del crédito. Me informaron y aconsejaron. Esto bien pudo ser algo que podría haber marcado mi vida y provocarme una crisis de ansiedad, después lo analizo así, mirándolo desde afuera. Podría haber sido un problema de identidad, pero para nada, no

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paró mi vida, no se me cayó el pelo. Veo a mi padre casi todos los días; lo veo en la iglesia, aunque no conversamos mucho, porque siento que me dejó botado. Sin embargo, con sus otros hijos, mis supuestos hermanos, tengo una relación súper cercana. Yo llevo el apellido de otra persona, que supuestamente es mi papá. Porque ante la ley, este individuo es mi padre, pero tampoco se porta muy bien. Así que, por estos motivos mi padre, tanto biológica como socialmente nunca fue tema, nunca lo ha sido, me crié con mi madre. Como te digo fue una anécdota dentro de mi vida. Mis abuelos son mapuches, tienen ascendencia indígena, aunque se crean españoles y todo (risas). Lo que pasa es que ellos se vinieron muy jóvenes a Santiago, mi abuela a eso de los diecisiete años. Mi abuelo vino a hacer el servicio militar y se quedó. Toda su vida la han hecho en Santiago. Él siempre ha dicho que quiere volver al sur, pero cada vez compra más cosas, se compró un terreno en el cementerio. Es decir se va a morir acá. Mi abuela tiene recuerdos. Entre ellos conversan en mapudungun, cuando quieren que nadie los entienda. Mi mamá, algo entiende, pero muy poco. Yo me quedaba con mi abuela esperando a mi abuelo, que en ese tiempo llegaba tipo once de la noche, porque trabajaba en un instituto. Como yo me quedaba, me servía un té esperando. Cuando se ponían a conversar en mapudungun, con el respectivo enojo de mi parte: “Hablen para que entiendan todos”. Y de hecho a veces me empezaban a hablar a mi en mapudungun, para que no entendiera y me empezaban a molestar y se empezaban a reír. Nunca aprendí, soy nulo para los idiomas extranjeros, para los idiomas en general, a mucho esfuerzo aprendí español. Soy una persona orgullosa de tener esas raíces. Chile está muy influenciado con la raza indígena. En el norte, en el centro, en el sur. Creo que es parte de nuestro patrimonio, de nuestras riquezas. Sin ir más lejos, a nosotros nos tocó hacer una exposición cultural por la iglesia, pero se olvidaban del norte. Se olvidaban de lo que eran las raíces del norte. Yo estoy muy orgulloso de mis raíces, de tener sangre guerrera y de forma directa, no sólo porque el abuelo del abuelo del abuelo, sino directamente.

La vida escolar: “En el colegio siempre participaba en todo” Yo en general era muy introvertido cuando niño, pero siempre participaba en todo. Si tenía que disfrazarme, me disfrazaba; era reacio a bailar, pero en algún momento lo hice, sobre todo bailes folclóricos, cueca. Participé en algún momento en gimnasia, donde nos juntábamos, pero era más juego que otra cosa. En general buenos recuerdos, buenos profesores, de los que aprendí mucho. Hicimos una protesta en séptimo básico, en la asignatura de francés, porque en esa época empezaron unas pruebas atómicas en Mururoa, si no me equivoco, y nosotros teníamos al otro día clases de francés. Entonces, nos sentamos todos arriba de las mesas y cuando entró el profesor de francés dijimos que nosotros no íbamos a tener clases porque estábamos haciendo una protesta contra Francia por las pruebas nucleares. Se le ocurrió a un compañero de los más desordenados. Fue una de las anécdotas en que todos, todos nos unimos y no hicimos clases. Después el profe conversó con nosotros y dijo que comprendía nuestra situación. En ese momento la conciencia que teníamos era sólo pasarlo bien. El objetivo era no hacer clases. A las protestas les tomé conciencia como tal ya en la época de la universidad. En ese colegio seguí hasta octavo. Ese año casi repetí de curso. Tuve muchos problemas y pasé el

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curso casi rogando. Entonces ahí tomamos la decisión de irme a un colegio técnico profesional. Me separé de la gran mayoría de mis compañeros, los dejé de ver en ese momento. En esa época yo era muy malo para las manualidades y tenía dos ramos manuales. A esos dos ramos se me sumaron primero, educación física, y segundo música, también me costó. En castellano eran muchas notas, además al profesor le gustaba mucho el arte, así que se me hizo particularmente difícil. Biología y ciencias naturales nunca me gustaron, igual que inglés, así que mis promedios fueron muy bajos. Mis estandartes fueron matemáticas, historia y francés. Que fue lo que finalmente me ayudó a tener un buen promedio, un promedio como para pasar con un ramo rojo. Mis compañeros de enseñanza básica, del colegio, eran siempre mi grupo. Yo me juntaba mucho con ellos, pero como te digo, empecé a acercarme más a la iglesia. Empecé a ir los domingos, los chiquillos me empezaron a invitar otros días. Estaba pasando de octavo básico a primero medio. Iba generalmente a las escuelas dominicales, a las clases de niños. De igual forma empecé a ir al culto en la noche, empecé a ir en la semana. Por cierto en la iglesia aprendí a tocar guitarra, tocaba en el coro de la iglesia. Ahí empecé a acercarme más a mi familia, a reincorporarme, como a perdonar las cosas que habían pasado y empezar de nuevo, ya que mi madre pasó algunos años viviendo fuera de la casa. Después me cambié de colegio, a uno particular subvencionado, en la comuna donde vivo. Al principio fue complicado, porque empecé a asimilar que no eran mis compañeros. Iba a tener que empezar a forjar nuevas amistades, sin embargo, nunca se forjaron como tal. Siempre fui distante del resto del curso, en realidad todo el curso era distante. Todos conversaban con todos, pero ellos no se involucraban. En primero medio venían de séptimo y octavo, la mayoría, pero no todos eran nuevos. Ahí estaba estudiando contabilidad, desde primero medio. También hubo buenas épocas. Con algunos compañeros mantengo relación todavía. Este ambiente de frialdad que hubo en su momento, creo se dio más cuando salimos, no fue tanto dentro del colegio.

La influencia del profesor: “Daba mucho énfasis al aspecto social, sin tomar posturas de izquierda ni de derecha” En el liceo yo quería estudiar programación en computación, pero como era una carrera muy demandada, no quedaba por las notas. Así es que tuve que meterme a contabilidad, con la promesa de que me cambiaba en segundo medio. No me cambié porque una profesora me convenció. Me dijo que yo tenía aptitudes, que yo tenía muy buena matemática y que me iba a perder siendo programador. Que los programadores, como tienen un campo laboral amplio, son fácilmente reemplazados, tanto por ingenieros como técnicos. Así que me quedé en la carrera de contabilidad. De tercero medio me acuerdo porque teníamos un profesor que hacía historia y legislación laboral. Le gustaba aplicar y nos hablaba acerca de la historia que generalmente no se contaba en el colegio, nos contó la historia de las salitreras. Daba mucho énfasis al aspecto social, sin tomar posturas de izquierda ni de derecha. Pero hablaba mucho del aspecto social, tanto en historia universal como chilena. También tuve una profesora de matemáticas bastante estricta, con la

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que aprendí harto. A tal punto, que en una ocasión yo debía eximirme por mis calificaciones, sin embargo, me puso un uno porque no fui a firmar en el examen. Pasé con un cinco seis, tenía promedio seis siete. Desde ese momento empecé a ser más responsable, de comprender la necesidad de ser responsable en cualquier situación, aunque la situación esté ganada, comprendí que debo ser responsable hasta el final, lección que aprendí con ella, con ese uno. Después, al año siguiente, llegó el profesor de contabilidad. En tercero medio es cuando llegaron esos profesores. Él, más que un profesor era un amigo. Conversaba mucho con nosotros. Se preocupaba de los problemas que teníamos, de las temáticas de sexualidad y todo, nos formó bastante. También llegó un profesor de matemáticas que era hiperquinético, él me hizo tomar una mala decisión con respecto a continuar algo matemático. Porque yo tenía pensado estudiar historia. Él, más el profesor jefe me hicieron seguir con una carrera contable. Mi mamá me decía que era una carrera muy poco rentable. Mi profesor de contabilidad decía que yo tenía dedos para el piano en contabilidad. El profesor de matemáticas decía que el no quería que siguiera con auditoria, quería que me fuera a una ingeniería, porque tenía capacidad de análisis matemático y consideraba que en historia me iba a perder. Todos me aconsejaban de maneras distintas. El profesor de historia, nunca apeló al tema, nunca trató de influenciarnos a que estudiáramos historia. Sin embargo, él era apasionado y eso es lo que a mi me gustó. Era apasionado por la historia y lo transmitía. Creo que, de todos los años que estuve en el colegio, nunca había visto un profesor que mantuviera la atención en una clase de historia como lo hacía él. La elección de mi carrera vocacionalmente fue un error. Económicamente aún no lo sé, no me atrevería a decir. Emocionalmente hablando, sí lo considero un error. Muchas veces me siento como un pez fuera del agua, ese es el tema. Pese a que tengo habilidad en lo que hago. Eso lo destaca mucho mi jefe. La capacidad de aprendizaje que tengo es muy matemática, muy lógica. Tengo habilidad, pero muchas veces uno tiene habilidad no en lo que quiere. Tengo pensado algún día estudiar historia en una universidad privada porque es la única parte donde se imparte vespertina la carrera Licenciatura en Historia. También estuve averiguando en otras universidades pero no se da en la noche. Es más, me pasó cuando me quería cambiar internamente, iba después de clases y ya estaba cerrada la facultad. Pensé en cambiarme, fui a averiguar todo, pero… no me daba, por no ser carreras afines. Claro, no había ramos que convalidar (risas). Y los ramos especiales que yo tuve no eran ni la mitad del primer ramo del primer semestre. Sin embargo, yo creo que va a pasar irremediablemente, va a pasar en algún momento.

La universidad: “Participé en el Centro de Alumnos, aunque mi carrera era bien apolítica” Elegí una universidad del Consejo de Rectores, porque en algún momento, en conversaciones en sala con mis compañeros, había uno que siempre hablaba de la carrera en esa universidad, de que era la mejor carrera. Después, entre tantas recomendaciones, cuando llené la cartola, cuando di la prueba, empecé a revisar, yo sabía que en esa universidad no quedaba. Así que llené otra opción, creo que en segunda opción postulé a Licenciatura en Historia, aquí en esta universidad. Por si no quedaba, aunque yo sabía que iba a quedar. También postulé a ingeniería

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forestal, pues los puntajes eran bajos y puse una universidad del Consejo de Rectores. Me fue bien, quedé en una carrera contable, aunque en los últimos lugares. Entramos a matemáticas y yo me acuerdo que en el primer control de matemáticas me fue bien con respecto al curso. Debido a esto me relajé y falté a una clase. Después me acuerdo que mi compañero del lado también reprobó el ramo y el siempre estaba así (con cara de tranquilidad). Reprobé el ramo, horriblemente, el azul que tuve en el primer control, fue el único azul que tuve durante todo el semestre. Me fue horrible. Al semestre siguiente me encuentro con este mismo compadre. Con este grupo, de matemática se empezó a formar una amistad súper buena. O sea, nos llamábamos para la casa, nos juntábamos, íbamos a tomar helado, no a una heladería, sino a un mercado que vendían helados de leche. Nos sentábamos en Estación Central. Nos tocó vivir algo súper fuerte que fue el 11 de septiembre de 2001. Cuando llegamos, me acuerdo que nos tocaba matemáticas. Y en matemáticas nos pusimos a conversar, porque el profesor no llegó, estábamos conversando y en eso empieza el tema de lo que había pasado en las Torres Gemelas y empiezan a correr los encapuchados. Cerraron la universidad en todos sus accesos. En esas movilizaciones los carabineros entraron por las puertas y se llevaron a todos los que habían adentro, literalmente desalojaron la universidad. Nosotros estábamos en el casino, todos llorando, por las bombas lacrimógenas. Recuerdo que pudimos escapar, porque en ese tiempo en la universidad había una entrada a la cual carabineros no tenía acceso y corríamos. Un amigo me decía: “Oye David, sabes, paremos ya no nos vienen persiguiendo los carabineros”, nos damos vuelta, respiramos y habían carabineros casi encima. Pero ahí las situaciones fueron controladas, fue fuerte, honradamente, yo tuve miedo. Tuve miedo de la experiencia, fue como “la” protesta del año. Sin embargo, fue un año bien tranquilo. Después el otro año se fue agudizando. Los alumnos tildaban a los dirigentes de fascistas. Por esto el centro de alumnos empezó a dedicarse sólo a distribuir becas. No obstante, siempre fue piola el ambiente, nunca fue demasiado politizado. En los medios de comunicación, en los diarios sonó fuerte el tema de las movilizaciones. Si bien no tan fuerte como la Revolución Pingüina, de hace dos o tres años. Fueron fuertes básicamente porque no era la única universidad que estaba en crisis, el problema alcanzaba a todas las universidades del Consejo de Rectores. Llegamos a ver gente de la Católica desfilando, fue intenso, no fue solamente la piedra, sino que era algo constante. Todos los días había mucha cobertura. Me acuerdo del diario “La Segunda” que siempre estaba publicando esos temas, después fue el diario “La Cuarta” que es como más… Dio como para negocio, al principio. Pero después no, no se consideró más. El tratamiento en los medios yo lo encontraba objetivo. Pero se podía tratar de apoyar más. Daba la sensación de que los desordenes eran de exclusiva responsabilidad de los estudiantes. Siendo que muchas veces, y eso lo noté, no eran los estudiantes los que se ponían a tirar piedras, sino gente que venía de afuera. Que se aprovechaba del pánico y empezaban a hacer desordenes. En ese tiempo recuerdo que estaba Bitar. No recuerdo si era Bitar o Mariana Aylwin. Mariana Aylwin, en realidad se pronunciaba poco, bastante poco. La vez que habló, dijo: “Se va a tratar de solucionar el problema”, que iba a tratar, pero más que eso... El paro se gestó porque la universidad se vio muy afectada, porque estaba en una crisis económica. Había rumores muy fuertes de que la universidad iba a ser privatizada. Puntualmente se decía que iba a formar parte de una universidad privada. Los créditos más altos no superaban

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el 30%. Entonces, empezamos a darnos cuenta de que el sistema de las marchas no funcionaba; si bien nunca fueron violentas, no funcionaban. La federación llamó a todas las carreras a votar paro. Hubo una asamblea en que se expusieron los temas, y habían quienes decían: “Yo tengo el cincuenta y cinco por ciento de crédito y no alcanzo a solventar el resto”, o sea, yo con un cinco por ciento de crédito no podía, así que hubo que tener conciencia, porque se acercaban los certámenes. Entonces se decidió unánimemente ir a paro, casi como con un ochenta por ciento, tanto diurnos como vespertinos. Fue la tercera carrera de la universidad que tomó la decisión. La condición era que nosotros teníamos que seguir yendo. No teníamos que quedarnos en la casa, teníamos que ir a las asambleas. Porque si no estaba al menos la mitad de la carrera, nos bajábamos del paro, esa era la condición del centro de alumnos. Estuvimos de acuerdo. Empezamos a ir y siempre había mucha gente. En realidad no sé qué sacamos con el paro, a esa altura de la vida no sé que ganamos o perdimos con el paro. Sin embargo, fue una instancia donde tuvimos la oportunidad de conocernos mejor. Porque no estábamos estudiando, porque habíamos negociado con la carrera, con los mismos profesores una semana y media de gracia, es decir teníamos una semana y media antes de recuperar el ritmo de evaluación. Incluso había un compromiso escrito que los profesores debían respetar. Estuvimos tres meses y medio en paro. Como te digo fue fuerte, porque íbamos a marchas con lluvia, porque estábamos en medio de la masa. Se empezó a dar cercanía con mis compañeros. Aún más con los que habíamos reprobado Matemática. Siempre nos miraban mal de otras carreras, nos miraban como los cuicos de la universidad, porque la facultad se autofinanciaba. O sea, era capaz de generar recursos con sus magísteres y otros postgrados. Se percibían muchas diferencias. La facultad era como comparar Las Condes con la José María Caro o La Legua, por ejemplo. Cuando yo tomé talleres a mi me decían: “A ti te encuentro súper simpático, súper buena onda, en cambio los de tu facultad son todos unos cuicos, fascistas”. Pero de ahí el ambiente se fue relajando. Después me empecé a quedar en la Federación de Estudiantes, hubo un tiempo que dejé de ir a la iglesia, empecé a quedarme a los carretes universitarios. Eso fue el último tiempo que estuve en la universidad. Fueron los años 2003 y 2004. Me quedaba con mis compañeros, tomando. Pero más que tomar en sí, era quedarse conversando. Fue bueno, fue una época bonita, conocí lo que era irse cura’o a la casa. En la federación no existía la derecha, por darte un ejemplo. Nosotros, lo más de derecha que podíamos votar, era a un demócrata cristiano. Nosotros sabíamos que los partidos infiltraban gente o les pagaban los estudios a los militantes para que entraran a la universidad y se la tomaran. Estaba muy izquierdizado. Siempre me pareció muy poco democrático. Porque cuando se tomaban grandes resoluciones, se votaba por carrera. Por ejemplo mi facultad, era casi el 40% de la universidad, sin embargo eran tres carreras. Por ejemplo, las carreras técnicas, que eran quince carreras, estaban más politizadas, eran más de izquierda. Pero no eran ni la quinta parte de lo que éramos nosotros. Entonces, se daba mucho que ese pequeño bloque lo dominaba todo. Además, las carreras de humanidades siempre tienden a la izquierda. Si bien participé en el centros de alumnos, mí carrera era bien apolítica. No me metía más a fondo con la federación ni nada, porque no veíamos nada de la federación. Todo lo que nosotros necesitábamos lo satisfacía el departamento de la carrera o el Centro de Alumnos, que recibía mucho apoyo de nuestro departamento, económicamente hablando. Becas, becas de almuerzo, becas de

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fotocopia, etc. Yo era el encargado de bienestar. Mi función consistía más bien en repartir las becas que nos daban, las platas que nos entregaba el departamento, distribuirla en becas de fotocopias y alimentación. La universidad estaba muy marcada con el 11 de septiembre. Yo creo que las universidades tradicionales están abanderadas en un sector muy de izquierda. La universidad era “la” universidad de izquierda. Bueno y es comprensible, porque estaba muy influenciada por el “Nuevo Canto”, Víctor Jara, que hacía clases allí. Se hacían clases de teatro, había grupos musicales ligados a la universidad. Quilapayún, Inti Illimani, Congreso. Grupos que habían estudiado ahí. En el 11 de septiembre murió gente en ese lugar. Los militares mataron gente, mataron profesores, alumnos, y todo se mitificó. Se volvió una especie de mito dentro de la universidad, que era lo que más te recordaban. El legado del rector de esos años, que también murió y de Víctor Jara. Esto hacía que el 11 de septiembre fuera una fecha muy especial. También era muy especial por el tema de los encapuchados (risas). Un día empezó el leseo y era mucha gente. A tal punto que se pensó que se estaba actuando en bloque universitario. Por eso el rector adoptó la medida de que los carabineros entraran. Fue terrible, porque yo recuerdo que, salvo en una ocasión, salvo un desalojo por un paro, en una toma, el rector nunca autorizó la entrada de carabineros porque podía significar ruptura de mobiliario. Pero como te digo, ese 11 de septiembre, estaba chúcaro. Nunca tuve una inclinación política partidista. Fui en una lista como de arroz graneado con otros del centro de alumnos anterior. Ganamos porque prometimos mejorar las becas, mejorar la relación con el departamento. Estaba la organización de las fiestas, con esos eventos se obtenían recursos. Ganamos, porque el presidente y el vicepresidente venían del centro de alumnos anterior. Se había notado una excelente organización. Éramos muy simpáticos. La otra lista era gente media limón, media agria. Ganamos por eso, más que por una propuesta concreta, ganamos por simpatía y por el arrastre que tenía el centro de alumnos anterior. La experiencia fue buena, pese a que no se organizaban muchos eventos en el centro de alumnos. Algunos se iban a dormir. Fue una buena experiencia porque se pudo ayudar, ya que entre toda esta batahola más menos, pude ir conociendo a mis compañeros. Yo no sabía quienes necesitaban y quienes no. Se podía tratar de equiparar las injusticias del crédito con respecto a la beca. A mí me gustó, obviamente, pero me gustó porque no andábamos con una banderita política.

La dificultad para estudiar: “De la universidad me salí por plata, no por capacidad” Tenía como veinte años. Ese semestre me acuerdo fue el último, porque me salí por plata, por un problema que tuve con el crédito, que también fue fuerte, porque hubo protestas por lo mismo. Se me ocurrió pedir reasignación y en la reasignación me bajaron de sesenta por ciento hasta dieciocho. Ahí tuve que dejar la carrera. Curiosamente ese semestre que la dejé, fue un semestre notable, o sea, pasé ramos increíblemente complicados con promedios sumamente buenos. Esta fue una época que me marcó, porque tuve que alejarme de mis compañeros, alejarme del grupo con el que yo me juntaba, que éramos muy amigos. ¡Fue fuerte! Y sobre todo, dejar la carrera, también me marcó bastante.

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Con respecto al crédito yo quería que me lo ampliaran. Lo que pasa, es que yo cometí un error y no postulé desde un principio. Entonces cuando yo llegué el primer día y se me ocurrió averiguar supe que tenía una beca, la Presidente de la República. La señora, la asistente social, cuando le digo a lo que vengo, me dijo que me daban el 70%. Con eso me mantuve, pero en mi casa empezaron a haber problemas económicos. Nos empezamos a atrasar con la cuota y tuvimos que re pactar, por tanto la deuda empezó a subir. Entonces en algún momento yo dije: “¿Porqué no voy a pedir re asignación?”, esto a principios de 2003. En la reasignación me bajaron a 18%. Consideraron que yo no tenía una situación económica mala, porque mi mamá en esa época ganaba cerca de 400 mil pesos, y para la universidad mi grupo era mis dos hermanas, mi mamá y yo. Además, como vivíamos de allegados, no teníamos gastos de arriendo. Por lo tanto, la renta per cápita era 100 mil pesos por cada uno. De esta manera, ellos consideraban que mi familia sí tenía la capacidad de solventar la carrera. Mi carrera costaba un millón y medio, ciento cincuenta mil pesos mensuales. Nunca me cuadró. En todos esos años, pasó lo mismo, la carrera se fue a paro y pasaron cosas. O sea, habían pasado muchas cosas, pero nunca se había ido a paro. Y ese año se fue a paro, un 90% votó paro y por un tema de conciencia, de compañerismo. Pero el tema jamás se solucionó, de ahí me subieron a un treinta por ciento que no sirvió y al año siguiente a un cuarenta y cinco que tampoco servía. Así que en ese momento congelé, en mayo de 2003 dejé la carrera. Si bien el primer semestre de 2003 fue un semestre muy malo, ese semestre, tenía un ramo muy difícil que tenía que pasar si o si. El semestre siguiente pasé todo con arriba de cinco, ramos sumamente complicados, una mezcla de toda la carrera. Sin embargo estaba la preocupación de que no iba a poder seguir estudiando y lógicamente no pude. Mi mamá empezó a trabajar en la casa. Porque así estaba más cerca de la más chiquitita. No le fue bien en la casa, nunca le fue bien. Trabajaba en confección de ropa. Además mi abuelo nunca ha sido un aporte en el aspecto económico. Mi tía empezó a trabajar, trabajaba un mes en un lado, otro mes en otro, no había muchos ingresos. Por lo tanto, había que dejar un gasto. En ese momento pese a todo el dolor de mi familia, la carrera era el problema, porque no había como solventarla. De todas maneras fue algo que comprendí. Ahí, se supone que yo iba a trabajar, pero nunca encontré trabajo. Trabajé de reponedor dos meses y después no trabajé más, porque no me renovaron, no me llamaron de nuevo. Estuve como dos años sin hacer nada hasta que apareció la posibilidad del crédito con garantía del Estado. El Estado te avalaba un crédito y tú podías estudiar en la universidad que tú quisieras, hasta cierto rango. Después yo quise volver a la universidad del Consejo de Rectores. Pero por progresión de ramos no podía entrar, no podía volver. Es decir, se requería tener ciertos ramos aprobados y yo no cumplía con esa tabla de progresión, entonces no pude entrar. Surgió el tema de la universidad privada, primero porque tenía buen prestigio. Siempre en mí universidad se habló muy bien de esa universidad privada. Y segundo porque la convalidación de ramos era gratis. Así que me fui para allá, convalidé cerca del cincuenta por ciento de la carrera y me metí ahí a estudiar en el segundo semestre. Fue en el año 2005 aproximadamente. Ahí hubo esfuerzo, porque honradamente, eran noventa y cinco mil pesos aproximadamente y pagamos. Al siguiente año se liberalizó un poco el crédito. Al principio me asusté, porque fui rechazado y sólo al final me lo adjudiqué. Por un error en la base de datos. A tal punto que me llamaron, un día antes, y tuve que hacer todo el trámite de matrícula, de inscribir ramos, a última hora.

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Retomé la carrera en la universidad privada, gracias al crédito con garantía estatal. Ahí no pesqué mucho, ahí me metí netamente a estudiar. Tenía muchos ramos, era esclavo, de día y de noche. Creo que, salvo una compañera en el día, no tenía más amigos. Los demás me conversaban, porque me encontraban inteligente, les gustaba estudiar conmigo, pero más que eso no los tomé en cuenta. Empecé a juntarme con la gente de la noche. Tenía un amigo que era de otra carrera. Además tenía un amigo que era peruano. Era de mi grupo de estudio y siempre me fue bien. En general siempre nos fue bastante bien. Con ellos me mantengo en contacto todavía. De ahí me salió mi práctica. Me fui a hacer la práctica en una empresa telefónica, quedé trabajando. Eso a principios de 2007, estuve un año y medio ahí, hasta junio del año pasado. Después en Julio me cambié a mi actual trabajo. Para mí fue muy lindo haber entrado a la universidad (del Consejo de Rectores) por todo lo que significó. Porque en algún momento, cuando busqué colegio para la enseñanza media, no tenía buenas calificaciones, nada. Cuando llegué a la universidad sentí que fue gracias a un gran esfuerzo, no sólo mío, sino de toda mi familia. Entonces, cuando pasó el tema de la universidad del Consejo de Rectores y el problema de los créditos, todo lo que significó, me dolió bastante, porque había afianzado lazos de amistad con mis compañeros, que hasta el momento duran gracias a las redes sociales. Pero dolió mucho, porque venía desde un ambiente en que me había costado mucho acostumbrarme a la enseñanza media, a mis compañeros. En cambio, en la universidad (del Consejo de Rectores) ya en el segundo semestre con mi grupo nos preocupábamos, nos llamábamos, estábamos muy pendientes él uno del otro. Lo peor fue sentir, que lo que había empezado no podía terminarlo y no poder terminarlo con las personas que quiero. Pues yo sabía que en algún momento iba a poder retomar la carrera, pero no en ese momento. Sentía que había dejado pasar una oportunidad. No solo en el sentido económico, sino por la afectividad que tenía hacia mis compañeros, el cariño que tenía, era parte de mi esfuerzo, que se estaba yendo en cierta forma a la basura. Porque no sabía. Tenía la incertidumbre de lo que iba a pasar después, si tenía que trabajar, en qué iba a trabajar. Si iba a poder seguir estudiando en algún momento. Que iba a pasar con mi entorno, que iba a pasar con mi madre. Porque estábamos todos muy esperanzados en lo que yo estaba viviendo en ese momento y cuando pasó todo esto… fue fuerte. Fue una época bastante delicada, por lo menos para mí. Yo veía los resultados, y cuando iba con mis compañeros me reía. Me reía para no llorar. Fue fuerte porque yo sentí la injusticia social. De saber de compañeros, hijos de padres jubilados de carabineros, que falsearon sus antecedentes y de esta manera obtuvieron un crédito completo. Sentía que era una oportunidad que se te estaba yendo por dinero, ni siquiera por capacidad. Ese semestre, el último, fue mi mejor semestre, académicamente hablando. Y sentía que dejaba las cosas en el mejor momento, era complicado. Saber que era por plata, que en ese momento no tenía a quien recurrir, fue doloroso. No digo que lloré, pero sí me sentí bastante mal. Pedía los créditos y esto me afectaba bastante. Pese a que en cierta forma no se reflejó en mi desempeño académico. Tendí a subir. Por lo menos dejé la vara bien alta.

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En esa época los créditos eran asignados por el Ministerio de Educación. Ahora creo que lo asignan las mismas universidades, pero en esa época era el Ministerio. En mi casa lo conversamos con mi mamá. Era decir: “Pucha David, en algún momento, para seguir estudiando, tal vez vas a tener que trabajar, juntar plata y así vas a poder volver a la universidad, pero no te eches a morir”, eso es principalmente lo que me decían, que no me echara a morir, que siguiera adelante. Que si Dios te estaba cerrando una puerta te iba abrir otra en algún momento. Me apoyaron. Ya en la universidad privada, mira, académicamente, nada que decir. O sea, muy buenos profesores, todo. En la relación personal, yo encontraba a mis compañeros demasiado competitivos. Por ejemplo, en la universidad del Consejo de Rectores había un trato de no agresión, en cierta forma. Pero acá no, era un nivel competitivo que tenía una consigna: Si podías botar al del lado, bien. Si me podía aprovechar del de al lado, bien. Cuando entré lo noté. Porque mi prima, estaba terminando la carrera y tenía una amiga, entonces yo me empecé a juntar con ella. A ella la trataban mal, justamente por tanta competencia. No la consideraban mucho, porque era de ascendencia indígena. Pese a que no se le notaba socialmente, pero por el apellido... sólo por el apellido. No la pescaban. La niña era bien inteligente. Yo me sentí mal. Había otra niña que se relacionaba con ella. En una oportunidad, llamó mi atención cierta situación puntual; llegó una compañera a nuestro grupo, saludó a mis compañeras y a mí, después saludó al resto, pero no a esta niña. Quedé mirándola y dije:... “¿Qué onda, qué pasa acá?” Ahí no la pesqué mucho. A esa niña puntualmente. Siempre buscó que yo tuviera cercanía con ella, por lo que vi. Me parecía gritona, no la pescaba. Mi amiga se daba cuenta y lo comentaba. Sin embargo, la niña discriminada decía que le daba lo mismo, porque al fin y al cabo, su objetivo era estudiar. Si no fuera por mi prima que de repente le decía: “Oye, tú, ven a estudiar con nosotros... ”. En ese tema noté que se pelaban mucho entre ellos. Cuando almorzaba, se me acercaban y me hablaban de una persona. Después se acercaba otra y me hablaba de otra. Después los veía y andaban los dos juntos. Siempre se me acercaban. Debo reconocer que siempre trataban de integrarme. Pero con la gente con la que más me integré, fue con los estudiantes del horario vespertino, la gente que trabajaba. Me hice amigo de un compañero que era de otra carrera. Con ellos me juntaba, porque compartíamos ideas. Por ejemplo, él me contaba que también venia de la universidad del Consejo de Rectores, que tenía una mentalidad de estudiante, que se daba cuenta de las mismas cosas. El otro compañero era peruano. Fue con ellos que yo conversaba. Traté de tener acercamiento con la niña de la que te hablaba. Pero como te digo, siempre mantuve la distancia con mis otros compañeros, porque no me gustaba el ambiente. No me gustaba que se pelaran. Prefería mantenerme en línea, así me evitaba problemas. La exigencia tampoco era la misma. En la universidad del Consejo de Rectores era más alta. En el grado académico, no. En ese aspecto no puedo decir nada, eran muy buenos profesores. A nivel estudiantil, lo que te señalaba, la gran diferencia era el tema de la competencia que había. Al fin y al cabo, a todos les iba a dar lo mismo. Les iba a dar el mismo título, les daba lo mismo el rendimiento, terminaran con un cuatro o con un siete. La infraestructura, también influía mucho. Porque, en la universidad del Consejo de Rectores había una infraestructura alegre, cuando llegabas a la universidad te daban ganas, te daban ganas de ir. Tenía parquecito, una plaza. Acá no. Me acuerdo que llegué justo en la época de remodelación. Sólo cemento, un árbol o dos en el patio y nada más. Iba y me deprimía, más de lo que ya podía estar. Yo, puntualmente iba a clases y me venía de inmediato. Llegaba a lo concreto y me venia.

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Para mí, mi universidad es la universidad del Consejo de Rectores. En la universidad privada aprendí cosas. Tuve muy buenos profesores, humanamente había mejor relación con los profesores que en la universidad privada. No existían los profesores de planta, no existían esos “semidioses”. Ellos tendían a ser muy cercanos, a conversar mucho con los alumnos, a relacionarse mucho. Pese a que en la universidad del Consejo de Rectores también existían profesores así, pero acá, en universidad privada era menos marcado. Por eso para mí, el nivel, el grado académico era bueno. Pero en lo demás no. El mismo tema de querer relajarse después de una prueba y querer ir a tirarse debajo de un árbol, al pasto. En la universidad privada, no. Iba a los computadores a revisar el correo y me venía.

Las movilizaciones: “Nos empezamos a dar cuenta que los pingüinos sí podían lograr cosas” Estuve tres años en una universidad del Consejo de Rectores y por motivos económicos tuve que dejar la carrera. Estuve como dos años sin estudiar. Cuando salió el tema de la legislación del crédito con aval del Estado pude retomarla, pero en una universidad privada, diurno y nocturno para avanzar con los ramos. Allí hubo movilizaciones en la época del paro estudiantil de los pingüinos. Cuando pasó, nosotros ya habíamos salido del primer periodo de pruebas. Empezaron todas las movilizaciones estudiantiles, se empezó a comentar mucho. En algún momento, cuando ya se empezó a poner grave la situación, se votó a paro. Y nos fuimos a paro tanto diurnos como vespertinos. Me marcó, porque no me lo esperaba. No fue en la única universidad privada que pasó lo mismo. Pasó en muchas otras, daba risa. Fue como un pequeño… “deja vu” de la universidad del Consejo de Rectores. Yo estudiaba en la sede del centro de la universidad, y uno entraba con los centros de formación técnica, todos apoyando a los pingüinos. Se hizo una asamblea general, aunque no se hacían muchas asambleas. El centro de alumnos era para repartir becas y nada más. Becas de fotocopias y de alimentos. Pero un día empezó a surgir la iniciativa de juntarse y se citó a una asamblea en el día. Entonces, se planteó la idea y nos fuimos a paro. Votamos y nos adherimos al paro, duró más de un día. Se hizo muy notorio. Porque recuerdo que en esa época las protestas estudiantiles marcaron mucho a la sociedad. Nosotros nos empezamos a dar cuenta que los pingüinos sí podían lograr cosas, así que nos fuimos a paro. Por ejemplo, partió el viernes, el lunes volvimos a votar y votamos paro indefinido y ganó esa posición. Estuvimos en paro dos semanas y media. Las privadas en paro es algo raro, que antes no se había visto… Los profesores lo único que nos decían era que tuviéramos mesura. Nada más. Que si considerábamos que se estaba chacreando todo, nos bajáramos y volviéramos a clase. Las autoridades de la universidad no se expresaron. La universidad completa se adhirió. Yo recordaba que en la universidad del Consejo de Rectores a nosotros nos mandaron un mail de amenaza. O nos bajábamos o perdíamos el semestre. Vicerrectoría mandó varias veces esos mail. Llegaban por los correos internos, después de mucho tiempo los leí. Yo nunca revisé esos mails. Un día cuando ya estaba en la universidad privada, se me ocurrió revisar el correo. Tenía esos famosos mail de amenaza. “O se bajan del paro, o se pierde el semestre”. Y no se devuelve la plata. Era para presionar a los vespertinos creo, porque los vespertinos pagaban. Pagar y al mismo tiempo correr el riesgo de acompañarnos... Entonces, ellos se empezaron a asustar. Empezaron a exigir la vuelta a clases. Entonces, los vespertinos volvieron primero.

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En la universidad privada fue similar. O sea, la gente del vespertino apoyó, pero también, cuando pasaron las dos semanas: “ya chiquillos”, dijeron, “es hora de bajarse”. Y se bajaron todos, también por unanimidad nos bajamos todos del paro. Surgió de la gente que venía de universidades tradicionales, que había pasado por instituciones públicas. De decir: “Ya chiquillos, esta bien y todo, pero no queremos estar en clases hasta enero”. Porque a nosotros puntualmente nos tocó tener clases hasta enero. “No queremos darnos el abrazo de año nuevo acá”. Así que no, “por favor bajémonos”. Y se bajó el conflicto. En primera instancia apoyé el paro y apoyé la bajada también. Porque me estaba preocupando. Ya dos semanas y que no hubiéramos tenido clases… Lo de los pingüinos fue fuerte. O sea, los cabros llegaron a la televisión. Ese es el tema. Los cabros lograron algo que los universitarios nunca habían logrado, que era llegar a la televisión, llamar la atención. El hecho de que nosotros, por ejemplo, fuéramos, la cuarta hoja del diario “La Cuarta”, tirando piedras, o de “La Segunda”, “Protesta Estudiantil bla bla” y ver los titulares en los diarios respecto al movimiento estudiantil, fue sumamente fuerte. De hecho, en la universidad, creo que lo comenté varias veces con los compañeros que he mantenido contacto, fue impactante ver como los chicos empezaron a lograr cosas que nosotros no habíamos logrado. Tal vez con más desorden, pero con un grado de organización notable para lograr los objetivos. O sea, “Nosotros ponemos las condiciones” y las condiciones se cumplen sí o sí. Algo que nosotros no habíamos logrado. Nos llamó la atención que plantearon su petitorio y su petitorio se cumplió completo, o casi completo. Me marcó, ver a los padres apoyando, fue una buena época. A mí me marcó bastante. Todavía siguen sonando los nombres de algunos integrantes. Era un movimiento de masa. Porque, cuando estábamos en la universidad del Consejo de Rectores que tenía cinco mil alumnos, se movilizaban unos setecientos. En un colegio eran mil alumnos y los mil desfilaban en la calle en ese momento. ¡Era actuar en bloque! De partida son muchos más escolares que alumnos universitarios. Yo lo encontraba impresionante, lo sigo encontrando impresionante. El actuar en bloque sin una unidad política, en su momento, en un comienzo. Me marcó bastante. A diferencia de la universidad, no había un letrerito político detrás de todo, sino ganas de que las cosas mejoraran.

Lo laboral: “Desde abajo para seguir creciendo” En mi primer trabajo, yo era el más joven del grupo. Después llegó una persona menor. La persona que venía tenía 29, otra de 39, etc. Yo aprendí mucho con ellos, era un buen grupo, muy unido, se conversaba mucho, conversábamos todos juntos como departamento. Para mí fue una buena introducción al trabajo, ahí le empecé a tomar el peso. Buena experiencia, aprendí bastante, porque comúnmente me mandaban a archivar, a fotocopiar, pero uno de los funcionarios se iba de vacaciones una semana, después por lo tanto, tuve que aprender a ingresar facturas. Me enseñaron todo lo que tiene que ver con facturación, revisión de gastos. Eso era lo práctico. De ahí fui aprendiendo, fui integrando los conocimientos. Después hubo un colapso. Se implementó un nuevo sistema, re malo, que fue por lo que finalmente salí. Yo estaba acostumbrado a salir e irme a la universidad. En ese tiempo tuve un semestre malo, porque tenía que irme a la universidad a las seis y cuarto para estar llegando como veinte para las siete. Después que se implementó este sistema, nunca volví a salir antes

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de las ocho. Me afectó en la universidad. El sistema nos estresó. De cinco ramos reprobé tres. Al final, por problemas económicos la empresa tenía que prescindir de algunas personas, y en mi área se tomó la decisión de que yo era la persona que tenía que dejar su puesto. Me pagaron mi sueldo, me fui, no me angustié, porque el mismo fin de semana me llamó mi ex jefe y me dijo: “Mira David aquí necesitamos a una persona para facturar”. Así que alcancé a estar como dos semanas en la casa. Luego de eso entré a trabajar donde estoy actualmente, en cosas distintas, pero que tienen relación con la contabilidad. Después, con mi segunda experiencia, cuando me cambié aquí me tocó una circunstancia, entre comillas, similar. Puntualmente con el grupo nos fuimos conociendo bastante, es más relajado de lo que hacía antes, te dan los tiempos. Aprendí rápido lo que tenía que hacer, me fue fácil asimilar las nuevas funciones. Se formó una buena relación de grupo, además, éramos muy bien evaluados. Nosotros trabajamos con un supervisor y tres liquidadores. El supervisor siempre fue muy cercano, es el marido de una ex compañera de trabajo, de otro lado. Por eso me decía que le mandara el currículum y que postulara, porque iba a quedar. Cuando ella necesitaba que la ayudáramos en algo, yo la ayudaba. Si yo necesitaba ayuda, ella me ayudaba. Y cuando la otra niña que veía una pega distinta necesitaba que la ayudáramos, la ayudábamos. Pasamos del grupo chico, que tenían las otras empresas, a liquidar a tres mil quinientos empleados. Se tuvo que llevar a cabo una nueva implementación y la gente era desordenada. Te informaban el mismo crédito de la caja de compensación tres veces. Ahí aumentó mucho el nivel de pega. Todas mis funciones se las pasé a una niña nueva. Al principio fue complicado, después nos afirmamos. Es un ambiente bueno, a mi me dijeron que la persona que estaba en mis funciones, se fue porque era tenso, no por capacidad, no aportaba al grupo. Ahora el grupo se desarmó, ya que se fue mi jefe. La niña se fue a trabajar a otro lado. Se supone que entraba una persona nueva, que trabajaba ahí. Yo volví a las funciones que desarrollaba antes, más la pega que hacía la niña. El retiro de mi jefe involucra una buena posibilidad. Me dejó encargado de sacar mi carrera el primer semestre del 2010. Con el título podría trabajar en Coquimbo, con una remuneración alta, en una minera donde se puede crecer.

El pasado reciente: “Mi mamá se crió haciendo colas, mi tía igual” El 11 de septiembre fue bien significativo en mi casa, lo pasaron muy mal en la época previa. Porque tenían mucha plata, pero no tenían en qué gastarla. Mi mamá se crió haciendo colas, mi tía igual. Su recuerdo de niñez era haciendo una fila para conseguir un kilo de pan. Cuando ya pasa el 11 de septiembre, el doce, el trece, las cosas empiezan a mejorar, estaban muy agradecidas. En realidad están agradecidas de la intervención militar. Por lo tanto, para ellos la fecha tenía un significado positivo. Además, la casa se terminó de pagar gracias a una ley que se promulgó en los ochenta. Mi tío, todos mis familiares empezaron a surgir económicamente. Mi mamá trabajaba en confección de ropa y ganaba mucha plata en esa época, doscientos mil pesos de la época, lo que significaba tener una vida totalmente cómoda. El problema es que después se mantenía ganando los mismos doscientos mil pesos. Ellos siempre ganaron

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mucho durante el gobierno militar. Sin embargo, se dejó de ganar cuando empezaron a llegar las importaciones, cuando se abrió el mercado en 1990. Hay que reconocer que hubo un desorden muy grande en la época antes del 11. Era necesario un ordenamiento, lo tenía que tomar el gobierno o los militares. Sin embargo, considero que también se cometieron demasiados abusos, lamentablemente murió mucha gente… Me acuerdo el mensaje con el que terminó la serie televisiva “Los Ochenta”, que al fin y al cabo, no sufre el militante político o el rico. El que sufre es el pobre, sea quien esté en el gobierno. Sea quien sea, el pobre es el que siempre va a sufrir. Me quedó esa frase grabada, como el resumen de lo que es, lo que significa. No importa quién esté, el pobre va ser el más afectado. Creo que la única forma, y no es una bandera política, es con el esfuerzo. Uno tiene que esforzarse para lograr los objetivos. Las oportunidades se van a dar, pero en la medida en que yo me ponga las oportunidades.

La inscripción electoral: “La única forma de expresar lo que pienso es a través de mi voto” Si alguna vez me inscribí en los registros electorales, es porque me interesa el tema. Me crié en un hogar, en una casa, donde todos son derechistas. No considero que vivamos mal. Considero que el país, pese a todas las cosas que han pasado, cosas que yo mismo viví, es un país que me ha dado muchas oportunidades, se ha ordenado en muchas cosas, pero siempre hay algo más que hacer. Siempre falta más. Con respecto a la situación política actual, creo que independiente de quien llegue, la situación no va ni mejorar ni empeorar. Creo que se va a mantener en una misma línea. Me inscribí hace mucho tiempo, cuando cumplí 18 años. Me inscribí, porque yo creo en un concepto: que soy ciudadano. Y que, la única forma que hay de expresar lo que pienso es a través de un voto. Aunque no se note. Aunque haya un universo de ocho millones de votantes, pero por lo menos puedo decir “Yo puedo”. Considero que con eso tengo palabra y puedo alzar la voz y decir: “Yo pienso esto y esto otro”. Y voto justamente por lo mismo. Porque considero que, el que reclama establece una incoherencia al alejarse del sistema al cual queremos mejorar. Para hacerlo debemos actuar desde el sistema, aunque no se note. Creo que hay que ser coherente en los discursos. Si yo quiero un Chile mejor, tengo que tener voz, desde ahí tenemos una posición, una voz más autorizada para decir: “¿Saben qué?, lo que usted está haciendo me parece mal”. Puntualmente, por ejemplo, lo del crédito universitario, que me tocó vivir en esa época, estoy siempre informado, aún converso con la asistente social. Ahora las universidades administran el crédito y ellos ven a quién se lo asignan y a quién no. Bienestar Social es quien administra los créditos, el departamento de bienestar social de la universidad del Consejo de Rectores, porque en la universidad privada el Estado interviene un poco más. Al fin y al cabo es una deuda bancaria. Socialmente no creo que tengamos tantos problemas, como la delincuencia; como lo que ocurrió con la niña en La Reina (violación), creo que está dentro de rangos normales. No creo que estemos, en el antro de la perdición. Creo que las cosas pueden mejorar. Las oportunidades están, definitivamente debo reconocer que las oportunidades están.

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Los políticos A ver, al alcalde de mi comuna lo conozco, porque cada vez que muere alguien, aparece en los velorios. Conozco a don Pedro Sabat, conozco a don Alberto Espina, que era diputado en aquella época. Los considero personas dentro de todo. Que es factible equivocarse. Sí se equivocan mucho, es otra cosa (risas), pero los consideraría como bien humanos. Ricardo Lagos lo conocí en su época de ministro de educación, fue a mi colegio. Fue a hacer una vista, una inspección. A Eduardo Frei, cuando justo iban sacando un ataúd, también lo vi en una faceta bien humana, igual a Claudio Huepe. Los encontré personas comunes y corrientes. No ¡oh! un político. Una persona más que se dedica a algo específico, que tiene una labor especifica. Más que eso… siempre he sido una persona que no ve la política como algo malo. Creo que uno cuando se quiere distanciar de algo lo encuentra todo malo. Por eso digo, tienen errores y tienen aciertos.

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CUANDO NO HAY ESPACIO PARA LA POLÍTICA: EL SUSTENTO Y LA MATERNIDAD3 “Nunca estuve en movilizaciones, nada. Yo estudié hasta 2002 y en ese año no pasaba nada, estaban todos felices, todos vivían dentro de la burbuja. Nunca pasó absolutamente nada, nunca falté a clases porque los profesores estaban en paro o porque los alumnos estaban en paro. Nunca tuve que recuperar clases”. Tamara tiene 24 años y vive en una comuna del sur poniente de Santiago. Estudió en un instituto profesional, técnico en ingeniería en comercio exterior. Sin embargo, ha debido postergar su carrera dos veces, para cuidar a su hija pequeña. Actualmente vive en su hogar de origen, con sus padres, su hija, su pareja, dos hermanos y sus abuelos paternos. Ha trabajado de secretaría en empresas, atendiendo público en negocios a jornadas parciales y en la feria los fines de semana. Actualmente, trabaja atendiendo público en un local de comida en jornada parcial nocturna. Está inscrita en los registros electorales, motivada por las clases de una profesora del colegio. Tiene opinión política, sin embargo, manifiesta una opción a votar más por las personas que por un partido político.

La historia: “Mi vida empezó cuando salí del colegio y quedé embarazada” La mayoría del tiempo ando con mi hija, así que también la presento a ella. Soy trabajadora, trato de ser responsable y preocupada por ella. Es mi responsabilidad más grande. La historia de mi vida empezó cuando salí del colegio y quedé embarazada, yo creo que ahí empezó. Quedé embarazada a los 19 años, la tuve a los 20. Estudié en un colegio cerca de mi casa la enseñanza básica y media. Cuando salí del colegio, tenía buenas amigas, amigas que conservo hasta el momento. Luego empecé a trabajar donde conocí al que sería el padre de mi hija. Después de tenerla, de haber vivido dos años con él y separarnos, hasta el día de hoy me he dedicado casi exclusivamente a trabajar. Sin embargo, entré a estudiar, pero por diversos motivos he tenido que congelar la carrera dos veces. Estudié Ingeniería en Comercio Exterior. Ahora no me queda más que seguir trabajando y salir adelante con ella. Empecé haciendo una práctica en una constructora, la terminé y después empecé a trabajar en una escuela de conductores. Era secretaria, estudié secretariado. Fue una 3

Entrevista editada por Heidi Fritz y Teresa Cáceres.

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buena experiencia, gente buena, amable, buenos compañeros de trabajo. La constructora era una empresa chica, las oficinas chicas porque todo se hace en terreno, en las construcciones. Los papeles se manejan en la oficina. Fue una buena experiencia laboral (la empresa constructora). Quedé embarazada, en… empecé a pololear con él y quedé embarazada a fines de noviembre de 2003. A partir de ese momento no pude trabajar más en esa empresa, pero de todas maneras me seguía moviendo. No tenía contrato, no estaba el fuero. Además, quedé embarazada después que salí de ahí, no cuando estaba trabajando. Si no, hubiese pedido el fuero o exigido que me pagaran los tres meses antes de… ¿o no? ¿Son seis meses en total? En todo caso igual me hubiese ido de ahí. Con el embarazo o sin él. Es que era demasiado. El marido de la jefa no se medía y si tenía que gritar, te gritaba. A mi me gustaba trabajar ahí por las niñas que habían, eran súper buena onda. Al fin y al cabo los jefes pasaban poco tiempo ahí y estábamos casi siempre solas. Más que nada por eso. En el otro lado estaba sola, ahí hacía lo que quería. De ahí en adelante era depender de otras personas… De todas maneras me movía por todos lados, iba a vender a la feria, compraba cosas y las andaba vendiendo, hasta el día de hoy (risas). Después me fui directo a la casa de mis papás, donde estoy ahora, en mi hogar constituido. Cuando nació la niña estuve cuatro meses ahí en la casa. De ahí me fui a vivir con el papá de mi hija. Mi embarazo al principio no fue muy bueno. Mucha náusea, mucho vómito, fueron meses horribles, tuve muchos mareos. Al final de mi embarazo estuve hospitalizada dos o tres semanas, porque se me diagnosticó diabetes gestacional. Se me subió mucho la presión y ahí quedé tres semanas hospitalizada. Al final tuvieron que hacerme una cesárea. Mi hija nació en agosto del 2004. Fue una bonita experiencia, bonita, pero traumatizante (risas). Es que era la primera cesárea del día. Supuestamente mi hija tenía que nacer a las siete y media de la mañana. Hubo varias emergencias con tres embarazadas. Entré a pabellón a la una de la tarde. Mi cesárea fue horrible, yo lo vi todo. Te ponen un paño y arriba hay una luz metálica y el metal se refleja, yo miraba para arriba… De mi infancia recuerdo muchos juegos, mis papás trabajaban mucho, nos cuidó una tía hasta los 7 años. Fue mucha la ausencia de mis papás. A tal punto que mi hermana y yo empezamos a bajar las notas. Nos iba mal en el colegio y mis papás decidieron renunciar los dos a sus respectivas trabajos y con el dinero que les debían pusieron un taller en la casa, hacen confecciones. Con la plata que recibieron compraron su máquina y hasta el día de hoy tienen el taller en la casa. Mis padres se dedican a la costura. Yo lo que me acuerdo es que a mi mamá no le pasaron plata, pero si le dejaron llevarse máquinas. Entonces ahí fue más fácil empezar el negocio. Adecuaron piezas, hicieron talleres y, hasta el día de hoy, les ha ido bien gracias a Dios. Ahora están trabajando, siempre han trabajado para una fábrica. Hacen el trabajo en la casa y cuando terminan se lo llevan para allá y toda la semana es así, es relajado para ellos. Somos dos hermanos y yo, hombre y mujer. Yo soy la mayor. Nosotros vivimos con mis abuelos también, paternos, pero ellos estaban en su casa como aparte. De la escuela me acuerdo de enseñanza básica, me acuerdo de las amistades. La niña que vivía al lado de mi casa, era mi compañera. Éramos muy buenas amigas, hasta séptimo y octavo de enseñanza básica. Después nos separamos, ahora es un hola y de vez en cuando conversamos. Pero lo que más me acuerdo es de las amistades, más que de la profesora, o de otras cosas. En la enseñanza media yo diría que tenía buenas amigas. Yo creo que las amigas te marcan

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mucho de la adolescencia hacia adelante. Nos metimos en muchos problemas juntas, hartos condoros. De profesores uno se acuerda con cariño. Hace poco murió una profesora de castellano y fue bien fuerte. Porque yo creo que todos los que supieron que murió se remontaron al tiempo que nos hacía clases y nos dio nostalgia. El tiempo en el colegio, la escuela fue buena. En el colegio pasé sin penas ni glorias, porque el estudio estaba bien, no tenía problemas con nadie, amigas bien. Nunca tuve grandes problemas con alguien, nunca reprobé algún ramo, pero tampoco era de sacarme sietes. Cuando mis papás instalaron su taller fue duro al principio, porque inmediatamente no tenían trabajo. Mi papá tuvo que salir a buscar una pega de noche, en un gimnasio. Se iba como a las nueve de la noche y llegaba como a las siete. Llegaba justo cuando nosotros estábamos entrando al colegio. El trabajaba justo en el colegio y después se venía caminando para la casa. Siempre nos encontrábamos y nos daba cien pesos, y en ese tiempo cien pesos era harto. ¡Y feliz! feliz nos íbamos a clases, siempre nos veíamos en la mañana, siempre llegaba a la misma hora. Hasta el día de hoy recuerdo amistades, pero re pocas. Tengo una fiel, del colegio, que hasta el día de hoy nos vemos. Tuvimos embarazos casi simultáneos, las niñas se llevan por cuatro meses. También la estuve aconsejando que demande a su pareja y cosas así, el consejo se va pasando, ella es la única persona que tengo para hablar cosas, son pocos los amigos, pero buenos. De participar tanto en cosas no me gustaba, el acompañar a mis amigas en sus cosas sí, me gustaba ayudarlas, pero no yo pertenecer a un grupo, no tanto. En mi grupo había niñas que bailaban y otras que practicaban malabarismo. Yo las veía, las ayudaba, las acompañaba, ningún problema. En malabarismo (taller extraprogramático del colegio), me fui metiendo en el último año con mi amiga. Ella me pidió que me metiera, yo sólo ayudaba, nada más, salir en público no, eso no, es otro tema.

