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Política educativa: desaciertos para la atención a los jóvenes
Mtro. Ezequiel Chávez Collí Analista y asesor educativo en México, Finlandia e Inglaterra. https://orcid.org/0000-0001-6893-1379
El objetivo de este artículo es retomar las ideas de Calderón LópezVelarde (2016) para reflexionar acerca de los desaciertos de la política educativa mexicana; respecto a la atención de los jóvenes de ambos sexos. Esto es relevante porque una de las metas del Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 es la universalidad en la educación, es decir, garantizar la calidad de la educación pública hasta el nivel superior.
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Educación y aprendizaje a lo largo de la vida.
Actualmente, la generación de jóvenes es la más numerosa en la historia reciente de nuestro país. Según el INEGI (2020) está conformada por 30.7 millones de jóvenes, de los cuales 33.5% asiste a la escuela, el 40.5% trabaja y el resto no estudia ni trabaja por lo que urge apoyarlos para que sean resilientes a los constantes cambios sociales, el efecto globalizador y al modelo económico.
Con base en estos datos, es pertinente señalar que la política educativa debe transformarse para atender las necesidades de los jóvenes -a través de soluciones innovadoras para impulsar el progreso social- porque ellos constituyen un activo imprescindible para lograr un país que responda a las exigencias del mercado de trabajo.
Por un lado, es posible referir que la política educativa mexicana tiene algunos
desaciertos porque aún no ha logrado atender las necesidades -educativas y sociales- de los jóvenes. Calderón López-Velarde (2016) plantea que urge la creación de una política que genere condiciones de formación laboral y profesional que permita a los jóvenes ajustarse a las exigencias económicas que impone el capitalismo mundial. Por otro lado, los esfuerzos del Estado Mexicano están centrados en la mejora de la calidad de la educación básica; sin embargo, también se debe atender urgentemente el nivel medio superior y superior porque es donde se educan a los jóvenes.
Al respecto, Calderón López-Velarde (2016) refiere que la educación debe trascender el nivel básico para garantizar el aprendizaje a lo largo de toda la vida. Asimismo, menciona que existe una disyuntiva entre educación y aprendizaje a lo largo de la vida porque la política educativa presenta dificultades para generar nuevas condiciones de formación laboral y profesional; no solamente en la parte normativa sino en la práctica. También, Calderón López-Velarde (2016) argumenta que la educación en México solo está centrada en la adquisición y desarrollo de
competencias para insertarse al mundo laboral.
En este sentido, urge poner el foco de atención en la educación y el aprendizaje de los jóvenes de modo que asuman una actitud crítica de la realidad social y de su transformación; en otras palabras, el aprendizaje debe considerar los aspectos culturales estrechamente ligados a propósitos sociales. Puesto que se ha notado que los jóvenes mexicanos enfrentan dificultades y riesgos cuando buscan ejercer sus derechos, por ejemplo: a los jóvenes se les restringe el derecho a exigir una educación de calidad o el acceso al derecho laboral que garantice el trabajo formal.
Aunque en México no se les ha dado ciudanía plena a los jóvenes, existen diversos medios a través de los cuales ellos pueden exigir respeto a sus libertades y derechos. Tales como mejores condiciones de vida y oportunidades de aprender, trabajar y participar en las decisiones políticas que beneficien sus comunidades. Por la importancia que tienen los jóvenes actualmente, es tiempo de transitar hacia una
política que aumente la inversión en investigación y programas para generar espacios propicios para que estos puedan aprender, prosperar, recuperar la identidad, ejercer los derechos, y formar actores sociales responsables e innovadores.
Por consiguiente, es necesario concebir la educación y el aprendizaje en un sentido más amplio; el cuál busque promover, a través de la educación, una ciudadanía mundial a lo largo de la vida. Este constituye uno de los principales desafíos de la política educativa mexicana y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Desde esta perspectiva, la política educativa debe garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad con oportunidades de aprendizaje para los jóvenes durante toda la vida. En específico, debe promover una educación superior basada en conocimientos teóricos y prácticos, una cultura de paz, diversidad cultural, estilos de vida sostenible, derechos humanos, igualdad de género e inclusión, todo ello permitirá reforzar la formación de los jóvenes que cursan las preparatorias y las universidades mexicanas lo cual coadyuvará al ejercicio responsable de una ciudadanía local y mundial (UNESCO, 2018).
