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INTEC:

50 AÑOS DE ORGULLO, MEMORIAS Y ENSEÑANZAS

Hace 50 años el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec) abrió sus puertas a la educación de calidad y a la construcción de sueños, en medio de la incertidumbre y la incredulidad de muchos.

Pocos trabajaron con miras al futuro, soñaron en grande y cosecharon los frutos de su esfuerzo y sacrificio. Hoy, cinco décadas más tarde, se han convertido en leyendas de la educación universitaria en el país y en un verdadero ejemplo de perseverancia y disciplina.

Semanas antes de colocarme la banda de egresada del INTEC, en abril de 2022, pude sentarme cara a cara en un conversatorio enriquecedor con dos de esos pocos que trabajaron duro y soñaron en grande: César Fernández y Leonardo Reyes, egresados de la carrera de Ingeniería Civil. No estuve sola, me acompañaron otros estudiantes de las distintas áreas académicas que se graduarían también. Ellos fueron Angélica Troncoso, egresada de Administración y Gestión de Negocios y Kemel Medina, graduando de Ingeniería Civil. Por unos minutos me sentí en una máquina del tiempo, mientras compartíamos anécdotas me vi reflejada en ellos en los próximos 50 años.

Estaban orgullosos, asombrados, saltaban de alegría. Después de tantos años no podían creer que su INTEC, el que ellos incluso ayudaron a limpiar y organizar para asistir a clases, hoy día es una de las instituciones de educación superior más prestigiosas del país y de la región. Nos contaron que su “amor al riesgo” fue lo que los impulsó en su momento a creer en el potencial del INTEC para formarse como profesionales y ciudadanos. Coincidencialmente, a mí también me motivó esa razón al momento de matricularme en el 2018, meses después de culminar mis estudios secundarios.

Minutos antes de oficialmente llamarme licenciada, en plena fila para subir al escenario frente a cientos de personas ahí presentes, me invadió el orgullo. Tal vez se trató del mismo que se les veía en los ojos a los primeros egresados en aquel conversatorio, ese orgullo de “¡Lo logré!”. Recordando aquel momento tan significativo puedo afirmar que abrazando y aprendiendo del pasado se puede caminar hacia el futuro, ambos de la mano, tomando enseñanzas mutuas y aplicándolo con miras de innovación. Así lo ha hecho INTEC por medio siglo.

INTEC se renueva, evoluciona, se transforma; lo demuestra diariamente con sus iniciativas en pos de un mejor país, de formar abejitas preparadas para la vida allá afuera.

Me llena de alegría ver a nuevos estudiantes apostando su educación a esta universidad, es por mucho una de las mejores decisiones de su vida. Les prometo no se arrepentirán.

Tal vez, y eso espero, dentro de 50 años vuelva a “mi colmena” a contar con orgullo esas anécdotas que hinchan el corazón y llenan los ojos de lágrimas.

¡HASTA PRONTO!

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