La maternidad: “Es fuerte el cambio, una está acostumbrada a no tener mayores responsabilidades” Yo antes era responsable sólo de mi misma. Después hacerse responsable de una cosita chica, igual es fuerte. Pasar de ser estudiante a trabajadora es fuerte, porque una está acostumbrada a no tener mayores responsabilidades. Después del colegio, tenías tiempo, los trabajos los podías entregar más tarde. Pero en el trabajo no es así. En el colegio podías hacer “nada” todo el día y daba lo mismo, porque llegabas a la casa y te podías llegar a acostar, ver tele, no se hacía nada. En la educación media había que hacer la práctica, cumplir horarios, tener responsabilidades, es una mezcla, porque una ya no tiene tanto tiempo para disfrutar, después el mundo laboral es otra cosa. La diferencia se nota, porque cuando tú estás en el colegio, vas a una plaza después del colegio con tus compañeras a conversar, a tirar la talla. Una está en el trabajo sola, aunque tenga amistades y compañeros al salir no te vas a ir con ellos a la plaza, te vas directo a tu casa. Te dan una orden y hay que cumplirla de inmediato, hay que cumplir metas, horarios (risas) y la paga, en práctica no es mucho pero… Ese fue mi primer sueldo. Nunca lo olvido, yo veía que era tanto (risas). Es tanto para uno. Con mi primer sueldo, me acuerdo, compré cosas para la casa. Feliz, en cuanto pagaban, yo iba directo al supermercado y todo para la casa, y plata para la micro (risas). Sin embargo, después no me

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quedé trabajando ahí, porque el caballero quería solamente niñas en práctica, las iba rotando, sólo estuve tres semanas de marzo, más o menos. Por esto el mes de marzo estuve sin trabajo. No estuve desesperada buscando pega, sino que más bien relajada. ¡Si tenía 19 años! No había tenido vacaciones, así que estaba relajada. A finales de marzo encontré pega en una escuela de conductores. Ahí trabajé hasta septiembre del mismo año. Me di cuenta que en la constructora, éramos sólo jóvenes, así que había un ambiente grato. Súper buena onda, sin mayores problemas. Sin embargo, los jefes eran… demasiado pillos, por decirlo de alguna manera especial, siempre andaban con la maldad. Siempre decían: “Si faltó plata te la descuento a ti cuando te paguen”, no hacían mayores preguntas, no investigaban más. Si falta algo decían: “Bueno, te lo descuento”, eran así. De todas maneras, yo no tuve mayores problemas, estuve en la casa matriz dos meses. Después me mandaron a otra sucursal, ahí estaba sola, más relajada. Era la secretaria, la encargada de vender los cursos, hacía el aseo, no era un espacio muy grande. Hasta me tocaba hacer clases a los niños que quieren aprender a manejar. De todas maneras me pagaban el mismo sueldo. Eventualmente mandaban a algún instructor a hacer clases. Pero generalmente abría y cerraba sola. Lo pasaba bien, escuchaba radio, no había computador. Era un lugar tranquilo y como te digo sola era mejor. Porque a los jefes los veía dos o tres veces a la semana sólo un ratito. Aparecían cuando necesitaban ir a buscar plata. Ahí fue donde conocí al papá de mi hija pero eso… Pero esa es otra historia (risas). Fue fuerte lo de ser madre, porque un día soy yo sola y podía hacer lo que yo quería. Es decir, no todo lo que yo quería, porque siempre fui bien hogareña. Nunca salí, ni cosas raras así, pero de un día a otro pasé de ser responsable de mi misma, a ser responsable de otra persona. De saber que otra personita depende cien por ciento de ti, ahí cambió todo. Yo estuve como tres meses sin salir de la casa, porque no me atrevía a salir sola, o sea sin la niña. Lo que más me gustaba, es que no tenía el sueño cambiado. Fue lo mejor, súper bueno, dormía en la noche. Cuando me despertaba, ahí estaba (risas), es lo que más recuerdo. Creí que la iba a pasar mal por las noches, pero no, súper bien con el sueño. Hubo una noche que lloraba y lloraba, pero así son las guaguas. Después trabajaba en cosas livianas que podía hacer, por ejemplo, en la feria y cosas así. Trabajé en lo que pude mientras estaba embarazada. Con un tío y con una prima que tenemos la misma edad, nos instalábamos, íbamos a Estación Central y comprábamos cositas y nos ubicábamos junto a su padre y ahí estábamos toda la mañana. Ese trabajo era para cambiar de ambiente, para distraerse. Porque por el embarazo yo no salía, estaba mucho en la casa. Además, estaba sola, el papá de mi hija trabajaba casi todo el día. Era, más que nada, para distraerme, para salir. Él seguía trabajando en la escuela de conductores, y después se cambió a otra, estuvo como dos o tres años ahí. En diciembre nos fuimos a vivir con el papá de mi hija, un día después de la fiesta navideña, 25 ó 26 no recuerdo, empezamos a vivir juntos. Cerca de la casa, todo cerca de la casa de mis papás. Estuvimos conviviendo dos años y de ahí nos separamos. Yo volví a la casa de mis papás y ahí estoy hasta el momento. Ahora tengo planes de irme a vivir con mi hija cuando esté más estable económicamente. Además el papá ya me está ayudando, pero con demanda (risas). Ahora me está ayudando y ahora me doy cuenta que soy capaz de mantener una casa. Con la plata que sacaba en la panadería me alcanzaba para mí y para mi hija. Obviamente el primer mes yo le dije que él también tenía que aportar, que era obvio, que también era res-

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ponsabilidad de él. Con suerte me dio, no sé, diez mil o veinte mil pesos. Yo dije, ya perfecto: “No le pido nunca más”. Ganando yo para mi hija no tengo ningún problema, que no le falte nada. Mientras yo estuviera sin pega en la casa no le faltaría nada tampoco de parte de mis papás. El asunto es que empezó a pasar el tiempo, y él no ganaba mal sueldo. Debe ganar arriba de 500 mil pesos y no estaba cooperando en nada con la niña, él también me decía que yo también tenía que hacerlo a él responsable por ella. Una vez nos pusimos a pelear, no sé porqué le dije: “¿Sabes qué más? Te voy a demandar”. “Demándame”, me dijo, “a ver qué logras”. Le dije, “ya perfecto”. Al otro día yo estaba en el juzgado entablando la demanda. Después me citaron, para llegar a un acuerdo. Ahí llegamos a un acuerdo de plata. No me acuerdo como se me ocurrió, alguien me debe haber dicho que podía demandarlo, no me acuerdo quien me dijo, mi hermana, que es dos años menor me dijo: “¡Tienes que demandarlo¡” Desde ese momento empecé a preguntar como se hacía, pero te juro que no me acuerdo a quién le pregunté específicamente, que me diera la dirección y me dio todo. ¡Ah!, Yo estaba en el instituto y tenía una compañera que había demandado también al papá de la hija. Ella me dijo todo, me dio la dirección, me dijo: “Tienes que ir aquí”. Es aquí en San Antonio donde está el Juzgado de familia y fui ahí, puse la demanda. Se le llegó a caer el pelo. Al principio fue solamente llenar un papel. Después llenar unas formas con mis datos, los de él, los de mi hija y donde estaba viviendo. Después se hizo el acuerdo de las partes, que fue al mes siguiente. Él tenía que entregar una pensión básica, que no me acuerdo si eran cuarenta, cincuenta o sesenta mil pesos. Él tenía que depositar a fin de mes y me hicieron abrir una libreta de inmediato. Yo la abrí y el depositaba ahí, y a él le llegaba una carta que lo ponía al tanto de que estaba siendo demandado, el número de la libreta y todo. Después llegamos a un acuerdo con respecto a la cifra. Él, al principio estaba muy enojado conmigo, no me hablaba, porque lo había demandado al pobrecito, ¡al papá del año! haberlo demandado. Se enojó por eso, es decir, haber llegado a la instancia de un juzgado. Pero la niña todos los meses se tiene que comprar ropa, todos los meses come, todos los meses sale, a ella le gusta comprarse cosas, es bien vanidosa. Le gustan los pinches, sus colonias, etc. Cuando vamos al supermercado, sobre todo, le gustan las jaleas, sus yogures. Me di cuenta que ya estaba bueno, que yo me estaba llevando todo el peso. Claro, no era mucho, pero tampoco es poco, la mayoría de mi sueldo se me estaba yendo en cosas para ella y no me estaba alcanzando para mis necesidades. Menos para ahorrar. Las niñas de ahora cuando tienen hijos les quieren comprar todo, no quieren que a la hija le falte nada. A mi me gusta sacarla a pasear, me gusta llevarla al cine, ir a la playa. Vamos a diferentes lugares, siempre salimos. Siempre le estoy comprando cosas. Es como una amiga, si no tengo con quien salir, salgo con ella feliz. Podemos ir a un circo, a un mall, podemos ir a comer, a una plaza.

“Mi hija tiene la prioridad en mi vida” Aprendí mucho de la maternidad. Yo siempre velaba por mí, por mí, yo era egoísta. Ahora con mi hija he aprendido que el yo ya no está en primer lugar. Para empezar, ella es mi prioridad, ella tiene la prioridad en mi vida. Es decir, es ella y después yo. También he tenido problemas,

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porque me he dejado de lado a mi misma, pasé al otro extremo. Pero ya estoy retomando todo. La niña está más grande, a veces se va donde el papá, él se está dando cuenta de que la niña está creciendo y se está acercando a ella, yo creo que mientras vaya creciendo, yo también voy creciendo. Ahora no duermo mucho, por la niña, claro, porque llego a la casa a la una o dos de la mañana, dos y media. Me levanto a las diez, diez y media. O sea, a esa hora ella está levantada. Ella sabe que se puede levantar, ir al baño y tiene que esperar que yo me levante para darle desayuno. Ve televisión o se pone a jugar. Comienza a hacer ruido y ahí despierto. Me levanto, hago el aseo, hago el desayuno. Si tenemos que salir, salimos, si me tiene que acompañar a alguna reunión en la clínica veterinaria ella me acompaña. En la clínica la quieren harto, porque ella es tranquilita, súper tranquila y le gustan los animales.

La pareja: “Mientras estaba con él no trabajaba” Me fui de la casa de mis papás para estar más tranquila, estar con mi bebé tranquila. Las relaciones tampoco eran muy buenas. Y la relación entre nosotros dos... (el papá de la hija) trabajaba casi todo el día. Entonces yo pasaba todo el día sola. O sea, estaba todo el día con la bebé, obvio, ningún problema. Cuando estuvo más grande como a los seis meses, salíamos a comprar, al supermercado, a ver amigas. Con más confianza para salir. Mientras estaba con él no trabajaba. Él quería que yo me quedara con la niña. Hicimos un acuerdo, un acuerdo más de él que mío. De todas formas yo quería quedarme con mi hija, porque no quería que creciera sola, porque es muy chiquitita. Nos separamos en junio del 2006 me parece. Cuando nos separamos tenía la confianza de dejar a la niña con mi mamá. Ahí me puse a trabajar de inmediato. Nos separamos y a las tres semanas yo ya estaba trabajando, busqué trabajo cerca de la casa, en una panadería, trabajaba de dos a diez. Entonces si necesitaba algo la llevaban a la panadería y después se devolvía a la casa, era demasiado cerca. El trabajo de la escuela fue una práctica, pero la conseguí yo. En la panadería igual. Con currículo, por el diario, llamaba por teléfono y dejaba currículo. Yo sacaba copias y copias de currículo y salía todo el día a repartirlos. Un día pasé, dejé un currículo y me llamaron tres días después. Acá en la panadería igual, dejé currículo y me llamaron como a los cinco días. Ahí estuve trabajando un año más o menos. En la panadería atendía el mesón. Las chicas con las que trabajaba, aún están trabajando, tenemos buena relación. Yo voy a comprar ahí, siempre me hacen un cariñito. Ahí conocí a mi otra pareja, después del papá de mi hija, y empecé a trabajar con él. Ví que ganaba más y trabajaba menos y podía estar todo el día con mi hija. Así que preferí finalmente trabajar ahí. Él es el hermano de mi jefe en la panadería. Entonces quedó todo dentro de la familia (risas). Fue el primer pololeo serio después de la separación. Estaba soltera en ese momento, porque con el papá de mi hija habíamos pasado por muy malos ratos. Hacía tiempo que estábamos mal y yo estaba carente de cariño, de que te digan cosas lindas. Como los perritos (risas). Yo antes me puse a pololear con otro tipo que vivía cerca de la panadería, pero yo ahora, en mi sano juicio, no saldría con él. Duramos un mes, dos meses y no, no, chao. Era raro, porque en palabras directas, era todo un looser, tenía como 40 años, vivía con la mamá, no trabajaba, era la pura facha.

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El espacio laboral: “Hay que hacer de todo, así ha sido en la mayoría de los lugares en que he trabajado” Tuve que trabajar como uno o dos meses en dos lugares. Tenía que asegurarme un lugar para poder decidir y ver donde ganaba más. Así que fue bueno, dejé la panadería. Trabajaba pocas horas. Trabajaba de noche, tenía todo el día libre con ella, en un lugar de comida rápida (con la actual pareja) que funciona solamente de noche, venden completos, papas fritas. Está cerca de mi casa, como a cinco minutos. En micro o en auto, a pie está como a diez. Pero cerca, relativamente cerca. Llevamos como un año y medio trabajando juntos. Dos años en diciembre. Este trabajo está bien, bien, porque así nos combinamos con mi pareja. Ahí estamos trabajando y… bien. Mis funciones son atender clientes, hacer pedidos, cajera, era como circo pobre, de todo (risas). Así ha sido en la mayoría de los lugares en que he estado… El local abre desde las cinco de la tarde hasta la una de la mañana. Yo podía llegar a las nueve de la noche. Por mi hija, porque ella sale a las cinco de la tarde. Entonces puedo estar un rato con ella después del colegio y así me voy a trabajar hasta la una de la mañana. El fin de semana es eterno, hasta las tres de la mañana, tengo que irme más temprano y venirme más tarde. Pero bien. Claro, sigo trabajando en esto hace un año. Además, estoy trabajando en una clínica veterinaria, soy ayudante de peluquería canina. Tengo que ver los cortes de pelo de diferentes razas de perro, ya sea cocker, poodle, el baño, el corte de uñas, etc. Estamos en práctica ahora. Igual, circo pobre, transportando animales, haciendo aseo, que todo este limpio, hay que hacer de todo. Trabajo todos los domingos, fijo. Además en la semana cuando mi jefa tiene mucha pega me llama. La semana del 18 de septiembre estuve toda la semana trabajando. Entraba a las nueve y media de la mañana, salía a las nueve de la noche de la clínica, después me iba al local hasta la una, o dos de la mañana, estuve toda la semana así. Trabajé toda la semana en la clínica. Siempre en la comuna en la que vivo. Para el 18 de septiembre se compra la tenida dieciochera, pero ahora también les cortan el pelo a los perros. Mucha gente sale de Santiago con sus mascotas y no les gusta subirlos sucios al auto. Después, olvídate la vuelta, vienen llenos de arena, llenos de tierra. A los perros, los presentan, van a la casa de la familia afuera y lucen al perro, el perro de raza sobre todo. Lo que es cocker, lo que es poodle, harto akita. La mayoría es gente con plata. Yo con los míos en la casa los baño con una manguerita no más (risas).

La postergación de los estudios: “En la casa todos trabajan y nadie se podía quedar con mi hija” Estaba estudiando comercio en un instituto profesional. Empecé el año pasado, yo quería entrar a contabilidad, pero no había cupos. Tenía los mismos ramos, mi plan era cambiarme a contabilidad el segundo semestre, porque la malla era muy similar. Entré a estudiar el primer semestre y empecé a tener problemas con mi mamá, cuando la niña empezó a ir al colegio, al jardín. Porque en la casa todos trabajan y nadie se podía quedar con la niña. Entonces tuve que congelar y volví a retomar este año. El primer semestre me iba súper bien y vuelve a pasar lo mismo, todos empezaron a trabajar, mi hermana estuvo mucho tiempo sin pega y era ella la que se quedaba con la niña. Pero ya encontró trabajo, ahí se me derrumbó todo y tuve que volver a congelar.

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Quería estudiar, porque mi hija ya estaba más grande, ya no se valía cien por ciento de mí. Ya estaba entrando al colegio, al jardín. Estaba casi todo el día, jornada completa, de ocho a cuatro, así que tenía tiempo para estudiar. No solamente trabajar. Por eso, para no tener que ser más circo pobre (risas). Yo tenía contabilidad en el colegio y no me gustaba. Pero contabilidad vi que era necesario para cualquier tipo de negocio. Además el local de nosotros no está muy bien administrado. Así que yo dije: “Si estudio contabilidad siempre voy a tener un cliente por aquí, otro por allá”, si no estoy trabajando en una oficina, puedo trabajar en casa. Dije: “Yo voy a poder llevar la contabilidad del negocio”. Así que dije: “Ya, contabilidad” y como no había cupo me inscribí en comercio, tenía los mismos ramos, pero al final me gustó y me quedé ahí. Estudiar fue recordar, no exactamente el colegio, pero sí el hecho de estar con compañeros, conocer compañeras, con las cuales hasta el día de hoy somos amigas. De pronto hacer la cimarra o arrancarse a una plaza. Que es por aquí cerca en el centro de Santiago. Salir con los compañeros. Son todos chicos. Yo tenía veintitrés el año pasado y todos tenían dieciocho, diecinueve. Yo soy la más vieja entre todos. Todos venían recién saliendo del colegio todos eran pokemones (risas). Hice muchas amistades en el instituto. Hasta el día de hoy mantenemos contacto a través de Facebook o por MSN, a veces me llaman, de repente las llamo yo. Nos vamos a juntar cualquier día, pero bueno. Me hizo bien, porque por un lado estaba trabajando mucho, por estar con mi hija. Me sentía avejentada, me estaba avejentando mucho. Sentí esa sensación, me sentí joven otra vez, o sea, soy joven, pero me sentí jovial, así como bacán. No con la misma libertad de mis compañeras que no tenían hijos, pero si como para decir, ya, sentémonos en una plaza un rato, poder fumar y tomarse una chelitas. Cosas que no podía hacer nunca desde que quedé embarazada. Que tampoco aproveché cuando salí del colegio. Por eso fue bonito. Después de tantos años de haber salido del colegio y volver a sentir la fraternidad de compañeros, el profesor, la responsabilidad de tus trabajos, de reuniones en equipo, fue rico. Lo pasé bien cuando me reincorporé a estudiar. Al principio me daba vergüenza cuando todos se presentaban y decían “Yo salí el año pasado del colegio” y cosas así, me daba vergüenza ¡Si yo tenía veinticuatro! Aunque tampoco era tanto y no era yo la única que tenía una hija. Éramos tres las que teníamos hijos. Eran más chicas que yo y tenían hijos más grandes. Una lo tuvo a los quince, el niño tiene como siete, ocho años y fue como “¡Guau!”, no estoy sola, no soy la única. Incluso cuando volví a retomar este año, estaban conmigo, una se echó varios ramos y los siguió conmigo, pero bien, súper buena onda los chiquillos. El hecho de la maternidad también me ha traído conflictos, porque cuando uno es cabra y se enamora es tonta. Ahora yo lo veo de lejos, pero por lo menos no me sentí sola, porque cuando yo quedé embarazada hubo una seguidilla de niñas que quedaron embarazadas. Amigas, compañeras, vecinas de donde yo vivo, primas, etc. Mi hija tiene varias primas, amigas y vecinas de la misma edad, así que no me sentí tan sola. Sin embargo, lo ideal es esperar hasta cierta edad. No sé si me costó mucho o no tomar la decisión de congelar, tuve que ver la prioridad que era mi hija. Si hubiese tenido que congelar por otro motivo que no fuese importante, claro que me habría costado, pero era por mi hija y para mí es lo principal, si ella está bien, yo también. Claro, yo dije: “Pucha, mi hija no está comiendo lo que debe comer o no está haciendo las tareas en el colegio” y si falta la mamá en la casa, voy a tener que sacrificarme, por último, tengo toda la vida para estudiar. Claro, yo estudiaba de día, ella estudia en la tarde y yo trabajo de noche. Ella sale a las cinco y la veo, no sé, hasta las siete u ocho de la tarde. De ahí yo me voy al

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trabajo. Trabajo hasta las tres o cuatro de la mañana y en la mañana, no la veía. Después iba al colegio, la iba a buscar y estábamos dos o tres horas juntas. En esas dos o tres horas juntas entenderás, que en los cinco días del colegio, no nos veíamos bien, por eso tomé la decisión de congelar. Quiero retomar sí, eso lo tengo claro, pero no sé si la misma carrera. Es que yo el primer año no alcancé a terminar el semestre por lo mismo y este año alcancé a terminar algunos ramos. Tener que volver a estudiar todo el primer semestre, por tercera vez, me da lata, ya me sé los ramos, me va a ir bien, pero me da lata. No sé si voy a estudiar en otra parte, o en la misma casa de estudios, pero lo más probable es que sea otra carrera. Con mi actual pareja estamos súper bien. Por lo menos él era el que me apoyaba y el que me iba a dejar todos los días en auto. No le gustaba que yo anduviera en micro. Él me iba a dejar, me iba a buscar, si tenía que hacer algo en la pega. Yo trabajo con él, es mi jefe, me deja faltar. Cuando tenía que hacer cosas con la niña, me dejaba faltar. Pero no era la idea de dejarlo a él solo tampoco, era una responsabilidad que tenía que ver por otro lado. Él me apoya. Con mi familia es otra cosa, porque a mi mamá no le gusta que deje a la niña botada tanto rato y también me terminó recriminando de que yo la veía solamente unas horas al día. Ella la cuidaba algunas horas en las mañanas y se iba a trabajar a mediodía. La persona que estuviera en la casa la iba a dejar al colegio. Tampoco era la idea de cargar a algún familiar. Me di cuenta de que no la mandaban al colegio si yo no llegaba, no la mandaba nadie. Mi mamá no la puede cuidar, porque trabaja, te fijas. Ella trabaja en las tardes, mi hermana también tiene que trabajar. Bueno, en principio era mi hermana la que estaba con la niña todo el día. Ella se encargaba de todo, pero como encontró pega, ahí quedamos en las mismas. El papá ni hablar, trabaja todo el día, la ve súper poco y tampoco se puede hacer nada con él, es como si no estuviera. Cuando viene está un rato con ella y se va, no es mucho el aporte. Mi hija tiene problemas fonoaudiológicos, va a una escuela especial y el horario de ella es de dos a cinco y algunas veces hasta las seis de la tarde, entonces no es mucho. Yo creo que cuando entre a la enseñanza básica, porque tiene que pasar de pre kínder a kínder. Ya en primero básico la voy a meter a un colegio de jornada completa. Para que tenga más autonomía. Voy a ver que pasa cuando ella vaya en primero básico, en unos dos años más a ver si sigo estudiando algo en la mañana. Estoy más complicada con los horarios, porque si ella fuera en la mañana y llegara a las tres de la tarde, pucha yo me levanto más temprano, la voy a dejar al colegio y bien, después yo la paso a buscar, ni un problema, pero con estos horarios... Lo principal es darle algo seguro. Yo tengo mi pareja y está viviendo conmigo. Estamos haciendo todo lo posible para comprar una casa, tipo subsidio o arrendar. Para independizarnos, pero aún estamos en eso, la prioridad es esa. Después las otras cosas vienen solitas, lo principal ahora es estar en un lugar seguro para nosotros, ya lo demás es secundario. Sí lo vemos por ese lado, de que le falte algo, está bien. El asunto es que nunca se va a educar como quiero educarla yo, sino que los abuelos, los tíos la están malcriando, es típico. Quiero tener un espacio más de familia, más privado, más chiquitito. Después viene lo otro, los estudios. Retomar mis estudios. Como te dije, tuve que congelar. A veces me daba mis gustos, salía con mis compañeras a conversar, a trabajar. No tenía la seguridad si mi hija estaba bien en el colegio, si le daban el almuerzo. Era mucha preocupación, por eso deje de estudiar dos veces, por lo mismo.

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La política: “En mi familia votan por la persona, no por el partido” ¿Si conozco a personas en política? No conozco a nadie. Acá en la Junta de Vecinos, aquí conozco mucha gente, pero no más allá de preguntarle de que partido son y nada más. Sé el gusto político de algunas personas, sé que partido les gusta y su opinión, pero nada más. Hasta ahí no más conozco yo. Ahora se habla harto del tema político, sobre todo ahora por las elecciones, y por quién vas a votar o qué pasó aquí o qué pasó allá y esas cosas. Es súper informal, al negocio llega un tipo y dice: “Estos señores acá y este candidato acá” y ahí entre los dos comentamos; “Sí, es verdad y aquí y allá”. Hay muchas opiniones. Sobre todo por los candidatos, muchas opiniones acerca de los distintos candidatos. Mucha gente que cree que “esto es así” y te hablan que está bien así. Otra gente te dice que “esto es asá” y está bien así y uno escucha. Uno tiene que decir: “¡Oh, esto es así, sí!” No vamos a entrar a pelear ni tener un altercado con alguien, entonces hay que sobarles el lomo, “sí, tiene razón, súper bien, sí, sí” (risas). Cada uno tiene su opinión, nada más que eso, cada uno tiene su perspectiva. Yo no puedo, si esta persona piensa así y esta persona piensa asá, obligar a esas dos que piensen igual que yo. De la misma forma la otra persona no me puede obligar a mi a pensar como el… Es respeto nada más. Es respetar los pensamientos. No es que no me guste hablar de política, lo que pasa es que no me meto mucho. Un caballero, primo de mi jefe que es muy de izquierda, todo lo que habla es de izquierda y conmigo le gusta pelear, porque me dice que yo soy comunista y yo no soy de ningún partido. Por ejemplo, una vez me preguntó por quién votaría para las elecciones de alcalde. Yo voto más por la persona, no por el partido y yo le dije: “Me gusta tal persona”. “¡Ah eres comunista!” Ahora para las presidenciales me volvió a preguntar y yo dije chuta ya, yo pensando que Arrate era independiente y le dije: “¡Arrate!” por decirle algo, yo sé que va a sacar muy poco porcentaje y dijo: “Ah, ve que usted es comunista”. Yo sé que hablar de política y religión es pelea, porque todos van a tener su perspectiva, su opinión y hay algunos que no les va a gustar la opinión de otros.

La inscripción electoral Sí voto, estoy inscrita. Todavía no sé por quien voy a votar, he visto los debates, los programas. Me estoy inclinando por alguien, pero aparece algo y no me gusta. Por ejemplo, con Piñera, me gustaba Piñera, pero cuando empezaron a tirarse basura entre ellos, ahí quedé así como… No sé por quién votar. Por Frei no votaría. Ya estuvo, ya fue Presidente y cuando Frei fue Presidente no me gustó mucho. En general, no sé, entre los tres restantes, no sé. Por Ominami, sé que no va a salir, la tendencia está más con Piñera. Bachelet sí me gustaba. Era atractivo el asunto de la primera mujer Presidente, yo creo que por ahí enganchó a todo el mundo, pero tiene entrada la Bachelet. Yo creo que todo el mundo enganchó con eso. Yo me fui a inscribir en los registros electorales por una profesora. Fui un mes, dos meses antes de las elecciones de alcalde, me inscribí y cuando fui era igual que las películas del Oeste, estaban más que roncando los señores. Mi profesora siempre nos hablaba, nos daba clases bien, no nos lateaba, nos conversaba y las clases de ella eran como súper gratificantes. Un día hablando de la responsabilidad civil, me acuerdo que preguntó ¿quiénes son ciudadanos? y empezaron todos a levantar la mano y a decir que “el que es chileno” no, “el que tiene carné

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de identidad” no, “los que nacieron en Chile” no, “los que están nacionalizados chilenos” no y todos quedaron colgados, y ella empezó a decir que el asunto era los que estaban registrados, inscritos en el registro electoral, que esos se consideraban. Y todos empezaron a preguntar ¿por qué? Claro, dijo, porque los que están inscritos son los que están, los que dan la opinión. Y todos quedamos como…. los que no están inscritos no son, como que ahí dije ya, me voy a inscribir. Yo siempre decía: “No, que lata, la fila, el calor y la segunda vuelta que lata”, y ahora digo lo mismo (risas), pero con conciencia. Yo, lo que no entiendo es a las personas que se dan la lata, que soportan el calor, levantarse temprano, para ir y votar nulo. O poner cualquier cosa en el papel, pierdes mucho tiempo y tu voto no vale nada, eso lo encuentro tonto. Si vas a ir, hacer la fila, con el calor, mejor votar. Por último dale tu voto al que tenga menos. Pero votar nulo, blanco, yo lo encuentro tonto. En mi familia votan mis abuelos y mis papás. Mi hermana no pesca y el otro es chico. Ellos votan por las personas, no por partidos. Por ejemplo, en mi comuna estuvo muchos años un alcalde y cuando salió el alcalde de ahora, apenas se conocía, pero tuvo más publicidad y salía con gente conocida. Igual, en la casa siempre decían: “Todo lo que hizo el alcalde anterior, hizo los colegios, la pavimentación” ellos ven eso, el trabajo de las personas, no a quien tienen atrás, ven más lo bueno. Porque si analizamos a los partidos políticos...que el golpe, que los robos, todos tienen cosas malas y todos tienen cosas buenas. Todo Chile votaría nulo si fueran todos malos. Nunca estuve en movilizaciones, nada. Yo estudié hasta el 2002 y en ese año no pasaba nada, estaban todos felices, todos vivían dentro de la burbuja. Nunca pasó absolutamente nada, nunca falté a clases, porque los profesores estaban en paro o porque los alumnos estaban en paro. Nunca tuve que recuperar clases. En el colegio, el centro de alumnos funcionaba creo que dentro de lo normal. No sé, el día del alumno, juntar plata, cosas así, lo normal. Pero era típico que del centro de alumnos sólo hacían promesas: “Vamos a techar la cancha, vamos a poner lockers para todo el colegio”, lo prometían año tras año y nunca se hacía y todos votaban por ellos. El Centro de Alumnos era de tercero y cuarto medio, primero y segundo medio no se metía. Sólo podía tercero y cuarto medio. Los de primero y segundo medio podían ser de la directiva, pero el presidente sólo podía ser de tercero o cuarto medio. Hacían bingos y carretes de noche en el colegio, juntaban plata, cuando a alguna alumna se le quemaba la casa o se le moría algún familiar, se pasaba por los cursos pidiendo plata, cosas así. En el Instituto, nada. Fíjate que yo veía a los de la universidad, a los que estuvieron harto en paro, los que sacaron al rector. Yo estaba al frente de una universidad. Paros, peleas con los carabineros. Yo no podía entrar al Instituto, porque estaba la embarrada. Fue bien desagradable ese año y bueno el año pasado. Protestas en la Alameda, eran bien desagradables las lacrimógenas. En el Instituto de nosotros, no. Nunca nos dejaron de hacer una cátedra, teníamos clases normales, ningún problema. Siempre participaban en las protestas otras universidades del sector, pero más allá no.

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EL VOTO INÚTIL: “MI VOTO NO VA A CAMBIAR EL MUNDO”4 “El que no está inscrito en los registros, no tiene derecho... como a ser ciudadano. Pero tampoco me llama la atención. Además es un voto no más, el mío. Mi voto no va a cambiar el mundo. Además de ir a votar, ahí, hacer fila, puedes salir vocal de mesa y además si no te presentas es multa”. Marcos tiene 21 años y vive en una comuna del sector sur oriente de la Región Metropolitana, junto a su abuelo, su hermana y su madre. Su padre se fue del hogar, al separarse de su madre. Estudia prevención de riesgos en un instituto profesional, carrera que debe congelar por problemas económicos. Consigue un trabajo con el fin de ahorrar y retomar después los estudios. Anteriormente, se desempeñó como futbolista en las divisiones inferiores de un equipo de primera división del fútbol chileno, con opción a un cupo de futbolista profesional, pero problemas de salud le impidieron concretar dicho proyecto. No está inscrito en los registros electorales.

El proyecto truncado: “Siento que me cortaron las alas, porque me proyectaba jugando a la pelota” De chico me gustaba jugar a la pelota. Yo vivía con mi papá, mi mamá, mi abuelo y mi hermana. Ahora vivo con mi abuelo... Por unos problemas de relación entre mis padres. Era una vida normal, o sea de una relación normal, entre todos nosotros. Me acuerdo de quinto básico. No sé, era desordenado, bien desordenado. No era de buenas notas, tampoco de malas, pero me mantenía. Estudiaba en el liceo, en otra comuna de Santiago, pero terminé en la comuna donde vivo y después continué mi carrera en el centro, en un instituto profesional. El colegio era chico, no era un colegio con demasiados alumnos. Así que era más cercano, era más familiar. No existía el típico trato que tienen los profesores con los alumnos, era distinto. A diferencia de los liceos grandes, acá todos se conocían, eran bien familiares y unidos en ese colegio.

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Entrevista editada por Heidi Fritz y Teresa Cáceres.

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Antes jugaba a la pelota, me gustaba, jugaba en un equipo de fútbol. Salía del colegio, me pasaba todo el día en la cancha, entonces tenía poco tiempo para hacer talleres en los colegios, porque más o menos, eran los mismos horarios en los que tenía que estar disponible. Entonces no podía. Tenía que estar todo el día en la cancha. Por sobre todo a mí me gustaba jugar, pero me cortaron las alas cuando me realizaron el test de esfuerzo y salió que tenía problemas al corazón. Fue trágico, porque me estaba proyectando en el fútbol. Ya me veía jugando. Estaba en los cadetes del equipo de fútbol y ya me había ganado el puesto, había jugadores que eran buenos y tener ese puesto asegurado era difícil. Yo me lo había ganado, entonces ya me estaba proyectando, tenía la idea de ser futbolista, jugar y dedicarme al fútbol. Pero después de eso... Además, fue justo en la fecha cuando murió el africano. ¿Cómo se llamaba? Después murió un italiano y en el equipo de fútbol también ocurrió algo similar, un arquero murió en los entrenamientos. Por todo eso me dijeron que no se podían arriesgar a que yo tuviera complicaciones. Se me apagó la tele, no quería irme, porque a la edad que me estaban echando, dieciséis, diecisiete años, en un año más, creo, entrenando ahí y manteniendo el puesto, podía tener la posibilidad de jugar en primera división. Sin embargo, a esa edad ya es difícil volver a integrarse a otro equipo y que empieces a jugar. Además, estaban los exámenes, que tienes problemas del corazón... Era difícil. Siento que me cortaron las alas, porque me proyectaba jugando a la pelota. Estuve con depresión, estuve mucho tiempo así, andaba mal poh. No tenía ganas de nada, no me daban ganas ni de estudiar. O sea, no pensaba en estudiar en ese tiempo, porque me quería dedicar al fútbol. Entonces ahí tuve que reflexionar y aceptar el hecho de que tenía que abandonar el fútbol. Estuve bajoneado más o menos un año. Además, mi taita también, porque todos me apoyaban. Cuando tenía que hacer algo, si tenía que dejar algo de lado, lo dejaba, yo me iba con él. Me acuerdo la última vez que lo hizo, pidió permiso en la pega para ir conmigo a jugar a Argentina, para probarme en un equipo, estuve allá en concentración. Estuve un mes jugando en Independiente. Eso fue lo último, porque después mi papá se separó de mi mamá. Así que era difícil estar con él. El examen que requirió el club era para ver exactamente cuál era el problema que tenía en mi corazón y cómo tratarlo... y dije que no, mucha plata, tenía que tener disponibilidad de ocho horas (costaba un millón cada hora), pero en una de esas podía ser más poh, perfectamente podía ser más que eso. Y yo dije no... voy a estar... no, y mí mamá dispuesta a... a hacer lo que sea, para que yo pudiera seguir jugando. Yo dije no... Si me pasa algo es porque Dios quiere que sólo llegue hasta ahí. Ahora prefiero hacer mi vida normal. Empecé a fumar, aprovecho lo que no hacía antes. Ahora fumo y tomo cerveza. Ahora se supone que no puedo seguir jugando. Nunca ha habido problema dentro de la cancha, entrenando o algo. Nunca me he sentido mal. Nunca, yo por lo menos, me he sentido mal. Pero era riesgoso para ellos. Los médicos me dijeron que tenía un síncope. Son como descargas eléctricas en los músculos, y el corazón es un músculo. Entonces cuando hay descargas eléctricas muy fuertes genera mucha sangre. Es similar a la taquicardia. En algún momento podría ser una taquicardia, como un paro, algo así. Sin embargo, nunca he tenido problemas cuando hago ejercicio físico. Una vez tuve, sí, un problema, no fue por estar haciendo deporte. Estaba en la casa, pero bueno, me desmayé incluso, pero no, no creo que haya sido por algún esfuerzo. No fue por esfuerzo, entonces yo decía “Si me va a pasar algo, me va a pasar igual”. O sea, aunque no esté haciendo nada físico, ningún esfuerzo físico. Es que es una probabilidad,

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o sea, aparecía cuando me hacían el electrocardiograma, salía marcado en la hoja, tenía algo así como una arritmia en el corazón. Por ese motivo, básicamente no se quisieron arriesgar. A ellos no les conviene. Con la anterior muerte del arquero ya estaba totalmente desperfilado el club. Tenían muy dejados a los jugadores, no se preocupaban por ellos. Entonces, ahí se pusieron más firmes y empezaron a echar a algunos.

El estudio, una segunda oportunidad: “Me di cuenta y pensé que puedo aspirar a más” Después de salir del equipo no encontraba la forma de explotar, ese era el punto. Estaba en tercero medio. Siempre busqué salidas, para poder descargar la frustración que sentía en ese momento. No era un acto de rebeldía, pero descuidaba un poco el estudio. Me costaba también asumir que no iba a continuar jugando a la pelota, que era lo que yo quería. Después ya pasó, salí de cuarto, estuve trabajando y ahí ya empecé a darme cuenta. Es decir, la plata que se gana, trabajando en cualquier lugar, no es lo mismo que lo que se gana con estudios. Me di cuenta y pensé que puedo tener más, o sea, puedo aspirar a más sin tener que cerrarme en lo que quería. Hay más posibilidades. Entonces busqué información, empecé a ir a los institutos. Y di la PSU poh. Entonces ahí empecé a buscar, a ver más claro lo que quería. Me empecé a informar. Lo que te digo, me gusta tener relación con gente, estar siempre relacionándome con personas, andar en terreno, me gusta eso. O sea, estar donde las papas queman, además, que soy medio hiperquinético. Cuando salí de cuarto, cuando terminé de estudiar, no hacía nada. Después seguí haciendo ejercicio, si bien, no era costumbre. Pero seguí jugando en la selección de mi barrio, pero ya no era lo mismo, ya no me exigían tanto como me exigían antes, entonces era más relajado. Sabía que me iba a quedar ahí, más allá no iba a avanzar, era para entretenerme no más. Esto me hacía sentir frustrado. Ya lo tomaba como un hobby, para entretenerme un rato en la tarde. No tomaba en ese tiempo, no tomaba nada. Ni siquiera para compartir, tampoco fumaba. En el colegio yo era bien desordenado. Entonces... nunca me vi, de lleno, metido en un libro y leerlo entero... Algunos tienen muchísimas páginas... y tener que leerlo ¡Nunca! Nunca pensé que lo iba a estar haciendo. En el colegio solamente leía resúmenes, los bajaba por Internet. Entonces me sacaba un cinco y con eso era suficiente. No me complicaba. Pero ahora me dedico a hacerlo y que me salga bien. Es que, en ese tiempo cuando estaba en el colegio tenía la sed de jugar, porque tenía que jugar. Entonces no me veía estudiando. O sea, talleres después, podía ser una posibilidad, pero primero estaba el juego. Quería jugar, estar en un estadio. Yo soñaba, o sea, me imaginaba jugando. Era lo que quería. Eso es lo que más me atraía, era parte de mi vida, lo que más me gustaba de mi vida. Cuando uno quiere que algo le resulte bien tiene que dedicarse de lleno a una cosa. Entonces, dos cosas no. Mejor hacer una cosa bien.

Cambio de prioridades: “Ahora me dedico, estudio” Yo creo más en la superación propia, al fin y al cabo yo soy el que está pagando, yo soy el que va a perder plata. Cuando entré, igual es raro, porque en el colegio hablaban de matemática, pero no las pescaba. Me ponía a dormir o algo. Después me conseguía la tarea. Ahora no, me dedico, estudio. Hay días que he tenido que amanecer estudiando, ir a dar la prueba no más. Doy la prueba y me vengo para la casa. Después que me manden o me consigo la materia.

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Me pasó la cuenta lo que no estudié en el colegio. Pero mejor así, por un lado mejor, porque hace que me dedique más. Ahora sé que si dejo esto me va a pasar lo mismo que me había pasado en el colegio. Bueno, vivo con mi hermana, ella está aparte, tiene su hija, entonces está aparte. Mi mamá no se mete mucho conmigo, porque soy responsable en ese aspecto, porque estudio. Ya no me anda diciendo: “Estudia, haz la tarea”. Ahora me deja tranquilo. Es mejor, porque me apoya en todas las cosas que necesito, mientras sea para bien y me pueda servir, obvio. Siempre he sido de hartos amigos, de tener hartos amigos. O sea, conocidos, porque amigos son pocos. Pero me llevaba bien con la mayoría de la gente, siempre me he llevado bien, no tengo grandes problemas. Ese primer colegio era hasta octavo básico, es decir, solamente enseñanza básica. Después elegí enseñanza humanista, porque no quería estudiar algo técnico en un liceo. Quería prepararme para la universidad, estudiar alguna carrera. Un colegio técnico no me servía, ¿no? Entonces decidí ir a un liceo. El liceo tiene prestigio por los puntajes, las notas. Los preparan bien. Así que me fui al liceo y terminé allí. Ahora estoy estudiando una carrera técnica en segundo año. Me gusta esta carrera, es entretenida. Para estudiar te tiene que gustar si no, no sirve. Me fui informando ahí. Me gusta tener esos tratos con la gente, me gusta estar conversando. No me gusta estar encerrado en una oficina. Me gusta relacionarme, tener harta comunicación. Por eso decidí estudiar eso. Sin embargo, por un tema monetario tuve que congelar la carrera el semestre pasado, ahora lo retomo este año. Sigo estudiando en el instituto profesional, estoy revalidando ramos, para terminar la misma carrera y que no sea una pérdida de plata.

La catarsis: “La barra significa para mi apagar tensiones, gritar un rato, relajarme” Jugaba en ese equipo de fútbol, pero soy del Colo - Colo. Una vez fui a jugar por el Colo. Voy a la garra, pero no ando haciendo desmanes tampoco. Voy al estadio a cantar, eso más que nada. Con mis amigos nos juntamos los de la 38, es una barra. Me junto con ellos, porque adentro, cuando uno está ahí en la barra, la mayoría se conoce o se termina conociendo igual. Son siempre los mismos. Hay algunos que tienen problemas, pero son problemas puntuales. La barra significa para mí apagar tensiones, gritar un rato, relajarme. No ponerme a pensar o sicosearme de que no voy a poder jugar o algo. Ahora me dedico a trabajar y a pensar que no he podido terminar de estudiar lo que quiero. En el instituto me quedan dos años y medio, ya. O sea: todo el otro, otro y medio semestre. Hasta el momento me ha ido bien, no ha habido problemas de notas, sólo de plata. Ahora me voy a recuperar y seguiré estudiando. Cuando tuve que congelar no fue tan difícil, porque dije: “Tengo problemas de plata, entonces...”, dije, “Bueno, voy a tener que seguir trabajando para hacerlo...” Justo cuando estaba pensando en eso, me dijeron que hay un trabajo y me llamaron. El fútbol ha estado presente para mí desde siempre. Si era algo de fútbol, estaba yo ahí. No sé, me acuerdo un gol que hice, uno de mitad de cancha que hice cuando estaba jugando la final, en la selección de la comuna. Era el campeonato de Telefónica, si ganábamos, el campeón representaba a Chile en Argentina. Ese era el último partido. Estábamos en la final y yo me hice

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un gol, así, de mitad de cancha. Les ganamos, fuimos a Argentina y en el campeonato salimos terceros. Estaba feliz, pasaba todos los días con buzos distintos, de todo. Como un plantel de fútbol... Conocía Argentina, porque mi papá es de nacionalidad argentina y chilena. De Neuquén, al sur por el lado de Bariloche, por ahí. Neuquén no más conozco, y Mendoza. Pero ahí anduvimos por Buenos Aires, por Mar del Plata... con el equipo llegamos hasta Bariloche creo, hasta Neuquén... un mes estuvimos, en septiembre del 2000 creo... Tuve que pedir un permiso en el colegio, tuve que ir a dejar un papel de la Municipalidad. Allá nos hacían levantarnos como a las tres de la mañana, a concentración, a entrenar en la noche. Era muy entretenido, además de que conocimos mucha gente.

Las dificultades para estudiar: “Voy a dedicarme a estudiar, voy a mantener el sueño” Congelé, seguí trabajando y estudiando. El arancel lo pagaba mi papá, pero cuando se separaron con mi vieja tuvo que solucionarse por la vía legal, para asegurar algo. Tuvieron que poner una demanda, de todas maneras el accedió a la demanda por la mensualidad. Sin embargo, yo sabía que iba a seguir pagando. Tengo un seguro, un tipo de seguro. Cuando congelé fue el lapso en que mi viejo se fue de la casa. En realidad lo que pasaba, es que la plata que él me pasaba o disponía para mi no era suficiente, me alcanzaba justo, porque necesitaba libros, fotocopias, materiales, etc. Todo me alcanzaba hasta la mitad, entonces me era difícil y el último trimestre me costó mucho sacarlo, porque estaba demasiado justo y dije: “Tengo que terminarlo igual”, porque “Cómo voy a dejar el semestre a medias”. Ya está casi terminando, lo voy a terminar igual. Terminó el trimestre y dije: “Ya, ahora descanso” y me voy a poner a trabajar de inmediato para asegurar lo que tengo que asegurar, ahorrar, sí yo tenía mi libreta, tengo todos los meses sus cien mil pesos, pero juntando. Yo ya sé que no voy a seguir trabajando, por ahora, y voy a dedicarme de lleno a estudiar, aunque claro en los veranos siempre trabajo. Entonces, cuando tuve que congelar y trabajar para pagarme los estudios lo vi como algo temporal, es que no pensaba tampoco dejar nada. Me propuse terminar como sea, no quería que me pasara el mismo problema del fútbol, o sea voy a mantener el sueño que quiero. Aunque sea un problema mayor, ahora puedo lograrlo, no puedo dejarlo tirado. Entonces, no fue un dilema decir: “Ya, voy a congelar y voy a seguir trabajando”, porque además tenía trabajo asegurado, así que no me compliqué.

Los costos de la educación: “Hay muchos que quedan endeudados, sean becas o créditos…” Mi hermana tuvo un problema cuando estaba estudiando su carrera profesional, se fueron a juicio. Tenían la opción de hacerlo de forma individual o como grupo de estudiantes. Nadie respondió por la carrera, nadie dio la opción de convalidar los ramos. Ahora ella está en juicio, sin embargo, tiene que pagar hasta el final de la carrera. Igual es lo lógico, porque es lo que habían acordado. No obstante, en el juicio van a pagar algo que nunca existió, deberían dar una indemnización o algo. Eran cinco años y ella estaba en cuarto. Yo no tuve estos problemas, porque me informé bien antes tomar una decisión. El tema de las becas no me interesaba, porque sabía los problemas que generaban en realidad. Hay muchos que quedan endeudados, sean becas o créditos. Algunas becas, como las becas alimenticias también dejan algún tipo de deuda. Lo que pasa es que a mí me informó mi primo. Mi primo es director de un instituto profesional... El director de una de las sedes. Entonces, él más o menos me iba orientando: “No tomes las becas, porque a lo mejor te van a dar de todo” y todos piensan; “ah, tengo beca

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y... no hago nada”. Ahora, si no te la puedes con la carrera..., si repruebas un semestre, ese semestre te lo van a cobrar. Hay que ser cuidadoso cuando se toman esas decisiones. Con el pase tuve problemas, lo saqué en marzo, pero me lo entregaron casi en diciembre, fue por la Presidenta, los problemas que teníamos.

El esfuerzo individual: “Que llegue lo que sea, pero a partir de lo mío” En el instituto no he tenido problemas, porque son bien transparentes al momento de la plata. Ahora me cambié de sede, a una que me queda súper cerca, mejor aquí. Porque yo venía de repente, en la mañana, era estresante, el metro lleno, me tenía que ir estudiando en el metro a las ocho de la mañana, me levantaba como a las seis de la mañana y yo soy demorón en la ducha. Llegaba muerto, de repente pasaba de largo hasta el otro día. Cuando me tocaba la solemne, la semana solemne, tenía que estar toda la noche, pasaba de largo. Había dos profesores con los que tenía más cercanía, más relación. Podía hablar otro tipo de temas, no sólo estrictamente académicos. Tenía una profesora extranjera, con la que tenía más cercanía, podía hablar con ella, como con un amigo. Obviamente está el respeto entre profesor y alumno, pero igual afuera podía comentar otras cosas, podía apoyarnos cuando había algún problema. Llamé a la profesora y me preguntó que cuando la iba a visitar, si quería informarme de algo, si tenía que repasar alguna materia. Le dije “no, me voy a cambiar” (de instituto). Me dijo “si quieres informarte de algo vienes para acá, yo te ayudo en lo que quieras”. Ahora, no seguí ahí mismo, porque quería estudiar más cerca de la casa, no porque el instituto profesional tuviera mejor malla con respecto a esa carrera. Para mi era demasiado estresante irse en la mañana, porque tenía que estar a las ocho y media y yo llegaba pasándome diez minutos y perdía parte de la prueba, entonces tenía que tomar el metro desde muy temprano, de repente no dormía, terminaba muerto. Ahora salgo, camino diez minutos y llego. Tengo amigos, o sea, son muchos los que nos juntamos, pero como amigos, somos cuatro. Somos los que más salimos y los más unidos. Yo a uno lo conocí en el colegio. Al primero lo conozco desde que tengo conciencia, si vivo al frente. Mis amigos del instituto de repente me van a ver a la casa, me fueron a ver hace como dos semanas, hicimos un asado. Me gusta relacionarme con la gente. Me gusta conocer gente, no soy cerrado. Me gusta llevarme bien con todos. Mi proyecto es terminar la carrera y empezar a trabajar. Dedicarme a eso de lleno. No tengo pareja. Es que quiero terminar, estaba pololeando, pero ya no. La dejé de lado por estudiar, para terminar luego. Quiero terminar de estudiar y empezar a trabajar, ganar plata y vivir tranquilo, independiente. No necesariamente irme de la casa. Quiero mi independencia, es decir, no tener que estar pidiendo, estar afirmado de mi mamá, decirle: “Mamá necesito plata”, tener mi privacidad también. Tener lo mío. Que llegue lo que sea. Pero, a partir de lo mío.

Lo político: “Es un voto no más” El que no está inscrito en los registros, no tiene derecho... como a ser ciudadano. Pero tampoco me llama la atención. Además es un voto no más, el mío. Mi voto no va a cambiar el mundo. Además de ir a votar, ahí, hacer fila, puedes salir vocal de mesa y además, si no te presentas es multa.

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Con respecto a los políticos, Ominami es más directo, más realista para decir las cosas. Los otros se siguen basando en los mismos problemas. No van más allá, directo a lo que en realidad está pasando. Frei dice siempre lo mismo que dijo el anterior. Piñera pienso... ser Presidente, es lo último que quiere, tener el poder de todo. Entonces no me llama la atención. Es lo último que le falta hacer ¡Si lo tiene todo! La parte administrativa le puede ayudar, a lo mejor porque es empresario, inteligente, lo asocio con las matemáticas, igual puede ayudar eso. No va a empezar a regalar plata o algo, pero puede arreglar los sueldos por la parte administrativa, pero de ahí a que pueda resolver los problemas... no le veo mucho futuro por ese lado. El otro, el que tenía el comercial (Arrate), no lo entendí en realidad a ese. O sea, se entiende cuando dice: “¡Decídete! estás de un lado o de otro”, pero no entendí en realidad lo que transmite su propaganda. No me llama la atención. Ominami es más concreto para decir las cosas, suena feo, pero lo dice como tiene que decirlo. Es más entendible para la gente, lo entienden mejor, por lo que he visto. Bachelet generó hartos problemas, los solucionó, pero también los generó ella misma, ...los problemas educacionales, con los pases escolares, los problemas con las becas. ¿Qué es lo que pasa con esos jóvenes que quieren entrar? Todos piensan que saliendo del colegio tienen que agarrar la beca y asegurarse. No saben que al final después de eso quedan encalillados. Mejor pagarse uno mismo la carrera. Sale mejor, porque si uno sigue estudiando va a quedar hasta ahí no más la carrera y yo pago hasta donde puedo. En cambio ellos, si se salen de la carrera, tienen que pagar todo lo que no estudiaron.

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CUANDO LA POLÍTICA NO SIRVE DE NADA5 “Me considero neutral. Yo no soy de ningún partido ni nada, de hecho, ni siquiera estoy inscrito, porque… porque no concuerdo con ninguna visión política. Sé que Pinochet hizo hartas cosas malas pero también puso cierto orden. Y bueno, ya después se entregó a la democracia… y bueno, de ahí hasta ahora”. Raúl tiene 25 años y vive en una comuna del sur oriente de la capital. Es técnico informático y actualmente está iniciando un pequeño negocio que dará servicios de distinto tipo a personas y empresas. Su familia está compuesta por sus padres, sus cuatro hermanas y tres sobrinos. La enseñanza media la cursó en un liceo comercial. En las noches iba a un campamento donde trabajada como coordinador de un Infocentro. Posteriormente, durante los fines de semana realizó trabajos como cajero para un establecimiento comercial. Su vida laboral, una vez egresado del liceo, se ha desarrollado casi íntegramente en la empresa que entregaba servicios de mantención computacional en el liceo en que realizó su práctica. Con ellos trabajó hasta marzo de 2009. No está inscrito en los registros electorales.

