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Introducción

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Conclusión

Conclusión

El COVID-19 no es el agente principal de la crisis sanitaria mundial: Primeras medidas sociopolíticas tomadas en Puerto Rico vis á vis Estados Unidos, Ecuador y China.

Introducción

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En diciembre del 2019, el Departamento de Salud de la Ciudad de Wuhan de la Provincia de Hubei, en China descubrió un nuevo virus. Se identificó como parte de la familia de los coronavirus y le dieron el nombre de síndrome respiratorio agudo severo-coronavirus-2 (SARSCoV-2, por sus siglas en inglés). Según Koury & Hirschhaut (2020), “hasta el momento se conocían un total de 36 coronavirus. Los virus de la familia coronaviridae, conocidos como coronavirus, son virus de tipo ácido ribonucleico (ARN ) positivo de cadena simple, envueltos en cápside que pueden afectar un amplio rango de animales e incluso a humanos” (p. 3). Ahora bien, el 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la infección del COVID-19 como una pandemia. Para el 3 de noviembre de 2020 se han reportado alrededor de 3.3 millones de casos positivos al virus y 1.2 millones de muertes (World Health Organization, 2020). Aún no se ha descubierto una cura o vacuna en contra del virus; las organizaciones de salud solo disponen de algunas guías preventivas. Ciertamente, la aparición de esta pandemia ha obligado a los gobiernos a cambiar sus políticas públicas para mitigar el impacto del virus. No obstante, algunos países no han tomado las debidas medidas para poder reajustarse (Organización Internacional del Trabajador, 2020). Se podría aseverar que se ha construido una crisis sanitaria que afecta otros elementos sociales como la economía, la seguridad pública y la salud mental, entre otros. Sin embargo, el COVID-19 solo es un detonante de esta crisis. Lo que realmente ha provocado la crisis sanitaria mundial fueron las medidas precarias de los gobiernos.

Según Declet Barreto (2020), “el COVID-19 encuentra a Puerto Rico debilitado y agotado para atender los más elementales problemas de salud pública que ya presentaba la población y que se complican con la pandemia global” (p. 5). Los problemas del sistema de salud en Puerto Rico se deben a la corrupción extrema que ha habido en la Isla. Según Colón Zayas (2020), “el gobierno lo único que ha hecho es imponer unas medidas de control sanitario que exigen la disciplina y la regulación del cuerpo, a la vez que los gobernantes bailan al ritmo de la corrupción” (p. 3).

Ahora bien, un impedimento adicional para resolver la crisis sanitaria es la relación territorial entre Estados Unidos y Puerto Rico. El primer impacto fue en 1898, cuando hubo un

cambio de soberanía en la cual Puerto Rico pasa de las manos de España a las de Estados Unidos. El segundo impacto fue la imposición del Estado Libre Asociado (ELA): “con un arreglo colonialista intacto pero vestido de democracia, Estados Unidos cementó el rol de Puerto Rico como laboratorio social” (Declet Barreto, 2020). A partir de este periodo comenzaron los problemas económicos, pero la crisis se vio sumamente marcada en la década de los 80 “cuando Puerto Rico perdió́ las ventajas comparativas y el capital se fugó a Latinoamérica y Asia donde la globalización y el abaratamiento del transporte y mano de obra ofrecían mejores condiciones” (Declet Barreto, 2020, p. 3). Posteriormente, la crisis que se había construido obligó a los gobiernos de turno a aplicar “medidas neoliberales cada vez más nocivas para el bienestar público, [tales] como la venta de corporaciones y servicios públicos a inversionistas privados, oposición a la acción colectiva obrera, y el desarrollo de mega-proyectos fraudulentos plagados por esquemas de corrupción” (Declet Barreto, 2020, citando a Atiles-Osoria, 2016). Esto provocó un disparo de la deuda a 72,000 millones de dólares cuya solución fue la imposición de la Junta de Supervisión Fiscal (JSF) en el 2016 para manejar la deuda pública. En las últimas décadas Puerto Rico ha sufrido varios desastres naturales, incluidos el huracán María y los terremotos en el área sur de la Isla (Declet Barreto, 2020). Estas adversidades aumentaron las disparidades en la atención médica entre las poblaciones vulnerables en muchas partes de la Isla (Cruz-Correa et al. 2020). Sin embargo, la llegada de la pandemia fue evidente en nuestra Isla a principios de marzo.

El objetivo inicial de este trabajo es realizar una comparación con tres países totalmente diferentes a Puerto Rico. Por ende, se utilizarán las fechas proporcionadas por el gobierno y el Departamento de Salud de Puerto Rico (DSPR) para evitar ambigüedades y confusión en lamisma. Nos enfocaremos principalmente en las decisiones del gobierno ante la pandemia del COVID-19 y los efectos, tanto positivos como negativos, que obtuvieron los respectivos países. En la Sección I, se comparan las decisiones más influyentes de Ecuador con Puerto Rico. En la Sección II, las de Estados Unidos con las de Puerto Rico y cómo influye el estatus de estos. Por último, en la Sección III establecemos comparaciones entre las decisiones tomadas por Puerto Rico y China, específicamente la ciudad de Taizhou.