Calderón (2018) remarca que El Sistema Educativo Mexicano demuestra poco interés por los problemas sociales ya que los temas abordados se enfocan a aspectos académicos, teóricos y artísticos sin mucho valor para la formación del estudiantado juvenil. Lo anterior propicia que los jóvenes se conviertan más en consumidores que creadores de contenidos. Otro aspecto que limita la formación en el nivel universitario son los limitados recursos tecnológicos y de conectividad. Por ejemplo: debido a la pandemia causada por el virus SARS-CoV-2, la educación universitaria optó por la educación a distancia, pero esta circunstancia evidenció los desaciertos de la política educativa en inversión y formación tecnológica para garantizar el aprendizaje de los jóvenes, pues no todos los jóvenes pudieron continuar sus estudios haciendo uso de las tecnologías de la información, y la deserción escolar aumentó principalmente en los niveles educativos medio superior y superior.
Con el ejemplo anterior, se hace evidente que la tecnología educativa es un ámbito imprescindible en la educación porque con la pandemia se reivindicó la importancia de su uso; asimismo, fue posible reflexionar de qué manera se puede incorporar la tecnología en la educación desde un enfoque innovador para incentivar una educación de calidad, intercultural, inclusiva, plurilingüe, equitativa y de diversidad cultural. La pandemia por SARS-CoV-2 hizo evidente que la tecnología juega un papel importante en la educación; pues facilita el flujo de información y conocimiento para establecer entornos óptimos para el aprendizaje donde la colaboración, el intercambio y la interacción favorecen el proceso de enseñanza de los jóvenes.
Desde esta perspectiva, la educación dirigida a jóvenes debe ser uno de los ejes vectores de la política educativa para la consecución de la equidad, la calidad de la educación y el aprendizaje a lo largo de la vida desde el nivel básico hasta el nivel superior. Por ello, los programas educativos deben reforzar los valores para promover la convivencia armónica en comunidades educativas pluriculturales donde el intercambio en la diversidad cultural sea el valor agregado para la formación sin ameritar la importancia de otros campos como la científica y tecnológica. En este sentido, el sistema educativo debe ajustarse para la diversidad y la pluralidad; las instituciones educativas que atienden a los jóvenes deben ser espacios para un diálogo entre saberes y culturas porque no hay ciudadanía mundial sin una educación intercultural y plurilingüe para los jóvenes (Messina, 2016).
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Conclusión.
Uno de los desafíos que enfrenta la política educativa mexicana es la atención a las exigencias sociales de los jóvenes porque estos exigen respeto a las libertades, mejores condiciones de vida y oportunidades de aprender y trabajar. Por ello urge establecer una política que aumente la inversión en investigación y programas para generar oportunidades en los jóvenes para aprender, prosperar, recuperar su identidad, ejercer sus derechos a fin de convertirlos en actores sociales responsables e innovadores. En este mismo sentido se requiere inversión en la innovación tecnológica en los niveles medio superior y superior porque la sociedad del conocimiento exige ciudadanos que hagan uso de la tecnología como herramienta para acceder a cualquier campo del conocimiento humano.
Los aportes de este artículo, identifica los desaciertos de la política educativa en la atención a los jóvenes; aún falta generar espacios para el aprendizaje de modo que los estudiantes cuenten con las competencias para la vida y profesional para convertirse en activos que detonará el desarrollo económico de nuestra nación. Calderón López-Velarde (2016), menciona tres puntos sustanciales para alcanzarlos: la primera, generar condiciones de formación laboral y profesional que permita a los jóvenes ajustarse a las exigencias económicas; la segunda, apostar a los aprendizajes ligados a los proyectos sociales; y finalmente, apostar a la tecnología educativa como medio para detonar el aprendizaje en un contexto creativo e innovador.
Referencias bibliográficas.
Calderón López Velarde, J. (2016). ¿Educación o aprendizaje a lo largo de la vida?
Revista Interamericana de Educación de Adultos, 38, (1), 1-6. INEGI (2020). Estadísticas a propósito del día internacional de la juventud. https:// www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/aproposito/2020/
Juventud2020_Nal.pdf Messina, G. (2016). La educación de jóvenes y adultos en América Latina.
Políticas, formación y prácticas. El tiempo de la emancipación. Revista
Interamericana de Educación de Adultos, 38, (1), 1-22. Secretaría de Gobernación (2019). Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024. https:// www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5565599&fecha=12/07/2019 UNESCO (2016). Educación para la Ciudadanía Mundial en América Latina y el Caribe,
Paris: UNESCO Santiago.