El esfuerzo personal: “Me considero emprendedor, siempre buscando cosas que hacer” Yo soy informático ¿ya? En general trabajo con mucha gente. Siempre conozco gente nueva, distintos tipos de personas. Y me presento así, “buenas tardes, soy Raúl, el informático”. Con amigos, en un principio no hablo mucho. Con el paso del tiempo me voy abriendo. Como persona soy tranquilo, honesto. Soy alguien que genera confianza, por el tipo de trabajo quizás, normalmente conozco gente nueva y me pasan sus notebook sin problemas. Lo otro es que soy responsable y me considero emprendedor. Siempre ando buscando cosas que hacer. Soy bien proactivo, de hecho ahora estoy armando una empresa de informática. Soy sociable, no he tenido ningún problema, nada. En mi casa la vida casi siempre ha sido tranquila. Mi mamá no trabaja, es dueña de casa. Mi papá trabaja, pero… siempre ha sido tranquilo, o sea, sin grandes conflictos. No se, 5

Entrevista editada por Marcos Barretto y Teresa Cáceres.

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las típicas peleas familiares pero… a los dos días se pasan. En realidad es tranquilo todo. Ningún problema.

Su historia se inicia en la niñez Si tuviera que partir contando la historia de mi vida pienso que partiría a los cuatro años. Cuando uno jugaba, cuando niño… Cuando te avisan que tienes que ir al colegio al pre-kinder. Ese día mortal, todavía me acuerdo (risas).Yo estaba jugando con un autito, todavía me acuerdo, yo era un niño. Llega mi mamá y me dice “Ya, mañana tienes que ir al colegio”. Y yo le dije: “¿Qué es eso?”. Ya, una vez que llegué al colegio… feliz. Me gustó porque había otros niños. Yo siempre fui solitario. Aunque tenía la familia más o menos grande, somos siete. Tengo cuatro hermanas, soy el único hombre, mis papás y ahora tengo tres sobrinos. En el colegio cumplía, pero me costó aprender a leer. Tenía… este problema atencional, era como distraído, pero al final remonté las notas. No era un buen alumno, pero tampoco era malo, de entre cinco y seis. En matemáticas era un fiasco. En ese tiempo uno era más inocente de lo que son los niños hoy en día, o sea, uno jugaba… Hoy en día hacen otras cosas. Yo tenía un grupo de amigos con los que compartíamos y jugábamos. Éramos un grupo como de seis, que íbamos a las casas y hacíamos tareas. Yo vivo en la zona sur oriente. Siempre hemos vivido ahí. Mi primer colegio era municipal, un colegio chiquitito. Después me cambiaron a otro más grande y ahí estudié… hasta sexto. Después séptimo y octavo me fui a otro colegio, uno particular, pero no era muy bueno. En el colegio eran hip-hoperos, pensaban en hacer desorden. En el otro colegio éramos como más niños, más inocentes, no tan bruscos. Allá están los grupitos formados, porque, típico, en séptimo, octavo, ya estaban los grupitos formados y, yo entré a un grupito. Éramos cinco amigos y éramos desordenados, hacíamos algunos desórdenes, pero nada grave, nada para que nos suspendan… era más para molestar. A nosotros nos tenían respeto. Era un respeto, no, no… cómo le llaman ¿los Bullying? Na’ que ver con eso. Pero sí éramos, a ver como decirlo, si éramos como más despiertos, no éramos el grupito de los tontos en otras palabras. Había un parcito que robaba, se metían a casas y todo. Estaban los flaites, usaban ropa de una marca. Nosotros éramos como más inocentes. Nosotros éramos como más enamorados, como que andábamos buscando a las niñas del curso de más abajo. Yo tenía un amigo que después se fue a Calama y yo quedé como un poquito solo. Después llegó un compañero nuevo y nos hicimos amigos. Y llegó otra compañera más… era mi mejor amiga. Conversábamos harto… ella también se fue al norte. Ahí quedé volando y al final me quedé con un amigo. Nos juntábamos a hacer tareas y todas esas cosas. Era el típico amigo con el que vas para todos lados. Después yo me fui, me cambié de colegio. Los otros siguieron, se cambiaron cuando pasaron a la media.

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El primer colegio estaba cerca de mi casa, a dos cuadras. Este otro colegio quedaba a diez minutos, quince minutos en bus. Después, en educación media me cambié a un Liceo Comercial. Al principio me costó un poco adaptarme. Había otras diferencias, de opiniones, había otros que llegaban con otro tipo de madurez. Costaba un poco encajar. Pero ya después en segundo encajé dentro de los grupos. En educación media tenía actividades. Ahora no, mi trabajo me absorbe mucho tiempo, solo salgo con algunos amigos en la noche… Pero en educación media hice actividades. Por ejemplo, iba a ayudar a un campamento que tenía un infocentro. Yo los iba ayudar con los computadores. Me gustaba ir para allá. Había harta gente que… apenas sabía leer… otros nunca habían entrado a un computador. Y ahí hicimos un curso que era más para introducirlos al computador, como usar un mouse, todo… para que le perdieran el miedo. Al final les dieron unos diplomas. Me cambiaron de colegio porque yo no sabía andar en micro, como para que aprendiera a ser como más independiente. Fue fuerte el cambio. Yo me acuerdo que en el primer colegio éramos como más niñitos, como más inocentes… como más juego y cosas así. Después en el otro colegio, era otra realidad, totalmente diferente. Ahí eran más desordenados… en esos tiempos estaban como recién partiendo los flaites, todos con chaquetas de una marca. Había algunos que fumaban. Yo me cambié el ’97 o ’98, después ya me hice unos amigos… era un poco desordenado en ese tiempo. Ya como que desperté un poco. Igual había otra realidad. Era fuerte el cambio porque había cosas que yo no estaba acostumbrado a ver, como peleas a combos. Después de eso me fui al Liceo Comercial. Me cambié porque el ambiente era muy malo y además el liceo era mejor. Yo partí con una niña. Fuimos compañeros en básica y después su mamá, se hizo muy amiga con mi mamá. Y ella le comentó que había llevado a su hija al Liceo Comercial. A mi mamá le gustó la idea y eso… pero yo allá bajé las notas. Ahí ya estaba como en un cinco más o menos. De tener nota seis bajé a cinco, cuatro cinco. Es que en el segundo colegio, había cosas que no me gustaban mucho. Eran como diferentes. Llega mucho desordenado, entonces no me gustaba, no era como de ese tipo… no estaba acostumbrado. Cuando me cambié al Liceo Comercial igual fue difícil porque era como volver a… otra realidad, otro cambio de nuevo. Lo bueno es que los cambios… me cuestan poco. Me adapto en cosa de un año. Hago amigos pronto. A mí, ese colegio nuevo me gustó. Eran como más maduros, era otra estructura. Es que no es municipal tampoco. Ahí eran más estrictos. Los inspectores, al principio uno los considera pesados pero después te das cuenta que… uno es el que tiene que manejarse. Ese colegio ha sido como el más importante en realidad. Porque ahí fue donde yo más me desarrollé como persona, ahí te enseñan valores. A respetar, a hablar con las personas. Habían cursos, no se, habían varias cosas, se hacían deportes, otras actividades. Ahí fue donde yo conocí la computación. Ahí entré en segundo, antes de eso era como tímido, pero igual tenía hartos amigos, pero no soy tampoco… a ver, no era extrovertido.

La disciplina: “Yo mantenía el orden, no me aprovechaba del poder, no abusaba” Cuando yo entré al taller de informática, entré por una mujer. Ella estudiaba secretariado. Era mayor que mí, yo iba en segundo y ella iba en cuarto. Y ella iba en la mañana, yo iba en la

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tarde. En ese tiempo uno se podía inscribir por una hora y podía ir una hora… a Internet. El Internet por teléfono, que era bastante lento en ese tiempo. Pero en ese tiempo, en el ‘99… No había en ninguna parte. Y bueno, de ahí empecé a aprender… porque yo entré sin saber nada. Ahí empecé a socializar con los otros cursos, otras personas. Y a fin de año ya me conocía todo el colegio. Yo era uno de los conocidos. En tercero y cuarto medio ya era… no se, casi el dueño del colegio… tenía llave. A un amigo también le gustó esta niña. De hecho entramos los dos por eso. Con esta niña… salimos un par de veces pero nada más. Y después esta niña estaba confundida entre mi amigo y yo. Ahí la amistad se rompió, nos convertimos en enemigos. Aparte que los dos hacíamos lo mismo, competíamos. Pero era yo el que siempre obtenía todo. Él era como más extrovertido pero no le caía bien a todas las personas. Y bueno después hasta la amistad se murió, hablábamos igual pero ya no… Y bueno ya después… yo me corrí, los dejé. El siguió una relación de dos años y yo… en el laboratorio. Ahí conocí a otra niña. En el laboratorio mandaba más que los inspectores. Pero nunca abusé del poder. Así entré a la informática. Hice algunos cursos de liderazgo que dictó una universidad. Hice como dos cursos, uno de liderazgo… y de inteligencia emocional, parece. Fue buena experiencia, ayuda harto a desarrollar personalidad, te enseñan a hablar. En liderazgo, te enseñan a comportarte, te enseñan a hablar ante un grupo de personas. A mí me sirvió harto. Por lo menos ya tenía la personalidad para pararme delante de un curso. Aprendí cosas que me han servido hasta el día de hoy. Al laboratorio, entré sabiendo nada y salí sabiendo un poco. En ese momento necesitaban a alguien que estuviera a cargo porque hasta esa hora no tenían a nadie. Fue porque no había coordinador de un proyecto, no tenían quien abriera el laboratorio, quien atendiera a los alumnos. Entonces pasé yo, después llegó otro profesor y bueno, al principio no sabía mucho y se contactó con nosotros y le enseñamos algunas cosas y ya, después el retomó. De a poco empecé a figurar entre los demás, porque yo era al principio como bien tímido… no tenía muchos amigos. Fui desarrollándome y conociendo todo el cuento del colegio. Yo creo que las oportunidades te van como abriendo los caminos, de a poco. Lograba controlar la situación. Mira, por ejemplo, en un principio, estaban los de quinto. Yo iba en segundo medio, entonces eran tres años mayores. Ellos pensaban que podían hacer lo que quisieran. Yo después llegué ahí y empecé a poner orden en el laboratorio, siendo duro con ellos: algo no se puede hacer, o si no se tienen que ir. Hasta que ya logré hacerme cierto… ya los controlaba. Después el laboratorio estaba en orden, entonces el director ya me empezó a dar más confianza. Hubo un problema, pero…se solucionó impecable. Había un inspector, que en un principio pensaba que yo tenía problemas psicológicos donde era muy tímido en primero medio. Pensaba que era como más quedado. Me mandaron a un centro para que me estudiaran. Aparte que en primero llegué con mala nota, con el asunto del cambio. Había un profesor que también quería que yo fuera. Yo estaba como reacio, pero no quería problemas. Fui a ese centro y me dieron una carta que yo tenía que entregársela a mis papás. Y que nunca se la entregué a mis papás.

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En esa carta ellos decían que yo era… no se, me descalificaban mucho. Después de eso, en segundo, empecé a subir las notas. Fue ahí cuando entré al laboratorio y me empecé a hacer conocido. Fue como un cambio fuerte. Y ellos quedaron mal, porque pensaban que yo tenía algún problema, y ellos tuvieron los problemas. A mí después, ya me tenían mala… Porque ellos quedaron como que estaban haciendo ataos por nada, que estaban complicando las cosas. Profesionalmente yo creo que quedaron mal. No se pueden equivocar así, pasar a alguien por… Después de esto me andaban buscando para atacarme, para retarme… por cualquier cosa. Y yo siempre lograba dar vuelta la tortilla. Si andaba con la camisa un poco desordenada, “¡arréglese la camisa! o vamos a llamar al apoderado”. Yo fui un problema para ellos en el fondo. Un día en el laboratorio había un alumno que estaba desordenando y llegó una alumna que quería hacer una tarea. En ese tiempo había ocho computadores. Estaba recién partiendo la computación y a mí me tocaba ver esa parte, sacar a el que estuviera haciendo tonteras y dejarla a ella. Entonces el tipo se picó y fue donde el inspector; el inspector me dijo “¡para qué estás tú aquí, no sirves para nada, no sé quién te puso, no sirves!” Me quedaron mirando los alumnos, “cómo te pueden tratar así”. Ellos se quedaron callados. Estaban como impactados con el inspector. Aparte que levantarme la voz… me dejó súper mal. Y yo como sabía que él no estaba bien, fui a hablar con el director, correcto, un caballero muy serio. Y, mandó a buscar al inspector. Estaban todos los alumnos y le dijo, “a este joven me lo respeta, no quiero ni que me lo toque, aquí manda él”. Lo dejó pésimo al inspector. Ahí se armó una guerra que sigue con mis hermanas. Él estudió pedagogía, ética, no sé cómo se llama la carrera y todo eso. Después hubo otros encuentros y siempre terminaban retándolo a él. Por ejemplo, yo pasaba más horas en el laboratorio que en clases. Yo como tenía buenas notas ya en ese tiempo, no tenía problemas, me dejaban salir. Se podría decir que yo capeaba mucha clase. Pero siempre respondía con los trabajos, con todo, entonces no me hacían ningún problema. De repente cuando yo salía mucho, él me llamaba la atención, pero después el jefe de pedagogía lo retó, esa vez estábamos los tres. Siempre quedaba mal, y yo como respondía en todo… no tenía cómo. No me podía pillar. Ya en cuarto era dueño y señor del laboratorio. Funcionaba bien, había orden. Por ejemplo, había algunos que ponían música fuerte y yo iba y les decía. No soy de grito ni de prepotencia, sino que soy como bien tranquilo para decir las cosas. Después los cursos eran más chicos, ya era como más fácil controlarlos. Si es que no hacían caso, ¡fuera! Y sabían que no podían acudir a nadie porque, estando yo, estaba en la razón: haciendo desorden, no. Llegaban bajando el moño. También ahí estaba este otro compañero que era administrador del laboratorio, con el que éramos rivales por una mujer que se nos atravesó. Yo mantenía el orden, no me aprovechaba del poder, no abusaba. Por ejemplo, a veces cuando podía quedarme solo en el laboratorio y decir que lo estaba arreglando, no lo hacía. El otro sí, sí lo hacía, cerraba el laboratorio y dejaba entrar a sus amigas. Y pasaba a llevar a todos los demás, a los que tenían que hacer tareas. Yo siempre les di la prioridad.

Lo social: “Ver otras realidades que no conoces y eso te ayuda a mirar el mundo de otra manera” Al campamento llegué por medio de un vecino. Me dijo “oye, hay computadores”. Y yo en ese tiempo no tenía computador en mi casa. Llegué por los computadores. Queda, no se si ubicas,…

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en una quebrada, justo al ladito. Había gente viviendo en campamento, ahora ya no es campamento. Era chiquitito, no era muy grande… Fue una bonita experiencia. Yo en ese tiempo, en la mañana estaba todo el día en el colegio y después en la noche me iba para allá. Mira, para mí fue bonito porque igual, poder ayudar a las otras personas… es bonito. Poder ver que en algo ayudaste para que una persona mejore su calidad. Empecé a ir en… tercero medio, 2001 o 2002 me parece, no estoy seguro. Fui más menos por… un año… un año y medio, después… cerraron el infocentro que había. Y bueno ya no tenía actividad. Aquí en el colegio, por ejemplo, había más cercanía, me pedían ayuda. Y allá en el infocentro estaba la gente… había harto mapuche. Estaban como recién entrando y uno les enseñaba a usar el computador, el uso básico. Por ejemplo, había algunas personas que no sabían leer… Y bueno, el computador entre el 2001 y el 2002 no es como ahora, donde los computadores están en todas partes. Los primeros computadores, eran como magia para ellos, era como imposible que ellos tomaran un computador. Esos computadores se los ganaron por un proyecto. Eran cuatro computadores. Yo llegué y me empecé a hacer amigo y ya después era como de la casa también. Había gente bien humilde, y había otros más acomodados. Había de todo. Andaban niñas a pata pelá. El campamento era chico. Más menos una cuadra. Construyeron una sede al fondo, ahí estaba el infocentro. Hicimos algunas clases para los adultos. Por ejemplo, había un viejito de 70 años que sacó su título, fue como un logro para él. Le costaba tomar el mouse. Era bonito ayudarlos. Me hice un amigo, Juan se llamaba. Era el que más sabía, siempre estábamos los dos ahí viendo las cosas. Ya después, teníamos unos software instalados con los que ayudábamos a las personas a controlar el mouse. Ahí pasábamos metidos todas las tardes como dos o tres horas. Los arreglábamos, le poníamos programas, escuchábamos música, era entretenido estar ahí. Fue una experiencia bonita. Me ayudó a crecer también. Ver otras realidades que no conoces. Y eso te ayuda a mirar el mundo de otra manera. En la ceremonia, cuando les entregaron los títulos, vinieron a grabar… y ahí la gente estaba contenta. Pero después llegaron en un camión y se robaron todos los computadores. Era gente de ahí mismo. Y ahí se cerró. Y ya no había a qué ir. El amigo que tenía, a veces va para mi casa a hacerme algunas preguntas. Con el tiempo uno deja de ver algunos amigos. Uno después se preocupa del trabajo, se cansa, y llega a la casa. No alcanza el tiempo.

Meritocracia: “Las cosas hay que ganárselas” En tercero hicimos un curso de caja… nos llevaban a unos locales para el curso y yo fui el único que lo aprobó. Después, averigüé que había una empresa que prestaba servicios a una multitienda y empecé a trabajar con ellos como cajero. Iba en tercero medio, era chiquitito, pero pagaban bien. Esa fue una buena experiencia. A mí me gustaba trabajar, me gustaba ser independiente con mi plata. Y ahí me pagaban bien, pagaban en ese tiempo mil pesos la hora. Y para uno cuando está en el colegio… una fortuna. Trabajaba diez o quince horas. Tenía harta actividad, en caja, que no era algo muy agradable pero tampoco era algo que me… desagradara. Era como salir de la burbuja y ver que…no todo era bonito como te lo pintan en el colegio. Era como, no se, “ustedes van a salir administradores, y van a ser grandes” y… al final te das cuenta que no es así: las cosas hay que ganárselas.

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No es como llegar y salir al tiro. Hay que seguir estudiando. En ese tiempo no le ponían tanto énfasis a la PSU como hoy en día. Era como… “¿Quién va dar la PSU? Ah, ya”. Ahora no, hacen campañas más fuertes. Bueno, ahí me di cuenta que el sueldo había que ganárselo. En ese momento había un proyecto de educación dual: cuatro días en el colegio y uno en un local comercial. Eso fue en tercero y cuarto. Ahí nos daban dos mil pesos que eran para colación y locomoción. Llegamos a doblar la ropa. Nos tenían más que nada doblando ropa, eh… vendiendo, en bodega… estábamos todo el curso así. Después a mi me llamaban para ir a hacer depósitos, como yo era más… depósitos en los bancos. Y bueno, ya después empecé a usar la caja, ya después no me mandaban a doblar la ropa. Yo después estaba en caja. Después averigüé de esa empresa y me metí a trabajar part time. Era como salir de la burbuja, porque ya uno trabajaba con plata, era complicado. Porque tú tenías que entregar la plata a una tesorera, la tesorera tenía el poder de…fregarte si quería. Tiene que cuadrarse la caja. Entonces en la entrega te decía “falta tanto”. A mí una vez no me cuadró como por mil pesos. Y bueno, a mi me lo descontaban. Igual ahí, no sé, todos trataban de perjudicarte. Trabajaba sábados, domingos y feriados. Como era empresa part time… te mandaban a distintos malls.

Hacerse indispensable: “Yo era ahí como la estrella de esa empresa, era el que hacía todo” En cuarto medio también tuve mucha actividad. Sí, después como no iba al Infocentro, pasaba más tiempo en el colegio. Llegaba, no se, un cuarto para las ocho y me iba a las diez. En ese tiempo apoyaba a los demás compañeros, de repente cuando tenía problemas, iba yo a arreglárselos. A veces, ayudaba a hacer tareas. Si estaban complicados… yo ayudaba. Yo no quería salir del colegio. Me gustaba, porque no era estresante, era algo que me gustaba. Me mantenía ocupado y aparte aprendía cosas. Yo iba hasta los días sábados. Como me pasaron llaves, entonces yo iba cuando quería. Pasaba más tiempo en el laboratorio que en la sala… igual tenía buenas notas. Yo no era de escribir, yo era como más de lo que escuchaba. Escribía como apuntes, algo interesante, lo escribía. Tenía un sólo cuaderno para todo y los otros diez estaban en la casa. También salía en horas de clases, como cumplía con todo, no tenía problema. Era de nota seis, aunque en matemáticas siempre fui… malo. Cuando salí del colegio, seguí trabajando de part time como dos meses. Trabajé harto ese mes porque ya venía navidad. Y después, trabajé hasta febrero. Y fue algo muy curioso porque yo tenía que hacer la práctica para sacar mi título. Dejé de trabajar y me llamaron de una empresa de informática. Eran los que le hacían mantención al colegio, y una persona de ahí me conocía. Salí un día treinta y un día tres empecé a trabajar con ellos. Fue una oportunidad. La práctica la hice en esa misma empresa que entré. Estamos hablando del año 2003. Y ahí empecé en esa empresa y típico, uno chico, piensa que sabe todo. Pero no, cuando entré me di cuenta que no sabía nada. Tenía mucho que aprender. Pero igual le ayudaba a ellos. Ellos le hacen mantención a los equipos de la asociación de empresas que sostenía el Liceo Comercial. Son como mil equipos y varias empresas privadas. Ahí crecí harto. Porque aparte no era un trabajo que tenía horario, por ser, si terminaba un trabajo me iba antes. Tampoco estaba con un

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jefe encima todo el día. Eso era bien agradable para mí. Igual soy trabajólico, pero igual era bien agradable, salir a tomar un café por ahí y no tener problemas. Ahí trabajé…seis años. Después de unos problemas que tuvimos con mi ex jefe… se trató de pasar de listo,… decidí seguir solo. Fuimos al norte a hacer un trabajo grande. Igual nosotros nos comprometíamos con la empresa. Teníamos que sacar un trabajo y trabajábamos hasta 17 horas diarias. Y aparte que era un trabajo pesado, era un trabajo haciendo redes de computación. Y bueno, el compadre me embarró con plata, no pagó ni las horas extras, dio un bono chico nomás. Estuvimos 30 días casi incomunicados en medio del desierto en unos viñedos, entonces era difícil. Bueno, después nos peleamos con él, pero yo era ahí como la estrella de esa empresa. Yo era el que hacía todo, el que facturaba, el que hacía todo. El que cobraba, era prácticamente… la empresa. Y bueno ya después de eso me chorié y me salí y seguí solo, ahora soy independiente.

Autonomía y familia: “Vivo en mi casa, pero yo hago mi vida” Mira, nunca he sido como tan apegado a la familia, soy como más independiente. Vivo en mi casa pero yo hago mi vida, si quiero salir salgo, no pido permiso ni nada. Pero no soy desordenado, soy una persona responsable y buena: como trabajo tanto, paso poco tiempo en casa. Mis viejos, de hecho ellos no tienen mucha información de mí. No les cuento mucho de mi vida, solo saben que trabajo en informática, pero no saben más allá, porque no me gusta que se metan en mis asuntos. Soy malo para hablar de mis cosas con ellos. Porque aparte mi mamá es como… bien pesimista. Piensa como en otros primos que tuvieron algunos problemas… financieros. Y piensa que a mí me va a pasar lo mismo. Pero bueno, a mí por suerte siempre me han salido las cosas bien. Soy bien optimista con las cosas que hago. Con mi papá conversaba, compartía harto con él, porque lo acompañaba a trabajar y tampoco sabe mucho… de mi vida, y él tampoco pregunta porque sabe que no me gusta. Ellos ven más los logros. Mi papá es pintor en un taller de autos, el trabaja en un taller americano. Mi mamá no trabaja, está en la casa, es harto trabajo sí, (risas) Siempre ha estado ordenando y administrando todo. Mis hermanas, por ejemplo, tengo una que trabaja en un supermercado. Con ella no tengo mucha relación. Es un poco conflictiva, le gusta armar cahuines y cosas así. Tengo otra, que trabaja en una heladería, que es como jefa de local. Tengo otra hermana que está casada, y ella trabaja en su casa, es dueña de casa. Tienen dos hijos y el esposo trabaja en demoliciones en una empresa bien conocida, no me recuerdo como se llama. Mi otra hermana estudia en el colegio. Mis sobrinos son un poco… difíciles, son inquietos. Tengo una que… habla demasiado (risas), marea. Tiene 3 años, pero es muy inteligente, muy astuta. De hecho entiende todo, es muy astuta. Y el hermano, es chiquitito, tiene un año siete meses. Pero igual, el niño es complicado. Son inquietos, son maldadosos. Tengo otro, que es de mi otra hermana. Que es de la que trabaja en el supermercado, él tiene nueve años, él es más tranquilo. Es bien gordito, le gusta ver tele y estar en el computador. Le gusta armar su vida. Ese es más regalón. Salimos más, es como más tranquilo, pasa en el computador. A la niña hay que andarla trayendo con una especie de amarra, para que no salga corriendo. No, ¡y son inquietos! De repente con el mayor vamos a los eventos por ejemplo, salón del automóvil, la FIDAE. Es que el mayor es bien parecido a mí. Los otros chiquititos no saben, pero igual los voy a sacar.

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Antes yo era más trabajólico que de salir con amigos. Hoy en día no, soy diferente, hoy en día salgo con amigos. Tengo actividades. Aunque no he sido de tantos amigos. Ahora estoy más sociabilizado como para salir, como para divertirme, como para darme un tiempo para mí. Tuve una relación, dos años, pero terminó hace poco, unos dos meses. Con mi polola salíamos harto. Soy como poco monótono, siempre hago cosas diferentes, voy a lugares diferentes. Entonces… lo he pasado bien. Bueno, ahora ya no estoy con ella, se acabó, pero ahora tengo unos amigos con los que salimos, vamos a unos pubs. Lo que sí, siempre han sido amigos mayores, no sé por qué. No se, de treinta hacia arriba. Siempre he tenido problemas para adaptarme con gente de mi edad. Yo soy como… pienso diferente. Como que me adapto mejor en los grupos de gente mayor. Yo tengo en mi cabeza surgir nomás. Y mis amigos también; las conversaciones son de la vida cotidiana, del trabajo, de la vida personal. Con esos amigos soy como más… como que salimos, a veces nos vamos a tomar por ahí. Son del mundo del trabajo. Los otros son del sur, con esos también salimos. Salgo harto, salgo harto con ellos. En este momento estoy enamorado igual… de una chica poco clara. Sí, pero soy yo el que corta con las cosas no…de hecho en el trabajo soy yo siempre el que me voy. En el amor también.

Expectativas de futuro: mi propio negocio Mira, hace poco ya me asocié con un socio grande. Entonces vamos a tener una empresa. Más menos, tenemos que hacerlo rápido. Y en el futuro me veo como más tranquilo como más relajado. Alguien… no voy a ser tan trabajólico como he sido hasta ahora. A lo mejor ya voy a empezar a delegar cosas, voy a dedicarme como a disfrutar más. Yo dije, voy a tirarme la piscina porque no sabía cómo me iba a ir. Yo tenía varios clientes, clientes de casas que te llaman. Y bueno, al final con eso, yo dije, me manejo. Generalmente yo era como bien selectivo con los clientes no… por ejemplo, eh… generalmente trato de tener clientes del sector oriente. Pero acá fue diferente cuando salí, como yo atendía a las empresas, las empresas me reconocían a mí… entonces cuando yo les avisé, todos me dijeron, ah, entonces seguimos trabajando contigo. Así que, ahí estoy. Desde este marzo en adelante. No he estado complicado de plata, ni nada. Siempre he tenido horarios exigentes. Pero era porque yo me auto exigía mucho. Ahora igual me exijo harto, pero estoy de repente dos horas en mi casa y salgo para allá, para acá. Digamos que paso un poco más de tiempo en la casa. Allá tengo mi oficina… Yo veo más con correo y soporte… entonces igual trabajo desde mi casa. En mi trabajo yo soy soporte, atiendo clientes. En el fondo soluciono cualquier problema que tenga, menos programación, no programo. También hago ventas. Ventas de equipos, asesoro a la gente cuando quiere hacer compras. Las oriento un poco. Bueno, y ahora último ya me independicé más y ahí empecé a atender yo los clientes. La empresa ya la tenemos armada. Es para relojes de asistencia. Son como las tarjetas, más modernas. También las cámaras de los supermercados, del metro. También sistemas de balanzas

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electrónicas. Son servicios para empresas grandes. Ya estamos trabajando en eso. Por ahora estamos vendiendo, estamos haciendo todo el papeleo, ya lo tenemos listo. La empresa ya estaba creada, entonces nosotros llegamos, la retomamos y empezamos a vender. La crearon dos clientes que yo tuve. Entonces, por ahí nos anduvimos acercando y ellos me comentaron que necesitaban una idea de negocio. Yo tengo un conocido, que sabe hacer este trabajo. Yo le dije, mira podemos armar esto, tengo personas que podrían ser socios capitalistas y por ahí se fue dando. Somos como socios estratégicos. Ellos manejan todo lo que es papeleo, nosotros la parte técnica, las ventas y todo eso. Ahora estamos visitando empresas, para venderle los productos. Llamamos, pedimos una hora con la gerencia y concordamos una reunión. Le enviamos información y en la reunión uno le muestra los productos y le decimos lo que puede ganar. Nos ha ido bien, ya de hecho estamos vendiendo ya. Vamos a empezar a vender equipos computacionales, equipos de oficina. Todo lo que tenga que ver con computación, también vamos a tener máquinas contadoras de plata, esas que se usan en los bancos. Y vamos a entregar varios servicios. Eso ha sido como un logro grande. Pero lo bueno es que esta empresa ya estaba creada… más fácil. Y eso que somos reacios a tener sociedades porque hay peleas siempre. Entonces dijimos: no, nosotros vamos a tener las cosas bien claras desde un principio. Para que después nos tengamos problemas. Por ejemplo, el porcentaje de pertenencia a la empresa, ya lo tenemos dividido. Lo que queremos hacer es una empresa ordenada. Seria, responsable… que cumpla.

La iniciativa personal como clave del éxito: “Hay oportunidades para todos acá, sólo hay que saber usarlas” Yo viajo harto. He ido a Copiapó, a Puerto Montt, antes iba a Los Vilos, La Serena. Se nota el cambio de las personas. Entre los del norte y los del sur… acá en el centro. Los del norte son como más apagados. Los del sur son como más… no sé, como más introvertidos. Introvertidos, sí, son todos como pa’ adentro, no me relaciono mucho con ellos porque no sé… son como más clasistas. Claro, en el norte también. En Santiago es como más… es diferente. Mira, el norte lo encuentro depresivo. Lo veo como oscuro, sin vida. Los del norte, son como más apagados, como que le falta más esa… cierta vida. Y son como más clasistas allá. Como que la gente es más fría. Yo prefiero acá. Definitivamente. Conociendo lo que conozco del norte, no, del sur, yo prefiero acá. Santiago es una ciudad estresada. Igual no somos como tan apagados sino que somos… encuentro, solidarios. Uno pregunta, te responden… lo que si se siente es que la gente anda asustada, como cuando vas a preguntarle algo y al tiro su bolso, su cartera… Somos como más paranoicos hoy en día. Así son las personas, pero no sé, hay oportunidades para todos acá. Sí, sólo hay que saber usarlas

El futuro del país Mira, este es un país que… yo trabajo en muchas empresas entonces tengo una visión… este es un país que se mantiene bien, creciendo bien. Porque va evolucionando. Todavía no va a

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ser un país desarrollado, pero vamos hacia allá. Veo que está creciendo bien, que hay más confianza en las empresas para invertir. Se nota que ya se está nivelando la cosa. Se nota en los ambientes de las empresas. Están dispuestos a hacer inversiones, a comprar cosas. Están como preparándose. Ya no están estancados, así como estuvieron hace un tiempo. Como que tenían la plata ahí, guardadita para las vacas flacas. Yo creo que todos tenemos que tener confianza para… no sé, para trabajar porque todos tenemos que poner energía para poder mejorar las cosas. En el fondo todos tenemos que… jugárnoslas. Claro, porque uno a veces ve que en la empresa les da lo mismo el trabajo, trabajan porque… no les importa evolucionar sino que mantenerse. Como que falta que las personas sean un poco más proactivas.

Lo político: “Ni derecha, ni izquierda, ni nada”. Yo no estoy inscrito. De partida porque no creo en los políticos. Dicen que son de una forma, pero hacia dentro son una cosa y hacia fuera son otra. Como que se contradicen a veces. Se pelean mucho. Hacen mucha diferencia entre los partidos… y eso como que no… No me inclino por ninguna política. Ni derecha, ni de izquierda, ni comunista tampoco. Como que soy más abierto, defiendo ciertas ideas que si son buenas… pero no me inscribo porque no, como que no concuerdo con las ideas que ellos tienen.

Las movilizaciones pingüinas Durante las movilizaciones pingüinas mis hermanas simplemente se quedaron en la casa. Pero era justo lo que ellos reclamaban. Lo que fue malo es que después como vieron que tenían el toro por las astas dijeron: “No, aquí hacemos lo que queremos”. Eso ya se les escapó de las manos a ellos. Era justo lo que pedían pero después se politizaron mucho. De hecho hubo una participación política… los políticos. De hecho todos estaban metidos en partidos. Entonces como que ahí se desvirtúo el tema. Mira, la primera movilización que hubo, todo bien, no sabían nada, no tomaban las posturas de nadie, solos organizaron esto, pero ya después empezaron más movilizaciones, empezaron a hacer desorden. Hicieron desórdenes, rompieron cosas.

El pasado reciente Mis papás siempre han estado como agradecidos porque el momento de Allende fue un momento malo para ellos. Donde pasaba lo que pasaba, no había mercadería, no había nada. Entonces cuando intervinieron los militares, fue cuando ellos pudieron surgir. Entonces no están en contra. Obviamente, igual tuvieron sus cosas malas, que tampoco se les puede aplaudir. Pero su visión o por lo menos la realidad que tenía mi familia, era mejor con el Golpe y todo lo demás. Yo no, me considero neutral, no soy de ningún partido ni nada, de hecho, ni siquiera estoy inscrito… porque no concuerdo con ninguna visión política. Sé que Pinochet hizo hartas cosas malas pero también puso cierto orden. Y bueno, ya después se entregó a la democracia… y bueno, de ahí hasta ahora. Yo tengo un primo que trabaja en la Moneda. Trabajó en esa investi-

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gación que hicieron, que buscaron a todos los detenidos desaparecidos a los que les cambiaron el nombre. Porque hay muchos que cambiaron el nombre. Entonces los empezaron a ubicar. Ha encontrado un montón de gente que se había cambiado el nombre. Entonces, tampoco fue todo tan… o sea, no fueron tantos muertos como decían. Y, por ejemplo, las familias estaban recibiendo los bonos que da el gobierno, estudiaron. Y el investigó todo esto. Esto salió a la luz no hace mucho. Igual por eso también, no apoyo tampoco a los comunistas ni nada de eso. Ni derecha, ni izquierda, ni nada. Porque no creo que ninguno tenga la razón. Yo creo que entre todos los diferentes partidos se logran cosas. Soy como más neutral.

Los políticos Mi tía trabaja para un político, mi tía es su cocinera. Él es una persona inteligente que lee mucho. Y también conozco a una señora, una señora comunista fanática, que no se, ella estaba como llena de odio, contra todo. Yo la atendí y le revisé el computador. Pero ella era… trataba de poner palabras en mi boca que yo no decía. Me dijo que yo le iba a habilitar un escáner en un equipo antiguo, incompatibles totalmente, y yo le dije que no se puede. “Pero no, tú me dijiste que si se podía”. Después me fui y me llamó a mi casa, yo le dije pero si no sacamos nada porque son incompatibles. Ahí me trato re mal. Yo le dije, hasta luego y al final terminamos de conversar. Me di cuenta que era comunista porque la casa la tenía llena de afiches, de banderitas… las tenía pegados en la pared… estaba todo empapelado de eso. Además era una persona…que me causó rechazo. Empecé a ver que en sus palabras hay odio… Bueno, a lo mejor sufrió mucho pero…

El reconocimiento: “Yo llegué y lo logré” También están los premios que me dieron. No sé, me dieron una medalla, como en tercero medio, al mejor alumno. Entonces fue bonito. Es como una meta. Bueno, después me dieron otro premio que también fue por mejor alumno, este fue cuando salí del liceo. Me dieron una placa, bien bonita, me llamaron al escenario. Fue porque yo era coordinador de un proyecto, que ayudaba al colegio… Bueno, eso fue… fue bien especial, a parte que me llamaron delante de todos, estaban mis papás, entonces fue como… sentí gratificación pero no por mí, sino por mis papás. Como… que ellos se emocionan y todo eso. Aparte fue un reconocimiento especial, me llamaron a mí y a otro compañero más. Otro hito, yo te conté también que yo trabajé como cajero de una empresa externa. Y, después en el verano, ya había salido del colegio, llegó un momento en que dije ya no más, ya no quería hacer tanto. Listo, dije, ya fuera, fui, avisé que no iba a trabajar. Y después a los tres días me llamaron de la empresa. Eso fue como, también significativo porque yo… yo no lo esperaba. Yo salí del colegio, me desconecté de los computadores, yo dije, hasta aquí nomás llegó. Voy a tener que hacer mi vida. Y en ese momento me llamaron, y yo me sentí feliz porque… porque estaba trabajando en lo que me gustaba. Fue como una meta, porque fue lo que yo quería. Iba seguir trabajando pero como estaba recién saliendo, no tenía experiencia, era como difícil encontrar trabajo en esto. Después empecé a trabajar, tuve que empezar casi de cero. Porque habían otras cosas que yo tenía, otros pensamientos, otras ideas para el trabajo. Después aprendí a hacer bien las

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cosas y empecé, de no saber nada, a ser ayudante. Empecé a subir de a poquito. Ese fue un proceso largo, fueron como dos años, más menos. Empecé a aprender, aprender hasta que ya no me daba ni cuenta. Me empezaron a dar tareas más difíciles, por ejemplo, atender los clientes pesados. Porque tenía cierta… no tenía problema en hablar con ellos, tenían confianza conmigo. También me mandaban a mí a los trabajos complicados. Hubo una empresa en el sur, que tuvo un problema grande y ahí me tuve que ir para allá. Al final logré hacer las conexiones. Estuvieron españoles trabajando y no pudieron, una gran empresa, tampoco. Entonces yo llegué y lo logré.

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PODER ELEGIR: “LA INFLUENCIA QUE TIENE UNA ELECCIÓN, LA POLÍTICA”6 “La familia o el colegio, lo privado nunca me reprimió o me impulsó a buscar una identidad religiosa o política. La formación en la casa te ayuda a ver en qué creer y en qué no. Ahora yo creo que si hubiese sido una comunista revolucionaria, hubiese tenido problemas en mi casa, pero no, no me veo en protestas o abanderándome con alguien, es decir, de esa manera. Las pasiones en cualquier ámbito de la vida son peligrosas, en el amor, en la familia. Las pasiones, en el fútbol, la religión… son peligrosas hay que estar convencido de algo y defenderlo hasta la muerte, pero con criterio”. Romina tiene 25 años, ha vivido toda su vida en el sector sur oriente de la capital junto a su familia compuesta por su padre, su madre y sus dos hermanos menores. Estudió sus primeros años en un pequeño colegio particular que sólo tiene hasta el sexto nivel de enseñanza básica. Luego se cambio a un liceo municipal. Estudió psicología en una universidad privada. Al momento de la entrevista trabajaba ejerciendo su profesión en una universidad del Consejo de Rectores. Hace un par de años se inscribió en los registros electorales.

“El respeto hacia el otro… todos éramos iguales” Soy psicóloga, tengo 25 años, trabajo en reparación de abuso. En instancias sociales, me presento generalmente con un seudónimo, yo tengo un sobrenombre familiar, me presento desde ahí. Tengo una especialización que está relacionada con abuso sexual. Siempre hablo, en instancias tanto sociales como laborales, mucho sobre esa experiencia de trabajo, porque es un área, que claro, para la gente causa cierta impresión, pero me siento bien a gusto comentándolo. Creo que tengo una buena experiencia, una buena formación en el área, en centros de prestigio. Me siento satisfecha hasta el momento con mi formación. Creo que soy una mujer joven, en un inicio de camino para cumplir grandes metas, como profesional, con ganas de seguir ejerciendo, con hartos planes a futuro con herramientas para poder lograrlo. Siempre he vivido en el sector sur oriente de Santiago. Me he cambiado de casa, viví en otro sector entre los cuatro y los ocho años, cerca del Campus Oriente. Después, me fui a otra parte. Siempre a quince minutos del colegio, la primera vez que me moví fue cuando me fui a la universidad. 6

Entrevista editada por Marcos Barreto y Teresa Cáceres.

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La historia comienza en la escuela Mi historia puede empezar en la etapa escolar. Uno tiene un poco más de recuerdos y empieza a tener un poco más de conciencia de lo que pasa en los discursos familiares, en los discursos sociales, o de los discursos de los padres, un poco desde ahí. Tengo fantásticos recuerdos de mi primer colegio hasta el día de hoy. Mis mejores amigas son de esa época. Son de ahí. Vamos mucho al colegio. Como es tan chiquitito siempre sabes quién está. Siempre son hermanos o primos de alguien que ya estuvo. Es bien rico cuando te encuentras o conoces alguien X y te dice: “Yo también estuve ahí”, hay una conexión especial. Creo que lo que caracteriza a ese colegio es la formación, es decir, integrarte con tus cualidades, con tus defectos, con tus virtudes. El respeto hacia el otro. No se toleraban los sobrenombres burlescos, ni la vanidad. Tú llegabas el primer día de clases y tenías una mesa con todos tus útiles, desde el sacapunta hasta los libros, de todo. Al pagar los padres la matrícula, se incluía todo eso. Todos los cuadernos eran iguales, todos los lápices iguales, todo era igual. Yo nunca supe que alguien tuviera el cuaderno más lindo. Esa es una realidad que viven los niños hoy en día. O mis lápices son Faber Castell y los tuyos son marca chancho. Todos éramos iguales. Igualmente queridos, no existía el patito feo del curso, no existía el rechazado del curso, si llovía, tenía la estufa calentita. Creo que en sexto básico es el momento para partir del colegio, para que el pájaro salga. Creo que es una instancia. Si sales más grande, sales mamón y no percibes lo que pasa en el mundo, no ves lo que se te puede venir encima. Eso les pasó a muchos de mis compañeros que desde este colegio pasaron a liceos emblemáticos. De todas formas, yo no conozco ninguna historia de mis compañeros, de los compañeros de mi hermana o de mis primos, de algún cabro que se haya perdido, se haya metido, no sé, en la droga o embarazo adolescente. Creo que fue una infancia que resultó ser una extensión de la casa. Si tengo hijos y recursos yo los metería en ese colegio. Ahora está distinto, porque también los niños están distintos, las profesoras también, están más viejas y han tenido que irse renovando, pero creo que la filosofía inicial es la misma. El colegio es laico, con una filosofía de educación humanista, orientada a la formación social de los niños más que académica. Trabajan mujeres, no se casan, ocupan cierto tipo de hábito, creen en la virgen, pero de todas formas es un colegio laico. Nunca tuve una influencia muy marcada respecto a un discurso religioso, ni político, ni de raza. Era un colegio bien pluralista. Bueno, mis padres no están casados por la iglesia, por lo tanto, estuvo bien ubicarnos en ese colegio, acorde a la realidad de la familia. Si bien, ellos vienen de colegios católicos -mi padre de un establecimiento de sacerdotes y mi mamá de un colegio de monjas- jamás nos incentivaron a la religión. Muchas niñas dicen “me obligaban a hacer la primera comunión”. Ellos siempre permitieron que tuviésemos una búsqueda individual. En sexto básico, todos nos íbamos del colegio y la sufrimos, decíamos: “Señorita, por qué no agrandan el colegio”. Yo creo que fue como la pérdida, nunca resuelta del colegio. Yo me hubiese quedado feliz allá. También lo miro desde fuera y digo: “Si me hubiese quedado hasta siempre ahí, hubiese seguido toda la vida en una burbuja”. Lo hemos conversado, bueno yo salí y siempre hemos tenido buenas relaciones con las profesoras y en general todos los ex alumnos. En una época quisieron hacer hasta octavo básico y para ellas fue difícil, porque son

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mujeres de edad que ya no estaban dispuestas a lidiar con ciertas cosas de la adolescencia, entonces volvieron a sexto, volvieron a trabajar con niños.

Lo político: “Yo creo que los discursos sociales, políticos o económicos, hacia los adolescentes… son bien peligrosos” Yo conocía este liceo, porque se iba mi mejor amiga, nada más. La seguí a ella, porque estás en una edad en la que cuesta adaptarte a otros lugares, a los doce años a uno le cuesta interactuar socialmente y no había nada mejor que irse acoplado a alguien. El anterior colegio te había incentivado a generar lazos súper unidos entre los niños, así que entramos a este colegio y fue otro mundo. Desde lo social, desde la realidad económica, de nuestras compañeras, del mismo colegio y los recursos que tenía, hasta los discursos de los profesores. Venía de un colegio absolutamente neutro en cuanto al discurso, desde la historia de los profesores, desde el concepto de la educación, a un colegio con profesores abanderados con una realidad social, con una postura política. Me parece que fue absolutamente favorable para entrar al mundo también, porque estaba en una burbuja y creo que desde ahí, fue más la influencia del discurso social al que yo me fui metiendo. Nunca enganché con el liceo, nunca. Pienso ahora y más cuando te empiezas a enfrentar a otros lugares, a conocer otros colegios y dices: “Que lata la onda de los profesores, la onda de las niñas”. De hecho, hace unos días escuchaba que mi mamá le contaba a una vecina que tiene a su hija en el mismo colegio, que sus hijas mayores habían estado ahí y su hija más chica está muy molesta o no quiere ir al colegio, porque es un liceo de niñas y hay conductas inadecuadas en los baños. Entonces la chica no quiere ir al colegio. No está controlado, ¿Me entiendes? Entonces, independiente de la prácticas que tengan las niñas, es inadecuado, eso te habla del tipo de manejo de las cabezas del colegio y de los profesores. Quizás la molestia va en el poco compromiso que hay, y ahí es donde tú dices “estos profesores que llegan, te cuentean, gritan y hacen paros…” y esa es la verdadera realidad, no se comprometen, porque con ellos no se han comprometido o porque hay una falta de vocación. Ahora, yo hice buenas amigas, de hecho mi mejor amiga salió de ahí. Dos de mis mejores amigas son compañeras de esa época, con las que me veo todos los fines de semana. Nunca pensé en cambiarme, porque para mí el colegio ya era un trámite. Yo quería terminar luego y a mí siempre me fue súper bien, a pesar de que no estudiaba. Me iba bien, porque creo que no estaba en la onda de ir a tontear al colegio. Ponía atención en clases y después no estudiaba. Pero en la universidad eso no te sirve (risas). No, nunca pensé en cambiarme, porque lo que no me gustaba, claro, era la no relación que existía entre alumnos y profesores. Iban los profesores y te pasaban la materia y salían a fumar. Yo creo que estaba mal acostumbrada, porque lo más probable es que muchos colegios sean así. En muchos colegios que tienen más de treinta niños, sean municipalizados, sean subvencionados o particulares yo creo que tienen esa misma realidad. Hasta el día de hoy, con mi hermana vimos una profesora en la calle, era la profesora de historia y las dos dijimos “esta era la única profesora buena del colegio”. Teníamos un buen recuerdo de ella. También la profesora que me recibió, mi profesora de primero medio me acuerdo, era una galla así súper chora. Ella te hablaba de todas sus posturas, pero te decía “Quiero que tú

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tengas tu postura clara”, además era profesora de educación cívica, una cosa así, entonces, era muy entretenida ella. Y ella me agarró, me acuerdo, me metió al centro de alumnos. Yo era la representante de mi curso en el centro de alumnas. Entonces, me dijo: “Ya, aquí donde las papas queman tú tienes que ver cuál es tu postura”. Tienes que tener un compromiso, una convicción, ser súper aperrada, es decir, en colegios grandes no es cualquier cosa, no es como cuando uno estaba en el colegio con ganas de ser presidente de curso, y todos votaban y levantaba la mano, no, aquí la cuestión es... complicada. Ella era una de las profesoras guías del Centro de Alumnos. Entonces, cada curso tenía que tener una representante y nosotras, en primero medio, éramos bastantes nuevas. Mi curso no tenía a nadie que fuera. Y yo como siempre era la polvorita, que opinaba porque sí y porque no en clases, me dijo “ya, tú vas a ir”. “¡No, pero que lata!” le decía yo, “quedarme más rato, quiero irme a mi casa”. “No, tu vas”. Y me acuerdo que estábamos en la reunión y dijeron: “Ya, ahora necesitamos una delegada de los primeros medios para conformar la tesorería”, que en verdad no hacías nada, pero cuando la tesorera daba cuenta, tú eras la que llevabas la hojita no más, tú le comunicabas a los otros primeros y nadie quería. Y la profesora dice “la alumna de mi primero va a ser...”, yo odiándola con toda mi alma. No tuve mala onda con los profesores, independiente de lo despersonalizado, creo que de alguna manera me destaqué. De hecho, para fin de año en cuarto medio, daban el premio “Liceo Municipal” y yo era la representante de mi curso, porque mi profesor me postuló y cuando me fue a proponer, yo le dije: “Sabe que no...” No me lo gané, había otras niñas que tenían promedio siete y que estaban metidas en actividades deportivas. Lógico, ese era el espíritu del liceo. Yo siempre opinaba, porque yo no iba al colegio a escuchar personal (stereo). Pero siempre opinaba, discutía las correcciones de las pruebas, les decía a mis compañeras que teníamos que ponernos las pilas, que no podíamos ser tan apáticas. No era como dirigente social, ni nada, pero creo que esa fue la otra lata, que tú llegabas al colegio, cumplías y te ibas a la casa. Cuando estás en el colegio si el adulto, el profesor te habla desde su postura política o te habla desde su realidad social, y a partir de ahí arma una crítica a tu postura, creo que es dañino, porque estás mucho más vulnerable a las consecuencias de esos discursos. Yo creo que los discursos sociales, políticos o económicos, hacia los adolescentes, en los niños, son bien peligrosos, porque movilizan muchas cosas que tienen que ver con la conformación de la identidad. Creo que hay que ser bien responsable cuando uno es profesor o cuando uno es dirigente social o dirigente político, hay que ser bien cuidadoso con ese sector. En el liceo, estos discursos, eran mucho más marcados. Profesores muy abanderados, eso me molestó en algún momento, porque sentía que inundaban las clases, inundaban la historia, inundaban la formación de los cursos desde esa perspectiva individual. Tenía una profesora que era absolutamente hippie, ella vivía en su época hippie, vivía en los resentimientos, dolores y rencores. Entonces enseñaba historia y llegaba a un momento de la historia en que de pronto empezaba a contar su experiencia personal. Me acuerdo que en esa época también hubo una movilización muy fuerte, creo que la primera movilización de los alumnos con representantes y se asociaba las peticiones que tenían ellos,

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en ese momento, con las peticiones del pasado. Los profesores apoyaban mucho desde su historia: “No, es que nosotros hicimos tal cosa...y ustedes tienen que hacer esto…”. Sentía que eran momentos distintos, necesidades distintas, que éramos jóvenes distintos. Debe haber sido 2000 o 2001, estaba en tercero o cuarto medio. Me acuerdo que una niña de mi generación estaba como en estos CAP, CAJ. No lo sé, centros estudiantiles, como voceros y también debe haber sido cuarto medio, cuando yo decía: “Lo único que quiero es salir del colegio”. Ojalá esta cuestión se acabe luego. Yo entiendo las peticiones y el discurso de los alumnos y sus necesidades, pero si nos vamos a paro un mes ¿Cuándo voy a terminar este colegio?, ¿Cuándo voy a salir? Se van a atrasar mis proyectos y la prueba de aptitud. Para mi cuarto medio fue preparar la prueba de aptitud, porque tenía claro que estaba en un colegio municipalizado con una base muy mala respecto a la prueba. Yo creo, que haber estado en un colegio municipalizado donde había niñas con otra realidad económica, social y con otras proyecciones a la mía me permitió tener amigas de todo tipo de clase social. O sea, una de mis grandes amigas es hija de la empleada de mi abuela ¿Te das cuenta? Es como una hermana para mí. Yo nunca he tenido conflicto con eso, pero sí se nota cuando tu compartes con ella, cuando llegas a cierta edad y empiezas a decir; “No sé, ¿Qué vas hacer para el verano?” Y no sé, se arrancaba de la casa o dormía en la playa y yo me iba dos meses a la playa. O “¿Qué vas a hacer cuando salgas de cuarto medio?”. Había muchas que se iban a casar y tener guagua, no, yo quiero estudiar, o sea, tú ibas al preuniversitario y las otras no podían. O te iban a dejar en auto y las otras llegaban en micro lloviendo, ¿Entiendes? Cuando entré a séptimo básico a ese colegio yo no tenía idea lo que era la vida sexual, sin embargo, ellas tenían una vida sexual iniciada, ya estaban hablando de posibles embarazos y de pastillas anticonceptivas. Todo eso fue como chocante también. Las niñas se juntaban con pandillas raperas, típico de esa época, ellas mismas eran raperas o peleaban entre mujeres, yo nunca lo entendí. Se peleaban en la esquina del colegio, como que había muchas cosas que no formaban parte de mi vida. Yo creo que como venía de una formación anterior familiar con otros valores y además la influencia del colegio particular, en cuanto a los valores de la amistad, del respeto, no enganché con esto otro. Porque es un riesgo, como dicen, las malas juntas. Cabras que consumían marihuana desde muy chicas... yo tengo amigos que se fuman un pito en un carrete y da lo mismo, o sea, allá ellos, pero a los trece, catorce, quince años. Cuando tú eres chico y te enfrentas a quince con esas conductas y estás tú sin esa conducta puedes caer y hacerlo también. Bueno, yo estaba bien contenida, creo. No era de las cabras que se arrancaban. Salías a la una del colegio y llegabas a las ocho a tu casa. No se me pasaba por la cabeza salir sin permiso de mis papás. Eso me ayudó a tener una buena relación con ellos. Muchas veces no me dieron permiso. Pero nunca no me dieron un permiso, porque en mi casa se prohibiera salir. Yo creo que eso también me marcó como cierta distancia, como te decía, tengo tres súper amigas del colegio. Así muy, muy amigas de las que te digo que nos vemos siempre y que venían como de la misma onda que yo, las familias son parecidas a la mía.

