MUJERES LUCHADORAS: EN NOMBRE DE LA LEY

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Publicat al Cultura/s de La Vanguàrdia el 13 d’agost del 2014 MUJERES LUCHADORAS: EN NOMBRE DE LA LEY Ingrid Guardiola Ahora que en España la agresiva Ley contra el Aborto del PP está aprobada, es necesario poner encima de la mesa el ejemplo de muchas mujeres (también en el terreno del mito y la ficción) que han luchado para que los derechos de las mujeres fueran reconocidos; personajes femeninos que rompen con la imagen satanizada de la mujer como responsable del “pecado universal”, de la miseria y de la crueldad humanas a partir de figuras como Eva, Pandora, Ishtar o Lillith, o de las mujeres monstruosas, medio bestias (Medusa, Nimué, la Esfinge, las Arpías o las sirenas) o incluso de la mujer abnegada. El control patriarcal sobre el cuerpo de la mujer no es sólo cosa del PP, ni es fruto de un momento puntual como la sexofóbica sociedad victoriana inglesa con publicaciones como La imbecilidad fisiológica de la mujer (1900) de Paul J. Moebius, el tema lleva una larga cola en la historia de la cultura. Más allá del Ensayo sobre las mujeres (1851) de Schopenhauer donde la mujer se caracteriza por su obediencia al hombre, su paciencia y el dolor congénito a su función primordial que es la de propagar la especie, muchos son los grandes filósofos que han luchado por la igualdad entre los hombres y que en esa lucha por la igualdad han echado a la mujer de la esfera social. Cabe recordar el Libro V del Emilio o el Segundo Discurso de Rousseau, también Sur les Femmes de Diderot, donde da a la mujer características propias de las mujeres locas, cual brujas o Bacantes, que por culpa de sus genitales devienen histéricas por naturaleza. También Proudhon en Amour et mariage (1876) habla sobre la inferioridad física e intelectual de la mujer, un “espíritu vegetativo” (remitiendo a Hegel y Goethe) y, aún así, destacando su única función, la reproductiva. Escribo eso a unos pocos metros de la Filmoteca de Catalunya, antiguamente una prisión de mujeres (Casa-Galera); a veces, también el cine es una prisión simbólica donde la mujer ha sido relegada a absurdos arquetipos que devienen mitos que, a su vez, se filtran en la realidad generando nuevas costumbres y gestos, como un espejo (consciente o inconsciente) en el que nos miramos y remiramos, con el que nos trasvestimos. Con la crisis económica, no sólo el Apocalipsis ha inundado las pantallas, sino también el retorno de la mujer doméstica, familiar (de famulus, “esclavo doméstico”), la mujer ausente. Afortunadamente, también encontramos en cartelera otros estereotipos, por ejemplo, el anuncio de la futura aparición de Wonder Woman en tres películas y la tercera parte de Los Juegos del Hambre, aunque la “mujer maravillas” en manos de Hollywood no es promesa de nada. Katniss Everdeen (Los Juegos del Hambre) es la mujer cazadora, autónoma, de principios, como Diana, como Atalanta (aunque el lastre de la virginidad del personaje iba con el mito, como en muchas de las mujeres que destaca Boccaccio en De las mujeres famosas del 1374). Katniss empezará luchando por la familia, pero poco a poco su cruzada será la de la “justicia social”, la de la lucha de clases. Diana Prince es Wonder Woman, que viene de un gineceo de la ciudad de Themyscira, ciudad fundada por las Amazonas hace 3.000 años. El personaje del cómic no estará exento de variaciones en función del contexto social, por ejemplo, después de la segunda Guerra Mundial se vuelve más conservadora, regresando al hogar y al sentimentalismo barato, como la mayoría de las mujeres que ocuparon las fábricas durante la guerra. Amazonas, guerreras, mujeres valientes y justicieras, como las de Orlando Furioso (1532) de Ariosto, como Sarah Connor, Ellen Ripley, o las heroinas que recupera Jennifer K. Stuller en su libro Ink-


Stained Amazons and Cinematic Warriors. La realidad también brinda sus “amazonas”, en Ucraína hace unos cuantos años que ha aparecido la comunidad Asgarda que lucha contra la opresión de género, o como puede verse en Las 7 cabronas e Invisibles de Tepito de Mireia Sallarès que relata la historia de un grupo de mujeres de la Unidad Habitacional de “La Fortaleza” del DF (amenazada de expropiación y demolición) que han batallado, entre otras cosas, para no ir a prisión ante la disidencia de las “obligaciones maritales”. A la “amante estéril” (la mujer artificial) se contrapone “la mujer natural” (la esposa madre), y por entre los dos arquetipos fluctúan todas las madames Bovarys, las Emmas, las Jane Eyres, las Idealas que buscan en los intersticios del destino y del deseo y todas las mujeres que han intervenido en el propio destino de la mujer con sus acciones o sus leyes. Es el suicidio de Lucrecia que influyó en la caída de la monarquía y las instauración de la República, es Judit decapitando Holofernes (tan autobiográficamente bien pintada por Artemisia Gentileschi), es Antígona buscando dar sepultura a su hermano en contra de la ley de Creonte, llorando, como dice María Zambrano, “como han llorado sin ser oídas las enterradas vivas en sepulcro de piedra o en soledad bajo el tiempo”, pero dotada de voz, en defensa de “la verdad”; son las mujeres de los Minias que, disfrazadas de hombres, consiguieron liberar a sus maridos de los lacedomonios, son las Vivien Girls de Henry Darger, es el ingenio de Pamphile y Thamaris, es la revolucionaria y feminista Olympe de Gouges y su Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana (1791), son las mujeres anónimas que llegaron a Versalles el 5 de octubre de 1789, es Emily Wilding Davison muerta bajo el caballo del rey Jorge V para pedir el sufragio femenino, la Vindicación de los derechos de la mujer (1792) de Mary Wollstonecraft, es la lucha de Flora Tristán, es La Femme et la Démocratie de Nos Temps (1836) d’Hortense Allart, es Rosa Luxemburgo, la planificación familiar y la maternidad libre de Margaret Sanger, es la obra social de Jane Addams, el anarquismo feminista de Emma Goldman, es Alexandra Kollontai organizando el Primer Congreso de Mujeres Trabajadoras de toda Rusia y la creación del Departamento de la Mujer en el Congreso, son las Bostonianas… También son las mujeres vengadoras de los 70s (Hannie Caulder, Frigga/Madeleine, Thana, Jennifer, Foxy Brown…), cuando el cine decidió castigar al “sexo débil” después de los free sixties a través del tema de la violación. El mismo castigo que dibujaba Felicien Corps en Qui aime bien, châtie bien (1878-1880) donde un profesor azota a una adolescente en cueros, Corps que pintaba las mismas chicas desnudas que hoy en día nos regalan videos como el último anuncio de flanes Crème Caramel, carne de pre-púber al servicio del capitalismo caníbal, como si la mujer sólo fuera “un asunto de hombres”, festín para los ojos y su ensalivado y llagado paladar. Pero aquí estamos, listas para abortar todo esto y más. INGRID GUARDIOLA: Profesora de la UdG y la UPF, gestora cultural (CCCB, MINIPUT, Cine Truffaut) y responsable, junto con Marta Sureda, del proyecto “La dimensió poc coneguda: Pioneres del cinema” www.pioneresdelcinema.cat


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