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Habilidades para un desempeño académico basado en la integridad académica

Gonzalo Pizarro Puccio | gpizarro@uc.cl | Director Académico de Docencia en la Vicerrectoría Académica, Pontificia Universidad Católica de Chile.

Una pregunta que surge recurrentemente al interior de las universidades es: ¿Por qué es importante abordar la integridad académica en la formación de los estudiantes universitarios? Esta interrogante ha sido respondida en distintos momentos y de diferentes maneras.

En un inicio, se pensó que la integridad académica era importante para evitar que los estudiantes cayeran en comportamientos deshonestos: como el plagio y la copia, y las estrategias institucionales que se idearon principalmente -basadas en un modelo normativo - estuvieron dirigidas a que los estudiantes inhibieran la mala conducta a través de una serie de acciones de penalización y castigo, que variaban de acuerdo a la gravedad de la falta.

Estas estrategias orientadas a reducir la deshonestidad académica, se denominaron: a) estrategia de modificación del comportamiento y b) estrategia del desarrollo del carácter (Roberts-Cady, 2008). La primera tiene como finalidad hacer cumplir códigos de conducta en el aula. Una forma de hacerlo es haciendo que sea más difícil para los estudiantes hacer trampa, mejorando los mecanismos de detección y aplicando sanciones severas. No obstante, aun cuando esta estrategia reduce la incidencia de comportamientos deshonestos, lo hace principalmente dificultando la posibilidad de incurrir en ellos o apelando al miedo de los estudiantes a ser sorprendidos. Por lo tanto, es probable que los estudiantes que se vieron disuadidos de hacer trampa aún puedan hacerla cuando crean que no serán descubiertos (Roberts-Cady, 2008).

La segunda estrategia tiene como propósito que los estudiantes desarrollen un buen carácter, especialmente la honestidad, a partir del supuesto que los estudiantes honestos no hacen trampa independientemente de si pueden ser atrapados o no. Una estrategia ampliamente difundida, principalmente en EEUU yCanadá, es la implementación de códigos de honor. En ellos se apela a que los estudiantes se regulen y responsabilicen mutuamente, en lugar de utilizar medidas de autoridad para hacerlo, ya que se espera que la presión de los pares genere efectos positivos en el comportamiento de los estudiantes (Roberts-Cady, 2008).

No obstante, ninguna de las estrategias anteriores incorpora un componente central para el desarrollo de actuaciones honestas: enseñar a los estudiantes a tomar decisiones éticamente fundadas para una actuación o desempeño académico íntegro, lo cual implica el desarrollo de una serie de habilidades clave.

Volviendo a la pregunta inicial, abordar la integridad académica en los universitarios es importante porque está íntimamente imbricada en las actuaciones académicas de los estudiantes, es decir, es la base para tomar decisiones éticas. Ignorar su importancia en los procesos de enseñanza y aprendizaje reduce y limita la formación universitaria. Asumir el desafío de incorporar la integridad académica en el currículo significa formar personas de acuerdo a un marco ético para el discernimiento y la toma de decisiones que facilite el desarrollo de prácticas académicas íntegras. Esto cobra aun mayor importancia si se piensa que la investigación en este ámbito sugiere la transferencia de estos desempeños al mundo laboral (Brimble, 2015).

Algunas de las habilidades clave para un desempeño académico íntegro, son: pensamiento crítico, discernimiento ético, habilidades de escritura académica disciplinar y creatividad (Morris, 2015).

Para desarrollarlas, se requiere no solo proporcionar información a los estudiantes sino ir más allá e intencionar el aprendizaje de estas habilidades durante toda la trayectoria formativa.

Algunas universidades han tomado dos posturas en el aprendizaje de estas habilidades. Por un lado, a través de un modelo genérico se busca desarrollarlas en actividades formativas no ligadas a los planes de estudio, por ejemplo, un taller de pensamiento crítico. En la otra postura, se considera un modelo integrado, donde estas habilidades son desarrolladas vinculándolas a la disciplina durante todo el plan de estudios, para fortalecer el desarrollo de prácticas académicas ejemplares (Morris, 2015).

Ambos enfoques constituyen alternativas viables, no obstante, el primero de ellos tiene un alcance más limitado, ya que no necesariamente el desarrollo de estas habilidades por separado permite que los estudiantes las integren en sus prácticas académicas. El segundo, en cambio, permite que aprendan a tomar decisiones éticas en contextos propios de su disciplina. Para ello, se requiere que los profesores estén alineados a estos propósitos y reciban la formación necesaria para llevar a cabo procesos de enseñanza y aprendizaje basados en la integridad académica. Este segundo enfoque está alineado al modelo de alfabetización académica, por lo cual se espera que el aprendizaje sobre la integridad académica esté embebido en el aprendizaje de la disciplina (Morris, 2015).

La formación en integridad académica vinculada a la formación disciplinar desafía los enfoques tradicionales de transmisión de conocimientos, donde los estudiantes asumen un rol pasivo, ya que el aprendizaje basado en la integridad académica implica tomar decisiones éticamente fundamentadas, para lo cual se requiere del desarrollo de otras habilidades como el pensamiento crítico, la creatividad y el desarrollo de la escritura académica; que en conjunto propician el aprendizaje profundo.

REFERENCIAS

Brimble, M. (2015). Why Students Cheat: An Exploration of the Motivators of Student Academic Dishonesty in Higher Education. Handbook of Academic Integrity, 1–14. https://doi. org/10.1007/978-981-287-079-7_58-1

Morris, E. J. (2015). Academic Integrity: A Teaching and Learning Approach. Handbook of Academic Integrity, 1–14. https://doi. org/10.1007/978-981-287-079-7_11-1

Roberts-Cady, S. (2008). The role of critical thinking in academic dishonesty policies. International Journal for Educational Integrity, 4(2), 60–66.

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