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Una educación prestigiosa: “Estudia en la universidad del pueblo o si no nadie te va a dar trabajo” Bueno, en tercero medio no tenía idea de qué estudiar, creo que una dice: “Me gusta más este ramo” y desde ahí empiezas, soy buena para las matemáticas, en fin. No me gustaba ningún ramo en el colegio. Me iba bien en el colegio, me iba excelente en matemáticas, pero no iba a estudiar ingeniería jamás en mi vida, eso lo tenía claro. No quería estudiar ninguna carrera biológica, me da pánico hasta sacarme sangre, entonces, por ahí no. Empecé a tomar los ramos de filosofía y desde la filosofía empezamos a hablar mucho con el profesor de esa época. Me acuerdo que en el verano de 2001, él me recomendó muchos libros para leer y a mí me gusta leer. Me dijo, lee, busca leyendo; y buscando empecé a conocer más. Al año siguiente tomé unos electivos del colegio, conocí un par de personas vinculadas a mi familia que estaban recién tituladas y coincidió. Hice el preuniversitario en una universidad tradicional, y ahí también tuvimos una orientación vocacional donde tú hablas respecto a lo que quieres estudiar. Tenía el estrés típico del último año, por prueba de aptitud, puesto que había que prepararla, que estudiaste todo el año de preuniversitario, además estaba asumiendo que “chuta parece que no voy a estudiar en la Católica, o en la Chile”. Pero yo creo que no me enfrenté a todo eso con el puntaje en la mano, sino que venía cachando que no iba para allá. Aunque no me fue mal en la prueba, no saqué lo necesario para entrar. Esto también me sirvió para tomar mejor la decisión de dónde estudiar. Yo entré al preuniversitario y sacaba trescientos puntos. Entonces, tenía una base pésima y era porque no conocía los facsímiles, era sólo por eso. No por no poder asimilar los conocimientos del año, sino porque no conocías el material, no sabías cómo era la prueba al final. No te habían preparado. A mí me pareció lamentable, es decir, tuve la oportunidad de prepararme, pero otras niñas no lo tuvieron, se quedaban con las clases, que eran en estas hojas de roneo, con un profesor que tenía como 80 años. No había actualización de nada, ni de los conocimientos. Yo nunca me sentí discriminada, pero claro, mi familia tenía una posición mejor a otras compañeras. De las cuarenta y cinco de mi curso, yo creo que sólo tres estudiamos en universidades privadas. Había cierto discurso que decía: “No estudies en una universidad privada, estudia en esta universidad del Consejo de Rectores, la universidad del pueblo, o en esta otra universidad del Consejo de Rectores , sino nadie te va a dar trabajo...”. Mi búsqueda no era por el nombre de la universidad, sino más bien por la estructura de las mallas. Todo esto constituye otro momento importante que me llevó a tomar decisiones. Me orientaron mucho a buscar las mallas académicas, que no todas eran iguales, habían algunas que profundizaban más en un área. Me gustó mucho más la de la universidad privada. Yo sentía que quería algo más social y la malla de la universidad privada es bien social, porque es desde el contacto con el otro, al final. Estando ahí me interesó trabajar con niños. Pero creo que llegué ahí a través de la filosofía, desde el no saber qué estudiar. Hasta tercero medio no tienes idea que existe este otro mundo más reflexivo que las matemáticas, el castellano, la historia, las ciencias naturales o la biología.

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Las universidades tienen un sesgo bien marcado. Sobre todo en éstas creo, no tanto las ingenierías. Empecé a buscar... viendo por un lado, y dije: “Ya, esta corriente me gusta, esta otra corriente no tanto…” y empiezas a descartar. Es ideal quedar en una universidad estatal, pero después yo decía: “No sé si quiero estudiar en la universidad del Consejo de Rectores, porque no sé si quiero estar con clases mes por medio”. Eso también es un fenómeno social, porque es una realidad que los alumnos de la universidad del Consejo de Rectores participan más de las protestas, de los paros, reclaman más y es real, o sea, tienen una realidad de estudio distinta. Bueno, entré a la universidad privada y estoy bien satisfecha con la elección y con el contexto que me tocó vivir, o sea, ellos tienen el eslogan “pluralista”. Yo creo que en verdad es bien pluralista, te puedes encontrar con gente de todo nivel socioeconómico, de todo tipo de religión, de todo tipo de postura política y no hay una represión respecto a los discursos. Entré el 2002, claro muy curada del colegio… trabajando acá (universidad tradicional) me he dado cuenta que sí hay mucha más represión social con la postura de las personas, desde lo administrativo, y me imagino que con los estudiantes debe ser mucho más fuerte. En ese sentido, creo que también estuve mucho más tranquila, sabiendo que estaba estudiando sin ningún sesgo específico, con profesores que tienen su postura y que en verdad, estamos dialogando entre adultos. Yo tengo re buenos recuerdos de la universidad, yo salí el 2006, me titulé el 2008, hice práctica de un año. Tengo muy buenos recuerdos de la universidad, desde los conocimientos... bueno, de lo básico de los conocimientos que recibí, en el ambiente en que me moví y el respeto que existía en la escuela. Era una escuela bien respetuosa. Se notaba que tú no eras juzgado por tu opinión, tú no eras juzgado por lo que tú transmitías en tu trabajo. Un ejemplo, había gente que era religiosa y que obviamente su comprensión de algún tema estaba muy sesgada por su religión, sin embargo era muy respetado y era invitado a profundizar. Por ejemplo; tú eres judía, invítanos a conocer más sobre tu percepción. También era una escuela bien chiquitita, en el sentido físico donde estábamos, sólo nosotros y daba un contexto bien íntimo. En el proceso de entrada a la universidad, tu proceso de práctica, tu proceso de titulación, te acompañan harto, te conocen bien, no es como el número “X”. Luego hice mi práctica profesional y creo que ahí fue donde más acompañada por la universidad me sentí, porque era la primera vez que una alumna de una universidad privada entraba a la institución.

El valor de la familia: “Yo tengo una familia así como bien achoclonada” Yo tengo una familia así como bien achoclonada. Todos mis primos maternos y paternos fuimos al mismo colegio. Ponte tú post-colegio era toda la familia, si era el dieciocho todos bailaban, iban todos; mis abuelos, mi abuela, mis tíos. Todos iban a la casa. Era mucho de llevar a los amigos y además yo tenía amigos de otros colegios, tenía un grupito que nos juntábamos y todavía nos juntamos. Mi hermana, mi prima y yo éramos las que poníamos la casa para todo, la casa de mis abuelos era inmensa y todos íbamos para allá. Mucha actividad social familiar. Mi familia es muy de “te presento a una amiga” y es amiga de la prima. Todos somos amigos de tus amigos, o sea, con ciertos límites y todo, pero son muy bien acogidos. Mis abuelos tienen casa en la playa entonces, nosotras todas las vacaciones de invierno partíamos a la playa con mi mamá, con mi tía y con mi abuela y nos llevaban todo el invierno y todo el verano para allá, entonces, ahí también teníamos un grupo de amigos súper rico hasta el día de hoy.

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Tengo una hermana un año menor que yo y tengo un hermano que tiene diecinueve años, que tiene síndrome de Down, somos tres, cinco en total. Todos vivimos cerca. Mi práctica diaria era el colegio, nos iba a buscar al colegio el papá de mi prima, que falleció. En una época teníamos transporte escolar, pero era como de una amiga de mi mamá, entonces íbamos nosotras, mi hermana, mi prima, los hijos de ella y un par de amigos más del hermano. Éramos muy de irnos los fin de semana a la playa, mi papá me iba a buscar al colegio y partíamos. Mi papá trabajaba de forma independiente, entonces, podía mover sus horarios. Siempre estábamos, los sábados en la casa de mi abuela materna y el domingo en la casa de mi abuela paterna, cuando había cumpleaños los celebrábamos todos juntos. Mi mamá tiene tres hermanos. Somos ocho primos, yo soy la mayor. Yo creo que son más los amigos, pero somos hartos. No somos esas familias inmensas que el primo de arriba con el de abajo no se conoce. En esa época me metí al EJE (Encuentro de jovenes con el Espíritu), independiente que yo no practicaba ninguna religión. Sentía que el resto de las actividades no tenían nada que ver con lo religioso. Creo que desde ahí fui mucho más social, humanista, comunitaria y ahí tenía muy buenos amigos, hasta el día de hoy. En EJE partí como oyente después me quedé, estuve como cuatro o cinco años. Sin embargo, iba cada vez menos, por el tiempo de la universidad. Yo creo, que lo del EJE fue, yo diría la única actividad extra programática en que haya estado metida; por ejemplo, nunca fui scout. Un tiempo tuve un grupo de música, pero como un hobby. Tenía una banda, cantamos algunos veranos, hicimos algunas presentaciones, pero nada más, era muy informal. Tenía mucha actividad social familiar y además me gusta harto ir al teatro, ir a escuchar música, me gusta mucho la playa. Mi vida era bien sencilla, mucho tiempo viví en un pasaje, en la primera casa. Vivía en un área más cerrada, entonces era mucho de estar en el pasaje, en la calle, de tener amigos, llevarlos a la casa y pasar un fin de semana a la playa, en el cerro o en el zoológico, el persa Bío-Bío, hasta el día de hoy. De grande me acuerdo que mi mamá a una edad dijo “¡Paren!” Claro, porque a los dieciocho años no era lo mismo que llevar amigos a los seis. A los dieciocho los cumpleaños eran inmensos, se llenaba la casa de gente. El año pasado falleció mi abuela, creo que tenía el gen de todos nosotros de lo social. El funeral fue en una iglesia gigante, llena de personas; mirabas para atrás y decías “de dónde salió toda esta gente”. De eso nos acordamos hace poco, bueno hace poco se cumplió un año desde su fallecimiento, nos acordamos de la noche del velorio, la iglesia era igual que el patio de la casa. La casa tenía cajas con manteles, con vasos, con servicios para atender a la gente que fuera. Si había un cumpleaños la casa se revolucionaba, era todo el día cocinar y ella preparaba todo. Con todos siempre fue muy abierta a disfrutar, independiente que siempre tuvimos situaciones dolorosas, como en todas las familias. Falleció mi tío, fallecieron los otros abuelos, no sé. Somos muy de familia extensa, ponte tú yo tuve bisabuela hasta los... ¡Aún tengo bisabuela!, la abuela materna de mi papá que no la veo mucho, está en un hogar en Mendoza, pero yo tuve a mi bisabuela con mucha relación hasta los diecisiete años. Nunca tuve conflictos para salir, cuando entré a la universidad, con hora de llegada, de salida, éramos muy de las niñitas del papá que te iba a dejar y a buscar, éramos las que decíamos:

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“Papá ¿Podemos ir a dejar a un amiga?” Aquí tenía un grupo de amigas, pero seguí juntándome mucho con los del otro colegio. Mi madre estudió, debe ser algo como informática hoy día. Trabajó alrededor de seis años en una compañía privada, como digitadora computacional, ya que en esa época sólo había computadores con tarjetas. Nosotras con mi hermana éramos dos, tenemos once meses de diferencia, entonces después de esto mi mamá dejó de trabajar y se quedó en la casa. Desde entonces mi mamá ha sido siempre dueña de casa, madre de familia. Después, más con mi hermano que exigía más atenciones. Ahí, dedicada a nosotros. Mi papá estudió historia en la universidad del Consejo de Rectores, pero no terminó. Él siempre ha sido trabajador independiente, empresario independiente. Se ha dedicado a la publicidad, siempre ha tenido taller, ahora lo tiene cerrado. Se ha dedicado a la publicidad y al comercio, a importar, exportar, compra/venta, tiene como sus pasiones comerciales por la vida. Además, él tiene una pasión: la pintura. Ahora tiene su taller cerrado y está dedicado a una sociedad con un amigo y están importando, algunas cosas, para un tercero. Entonces mira, nunca nos ha faltado nada, gracias a Dios. Mi abuelo materno, le regaló casa a todos sus hijos a lo largo de su vida. Él le regaló la casa donde yo vivo a mi mamá. Entonces, eso fue de una gran ayuda para nosotros, claro. Pero en la época de universidad hemos pasado tiempos en los que estábamos más apretados. “Oye que la cuota de la universidad”, y eran dos universidades, porque mi hermana estudió diseño. Entonces, además, con toda la carga de los materiales. Pero nunca nos hemos visto en problemas serios. Siempre sufren por cómo anda el negocio. Mi papá se puede acostar un día con diez mil pesos en el bolsillo y al otro día se puede acostar con mucho más, además que por su pega él juega mucho con las platas. O sea vender, recibir, ganar, pero nunca hemos estado así como mal. Tengo mucha familia en Mendoza, nunca los he visitado, ellos siempre nos visitan a nosotros. Mi abuelo paterno era argentino, mi papá vivió en Argentina harto tiempo, las hermanas de mi abuela paterna están todas casadas con argentinos, entonces son cinco hermanos y tres viven allá. La madre de mi abuela todavía vive allá. Tengo unos primos muy cercanos que no los veo hace tiempo, pero no he podido visitarlos por tiempo, por plata, por momentos de la vida. Yo tengo un hermano con síndrome de Down que nació cuando yo tenía siete años, creo que también forma como un hito en relación a las funciones familiares, lo que se habla, lo que no se habla, cómo lo hablamos, cómo le explicamos a dos niñitas chicas las dificultades que pueda tener el hermano. Empezamos a formar parte de todos sus procesos. A donde iba, siempre estuvo con kinesiólogos, fonoaudiólogos, en escuelas. Entonces siempre formamos parte de eso y en el colegio también. Hubo un acompañamiento de parte del colegio hacia la familia. Los temas de la integración, de los valores. Entonces era como toda la familia o todo el colegio recibiendo a este nuevo miembro. Este año también, estuvo muy grave, le dio la influenza, lo dio vuelta, estuvo en la UTI, la H1N1. Él tiene diecinueve años y bueno los niños con síndrome de Down son hipotónicos, es decir tienen más problemas musculares y el pulmón es un gran músculo. Cayó tres días en la UTI entubado treinta y cinco días con respiración mecánica. Fue terrible estuvo cuarenta y cinco días hospitalizado y fue una cuestión con la que jamás nos habíamos enfrentado, mi hermano

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con suerte se resfriaba -hace tres años yo creo que no se resfriaba- entonces significó también que en estas épocas de crisis tú ves cómo se movilizan tu amistades, quien está, quién no está. Hay ciertos momentos en la vida en que tú esperas que cierta persona esté alrededor tuyo o que te llame por teléfono, ni siquiera que te vayan a ver, pero la presencia, el eco, por ahí y significó también ciertos cambios. Yo por lo general soy de mantener amistades muy largas, muy duraderas, de mucho tiempo, pero es verdad que uno cada ciertos años hace, como el closet, una limpieza, ves qué te sirve y qué no. Yo creo también es cómo funciona la cabeza o el corazón, tienes que ver qué te sirve qué no te sirve y qué está ocupando un espacio, porque cuando en el closet tienes muchas cosas que no ocupas, las cosas que sí estás ocupando no te entran bien. Ahora que estuvo enfermo mi hermano, nosotros quedamos… ¡Vamos a vender hasta los calzones! (risas) y todo, porque cuarenta y tantos días hospitalizado con la H1N1… pero la enfermedad era AUGE así que nos salió cero peso, no pagamos nada. Estuvo en un hospital público. Bueno mi hermano por su síndrome de Down, hace mucho tiempo que le dijeron que no lo aceptaban en ninguna Isapre, mi mamá siempre tuvo FONASA y lo fue a buscar la ambulancia a la casa y decían: “Tiene que ir al hospital público”. Mi mamá decía “No, El Salvador se está cayendo a pedazos, llevémoslo, a la Católica”, lo que sea y le contestaban “Es que en la Católica le va a salir muy caro”. Partimos para allá y un siete, o sea, yo no tengo nada que decir, nada. Última tecnología, se la jugaron por él, le dieron hasta lo que no tenían. Así que, súper, súper bien. Buena experiencia desde lo médico. Ni un reclamo, nada. También está el susto, de que entre el prejuicio de los médicos que, además fue en la época en que estaba la crisis con esta gripe H1N1, entonces claro la UCI llena y tú decías, “hay gente que no se la juega por los niños discapacitados”. Hartas mamás de compañeros de mi hermano, a partir de mi experiencia, contaban que les decían: “Para qué va a gastar plata en este cabro si…” Hay que gente que se enfrenta como de esa manera al tema.

El pasado reciente: “Miedo a que pasara algo, a que les quitaran la casa” Mi familia es de una postura política de derecha. Con padres que vivieron una juventud absolutamente marcada por el régimen militar, por el golpe. Tenían en su juventud, la edad actual de nosotros. La época los marcó, pero nunca se ha negado la posibilidad de dialogar respecto a la historia, respecto a las realidades de otras personas. Podemos, incluso, en ocasiones ironizar y molestar a mis papás. Así como; “No, ahora yo me voy a hacer comunista” (risas), pero siempre con respeto, entendiendo también la realidad y discutiendo lo que discuten muchos jóvenes: “Hasta cuándo estamos pegados en lo mismo”, pero también me tocó escuchar en el liceo mucho de la realidad del otro lado. Nunca me he movilizado. Es que sabes que eso de que quede la embarrada, que apareciera el guanaco y no sé qué. Ahora, sí me acuerdo, mi papá es muy pinochetista, y cuando Pinochet estuvo preso nosotros íbamos a vigilias en la embajada. Me acuerdo que más de una vez fuimos con mi papá, nosotras le pedimos a mi papá: “Papá llévanos a ver”. Él fue varias veces, “Llévanos, llévanos” y el otro día nos acordamos con mi hermana a raíz de que estábamos en el

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departamento de una amiga cuando fue el recital de Los Cadillac, ahora el fin de semana por el Club Hípico y pasó un guanaco mojando a la gente que se quería meter por las caballerizas y a raíz de eso, mi hermana se acordó: “¿Te acuerdas una vez que nos arrancamos de un guanaco?” (risas) y ahí nos acordamos. Fue un chiste, eran puras señoras. Señoras y caballeros de terno y corbata. Mi papá nos mantuvo lejos y de repente vimos que venía y mi papá: “Ya, vámonos”, ¡No!, “¡Pero vámonos corriendo!”, le decíamos... “¡vámonos corriendo!” Tenía, no sé, como doce años, trece años o un poco más, no sé. Siempre fue como de lejos, como que fuimos a mirar, no me acuerdo ni lo que gritaban, ni lo que escribían. Para nosotros fue bacán, “corramos”, porque mi papá decía: “Ya viene el guanaco, vámonos”, “nos vamos a ir caminando”, “no, pero corramos, si esta cuestión hay que correrla, yo he visto en la tele que cuando viene el guanaco hay que correr (risas)”. Tirar piedras, no. Esa cuestión siempre me ha chocado. Mi papá tuvo muchos años la oficina frente a la UTEM, no podía salir a ciertas horas cuando había protesta. No sé, si tú has pasado por ahí, hay un local de comida rápida y cerca de ese local hay una micro de pacos. Siempre, todos los días, entonces lo encuentro tan fuerte, esa es una calle de tránsito para mí, para mi casa, para todo. Y que hagan barricadas y la bomba lacrimógena... Yo no tengo muchos amigos abanderados. Sí tenemos un amigo que es como... que nos reíamos de él también, porque engancha. Hay muchos que tienen tendencia de izquierda, son los que más hablan. Y ahí está este personaje, amigo de nosotros, que es un chiste. Él es pinochetista y habla de su tata, es como un niño chico, y me dice oye: “Pero si hablas como una niña que estudia en una universidad del Consejo de Rectores”. Él es muy confrontacional como de consecuencia. Él es así, pero en general las amistades no tanto. Él funciona como espejo muchas veces y choca. Todos se lo toman con humor, nunca hay roces entre amigos, no hay mucha discusión respecto a la política. En la casa mis abuelos sí hablaban mucho. Mi abuelo o mi mamá contaban que él vivía en su casa con tres hijas y una guagua que era mi tío, la suegra, tres hijas, la esposa. La cuñada con dos hijos, una niña y un niño chico. Entonces, él era el único hombre de la casa y mis abuelos vivían frente a una población; mi abuelo decía que ponía colchones en las ventanas todas las noches, porque la balacera era día y noche. Entonces vivían el riesgo. Mis dos abuelas contaban de las colas que tenían que hacer para comprar comida y otra amiga de mi familia decía: “Yo nunca tuve que hacer cola”, entonces las dos señoras ¿Cómo que no? “Dónde vivías que no hiciste esas colas”, “No… alguna vez la tengo que haber hecho”. Mi abuela siempre se acordaba, mi abuela que falleció, siempre se acordaba mucho de cómo no le pudo celebrar los cumpleaños a sus hijos. Porque no tenían, para hacerle una fiesta, ni para comprarle un vestido. No había dónde comprarlo, de eso se acuerdan mucho. Mi papá, mi abuelo, se acuerdan mucho más del miedo a que pasara algo, a que les quitaran la casa, porque a mucha gente les quitaban las casas, se tomaban las casas. El partido comunista se tomó las casas de mucha gente que vivía por ahí. Mi abuelo era argentino, el papá de mi papá. Los discursos políticos eran “los extranjeros para afuera” y mi abuelo tenía su casa y también vivía ahí en el sector centro oriente, y muchas veces le fueron a tirar palos incendiados adentro de la casa. Entonces mi papá también se acuerda que tuvo que pelear mucho por su casa. Contaba que, gracias a Dios nunca tuvo que utilizarla, pero que salía muchas veces armado, o sea, nunca tuvo que utilizar un arma. Sabían dónde vivía, que era extranjero.

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Mi papá cuando era chico también vivió mucho tiempo en Argentina, entonces hay veces que también tiene cierto acento. Él se acuerda como de una época muy violenta. Hubo mucha gente que murió y hay mucha gente que se estaba muriendo de hambre. Cuando en la televisión aparece hablando alguien sobre lo fantástico que era Allende, o lo fantástico que era el régimen comunista, mi papá dice: “¿Pero qué está diciendo...?!” O cuando dicen “Porque la mayoría lo quiso...” mi papá siempre responde “¿Qué mayoría?” si tuvo el treinta y tres por ciento o un treinta de votación y la resolución final la tomó la cámara alta, el senado, entonces lo ratificaron ellos. ¿Cuál es la mayoría? Entonces claro hizo un pacto después y “se lo pasó por la r…” (risas) y mi papá siempre dice; “Yo no estoy de acuerdo con ninguno de los atropellos de los derechos humanos, en ninguno de los dos momentos, pero sí reconozco que fue un muy mal gobierno”. En lo económico, se empezó a desmoronar todo y claro, en esa época mis papás vivieron como su juventud con toque de queda, y se acuerdan y claro. Pero por otro lado, mi abuela, les inventaba carretes adentro de la casa, se quedaban todos y tiraban colchones, como que lo pasaron bien y lo pasaron mal. Yo creo que con la represión a la juventud, se empezaron a coartar muchas cosas del ser joven. Mi papá me dice: “Yo tampoco nunca fui de ir a discoteques. Para mí era más entretenido tener un asado en la casa con mis amigos que salir”. Porque salir era un riesgo. Y claro mis abuelos se acuerdan más de los temores a perder lo cimentado. Perder su casa, perder una vida, porque dicen que las luchas de balas eran toda la noche. De un lado para otro. Y mi abuela siempre se ganó a la gente de la población regalándoles ropa, o preparando queques que les regalaba. El día que mi abuela falleció tenía la iglesia llena. Mucha gente. Si una vez a mi abuela la iban a asaltar en la calle y de la otra vereda gritaban: “Oye, es la señora no le hagan nada”. Así que también lo pasaron muy mal en la época de Allende. Para las mujeres tiene que haber sido entre el miedo y el tener que hacer una cola para poder alimentar a tu familia. Y la familia de mi abuelo, ponte tú, vivía en una provincia de Argentina, entonces durante mucho tiempo les costaba mucho verse, porque los traslados eran peligrosos. Además si tenían más plata para irse en taxi era mal visto. Estaba mal visto tener. Yo siempre he pensado, por qué ese afán de ser todos iguales, pero todos iguales para abajo, muertos de hambre, sin plata, todos iguales, pero todos iguales para abajo. Por qué no nivelar. Ahora es lo mismo, en verdad, pero nivelemos a la mitad, o sea no para abajo ni para arriba.

La impronta familiar: “La formación en la casa te ayuda a ver en qué creer y en qué no” Yo nunca me involucré mucho en lo que era la política, sino que, después me llamó mucho más la atención los discursos que podían llegar a tener las personas, respecto de su postura y lo polares que podían ser. Incluso gente que estaba en un mismo colectivo. Cuando tenía catorce, quince años, me empezó a interesar la filosofía, los grandes pensadores, políticos también, pero siempre vinculados a la filosofía. Empecé a leer mucho de San Pablo. Desde la filosofía a Sócrates, a Sartre y como te decía se cuelan las inconsecuencias que están presentes en los discursos. Siempre me llamó la atención esa postura que tiene la gente comunista y que es religiosa. Cuando los principios del comunismo son no creer en un Dios, son ateos al final, Marx era ateo. Entonces, por el otro lado hay mucho cuestionamiento, bueno, si al final tú lo piensas y en todas partes es lo mismo. Es el mismo chancho con otro olor. Yo creo que fui tomando más conciencia respecto a los discursos sociales. Mi papá mucho tiempo participó

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(políticamente), no me acuerdo cómo se llamaba, pero se juntaban todos estos pinochetistas, derechistas. Pero yo era chica cuando él estaba ahí. Dejó de ir, pero por un tema de tiempo. Mi primo también participó mucho tiempo de la juventud de la UDI. Harto tiempo y era bien movido. También dejó de ir por pega al final. Por eso es que se empiezan a perder los lazos. Bueno, yo fui compañera de un hijo de Sebastián Piñera en la universidad. No éramos de la misma generación, pero tuvimos algunos ramos juntos. Él es súper divertido y pude ver cómo pasó de, no pescar la política a estar ahora full metido con el papá. Con mi papá conocí poco, para mí era: “Se juntaron los viejos de nuevo”. Eran puros viejos para mí. Ni siquiera hablaban de política, hablaban de negocios y hablaban de la playa, cuánto tiempo nos vamos a la playa y no sé qué. Eran viejos que se juntaban a recordar historias. Con mi primo yo creo que los vi un poco más. Mi primo estudió leyes, él siempre ha sido metido con los profesores y ayudante, de hecho su jefe ahora es uno de sus anteriores docentes que le dio pega, desde el segundo año de universidad. Coincidió con la APEC, entonces él era como representante de la UDI y la juventud, y la APEC yo creo que le sirvió más para conocer cómo funcionan los negocios, en todas estas alianzas políticas, sea la que sea, se genera el comercio al final. Piensa que el bufete donde trabaja mi primo es de dos conocidos políticos de tendencias opuestas (risas), se han juntado a hacer negocios, al final. El tercero que es el profesor de mi primo, que es su jefe. Al final están todos metidos en todos los negocios. Yo creo que a él le sirvió mucho desde ahí. A él le gusta mucho el derecho económico y le sirvió para eso, para conocer gente. Lo pasan bien, yo me acuerdo que hacían asados tarde, mal y nunca, o sea, todos los días, si era posible. Otro amigo, que es ingeniero civil, está estudiando y también está súper metido en la política, en la UDI, y también comenta que es una plataforma de pega absolutamente buena. Están metidos desde ahí y no desde los ideales. Yo me he fijado que ahora, en la época de elección quizás repuntan, pero hubo una época del boom de los jóvenes. Estaban los jóvenes de Renovación Nacional, los jóvenes de la UDI. Yo creo que esa fue la época que vivió mi primo también, que tenían más nombres, que aparecían más, que tenían más presencia, que participaban más, que generaban más movimiento, que generaban más actividades. Entre el 2000 y el 2003, yo creo que por ahí, son los tres años más fuertes. Tengo la sensación que ahora se notan menos. Esto que te cuento; que era el cabro hippie, que estudia y que no estaba ni ahí con nada, hasta que sale hablando en la radio. Ahora, sí le pasaba a él, es que donde hacía la práctica lo dejaron con un sueldo feroz, sin estar titulado. Con privilegios de vacaciones. También es una movida comercial, ¿Qué esperan ellos?, que si llega a salir Sebastián Piñera, como él trabaja con ellos, tendrán algún beneficio.

La inscripción y el voto Yo por otro lado, me inscribí en el registro electoral este año, porque entre el año pasado y después que egresé me he percatado de la influencia que tiene una elección, la política. Yo creo que como estudiante, como joven nunca tomé conciencia de la influencia que puede llegar a tener un presidente, un candidato, un vocero. No es que yo tenga mi candidato preferido. A mí por lo menos me está haciendo más ruido los discursos políticos, los discursos sociales. Yo creo que tiene mucho más que ver con que he estado más involucrada en lo público, en

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lo laboral. Este cambio, con esta salida al mundo laboral. Porque en la universidad tampoco. Estaban siempre las militancias, había grupos que participaban de todos los partidos políticos y se abanderaban con una candidatura u otra. Siempre hubo, pero nunca tuve la necesidad. Ahora, se me puso adelante. Yo no lo busqué, se me enfrentó y vamos a ver si vale la pena, no sé, me siento un poco más tranquila, lo estoy haciendo responsablemente. La familia o el colegio, lo privado nunca me reprimió o me impulsó a buscar una identidad religiosa o política. La formación en la casa te ayuda a ver en qué creer y en qué no. Ahora yo creo que si hubiese sido una comunista revolucionaria, hubiese tenido problemas en mi casa, pero no, no me veo en protestas o abanderándome con alguien. Es decir de esa manera. Las pasiones en cualquier ámbito de la vida son peligrosas, en el amor, en la familia. Las pasiones, en el fútbol, la religión… son peligrosas hay que estar convencido de algo y defenderlo hasta la muerte, pero con criterio.

El futuro Cuando yo terminé mi práctica tenía muchos planes. Yo terminaba mi práctica en enero y daba mi examen en abril, entonces yo me iba a ir a vivir a la playa para estudiar allá, en la casa que tiene mi familia, iba a volver con mis exámenes perfectos, pero terminé la práctica y tuve trabajo de inmediato. Me ofrecieron una pega, y ahí me quedé. Entonces preparé el examen trabajando y finalmente egresando, seguí trabajando. Entonces fueron pasando muchas cosas que me hicieron ir cambiando planes, pero no negativamente. Tengo hartos planes hacia el futuro. Tengo planes de irme a vivir sola, no al corto plazo. Yo creo que el otro año, tampoco queda tanto. Tengo ganas de seguir estudiando, pero más tranquila. Salí de la universidad hace un año e inmediatamente me puse a estudiar. Quería hacer un postítulo gigante. Yo creo que ahora tengo que darme un tiempo más para saber en qué necesito perfeccionarme. Tengo planes para la vida de formar una familia, me gustaría viajar también. Antes estaba apurada, cuando salí de cuarto medio, dije: “Quiero hacer todo, quiero ir a todas las fiestas, quiero estudiar todo”, igual que cuando salí de la universidad: “Quiero viajar, quiero estudiar”… ahora ya con calma, pasarlo bien también, elegir bien. Quiero estudiar, quiero estudiar acá, porque quiero seguir trabajando. Aún no sé en qué quiero ejercer, sé que es algo sobre técnicas sistémicas, adolescencia. No sé si quiero meterme a profundizar de inmediato en abuso sexual y esos traumas. Todavía no es el momento para especializarse tan agudamente. Creo que esos son mis planes. Estoy soltera, tampoco tengo una relación estable, así que no tengo planes de irme a vivir con alguien.

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EL SENTIDO DE NO VOTAR: “NO VOY A CAMBIAR MI FORMA DE SER PARA VIVIR COMO UN CIUDADANO CORRECTO”7 “Yo no es que sea apolítico, en el sentido de que no me relaciono con eso, sino que todo lo contrario. Como sé más o menos cómo se tejen las cosas, no me abandero con nadie, ni con nada. Con mi hermana conversamos muchas veces y llegamos a acuerdos respecto a que no cambia la política, el mundo, hay caos en todos lados. La política aquí (en casa) se conversa, pero nadie tiene intenciones de convencer a nadie, simplemente nos escuchamos y nos queremos como somos y nos respetamos.”

Esteban es un joven de 24 años que vive con su madre y una de sus hermanas, en la zona oriente de Santiago. Nacido en otro país latinoamericano, llegó a Chile aún siendo niño, luego de la separación de sus padres. Su padre falleció y sus hermanos mayores hace algunos años viven en el extranjero. La educación básica la cursó en un colegio municipal. Cursó su enseñanza secundaria en uno de los liceos más emblemáticos del país. Ahí empieza a dar sus primeros pasos como baterista. Ingresó a una universidad del Consejo de Rectores a estudiar una ingeniería, de la cuál se retiró. Posteriormente toma clases particulares de batería en un programa especial de música de una universidad del Consejo de Rectores. Actualmente tiene una banda y trabaja en un disco como solista. Al igual que sus padres, pertenece a un movimiento espiritual. No esta inscrito en los registros electorales y ha participado en variadas movilizaciones.

Identidad: “Soy un personaje que se está conociendo todavía” Entre amigos, o gente que no conozco, o en entrevista de trabajo y situaciones nuevas, me presento en forma muy similar. Como que no me pongo en el rol de una entrevista de trabajo, de que tengo que ser más serio o más elocuente, más despierto. Con amigos de amigos que no conozco, no me pongo en el rol de ser un joven como ellos, de tener que hacerme el prendío o el choro. Soy un personaje que se está conociendo todavía. Últimamente me he dado cuenta que, más que yo presentarme, más que yo mostrarme, soy más bien observador que explayador. Obviamente con el tiempo, con la confianza, con el saber cómo es la otra persona, con saber qué temas puedo hablar, qué temas no, voy siendo más directo, voy siendo más carismático, no sé... no sé. La gran motivación que tengo cuando conozco a una persona, es saber quién es esa persona, no yo mostrarle, no me 7

Entrevista editada por Heidi Fritz y Teresa Cáceres.

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gusta mostrarme. De hecho, creo que soy un poco tímido, un poco inseguro, pero seguro de esta pequeña timidez, seguro de quién soy dentro de todo, del conocimiento que tengo de mí. Me describo como un transeúnte, un transeúnte que busca paz, armonía con lo que le rodea.

La historia de vida: el aquí y ahora Mi historia podría partir en todas partes, podría partir contándote lo que hice antes de que nos encontráramos o cuando muy niño, del primer recuerdo que tuve, como que para mí, mi vida no parte hacia atrás, puede partir ahora mismo. Mi vida es lo que soy ahora, lo de atrás sigue siendo lo que estoy siendo ahora. Si hablamos de esencia, mi vida partió hace muchos, muchos años. Esta persona que estás viendo, no sé cuando partió. Mi abuela y mi madre estuvieron viviendo en España, recorrieron Alemania también. Mi madre estuvo estudiando en la universidad allá. Fueron tiempos difíciles para ella, porque se fueron con lo poco y nada que tenían aquí. Estaban vendiendo muñecas, creo que hacían muñecas y vendían, muy inocente. Ahí se las arreglaban, mi madre como artista, de repente pintaba sus cuadros. Mi abuela trataba de impartir clases de música, era profesora de música, de piano. Mi abuelo tocaba violín, también. En esos tiempos de los abuelos, hablo del ‘50 para atrás las niñitas de la familia tocaban piano y el hijito tocaba violín. Era muy usado, entonces que la niña toque piano no era raro. Mi madre tocó piano también, pero la obligaron. No le gustó. Yo estudie violín cuando chico, pero... No me obligaron, sí quería tocar violín, como supe que mi abuelo tocaba violín, dije ya, quiero aprender, para ver en qué andaba metido mi abuelo y estuve como un año y no me encantó. A Europa se fueron, yo creo que una, porque mi abuelo y mi abuela no se estaban llevando muy bien y otra, porque se iba a complicar la cuestión (años setenta). Se rumoreaba que iban a haber conflictos, que iba a haber interferencia extranjera. Entonces lo mejor era irse del meollo del asunto. Y en Europa mi madre, que pertenece a un grupo espiritual, haciendo su ejercicio espiritual sintió que tenía que irse. ¿Por qué tenía que irse a ese país latinoamericano? Ella jamás había escuchado nada al respecto. No tenía amigos allá, no tenía trabajo, nada, entonces partió pa’ allá porque confió obviamente en su sentir espiritual y bueno allá le cambio la vida pero en 180 grados. En el grupo espiritual conoció a mi papá y a los tres meses se casó. Llegó allá y le cambió la vida. Se casó, nos tuvo a los cuatro, estuvo a cargo de elaborar una escuela artística, hacía un taller en una universidad, surgió todo. Vivimos en varias partes, no en la capital. Vivimos por ejemplo, en un pueblito bien chiquitito, un pueblo nómade, por la profesión de mi padre. De repente le salían reemplazos por acá, por allá, o le daba la cuestión y quería irse no sé dónde y cómo. Mi madre no cachaba mucho el cuento ni de los lugares mágicos, le decía que sí. Tengo recuerdos de distintas partes, tengo recuerdos de otro lugar que era muy lindo, porque era natural, habían muchos bosques, cerros. Llovía mucho, entonces era un lugar húmedo, medio selvático y yo jugaba con mi hermana, corríamos por los cerros así como “Heidi”. Corríamos por los cerros y arreábamos las vacas... pero muy lindos recuerdos, porque era un contacto con la naturaleza, íbamos al río, comíamos frutos de los árboles, yo me sentía un niño feliz. Tenía amigos y mis hermanos que eran mayores se juntaban con sus primos, yo me juntaba con todos ellos y jugábamos en el barrio a la escondida, nos pasábamos a la casa de mi tío

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que estaba atrás que tenía un patio gigante. Yo me acuerdo de mucha alegría, mucho juego. Ó las peleas de mis papás, pero yo las encontraba normales, entonces no entendía por qué nos veníamos para Chile. Cuando nos vinimos no sabía por qué, yo pensaba que veníamos de paseo. Haber sabido que me venia para siempre hubiese dado una vuelta más a la manzana (risas). Nací en septiembre y vivimos allá hasta el 5 o 6 de enero del año ’90. Después vinimos acá, a la casa de mis abuelos. Mi padre se quedó allá. Se separaron por conflictos que en verdad nunca he preguntado en detalle. Mi madre verá si me cuenta o no me cuenta, no importa. Fue raro cuando a los ocho años supe que murió mi padre. Como que dije ya ¿tengo que llorar?, ¿tengo que sentir pena? Mi hermana se quebró al lado mío y como que me dio más pena eso. Pero como no tenía muchos recuerdos y no sabía qué tan mal se llevaban con mi mamá, ni cuáles eran sus problemas, no me pude como contagiar. Mi hermano, el que se devolvió a ese país (latinoamericano), se fue como al mes. Nunca le gustó Chile. Llegó a los 10 años. El tipo dejó la embarrá acá, rompió los vidrios, como que nunca se llevó bien con nadie, se escapó, se perdió, lo fueron a buscar los pacos. Era bien rebelde, entonces, mi madre dijo, este cabro no puede estar aquí, se está volviendo loco y lo mandó a la casa de su padre. Estuvo ahí hasta los 15 años, cuestión que murió mi papá y ahí se vino para acá de nuevo. Aquí estudió su octavo y su enseñanza media y dio la PSU, se fue a Valparaíso a una ingeniería y no le gustó Chile y ¡no le gustó Chile!. La gente no le gustaba, los encontraba muy cínicos, muy poco confiables. Era súper metódico, puntual, bien raro para los chilenos, pero así era él y nunca se llevó bien con los chilenos. Y se devolvió a continuar una ingeniería. Mi abuela falleció en el año 2002, entonces quedamos los tres, mi madre, mi hermana y yo. El otro hermano en un país latinoamericano y el mayor se había ido a otro país (extranjero de habla inglesa), antes trabajó como un año y medio, dos años en una empresa aquí cerca. La vida familiar se achicó bastante. Mi hermana empezó una carrera audiovisual. Se salió, tuvo un año sabático y entró a una universidad Privada, tuvo una pausa ahí y después lo retomó. Aquí cada uno hizo su vida. Yo me fui a un colegio cerca de acá, junto con mi hermana que es cinco años mayor. Tiempo después, se metió al colegio donde mi madre hacía clases de artes plásticas y luego se fue a un Liceo de niñas y yo me fui a un “liceo de hombres”, colegio en donde mi hermano mayor estudió también y salió de ahí. El colegio de acá era municipal, típico colegio de barrio donde llegan niños de ahí cerca, pero que no tiene muy buena educación tampoco. Es pequeño, los profesores te conocen, uno le dice tío y todo, como un ambiente familiar, pero no de excelencia académica, por lo tanto, por eso mismo decidí irme al liceo, fue una decisión familiar en realidad.

El Liceo de prestigio: “La buena enseñanza” En sexto básico yo quería seguir jugando con mis compañeros. El colegio mixto era mucho más entretenido para mí, en ese tiempo. Mi hermano estudiaba en el liceo y le iba muy bien. Estaba como ese prestigio, que los que salen del liceo les va bien en la universidad. También, estaba el estigma de que tienes que ser ingeniero, abogado, médico o como dos profesiones

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más. Yo en ese tiempo no me cuestionaba qué iba ser cuando saliera del colegio, así que opté por la buena enseñanza y la experiencia de mi hermano mayor. Mi madre feliz, mi abuela feliz, todos felices, porque tenían tres hijos estudiando en un colegio de prestigio académico. Entré en séptimo. Fuerte el cambio, de hecho. Uno se encuentra en un mundo totalmente diferente al del colegio municipal, que es como una burbuja, absolutamente aislada de la educación masiva con esa convicción tan fuerte de lo que es educar y convertir a los niños en fuentes de trabajo. Como que el liceo es muy moldeador. Te metes ahí teniendo un objetivo que es salir siendo un trabajador para el país. Pero el colegio municipal no po’, es mucho más relajado. Si no entras a clases, no te andan persiguiendo; pololean los cabros en la sala; las profesoras, no sé, sabes su vida, saben tu vida; los cursos son mucho más pequeños, 35 alumnos A y B. Y te encuentras con esta mole de colegio, en donde tú entras y ves a miles de niños entrando contigo. Todos súper serios, todos con proyecciones gigantes que tus padres te han alimentado. Con mucho orgullo también, súper orgullosos, porque entraste a un buen colegio, tú eras el mejor, fuiste el mejor en tu colegio municipal. Acá también, ¡tienes que ser el mejor!. Te genera todo un ambiente... a veces en buena y a veces en mala, depende de cómo se tome. Siempre me voy a recordar del primer día de clases. En la mañana van los segundos, terceros y cuartos y en la tarde van séptimo, octavo y primero medio. Estás formado en el patio y ves como 2.500 niños, formados todos esos cursos de la A a la O, hasta la P de hecho, incluso hasta la Q y 45 por curso. Tú ves un mar de niños y dices “bueno, estos cabros son los mejores de Santiago” y te empiezas a cuestionar, quien eres tú después de haber salido de un colegito chiquitito con un súper promedio, pero llegas a un lugar en donde todos salieron con un súper promedio y no sabes a qué te vas a enfrentar. Hay un paso bien grande, porque empieza a jugar mucho lo que es la autoestima, porque entre puros hombres la competitividad es súper fuerte, entonces, tienes que ser fuerte y a esa edad de 13, 14 años, saben quién es el perno, saben quién es el callado, quién es el desordenado. Yo por suerte, no era el perno, tampoco el desordenado, era un poco de todo. Cuando había que estudiar, era el estudioso; cuando había que desordenar, la desordenaba; cuando había que jugar a la pelota, jugaba a la pelota, siempre fui versátil en ese sentido con mis compañeros. Los profesores te alimentan la seriedad, el compromiso. Te empiezan a pintar el mono de que tú colegio es el mejor de Chile, que tienes que estar orgulloso. Entonces, de cierta manera, van alimentando ese orgullo de cuando niño. De adolescente, se va generando una idea de la vida y de sociedad súper diferente a lo que debiese ser. Ahora que tengo 24, pienso que es importante que te enseñen muchas cosas que no te las mencionan. Por ejemplo, la educación cívica que tuve en el colegio fue súper pobre. Me enseñaban los presidentes, los senadores, el cabildo y toda esa reseña histórica, política, pero poco te enseñan de la importancia de cada uno en el mundo, de ese individuo en particular. Tampoco enseñan a conocerse a sí mismo como ser humano dotado de muchas facultades empáticas, de amor, de no sé, hasta incluso, cívica para una educación completa. De acuerdo, te enseñaron súper bien matemáticas, historia, ciencias, pero siempre enfocado en ser un trabajador en la sociedad y arreglártelas sólo para un título de abogado, ingeniero, médico. En ese ambiente rodeado constantemente de alimento para esa convicción, ese orgullo de sentirte partícipe de una mole intelectual, poderosa, con cientos de años de trayectoria. No te

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das cuenta y sientes que estás haciendo cada paso bien. Sientes que vas bien, te va bien en ese colegio, se supone que te va bien en la universidad y si, se supone que te va bien en la universidad, te va bien en el trabajo; y si te va bien en el trabajo, te va bien con el dinero; y si te va bien con el dinero, te va bien en tu vida. Como que esa es la película que te pintan. No así en los colegios municipales, pero no porque no quieran, sino porque quizás hasta temen, porque saben que son débiles como educación, dentro de esta máquina intelectual que se llama educación, temen que su colegio, su establecimiento, no sea lo suficientemente fuerte para responder incluso las preguntas de sus propios alumnos. Entonces, se van por el lado fácil de no ser exigentes, de que los niños no pregunten y si preguntan, mañana te respondo. Estar en el liceo, era gratificante, no lo podís negar. Obviamente te alimentan, uno como esponja, adolescente, lo canaliza para su bien y lo utiliza. Entonces, tú sales del colegio y te sientes bien, te gusta mostrar la insignia, decir que vas al liceo. Te gusta eso, si en el fondo es una droga. Yo decía que quería ser ingeniero, pero era, porque en verdad, lo que más me gustaba era la astronomía. Pero decir en el liceo que uno quería ser astrónomo, era como... Eso decía en primero, por el amor a las matemáticas y a la física, pero siempre cuando era adolescente quise ser astrónomo. Sentía que preocuparse de un punto tan pequeño era casi irrelevante... para mí el conocimiento está tan claro afuera, entonces ¿cómo acá adentro está todo extraño, está todo tan confuso y contaminado? Fuera del mundo del liceo, pasa el mundo de los amigos del barrio, el mundo del deporte, siempre me ha gustado el deporte. En la época escolar no tomaba, no fumaba, entonces, me gustaba jugar mucho a la pelota, jugaba mucho a la pelota, salía a andar en bicicleta, jugar ping-pong, jugar tenis. Fuera del liceo era mucho ejercicio, movimiento, descarga de energía, era muy hiperquinético y eso lo canalicé en el deporte o simplemente en cualquier tipo de actividad que fuera deportiva.

La música: “Eres lo que estás sonando, eres esa vibración...” La música, también tuvo mucha importancia. Empezó en octavo, ahí se germinó, tuve una banda también, por acá con unos amigos, que de hecho todavía se mantiene. Tuve un lazo fuerte con esos amigos... Así que cuando no estaba en el liceo, o no estaba haciendo algún deporte o no estaba estudiando para el colegio, estaba en la música. La banda fue mágica. Como que me despertó otro lado de la vida que el deporte me la daba menos, porque como que no te estimula esa instancia de repetirlo nuevamente, por ejemplo, si juegas una pichanga de fútbol, claro, puedes tener tu equipo, jugai todos los martes, etcétera, pero como que no hay una relación más íntima con tus compañeros de fútbol o con tus oponentes o con el ambiente. No sé, es un poco extraño compararlo, pero la música te hace querer volver a ella, siempre, si te gusta, te hace volver a ella. Como que necesitas después de tocar. Duermes y despiertas y te dan ganas de tocar de nuevo, entonces, eso es potentísimo. Disfrutaba mucho tocar, con gente. Tú me preguntaste... cómo me presento... con la música tú te presentas y eres lo que estás sonando, eres esa vibración...no hay mentira, súper íntimo. No así el deporte, que es un poco deshonesto, hay más intenciones. La música en ese sentido era mucho más... buena, más pacífica, más pura, eso me motivó mucho para seguir practicando en el colegio, como fuera del colegio.

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Partí con la música en abril del ’99. Me acuerdo que fue para el día del alumno del liceo, un amigo me dijo “tocan bandas en el colegio”. Yo sabía porque lo había visto el año anterior, pero jamás se me hubiese ocurrido participar. “Podríamos tocar”, “ya pero, yo no toco na’”... “mira yo toco guitarra hace como tres años...” “¡buena! y ¿qué música tocas?” “Metállica” “¡qué buena! y algún tema... ¿te sabes, algo?” “sí, me sé este, este y este otro...” “ya po’ lo voy a escuchar a ver si me gusta la onda” y empezamos a conversar y me gustó la onda, me gustaron los temas y decidimos que iba a ser el baterista, así como ya, tu toca la batería... así partió, súper espontáneo. Una batería, unos tambores súper plásticos con un platillito. No hubo mucho desarrollo musical con esa batería, pero así me hice baterista. Entonces, ahí partió, empezamos a tocar “Metállica” y con la banda de aquí en el barrio seguimos la misma línea. Me quedó gustando la batería, pero nunca me compré una, fue un hobby siempre, fue “saquemos tal tema”, con mis baquetas sacaba los temas y como que me imaginaba la batería y dónde había que golpear y los practicaba hasta que me los aprendía de memoria y en los ensayos nos juntamos a tocar los temas. Pagábamos la típica hora de ensayo. Uno llama y dice: “hola, quiero una hora para tal día, ¿tienes hora?” y tení tus horas... tú llegas y arriendas. Puedes arrendar desde una a 20 horas, pero son exclusivas para bandas. Son músicos que se dedican a eso y muchos viven en las salas de ensayo. Y me sorprendió también, porque yo no conocía ese ambiente, iba en octavo básico, tenía 13 años, íbamos a salas que estaban pasadas a cigarro, tipos escuchando death metal en el hall... ¡me van a violar, me van a dar droga! Pero no, súper buena onda los gallos, si en el fondo la variedad musical es un escudo contra cualquier cosa. Si eres un arrendador y llega un niño metalero, te alegra, porque es un cabro chico que toca. “Pase, buena compadre”. Como que se hacen amistades, pero la primera impresión es fuerte igual. Esos años, llevábamos, ponte tú dos meses tocando éramos súper de línea, entonces, les gustaba escucharnos, nos decían ¡buena cabros!, han mejorado, como si estuvieran haciendo una seguidilla de nuestros ensayo. A veces nos decían “ese tema no, toquen otro”. No siempre nos escuchaban, porque estaban haciendo sus cosas, pero los que escuchaban, comentaban. En el liceo hay muchas bandas también. En cada curso habrá uno o dos músicos, entonces, pucha, ponte tu 45 por curso hasta la Q, entonces hay varios músicos. Más de 30 bandas. Cuando hay eventos del día del alumno, del aniversario, etcétera, tienen que hacer audiciones, bueno quedan los que mejor suenan. Entonces, ahí empezó lo que es la competitividad musical, lo que es hacer temas propios. Ahí empecé a meterme más en el cuento musical, a crear con este cabro que me dijo que fuera el baterista de la banda. Empezamos a crear nuevos temas, empezamos a pegar y nos empezó a ir bien en el mundo liceano musical. Entonces, le comenté a mis vecinos, que ya tenían una banda, pero como que yo nunca los había escuchado, como que no éramos tan amigos, éramos vecinos nos juntábamos como a echar la talla, pero resultó que al final terminamos tocando en una sala de ensayo, porque querían escucharme, yo quería saber cómo tocaban, tocaban el mismo estilo, y aprobé. Seguimos tocando hasta hoy y sacamos el disco.

La realidad: “Salir de la burbuja colegial para meterse a esta otra burbuja universitaria ” Salí del liceo con el objetivo de estudiar una carrera tecnológica como mi hermano mayor. Conversaba con él de lo que era la electrónica, le preguntaba cosas, me interesó, porque la electrónica venía full, toda la tecnología se estaba centrando en la electrónica, entonces dije perfectamente puedo estudiar lo mismo y así somos dos en la familia podemos hacer algo

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juntos. Tercero y cuarto medio empecé a estudiar matemáticas en el colegio y me metí a una universidad del Consejo de Rectores. Ahí fue otro año súper cuático porque, tenía que salir de la burbuja colegial, meterse a esta otra burbuja universitaria. Todo está como en una burbuja, no hay nada que se expanda al mundo, eso siento. Me di cuenta que son puras burbujas. Entonces, llegué a esta burbuja universitaria. A los que les fue bien en la PSU entran, tienen su proyección como profesionales, deben tener sus millones... yo igual ya venía con una pequeña desilusión de no haber entrado a astronomía, porque quería astronomía y después esta carrera tecnológica, pero me decidí por esta carrera por razones de puntaje y bueno, entonces empezamos a saber lo que eran los profesores de la universidad del Consejo de Rectores, la pomada que dan los profes. Como no me dio para meterme a astronomía directamente tomé la segunda opción. No iba a seguir luchando, podía seguir como un hobby. Entré a la sala de clases también, y viendo a los profes, cómo nos ven a nosotros, era muy similar a lo que había en el liceo. Hay un mundo alrededor bien parecido a la competitividad universitaria, y el alimento de ego, muy similar, porque te dicen que atrás hay 200 alumnos que quisieran estar ahí y si no estudias te estás farreando tu vida, un título, sin un título nunca vai’ a tener trabajo. Como que te empieza al tiro a cuadrar tus pensamientos y tu visión de vida. Por un lado, eso no me gustó, pensé que iba a ser un poco más abierto, como “aquí está el conocimiento, tómenlo hagan con él lo que quieran si terminan los seis años recibirán una certificación de que estuvieron aquí estudiando”. En el fondo, yo quería esa apertura de conocimiento, que le puedas preguntar a un profesor no sólo de números, sino de la vida en general y no es así. Salí del colegio el 2003 y di la PSU el 2004. Después de varios años me di cuenta que hubiera sido beneficioso un año sabático después de salir de cuarto. Porque es demasiado rápido el colegio y demasiado estructurado y luego como que estás dando la PSU y tu carrera y no sé. Siento que los jóvenes no tienen ese tiempo de detenerse, de mirarse. En enero todavía te estás sacando el colegio de la cabeza, la PSU, en febrero estai curao, lejos de Santiago... en qué momento te detuviste, en qué momento dijiste ¡paren!, déjenme tranquilo. Ya cumplí con esta burbuja de colegio y quiero respirar un rato y ver qué hay a mi alrededor. Eso sería súper provechoso, no sé si para todos los jóvenes, pero para muchos. Había demasiado alrededor, tenía esa explosión interna, es demasiado grande lo que puede entregarte la naturaleza, es demasiado gigante lo que puede entregarte el conocimiento, lo que puede entregarte caminar por la ciudad y observar a la gente; es demasiado grande mirar a tu interior y buscar tu espíritu, muchas cosas que en el colegio no te las enseñan. Te enseñan las normas, sales del colegio y estás en la universidad, después estás trabajado, idealmente, entonces en qué momento abarcas esos conocimientos que yo encuentro que son vitales para ser un ser humano pleno. La música fue un muy buen canalizador para mí, me despertó por dentro, me sensibilizó, me hizo mirar hacia adentro, mirar hacia fuera. Cuando entré a la universidad me di cuenta que no era muy distinto al colegio y como que había algo raro y como que no me estaba gustando. Todavía estaba tocando con la banda de aquí de mi casa y me estaba gustando más ir a ensayar y componer que estudiar hasta las 3 para el profesor que me caía mal, viejo pedante. No me sentía bien recibiendo educación de ese caballero, que por el lado intelectual, podía saber

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sus integrales y sus derivadas y todas sus cosillas, pero en el fondo si querías ver integradas y derivadas y lo veo y le hago los ejercicios y chao. No estoy en la universidad para aprender sólo integrales y derivadas, esperaba un mensaje más profundo y este profesor no me está dando eso, quizás me está mostrando, como aprendizaje, a una persona que actúa pésimo, que te carga todo lo que hace. Eso también te enseña.

