El derecho a vivir en familia en las Américas

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Prólogo A 31 años de la aprobación de la Convención sobre los Derechos del Niño y a 10 años de la existencia de las Directrices de las Naciones Unidas sobre las Modalidades Alternativas de Cuidado de los Niños, una mirada a la situación de la infancia en la región da cuenta de trabajosos avances en su implementación, a la vez que evidencia fragilidades y ambigüedades en las formas en que los Estados y las sociedades asumen sus obligaciones de proteger los derechos de niños, niñas y adolescentes. Las respuestas que se dan ante el riesgo o pérdida consumada de figuras parentales son claro ejemplo de estas debilidades y de la permanente tensión entre los avances legislativos y discursivos y la continuidad de prácticas heredadas de un paradigma asistencialista o pseudohumanitario y de su “cara oscura”, la doctrina de la situación irregular. La internación en establecimientos institucionales de funcionamiento asilar continúa siendo la respuesta más frecuente ante situaciones de desprotección o vulneración de derechos. La experiencia de más de un siglo de aplicación de estos modelos demuestra su ineficacia, sus altos costos económicos y humanos, la forma en que inhiben el desarrollo de niños, niñas y adolescentes, y los niveles de violencia y de múltiples vulneraciones de derechos que generan en su interior. A veces se adjudican estos fracasos a la mala gestión, pero debemos asumir que, más allá de los esfuerzos por mejorarlo, las principales limitaciones son inherentes al propio modelo y superarlas requiere una profunda transformación en aras de alternativas de calidad que tomen como centro los derechos del niño concebidos en forma integral. A su vez, existen en la región ricas y variadas experiencias de organizar el cuidado en forma alternativa, procurando el trato personalizado y la generación de vínculos estables que permiten sostener los procesos de desarrollo y construcción de identidad de los niños, niñas y adolescentes. Estas experiencias suelen basarse en las potencialidades de las familias, propias o solidarias, y aportan aprendizajes para la construcción de modelos de intervención acordes con las diversas realidades sociales y culturales de la región. Sin embargo, a pesar de su potencialidad, un rápido análisis numérico deja en evidencia que aún se trata de experiencias muy acotadas, que no han logrado sustituir o desplazar al tradicional modelo asilar. Se hace necesario avanzar en la implementación de estrategias de cuidado familiar. Desde diversos organismos y foros internacionales se ha venido insistiendo en la importancia de disponer de información veraz, clara y accesible, que permita monitorear avances, identificar prácticas innovadoras y avanzar en decisiones que logren una auténtica sustitución del viejo modelo por uno en línea con los postulados de la CDN y las Directrices de las Naciones Unidas. Esta necesidad, expresada en varias oportunidades tanto desde los Estados como desde la sociedad civil, ha llevado a Aldeas Infantiles SOS (AISOS) y el Instituto Interamericano del Niño, la Niña y Adolescentes de la Organización de los Estados Americanos (IIN-OEA) a celebrar un acuerdo de cooperación interinstitucional en el que suman sus capacidades con el fin de aportar a consolidar, profundizar y extender los avances en la implementación de las Directrices de las Naciones Unidas sobre las Modalidades Alternativas de Cuidado de los Niños. En ese marco, acordaron la creación del Observatorio Regional por el Derecho a Vivir en Familia, que tiene

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