En Puerto Rico, el primer caso sospechoso se informa el 8 de marzo del 2020: una turista italiana que entró a la Isla en un crucero. A causa de esto la gobernadora Wanda Vázquez Garced declara el 12 de marzo del 2020 un estado de emergencia y recomienda a la población refugiarse

en sus hogares. El 13 de marzo del 2020 se confirma por primera vez en la Isla un contagio de COVID-19. Además, la orden ejecutiva OE-2020-023 emitida por la gobernadora del país, ordenó cerrar las operaciones gubernamentales, excepto aquellas relacionadas a servicios esenciales (Departamento del Trabajo y Recursos Humanos de Puerto Rico). Así mismo, ante la necesidad de asesoramiento médico se nombró un Comité Ejecutivo de Asesoría Médica COVID-19. El Gráfico # 1 presenta una línea de tiempo con las primeras medidas de control tomadas en Puerto Rico para combatir el virus.

En el artículo Public Health Academic Alliance for COVID-19 Response: The Role of a National Medical Task Force in Puerto Rico se establece:

Los objetivos [del Task Force] eran reducir y detener la transmisión del virus mediante la detección rápida de casos y prevenir muertes, proporcionar pautas clínicas sobre el manejo médico apropiado de los casos, incluidos los pacientes críticamente enfermos y minimizar el impacto de la epidemia en el sistema de salud, los servicios sociales y la comunidad en general (Cruz-Correa et al. 2020).

El 21 de marzo se comunicó la primera muerte a causa del COVID-19. Al pasar los meses, las órdenes ejecutivas han ido cambiando, y los casos y muertes aún siguen aumentando. Para el 30 de noviembre 2020 Puerto Rico tiene aproximadamente 50,988 casos confirmados y 1,106 muertes (DSPR, 2020).

Se puede observar que las medidas que tomó la gobernadora Wanda Vázquez fueron ineficientes pues la cifra de casos positivos ha aumentado en gran manera. Ahora bien, existen varios factores que propiciaron este aumento drástico de casos positivos en Puerto Rico. Un factor clave para entender este aumento es el sistema político desigual y la corrupción ya que la prioridad no son los ciudadanos, sino el lucro propio lo cual no se limita a Puerto Rico ya que muchos países de Latinoamérica se han visto afectados por el impacto de la pandemia. Ecuador fue uno de ellos, siendo el país latinoamericano con más casos inicialmente y, deigual manera, fue uno de los países con más casos a nivel internacional superando a Brasil y a Estados Unidos en los primeros meses de la pandemia. El virus no se tomó con la seriedad que se debía y, a pesar de que cerraron todos los puertos de viaje, no pudieron reducir los casos. En otras palabras, la cronología del COVID-19

en Ecuador y la de Puerto Rico son parecidas. No obstante, Puerto Rico tuvo más limitaciones por el estatus.

Estados Unidos, por otro lado, tardó demasiado en legislar medidas para controlar el COVID-19 ya que el presidente Donald Trump nunca tomó en serio la amenaza del COVID-19 y se dedicó a responsabilizar a otras naciones por la propagación del virus. Ciertamente, si las medidas en contra del COVID-19 se hubiesen implementado con tiempo o se hubieran tomado con la seriedad que ameritaba, muchas muertes pudieron haberse evitado. Es indispensable establecer comparaciones entre las medidas de Puerto Rico y las de Estados Unidos porque hay un patrón específico con respecto a la toma de decisiones. Esto significa que muchas medidas tomadas en Estados Unidos se vieron reflejadas en Puerto Rico.

Ahora bien, para poder hacer un análisis bien estructurado, presentaremos información sobre países desarrollados cuyas medidas lograron mitigar el aumento de casos de COVID-19, para así reconocer las fallas del gobierno insular. En este caso, brindaremos información de las medidas tomadas en China, específicamente en el territorio de Taizhou ya que fue uno de los primeros territorios en ser afectado por el COVID-19. Este ejemplo es excelente para nuestro análisis comparativo porque al ser ambos espacios tan pequeños pueden de alguna manera reflejar sus respectivas medidas. Desafortunadamente, los efectos del COVID-19 en cada espacio tomaron polos opuestos: Taizhou pudo superar la crisis y Puerto Rico se sumergió en ella más todavía. Taizhou tomó unas medidas sumamente rápidas que pudieron sacar a la población de la crisis. La comparación de estos tres países crea una nomenclatura perfecta ya que tenemos tres marcos comparativos distintos: una república no colonial sufriendo las mismas condiciones que Puerto Rico, por mala administración; una nación hegemónica cuyas medidas provocaron un colapso en todos los sistemas incluido el de su colonia; un pequeño territorio dentro de una nación poderosa que podría ser el espejo de Puerto Rico.

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