El Estado y las oportunidades: “No estoy pidiendo beca, que me den plata, simplemente estoy pidiendo... ¡loco! déjame estudiar” Lamentablemente no me dio el puntaje para la beca que daba el gobierno, que era como un millón cien, entonces la segunda opción era el crédito universitario. Era como un subsidio, no había que pagarlo después. No sé, ... pero un millón, dentro de los 2 millones y medio que costaba la carrera, igual no es tanta ayuda, es carísima la carrera y la universidad supuestamente estatal. Yo, sin ese millón tenía que pagar 250 mensuales y no había forma de pagar. Dos hermanos más estudiando en la universidad... mi madre viuda, profesora... súper difícil. Entonces, opté por el crédito y no me lo dieron. Había que presentar el sueldo líquido en mi caso de la mamá y las cargas familiares que estaban con ella. Entonces, juntamos los papeles, todo. Al momento de la inscripción ella tuvo que ir al colegio, hacer muchos trámites, porque no es llegar y pedir papeles en este país, se demoran mucho y te cobran por todo. Juntamos los papeles, los llevamos a la universidad, a la asistente social y entregamos lo pedido junto con lo que nosotros estábamos dispuestos a pagar que eran como 50 mil pesos. La carrera valía 230, entonces era harto lo que necesitábamos. La asistente ve los créditos y te quedas ahí como esperando. Obviamente tienes que seguir yendo a la universidad a tus clases, estudiar para tus pruebas, pero la respuesta no era inmediata. Se iban a demorar como tres meses en principio y se demoraron mucho más. La primera vez, era una fila gigante, te ponías a conversar. Solamente recepcionaban la información y ahí todo el mundo tiraba sus esperanzas... Había que pedir certificado de alumno regular de mi hermana, que estaba en la universidad;de mi hermano, que estaba en la universidad en un país latinoamericano y bueno hay que mostrar tus gastos básicos, luz, agua, gas, las contribuciones de la casa. Todos los gastos que certifican que con el sueldo de mi madre no alcanza para pagar la carrera y por supuesto no alcanzaba, porque mi madre ganaba 500 mil pesos y la universidad de mi hermana eran como 150 lucas, le mandaba como 100 lucas a mi hermano en el extranjero (país latinoamericano), esta casa igual sale cara, con todos sus gastos... mostramos todo eso y era complejo, porque hay que buscar los certificados, se demoran mucho en entregar algunos. El del extranjero se demoró mucho. El mismo día andábamos corriendo. Cuesta igual conseguir los papeles y sacar fotocopia y legalizarlas, porque todo ese cuento de notaría y papeles y trámites. Nos dijeron, la respuesta va a estar en los próximos 30 días. Pasaron como 50 días hábiles. Y la respuesta dice que no hay crédito. ¿Por qué?, ¿faltó algún papel?, fui a apelar con la asistente social. Aquí ya no había un salón gigante, ya no eran mil alumnos pidiendo crédito, sino que simplemente los que no habían recibido lo suficiente o los que no habían recibido nada. Yo fui a preguntar qué es lo que había pasado, ella revisó sus papeles y salía que la liquidación de sueldo de mi madre, eso fue lo que me dijo, salía que ganaba 1 millón y eso fue lo que hizo que me rechazaran el crédito y esa respuesta para mí fue tan sorpresiva como que me

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hubieran dicho “tu padre gana un millón” y yo no tengo papá. Fue súper raro, porque de dónde salió un millón, si en la liquidez dice 500 mil. Me dijo: “Esto ya está fuera de mis manos, lo que puedes hacer es juntar de nuevo los papeles, traérmelos acá, yo analizarlos y hacer la visita social”. Pero qué hago por mientras, no puedo pagar la carrera. Dijo: “Bueno tú puedes ir abonando lo que puedas pagar, lo que se supone que si te hubiesen dado el crédito hubieses podido pagar y ahí se te va disminuyendo tu deuda”. Empezamos a pagar 50 mil, que era lo que podía pagar mi madre. Y bueno, juntamos los papeles nuevamente, seguimos con el lateo de siempre. Las respuestas a estas solicitudes no son inmediatas, nada es inmediato aquí en lo que es políticas y préstamos, por lo tanto, desde que entré en marzo hasta la primera negativa del crédito, pasó mayo. Por ahí por junio hice la apelación y le llevé los papeles a esta señora y me dijo que ya, que los iba a analizar y que haría una visita social en caso que fuera necesario. Y ya, esperar los próximos 30 días hábiles para la respuesta. Yo seguía abonando mis 50 mil pesos en la universidad, seguía dando mis pruebas, siendo un alumno universitario corriente en el fondo. Pero siempre tuve esa cuestión, que lata que no te hayan dado crédito, conversaba con mis compañeros y me di cuenta de algo que igual me dio mucha rabia contra el sistema. Uno de mis compañeros vivía con su abuela y su madre trabajaba independiente. Ella era comerciante, entonces, no boleteaba, no estaba inscrita en la AFP, ni en ISAPRE, ni en nada. Todo lo que ganaba era para ella, porque era su propio negocio. Entonces, obviamente no la puso como ingreso familiar y su hermano que también trabajaba así independiente, tampoco lo puso como ingreso familiar. Y puso que vivía con él, o sea, con su hermano, su madre estaba separada viviendo en otra casa y vivía sólo con la pensión de su abuelo que ganaba una pensión como de 80 lucas y le dieron crédito de un 90%. Mintió por todos lados, cachai, o sea, aquí el que se las arreglaba mejor para ocultar información y obtener mayor porcentaje que todos, era el que obtenía el resultado del crédito. Y le dije bueno, pero ¿tu vieja gana plata?, si poh, gana como 500 lucas y ¿tu hermano? también aporta... como que el ingreso de la familia no era de 80, eran mucho más, eran como 300 lucas. El está muerto de la risa con su crédito de 90% y yo con 0 % y siendo honesto. Me dio mucha rabia, pero no le iba a contar, porque aquí uno hace lo que quiere no más. Si tu quieres el crédito te la jugai no más con tus artimañas posibles y obtienes de cualquier forma tu crédito, eso se me dio a entender y tenía lógica, dentro de toda la distorsión de lo que es el crédito y el sistema universitario. Yo no tenía por donde mentir, no podía inventar un hijo, no podía inventar gastos, así que me tiré no más por la reapelación, porque la apelación me salió negativa. Tiene que haber sido otra tontera más, así como que el ingreso per cápita de la familia está acorde a un ingreso normal que está entre los requisitos del crédito, una cosa así. O quizás la asistente social vino y al parecer esta casa era un poco grande para lo que ellos necesitan como requisito máximo para dar crédito, porque acá al lado arrendamos una pieza y yo creo, esto no lo sé, pero yo creo que ese día cuando vino una asistente social el arrendatario estaba, un ingeniero con una camioneta grande, y yo creo que por ahí estuvo el punto desfavorable. Era julio, yo no tenía crédito y seguía abonando mis 50 mil pesos en la universidad. Así que, ¿qué otra alternativa me quedaba? Reapelar. Quizás debería haber hecho muchas cosas, no sé, alegar, llevar gente, testigos, en el fondo dejar la …, pero como que algo me desencantaba constantemente de todo, me desencantaba de la educación, me desencantaba de los créditos, me desencantaba de los profesores como

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te conté, los profesores no me inspiraban ser profesional, bueno, está bien no voy a buscar la inspiración en la universidad con los profesores, pero un aporte. Uno tiene que enamorarse de la carrera que está estudiando. Entonces, tiré la reapelación, si sale, bien, si no, chao con esta cuestión. Yo por mientras seguía, hacía mis ramos, seguía dándome a conocer en el mundo universitario, seguía con el rollo de los profesores. Hay uno que me cayó muy bien, de hecho hicimos muy buenas relaciones. Con un compañero nos aplicamos harto, estudiamos juntos, después íbamos a ver a los profesores, nos quedábamos con él horas en su despacho haciendo ejercicios especiales, en el fondo teníamos conciencia de que estábamos en la universidad, aprovechemos todo y los profesores mismos nos decían si ustedes tienen dudas vayan a mi oficina, llegábamos los dos a la oficina, mejor aún teníamos clases particulares casi. Igual, ya estaba chato pensando en el crédito y preocupado, es una preocupación súper fuerte, seguir o no estudiando. Ahí salí rechazado. La asistente ya me conocía, le dio mucha pena. Incluso yo me quebré en ese momento cuando me dijo que estaba rechazada la reapelación, porque no podía creerlo, no entendía por qué no me daban, cuál era el problema, ¿que era mexicano? Tampoco, porque yo estaba nacionalizado, ¿Mi carrera es muy cara? Tampoco. Además, ni siquiera están regalando plata, están dando un crédito. No estoy pidiendo beca, no estoy pidiendo que me den plata, simplemente estoy pidiendo... ¡loco! déjame estudiar y cuando termine te pago tus millones, porque era caro, pero no lo van a perder. No sé, cual es su visión de crédito que restringen tanto a alguien, quizás el sueldo se veía grande, 500 mil pesos, pero incluso eso también es un argumento como para que en un futuro, si termino la carrera tampoco me va a costar pagarles. Es más difícil darle a una persona con sueldo de 200 mil pesos un crédito de 20 millones, que hubiese sido lo que hubiera gastado, porque no sabes si a futuro, tenga pega y sus papás no tienen cómo pagarlo. Tenía un millón de pesos de deuda por el semestre de estudio. Quedé completamente desencajado, con todo. Me dio rabia, en ese momento, demasiada rabia, pero dije, ya, filo con toda esta cuestión. Quizás, estudiar ingeniería no es lo mío, me fui por la volá del destino y de cuestionar si lo que yo estaba haciendo en esa universidad era lo correcto y lo que estaba pasando eran como obstáculos a propósito para que yo dejé de estudiar ahí. El CORFO, lamentablemente, mi madre ya tenía tres CORFO vencidos, no podía pedir un cuarto. De hecho todavía sigue pagando los créditos. Pedir un crédito bancario era imposible. Y eso lo supo la asistente y lo supo todo el mundo, pero aun así. La música tiene un nacimiento mucho más antiguo, desde chico. Entonces, la negativa del crédito fue una razón más. Una gran razón, casi fundamental, sumado a que mi visión de ingeniero no me estaba llamando la atención. Como siempre me gustó la matemática y todo ese cuento, ser inventor y hacer nuevos proyectos, inventar tecnologías, eso siempre me gustó, me sigue gustando y sigo inventando cosas como ¡oh! podríamos ocupar el ingenio en tal cosa, pero conversando con profesionales me decían que estaban hartos, porque las pegas estaban súper malas y cuando hay negocios importantes siempre pasas a llevar a alguien, quizás tienes que aserrucharle el piso al que está al lado, la competencia es fuerte, y si quieres hacer algo en esa profesión tienes que pasarlo mal en algún momento. También, están encerrados en cuatro paredes escribiendo proyectos y como que no me inspiraba a

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luchar contra todos los factores adversos para lograrlo, entonces, recurrí a mi baúl de los recuerdos y me encontré con la música, me encontré con la batería, me encontré con todo lo que este libre. No más el sistema y las pegas y los aserruchamientos de pegas...¡no! Yo estoy viviendo para ser feliz, si esto no me va a ser feliz, entonces para qué, no estoy siendo feliz en la universidad, no lo estoy pasando bien. Se me vino encima todo, no tenía crédito, tenía deuda, imposible pagarla, y si quería congelar, tenía que pagar todo lo estudiado y terminar el año. ¿Qué hacer? Lo otro que siempre me gustó hacer y que me acompañó desde muy cerca fue la música. Ahí tomé la decisión. Todo el mundo dijo: “¡No, pero estás loco!” Mi madre, poco menos que se volvió loca con mi decisión que, si no seguía con esta carrera tecnológica, me metía a música, pero entregándome todas la opciones, maternalmente posibles. Yo le veía otro sentido, si no era eso, era la música. Eso no lo transaba, estaba seguro que era una o la otra. En ese momento me di cuenta. Antes siempre fue hobby la música, pero en ese momento la carrera tecnológica se ensució mucho. Como que la negativa al crédito, el ambiente no me gustó. Conversé también mucho con otros profesionales de la carrera y ellos me explicaban, yo les preguntaba, ellos me contaban. Veía a mi hermano llegar súper tarde, todos los días, raja, trabajaba hasta los domingos, en su oficina, está frente al computador todo el día haciendo los proyectos y ¿de verdad quiero hacer esto?, ¿de verdad quiero trabajar frente a un computador, de noche, incluso los domingos? Como que se empezaron a abrir muchas puertas diciéndome ¿de verdad quieres luchar por esto?, ¿quieres estar muchos años más de tu vida haciendo esto?, ¡Pa’ la casa la universidad del Consejo de Rectores con todos sus profesores y todos sus no créditos!, y, a trabajar para juntar dinero y comprarme una batería, lo antes posible.

Un nuevo proyecto: “Era todo lo que había buscado, el placer del aprendizaje, una conciencia de autosuperación” El 2004 seguí yendo a clases como para aprovechar los últimos conocimientos, saqué libros, me integré a la rama de tenis, porque lo había dejado, empecé a ir a la universidad a conversar con mis compañeros, tratar de potenciar más la relación que tenía. Había personas bien interesantes, buenas personas. Y empecé a trabajar como reponedor en un supermercado para juntar las lucas lo antes posible. Pasó el tiempo y mi hermano mayor me apoyó y me dijo “yo te ayudo a comprar la batería”. Pasó enero, febrero, marzo del 2005. Fui a hablar con un profesor de batería, un contacto que tenía de otros músicos, que tenía un hijo baterista que tocaba en un canal y hacía clases particulares y en una universidad privada. Me preguntó cuándo partes, le dije cuando tenga la batería. Y gracias a él la encontré más barata y partí al tiro. Traje a mi negra, así la llamaba, así la llamo. Todavía la tengo y empecé a estudiar batería. Acusticé mi pieza, me metí de lleno y empezamos con la banda a tocar más, en festivales de colegio, a juntarnos a componer. Mis compañeros de banda eran más pequeños, tenían dos o tres años menos que yo. No fue tema, ni un obstáculo, porque yo también estaba aprendiendo, aprendíamos todos juntos. En el fondo, como que estábamos todos partiendo de la forma más seria y yo creo que eso incentivó a que se motivaran más con la banda. Estaba dedicado a la batería y ellos también tenían que ser más responsables con los ensayos...

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Qué divertido contar con detalle todo lo que hice. Año 2005 estudié con este profesor particular, un gran maestro, muy buena persona también y aprendí ese año muchas cosas... tuve clases particulares, después de haber estado desde los 13 hasta los 19 tocando con cojines y colchones... Era fuerte el cambio de progresión, muy rápido el aprendizaje con clase, teniendo la batería como ¡qué maravilloso esto! Me enamoré de esa autosuperación inmediata, porque cuando estudias algo más complejo, medicina, no encuentras esa superación, pero aquí era súper directo, el cuerpo se va agilizando rápidamente. Esto es mágico, esto es excitante, maravilloso, era todo lo que había buscado, el placer del aprendizaje, de una conciencia de autosuperación directa. Me enamoré del instrumento, me encanta estudiarlo, me cayó bien el profesor, me gustó el ambiente, los otros alumnos del profesor también todos motivados. Llegaba a esta casa grande y tenían varias salas de ensayos y el profesor ¡buena! teníamos buena relación, era joven, el profesor tenía 31, 32 y yo 19, entonces la diferencia no era tan grande. Me contaba mucho de cómo era la vida de un baterista, entonces, al tiro sacó el rol social de lo que yo estaba haciendo, no como en la universidad o en el colegio, donde el profesor no te dice cómo es el rollo después que terminas la carrera, el ramo específico. Aquí era totalmente abierto el aprendizaje, podía aprender tanto del control motriz, de la empatía con otras personas, de muchas cosas no sólo pegarle a los tarros, entonces eso también lo encontré muy lindo, muy mágico. Con él estudié, ese año era el 2005. Mi madre empezó a preocuparse, porque me vio muy motivado con la batería, no sé, como que al principio me dijo ¡ya! como para que no me gustara, me desilusionara y me fuera al camino más correcto. Me dijo en noviembre o diciembre, “quiero hablar con tu profesor particular. Quiero ver qué va a pasar, el cartón y toda la cuestión”. Conversamos con mi madre, los tres, y el profesor argumentaba que en la música todo es diferente, es diferente a todo lo que están acostumbrados a entender como carrera. De partida tú no tienes que rendirle cuentas a nadie, tú no tienes que demostrarle nada a nadie antes de sentarte frente a tu instrumento y tocar. Eres lo que estás tocando en ese momento. Entonces tú puedes haber tenido los millones de cartones y 3 mil años de estudios, las mejores universidades, pero lo que importa es quién eres tú tocando. El profesor le dijo a mi madre, tranquila, tu hijo puede tocar muy bien batería, tu hijo no necesita un cartón para tener trabajo, para ser músico a mí nunca me pidieron el cartón, hago clases en una universidad privada, me va bien. Le contó todo su rollo profesional de la batería, y parece que algo le hizo entender a mi madre, la convenció, la tranquilizó y como para que me diera a mi también un poco más de espacio, le dijo: “Sigamos con la clases, pero en un lugar institucionalizado”. A ella nunca le gustó que fueran clases particulares. El profesor le dijo: “Hay solución: mi tío hace clases en la universidad del Consejo de Rectores, es baterista y es director de la escuela de música popular”. Que fuera de la universidad del Consejo de Rectores, le brillaron los ojos, fuimos para allá y el año 2006 ya estaba instalado en la universidad del Consejo de Rectores tocando y ahí estuve con otro gran maestro de la percusión y la batería; estuve ahí estudiando cinco semestres. Para entrar había una prueba musical y te derivan a donde tienes que ir, en el fondo ese es el juego, según tu capacidad. Yo fui derivado al primer semestre avanzado, porque como ya había estudiado el año con el otro profesor, ya sabía de lectura, sabía algo de posturas y ritmos un poco más elaborados, entonces no tenía que empezar de cero.

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Éramos tres por clase, ya no eran particulares. Era intérprete de música popular en versión batería, así se llamaba la carrera. Entonces, te pasaban teoría, te pasaban el instrumento, guías así como de música, de historia de la música, métanse, lean esto. Ya no era sólo con instrumento como cuando era en particular. También, por el hecho de tener compañeros como que se intercambian información, oye viste tal página y curiosamente en este curso donde éramos tres, éramos muy motivados para estudiar, queríamos todo rápido, queríamos más...así que cinco semestres los hice en un año y medio o dos años, un año y medio parece que fue. Fue súper bueno, porque ahorré tiempo, ahorré plata, conocí a otros músicos muy talentosos también, algunos con los que me sigo juntando todavía, porque son grandes personas también, Pero resultó que, en el juego que tenía esta escuela después de cierto tiempo, después del quinto semestre, exactamente como que se ponía un poco fuera de mi proyección como baterista, como músico y no me satisfacía seguir estudiando. Además subieron el arancel, y le pedí a mi profe una beca y no me la dio. “¿Pero porqué? Si me ha ido bien, incluso estoy adelantado”. No tengo los medios económicos y no me la dieron. Pero obviamente con un aprendizaje muy valioso, de lo que quería como músico, como baterista y con ganas también de seguir puliéndome, seguir encontrando mi arte. Siempre fui versátil, donde me movía, hacía amigos, en la universidad me juntaba con ellos. Como que donde me muevo, ahí me quedo un rato. Como que soy un poco apasionado en ese sentido, me apasiona algo y me muevo ahí, me juntaba con mis amigos de la universidad, tocábamos. No tener una casa también complica la situación, porque mi instrumento es fuerte. Mi hermana necesitaba mucha concentración para estudiar, entonces, las peleas eran ¡pucha, es que a mí me toca estudiar! ¡No es que a mí me toca estudiar!. Coordinar demasiadas cosas, la pega de mi vieja, su descanso, los estudios de mi hermana, las limpiadas de la casa, porque obviamente no teníamos nana, entonces, había que hacer un horario gigante en donde el lunes está lleno de cuestiones, el martes más lleno de cuestiones y el miércoles tapados de tonteras. Entonces, yo tenía que coordinarme con mis estudios, con las clases, con la banda y con todas las actividades de la casa. Buscando pega simultáneamente, porque mi madre estaba pagando como tres créditos que había pedido, dos CORFO por la universidad anterior, buscando sustento para mis clases, para el accesorio y para ir agrandando los instrumentos, porque la batería, puedes tener un bombo y una cajita y un platillito y tocar un estilo de música o invertir todo un set gigante de música, pero obviamente implica más dinero, entre más grande el set es mucho más dinero. Yo quería algo más grande, más ostentoso, más colores, tocar más variaciones y como mi estilo era metal, rock-metal, necesitaba agrandarme sí o sí, como que me sentía un poco pequeño para mi profesión como baterista. Tenía que trabajar y juntar dinero para comprarme esos gustitos. Al final junté el dinero y me compré la media batería, pero no tenía dónde tocar. En mi casa tocaba y se volvían todos locos hasta la vecina de al lado. Me tiraron los pacos muchas veces, pero era curioso, porque los pacos estuvieron acá, y tenía todo acustizado, tenía doble puerta, esponja, todo, entonces para mí estaba correctamente habilitada para tocar, pero la señora de al lado, una señora de 80 años, se volvía loca y llamó a los carabineros varias veces y vinieron y se dieron cuenta que no era fuerte la música, había un decibel respetable. Tocaba de día, nunca de noche.

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Nos arreglamos con mi hermana, la vieja de aquí al lado pataleaba, peleaba, pero no podía hacer nada. Me acuerdo que venía a tocar el timbre, pero tocaba el timbre hasta que yo parara y saliera y nos peleáramos y dejaba de tocar dos horas, ponte tú y volvía a tocar y timbre de nuevo y así estuvimos como el gato y el ratón mucho tiempo. También es desagradable eso, porque cuando estudias un instrumento hay que estar tranquilo, tienes que estar bien, en paz, concentrado, no preocupado que estoy molestando a la vieja, estoy molestando a mi hermana, que mi vieja va a llegar, no podís estar en otro lado cuando estás tocando, entonces fue complicado en ese sentido y cuento corto tuve que sacar la batería, tuve que llevármela de aquí. La negra se fue a la casa de un compañero que vive en un casa gigante, viven dos familias. Es la casa de sus abuelos, como los dos abuelos, la nana y él con sus padres. Entonces, en la casa de los abuelos había una pieza aislada, lejana de todo y le dije ¿me dejai tocar ahí? y me arrendó. Bueno, me la lleve y allá por fin pude ser feliz. Puedo estar tocando a todo lo que quiera… a todo el volumen que quiera sin que nadie te moleste, sin que tú molestes a nadie. Mi hermana podía estudiar tranquila, mi madre ya podía llegar del colegio y dormir. Ser profesora es súper estresante. Es súper cansador, en un colegio que era extremo. En el sentido de que los cabros eran clase media alta, era municipal el colegio, entonces pagaban poco, pero eran todos así como, con el rollo de la familia cuica. Sin ser gente adinerada, pero con esa asignación de poder y de orgullo. Entonces los cabros eran desordenados porque los papás también son así… mañosos, súper egocéntricos, que mi hijo es mejor y toda la cuestión. Entonces mi madre tenía que pelear con eso todos los días. Igual fue súper aliviante que ella llegara y descansara y no tuviera que pelear con mi hermana porque estaba estresada, que no podía estudiar, y yo tampoco. Fue un gran alivio. Mi hermano allá en el país latinoamericano, por otro lado, no le estaba yendo muy bien, crisis vocacional, no le gustaba lo que estaba estudiando. Le pasó algo similar a lo que me pasó a mí en la universidad. De que veía el contexto súper materialista, alejado del ser humano, muy sucio también. Gente incompetente, haciendo trabajo importante. Profesionales, que en verdad como seres humanos eran muy pobres, pero como tenían su título y estaban en una empresa importante, lo hacían por el lucro, más que nada. Y eso también le afectó. Y se desilusionó de la carrera, y no terminó. Creo que estudió todos los años pero no hizo la tesis. Entonces eso también era un peso para la familia. Ya era otro más sin el título, sin la estructura social del estudio convencional. Después, volví con mi profesor particular. Ahora hacía clases en un centro, que tiene su galpón musical. Y ahí me quedé particular hasta mediados de 2008. De ahí por razones económicas, no pude seguir y ahora estoy sin profesor, sin clases. Pero desarrollando varias cosas musicales. Con la banda, estamos con el disco, quiero sacarlo lo antes posible, para empezar a masificar la música, e ir a tocar a distintos lugares. Hemos tocado en la Escuela Moderna, en la SCD. La banda es de rock metal progresivo. Y a la vez haciendo mis composiciones. Lo considero un proyecto solista porque si fuera parecido a lo otro, perfectamente comparto mis temas con la banda y démosle. De hecho en la banda aporto harto, y componemos, y hacemos cosas todos dando ideas, pero tengo un lado que no es metal rock progresivo, y ahí lo explayo. Es un poco de New Age, con electrónico, algo de rock también, folk. Gracias a esos cinco semestres que estudié en universidad del Consejo de Rectores. Obviamente junto con las clases particulares. Gracias a todas esas herramientas, puedo componer mis canciones, y puedo moverme en varios estilos. Eso lo agradezco mucho. Y voy confiado y tranquilo en que un estudio no te sirve si no lo aplicas. Yo en este momento estoy aplicando el estudio. Dejé las clases, quizás momentá-

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neamente, ojalá retome, no te podría decir cuándo. Pero no me quedé en el aire, simplemente apliqué. Si no estoy con composición, estoy con la banda. Si no estoy con la banda, estoy con mis composiciones.

El Movimiento Espiritual: “El contacto con Dios está constantemente” Según el fundador de este movimiento, dice que, con ambos padres pertenecientes al movimiento, con su apertura espiritual y con su ejercicio en importante práctica, los hijos nacen con una cierta apertura espiritual. Eso significa que es más fácil que el contacto con su espíritu y con Dios sea directo. Yo nací con esa apertura. De modo que, a mis 18 años, que es la edad en la cual se supone que uno puede ingresar a este movimiento, no hubiese costado nada recibir el contacto, ya lo tenía como un poco hecho. Es como tener la apertura, te abren tu canal energético. Llegamos a Chile a los 4 años y mi madre por supuesto fue la formadora del movimiento aquí. Estuvo haciendo sus ejercicios, yendo periódicamente y de vez en cuando me llevaba a mí para no dejarme solo acá en la casa. Creo que desde los 8 años que iba de vez en cuando a esta casa y hacían sus ejercicios, escuchaba sus cantos, aunque no podía entrar, porque es un lugar especial. Siempre me relacioné con el movimiento, desde chico. Cumplí 18 años y no iba a recibir el contacto, porque no sentí que era el momento. Estaba en cuarto medio, estaba con esta cuestión de la PSU y todo ese rollo. No me inscribí para recibir el contacto. Pero seguía yendo de vez en cuando, a acompañar a mi madre, a conocer a la gente, pero cuando ya cumplí 21 años estaba más tranquilo, ya estaba estudiando música. Ahora es cuando: ahora está todo más relajado y ya estoy como encaminado, recibamos el contacto. Tiene que haber una especie de tiempo de aprobación de sí mismo. Los ayudantes te explican más o menos en términos generales y específicos si tú preguntas, cuál es la importancia, la trascendencia, cosas que yo en cierta forma ya había conversado con mi madre. Entonces, fue algo bien corto. Fui a la ceremonia de contacto y ese día fue completamente diferente a cualquier día que yo me haya imaginado, porque fue fuerte el contacto. Como que lo sentí muy fuerte. Fue en Marzo del 2006. Y bueno, después de haber sentido ese tremendo cambio de mi percepción, de mis pensamientos, de mi sentir, dije, esto es serio, es de verdad. El espíritu está y la evolución existe, el contacto con dios está constantemente y lo que uno hace influye alrededor y lo que uno siente trasciende a tu ser interno y lo que uno piensa se transfiere en el espacio. Fueron muchas cosas las que sentí, entonces hubo un completo antes y después. De mis amigos ninguno pertenece al movimiento. Son casi todos mis vecinos, mis amigos y algunos ex compañeros de colegio con los que hicimos fuertes lazos, pero viven muy lejos. Nos vemos, las relaciones siguen igual de fuertes, mucha sinceridad y mucha confianza. Saben que yo pertenezco a este grupo, que yo hago ejercicios espirituales, quizás me creen medio loco, no sé. En el aniversario del movimiento, de hecho con mi banda hemos hecho unas actuaciones unplugged. No llevo la batería, yo llevo un tambor, la guitarra eléctrica es de palo. Yo soy miembro y yo no presiono a nadie, ellos sabrán lo que hacen, yo les cuento, si me preguntan les respondo, pero no los obligo a nada.

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La desconfianza instalada: “La gente tiene miedo de encontrarse con gente, es terrible” Hay muchos tipos de chilenos, hay de los que no merecen la pena que sigan viviendo, y hay seres humanos maravillosos, sobre todo fuera de la ciudad. He ido para el sur más que al norte, y allá en verdad son ángeles las personas, no tienen prejuicios, no hablan mal de nadie, son alegres, te invitan a su casa como si fueran amigos de toda su vida. Y acá en Santiago, jamás te vas a encontrar con eso. Y gran culpa, yo creo, la tienen los medios de comunicación también, porque tanto tiempo cultivando el miedo, cultivando la hostilidad, que el asalto, que la violación, que el robo, que la gente tiene miedo de encontrarse con gente. Y eso lo encuentro terrible, una deshumanización atroz. Chile me encanta, es un país precioso, la gente es increíble, pero Santiago es otra cosa, Santiago está demasiado infectado. Por supuesto tengo mis amigos, tengo gente que también quiero mucho, que sé que son buenas personas, pero los que dirigen el país están muy mal. Están contaminados no sé con qué cosa, no sé qué bicho les picó que cultivan el miedo antes que el amor y la tranquilidad, en ese aspecto estoy totalmente en desacuerdo. Sigo acá en Santiago porque aun no sé dónde irme. Me gustan muchas partes, me gustan partes en el sur, me gustaría de hecho ir más lejos, si las lucas me acompañan, me gusta la quebrada de Macul, la encuentro preciosa. Me gustaría darme una vuelta por Argentina también, conocer un poco allá, como la educación es gratis. No hay bosque si, a mí me gustan los bosques. En enero me voy a Oceanía. Voy para allá por un congreso del grupo espiritual, de hecho. El próximo año voy a estar con mis pepas y mis oídos y todo al máximo para cachar la onda, conocer gente, sentir el lugar. Al País latinoamericano yo sé que voy a volver. Quizás el próximo año, quizás en 10 años más, quizás en otra vida, pero voy a volver. Quiero conocer el lugar donde nací, quiero conocer la ciudad de este país, tan apoteósicamente gigante, y con tanta gente, quiero estar al medio de todo y sentirme así como ajeno a casa y decir ¡oh, que loco vivir acá!. Quiero ser testigo del sistema donde nací, quiero también conocer los pueblos rurales, quiero, ojalá encontrarme con algún chamán por allá, conversar, entregar más conocimiento. Con la familia de allá. La gracia de internet es que uno puede tener contacto. Nos escribimos de repente, su chateo con primos, hace poco estuvo una prima acá, estuvo quedándose una semana, hizo un tour por Santiago, pero tampoco es como muy, muy afectiva la relación. Les digo hola, ¿cómo estás? bien, tú sabes que estoy trabajando... una vida muy normal, como si estuvieras viviendo ahí en La Florida.

Participación: “los colegios se organizaron y salimos a protestar” El año 2003, nosotros partimos en marzo con la idea que iba a dar la PAA y ya. Uno se inscribía en los preuniversitarios, había un preuniversitario gratis en el colegio, entonces todos empiezan a moverse en torno a la PAA. Tengo tres hermanos que ya dieron la PAA, también te hablan un poco al respecto, incluso tenemos facsímiles de esos años. Fue como por mayo o junio que salió la primera manifestación clara de que el ministerio iba a cambiar la prueba y todos se extrañaban, qué tiene de malo la anterior y empezaron a correr todos los rumores. Se hicieron

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muchas teorías y hubo por supuesto descontento, porque cómo te cambian en cuarto medio una prueba para la que te has preparado durante toda tu media. Y no sé cuánto tiempo pasó y le cambiaron el nombre, ya no era PAA, era SIES creo, Sistema de Ingreso a la Universidad o a la Enseñanza Superior. Luego de la SIES, por julio o agosto dieron el segundo cambio. Con el primer cambio nos llegó simplemente un orientador, no sé si del gobierno o del colegio. Nos explicó, el cambio, pero no me acuerdo, a ese nivel de intrascendencia. Por supuesto que todos sorprendidos, todos choqueados, y todos preguntándose por qué cambian algo el mismo año. Al señor lo increpamos, lo insultamos y lo echamos del colegio por hablar tonteras. Cómo se le ocurre, ahí el presidente alegando y él “no puedo dar más información después daremos más charlas completas”. No hubo charlas completas, hicieron el cambio. Mira, para serte sincero no sé si fue primero la PAT que era la prueba de aptitud transitoria y después la SIES, o la SIES primero y la PAT después. Pero esos dos cambios hubo como de abril hasta agosto. Y no teníamos claro ni siquiera cuál era cuál. Tenían nombres distintos y quedaban meses para dar la prueba y no sabías qué te iban a cambiar, entonces hubo como una especie de caos estudiantil a nivel de tercero y cuarto medio y obviamente los colegios se organizaron y salimos a protestar por las calles. Se organizó el Centro de Alumnos, yo no pertenecía al centro de alumnos, los presidentes de cada curso van, hablan con los presidentes de los otros cursos, de otros colegios y salimos a las calles porque encontrábamos súper injusto que a un cuarto medio le hagan un cambio de la prueba y sin tener claro cuáles eran los ítems ni nada. Entiendo que la PAA no era lo mejor, pienso que puede haber una prueba óptima. Entonces si querían hacer un cambio, pienso que es mejor partir desde la media para el cambio, o sea, los que en ese tiempo estaban en octavo, al año siguiente ibas a entrar a primero iban a tener más claro en qué consistiría su prueba de admisión a la universidad, ahí yo creo que hubiese sido más correcto iniciar el cambio. Y bueno, pasaron los meses y ya no era ni la SIES, ni la PAT sino que fue la PSU. Fue bien rara la prueba en realidad, preguntaban muchas cosas sin sentido. Preguntas de memorización, poca aplicación, me dio la sensación de que metieron cualquier pregunta, de primero a cuarto medio, así como para ver si uno se acuerda de todo lo que estudió en el colegio, pero no mostraba en ningún momento aptitudes. O sea, si tú tenías mala memoria como era mi caso, jamás te vas a acordar de tonteras de lenguaje como análisis de oraciones. Por ahí salió un reportaje en el diario en que se sorprendían del tipo de preguntas, tan banal y específico en contenido. En ningún momento miden tu rapidez para pensar o si tienes aptitudes matemáticas. Mucha memoria. En la movilización hicimos lo que siempre se hace. Ir al Ministerio de Educación, estar parados afuera gritando, mostrando pancartas y todo. Ahí el presidente o el organizador de la manifestación va, y entrega una carta. Fue como una semana. Ahí la cambiaron a PSU. Pero eso estábamos alegando, que no hubiera cambio. Los profesores nos apoyaban y no entendían por qué nos cambiaban la prueba, pero ellos estaban tan ignorantes como nosotros. Entonces se conseguían los contenidos por distintos contactos que ellos tenían. Ahí tratando de tirar todo a

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la parrilla en los preuniversitarios que eran los días sábados. No me preparé así como debería. Pasó lo que pasó y me da lata que lo hayan hecho ese mismo año. Los medios de comunicación siempre apoyan a los privados y ocultan lo que es más polémico. No salieron de la cotidianidad de decir que, los pingüinos, los escolares salieron a hacer manifestaciones por un cambio de nombre, porque los contenidos iban a ser los mismos. Incluso la misma ministra o ministro, no sé quién era, porque cambiaron también de ministro, decía que los cambios eran de organización más que de contenido. Que eran cambios casi imperceptibles, o sea, que perfectamente podrían haber hecho el cambio en el momento de la prueba y los alumnos no se hubiesen dado cuenta, algo así. Los medios apoyaban esa opinión y contrarrestaban lo que nosotros estábamos haciendo. Conversaba con mis compañeros y ahí el presidente de curso que estaba metido en el cuento nos informaba. Pero no hubo aceptación a nuestros reclamos, no logramos nada, logramos simplemente la semana en contra del gobierno(risas). Al dar la prueba, fue raro. Como que, a los que uno no les tenía fe, les fue bien y a los que les tenía más fe, no les fue. Sorpresivo. A los que tenían mejor promedio no les fue mejor. Antes era como más lineal.

La sociedad: “No voy a ser parte de un sistema en donde la felicidad no prime” Yo no me inscribí en los registros electorales por todo lo que veo. De partida, yo soy súper idealista y voy a morir siendo idealista, eso no me lo va a cambiar nadie y si el ideal que busco no se plasma, porque entiendo que toma mucho tiempo, muchos años un cambio, yo voy a seguir siendo idealista y si no funciona el sistema me voy a ir del sistema y me voy a perder en algún lugar. Yo no voy a cambiar mi forma de ser por estar siendo un ciudadano correcto dentro de una ciudad que no me gusta en su forma política, en su forma de organización. No me gusta el sistema capitalista en sí, estoy en desacuerdo. Estoy en desacuerdo con las políticas de educación, estoy en desacuerdo con las políticas como de ampliación de los agentes del poder económico que hacen y deshacen como quieren las cosas. Estoy en desacuerdo con que la opinión del Consejo de Rectores no se respete, estoy en desacuerdo con los cuidados que le dan al medio ambiente, estoy en desacuerdo con tantas cosas que me haría inconsecuente inscribirme en ese sistema, seguir sus leyes, seguir sus normas, para votar por tipos que están dentro de la misma créme de la créme de esa sociedad política. Es como lo que escribí en un relato que se llamaba ¿Quién gobierna mi mundo?. Nosotros mismos. Nuestro espíritu, nuestra alma, nuestra conciencia es la que nos dicta qué es lo que estamos haciendo bien o no. Yo sé que todos esos gallos, si es que tienen conciencia, la tienen ultra tapá, con cemento encima, la tienen con dinero encima y no apelan por los seres humanos, no apelan por nada, por los derechos de la humanidad, por el amor, por la paz, porque la gente viva feliz. Y yo no voy a ser parte de un sistema en donde la felicidad no prime. La política siempre fue importante en esta casa. Mi hermana estudia una carrera social, mi abuelo fue dirigente, como muchos izquierdistas en el Golpe. Repartían como canasta básica. Hacían charlas, se ponían de acuerdo y tenían libros escondidos por muchas partes.

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Yo no es que sea apolítico, en el sentido de que no me relaciono con eso, si no que todo lo contrario. Como sé más o menos cómo se tejen las cosas, no me abandero con nadie, ni con nada. Con mi hermana hemos conversamos muchas veces y llegamos a acuerdos de que, la política no cambia el mundo, hay caos en todos lados. La política aquí se conversa, pero nadie tiene intenciones de convencer a nadie, simplemente nos escuchamos y nos queremos como somos y nos respetamos. Mi madre a veces se pone más terca con lo de las inscripciones, porque nos dice que si no estas inscrito no tienes derecho a opinar. ¿Por qué no? Vivo en tu misma casa, en tu misma ciudad, soy víctima de las mismas injusticias que tú. Y tú que votes, bueno, quizás, si tu idealismo o tu forma de ver la política se suma a la del 80 % o el 50 % de la gente, se pueda lograr un cambio, pero es que ahora la gente esta súper dividida. La mitad piensa para un lado y la mitad piensa para el otro lado. No, un tercio piensa para un lado, un tercio piensa para el otro y el otro tercio está como ahí, sin ningún lado, no quiere mirar para ningún lado, quieren mirarse entre ellos. Yo creo en no mirar pa’ la izquierda, ni pa’ la derecha, si no mirar hacia el cielo y hacia los ojos de las personas y entregarles lo que la gente necesita.

Los relatos del ‘73 Bueno, creo que mi abuelo era socialista. Si aquí hubiesen entrado los pacos hace 30 años... ¡queda la escoba! Hacían reuniones y esta casa era bodega de alimentos. Sé que a mi tío lo apresaron, al hijo de mi abuelo. Estudiaba en una universidad del Consejo de Rectores, medicina, junto a todos sus colegas, los llevaron... no sé, si a una cámara de tortura o algo así, pero estuvo en la oscuridad, como tortura sicológica. No sé si física, creo que no, pero fíjate que a pesar de que estabamos bien como metidos en el cuento del golpe aquí no se conversa mucho de eso. Mi mamá con mi abuela se fueron a Europa como en los 70. Cuando salió Allende como que tomaron sus cosas y se fueron. Estuvieron allá todo el tiempo, después mi mamá se fue a este país latinoamericano y allá se casó y nos tuvo a nosotros cuatro y cuando llegamos acá mi abuelo murió al año siguiente y mi tío viene muy pocas veces pa’ acá y cuando viene no hablamos del tema, no hay como mucha historia. Escuchaba vagas noticias de lo que estaba pasando aquí, pero así en carne propia, lo que vivió mi abuelo nunca me lo pudo contar y mi abuela también murió. Por supuesto no dejó nada escrito.

Las movilizaciones: “Uno se sentía importante protestando” Cuando estaba estudiando en la universidad del Consejo de Rectores, intérprete en música popular, sentí mucha empatía con los pingüinos, pensé muchas veces ponerme mi uniforme y salir a protestar, porque mis recuerdos eran de que uno se sentía importante protestando. Te sentías con fuerza, quizás, no con el poder de decidir los cambios, porque eso no está en tus manos, pero sí te hace sentir parte de algo importante. Ver a muchos alumnos, compañeros y jóvenes que están preocupados de lo que está pasando, caminando por las calles, gritándoles cuestiones a todo pulmón a los políticos, es fuerte, y es entretenido también, entonces ¡Que ganas de revivir eso! Pero, también está el otro lado, que quizás, ya había sido mi hora, ya había sido escolar, había pasado mi tiempo, ya había gritado lo suficiente con lo de los pases escolares, con lo de las becas, con muchas cosas, habían muchas manifestaciones en el liceo. Entonces, yo creo

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que los pingüinos, son pingüinos y no van a dejar de ser pingüinos. Lo universitarios y sus protestas como universitarios, como que tienen su etapa, por supuesto. Entonces, yo les di mi apoyo completamente. No marché con ellos, pero tenía muchas ganas de ir, para que lo que reclamaban y querían fuera logrado. Con los pases escolares lo que pasaba era que el pasaje siempre estaba subiendo, querían subirlo a $110 o $120 en esos años, ya no me acuerdo. Bueno, eran 10 pesos y mal que mal a la semana son 100 pesos al mes son 400 por alumno, era harto. Lo que se suma en todos los alumnos, por lo tanto, marchamos por la tarifa de los pases escolares, marchamos porque se demoraron mucho en dar los pases, una vez que los estaban como remasterizando, término musical. Estaban cambiando el cartón plastificado por una cosa más dura, pero los requisaron y se demoraron como tres meses en pasarlos. Cómo es posible que se demoren tanto. En el liceo el presidente de cada curso iba al centro de alumnos del colegio, el presidente del centro de alumnos del colegio se junta con los presidentes del centro de alumnos de otros colegios aledaños. Ellos después se ponen de acuerdo y dicen ya, en tal fecha vamos por tal cosa y después la información se transfiere y llega al presidente de mi curso: cabros, hay esta propuesta ¿quién la apoya? Levantan el brazo quienes la apoyan, levantan el brazo quienes no la apoyan y ahí hay democracia, si la vía es marchar, se cuentan los votos de todo el colegio y se llega a un consenso en todo el colegio y democráticamente se determina si el colegio va o no va a la marcha. Se habla con los profesores, los profesores cambian sus pruebas si es que hay pruebas, adelantan sus trabajos y se marcha un día, dos o tres, no sé, depende de la importancia. Yo siempre apoyé las manifestaciones, porque a pesar de que mi enfoque era matemático, científico y estaba poco metido en la política, soy consciente de las injusticias. Por supuesto que se dan todo el tiempo, entonces, encontraba muy injusto lo que estaban haciendo en ese momento y por supuesto que apoyaba la marcha. No sabía si íbamos a lograr un cambio, eso siempre fue mi duda, ¿qué logramos por marchar?, ¿lograremos algo o simplemente va a quedar en que marchamos? Uno se siente parte de algo importante, que tiene fuerza, quizás no siempre el poder de la decisión, pero yo creo que es mejor estar ahí manifestando tu descontento que estar en el colegio siguiendo tus pruebas, siguiendo tus clases y que al que se le ocurrió subir la tarifa no sepa nunca la opinión de los alumnos. Es mejor parar una calle, el tránsito. Entonces aprendí que la unión hace la fuerza. Lo palpé. Siempre estuvo como la teoría que la unión hace la fuerza, que tres palitos son más duros que un palito, pero palparlo es diferente. Y que siempre los pacos son unos represores, (risas). Siempre han aparecido y aunque uno tenga permiso, aunque uno quiera hacer todo pacíficamente, es la forma que el Gobierno se defiende también, porque si no hay desórdenes. Si no hay lacrimógenas, el gobierno queda como la víctima, llegan los pacos, tiran un chorrito de agua y obviamente los cabros se subieron y se defienden. Fue una experiencia entretenida, lo pasé bien. Me acuerdo, que obviamente, el ideal era que todo se llevara políticamente, que la manifestación fuera pacífica y que se resolviera como gente adulta, pero hay momentos en que igual uno dice: “Que lleguen los pacos y que quede la c…”. Querís correr y tirar cosas, en el fondo es como una adrenalina colectiva. Entonces, empiezas a cantar “¡uh, uh, uh, que calor, un guanaco por favor!”, empiezas a insultar a los pacos que están al lado tuyo. Ya es tradición. Como que es difícil marchar sin querer que quede la escoba. Es que se pasa bien, la verdad es que uno

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lo pasa bien, no se andan tirando cosas, simplemente jugando al gato y al ratón, jugar al paco y al ladrón en la vida real. También fui a protestar en contra la APEC, como en el 2005. No me acuerdo el año. Fui con mi hermana, con mis primos, voy cuando el movimiento es importante y me llega la información, porque a veces no llega la información de las protestas. Yo voy, encuentro que entre más gente vaya mejor. Ojala que el día de mañana cuando se proteste por la estatización del agua y la estatización de la luz vaya todo el mundo, protestar es bueno. Has visto en Argentina cómo manda el pueblo al gobierno, cuando algo no les parece bien, salen todos y dejan la embarrada y el gobierno está obligado a hacer lo que el pueblo quiere. Yo encuentro que eso es invaluable. Aquí no, todo está en los dominios del gobierno y hace las cosas como quiere Si tú protestas te penalizan, te pegan o simplemente te dan permiso por un día y ya, corran.

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LA POLÍTICA, UN LEGADO FAMILIAR: “DESDE QUE TENÍA DOS AÑOS ME HABLABAN DE POLÍTICA”8 “Tú pensai que te están contando un cuento, donde el héroe es malo y el malo es héroe. Mi papá tiene fotos pegadas en la pieza con Pinochet de la mano, cartas enmarcadas de Pinochet que le mandaba pa’l cumpleaños, Pinochet es un ídolo para mi papá. Y mi mamá me contaba como Pinochet era un demonio. Entonces ¿qué hago?, ¿qué pienso?”

Paula tiene 22 años y se encuentra estudiando sociología en una universidad privada. Nacida en el sur del país, a los 11 años llegó a Santiago. Vive actualmente en la zona poniente de la capital, junto a su padre, su madre y sus dos hermanos. Al momento de la entrevista está en pareja y califica la relación como su primer pololeo oficial. Estudió primero en un colegio particular subvencionado de su ciudad de origen, luego en otro de Santiago, mientras vivía en la casa de su abuela paterna. Posteriormente, cuando sus padres compran una casa, se cambia a un colegio privado y pequeño. Paula está inscrita en los registros electorales y tiene una familia con posturas políticas opuestas.

Las expectativas: “Tengo que cumplir bien con lo que yo me he propuesto y con lo que los demás esperan de mí” Soy Paula. Mi mamá me enseñó que tenía que decir “soy”, porque cuando uno dice “me llamo” siempre me decía que hay muchas personas que se llaman igual. Siempre me decía que el hecho de decir soy, te da un toque de autenticidad. Siempre parto por el “soy Paula”, apellido no doy mucho. Tengo 22 años, actualmente estudio. Voy en cuarto año de sociología. Por lo que estudio, siempre estoy esperando una pregunta cuando la gente no es del área. Es complicado dar una definición. Muchas veces me preguntan amigos de mis abuelos. ¿Cómo les explico a ellos?. Les digo que es como un área que se dedica a estudiar más que nada grupos sociales. Es una carrera bien variada porque puedes tomar un punto de vista más económico o estudios de mercado.

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Entrevista editada por Marcos Barreto y Teresa Cáceres.

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Vivo con mis padres, pretendo hacerlo hasta que termine la universidad. Tengo dos hermanos. Nosotros nos vinimos a Santiago. Antes estuvimos viviendo siempre en provincia. Es un cambio significativo para cualquier persona que está construyendo su vida en Santiago, haber vivido antes en una región más rural, porque es una vida totalmente distinta. Es como si fuera casi países distintos, realidades distintas. Nosotros nacimos y vivimos en el sur. Ahora está más urbano, pero antes era más rural. Mi papá es de las FF.AA. A él lo trasladaron y nos tuvimos que venir a Santiago cuando yo tenía unos once años más o menos. Igual eso te cambia, como que yo creo que constituye un poco tu identidad. Siempre te queda, la personalidad de alguien del sur. La primera vez que llegué a Santiago, me acuerdo que era un escenario de autos, semáforos. Nunca en mi vida había visto un semáforo, un edificio, una escalera automática. Todo era como ¡Oh!. Allá con suerte había un edificio con dos pisos a lo más. Yo creo que soy una persona súper completa. Quizás es mal visto que una persona hable muy bien de sí, pero creo que tengo una buena percepción de mí misma, porque me siento una persona súper completa, trato de ser y soy muy perfeccionista. Trato de ser perfecta en todos mis roles. Trato siempre de entregar lo mejor de mí, no me gusta quedarme en la casa viendo tele, siempre estoy tratando de hacer algo, en especial para que los demás se sientan bien y para sentirme bien yo también. Me siento una persona súper completa y por ello querida. Tengo muchos amigos, mi familia me adora, tengo personas en la calle que quizás conocí un día en que estaba haciendo trabajo voluntario y que se acuerdan de mí. Me considero una persona, como dicen, media popular, porque me llaman harto. Por ende, me considero simpática y tengo una responsabilidad por el otro, en especial por mis círculos cercanos. Mi familia primero que todo, después mis amigas, pero también con el medio. Siempre estoy haciendo cosas, trabajos voluntarios, grupos, antes religiosos, ahora no tanto, pero siempre trato de estar haciendo algo. Soy una persona movida, responsable, heredado de mi papá. Me gusta cumplir mi palabra en todo sentido. Mi papá es de las FF.AA. y más encima una persona más antigua, una persona súper cerrada, él me dice: “Si tú tienes que morir por cumplir tu palabra, lo haces”. Por ende soy una persona súper responsable, me gusta cumplir lo que digo en todo sentido: si tengo que entregar algo el jueves, lo entrego el jueves. Por ende soy aperrada, me da lo mismo enfrentar circunstancias, ir donde tenga que ir, estar dos horas en micro, da lo mismo. Siento que tengo que cumplir bien con lo que yo me he propuesto y con lo que los demás esperan de mí, porque también estoy inserta en un lugar donde las personas son exitosas; mis papás han sido exitosos y obviamente ellos esperan lo mismo de mí. Tengo la responsabilidad de cumplir bien en todo y por ende aperrar, ser responsable, trabajar harto. Me gusta trabajar a pesar de que estoy estudiando, siempre estoy tratando de buscarme tiempo para trabajar, ya sea económicamente o ya sea por algo social, pero me gusta estar haciendo cosas. Mis papás, los dos, han sido súper exitosos en sus vidas, con sus logros personales. Ninguno de los dos nació en cuna de oro. Sin embargo, han logrado mucho, desde el punto de vista del desarrollo cultural, social, económico, gracias a su esfuerzo. Tengo el ejemplo y no sólo el ejemplo, tengo casi la obligación. Yo cuando era chica no podía sacarme una mala nota, no podía equivocarme, no podía nada y eso, para las personas externas, puede desagradar; mi pololo siempre me dice: “Cómo tan perfeccionista, tus papás ni siquiera te dejan enfermarte”, porque yo si me resfrío, está mal. Todo debe ser perfecto, todo bien; y es la personalidad de

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los dos. Aparte de sentirme orgullosa de ellos, quiero ser así. Soy igual de perfeccionista, de autocrítica, soy de criticar a todo y a todo el mundo y eso yo creo que cae mal. Soy súper respetuosa y ubicada para mis cosas. Mi papá es el que llega y habla y da lo mismo si al otro le cayó mal o no. Yo trato de ubicarme mejor en el contexto y tengo mejores palabras, no me altero para nada, entonces, soy más atinada para mis críticas.

Una familia unida: “Me crié con un concepto de familia súper unida, súper apegada.” No tengo muy buena memoria, no tengo mayores recuerdos de mi infancia, pero sí de la tranquilidad, unión y amor, porque allá está mi familia, abuelos, primos, tíos, del lado de la familia de mi mamá. La familia de mi papá es de Santiago, pero no somos muy unidos a ellos. Con la familia de mi mamá somos apegados todos, mis primos son mis hermanos, mis abuelitos son mis papás. Me crié con un concepto de familia super unida, super apegada, además como ahí es todo chico, entonces en la hora de colación por ejemplo, mi mamá, se va caminando y llega en cinco minutos a la casa, cosa que aquí en Santiago es imposible. Por lo mismo todos los días uno veía a los abuelitos, porque viven a dos cuadras. Siempre he tenido ese concepto de unidad, de cumpleaños llena de gente, navidad llena de gente, de jugar con mucha gente; más que nada familiar. Siempre muy apegada a la familia. Mis papás se casaron y vivieron unos años en la casa del papá de mi mamá. Después lograron tener su casa y nos fuimos a vivir como a dos cuadras. Ahí estuvimos como seis años más, hasta que nos tuvimos que venir a Santiago. Bueno mi papá era de un organismo de seguridad, primero de una rama, después de otra. Mi mamá trabaja en el área social. Es universitaria, la única de su familia, porque la familia de mi mamá es de pocos recursos, tanto económicos como culturales. Mi tata, el papá de mi mamá, era obrero de la construcción, mi abuelita toda la vida dueña de casa, tuvo cinco hijos y de los cinco la mayoría no terminó ni cuarto medio. De ahí, que mi mamá haya llegado a la universidad, es netamente mérito propio. Ella golpeó puertas, porque a ella nunca le dijeron que estudie, ella sola tenía el interés por estudiar y el interés por ser alguien más. Le fue súper bien en todo. En el colegio, con las notas, se ganó una beca para estudiar. Aún así, golpeó puertas para tener crédito y obviamente antes eran muchos menos los que podían tener crédito en cualquier banco. En el sur, hasta el día de hoy, no hay universidades ni institutos, entonces tienes que irte a otro lugar. Mi mamá se fue a una ciudad universitaria y allá tienes que pagar pensión, tienes que pagar alimentos y mi tata obrero de la construcción, cinco hijos, ¿cómo? no podía mantenerla sólo a ella. Entonces tenía que buscar ayuda, con tíos que sí pudieran poner más, buscando algún trabajo, pidiendo crédito, becas de alimento, qué se yo, para poder irse a estudiar. Cuando tenía 17 año, entró a la universidad. Yo me imagino yéndome a otro lugar, otro contexto, me imagino que lo pasó mal. Ella me contaba que no tenía plata para comprarse zapatos, que pasó hambre, que vivía en una pensión que era horrible, que se llovía, súper feo, pero aún así fue la número uno de toda su generación. Incluso hace poco la llamaron y tiene como un monumento en la universidad, porque desde que entró ha sido la nota más alta. Ahora mi mamá trabaja de jefa de 200 personas, a eso me refiero con lo de mérito propio. A mi mamá nadie le pagó la universidad, iba con zapatos rotos a clases y aún así, sólo con mérito propio ha salido adelante. Todo le ha salido bien, siempre ha sido la mejor, la primera, la que

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nombran, la que recibe diplomas, la que sube al escenario a recibir una mención y mi papá por su lado lo mismo. Él vivía con su pura mamá porque su papá falleció. Ninguno de los dos hermanos fue muy bueno para estudiar. La mamá era la que hacía el aseo y les daba comida, pero nunca le dijo que estudiara, nunca se sentó a ayudarle a hacer una tarea. También tuvo excelentes notas, número uno en el colegio. Lo de él no fue la universidad. Siempre le gustó lo de las FF.AA. Al tiro quedó en la rama a la que postuló. Salió tercero de unos 300 que eran en la escuela. Después en el trabajo siempre fue jefe, el que tenía la mejor calificación o más medallas, entonces son cosas que yo creo que marcan. Mis papás siempre nos recalcan eso. Yo creo que está la cuestión de que uno quiere superarse y la cuestión de que ellos te dicen que tienes que superarte. Mi mamá siempre dice: “¿Cómo tú que tienes internet, que lo tienes todo, que tienes computador en tu pieza, que tienes notebook, que tienes esto, que tienes esto otro, no vas a poder salir adelante? si yo salí adelante sin tener pan para la once”. Para mi papá lo mismo, entonces la meta es super alta. Mi mamá estaba trabajando con 21 años, porque entro con 17 y obviamente nunca en la vida se sacó un rojo en la universidad (risas). Mi papá vivió en el sur muchos años y por ende iba a veranear allá y en uno de estos veraneos conoció a mi mamá. Se conocieron, pololearon un año y se casaron y ahí empezó la vida. Yo soy la del medio, tengo dos hermanos. Los dos hombres y los dos siguieron la línea de mi papá, los dos son de las FF.AA. Siempre estudié en el mismo colegio en el sur. Allá habían como tres o cuatro colegios. Estaba el colegio privado, que costaba $150.000 mensuales y uno que era público y malo; otro que era un poco mejor, había que pagar pero no tanto. En ese colegio estudié yo. Porque en un comienzo mis papás no tenían mucha plata, mi mamá recién salía de la universidad, trabajaba en la municipalidad, pero no tenía un trabajo con mayor ingreso. A mi papá… bueno en las FF.AA. te pagan más mientras más años tienes, entonces cuando recién nos criaron no tenían mayores ingresos. Sí teníamos nuestra casa propia, cada uno su pieza, su tele, yo creo que bien en comparación al barrio, que era un barrio pobre en general. El colegio, yo encuentro que era bueno porque tenía buenos profesores, apegados a uno. Se sabían los nombres de todos. Tengo el recuerdo de amigos sí, pero más que nada en la sala, jugar en los recreos y eso, porque el fin de semana estábamos con los primos. Hasta el día de hoy yo los adoro. La familia de mi mamá es numerosa, son más de diez primos. Somos dos mujeres y el resto hombres, entonces igual, yo apegada, apegada a mi prima. Ella es mi mejor amiga y andamos para todos lados juntas, pero también jugábamos harto con los hombres. En ese tiempo no había tanta televisión como ahora, que en cada pieza hay una televisión. Me acuerdo que siempre veíamos monitos con los hombres, porque había una tele, entonces había que compartirla. Nunca vi muchas cosas de niñas. Vi los “Súper Campeones” (ríe), “Caballeros del Zodíaco”, porque veíamos con ellos y por lo mismo jugábamos a la pelota. No nos dejaban salir para ningún lado, porque todos eran aprehensivos con las dos. Cuando estábamos más grandes, teníamos doce años, queríamos ir a comprar pan a la esquina con mi prima y era algo que dieciséis personas te preguntaban dónde ibas a ir. Pero bien, súper buenos recuerdos de toda esta etapa, yo podría decir que mi infancia fue ejemplar, se podría decir que nunca me faltó nada, nunca tuve un problema grande, siempre todo amor, felicidad, juguetes, buena onda, lo único, único malo, lo que faltó para que todo fuera perfecto era el lío que tenían mis papás (diferencias políticas) pero eran problemas de casa. Nunca vi, por ejemplo, a mi papá peleando con un tío,

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con mi abuelo, no. La relación entre ellos era super protocolar, siempre ha sido protocolar, pero hasta ahí no más, porque mi papá siempre ha puesto el límite. Los hermanos de mi mamá son buenos para el carrete y mi papá no toma ni una gota de alcohol, entonces ya ahí está el punto de distancia entre ellos. Pero con ellos no ha tenido enfrentamientos, todo lo contrario, todos adoran a mi papá porque saben cómo es él con nosotros. Saben que mi papá siempre de la casa al trabajo, del trabajo a la casa, que da todo, el cien por ciento por nosotros. Lo otro, todo es secundario, terciario en comparación con lo primordial que era como trataba a mi mamá y de cómo nos trataba a nosotros. Mis primeros recuerdos son súper felices, porque mis papás, bueno los dos son perfeccionistas, entonces siempre preocupados de nosotros. Mi mamá toda su vida ha trabajado, entonces yo siempre me he criado con nanas y niñeras. Pero mi mamá siempre preocupada. Llegaba a la casa a jugar con nosotros, a estudiar con nosotros, nos revisaba todos los cuadernos y si teníamos una hoja desordenada, una falta de ortografía, nos sacaba la hoja y teníamos que escribirlo todo de nuevo, pero tenía todo, todo como normado. Si bien teníamos que estudiar, también jugábamos, también regaloneábamos. Se daba su tiempo todos los días para acostarse con cada uno de nosotros, en cada una de las camas, estaba como media hora con cada uno, sólo para abrazarnos, besarnos, nos conversaba, nos preguntaba de todo, cómo nos trataban los profesores, cómo nos trataba la nana, nos preguntaba todo, rezaba, porque mi mamá es católica. Siempre preocupada. Mi papá también por su otro lado, siempre jugando con nosotros, el fin de semana teníamos que salir aunque sea a un parque, él no se quedaba viendo tele, viendo fútbol mientras nosotros estábamos aburridos al lado, nunca. La tele ahí no existía. Éramos nosotros, nosotros y nosotros: jugaba con nosotros, hacía dibujos con nosotros, con mi hermano, salía a jugar fútbol, los metía en cuanta escuela de deportes existe, super bien, super feliz. Pero si estaba la tranca, el lado negativo, por las diferencias políticas, sociales e ideológicas.

La familia y las diferencias ideológicas puertas adentro: “Para mí las noticias eran algo terrible” Igual la vida de ellos fue difícil por el hecho de que, en las creencias netamente sociales, política y valores, mi mamá y mi papá son muy distintos. Mi mamá ha crecido en un ambiente que siempre fue humilde, su familia más que nada era pobre, la de mi papá no tanto. Si bien no eran ricos, porque mi papá en su niñez no tenía grandes riquezas económicas, tenía un mayor nivel que mi mamá. Además, mi papá es de derecha, derecha (risas), derecha cerrado, derecha super pinochetista, hasta le gusta Hitler, a ese punto de derecha. Y mi mamá todo lo contrario, nunca le gustó la política, así que nunca se distingue como comunista, pero sí del lado izquierda. Estaba inserta en el mundo de izquierda y yo creo que tu base te determina. Si tú creciste donde todo el mundo te contaba de lo malo que era Pinochet, es difícil que seas de derecha. Lo mismo mi papá cuando toda su familia le contaba lo horroroso que eran los comunistas, no se puede esperar que salga comunista. Y toda la familia de mi papá, de generación en generación, ha sido de las FF.AA. Siempre han sido del lado de derecha y mi mamá, su papá era obrero, su tío era obrero. Pienso que mi mamá es de izquierda porque el contexto en que ella creció la condicionó. No hay muchas más alternativas sobre qué opción política va a tener cada uno. Por lo mismo a mi mamá siempre le llamó la atención trabajar en áreas sociales, porque le gusta estar metida en la calle, en la población. Y mi papá es despectivo, casi pedante: odia a los comunistas y no le gustan los pobres. Además, mi tata, que falleció hace dos meses,

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siempre fue comunista. Él incluso en la dictadura estuvo preso, sufrió abusos. Después pasó su tiempo, pero estas son cosas que te marcan yo creo, de generación en generación, ¿cómo aceptar que el esposo de tu hija sea un milico, sea de las FF.AA.?, que para ellos es lo mismo: Son todos asesinos, son todos frescos, son todo lo peor. Entonces, obviamente no aceptaban a mi papá. No quisieron conocerlo: “Es malo, entonces tú no te puedes casar con él”. Y mi mamá también, por la parte de la familia de mi papá, que cómo “esta niñita vive en el campo, esta niñita que el papá es obrero, ¿cómo te vas a casar con una cabra así?”, y ni siquiera porque les caía mal la personalidad, sino que netamente por los estigmas. Sin embargo, pudieron congeniar. Hay un dicho que dice que el amor todo lo puede, que cuando uno quiere las cosas, todo resulta. Ellos se querían, se amaban, a pesar de los problemas, a pesar de que en la hora de las noticias fuera una batalla campal, había algo que iba más allá de la política. A ellos los mantuvo unidos el hecho de que la familia al final, cuando ve a uno de los suyos tan obstinado en algo, al final igual lo apoyan. Mi abuelo al final dijo, lo voy a conocer, por último voy a conversar un rato con él. Y ahí cambió todo, porque mi papá, si bien es medio pesado por el hecho de ser medio clasista, es una persona que cae bien. Mi mamá le dijo: “Papá, yo me voy a casar con él, te guste o no; voy a formar una familia con él, así que, por favor, por mí, conócelo”. Mi tata dijo “bueno, tráelo, lo vamos a conocer” y mi papá obviamente a pesar de todo, cayó bien, porque veían que era trabajador, que amaba a mi mamá sobretodo, mi papá obviamente se puso a hablar un poquito del futuro para caer bien, entonces “ya, este es un buen partido”. Y ahora todo bien. Claro, no se habla de política cuando están las familias juntas. Mi papá no trata de compartir mucho más allá, porque se van a poner a tomar y después se ponen a hablar de política y después se ponen a pelear y queda la embarrada. Entonces él siempre sabe cuando poner el límite. Lo mismo con la familia de mi papá, mi papá también dijo “bueno me da lo mismo que les caiga bien o mal, ella es la mujer con la que me voy a casar y ustedes la respetan y la voy a traer”, y la conocieron. Mi mamá también cae muy bien, es muy sociable, amorosa, simpática, tiene como ese aire de niña sana. Yo creo que está el pelambre detrás de que es de izquierda, pero más que nada cuando uno conoce a las personas bien, al final esto es secundario. Cuando no las conoces yo creo que es algo que prima quizás en esos tiempos de los que estamos hablando. Mis papás peleaban mucho cuando veían noticias, para mí las noticias eran algo terrible, o sea yo cuando era chica me acuerdo que lo único que no quería era que llegaran las nueve, porque yo sabía que era hora de noticias. Nosotros tomábamos once, por ejemplo, de ocho a nueve. Sabíamos que después de once nos quedábamos viendo las noticias y todos tratábamos de escapar, porque empezaba mi papá “estos comunistas desgraciados” y mi mamá “pero qué, si este otro es un empresario y todos los empresarios son unos ladrones” y las peleas. Hasta el día de hoy tratamos de poner otra cosa que no sean noticias. Mi mamá es un poco más callada que mi papá, porque en mi familia somos como bien tradicionales. A pesar de que mi mamá tiene independencia, trabaja, en cierto sentido es como autónoma, aún así tiene eso de que hay que respetar al marido, de que vale más la opinión del hombre, de que si el marido dice “cállate” no puede hablar. Entonces es más mi papá el

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que pelea y mi mamá a veces se metía y ahí peleaban más, pero cuando veía a mi papá muy enojado, ya no. Porque mi papá es una persona explosiva. Creo que eso es algo que le quedó de las FF.AA., mi papá también por eso se salió, porque decía que de cierta forma te enseñan a no tener sentimientos, entonces eso lo marcó y eso que mi papá estuvo como cuatro años no más. Él no se controla, por ende mi mamá siempre aprendió a quedarse callada. Cuando lo veía enojado, ya no opinaba más y por lo mismo vi varias peleas fuertes en mi familia; casi siempre el punto detonador de las peleas fuertes era por el tema de las noticias, de ideología, del gobierno, de acá y de allá. Tengo ese recuerdo malo de las peleas de mis papás. Cada uno nos contaba su historia. Mi papá nos contaba que los comunistas son lo peor, que Allende es lo peor que le podría haber pasado al país, porque a Allende lo único que le importó, fue dejar en la ruina al país, te cuenta esa historia. Y que la gente que tiene plata, es gente esforzada, trabajadora, en cambio los pobres son flojos; esa es la historia que me cuenta mi papá. Mi mamá me cuenta la historia de cómo los milicos son asesinos, de cómo Pinochet fue lo peor del mundo, de cómo casi matan a su papá, de sus recuerdos de cómo se llevaron a su papá para torturarlo, mientras que su papá no hizo nada, porque a mi tata sólo lo tomaron preso por ser comunista, no porque hubiese hecho algo; de cómo los pobres siempre son esforzados pero explotados por los que tienen el poder. Entonces como que tú tienes la embarrá en la cabeza. Tú piensas que te están contando un cuento, donde el héroe es malo y el malo es héroe. Mi papá tiene fotos pegadas en la pieza con Pinochet de la mano, cartas enmarcadas de Pinochet que le mandaba para el cumpleaños. Pinochet es un ídolo para mi papá; y mi mamá me contaba como Pinochet era un demonio, entonces ¿qué hago?, ¿qué pienso?. Cuando niña no piensas mucho en eso, pero después tienes un punto de vista mucho más objetivo de las cosas y yo creo que es super valorable, ahora es algo que yo valoro mucho. Porque a mí me gusta conversar de política, me gusta la política, yo creo que es algo que te determina. Por ejemplo, tus papás son de izquierda, no sé, tu abuelo fue detenido, entonces tú vas a pensar que son lo peor; en cambio por el otro lado si tus papás siempre te contaron que Pinochet es bueno, vas a pensar que Pinochet es bueno, porque es lo que te han contado siempre. Son pocos los que dicen “voy a averiguar, desde mi punto de vista, lo que pasó”. Hasta leer la historia es distinto: la de la revista Ercilla es muy distinta a la que te pasan en el colegio, entonces, todo tiene su punto de vista. Es difícil encontrar una historia cien por ciento objetiva, para eso hay que averiguar mucho y eso es algo que la gente ahora no hace, no se pone a averiguar. Te quedas con lo que te han contado, con lo que ves en un sólo reportaje, en un sólo diario, no averiguan más allá.

La metrópoli: “Era algo como estar en otro país, tanta gente, tantos edificios altos” La decisión de venir a Santiago fue obligada, a mi papá lo trasladaron. Nos hubiéramos quedado allá siempre, porque allá estaba la familia. A mis papás les encanta esa ciudad y no les gustaba la vida de Santiago. Para mi mamá fue un trauma, estaba su familia, estaban sus papás, es el lugar que ella ama, donde había crecido, ¿cómo irse a Santiago?. Santiago es algo tan incierto, tan malo, con tanta delincuencia, con tanta gente, entonces ¿cómo irse a Santiago?. Pero no había otra, o se iba con mi papá o moría el matrimonio, porque ¿cómo mantenerlo a

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la distancia?. Era “la” opción no más, mi mamá no quería, pero no le quedaba otra no más, al final uno tiene que luchar por mantener su núcleo unido, que es lo que le han enseñado a mi mamá y es lo que ella piensa. El traslado fue en el ‘98. Llegamos acá sin casa, la casa que teníamos la vendieron y compraron un auto. Llegamos acá a Santiago y yo lo que más me acuerdo del primer día, es que vinimos al centro y era algo como estar en otro país, tanta gente, tantos edificios altos. Incluso mi papá se ríe porque yo dije “un semáforo” yo casi me pongo a llorar por un semáforo, abrazada “papi, mira un semáforo de verdad” y mi papá así como “ehhh, vámonos” (risas), yo me acuerdo, tengo mala memoria, pero de eso me acuerdo, me acuerdo de la sensación de estar emocionada así al máximo por ver cómo era la vida acá. Y la gente, ver a mujeres con pantalones, allá hasta el día de hoy las señoras más antiguas usan puras faldas. Mi mamá, se pone pantalones desde hace como seis años. Llegamos a la casa de mi papá. Ahí estaba su mamá y ahí también, nunca nos faltó nada, lo que se me ocurría yo lo tenía, pero si hubo hartas peleas, por el hecho de que es un cambio total: la familia de mi papá era milica, los niños no pueden correr, no pueden gritar, no se acuestan después de las ocho, a las ocho de la mañana todos despiertos, es otro estilo de vida. Entonces, obviamente nosotros no calzábamos mucho, porque veníamos con la mentalidad, si bien cuadrada de mi papá, también un poco más flexible por la familia de mi mamá, abuelos, tíos, primos. Mi abuela también peleaba mucho con mi mamá me acuerdo, peleaban mucho porque con mi abuela había que tomar once a las seis y no había otra opción. Si no estábamos tomando once a las seis era algo terrible y por ende a la pasada decía “claro, esta niña viene de una familia en donde todos son al lote, porque son trabajadores, son obreros, todo al lote, todo desordenado, que no hay valores, que no hay normas”, y ahí ya terminaba en pelea. Y mi papá también de rebote, si bien a veces peleaba con mi mamá, a veces peleaba con su mamá y ahí estaba. Ahí vivimos unos tres años no más. De ahí nos fuimos al sector poniente, porque ahí vivía mi papá y después construyeron un barrio super bueno y ahí compraron casa mis papás. Llegando a Santiago estudié en un colegio que quedaba super cerca, más que nada porque mi mamá le tenía terror a la ciudad, entonces nos inscribieron en el colegio más cercano, nos quedaba a una cuadra. Igual nuestra vida se cerró más entre los hermanos ya que no teníamos a nuestros primos. Justo en el barrio donde estábamos era un barrio antiguo, porque la casa de mi papá es como parcela antigua, entonces hay puros abuelitos, no había con quien jugar y los compañeros vivían a una hora del colegio. A los primos, los veíamos a veces y no nos llevábamos bien con ellos y ahí nos achoclonamos los tres hermanos. Este colegio era privado en un comienzo, después se transformó en particular subvencionado. Era también distinto, éramos cuarenta en la sala. Antes éramos quince. Conocía a las tres niñas que estaban al lado mío y a los otros no. Yo creo que nunca en la vida hablé con ellos, porque igual era tímida; siempre me han inculcado que tengo que ser señorita, reservada, y estaba con compañeras que eran súper locas. A pesar de que estaban en quinto, sexto básico, habían fumado, para mí era terrible. Que tenían la falda muy corta, no eran como a mí me habían educado y como lo que yo había visto. Aquí las niñas eran distintas, hablaban cosas distintas.

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Hasta las palabras son distintas, me acuerdo algunas palabras; el pan se llama distinto (risas). Los primeros años fueron duros por el hecho de que era difícil encontrar una persona que fuera parecida y por lo mismo con las amigas compartía en el recreo y punto, pero nunca las invité a mi casa, nunca fui a la casa de ellas. También el profesor; en el sur era casi un segundo padre. Acá nos saludó un par de veces y punto, era una cosa de mucho menos sentimientos. Allá uno conocía todo, los compañeros, la familia de los compañeros, la abuelita de los compañeros. Aquí nada, nada. Luego nos cambiamos a una casa que era propia de mis papás. Igual quedaba retirado, esta comuna es super grande, así que quedaba lejos de la casa de mi abuelita. Ahí nos cambiamos de colegio. Nos inscribieron en un colegio más chico y eso fue quizás como más parecido al del sur. Además que era el primer año, nosotros empezamos con la inauguración del colegio, entonces éramos pocos, estaba como en séptimo y éramos siete compañeros. Empezamos jornada completa, somos el primer colegio en que se implementó jornada completa. Ahí mis compañeros eran cercanos, estaba con ellos todo el día. Por primera vez empezamos a irnos en micro, antes siempre nos íbamos en furgones escolares, ya no estaba la nana así que ahí empezamos a crecer un poco más. Formé buenos amigos en ese colegio. Nuestro círculo era igual amplio, pero limitado. Mis papás siempre me inscribieron en mucha cosa, mi papá con los chiquillos, desde chicos que estaban en escuelas de fútbol, de tenis, de kárate, de taekwondo, de hartas cosas. Y mi mamá, por el otro lado, iba conmigo a escuelas de baile, de modelaje, de dibujo, fotografía, qué se yo. Estuvimos en hartas cosas, por lo mismo conocimos a mucha gente, pero era todo controlado, porque mis papás siempre han sido un poco aprehensivos, nos iban a buscar y a dejar y salíamos hasta una cierta hora. Yo hasta el día de hoy no recuerdo tener la autonomía de “sale y llega a la hora que quieras, con quien quieras y hace lo que quieras”. Para mi mamá, Santiago siempre ha sido terrible. Hasta hoy desconfía mucho de las personas, pero por lo menos ahora le gusta un poco más la vida en Santiago.

El futuro personal: “Es difícil alcanzar a los papás” Siempre fui más “mateíta” de letras, me gustaba escribir y me gustaba leer. A todos nos iba bien, por mi papá yo creo. No sé si tengamos tanto ese sentido de vocación por estudiar, así como “me encanta estudiar, en mis ratos libres voy a estudiar” como tenían mis papás. Estaba el hecho de que nos obligaban. Yo no podía sacarme un rojo nunca, ni un cuatro tampoco (ríe). Siempre tenía que ser de seis para arriba. Que me sacara un cinco ya era sinónimo de que me iban a quitar la tele o algo me iban a hacer. Siempre estaba la cuestión de que todos los días para nosotros era estudio, también recreación, la tele también ahí a medias, porque somos muy distintos a lo que yo veo con los papás de hoy en día. Yo también critico mucho eso, de que ahora los niños se crían con la tele, con el play station, con el computador. Nosotros nunca, si bien yo tuve computador desde bien chica, siempre limitado al máximo. Yo me acuerdo la primera vez que tuvimos internet yo tenía como 12 años, mi papá atrás mío y si chateaba atrás mío para ver qué estaba haciendo. En la tele también, había canales que teníamos estrictamente prohibido ver. Ni siquiera era necesidad de tener control parental para la tele, porque uno sabía qué estaba prohibido y no lo hacía no más.

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Mi papá siempre ha sido autoridad. Nosotros cuando chico le teníamos miedo, cuando lo escuchábamos gritar, entonces ni en nuestros sueños íbamos a pensar en no cumplir con lo que él dijera, en desobedecer. Había cosas que no podíamos ver. Veíamos una hora de tele al día y con ellos viendo, con ellos diciéndonos “eso no es así, eso es mentira, eso no pasa en la vida real”. Había programas hasta de dibujos animados, por ejemplo, me acuerdo que daban mucho Garfield en ese tiempo. Mi papá no me dejaba verlo porque decía que Garfield incentivaba la flojera en vez de incentivar que estudiaran, que fueran activos, el trabajo. Tampoco veíamos los Simpson. Igual son más de adultos yo encuentro. Vimos solo lo que ellos encontraban bueno que viéramos, estaba todo controlado yo creo, la hora de acostarse, la hora de levantarse. Yo como que tengo ahora, un mundo bien amplio y veo mucho como son los papás de hoy en día. No sé si mi familia era muy extrema o las de ahora son demasiado liberales, pero veo cosas que yo nunca en la vida tenía pensado hacer, yo veo ahora niños que están a las dos de la mañana jugando. A las nueve tenía que acostarme, me acuerdo que hasta los doce años habrá sido, que más de las nueve no podía estar despierta y por ende uno se levantaba a las siete u ocho de la mañana. Esa era hora de ir a misa, hacer deporte, jugar, todo así reglado, todos los días domingos, el día sábado. Mi papá, si bien como es un espécimen duro, frío, grande y todo eso, también es súper cariñoso y amable, dedicado y juguetón, hasta niño chico. Creo que también tiene esa doble cara, que también llama la atención, porque uno cuando lo ve a primeras, yo creo que lo ve serio, duro, con todas sus reglas y normas, pero también yo creo que llega un punto, cuando uno interioriza más con él, le conoce su lado más blando, en especial con nosotros, con la familia. Vive por nosotros, muere por nosotros y cualquier cosa, está dispuesto a matar y morir por nosotros y busca pero cualquier mínimo invento para poder complacernos en todo. Tiene su lado amoroso, si nos ve triste se nos acerca a preguntarnos qué nos pasa, y no como esa figura autoritaria, sino que también como una persona más humana. Por ejemplo, mi papá siempre me dice que uno ve realmente cómo es una persona no sólo en cómo trata a sus iguales o superiores, sino en cómo trata a sus inferiores. Siempre me ha recalcado eso, entonces él es un amor con el cartero, con el señor de los estacionamientos del supermercado, el señor del diario. A pesar de todo, la gente lo quiere. Es súper generoso, de hecho cuando hemos estado en la casa y llega el cartero, “¿cómo está?, ¿hace calor?, ¿le sirvo una coca-cola?”, le da cinco lucas, entonces el cartero a mi papá lo ama (risas), y siempre dice “imagínate todo el esfuerzo y nadie lo pesca”. Mi papá, hasta el día de hoy, se enoja y puede estar una hora tirando mala onda al máximo como se dice y al otro día se le va a pasar y va a llegar y nos va a comprar algo, nos va a invitar a comer o lo que queramos nos va a comprar, como que trata de remediar eso. Yo creo que, a mí nunca me afectaron tanto sus palabras, todo lo contrario, yo tomaba la postura de hacer oídos sordos y mejorarme a mí misma, yo creo que cada palabra que me dijo, más me motivó para salir adelante. Dentro de la familia, a mi mamá no le gusta hablar de los problemas a los abuelos, a los otros tíos. Para el resto de la familia somos perfectos, no se habla de los problemas de la familia fuera de la familia, mi mamá siempre nos ha recalcado eso.

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Como que siempre existe por parte de los papás, de los hijos y de la sociedad, el estigma de que, es difícil alcanzar a los papás, y en mi caso es difícil cuando el papá ha logrado tanto. Y uno ve que uno no ha logrado tanto, y como que todos esperan, uno espera, tus papás esperan, la gente espera, los compañeros de trabajo esperan, todos esperan, que tú estés mejor que ellos. Mi mamá me recalcó por ejemplo, que yo saqué menos puntaje en la PSU que ella, que cómo era posible, siendo que yo tuve más medios, yo tuve más cosas, yo tenía mi computador y ella con suerte tenía un libro; pero a mí me da lo mismo. Yo le digo “bueno, habré tenido menos puntaje, pero soy capaz de ser mejor que tú en otras cosas”. Le digo, “tú no tienes idea de hacer un paquete de arroz y yo cocino bien, no tienes idea de coser algo y yo soy más inquieta que tú en otras cosas”. Por el otro lado, nunca pensé que mi papá iba admitir cosas que ahora admite, por ejemplo, que yo me pintara, que me vistiera con la ropa que yo quisiera, que pololeara, que saliera, porque él ha cambiado. Siempre fui tímida, retraída y con miedo a mi papá, siempre fue una figura de autoridad. Se ve super grande, con cara de enojón, con terno, super bien vestido, más que nada serio, que muchas reglas, entonces estaba dentro de esas reglas por supuesto que yo no pololeara. Mínimo hasta que tuviera 18 años, por ende, yo siempre le tuve mucho miedo a mi papá. Yo nunca lo iba a desobedecer en nada, y hasta el día de hoy no recuerdo la vez en que le haya levantado la voz a mi papá. No le levanto la voz, no lo tuteo, si él dice que “no”, es no; ahora le discuto, peleamos por política, peleamos las noticias, yo sé hasta qué punto tengo que discutir con él. Ya cuando se enoja tampoco le puedo discutir. Como tuve harto primo hombre, yo creo que tengo más relación con los hombres que con las mujeres hasta el día de hoy. De hecho, para mí es más fácil conversar con un hombre que con una mujer de mi edad. Siempre he tenido más amigos que amigas. Por lo mismo, como mis primos eran puros hombres, siempre trataron de desarrollarnos bien femeninas y siempre me enseñaron a ser cariñosa, tierna, puras cosas así. He cambiado porque es mal visto que le haga cariño a un hombre. Hice todo lo de mis relaciones amorosas tardíamente, yo creo que mi primer beso fue a los ¿18?, si es que. Y con el miedo de que llegara a la casa y me hubieran visto, aunque sabía que no iba a pasar (risas), que tuviera un síntoma de algo. Mi mamá no, era más relajada, me preguntaba si me gustaba alguien, yo le decía que sí, me daba consejos, pero mi papá no, siempre con que nunca en la vida me iba a dejar pololear. Y no sólo mi papá, mi tata, mis primos ¿qué hago?. Mi hermano mayor yo creo que es más celoso que mi papá. Yo me acuerdo que yo tenía, cuando estaba más desarrollada, 14 o 15 años, me gustaba salir a dar una vuelta con mi prima. Mirar a los niños, ponerme minifalda. Pero mi hermano no me dejaba salir si andaba con falda y hasta el día de hoy en el sur se acuerdan y se ríen de cómo mi hermano se ponía en la puerta y me retaba y que yo no iba a salir porque estaba con falda. He tenido tres pololeos, este es el tercero. Ahora ya llevo dos años pololeando. Empecé con él cuando recién cumplí 21 y a él sí lo conoce mi papá y mi hermano y todo bien. Él es mi pololo formal, ha ido al sur, conoce a mis primos, conoció a mi tata, él es con el único que le he presentado a mi papá, al mundo, la sociedad, o sea, a la sociedad, mi familia (risas).

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La protección y el núcleo familiar como una isla: “Mi vida se dio en una burbuja, protegida de realidades que yo nunca vi” Después que salí del colegio yo creo que dije “estoy grande”, pero siempre mi familia ha sido controladora, entonces la primera vez que fui a una fiesta tenía 18 años y la primera vez que fui a una disco tenía 20. Entonces todo era cerrado para mí, porque si bien cuando nos fuimos a vivir a esta casa nueva, no teníamos nana, ya nos íbamos en micro, igual todo era controlado. Todo era dentro de la zona, nunca en la vida había venido por ejemplo a Santiago centro sola y tenía 17 años. Y ahí empezó todo: qué voy a hacer, qué voy a estudiar, qué va a ser de mi vida, yo sola sin mis papás ahí diciéndome algo, poniéndome opciones, y bueno di la PSU. Me fue relativamente bien, no sabía qué estudiar, sabía que era algo social, como mi mamá, pero tampoco me gustaba mucho eso de estar atendiendo público. Empecé a averiguar y ahí descubrí esta carrera. Cuando estaba saliendo, en cuarto medio, con un profesor del colegio conversando de historia, al principio pensé en estudiar historia, le dije que me gustaba la historia pero no la pedagogía y para estudiar historia, la única opción es estudiar pedagogía. Ahí el me comentó de esta carrera y después empecé a averiguar más allá, pero igual era algo incierto, ¿en qué trabajar?, lo mismo que se pregunta todo el mundo (risas). También mi mamá conocía a varios sociólogos en el trabajo y ella me empezó a hablar de la política social, después averigüé otra área como más de investigación de mercado y me tincó mucho y dije “me voy a arriesgar no más”, no sabiendo mucho tampoco, pero sí sabiendo que por último tenía habilidades en ese lado, y por lo que me conocía mi profesor, que me conocía harto porque éramos pocos, me decía todo el rato que sí. No sabía donde estudiar. Si bien me fue bien, no quedé en la universidad de mi primera opción. La universidad del Consejo de Rectores a mi papá no le gustaba, la encontraba muy “flaite”, muy comunista, decía que no, “no porque es comunista, porque está tanto en paro, y que te van a enseñar a ser comunista” así que no le gustaba y obviamente ellos me iban a pagar la universidad. Él me dijo “no, si tú entras en esa universidad del Consejo de Rectores, yo no te pago la universidad”. Empecé a averiguar, mi profesor me ayudó y empezamos a ver las mallas. Me recomendó esta universidad privada, me dijo que era buena, que dentro de todo tenía buen prestigio, porque ya no había alternativa; en la universidad del Consejo de Rectores no podía, si bien me hubiera gustado, mi papá no cedía, entonces mi papá averiguó y le pareció súper bien, porque el prócer que da nombre a la universidad era de derecha. También le causó conmoción, por el hecho de que la carrera igual era comunista, pero después yo le explique un poco más y dijo “ah, ya bueno”, porque después de todo estaba su principio básico que era apoyar la vocación de cada uno. También hay otro cambio con las personas. Ciertas cosas, por mí crianza, están prohibidas, por ejemplo, drogas, alcohol excesivo, carrete excesivo. Y por primera vez tú ves que todo el mundo se fuma un pito después de las clases, como que yo los miraba (risas). Pero ha sido tan fuerte mi crianza, que creo que limita todas las conductas que tuve en la universidad. Mi deber era estudiar siempre y siempre estudiaba harto. No recuerdo que me haya quedado mucho en un carrete, un par de veces no más que me quedé, para el mechoneo. Tampoco era que estuviera

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con ellos fumando marihuana y yendo a carretear todos los días. Tampoco viví nada de eso y no sólo por el hecho de que mis papás me van a retar, sino por el hecho de que yo tengo internalizada esa cuestión. No me gusta el carrete excesivo, me gusta conversar con la gente, pero si estás carreteando, en el ambiente universitario, casi todos se ponen a tomar. Y después cuando estás conversando con un curao, no tiene mucha gracia. A mí por lo menos me gusta tener conversaciones, me gusta indagar también en la vida de las personas, o si no hablar de política, de economía, qué se yo. Y cuando están todos leseando, tampoco me entusiasma mucho. Desde primer año me hice mi grupo de amigas, que estaban en la misma parada que yo. Creo que eso determinó, porque si tienes un amigo que te está diciendo “ya, vamos para allá, vamos, vamos”, quizás hubiera ido. En mi grupo de amigas todas pololean, entonces todas tenían que en la semana estudiar para estar el fin de semana con el pololo. Por primera vez tenía la visión como un poco más global de la sociedad, porque yo siempre tuve mi vida super marcada por mi familia y nada más que mi familia y si bien compartía más allá, era en lo que mis papás querían que yo compartiera. Creo que tuve ciertos ramos que te hablan desde otro punto de vista, o te cuentan la historia, si bien objetiva, con mucho énfasis en el otro lado. Si bien siempre tuve las dos teorías de lo que había sido la historia de Chile, de lo que era el país ahora, en la historia de mi papá y en la historia de mi mamá, quizás siempre estuve un poco más inclinada al lado de la historia de mi papá, pero por el hecho, de que había muchas cosas, no en la historia de mi mamá, sino en la familia de mi mamá, que a mí me molestaban. Tiendo a tirar más a la historia de mi papá y ahí quizás estaba el proceso, la teoría, el hecho de que me incentivó a mirar un poco más allá, a tener el deseo de salir a la calle y a ver algo distinto, de no ver mi casa, mi barrio. Yo creo que mi vida se dio en una burbuja, protegida de realidades que yo nunca vi. Ahora he salido y he conocido a hartas personas distintas, aparte de por la carrera, por mi pololo, él tiene una historia distinta, él también me hizo vivir cosas distintas. En la carrera, con trabajos, con investigaciones de campo, cosas así, veo cosas que nunca había visto. Conversar con personas de cultura indígena, de distintos estratos, que me contaban sus historias, lo que había pasado en la historia de Chile y cosas así, creo que quizás me hace ser una persona más objetiva, ya que antes de entrar a la carrera estaba más pegada a la visión de mi papá. Mi pololo también tiene una historia distinta a la mía, sus papás son relajados, despreocupados, viene de un barrio que en un comienzo era marginal. Él me critica mucho eso, dice que soy súper cerrada, super cuadrada, que veo un puro punto de vista de las cosas y que es el punto de vista de mi papá, una burbuja y que mínimo nací en una cuna de oro, que no veo más allá. Sus papás son muy distintos a los míos. Mi mamá era una niña que tenía que llegar virgen al matrimonio, que tenía que casarse de blanco, por la iglesia y que después de eso había que tener hijos. Los papás de ellos no eran casados. Después que ellos nacieron, se fueron a casar al civil, ya eran grandes. Siempre fue como familia ensamblada. Él vivió mucho tiempo en un barrio super marginal. Ahora estudia y trabaja. Me cuenta que ha tenido muchas necesidades de chico, que de chico él veía a sus papás curaos. Yo nunca en mi vida he visto a mi papá ni siquiera tomándose un copete. Él tiene que trabajar para pagarse la universidad, a mí me la pagan. Él me enseño a ver otras cosas, el meterme en un ambiente que, si bien mi familia del sur es humilde, es distinto la humildad a la delincuencia. Mi familia es humilde pero son sanos.

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Cuando me metí allá por primera vez, estaba aterrada: los cabros chicos de dos años garabateando y los papás encontraban divertido que se tomaran un copete o se fumaran un cigarro; tres de la mañana y los niños leseando. Los papás incentivaban a los niños para que bailaran reggaetón de forma sexy, poniéndose a pelear, después más allá se escucharon unos balazos, yo decía “qué es eso”. Él me ha dicho, “ven, ya que tú vives en tu mundo y te gusta criticar a las personas y nunca has estado inserta en el ambiente de las personas a las que criticas”.

Los efectos no deseados del Estado Benefactor: “Se le ocurre dar bonos a todo el mundo y la gente se mal acostumbra, a la gente la crían floja” Mi papá tiene un punto de vista super crítico, en especial de la clase media y de la clase baja. Mi papá siempre critica que son gente floja, que no se esfuerzan. Siempre me ha dicho que con esfuerzo se puede lograr todo en la vida. Para él toda la gente que no trabaja, es gente que siempre va a estar inmersa en el círculo de la pobreza, que se está aprovechando y que viven a expensas del Estado. Ayer comentábamos que a la Presidenta se le ocurre dar bonos a todo el mundo y la gente se mal acostumbra, que a la gente la crían floja, que en vez de premiar a la gente que se esfuerza, premian a la gente por no hacer nada. Me decía, mira el bono de cesantía, lo único que hacen es botar la plata, en vez de invertir en negocios, están invirtiendo en ayudar a los pobres. Si bien yo igual tengo un punto de vista más neutral, igual hay cosas en que coincido con él. Mi pololo es el único que llegó a la universidad de toda su familia, por último yo tengo más primos que estudian en la universidad. A veces pienso que la historia de mi papá con la de mi mamá se repite en él y yo. Él tiene esa cuestión de lo pobre y yo tengo más la historia de mi papá que nunca me ha faltado nada, de que lo he tenido todo. También se repite lo de la familia, porque cuando uno se compromete con alguien también te comprometes indirectamente con su familia. Como con mi mamá, todo el mundo anda como buitre a expensas de ella. Porque mi mamá gana plata y toda su familia, la mayoría trabaja por el sueldo mínimo. A mí también me molesta, porque mi mamá si bien gana plata, trabaja mucho, a veces no puedo estar con ella, porque mi mamá trabaja de las ocho de la mañana hasta las nueve de la noche, de lunes a domingo, porque tiene eventos, está muy cansada, la veo estresada. Mi mamá tiene a cargo una oficina y esa oficina tiene como diez oficinas. Cada una de esas oficinas tiene una jefa con cincuenta personas, que están a cargo, entonces es mucha carga. Está al lado del alcalde, es mucha pega. Yo digo, si mi mamá está donde está, es por su mérito. Ahora está estudiando un diplomado, es la que no duerme en las noches, la que se levanta temprano, podría estar en la casa descansando y tiene que estar haciendo informes. Lo veo todos los días, y veo todo lo contrario en la familia de mi mamá con su hermanos que son flojos al máximo, tienen cero motivación por trabajar, porque les da lata, no porque no puedan trabajar, no se les ocurre nada. Veo a mi mamá que a pesar de que ha trabajado siempre, siempre ha estudiado, ha sido una mamá ejemplar, siempre tiene tiempo y está preocupada por nosotros. Yo veo que toda la familia de ella y todo el círculo de ella no están ni ahí con estudiar, no están ni ahí con trabajar, no están ni ahí con ser buenos padres. Todo el día viendo tele, tomándose una cerveza, la

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poca plata que ganan se la compran en cigarros y cerveza. Mi papá me dice que la peor plata que uno puede gastar es en trago, porque la puedes usar para comprar leche a tus hijos. Él encuentra ilógico que teniendo tantas necesidades, no falta el copete en el refrigerador, pero sí puedan tener a los niños sin leche. Mi mamá prácticamente los mantiene a todos ellos. Me da lata ver a mi mamá cansada, ha tenido muchos problemas de salud por la carga que tiene, porque se alimenta pésimo, porque no tiene tiempo para almorzar, y me da frustración ver a mi mamá así ¿para qué? para darles plata a ellos. Ella dice que, “qué culpa tienen los niños”, y que ellos tienen ganas de tener cosas también y no pueden. Que sus papás no hacen nada y los ayuda. Los ayuda desde que yo tengo recuerdo. Para qué, para que salgan a carretear porque saben que mi mamá les va a dar plata. Esa cuestión me molesta de verdad. Es algo que yo peleo mucho en la casa ahora, porque cuando chica no dije nada. La flojera me desagrada y los veo a todos echados, fumando. Mi papá siempre dice “¿viste? por eso son pobres, por eso no salen adelante”. Igual ahora yo tengo más crítica para decir que no sólo por eso, pero también es cierto que la gente es floja. Mi tata estuvo super enfermo durante el último tiempo y mi mamá tuvo que hacerse cargo de todo, porque los otros hermanos, son todos un cero a la izquierda. Yo digo, si mi mamá está donde está, no es por suerte, es por la motivación de ella, porque todos se criaron en la misma casa, con la misma comida, con los mismos papás, es sólo que ella tuvo motivación por salir adelante. Mi papá pelea mucho con ella por eso. Siempre le dice “¿por qué tienes que darle plata?, que los problemas son de ellos”. Dice “típico de los comunistas siempre le tiran la responsabilidad a los demás, por qué el Estado tiene que estar resolviéndole los problemas, cada uno arregla su vida y cada uno construye su vida, ¿por qué tiene que estar el gobierno o la hermana pendiente de ellos?”, eso le carga. Vivo lo mismo con mi pololo, porque es mi mamá en versión hombre (risas). Es súper trabajador, esforzado, ha tenido unos papás pésimos y aún así tuvo buenas notas en el colegio. Ha trabajado desde los 14 años, se paga su universidad, nunca ha faltado a la pega, todo lo contrario, tiene una pega súper buena, ahora trabaja en el sector financiero y ha aprendido harto. Pero yo también veo que es por él. Él vive en el sector poniente y mucho tiempo trabajó en el sector oriente. Se levantaba a las cinco de la mañana para llegar. Y después, se iba a la universidad, salía a las once de la noche para llegar a las doce de la noche a la casa a estudiar unas dos horas, acostarse a las tres y levantarse a las cinco. Entonces, sí, ha ascendido. Pero se ha sacado la mugre para llegar donde está. Ha trabajado y gracias a eso tiene su plata, su auto, su buen sueldo. Entonces, ¿qué pasa?. Que está toda la familia; los papás que le bolsean y nadie en su casa hace nada. Eso me molesta, me choca mucho y en ese sentido apoyo a mi papá y no a mi mamá, porque no me gusta la gente así. Mi pololo tiene una hermana de mi edad, nunca en su vida ha trabajado, no estudia y tiene un año más que yo. Tiene un hijo y no hace nada. El niñito, prácticamente mi pololo lo mantiene y la mamá nunca en su vida ha tenido motivación por trabajar en algo, el niño criándose solo. Él me dice que tiene ganas de independizarse, pero tampoco le alcanza la plata porque, pese a que tiene buen sueldo, mantiene a toda su familia. Así cuándo le va a alcanzar.

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Ellos siempre quieren ser ayudados. Por ejemplo la hermana de mi pololo fue al Chile Solidario, al Programa Puente y ahora recibe beneficios, en invierno recibe bonos, ahora recibió $80.000 por el niño y ella con esa plata se fue a carretear y se compró ropa. También en la familia de mi mamá como tres cuñadas tenían pensión por dueña de casa y siempre que les llegaba la plata hacían un asado y se gastaban el ochenta por ciento de la plata en el asado. Ahora están postulando y es muy probable que le den una casa. La va a arrendar para tener más plata y no tener que trabajar. Yo también soy super aperrada y yo nunca he visto que tenga algún beneficio por eso. Por ejemplo, he pasado veranos enteros en la punta del cerro en Chiloé, para ayudar a la gente y a mí nunca me han dado un bono por eso o por estudiar y trabajar o a mi pololo por levantarse temprano todos los días. Él se tiene que pagar la universidad porque a él nadie le dio un crédito para que estudiara. Me da lata que la hermana de él que no hace nada tenga bonos por todo. Mi pololo, si bien me cuenta la otra realidad, también tiene un punto de vista político un poco más crítico del gobierno en ese sentido. Compartimos los dos esa cosa y si bien mi mamá trabaja en el área social, no me gusta generalizar, también tengo la experiencia de ella, mi mamá lleva casi 30 años atendiendo a público y siempre me cuenta que, a pesar de que ella tiene esa mentalidad de ayudar al otro, la gente es super aprovechadora. Ella conoce a la gente, las necesidades de la gente, dice que todo el mundo lo que hace es mentir. El cien por ciento de la gente que va miente, inventa parientes que no tiene, saca los parientes, esconde cosas que tiene, inventan enfermedades que no tienen. Además, ella ve que el noventa por ciento de los casos que tienen beneficios, se los gastan en comprarse ropa, arreglarse el pelo. Uno va a la feria el día domingo y la gente vende la leche que regalan en el hospital, venden las cajas de mercadería, me lo dice mi pololo, y mi mamá también me lo cuenta.

“Mi tata era comunista, para todo hablaba de política” Mi abuelo falleció hace poco, entonces lo tengo muy presente, muy cercano. Pasaba todos los días con él pegada siempre, salíamos juntos a pasear, me iba a acostar con él en su cama, tomábamos once juntos, hasta que me vine a Santiago. Yo hablaba todos los días con él, en ese sentido mi conciencia está super tranquila, sé que nunca lo dejé solo, que siempre hablé con él, siempre estuve preocupada de él, que siempre que pude ir fui, cosa que me causó harto problema con mi pareja. Por ejemplo, yo estaba con él dos horas ahí sentada escuchándolo. Mi tata era comunista, para todo hablaba de política. Cuando alguien es fanático, cualquier tema del que estemos hablando, está relacionado. Él fanático, fotos de Allende en su pieza, odiaba a Pinochet más que a nadie en el mundo, creo que cuando estaba hablando con él, mínimo una vez salía el tema. También siempre hablaba de nosotros como familia. De sus tierras, tenía unas tierras, que lo estaban estafando, (ríe) peleaba harto. De él me queda la mejor imagen del mundo. Para mí y para mis primos, cuando él falleció fue super fuerte, yo estaba mal, no me podía imaginar la vida sin él. Él fue apegado a todos, la familia de mi mamá siempre ha sido muy apegada, entonces, hablaba con todos los nietos, todos lo sacaban a algún lado, todos los días salía para alguna parte, hasta su muerte estuvo acompañado. En la noche, no dormíamos. Yo creo que él se sintió acompañado, pero para todos nosotros se fue no más.

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En mi vida está cien por ciento presente, en su predisposición, en el esfuerzo, fue una persona muy, muy esforzada, siempre dio lo mejor por su familia, siempre trabajaba para poder mantenerlos a todos. Cuando mi mamá quiso entrar a estudiar a la universidad, yo no sé cómo lo hizo, o sea, él era obrero constructor. Ganaba poco, tenía una mujer, seis hijos y una de ellas quería entrar a la universidad, ¿cómo pagas la universidad y mantienes cinco hijos más? Pero lo hizo; se rebuscaba donde fuera, para mandarle plata a mi mamá, mi mamá toda la vida agradeció eso. Siempre le dio plata, lo cuidó, ahora su última etapa de enfermo ella pagó los mejores médicos, siempre trató de retribuirle de la mejor forma y no solo con lo material, sino con cariño. Por otro lado con mi abuelita, lo mismo. Hablo dos veces al día con ella, para mí ella es, no sé, mi segunda mamá o más que mi mamá, es una cuestión increíble, yo vivo y muero por ella. Todo es para ella, hace poco me pagaron una plata y la gasté toda en ella, le compré unas cubrecamas para que se sintiera mejor, porque ella estaba más o menos mal con lo de mi tata.

La centralización: “Da rabia ver que, de verdad, Santiago es Chile” Me gusta estar metida en hartos grupos de gente y conversar con todo el mundo. Cuando empecé en la universidad me acuerdo que el primer trabajo que hice en investigación fue con indígenas. Por primera vez hice eso de sentarme en un ritual y mirar costumbres completamente distintas a lo que yo había visto, con agrupaciones que se juntaban en ciertas fechas, como las fiestas patrias de ellos, aquí en Santiago. Aprendí hartas cosas, las comidas, estar con niños, jóvenes, abuelitas, hicimos hartas cosas. Justo después de eso con mis amigas, descubrimos los trabajos voluntarios de la universidad y como nos gustó este trabajo, nos interesó ver otras realidades, gente del sur, del norte, de campamento. Conocer más allá de lo que uno puede ver en la tele, de lo que uno puede ver con su experiencia, que también es sesgada, y quizás ponerse en los zapatos de ellos. Yo creo que igual es super lindo el estar un par de semanas con ellos, son de los mejores estudios que uno puede hacer. Empezó como una tincada con mis compañeras, pero también con una idea de que podamos hacer algo, quizás más allá de construir la casa, conversar con ellos, ayudarlos en algo. Hemos ido a Chiloé, también a Puerto Montt y al Norte, a La Serena, pero en la zona rural. Una de las realidades que más me gustó fue Chiloé, porque es el lugar que estaba más retirado y se nota la diferencia. Fuimos a una localidad que es absolutamente rural, donde no hay ni agua, ni nada. Son situaciones extremas. Ahí estuvimos casi tres semanas, en verano. En lo que más uno puede ayudar es en la construcción de campamentos, de una media agua, de un parque con banquitas para que jueguen los niños, una cancha y juegos. También se habla con las personas, pero casi todo el trabajo se va en eso. Lo que me gustó harto de ir al sur es el hecho de que no había mucho que hacer en el desarrollo económico, porque si bien era un lugar rural, las personas tienen harto terreno. Entonces no viven en campamentos, cada persona tiene su terreno y cada persona construye su casa. Hay personas que son super habilosas con las manos, entonces no necesitan que uno vaya a arreglarles la casa, porque la casa ya está arreglada, ya tiene una reja, ya se hizo un techito. Ahí se hizo un trabajo de capital cultural, social y eso fue super rico porque conversar con personas de las comunidades, es como estar en otro país o hace 200 años atrás. Porque todo lo que pasa en Santiago, todo lo que dice el gobierno, ¿por qué no llega acá?, uno alega por el Transantiago, allá había una micro que pa-

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saba una vez al día y que te dejaba cerca de un pueblo y después había que tomar otra para llegar a Castro y valía $2000; la gente no tenía esa plata, porque vivían mucho por trueque. Ahí me impresioné, porque si bien manejaban el dinero, era más que nada por turismo o por trabajos ocasionales en las zonas urbanas. Las personas construyen sus propias cosas, tienen animales, sus propias comidas, utilizan el trueque, intercambiaban el trabajo de agricultura. El desarrollo escolar era prácticamente nulo; había una escuelita en que los cursos estaban agrupados, porque eran tan poco los alumnos, que el curso séptimo y octavo tenía dos personas. La mayoría abandonaba en cuarto básico, porque tenían cero expectativas, ni siquiera la obligación de la educación básica y media. Creo que había un profesor, la escuela era una casa, algo sumamente pequeño y era una realidad en que la violencia era super fuerte entre ellos y con los niños, era fuerte ver a niños chiquititos todos machucados, porque los papás los agarraban a palos. Eran buenos para tomar y por ende había harta violencia. El trabajo era agricultura. Había una posta que estaba cerca del pueblo y que para llegar allá tenían que tomar la micro que pasaba una vez al día y que costaba $2500, entonces para ir dos personas tienen que tener $5.000 y ellos no lo tenían. Nosotros trabajamos por área y una era medicina con estudiantes de enfermería y medicina de quinto para arriba. Ellos estaban a full, curando muchas infecciones a los niños, había una niñita de tres años que tenía prácticamente toda la oreja perdida, porque estaba infectada. Yo converse con la mamá y le dije, por qué no la llevó a la posta y me dijo “que la posta queda muy lejos y no tengo plata para la micro”. No había acceso a salud, no había acceso a educación, no había acceso a transporte y sobre el acceso tecnológico, con suerte llegaba un poquito la señal del canal siete. El agua se daba dos veces al día y una hora. La luz también, el alumbrado se cortaba a cada rato. Entonces, da rabia ver que de verdad, Santiago es Chile. Que todo pasa en Santiago. Nunca había pensado que esto era así. En realidad son poquitas personas, pero es un lugar que está abandonado. Además, como tienen tan poco capital cultural, se acercan un poco a la ciudad y están en un mundo distinto. Tienen un bajo concepto de lo que es el precio, de lo que es el billete. Ellos recolectan un musgo que sale ahí en ese sector, esponjoso y blanquito. Hacen un proceso súper grande y los van a vender al pueblo y ahí lo exportan; lo venden a un par de personas y esas personas la exportan. Nos contaron que lo vendieron a $500 el saco. Después averiguamos que quienes lo compraban, vendían a $30.000 el mismo saco, y lo único que hacían era exportarlo al extranjero o venderlo a las grandes empresas. Para ellos estaba bien que les pagaran $500, porque no manejaban mucho el concepto del valor del dinero. Nosotros teníamos un área de microempresa, así que ahí nos juntamos con todos ellos, para tratar un poco de arreglar la situación. Después uno se va y no sabe lo que pasa. Nos fue muy bien con lo de las papas nativas. Tenían muchos huertos, pero nunca se animaron a venderlas, porque no sabían y no tenían mayores técnicas. Hicimos más que nada charlas y fuimos a buscar a otras personas que sí trabajaban la papa, con esas personas que tenían la experiencia, hicieron intercambio de cómo cultivar mejor, porque donde estábamos nosotros plantaban según la luna, según las estrellas, según si el gallo había cantado o no, puros mitos, y eso era en toda la isla de Chiloé. Empezaron a meter un poco más el tema de trabajar la tierra. Hicieron su grupito y las vendían y nos contaron que le había ido súper bien. Incluso los

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incentivamos a que se unieran a otros trabajadores, que mandaran la papa a Santiago a otras partes y hace poco hablamos con ellos para saber cómo estaba la cosa y nos contaron que estaban muy contentos, porque han ganado harto.

La ética del trabajo: “Para mí el trabajo no es para nada denigrante, he trabajado en todo” Siempre me ha gustado trabajar, me gusta tener plata y tener mi plata, porque yo creo que es distinto. No he tenido mucho trabajo estable, por la universidad, pero siempre trato de buscar una y otra cosa. Para mí el trabajo no es para nada denigrante, he trabajado en todo. Cuando salí del colegio, me metí en una empresa de promotoras para supermercados, para los malls. Ahí estuve auspiciando helados, perfumes, de eso que dicen “¿desea probar este perfume?” (risas). Yo estaba en eso en el verano, porque casi todos los veranos trabajo. En lo que estuve también, cuando salí del colegio o un poco antes, fue en una empresa telefónica de call center. Ahí tuve puras malas experiencias. El trabajo es malo, porque uno tiene que poner la cara por errores que uno no cometió. Entonces la gente llama para reclamar. Con mi primera llamada casi me pongo a llorar porque nunca me habían insultado tanto y a puro garabato y tampoco le puedes contestar, no puedes cortarle a un cliente, lo único que puedes decir es “sí, ya, gracias, bueno”. A veces teníamos que llamar nosotros y eso me cargaba: más se iba a enojar la gente, o podía estar ocupada. Yo trabajaba por turno y a veces me tocaba los sábados en la mañana. Yo peleaba con los supervisores, les decía “cómo voy a llamar un sábado a las nueve de la mañana a alguien”, me obligaban y bueno me puteaban, era obvio. Igual, uno aprende. Yo cuando buscaba trabajo e iba a las entrevistas, siempre me decían ¿por qué quieres trabajar? Y les respondía, bueno, porque quiero ganarme un dinero para salir en el verano, para comprarme mis cosas, y lo otro por experiencia, porque de verdad es muy distinto estudiar en la casa con un libro a ir allá, estar con un jefe, intentar cumplir horario, cumplir reglas, relacionarse con otras personas. Creo que eso es más complicado que hacer la pega en sí misma. Como son trabajos en que no importa el estudio, es el trabajo menor que puede tener uno quizás. Entonces cero derecho del trabajador y yo igual tengo eso, igual peleaba. Me acuerdo una vez que estaba de promotora de perfumes. Nos hacían estar parada y había que usar tacos, entonces yo decía “estar parada todo un día hasta las nueve” y para Navidad, como cerraban más tarde los mall, había que estar hasta la noche parada con los tacos. Pensaba, imagínate estamos en el siglo XXI y todavía uno tiene que estar parada y me acordaba que una de las primeras leyes sociales que salió, fue el derecho a la silla. Cuando me fui, le dije a la supervisora lo que pensaba y creo que la dejé pensando, porque yo digo las cosas de buena forma. Le agradecí el trabajo, pero dije que encontraba insólito, se lo comenté casi como un chiste, y me dijo que así era la pega. Le dije sí, si sé que así es la pega, pero a veces no hay gente en el mall, no siempre está lleno, entonces cuando no hay gente yo no encuentro que varíe estar sentada, y se quedó pensando. Al final se lo tomó bien, así que no sé si habrá hecho algo (risas). Después trabajé de digitadora en una empresa, todo el rato escribía en el computador con papeles, encuestas. Ahora he trabajado hace dos años, con profesores de la universidad, en

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investigaciones, pero más que nada transcribiendo, encuestas, cosas así y eso me ha gustado más. Lo encuentro interesante, me gusta escuchar a las personas. Soy muy autocrítica, por eso me gusta relacionarme con personas que están más dentro del área, aprender de ellos. Las veces que me han dicho algo más complejo dentro de la rama, me gusta preguntarles. Además, estoy ganando plata, podría estar viendo tele y sin ganar plata. Es positivo en todos los sentidos. Como siempre he sido responsable, me valoran. Siempre me han dicho que el respeto es un valor que se ha perdido mucho; respeto del niño hacía el papá, a los carabineros, a los abuelitos en la micro, en todo sentido. La responsabilidad se ha perdido un poco y yo tengo la crianza de mi papá. Me gusta también el hecho de tener un poco más de independencia, salir con mi pololo y decir “yo te invito” y no decir “pucha, no tengo plata”. Para trabajar, me gusta harto el área de investigación de consumo. Empecé a estudiar una especialización porque siempre me fue bien en las matemáticas en el colegio. En la universidad también me fue bien en todo lo económico o cuantitativo. Hice también todos los optativos en esas áreas y después estudié una especialización donde me iba super bien, incluso mejor que en la carrera. Aún así, me gusta lo cualitativo, pero yo me imagino que tengo más capacidades para lo cuantitativo. Me gustaría ir por ese lado y ahí concretar los ideales y los logros que me veo obligada a concretar. Me imagino la cara de mi mamá y mi familia si no fuera así.

Ética de la participación y la moderación: “No tengo esa cuestión de que me faltó ser revolucionaria, que me falto salir y romper reglas” Mis papás siempre pensaron que yo era tan inteligente, que me iba tan bien, siempre sacaba los primeros lugares, entonces deben haber pensado que mínimo sacara puntaje nacional y que quedara al tiro en cualquier universidad. El hecho de que no me haya ido ¡tan bien!, que no haya quedado al tiro en la universidad que yo quería… todas esas cosas…no sé. Yo creo que los mayores miedos de mi papá, es que nosotros seamos o comunistas u homosexuales. Son cosas que él no toleraría. Cuando le dije que quería estudiar esta carrera le dio miedo, imagínate más encima cuando le dije que si no quedaba en la universidad tradicional que era mi primera opción, iba a estudiar en una universidad del Consejo de Rectores. Me acuerdo que una vez pasamos por ahí, estaba lleno de carteles de comunismo y más encima estaban lanzando bombas, eso fue lo que él vio, yo creo que eso lo traumó: de aquí va a salir una comunista revolucionaria, que me iba a convertir en una encapuchada, que iba a estar tirando bombas. Nunca más hablé el tema porque me dijo “yo te voy a pagar la “U”, y no lo voy a hacer si tú estudias en esa universidad”. Y no quedé en mi primera opción. Para mí fue una meta no lograda y a mis papás yo creo que les dio lata, porque a mí me gusta mi universidad, pero igual la gente le pregunta a mis papás ¿y dónde estudia tu hija?, yo creo que a mis papás les da lata decir que no estudio en una universidad ultra prestigiosa. En verdad, como que yo nunca me escapé de la casa, nunca me escapé por la ventana, nunca hice nada (ríe), y yo pensaba, ¿qué pasaría si viviera mi juventud ahora, con todas las modas que hay?, yo creo que igual no hubiera podido hacer nada. Me dice mi mamá que ella nunca

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en la vida me hubiese dejado ser así y es verdad porque yo tenía quince años y mi mamá no dejaba que me pintara. Hoy en día, veo que nunca hice nada que no fuera permitido por ellos, nada. He sido super controlada, pero no me siento mal por ello, he sabido pasarlo bien y disfrutar. Entiendo a mis papás, sé que ellos han querido lo mejor para nosotros y sus límites también son super racionales. Igual las cosas que quería hacer, mientras fueran sanas y buenas, me dejaban hacerlas. Me imagino en mi vida futura, así, como ellos, quizás con un poco más de cercanía con los hijos, ser más amigos, pero siempre que los papás sean los papás, con jerarquía. Me imagino también, preocupada de los hijos y pendiente de lo que están haciendo, por lo mismo yo no me siento mal, no tengo esa cuestión de que me faltó ser revolucionaria, que me falto salir y romper reglas. Con mis futuros hijos, me imagino igual que mi madre, con reglas, pero reglas sanas, no es que no puedas hacer nada, sino que hay reglas dentro de los límites que debe tener cualquier persona, en especial los niños y los adolescentes, porque para mí está la formación de toda la vida de cómo ser una persona. Si rompieran una regla y para mí está mal, habría castigos, pero no me imagino pegándole a un hijo. Por ejemplo, a mí no me parece que está bien ponerse un pearcing y si mi hijo lo hace, lo mandaría a sacárselo y tendría sus consecuencias. Uno tiene que saber buscar castigos que de verdad, de verdad afecten, mi mamá es especialista en eso (ríe). No sé, a mi me gustaba bailar, si me sacaba un rojo, no podía ir a bailar. Obviamente, episodios de violencia o de gritos, esos yo los elimino completamente de las cosas que yo pretendo hacer.

Tradicional y “feminista”: “Una de las cosas que encuentro última es que todavía las mujeres ganen menos que los hombres” No me considero feminista en el sentido en que encuentre que las mujeres son mejores que los hombres. Me gusta la igualdad. Para mí un hombre no es mejor por ser hombre, una mujer no es mejor porque es mujer. El género no tiene nada que ver con lo intelectual, es netamente algo biológico, pero nada que ver con lo intelectual, con tus capacidades. Por lo mismo me gusta que todos tengan la misma libertad y ejercerla. También ser independiente y autosuficiente, es algo que mi mamá siempre me ha enseñado. La mujer en Chile es más que nada pasiva, en comparación con otros países. La mujer trabaja super poco y más que nada es una dueña de casa que pasa viendo las comedias. Y ¡no!, debe ser un agente activo, salir a la calle, trabajar, influir desde el punto de vista económico, desde el punto de vista del poder; mi mamá siempre me ha metido eso, de ser un agente activo e independiente. No depender de un hombre. Dice: “cuántas mujeres lo pasan mal en su relación y tienen que estar ahí porque dependen de un hombre, ¿Tú sabes lo que se sentiría pedirle a tu marido por favor hasta plata para comprarse toallas higiénicas?”. Para mi mamá y para mí es denigrante. Mi mamá siempre me ha dicho, “nunca tienes que dejar que un hombre te mantenga y por lo mismo paga tú tu cuenta, tu comida, tu trago”, hasta con mi pololo “compra tu entrada al cine, tú tienes que demostrar que eres tú y no estar atrás dependiendo de una persona” y eso no sólo desde un punto de vista económico, sino también desde el punto de vista de capacidades. En un comienzo dije que me siento super completa, porque hago de todo, me gusta cocinar, me gusta hacer las cosas de la casa, pero también sé arreglar llaves, también sé arreglar cables, para no estar dependiendo de otra persona.

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Esa igualdad es algo que falta en la realidad de hoy en día. Una de las cosas que encuentro última es que todavía las mujeres ganen menos que los hombres. Anda a la calle y postula a un trabajo y vas a ver que, no sé si será tanto en el sector público, pero sí en el sector privado, todavía se da que la mujer puede ganar menos que un hombre. ¿En qué país estamos? ¿Por qué no se hace nada? Me molesta mucho, porque el día de mañana yo también voy a buscar trabajo y eso no me va a gustar. También desde un punto de vista histórico, el trabajo y el dinero ha estado relacionado con el hombre, pero yo creo que es una tarea pendiente y que las nuevas generaciones tienen la misión de igualar esa situación, porque para mí es un poco vergonzoso. Por otra parte me interesa el tema de la autonomía del cuerpo en las mujeres. Tuvimos un ramo relacionado que me gustó mucho. Uno de los principales hitos es el de la mujer presidenta, que es el más moderno, y está la autonomía en el sentido de la libertad de la mujer. La mujer ha pasado desde un rol sumamente sumiso, sin tener derecho a nada, no tener derecho a voto, no tener derecho a poder escoger su pareja, no tener derecho a alegar y no tener derecho sobre tu cuerpo a un mayor nivel de autonomía. O sea, la sociedad siempre te dijo como “bueno tú te vas a casar con tal persona y vas a tener tantos hijos, porque para eso viniste al mundo. Si te manda diez hijos o si te manda veinte hijos, para eso viniste al mundo”. Aunque se ha avanzado, siento que todavía hay temas pendientes respecto de la autonomía de la mujer en todo sentido. Uno siempre construye su vida, como uno quiere. Una de las cosas mínimas es tener derecho a vivir una sexualidad plena en todo sentido, porque es algo que viene con nosotros, entonces todo el tema reproductivo, encuentro insólito que te digan “controlar tu sistema reproductivo” para seguir los instructivos de otras personas, no. Está completamente más allá de lo que yo pienso. Uno debe tener el dominio sobre su vida, sobre su cuerpo, sobre todo lo que a uno le pase y elegir que camino quiere seguir. Me gusta la libertad de acción en el sentido de la autonomía del cuerpo, yo misma me estoy cuidando y no me siento mal por ello. Si alguien me dice, “no, no se pueden tomar anticonceptivos, porque para mí está mal” yo le diría “oye, si para ti está mal, tú no lo hagas pero ¿por qué tienes que controlar mi vida?”. Pero también yo creo que todo tiene que tener un límite. Porque yo no me imagino este mundo con una anarquía, sin ninguna ley, sin normas, sin nadie que te ponga un disco pare. Que no exista ningún disco pare, es un ideal, pero yo creo que para eso, las personas tienen que tener un poco más de dos dedos de frente. A las personas les falta mucho, el mundo se está acabando poco a poco y las personas no hacen nada para evitarlo. Eso pasa porque nadie está ni ahí con cuidar el medio ambiente, por hacer algo más allá, no se preocupan ni de las personas cercanas, entonces menos se van a preocupar de la tierra. En ese sentido yo creo que falta gente sensible. Para la mentalidad que tenemos ahora, son necesarias las reglas. Por ejemplo, me imagino ahora, con la sociedad actual, legalizando el aborto, quedaría un desorden absoluto, porque imagínate, con el promedio tan alto de embarazos adolescentes que hay, y eso ¿por qué? problemas de mentalidad, poca responsabilidad. Pasaría lleno de personas abortando. Para mí, que bueno que se legalizara el aborto, pero detrás de eso tiene que haber una mentalidad responsable, que el aborto sea para cuando, no te funcionó el

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método anticonceptivo o quedaste embarazada de una violación, pero no en caso de una noche de parranda cuando de pura flojera no te cuidaste. Para mí primero uno tiene que desarrollarse como persona y de ahí que se desarrollen los medios, las normas y todas esas cosas que van de la mano con el desarrollo. Con esa mentalidad, no me gusta ofender, pero con la mentalidad de muchas personas, ¿cómo esperan que haya más autonomía?, ¿Qué nivel de responsabilidad tienes tú?. Es lo mismo con un hijo. Para mí el Estado tiene que tener el mismo rol que tiene un papá con un hijo. Si tú ves que tu hijo se porta bien, darle libertad y que haga lo que quiera, porque tú sabes que él se va a portar bien, pero si tienes un hijo que es desordenado, debes estar frenándolo, porque si no se va a perder. Para mí el Estado es lo mismo, ojalá fuera libertad absoluta, pero si tienes ciudadanos que son irresponsables…

El deseo de decidir: “Cumplí 18 y me inscribí al tiro, por el hecho de que sí: me gustaba tener poder de decisión” Yo creo que siempre tuve la inquietud, de ¿Será tan así?, por todo, por la historia que me ha contado mi papá, por la historia que me contó mi tata. Me pregunto cómo una misma historia puede ser tan distinta ¿cómo una persona puede ser héroe y villano al mismo tiempo?, esto tanto por la figura de Pinochet como por la de Allende. Para mi papá era villano y para el otro héroe. Eso me quedó claro desde chica, porque desde que yo tenía dos años me hablaban de política. Tenía dos años y mi papá me decía “viste, eso pasó porque Allende ganó”, entonces para mí siempre ha sido un tema. Cuando ya estaba en enseñanza media como que me puse a averiguar más, a leer, preguntarle a los profesores, pero siempre me he quedado con la idea de que a la gente le cuesta contar la historia legítimamente. Tenía un profesor que era de izquierda y me iba contando la misma historia que mi tata; tenía otro profesor que era más de derecha me contaba lo mismo que me contaba mi papá. Siempre me quedó la inquietud en el tema político y creo que cuando empecé a averiguar más allá y me gusta meterme así como “si yo fuera presidenta”. Me gusta eso y feliz me tiro por algún lado, el gran pero sería ¿en qué partido?. Muchas veces me siento discriminada por votar. Yo me inscribí a los 18, por lo que dije de mi historia familiar. Siempre tuve la inquietud de ¿qué es política?, ¿qué pasó en realidad? Siempre trataba de leer más allá, de preguntar a los profesores, de estar involucrada, de ver las noticias. A mí me gusta la política, aunque me desagradan mucho los políticos, pero la política en sí, como materia, la encuentro súper interesante. Siempre ha sido un área que me ha gustado conversar y estudiar. Entonces cumplí 18 y me inscribí al tiro, por el hecho de que sí: me gustaba tener poder de decisión. Además, un poco de historia, lo que yo discutía con mis compañeras “mira todo lo que le costó a la mujer, tener derecho a voto”. Muchas mujeres murieron, por el hecho de defender su derecho a ir a una urna y votar, eso para ellas, era algo que significaba tanto, y ahora una por floja, por no hacer una fila, porque todo el mundo hace una fila, si para comprar un café9 se hace una fila, que no quieras ir a ejercer ese derecho, para mí es una deshonra para todo el género. Somos todos iguales, tu voto vale lo mismo que el mío, lo mismo que el del presidente, lo mismo que el del viejito de campo. Yo creo que es una de las pocas instancias que se puede ejercer esa igualdad para todo el país. 9

Paula hace referencia a la fila que hicieron junto a la entrevistadora para comprar un café, fila que fue bastante lenta.

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Por lo que tengo de feminista, decirles quizás a todas esas mujeres que lucharon y murieron por tener derecho a voto, que ahora una está agradecida de eso y lo ejerce. Pero el “no quiero” “me da lata”, lo encuentro no sé… es lo mínimo. No solamente las mujeres, a veces votaban los que tenían educación, los que sabían leer y escribir y los que tenían ciertos estatus y ahora que puede ir todo el mundo, no les interesa. Si no pudieras votar porque eres mujer o porque eres pobre, ahí realmente le tomarían el peso a lo que significa tener ese derecho. Obviamente esto es algo que yo pienso, pero no mi grupo de pares. Mis hermanos y un par de compañeros de universidad somos los únicos que votamos. Y me molestan ¿para qué votas?, si es siempre lo mismo, es para perder el tiempo, si los políticos son todos iguales, que al final el voto no cambia nada y no importa. Me acuerdo que estaba compartiendo con personas y tenía que votar al otro día: “Eres ñoña”, y están como quince minutos leseándome, “mira, va a votar”. A ellos como jóvenes les importa otras cosas, es “bacán” el “carrete”, las “minas”, tener plata, pero no es “bacán” participar en política, todo lo contrario, estar metido en política te hace ver quizás como “penca”, es ser de la misma calaña que los políticos. Yo me he sentido así… bueno a mí me da lo mismo, no me afecta en nada, pero percibo lo que ellos te quieren transmitir. Está el pasarlo bien, el disfrutar, decir que la juventud es una sola y qué se yo, pero también dicen lo mismo por los trabajos voluntarios, ¿para qué vas para allá?, pierdes tiempo, pierdes plata, porque uno misma se tiene que pagar para ir para allá. Mi primera votación fue para las presidenciales. He votado dos veces, en la presidencial y las municipales. Estaba feliz, estaba emocionada, me fui temprano, por si necesitaban a algún vocal, yo feliz (risas). Yo feliz contando votos y estar llevando cuentas, me gustaba esa cuestión, para mí era todo un hito, llegué súper temprano y ya estaban todos los vocales. Pero igual todo el rato emocionada, encontraba emocionante el hecho de haber visto mi nombre ahí, imagínate cuanta gente habrá y me consideran a mí como parte de este gran Chile. Estaba ahí mi nombre escrito. Yo creo que eso me hizo hasta sonreír. Uno se siente importante, yo creo que estás contribuyendo a algo, es como cuando estaba haciendo un trabajo en equipo y tú sientes que de verdad estas ahí porque tienes que hacer algo. Al marcar mi rayita, emocionante, era mi primera vez, que votaba (ríen). Después en el conteo total mi voto va a estar ahí, incluso después, bueno yo estaba pendiente de los votos de mi mesa. Miraba un poco a las personas, quería quedarme para el conteo, pero como fui tan temprano, quédate a vivir ahí (ríe). Me acuerdo que estuve todo el día pegada a las noticias y después, a todo esto vote por Bachelet, cuando decían “Bachelet”, cuando decían “cuatro mil setecientos setenta y uno”, yo decía “¡ah, ese uno soy yo!”. Mi mamá era la que me apoyaba todo el rato. Ahora siento más presión de la familia materna, me tienen amenazada todo el rato, en mi integridad y psicológicamente, para que vote por Frei y yo no sé, no estoy muy interesada en votar por Frei y mi mamá todo el rato “imagínate, tu tata, que pensaría si tú no votaras por Frei”. Por Bachelet yo voté no más, además era mujer y tenía cuatro puntos a favor, al tiro, si era mujer. No me acuerdo si fue en clases de historia que leí, que explotaban a muchas mujeres, que las encerraban en una fábrica y las quemaron a todas. Yo me acuerdo que pensé ¿cómo alguien puede llegar al punto de matar a otra mujer con tanta crueldad, solo por exigir su derecho?, ¿por qué? Te pueden decir que no puedes votar, que tu intención no vale, o sea, que tu postura no vale, porque tú eres mujer. Para mí fue fuerte, desde el punto de vista ideológico,

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si a mí me dijeran “tu hermano puede votar, pero tú no porque eres mujer, entonces no nos importa tu opinión, porque eres mujer”. El cambio de pasar a una sociedad machista a una sociedad más pluralista, no es un cambio que se da gratis. Yo creo que nosotros podemos beneficiarnos de los frutos del trabajo de otros tiempos. No hacerlo es una falta de respeto, es como si yo veo que mi tata se ha sacado la mugre para plantar un árbol y que ahora de frutos y a mí me dé exactamente lo mismo regar el árbol y aprovechar sus frutos. Para mí sería una falta de respeto, porque vi todo lo que le costó a él hacer todo eso, lo mínimo es que ahora yo siga esa línea. Feliz de ir a votar y de ser parte de todo este mundo. Uno ve como históricamente en todos los parlamentos, hasta el día de hoy hay mayoría de hombres, ¿por qué?, ¿dónde están las mujeres?. Ahora después de tantos esfuerzos, de tanta lucha podemos tener una presidenta mujer, y ahora como que la lucha a las mujeres les da exactamente los mismo eso, para mí es como que estén apoyando todas las injusticias que han ocurrido siempre, en vez de apoyar a las personas que sí se la han jugado por buscar la igualdad. Por eso mi intención es ser parte de ese grupo y seguir contribuyendo con esa lucha y seguir aportando a la lucha de la igualdad de género en el sentido de poder, ya desde el punto más micro de ir a votar hasta el punto más macro de que una mujer sea Presidente. Sobre los políticos en general, la gente dice: “Ah, políticos igual corruptos”, la gente odia la política porque dice que es corrupta, pero uno tiene que separar las cosas, porque la política en sí, para mí, es un trabajo hermoso, lo que pasa es que hay gente que la ensucia, porque las personas son corruptas, no es que la política sea corrupta. Yo conozco de todo, de diferentes partidos, conozco gente que es UDI y son pero excelentes personas y excelentes trabajadores y de verdad uno ve que de verdad le gusta la política, que de verdad le interesa la gente y conozco a otros que son DC y que de verdad le interesa la política; de ellos tengo una súper buena imagen. Depende mucho de la persona; uno usa la etiqueta de que si es de tal partido es así, pero depende, lo que importa es lo que hay detrás de cada persona. Soy 100% fans del alcalde de la comuna donde trabaja mi mamá. Siento que es una persona que no está dentro del gran mundo de la corrupción. Porque política, igual a poder, igual a plata y yo creo que quizás por ahí está el hecho de que las personas se vayan un poco por el otro lado, por la relación que hay entre poder y política. Creo que él no tiene eso. Él tiene mucha plata y mira a los pobres como nadie, de verdad le interesa, lo he visto, por las cosas que me ha contado mi mamá y he estado presente en su candidatura. Andaba repartiendo papeles en sus actos, con su polera. Ellos hacen reuniones para definir presupuesto mensual, y cuando él salió de su primer período, querían hacer varias cosas, los concejales tenían la idea de usar muchos recursos para hacer una gran obra, para que él quedara bien posicionado y así pudiera salir re-electo. Y ¿qué pasaba si él no salía re-electo?. Daba lo mismo, porque la deuda quedaba para el otro alcalde. Le iban a dejar el medio “cacho”, la tremenda deuda y así el otro alcalde iba a quedar mal, porque no iba a tener plata para hacer nada. Entonces, la gente iba a decir “mira este tremendo hospital y este otro no ha hecho nada en cuatro años”. Él les dijo que no, porque para él, eso era una conducta corrupta. Él no iba a endeudar al municipio porque era endeudar a la gente. Igual fue re-electo.

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Participación activa, la deuda pendiente Ingresé a la universidad el año de las movilizaciones pingüinas. Recuerdo que participé un poco en las asambleas de la universidad. Estaba toda la discusión de si los universitarios apoyaban los paros. Tampoco me metí más allá, porque si bien los apoyaba, también encuentro que hay que hacer una reforma estudiantil, que es un tema híper-pendiente, invertir en educación para mi es una inversión a largo plazo. Obviamente lo apoyaba, voté que los apoyáramos, porque obviamente mientras más masivo fuera, más presión se le hace al Estado. Pero tampoco me metí más allá, no fui a marchar, ni estuve ahí un día con ellos, nada de eso, porque después se empezaron a aprovechar un poco de la situación, para sacar a colación otros temas que de verdad no tenían cabida para mí. Después ya era mucho, que todo gratis, ¡¡pase gratis!!, ¡¡PSU gratis!!, ¡¡educación gratis!!. Eran cosas que para mí se alejan de la realidad de Chile, porque ojalá todo fuera gratis, pero… La plata se acaba, el cobre se acaba (ríe). Pensando un poco más racionalmente, no se le puede entregar gratis todo a todos el mundo, porque así el Estado no va a durar mucho. Hay que pensar a largo plazo. Cuando recién empezó el asunto, me parecía genial la organización que tuvieron para ser cabros chicos. Con un poder de decisión… yo lo que siempre critico es que las personas siempre hablan de lo terrible que es todo y ¿qué haces tú para cambiar eso? Nada. Si voy a estar alegando contra el mundo, de verdad voy a estar haciendo algo, yo creo que ese es un hecho más que concreto. Estaban alegando de educación, pero no se quedaron con la pura crítica a la educación, sino que pasaron a la acción. Creo que fue un paso muy difícil, importante y trascendental, porque para lograr cualquier cambio no basta con las puras palabras. Tienes que lograr el cambio con la acción, en la calle. Para mí, todavía es un tema pendiente. Si bien el Estado está bastante subsidiario, “démosle bonos a la gente” y quizás cuántos millones de pesos pierden en los bonos. Una cosa que averigüé, es que todos los excedentes del cobre se fueron en bonos a la gente. Para mí, hay que atacar el problema de raíz, si hay problemas de plata…la educación es una de las cosas que puede mejorar. Cómo es posible que existan tantas brechas en la educación. Qué más le vas a pedir a un cabrito que su profesor tiene cero capacitación y cincuenta alumnos. Las aspiraciones son para lo mínimo. Ahí es donde hay que atacar, en la reforma educacional. Hay que mejorar mucho, es un tema pendiente, trascendental, y siento que no está entre las prioridades del Estado.

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EL DIRIGENTE ESTUDIANTIL10

“En la carrera siempre se trata como de apolitizar, de nunca verle el lado político a la cosa y finalmente no se trata de partidos. Yo no soy de un partido pero sí tengo una tendencia, y tengo una forma de ver la vida que es distinta a la de otros. Salían discursos de gente que quería que fuera una pura lista (de centro de estudiantes) con la mayor diversidad, con gente de derecha, izquierda, de todos lados. Yo no estaba de acuerdo porque hay formas distintas de ver la vida, de ver el centro de estudiantes, el departamento, la misma universidad”.

Manuel tiene 23 años y entró a estudiar ingeniería en una universidad del Consejo de Rectores. Su padre es académico y su madre profesional de la salud. Es el mayor de tres hermanos. Estudió en dos conocidos colegios particulares de Santiago, de los que destaca su buen nivel en términos de excelencia académica, aunque dice nunca haberse sentido totalmente cómodo en ellos. Desde su etapa escolar, y luego en la Universidad, participa activamente en distintas organizaciones con motivaciones políticas y sociales. Al momento de la entrevista, ocupa un cargo en el centro de estudiantes de su carrera y en un grupo promotor del Software libre en el contexto del desarrollo de “una cultura libre”, también en la universidad. Esta inscrito en los registros electorales.

Nieto de españoles, hijo de chilenos “de esfuerzo” Mis abuelos son españoles, llegaron a Chile y con la fruta, les fue súper bien, pero se farrearon un montón de plata. Fue súper sacrificado, de hecho a mi papá, yo lo admiro. Mi abuelo siempre se preocupó de que no faltara para comer ni nada, pero también fue una cosa súper sacrificada. Mi papá tenía que trabajar, vender cositas en el colegio si quería comprase algo más. Mi papá se compraba libros y se armó su cuento, estudió en un liceo y entró a la universidad, fue el único de mis tíos que entró a la universidad y fue el mejor de la universidad, lo invitaron a ser académico, todo un cuento, doctorado y todo. Y partió sin nada, estudió con el crédito fiscal, después lo becaron, en el fondo ha sido una vida de mucho esfuerzo. Por otro lado, mi mamá 10

Entrevista editada por Andrea Aravena y Teresa Cáceres.

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viene de una familia más de campo. Eran más pobres que mi papá y también mi abuela se sacaba la mugre para que no les faltara nada, mi abuelo también. Casi todas las hermanas de mi mamá y mi mamá son universitarias, salieron adelante. Ahora mi mamá no se convence, dice que somos clase media, pero ya somos clase alta. Mira, a mi papá le va súper bien y ha sido una cosa súper meritocrática. Por un lado, uno se siente orgulloso de eso y por otro, uno ve que tiene la responsabilidad de sacar adelante lo suyo, o sea, si mis papás pudieron llegar donde están, yo al menos tengo que sacar una carrera, o sea, al menos tengo que sacar esta cuestión adelante y ese fue un rollo cuando yo dejé la universidad, era más todavía la presión.

Aprovechar las oportunidades Mi papá nunca me dijo nada, pero yo creo que lo debe pensar. Mi mamá me tiraba de repente cierto comentario, como “aprovecha la oportunidad, no como nosotros que no teníamos nada”. Siempre me dice “nosotros les hemos dado todo a ustedes, los mejores colegios de Chile, ahora tienes la oportunidad de estudiar en la universidad sin endeudarte en ningún crédito, todo te lo paga tu papá”. Hay una, no mala onda, pero sí un poco una presión. Mi mamá al principio quería que siguiera el cuento de mi papá y mi papá también, por el lado como más académico: magíster, doctorado, estudios afuera. Yo en un principio quería emular eso, pero después veo que no, que lo mío no va por ahí. Por eso me metí en política. Mi papá nunca se metió en política en la universidad. Estaba enfocado en los estudios y yo no, me interesa hacer otras cosas. Quiero seguir unos cursos en políticas públicas, quizás me meta por ahí, no lo sé. También estoy metido en el área tecnológica, tomando ramos de computación. Yo me veo quizás el próximo año con una empresa. Mi hermano está en cuarto medio. Es más aplicado que yo, el quiere estudiar medicina. El otro es medio flojito, va recién en 6to (yo era más flojo que él a su edad). Mi hermano mediano es más responsable cuando tiene que serlo, pero también es muy carretero, no deja de lado esa parte. Yo creo que le va a ir bien, aunque es súper difícil quedar en medicina pero debería irle bien.

Participación en un centro de estudiantes y activista de la red No tengo una carta de presentación. En el ambiente universitario en el que me desenvuelvo, este año, estoy en el centro de estudiantes y estoy estudiando ingeniería. Ahora, también tengo un mundo entre comillas por la red. Me manejo harto ahí, escribo en un blog, en la red social de las típicas. Ahí soy integrante de un grupo organizado de la universidad (del Consejo de Rectores) y me presento como parte de ese grupo, de ahí uno entabla una conversación y se pueden contar otras facetas.

“Me formé en un ambiente educativo de alta calidad y excelencia, pero también súper materialista” Yo partiría contando mi vida más en la enseñanza media. Partí en un colegio inglés particular. Mis papás son clase media ascendente, entonces, yo como que a veces no me sentía parte de este medio. Como que toda la gente era igual, no había ni diversidad ni nada. Me formé en un ambiente educativo de alta calidad y excelencia, pero también súper materialista, súper preocupado de la plata y cosas así. Me cambié de colegio en séptimo básico, contra mi voluntad, porque yo tenía

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mi grupo de amigos. Lo pasaba bien, jugaba a la pelota y, contra mi voluntad, mis papás deciden cambiarme por diversas razones: no les estaba gustando mucho el colegio, estaba cada vez más caro y llegó a un colegio católico particular. Con harta suerte para entrar, porque era bien difícil. Al principio también era como lo mismo, me costó, yo era tímido; bueno todavía soy tímido. Y pasé de un entorno en que era el que la llevaba en el curso, a ser un gallo como super pollo, súper tranquilo. De repente me molestaban por un montón de cosas y yo así calladito. Estuve como un año más o menos en que me sentía solo, me daba lata ir al colegio. Después me fui soltando, fui conociendo a un grupo de amigos. Era parte del proceso de adaptación. En séptimo entran hartos, como un cuarto del curso éramos nuevos.

Conocer la existencia de la pobreza a los 15 años: El inicio del interés por lo social Yo veía también que mis compañeros se adaptaban al tiro y a mí me costó mucho más que al resto, fue distinto el proceso. Bueno, ahí lo primero, es que me empiezo a tomar más en serio la parte académica porque mi último año en el colegio inglés particular y mi primer año en el colegio católico particular eran como… puro lesear, no estudiaba, me daban lo mismo las notas y me iba mal igual. De repente, me pegué como el alcachofazo con una amigo y le dije, sabís que empiezan a valer las notas, hay que aplicarse para la PSU, para entrar a la universidad y como que le di un pequeño giro y me empecé a poner un poco más responsable. Ahí empiezo también a descubrir las materias que más me gustan. Me gustaban las matemáticas, después le empecé a agarrar el gusto a la física, y me empiezo a desarrollar en ese ámbito. A la vez como que también en el colegio católico particular viví experiencias que me llegaron. Estuve una semana en un campamento en Lo Espejo y, no se poh, me abrió mucho los ojos, sobre el estilo de vida, lo que es vivir en un campamento, todo lo que se sufre, los desalojos, y en verdad como que fue una experiencia chocante. Yo igual tengo una familia de clase media que ha pasado por malos momentos, conozco lo que son los problemas económicos y como afectan a las personas. En mi casa también ha habido problemas económicos, pero no esa pobreza tan extrema, de tener que vivir en cartones prácticamente. Nosotros íbamos a forrar las mediaguas y ahí como que la parte social me quedó dando vuelta. Eso fue en segundo medio, cuando tenía 15. Ahí empecé; me empezó a llamar un poco la atención esto y ahí tuve la oportunidad, como que me picó un poquito el bichito de entrar al centro de estudiantes, centro de alumnos y todo, pero el colegio católico particular era más bien de organizar el aniversario del colegio, el campeonato de fútbol, como más recreativo. A mí también me motivaba organizar campeonatos y todo. Siempre fui el que organizaba los campeonatos de baby fútbol del curso y todo. Estuve a punto de conformar una lista, pero por distintos motivos no se dio, pero quedé un poco con el bichito. Tampoco le puse tanto entusiasmo y tampoco tenía quizás un grupo de gente. Hubo un intento, pero después como que en verdad, como que no estaban motivados así que salió otra lista que sí estaba preparada y sí estaba con ganas. Al final salieron ellos.

Ser obrero por una semana En tercero medio, llega otra experiencia: trabajos en fábricas, donde una empresa te manda una semana a trabajar a una fábrica como un trabajador cualquiera y ahí uno vive un poco lo que es ser el último, el último de la empresa, o sea, que te mandan todos. Te tratan mal,

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tenís un jefe que está hinchándote y bueno… a mí tampoco me tocó tan duro como a otras personas, eso tengo que decirlo. Porque para otros de verdad fue cuático. No me sorprendió tanto como la otra experiencia que viví en los campamentos. Pero igual uno ve cómo es ser un trabajador. Aparte uno conversa, se hace amigo de los obreros y ve que hay una realidad totalmente distinta a la de uno. Ellos están ahí y no tienen ninguna esperanza de ascender o de algo mejor, sino que es como lo que les tocó y sería. Después tengo otra faceta, más como en otro estilo. Me tocó un viaje a España, mis abuelos viven allá, fui un mes a verlos a ellos, y a conocer. Ahí conocí otro mundo, más del carrete, de las fiestas. Yo tampoco era muy de ese estilo pero como que en el fondo me solté más, como con las mujeres, todo ese cuento. Porque algo que perdí en el cambio al colegio católico particular fue la relación con las mujeres y yo de verdad tenía montones de amigas, y de un día pa’ otro, ni una compañera. Y de ahí a conocer a minas, como que no me sabía desenvolver, partí de cero. Fue un proceso, quizás por mi personalidad media tímida. También como que desarrollé un poco más ese ámbito con el viaje. Ir conociendo amigas, pololas. De ahí empecé a armar un grupo de amigos. Tuve muchas experiencias, viajes, vacaciones. Después empezamos tercero medio. En cuarto medio me enfoqué en lo que era PSU y universidad, preparar la prueba básicamente.

Entrar a estudiar a la universidad: Las dificultades del primer año De ingeniería tenía un poco la referencia de mi papá que es ingeniero. Yo desde chico lo acompañaba a la universidad, porque él es académico de una universidad (del Consejo de Rectores). Yo iba a veces los sábados, lo acompañaba y me quedaba leseando en el laboratorio o en la oficina de él. Como que siempre tuve la imagen, de hecho nunca me compliqué con la universidad, yo estaba convencido de que esa universidad Del Consejo de Rectores era la mejor y obviamente hice mis averiguaciones y no me quedé con lo que me decía mi papá. Pero, llegué, preparé la prueba, tampoco me maté estudiando pero dentro de lo normal. Me enfoqué en la prueba de matemáticas y me fue súper bien. Entré relajado y pude elegir entre universidades. Luego entré feliz, todo bien, empecé la “U” y me iba pésimo. Yo ahí, no sé, como que en el colegio me iba bien y estudiaba súper poco, o sea, con poquito salía adelante. Salí con promedio seis coma cinco, buen promedio igual y llegó a la universidad y empiezan los dos, los tres. Todos me lo habían dicho: que las primeras pruebas, vas a tener puros rojos y la cuestión, y yo como que en el fondo, ya estaba preparado para eso en las primeras pruebas. Después venían las segundas y las terceras, y también las notas venían malas. Era como… qué estoy haciendo mal, es lo mío, no es lo mío… De ahí me vino una frustración gigante, me vino una… no fue depresión pero fue una pre depresión yo creo, un cuadro pre depresivo. Me empezó a dar lata ir a la “U”, no quería ver a nadie. A mis compañeros en general les empezó a ir bien, todos partieron mal igual que yo, y de ahí algunos fueron remontando de a poco y yo como que me quedé estancado. Después me empecé a frustrar porque ya los demás estaban sacando el cuento y además los ramos eran anuales y yo veía que seguía mal entonces ya a mitad de año dije “no, sabis que no, no quiero ir más, me da lata”. Mi mamá se preocupó y me mandó a hablar con un psiquiatra. Ni siquiera a un psicólogo, a un psiquiatra porque veía que estaba super mal. Fui y conversando con él, explicándole toda mi situación, él me decía que veía que yo era un tipo normal que quizás estaba súper frustrado

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y tenía este cuadro pre depresivo. Primero me dijo inténtalo y ven en dos semanas. Y yo en verdad intenté, intenté, me preparé super a conciencia para varias pruebas pero en verdad como no había aprendido nada de lo primero, en verdad sentí que no podía seguir, se lo planteé y me dijo, “sabís que más, congela”. Pero no era congelar porque los ramos eran anuales. Era postergar el ingreso. Empezar nuevamente la carrera, pero sin dar la PSU. Entonces yo dije, no sé si quiero seguir en esto, pero es mejor congelar que no hacer nada. De ahí me salí. Fue bien traumática esa experiencia porque me peleé con mi familia. Mi mamá como que me entendía pero también le daba lata porque sentía que me lo había farreado. Mi papá también. Entonces empezaron a llegar las preguntas y los cuestionamientos de todo el mundo, porque ahí todo el mundo empieza a comentar, mis compañeros, hasta mi profesor jefe me llamó un día. Entonces fue bien traumática la experiencia y yo como para salir de esta cosa, me puse a trabajar. Estuve como un mes parado y de ahí me puse a trabajar. Trabajé como promotor y después apareció una pega en una aerolínea, haciendo el Check in. Pasé la entrevista, los test de inglés, empecé a trabajar y entré en otro cuento. Yo no había trabajado. La semana en la fábrica, sí, pero igual, era distinto. Aquí no era el último de la empresa pero igual tampoco no era nadie con poder. Igual tenía que recibir órdenes de mi supervisor. Como que también me abrió el mundo. Conversando con mis compañeros, me empezaron a contar de la frustración que vivían. Ganaban trescientas lucas con tres hijos, dos hijos, una casa que pagaban, un arriendo y en verdad la plata se le iba ¡así! También mucha frustración, a pesar que les gustaba lo que hacían, muchos de ellos habían estudiado en institutos, carreras de turismo y cosas así, tampoco tenían más expectativas. Decían “esto es lo que hay”, un poco con rabia. A mí me decían “aprovecha la oportunidad”. Yo todavía no sabía que iba a hacer, si iba estudiar. Se acercaba la PSU y me inscribí. Iba a dar la prueba porque no tenía claro si iba a volver o no a la carrera. No estaba muy convencido si era para bien o no, porque yo no veía si era para mí, porque en verdad lo veía tan difícil y no estaba acostumbrado a estudiar. Veía que lo que exigía la universidad era mucho y yo no sabía si estaba dispuesto a sacrificar tanto tiempo.

El interés por la política Uno de los primeros intereses que tuve dentro de la universidad se relaciona con la política. Un día me llega un folleto con todos los grupos organizados, de distintos intereses, y empiezo a ver los grupos políticos. Yo siempre fui un poco Concertación. Y dije, “ya, voy a cachar qué onda”, y de repente decía “bienvenidos estudiantes de izquierda”. Voy a ver qué onda. Fui a una reunión, había harta gente y todo, y empezaron a presentar qué eran, que hacían y todo. Me pareció choro. Después fui a las juventudes socialistas y después a las juventudes comunistas. En verdad yo quedé súper como fascinado con el cuento. No sabía a qué grupo meterme y justo conocí a un amigo que era de las juventudes comunistas y me empecé a meter, pero no me quise meter. Él me decía “metámonos” y yo “no, no”. La verdad es que yo en el colegio, no era absolutamente nada, solo con la formación de mi familia y de mi mamá que era de la Concertación. Mi papá es como más humanista pero no tanto desde el punto de vista político sino más como del movimiento humanista. Entonces, bueno, yo me empiezo a meter, empiezo a ir a las primeras reuniones. Había como un grupito que conglomeraba a todos estos otros grupos, y empiezan las primeras asambleas

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del centro de estudiantes. Nos fuimos a paro por el Crédito con Aval del Estado que no nos gustaba y bueno, vinieron las primeras protestas, las primeras marchas y todo. Como que me sentía a gusto pero no me sentía muy integrado. Quizás nunca me presenté bien, con mi nombre, entonces como que sentí que nadie me cachaba, salvo este amigo mío, me tocó en el mechoneo estar con él. Era como de mi sección y lo empecé a conocer. Los demás como que no me conocía mucho y yo no tenía como la personalidad. Eran puros gallos viejos y no tenía la personalidad como para presentarme. Yo me dedicaba básicamente a ir a las reuniones y a las asambleas a escuchar y de repente a la salida quizás le decía mi opinión a otra persona pero no más allá de eso. No en público porque sentía que no sabía nada todavía, no me sentía seguro.

Regresar a la universidad Luego, como te dije, me salí, trabajé hasta marzo, y volví a la universidad con otra mentalidad. Llegué así como poniéndome las pilas, me fue bien todo ese periodo, participé pero un poquito menos en lo que fue el proceso de la “Revolución Pingüina”, después que se subió el movimiento universitario. Aunque ahora me conocían un poquito más, mantuve eso de tratar de pasar lo más desapercibido. Me dedicaba más a informarme que a trabajar, de repente habían pegas, había que pintar lienzos, como que me marginaba de eso, iba más que nada a escuchar, a aprender y sería. Pasó una coyuntura medio extraña, que la mayoría de los centros de estudiantes eran de derecha. Como que ellos no estaban ni ahí con la Revolución Pingüina. También hubo toda una jugada en que querían suspender a varios ex dirigentes del grupo donde yo estaba, la asamblea de izquierda. Querían suspenderlos, fue una cuestión bien confrontacional, puras peleas, pero era entretenido y era raro para la facultad, porque generalmente la facultad no se prendía mucho. Además llegó esto de la “Revolución Pingüina”, entonces la universidad empezó a prender. Y de repente ni paros, ni marchas, ni nada. Se tuvieron que sumar porque ya toda la gente quería. Nosotros estuvimos en paro como una semana, dos semanas, que es harto para nuestra facultad. Ahí trabajé un poco más, en la toma de casa central, pero nada del otro mundo. De ahí empiezo a formar mi grupo de amigos, ya tenía mi grupo de amigos en la universidad fijos, en mi primer año me costó un poco entrar, y luego buena onda. Lo empecé a pasar bien, y además como me empezó a ir bien en los estudios, entre comillas tuve un año redondo. Y llego al otro año pero como que caigo en el mismo cuento, o sea, del primer año, como que me costó un poco, pero igual lo saqué adelante, pasé ese año y todo pero participar en política como que me marginé un poco de ese cuento. Pedí que me mantuvieran en la lista de correo para saber todo lo que estaba pasando, soy como super computín para mis cosas, paso harto tiempo en Internet y leía todos los correos. Estaba informado por todos lados.

La importancia de la formación política: “Hay un montón de cosas truchas” Me marcó harto esta formación política. Me abrió mucho el mundo porque había montones de temas de los que yo no tenía idea. Yo cuando chico no tenía idea de nada, para mí la opción era Concertación. Una vez acompañé a mi mamá a una concentración de Lagos, y yo “Lagos pa´ acá”. Y después me vengo a enterar de un montón de cosas que han pasado en el país, de problemas que hay actuales, que no hay solución. En verdad se me abre el mundo, como que hay un montón de cosas truchas, un centenar de cosas que sabe el mundo político, pero que no sale en la prensa. Empecé a encontrar algunos mail de prensa alternativa que tampoco los

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conocía. Yo leía El Mercurio, La Tercera, cuando estaban en mi casa los domingos y nada más. De ahí participé en la campaña de Hirsch, fuimos un par de veces a entregar volantes. Fuimos a Pedro Aguirre Cerda a tirar volantes de campaña, a la que se tiraba de alcaldesa y de ahí aprendí muchas cosas. De la primera vez que entré a la “U” quise ir a todas las actividades extraprogramáticas que había, de distintos temas, medio ambientales, energéticos, políticos, todo eso quería aprovecharlo. Todo, aunque tuviera clases, entonces en verdad aprendí montones de cosas. Después en verano me metí a una escuela de economía sobre temas país, de energía, cobre, un montón de esas cosas, un montón de conocimientos de los que tampoco tenía idea. Después, cuando uno empieza a aprender, empieza a tener sus medios alternativos por Internet. Empecé a aprender muchas cosas por mi cuenta, como que le encontraba más el sentido a eso que a aprender los ramos de la “U”. De hecho, después ya en segundo año como que me dedicaba a pasar los ramos al cuatrito pero filo si lograba avanzar.

La tendencia política como forma de ver la vida Me gustó el cuento y dije voy a empezar a participar más. Había tratado de participar en el centro de estudiantes pero tampoco tanto, por una cosa más de comodidad mía. Además estaba con este grupo organizado, como que me enfoqué en eso. Yo como que quiero hacer demasiadas cosas en el poco tiempo que tengo, entonces generalmente no hago todo tan bien como me gustaría. Pero también, por otro lado, no dejo de hacer cosas que me gusta hacer. Entonces, el centro de estudiantes viene a los cursos introductorios, cuenta las actividades y dicen “los que se quieran meter de voluntarios, motívense”. Tampoco quise, pero igual me llamaba algo. Después me dicen: “Oye, sabis que va haber una reunión para formar el próximo año el centro de estudiantes”. Habían muchas ganas de hacer cosas pero era súper disperso, había gente muy distinta, con muchas cosas nada que ver pienso yo. Y yo no estaba tan motivado pero después yo creo que, como aporté un poco a la facultad con este proyecto que empecé el 2008, pensé “puedo aportar un poco desde mi perspectiva a lo que es el centro de estudiantes y a lo que es el departamento”. Después, empezaron a salir las listas y habían gallos que dije no: estos tipos quieren otra cosa diferente a la que yo quería. En la carrera siempre se trata como de apolitizar, como de nunca verle el lado político a la cosa y finalmente no se trata de partidos, yo no soy de un partido pero sí tengo una tendencia, y tengo una forma de ver la vida que es distinta a la de otros. Salían discursos de gente que quería que fuera una pura lista con la mayor diversidad, con gente de derecha, izquierda, de todos lados. Yo no estaba de acuerdo porque hay formas distintas de ver la vida, de ver el centro de estudiantes, el departamento, la misma universidad.

Hacerse notar Después, con uno de mis amigos, la persona que conocía de antes, que no venía del mundo político pero si tenía más o menos la visión conmigo y que tampoco quería hacer alianza con estos otros tipos, dijimos ya: armemos un cuento nosotros. De ahí hablando con otros amigos, de ahí entró una amiga de mi amigo y nos faltaba una persona. Tenía una compañera de curso que era súper trabajólica; la llamamos, la convencimos porque la querían llevar de las dos partes. En el centro de alumnos, somos un presidente, y los demás todos vice-presidentes. Y bueno ahí lo primero que veo, es que me hago notar.

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De hecho en la universidad tuve un ramo introductorio que me mostró otro mundo, otra forma de ver la ingeniería y ahí un poco me convencí de que aquí uno se puede meter en cualquier ámbito y uno va armando su propio camino. Como que uno no está atado a nada: se puede ir a cualquier parte del mundo, podís hacer tu empresa, podís trabajar en una empresa, podís trabajar en una ONG, una fundación y me gustó eso. Además, vi la parte social. Nos hicieron, en ese curso introductorio, montón de charlas. Nos presentaron profesionales que estaban metidos en todas partes. Encuentro que, una de las mejores cosas de este curso introductorio, fue el desarrollo de tus habilidades personales, de levantar la mano, hablar. Yo participé poco, algunas veces no me aguanté y participé pero otras veces en verdad me daba un poco de vergüenza, éramos ciento y tantas personas. Me acuerdo la primera vez que hablé… fue por una charla, una clase en que había que debatir sobre el proyecto Hidro Aysén. Yo justo había ido a un par de charlas y estaba súper informado del tema. Fui uno de los que hablé por la postura en contra al proyecto y… me puse rojo… Así que por ese lado no lo aproveché mucho, como que no destaqué en el fondo. Hay una nota por participación y tampoco tenía las mejores notas porque hacían controles de lectura y yo funciono con la ley del mínimo esfuerzo y de repente veo que me mandan un correo, diciendo que era de los alumnos destacados del curso. Y yo quedé… ¿Por qué será?. Pensé que porque había entrado a la lista del centro de estudiantes, habíamos salido electos. Quizás fue porque logré esa motivación para hacer cosas. Quedé como uno de los destacados en el fondo. Había otros que no estaban haciendo cosas pero que participaban harto en las clases y también eran destacados.

Integrar el Centro de Estudiantes Ahí empiezo esta nueva vida en el fondo, de ser del centro de estudiantes. No conocía a nadie del departamento porque venía entrando ese semestre, entonces no conocía a casi ningún profesor. Y super pollo, me tocó ir a una reunión de planificación en las Termas del Corazón con todos los profesores del departamento. Vimos las tareas del centro de estudiantes, y yo tratando de aportar con lo mío, pero en verdad sentía que tenía cero aporte, así es que más bien escuché para saber cómo funcionaban las cosas dentro del departamento. Ahí empiezan los primeros roces con la directiva. Como nos formamos tan a la rápida, yo conocía a una sola persona y resultó que con el presidente nos hicimos amigos al tiro, el otro que era mi amigo también, una de las mujeres también más o menos bien, pero la otra, esta que era trabajólica, puros roces, y a mí me carga perder discusiones, soy super testarudo. He ido aprendiendo a mejorar ese defecto. También me di cuenta que es chocante cuando uno discute conmigo de primera, porque no me conoce o piensan que de repente estoy demasiado enojado, aparento estar demasiado enojado y no lo estoy, o digo las cosas de mala forma y en verdad yo no veo que las esté diciendo así. Entonces empezaron problemas, típicos de convivencia, trabajo en equipo.

La decepción política Yo veía el centro de estudiantes de una manera y me encontré con otra manera. Aquí son como más operativos, son como más eventos, esta cosa y como que no queda la parte más política. De ahí vimos como llevar la voz cuando nos reuníamos con los otros centros de estudiantes de la Facultad. Ahí también, le ví el lado malo al grupo de izquierda en el que yo participaba,

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la cosa fea a la política. Se intenta pasar a llevar los intereses de los estudiantes en pos de un objetivo del partido; estoy súper decepcionado, yo creo que desde el principio o mitad de este semestre, por la manera en que funciona la política más partidista. Yo quedé como el ex comunista del centro de estudiantes, siendo que no lo soy pero quedé como el ex comunista, de izquierda, porque era el que estaba más metido en política. De hecho a gente que no me conocía le llegó esa referencia y me hicieron la cruz. Harta gente. Yo he cargado todo este tiempo con ese prejuicio, pero también he aprendido, he conocido gente de verdad super buena onda, gente de verdad valiosa, que no es de mi pensamiento político pero también hemos trabajado. Ahora estoy bien cómodo en la “U”… me pasó la cuenta todo esto del Centro de Alumnos, porque no me ha ido muy bien, me eché un ramo el semestre pasado y este semestre me está yendo más o menos. Como que estoy tan acostumbrado a hacer de todo, por un lado jugar básquetbol que me encanta, por otro lado pololear, salir con mis amigos, tener toda esa vida de distraerse y pasarlo bien, los estudios, el centro de estudiante. Además esta manía mía de informarme, de estar constantemente en cosas, aprendiendo nuevas cosas, me faltan horas. Pero además no aprovecho bien mi tiempo, ese es otro defecto que tengo, me disperso mucho y no me enfoco. No sé, tengo que estudiar todo el día y estudio dos horas no más, cuando podría haber estudiado mucho más y avanzar. Y no es que me esté yendo mal por el centro de estudiantes sino que yo mismo no me estoy organizando bien. Y respecto al tema más político, ahora estoy super inconforme de mi desempeño en este ámbito, porque yo esperaba hacer mucho más, pero también en el departamento hay cero espacio para la discusión política. De hecho nuestra intención fue participar de la asamblea de académicos del departamento que toma las decisiones, nosotros creíamos que teníamos derecho a participar. Lo planteamos, y al principio “sí, sí, lo vamos a conversar” y hasta el día de hoy no nos quieren dejar ir. Yo encuentro que es una pelea que le hace super mal a la democracia universitaria y entonces como que un poco me ha defraudado el departamento en ese sentido. Los estudiantes por su lado, cada uno se enfoca en lo suyo. En sacar la carrera, algunos se ponen a trabajar en quinto, incluso algunos sacan su empresa, pero se enfocan en eso, generalmente en los estudios y nada más, o sea, y carrete … pero nada más.

Emprender y aportar al país De repente digo, quizás podría haber estudiado otro cuento. Porque también me he dado cuenta que me encanta la matemática, me encanta la ciencia pero con todo el plan común dije ya, esto es suficiente, no quiero ver más ciencia; encuentro que he visto lo suficiente, no quiero trabajar en eso. Encuentro que ahí hay un problema de la malla. Me carga la malla, aunque ahora la cambiaron, viene más atractiva; ahora estoy haciendo mis últimos ramos entre comillas cachos. Quiero sacarme esta cuestión luego y empezar con los ramos que me van a servir en el futuro. Otra cosa que me ha picado el bichito es crear mi propia empresa. Tengo la motivación de armar algo yo, en la parte tecnología. Me gusta mucho y lo veo desde el punto de vista del país, porque tecnologías libres, prácticamente no hay en Chile, y es un tema que se va a necesitar, se necesitan ahora de hecho. Ahí tengo una oportunidad; me motiva y además es algo que va a servir al país. Hacer, por ejemplo, una empresa que venda lápices, a mi no

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me motiva porque no veo ni un aporte al país. Quizás gane plata, quizás incluso puedo hacer algo así, pero me gustaría estar haciendo un proyecto en que me sienta tranquilo y sienta que estoy aportando a mi entorno, no sé, o al país, no sé. Ahora mis amigos están con la idea de empezar a emprender, se me han acercado y me han dicho, “tengo esta idea, ¿te tinca si vamos adelante?”. Yo voy en cuarto y ya en quinto se supone que uno empieza a tener herramientas y hay algunos que se atreven a emprender con sus propias cosas, ya sea emprendimiento de tipo social o empresarial. Me ha salido esa motivación.

Participar en el movimiento para el desarrollo del “Software libre” Después me empezó un gusto por el ámbito de la tecnología y empiezo a meterme con un amigo al mundo del “software libre”, no sé si lo has escuchado11. Me empiezo a interesar, empiezo a averiguar, empiezo a aprender cosas en Internet. Imprimía apuntes, libros y en verdad dije “no, por acá tiene que ir la cosa”. Un día motivado con mi amigo, me fui a un ciclo de charlas en el DUOC y dije… yo soy super como que me cuesta hacer cosas solo, soy como dejado, como que siempre necesito que alguien me acompañe. Ese día como que en verdad estaba tan motivado que dije, ya voy, voy para allá. Entonces llego a la charla, charlas super buenas, como que me salió la inquietud, justo iba a haber una Cumbre Latinoamericana de los Pueblos, que iba a ser en Chile el 2007. Era como la gente alter mundista, la gente de izquierda. Pensé “tengo que meter el tema del Software libre en esta cuestión”, porque yo había visto, me metí a la página y todo, y este tema, que tiene que ver con tecnología y desarrollo, no estaba. Hablé con el tipo que organizó esta charla, le dije que si podía hacer estas charlas allá, me dijo “sí, te doy mi correo”. De ahí empecé a conocer, me hice socio de una fundación, aportabas luquita al mes, y tenías una serie de beneficios y los conocí a ellos. Y me empecé a meter en este mundo, y ahí yo dije, “hay que hacer algo en la facultad”. Porque en la facultad no pasaba nada con este tema, o sea, se supone que se desarrolla mucha tecnología y es como vanguardia en el país, pero en este tema no había nada, entonces lo primero que hice fue ir al centro de estudiantes. Dije “ya, voy a ir, les voy a plantear”. Yo creo que ese tema me metió nuevamente en la política. Yo apenas cuando entré a la “U” me empecé a meter en política, en un montón de temas, empecé a conocer bastante y de a poquito. Pero cuando me empezó a ir mejor en la “U”, como que lo fui dejando de lado, y de repente me saltó esta chispita, y me leí un libro de un tipo que inició este movimiento en el mundo y me empecé a meter por ahí. Eso me llevó a presentar un proyecto para el Centro de Alumnos. Yo esperaba que se formara un grupo de trabajo de los estudiantes para que se desarrollara la actividad, pero sentí que no había mucho interés, a pesar de que te lo reconocieran; yo creo que no entendían el tema. Era casi como que si uno les dijera, en vez de Coca-Cola, toma Pepsi. Sentí que no me entendieron, sobre todo en el ámbito político. Como que el ámbito de 11

El software libre o free software, es una denominación de programas que respetan la libertad de los usuarios sobre su producto adquirido y, por tanto, una vez obtenido puede ser usado, copiado, estudiado, cambiado y redistribuido libremente (nota de edición).

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lo tecnológico no les interesa, lo ven como algo para los con plata y no como algo que a la izquierda le tenga que preocupar. Se da también a nivel político adulto. Entonces, un amigo me pescó y salió la idea. Yo contacté a otra persona que conocía por internet, me devolvió un mail super interesado, nos juntamos, ya éramos tres personas y “ya, armemos el cuento”. Yo creo que por primera vez empecé a trabajar en la facultad. Ahora empecé a participar, ya no era un cuento netamente político partidista, pero era una política dentro de la facultad. Después ese grupo se centró en el Software libre pero enmarcado dentro de una cultura libre.

Transformar el entorno Primero fui a la reunión de trabajo, planteé el tema y mucha gente dijo “si, buena, bacán, dale”. Después hice un proyecto un poquito más serio y lo tiré, y de ahí se lo pasamos a los compañeros de ingeniería en computación y dijeron pucha, no se nos había ocurrido, bacán y todo. Y ya, yo feliz pero como que me sentí un poco solo, como que me decían si, pero no enganchaban, porque quizás no comprendían. Dos amigos me cachaban un poco la onda, y pensamos “¿Por qué no hacemos un grupo organizado mejor?”. Y empezamos con el apoyo del centro de estudiantes, pero en paralelo. De ahí se fue metiendo más gente y en poco tiempo nos hicimos conocidos, y ya la gente nos identificaba. Hicimos charlas y en verdad después me puse a pensar las cosas que logré, como que no me creía el cuento, pero después dije “las cosas que logré en poco tiempo”. Igual no lo hice solo pero si no hubiese partido por mi iniciativa, quizás no hubiese habido nada. Igual uno puede ir transformando el espacio, tú entorno. Fue el 2008 que empezamos. Ha entrado harta gente de otras especialidades. Siento harta responsabilidad con sacar adelante este proyecto porque quiero que quede algo visible de aquí a fin de año, siento que hay gente que se ha hecho expectativas y quiero tratar de lograr materializar algo bien instaurado. Pero me siento copado; estoy con muy poco tiempo y necesito dedicarle harto a los ramos porque en verdad se vienen pruebas. Tengo una responsabilidad súper grande y a veces me he dejado un poco estar. Siento que igual se ve reflejado en el grupo, a pesar de que este año ha avanzado sin mí, pero siento que igual de repente se quiebra. Ahora tuve la oportunidad de armar un área digital en los trabajos voluntarios que pasé como práctica. La verdad es que no me quedé muy conforme con el trabajo que hicimos en la comunidad, siento que faltó mucho por hacer. Pero lo que sí, es que metí el tema en todo el grupo de alumnos que fuimos, de todas las carreras. Me pidieron una charla, la hice con un proyector y todo, y en verdad metí el tema y se logró un cambio en la federación. Son cosas que van súper lento, porque hay mucho desconocimiento, tanto de los temas más filosóficos como del tema técnico, pero de a poquito, de a poquito. Este año, como he estado en el centro de estudiantes, mi trabajo se vio un poco mermado, sobretodo este segundo semestre en que quería aportar algo más, pero no pude, no me alcanzaba el tiempo. Ahora soy como el que coordina el cuento, el que hace contactos con otra gente, cosas de ese estilo. Los otros son más operativos, A mí también me decían, cuando empecé con Software libre: “Pero tú no cachai nada de programación, de computación, no tienes idea de Linux” y yo decía: “Da lo mismo, lo poco y nada que sé lo transmito, lo poco que sé, me encargo que se difunda en mi entorno”. Ya eso es un aporte grande. En este grupo, las formas de participar son muchas; desde las platas, programando.

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Hay un proyecto, fuera del país, que empezó a liberar material docente. Están las mejores universidades del mundo, no sé si las mejores, pero están hicieron material, apuntes y ahora audio y video. Y están subiendo cátedras. Bueno, nuestro último proyecto, busca un poco agarrar esta experiencia de liberar los contenidos, pero a la vez hacer participar al alumno dentro de su creación y mejorar: agarrar, este es un apunte de un profesor, del año 90´, liberarlo, luego me doy cuenta que tiene fallas, aunque sea fallas ortográficas, y lo voy mejorando. Que sea una plataforma ágil y colaborativa. Lo hicimos justamente inspirados en ese proyecto que te dije. Un amigo lo estaba haciendo solo, lo dejó por falta de tiempo, yo agarré la idea, la desarrollé con un grupo de trabajo de un ramo.

Trabajar por el desarrollo de una “cultura libre” Después en el centro de estudiantes metí ese proyecto en conjunto con el grupo de trabajo de cultura libre. Este año la plataforma ya está arriba, ocupamos software libre, queremos que los profes accedan a liberar sus cursos, hay un tema de propiedad intelectual que no está regulado en la universidad. Es una oportunidad de liberar el conocimiento, pero hay profesores que se resisten a entregar sus materiales. Ahora se logró, no me acuerdo cómo fue, que los materiales de todos los cursos, por defecto se pusieran para toda la red. Se logró liberar entre comillas, porque una cosa es dar acceso y otra cosa es liberarlos, porque uno igual no tiene derecho sobre los documentos no. En estricto rigor, uno ni siquiera los puede leer, a pesar de que está en internet, porque estás contradiciendo la ley de propiedad intelectual. Por ese lado se ha ido avanzando un poco, pero nosotros queremos que avance más, por eso tenemos este proyecto, queremos que se construyan de forma colaborativa más cosas. Yo creo que es lo que se viene como nuevo paradigma de cultura libre. La otra vez fui a una reunión con autoridades y me dijeron que editar, por ningún motivo: “A mí no me vienen a editar mis cosas, a mí nadie me cuestiona y no creo que nadie quiera eso. Liberar tampoco”. Viene el tema de la copia, del paradigma de la competencia. No te van a pagar por ir a hacer clases a otra universidad, en la medida en que tu conocimiento lo compartes. Ese conocimiento se transa en el mercado, entonces perfectamente te podrían ofrecer el doble de lo que te paga esta universidad, en otra. Creo que ese es el error de los profes en esto. Es que ha ido cambiando, porque uno tiene toda la información y el acceso al conocimiento. Yo por ejemplo, hay montones de ramos que no he ido, tampoco son tantos, pero unos ramos en los que no he ido a clases y lo pasé porque tenía el apunte. Mi papá me dice: “para qué pagar la universidad si no vas a clases”. Yo digo que de verdad hay ramos que no tienen ningún valor agregado. Sobre todo para mí, que tengo un cierto grado de déficit atencional, me cuesta concentrarme en las clases. No soy de las personas que entiende la materia al tiro, tengo que verla en mi casa. En un curso nos decían que lo que más intentaban era formar alumnos que fueran más autodidactas, que empiecen a investigar, que empiecen a buscar y no dejarles las cosas en bandeja. Yo creo que un poco va por ahí, que el profesor sea una especie de guía. Hay todo un tema filosófico detrás. Es una forma de ver la vida. Ayer leí una carta, se llama Carta Europea de los Derechos Ciudadanos en la era digital. La está preparando la Unión Europea para que la aprueben en los

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países. Cosas que tienen que ver con Internet, el derecho a la libre disposición de la ciencia, la cultura, el conocimiento y la puesta a disposición de la información, la propiedad pública para que puedan ser usadas, copiadas, modificadas y redistribuidas. Esa es la lógica y yo creo que por aquí va. Los europeos están más a la vanguardia en ese sentido, en Latinoamérica y en Chile estamos lejos todavía, pero esa es la visión del grupo que tenemos, que estos cambios lleguen más temprano que tarde. Al principio todo partía con Linux, “el ejemplo” de software libre. Y era así, tenemos que lograr que la gente empiece a usarlo, de a poco ir metiéndole a la gente por el lado de “mira, este es más bonito”. Es como el Mac, los Mac son más bonitos, pero el trasfondo de esto es más amplio, pero encuentro que la gente como que siempre ve un beneficio a corto plazo y personal. Si todos empezamos a usar un software libre, vamos a estar todos beneficiados, pero la gente no lo ve así y es muy difícil de explicarles y convencerlos.

El desinterés de la juventud por el país Este semestre me tiene un poquito chato. También quiero dedicarle tiempo a mi polola, que la he dejado un poco de lado. Ella estudia en la universidad del Consejo de Rectores, una carrera humanista nada que ver con lo mío. Pero igual no es raro llevarme con ella. Me pasó pololear con otra niña que estudiaba una carrera humanista y era un mundo distinto; a ella le molestaba el mío y a mí me molestaba el de ella y quizás por eso no funcionó la relación. Mi polola es cero política. Igual le he hablado, de hecho, se fue a inscribir al último (a los registros electorales) y yo le estuve diciendo, “ya pero inscríbete”. Su familia es de derecha, pero da lo mismo. “Inscríbete, métete un poco en el cuento”. Ella me dice siempre que la quiero convertir. Pero no, es un poco para que participe en esto, porque los jóvenes son super dejados estar, viven en su mundo propio y no cachan nada de lo que pasa en el país, ni les interesa hacer algo por el país.

La falta de educación cívica en el colegio: “La educación chilena está al servicio del mercado” La motivación encuentro que es un poco resultado de la educación chilena no más, que está al servicio del mercado. La parte de la educación cívica en el colegio es cero, por lo menos en mi caso, yo encuentro que fue cero y yo igual vengo de un buen colegio entre comillas. Quizás es mucho peor en los otros colegios. En la casa de ella no hemos tocado temas políticos. Es bien reciente el conocer a las familias. No queríamos involucrarlas pero hace como dos meses que ya estamos más formalizando el cuento. Yo obviamente trato de evitar el tema político en las conversaciones y todo. De hecho, también los papás de mi ex polola eran muy de derecha y yo siempre calladito. También tuve otra polola antes, que el papá era bien político, participaba activamente en la DC, y yo cuando entré a la “U” era como más de izquierda. Pero ahora estoy más del otro lado, de ser más abierto con otras personas o de llegar a visiones consensuadas o de entender ¿por qué esta otra persona opina así? Al principio, los primeros años en la “U” eran siempre al choque si alguien pensaba distinto.

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De hecho, una anécdota, en un carrete, puros locos de la Católica, estábamos en plena Revolución Pingüina y yo empiezo a tirar… “¡no, los de la católica no están ni ahí, les interesa la pura plata!” y me quedé discutiendo un montón de rato con un tipo… después nos hicimos amigos, y él es del movimiento humanista. Me doy cuenta que pensamos casi igual. Pero en ese tiempo era una cosa como super confrontacional, y en verdad hay que entender que también es otro mundo, pero también la misma persona con la que yo conversaba pensaba muy parecido a mí también.

La universidad como medio para ganar dinero v/s la necesidad de retribuirle al país si el Estado subsidia los estudios Este año me tocó dar una charla en mi colegio sobre ingeniería en la universidad del Consejo de Rectores. Me lo pidió mi profesor jefe. Yo me conseguí algunas cosas de difusión y armé mi propia presentación. Le metí mis cosas, lo que tenía la universidad del Consejo de Rectores a diferencia de otras que, igual te motiva un poco más trabajar por el país, como en políticas públicas. Por otro lado, son pocos los que se lo toman por ese lado. Lo que impera es salir, poner una empresa y ganar plata, no hay otra visión. Yo igual entiendo a esa gente porque la cosa no es ni pública. Si fuera pública, en el sentido de que el Estado te subsidie, después tengo que retribuirle al país, ya sea directamente trabajando para el Estado o indirectamente a través de una empresa relacionada. En la charla trato de transmitir ese mensaje. Mi colegio es elitista y por otro lado es religioso, entonces también se van siempre a una universidad. En mi generación, fui yo, otro compañero que se fue porque la universidad del Consejo de Rectores lo becaba cien por ciento. Fue uno de los mejores puntajes y además el papá era funcionario de la universidad. La pensó un montón porque se fueron sus mejores amigos a otra universidad (universidad privada). Otro que entró fue porque no quería esa universidad, y el puntaje cortó un poco más alto. Pero el resto, en masa a esa universidad, y si no quedaban, al Bachillerato o hacer la PSU, pero no había otra opción. Y eso ni siquiera se lo cuestionan.

Familia materna de izquierda / familia paterna de derecha Por el lado de mi mamá son como todos super de izquierda. Vienen como de la izquierda de fines de los ochenta. Mi tía, una de las hermanas mayores de mi mamá, fue militante. De hecho fue exiliada y vive en Canadá ahora, pero de hecho, nunca me ha contado su historia, ni tampoco yo he querido preguntar. Lo único que supe es que era de un partido de extrema izquierda. Una vez tuve una inquietud y le hice unas preguntas, pero no me dieron información, simplemente la cosa política era “apoyemos a Frei, apoyemos a Lagos”. Para la campaña de Lagos, tenía una tía que estaba super metida en el comando y todo ese cuento, pero eso más que nada. Y por el lado de mi papá, nada. Mis abuelos y mis tíos son más de derecha. De todas maneras están super desinformados. Como que ven mejor el camino de la derecha pero nada más allá de eso. De hecho, una vez le conté a un tío y a una tía que me había metido al centro de estudiantes, “¡Pero pa’ qué te metí en esa cuestión!”. “Bueno, para hacer cosas, proyectos, para trabajar”. Como que ven que si hay un beneficio monetario, bien. De hecho también me preguntaron si me pagaban. Es la formación de ellos. Ya empiezan las elecciones y varios me han dicho “¿Querís postularte?”, para toda la facultad, no la carrera. Me están postulando como Consejero de la Federación. Pero igual el impacto

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personal de este año, sobre todo en la “U”, fue bien alto y, como dije, yo no tengo atados con atrasarme, en verdad he disfrutado la “U”, sobre todo el ámbito más extra programático y no tengo drama en quedarme un semestre más, un año más. El tema es que es plata. Entonces a mi papá sé que igual le molestaría si yo le dijera: “Sabis que me voy a tomar un año más relajao”. Mi mamá no me lo aceptaría. De hecho, igual me ha puesto problemas por este ramo que me eché y ahora como “¡ah, está postulando!”. A mi mamá igual le gusta un poco que esté en política, pero ella es como “los estudios, los estudios, los estudios”. Me eché un ramo el semestre pasado y se enojó. Yo debiera salir el año 2011, pero ahora me metí al Centro de Alumnos y tuve que tomar menos ramos, me eché este otro ramo. Yo creo que me estoy atrasando pero no estoy tan urgido por eso. Me preocupa el tema de la plata, gracias a Dios no tenemos problemas de plata en la familia; a mi papá le ha ido fantástico y todo, pero igual siento que quiere que salga luego. El igual pagó el primer semestre antes que me saliera, está pagando ese extra entre comillas. Por ese lado me da lata, y lo entiendo. Pero, por otro lado también estoy metido, estoy haciendo todas estas otras cosas. De repente me gustaría estar un poquito más relajado. Yo encuentro que la facultad es súper absorbente y yo tengo la ley del mínimo esfuerzo, pero creo que si no la tuviera estaría estresado total. De hecho, falto harto a clases porque de verdad no es muy sustentable la vida del estudiante cien por ciento en este campus. Veo horarios de amigos que están en otras carreras o en otras universidades, con dos ramitos en la mañana, tarde libre o mañana libre. Y yo tengo el horario desde las ocho y media y salgo todos los días a las siete y media; si tengo reunión de centro de alumnos salgo a las nueve, entonces estoy todo el día en la “U”.

Los actores de los grandes cambios a nivel país: Las nuevas generaciones de dirigentes de Federaciones de Estudiantes A pesar que valoro mucho lo que recibí en el colegio católico particular tampoco me siento un estudiante clásico de ese colegio tradicional, con rivalidad con otros colegios de elite. Siempre estuve al margen. Yo encuentro que es como una burbuja. O sea, si bien es cierto que en el colegio católico particular encuentras diversidad, gente que de verdad andaba mal económicamente, u otro que en verdad te decía todos los días vamos al cine, a pesar de que existía esta diversidad, también hay un cuento muy elitista, religioso. Yo no me quise meter en ese cuento, tampoco cuando te juntabas con colegios de mujeres, no te podías juntar con el liceo de niñas, a pesar de que estaba cerca; tenías que juntarte con el colegio particular de niñas. Yo nunca me sentí parte de eso, no tengo por qué seguir a las masas. He conocido gente que piensa como yo. La otra vez nos reencontramos, mi grupo de amigos con otro grupo, que eran de un curso paralelo. Después conversábamos con mis amigos y decíamos “somos super distintos a ellos”. Ellos han sido como un poco más de la gente de plata, entonces son de una determinada manera y están en ese círculo, a pesar de que están en mi misma universidad, no salen de su círculo social. En mi grupo de amigos hay mucha más diversidad. Igual, sobre todo en algunas carreras, se ve gente muy elitista pero no tanto. Lo que pasa es que también he conocido gente del otro lado, tengo muchos amigos de regiones, de otra realidad, entonces nunca he sentido tanto esa elite, aunque sé que está presente. Cuando estoy con alguna de esa gente yo digo “en qué mundo viven estos locos”. Por ejemplo, la lista con la que estábamos compitiendo el año pasado, tenían propuestas como una gala que costaba quince lucas, veinte lucas en la

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Casona de Las Condes, una entrada todos los jueves en un lugar en el sector más alto. La elite que te mencionaba, los que viven al lado de la “U” ¿Por qué ir allá?, O pagar 20 lucas por una fiesta. ¿Se justifica o no se justifica? Yo nunca me sentí parte en el colegio y ahora menos. En la “U” se me abrió el mundo aunque tampoco tanto, igual de repente me he puesto a pensar y veo que no tengo amigos que sean pobres, pobres, porque en la “U” la mayoría tiene plata, entonces también a veces me digo que me gustaría tener una cosa un poquito más heterogénea. A mí igual me gusta aportar en estas cosas. Todos los años hacemos un congreso de profesionales. Quería meter el tema de la especificidad, de motivar a los jóvenes y me encontré con un rechazo de mucha gente que decía, “no politices, no hay que politizar, mejor no tocar esos temas”. Aunque yo creo que con estas elecciones hay cierto entusiasmo. No sé como estuvieron las inscripciones en los registros, pero igual falta mucho yo creo. Es un poco también por el sistema, como que le conviene que no participemos mucho. Tenemos una clase política que está acomodada, que está apernada a los cargos de poder, que se reeligen constantemente y no pasa nada. Yo le tengo fe a cierta generación, de fines de los 90, del 2000, creo que van a ser los que van a producir un cambio bien grande en el país. Yo creo que en unos 15, 20 o 30 años más, no sé. Yo creo que estas generaciones de ahora, dirigentes de las Federaciones de Estudiantes y cosas así, van a ser los que van a provocar grandes cambios en el país.

El voto Arrate. Me tiró un poquito Ominami pero lo encontré muy populista, como un Lavín del año 2000. Por ejemplo, en la elección pasada yo dije Hirsch, y todos “¡vas a perder tu voto!” ¡Oye, me da lo mismo¡ Yo voto por el candidato que a mí me mueve y por las propuestas que yo estimo que son las mejores para el país. Ahora con Arrate, no ha prendido su candidatura. Me pasó un poco lo que le pasó al Partido Humanista, que se fueron en masa con Ominami. Y ahora me he reencantado con Arrate, sobre todo por el debate televisivo. Trato en Internet de hacerle la mayor difusión posible a lo poco y nada que sale en la prensa. Trato de resaltarlo para que la gente lo vea en Facebook y en todas las redes sociales, para dar un poco a conocer. Tengo claro que no va a salir, pero es el que más me representa. Igual, yo creo que es alguien super capaz pero a los jóvenes quizás no los mueve mucho. Igual a mi me gustaría que saliera Ominami porque, a pesar de que no estoy de acuerdo con varias de sus propuestas, creo que es un tipo que va a revolucionar el ambiente político. Lo que quiere hacer, lo va hacer. No va estar con eso de que “no se puede o es muy difícil”. Yo creo que este gallo va hinchar, hinchar, es un poco más audaz que el común de los políticos. Creo que esa es una de las características que tiene, por ser joven yo creo, se la va a jugar por el cambio que él quiera realizar y le va dar lo mismo lo que opine la Iglesia; por eso me gustaría que saliera. Yo votaría en una eventual segunda vuelta por él. La vez pasada, después de Hisrch, voté nulo, porque en verdad tampoco me representaba la Bachelet. Muchas de las cosas buenas que ha tenido la Bachelet ahora han sido producto de una crisis: si hizo algo en educación fue porque “los pingüinos” lucharon, por ejemplo. Igual le reconozco las cosas que ha hecho pero siento que le faltó mucho, mucho por hacer. También hay que entender que no se puede cambiar todo, que es super difícil por las leyes de amarre, que hay que tener un quórum super alto, y en verdad es muy difícil cambiar

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cualquier cosa; el sistema está hecho para que no cambie lo esencial. Pero si sale hasta el Frei, si cambia la Constitución, yo creo que ahí bueno, con una nueva Constitución cambia el panorama del país.

El camino alternativo Igual me siento un poco bicho raro en la universidad, en el colegio. Hay mucha gente que dice que soy contreras, que me gusta llevar la contraria. Siempre busco irme por un camino alternativo en ciertas cosas, no sé porque lo hago. No sé, me gusta ponerme más del lado del débil, hasta en un programa de televisión, cosas de ese estilo, o en gustos personales. Trato de buscar lo alternativo o por dónde puede ir mejor la cosa. Me siento raro porque de repente hay gente que no me entiende. Quizás soy un poco más analítico de las cosas, no digo que sea “el más”, porque hay gente que realmente es mucho más inteligente que yo, pero siempre trato de buscar un camino alternativo, nunca voy con la corriente, como que siempre trato de ver y analizo “¿Está bien esta cuestión?”, o de repente “¿Qué tal estaría esta otra cuestión?” Antes nunca no lo había analizado en verdad. Últimamente no más me ha estado rondando esa característica mía. Si uno mira ahora lo que es mi carrera por ejemplo, está hecha para que uno vaya a trabajar al ámbito privado, y no sólo en mi universidad. Últimamente una gran cantidad de carreras, la gran mayoría, están hechas para que uno se desenvuelva en el ámbito privado. En el colegio lo mismo; a uno lo educan así, no sé si en todos, claramente hay colegios con una realidad distinta. Yo estaba en un colegio más de elite, con conciencia social, pero de elite. Veo a mis compañeros, y la mayoría estudió carreras tradicionales. Ese igual es un tema para mí, yo también caí en el juego, porque igual estoy contento con mi carrera, dentro de todo pero no es que me fascine. Siempre me tincó Educación Física. Me gustan hartos los deportes y me tincó también ser eso. Pero no me atreví, quizás pesó la parte monetaria, puede haber sido. Sobre mis papás, a la larga yo creo que me habrían apoyado, pero mi mamá creo que siempre ha soñado con que yo sea un ingeniero o un médico. Mi papá nunca me influenció, o sea, la influencia de él, fue haber ido cuando chico a la universidad. Los sábados lo acompañaba a su oficina o un curso en que me metió en sexto básico, precursor de la escuela de verano, que me acercó a este ámbito científico. Después, ya más grande, fui averiguando más cosas de la universidad del Consejo de Rectores, porque quería estar seguro de mi decisión. Quizás me faltó averiguar más de la universidad que era mi otra opción, pero como que nunca me tincó. Desde que me gusta el club de fútbol de la universidad en que estoy, aunque cuando bien chico estuve en natación en la otra universidad y siempre vi que tenían el tremendo campus, tenía un montón de cosas, pero no sé, como que nunca me sentí identificado con eso. Tenían un centro deportivo que es de excelencia, como la universidad, que es de excelencia, pero como que no me atrae la forma, no lo sé explicar muy bien. A mí me gustaba esta universidad por lo que representaba, desde el club de fútbol. Cuando chico era muy fanático y siempre veía a la hinchada, o los dirigentes cuando hablaban del proyecto, yo estuve muy de acuerdo, no sé si lo habrá hecho, pero sí me gustaba. Del proyecto que tenía,

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que era social, iba a tener un campo deportivo, pero siempre tratando de involucrar a la comunidad, al entorno en que estaban, a los distintos barrios. La otra universidad tiene deportes relativamente caros, hay una cosa de excelencia pero son más elitistas, no se involucraban. Yo siempre lo he visto como un todo; cuando el club de fútbol fue Sociedad Anónima, para mí fue super penca, se perdió una parte de la universidad, a pesar de que al club lo hayan separado en los años 70, creo. Siempre para mí fue una sola cosa, respondía a una misma misión. Pensaba “bueno, ahora están separados pero el día de mañana se irán a juntar”, es algo natural y si se separaron por razones políticas en los 70, tiene que haber alguna forma de que se vuelva a unir a la casa de estudios” y no fue así, fue peor. Se sacó la ley de sociedad anónima deportiva, hubo un tongo; yo hasta me metí en un grupo que se formó en ese entonces de gente fanática del club de fútbol, que quería evitar que se disolviera socialmente y ahí también aprendí hartas cosas: habían abogados, todo ese proceso fue super turbio y ahí nos dábamos cuenta. El club estaba muy mal, pero igual hubo una serie de cosas que se hicieron para que el club quebrara. Desde que es Sociedad Anónima, yo nunca más he vuelto al estadio. Quizás es más por orgullo mío, de hecho ahora van a jugar más tarde y me encantaría estar ahí, pero tomé la decisión en ese tiempo y de ahí la he mantenido. Igual he perdido un poco el fanatismo como más de barra, ahora lo veo más como viejo (risas).

“Yo me siento un inconformista, aunque sea dirigente” Yo soy súper crítico de un montón de cosas de la universidad. En general yo me siento un inconformista, aunque sea dirigente. Siempre estoy viendo qué está mal, qué se puede mejorar. A veces termino siendo un poco mal agradecido de lo que tengo. Muchas veces en mi casa me pasa eso; empiezo a alegar por cualquier tontera y de repente uno se pone a pensar y tus papas te dan muchas cosas. Siempre trato de ir buscando las cosas malas, las que se podrían mejorar, por eso es que quizás, no haya aspirado a entrar a la universidad perfecta. Yo sabía que había muchos problemas. Hay un mito de que esta universidad está quebrada, que es mala, que pasa en paro, todo ese cuento que yo nunca me lo compré. Sé que mi facultad es bastante más amplia y privilegiada que otras. Es que cuando uno está inserto en este sistema universitario de mercado, las carreras de mayor rentabilidad son las que están mejor. No sé si hay alguna excepción, pero igual hay una buena gestión. Me leí un libro la otra vez donde contaban cómo un número totalmente insuficiente de académicos lograron tirar para arriba a la universidad y evitar lo que pretendía el Gobierno Militar que era separar el campus de la universidad, haciendo un instituto que se dedicara solamente a la ciencia de la ingeniería y si no funcionaba bien, se sacaba. Por eso, no me he llevado decepciones. Sí malos ratos, pero cosas mínimas igual. De repente molesta la burocracia, cosas así, pero yo creo que son detalles, ahora obviamente yo lo estoy viendo desde el punto de vista de este campus, que en su mayoría funciona bien. He pensado en tomar un posgrado. Al principio yo partí con una visión súper crítica de un posgrado específico de la facultad. Pero ahora igual me está atrayendo, he conocido amigos, que eran de este grupo de izquierda, que me han hablado puras cosas buenas de él, además, como centro de estudiantes le hicimos un asado a ellos. Ahí uno conoce la experiencia y en general te hablan cosas buenas, pero sigo insistiendo que hay un tema de equilibrios que no está resuelto en el departamento y en áreas como economía, te dan una visión muy unilateral.

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En un curso humanista, que lo imparte un académico de larga trayectoria en la universidad, bien capo, nos dijo que nos deberían enseñar en las escuelas de economía, un poco la historia, un poco en qué se basaba este capitalismo. Yo lo tomé porque me lo habían recomendado caleta, y no lo aproveche cien por ciento. También otros cursos me dieron otro tipo de visión; ahí uno se da cuenta que hay una cosa de equilibrio no resuelto, no digo que a todo el mundo le pasen esas materias, pero que al menos este la posibilidad de tomarlas. Tomé otro curso que se llama “Los economistas prohibidos”, que no es de la universidad, sobre economistas que según decía el profe se habían dejado de enseñar prácticamente, sobre todo Marx, desde el 73. Pero lo tuve que dejar, porque este ramo no me valía nada y tenía que tomar un ramo obligatorio en el mismo horario, entonces lo tuve que dejar. Creo que tengo en mi casa el Manifiesto Comunista, pero me quiero leer El Capital. El ideal de este curso era leer El Capital. No lo compré porque daban para leer como un resumen de un tipo que lo había estudiado en la Unión Soviética, un chileno. La idea era ir leyéndo El Capital y además ir a los libros de los otros autores. No era un curso de comunismo, sino un poco de historia económica y un poco del capitalismo visto desde el punto de vista de estos tres economistas. También me llama un poco el tema. Pero me di cuenta que no era lo mío, porque yo en un momento pensé “de repente lo mío, es ser un economista, por aquí puede estar mi cuento” por el lado académico y de investigación, pero no me veo en eso. De repente pienso que ni siquiera voy a estar en el ámbito de las políticas públicas. Ese es el problema: que; yo soy una persona a la que le gusta mucho estar en libertad, no me gusta estar amarrado a algo o a algún jefe. No me veo mucho trabajando para alguien o para alguna empresa o algo muy rígido que no tenga libertad de acción: no me sentiría cómodo. Si tengo que hacerlo, lo hago igual, pero no me sentiría muy cómodo. Por eso me gustaría, de repente emprender algo yo, ojalá algo que aporte al país, algo que tenga un sentido, que esté en el marco ojalá de un proyecto país. De repente pienso que en el ámbito público estaría más amarrado, con trabas y todo, entonces por ese lado quizás no me veo mucho. Además, la poca gente que conozco, que trabaja en el sector público, lo hace más del lado de investigaciones y del lado más académico también. Y, como te dije, no me veo mucho en esa parte. Yo creo que a la larga voy a terminar siendo más independiente. Tuve que elegir la especialidad. Yo no partí por la especialidad que tengo; llegué a la universidad con la visión de mi papá, más de las ingenierías duras, de las ciencias. Pensando que en mi especialidad, son todos chantas y les gusta la pura plata. Así que entré un poco más por descarte que por convicción de lo que quería estudiar. Yo en verdad salí como un poco traumado, dije la parte científica no va conmigo. Yo quiero hacer cosas, proyectos, pero no quiero meterme a una cosa dura. Así que entré un poco a esta especialidad pero no sabía a lo que iba, y entré con harto prejuicio. Pero luego descubrí, otra forma de ver la ingeniería y ahí me convencí: “Aquí uno va armando su propio camino”.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

DE GAULEJAC, V. (1999). “Historias de vida y sociología clínica”. En: Revista Temas Sociales. V. 23, mayo, 1ª edición. Santiago, Chile: Ediciones SUR. Recuperado: 2009. http://www.sitiosur. cl/r.php?id=35. JELIN, E. (2001). Los trabajos de la Memoria. Madrid: Editorial Siglo XXI. LECHNER, N. (1990). Los patios interiores de la democracia. México, D.F: Fondo de Cultura Económica. MÁRQUEZ, F. (2002). “Nota metodológica”. En: SILVA, U. CÁCERES, T. y SANDOVAL, A. Percepciones de los funcionarios públicos respecto a las discriminaciones. DOS, Programa de tolerancia y no discriminación. Santiago, Chile: Ministerio Secretaría General de Gobierno. MOUFFE, C. (2000). “Democracy, power and «the political»”. En: MOUFFE, C. The democratic paradox. London: Sage. --------------(1999). El retorno de lo político. Comunidad, ciudadanía, pluralismo, democracia radical. Barcelona: Paidós. RICOEUR, P. (1987). Tiempo y narración, Configuración del tiempo en el relato histórico. Tomo 1. Madrid: Ediciones Cristiandad. SANTAMARINA, C. y MARINAS, J. (1995). “Historias de vida e historia oral”. En: DELGADO, J.M. y GUTIÉRREZ, J. Métodos y técnicas cualitativas de investigación en Ciencias Sociales. Madrid: Editorial Síntesis. SANTIBÁÑEZ, D. (2008). “Participación Política y Juventud: Limitaciones Estructurales, Incomunicabilidad y Paradojas”. En: Revista Observatorio de Juventud. Año 5, Nº 19, Octubre, PP. 61-71; Santiago, Chile: INJUV.

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ANEXO METODOLÓGICO

a) La técnica del relato de vida Para indagar en los imaginarios juveniles de la política y lo político se ha optado por una metodología cualitativa con una perspectiva biográfica que pone énfasis en la subjetividad de los individuos y por ello en las construcciones de sentido que elaboran en el presente sobre su vidas, sus experiencias y sus proyecciones futuras en relación al tema de investigación, desentrañando lo social a partir de singularidades. La técnica escogida ha sido el “relato de vida” que busca distinguir entre la historia efectivamente vivida por una persona, en este caso él joven, y el relato que hace a quien realiza la investigación (Márquez, 2002). Con esta distinción se focaliza en la relevancia de la narración, más que en la “objetividad” respecto a lo que efectivamente ocurrió: es en el proceso de narrar y de construir un relato, en el que media la forma en que, en el presente, el sujeto articula y selecciona los hechos del pasado, también en función de un horizonte de posibilidades (Ricoeur, 1987). Ello refiere a las condicionantes sociales dinámicas en las que se contextualiza el relato y a las condiciones de acción, autopercibidas o no, en un escenario dado. El movimiento se produce pues en el campo de la memoria, entendida como actualización en el presente de continuas selecciones entre recuerdos y olvidos que nos permiten ser en el hoy y proyectar en el futuro (Jelin, 2001). La opción por los relatos de vida, por tanto, implica conocer el discurso que organizan y verbalizan las personas jóvenes, no buscando dar cuenta de la realidad objetiva de aquello que es narrado, sino de la subjetividad implicada, con sus determinantes sociales. Requiere, para realizar un análisis profundo, de una comprensión escénica, es decir “en la situación de producción de un relato, se actualizan los elementos de la escena que se vive, o que se vivió. No es neutral el que uno cuente una historia a alguien” (Santamarina, 1995). Es por esto, que el tiempo del relato de vida es el presente: la forma en que el entrevistado interpreta y narra su propia vida está marcada por su contexto de enunciación. Así, las palabras que son dichas en el “hoy” dan cuenta del clima de época en que se estructura el relato. Cada relato biográfico se construye en un espacio de complicidad entre quien entrevista y quien es entrevistado; y en dicha construcción, se pone en juego la valoración personal, los miedos, los afectos del mundo intra psíquico de los sujetos. En cada relato, también se pone en juego

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el escenario social en el que se desarrolla y desenvuelve cada uno y cada una. Por último, en la construcción de cada relato, en la priorización de los hechos, en los énfasis, en los silencios, en las explicaciones detalladas o en las menciones muy generales de determinados hitos vitales, se pone en juego la subjetividad de cada entrevistado (De Gaulejac, 1999). Las dimensiones mencionadas, por la dinámica y el tipo de relato requerido, se van configurando sin relación necesaria entre un “antes” y un “después”, por lo que los lazos entre un suceso y el siguiente se van estableciendo en la subjetividad de la persona que narra, a veces, hasta sorprenderse a sí misma en medio de su propio relato. La relación que se establece a su vez en la situación conversacional, entre quien entrevista y quien es entrevistado, va modelando el relato: hay una complicidad que se va construyendo y que es necesaria para que “nos cuenten su vida”. Es por esto que la presencia de quien entrevista, su conversación previa y su puesta en escena, son parte también del relato mismo: el relato se construye “para” alguien, y en un relato confidente como la historia o el relato de vida, ese “alguien” tiene especial protagonismo a la hora de configurar el análisis. Los grados de reflexión en el relato y en la historia de vida no son uniformes: al relatar la propia vida, quien escucha el relato no es sólo quien entrevista; quien habla también va escuchando un relato organizado, quizás por primera vez, de la propia historia. Por ello, no es raro escuchar al entrevistado decir “ahora que te lo estoy diciendo estoy pensando que esto tiene relación con...” o “esto que te cuento, lo había olvidado totalmente, hasta hoy”. Es por ello que a la hora de establecer los niveles de análisis del relato de vida, la voz de quien narra su propia vida tiene un protagonismo, sobre todo si pensamos en el carácter performático de la historia de vida: sólo el hecho de pedirle a alguien que “nos cuente su vida” grabadora en mano; luego que esa persona acceda; posteriormente que efectivamente nos cuente su vida, en el contexto de investigaciones sociales que de diversas formas se enmarcan en el orden de lo público, deja la voz de quien narra, en un lugar privilegiado en términos de protagonista de la historia; ese rol a menudo es sentido por quien va narrando y lo insta a ligar la vida cotidiana con la historia social. El rol de quien invita a conversar es también fundamental, dado que el relato que se produce, es un relato intencionado. No existe antes de que se produzca. De ahí la importancia de la reflexión de todos los integrantes del proceso: quien es entrevistado, quien entrevista y quienes leen los textos colaborando en el análisis. b) La ejecución del estudio El conjunto de relatos de vida que son parte de esta publicación fueron realizados entre agosto y octubre de 2009, pocos meses antes de las elecciones presidenciales. En general implicaron desarrollar dos entrevistas grabadas, con al menos una conversación previa, personal o telefónica con cada una de aquellas personas jóvenes que accedieron a contar su vida. La invitación que se les extendió refería a participar en un estudio respecto a la “experiencia sobre participación y/o política”. En varias oportunidades solicitaron mayor información para desarrollar el relato, debido a la sorpresa de ver ligadas en esta situación de conversación dos mundos aparentemente tan disímiles: participación y política por un lado, la propia vida, por el otro. Sin embargo, en todos los casos aceptaron rápidamente la dinámica.

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Cada entrevista comenzó la conversación con una pregunta inicial para gatillar el relato: “Si tuvieras que contar tu vida, ¿por dónde partirías?” Algunos partieron por el primer recuerdo; otros por el nacimiento del primer hijo; o por la entrada al kínder, hilando sus respectivas vidas con distintos niveles de fluidez, pero habitualmente dando las claves de sus particulares formas de inscribirse en el mundo público, de participar, de concebir y construir la política. Esa primera conversación fue bastante abierta, “dejando hablar” y sólo interrumpiendo para marcar temporalidades (“¿cuándo sucedió eso?”), para profundizar en su “hacer” (¿Cómo lo hiciste?, ¿Quién te ayudó?) o para devolverlos a la acción, sacándolos del ¿por qué hacer determinada acción, y llevándolos al ¿para qué?. Así, se sale del discurso, muchas veces políticamente correcto y se va al discurso de sus recuerdos respecto a las motivaciones de la acción. En relación al pasado reciente, en la mayoría de los casos fue necesario peguntar directamente, lo que se hizo respecto a “qué se hablaba en sus familias respecto a los sucesos del año 1973”. En el caso de la movilización estudiantil de 2006, se preguntó por la opinión respecto a la “movilización pingüina”. En las narraciones que componen este libro pueden rastrearse esas prácticas de politicidad en el mundo de lo cotidiano, que, al decir de Norbert Lechner, es el punto de engarce entre lo público y lo privado (Lechner, 1990), a partir de conversaciones en que cada joven partió su relato, desde el momento de su vida que estimó pertinente, eligiendo y componiendo sus palabras casi sin directrices al principio, con preguntas dirigidas al final, para indagar en los temas que no salieron espontáneamente. Se recorren entonces las visiones de mundo de sujetos juveniles ubicados en posiciones diferentes en el entramado social. Ellos aceptan la invitación a contar sus vidas, a recuperar en ese ejercicio la integralidad de las relaciones humanas que han vivido y a contextualizarlas en el mapa social de las relaciones politizadas. Para la realización de los relatos se organizó el siguiente esquema de trabajo: •

Diferenciación, en cada relato de vida, de tres partes en la relación conversacional: i) uno casi totalmente abierto, ii) otro en que se profundizan hitos relevantes para la investigación que se hayan tocado en el primer momento y iii) un tercer momento en que se explora en los silencios respecto a temas relevantes para el estudio.

Análisis del corpus de trabajo, a partir de tres miradas: la de quien entrevista, la de quien es entrevistado y la de otro investigador que estuvo fuera de la situación conversacional.

Ubicación en el contexto socio-temporal de los relatos vitales de los entrevistados.

Para la realización de cada relato de vida se consideraron cinco momentos, que implican un mínimo de tres conversaciones con cada entrevistado. 1.

Se realiza una reunión inicial, de preferencia cara a cara con la persona a entrevistar, en la que se explica el tenor de las conversaciones futuras. Para ello se les informa que se requiere, nos “cuenten su vida”, pero se les dará algunos elementos para que, desde ese momento, comiencen la organización de su relato. Se les informa que el objetivo último de este estudio es conocer la experiencia de participación o no participación política, pero en la vida real y concreta de las y los jóvenes.

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2.

Se realiza una primera entrevista, replanteando el gatillador de la conversación inicial, y se indaga respecto a su trayectoria vital, partiendo con preguntas bastante abiertas respecto a su biografía, del tipo “si tuvieras que partir contando tu vida, ¿cuándo comenzarías?” Esta entrevista puede realizarse en dos momentos, ya que es indispensable llegar hasta el día de hoy antes de pasar a la segunda etapa.

3.

Con esta primera entrevista transcrita, el equipo realiza un análisis preliminar de búsqueda de los hitos en los que profundizar con el entrevistado en una segunda entrevista: este análisis lo realizan quien entrevistó y otro analista que sólo lee el texto de la entrevista. De acuerdo a los objetivos específicos, se tendrá principalmente en cuenta las menciones a experiencias y trayectorias familiares que hayan redundado en experiencias biográficas de la persona entrevistada, participación, de algún tipo, en las movilizaciones de 2006, acciones vinculadas al pasado reciente chileno, participación en algún tipo de colectivo, entre otras. Además de estos hitos, pondremos especial cuidado en el momento de la inscripción electoral, en el caso de no inscribirse si lo mencionan, en alguna oportunidad en que pensaron inscribirse o en el caso de ser explícito, en el momento en que decidieron no inscribirse en los registros electorales. A esto sumaremos los hitos que los propios relatos pongan en el tapete.

4.

Con los hitos elegidos, se desarrolla la segunda entrevistada y se pide que profundice en esos momentos elegidos: actores involucrados, momento histórico, sensaciones, fundamentación para la acción o la no acción, etc. Habitualmente en este momento, la persona entrevistada, ha pensado algunas cosas mencionadas en la primera entrevista y quiere explicar, profundizar, o mencionar elementos que olvidó en la primera oportunidad.

5.

Finalmente, tras terminar con la profundización de hitos, se realizarán algunas preguntas específicas referidas a silencios evidenciados en los relatos: ¿Por qué inscribirse o no inscribirse en los registros electorales?, ¿Qué hacían ellos cuando fueron las movilizaciones estudiantiles de 2006?, ¿Qué relatos familiares tienen del pasado reciente chileno?, ¿Cómo se imaginan el Chile del futuro?, y, ¿Cómo evalúan el proceso de conversación que hemos llevado a cabo?

El compromiso tomado con cada persona entrevistada implicó la entrega de la transcripción de cada uno de sus relatos. Para la selección efectiva de los casos a incluir en el estudio, se procedió a realizar invitaciones a jóvenes de diversas características y condiciones sociales. Para ello se utilizó una pauta con los perfiles de selección y criterios que permitieran identificar la estratificación socioeconómica de las personas contactadas (nivel educacional y categoría ocupacional del jefe de hogar, comuna de residencia).

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c) Perfil síntesis de las personas jóvenes entrevistadas Registro Electoral

Hombres

Manuel, 22 años • Educación media: Colegio privado y religioso. • Educación superior: Universidad del Consejo de Rectores, carrera de Ingeniería. • Al momento de la entrevista: Estudia. Inscritos

David, 26 años • Educación media: Colegio particular subvencionado. • Educación superior: Iniciada en una universidad del Consejo de Rectores y terminada en una universidad privada, egresado de auditoria. • Al momento de la entrevista: Trabaja en una empresa.

Mujeres

Paula, 22 años • Educación media: Colegio privado. • Educación superior: Universidad privada, carrera sociología. • Al momento de la entrevista: Estudia. Romina, 25 años • Educación media: Liceo municipal. • Educación superior: Universidad privada, Psicóloga. • Al momento de la entrevista: Trabaja en una Universidad del Consejo de Rectores. Tamara, 24 años • Educación media: Liceo comercial • Educación superior: Instituto profesional, técnico en ingeniería en comercio exterior, congeló dos veces. • Al momento de la entrevista: Trabaja atendiendo público en un negocio de comida en jornada parcial nocturna. • Una hija preescolar.

Esteban, 24 años • Educación media: Liceo municipal emblemático. • Educación superior: Incompleta en universidad del Consejo de Rectores, carrera de ingeniería. Cinco semestres en otra universidad de intérprete en música popular. • Al momento de la entrevista: Se dedica a la música (compone y toca con una banda de rock ), no trabaja remuneradamente, ni estudia formalmente. No inscritos

Raúl, 25 años • Educación media: Liceo comercial, técnico informático. Sin educación superior. • Al momento de la entrevista: Trabaja en una empresa. Marcos, 21 años • Educación media: Liceo municipal. • Educación superior: Instituto profesional, carrera técnica de prevención de riesgo, la cual congeló. • Al momento de la entrevista: Trabaja.

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